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María Olimpia Cruz - Guatemala f.Afdklf ñjdkslñfjkadslfñjka dslñfjkdslañfjkd aslñfjkdlasñf jkdlañsfjkldsañfjks dalñf ksd alñfjkd salñfj kdsalfñjk dsalñfjd sk alñfjksd alñfjk sdalñfjksd alñfjks dalñfjksadlñfjksdlañ fjklsdañ fjkld asñfjakds fjs akdlfñja dskflñas dj kfasldñf. Afdklfñjdkslñfjk adslf ñjkadslñfjkdslañfjk das lñfjkdlasñfjkdlañsfjk ldsañfjksdal ñfjksdalñfjkd salñfjkds alfñjkdsalñfjdskalñfjksdalñfjks dalñfjk sdalñfjks dalñfjksadlñfjk sdlañfjklsdañfjkldasñfjakdsñfjsakdlfñ ja dskf lñasdjkfasldñ f.Afdklf ñjdkslñfjkadslfñjka dslñfjkdslañfjkd aslñfjkdlasñf jkdlañsfjkldsañfjks dalñf ksd alñfjkd salñfj kdsalfñjk dsalñfjd sk alñfjksd alñfjk sdalñfjksd alñfjks dalñfjksadlñfjksdlañ fjklsdañ fjkld asñfjakds fjs akdlfñja dskflñas dj kfasldñf. Afdklfñjdkslñfjk adslf ñjkadslñfjkdslañfjk das lñfjkdlasñfjkdlañsfjk ldsañfjksdal ñfjksdalñfjkd salñfjkds alfñjkdsalñfjdskalñfjksdalñfjks dalñfjk sdalñfjks dalñfjksadlñfjk sdlañfjklsdañfjkldasñfjakdsñfjsakdlfñ ja dskf lñasdjkfasldñ f.Afdklf ñjdkslñfjkadslfñjka dslñfjkdslañfjkd aslñfjkdlasñf jkdlañsfjkldsañfjks dalñf ksd alñfjkd salñfj kdsalfñjk dsalñfjd sk alñfjksd alñfjk sdalñfjksd alñfjks dalñfjksadlñfjksdlañ fjklsdañ fjkld asñfjakds fjs akdlfñja dskflñas dj kfasldñf. Afdklfñjdkslñfjk adslf ñjkadslñfjkdslañfjk das lñfjkdlasñfjkdlañsfjk ldsañfjksdal ñfjksdalñfjkd salñfjkds alfñjkdsalñfjdskalñfjksdalñfjks dalñfjk sdalñfjks dalñfjksadlñfjk sdlañfjklsdañfjkldasñfjakdsñfjsakdlfñ ja dskf lñasdjkfasldñ f.Afdklf ñjdkslñfjkadslfñjka dslñfjkdslañfjkd aslñfjkdlasñf jkdlañsfjkldsañfjks dalñf ksd alñfjkd salñfj kdsalfñjk dsalñfjd sk alñfjksd alñfjk sdalñfjksd alñfjks dalñfjksadlñfjksdlañ fjklsdañ fjkld asñfjakds fjs akdlfñja dskflñas dj kfasldñf. Afdklfñjdkslñfjk adslf ñjkadslñfjkdslañfjk das lñfjkdlasñfjkdlañsfjk ldsañfjksdal ñfjksdalñfjkd salñfjkds alfñjkdsalñfjdskalñfjksdalñfjks dalñfjk sdalñfjks dalñfjksadlñfjk sdlañfjklsdañfjkldasñfjakdsñfjsakdlfñ ja dskf lñasdjkfasldñ f.Afdklf ñjdkslñfjkadslfñjka dslñfjkdslañfjkd aslñfjkdlasñf jkdlañsfjkldsañfjks dalñf ksd alñfjkd salñfj kdsalfñjk dsalñfjd sk alñfjksd alñfjk sdalñfjksd alñfjks dalñfjksadlñfjksdlañ fjklsdañ fjkld asñfjakds fjs akdlfñja dskflñas dj kfasldñf.
América Latina -1-
Grupo de Monitoreo Independiente de El Salvador GMIES Coordinación Vinicio Ernesto Sandoval Katya Castillo Diseño y Diagramación Alfonso Olmedo Redacción y Edición Katya Castillo Reconocimiento Esta publicación ha sido financiada con el apoyo de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC, por sus siglas en inglés). Las opiniones expresadas en este documento no reflejan la posición de los donantes. -2-
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Contenido
Contenido Introducción
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Un saludo especial para todas las trabajadoras del mundo. Reina Barahona desde Manabí, Ecuador.
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I. Las mujeres debemos hablar y romper el silencio.
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Historia de Iris Chavarría, El Salvador.
II. Sólo denunciando se logró hacer valer mis derechos.
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Historia de Sara, El Salvador.
III. ¡De gratis! sólo cumpla nuestros derechos. Historia de la experiencia de lucha de un sindicato de maquila de la Zona Franca de San Marcos, El Salvador.
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IV. Mis orígenes sindicales.
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Historia de Marta Zaldaña, El Salvador.
V. Antes de sindicalizarme me gritaban, lloraba y me quedaba callada. ¡Hoy conozco mis derechos y ya nadie me puede maltratar! Historia de Mary, El Salvador. 42 VI. Atropellos en la empresa privada ¿quién vela por nosotros los empleados y empleadas? Historia de Xochilt Sánchez, El Salvador.
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VII. ¡Conocí la historia del sindicato y yo me enamoré del sindicato! Historia de Aracely Martínez del Sindicato General de Costureras, El Salvador.
VIII. La sindicalización como punto de partida para fomentar la producción y la educación entra las mujeres.
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Historia de las mujeres de sindicatos independientes en Tacuba, El Salvador.
IX. En ninguna maquila se respetan los derechos laborales y sindicales de las mujeres. Historia de Ana Mercedes Castro, El Salvador.
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X. “Seguimos de pie y no nos vamos a dejar vencer”. Historia de lucha de las mujeres del Puerto de Manta, Ecuador.
XI. “Si fuera dominicana todo sería diferente”. Historia de Margarita Mirtil, República Dominicana.
XII. Un camino de lucha que trascendió más allá de las fronteras.
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Historia de María Olimpia Cruz, Guatemala.
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Conclusiones
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Historias de vida de mujeres en América Latina que luchan por la vigencia de sus derechos laborales
Introducción
A lo largo de la historia hemos podido observar las distintas luchas sociales emprendidas por la clase trabajadora con el objeto de obtener un reconocimiento de sus derechos laborales que les garanticen condiciones de vida dignas y justas. Estas distintas luchas son más difíciles para las mujeres, porque se encuentran en un estado de mayor vulnerabilidad social. El sector femenino siempre ha tenido que combatir dentro del mundo laboral por el reconocimiento de sus derechos y de la igualdad que hay en sus capacidades, respecto de los hombres. Pero es evidente en el día a día, la desventaja que tienen en el desempeño de sus labores productivas, pues habitualmente se les imponen salarios inferiores frente a los hombres, se les asignan tareas administrativas y tienen dificultad para optar a puestos que requieren toma de decisiones y liderazgo. Además de soportar estas desigualdades sociales y laborales, no puede dejar de mencionarse el acoso sexual al que se enfrentan constantemente en el ámbito laboral. Las mujeres pueden defender sus derechos, mediante la denuncia ante instancias gubernamentales, como el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, la Procuraduría General de la República, Órgano Judicial, etc., a las que pueden dirigirse para resolver sus quejas o reivindicar sus derechos. Muchas lo hacen de manera individual y otras acompañadas por una organización sindical. Este libro recoge algunas experiencias de mujeres que han emprendido el camino en busca de la tan ansiada justicia laboral. La publicación es fruto del concurso “Te lo comparto”, que en su segunda edición ha buscado en diferentes sectores laborales, a mujeres que -6-
Introducción han sido víctimas de derechos laborales y que han denunciado, se han organizado, han defendido, han sufrido, han ganado, etc. Para que puedan ejemplificar su experiencia con el objeto de promover entre otras trabajadoras el ánimo de denunciar y organizarse, el ánimo de vencer el miedo y de no quedarse calladas en las vejaciones que puedan recibir en el sector de trabajo. Algo interesante de esta compilación es que muchas de las historias no están concluidas, sin embargo son grandes relatos que dan ejemplo de lucha y perseverancia. Es necesario que las mujeres vayan utilizando cada vez más los mecanismos de protección legal que poseen para sentar precedentes importantes. Sólo de esta manera pueden incentivar y comprobarles a otras mujeres, que los sistemas de protección que tienen, pueden funcionar. En esta compilación se han plasmado historias de distintos países y de distintos sectores laborales como el de maquila, agricultura, trabajo del hogar o trabajo doméstico, sector de servicios y el sector gubernamental. Desde diferentes realidades puede observarse siempre un común denominador frente a la denuncia o la organización: el miedo. Pero a la vez se observa cómo hay un momento en que este miedo se deja de lado, dando como partida al nacimiento de los deseos de justicia y de reivindicación laboral. Esta publicación se acompaña de material audiovisual y radiofónico que retoma algunas de las historias contenidas en el presente documento. Pueden verse y oírse en www.gmies.org.sv Agradecemos a la Asociación Mundial de Comunicación Cristiana (WACC por sus siglas en inglés) de América Latina por el interés de promover una cultura de denuncia y de organización entre las mujeres y la confianza que han depositado en el Grupo de Monitoreo Independiente de El Salvador (GMIES) para llevar a cabo este proyecto de promoción y defensa de los derechos laborales entre las mujeres. También externamos nuestros agradecimientos de manera muy especial a las mujeres protagonistas de estas historias y por compartir cada una de sus experiencias de lucha con la sociedad. -7-
Un saludo especial para todas las trabajadoras del mundo. Reina Barahona desde Manabí, Ecuador.
