Magisterská diplomová práce

Masarykova univerzita Filozofická fakulta Ústav románských jazyků a literatur Magisterská diplomová práce 2013 Lenka Škrabalová 0 Masarykova uni

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Masarykova univerzita Filozofická fakulta

Ústav románských jazyků a literatur

Magisterská diplomová práce

2013

Lenka Škrabalová 0

Masarykova univerzita Filozofická fakulta Ústav románských jazyků a literatur Španělský jazyk a literatura

Lenka Škrabalová

El español hablado en Quito Magisterská diplomová práce

Vedoucí práce: Mgr. Ivo Buzek, Ph.D.

Brno 2013

1

Prohlašuji, že jsem magisterskou práci vypracovala samostatně s využitím uvedených pramenů a literatury, a že elektronická verze se shoduje s verzí tištěnou.

…………………………………………………………. Podpis autora práce 2

Ráda bych zde poděkovala Mgr. Ivo Buzkovi, Ph.D. za odborné vedení, věnovaný čas, cenné rady a vstřícnost při vedení mé magisterké práce. Dále bych chtěla poděkovat mým rodičům za jejich podporu a pomoc během celého studia, bez níž by tato práce nevznikla, a také svým dětem za jejich trpělivost a lásku. También quiero agredecerle a mi esposo por todo su apoyo, ayuda y motivación no solamente durante este trabajo, sino en toda la carrerra. ¡Gracias Eduardito! Igualmente, quiero agradecerles a mis suegros por su ayuda con la encuesta. Děkuji moc všem.

3

ÍNDICE: 1. Introducción………………………………………………………………

7

2. Formación e historia del español ecuatoriano.……………………………

9

2.1. Situación lingüística antes de la conquista española.…………........

9

2.1.1. Los pueblos preincaicos………………………………………

9

2.1.2. El imperio incaico y la expansión del quichua……………….

10

2.1.3. La conquista española………………………………………...

12

2.2. La colonización……………………………………………….........

14

2.2.1. La lengua española en la Conquista y la Colonia…………….

16

2.3. La República…………………………………………………….....

20

2.4. El contacto lingüístico en el Ecuador………………………….......

21

2.4.1. Sobre el quichua……………………………………………...

22

2.4.2. El quichua y las lenguas preincaicas…………………………

24

2.4.3. El contacto entre el quichua y el español………………….....

25

2.4.4. Influencia de otras lenguas indígenas en el español ecuatoriano.…………………………………………………...

27

3. Situación lingüística en el Ecuador de hoy…..…………………………..

28

3.1. División dialectal de América…………...………………………...

29

3.1.1. El español andino……………………...………………….….

32

3.2. Variedad lingüística en el Ecuador………………………………..

33

3.2.1. Diferencias entre la Sierra y la Costa………………………...

35

3.2.2. El bilingüismo andino………………………………………..

38

4. El español de Quito………………………………………………………

40

4.1. Fonética y fonología………………………………………………

42

4.1.1. Entonación y acento………………………………………….

43

4.1.2. Las vocales…………………………………………………...

44

4.1.2.1. Inestabilidad y debilitamiento de vocales……………..

44

4.1.2.2. Cambio de vocales…………………………………….

45

4.1.2.3. Grupos vocálicos………………………………………

46

4.1.3. Las consonantes………………………………………………

47

4

4.1.3.1. La /b, p, t, d/………………………………………..….

48

4.1.3.2. La /k, g/………………………………………………..

49

4.1.3.3. La /f/…………………………………………………...

49

4.1.3.4. La /s, ʃ/…………………………………………………

50

4.1.3.5. La /ɾ, r/…………………………………………………

51

4.1.3.6. La /ʎ, ʝ/............................................................................

54

4.1.3.7. Otras consonantes……………………………………...

55

4.2. Morfología, sintaxis y semántica……………………………….....

56

4.2.1. Sistema pronominal………………………………………….

56

4.2.1.1. Complemento directo, indirecto y el leísmo…………..

57

4.2.1.2. Formas de tratamiento…………………………………

59

4.2.2. Pretérito perfecto compuesto y simple……………………….

61

4.2.3. Formas de imperativo………………………………………...

65

4.2.4. El gerundio…………………………………………………...

68

4.2.5. El verbo………………………………………………………

70

4.2.5.1. Formas perifrásticas…………………………………...

71

4.2.6. Otros rasgos morfosintácticos………………………………..

72

4.3. Léxico……………………………………………………………..

73

4.3.1. Léxico panamericano………………………………………...

73

4.3.2. Léxico de origen quichua…………………………………….

74

4.3.3. Léxico de origen inglés………………………………………

76

4.3.4. Afijos usados en la formación de palabras…………………...

77

5. Estudio sobre el léxico quiteño…………………………………………..

79

5.1. Ecuatorianismos…………………………………………………...

79

5.2. Metodología……………………………………………………….

91

5.3. Cuestionario……………………………………………………….

92

5.4.Resultados………………………………………………………….

93

5.4.1.Parte uno ……………………………………………………..

93

5.4.2. Parte dos……………………………………………………...

95

5.4.3. Parte tres……………………………………………………...

98

5.4.4. Parte cuatro…………………………………………………...

99

5.4.5. Parte cinco……………………………………………………

102

5.4.6. Parte seis……………………………………………………...

104

5

5.5. Observaciones finales……………………………………………..

105

6. Conclusión…………………………………………………………….....

107

7. Bibliografía………………………………………………………………

110

8. Anexos…………………………………………………………………...

114

6

1. INTRODUCCIÓN Aunque el español hablado en el continente americano presenta una gran uniformidad, a pesar de la gran extensión del territorio en el que es hablado, existe mucha riqueza dialectal, ya que las modalidades de las diferentes regiones tienen sus rasgos específicos y caracterizadores que las diferencian de las demás. En el presente trabajo queremos presentar la situación lingüística en el Ecuador, sobre todo en la Sierra ecuatoriana con especial atención a la variedad hablada en la ciudad de Quito, la capital del Ecuador. Nos enfocamos en la modalidad quiteña por varios motivos; primero porque tenemos experiencia personal con dicha variedad del español y segundo por sus características peculiares que se deben a la influencia del quichua. El español de Quito como una modalidad urbana ha adquirido varios rasgos, sobre todo morfosintácticos, procedentes del quichua, que no son estigmatizados como suele ocurrir en la mayoría de las modalidades influidas por las lenguas indígenas, sino que han pasado a formar parte de la norma estándar de la región. El principal objetivo de nuestro trabajo es ofrecer una visión sobre la situación lingüística en la ciudad de Quito, centrándonos en los rasgos característicos tanto fonéticos como morfosintácticos y léxicos de la modalidad quiteña. Debido a la cantidad de rasgos que se deben a la influencia del quichua o a la convergencia del español con el quichua, consideramos necesario enfocarnos también en la historia del contacto de las dos lenguas. Por lo tanto, en el primer capítulo del presente trabajo nos centraremos en la historia y formación del español ecuatoriano, enfocándonos tanto en las características del español hablado por los conquistadores y los colonos como en la situación lingüística con la que éstos se encontraron a la hora de llegar al territorio ecuatoriano. Veremos la historia del contacto prolongado entre el español y el quichua y sus consecuencias lingüísticas, pero también la influencia de otras lenguas indígenas, tanto nacionales como extranjeras, en el quichua y en el español. Luego, analizaremos la situación lingüística actual en el Ecuador ubicándola dentro del contexto americano y presentaremos la variedad lingüística del país y las diferencias entre las dos principales regiones, Costa y Sierra. Dedicaremos el siguiente capítulo a la descripción de las características fonéticas y morfosintácticas del español quiteño, e igualmente analizaremos el léxico, tanto su base como la influencia de las dos 7

principales lenguas, el quichua y el inglés. El último capítulo lo dedicaremos al estudio sobre el léxico quiteño. Primero presentaremos una lista de los ecuatorianismos más comunes en el habla quiteña que contiene la explicación de cada vocablo con un ejemplo de uso. Las expresiones y sus usos los hemos consultado con hablantes quiteños; los datos obtenidos luego confrontaremos con el Diccionario de Americanismos hecho por la Asociación de las academias de la Lengua Española observando si los significados y los usos corresponden o no con lo señalado por los hablantes. Asimismo, presentaremos los datos obtenidos en la encuesta realizada personalmente en la ciudad de Quito, en la cual nos centramos en la frecuencia de uso y los ambientes en los que se emplean los ecuatorianismos entre la clase media. Gracias a los resultados obtenidos en la encuesta podremos observar y analizar los usos de cada sexo e igualmente de personas de diferente edad.

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2. FORMACIÓN E HISTORIA DEL ESPAÑOL ECUATORIANO El Ecuador es un país multicultural y plurilingüe. Los orígenes de la diversidad que caracteriza hoy en día al pueblo ecuatoriano, hay que buscarlos en su historia. En el territorio ecuatoriano han vivido y convivido varios pueblos y culturas, lo que se ha reflejado, entre otras cosas, también en el idioma. Antes de la llegada de los españoles estaban los incas, antes de ellos, otros pueblos que no desaparecieron con la instauración del imperio incaico, sino que convivieron con él y algunos sobrevivieron hasta nuestros días. De esta forma se constituyeron varios contactos lingüísticos, de los cuales el más importante ha sido sin duda el contacto entre el castellano y el quichua, presente sobre todo en los Andes ecuatorianos incluyendo Quito. Por lo tanto, para entender la situación lingüística actual y los rasgos específicos del español quiteño, consideramos necesario enfocarnos primero en la historia del contacto entre los pueblos que constituyeron la base del país. 2.1. SITUACIÓN LINGÜÍSTICA ANTES DE LA CONQUISTA ESPAÑOLA 2.1.1. LOS PUEBLOS PREINCAICOS Según Ayala Mora (online), en el territorio ecuatoriano existen «evidencias de poblamiento de hace doce mil años». Como señala el autor, los primeros pobladores se instalaron en los valles andinos; las regiones de la Costa y de la Amazonía fueron pobladas mucho más tarde. Durante los miles de años que precedieron a la expansión incaica, el territorio ecuatoriano fue habitado por varios pueblos de diferente procedencia1. Todos estos pueblos eran sociedades agrícolas muy desarrolladas y organizadas que mantenían contactos entre sí, a pesar del difícil acceso que supone la geografía ecuatoriana2. Entre los pueblos más 1

Toscano (1953: 15) habla de grupos de origen centroamericano, amazónico, peruano o boliviano.

2

En cuanto a la organización política, Ayala Mora (online) señala que existían ciertas alianzas o

confederaciones entre los pueblos más estables, lo que permitía la formación de «cacicazgos o curacazgos de nivel local o supra local que, en algunos casos, también han sido denominados señoríos étnicos». El historiador ecuatoriano Juan de Velasco se explicaba esta organización política como un reino (el Reino de Quito), sin embargo, esta teoría ya hoy en día no es aceptada.

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importantes hay que señalar a los caras, los shyris y los quitus en la región de Quito, los puruháes en la provincia de Chimborazo, los cañaris en la provincia de Azuay y Cañar, o los quillacingas en el norte3. En cuanto a los idiomas de dichos pueblos, existen muy pocos datos, ya que ninguna de las lenguas está documentada en forma escrita. Por lo tanto, como la fuente principal de información sirven las diferentes lenguas indígenas habladas hoy en día en el Ecuador y las crónicas sobre la conquista española, donde se encuentran datos sobre las lenguas de los indígenas con los cuales se habían encontrado los conquistadores y los misioneros. Igualmente, cierta información nos ofrece la toponimia ecuatoriana, ya que una gran cantidad de los topónimos actuales son de origen preincaico. Entre las lenguas originales más importantes antes de la conquista incaica podemos mencionar la caranqui, el cayapa, el puruhá, el palta o el colorado4. Además, Moya señala (1981: 127-128) que según varios historiadores algunos pueblos habían adaptado un dialecto del quechua5 parecido a la variedad hablada por los incas ya antes de su llegada al territorio ecuatoriano, lo que facilitó la conquista, igual que la imposición del quechua como lengua oficial. 2.1.2.

EL IMPERIO INCAICO Y LA EXPANSIÓN DEL

QUICHUA Los incas eran el pueblo sudamericano que alcanzó el mayor grado de organización política y social antes de la conquista española. El imperio incaico ocupaba al principio del siglo XVI el territorio desde el actual sur de Colombia hasta el norte de Argentina. La llegada de los incas al Ecuador se data a finales del siglo XV. Primero se instalaron en las provincias del sur6 y los pueblos del norte, incluyendo Quito, fueron conquistados unos 40 años antes de la llegada de los españoles. 3

Véase Ayala Mora (online).

4

Para más información véase Moya (1981: 140-142).

5

En el presente trabajo utilizamos el término quechua al referirnos a la lengua general del imperio

incaico, a la familia lingüística o a las variedades peruanas y bolivianas. Como quichua denominamos la variedad hablada en el Ecuador. 6

Los incas llegaron hasta las provincias de Azuay y Cañar, sometiendo a los pueblos originarios de

forma pacífica mediante alianzas y transacciones.

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Aunque los incas no gobernaron mucho tiempo en el territorio ecuatoriano, su presencia fue de gran importancia para el desarrollo del país, puesto que implantaron su estructura social y política, su idioma y convirtieron algunas poblaciones como Quito o Cuenca en centros urbanos de gran importancia política dentro del Tawantinsuyu. Hay que mencionar que el dominio de los incas se extendió sobre todo por la Sierra ecuatoriana, en la Costa lograron la expansión solo parcialmente, y en la Amazonía prácticamente no se dio. El inca Huayna Cápac conquistó los pueblos del norte ecuatoriano y se instaló en Quito convirtiéndola en la nueva capital del imperio. Después de su muerte, el Tawantinsuyu fue dividido entre su hijo Huáscar, quién se quedó con la parte sur, y Atahualpa, hijo de su esposa quiteña, quién heredó el territorio del actual Ecuador. Entre los dos hermanos estalló una disputa por la sucesión, que se convirtió en conflicto bélico. Huáscar tuvo el apoyo de la nobleza cuzqueña y del sur del imperio, mientras que Atahualpa fue respaldado por los incas del norte. La guerra terminó con la victoria de Atahualpa, pero su intento de reunificar el imperio fue cortado por la llegada de los españoles. Los incas al llegar al Ecuador no implantaron solamente su estructura política y social, sino que también su lengua. Como dice Haboud (1998: 31), «el quechua fue impuesto como la lengua general en los territorios conquistados y se convirtió en un mecanismo de control del imperio inca». Como ya lo hemos mencionado, parece que algunos pueblos del territorio ecuatoriano ya habían adoptado cierta variedad o dialecto del quechua, lo que pudo facilitar en algunas zonas su expansión. Según Moya (1981: 126), el quechua se convirtió en la lengua oficial, culta y de prestigio, sin embargo, el proceso de la unificación lingüística fue lento y dificultoso en algunas partes. La lengua de los incas entró en contacto con el dialecto del quechua ya existente, igual que con las lenguas preincaicas7, lo que modificó su estructura y dio origen a la variedad ecuatoriana, el quichua8. Moya afirma (1981: 126) que los primeros en "quichuizarse" fueron los grupos dirigentes de los pueblos conquistados. Sin embargo, a la llegada de los españoles la 7

Para más información sobre el contacto lingüístico entre el quichua y las lenguas preincaicas véase

el capítulo 2.4.2. 8

Actualmente, muchos lingüistas ecuatorianos optan por la ortografía kichwa (eje: Esmeralda de la

Vega), sin embrago, nosotros decidimos en el presente trabajo utilizar la ortografía tradicional quichua, ya que es usada por la mayoría de los autores consultados.

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"quichuización" general no se había llevado a cabo y existían varios grupos de población que eran bilingües o desconocían el quichua. En cuanto a la existencia de una variedad del quechua antes de la llegada de Huayna Cápac, Moya (1981: 126-138) nos ofrece una amplia información al respecto. La autora denomina el quichua ecuatoriano existente antes de la conquista inca el "protoquichua" y explica su difusión en el Ecuador por medio del comercio y otro tipo de contactos económicos o alianzas con los pueblos del norte y centro del Perú. Además afirma que la parte central peruana parece ser el lugar de origen del quechua y de su difusión hacia el norte y el sur. La variedad de la familia quechua procedente de esta región la denomina Chinchay y señala su diferencia con respecto a la variedad cuzqueña influida por el aymara y otras lenguas de la región. La importancia que posteriormente cobró la variedad cuzqueña está relacionada con el poder espiritual que tenía Cuzco dentro del imperio como la ciudad sagrada. Con respecto al quichua que fue establecido por Huayna Cápac y que se extendió en el Ecuador, los lingüistas coinciden en que era de origen Chinchay del norte de Perú y no de la variedad cuzqueña, lo que explica las actuales diferencias con respecto al quechua cuzqueño y boliviano9. 2.1.3. LA CONQUISTA ESPAÑOLA Según Córdova (1996: 184), «fue el 21 de septiembre de 1526 el día en el que por primera vez se escuchó la lengua castellana en lo que hoy es la República del Ecuador». La expedición dirigida por Bartolomé Ruiz fue la primera de los conquistadores que desembarcó en el territorio ecuatoriano, exactamente en la Bahía de San Mateo en el norte del país en la actual provincia de Esmeraldas. Luego, en el 1531, fue organizada otra expedición encabezada por Francisco Pizarro y Diego de Almagro por las costas del Pacífico en busca de un mítico y rico país del sur. La expedición desembarcó en Túmbez y de allí se originó la conquista 9

A pesar de las claras diferencias fonéticas, fonológicas, morfológicas, gramaticales y lexicales,

Moya (1981: 166-167) acepta un posible influjo de la variedad sureña, ya que el quichua ecuatoriano comparte ciertos rasgos fonéticos y fonológicos con la variedad cuzqueña (eje: existencia de las series triples de oclusivas). Sin embargo, admite que la existencia de estos rasgos se puede explicar también por su existencia en el protoquichua o por los influjos anteriores o posteriores de mitimaes aymaras. Para más información véase Moya (1981: 165-172).

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del imperio inca. Los conquistadores aprovecharon la inestabilidad interna del imperio y mediante engaños lograron tomar preso a Atahualpa en Cajamarca. El inca fue ejecutado, lo que causó fuerte resistencia contra los españoles en el norte del imperio, es decir, en el actual Ecuador, especialmente en la región de Quito. Pizarro mandó a Sebastián de Benalcázar a reprimir la resistencia norteña, lo que logró el 6 de diciembre del 1534 con la derrota de los incas quiteños y la fundación de la ciudad de San Francisco de Quito. La actual capital ecuatoriana fue fundada «con 203 españoles y dos negros como vecinos, todos hombres» (Toscano, 1953: 16). De allí se produjo la conquista del resto del territorio; salieron expediciones al oriente, entre ellas la de Francisco de Orellana que descubrió el río Amazonas; sin embargo, como la Amazonía no ofrecía muchas riquezas, la colonización se concentró sobre todo en la Sierra y la Costa. Al iniciarse la conquista, los españoles se encontraron con un territorio plurilingüe, donde existía una gran variedad de lenguas indígenas. Como ya lo hemos señalado, el imperio inca no logró una unificación lingüística total del territorio. Había lugares dentro del imperio incaico donde se desconocía el quichua. Además, hay que tener en cuenta la realidad lingüística en la Costa y la Amazonía, donde los incas no lograron instalar su poder y tampoco su lengua. Los conquistadores al enfrentarse con la realidad lingüística tan diversa, optaron por el quichua como la lengua de comunicación, puesto que ya durante el imperio funcionaba como lengua oficial y por lo tanto era la lengua indígena de mayor difusión y mayor número de hablantes. Con el avance de la conquista el quichua se convirtió en lengua franca, cuya primera función era la comunicación con los pueblos indígenas y posteriormente cumplió el propósito de la evangelización indígena, ya que fue el quichua y no el español la lengua en la que los indígenas recibían la palabra de Dios. Moya (1981: 144) dice al respecto: El hecho importante a destacarse es entonces el que pese a la variedad de lenguas, la lengua más importante y universalizada era el quichua. Y, aunque históricamente esta lengua fuera adoptada por diversas vías y mecanismos, es la que se constituye en instrumento de cohesión lingüística y étnica. Esto es, aunque actual pueblo quichua se haya constituido en base de diferentes orígenes étnicos y que, los respectivos pueblos debían mantener entre sí diversos grados de relaciones

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económicas, sociales y culturales, la homogenización progresiva que sufrieron, el protagonizar los mismos hechos históricos y sociales, nos permite formular, con solvencia, la unidad de este pueblo.

Es imprescindible señalar que la difusión masiva del quichua no se dio durante el gobierno de los incas, sino con la llegada de los españoles y la instauración de las estructuras europeas10. Es precisamente en este momento, en el que podemos buscar el inicio de las profundas influencias entre el quichua y el español. La importancia del quichua, sobre todo en la Sierra, y su contacto diario con el español de los conquistadores y los colonos, igual que con el español hablado por los indígenas o mestizos, significó la base del contacto entre el quichua y el español, lo que concluyó en las actuales variedades del español existentes en la sierra ecuatoriana. 2.2. LA COLONIZACIÓN El punto de partida para la colonización del Ecuador fue la conquista del asentamiento indígena en Quito y la fundación española de la ciudad de San Francisco de Quito en el mismo lugar. A pesar de las guerras civiles entre los conquistadores y los primeros colonos que querían mantener el control local, con la Corona la colonización siguió avanzando y hacia el año 1590 ya se habían consolidado las bases políticas, económicas y administrativas del sistema colonial. A la fundación de Quito siguió la formación de otras ciudades españolas como Santiago de Guayaquil en 1535, que se convirtió en uno de los puertos más importantes de la costa pacífica, Loja (1548), Zamora (1550) o Cuenca (1557). El territorio ecuatoriano formaba parte del Virreinato del Perú, sin embargo, en 1563 fue creada la Real Audiencia de Quito, que abarcaba todo el territorio ecuatoriano, lo que significaba cierta independencia política, económica y jurídica del virrey peruano. Posteriormente, en 1739, la Audiencia pasó a formar parte del nuevo Virreinato de Nueva Granada. La sociedad colonial se dividía en dos grupos, Ayala Mora (online) habla de la «República de blancos y la República de indios», cada una con su propia estructura interna pero en continuo contacto entre sí. Desde el 10

La importancia y la difusión del quichua demuestra también el hecho de que ya en el año 1560 fue

escrita la primera gramática del quichua por Fray Domingo de Santo Tomás.

14

inicio de la colonización se dio el mestizaje, sobre todo entre los hombres blancos y las mujeres indias, ya que al principio de la colonización no estaban presentes mujeres europeas. El porcentaje de los mestizos en la sociedad colonial iba aumentando con el paso de tiempo. Con respecto a la estructura social, hay que señalar que al principio de la Colonia el porcentaje de la población blanca era muy bajo, es decir, aunque los colonos eran la clase dirigente, la población indígena era mayoritaria. Toscano afirma que (1953: 17) «hacia 1570, treinta y seis años después de la fundación de Quito, toda la población blanca del país se reducía a 6000 personas. Los negros, mestizos y mulatos sumaban 10.000, y el total de indios era unos 400.000». Según el autor, un siglo después la población blanca ya sumaba unos 40.000, la población negra 60.000, la mestiza 20.000, la mulata 10.000 y la india 450.000. Luego el número de los indios empezó a reducirse, debido al mestizaje y a las duras condiciones de vida de este grupo (enfermedades, trabajos forzosos, muertes prematuras, etc.), sin embargo, hasta el final del sistema colonial la población indígena superaba en cantidad a la población blanca y mestiza. Según Moya (1981: 145), en 1781 en la región de Quito vivían «unos 83.250 blancos, 213.287 indios, 12.559 negros libres, 2.553 esclavos». En cuanto a la distribución de la población y la situación lingüística, hay que señalar que la región más poblada era la Sierra. La población blanca y mestiza se concentraba en las ciudades y el campo era habitado por los indios. Durante la Colonia se completó la quichuización de la población serrana indígena. Las lenguas anteriores fueron sustituidas completamente por el quichua, que fue aceptado por los indios como su lengua materna. El castellano era la lengua de los blancos, la lengua oficial, de la administración y del comercio, y por lo tanto la población indígena que estaba en contacto con los colonos tenía que aprenderla. Según Toscano (1953: 19), en la Costa la mayoría de los indios fueron exterminados, ya que debido a su estilo de vida no estaban acostumbrados a trabajos en el campo, algunos se retiraron a zonas alejadas y otros se mezclaron con los colonos. Para sustituir a los trabajadores indios los españoles trajeron negros que se concentraron sobre todo en la Costa, pero también en algunos valles cálidos de la Sierra11. Debido a la pronta desaparición de los indios de la Costa, no sorprende que el único idioma que se

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Uno de los valles es el Valle del Chota donde se concentra hoy en día la población negra de la

Sierra.

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difundió fuera el español. La región amazónica, debido a sus condiciones geográficas y naturales, fue poblada escasamente, lo que facilitó la pervivencia de los idiomas preincaicos hasta la actualidad12. 2.2.1. LA LENGUA ESPAÑOLA EN LA CONQUISTA Y EN LA COLONIA En el momento del descubrimiento de América y de la conquista, el castellano se encontraba en una fase de gran expansión y variación. Con el reinado centralizador de los Reyes Católicos, el castellano se difundió prácticamente por todo el territorio sustituyendo en la mayoría de los casos a los dialectos existentes en las diferentes regiones. Según Ramírez Luengo (2007: 11), el castellano se difundió durante el siglo XVI por todos los estratos sociales, sin embargo, no podemos hablar de que existiera una unidad lingüística, al contrario, según el autor (ídem), ya en esta época se registra: …una serie de divergencias y peculiaridades, tanto en sus diferentes niveles sociolingüísticos como en sus variedades geográficas o diatópicas. Es especialmente importante este último factor para entender el nacimiento del español americano, ya que su aparición como variedad diferenciada está estrechamente vinculada a la diversidad existente en la lengua de los siglos XV y XVI.

Cuando se inició la conquista del Nuevo Mundo, en la Península existían tres principales variedades del español: la variedad norteña, la toledana y las hablas andaluzas. Con la instalación definitiva de la Corte en Madrid, la variedad norteña ganó importancia ante la toledana y se convirtió en la norma de prestigio. De tal forma, durante la Conquista y los primeros siglos de la Colonia coexistían en España dos normas: la norteña y la andaluza con la sede en Sevilla. En cuanto a la base del español americano, hoy en día es en su mayoría aceptada la teoría andalucista. Según esta teoría, existen ciertos rasgos que comparte el español de 12

En la actualidad la mayoría de los idiomas indígenas de origen preincaico se encuentra en la

Amazonía y unos pocos en las regiones históricamente aisladas de la Costa. En la Sierra el idioma de todos los pueblos indígenas es el quichua.

16

Andalucía y el español americano como el seseo, el yeísmo y el uso de ustedes como la segunda persona del plural, los cuales son el resultado de la importancia del andaluz durante la Conquista. La teoría andalucista se basa en el hecho de que «el andaluz constituyó el modelo lingüístico más importante durante el período de formación del español de América» (Lipski, 1996: 50), lo que demuestra también la gran cantidad de colonos andaluces especialmente en los primeros años de la Conquista. A estos datos hay que sumar que aunque la conquista y la colonización de América fueron planeadas por Castilla, el protagonista de estos hechos fue Andalucía, en especial Sevilla. Como afirma Moreno Fernández (2010: 66), «Sevilla era en el siglo XVI cabecera de la novísima Castilla y base de la Casa de la Contratación; además era un enclave especial para el paso de mercancías y personas entre América y España». Todos los migrantes tenían que pasar un año antes del viaje allí, lo que sin duda influyó en las variedades no andaluzas del español. Durante el siglo XVI, cuando se produjo la conquista de América, el español pasaba por una serie de cambios lingüísticos que significaron el paso entre el idioma medieval hacia una lengua moderna. La mayoría de estos cambios pasaron también a América. Uno de los cambios más importantes es la simplificación del sistema fonológico, sobre todo de las sibilantes. Ramírez Luengo (2007: 12) dice al respecto: «los tres pares de español medieval pierden, en primer lugar, la correlación de sonoridad que oponía a sus fonemas, por lo que se reducen a tres unidades, todas ellas sordas». La /x/ cambia de punto de articulación convirtiéndose en la fricativa velar del español moderno. Las otras cuatro sibilantes tuvieron diferente evolución en el norte y en el sur de la Península. En la mayor parte de Andalucía se fundieron en un único fonema /s/, fenómeno llamado el seseo; al contrario, en Castilla el resultado de la simplificación eran dos fonemas: la /s/ alveolar y la /θ/ interdental. Además, en algunas partes de Andalucía se dio el ceceo, es decir, la existencia de un solo fonema /θ/. Entre otros cambios Ramírez Luengo (2007: 13) menciona el yeísmo, es decir, la pronunciación de ll como y, la aspiración de la /s/ implosiva al final de las palabras y las confusiones de /ɾ/ y /l/. Toscano (1953: 23) señala la desaparición total de la /f/ inicial latina13 y la no

13

Sin embargo, en algunos dialectos (eje: Extremadura o Andalucía) se mantuvo la aspiración.

