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Mª del Mar Romera Morón
LA MOTIVACIÓN PARA EL APRENDIZAJE. FRACASO ESCOLAR. “El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea importante.”. Capítulo XXI de El Principito (Saint Exupery). ¿Qué son los motivos? Puede decirse que son como ''palancas" de la voluntad, instrumentos que ayudan a hacer algo. Es necesario motivar, pero ¿cómo se motiva? ¿Qué clase de motivaciones son las más adecuadas? Cada uno se conoce mejor que nadie y sabe qué cosas son las que mejor le mueven a realizar tal o cual acción. Pero no se trata sólo de lograr la ejecución de esa tarea, de ese estudio, al precio que sea. Se trata de que tú, con esa motivación, te beneficies como persona, ganes en autonomía y libertad. La motivación hacia el estudio se integra, como un elemento más, dentro del amplio capítulo de la educación de la voluntad. Se trata de que “quieras estudiar” por ti mismo. Siguiendo a Abilio de Gregorio, enseñar no es sólo trasmitir conocimientos. Los jóvenes tienen que aprender a desarrollar capacidades, la infancia y la adolescencia en una etapa de afirmación y de conflictos emocionales que suponen una limitación a la capacidad de atención y a la motivación para el estudio. La actividad intelectual supone un esfuerzo de voluntad + una motivación. Debemos ser sinceros con nuestros hijos y cuando les decimos que “Querer es poder”, les estamos mintiendo. Se necesita tener unas aptitudes y un gran esfuerzo de voluntad, y cuando éstas no existen, se suscitan sentimientos de inseguridad y de culpabilidad en ellos. Hay pues que unir VOLUNTAD Y MOTIVACIÓN. La palabra motivación procede de motor, y es la fuerza que mueve nuestra conducta, no sólo para que se mueva, sino también para que se mantenga. Las cosas naturales no necesitan motivación: para comer cuando tenemos hambre, ir a la cama después de una jornada de trabajo, no necesitamos hacer ningún esfuerzo, el cuerpo nos lleva sólo. Tampoco necesitamos motivación para hacer lo que nos gusta: ver una película, un partido de fútbol. Sí necesitamos motivos fuertes, en cambio, para
madrugar y también para estudiar: EL ESTUDIO ES SIEMPRE UN ESFUERZO. La tendencia a hacer un esfuerzo, depende, de tres factores: • de los motivos que tengamos, • de las previsión de éxito y • los incentivos de éxito. Si alguno de estos factores es nulo, por muy grandes que sean los otros, el resultado será negativo e impedirá la acción. ¿Qué motivos puede tener el niño / adolescente para estudiar?.
Podemos hablar de tres tipos de motivaciones: Extrínsecas, las que proporcionan alguna clase de beneficio material. Intrínsecas, las que proporcionan una satisfacción personal. Trascendentes, las que se asientan sobre la responsabilidad de nuestro deber como personas libres, y se orientan hacia el logro de nuestra propia mejora y la de los demás. Aunque los tres tipos de motivación suelen ir unidos, siempre prima alguno de ellos. Sin embargo, no todos suponen una mejora de la persona. Hay que encontrar no sólo motivos para el estudio, sino buenos y valiosos motivos que incidan en las necesidades de estas etapas . ¿Cuáles son? Todas las personas tenemos tres dimensiones 1. Es la dimensión BIOLÓGICA, que es necesario satisfacer para vivir: a ella pertenecen nuestras necesidades de alimento, de descanso: hambre, sueño,… 2. La dimensión AFECTIVA. Incluye las necesidades de cariño y de relación estable con los demás: ser queridos, aceptados, tener amigos. 3. La DIMENSIÓN DE SENTIDO y se refiere a la necesidad de percibir sentido en lo que hacemos. Ante una vida sin sentido también surge el desánimo, la depresión.
En cada una de estas dimensiones tenemos necesidades, es decir tendencias que no cesan. Ante las necesidades biológicas, como el hambre por ejemplo, la comida es la motivación que mueve mi conducta ; en las necesidades afectivas: el deseo de sentirse querido, comprendido, valorado…es una motivación que nos lleva a buscar el afecto de los demás dando muestras de simpatía, que utilicemos las buenas notas en los estudios para provocar admiración y sentirnos mas valorados, etc.; ante las necesidades de sentido, los ideales mueven nuestra conducta en busca de una personalidad más generosa altruista o solidaria. ¿Cómo funcionan estas tres dimensiones en el adolescente? ¿Tienen nuestros hijos cubiertas sus necesidades primarias, que son las biológicas? La respuesta es afirmativa, aunque: a los hijos no hay que darles todo lo que piden, sino LO QUE NECESITAN. La segunda pregunta es ¿se sienten queridos nuestros hijos? El vacío afectivo produce un repliegue en uno mismo y deja a la persona sin energía para vivir. Meternos en la piel de nuestro hijo nos puede ayudar a saber que siente y qué espera de nosotros El joven solamente puede llegar a la tercera dimensión si ha obtenido cierto nivel de satisfacción en la segunda dimensión. Los niños y adolescentes son enormemente sensibles a las necesidades afectivas, por ello, sentirse estimado, querido, valioso… es una necesidad primordial y ésta puede servir de motor de conducta La tercera dimensión “de sentido” es muy importante porque surge en la adolescencia: el adolescente quiere ver horizontes, se plantea ideales, busca metas para dar sentido a su vida, y si no encuentra sentido a ésta tampoco tendrá sentido para él el estudio. Debemos preguntarnos ¿qué previsiones de éxito tiene nuestro hijo?, ¿Ve las metas claras? Además de las METAS CLARAS tiene que encontrarse con un grado determinado de DIFICULTAD (si no le cuesta, no moviliza la conducta: Ej: del superdotado que fracasa) y tiene que tener POSIBILIDADES DE ÉXITO (la meta debe estar adaptada a sus posibilidades).