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Un saludo especial para todas las trabajadoras del mundo
Un saludo especial para todas las trabajadoras del mundo. Reina Barahona desde Manabí, Ecuador.
“Mi nombre es Reina Barahona González soy de nacionalidad guatemalteca y nacionalizada española, tengo 27 años de trabajar con la Organización de Mujeres de Santa Marta en Manabí, Ecuador. Estamos trabajando a favor de las mujeres marginadas del área rural y urbano marginal de Manabí. Trabajamos con las mujeres en formación y capacitación, ayudándoles a fortalecer su autoestima, para que no sufran violencia, enseñándoles a que denuncien, porque muchas veces no lo hacemos por miedo. Pero la denuncia es parte fundamental para que ya no se siga dando la violencia en contra de las mujeres. Trabajamos también con pequeños proyectos productivos, para que las mujeres tengan un aporte económico en sus hogares, dándoles así cierta libertad para opinar y tomar decisiones dentro de su familia. Trabajamos por visibilizar a la mujer y al trabajo de la mujer. Hasta ahora, creo que vamos dando pasos seguros, despacio pero con buenos resultados. A todas las mujeres –no solo de Manabí, sino que del mundo entero- quiero invitarlas a que se organicen, porque solamente organizadas pueden dar respuesta a las realidades en que vivimos cada una de nosotras en su espacio”1 . 1
Saludo de Reina Barahona para el concurso “Te lo comparto”. Grabado en Portoviejo, Provincia de Manabí en Ecuador; el día 18 de abril de 2011.
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I. Las mujeres debemos hablar y romper el silencio. Historia de Iris Chavarría, El Salvador.
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I. Las mujeres debemos hablar y romper el silencio. Organización que apoyó en el caso:
Instituto de Estudios de la Mujer “Norma Virginia Guirola de Herrera” (CEMUJER).
Mi nombre es Iris Chavarría. Soy víctima de acoso sexual, laboral,
emocional, psicológico y económico.
Yo fui acosada sexualmente en la Asamblea Legislativa, desde octubre 2004 cuando ingresé a trabajar en la Institución. Tuve la mala suerte de que me conociera el Sr. Boris Martínez, quien era el Gerente de Recursos Humanos de la Asamblea Legislativa. Cuando me llamaron a firmar el contrato, él me invitó a pasar a su oficina y a partir de ese momento fui acosada por él, quien me ofreció no firmar mi contrato, para, según él, darme uno mejor como su asistente personal y con un mejor salario. Pero yo decidí firmar mi contrato inicial como recepcionista. Este hecho me hizo sentir ofendida y sentí que me violentaban mis derechos como ser humano, como mujer y como madre. Por cuidar mi nuevo trabajo decidí callar y no sabía el infierno que iba a empezar a vivir, pues mis negativas ante el acoso sexual y hacia los ofrecimientos del Gerente de Recursos Humanos, muy pronto se convirtieron en acoso laboral. Por ejemplo, cada vez que necesitaba hacer trámites, ya sea de estudios, para hacer diligencias con el Fondo Social para la Vivienda, incapacidades médicas, etc. Mis jefes tenían la orden, proveniente de él, de remitirme a la oficina de la Gerencia de Recursos Humanos, aún cuando los jefes inmediatos tienen perfectamente la facultad de extender ese tipo de autorizaciones. Siempre que entré a la oficina de Don Boris recibía ofrecimientos, humillaciones, tocamientos, vejaciones y tratos con palabras soeces. -14-
Las mujeres debemos de hablar y romper el silencio Cualquier persona diría que por qué yo no decía nada, pero solo alguien que ha estado en mis zapatos, sabe qué es el miedo a perder su trabajo y poner en juego la comida de sus hijos. Por otra parte, callaba porque Don Boris me había amenazado que si hablaba, despediría a mi hermano, quien también trabajaba en la Asamblea Legislativa desde hace 9 años. Había tantas cosas que pensaba y que cuando intentaba hablar, perdía completamente la voz. Estaba llena de miedo y pensaba que nadie iba a creerme lo que me estaba pasando. Yo soporté esta situación hasta donde pude, por mi familia, por mi hermano, por mis sobrinos y por mis hijas. En el año 2005 fui ascendida de Recepcionista 1 a Colaboradora del Departamento de Protocolo y Relaciones Públicas de la Asamblea Legislativa y en este puesto estuve durante 4 años. Sin embargo, el acoso sexual sufrido se iba agravando y yo me iba sometiendo, porque creía que podía controlar la situación. En los seis años que estuve en la Asamblea, fue en el 2009 cuando la situación se volvió incontrolable y el acoso sexual y laboral no tuvo precedentes. Todo empezó cuando solicité un permiso por escrito a la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa, para poder elaborar mi tesis de graduación dentro de las instalaciones de la Asamblea y solicitarles un tema con el cual podría brindarle un aporte a la institución. La Junta Directiva le dio el visto bueno a mi escrito, lo que no sabía es que habían designado al Sr. Boris Martínez para que escogiera mi tema de la tesis y el lugar donde podría trabajarla. Al enterarme de esto, me angustié bastante porque pensaba que hacer mi tesis implicaba atarme más al Lic. Boris Martínez, pero si le decía a Junta Directiva que ya no quería hacer la tesis en la Asamblea Legislativa, era poner en duda mi profesionalismo. Al final me decidí por aceptar ese riesgo. El tema que Boris Martínez escogió para mi tesis fue en el área de capacitación, dentro de Recursos Humanos y asignó al Jefe de la Unidad de Capacitación, para que me proporcionara un lugar para trabajar y me diera la información que necesitara. Aquí empezaron más tropiezos, pues cuando acudí donde el encargado de capacitación para empezar a elaborar mi tesis, me dijo que Don Boris le había -15-
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dicho que no me proporcionara nada, que si yo necesitaba algo para mi trabajo que se lo solicitara directamente a él. Esto incrementó la frecuencia de las veces que tenía que ir a la oficina de Boris Martínez. Siempre me acosaba, me amenazaba, a veces me daba información, a veces no. Por estos hechos, me empeciné en terminar mi tesis lo más pronto posible para acabar con ese martirio y así fue, la terminé en 7 meses. Sin embargo, en estos meses mi cambio de vida fue notable y la gente se dio cuenta de mi desmejora, pues había perdido 25 libras en ese período. Mis compañeros me preguntaban si estaba enferma, yo les decía que no, pero la verdad es que en ese momento ya el problema estaba descontrolado y yo ya no comía ni dormía, solo pensaba en terminar mi tesis lo más pronto posible. Luego de terminar mi tesis, decidí pedir 5 semanas de permiso –a las cuales tenía derecho por ser algo de estudio- al Jefe de la Unidad de Relaciones Públicas y Protocolo, para ultimar los detalles de la defensa de la misma. El jefe de la unidad mencionada, me dijo que hablara con Don Boris, que si él decía que sí, entonces él aprobaría mi permiso. Así, me aboqué a la oficina de la Gerencia de Recursos Humanos y el Lic. Martínez me dijo que estaba bien, que tomara el permiso y le informé del aval a mi jefe inmediato, quien también asintió a mi solicitud de manera verbal. Además, en ese tiempo realicé otro escrito dirigido a Junta Directiva para informarles de la finalización de mi trabajo, el cual se denominó: “Diseño de Capacitación Integral para los Empleados de la Asamblea Legislativa”. Y a su vez, les informé que iba a solicitar unas semanas para preparar los detalles de la defensa de mi tesis. Tomé entonces las 5 semanas y con mucho orgullo les comento que mi tesis fue aprobada en la Universidad Nacional, con una nota de 9. Sin embargo, al regresar a la Asamblea Legislativa me llevé la sorpresa de que mi jefe inmediato me mandara castigada a cubrir el puesto de recepción, “porque yo no había solicitado permiso para ultimar detalles de mi tesis” me había ido -según él-, como una “absoluta”, que no respetaba jerarquías. Me entregaron un escrito donde decía que debido a que mi permiso no cumplía con las formas de la ley, se me concedía, pero sin goce de sueldo. Como resultado me descontaron $1,700.00 y además, esto implicó mi salida del Departamento de Relaciones Públicas y Protocolo. -16-
Las mujeres debemos de hablar y romper el silencio Como el acoso sexual y laboral se iban configurando con mayor fuerza, hubo un momento en que decidí romper el silencio y acudí, donde el presidente de la Asamblea Legislativa de ese momento: Ciro Cruz Zepeda. Yo tenía una ventaja, pues en todos los 6 años de ser víctima de acoso había aprendido a guardar documentación que de alguna manera demostraban las irregularidades que me perjudicaban. En esa audiencia con el presidente, le expliqué uno a uno los documentos y él se mostró indignado por estos hechos y me dijo que iban a ayudarme. Inmediatamente remitió mi caso con Lorena Peña para que ella lo llevara a Junta Directiva. El caso se discutió y todos los hombres y mujeres de la Junta me ofrecieron apoyo, lo cual me hizo sentir muy satisfecha. Todo cambió después de que el Lic. Martínez había sido llamado a referirse acerca de las acusaciones. Después de ese hecho, nunca más volví a saber nada del curso de mi caso y se me cerraron las puertas en Junta Directiva. En ese momento, sin la ayuda y sin el apoyo de nadie, la configuración del acoso laboral fue muy fuerte y a partir de esto, fui removida 5 veces de mis funciones. El Lic. Martínez estaba cumpliendo cada una de sus amenazas y manejaba a su antojo a cada jefe inmediato que yo tuve. De la Unidad de Protocolo me pasan a Recepción. De Recepción pasé a Contabilidad. De Contabilidad pasé a Gerencia Financiera, sin que me asignaran funciones. De Gerencia Financiera me mandan al Almacén. Y del Almacén, finalmente me mandan a la Bodega del Almacén. Cada una de estas remociones en mi cargo significaba un duro golpe para mi salud y estabilidad laboral y más cuando cada uno de mis jefes habían sido cómplices del acoso sexual y del acoso laboral que sufrí. Siempre que yo les pregunta por qué o les pedía ayuda, cada uno en su momento me decían:
- “Es que es usted o soy yo, por favor entiéndame”. - “Es que son las instrucciones de Don Boris y esas voy a seguir”. - “Entiéndame sigo instrucciones porque tengo que cuidar mi trabajo”. -17-
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Cada uno de mis jefes inmediatos fue cómplice del acoso laboral, pues ellos emitían informes donde expresaban que yo no tenía capacidad para desempeñar mis funciones en ningún lado y por eso solicitaban mis traslados. Mi salud desmejoró aún más y un día estuve hospitalizada, porque según el doctor que me atendió estaba a punto que me diera un derrame cerebral. Fue en esta ocasión que mi caso se supo fuera de mi familia, porque mi mamá le contó al doctor la causa de mi padecimiento y él fue uno de las primeras personas que me motivó a hablar y a denunciar. Este doctor me dijo que me iban a matar y que yo me iba a morir callada sin luchar. Además de esto, lo que me motivó a hablar es que Don Boris me dijo que me iba a empezar a mandar sorpresitas y en ese contexto despidió a una de mis amigas que trabajaba dentro de la Asamblea Legislativa. Así fue que decidí buscar ayuda y el 27 de octubre de 2010, fui a poner la denuncia a la Fiscalía y a la Procuraduría de Derechos Humanos. Los testigos que presenté fueron mi hermano –Rafael Chavarría, que también trabajaba en la Asamblea y sabía de mi problema- y una amiga del trabajo. A estas alturas, ya contaba con el apoyo de Ima Guirola de CEMUJER, que me ha acompañado en todo este proceso. Luego de interponer la denuncia y al ver que las instituciones no actuaban decidimos hacer una denuncia pública por estos hechos, para presionar a las Instituciones y para que actuaran en nuestros casos. A la fecha no hemos recibido respuestas y la Fiscalía no ha iniciado la acción penal desde el mes de octubre del año pasado, teniendo bastas pruebas para comprobar la culpabilidad del Lic. Boris Martínez. Hay documentación, hay peritajes psiquiátricos y psicológicos de medicina legal, que demuestran el daño que me han provocado. Las instituciones no actuaron nunca y así, el día 03 de enero de 2011, recibí un acuerdo de Junta Directiva de la Asamblea Legislativa donde me decían que teniendo mi expediente laboral a la vista, no iban a renovar mi contrato de trabajo. Esto me pareció absurdo, pues mi expediente laboral estuvo manipulado por mi acosador y por cada uno de mis jefes inmediatos que se dejaron manipular por él y que en -18-
Las mujeres debemos de hablar y romper el silencio todo caso fueron cómplices del acoso laboral que yo viví. Además de esto, el mismo día, mi hermano Rafael Chavarría recibió una carta de no renovación del contrato de trabajo, firmado única y exclusivamente por el Gerente de Recursos Humanos de la Asamblea Legislativa: Boris Martínez. Saltándose con esto, el procedimiento correspondiente, ya que mi hermano era un empleado institucional y si no se le renovaría el contrato, debía estar consignado por acuerdo de Junta Directiva de la Asamblea Legislativa. A pesar de todas estas pruebas e indicativos, en el área penal mi caso está sin ningún avance en la Fiscalía. Sin embargo, en el área laboral los procesos de mi hermano y el mío van siguiendo su curso y estamos a la espera con mucho optimismo. Ahora, cada vez que puedo manifiesto la necesidad de que las mujeres debemos hablar, si no, siempre vamos a ser víctimas de acosos sexuales y laborales; y de todas las consecuencias psicológicas que estos hechos traen consigo. Estamos esperando con la fe puesta en Dios, que la justicia exista en este país y que las instituciones se concienticen, para que la víctima no tenga que arriesgar más de lo que siendo víctima arriesgó. Lamentablemente muchas instituciones no nos garantizan que al hablar, vamos a estar bien. Yo me he arriesgado porque mi objetivo y mi interés de colaborar en este concurso, es: para que las mujeres rompan el silencio, para que dejen de tener miedo y se den cuenta que en El Salvador somos mayoría y que de nosotras depende ponerle un alto a todos los hombres que son acosadores y violadores. La gente tiene miedo de hablar y perder su trabajo, yo comprendo eso. Pero es deber nuestro empoderarnos y sacar a deslumbrar nuestro valor como mujer, como seres humanos, para que todas las humillaciones y todo lo que nos afecte, nos fortalezca para poder hablar y evitar que nuestras hijas se enfrenten con un hombre como Boris Martínez. Debemos hablar para hacer valer nuestros derechos humanos y laborales.
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II. Sólo denunciando se logró hacer valer mis derechos. Historia de Sara, El Salvador.
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II. Sólo denunciando se logró hacer valer mis derechos. Personas que apoyaron en el caso:
Francisco Antonio Chicas del Grupo de Monitoreo Independiente de El Salvador (GMIES)
Mi nombre es Sara. Tengo 29 años y una hija que muy pronto
cumplirá 12 años. En el 2005 mi vida cambió por completo, pues mi esposo me contagió el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH).
Luego de ese hecho que marcó mi estado de salud he tenido diversos trabajos, los cuales pude desempeñar muy bien en diversas empresas. En enero de 2009 empecé a laborar en una Panadería. Mi hermana fue la que me avisó del puesto vacante en ese momento y era para poder desempeñarme como colaboradora de panadería. Me dieron el trabajo y así estuve 4 meses. Después de este tiempo me ascendieron a supervisora porque la dueña de la panadería veía que yo me ponía “las pilas” y que podía hacer de todo, me aumentaron el sueldo a $300, ya hacía horas extra y ganaba comisiones. Mi jefa inmediata sabía desde el año 2010 que yo era portadora y sabía que podía realizar perfectamente todas las labores. Cuando yo le comenté a ella mi estado de salud, me dijo que mejor mantuviéramos esa cuestión entre las dos, porque pudiera ser que hubiera problemas. Yo se lo conté, porque constantemente estoy en chequeos médicos. Mi problema empezó cuando quisieron implementar en la panadería una especie de registro donde se iba a hacer constar la frecuencia en que las personas pedían permisos personales y permisos para asistir al Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), así como las incapacidades. Esto se constituyó en algo grave para mí, por mi situación y por la naturaleza de mi tratamiento, pues en ocasiones necesitaba más permisos para asistir al seguro social, que la mayoría de empleados. Cada 3 ausencias (sin importar si eran de salud) era -22-
Sólo denunciando se logró hacer valer mis derechos obligatorio firmar una acción de personal. Yo siempre llevaba mis justificaciones e incapacidades, sin embargo hubo ocasiones en que me dieron incapacidades en el ISSS y no me permitieron tomarlas. Una vez me puse bien mal de la gripe, porque como supervisora me tocaba estar entrando a los congeladores, a contar el pan, etc. Cuando fui al seguro y me dieron la incapacidad, se la lleve a la hija de la dueña de la panadería, porque en ese momento no estaba a cargo de mi jefa inmediata. La respuesta que me dio taxativamente fue: ¡o se cura, o se cura! Yo no podía trabajar en ese estado y era mi derecho poder tomarme la incapacidad, además las actividades que estaba realizando podían empeorar mi salud, pero me sentí obligada a seguir trabajando. En otra ocasión mi jefa inmediata iba a salir a tomarse sus vacaciones y nuevamente me quedaría a cargo de la hija de la dueña. En esos días yo iba a tener una cita de control en el ISSS y por ello, le pedí a mi encargada que le comentara a los dueños, el motivo por el cual yo debía asistir a todas mis citas médicas en el ISSS. Le pedí también que le explicara que yo puedo hacer todas las funciones, pero que por mi situación lo único que pedía eran mis permisos para asistir a mis consultas o para ir a traer los retrovirales, pues se trataba de no poner en riesgo mi vida. La razón para confesar esto, era que tenía miedo, pues con 3 acciones de personal, el patrono ya lo podía despedir a uno sin su tiempo y sin nada. Yo sentía injusto que me hicieran firmar acciones por ese motivo y por eso decidí que era mejor contarles el estado de mi salud. El 17 de enero de 2011, la hija de los dueños se dio cuenta que yo era portadora del VIH. Inmediatamente empezó a tener ciertos tipos de actitudes llenas de ironías hacia mí. Por ejemplo, cuando habían reuniones del equipo de trabajo me hacía observaciones sin motivo y siempre agregaba al final de sus palabras: “¿Entendió Sara? ¿Entendió lo que le dije?, esto no es personal, son cosas de trabajo ¿entendió Sara?”.