Según Toscano (1953: 23), podemos encontrar las h aspiradas en varios dialectos americanos, entre ellos también en la costa ecuatoriana.

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distinción entre /v/ y /b/ en Castilla14. En la morfosintaxis se da la alternancia del futuro sintético y analítico y cambia el sistema de pronombres personales. La forma de respeto vos empieza a perder su valor original y su prestigio hasta que posteriormente desaparece. En América al contrario perdura en varias zonas. Como forma de respeto se extiende la fórmula vuestra merced15. Según Moya (1981: 205), la base del español ecuatoriano, sobre todo quiteño, «parece ser andaluz preclásico, en el cual el yeísmo no se da y el seseo, sí». Como hemos comentado, en el siglo XVI, especialmente en su segunda mitad, el español pasa por varios cambios y simplificaciones. Entre los cambios que llegan con los conquistadores y los primeros colonos hay que mencionar el seseo. Moya (1981: 214-220) señala que la confusión de sibilantes se dio en el andaluz ya antes del 1500 y culminó en la etapa de la conquista del imperio incaico. Existen varios tipos de documentación de la época que demuestran la existencia del seseo en el Ecuador ya en la segunda mitad del siglo XVI. Sin embargo, parece que la africada sorda /ts/ existió hasta finales del siglo XVI. Moya (1981: 220) cree que: …la mayoría de los colonos que vinieron a América no traerían esta africada sorda articulada plenamente. Si consideramos – como lo demostrarían todos los indicios – que la pérdida del elemento oclusivo tiene carácter popular, no habría necesidad de mantener esta articulación plena, en una sociedad como la colonial, que sobre todo en las primeras etapas de su formación, estaba constituida por personas provenientes de distintos sectores socioeconómicos y culturales. Posiblemente existía una articulación [ts] que debía coexistir con una fricativa sorda, posiblemente de carácter apicoalveolar. De la lucha de la articulación conservadora (del elemento oclusivo) frente a una no conservadora, debió imponerse y posteriormente triunfar la segunda.

Toscano (1953: 24) supone además la existencia de una africada sonora en el habla de los conquistadores, que se documenta en algunos préstamos del español al quichua. Sin embargo, Moya (1981: 225) explica tal existencia mediante un

14

Según Lipski (1996: 64), durante la colonización antillana todavía existía la distinción de /v/ y /b/,

lo que atestiguan las palabras españolas que penetraron en las lenguas amerindias. 15

Las formas usted y ustedes se difundieron en el siglo XVII al mismo tiempo que en España.

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sustrato prequichua, ya que el protoquichua ecuatoriano incluía el fonema /z/, inexistente en el quechua peruano. Como ya lo hemos comentado, en el español de los conquistadores no se daba el yeísmo, puesto que su difusión fue más tardía. Por lo tanto, en el español llegado a Quito existía la oposición /ʎ/-/ʝ/ que se ha mantenido hasta ahora. La conservación de esta distinción se debe al influjo quichua, ya que en esta lengua también existen los dos fonemas. Posteriormente en el quichua se originó un cambio de /ʎ/ a /ʒ/ que asimismo pasó al español16. En cuanto a la /ɾ/ y /r/ de los conquistadores, no existía la forma asibilada característica del español quiteño actual. Por lo tanto, según Moya (1981: 233-234), su aparición en el español hablado en Quito debe ser posterior y parece no tener origen en las variedades peninsulares, como veremos más adelante. Entre otras características del español de los conquistadores hay que destacar la igualación de /b/ y /v/, la presencia del sonido /ʃ/ (escrita x), casos de la h aspirada como resultado de la aspiración de la f inicial latina17 o la conservación de la d en la terminación –ado. Igualmente, el español de la época de la Conquista se caracterizaba por la inestabilidad vocálica y la tendencia de simplificar los grupos cultos de consonantes. No se sabe mucho sobre el origen de los colonos que llegaron al Ecuador. Moya (1981: 203-204) afirma que en la época de la conquista del imperio incaico la mayor parte de los colonizadores eran andaluces y extremeños, sin embargo, no faltaban migrantes de otras regiones de la Península. La autora comenta que aunque existía el Catálogo de pasajeros a Indias, que reunía ciertos datos sobre los migrantes, en la mayoría de los casos no disponía de la información sobre la instalación final de los colonos. Partiendo de las características actuales que diferencian el español de la Costa y de la Sierra se puede observar que, igual que en el resto de América, la Costa presenta rasgos fonéticos andaluces. Según Lipski (1996: 62), «no es difícil descubrir las razones de tales similitudes: en las ciudades portuarias hispanoamericanas tuvo mucha vitalidad el contacto social y lingüístico con Andalucía y las Islas Canarias, lo que aseguró la semejanza fonética con el habla del sur de España». Como ya hemos comentado, la ciudad de Guayaquil en la 16

La oposición /ʎ/ y /ʝ/ y sus realizaciones actuales en el español quiteño vamos a analizar

detalladamente en el capítulo 4.1.3.6. 17

Según Moya (1981: 213), la h aspirada se conserva en ciertas palabras hasta hoy en día (eje: jalar

en vez halar). Además, la autora señala tal existencia en quichua en viejos préstamos del español.

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costa ecuatoriana era uno de los puertos más importantes de la costa pacífica, por lo tanto, existía un flujo comercial importante con la Península, sobre todo Andalucía, y con el Caribe, cuyo español reflejaba mucha influencia andaluza y canaria. La situación en la Sierra era diferente. Quito, como la capital de la Real Audiencia de Quito, mantenía contacto con Castilla, ya que había una gran cantidad de burócratas, clérigos y militares enviados por la Corona. Sin embargo, como afirma Lipski (1996: 62), «el personal administrativo nunca constituyó un porcentaje predominante en ninguna población del interior, y los colonos de las tierras altas procedían de todas las regiones de España», además añade al respecto (ídem) que «en las tierras altas, ningún dialecto peninsular tuvo el papel predominante que recibió el andaluz en las ciudades portuarias, lo que dio como resultado patrones lingüísticos "por defecto" que surgieron de la nivelación dialectal y de influencias localizadas». 2.3. LA REPÚBLICA Según lo comentado, la población hispanohablante durante la Colonia era en cantidad inferior a la mayoría quichuahablante. El español era la lengua oficial, administrativa y urbana. La población indígena del campo que estaba en contacto con los colonos, aprendía el español por la necesidad de comunicarse con ellos. La independencia del Ecuador, conseguida definitivamente el 24 de mayo del 1824, fue el inicio de la difusión masiva del español en el país y de la hispanización de toda la población. Igual que en los demás países latinoamericanos, el español hablado en el Ecuador se convirtió en uno de los símbolos de la nueva república y de la identidad nacional. Por lo tanto, el gobierno aprovechó la lengua para una alineación general del país. A la hispanización de la sociedad ayudó sobre todo el mestizaje y también en cierto punto la educación. Al contrario de la Colonia, cuando la educación era destinada solo a las clases privilegiadas, durante la República se abrieron varias escuelas, sobre todo primarias, cuyo objetivo era proporcionar la educación básica a todos los estratos sociales. De esta manera, la población indígena empezó a aprender el español de forma masiva, gracias a lo que aumentó significativamente la población bilingüe. A pesar de los cambios mencionados, la situación de los indígenas dentro de la sociedad no había cambiado mucho. Seguían siendo la clase "menospreciada", sin embargo, el español les 20

ofrecía una opción de participar e integrarse en la sociedad. Definitivamente, podemos afirmar que la hispanización de la sociedad ecuatoriana en la época que siguió a la independencia tuvo como resultado la mayor influencia del quichua sobre el español en la historia del país y sus consecuencias podemos observar en las variedades del español habladas hoy en día en la Sierra. Según Moya (1981: 153), «este fenómeno presupone una etapa histórica en la que los quichuahablantes se convirtieron en bilingües y también la transformación de monolingües quichuas en monolingües que perdieron el quichua pero modificaron la estructura del idioma dominante». 2.4. EL CONTACTO LINGÜÍSTICO EN EL ECUADOR

El Ecuador es un país donde se han establecido a lo largo de la historia varios contactos lingüísticos. Sin duda el más importante es el contacto prolongado entre el quichua y el castellano, que ha producido varios cambios lingüísticos en los dos idiomas. El Ecuador pertenece a la zona del contacto lingüístico histórico, es decir, una zona donde el contacto ha sido muy profundo, debido a la larga convivencia de los dos idiomas, lo que supone una influencia no solamente al nivel léxico, sino también fonético, fonológico y morfosintáctico18. Según Palacios (2006b: 10, online19): Esta influencia es variable en función de factores bien distintos como la intensidad del contacto, el bilingüismo o monolingüismo de los hablantes, el grado de adquisición del español, si es adquisición formal o informal, los factores socioculturales que rodean las distintas comunidades indígenas, el nivel de escolarización, el aislamiento 18

Según Palacios (2010: 507, online), «los efectos lingüísticos del contacto de lenguas son tan

complejos que se pueden documentar cambios de código constantes en el habla de los bilingües simétricos, como ocurre con el español y el guaraní en el caso de Paraguay (...) Igualmente, se documentan en Ecuador casos de mezclas de lenguas o lenguas mixtas, la llamada media lengua o chapu shimi de Imbabura, resultado del contacto prolongado e intenso de los hablantes de quichua con el castellano. Los bilingües han adaptado ambas lenguas a sus necesidades comunicativas mediante la relexificación masiva del vocabulario quechua y la conservación de las estructuras gramaticales de la lengua indígena». 19

La versión utilizada en el presente trabajo es la publicada por la UAM (págs.1-21).

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geográfico o el nivel socioeconómico, entre otros. Estos factores regularán la intensidad y el tipo de las influencias; no obstante, estas influencias también se dan entre hablantes monolingües de zonas de contacto histórico donde la mayoría de la población es monolingüe, como es el caso de Quito.

Igualmente Lipski (1996: 263) señala la profundidad del contacto lingüístico en el Ecuador basándose en el hecho de que «incluso los hablantes monolingües españoles emplean patrones lingüísticos que, con toda probabilidad, deben su existencia al sustrato quichua». Además del contacto quichua-español, hay que señalar la importancia del contacto lingüístico entre el quichua y las lenguas preincaicas, ya que éstas han influido en la variedad del quichua ecuatoriano, y mediante este en el español hablado en el Ecuador. 2.4.1. SOBRE EL QUICHUA Como ya hemos mencionado, el quichua es la lengua indígena en el Ecuador que más influencia ha ejercido sobre el español ecuatoriano, especialmente sobre las variedades serranas, incluyendo la quiteña. Por lo tanto, consideramos necesario primero presentar los rasgos básicos y característicos del quichua, lo que nos servirá de base para la observación de los cambios e influencias producidas por el contacto lingüístico en el Ecuador e igualmente, en los capítulos siguientes, para la explicación de varios fenómenos del español quiteño. En el capítulo 2.1.2. dijimos que el quichua ecuatoriano parece tener origen en la variedad Chinchay del quechua hablada en el norte del Perú. Moya (1981: 166-170) y Haboud (1998: 32) presentan una división de la familia quechua en dos tipos: el quechua I y el quechua II. El quechua I corresponde a las variedades del centro del Perú y el quechua II a las variedades del norte, entre ellas la variedad ecuatoriana, y del sur, donde pertenece el quechua cuzqueño o boliviano20. Las variedades del quechua II presentan una gran diversión dialectal, debido a su 20

Moya (1981: 168) presenta la división del quechua II en tres subgrupos: el quechua II A, llamado

también Yungay; el quechua II B, que incluye el Ecuador; y el quechua II C, que correspondería a las variedades cuzqueña y boliviana. Para más información al respecto véase Moya (1981: 165172).

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extensión geográfica, lo que explica las diferencias entre el quichua ecuatoriano y el cuzqueño21. Hay que señalar que el quichua ecuatoriano no es homogéneo, existen diferencias entre el norte y el sur, sobre todo al nivel fónico y léxico, lo que se debe al hecho de ser una lengua hablada y no escrita (Toscano, 1953: 28). Ya que nuestro trabajo trata del español de Quito, nos vamos a ocupar solamente de los rasgos del quichua en esta región. Igualmente que el español, también el quichua ha evolucionado desde la conquista española. Durante los siglos se ha modificado su sistema fonológico, algunos fonemas han cambiado y otros han sido aumentados22. El sistema actual cuenta con los fonemas oclusivos /p, t, k/; las fricativas /z, ʒ, s, ʃ, h/, las africadas /ʧ, ts/; las nasales /m, n, ɲ/; la lateral /l/, las vibrantes /ɾ, ɻ/; las semiconsonantes /j, w/; las vocales /i, a, u/; y varios diptongos, triptongos y grupos vocálicos /ja, ju, wa, ai, wi, au, jai, jau, wai, wau, jua/. Además de estos fonemas existen otros sonidos como [b, d, g, ɸ] que se caracterizan como alófonos de los fonemas /p, t, k/, ya que según Moya (1981: 173), en estos casos «no podemos asegurar que la incorporación al quichua haya alcanzado la etapa de la fonologización». En cuanto a su uso, aparecen sobre todo en los préstamos del español y «en las palabras nativas la [b, d, g] obedecen a procesos especiales de sonorización» (ídem). En cuanto a la /ɻ/, característica también del español quiteño, hay que señalar que no procede del quichua, puesto que no estaba presente en el quichua hablado en Quito a la llegada de los españoles. Sin embargo, al haberse incorporado al quichua, los hablantes le dieron nuevos usos, que posteriormente fueron adaptados al español quiteño. Entre otras características del quichua queremos mencionar sobre todo el orden de los elementos dentro de la oración (el verbo va al final) y la gran cantidad de sufijos, cópulas o partículas de varios tipos y funciones, lo que veremos detalladamente en el capítulo 4.2.

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La principal diferencia entre el quichua ecuatoriano y el cuzqueño consta en la existencia de solo

tres vocales (a, e, i) en vez de las cinco como en Perú. Otra diferencia, señalada por Toscano (1953: 27), es que el quichua ecuatoriano se caracteriza por «la sonorización de las consonantes (…) p, t, k, sustituidas con mucha frecuencia por b, d, g». Otra gran diferencia está en el léxico. 22

Véase el capítulo 2.4.3.

23

2.4.2.

EL QUICHUA Y LAS LENGUAS PREINCAICAS

Anteriormente ya hemos comentado que con la llegada de los incas al Ecuador, el quichua se convirtió en la lengua oficial, sin embargo, los incas no lograron conseguir la homogeneidad lingüística de todo el territorio. Hay que tener presente que su gobierno en el Ecuador no duró mucho tiempo, si hablamos del dominio total en la Sierra, no se trata en realidad de más de una generación. Por lo tanto, no es sorprendente que junto al quichua siguiera existiendo una gran variedad de lenguas indígenas originales. Algunos sectores de la población adaptaron el quichua como su única lengua, otros eran bilingües e inclusive había zonas apartadas donde se desconocía el quichua. La coexistencia de varias lenguas con el quichua influyó en su estructura, sobre todo en el sistema fonético y fonológico. Según Moya (1981: 129), uno de los influjos más importantes de las lenguas preincaicas podría ser la incorporación al quichua de los fonemas /b, d, g/ en su forma nasal, o de /z, ʒ/, presentes también en el actual español serrano ecuatoriano. Estos fonemas no son originarios del quichua, pero se sabe que existían ya antes del contacto con el español, por lo que su presencia se explica mediante el influjo de las lenguas preincaicas. Sin embargo, como hemos visto anteriormente, según Moya, [b, d, g] no se consideran fonemas completos, ya que aún no se han adaptado totalmente al sistema fonológico del quichua. Al nivel léxico las lenguas preincaicas proporcionaron una gran cantidad de nombres geográficos, sobre todo topónimos. Podemos encontrar los topónimos de origen preincaico que se conservaron puros, es decir, en la lengua original sin ninguna influencia del quichua o el castellano (eje: Atuntaqui – de origen cara o páez; Macará, Manabí – de origen cayapa-colorado; Guapulo – de origen colorado; Abi-tagua, Calgua – de origen panzaleo; Guala-ceo – de origen puruhuá), los que han sufrido algún tipo de cambio debido a la influencia del quichua o del castellano (eje: Chimborazo – de Chimbu-razu, Imbabura – de Imbaburo) y los híbridos formados de una parte proveniente de una lengua preincaica y la otra parte en quichua o en español (eje: Sanan-cajas, Santiago de Guayaquil23, San Francisco de Quito). Las lenguas que más influencia tuvieron sobre el quichua son, según Moya 23

La palabra Guayaquil proviene de la lengua de los Huancavilcas.

24

(1981: 129), el cañari y el puruhá. 2.4.3. EL CONTACTO ENTRE EL QUICHUA Y EL ESPAÑOL El contacto entre el quichua y el español ha sido muy profundo a lo largo de la historia ecuatoriana y es preciso advertir que la influencia de las dos lenguas ha sido mutua. El quichua se vio influido sobre todo a nivel léxico y fonético; en caso del español podemos hablar de una verdadera interferencia de las dos lenguas, ya que el contacto prolongado entre el quichua y el español en la sierra ecuatoriana originó modificaciones y transferencias del quichua en todos los niveles lingüísticos. Un rol decisivo en este aspecto jugaron los mestizos y su variedad del español, mediante la cual se dieron varias transferencias lingüísticas. Lipski dice al respecto (1996: 83): Cuando pasa a definirse el mestizaje a partir de patrones de conducta y por el poder económico más que por simples criterios raciales, comienzan a entrar más y más miembros de la comunidad indígena en la esfera lingüística mestiza, lo que crea un espectro sociolingüístico fluido cuyos polos extremos son todavía "el blanco" y "el indio", pero donde la mayoría de los hablantes emplean las variedades intermedias. Si los cambios estructurales de la sociedad o el simple predominio demográfico mina el español "europeo" como variante estándar de prestigio, las características del antiguo sociolecto "indígena" pueden convertirse en las no marcadas desde el punto de vista sociolingüístico, esto es, pasan a ser aceptadas como nuevo estándar.

El caso del español hablado en la sierra ecuatoriana puede servir de ejemplo de lo dicho por Lipski. El contacto histórico del español y el quichua fue tan profundo que las variedades modificadas o "corrompidas" del español en todos los niveles lingüísticos, características de la población indígena o mestiza, perdieron el estatus del "español indígena" y fueron adoptadas como las variedades estándar, como sucedió en el caso del español hablado en Quito. Según Palacios (2006b: 10, online), existe una amplia gama de factores que influyen en este proceso, como «la intensidad del contacto, el bilingüismo o monolingüismo de los hablantes, el grado de adquisición del español (...), los factores socioculturales que rodean las distintas 25

comunidades indígenas, el nivel de escolarización, el aislamiento geográfico o el nivel socioeconómico». En el presente trabajo nos centramos sobre todo en los rasgos del quichua que han pasado al español estándar de los hablantes monolingües de la región de Quito, sin embargo, las variedades del español hablado por los bilingües cuentan con muchos rasgos más. Inclusive, muchas veces las expresiones en español son traducciones exactas del quichua. Toscano (1953: 28) al hablar sobre el contacto de las dos lenguas señala que la convivencia del quichua con el español tuvo como consecuencia «una especie de nivelación fonética». El autor menciona al respecto que si en una región se da una pronunciación particular de un fonema, es siempre en los dos idiomas. Por ejemplo, la ll se puede pronunciar como /ʒ/ en la parte norteña de la Sierra tanto en el castellano como en el quichua; al contrario, al sur del país la pronunciación de ll corresponde a /ʎ/ en los dos idiomas. Lo mismo pasa con la /r/; si existe la asibilación, es en los dos idiomas. Igualmente, el sistema vocálico de los dos idiomas ha sido influido mutuamente. La existencia de solamente tres vocales en el quichua ha causado una inestabilidad vocálica también en el castellano. Asimismo, las vocales tienden a cerrarse más de lo que ocurre en el español general. Al nivel morfosintáctico existe una gran variedad de rasgos procedentes del quichua que han pasado a la norma estándar del español serrano. Entre ellos hay que señalar «la reestructuración del sistema pronominal, las construcciones de gerundio, las formas de atenuación de órdenes y ruegos, la reestructuración de los tiempos verbales de pasado hacia valores modalizadores o evidenciales, el uso de diminutivos», etc.24 (Palacios, 2005: 46, online). El nivel léxico es el que más rápido asimila las influencias de otros idiomas, por lo tanto, gracias a la larga convivencia del quichua y el español muchas expresiones quichuas han penetrado al español. Inclusive, existen palabras que durante la Conquista fueron asimiladas por el quichua y se enraizaron tanto en el idioma, que en la actualidad el pueblo las considera de origen quichua (eje: chancho que proviene de la palabra antigua española sancho usada como apodo del cerdo, cashcar procedente de la antigua palabra caxcar). Nos ocuparemos detalladamente del léxico ecuatoriano de origen quichua en el capítulo 4.3.2. Aunque la mayoría

24

Todos los rasgos serán tratados detalladamente en el capítulo 4, cuando hablemos de las

características del español de Quito.

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del léxico quichua se utiliza en la Sierra, también la Costa se vio marcada por el intensivo contacto entre el español y el quichua, ya que dentro de la lengua general de todo el país existe un número de expresiones quichuas (eje: papas, chirimoya, etc.). En cuanto al quichua, el hecho más importante al nivel fónico, que surgió como resultado del contacto con el español, es la ausencia de las series glotalizada y aspirada en el quichua ecuatoriano actual. Según Moya (1981: 273), parece que la ausencia de estas series en el español influyó en su desfonologización en el quichua. Sin embargo, el contacto entre las dos lenguas se nota sobre todo al nivel léxico. El quichua ha adoptado una inmensa cantidad de palabras españolas (eje: calzun – pantalón, cazarina – casarse, muzgu – musgo, zanca – zanja, pʼantazmu – demonio o fantasma, mistizu – mestizo, etc.). Gran número de préstamos del español se debe a la evangelización de los indígenas; como la mayoría de las palabras de la religión católica no existía en el quichua y las realidades que denominaban eran desconocidas para los indígenas, lo más fácil fue adoptarlas en su forma castellana. En cuanto a los demás niveles lingüísticos, Toscano (1953: 29) señala que dependiendo del contacto con el español se observan alteraciones en el sistema morfosintáctico del quichua. El autor pone como ejemplos el uso del pronombre relativo qui (que) o de varias preposiciones españolas. 2.4.4. INFLUENCIA DE OTRAS LENGUAS INDÍGENAS EN EL ESPAÑOL ECUATORIANO Además de la influencia de las lenguas indígenas del Ecuador, especialmente del quichua, es necesario señalar el rol de las otras lenguas amerindias y su influencia al nivel léxico en el español del Ecuador. Como es sabido, los conquistadores se encontraron al llegar a América con realidades desconocidas y para su denominación recurrieron al uso de palabras indígenas, los llamados indigenismos. Muchos de los indigenismos pasaron al español general e inclusive a otras lenguas (eje: canoa, iguana del arahuaco; cacique, yuca, barbacoa del taíno; aguacate, chocolate, tomate, cacao del náhuatl; etc.). Antes de llegar al Ecuador, los conquistadores ya habían entrado en contacto con las lenguas indígenas del Caribe y Centroamérica y sus variedades del español habían adaptado una gran cantidad de expresiones procedentes de estos idiomas. 27

Por lo tanto, la mayoría de los indigenismos procedentes de las lenguas indígenas no ecuatorianas son de origen taíno, arahuaco o náhuatl; es decir, lenguas principales con las que los conquistadores estuvieron en contacto antes de la llegada al Ecuador. Existen muy pocas expresiones provenientes del guaraní, y las que se dan forman parte del léxico panhispánico (eje: tucán, jaguar, tiburón). Muchos de los indigenismos traídos por los españoles triunfaron sobre sus equivalentes en quichua y se introdujeron en el español del Ecuador. Toscano (1953: 31) pone como ejemplos los siguientes indigenismos: «ají, chicha, batea, bejuco, pitahaya, guayacán, carey, maní, naguas, nigua, yuca, tamal, pinol, chocolate, etc.». Además, en muchos casos el Ecuador funciona como una "frontera lingüística" en cuanto a la extensión de los indigenismos. Hay varias voces procedentes de las lenguas centroamericanas o del Caribe, cuyo uso se extiende hasta el Ecuador y de allí en el resto de Sudamérica se utiliza el equivalente quechua. Como ejemplo podemos señalar el caso de la palabra aguacate de origen náhuatl que se utiliza desde México hasta el Ecuador, pero en el resto de Sudamérica se dice palta que es de origen quechua. Además, en este caso el Ecuador es el país donde se encuentran las dos áreas; en la mayor parte del país, incluyendo Quito, la palabra utilizada es aguacate, pero en el sur, cerca de la frontera con Perú, se puede escuchar palta. 3.

SITUACIÓN LINGÜÍSTICA EN EL ECUADOR DE HOY A pesar de ser uno de los países sudamericanos más pequeños, el Ecuador

cuenta con una gran variedad geográfica, étnica, cultural y lingüística. En el país conviven diversas etnias y además del español, que es la lengua oficial, se siguen hablando varias lenguas indígenas. El español hablado en el territorio ecuatoriano no es homogéneo, al contrario, presenta una gran variedad. Sin embargo, a pesar de las diferencias existe cierta unidad, ya que existe un grupo de rasgos y características comunes para el habla de todos los ecuatorianos. Para poder estudiar la variedad lingüística en el Ecuador, creemos necesario primero enmarcar la realidad lingüística ecuatoriana dentro del contexto americano, ya que muchos de los rasgos del español ecuatoriano traspasan la frontera y se encuentran también en el habla de otros países.

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3.1. DIVISIÓN DIALECTAL DE AMÉRICA Antes de enfocarnos en las zonas dialectales existentes en América y ver a qué dialecto pertenece el español hablado en el Ecuador, consideramos indispensable detenernos primero a analizar el término de dialecto y su significado. Según Moreno Fernández (2010: 32), el dialecto se suele definir como «una modalidad lingüística utilizada en un territorio determinado». Sin embargo, como señala el autor, esta definición es demasiado simple y no muy acertada, ya que lo mismo se puede decir también sobre una lengua. Por lo tanto, a esta definición se le suelen añadir varios argumentos que precisan el significado de la palabra, como por ejemplo que se «trata de una variedad de una lengua, (…) de una modalidad subordinada a otra, (…) que su nivel de implantación geográfica y social no es equiparable al alcanzado por una lengua» (ídem), etc. Un dialecto está estrechamente relacionado con un territorio concreto, sin embargo, la delimitación geográfica de los dialectos resulta difícil, ya que en la mayoría de los casos no coincide con las fronteras naturales o políticas. Moreno Fernández dice al respecto (2010: 36): El área de uso de un dialecto viene limitada, no por una frontera fija, lineal y homogénea, sino por la coincidencia, en un espacio determinado, de los límites de rasgos lingüísticos concretos: rasgos fonéticos, variantes gramaticales, usos léxicos, valores semánticos. Cada uno de esos rasgos o usos tiene su propio espacio de difusión espacial y, por lo tanto, sus propias fronteras.

Los límites de los rasgos lingüísticos de los que habla Moreno Fernández se denominan isoglosas. La frontera entre dialectos se forma en el caso de que se acumulen varias isoglosas en un espacio determinado. Sin embargo, en el caso del español muchas veces no existe una frontera clara, ya que «las variedades de una lengua se van transformando gradualmente en variedades diferenciadas al pasar de un territorio a otros contiguos» (Moreno Fernández, 2010: 38). Debido a toda esta problemática relacionada con la determinación y la delimitación de los dialectos, muchos lingüistas prefieren hablar de modalidades o variedades del español de una región en vez de utilizar el término dialecto. 29

Moreno Fernández además menciona un punto que consideramos muy importante a la hora de definir un dialecto. Se trata de la percepción de los mismos hablantes, quienes, como usuarios de una lengua, están conscientes de los rasgos lingüísticos de su variedad e igualmente pueden identificar los rasgos diferenciadores de otra comunidad de habla. Basándose en este criterio, Moreno Fernández afirma que (2010: 60): Un dialecto existe cuando los hablantes se consideran miembros de una comunidad de habla dialectal, circunscrita a un determinado territorio, y cuando suponen que su variedad está suficientemente diferenciada, más allá de que los rasgos lingüísticos que la configuran sean exclusivos de ella o sean compartidos con otras áreas.

A partir del siglo XX han aparecido muchos intentos de división dialectal del espacio americano para poder clasificar el español hablado en América. Entre las primeras teorías podemos señalar la clasificación de Henríquez Ureña basada en la influencia del sustrato indígena sobre el español, que sin embargo hoy en día no es aceptada, ya que las lenguas precolombinas ejercieron en realidad poca influencia sobre las variedades del español, excepto unas pocas zonas de bilingüismo histórico, como la zona andina. Otras clasificaciones se basan en la presencia o ausencia de ciertos rasgos fonéticos y morfológicos, como las propuestas de división dialectal hechas por Zamora y Guitart o por Rona. Igualmente, existe una serie de divisiones dialectales basada en datos léxicos, como la clasificación de Cahuzac o Ueda25. Sin embargo, ninguna de las propuestas de división dialectal mencionadas acierta en todo, y por lo tanto no puede ser aceptada como absolutamente correcta. Según Palacios (2006b: 3, online): Uno de los inconvenientes más notables para realizar una clasificación del español hablado en Hispanoamérica es la falta de descripciones exhaustivas de muchas zonas, incluso de países enteros, hechas estas con criterios modernos y trabajos de campo rigurosos. Otro de los problemas que impiden por el momento hacer este tipo de clasificaciones es que las descripciones deben hacerse no sólo de las 25

Para más información véase Lipski (1996: 15-48).