Además, los hijos perciben que las metas son posibles, cuando ven que también el adulto las consigue con su esfuerzo; en esto los padres podemos ser un buen referente si mostramos esas actitudes con nuestro ejemplo, no sólo con palabras. Con relación a los INCENTIVOS DE ÉXITO ¿gratificamos el resultado del esfuerzo o solo del éxito?. ¿Es una estrategia válida la de premiar y castigar? Sí, sobre todo si la gratificación es AFECTIVA y los castigos no son venganzas ni humillaciones, ni tienen que ver con los sentimientos de cariño. Las pautas posibles a este respecto, se pueden resumir en lo siguiente: Es más eficaz el premio, porque produce un mayor refuerzo, (el castigo es más inmediato, pero a la larga falla, no es permanente). Son mejores los premios afectivos que los económicos. No todo lo que se hace bien merece premio, se puede caer en el error de mercantilizar la conducta: Hay que gratificar el ESFUERZO, no el éxito, cuando se gratifica el éxito, anticipamos el fracaso. Premiar sobriamente, y el interés del hijo, no el del padre. El premio material debe aportar también algo a su formación. En cuanto a los castigos: Sancionar sólo lo que no se ha hecho bien. Es mejor sustituir el castigo por el diálogo, escuchar, orientar a nuestro hijo. El castigo no debe tener nunca carácter afectivo: no ridiculizarle, ni gritarle, ni humillarle, ni dejar de hablarle. La sanción debe ser proporcionada y flexible, si se ha cambiado de conducta, no es preciso mantener el castigo.
Sobriedad en desproporcionado.
las
amenazas,
no
poner
un
castigo
Explicar el motivo de la sanción en el momento oportuno. Saber rectificar las equivocaciones, pedir disculpas (los padres no tienen porqué ser perfectos). El APRENDIZAJE es más fácil con una relación en la que yo me siento que VALGO pues eso sirve de refuerzo de mi propio yo. Por eso la primera obligación de los profesores, es HACER QUE EL ALUMNO SE SIENTA INTELIGENTE y a los PADRES DAR IMPORTANCIA AL ESFUERZO y valorar la cultura con el ejemplo familiar. LA VOLUNTAD. La vida actual, parece rendida a la ricopatía, patología de los ricos, que consiste en hacer sólo lo que gusta y evitar lo que disgusta, y en esto último entran los estudios, porque suponen un esfuerzo. Sin embargo hay que educar una voluntad fuerte, que sepa sobreponerse a lo que nos disgusta y nos cuesta; y ello supone saber tolerar también las FRUSTACIONES y tener cierto nivel de exigencia. Tener frustraciones es necesario para vivir y cada uno tiene que superarlas para crecer.
EN RESUMEN... ENSEÑEMOS A NUESTROS HIJOS QUE… El valor y sentido que des a tu trabajo influirá notablemente en la motivación hacia el estudio. Lo que más motiva es siempre el éxito personal; y el éxito es alcanzable sólo si se poseen los medios técnicos adecuados (técnicas y hábitos de trabajo intelectual). A veces, puede entrarse en una crisis de "por qué estudiar", simplemente porque falla el "cómo". Encontrar motivos para estudiar es importante, pero sin exagerar. Aunque esté muy motivado porque le "vuelven loco" las matemáticas, esto no hace innecesario el esfuerzo personal. En eso, nadie le puede sustituir En cuanto a la motivación se trata de que tú "quieras" estudiar por ti mismo, y no por el premio o castigo que espera, ya se trate de una mountain-bike o de dinero. A veces, no hay motivación que valga porque una asignatura concreta no te interesa. Entonces has que apelar a tu sentido del deber, a tu autoexigencia, para estudiar cuando no apetece. Y para eso es importante reforzar tu voluntad. Una conversación con tus padres o con un profesor puede resultar muy reveladora; no hace falta que tenga relación con el final de una evaluación o con las notas. Te puede ayudar a plantearte qué motivos tienes para estudiar y ayudarte a descubrir si son adecuados o no.