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En febrero de 2011 me dieron una incapacidad de 3 días y estábamos en temporada alta, lo cual implicaba trabajar día y noche. El 14 de febrero regresé de la incapacidad y el día 15 de ese mismo mes, me tocaba ir a traer los retrovirales y a una cita en el Seguro, porque ya solo tenía una pastilla. Ese 14 de febrero entré a las 6:30 y salí a la 1:00 de la madrugada. A la salida de mi jornada, le pregunté a mi jefa inmediata si podía ir a mi cita y a traer los medicamentos. Mi sorpresa fue su respuesta, pues me dijo: “ay vea Ud. que hace”. Yo le rebatí que esa no era una respuesta, que ella sabía que yo necesitaba los medicamentos. Y ella me respondió: “vaya a traerlos pues, y qué voy hacer yo, si Ud. los necesita los tiene que ir a traer”. Sentí que al igual que la vez anterior eso no era un permiso, pero yo fui a traer mis medicinas, pues esos son los medicamentos que me mantienen con vida, ya tengo como 2 años y medio de estarlos tomando y no los iba a dejar así por así. El día 15 de febrero me llamaron cuando andaba en el hospital y me dijeron que la hija de la dueña necesitaba hablar conmigo. Antes de decirme eso, una compañera me dijo que a mí me iban a echar porque tenía Sida, pues la dueña de la panadería había dicho que no podía tener a una persona con Sida trabajando. Es decir que, antes que me llamaran ya habían comentado mi situación y lo que la dueña pensaba, incluso me informaron que lo comentó en el comedor que es en el área de empleados y que dijo “¿quién iba a creer que una encargada de pastelería tuviera Sida?” Cuando una sobrina le preguntó quién era esa persona, ella no dio nombres, pero al regresar de la incapacidad me despidieron. El día que me mandan a convocar, como ya sabía lo que iba a pasar, le llamé a un amigo, Francisco Chicas, que es un abogado especialista en derechos laborales del Grupo de Monitoreo Independiente de El Salvador, GMIES, para que me acompañara. Al llegar a esa reunión, le solicitamos a la hija de la dueña, que si me retiraría de la empresa sería por despido y ella dijo que no, que no tenía motivos para despedirme. Entonces, lo que ella quería es que termináramos el contrato de trabajo por mutuo acuerdo, el cual ya estaba firmado por la dueña de la empresa. Ella me ofreció que me iban a pagar todo. -24-
Sólo denunciando se logró hacer valer mis derechos Yo pensaba en no tomar el dinero, pero también pensaba en qué iba a darle de comer a mi hija. Ella me decía que todo lo íbamos a hacer de forma legal, que se me iba a reconocer el tiempo de los 2 años que yo tenía trabajando en ese lugar y todo lo que se me debía pagar. Le pedí consejo a Francisco y le manifesté que no quería aceptar el dinero, sin embargo, lo acepté. Francisco me reiteró que el reconocimiento del tiempo de trabajar en la panadería era una cosa y el acto de haberme discriminado era otra muy diferente y que íbamos a demandar por la discriminación en razón del VIH, pues ese fue el motivo por el que al final me despidieron, aunque ellos le llamaran terminación de mutuo acuerdo, pues yo no tenía opción. Incluso manifesté mi preocupación por mi hermana que también trabajaba allí, pues tenía miedo que ella sufriera lo mismo que yo, sólo por ser mi hermana. Cuando iba a retirar mis cosas para irme, mi jefa inmediata todavía se acerca a mí y me dice que era una lástima que me despidieran no por mi trabajo, pues este siempre había sido “10”, sino por tener esa enfermedad. Yo me sentí totalmente discriminada y muy mal porque la dueña de la pastelería había divulgado que una supervisora de pastelería tenía sida y al despedirme a mí, pues se entendió que yo era esa mujer de la que ella hablaba. Un día incluso que llegué a la panadería, uno de los horneros me pregunto: “¿qué ondas vos, que te pasó? Me dijeron que estabas muriéndote en el hospital”. Yo le pregunté quién lo había mal informado y él claramente expresó que la jefa era la que andaba diciendo eso. Para mí esto fue realmente duro, empecé a imaginarme la reacción de los demás, yo me sentía así como dicen, bien “pachita” al imaginarme que todos sabían mi situación. En primer lugar fui a poner la demanda a la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), pues ahí han abierto una escuela especialmente para las personas que tienen VIH. En ese momento me dijeron que sí tomarían el caso, pero que no podían actuar pues se trataba de una empresa privada y no del Estado, por ello me remitieron entonces al Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MTPS). -25-
Historias de vida de mujeres en América Latina que luchan por la vigencia de sus derechos laborales
En el MTPS puse la demanda y expliqué las razones de mi despido. Les aclaré que ya me habían pagado, que eso estaba en orden, pero que hubo actos de discriminación en mi contra por ser portadora del VIH. Por tanto, la demanda que interpuse fue por discriminación y divulgación de mi diagnóstico médico. En el MTPS me atendieron en la Unidad de Género, pues mi caso no era común. Me atendió una licenciada muy amable y recibió mi caso, pero de manera escrita y “a mano” porque no había energía. Días después me aboqué al MTPS, antes de que ellos me hablaran, para preguntar cómo iba el caso. Las razones que me dieron en este momento son que el caso ya estaba cerrado y que hasta ya habían ido a la empresa y que en este lugar les presentaron los documentos que constaban mi pago. Yo reiteré que mi demanda en el MTPS no era por tiempo, si no por discriminación y divulgación. Lo que hice al saber esto, fue solicitar al MTPS una resolución por escrito de lo que me decían, pero me dijeron que la persona encargada de eso no estaba, pero que le darían el recado. Al día siguiente (el 16 de marzo de 2011) me llamaron del Ministerio y me dijeron que el caso seguía y que necesitaban que llegara nuevamente para firmar la declaración, pues la primera vez no había firmado nada porque no había energía. Esta persona que me llamó, me mencionó que me había dicho que el caso estaba cerrado porque él recibía órdenes. Pero cuando manifesté que yo quería eso por escrito, habían cambiado de idea y siguieron con el trámite. Yo reiteré a la persona del MTPS que no solicitaba una indemnización por daños, pues difícilmente podría el dinero reparar lo que yo había vivido. ÉL me dijo que mi caso era raro, pues nadie denunciaba eso y preferían callar. ¡Pero yo no iba a quedarme callada! Yo estaba dispuesta a exigir mis derechos, porque para mí todo lo que ocurrió: que me “echaran” y que se divulgara todo, al ver la reacción de mis compañeros me sentí, como se debieron sentir las personas que tenían lepra en tiempos atrás, fue una humillación muy fea. A pesar que ya pasaron 6 años de mi enfermedad y que lo he superado bastante, me sentí terrible.
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Sólo denunciando se logró hacer valer mis derechos Finalmente, un buen día me llaman para asistir al Ministerio a una conciliación con la empresa por haberme discriminado y divulgar mi estado de salud. En la conciliación, la empresa me ofreció un trabajo de una categoría más baja de la que tenía, por tanto con un sueldo más bajo y en las mismas instalaciones donde estaba antes. No acepté eso, pues no quería llegar al lugar donde todos sabían lo que yo padecía. Luego me ofrecen otro puesto en otra sala de ventas, siempre con un sueldo más bajo. Sin embargo, al final acepté y realmente me siento satisfecha de haber demandado y hacer valer los derechos que me asisten, pues resulté beneficiada y se reconoció el error que mis patronas habían cometido. ¡Sentí que la justicia llegó! Pues aunque no me pagarían lo mismo que antes había logrado un reinstalo en la empresa y ese es un precedente invaluable para otros casos como el mío. Yo invito a todas las mujeres a denunciar, porque si nos quedamos calladas, estos hechos van a seguir ocurriendo. De algo tiene que favorecer que una no se quede en silencio, por ejemplo si se denuncia y no se nos favorece, pues en un futuro eso va a provocar que a otras si se les favorezca, por eso tenemos que hablar. Yo les haría un llamado a todas las personas para que hagan valer sus derechos, en especial a las mujeres.
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III. ¡De gratis! sólo cumpla nuestros derechos.
Historia de la experiencia de lucha de un sindicato de maquila de la Zona Franca de San Marcos, El Salvador.