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variantes diatópicas sino también de las diastráticas y este tipo de descripciones está mucho menos avanzado.

Muchas veces se toman en cuenta solamente rasgos presentes o ausentes en el habla estándar o entre la clase media y media-alta de una región, sin investigar si se da lo mismo entre otros estratos sociales. Por lo tanto, hoy en día predomina la tendencia de elaborar descripciones detalladas del español hablado en cada país. Sin embargo, en muchos casos las fronteras políticas y lingüísticas no coinciden y una variedad abarca un territorio más extenso que de un solo país. A pesar de toda la problemática que conlleva la división en áreas dialectales, Palacios (2006b: 4, online) afirma que: ...se suele aceptar la existencia de algunas áreas dialectales, como la mencionada andina, el español caribeño (Antillas y costa atlántica de México, Centroamérica, Venezuela y Colombia) o el español del Río de la Plata (Argentina, Paraguay y Uruguay), que, a excepción de la andina, se suelen basar en rasgos casi exclusivamente fonéticos.

La clasificación más general utilizada actualmente por los lingüistas consiste en la división del continente americano hispanohablante en zonas de conservadurismo e innovación lingüística. Moreno Fernández (2010: 80) señala que las regiones conservadoras son «las zonas altas de México, las zonas altas de la región andina o el interior de Colombia» y las innovadoras son «las Antillas o las costas de Sudamérica». Sin embargo, el conservadurismo de una región no necesariamente debe existir en todos los niveles lingüísticos, o dentro de un territorio conservador pueden aparecer zonas innovadoras y viceversa. El conservadurismo consiste en el mantenimiento de ciertos rasgos lingüísticos que en las zonas innovadoras han cambiado o desaparecido. Según Moreno Fernández (2010: 81), las principales características de las zonas conservadoras al nivel fónico son la distinción de /ɾ/ y /l/, la distinción de /ʎ/ y /ʝ/, la conservación de consonantes finales de las palabras o la conservación de grupos consonánticos cultos. Al contrario, las zonas innovadoras se caracterizan por el debilitamiento, aspiración o pérdida de las consonantes finales de las palabras, el yeísmo, la neutralización entre /ɾ/ y /l/ y la simplificación de grupos consonánticos cultos. 31

3.1.1.

EL ESPAÑOL ANDINO

Como ya hemos mencionado, a pesar de la problemática clasificación dialectal de América, la mayoría de los lingüistas coincide en la existencia de ciertas zonas dialectales como la región caribeña, la rioplatense o la andina. El español hablado en el Ecuador, se suele incluir en el dialecto andino, ya que por el país pasa la cordillera de los Andes y el español comparte varios rasgos con las variedades de los demás países de la región. El área del español andino ocupa un extenso territorio que abarca el oeste de Venezuela, la mayor parte de Colombia (excepto la zona caribeña), el Ecuador, Perú y Bolivia. Según algunos lingüistas, el dialecto andino debería agrupar solamente el español hablado en la sierra de los países mencionados, especialmente en el caso del Ecuador, Perú y Bolivia, ya que el español de las tierras bajas difiere en varios aspectos. Sin embargo, según Moreno Fernández (2010: 292), «en cuanto a Ecuador, Perú y Bolivia, si bien incluyen zonas que no son propiamente andinas desde un punto de vista dialectal, sí puede hablarse de la existencia de una comunidad lingüístico-geográfica perceptible tanto interna como externamente». El autor señala que existe una serie de rasgos fonéticos, morfológicos y sobre todo léxicos26, que aparece en todo el territorio de los países andinos, tanto en las tierras altas, como en las bajas. Además de los rasgos generales para toda el área andina, cada zona presenta sus propios rasgos caracterizadores, según los cuales podemos diferenciar cuatro zonas que presentan diferencias lingüísticas entre sí: la parte costera, serrana, amazónica y llanera (en el caso de Bolivia). La diferencia entre las cuatro regiones consta sobre todo en su carácter conservador, como es el caso de la sierra, o el innovador, característico de la costa y de los llanos. Además, el español serrano se puede dividir en el colombo-ecuatoriano y en el peruano-boliviano27. Moreno Fernández señala la posición especial del Ecuador, que funciona como una zona puente entre Colombia y Perú, lo que tiene su origen en la historia. El territorio ecuatoriano formó parte del Virreinato del Perú hasta el año 1739, desde esta fecha pasó a la administración del Virreinato de Nueva Granada, cuyo centro era Bogotá, y

26

Toda el área andina comparte muchos quechuismos como carpa (tienda de campaña), choclo

(mazorca tierna), suco (rubio), minga (trabajo colectivo no remunerado), etc. 27

Para más información véase Moreno Fernández (2010: 292-306).

32

posteriormente se unió a la Gran Colombia. Es decir, a pesar de que durante casi dos siglos estuvo bajo la influencia peruana, la historia moderna del Ecuador está relacionada más bien con Colombia, lo que tuvo también sus consecuencias lingüísticas. Además de la división del español serrano en los dos subgrupos mencionados, varios lingüistas hablan de la posición especial del español de los bilingües y señalan que hay que diferenciarlo del español de la población monolingüe, ya que presenta rasgos singulares originados por «las transferencias vivas de los hablantes bilingües» que no se deben mezclar con «lo que son rasgos ya transferidos y consolidados en el español de la zona» (Moreno Fernández, 2010: 300). 3.2. VARIEDAD LINGÜÍSTICA EN EL ECUADOR En el Ecuador encontramos tres principales regiones: Sierra, Costa y Amazonía (llamada también Oriente) divididas por la cordillera de los Andes. Además de la parte continental, hay que tomar en cuenta la parte insular correspondiente a las islas Galápagos situadas al oeste de la costa ecuatoriana en el océano Pacífico. Las cuatro regiones presentan diferencias entre sí en cuanto a la naturaleza, estructura étnica y cultura, sin embargo, desde el punto de vista lingüístico, las únicas zonas que difieren de manera significante son la Costa y la Sierra28, ya que «las provincias orientales y la de Galápagos, no presentan variaciones dialectales de ninguna consideración» (Aguirre, 1993: 7), lo que se debe al modo de población de dichas regiones. Tanto el Oriente, como las Galápagos, fueron poblados más tarde que el resto del territorio ecuatoriano por personas procedentes de diferentes partes de la Sierra y de la Costa. Al establecerse en las tierras orientales e insulares, los hablantes conservaron sus hábitos culturales y lingüísticos, sin que estos sufrieran algún tipo de cambio o evolución, lo que ha impedido el desarrollo de nuevas formas lingüísticas. Además, en el caso de las Galápagos, hay poca población permanente, y la que hay es en su mayoría de origen continental. La mayor parte de la población está formada por turistas, tanto nacionales como extranjeros, y por gente que se instala en las islas de forma

28

Las diferencias lingüísticas entre la Costa y la Sierra vamos a tratar detalladamente en el capítulo

3.2.1.

33

temporal por motivos de trabajo. Según Aguirre (1993: 8), «la presencia permanente de gente no nacida en las islas, contrariamente a lo que se puede creer, borra toda posibilidad de creación o fijación de alguna nueva realidad lingüística; por el contrario, ratifica la tesis de una cultura lingüística continental». Como ya hemos mencionado, el Ecuador es un país pluricultural donde conviven varias etnias. La población total del país son 14'483.499 habitantes, de los cuales la mayoría (el 71,9%) son mestizos, el 7,4% son montuvios29, el 7,2% son de descendencia africana, el 7% pertenecen a varios pueblos indígenas30 y el 6,1% de la población son blancos (INEC). La mayoría de la población se concentra en la Sierra y en la Costa, el Oriente y las islas Galápagos son escasamente poblados. Aunque históricamente la región más poblada era la Sierra, actualmente es la parte litoral la que cuenta con más población. En cuanto a la distribución étnica, la población mestiza y blanca se encuentra en todo el país. Los negros, mulatos y montuvios se concentran en la Costa. La población indígena, excepto unos pocos núcleos donde pervive, no está presente en la Costa, lo que demuestra también la poca influencia de las lenguas indígenas en el español costeño. Al contrario, en la Sierra y en la Amazonía la población indígena forma hasta nuestros días un numeroso grupo. Actualmente, se registran en el territorio ecuatoriano en total once nacionalidades indígenas, cada una con su propio idioma, de las cuales la mayoría se encuentra en el Oriente ecuatoriano. Las once lenguas amerindias habladas actualmente en el Ecuador son: tsafiqui, awapit, epera pedede, cha`palaa, shuar, achuar, quichua, paicoca, a’ingae, kayapi y waotededo. La lengua indígena que ha logrado la mayor extensión y la que cuenta con el mayor número de hablantes es el quichua. Hoy en día el quichua no se habla solamente en la Sierra, donde es el único idioma indígena que se ha conservado, sino también en la Amazonía. A pesar de la riqueza lingüística y étnica del Ecuador, las nacionalidades indígenas están minorizadas y sus variedades lingüísticas se encuentran muchas veces estigmatizadas por la población mayoritaria que habla español. Según Palacios 29

La RAE registra la forma montubio con "b", sin embargo, en el Ecuador se ha mantenido la forma

montuvio, con "v", por lo tanto hemos decidido utilizar la forma ecuatoriana con "v" a lo largo del presente trabajo. Los montuvios se encuentran en la Costa, sobre todo en las zonas rurales, y étnicamente representan una mezcla de indios, negros y blancos. 30

Los datos de la población indígena varían según el tipo de la fuente. Los organismos

internacionales suelen presentar mayores cifras que la obtenida por el INEC.

34

(2005: 44, online): …la cultura dominante es la de tradición occidental e igualmente la lengua dominante es el español. Las lenguas amerindias están en situación de diglosia y desequilibrio social con respecto al español y las actitudes lingüísticas hacia éstas son desfavorables incluso entre gran parte de la población que habla esas mismas lenguas.

Sin embargo, hay que señalar que la posición de los pueblos indígenas ha mejorado últimamente, ya que inclusive el actual gobierno ha efectuado pasos para estimular el desarrollo de las poblaciones indígenas y de sus lenguas. Lo más importante es, que «se ha logrado incorporar en la nueva Constitución Política de la República, los derechos colectivos de las nacionalidades indígenas» (Mejeant, 2001, online), y también, que en la Constitución consta que el quichua y el shuar son «idiomas oficiales de relación intercultural» (Ecuarunari, online). Como hemos podido observar, la gran variedad étnica, igual que la existencia de las lenguas amerindias, se han reflejado en la realidad sociolingüística del Ecuador. Existen ciertos rasgos fonéticos que caracterizan el habla de los montuvios, otros típicos para la población afroecuatoriana, sin embargo, la mayor variedad encontraremos en la Sierra debido a la prolongada convivencia y el contacto entre el español y el quichua. Además, no hay que olvidar las diferencias lingüísticas que se producen entre los diferentes estratos sociales, así como entre personas de diferente edad. 3.2.1.

DIFERENCIAS ENTRE LA SIERRA Y LA COSTA

Como ya hemos mencionado, en el caso del Ecuador podemos identificar dos principales regiones que presentan diferencias lingüísticas claras entre sí: la Costa que, igual que toda la región costeña sudamericana se caracteriza por su carácter innovador, y la Sierra que como el resto de las tierras altas andinas presenta rasgos conservadores. El español costeño es bastante homogéneo, al contrario del español hablado en la Sierra que presenta diferencias al nivel fonético y léxico entre las provincias del norte (Carchi), del centro (desde Imbabura hasta Chimborazo, incluyendo Quito) y las del sur (Cañar, Azuay y Loja). Córdova 35

afirma (1996: 190) que «la expresión del costeño es fácilmente reconocible por su modalidad particular y distintiva del hablante serrano». Además de las diferencias a nivel fonético, que son de fácil distinción, las dos modalidades presentan igualmente diferencias al nivel léxico y morfosintáctico. Empezando con el plano fonético, lo primero que llama la atención es la diferente pronunciación de vocales y consonantes en las dos regiones. El habla de la Costa se caracteriza por una gran precisión y estabilidad en la articulación de las vocales, mientras que las consonantes se articulan de una forma muy relajada, inclusive muchas veces dejan de pronunciarse. La situación en la Sierra es diferente, según Toscano (1953: 37), «los serranos articulan hasta exageradamente las consonantes (nunca se suprime la d intervocálica, muchas r se convierten en rr), pero pronuncian las vocales con un timbre vacilante». Por lo tanto, en la Costa es normal la aspiración o pérdida de la /s/ en la posición final de sílaba o al final de palabra, y el debilitamiento o pérdida de la /d/ y la /b/ en la posición intervocálica. También es frecuente la neutralización entre la /ɾ/ y la /l/. Al contrario, estos fenómenos no están presentes en el habla de la Sierra. La /ɾ/ se articula en la Costa como vibrante alveolar, mientras que en la Sierra, con excepción de las provincias del sur, la /ɾ/ y la /r/ se asibilan frecuentemente (las llamadas ere y erre arrastradas). Al contrario de la Sierra, donde se distingue la /ʝ/ y la /ʎ/31, todo el litoral ecuatoriano es yeísta. Hay que mencionar que en la Sierra, sobre todo en las provincias centrales incluyendo Quito, se nota la influencia del quichua en todos los niveles lingüísticos, al contrario en la Costa el influjo del quichua es muy reducido, lo que podemos observar al nivel fonético por ejemplo en la inexistencia del fonema /ʃ/, presente en la variedad serrana, o en la entonación, que en la Sierra muestra semejanzas con la entonación del quichua, pero en la Costa se parece más

31

La pronunciación de la ll en la Sierra varía según la región. En la parte central, con Quito como

centro, la ll se realiza como una palatal alveolar fricativa sonora /ʒ/, al contrario, en las provincias situadas en el sur del país (Loja, Cañar y Azuay) se pronuncia como una palatal lateral sonora, es decir se mantiene la pronunciación del castellano clásico. Además, Córdova (1996: 192) señala que existe una tercera variante de la ll, que corresponde a un fonema fricativo sordo /ʃ/. Según el autor (ídem), «su presencia la encontramos frecuentemente en el lenguaje rústico con la señal de reconocer sustrato quichua, pero sin que el hablante sea necesariamente quichuahablante». Igualmente, hay que señalar que la variante de la ll de cada región se realiza tanto en el castellano, como en el quichua. Sin embargo, en ningún lugar de la Sierra la ll se suele articular como la y.

36

bien a la antillana. Otra diferencia es el ritmo del habla, que es mucho más rápido en la Costa que en la Sierra, especialmente en Quito. La principal diferencia al nivel morfosintáctico reside en las formas de tratamiento. En la Sierra, además del uso de los pronombres personales tú y usted existe también el pronombre vos, que se utiliza para expresar intimidad, acercamiento o familiaridad. Existen dos formas del voseo en la Sierra, el voseo culto y el vulgar. El voseo culto o urbano es el predominante y es de tipo pronominal, es decir combina el pronombre personal vos con las formas verbales tuteantes (eje: vos tomas, vos tomaste, vos tomarás)32. El voseo vulgar existe sobre todo en las zonas rurales o entre las clases bajas, y consta del uso del pronombre vos y las formas verbales derivadas de la segunda persona del plural (eje: vos tomáis, vos comís, vos tomarís, vos comerís, etc.). Al contrario, en la región costeña prácticamente existe solamente el tuteo y el ustedeo, la única provincia que según varios investigadores presenta usos del voseo es la provincia de Esmeraldas. Toscano (1953: 37) afirma que el voseo en Esmeraldas es monoptongado (eje: vos tomás, vos comés, etc.) y es típico de la población montuvia. En cuanto a los pronombres del objeto directo e indirecto, en la Costa es típico el uso del sistema etimológico, es decir el empleo de los pronombres lo(s), la(s) para el objeto directo y le para el objeto indirecto. En la Sierra, lo más común es el uso de un sistema simplificado que no distingue el objeto directo y el indirecto33. El sistema simplificado puede ser leísta, que es la simplificación más prestigiosa en la Sierra difundida sobre todo en la zona de Quito, o el sistema loísta, muy común especialmente en las zonas rurales, tanto entre la población bilingüe como monolingüe. Entre otras diferencias morfosintácticas podemos mencionar el uso del artículo definido delante de los nombres de personas en la Sierra, inclusive en la norma culta, mientras que en la Costa este uso se considera vulgar, o la presencia de varios calcos semánticos de origen quichua en el habla serrana, ausentes en la Costa. En cuanto al léxico, a pesar de que una buena parte de palabras y expresiones existentes en el Ecuador son conocidas y utilizadas en todo el país, podemos encontrar cierta cantidad de expresiones comunes solamente en una

32

El voseo con sus funciones y usos vamos a analizar detalladamente en el capítulo 4.2.1.2.

33

Además del sistema pronominal simplificado existe también el sistema etimológico.

37

región. Según Lipski (1996: 271), «en las tierras altas hay una elevada proporción de palabras derivadas del quechua, así como muchos arcaísmos». Al contrario, en la Costa se desconoce la mayoría de las palabras procedentes del quichua, con excepción de unas pocas expresiones que han pasado al léxico ecuatoriano general (eje: choclo, amarcar). Con respecto a los rasgos específicos del habla costeño, Lipski (ídem) señala que se caracteriza por la presencia «de palabras comunes al Caribe y a las zonas costeras de Hispanoamérica. En la provincia de Esmeraldas hay una proporción algo más elevada de africanismos, pero no existe un vocabulario "afro-hispánico" distintivo». 3.2.2.

EL BILINGÜISMO ANDINO

El Ecuador, igual que toda la zona andina, se caracteriza por cierta cantidad de población bilingüe. El bilingüismo de esta zona es de carácter histórico, ya que tiene sus orígenes en la época colonial. Como ya hemos visto en los capítulos anteriores, durante la Colonia la lengua que contaba con mayor número de hablantes era el quichua, el castellano era la lengua de la minoría europea. La castellanización masiva se produjo siglos más tarde, durante la República. Sin embargo, desde el inicio de la época colonial, a pesar de ser lengua minoritaria, el castellano era considerado el idioma prestigioso y dominante, al contrario del quichua que, como la lengua dominada, ocupaba un lugar subordinado. Esta situación tuvo como resultado que la población quichuahablante que estaba en contacto con los colonos se vio obligada, sobre todo por motivos socioeconómicos, a aprender el castellano. De esta forma apareció la primera población bilingüe, cuyo «manejo del español debió traducirse en varios grados de bilingüismo» (Moya, 1981: 146)34. Como podemos observar, desde el primer momento de su existencia, el bilingüismo en el Ecuador ha tenido carácter diglósico, lo que se ha mantenido hasta la actualidad. Según Palacios (2010: 54, online): ...en

las

situaciones

de

multilingüismo

documentadas

en

Hispanoamérica, la convivencia del español con las lenguas amerindias 34

Además, Moya (1981: 146) señala que «amplios sectores sociales debieron usar como lengua

materna alguna otra lengua vernácula y el quichua y el español fueron adquiridas en posteriores fases sucesivas, pero en contextos histórico sociales distintos».

38

conlleva un desigual estatus social y político real (más allá de la oficialidad legal reconocida) para el español y las lenguas amerindias. Dado que la lengua de prestigio es el español, esta es usada por los hablantes en las situaciones y actividades consideradas prestigiosas: la política, los medios de comunicación, la economía a gran escala, las instituciones oficiales o la educación; las lenguas amerindias, por el contrario,

se

reservan

para

actividades

que,

en

términos

sociolingüísticos modernos, se asocian con actividades grupales de solidaridad; esto es, su uso se asocia al ámbito familiar, a los intercambios comerciales a pequeña escala entre la población bilingüe o a las prácticas religiosas cuando el grupo bilingüe conserva la cosmovisión religiosa autóctona.

Haboud (online) además señala que en el caso concreto del Ecuador el número de la población bilingüe y monolingüe de lenguas amerindias va disminuyendo cada vez más. Según la autora, el quichua, igual que las otras lenguas originales habladas en el país, sufren «un continuo desplazamiento a favor del castellano» (ídem). Esta situación está presente inclusive en el ámbito familiar, sobre todo en zonas cercanas a centros urbanos, donde se deja de usar de forma exclusiva la respectiva lengua amerindia y se introduce el castellano. Inclusive, en muchos casos se puede observar la tendencia a la sustitución absoluta de la lengua indígena por el castellano. A pesar del intento por parte del gobierno ecuatoriano de mantener el bilingüismo mediante varios programas educativos bilingües, no se ha podido frenar la tendencia actual hacia el monolingüismo español, ya que la gran parte de la población indígena no percibe sus lenguas nativas como competitivas. En la región de la Sierra el contacto entre el español y el quichua ha dado origen a varios tipos de bilingüismo. Haboud (1998: 52) distingue dos principales formas: el bilingüismo étnico propio de la población indígena, cuya lengua nativa es el quichua, y el bilingüismo mestizo de los indígenas que hablan el quichua como segunda lengua. Sin embargo, dentro de los principales tipos de bilingüismo podemos encontrar varios niveles de conocimiento de las dos lenguas y sus diferentes grados de influencias. Por la gran complejidad de la situación lingüística en la Sierra, Haboud (ídem) habla de la existencia de un contiuum sociolingüístico «que se extiende desde el monolingüismo quichua, varios niveles de bilingüismo étnico, varios niveles de bilingüismo mestizo, hasta el monolingüismo castellano». 39

El español de la población bilingüe, y también de la monolingüe que vive en las zonas bilingües o en su cercanía, se ve fuertemente marcado por el quichua35, lo que ha causado su desprestigio y estigmatización entre el resto de la población. La influencia del quichua depende del grado del bilingüismo, el tipo y el nivel de la formación escolar o la forma del aprendizaje del castellano, y se produce en todos los niveles lingüísticos. Los cambios que se efectúan en el castellano debido al contacto con el quichua pueden ser de dos tipos: directos e indirectos. Por los cambios directos se entiende la transferencia o la copia de elementos, patrones y estructuras del quichua al español, lo que, según Palacios (2010: 506, online), «puede dar lugar en el español a reinterpretaciones funcionales o pragmáticas de elementos ya existentes en la lengua para satisfacer mejor las necesidades comunicativas de los hablantes». Al contrario, los cambios indirectos (ídem) «no incorporan material ajeno sino que modifican patrones de uso y estructuras ya existentes en la lengua (...) o amplían la frecuencia de uso de un fenómeno conocido en la lengua», aprovechando de esta forma los recursos de ambas lenguas con el objetivo de mejorar la comunicación. La mayoría de estos cambios son característicos del español de los bilingües, sin embargo, algunos han pasado también al español de los monolingües de toda la sierra ecuatoriana, incluyendo Quito36. Estos rasgos no están estigmatizados y forman parte de la norma estándar, ya que ha desaparecido su identificación con el español indígena. 4.

EL ESPAÑOL DE QUITO La ciudad de San Francisco de Quito, capital del Ecuador, se encuentra en la

provincia de Pichincha en la parte norte central de los Andes ecuatorianos. Está situada a 2.800 metros de altura y actualmente cuenta con más de 1'610.000 de habitantes, lo que la convierte en la segunda ciudad más grande del Ecuador, después de Guayaquil. Como ya hemos mencionado en el capítulo anterior, el 35

Un caso particular es la llamada media lengua de la provincia de Imbabura en el norte del

Ecuador, que se caracteriza por la abundancia del léxico quichua y el uso de sus estructuras gramaticales. Véase Palacios (2010: 507, online). 36

Se trata por ejemplo de la construcción dar + gerundio, la simplificación del sistema pronominal

o los valores especiales del gerundio y del pretérito perfecto compuesto, lo que vamos a analizar detalladamente en el capítulo 4. 2.

40

español hablado en Quito pertenece a las variedades conservadoras del español, igual que las demás modalidades serranas del español andino, con las que comparte varias características. Dentro de la realidad lingüística ecuatoriana, el español de Quito forma parte de la variedad centroandina junto con las modalidades de la provincia de Imbabura y Chimborazo, con las que comparte muchos rasgos, sobre todo fonéticos, que las diferencian de las provincias serranas del sur y de la provincia de Carchi en el norte. La zona de la actual ciudad de Quito vivió en el pasado una intensa interacción entre el quichua y el español, por lo que, aunque actualmente la mayoría de la población quiteña es hispanohablante monolingüe37, la variedad quiteña del español presenta muchos rasgos provenientes del quichua tanto al nivel fonético, como morfosintáctico y léxico. Muchos de estos rasgos han pasado a la norma general, otros están presentes solamente en el habla de ciertos grupos sociales o de algunos tipos de lenguaje. Moya (1981: 121) señala que «…una gran mayoría de hispanohablantes de Quito descienden de generaciones que, en un momento u otro, pasaron del quichua al español» lo que demuestra que «el sustrato quichua es extremadamente importante en el español de Quito». Según De la Vega (El Comercio, online), el Quito actual presenta una gran diversidad social, lo que tiene su reflejo en la lengua, ya que la variedad quiteña del español no presenta solamente una forma lingüística. Existen diferencias entre los estratos sociales altos y bajos, entre las personas de instrucción media, superior y entre las que no la tienen, entre las personas de diferente edad, pero también hay diferencias entre el norte y el sur de Quito. Además, el español quiteño ha recibido durante los últimos años influencias lingüísticas de diferente procedencia. De la Vega (ídem) afirma que «actualmente, en Quito hay una convergencia de dialectos de diferentes lugares. Desde hace unos 30 años, el dialecto de Quito viene cambiando. Ya no se reconoce lo que antes llamábamos el habla tradicional». Desde los años setenta, el habla quiteña se ve influida por la migración tanto interna (campo-ciudad), como externa (sobre todo a España y a los EEUU), lo que trae consigo influencias de otros dialectos. Igualmente, los medios de comunicación como la televisión, la radio y en los últimos años también el internet permiten una

37

También existe cierto porcentaje de población bilingüe, lo que se debe sobre todo a la migración

interna de campo a ciudad originada en las últimas décadas por motivos económicos.

41

mejor interconexión entre los países hispanohablantes, lo que facilita la influencia de otras variedades del español y contribuye a la homogenización de la lengua. Sin embargo, a pesar de lo mencionado existen varios rasgos que comparten todos los quiteños y que caracterizan su variedad lingüística. 4.1. FONÉTICA Y FONOLOGÍA Según Haboud y de la Vega (2008: 162): El origen de las peculiaridades fonéticas del español de Quito se encuentra, principalmente, en el proceso de convergencia lingüística del español que vino a América durante la Colonia con el kichwa. Se debe igualmente

señalar

la

continua

influencia

de

otros

dialectos

hispanoamericanos y otras lenguas que en las últimas décadas han modificado el habla quiteña.

Muchos rasgos fonéticos característicos del habla quiteña los encontramos también en otras partes, sobre todo rurales, de la Sierra central ecuatoriana38. Sin embargo, aunque muchos de ellos se deben a la influencia del quichua, no todos los rasgos fonéticos actualmente relacionados con hablantes bilingües o con hablantes de zonas donde el quichua convive con el español provienen del quichua. Aunque resulta difícil establecer su origen, se puede constatar que a pesar de que «no provienen del kichwa, el sistema fonético de esta lengua ha favorecido el afianzamiento de algunos de estos rasgos y su permanencia hasta la actualidad» (Haboud y de la Vega, 2008: 163). La existencia de estas características fonéticas relacionadas con el quichua tiene como resultado que, a pesar de ser Quito la capital ecuatoriana y la ciudad más grande e importante de la Sierra, su forma de hablar no se considera el modelo lingüístico serrano, al contrario de Guayaquil, la ciudad más grande de la Costa, que representa el modelo costeño. En la Sierra se suele considerar como la forma más prestigiosa y más elegante el español de Loja por la pronunciación de la ll y la rr más parecida al español peninsular normativo39. 38 39

Entre estos rasgos destaca el debilitamiento de vocales y la pronunciación de la ll y la rr. Todos los autores consultados coinciden en que la pronunciación lojana de la ll y la rr es

42

Haboud y de la Vega (2008: 162-163) mencionan que en los últimos 20 años muchos rasgos fonéticos considerados tradicionales y típicos de Quito se han visto modificados o reemplazados por otros entre las generaciones más jóvenes, lo que se debe a la influencia de otras variedades hispanoamericanas y al rol de los medios de comunicación internacionales. Por lo tanto, actualmente coexisten en muchos casos varias realizaciones lingüísticas donde anteriormente se daba solamente una. 4.1.1. ENTONACIÓN Y ACENTO Existen muy pocos datos sobre la entonación y el acento del español quiteño. Entre todos los autores cuyas obras hemos consultado, solamente Toscano y Moya ofrecen una información sobre el tema. Según los dos autores, la entonación y el acento de la variedad quiteña del español están muy influidos por la entonación y el acento del quichua, tanto en los hablantes bilingües como monolingües. Con respecto a la entonación, Toscano (1953: 42) señala que es de un nivel bastante alto y suave que «a veces linda con el tono llorón», lo que se debe a la influencia de la entonación en quichua. Además, el español de Quito se caracteriza por su ritmo bastante lento en comparación con las hablas costeñas ecuatorianas o con el español peninsular. En cuanto al acento, en el habla de Quito podemos encontrar muchos cambios del acento presentes también en otras variedades hispanoamericanas, como por ejemplo, como señala Toscano (1953: 45) y Moya (1981: 263), el desplazamiento del acento en las palabras llanas, lo que tiene como efecto su conversión en esdrújulas (eje: intérvalo en vez de intervalo, méndigo en vez de mendigo, jílguero en vez de jilguero). Este cambio ocurre sobre todo en el habla popular. Además, Moya (ídem) habla de la tendencia "esdrujulista" que es más general, y que consiste en la formación de un acento adicional que, sin embargo, no impide la existencia del acento primario. De esta forma se crea una doble acentuación. Igualmente, como el resultado de la tendencia general del español

considerada por los hablantes como correcta, mientras que la de Quito (la elle quiteña y la rr arrastrada) no goza del mismo prestigio.