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III. ¡De gratis! sólo cumpla nuestros derechos. Organización que apoyó en el caso: Federación Sindical de El Salvador (FES)
Nosotras somos trabajadoras de una maquila de la Zona Franca
de San Marcos y pertenecemos a un sindicato afiliado a la Federación Sindical de El Salvador, FES. Lo que buscamos contando nuestra historia, es reflejar los obstáculos que existen en las maquilas para constituir un sindicato y para poder ejercer libremente las actividades sindicales. Desde el intento de formación del sindicato hemos tenido muchas experiencias y hemos visto de todo. Para empezar, la persona que nos motivó a sindicalizarnos y que era una directiva del sindicato de otra empresa, se desmotivó y se salió de la directiva después de motivarnos a todas nosotras. Por otra parte dentro de la fábrica a la que pertenecemos, hemos tenido una serie de violaciones al ejercicio sindical muy fuertes: desde intentos de comprar a los directivos sindicales, hasta insultos, golpizas, despidos y la formación de un sindicato que se hace llamar “cooperativa”. Esta cooperativa es patronal y en ella están afiliados la mayoría de trabajadores de la empresa, para contrarrestar la fuerza de nuestro sindicato. Nosotras siempre hemos sido asesoradas por Alejandro, que pertenece a la FES y él siempre nos ha enseñado cómo debemos defendernos y la fuerza que las trabajadoras debemos tener para luchar por nuestros derechos. En cada uno de los problemas que hemos tenido, Alejandro nos da confianza y nos motiva a hacer viva, la letra muerta del Código de Trabajo. Nos afiliamos al sindicato un 7 de agosto de 2009 y el 10 de agosto, ya lo sabía el patrón. Todas sentíamos que estas acciones de sindicalización estaban bien, porque habíamos visto como en otras empresas solucionaban -30-
¡De gratis! sólo cumpla nuestros derechos los problemas y denunciaban los hechos en contra de los trabajadores. Teníamos miedo de formar el sindicato, pero ya estábamos cansadas del maltrato, que nos gritaran y que cuando teníamos un problema, nadie nos resolvía nada. Si íbamos donde la supervisora, esta nos llevaba a Recursos Humanos; en Recursos Humanos nos regañaban; y si íbamos donde el dueño también nos regañaban y acusaban. Las trabajadoras nunca podíamos tener la razón, nosotras nunca teníamos una voz. Cuando ya estaba formado el sindicato, empezaron las presiones. En primer lugar, llamándonos por separado para saber quiénes estaban afiliadas. A unas nos amenazaron, hasta nos decían que si no queríamos a nuestros hijos, diciendo esto como una amenaza. Amenazas que en lugar de darnos miedo, nos daban ganas de seguir. Luego acudía el dueño a decirnos que por qué lo odiábamos, pero no era cosa ni de odiarnos, ni de querernos, era cosa de que teníamos firmado un contrato de trabajo, el cual no se nos respetaba. Aquí a nosotros nos humillan, nos insultan, nos maltratan y nadie tomaba cartas en el asunto. Una vez hubo un hecho que nos sorprendió y fue el despido de unas compañeras. Cuando nos dimos cuenta de esto, nos tomamos la empresa hasta que las reinstalaran. El dueño acudió a los “guaruras” de él para que nos sacaran, incluso venía uno de los sobrinos de este señor con un palo de escoba para donde nosotras. Tuvimos miedo, pero nos defendimos también. Después de ver que no nos dábamos por vencidas, el dueño le gritaba a la Secretaria General del Sindicato, que le iba a dar un montón de dinero y le decía: -¡Rosa, yo darte así de dinero, yo darte mucho dinero afuera para ti, pero ya no sigas con esto! ¿Cuánto dinero quieres? Y la Secretaria le respondió: Nada, ¡de gratis! sólo cumpla nuestros derechos. ¡Rosa! -dijo él- ¡vos solo hablar mierdas!
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Así le habló el dueño de la Fábrica a Rosa, porque es chino y no habla bien el español. Tristemente esa fue la forma en que le respondieron, cuando ella les mencionó que cumplieran nuestros derechos, que eso era gratis y no costaba nada. Al final se pudo reingresar a las afiliadas despedidas después de 4 días de huelga. La situación que hemos vivido es terrible, porque incluso hemos recibido amenazas de muerte. Cuando hay personas que no aceptan el dinero para salirse de la directiva, es que acuden a esas intimidaciones. Muchos han desistido por el miedo. Por ejemplo, tuvimos un compañero al que le dijeron que estaban en la casa de él con su familia, y que si quería evitar que algo les pasara que se saliera. A otra, le dijeron que le mandara a decir a su esposo que se saliera del sindicato, que si lo hacía, le iban a pagar el salario mínimo por todo un año sin llegar a trabajar. De esa manera y con dinero, muchas y muchos han salido. Otras, seguimos firmes, aunque la represión es mayor para nosotras por ser mujeres. Por estos hechos, hemos interpuesto muchas demandas ante el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MTPS), por discriminación al sindicato, pero nunca han dado resoluciones a nuestro favor, porque cuando averiguan, Recursos Humanos manda a los trabajadores que nunca dicen la verdad, porque no quieren perder su trabajo. Al momento tenemos 70 afiliados, al principio se afiliaron un montón y ya estando afiliados, lo que hacían era irse a Recursos Humanos a decir que estaban en el sindicato, para que los despidieran y les pagaran su tiempo. Eso nos resultaba insólito y aún más cuando Recursos Humanos lo hacía: despedía a la gente y les pagaban su tiempo. Las personas veían esta violación a la libre sindicalización como un beneficio, porque después que se iban con todo su tiempo pagado, siguen trabajando ahora en otras fábricas de la Zona Franca. A pesar de todos los obstáculos y atropellos de los que hemos sido víctimas por ser mujeres sindicalistas, queremos decirles a las mujeres que se informen, que se quiten el miedo y que se organicen, porque en el área laboral el responsable es uno. Por eso el conocimiento, la ley y el apoyo del sindicato se hacen una sola fuerza y así se pueden lograr mayores resultados. El llamado es que sean valientes y luchen -32-
¡De gratis! sólo cumpla nuestros derechos por sus derechos para que hagan la diferencia, porque como mujeres somos más discriminadas en lo laboral, somos las acosadas y una respuesta efectiva a estas violaciones es que nos organicemos y nos mantengamos siempre unidas en la lucha por defender nuestros derechos laborales.
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IV. Mis orígenes sindicales. Historia de Marta Zaldaña. El Salvador.
Historias de vida de mujeres en América Latina que luchan por la vigencia de sus derechos laborales
IV. Mis orígenes sindicales. Organización que apoyó en el caso:
Sindicato de Trabajadores del Instituto Nacional de Pensiones para los Empleados Públicos (SITINPEP).
Soy Marta Zaldaña, actualmente me desempeño como Secretaria General de la Federación de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador (FEASIES). En esta ocasión, quiero compartirles mis orígenes sindicales. Yo comencé a trabajar en 1990 en el Instituto Nacional de Pensiones para los Empleados Públicos (INPEP), dentro de un contexto en el que hubo una promoción en Ahuachapán, de darles una oportunidad de empleo a los mejores bachilleres y así, en ese proceso me incorporé dentro del INPEP en un momento de transición, pues el Instituto estaba bajo la dirección del Partido de Conciliación Nacional (PCN), e iba a pasar a otras manos. Y como siempre las instituciones públicas son altamente partidistas, el ambiente era complicado. Pero así, durante un año trabajé en Ahuachapán. Mi problema empezó por una actividad extra laboral. Mi Jefe Inmediato y yo éramos parte de una Junta Directiva de Padres de Familia en donde estudiaba mi hermano menor y en este escenario -en una fiesta de su colegio- conocí al Diputado Guillermo Antonio Guevara Lacayo. De ahí en adelante, comenzaron a aparecer tarjetitas en mi escritorio que eran de mi Jefe, con saludos de parte del Diputado, pero este señor de frente nunca me dijo nada. Sin embargo, cuando ya se acercaba mi proceso de renovar contrato, me llamaron a la Asamblea Legislativa porque ahí estaban los contratos de los empleados –incluyendo el mío- y en esta oportunidad el Señor Lacayo me dijo que mi contrato dependía de si yo aceptaba ser su amante, o no. Esta situación la lamenté mucho, pero me di la vuelta y me fui. Obviamente quedé desempleada. -36-
Mis orígenes sindicales En ese entonces en el INPEP iniciaba algunas huelgas por diferentes luchas, pero yo no tenía conocimiento del sindicato, solo sabía de ellos porque nos habían visitado en las oficinas de Ahuachapán, pero nunca nos habían permitido ser parte del sindicato, porque nuestro jefe nos decía: calladas, sólo vamos a escuchar. En esas visitas, nos hablaban de qué era el sindicato y de los beneficios de estar organizada, pero ninguna de las 4 mujeres que trabajábamos en Ahuachapán preguntamos más. Una compañera del conmutador que trabajaba en San Salvador, que era con la que teníamos más comunicación, me preguntó cómo estaban las cosas en Ahuachapán, y yo le conté sobre la proposición que me hicieron y que no me renovaron el contrato. Así fue como ella me contactó con el sindicato. En ese entonces, estaba el Secretario General Roger Gutiérrez y me pasó a que me atendieran las compañeras secretarias de conflicto. Expliqué el caso y cómo se había dado, que era específicamente de acoso sexual. En el proceso de solución a mi situación, nos tardamos 6 meses; y en estos 6 meses el sindicato luchó a pesar de todo, porque hubo amenazas en mi casa de que algo le podía pasar a mi hermano, etc. Sin embargo, el caso se ganó y fui reincorporada a las oficinas del INPEP; y por consejo mismo del Gerente de Recursos Humanos, me quedé en San Salvador porque iba a estar más protegida por el sindicato, pues estando en Ahuachapán iba a ser presa fácil nuevamente. Fue así como bajo la protección del sindicato, me incorporaron de una vez a la Junta Directiva y así ingresé al mundo sindical, sin experiencia, solo con el ánimo de aprender. Actualmente tengo 14 años de ser sindicalista. El hecho de haber sufrido una situación de esa índole, me sensibilizó mucho, creo que el Sindicato de Trabajadores del Instituto Nacional de Pensiones para los Empleados Públicos, fue una escuela maravillosa. El sindicalismo a mí me ha ayudado a aprender muchísimo, tanto a nivel teórico como práctico, me ha hecho desarrollar muchas habilidades, aparte de muchas aptitudes, madurez, tolerancia, respeto y responsabilidad hacia las cosas dentro del sindicalismo.
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Este tema del acoso sexual, es bastante preponderante en la actualidad de los sindicatos y es muy importante cómo los sindicatos le dan respuesta, a este tipo de situaciones donde la mayoría de veces son las mujeres las que nos vemos inmersas en esa situación. Fue bastante importante para mí esta experiencia, porque yo no era afiliada al sindicato, y dentro de los objetivos del sindicato es proteger a sus afiliados y afiliadas, me gustó que el sindicato tomara mi caso y lo hiciera suyo. Fue una lucha bastante fuerte, más con el estatus de este tipo de personas, pues era en contra de un Diputado muy reconocido que era también de un Partido muy importante, en ese momento. Lamentablemente hay una cultura dentro de los trabajadores y las trabajadoras, que hasta que no nos pasa algo, o hasta que no se ven nuestros intereses afectados o amenazados, hasta ese momento actuamos. La mayor invitación es para hacer uso de ese ejercicio ciudadano que tenemos, como mujeres y hombres, de organizarnos; como el instrumento pertinente de lucha y como garantía de los derechos humanos laborales. Creo que es necesario, pero el momento nos obliga más que todo a ese proceso organizativo. Este proceso, va con una perspectiva amplia de la visión y misión de los sindicatos que trabajamos en ese camino de darle un nuevo giro y una nueva imagen a las personas que ejercemos este derecho en el país.
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V. Antes de sindicalizarme me gritaban, lloraba y me quedaba callada. ¡Hoy conozco mis derechos y ya nadie me puede maltratar! Historia de Mary, El Salvador.
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V. Antes de sindicalizarme me gritaban, lloraba y me quedaba callada. ¡Hoy conozco mis derechos y ya nadie me puede maltratar! Organizaciones que apoyaron en el caso:
Mujeres Transformando (MT); y Federación de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador (FEASIES)
Mi nombre es Mary. Mi historia se desarrolla en el mundo de la maquila y quiero ilustrarles cómo se violan nuestros derechos laborales y los maltratos que vivimos en estas fábricas. Yo tengo 49 años de edad y una larga trayectoria en la maquila. Siempre he ganado el salario mínimo más lo de las horas extra, en todas las fábricas donde he estado. Yo empecé a trabajar en una fábrica llamada GABO, como supervisora, pero mi objetivo nunca fue estar de lado de la patronal, si no del lado de mis compañeros. Digo esto, pues en este cargo muchas supervisoras se prestaban a maltratar a las trabajadoras. En esta Fábrica siempre nos formaban con las manos hacia atrás, la cabeza inclinada y nos ponían a escuchar un himno coreano. Por diferentes violaciones laborales, unas compañeras se organizaron. Este fue el primer sindicato que hubo en la Fábrica con la ayuda de la Federación de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador, FEASIES. Lamentablemente, me di cuenta que todas las compañeras de la Directiva se vendieron y cada una vendió su credencial en 40,000 colones. Después de eso el maltrato aumento y descontándonos el seguro social, no lo cancelaban. ¿Cómo nos dimos cuenta de esto? Pues fue de la manera más triste: una compañera se agravó dentro de la empresa con dolor de estómago y cuando le informó a la coreana que necesitaba ir al baño, no la dejó ir, pero era tanto su dolor que esta mujer se fue al baño sin permiso. Después, nunca regresó y cuando fuimos a verla al baño estaba pálida y tirada en el suelo. Nosotras tratamos de auxiliarla pero ya era tarde, estaba -42-
¡Hoy conozco mis derechos y ya nadie me puede maltratar! muy mal. De parte de la empresa la llevaron al seguro social y ahí nos dimos cuenta que no lo pagaban, pues no la quisieron atender. Después de esta desagradable sorpresa, la llevaron al Hospital Nacional Rosales y ella se murió a los 3 ó 4 días. Así fuimos viendo cada cosa que iba sucediendo y comenzamos a pensar que era bueno volver a organizarnos, aunque ya se tenía la experiencia de las que se vendieron. Pero era necesario. Como supervisora viví bastantes maltratos y tuve como Jefa a “Om”, una coreana que también marcó una experiencia desgarradora en mi vida. Ella siempre me amenazaba que iba a salir de la empresa sin ninguna prestación. Pero yo pensaba y decía: somos pobres, pero estamos en nuestro país y debemos defendernos. En esos días yo salí embarazada y Om siempre buscaba como molestarme. Una vez me llevó halándome a la oficina del Jefe, con el que también tuve muchos problemas, porque cada vez que me regañaba me pedía que bajara la mirada y yo nunca le hice caso. Om insistía en sus amenazas y en que me iba a sacar de la empresa, por tratar de organizarme y porque yo nunca me dejaba maltratar. Yo me sentía fuerte frente a ella, porque sentía que estaba en mi país. En otra ocasión, Om me tiró un paquete en la cara porque una producción estaba mala, me enojé hasta el llanto y de tan molesta que iba, me deslicé y me golpee el estómago en la esquina de una mesa. A mí me quedó el dolor en el vientre y le pedí permiso a Om de ir al seguro social, pero ella me lo negó. En esa misma noche, se me rompió la fuente, yo ya tenía 6 meses de embarazo y de esa forma, perdí a mi bebé. Mi hermana que era otra supervisora, me llevó un dinero en un sobre que eran 500 colones que Om me mandaba, yo no los acepte porque la vida de mi niña no valía eso. Cuando regresé de la incapacidad yo ya era otra persona, pensaba que no era posible que ellos nos vinieran a tratar de esa manera. Así me volví a incorporar en el Sindicato de FEASIES y quedé en la Junta Directiva, muchas compañeras se organizaron también para que se respetaran nuestros derechos y dejáramos de ser pisoteadas. De parte del sindicato, alguien iba a ir a EE.UU. a demandar todas estas situaciones y por mi historia fui seleccionada, demandamos y -43-
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logramos que se nos pagara, pues estos coreanos ya se habían ido de El Salvador y habían dejado todo embargado. Luchamos y no desmayamos para ver como solucionábamos y logramos que se nos cancelara una parte de lo debido. Todo esto fue en el año 1993 que era cuando comenzó lo de las maquilas. Por esta experiencia me dediqué a trabajar sola, pero por necesidad en el año 2005 tuve que regresar a la maquila. Aquí ya no me dejé maltratar. Sin embargo, la fábrica donde ingresé también cerró, con la diferencia que nos pagaron las indemnizaciones completas. En 2007 entré en una fábrica llamada Hoon’s y que ahora se llama Ocean Sky, yo ya había escuchado que esta era la peor y lo comprobé en los 2 años que estuve allí. Acá teníamos un problema con el agua, tenía excremento, gusanitos rojos, basurita, nata verde, etc. Si tomaba agua, inmediatamente después me dolía el estómago. Trabajando ahí, conocí a la Asociación Mujeres Transformando (MT), mediante otra compañera y aquí nos aconsejaron que sacáramos una muestra de agua. Así empezamos a visibilizar los maltratos y problemas de agua, naciendo el famoso caso de “Ocean Sky”. En este entorno de lucha me vi afectada, porque hubo alguien que informó las investigaciones que estábamos haciendo y lo notificaron a la gerencia. Después de esto me despidieron y la supervisora me dijo que mi despido era porque me habían tomado una foto abrazándome con una mujer de una organización de mujeres que también promueve los derechos laborales de nosotras, llamada ORMUSA. También, la que me despidió me dijo que era porque había recorte de personal y obviamente sólo yo fui la despedida. Estando desempleada, con la ayuda de Mujeres Transformando (MT), ingresé a Brooklyn, que es otra maquila en la cual sigo trabajando actualmente. Nosotras en estas empresas somos maltratadas, más que los hombres. Organizarse como mujeres nos ayuda mucho a conocer nuestros derechos y a defenderlos. Antes de sindicalizarme, me gritaban, me decían de todo, lloraba y me quedaba callada. Hoy conozco mis derechos y ya nadie me puede maltratar, es lo bueno de la organización, que aprendemos de nuestros derechos laborales y a -44-
¡Hoy conozco mis derechos y ya nadie me puede maltratar! defenderlos. Mi llamado a las mujeres es que muchas somos víctimas porque lo permitimos, pero debemos quitarnos ese miedo y temor a quedarnos sin trabajo, no hay que callarnos, porque por eso se ha propagado tanto la violencia en contra de las mujeres. Yo quisiera algo mejor para mis hijas, a las que les he dado la mayor comprensión de madre y quisiera que ellas triunfaran en la vida, pues con sacrificio he logrado que mi hija de 19 años se haya graduado como secretaria. Y eso quiero también para la más pequeña que tiene 13 años. Mis hijas siempre van a Mujeres Transformando para que aprendan y no pasen lo mismo que nosotras hemos pasado, mis hijas ya saben que ellas tienen derechos.