43

quiteño de romper hiatos40 aparece, sobre todo entre los estratos populares, el cambio del acento en las vocales del hiato (eje: cáida en vez de caída, óir en vez de oír, áislo en vez de aíslo, etc.). Existen también otros cambios del acento que, según Moya (1981: 260263), se deben a la influencia del quichua. El acento en el quichua siempre recae en la penúltima sílaba, sin embargo, se puede desplazar por motivos puramente expresivos. Moya (1981: 262) afirma que «los desplazamientos del acento se dan por énfasis, cólera, entusiasmo, exageración, etc.». Lo mismo se puede encontrar también en el habla quiteña, sobre todo entre los estratos populares. Además, existe otro tipo de desplazamiento del acento. En el caso de vocativos o interjecciones es frecuente que «se acentúan las vocales finales que son átonas en español (…): hijó, choló, guambritó, amorcitó, caseritá, etc.» (Moya, 1981: 263). Según la autora, este cambio del acento no se debe a la influencia del quichua, sino que parece ser una extensión del voseo. Igualmente, es muy frecuente la acentuación de las vocales finales en expresiones interrogativas como ¿ciertó?, ¿vienés?, etc. (Moya, 1981: 264). 4.1.2. LAS VOCALES 4.1.2.1.

INESTABILIDAD

Y

DEBILITAMIENTO

DE

VOCALES El sistema vocálico de Quito se caracteriza por una gran imprecisión e inestabilidad, sobre todo en las vocales átonas41. La inestabilidad de las vocales átonas la podemos observar en cualquier posición dentro de la palabra, sin embargo, la máxima relajación presentan las vocales en la posición postónica, donde inclusive pueden llegar a perderse. El debilitamiento vocálico afecta sobre todo a las vocales /e/ y /o/ que se pronuncian como muy cerradas. En el habla popular se cierran de tal forma que se llegan a pronunciar como [i, u]. Según Haboud y de la Vega (2008: 164), «esta tendencia a cerramiento, debilitamiento y

40

De la tendencia "antihiática" vamos a hablar con más detalles en el capítulo 4.1.2.3.

41

Moya afirma que el mismo hecho puede darse también en las vocales tónicas. Véase Moya (1981:

249-260).

44

elisión vocálicos es general para todos los hablantes sin distinción social o nivel de instrucción y se presenta incluso en los contextos fónicos que hablantes de otros lugares pronunciarían vocales abiertas». Las autoras (ídem) señalan que el origen de la inestabilidad vocálica en el habla de Quito no se debe solamente a la influencia del quichua, sino a la convergencia entre el español llegado a América y el quichua, ya que el español de los conquistadores y los primeros colonizadores presentaba una gran inestabilidad de las vocales /e, o/, lo que fue reforzado por el quichua, donde existen solamente tres vocales /a, i, u/ y donde [e, o] pueden aparecer como alófonos de /i, u/. Según Moya (1981: 251), «aunque las vocales quichuas son inestables, la más estable de ellas es la /a/; /i, u/ son vacilantes inclusive cuando están acentuadas (…). En posición pretónica interna y átona final /i, u/ son totalmente vacilantes». Este hecho parece haber actuado sobre la inestabilidad del español llegado a Quito, reforzándola de tal manera que ha perdurado hasta la actualidad. 4.1.2.2. CAMBIO DE VOCALES Como ya hemos mencionado, el español quiteño se caracteriza por la inestabilidad vocálica, lo que tiene como resultado muchos cambios de /e/ en /i/, /o/ en /u/ y al revés. Estos cambios ocurren sobre todo en la posición postónica o pretónica y son más abundantes entre las clases semi-cultas e incultas. Sin embargo, hay palabras o expresiones donde el cambio vocálico es común a todos los estratos sociales. Toscano (1953: 56) pone como ejemplos: bacenilla (en vez de bacinilla), derritir (en vez de derretir), labirinto (en vez de laberinto), indilgar (en vez de endilgar), estriñido (en vez de estreñido) o neftalina (en vez de naftalina). Igualmente, es muy común la pérdida de la /e/ inicial con los verbos estar y esperar, sobre todo en las expresiones estate quieto y espera un ratito que se pronuncian como state quieto y spera un ratito. Muchos de estos cambios vocálicos ocurren por influencia de algunas consonantes, como la /s/ o las nasales. Toscano (1953: 57) afirma que: Entre las causas más comunes de cambios están la asimilación y la disimilación (…). En otras ocasiones intervienen diversos factores, no siempre fáciles de distinguir y precisar: a veces lo que aparentemente es

45

un cambio obedece a la persistencia de formas etimológicas, y entonces la mutación fonética ha de atribuirse a las voces del castellano culto y no a las del vulgar. A menudo influyen las palabras de sonido semejante y la falsa percepción o etimología popular. Son también abundantes los casos de vacilación entre dos prefijos o sufijos (des-dis, ante-anti, etc.).

Según el autor (1953: 62), el cierre de /o/ a /u/ y /e/ a /i/ es muy frecuente, el cambio de /i/ a /e/ ocurre sobre todo en la posición final de las palabras de origen quichua (eje: muti – mote). En cuanto a los cambios de la vocal tónica, estos se producen sobre todo en las palabras de origen quichua. Toscano (1953: 54-55) señala que la única vocal tónica que puede sufrir cambios es la /u/ que se puede cambiar a /o/ (eje: muti – mote, chirimuyu – chirimoya). 4.1.2.3. GRUPOS VOCÁLICOS En cuanto a los cambios que suceden en los grupos vocálicos, destaca la fuerte tendencia antihiática. El hiato se destruye mediante el cerramiento vocálico, en la mayoría de los casos acompañado por la dislocación del acento. Este procedimiento es muy frecuente en los verbos terminados en –ear (en vez de franquear – franquiar, golpear – golpiar, pasear – pasiar, etc.42). Otra forma de evitar el hiato es la introducción de una consonante antihiática, sobre todo la y (eje: sandía – sandíya, mío – míyo, tío – tíyo, etc.). Igualmente, hay una tendencia de reducir los grupos vocálicos. En el caso de los grupos formados por dos vocales iguales estas se contraen en una sola (eje: alcohol – alcol, rehendija – rendija) o se diptongan, lo que es muy frecuente en todos los estratos sociales en la primera persona del pretérito simple de los verbos terminados en –ear (eje: franqueé – franquié, golpeé – golpié). Si se trata de grupos de dos vocales diferentes, hay una tendencia al cerramiento de la vocal que no lleva el acento. Si la primera vocal va acentuada pueden ocurrir los siguientes cambios: /ao/ cambia a /au/, /ae/ cambia a /ai/. En el caso de que la segunda vocal del grupo lleva el acento, sucede que /ea/ cambia a /ia/, /eo/ cambia a /io/ y /oa/ cambia a /ua/. En el caso de los diptongos, no todos sufren cambios vocálicos. Los diptongos que se suelen conservar son: /au, ei, oi, uo, ue/ (con excepción de la 42

Los ejemplos para este tema están tomados de Toscano (1953: 62-74).

46

palabra pues que se suele reducir a p´s) y /ui/ (con excepción de la palabra fuimos donde se puede reducir a i, lo que da la forma fimos). Muy frecuente es el cambio de los diptongos /ia, io/ cuando les precede la n. En estos casos la n + i se convierte en ñ (eje: miniatura – miñatura, nieto – ñeto, Antonio – Antoño). En el habla de las clases bajas el diptongo /ai/ puede cambiar a /ei/ (eje: Raimundo - Reimundo) y /eu/ al inicio de las palabras se puede reducir a /u/43. Además, al contrario de la norma, en el habla de todos los estratos sociales las formas derivadas conservan los diptongos (eje: calientito – calentito, engruesar – engrosar, cuerpazo – corpazo, etc.). En cuanto a los diptongos que empiezan con u, Toscano (1953: 73-74) afirma que: Los diptongos iniciales ue, ui, uo, ua, que siempre van precedidos ortográficamente de h, suelen precederse fonéticamente de una g en el lenguaje corriente. Esta g sirve de punto de apoyo o iniciación del grupo vocálico. Este caso se da en muchas palabras de origen quichua que se escriben comúnmente con h (…). La g fonética (h ortográfica) se emplea

también

cuando

esos

grupos

forman

sílaba

interior

independiente: Cariguairazo (Carihuairazo), Tunguragua (Tungurahua), etc.

4.1.3. LAS CONSONANTES Al contrario del sistema vocálico que se caracteriza por el debilitamiento y la inestabilidad vocálica, para el sistema consonántico del español hablado en Quito es típica la pronunciación de todas las consonantes, inclusive al final de la palabra y en la posición intervocálica. Este hecho tiene su origen en el sistema fonético del español llegado a Quito y en la influencia del sustrato quichua. La adaptación de la pronunciación del español de los colonizadores por parte de la población indígena de la región, al principio bilingüe y posteriormente monolingüe, contribuyó a la formación de los rasgos principales de la pronunciación quiteña que se han mantenido hasta hoy.

43

Para más información véase Toscano (1953: 69-74).

47

4.1.3.1. LA /b, p, t, d/ La oclusiva bilabial sonora /b/ se trueca muchas veces por la oclusiva bilabial sorda /p/, lo que se debe al mismo punto de articulación de las dos. Este cambio es el más frecuente, sin embargo, existen otras formas de ensordecimiento de la /b/ como su realización como [β] o la f bilabial [ɸ]. En la posición implosiva la realización como [ɸ] es común inclusive en el habla culta. Además, Moya (1981: 275) señala que en el habla popular es frecuente el cambio de /b/ por /m/ o /b/ por /g/ (eje: bueno – gwéno). Según Aguirre (1993: 16), «es un hecho general que las oclusivas sordas (…) se sonorizan. Inclusive, se asiste a casos de fricación». En el caso de la oclusiva sorda /p/, Toscano afirma (1953: 111) que esta se sonoriza especialmente cuando «sigue a una consonante nasal» y pone los ejemplos: columpio – columbio, pampa - bamba44. En el habla popular y en el habla de la población bilingüe se pueden dar casos de confusión entre /p/ y [ɸ] (eje: ɸósɸoro – pósporo, p´ósporo), lo que se debe a la influencia del quichua, donde la /f/ no es un fonema, sino un alófono de /p/45. En cuanto a la /d/, se mantiene siempre en la posición intervocálica, inclusive en el habla de los estratos más bajos. En la posición final tiende al ensordecimiento o fricación, pero nunca desaparece (eje: paređ, pareð). Moya afirma (1981:278) que «en el habla enfática a veces se ensordece en [t]». Además, es muy frecuente que la /d/ en la preposición de desaparece. En estos casos la e se une a la palabra anterior (eje: a punta de se realiza como a punte). Según Toscano (1953: 114), «a veces de se transforma en i, y resultan prácticamente compuestos como a boquijarro (a boca de jarro)». Con respecto a la /t/, se puede sonorizar si se encuentra al lado de una nasal. Según Aguirre (1993: 20), en estos casos «se realiza como oclusiva o fricativa linguodental sonora: aritmética > [aridmétika] [ariđmétika], [ariðmétika]».

44

En el caso de las palabras pampa y bamba se ha especializado su uso. Pampa se usa como

sustantivo con el significado de "llanura", bamba tiene más bien el valor adjetivo y se emplea para formar palabras compuestas, especialmente topónimos (eje: Riobamba) 45

Para más información véase Moya (1981: 276-277).

48

4.1.3.2. LA /k, g/ En cuanto a la /k/, es muy común su sonorización a /g/. Este cambio ocurre en varias regiones de Hispanoamérica y según Moya (1981: 282), «es uno de los cambios más comunes en el español de Quito». La frecuencia de este cambio en el habla quiteña parece ser reforzada por la influencia del quichua, donde es muy común46. Toscano (1953: 116) pone los siguientes ejemplos de la sonorización de la /k/: golumpio (columpio), tingar (tincar), garraspera (carraspera), rengo (renco), etc. Aunque en el quichua /k/ y /g/ alternan con frecuencia, al adaptarse las palabras quichuas al español se ha elegido o la forma con /k/ o la con /g/. De esta manera ha pasado al español la palabra inca (no la variante inga) o locro (y no logro). Moya (1981: 283) además señala que «a veces, en español, la presencia de /k/ o /g/ sirve para oponer fonológicamente los préstamos provenientes del quichua chacra ˊparcelaˊ/ chagra ˊcampesinoˊ; en quichua [čákra] y [čágra] alternan libremente con el sentido de ˊparcelaˊ». En la posición implosiva es frecuente la sonorización de /k/ pero también se dan casos de aspiración. Otro cambio que puede sufrir la /k/ es la bilabialización a la oclusiva sorda /p/. Como el ejemplo más extendido Aguirre (1993: 20) señala la palabra eructar que se suele realizar como [eruptáR]. La /g/ sufre mayores cambios en la posición intervocálica. En la mayoría de las hablas hispanas se realiza como fricativa en esta posición, pero en Quito se vocaliza, e inclusive puede desaparecer. La omisión de /g/ ocurre cuando le precede una vocal y le sigue un diptongo que empieza con /u/ o [w] (eje: agua se realiza como [ˊawa], aguacate como [awaˊkate], etc.). Según Haboud y de la Vega (2008: 168), la omisión de la /g/ parece ser originada por el quichua, donde ocurre el mismo fenómeno. 4.1.3.3. LA /f/ La /f/ se realiza en Quito y en la mayor parte de la sierra ecuatoriana como fricativa bilabial sorda [Φ]. Esta articulación se suele explicar por la influencia del quichua, que carece del fonema /f/ labiodental. Según Haboud y de la Vega (2008:

46

Según Moya (1981: 283), «parecería que la sonorización de las oclusivas sonoras se debe en

quichua al efecto de una lengua de sustrato, dada la frecuencia con que aparece».

49

168): En el sistema fonológico kichwa no existen fonemas labiodentales, pero desde el punto de vista fonético encontramos el fono fricativo, bilabial, sordo [Φ], alófono de /p/. El valor distintivo de tres elementos del español se pierde en el sistema kichwa puesto que en esta lengua [p], [b] y un fono bilabial [Φ] muy similar al labiodental [f] son alófonos de /p/.

Por lo tanto, como ya hemos mencionado anteriormente, en el español quiteño la f bilabial [Φ] puede aparecer como alófono de /p/ o /b/ en la posición implosiva. Además, hay casos de alternancia entre la [Φ] y la /h/ cuando estas se encuentran acompañadas por [u] o [w]. Según Moya (1981: 287), la presencia de un sonido vocálico o semivocálico origina la neutralización entre la [Φ] y la /h/. 4.1.3.4. LA /s, ʃ/ El fonema /s/ se realiza en el Ecuador como prealveolar plano, «de fricación suave y timbre muy agudo» (Toscano, 1953: 77) y en Quito, igual que en toda la Sierra, se pronuncia en todas las posiciones, inclusive al final de las palabras. Uno de los rasgos más característicos del español quiteño es la sonorización de la /s/. Cuando el quichua y el español entraron en contacto existían en los dos idiomas los fonemas /z, ʒ, s, ʃ/. En el español americano todos los sonidos se fundieron en un solo fonema /s/, pero en el quichua se conservaron. En el quichua /z/ no aparecía solamente en palabras de origen quichua, sino también en los préstamos del español, lo que tuvo como efecto, según varios lingüistas, que la /s/ sonora ha pasado al español quiteño. Hoy en día la /s/ sonora encontramos en préstamos del quichua, cuando /s/ precede a una consonante sonora como en el español general, pero también en casos de juntura abierta. Moya (1981: 290) pone como ejemplos: « [bamozakíto] ˊvamos a Quitoˊ; [lazdosempúnto] ˊlas dos en puntoˊ», etc. El fonema /ʃ/ presente en el español de toda la sierra ecuatoriana es de origen quichua y se suele representar con la grafía sh. El fonema es muy frecuente en el quichua ecuatoriano, al contrario en el quechua de otros países andinos no existe. En el español quiteño se encuentra sobre todo en los préstamos del quichua 50

(eje: shigra, shúa, mushpa). Muy abundante es su presencia también en topónimos (eje: Cashapamba) o en apellidos (Quishpe, Shiguango). Moya (1981: 302) señala que /ʃ/ suele aparecer «en posición inicial de palabra o de sílaba y además en las secuencias disilábicas /šk/, /šp/, /šm/, /šn/ a /kš/» que son de origen quichua. 4.1.3.5. LA /ɾ, r/ El rasgo más importante en la realización de los fonemas /ɾ, r/ en el español de Quito es la asibilación, es decir, un cambio de localización de la articulación de las vibrantes /ɾ, r/ que dejan de ser alveolares y se realizan como palatales. La asibilación en varias realizaciones ocurre en muchos lugares de Hispanoamérica y de España47, la realización quiteña es fricativa prepalatal, llamada en el Ecuador la "erre arrastrada". Haboud y de la Vega (2008: 165) junto a Toscano (1953: 96-97) afirman que el fonema /r/ se asibila y se realiza como una fricativa prepalatal sonora [ɹ] (eje: carro - [ˊkaɹo], perro [ˊpeɹo]). Igualmente, es general la asibilación del fonema /ɾ/ al final de la palabra (eje: amor - [amoɹ], dañar - [daˊɲaɹ], tener [teneɹ]) y también en la posición implosiva si precede a las consonantes d, t, n, l, s (eje: tarde - [ˊtaɹðe], puerto - [pueɹto], carne - [ˊkaɹne]. Además, entre las personas de mayor edad y en el habla popular, tanto la /ɾ/ como la /r/ se pueden asibilar y realizar como fricativas prepalatales sordas [ ]. Con respecto al grupo /tɾ/, Toscano (1953: 97) señala que «la pronunciación serrana del grupo TR constituye propiamente un nuevo fonema, que no es ni t ni r». Según Haboud y de la Vega (2008: 165), «la secuencia tr se realiza como un solo sonido, africado asibilado, prepalatal sordo [t ]». Sin embargo, las autoras afirman que esta realización ocurre sobre todo en situaciones informales y entre personas adultas. Al contrario, entre los jóvenes se tiende a evitar la realización asibilada [t ] optando por la articulación como [tɾ] e inclusive, sobre todo en la clase alta, imitando la articulación del inglés. En el grupo /dɾ/ la asibilación ocurre cuando le precede /n/ o /l/. En estos casos la /d/ de la secuencia dr desaparece y la /ɾ/ se asibila (eje: pondré - [ponˊɹe], Andrés [anˊɹes]). En los sectores populares es común la realización del grupo dr con la 47

Según Moya (1981: 237), «las realizaciones de esta /ř/ asibilada pueden variar entre breve y larga,

vibrante o fricativa, sibilante o no sibilante, apical o no apical, sorda o sonora, tensa y relajada, y a veces hasta retrofleja. Lo único que es común a todas las realizaciones es su localización» que es palatal.

51

fricativa prepalatal sorda [ ]. En cuanto al origen de la asibilación, Toscano (1953: 95) señala que no se debe a la influencia del quichua, ya que en el protoquichua no existía el fonema /ɹ/ y además la asibilación de /ɾ/ y /r/ ocurre en varios lugares de América y España. Sin embargo, según Moya48, no se puede descartar el rol del quichua. La autora cree que el origen de la asibilación hay que buscarlo en la interacción de dos factores; uno es la presión del sistema que motivó la asibilación, y el otro es la influencia del sustrato quichua que actuó como el factor desencadenante. Según la autora (Moya, 1981: 235), la asibilación «parece ser un cambio fonético operado por economía, forzado por la influencia de los otros dos sonidos palatales λ y ñ». En latín existía la relación de cantidad entre n – nn, l – ll, r – rr. Esta relación se interrumpió cuando nn y ll cambiaron de lugar de articulación: nn en /ɲ/ y ll en /ʎ/. Es decir, se produjo un cambio fonético en cualidad. Sin embargo, en la relación r – rr no ocurrió lo mismo. Entre estos dos fonemas se mantuvo la relación de cantidad, lo que causó un vacío en el sistema. Por lo tanto, Moya señala que la asibilación de la /ɾ/ fue una presión del sistema para rellenar el vacío en la relación de cualidad n /ɲ/, ll - /ʎ/ y r - / , donde entró la /ɹ/49. Moya además afirma que la asibilación es un fenómeno tardío, es decir no estaba presente en el español de los conquistadores, sino que se originó ya en el Ecuador, por lo que cree que el sustrato quichua funcionó como el factor desencadenante. Como ya hemos mencionado, Toscano afirma que en el protoquichua no existía el fonema /ɹ/. Sin embargo, el quichua actual cuenta con dos fonemas: /ɾ/ y /ɹ/. Según Moya (1981:309): En el quichua actual existen los dos fonemas /r/ y /ř/, pero solo forman pares mínimos en posición intervocálica y solamente en aquellos en que uno o ambos miembros del par son préstamos del español. Por lo tanto, si quitamos los préstamos españoles, nos quedan dos alófonos en distribución complementaria, y por lo tanto alófonos del mismo fonema. 48

Véase Moya (1981: 233-239, 308-311).

49

Según Moya (1981: 236-237), «los fonemas /p, t, b, d, f, s, m, n, l, r, / pertenecen a la serie

anterior (es decir que se articulan de la mitad del paladar hacia los labios) y que /č, k, y, g, x, ñ, λ/ pertenecen a la serie posterior (porque se articulan de la mitad del paladar hacia el velo del paladar). (…) La presencia de /r, / en la serie anterior, representa en el sistema una falta de economía pues no tienen a qué oponerse en la serie posterior. En estas condiciones, la "asibilación" de > ř significa que /r/ de la serie anterior pasa a oponerse a /ř/ posterior.

52

Por lo tanto, según la autora, no existe la necesidad de suponer la existencia de dos fonemas en el quichua en la época de la colonización, sino que es probable que el fonema /ɾ/ tenía dos alófonos [ɾ] y [ɹ]: [ɾ] en la posición intervocálica, [ɹ] para el inicio de la palabra, y en la posición final de sílaba y final de palabra alternaban los dos alófonos. Es decir la distribución coincidía con la distribución de /ɾ/ y /r/ en el español. El contacto entre las dos lenguas desembocó en la asibilación actual. Hoy en día existe cierta inestabilidad en la realización de la /ɾ/ y /r/, especialmente entre los hablantes de la clase media y alta. Este hecho se debe a la estigmatización de las variantes fricativas sordas y de la asibilación exagerada, que los hablantes relacionan con el habla rural e indígena, donde la exageración y el ensordecimiento son frecuentes. Según Haboud y de la Vega (2008: 166), en los últimos años los fonemas /ɾ/ y /r/ presentan: …diferentes manifestaciones que están correlacionadas, a nivel lingüístico, con el contexto fónico y, a nivel social, con la procedencia del hablante y la situación de comunicación. Así, los hablantes modifican su comportamiento lingüístico de acuerdo con la identidad social del interlocutor y con la formalidad del discurso. Estas variaciones alofónicas se diferencian en el modo de articulación, en el punto de articulación y en la sonoridad.

Por lo tanto, es frecuente que un hablante utilice las variantes asibiladas en el habla familiar o informal, pero en las situaciones formales prefiera las vibrantes. En general se puede afirmar que entre los hablantes adultos hay más tendencia a la asibilación y ensordecimiento, mientras que los jóvenes asibilan menos, evitando las variantes sordas, y se inclinan muchas veces hacia las realizaciones vibrantes. Este hecho se debe también a la influencia de los medios de comunicación y a la migración, que traen otras realizaciones de las erres. Además, Haboud y de la Vega (2008: 167) afirman que entre los jóvenes pertenecientes a las clases altas son muy frecuentes las realizaciones «retroflejas [ɽ] y [ɻ] muy similares a las del inglés», que son percibidas por el resto de la población como afectadas.

53

4.1.3.6. LA /ʎ, ʝ/ En el español de Quito se mantiene la oposición /ʎ/ - /ʝ/ que puede alcanzar varias realizaciones ([ʎ/ ʝ], [ʒ/ ʝ], [dʒ/ ʝ], [ʃ/ ʝ]). Moya50 señala que no se trata de una forma de yeísmo, como afirman varios autores, entre ellos también Toscano51, ya que se mantiene la oposición fonológica entre /ʎ/ - /ʝ/, lo que se debe al sustrato quichua, donde existe la misma oposición. En la Conquista y en los primeros años de la Colonia no existía todavía el yeísmo y se mantenía la oposición /ʎ/ - /ʝ/. En el quichua de Quito existía la misma oposición, sin embargo, el fonema /ʎ/ se había transformado en [ʒ], probablemente por la influencia de la lengua cañari, por lo tanto la realización común de la oposición/ʎ/ - /ʝ/ entre los bilingües era [ʒ/ ʝ]. Igualmente, en el español de los primeros años de la Colonia todavía existían los sonidos [ʃ] y [ʒ] que se confundían entre sí, lo que facilitó la adaptación de la realización [ʒ/ ʝ] al español. Según Moya, este "žeísmo" se dio en el español de Quito antes de la posible llegada del yeísmo, lo que reforzó la oposición /ʎ/ - /ʝ/ e impidió la desfonologización. Actualmente la realización más común, sobre todo entre la población adulta, es [ʒ52/ʝ]. En el habla popular se da también la variante sorda [ʃ], sin embargo, esta realización está estigmatizada, ya que es muy frecuente en el habla rural e indígena, por lo que se la relaciona con el quichua. Entre los jóvenes existe una tendencia de realizar la /ʎ/ como [dʒ]. Además, Haboud y de la Vega (2008: 169) señalan que en situaciones formales los hablantes se inclinan muchas veces por la realización [ʎ], «sin embargo, a pesar de la intencionalidad no logran reproducir esta variante e incurren en el fenómeno de ultracorrección despalatalizando /λ/, lo que les lleva a producir [lj]». En cuanto a la realización del fonema /ʝ/, Moya (1981: 208) señala que «se realiza como una fricativa sonora sin el elemento oclusivo inicial que en otros hablares del español tiene en posición inicial». Según la autora, este hecho está relacionado con la posición de /ʝ/ en el quichua, donde se realiza solamente como 50 51

Para más información véase Moya (1981: 229-233, 290-300). Según Toscano (1953: 100), la realización de /ʎ/ como [ʒ] en Quito y en la Sierra central

representa «una fase evolutiva más avanzada, aunque especial, del yeísmo». Según esta teoría la relajación de /ʎ/ va desde las realizaciones como [ʝ], [dʒ] hasta [ʒ] o [ʃ]. 52

La llamada "elle quiteña".

54

una semiconsonante parecida al alófono fricativo español. 4.1.3.7. OTRAS CONSONANTES En cuanto a las nasales, la mayoría de los cambios que ocurren en el español de Quito se encuentran también en el español de otras regiones hispanohablantes. En el caso del fonema /m/, en el habla popular es frecuente el cambio de /m/ por /b/, la relajación u omisión de /m/ en el interior de las palabras (eje: mismo - miso), la reducción del grupo /mb/ a /m/ (eje: también – tamién) y la realización de la /m/ final de los cultismos como [ɳ]. Con respecto a la /n/, Toscano señala (1953: 108) que se realiza como dentoalveolar y en la posición implosiva «es velar y fuertemente nasalizada, desapareciendo casi en una nasalización de la vocal precedente: hoŋra, eŋlace, caŋsado». Además, la /n/ en posición implosiva cuando precede a una consonante bilabial se asimila a su punto de articulación y se bilabializa también (eje: un pan – [umpaɳ], un beso – [umbeso]). La /n/ final de la palabra se realiza siempre como el alófono velar y nasal [ɳ], inclusive si le sigue una palabra que empieza con una vocal. El mismo hecho ocurre también en el quichua, por lo que parece que su existencia en el español de Quito se debe a la influencia de dicha lengua53. El fonema /ɲ/ no presenta muchas diferencias con respecto a otras regiones hispanohablantes. Como ya hemos visto anteriormente, hay una tendencia de palatalización del grupo ni seguido de una vocal, sin embargo, también se da el caso contrario, es decir la despalatalización. Córdova (1996: 195) presenta los siguientes ejemplos: companía ‘compañía’, alfenique ‘alfeñique’, danino ‘dañino’. Según Moya (1981: 281), el fonema /ʧ/ «se realiza en Quito como una oclusiva palatal sorda» y es de uso muy frecuente en el español quiteño, sobre todo en los préstamos del quichua. El sonido [ʧ] alterna en el quichua con [ts], sin que existiera una regla para su respectivo uso. Sin embargo, al adaptar las palabras de origen quichua al español, se prefiere la realización con [ʧ]. En cuanto al fonema /x/, Toscano afirma (1953: 85) que se articula como «una fricativa mucho más blanda que en Castilla». El autor señala que pueden aparecer casos de pronunciación de /x/ al inicio de las palabras que empiezan con la 53

Para más información véase Moya (1981: 305-306).

55

h muda (eje: jalar en vez de halar, esta realización es general en toda la Sierra). En lo que se refiere a la /l/, casi no ocurre la neutralización o alternancia l~r, ni siquiera en la posición implosiva. Entre los pocos casos de la neutralización Toscano (1953: 88) señala las palabras catarnica (catalnica), alverja (arveja) o carcamonía (calcomanía). 4.2. MORFOLOGÍA, SINTAXIS Y SEMÁNTICA Igual que al nivel fonético, también al nivel morfológico y sintáctico el español hablado en Quito presenta varios rasgos específicos, de los cuales la mayoría se deben al sustrato quichua. A continuación vamos a analizar los fenómenos más característicos presentes en el habla de la población quiteña monolingüe. 4.2.1. SISTEMA PRONOMINAL En cuanto a los pronombres, Toscano (1953: 182–208) señala para el español de Quito varias formas y usos que se diferencian de la norma. Entre ellos destaca la práctica ausencia del pronombre demostrativo aquel, inclusive en forma escrita, que se sustituye por expresiones como ese otro, el otro, etc. Según el autor (Toscano, 1953: 183), este hecho puede ser motivado por el quichua donde existen solamente los demostrativos este y ese. Con respecto a los pronombres posesivos, existe la tendencia de evitar el pronombre su, especialmente cuando se refiere a ustedes (la forma utilizada es de ustedes). La forma suyo se utiliza casi exclusivamente con usted, con los demás pronombres de tercera persona se prefieren las formas de ella, de él, de ustedes, de ellos y de ellas. Toscano (1953: 184) afirma que se utiliza muy poco el pronombre posesivo pospuesto al sustantivo y como ejemplo presenta ¿Cómo estás, mi hijo?54 (en vez de ¿Cómo estás, hijo mío?). Igual que en el resto de América es general el uso de las formas delante mío, detrás mío, encima mío etc., en vez de delante de mí, detrás de mí, y encima de mí. En el habla popular es frecuente el empleo del pronombre mi en vez de yo en

54

En el Ecuador, así como en muchas otras regiones de Sudamérica, es frecuente el uso de la forma

apocopada mijo/ mija que expresa cariño o afecto.

56

oraciones comparativas (eje: es mayor que mí) y de uso general es el empleo de yo «con formas impersonales de la conjugación: al yo venir, estando yo en mi casa, etc.» (Toscano, 1953: 207). 4.2.1.1. COMPLEMENTO DIRECTO, INDIRECTO Y EL LEÍSMO Una de las características más llamativa al nivel morfosintáctico del español de Quito es la reestructuración del sistema pronominal átono. Actualmente en Quito coexisten dos sistemas: el sistema etimológico que dispone de los pronombres lo, la para el complemento directo y le para el indirecto, y el sistema simplificado leísta que se caracteriza por la neutralización del género y del caso, por lo que los únicos pronombres empleados son le/les. «El efecto lingüístico resultante es que la forma pronominal (le para objetos directos e indirectos) ha dejado de tener validez referencial y está en variación con una forma cero para el objeto directo muy generalizada» (Palacios, 2010: 510, online)55. El sistema leísta simplificado es el más común en el habla quiteña y se emplea por hablantes procedentes de todos los estratos sociales, sin depender del nivel de educación. Según Palacios (2005: 46, online), «esta reestructuración del sistema pronominal, cuyo efecto es la simplificación, ha pasado a formar parte de la norma estándar quiteña y no está estigmatizado, al contrario, ha sido adoptado por las clases medio-altas de Quito». El sistema etimológico se utiliza en situaciones formales o en la forma escrita, sin embargo, inclusive en este sistema existe la tendencia de sustituir las formas la/las por le/les. Por lo tanto, es frecuente la distribución lo/los para el complemento directo masculino y le/les para el complemento directo femenino igual que para el complemento indirecto. A continuación presentamos unos ejemplos del leísmo quiteño como complemento directo: A/ ¿Les viste a las candidatas? Todas rubias…56 B/ - ¿Cómo preparaste las papas? 55

En algunos casos se da la neutralización no solamente en el género y caso, pero también en el

número. De esta manera el sistema pronominal átono queda reducido a la única forma le. 56

Los ejemplos A, B y C son tomados de Haboud y de la Vega (2008: 171), D y E de Palacios

(2006a: 202).

57

- Les cociné y les metí al horno. C/ - Rosita, ¿qué hizo con los plátanos que compré ayer? - Les aplasté a toditos para hacer un pastel. D/ Le voy a bañar a Gabriela. E/ Les cocinan a las habas y les comen así, simplemente con sal nada más. Además, Haboud y de la Vega (2008: 171) mencionan que «contrariamente a las formas estandarizadas en las que cuantificadores como todo, nadie o similares, en función de complemento indirecto, no requieren del pronombre átono, en el castellano serrano es preferido u obligatorio (…)». Como ejemplos, las autoras (ídem) presentan los siguientes casos: La propuesta del presidente no le gustó a nadie. Tanta burocracia les hartó a todos. Un hecho general es la «duplicación del objeto directo, de modo que el clítico coaparece en la misma oración con un sintagma en posición canónica del objeto» (Haboud y de la Vega, 2008: 172). A continuación presentamos unos ejemplos: A/ Le conocí a la mamá de María Inés, es muy interesante57. B/ Natalia, llámale a tu mami para que no se preocupe. C/ Le conozco a Juan. Además, entre los estratos sociales bajos se suele duplicar tanto el objeto directo animado como el inanimado. Haboud y de la Vega (ídem) ponen como ejemplo «Le estoy viéndole todo el rato al edificio que nos están construyendo al frente». Otra característica del sistema pronominal átono quiteño es la frecuente elisión del clítico del complemento directo «de un verbo transitivo cuando puede recuperarse la información en un contexto inmediato. Esta elisión implica la ausencia de un sintagma nominal o de un pronombre átono que desempeñe esa función de complemento directo» (Palacios, 2006a: 198). La elisión ocurre tanto si los referentes del complemento directo son determinados como indeterminados. Ejemplos:

57

Los ejemplos A y B son tomados de Haboud y de la Vega (2008: 172), C de Lipski (1996: 269).

58

A/ Las comidas típicas de Ecuador _ venden en Retiro y en Rosales58. B/ -

¡Feliz día!

- ¡Qué lindas flores! ¿Dónde _ compraste? C/ Esa puerta es anormal, nunca sabes por donde abrir _. Además, es general la elisión del clítico de complemento directo en construcciones con doble clítico (en vez de se lo compró – le compró, te lo traigo – te traigo, me lo lleva – me lleva, etc.). El origen de los cambios mencionados en el sistema pronominal átono radica en la convergencia entre el español y el quichua. Según Palacios (2006a: 223-225), en el quichua no existe un sistema pronominal átono parecido al español, ya que en dicha lengua no se gramaticaliza el caso y el género, los casos son morfológicos y además los pronombres personales, siempre animados en el quichua, son morfemas que se unen al verbo y en tercera persona se eliden. Esta elisión se suele extender en la forma oral también a las demás personas. Además, el sistema pronominal átono español presenta desde la Edad Media gran inestabilidad, sobre todo en género y caso. Palacios (2006a: 225) dice al respecto que: Esta situación permite que sean los rasgos de caso y género, inestables en el español, los que experimenten una aproximación estructural a las estructuras quichuas, de tal manera que en el proceso de cambio inducido por contacto, el quichua influya en el español haciendo que sea la lengua influida, el español, la que aproxime su estructura a la de la lengua amerindia. Este proceso de aproximación o convergencia tendrá como consecuencia en un primer cambio lingüístico la neutralización del género y, en un proceso posterior de cambio, la neutralización del caso en las formas pronominales; el cambio más avanzado será la elisión de la forma pronominal, de manera similar a lo que ocurre con la incorporación de pronombres personales de objeto en el quichua.

4.2.1.2. FORMAS DE TRATAMIENTO Como ya hemos mencionado anteriormente, en la sierra ecuatoriana se ha 58

El ejemplo A es tomado de Palacios (2006a: 198), B y C de Haboud y de la Vega (2008: 172).

59

mantenido el voseo, por lo que en Quito podemos encontrar las siguientes formas de tratamiento: tú, vos y usted para el trato con una persona y ustedes si se trata de más personas. Igualmente que en el resto de América, el pronombre vosotros no se utiliza, con excepción de situaciones solemnes o discursos políticos con la intención de lograr más formalidad. En cuanto a los pronombres tú, vos y usted, de forma general se puede afirmar que tú y vos se usan para los tratos informales e indican solidaridad, intimidad y cercanía, mientras que usted se emplea como la forma de respeto que indica autoridad y distancia. Según varios lingüistas, el voseo en el Ecuador está en retroceso, sin embargo, según el estudio hecho por Páez Urdaneta (1981: 97), esta situación es solo aparente, lo que se debe a la mayor presencia del tuteo. El autor afirma que el tuteo se ha extendido en las últimas décadas a situaciones donde antes se utilizaba usted, lo que puede dar la sensación de su prevalencia entre las formas de tratamiento. Además, hay que mencionar que en los últimos años se transmite por un canal ecuatoriano un programa cómico, cuyos presentadores en situaciones informales vosean a todo el mundo, así como resaltan otros rasgos morfosintácticos, fonéticos y léxicos característicos del habla quiteña, en su mayoría de origen quichua, lo que influye en los usos sobre todo de la población joven, a la cual está destinado el programa. En cuanto a los usos de las formas de tratamiento, usted es utilizado en situaciones formales, con empleados y «como forma de respeto y distancia entre personas del mismo grupo social» (Haboud y de la Vega, 2008: 173). Páez Urdaneta (1981: 98) igual que Haboud y de la Vega (2008:174) mencionan que el usted se puede emplear también en el trato hijos-padres, donde más que respeto expresa cariño, admiración y consideración. Según nuestro estudio (Škrabalová, 2010: 49-56) realizado en la ciudad de Quito entre la población de clase media, la forma usted prevalece en el trato hijos-padres, sobre todo entre los jóvenes hasta 20 años. En el trato padres-hijos las tres formas (tú, vos, usted) presentan números parecidos. Haboud y de la Vega (2008: 173) señalan que el uso de usted como forma de expresar cariño es frecuente entre los jóvenes en las relaciones de pareja (eje: Mi amorcito, ¿qué quiere que le prepare para merendar?59), lo que atribuyen a la influencia colombiana. Con respecto al tú y vos, vos se emplea en tratos de confianza e intimidad, 59

El ejemplo es tomado de Haboud y de la Vega (2008: 173).

60

sobre todo entre amigos cercanos, hermanos y también en el trato padres-hijos. Según nuestra investigación (Škrabalová, 2010: 49-56), vos se utiliza más entre los hombres, las mujeres en general prefieren el tuteo. El grupo con mayor uso del voseo es la población entre 20 y 30 años, en este grupo inclusive las mujeres se inclinan por el vos. En el trato padres-hijos observamos diferencias dependiendo si se trata de hijos o hijas. Según las respuestas obtenidas, con los hijos se utiliza más el voseo, mientras que con las hijas se prefiere el tuteo por su carácter más fino y suave. Además, Haboud y de la Vega (2008: 174) señalan que todavía se dan casos del voseo entre la población de mayor edad o entre las clases altas con personas de posición social inferior. Con este uso está relacionado el empleo de vos «como apelativo cuando el hablante que se autodefine como superior, responde a expresiones o actitudes que considera muestras de irrespeto (…) ¿Qué te crees longo atrevido?, ¡ve, con vos hablo, aprende a respetar» (Haboud y de la Vega, 2008: 174-175). Tú se emplea en tratos informales (entre amigos, conocidos, compañeros, etc.) y en los últimos años hay una tendencia de utilizar el tuteo en centros turísticos o en mercados en vez de usted con la intención de acercase a los turistas, pero también, en el caso de los vendedores indígenas, para mostrar su superioridad60 sobre los compradores. 4.2.2. PRETÉRITO PERFECTO COMPUESTO Y SIMPLE El español hablado en América se caracteriza por la predominación del pretérito perfecto simple para referirse a los hechos del pasado. En varios contextos donde se emplea en el español peninsular el pretérito perfecto compuesto, en América es frecuente sustituirlo por el pretérito perfecto simple. Este hecho se debe a la diferente evolución del pretérito perfecto compuesto en el mundo hispanohablante, lo que ha tenido como resultado el establecimiento de diferentes funciones en las distintas variedades del español. En algunas regiones de la zona andina se pueden encontrar contextos, en los cuales, al contrario de la tendencia general en Hispanoamérica, se opta por el uso del pretérito perfecto compuesto. Bustamante (1991: 195) afirma que «en Quito se hace evidente el uso reiterado del presente perfecto en el habla conversacional. El 60

Véase Haboud y de la Vega (2008: 174).

61

fenómeno no sólo se limita a la ciudad capital del Ecuador sino que se presenta en otras áreas de la región andina ecuatoriana». Al contrario de la mayor parte de Hispanoamérica, la autora documenta el uso del pretérito perfecto compuesto para hechos que ocurrieron en un pasado remoto pero que se proyectan de alguna forma al presente (eje: Yo me he criado en Cuenca. Comencé estudiando…61). En este caso el pretérito perfecto compuesto tiene valor perfectivo con un matiz afectivo. Igualmente, se puede emplear para referirse a hechos repetidos en el pasado (eje: …he trabajado por el oriente por la costa…). Sin embargo, la diferencia más significativa en el uso de los tiempos del pasado en el español de Quito es que estos, además de los valores temporales y aspectuales, desempeñan también valores modales62 como la verosimilitud de la información o la fuente de su procedencia. De manera general se puede afirmar que el pretérito perfecto simple: (…) ha adoptado valores modalizadores que indican que la transmisión de la información es veraz, esto es, el hablante transmite el compromiso de la veracidad de la información, generalmente porque ésta ha sido experimentada por él mismo. El pretérito perfecto compuesto ha adquirido un valor modalizador que implica que el hablante no es responsable de la veracidad de la información, que éste no la ha experimentado personalmente (Palacios, 2005: 48, online).

El tiempo que ha asumido la mayor cantidad de valores modales es el pretérito perfecto compuesto. Según Bustamante (1991: 222), este hecho está condicionado tanto por factores internos como externos. Entre los factores internos que han permitido esta evolución hay que señalar las funciones de los respectivos tiempos verbales del pasado. El pretérito perfecto simple tiene un valor semántico preciso, lo que impide la ampliación de sus funciones. Al contrario, el carácter subjetivo, dramático y actualizador del pretérito perfecto compuesto facilita su 61

Los ejemplos utilizados en este capítulo son tomados de Bustamante (1991: 195-230). En caso

contrario se indica la fuente. 62

En el español se puede indicar la modalidad utilizando varios recursos como adverbios, verbos

auxiliares o varias expresiones como se dice que, es posible que, parece que, etc. Sin embargo, no cuenta con la posibilidad de expresar la modalidad mediante los tiempos verbales, lo que sí ocurre en el español quiteño.

62

empleo para los casos innovadores. El factor externo que influyó en las nuevas funciones del pretérito perfecto compuesto es el quichua, donde es obligatoria la presencia de los indicadores de modalidad y evidencialidad que aparecen en forma de sufijos verbales –ra y -sqa63. El sufijo –ra indica una acción terminada, efectuada o presenciada por el hablante; el sufijo –sqa al contrario expresa que el hablante no presenció la acción en el pasado o que no tiene conocimiento personal de los hechos. También se puede referir a acontecimientos irreales, soñados u ocurridos en el pasado remoto o mítico64. De esta forma los valores presentes en el quichua han pasado al español adaptándose a sus posibilidades estructurales. Actualmente, dentro de los usos innovadores, el pretérito perfecto compuesto se utiliza para «indicar un descubrimiento repentino de un evento nuevo ocurrido en el presente» (Bustamante, 1991: 203) o que va a ocurrir en el futuro. -

Y hoy día parece que ha sido domingo.

-

Hoy ha sido feriado.

-

El año que viene ha sido bisiesto. (Toscano, 1953: 260)

En estos casos el pretérito perfecto compuesto puede indicar sorpresa o que el hablante se ha dado recién cuenta de algo antes ignorado. Según Toscano (1953: 260), «psicológicamente, el hablante se coloca en el pasado; la ignorancia pasada explica el empleo de "ha sido"». Igualmente, el pretérito perfecto compuesto indica un descubrimiento repentino en el momento de hablar pero que está relacionado con el pasado. -

¿Y usted qué tiempo está por aquí?

-

Hace como un mes.

-

¡Ah, sí hasta ahora no le he visto!

Según Bustamante (1991: 206-207), en este caso el pretérito perfecto compuesto aparece en lugar del pluscuamperfecto. Lo mismo ocurre también en secuencias narrativas, donde se debería utilizar, acorde a la concordancia de

63

Los dos sufijos presentan una serie de alomorfos, dependiendo de las variedades del quichua. En

el presente trabajo optamos por la ortografía utilizada en Bustamante (1991). 64

Para más información véase Bustamante (1991: 219-225).

63

tiempos, el pluscuamperfecto, sin embargo, en la variedad quiteña, cuando se trata de un descubrimiento repentino o de una acción ocurrida en el pasado desconocida por el hablante, se emplea el pretérito perfecto compuesto. Igualmente, mediante el uso del pretérito perfecto compuesto el hablante expresa que no presenció el hecho ocurrido en el pasado o que su conocimiento no proviene de su experiencia personal pero de otra fuente. -

… que es digo "que les voy a dar una buena noticia" le

decimos qué y que ha sido que le mandaron despidiendo (…) El pretérito perfecto compuesto se usa muchas veces acompañado del verbo saber. Esta perífrasis expresa imperfectividad en el pasado, por lo que se utiliza frecuentemente en vez del pretérito imperfecto. -

En Europa no ha sabido haber indios.

-

Los españoles no han sabido comer choclos.

Además de estos casos, es frecuente el uso del pretérito perfecto compuesto para indicar que la situación relatada es irreal o soñada (ejemplo A y B) o para marcar la diferente perspectiva entre los hablantes o la suposición de una realidad (ejemplo C). A/

- Te he soñado anoche.

B/

- …soñaba a mi papacito que se ha muerto…

C/

- ¿y el hijo de la señora Anita no ha estado aquí? - Sabe que la señora Anita lo mandó a Estado Unidos a hacer un curso.

Según Bustamante (1991: 217), «el presente perfecto en sus funciones innovadoras tiende a ser utilizado en tercera persona». Entre las formas que presentan mayor frecuencia de uso destaca la forma ha sido que aparte de indicar un descubrimiento repentino, como ya hemos visto anteriormente, se puede utilizar también para referirse al pasado remoto (eje: …en los tiempos que ha sido de los incas…), a una situación desconocida (eje: ¿De qué parte ha sido Ud?) o se emplea «en lugar de presente para indicar una posición opuesta entre locutor e interlocutor» 64

(Bustamante, 1991: 213), (eje: No ha sido de decir así.). La autora (Bustamante, 1991: 217-218) señala que ha sido en el español quiteño «ha perdido su valor temporal y/o aspectual» e inclusive cree que se puede hablar de su gramaticalización, ya que se ha convertido en un marcador de modalidad. 4.2.3. FORMAS DE IMPERATIVO Uno de los rasgos principales del español hablado en Quito es la cortesía de la expresión, «que se manifiesta, entre otros rasgos, en los ruegos o mandatos atenuados» (Palacios, 2006b: 17, online). Por lo tanto, el imperativo queda restringido a mandatos categóricos, pero normalmente se acude a formas que suavizan la orden convirtiéndola en peticiones o sugerencias65. Es muy frecuente la transformación del imperativo en una forma perifrástica impersonal (eje: es de que te vayas66) o el uso del imperativo con la expresión no más67 (eje: Come no más, no nos esperes.68). Según Haboud (1998:210), la forma no más permite transformar el mandato en una invitación familiar, lo mismo que ocurre también en el quichua. En esta lengua para disminuir la "descortesía" de una orden se suele emplear el sufijo – lla, que se ha incorporado al español serrano en forma de no más. Asimismo, el imperativo se suele reemplazar por el futuro sintáctico, tanto con verbos transitivos como intransitivos (eje: ¡Comerás la sopa!, ¡Llamarás!, ¡No llegarán muy tarde!). Según Haboud (1998: 211-212), el futuro en función de

65

Es frecuente el uso de la forma del imperativo de la segunda persona del singular del verbo ir - ve

- que ha perdido su función original y se ha transformado en una muletilla (eje: ¿Qué fue, ve?, ¡Ve, ayúdame!, etc.). En vez del verbo ir en imperativo se usan las formas del verbo andar (eje: ¡Anda a comprar la leche!). 66

Ejemplo tomado de Toscano (1953: 266).

67

La expresión no más era muy frecuente en el español de los Siglos de Oro cuando se usaba con el

valor de "únicamente" o "solamente". Al contrario de España donde desapareció, en América se ha mantenido hasta hoy en día adquiriendo muchos más significados que el original, muchas veces por la influencia de las lenguas de sustrato. Según Toscano (1953: 317), no más puede significar en el Ecuador "precisamente" (eje: ahí no más está), "regular" (eje: ¿Cómo estás? – Así no más), puede suavizar un mandato, expresar que se trata de una broma (eje: no te pongas bravo, digo no más) o también puede aparecer en preguntas cuando se espera una respuesta enumerativa (eje: ¿Qué no más dijo?). Los ejemplos expuestos provienen de Toscano (1953: 317). 68

Ejemplo tomado de Haboud (1998: 210).

65

imperativo se comporta como un verdadero imperativo; cuando se une con clíticos, estos se posponen al verbo en la forma afirmativa (eje: ¡Llevarásle la comida!), mientras que en la forma negativa se le anteponen (eje: ¡No me vendrás con tonterías!). Haboud y de la Vega (2008: 117) señalan que «este imperativo es de uso generalizado en escritos informales como cartas, faxes o mensajes de correo electrónico (…) y en reportajes radiales y televisados». En cuanto a su origen, en el español existió el uso del futuro como imperativo, sin embargo, su función semántica era reforzar la orden y no disminuirla como en la variedad quiteña. Haboud (1998: 213-214) afirma que el cambio de la función semántica del futuroimperativo se debe al quichua, donde el futuro también puede ser empleado en vez del imperativo, pero con la intención de suavizar la orden. Por lo tanto, según la autora (ídem), en este caso el contacto del español con el quichua ha tenido como resultado la adaptación de las funciones semántico-pragmáticas del quichua a la estructura sintáctica del español. Otra forma de cómo suavizar una orden es mediante la construcción perifrástica dar + gerundio que presenta amplio uso en todas las clases sociales de la región centroandina del Ecuador (eje: dame comprando la leche, dame pasando el libro). El sentido de esta construcción es hacer una petición cortés, cuyo beneficiario, expresado mediante el clítico, es el hablante (dame limpiando – limpia por mí/ en lugar de mí). Sin embargo, aunque el uso más frecuente de dar + gerundio es en imperativo, en el habla quiteña se suele emplear también «en construcciones afirmativas y negativas, sin restricciones ni de tiempo, ni de aspecto» (Haboud y de la Vega, 2008: 178) (eje: me dio comprando el pan, ¿me darías cocinando?, me va a dar cuidando al bebé). El verbo dar funciona en la perífrasis como un verbo auxiliar que lleva la información morfológica y el gerundio asume toda la carga semántica. Sin embargo, Olbertz (2002, online) señala que «dar mantiene algún resto de su estructura original ya que sigue teniendo un argumento propio (...) cuya función semántica es la de beneficiario (...) y cuyo referente tiene que ser humano». La perífrasis dar + gerundio se utiliza sobre todo con verbos transitivos (eje: A) y ditransitivos (eje: B):

66

A/ Me da haciendo el pan mientras yo lavo69. B/ Me da comprando el libro para la María. «Los verbos intransitivos son usados cuando tienen un sentido de transitividad» (Haboud, 1998: 217), en este caso pueden indicar el beneficio a favor del hablante o su substitución (eje: C), e inclusive el sentido del beneficio puede desaparecer y ser totalmente reemplazado por el de substitución (eje: D). C/ Ñanita, me das comiendo. (por mí/en lugar de mí)70. D/ Seguro que la tía te va a dar llorando cuando se te sequen las lágrimas (la tía va a llorar en tu lugar). Muchas veces, la construcción aparece sin el clítico (da trayendo) o el clítico es un reflexivo (date comprando), con lo que se busca despersonalizar la petición. Haboud y de la Vega (2008: 179) muestran, que dependiendo del contexto comunicativo y del autoritarismo que se quiere expresar, se forma todo un continuum de imperatividad, lo que las autoras representan de la siguiente forma (ídem): Mayor autoridad

menor autoridad

Pásame el poncho Pasarásme el poncho Dame pasando el poncho Darásme pasando el poncho Date pasando el poncho Daráste pasando el poncho Da pasando el poncho

En cuanto al origen de la construcción con dar, existen dos teorías. Una, defendida por Toscano (1953: 284), es que se trata de un calco de una construcción quichua. Según la otra teoría presentada por Haboud (1998: 218-223), no se trata de un calco, sino de una adaptación de elementos morfológicos del quichua a las 69

Los ejemplos A y B son tomados de Haboud (1998: 216).

70

El ejemplo C es tomado de Haboud y de la Vega (2008: 178) y el D de Haboud (1998: 217).

67

estructuras sintácticas ya existentes en el español dotándolas de nuevos significados. La autora señala que en la familia quechua existe un sufijo benefactivo que tiene las siguientes realizaciones dependiendo de la región – paq, pa, -pu, -p. En el Ecuador este sufijo pasó por una evolución peculiar, diferente de las demás regiones quechuahablantes; mediante la fusión de –pa (-pu) y el morfema –wa que indica la primera persona objeto, se formó la partícula –pa que además de ser benefactiva, expresa también cortesía hacia el interlocutor. Haboud (1998: 219) asegura que su uso en el quichua presenta los mismos valores semánticos que la construcción dar + gerundio en el español, es decir la cortesía, substitución, «direccionalidad (hacia el oyente y hacia el hablante), y un beneficio hacia un participante que no siempre aparece directamente en el evento»71. El hecho de que la construcción dar + gerundio no está presente en otras variedades del español influidas por el quechua apoya la teoría presentada por Haboud, según la cual se trata de un reemplazo de las funciones de la unión de los sufijos –pa+-wa existente solamente en el quichua ecuatoriano por una estructura sintáctica, en este caso una perífrasis gerundial. 4.2.4. EL GERUNDIO En toda la sierra ecuatoriana abunda el uso del gerundio que además de expresar simultaneidad se puede emplear en diferentes contextos. La abundancia del uso parece tener origen en el español del siglo XVI llegado al Ecuador, así como en el quichua donde se emplea con mucha frecuencia. Toscano (1953: 272276) indica que en el lenguaje escrito es frecuente su uso para expresar posterioridad (A/ El ladrón se subió al muro, saltando luego al jardín), e igualmente puede desempeñar la función especificativa del sujeto (B/ Hoy se publicará el Registro Oficial conteniendo la nueva Ley de Presupuesto). En el lenguaje oral se recurre con frecuencia al gerundio para expresar cortesía (C/ Aquí viniendo a saludar72), igualmente que son muy comunes las formas perifrásticas con gerundio como mandar + gerundio (me mandó sacando – en vez de me echó), dar +

71

Para más información véase Haboud (1998: 218-223).

72

Los ejemplos A, B y C son tomados de Toscano (1953: 272-274).