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VI. Atropellos en la empresa privada ¿quién vela por nosotros los empleados y empleadas? Historia de Xochilt Sánchez, El Salvador.
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VI. Atropellos en la empresa privada ¿quién vela por nosotros los empleados y empleadas?
Mi nombre es Xochilt Sánchez y me animé a escribir esta historia por diversas razones: porque ¿cómo pueden existir de manera impune y por largo tiempo, empresas establecidas en El Salvador, que no pagan los salarios completos y si lo pagan lo hacen con retrasos de semanas; descuentan AFP, ISSS, renta y no lo reportan a estas instancias? ¿Cómo pueden haber demandas en el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, en la Procuraduría General de la República y en Fiscalía General de la República que tienen meses y meses, y que son de varios ex empleados de una misma empresa, y aún así estas siguen operando sin ninguna sanción, ni temor de la ley? Antes, solo había visto en la televisión la forma en que algunas maquilas se desaparecían y dejaban a las empleadas sin su paga y sin nada, creí que eso se daba en otros ámbitos, pero de manera desagradable me di cuenta que no estaba lejos de esa realidad. En Junio de 2010, por parte de una empresa reclutadora de empleos, me contactaron para un puesto que tenían abierto en la empresa COMPRAMERICA, con trayectoria en el rubro de comercio electrónico y ventas por internet. Fui a la entrevista con el señor John Lyon-Sullivan, representante y dueño, que funge como Director General, siendo él, la única persona que manda ahí. Mi currículum les había interesado, porque recientemente ellos habían firmado con Telefónica de España, un contrato para administrar todas las tiendas web de Latinoamérica (en 12 países), y mi área de experiencia ha sido por 12 años en la telefonía móvil-fijainternet. Por tal, un proyecto muy interesante, con mucho potencial y que me gustó desde su planteamiento en la entrevista. -48-
¿Quién vela por nosotros los empleados y empleadas? La respuesta para comenzar fue bastante rápida, sin formalismos, sin pruebas de reclutamiento, sentí un temor vago y ese tuvo que haber sido mi primer signo que esa empresa no operaba correctamente. No busqué en internet referencias, ya que realmente el contrato con Telefónica de España me daba tranquilidad, aunque sé que este tipo de contratos a terceros, bajo el esquema de comercialización como distribuidor, la empresa principal se desliga de toda relación laboral con los empleados contratados por su subcontratada, en este caso: COMPRAMERICA. Inicié labores a finales de Junio de 2010, había aproximadamente entre 50 y 60 empleados. Comencé a preguntar sobre mi contrato, pero me decían que aún estaba en firma, que pronto me lo entregarían. Finalmente, me lo entregaron detallando las condiciones y por supuesto, las prestaciones de ley. En los meses de Junio, Julio y Agosto, los pagos de salarios quincenales transcurrieron sin mayor retraso, pero no entregaban el taco del Instituto Salvadoreño del Seguro Social ni se firmaba planilla, solo pagaban con cheque. Cuando se le preguntaba a la administradora asistente del Sr. Sullivan sobre el taco del ISSS, decía que pronto estarían listos, ya que tenían una deuda de todo el año 2009 y que estaban poniéndose al día. Sin embargo, nos seguían descontando. Además que pasábamos varios días sin agua potable, había que llevarla desde nuestra casa, y no había papel higiénico ni jabón en los sanitarios; por lo que ya era “normal” que cada uno lleváramos estos implementos. Otro tema era el maltrato verbal de este señor para con los empleados, habían gritos, amenazas y presión psicológica. En Septiembre comenzaron los retrasos en el pago del salario, primero con 7 días de retraso, luego con 15 días, hasta llegar al incumplimiento de pago por 6 semanas: 3 quincenas. En todo este tiempo, hubo despidos de compañeros sin indemnización, los mandaban a despedir con la asesora legal Lic. Bianca Castro, que de hecho no tiene ninguna representación patronal para hacerlo, lo hacía de palabra y con salarios pendientes al momento del despido. Hubo compañeros que fueron a poner sus -49-
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demandas al Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MTPS) y hacían acuerdos de pago que nunca se cumplieron porque a algunos les entregaron cheques sin fondo. El retraso en los pagos era cada vez más grande, y al preguntar cuándo pagarían decían: no ha entrado dinero, no ha venido la transferencia y no sabemos cuándo les vamos a pagar. Se consultó en grupo en una ocasión al Sr. Sullivan, y por el atrevimiento despidió a varios compañeros por haberlo hecho: sin razón ni pago de nada. Llegada la primera quincena de febrero, nos acercamos al MTPS, un grupo de 10 compañeros y compañeras, para exponerles la situación. Créanme que ya sé que las instituciones no hacen nada, pero es decepcionante e indignante comprobarlo en carne propia. Llegamos al Ministerio y nos recibieron con total indiferencia. Una supervisora, nos decía que ya tenían varios casos abiertos y que ya habían mandado inspecciones, pero que habían cerrado los casos. Ni tan siquiera nos tomaron los nombres, fue una total desidia hacia nosotros y ni les importó que éramos un grupo grande. Si ya había varios casos ¿Por qué no piden en las inspecciones, los comprobantes de pago, de cotizaciones al ISSS y de las AFP? ¿Por qué no entrevistan al menos al 50% de los empleados? ¿Por qué no llevan hasta el fin su investigación y comprobación? Nos retiramos tan molestos y decepcionados, sabiendo que ante la situación de incumplimiento, las instituciones no hacen nada; la única salida era irse y buscar otro empleo y no perder el tiempo ni más dinero creyendo que nos van a apoyar en una solución. Comenzamos a retirarnos poco a poco de la empresa, a algunos los despidieron sin justificación, y en mi caso, me retiré el 16 de febrero 2011. Adeudándome a ese momento un mes de salario, y sin ningún reporte de descuentos a las instancias pertinentes. La carta de retiro me la firmó y selló la seudo-abogada de la empresa y me fui con la promesa del Sr. Sullivan de pagarme la semana siguiente.
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¿Quién vela por nosotros los empleados y empleadas? Luego de llamadas infructuosas, visitas, correos –incluso copiados a la gente de Telefónica España, sigo sin obtener mi pago; así como aproximadamente 10 personas que eran mis compañeros. Hemos cumplido los pasos de poner nuestras denuncias en la Fiscalía, en el Ministerio de Trabajo, en la Procuraduría General en la Unidad de Defensa del Trabajador; y a pesar de no ser las primeras ni las únicas denuncias en contra de COMPRAMERICA, siguen haciendo de las suyas operando impunemente, contratando más gente y a las que en este momento, les deben 4 quincenas completas de salario y sin las prestaciones de ley. Sé que puede y suena a un caso más de cientos y comunes en nuestro día a día en el país, pero mis cuestionamientos específicos son: • Hay demandas abiertas, recientes y antiguas; pero las instituciones no hacen nada. En la Fiscalía me respondieron que esperan que se acumulen varios casos. La fiscal a cargo llegó al descaro de decirnos que fuéramos pacientes porque la demanda es de este año. • Hay incumplimientos de acuerdos de pago que transcurren en el tiempo y con total tranquilidad el señor Sullivan no los cumple. • Las inspecciones del Ministerio de Trabajo, no surten ningún efecto ni resolución. Pueden hacer una inspección diaria y ¡de nada sirve! • No existe una entidad que apoye integralmente al empleado, uno debe desplazarse a todos lados a poner demandas por cada cosa, cuando si se unificara en este punto podrían actuar más contundentemente, ágilmente y apoyarnos a nosotros los trabajadores y trabajadoras que al final, es de nuestros impuestos que el aparataje gubernamental existe. • Aquí hay una multinacional de renombre involucrada que pregona responsabilidad social empresarial a nivel mundial, y a la cual se le ha notificado de la situación y tampoco hace nada. -51-
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Estimadas, mi participación activa fue llevando la idea a la acción para que cada uno fuéramos a poner las demandas correspondientes, y decirles a mis compañeros que no permitamos este atropello y robo. Ahora, seguimos insistiendo en las entidades mencionadas; pero debo serles honesta, si lo hago es porque mi espíritu no me permite estar en paz habiendo pasado y visto la impunidad de las empresas de este tipo. Además, comprobé que estas situaciones se dan en todo tipo de empresas y afectan a todo tipo de personas, pues prácticamente todos los que conformamos este grupo tenemos nuestras carreras, nuestros estudios superiores, conocemos nuestros derechos laborales, pero al final ¿a quién recurrimos? ¿a quién? Lo último que se nos ha ocurrido hacer es recurrir a los medios de comunicación, a exponer públicamente las irresponsabilidades de esta empresa, la cual ya cuenta con un largo historial en este tipo de cosas. Además exponer la falta de acción efectiva del Ministerio de Trabajo, de la Procuraduría General y de la Fiscalía, para solucionar los problemas de la clase trabajadora. Sin mencionar con más detalle que, a pesar de que estudiemos, acumulemos experiencia, y seamos aptas en habilidades y conocimientos para las posiciones dentro de las compañías, la inclinación es por el sector masculino para puestos de mayor rango y mejores salarios en puestos de iguales funciones. Todas lo hemos vivido en carne propia en El Salvador. Por eso me gustaría apoyar a otras mujeres, pues me llenaría de satisfacción; porque si no nos apoyamos nosotras, nadie lo hará.
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¿Quién vela por nosotros los empleados y empleadas?