68

gerundio73(te doy limpiando – limpio por ti), dejar + gerundio (te dejé cocinando – tu comida está hecha) o botar + gerundio (él botó dañando mi juguete74 - es decir, lo tiró y se dañó). Sin embargo, el rasgo más significativo en cuanto a la diferencia de las formas y usos del gerundio con la norma estándar, es su empleo para indicar la perfectividad. Este uso se desarrolla en construcciones no perifrásticas con un verbo de movimiento conjugado y un gerundio, donde el gerundio alude a una acción realizada y terminada antes de la expresada por el verbo conjugado. Las dos acciones se desarrollan de forma consecutiva y guardan una estrecha relación temporal75, lo que no permite la forma estándar. En este contexto, el gerundio sustituye las construcciones adverbiales o las oraciones subordinadas adverbiales que en el español estándar expresan la anterioridad (eje: después de, luego de, antes de, inmediatamente, etc.). A/ Vengo acabando los exámenes (Después de acabar los exámenes vengo). B/ Siempre salgo cocinando el almuerzo (Después de cocinar el almuerzo salgo). C/ Siempre regresa comiendo; por eso no quiere nada (Siempre come antes de regresar, por eso no quiere nada).76 Según Haboud (1998: 250), la inmediatez que refleja el gerundio «se da no sólo en el sentido temporo-espacial, sino también en el de las relaciones sociales». Las construcciones con el gerundio de anterioridad son de carácter más informal que las formas estándar, por lo que permiten relaciones más estrechas entre los hablantes. «Por el contrario, se prefiere el estándar en aquellos casos en los que se necesita marcar una distancia tanto temporal, como espacial y social» (Haboud, 1998: 250), como en situaciones o escritos formales. Hay que señalar que el uso del gerundio con sentido de perfectividad «no tiene restricciones de tiempo, aspecto o modo» (Haboud, 1998: 206) (eje: Me fui 73

De esta construcción perifrástica nos ocupamos en el capítulo 4.2.3. sobre las formas del

imperativo. 74

Ejemplo de Toscano (1953: 285).

75

Para más información véase Haboud (1998: 204-209).

76

Los ejemplos A y B son de Haboud y de la Vega (2008: 176) y C de Haboud (1998: 204).

69

limpiando la casa; No te preocupes, me voy a ir limpiando la casa77), lo que ha favorecido su extensión también «a verbos que no son de movimiento, de modo que la cláusula nominalizada es la de un paradigma abierto» (ídem). En estos casos el orden de la oración suele cambiar a gerundio + verbo. A/ Vendiendo unos animalitos compré tres hectáreas (Después de vender…). B/ Acabando la sopita te invito a un Oporto. (Después de acabar…) C/ Sacándote la muela se te acaba el dolor. (Después de sacarte…)78 En cuanto a su origen, el sentido perfectivo del gerundio en el español serrano se debe a la influencia del quichua. En esta lengua existe un sufijo adverbial –shpa «que indica aspecto perfectivo y que se añade a un verbo que depende de otro principal para indicar que la acción de éste ha acabado antes de que comience la acción del verbo principal» (Palacios, 2005: 47, online). Debido al prolongado e intenso contacto con el quichua que se ha dado en los Andes ecuatorianos, el sentido perfectivo expresado por el sufijo –shpa se ha transferido a la estructura del español mediante la forma verbal de gerundio. 4.2.5. EL VERBO En el Ecuador, como en el resto de Latinoamérica, son frecuentes en el habla popular las formas del pretérito perfecto simple terminadas en -stes (cantastes, comistes, etc.). Igualmente, los verbos haber y hacer impersonales se utilizan en el Ecuador como personales, inclusive en el habla culta (eje: habían muchos perros, hacen muchos años ya, etc.). Toscano (1953: 295) además afirma que el verbo haber impersonal se utiliza muchas veces en vez de ser o estar (eje: Habíamos cuatro en la reunión, ¿Está aquí Juan? – No hay79.). En toda la sierra ecuatoriana incluyendo Quito hay muchos casos de verbos que se conjugan como regulares, aunque según la norma se deben diptongar (eje: colar – colo, replegar replego, nevar - neva). Asimismo, hay verbos regulares que en el Ecuador se

77

Ejemplos tomados de Haboud (1998: 206).

78

Los ejemplos A, B y C son de Haboud (1998: 246-250).

79

Los ejemplos son tomados de Toscano (1953: 295).

70

pueden diptongar (eje: templar – tiemplo, destemplar – destiemplo, espolear – espueleo)80. Igual que en otras partes de habla hispana existe una tendencia a regularizar la conjugación de los verbos irregulares, especialmente las formas del futuro y del pretérito perfecto simple (eje: bendecir – bendecí, traducir – traducí, deshacer – deshaceré, prevenir – prevení, etc.). Además, existen ciertos verbos irregulares «que jamás se emplean o que tienen muy restringido uso» (Toscano, 1953: 248), como yacer, placer, caber, soler, raer o roer. En cuanto al infinitivo, además de su uso en vez del imperativo que ya comentamos, destaca su empleo con la preposición para (eje: Ve, para encontrarnos el viernes, ¿qué dices?) que «sirve para hacer delicadamente una propuesta o una invitación» y que «…parece ser calco del quichua» (Toscano, 1953: 268). 4.2.5.1. FORMAS PERIFRÁSTICAS La gran parte de las formas perifrásticas utilizadas en el Ecuador presentan los mismos usos que en otras regiones hispanohablantes. Sin embargo, algunas perífrasis han modificado sus usos y también existen algunas con clara influencia quichua. Asimismo, ciertas perífrasis verbales frecuentes en otras partes, como por ejemplo echar a, prácticamente no se utilizan en el Ecuador. A continuación vamos a presentar las perífrasis verbales más frecuentes en la variedad quiteña y también las que difieren de alguna forma de la norma. En el capítulo 4.2.4 ya mencionamos las perífrasis con gerundio, muy empleadas en el habla quiteña. De uso muy extendido es también la forma perifrástica haber de que se emplea casi siempre sólo en el presente de indicativo. Esta perífrasis se suele utilizar en el mundo hispanohablante en vez del futuro de probabilidad (eje: Han de ser las doce81). Sin embargo, en el Ecuador es común su empleo para referirse al pasado (eje: ¡Cómo te has de ir a meter ahí!82)83. La forma ir a + infinitivo suele reemplazar el futuro sintético, lo que confirma también nuestro estudio hecho en la ciudad de Quito (Škrabalová, 2010: 49-56), en el cual 80

Para más información véase Toscano (1953: 237-240).

81

El ejemplo es tomado de Toscano (1953: 256).

82

El ejemplo es tomado de Toscano (1953: 265).

83

Según Toscano (1953: 257), «este uso de presente por pretérito implica una traslación psicológica

del hablante al tiempo pasado».

71

pudimos observar una clara preferencia por la forma perifrástica. Una de las perífrasis más utilizadas es hacer + infinitivo (eje: me haces tener iras). Es frecuente el empleo de la perífrasis hacer + hacer (¿Dónde te hiciste hacer el vestido?). Toscano (1953: 278) afirma que: Inclusive en el habla de gente culta abundan las oraciones perifrásticas con hacer + inf.: hacer tener miedo, hacer cansar, hacer avisar, etc. (…) Es posible que tal abundancia se explique en el Ecuador por influjo quichua. La partícula chi, interpuesta entre la raíz verbal y la terminación, frecuentísima en ese idioma, tiene el mismo valor que el auxiliar "hacer".

Otra de las perífrasis muy empleadas es la forma ser de + infinitivo que se utiliza siempre en la tercera persona de singular e indica obligación (eje: Ya es de irnos. Era de llamarle). Como ya hemos mencionado anteriormente, el verbo soler prácticamente no se utiliza. En vez de soler se emplea el verbo saber (eje: Este grifo sabe dañarse siempre. Sabe irse temprano84). Haboud y de la Vega (2008: 180) señalan que se trata de un calco sintáctico-semántico del quichua, Toscano (1953: 279-280) al contrario afirma que es un arcaísmo que se ha mantenido hasta la actualidad, lo que puede ser motivado por el sustrato quichua. 4.2.6. OTROS RASGOS MORFOSINTÁCTICOS Entre otros rasgos morfosintácticos típicos para la variedad quiteña hay que mencionar el uso del presente de subjuntivo en vez del imperfecto de subjuntivo (eje: me dijo que lo haga, me pidió que prepare el almuerzo). Este uso es general en todos los estratos sociales, tanto en la forma oral como escrita. El imperfecto de subjuntivo se utiliza muchas veces también con el valor de indicativo. Igual al resto de Hispanoamérica, el español ecuatoriano se caracteriza por la abundancia de formas diminutivas. Sin embargo, debido a la influencia del quichua pueden formar diminutivos inclusive categorías gramaticales donde en otras variedades del español no es posible. Por lo tanto, es frecuente la formación de diminutivos con pronombres demostrativos (estito, otrito) y aún más con 84

Ejemplos tomados de Toscano (1953: 279) y Haboud y de la Vega (2008: 180).

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adverbios (aquicito, ahicito, apenitas, más tardecito, recientito, ciertito, despacito). Toscano (1953: 339) cree que «la tendencia del español ha sido sin duda reforzada en el Ecuador por el quichua». En esta lengua es de uso frecuente la partícula lla que «sirve tanto para formar el diminutivo como para la formación de adverbios». 4.3. LÉXICO El léxico ecuatoriano presenta una gran diversidad. La base léxica es compartida con otras regiones hispanohablantes incluyendo España, pero existe cierta cantidad de expresiones que se pueden encontrar solamente en pocas regiones de Hispanoamérica o son propias del Ecuador. Además, como ya hemos mencionado anteriormente, el léxico en el Ecuador no es uniforme, sino que existen diferencias entre la Costa y la Sierra que consisten en la presencia del léxico de origen quichua que es prácticamente desconocido en el litoral, con excepción de unas pocas expresiones que se han generalizado, y también en mayor presencia de arcaísmos en el habla serrana. Igualmente, se registran diferencias entre las provincias del norte y las del sur, que se deben a la influencia de las modalidades de los países vecinos, al norte Colombia y al sur Perú. Además, la provincia de Esmeraldas en el norte, que cuenta con un gran porcentaje de población de origen africano, presenta según Lipski (1996: 271), «una proporción algo más elevada de africanismos», sin embargo, no se puede hablar de «un vocabulario "afrohispánico" distintivo». 4.3.1. LÉXICO PANAMERICANO Aparte de la base léxica común a todos los hablantes hispanos existe una buena parte del léxico de extensión panamericana que diferencia las variedades americanas del español peninsular (eje: carro – coche, computadora – ordenador, cuadra – manzana, departamento – piso, lindo – hermoso, apurado – apresurado, manejar – conducir, durazno – melocotón, demorar – tardar, destapador – abrebotellas, cachetes – mejillas, jugo – zumo, trapear – fregar el suelo con trapo, nevado – montaña cubierta de nieve, etc.). Sin embargo, hay expresiones extendidas por todo el continente americano hispanohablante cuyo significado varía según la región, lo que se debe a su diferente evolución semántica (eje: fregado, chiva). 73

Además del léxico panamericano existe en la sierra ecuatoriana una gran cantidad de expresiones compartidas solamente con los países del Cono Sur (eje: chancho – cerdo, vereda – acera, choclo – maíz, chacra – terreno de sembrado de tamaño reducido, frutilla – fresa, farrear – ir de farra, etc.). Asimismo, hay que señalar que en los últimos años, debido a la influencia de los medios de comunicación y la llegada de varios programas de otros países latinoamericanos, el léxico ecuatoriano ha adaptado también expresiones típicas de otras variedades del español (eje: laburo - trabajo, capo – jefe provenientes de la modalidad rioplatense). Dentro del léxico panamericano podemos encontrar voces patrimoniales que fueron adaptadas a la nueva realidad americana (eje: cuadra, estancia), ya sea por la adaptación semántica, mediante procesos de derivación o la incorporación de regionalismos. Igualmente, hay una gran cantidad de arcaísmos léxicos (eje: arveja – guisante, enojarse – enfadarse, cobija – manta, pararse – ponerse de pie85), marinerismos (eje: amarrar – atar, botar – echar) o indigenismos86 (eje: canoa, iguana, yuca, cóndor). Igualmente, se registran voces de nueva creación (eje: timbrar – llamar al timbre, chequear – verificar, papal – terreno sembrado de papas, balacear - tirotear87) que además del español pueden ser derivadas del léxico de diferente procedencia, en su mayoría inglés o las lenguas indígenas. 4.3.2. LÉXICO DE ORIGEN QUICHUA El contacto prolongado entre el español y el quichua en la sierra ecuatoriana y en la región de Quito ha efectuado la adaptación de muchas palabras de origen quichua al español de esta zona. Muchas de ellas no tienen su equivalente en español, por ejemplo minga (trabajo colectivo no pagado con fines de utilidad comunitaria), o pucón (hojas que envuelven la mazorca de maíz), pero también hay una gran cantidad de palabras que se pueden sustituir por una expresión española. Éstas en la mayoría de los casos forman parte de la comunicación coloquial, familiar o vulgar y el equivalente español es parte de la comunicación culta (eje: 85

Los ejemplos provienen de Palacios (2006b: 9, online).

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Los indigenismos que son de extensión panamericana en su mayoría forman parte del léxico

general. Además de éstos, cada modalidad se caracteriza por los indigenismos provenientes de las respectivas lenguas preincaicas existentes en cada zona. 87

Los ejemplos provienen de Palacios (2006b:9, online).

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mucha – beso, ruco – dormido). Según Toscano (1953: 32), «las voces quichuas que han penetrado definitivamente en el castellano del Ecuador son aquellas que designan plantas, cosas, instituciones, animales nuevos, con tal que no choquen con la índole del español». Los principales campos léxicos influidos por el léxico quichua son el ámbito familiar y los niños, lo que se debe al rol de las mujeres indias en las familias durante la Conquista y la Colonia88 (eje: amarcar – coger en brazos, guagua – bebé, hacer achis - estornudar, guambra – joven, ñaño – hermano), la agricultura y construcción (eje: chacra – sementera pequeña, papa – patata – así como la gran variedad de sus tipos, pingos – palos usados para cerrar un terreno), la cocina ecuatoriana (eje: mote – tipo de maíz, humita, locro, llapingachos, yaguarlocro y más platos ecuatorianos), el aspecto físico (eje: suco – rubio, tuco – fuerte) y en los nombres geográficos. Hay una gran cantidad de topónimos que han mantenido la forma quichua (eje: Guayllabamba, Yaguarcocha, Ingapirca), otros se han visto influidos por la morfología y fonética española (eje: Cajabamba - de Cajas-bamba, Latacunga – de Llacata-cunga) e igualmente existe una gran cantidad de palabras híbridas formadas con el componente quichua y español (eje: Chimbacalle, Verde-cocha, Limpio-pungu). Haboud y de la Vega (2008: 180) señalan que entre el léxico de origen quichua hay voces tan generalizadas que los hablantes ya no las relacionan con el quichua (eje: ñaño, mote, cancha – campo deportivo, choclo), otras que con el tiempo han evolucionado su significado (eje: morocho – en quichua es un tipo de maíz blanco, pero en la variedad quiteña se ha especificado su uso a leche con granos, por lo que es su preparación más común) e igualmente, sobre todo entre la población adulta, son frecuentes los calcos sintáctico-semánticos (eje: Me cogió la tarde – Se me hizo tarde, No me enseño aquí – No me acostumbro, Voy a parar la olla – Voy a alistar la olla89, Me van a hablar – Me van a regañar). Sin embargo, las autoras afirman que el uso del léxico quichua va disminuyendo. Entre los jóvenes se desconocen algunos vocablos cuyo uso era frecuente hace unas décadas y como una tendencia general se observa «un desplazamiento del kichwa a favor del inglés» 88

Puesto que los primeros inmigrantes eran solo hombres, las mujeres indias se convirtieron en sus

compañeras, criándoles a los hijos en quichua. Posteriormente, la mujer india ocupó un papel importante en las familias como niñera, pasando de esta forma una buena parte del léxico quichua a los niños de los patrones. 89

Los ejemplos son tomados de Haboud y de la Vega (2008: 180).

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(Haboud y de la Vega, 2008: 180). 4.3.3. LÉXICO DE ORIGEN INGLÉS Debido a la importancia política, económica y cultural de los Estados Unidos y su cercanía a los países hispanoamericanos, el español americano en general ha adaptado, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, un gran número de préstamos provenientes del inglés. Aunque este hecho ocurre con más intensidad en las regiones cercanas al territorio estadounidense, también las regiones más lejanas como el Ecuador presentan una gran cantidad de anglicismos. En el caso del español hablado en Quito hay préstamos que han sido incorporados por necesidad, ya que no existían sus equivalentes en el castellano. Inclusive, Haboud y de la Vega (2008: 181) señalan que aunque muchas veces existe la terminología en español, hay una preferencia general por las formas en inglés. Se trata sobre todo del léxico de computación u otras áreas técnicas o tecnológicas (eje: software, mouse, hard disk, chip, airbag). Sin embargo, existe una gran cantidad de anglicismos que se han incorporado al lenguaje cotidiano sin que existiera tal necesidad. Estos préstamos coexisten con las formas españolas (eje: password, offside, lunch) o las reemplazan (eje: show, jeans, basket90, fútbol). Asimismo, hay préstamos que han pasado al español en su forma original (eje: babyshower, boyscout, jeans) y otros que se han adaptado parcial o totalmente a la estructura del español (eje: chequear, fútbol, chance, man91, cliquear, flirtear, cachar, lonchera). Además existe una gran cantidad de calcos semánticos y sintácticos. Según Haboud y de la Vega (2008: 182): En Ecuador, la presencia de calcos del inglés (…) es una consecuencia natural de la presencia de dicha lengua en los medios de comunicación, así como en las traducciones al español que aparecen en programas

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Basket es la forma corta de basketball utilizada en el Ecuador.

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Haboud y de la Vega (2008: 181) señalan que la palabra man es uno de los préstamos de uso muy

frecuente que se ha adaptado completamente a la estructura morfosintáctica del español siendo la forma de singular – man - y la de plural – manes. Según las autoras (ídem), el término man se utiliza «en el castellano ecuatoriano en el sentido de persona, de modo que puede tener como referente a jóvenes y adultos, hombres y mujeres».

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internacionales televisados y que tienen una fuerte influencia del inglés tanto en el nivel fonético como en el morfosintáctico y semántico.

Las autoras (ídem) presentan los siguientes ejemplos: ¿Cómo te gustó la película?, Te amo mami (en vez de te quiero). Al contrario de España donde la forma diga/dígame es común para contestar el teléfono, en el Ecuador se dice aló o aló, buenos días/ tardes, lo que corresponde al saludo inglés hello. La influencia del inglés se puede observar también en la adaptación de las reglas ortográficas del inglés, como por ejemplo el uso de mayúsculas en todas las palabras en los títulos de obras artísticas o trabajos académicos. En cuanto a los campos semánticos que presentan mayor número de préstamos del inglés, como ya hemos visto destacan el deporte, la vida social, la tecnología y el área técnica, pero también se ha incrementado el uso del inglés en el ámbito comercial, lo que se puede observar en nombres de productos (eje: los productos light), centros comerciales (eje: Quicentro shopping, Mall el Jardín), así como en nombres de locales, agencias u organizaciones.

4.3.4. AFIJOS USADOS EN LA FORMACIÓN DE PALABRAS En el español quiteño son muy frecuentes las voces formadas a base de procesos de derivación, sobre todo mediante la derivación verbal o nominal. Los sufijos más frecuentes y más productivos para la creación de sustantivos son – ado/a92 (eje: barrida – acción de barrer, colada – una bebida, chirleada – acción de bofetear, hablada – reprimenda, lastimado – lastimadura, volcada – vuelco, noqueada – acción de noquear93), -ero/a (eje: arrocero – persona a la cual le encanta comer arroz, casero –vendedor al cual el cliente acude con frecuencia o parroquiano, concejero – concejal, chauchera – portamonedas), -ngo que aparece en voces de origen quichua (eje: cuscungo – un tipo de búho, llamingo – llama, añango – raquítico en relación con niños), -ón (eje: cachetón – carrilludo, pelón – que tiene mucho pelo, orejón – orejudo, bolón – una comida, raspón – rasguño) y azo (eje: canelazo – una bebida, suelazo – cuando alguien se da un golpe contra el 92

Algunas de las voces presentadas están presentes también en otras variedades hispanoamericanas.

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Los ejemplos en este capítulo provienen de Toscano (1953: 371-461).

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suelo, chirlazo - bofetada). Para la formación de adjetivos se utilizan sobre todo los sufijos –ado/a (eje: agringado – persona con costumbres o aspecto extranjero, achinado – persona que tiene rasgos de chino), - oso/a (eje: brilloso – brillante, carcoso – sucio, tartoso – tartajoso, labioso – que tiene labia) y –ón (alegrón – alegre, tristón – triste, olvidón – olvidadizo). El sufijo más productivo para formar aumentativos es –ote/a (eje: grandote, carota, mudote), inclusive, es muy frecuente la duplicación (eje: grandotote). En cuanto a la formación de diminutivos, se utilizan los sufijos -ito/a y –ecito/a. Sin embargo, existen ciertas diferencias con respecto a la norma. Las palabras monosílabas terminadas en vocal deben emplear el sufijo –ececito (eje: piececito), sin embargo, en el Ecuador se usa –cito (eje: piecito). Igualmente, los monosílabos terminados en consonante que se unen con el sufijo –ecito (eje: solecito, panecito, florecita) en el Ecuador tienen el sufijo –cito (eje: solcito, pancito, florcita). Las palabras bisílabas cuya primera sílaba contiene el diptongo ie,ei,ue emplean el sufijo –ito en vez de –ecito (eje: cieguito – cieguecito, reinita – reinecita, hierbita – hierbecita). Lo mismo ocurre con los bisílabos que tienen en la última sílaba el diptongo ia, io, ua (eje: lengüita – lengüecita). El sufijo –illo/a no se utiliza para formar diminutivos. Las palabras con este sufijo se han lexicalizado y ya no se siente su valor diminutivo original (eje: peinilla – peine de una fila de dientes, naranjilla – fruta, granadilla – fruta, frutilla – fresa). En cuanto a la formación verbal, Toscano (1953: 435) dice que: El español del Ecuador es muy rico en nuevas formaciones verbales. Conserva, por otra parte, formas arcaicas desaparecidas de la lengua general. En no pocos casos difiere del español peninsular moderno por el uso de los prefijos a-, -en [sic] o por alternancia de las terminaciones –ar, -ear.

La mayoría de las nuevas formaciones verbales pertenecen a la primera conjugación y terminan en –ar, -ear y pueden ser de origen tanto español como quichua o inglés (eje: acolitar – ayudar, chumarse – emborracharse, gerenciar – dirigir un negocio, malanocharse – trasnochar, botear – dar botes a una pelota).

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5. ESTUDIO SOBRE EL LÉXICO QUITEÑO Debido a la existencia de relativamente pocos datos sobre el léxico ecuatoriano y quiteño en comparación con la información acerca de las particularidades fonéticas y morfosintácticas del español quiteño, hemos decidido hacer una investigación sobre el uso de las expresiones percibidas por los mismos hablantes como propias de su modalidad. Aunque el léxico fue el principal objetivo de nuestra investigación, dedicamos también un espacio a dos rasgos morfosintácticos (dar + gerundio y la expresión irse a volver utilizada para expresar que alguien salió, pero regresará pronto), ya que los hablantes los sienten relacionados con el léxico94. El principal objetivo de nuestro estudio ha sido observar la frecuencia de uso de los ecuatorianismos, en qué situaciones comunicativas se emplean y qué diferencias existen en cuanto a su uso entre personas de diferente edad o entre hombres y mujeres. 5.1. ECUATORIANISMOS Antes de empezar a tratar el tema de los ecuatorianismos consideramos necesario primero especificar dicho término. Como ya hemos mencionado en los capítulos anteriores, en el espacio americano no se puede establecer una línea divisoria clara entre los dialectos, ya que las variedades se van transformando de forma gradual y en la mayoría de los casos la existencia de unos rasgos lingüísticos traspasa las fronteras políticas. Por lo tanto, es difícil establecer cuáles rasgos son característicos de una región y cuáles de otra. Esta problemática resalta aun más al nivel léxico, ya que éste es el más abierto a las influencias y los cambios. Además, hoy en día la interconexión entre los países hispanohablantes reforzada por los medios de comunicación facilita aun más el intercambio léxico. Por lo tanto, a la hora de hablar del léxico típico de un país o de una región creemos imprescindible tomar en cuenta sobre todo la percepción de los mismos hablantes acerca de las expresiones que sienten como identificadoras y típicas de su variedad, sin tomar en cuenta si éstas existen también en otras modalidades o no.

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Tanto dar+gerundio como irse a volver están presentes en las enumeraciones de ecuatorianismos

elaboradas por los hablantes ecuatorianos.

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En consecuencia con lo mencionado, con el término ecuatorianismos nos referimos al léxico que los hablantes sienten como característico de su forma de hablar y propio del español ecuatoriano, aunque algunas de las expresiones existen también en otros países. Sin embargo, como ya hemos visto anteriormente, las diferentes regiones del Ecuador presentan diferencias lingüísticas entre sí, lo mismo que ocurre también con los ecuatorianismos. Las diferencias más grandes las podemos observar nuevamente entre los ecuatorianismos presentes en el habla serrana y en la costeña, pero también entre la sierra norte-central y la del sur, especialmente la provincia de Loja. Puesto que el presente trabajo se centra en el español hablado en Quito, vamos a presentar los ecuatorianismos utilizados en la modalidad quiteña. Entre los ecuatorianismos quiteños podemos encontrar palabras de diferente origen; existe una gran cantidad de expresiones de origen quichua, anglicismos, arcaísmos de origen peninsular, léxico patrimonial así como palabras de nueva formación. A continuación presentamos una lista de los ecuatorianismos más frecuentes en el habla quiteña95, que elaboramos basándonos en los diccionarios de ecuatorianismos disponibles en el internet elaborados por hablantes ecuatorianos y mediante la consulta con hablantes quiteños que ha sido posible gracias a nuestros contactos personales en la ciudad. Cada expresión primero contiene el significado señalado y usado por los hablantes quiteños y luego la confrontación con el Diccionario de americanismos (DA) de la Asociación de Academias de la Lengua Española. El propósito de esta confrontación ha sido averiguar si las expresiones constan en dicho diccionario para el Ecuador y con qué significados. En el caso de que los datos obtenidos de los hablantes quiteños y los del Diccionario no presenten ninguna diferencia, la explicación de la expresión contiene solamente la información proporcionada por los hablantes. Achachay – interj. que expresa que hace frío; eje: «Achachay, ¡qué frío que hace!»96 El DA señala su uso con este significado también para Perú y el suroeste de 95

La lista de los ecuatorianismos incluye las expresiones usadas en la encuesta, por lo tanto, en el

momento de tratar el cuestionario y las respuestas obtenidas no se darán explicaciones acerca del significado, a no ser que se trate de palabras que no constan en dicha lista. 96

Todos los ejemplos de esta sección fueron consultados con hablantes quiteños o tomados de

conversaciones entre dichos hablantes.

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Colombia. Acolitar – v. acompañar, ayudar; eje: «Mañana tengo el examen de química, tú eres bueno en eso, ¿me puedes acolitar?»; «Acolítame al banco». El DA señala solamente el uso en el sentido de ayudar (también en Colombia), sin mencionar el significado de acompañar (DA: 30). A full – 1. adj. referido a cosa lleno (según el DA, también en Perú, Bolivia, Argentina y Uruguay); eje: «-¿Quieres un poco más de sopa? -Me gustaría, pero estoy a full.» 2. adj. referido a persona ocupado, atareado (según el DA, también en Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay); eje: «Hoy no puedo, estoy a full con los deberes.» Alhaja – 1. adj. referido a persona simpático, de buena apariencia (según el DA, también en Bolivia); eje: «Oye, que alhaja está tu prima. ¿Me la presentas?» 2. adj. referido a cosa bonito, agradable; eje: «-¿Dónde te compraste esos aretes? – ¿Te gustan? -Sí, están alhajas.» Amarcar - v. tomar en brazos; eje: «-Ya no avanzo, mami. -Ven hijito, te amarco.» El DA señala el uso de amarcar solamente para el Ecuador. Además del significado ya dicho afirma otros dos: «sentar una persona a alguien en el regazo» y «ser padrino o madrina de bautismo» (DA: 99). Aniñado – 1. m./f. persona adinerada o que pretende serlo, equivale a la expresión española pijo; eje: «¿Qué se cree ese tipo? A veces no saluda. – No le hagas caso, es hecho el aniñado.» 2. m./f. referido a cosa ostentoso, de buena apariencia; eje: «Ese carro está aniñado.» Arrarray – interj. que se utiliza cuando uno se quema; eje: «¡Arrarray! La sopa está calientísima.» En este caso el DA difiere totalmente del significado afirmado por los hablantes quiteños97. Según el DA, arrarray tiene el mismo significado que achachay. Bacán/o – adj. que se utiliza para expresar que algo es muy bueno o divertido, se usa también con personas; eje: «-¿Qué tal estuvo la fiesta? –De lo que te perdiste, estuvo todo bacán.» 97

Véase los resultados de la encuesta, capítulo 5.4.

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El DA afirma el uso con dicho significado también para Cuba, Perú y Chile. Barajarse – v. irse, marcharse; eje: «El asunto se complicó, cuanto antes hay que barajarnos de aquí.» El DA especifica el empleo del verbo: 1. Irse o marcharse para evitar una situación complicada o incómoda (como en el ejemplo presentado), con este significado lo documenta también en Cuba, República Dominicana y Perú; 2. «marcharse alguien inesperadamente de un lugar» (DA: 215). Batracio – m. persona que causa lástima, desagradable o con mala intención; eje: «No te fíes de ese man, es un batracio que sólo busca hacer daño.» El DA señala el uso de la palabra solamente para el Ecuador, pero menciona solo el significado de persona con mala intención. Biela – f. cerveza; eje: «Después del trabajo ¿quién se apunta a unas bielas?» El DA afirma su uso también en El Salvador y Bolivia. Bola – 1. loc.adv. la bola – mucho; eje: «Había la bola de gente.» 2. Parar bola – prestar atención, hacer caso (según el DA, también en Honduras,

Nicaragua,

Panamá,

República

Dominicana,

Colombia,

Venezuela y El Salvador); eje: «David, no estés triste si Daniela no te para bola.» Bronca – 1. f. pelea, eje: «Andrés, deja las cosas como están, ya no busques bronca.» 2. f. sentimiento de enojo contra alguien; eje: «Desde que gané el ascenso siento que mi compañero me tiene bronca.» El DA no menciona el significado de pelea, sino solamente «sentimiento de ira o enfado de una persona contra alguien»; con este significado se usa en toda Sudamérica. Brother – m. amigo, hermano; eje: «¿Cómo te va mi brother? ¿Cuándo te asomas para pegarnos unas bielas?» El DA señala para el Ecuador la forma bróder y su uso documenta al nivel panamericano. Cachar – v. entender (según el DA también en otros países); eje: «Para armar el nuevo mueble que te has comprado tienes que cachar cada uno de los pasos a seguir.» El DA señala también los siguientes significados, todos confirmados por los hablantes quiteños: 1. «Sorprender a alguien haciendo algo indebido» 82

(extendido al nivel panamericano), 2. «Agarrar cualquier objeto que una persona arroja por el aire a otra» (también en varios países latinoamericanos), 3. «En algunos juegos, agarrar al vuelo una pelota» (también en México, El Salvador y Puerto Rico) y 4. «Descubrir a alguien infragranti» (también en México, Rep. Dominicana, Uruguay, Puerto Rico y El Salvador) (DA: 330). Cacho – m. chiste; eje: «La reunión está un poco fría, Manuel, ¿qué te parece si rompemos el hielo con un cachito?» Además el DA registra los significados como 1. Cuerno de animal (en gran parte de América), 2. Un tipo de pan y 3. «Cubilete para tirar los dados» (DA: 337). Los primeros dos fueron confirmados por los hablantes quiteños. Caleta – f. casa; eje: «Después del trabajo voy directito a mi caleta.» Camarón - m./f. «Conductor inexperto» (DRAE, online); eje: «-¿Que le pasó al Mateo? -Dicen que se chocó por camarón.» Camello – m. trabajo (v. camellar); eje: «Necesito más plata, tengo que buscar otro camello.» El DA registra este significado también en México, El Salvador, Cuba y Colombia. Además, documenta otros dos usos para el Ecuador: 1. «Actividad que realiza habitualmente una persona para ganarse la vida» y 2. «Sitio donde desempeña su trabajo habitualmente una persona» (DA: 376). Los dos significados han sido confirmados por los hablantes quiteños. Cana – f. prisión; eje: «El político acusado de robo está en cana pagando su delito.» El DA registra su uso en gran parte de Latinoamérica. Canguil – m. palomitas de maíz; eje: «Para la película de hoy, ¿qué te parece si nos preparamos un buen canguil?» Según el DA, además de lo mencionado se refiere a la «variedad de maíz de grano pequeño y muy duro, especial para hacer palomitas» (DA: 391). Carishina – 1. f. referido a persona, generalmente una mujer, que no sabe hacer los trabajos domésticos; eje: «Qué bien te queda la sopa de fideo, aunque dicen que es sopa de carishina.» 2. adj. vago, eje: «La carishina de mi sobrina no quiere ni limpiar su cuarto.» En el DA aparece solamente con el primer significado. 83

Ceja (echar una ~) – loc. verb. dormir; eje: «Ayer estudié toda la noche. Hoy después del examen voy a echar una cejita reponedora.» Changar – v. abrazar con las piernas; eje: «Cuando era chiquito le gustaba dormir changado con el ñaño.» El DA registra otro significado de uso rural – montar un animal desconocido entre los hablantes quiteños. Chapa – 1. m. policía; eje: «Cuando los guambras intentaron cerrar las vías en señal de protesta, un grupo de chapas intervino y los reprimió.» 2. m. chapa acostado – rompe-velocidades; eje: «¡Cuidado, baja la velocidad! Adelante hay un chapa acostado.» 3. f. cerradura de una puerta (el DA documenta este significado para la mayoría de los países latinoamericanos) Chaquiñán –m. sendero; eje: «La cancha del futbol está justo bajando el chaquiñán.» Chimbo – adj. referido a cosa de mala calidad o falsa (según el DA también en Colombia); eje: «Esos zapatos que me compré han sido chimbos. A las dos semanas se me destaparon.» El DA además de estos usos registra también el siguiente uso: «Referido a un cheque, que no tiene fondos» (DA: 529). Chiro – adj. sin dinero; eje: «A mí no me pidas dinero hermano que ando chiro.» Además de lo mencionado, el DA registra para el Ecuador también el siguiente significado: «En la tradición popular, monstruo que rapta mujeres y se las lleva a los montes» (DA: 548). Chiva – 1. f. autobús abierto usado sobre todo en las Fiestas de Quito, donde hay música y la gente se divierte; eje: «Qué bien, ya las Fiestas de Quito, este año nos alquilamos una chivita para la farra.» 2. mujer o niña inquieta; eje: «¡Cuídale a la pequeña que no se caiga! Ya está haciendo alguna travesura, parece una chivita.» El DA registra solamente el primer significado. Además, señala el uso de chiva con el significado de bicicleta para el Ecuador y Uruguay, lo que ha sido confirmado por los hablantes quiteños. Chévere – 1. adj. referido a cosa, divertido, interesante, pleno; eje: «Este año pasé las vacaciones más chéveres de mi vida.» 2. adj. referido a persona, simpático, agradable; eje: «¿Le conoces a la Naty? 84

Es chévere.» 3. adv. bien, eje: «Qué chévere, mañana por fin nos vamos de vacaciones.» 4. ¡chévere! – inter. que expresa aprobación. 5. ¡qué chévere! - interj. que expresa agrado, admiración. Las primeras dos acepciones registra el DA aparte del Ecuador también para más países como Nicaragua, Puerto Rico, Venezuela, Panamá, etc. El uso como adverbio no consta para el Ecuador, sino solamente para Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia y como interjección para Colombia, Puerto Rico, Venezuela y Perú. Chequear – v. controlar, verificar; eje: «Mi amor, no encuentro mis llaves, ¿puedes chequear si están en la mesa?» Además, el DA registra también el significado de «entregar un pasajero su equipaje en el aeropuerto para que sea llevado hasta su destino» (DA: 508), uso confirmado por los hablantes. Chompa – f. chaqueta, cazadora; eje: «Este fin de semana me voy al Cotopaxi, me voy a llevar una buena chompa para aguantar el pacheco.» El DA registra también otro significado: «prenda de vestir usada como abrigo, hecha de punto, cerrada y con mangas largas, que cubre desde el cuello hasta la cintura o la cadera» (DA: 562), (también en Perú, Bolivia, Paraguay y Uruguay). Sin embargo, los hablantes quiteños no han confirmado este uso. Choro – m. ladrón; eje: «Cuidado, ese tipo mucho nos mira, me parece que es choro.» El DA documenta su uso también en Venezuela, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Chuchaquí – m. resaca; eje: «Después de la fiesta tengo un chuchaquí que ni te cuento.» El DA además trae el siguiente significado: «estado depresivo que experimenta alguien embriagado» (DA: 571). Chulla – 1. m. chulla quiteño - hombre procedente de Quito, pícaro, elegante de vestir y hablador; eje: «Según como habla se nota que tu primo es chullita.» 2. adj. con ropa par se utiliza para indicar la presencia de un solo elemento (según el DA también en Bolivia y Argentina), eje: «Mira los niños me han dejado chulla zapato. A ver donde esconderían el otro.» El DA además documenta los siguientes significados: 1. «Solo, único, que 85

no forma pareja o conjunto con otros de su clase» (también en Perú y suroeste de Colombia); 2. «Relativo al equipo de fútbol Deportivo Quito»; 3. «Referido a mujer, que accede con facilidad a los requerimientos sexuales de los hombres»; 4. «Relativo a Quito» (DA: 576). Los hablantes quiteños han confirmado estos usos. Chumado – adj. borracho; eje: «Mira ese señor, está tan chumado que no se puede ni parar.» Según el DA, también en Colombia, Bolivia y oeste y noroeste de Argentina. Chupar – 1. v. tomar alcohol; eje: «Mañana es el cumpleaños de mi ñaño, hay que invitarle a chupar.» (Según el DA, es de extensión panamericana). 2. al jugar los naipes, coger una carta del montón; eje: «-¿A quién le toca chupar? –Te toca a ti, ves que no estás concentrado, el Lucho ya jugó.» El DA señala otros dos significados: 1. «Emborracharse» (también en Bolivia, Argentina y Uruguay); 2. «Volverse enjuta una persona por edad o enfermedad» (DA: 582). Los dos han sido confirmados por los hablantes quiteños. Cojudo – 1. adj. tonto; eje: «No seas cojudo, es evidente que estás haciendo todo mal.» 2. m. persona a la que es fácil de engañar; eje: «Le vieron la cara de cojudo.» El DA documenta solamente el primer significado (también en Perú y Argentina) Cranear – v. pensar (también profundamente), inventar; eje: «Déjame cranear…Ya lo tengo, vamos mañana.» El DA trae para el Ecuador solamente el significado de pensar profundamente o «realizar un esfuerzo mental extraordinario» (DA: 688) que se usa también en muchos otros países latinoamericanos. En el sentido de inventar lo documenta solamente para Nicaragua, Perú, Paraguay, Bolivia y Chile. Elevado – adj. distraído; eje: «¡No estés elevado, pon atención! Después no sabes cómo presentar el trabajo.» Según el DA, también en Colombia y noroeste de Argentina. Esfero – m. bolígrafo; eje: «Presta un esfero para anotar la dirección.» 86

Según el DA, también en Colombia. Gana (de ~) - loc. adv. «sin motivo, por mero capricho» (DRAE, online); eje: «De gana me pides que busque tus llaves si las tienes en tus manos.» Gato – m./f. persona de ojos claros; eje: «Mi hijito me ha salido gato. Tiene los ojos claros como el abuelo.» Con el significado ecuatoriano no consta en el DA. Guagua – 1. m./f. bebé (según el DA también en suroeste de Colombia, Perú, Chile y oeste y noroeste de Argentina); eje: «Anda a verle al guagua, está llorando.» 2. hijo; eje: «Hoy tengo que salir temprano del trabajo. Tengo una reunión de mi guagua en la escuela.» Además, el DA trae para el Ecuador los siguientes significados: 1. «Niño de corta edad» (también en Bolivia y Chile); 2. «Animal de corta edad y cría» (también en Chile), (DA: 1071). Guambra – 1. m./f/ joven, chico (el DA registra este significado también en suroeste de Colombia); eje: «Ve, este guambra malcriado.» 2. adj. joven; eje: «Cuando era guambra muchas cosas eran diferentes.» El uso como adjetivo no consta en el DA. Guaro – m. alcohol (según el DA también en Colombia, Panamá y Costa Rica); eje: «Para la reunión de hoy, ¿qué será bueno llevar? Llevemos un guarito para calentar la garganta.» El DA señala también el siguiente significado: «aguardiente elaborado con el jugo de la caña de azúcar» que existe en varios países latinoamericanos (DA: 1088), lo que ha sido confirmado por los hablantes quiteños. Guata – 1. f. barriga (el DA registra el uso también en Chile, Perú, Bolivia y algunas partes de Argentina); eje: «Esa chica no se cuida con la comida, está que se le salen las guatas.» 2. f. un plato ecuatoriano En el DA además consta para el Ecuador con el significado de «panza de res» (DA: 1091). Jaba – 1. f. recipiente de plástico generalmente para cervezas 2. f. equivale a doce cervezas, cantidad que entra en el recipiente; eje: «El Luchito dijo que después del partido se va a poner las bielas. Ese man es chévere, yo también le voy a poner una jabita.» 87

La definición en el DA es «cajón acondicionado para transportar botellas, piezas de loza u otros objetos frágiles» (DA: 1199). Este uso es documentado en el DA también para Guatemala, República Dominicana, Perú, Bolivia y el este de Venezuela. Jama – f. comida (v. jamar); eje: «Ya que me has ayudado, hoy yo invito a la jama.» La definición del DA para el Ecuador es «alimento, en especial sólido» (DA: 1207) y con este significado se registra también en El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Cuba, Venezuela y Perú. Lamparoso – adj. dicho de una persona que finge ser algo que no es; eje: «No le pares bola a ese man, es un lamparoso. Hace alarde de lo que no tiene.» Llucho – 1. adj. desnudo; eje: «Al Pedro lo asaltaron y lo dejaron llucho.» 2. adj. sin dinero; eje: «A mí no me pidas plata, ando llucho.» El DA registra la palabra solamente con el primer significado. Man – m./f. tipo, persona (documentado con este significado en el DA también para Guatemala, Honduras, Panamá y El Salvador); eje: «¿Qué fue? ¿Hablaste con el man?» Mono – m./f. persona proveniente de la Costa; eje: «Tengo dos primos monos, este año nos visitarán.» Mucha – f. beso (v. muchar); eje: «Me gusta cuando mi hijita me da una muchita.» Mushpa – adj. tonto; eje: «No seas mushpa, aquí no se copia, tienes que estudiar.» En el DA se documenta como muspa. Nanay – interj. nada, no hay; eje: «-¿Mamá hay comida? –Uh…nanay.» El DA no registra el uso ecuatoriano. La expresión aparece solamente para Perú como una interjección que «expresa dolor, malestar o daño sufrido» (DA: 1492). Norio – m. estudioso, nerd; eje: «Siéntate atrás de ese man, si te falta alguna respuesta el man te acolita, es norio.» Ñaño – 1. m./f. hermano; eje: «Tengo que esperarle a mi ñaño.» 2. m./f. amigo; eje: «Hola ñañita, ¿cómo estás?» El DA documenta el significado de hermano solamente para Perú y noroeste de Argentina. Ñeque – m. fuerza, esfuerzo, tesón, valor; eje: «El entrenador dijo que si todos le ponemos ñeque seguro que ganamos el campeonato.» 88

En el DA consta para el Ecuador solamente el significado de valor. Los demás significados están señalados para otros países como Perú, Nicaragua, Bolivia o Chile. Oreja (irse de ~) – loc. v. caerse; eje: «Mira bien lo que haces, no vaya a ser que des un mal paso y te vayas de oreja.» Esta expresión no consta en el DA. Pacheco – m./adv. frío (el DA registra su uso también en Costa Rica, Venezuela y El Salvador); eje: «Abrigaráste, a esas horas ya hace pacheco.» Pana – m. amigo; eje: «Hoy no puedo, pana, mejor otro día.» Según el DA, se registra también en la mayoría de los países centroamericanos. Pelado/a – 1. m./f. novio/a (según el DA también en Bolivia); eje: «-¿Dónde está Iván? –Como siempre, con la pelada.» 2. m. muchacho, joven (según el DA también en Colombia y este de Bolivia); eje: «¡Mira, qué bien que juega! ¿De dónde salió ese pelado?» Pelucón – m. persona adinerada o que pretende serlo, equivale a la expresión española pijo (el DA registra este uso también en Uruguay); eje: «Todos esos asambleístas son unos pelucones, llegan al poder y se olvidan del pueblo.» Pilas – 1. adj. listo (según el DA, también en Guatemala, Perú y Venezuela); eje: «Seguro te irá bien, vos eres pilas.» 2. v. ponerse las pilas – «A ver si te pones las pilas y terminamos esto por fin.» 3. ¡pilas! – intej. atención, ojo (el DA registra este uso también en Guatemala, Honduras y Colombia). Pluto – adj. borracho; eje: «Arturo se fue de fiesta con sus panas, cuentan que terminó con su pelada y que a las dos horas estuvo pluto.» Polla – f. «papel pequeño con fórmulas u otros apuntes que se lleva oculto para usarlo disimuladamente en los exámenes» (DRAE); eje: «¿Estudiaste para el examen? No viejo, pero me hice unas buenas pollas.» En el DA no consta el significado documentado por el DRAE y señalado por los hablantes quiteños. Al contrario, aparecen dos significados totalmente diferentes: «apuesta, particularmente la que se hace en carreras de caballos» y «apuesta que pronostica los resultados de los partidos de futbol de una 89

jornada» (DA: 1743), los dos desconocidos entre los hablantes quiteños. Pupo – m. ombligo; eje: «Mi hijita a cada rato se mira el pupo.» Según el DA, con el significado de ombligo se utiliza también en Perú, Bolivia, Argentina y en el norte de Chile. Además, el DA trae otra acepción solo para el Ecuador – zapatos para jugar fútbol. Como nos han confirmado los hablantes quiteños, en este sentido se suele utilizar en plural (pupos); eje: «Para el próximo campeonato de fútbol necesito comprarme un nuevo par de pupos.» Ruco –1. adj. viejo; eje: «Hazle caso al ruco, está viejo pero tiene la bola de experiencia.» 2. adj. dormido (v. ruquear); eje: «Se quedó ruco, estaba cansadaso.» El DA señala para el Ecuador solamente la segunda acepción (dormido). Sabido – m./f. persona que quiere pasarse de lista (también en Panamá, Perú y oeste de Bolivia); eje: «Ojo con el Arturo, es sabido. Seguro tiene alguna artimaña entre manos.» Además, el DA registra el significado de persona a la «que le gusta hacer cosas divertidas y romper las reglas, pero sin preocuparse por el daño que pueda causar a las demás» (DA: 1900). Salado – adj. que tiene mala suerte; eje: «-Como te comento, últimamente todo me sale mal. Ahora por último me he quedado sin trabajo. –Hermano, andas salado, deberías hacerte una limpia.» El DA documenta este significado al nivel panamericano. Sapo – 1. m./f. y adj. delator, soplón (según el DA, también en Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Chile, Colombia y Panamá); eje: «Hay que tener cuidado, las paredes tienen oídos, no faltará algún sapo que estará escuchando.» 2. m./f. y adj. persona aprovechada, astuta que hace trampas para conseguir beneficios para sí misma (según el DA, también en Perú y Bolivia); eje: «Oye, ¿qué te pasa?, ¡no seas sapo! Me estás dando menos de lo que acordamos.» Simón – adv. sí, por supuesto; eje: «-¿Nos vamos este finde a la playa? -Simón viejo.» Según el DA, se registra con el mismo significado también en México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Bolivia. Shigra – f. bolsa hecha de lana; eje: «La próxima semana me visita una amiga 90

europea, pienso regalarle una bonita shigra.» El DA la documenta solo para Perú. Taita – m. papá; eje: «Ey, Manuel, ¿está tu taita en casa?» El DA registra también otros significados: Dios, padres (en plural), de uso rural – cura y persona respetable de edad avanzada. Sin embargo, ninguno de estos usos ha sido señalado por los hablantes quiteños como común. Tocte – m. cabeza; eje: «Hoy no jugará. Está todavía golpeado desde el último partido que le dieron en el tocte.» En el DA no consta este significado. El diccionario registra tocte con el significado de nogal (también su fruto o su madera) que se usa también en Perú. Toparse – encontrarse, reunirse; eje: «¿Dónde nos topamos?» El DA trae para el Ecuador los siguientes significados: 1. «Poner a pelear 2 gallos como ensayo», 2. «Tomar prestado algo», 3. «Hacerse dueño de algo que pertenece a otra persona», 4. «Citarse» (DA: 2072). Los hablantes quiteños señalaron solamente el uso con el sentido de encontrarse, sin conocer los demás documentados en el DA. Trago – m. alcohol; eje: «¡Que frío que hace! Sería bueno un traguito para entrar en calor.» (Según el DA, de extensión panamericana). Tuco – adj. fuerte, musculoso, robusto; eje: «Se nota que Claudio va al gimnasio, cinco meses y ese man ya está tuco.» Vivo – adj. astuto, hábil, también en el sentido negativo; eje: «Mariano, no te hagas el vivo, sabes muy bien que cada uno debe pagar su cuenta.» Con el significado usado en el Ecuador no consta en el DA. 5.2. METODOLOGÍA Para el estudio de los ecuatorianismos presentes en el habla quiteña optamos por la forma de encuesta realizada personalmente en la ciudad de Quito en julio del 2012. La encuesta fue dirigida a los hablantes pertenecientes a la clase media a los que dividimos en tres grupos según la edad. El primer grupo está formado por personas de hasta 25 años, siendo el más joven un encuestado de 14 años; el segundo grupo lo constituyen personas entre 25 y 45 años; y el último grupo abarca personas mayores de 45 años donde el encuestado de mayor edad tiene 80 años. En 91

total respondieron 150 personas: 87 hombres (es decir, el 58% de los encuestados) y 63 mujeres (equivalente a 42% de los encuestados). Cada grupo cuenta con 50 personas; en el primer grupo (hasta 25 años) respondieron 30 hombres (60%) y 20 mujeres (40%), igualmente en el segundo grupo (entre 25-45 años), y en el tercer grupo (más de 45 años) contamos con respuestas de 27 hombres (54%) y 23 mujeres (46%). La encuesta fue anónima, sin embargo, se pidieron datos necesarios para la formación del perfil sociolingüístico de cada grupo como edad, sexo, educación y ocupación. Basándonos en la información obtenida podemos afirmar que los encuestados del primer grupo (hasta 25 años) son estudiantes de colegios o universidades y el segundo grupo (25-45) está formado por estudiantes universitarios y personas con educación superior. En cuanto al último grupo (más de 45 años), la situación es más compleja; la mayoría de los encuestados tienen educación secundaria o superior, pero hay 7 personas que han obtenido solamente educación básica. Para la elección de los ecuatorianismos contenidos en el cuestionario partimos de la lista presentada anteriormente, enfocándonos sobre todo en las expresiones que tienen sus equivalentes en el español general para poder observar la frecuencia de uso de los ecuatorianismos, así como las situaciones comunicativas en las que se emplean. 5.3. CUESTIONARIO El cuestionario elaborado para la encuesta consta de seis partes98. La primera parte ofrece doce parejas de palabras, cada pareja contiene una expresión del español general y su equivalente en la variedad quiteña. Se les pidió a los encuestados que eligieran de cada pareja la expresión que prefieren usar. En la segunda parte les presentamos a los encuestados una lista de catorce expresiones con las que tenían que poner en qué ambiente sociolingüístico las suelen emplear. Se les ofrecieron las siguientes opciones: entre amigos, en familia, entre compañeros (de trabajo, escuela, universidad, etc.) y el habla normal o formal 99. En la tercera parte los encuestados tenían que elegir de varias palabras sinonímicas a la 98

Todo el cuestionario está incluido en los anexos del presente trabajo.

99

Como habla normal o formal entendemos varios tipos de situaciones comunicativas en diferentes

ambientes que los mencionados, donde prevalece el tono más neutral, oficial o formal. El término habla normal o formal elegimos para facilitar la comprensión de los hablantes.

92

que más usan. La cuarta parte del cuestionario ha sido la única donde no se les pidió a los encuestados que eligieran entre varias opciones, sino que contestaran a preguntas concretas, lo que les dio mayor libertad a la hora de responder y nos permitió una mayor personalización de las respuestas obtenidas. La parte cinco consta de 17 ecuatorianismos con los cuales los encuestados tenían que poner con qué frecuencia los usan, si a menudo, a veces, poco o nunca. Como ya hemos mencionado, en la última parte del cuestionario incluimos además del léxico también dos rasgos morfosintácticos (dar + gerundio, irse a volver) de la forma que ofrecemos cinco parejas de expresiones, siempre una presente en la variedad quiteña y la otra usada en el español general. Los encuestados tenían que señalar cuál de las dos opciones prefieren utilizar. 5.4. RESULTADOS Antes de pasar a los resultados de cada parte del cuestionario, consideramos necesario señalar que a la hora de realizar la encuesta nos encontramos en muchos casos, sobre todo en personas adultas, con la actitud de que "hay que hablar bien". Aunque varias veces acentuamos la importancia de basar las respuestas en el uso real de las expresiones, los encuestados en muchos casos sentían las expresiones del español general como las "correctas", que según la norma lingüística se deberían usar, mientras que a los ecuatorianismos los percibían como variantes de uso incorrecto. Por lo tanto, creemos que el uso real de los ecuatorianismos, sobre todo en cuanto a la frecuencia del uso, puede diferir un poco de los datos obtenidos mediante la encuesta. 5.4.1. PARTE UNO Como ya hemos dicho, en la primera parte del cuestionario los encuestados tenían que elegir de cada pareja de sinónimos si prefieren usar el ecuatorianismo o la expresión del español general. A continuación presentamos los resultados, en porcentajes, obtenidos en los tres grupos100.

100

Todos los datos obtenidos en la encuesta se presentan en porcentajes.

93

Pacheco

20

Frío

80

Ñaño

59

Hermano

41

Beso

79

Mucha

21

Chiste

52

Cacho

48

Pupo

43

Ombligo

57

Policía

50

Chapa

50

Ruco

21

Dormido

79

Acolitar

57

Ayudar

42

Resaca

10

Chuchaquí 90

Entender 47

Cachar

53

A full

60

Lleno

40

Bebé

61

Guagua

39

Como podemos observar, no existe una prevaleciente inclinación ni a los ecuatorianismos ni a las expresiones del español general. El único caso en el que podemos constatar que la forma española prácticamente no se usa es en la pareja chuchaquí-resaca, donde el 90% de los encuestados señalaron como la forma preferente la palabra quichua chuchaquí. En los demás casos podemos observar que las formas ecuatorianas que se prefieren son: ñaño, acolitar, cachar y a full. En las parejas chiste-cacho, policía-chapa vemos que las dos formas se utilizan prácticamente con la misma frecuencia. Al contrario, en las parejas donde el ecuatorianismo es de origen quichua (mucha, pupo, ruco, guagua) se prefieren las formas españolas, lo que concuerda con los datos de Haboud y de la Vega (2008: 179-180) sobre la disminución del uso del léxico quichua y cierto grado de estigmatización que sufre este léxico entre la población monolingüe. En cuanto a la diferencia entre hombres y mujeres, podemos afirmar que algunas expresiones están más relacionadas con un sexo que con el otro. Según los datos obtenidos, los hombres se inclinan más al uso de los ecuatorianismos, lo que podemos observar sobre todo en las palabras que en los resultados totales presentan datos parecidos, como chapa-policía, cacho-chiste, acolitar-ayudar. En estos casos los hombres usan más cacho, chapa y acolitar, mientras que las mujeres prefieren policía, chiste y ayudar. Igualmente, podemos afirmar que existen ciertas diferencias según la edad. 94

En el grupo de hasta 25 años hemos observado mayor frecuencia en el uso del léxico de origen quichua. De las parejas de palabras chapa-policía, pupo-ombligo prevalece en los dos sexos chapa y pupo. Aunque se sigue prefiriendo bebé, al contrario de los datos totales este grupo presenta mayor uso de guagua (las dos palabras presentan datos casi iguales). Entre hombres observamos también mayor uso de la palabra quichua ruco, que presenta casi los mismos números que dormido, y la prevalencia de la palabra guagua. Igualmente, en el grupo de 25 a 45 años se observa entre los dos sexos mayor inclinación al uso de las expresiones pupo (en vez de ombligo) y chapa (en vez de policía). Al contrario, en el último grupo (más de 45 años) ligeramente prevalecen las palabras del español general hermano, chiste, ombligo, policía, ayudar y entender. Sin embargo, hay que mencionar que en este grupo se registra un mayor empleo de la palabra guagua que se acerca en la frecuencia de uso a la palabra bebé; inclusive, entre las mujeres las dos expresiones presentan números iguales. Basándonos en los datos obtenidos en la primera parte de la encuesta, podemos constatar que el léxico de origen quichua es más empleado por la población joven, especialmente por los hombres, mientras que la población adulta mayor de 45 años lo evita más. Por lo tanto, podemos confirmar cierta estigmatización de esta parte del léxico y su carácter coloquial, por lo que está más presente en el habla de los jóvenes, especialmente hombres. Un caso especial es la palabra quichua guagua, cuyo uso se da más entre los hombres y los adultos. En el grupo de más de 45 años su uso alcanza los mismos valores que la palabra bebé. Al contrario en el grupo de 25 a 45 años hay una clara preferencia por bebé, lo mismo que ocurre entre las mujeres hasta 25 años. 5.4.2. PARTE DOS En la segunda parte de las encuesta nos centramos en 15 ecuatorianismos y en su uso en determinados ambientes sociolingüísticos. Los datos obtenidos los presentamos en la siguiente tabla:

95

Entre En amigos familia

Entre compañeros Habla normal (de trabajo, escuela, o formal etc.)

Acolitar Amarcar Bronca Cachar Camello Cana Changar Chapa Chequear Choro Guagua Ñeque Parar bola

79 27 72 78 56 52 38 81 65 81 43 50 83

27 80 14 31 19 19 77 31 37 29 68 32 38

37 22 38 34 45 23 21 43 49 41 25 33 35

13 17 9 13 13 9 9 19 34 16 15 10 16

Pelado

69

23

31

15

Según los resultados, podemos afirmar que los ecuatorianismos se emplean sobre todo en la comunicación entre amigos, ya que la mayoría de las expresiones presentan porcentajes más altos en este ambiente que en los demás. En la mayoría de los casos el segundo ambiente que presenta mayor frecuencia de uso es entre compañeros. Por este lado destaca la palabra camello que presenta porcentajes muy parecidos en la comunicación entre amigos (56%) y compañeros (45%) y al mismo tiempo mucho más altos que en el ambiente familiar (19%) o habla normal (13%). Solamente tres expresiones difieren de lo mencionado – amarcar, changar y guagua – que se utilizan sobre todo en el ambiente familiar. Como podemos observar, pocos hablantes marcaron las expresiones en la tabla como parte del habla normal o formal, aunque en ningún caso se dio que una expresión falte de forma absoluta en dicho ambiente. Sin embargo, la única expresión que podríamos señalar como más frecuente en el habla normal o formal es chequear, que fue marcada por más de 20% de los hablantes. Asimismo, esta expresión es la única que presenta porcentajes relativamente altos en todos los ambientes, aunque el uso prevaleciente sigue siendo entre amigos. En cuanto a las diferencias entre los hombres y las mujeres, podemos constatar que ambos sexos presentan la mayor frecuencia de uso de los 96

ecuatorianismos en la comunicación entre amigos, sin embargo, en los demás ambientes los datos difieren. Las mujeres además de con amigos emplean los ecuatorianismos frecuentemente en el ambiente familiar, mientras que entre compañeros su uso disminuye. Al contrario, los hombres presentan usos frecuentes en la comunicación con compañeros, pero en el ambiente familiar presentan porcentajes mucho más bajos. En nuestra opinión, estas diferencias entre hombres y mujeres pueden estar relacionadas con la diferente percepción de los ambientes sociolingüísticos. Basándonos en los datos obtenidos consideramos que las mujeres usan más los ecuatorianismos en ambientes de confianza o intimidad como entre amigos o en familia, mientras que el ambiente de trabajo les resulta más oficial y formal, por lo que optan por otro tipo de léxico de carácter más prestigioso y menos coloquial. Por otro lado, el menor uso de los ecuatorianismos por parte de los hombres en el ambiente familiar puede estar relacionado con su carácter coloquial. Los hombres pueden evitar las formas coloquiales y optar por un léxico menos marcado, sobre todo en familias con hijas, así como hemos mencionado anteriormente en el caso de los tratamientos cuando los padres prefieren usar formas menos fuertes como es usted o tú, mientras que con los hijos se inclinan más por vos. Asimismo, hay que señalar la diferencia de la frecuencia de uso de los ecuatorianismos entre los dos sexos en el habla normal o formal. En este ambiente las mujeres presentan porcentajes muy bajos, mientras que los hombres los incluyen más en su habla normal y formal. En cuanto a la diferencia entre grupos de diferente edad, podemos afirmar que el empleo de los ecuatorianismos disminuye con la edad y se va restringiendo a la comunicación entre amigos. Los jóvenes menores de 25 años son los que presentan mayor uso de ecuatorianismos en los cuatro ambientes siendo la comunicación entre amigos la que cuenta con porcentajes más altos. Igualmente, este grupo es el que presenta mayor empleo de ecuatorianismos en el habla normal o formal (todas las expresiones fueron señaladas como empleadas en el habla normal o formal mínimo por el 20% de los hablantes). El grupo entre 25 y 45 años indica datos parecidos con la única diferencia que prevalece un poco más el uso en la comunicación entre amigos sobre los demás ambientes que en el grupo anterior. Es importante señalar que la palabra chequear en este grupo forma parte de su habla normal o formal, ya que su empleo en este ambiente lo confirma el 42% de los hablantes. En los adultos de más de 45 años el uso de los ecuatorianismos se 97

limita a los primeros tres ambientes (entre amigos, compañeros y familia) con clara predominación de la comunicación entre amigos. En comparación con los jóvenes, hay muy poco uso en el habla normal o formal, sobre todo entre las mujeres que presentan datos mucho más bajos que los demás grupos. 5.4.3. PARTE TRES En la tercera parte del cuestionario se les pidió a los encuestados que eligieran de los sinónimos de cada línea la expresión que más usaban. Queremos mencionar que el hecho de que algunas expresiones cuenten con porcentajes muy bajos no quiere decir que no se usan, sino que las expresiones con porcentajes más altos son más preferidas y usadas de forma más general que las otras, cuyo uso es más restringido y depende de la situación comunicativa concreta (por eje: tienen carácter más coloquial o vulgar, el hablante las puede emplear solamente con cierto tipo de personas o en ambientes determinados). A continuación presentamos los datos obtenidos en los tres grupos: Chela

19 Biela

Borracho 36 Pluto

33 Fría

5

Cerveza

42 Rubia

2

28 Chumado 20 Tomado

13 Alegrón 3

25 Alcohol

21 Frasco

2

8

Yunta

1

Jefe

5

Trago

43 Licor

Pana

46 Brother 25 Loco

21 Ñañón

Policía

42 Chapa

3

48 Tombo

9

Guaro

Uniformado 2

Como podemos observar, las expresiones más preferidas son cerveza, borracho, trago, pana y chapa. Sin embargo, solamente en el caso de trago y pana podemos hablar de una clara prevalencia. En los demás casos siempre existen dos sinónimos que presentan valores parecidos y más altos en relación con los demás. Por lo tanto, cerveza es seguida por biela, en la segunda línea borracho presenta valores parecidos a pluto y en la última línea la prevalencia de chapa sobre policía es muy ligera. Al contrario, las expresiones con porcentajes muy bajos en comparación con las demás son: rubia, alegrón, frasco, yunta y uniformado. Las mayores diferencias podemos encontrar entre las preferencias de las mujeres y de los hombres. Los datos obtenidos de las mujeres son prácticamente iguales en los tres grupos; existe una clara preferencia por las variantes del español 98

general (cerveza, borracho, policía) o de difusión panamericana (pana, trago), es decir, variantes más prestigiosas, menos marcadas y de carácter más neutral. Solamente en el grupo de hasta 25 años prevalece biela y no cerveza, y en el de 25 a 45 años prevalece chumado en vez de borracho y ligeramente chapa sobre policía. Al contrario, entre los hombres existe mayor variedad. Los primeros dos grupos (hasta 45 años) son los que presentan mayores diferencias en cuanto a los datos totales. Entre los hombres menores de 25 años prevalecen claramente las expresiones biela y chela (en vez de cerveza); borracho y pluto; guaro (en vez de trago); chapa (policía); y loco, pana y brother presentan los mismos valores. Los hombres entre 25 y 45 años prefieren biela, pluto, los mismos datos presentan trago, guaro y licor, también pana y brother; y prevalece chapa. En el grupo de más de 45 años existe una clara preferencia por las expresiones del español general o de extensión panamericana, las únicas diferencias con respecto a los datos totales presentan los hombres con la prevalencia de pluto y tomado (en vez de borracho) y licor (en vez de trago). En consecuencia podemos afirmar que mayor inclinación por el uso de los ecuatorianismos existe entre los jóvenes, sobre todo hombres. Las mujeres en general prefieren las expresiones del español general, lo que confirma el carácter coloquial y más fuerte que se asocia con los ecuatorianismos. Solamente las mujeres entre 25 y 45 años han mostrado cierta inclinación por los ecuatorianismos. Igualmente, hemos podido observar que ciertas expresiones se relacionan más con el habla de los jóvenes (chumado, guaro, biela, chela, loco, brother). 5.4.4. PARTE CUATRO La cuarta parte de la encuesta ha sido diferente de las demás, ya que los encuestados no tenían que elegir entre varias variantes, sino contestar libremente a una serie de preguntas. Sin embrago, en la mayoría de los casos prevalecía claramente una o dos expresiones. Vamos a analizar detalladamente cada pregunta y las respectivas respuestas. A/ ¿Qué expresión utiliza cuando algo lo quema o arde? Entre las respuestas prevalece claramente la interjección quichua arrarray que ha puesto el 65.5% de los encuestados. Entre otras respuestas destacan las 99

expresiones me quema, ay, chuta, arau, ayayay y achachau, sin embargo, ninguna fue señalada por más de 10% de los encuestados. No hemos observado diferencias entre hombres y mujeres y tampoco entre personas de diferente edad. B/ ¿Cuál es el sinónimo para no prestar atención? Igualmente, en esta pregunta la mayoría de los encuestados puso la misma expresión no parar bola (66.7%). Además de esta respuesta hemos documentado formas como distraído, desatento, elevado, despistado y no hacer caso, todas con porcentajes mucho más bajos (menos de 12%). Igualmente que en la pregunta anterior, no hay diferencias ni entre sexos ni entre personas de diferente edad. C/ ¿Cómo se refiere al individuo o grupo de personas que son o aparentan ser de clase alta? En esta pregunta hay más variedad de respuestas que en los casos anteriores. Las expresiones que predominan son aniñado (47%) y pelucón (26%), entre otras repuestas podemos mencionar gomelo (8%), los de la jay101 (5%) o hechos los ricos (3%). Las demás expresiones cuentan con porcentajes menores de 2% (eje: hecho el nice, de billete). Las diferencias de uso dependen más que todo de la edad, no del sexo. Entre los jóvenes hasta 25 años prevalecen las formas aniñado y gomelo. Hay que señalar que la palabra gomelo se utiliza solamente en este grupo, las personas mayores de 25 años no la utilizaron ni una sola vez. En el grupo de 25 a 45 años prevalece la expresión aniñado, seguida por pelucón. Solamente adultos mayores de 45 años prefieren la palabra pelucón que las otras expresiones. D/ ¿Qué expresión utiliza para decir que está sin dinero? La gran mayoría (el 76%) de los encuestados respondieron con la palabra chiro. De las otras respuestas podemos mencionar estar sin plata, no tener plata/ni un centavo y estar limpio. Además, entre los jóvenes menores de 25 años se usa la expresión estar llucho. E/ ¿Qué palabra utiliza para decir que alguien tiene mala suerte? Igualmente, en este caso podemos constatar una clara prevalencia de una 101

Del inglés high.

100

sola expresión – estar salado, que fue señalada por el 76% de los encuestados. Entre las otras formas presentan porcentajes mayores de 2% las siguientes expresiones: estar de malas, tener mala pata, estar jodido o fregado. No hemos observado diferencias ni entre los dos sexos ni entre las diferentes edades. F/ ¿Con qué expresión se refiere a una persona lista? El 62% de los encuestados respondieron con la palabra pilas. Otras dos expresiones más frecuentes en todas las edades y en los dos sexos, aunque con porcentajes mucho más bajos son norio (15%) y vivo (9%). Entre otras formas podemos mencionar sapo, despierto, sabido o inteligente (todas con porcentajes más bajos que el 2%). G/ ¿Cómo saluda a un amigo? En las respuestas a esta pregunta hemos podido observar diferencias tanto entre los dos sexos como entre personas de diferente edad. Podemos constatar que las mujeres en general prefieren expresiones de carácter neutral, no marcadas o coloquiales. Esta inclinación la podemos observar también entre personas mayores de 45 años. Los hombres de toda edad presentan mayor variedad de respuestas que las mujeres. Los saludos más usados entre los hombres hasta los 45 años (de los primeros dos grupos) son: qué fue (loco, brother, bro, mijo, mijín), qué más (brother, bro, pana, viejo, loco, ve), habla (gay, mijín, maricón), qué hubo y qué dice pana. Entre las mujeres hasta 45 años prevalecen las expresiones hola y qué más. Los hombres mayores de 45 años emplean las formas hola (pana, ñañón, brother), cómo te va, que más (pana, brother, loco) y qué tal pana. Las mujeres de este grupo usan solamente tres tipos de saludos: hola (ñaña), cómo estás y cómo te va. H/ ¿Qué dice para expresar que algo es/está divertido, interesante, pleno o entretenido? Igual que en el caso anterior, las respuestas a esta pregunta también mostraron diferencias entre los dos sexos y las edades. La única expresión que prevalece en todos los grupo tanto entre mujeres como entre hombres es chévere. Además, entre los hombres hasta 45 años y en las mujeres hasta 25 años es muy usada también la palabra bacán, que presenta los mismos porcentajes que chévere. 101

Los jóvenes hasta 25 años además de chévere y bacán usan las expresiones está del putas/frutas, está una bestia, cague de risa o a lo bien. Las personas de más de 45 años al contario prefieren formas como está bueno/buenazo, está propio o está pleno. El único grupo que presenta mayores diferencias entre hombres y mujeres es el segundo, de 25 a 45 años. Los hombres de esta edad usan las mismas expresiones que los jóvenes hasta 25 años, mientras que las mujeres se inclinan por las expresiones menos fuertes empleadas por el grupo de más de 45 años. 5.4.5. PARTE CINCO En la quinta parte del cuestionario nos enfocamos en la frecuencia de uso de los ecuatorianismos, para lo que escogimos expresiones de diferente origen (quichua, anglicismos, léxico patrimonial). A continuación presentamos los resultados obtenidos.

Achachay Alhaja Barajarse Batracio Caleta Carishina Cranear Chequear Guambra Jama Lamparoso Man Mushpa Nanay Taita Tocte Tuco

A menudo 36 10 15 9 13 14 28 37 39 6 27 35 9 3 13 5 23

A veces 36 36 29 12 13 29 37 40 27 10 29 27 19 9 19 7 24

Poco 18, 31 34 25 18 29 19 16 17 26 35 20 20 23 25 19 26

Nunca 10 23 22 54 56 28 15 7 16 58 9 18 52 65 43 69 27

Como podemos observar, las expresiones que son de uso frecuente son achachay, cranear, chequear, guambra, man y lamparoso. Las que se usan con 102

menos frecuencia o a veces, son alhaja, barajarse y carishina. Al contrario, las expresiones que no son muy comunes y que se emplean muy poco son tocte, taita, nanay, mushpa, jama, caleta y batracio. Un caso especial es la palabra tuco que en los resultados generales presenta porcentajes parecidos en las cuatro opciones y cuyo uso depende sobre todo del factor edad. En cuanto a las diferencias que existen en la frecuencia de uso de los ecuatorianismos presentados, podemos constatar que dependen tanto del sexo como de la edad. Los datos obtenidos entre las mujeres corresponden prácticamente con los resultados totales, mientras que los hombres en comparación con las mujeres presentan mayor frecuencia de uso de las palabras tuco, taita y jama. Entre los jóvenes hasta 25 años prevalece totalmente el uso frecuente de las expresiones man y lamparoso. Igualmente, presentan mayores usos de caleta, jama y tuco que los demás grupos. Los hombres además emplean con más frecuencia cranear, jama, mushpa, caleta y carishina, mientras que las mujeres no las usan mucho. El grupo de 25 a 45 años es el más uniforme en cuanto a las diferencias entre los dos sexos. Tanto hombres como mujeres presentan uso frecuente de tuco, además entre mujeres podemos constatar mayores usos de carishina, alhaja y taita que en los hombres. Al contrario, los hombres emplean más jama y caleta. En el grupo de personas mayores de 45 años las mujeres usan con frecuencia achachay, inclusive más que los hombres. Al contrario no usan la palabra jama; todas las mujeres de este grupo señalaron que nunca usan esta expresión. Igualmente, emplean muy poco mushpa, nanay, taita, tocte y tuco. En cuanto a los hombres, la principal diferencia de las mujeres es que usan con más frecuencia jama, taita, tuco y man, los demás datos se parecen a los resultados totales. En resumen podemos afirmar que hay expresiones que se usan más por un sexo que por el otro (jama, tuco, taita, caleta por los hombres) y que la población que emplea con más frecuencia los ecuatorianismos son las personas menores de 45 años, lo que alude al carácter coloquial de dichas expresiones. Las mujeres se inclinan menos al uso de los ecuatorianismos que los hombres, especialmente en el grupo de más de 45 años. La única excepción son las mujeres entre 25 y 45 años, quienes usan algunas expresiones inclusive con más frecuencia que los hombres.

103

5.4.6. PARTE SEIS En la última parte del cuestionario les presentamos a los encuestados varias parejas de expresiones sinonímicas pidiéndoles que elijan la que usan más. La siguiente tabla contiene los resultados totales: A/ Dame trayendo…

54

B/ Tráeme….

46

A/ ¿Mande?

65

B/ ¿Qué?

35

A/ Se fue a volver.

59

B/ Salió, pero volverá pronto.

41

A/ Se cayó.

62

B/ Se fue de oreja.

38

A/ Había la bola de gente.

45

B/ Había mucha/un montón de gente.

55

Como podemos ver, existe una clara prevalencia de las formas mande, se fue a volver y se cayó; ligeramente prevalece la construcción dame trayendo y había mucha gente. La preferencia por las formas dar + gerundio y mande confirma el carácter cortés de la modalidad quiteña. En cuanto a las diferencias entre los dos sexos, podemos afirmar que entre las mujeres claramente prevalece el uso de las formas corteses (dar + gerundio, mande) y las formas correspondientes al español general (se cayó, había mucha gente), lo que nuevamente confirma su inclinación por las formas neutrales y no coloquiales. Al contrario, entre los hombres hemos podido observar mayor inclinación al uso de las formas más directas, menos corteses (ligera prevalencia de tráeme) y de carácter coloquial (prevalece había la bola de gente). Con respecto a las diferencias relacionadas con la edad de los encuestados, 104

podemos constatar que las personas menores de 45 años se inclinan más por los ecuatorianismos, mientras que en el último grupo (de más de 45 años) nos encontramos con la preferencia de las formas del español general. Las mujeres de toda edad presentan datos parecidos, con la única diferencia que las mujeres menores de 45 años prefieren las formas se fue a volver y había la bola de gente. Al contrario, las diferencias entre los hombres son mucho más marcadas. Los hombres hasta 25 años prefieren las formas más directas y menos corteses (prevalece tráeme, las formas mande y qué presentan los mismos valores), igual que presentan mayor uso de los ecuatorianismos y las formas coloquiales (prevalece se fue a volver, se fue de oreja, había la bola de gente). Igualmente, entre los hombres entre 25 y 45 años existe mayor inclinación por las formas ecuatorianas, pero al contrario del grupo anterior se prefieren usar las formas más corteses (dar + gerundio, mande). Los hombres del último grupo (más de 45 años) se inclinan por las formas corteses ecuatorianas (clara prevalencia de mande y ligera de dame trayendo), en los demás casos prefieren las formas del español general. 5.5. OBSERVACIONES FINALES Como hemos podido observar, los ecuatorianismos están más presentes en el habla de los jóvenes, sobre todo hombres, mientras que las personas mayores de 45 años se inclinan más por las expresiones del español general. Igualmente, existen diferencias entre hombres y mujeres. Las mujeres prefieren el léxico general y más neutral, con excepción de las mujeres entre 25 y 45 años quienes se inclinan más por el uso de los ecuatorianismos. Los hombres en general emplean con más frecuencia las formas ecuatorianas que las mujeres, sin embargo hay diferencias relacionadas con la edad. Los hombres jóvenes hasta 25 años son el grupo en el cual más abundan los ecuatorianismos, inclusive en el habla normal o formal, mientras que los hombres mayores de 45 años optan mucho más por las variantes del español general. Por lo tanto, podemos afirmar que la mayoría de los ecuatorianismos tienen carácter coloquial, más fuerte o expresivo que el léxico general, lo que influye en la diferente frecuencia de uso entre hombres y mujeres, ya que las mujeres prefieren en general un léxico más neutral y menos marcado. En cuanto a los ambientes en los que se emplean los ecuatorianismos, entre las mujeres prevalece el uso en ambientes íntimos o de confianza como con amigos 105

y en familia, mientras que en habla normal o formal los suelen evitar. Entre los hombres prevalece el uso entre amigos y compañeros, sin embargo, sobre todo entre los hombres jóvenes, podemos constatar también mayor empleo de los ecuatorianismos en habla normal o formal. Igualmente, podemos afirmar el carácter cortés de la modalidad quiteña, ya que se prefieren las formas corteses como mande y dar + gerundio. Solamente los hombres hasta 25 años se inclinan más por las variantes más directas qué y las formas de imperativo. Asimismo podemos constatar que los ecuatorianismos de origen quichua no se usan con mucha frecuencia, con excepción de expresiones cuyo equivalente en español no se usa mucho o se desconoce (eje: chuchaqui, achachay, arrarray, guambra, carishina). Igualmente que en el caso de los demás ecuatorianismos, también los de origen quichua presentan mayores usos en el habla de los jóvenes, sobre todo hombres menores de 25 años (eje: ruco, pupo, guagua).

106

6.

CONCLUSIÓN Como hemos podido observar, el español del Ecuador no es homogéneo. A

pesar de la relativa poca extensión del territorio ecuatoriano en comparación con los demás países sudamericanos existen diferencias fonéticas, léxicas pero también morfosintácticas entre las diferentes regiones del país, sobre todo la parte del litoral y de la Sierra, pero también entre el norte y el sur. Las causas de estas diferencias hay que buscarlas sobre todo en la historia; mientras que la región de la sierra ecuatoriana vivió una fuerte influencia de las lenguas aborígenes, sobre todo del quichua, el español hablado en la Costa se vio influido en menor medida en este aspecto, ya que el imperio inca nunca difundió su poder en esta zona. Además, las diferencias lingüísticas entre el norte y el sur del país se deben al contacto con los países vecinos, Colombia al norte y Perú al sur, y a sus modalidades del español. Toda la sierra ecuatoriana ha vivido un contacto prolongado y muy intenso entre el español y el quichua, las lenguas más importantes desde la Conquista, lo que ha dado origen a importantes influencias y transferencias entre los dos idiomas. Igualmente, el español en la ciudad de Quito se vio influido notablemente por el quichua, ya que a pesar del prestigio del español como lengua de la administración, la mayoría de la población era quichuahablante. El cambio de los hablantes monolingües del quichua a los monolingües del español, pasando por varias fases de bilingüismo, que ocurrió en la ciudad de Quito dio lugar a una convergencia entre el español y el quichua y a la aceptación de varios rasgos lingüísticos procedentes del quichua como norma culta de la región. Sin embargo, además de los rasgos de origen quichua que han pasado a formar parte de la norma, hay una gran cantidad de rasgos que se encuentran estigmatizados, lo cual se debe a su relación con el habla de las áreas rurales donde hay una gran presencia de la población indígena bilingüe. Como hemos visto, la mayor parte de las características fonéticas y morfosintácticas típicas de la modalidad quiteña del español se deben a la influencia del quichua o son resultado del contacto entre el español llevado a Quito en los siglos XVI y XVII y la lengua de los incas. Entre los rasgos más característicos a nivel fonético destacan la inestabilidad vocálica y el cerramiento de las vocales, inclusive en habla culta o en contextos en los que éste no ocurre en otras variedades del español, así como la fuerte tendencia antihiática. Igualmente, 107

en la pronunciación de las consonantes hemos podido observar la importancia del sustrato quichua. La influencia pudo haber sido directa, como en el caso de la f bilabial [Φ] o el fonema /ʃ/, o indirecta, es decir, el factor quichua ayudó a la conservación de un rasgo, como es la oposición /ʎ, ʝ/, o actuó como el factor desencadenante, como en el caso de las erres arrastradas. Al nivel morfosintáctico hemos podido constatar la existencia de varios rasgos específicos que se deben al sustrato quichua y a la convergencia entre el español y la lengua indígena, entre ellos la simplificación del sistema pronominal átono, la adaptación de valores modalizadores por parte del pretérito perfecto simple, el uso del gerundio para expresar anterioridad o la tendencia de evitar mandatos categóricos y sustituirlos por formas más corteses como el futuro sintético, la perífrasis dar + gerundio o la expresión no más. Igualmente, existen rasgos presentes también en otras regiones hispanoamericanas como el uso de formas de tipo delante mío, la tendencia de regularizar la conjugación verbal, el voseo, el uso del presente de subjuntivo en vez del imperfecto de subjuntivo o el abundante uso de diminutivos. En cuanto al léxico, hemos visto que presenta una gran variedad con respecto a su origen pero también a su extensión; hay expresiones de extensión panamericana, otras usadas solamente en el Cono Sur, así como existen expresiones compartidas solamente con algunos países latinoamericanos o propias del Ecuador. Dentro del léxico ecuatoriano podemos encontrar léxico patrimonial, arcaísmos, léxico de origen quichua, así como indigenismos de otra procedencia y también varios anglicismos o voces de nueva formación. Como hemos comentado, el léxico de origen quichua que tiene sus equivalentes en español está restringido más bien al lenguaje coloquial o familiar y su uso va disminuyendo a favor de los anglicismos. Además, nos hemos dedicado a analizar la parte del léxico que los hablantes consideran

característico

e

identificador

de

su

variedad,

los

llamados

ecuatorianismos, centrándonos en las expresiones usadas en la ciudad de Quito. Mediante la comparación de los datos obtenidos de los hablantes quiteños y de los que están presentes en el Diccionario de Americanismos hemos observado que no siempre corresponden los significados y los usos señalados por el Diccionario y por los hablantes, así como que muchas expresiones consideradas por los hablantes propias del Ecuador se usan también en otros países. Igualmente, pudimos realizar una encuesta sobre la frecuencia de uso de los ecuatorianismos y los ambientes en los que aparecen, la cual fue hecha en la ciudad de Quito entre personas de clase 108

media de diferente edad. Definitivamente, los resultados confirman el carácter coloquial y expresivo de los ecuatorianismos sin importar su origen. Muy pocos forman parte del habla normal o formal. Gracias a los datos obtenidos en nuestro estudio hemos podido constatar que el uso de los ecuatorianismos depende principalmente de dos factores: sexo y edad. Las mujeres en general se inclinan más por las expresiones del español general y evitan las formas coloquiales y de carácter más fuerte, mientras que los hombres emplean más los ecuatorianismos, inclusive en el habla normal o formal. En cuanto al factor edad, los jóvenes presentan mayor frecuencia de uso, mientras que desde los 45 años el empleo de los ecuatorianismos disminuye considerablemente. Además, hemos podido confirmar el relativamente poco uso de los quichuismos en relación con los ecuatorianismos de otro origen, lo que demuestra cierta estigmatización de esta parte del léxico. Por lo tanto, su uso está más relacionado con el habla de cierta parte de la población; el grupo que presenta más empleo del léxico quichua son los hombres hasta 45 años, mientras que el grupo que evita estas expresiones lo forman las mujeres mayores de 45 años.

109

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113

ANEXOS A continuación presentamos el cuestionario utilizado en la encuesta sobre el léxico hecha en la ciudad de Quito.

Cuestionario sobre el léxico quiteño Edad: Sexo:

F

Educación:

básica

M secundaria

Ocupación:

1.

De cada pareja subraye la palabra que prefiere usar. Pacheco

Frío

Ñaño

Hermano

Beso

Mucha

Chiste

Cacho

Pupo

Ombligo

Policía

Chapa

Ruco

Dormido

Acolitar

Ayudar

Resaca

Chuchaqui

Entender

Cachar

A full

Lleno

Bebé

Guagua

114

superior

2.

Con cada expresión elija en que situaciones la usa. Entre En amigos familia

Entre compañeros (de trabajo, escuela, etc.)

Habla normal o formal

Acolitar Amarcar Bronca Cachar Camello Cana Changar Chapa Chequear Choro Guagua Ñeque Parar bola Pelado

3.

En cada línea marca con círculo la palabra que más usa. Chela

Biela

Fría

Cerveza

Rubia

Borracho

Pluto

Chumado

Tomado

Alegrón

Trago

Licor

Alcohol

Guaro

Frasco

Pana

Brother

Loco

Ñañón

Yunta

Policía

Chapa

Tombo

Uniformado

Jefe

115

4.

Responda las siguientes preguntas. A/¿Qué expresión utiliza cuando algo lo quema o arde? B/ ¿Cuál es el sinónimo para no prestar atención? C/ ¿Cómo se refiere al individuo o grupo de personas que son o aparentan ser de clase alta? D/ ¿Qué expresión utiliza para decir que está sin dinero? E/ ¿Qué palabra utiliza para decir que alguien tiene mala suerte? F/ ¿Con qué expresión se refiere a una persona lista? G/ ¿Cómo saluda a un amigo? H/ ¿Qué dice para expresar que algo es/está divertido, interesente, pleno o entretenido?

5.

Señala si utiliza las siguientes expresiones, y con qué frecuencia. A menudo

A veces

Achachay Alhaja Barajarse Batracio Caleta Carishina Cranear Chequear Guambra 116

Poco

Nunca

Jama Lamparoso Man Mushpa Nanay Taita Tocte Tuco

6. ¿Cuál de las expresiones prefiere usar? 6.1. A/ Dame trayendo... B/ Tráeme...

6.2. A/ ¿Mande? B/ ¿Qué?

6.3. A/ Se fue a volver. B/ Salió, pero volverá pronto.

6.4. A/ Se cayó. B/ Se fue de oreja.

6.5. A/ Había la bola de gente. B/ Había mucha/un montón de gente.

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