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VII. ¡Conocí la historia del sindicato y yo me enamoré del sindicato!
Historia de Aracely Martínez del Sindicato General de Costureras, El Salvador.
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VII. ¡Conocí la historia del sindicato y yo me enamoré del sindicato! Organización que apoyó en el caso: Sindicato General de Costureras (SGC)
Mi
nombre es Aracely Martínez, soy Secretaria del Sindicato General de Costureras. Ingresé a este sindicato en el año 2000 y no tenía ni una semana de estar en el Sindicato, cuando hubo una elección y quedé por primera vez en la Junta Directiva. Mi caso siento que es especial, porque yo nunca he tenido problemas en el trabajo de la Maquila porque mi función es de “bordado computarizado” y esta mano de obra es calificada y muy poca en el país, por eso yo era buscada por los empresarios. Mis sentimientos de justicia empezaron al ver el maltrato hacia las demás personas, muchas trabajaban turnos de 12 horas, a diferencia de mi caso, que tenía turnos de 8 horas completas. Me indignaba cuando las maquinas se arruinaban, cerraban los baños con llave para que los trabajadores y trabajadoras no fueran, los recesos eran cortos y el almuerzo sólo duraba 30 minutos. Yo no conocía mis derechos, sin embargo me indignaba. Pero en esos días la patronal nos amenazó, que como no había trabajo nos iban a despedir, y así lo hicieron. Una de mis compañeras de bordado, me dijo que conocía un lugar donde nos podían ayudar y me llevó a una Federación de Sindicatos. Allí me hicieron la invitación a las jornadas de capacitación los días sábados. Yo tenía miedo de organizarme porque los sindicatos estaban estigmatizados que eran guerrilleros, y que mataban gente, porque hay tantas cosas que se decían sobre los sindicatos y de la mujer sindicalista, que a mí me daba miedo. Sin embargo yo acepté llegar y así me fui capacitando y conocí de mis derechos. En estas jornadas comencé a cuestionar por qué en mi fábrica no nos dejaban ir al baño, y las personas presentes -56-
¡Conocí la historia del sindicato y yo me enamoré del sindicato! se horro-rizaban porque no creían lo que vivíamos en la maquila día con día. Compartiendo mi experiencia de vida en la maquila y aprendiendo sobre mis derechos, me fui empoderando como mujer y me gustó tanto aprender, que terminé estas jornadas con un premio de segundo lugar. A la semana, como ya había dicho antes, me dicen que me habían elegido para la directiva del sindicato y yo tenía miedo porque no me sentía preparada y creía que me iban a poner a repartir cosas, antes lo mataban a uno por eso. Pero a pesar de esto, puse de mi parte para aprender y hasta la actualidad me han seguido eligiendo como Secretaria General, me imagino que porque no he hecho un mal trabajo. A pesar de ser parte de una directiva sindical, yo no decía que era parte de una, porque todavía tenía temor, pues en la fábrica donde estaba anteriormente me habían despedido. Pero encontré otro trabajo “a pesar de estar sindicalizada”, pese a que es cierto que existen las listas negras, una tiene que usar sus estrategias para poder trabajar, desde que he estado sindicalizada, nunca me ha faltado trabajado, gracias a Dios. Dentro de las distintas luchas que el Sindicato General de Costureras ha llevado, hay una que tengo muy presente, por el dolor que me causa, es el caso de la Fábrica Ensamble. Esta fábrica cerró intempestivamente y las mujeres hicieron una marcha para exigir los derechos que les correspondían. En esta marcha, las mujeres fueron agredidas por la UMO (Unidad de antimotines de la Policía Nacional Civil) y en este hecho murieron 3 mujeres y otras 4 abortaron. Nosotros como sindicato somos bien unidas y hemos colaborado para salvar a otras compañeras. Ahora que estoy en la directiva he visto como al momento que toca defender un derecho, uno puede llevar esa lucha como si fuera propia. El caso PRIMO es otra experiencia grande que ha tenido el Sindicato. Aquí pude ver de cerca la persecución que sufre un sindicato, incluso el dueño de la Fábrica le apuntó a una compañera con una pistola y posteriormente trató de comprarme y me preguntó cuál era -57-
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mi precio. Yo le dije que les pagara a las 15 mujeres embarazadas, a los directivos y que les pagara el pasivo laboral a todas las mujeres. Le pedí esto porque las estaban liquidando con montos que no les corres-pondían. Este proceso duró 3 meses en donde trabajamos todas muy duro para que se entregara a las trabajadoras el pago justo. Este caso se ganó, no porque el patrono pagara, sino porque el sindicato solicitó unas medidas precautorias. Además pudimos contactar a la marca, quien fue la que pagó para que se les pudiera responder a las trabajadoras. Así, hemos tenido diferentes experiencias de lucha y en cada una hemos visto las violaciones laborales que ocurren en perjuicio de las mujeres. También hemos visto el resultado positivo que se tiene, cuando las marcas intervienen directamente en los procesos de reivindicar algún derecho. Tal como este aspecto es positivo, también hemos tenido amargas experiencias en la Procuraduría General de la República, donde en muchas ocasiones hemos visto que actúan con poca diligencia. Cuando quiero motivar a las mujeres les digo que yo sola no hago nada, pero que con el esfuerzo de todas ya se pueden dar resultados. El empresario muchas veces se aprovecha del desconocimiento de las trabajadoras, por eso es importante organizarse y conocer de nuestros derechos. Si nosotras como mujeres no demandamos, no hablamos y no decimos, las cosas no van a cambiar. Yo invito a que si no conocen el sindicato, que se acerquen a uno, que se organicen; porque si no, siempre seremos afectadas por las “3 cosas en contra que tenemos: somos mujeres, trabajadoras de maquila y sindicalizadas”. Estas 3 cosas no las digo yo, pero las dice nuestra sociedad, las dice nuestra realidad. La mujer a parte de trabajar, tiene toda una larga lista de tareas del hogar que debe cumplir, por otra parte en la maquila tenemos esos sueldos tan bajos, y todavía somos perseguidas por ser sindicalizadas o tratar de sindicalizarnos. Es momento de hablar y es una responsabilidad que tenemos. Por ejemplo, cuando pensamos en los mártires de Chicago, vemos que hay experiencias donde uno puede ganar y donde muchos en épocas pasadas dieron su vida para que nosotras tengamos -58-
¡Conocí la historia del sindicato y yo me enamoré del sindicato! derechos. Tenemos que acercarnos a los sindicatos, porque desde mi experiencia en el Sindicato General de Costureras he visto la forma en que todas trabajamos fuerte a favor de otras mujeres y donde he visto casos que terminan en resultados positivos. Durante el camino he conocido la historia del sindicato y me he enamorado del sindicato, a veces siento que lo tengo a la par de mi familia y salgo corriendo más para las cosas del sindicato, que para las cosas de mi casa. El SGC surge para poner freno a una violación de derechos que se dio en 1950, donde 150 mujeres se unieron para luchar. El año pasado el Sindicato General de Costureras cumplió sus 60 años y hubo una de las fundadoras que estuvo presente. Para mí fue un orgullo conocerla y le dije que ella tenía la culpa de que yo estuviera en esto hoy y de que yo amara la organización, de que me preocupe por los derechos de las otras mujeres y demás trabajadores. Yo no pienso solo en Aracely, las cosas buenas que pienso y sueño para mí, las pienso para todas.
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VIII. La sindicalización como punto de partida para fomentar la producción y la educación entre las mujeres. Historia de las mujeres de sindicatos independientes en Tacuba, El Salvador.
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VIII. La sindicalización como punto de partida para fomentar la producción y la educación entre las mujeres. Organización que apoyó en el caso:
Federación de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador (FEASIES)
Tacuba pertenece al Departamento de Ahuachapán en El Salvador. Siendo uno de los municipios más pobres, además ocupa un lugar alarmante en niveles de analfabetismo y tasas de desempleo para las mujeres. La mayoría de familias se dedican a actividades agrícolas, en donde las mujeres no tienen gran posibilidad de aportar económicamente a sus hogares, a excepción en la época de cosechar café, donde les pagan $1.00 por la arroba que recogen. Por otra parte, los hombres de estos hogares ganan en promedio desde $40.00 hasta $70.00 quincenales y tienen hogares con más de 7 miembros en sus familias. Una de las mujeres que participó con su testimonio para la redacción de esta historia, nos manifestó que en su hogar son 13 personas y que su esposo ganaba $70.00 quincenales. La presente historia se recogió en 3 comunidades diferentes en donde, gracias a un Proyecto de Formación Profesional, la Federación de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador, FEASIES, busca enseñarles a estas mujeres diferentes oficios para que ellas puedan tener acceso a un empleo y así poder aportar económicamente a sus hogares que tanto lo necesitan. Este caso es muy especial, porque no se han conformado los sindicatos para exigir mejoras a un patrono en específico, sino que los sindicatos nacen con una naturaleza independiente que busca unir fuerzas para generar mayores conocimientos en las mujeres: para que aprendan a leer y escribir, para que aprendan a hacer diferentes platos de comida, para aprender manualidades, artes y para que -62-
La sindicalización como punto de partida puedan cortar el cabello, entre otras cosas. Con el objeto de tener mayores posibilidades de empleo. Las necesidades en estos cantones son grandes y las dificultades para tener acceso a la salud, a un empleo digno y a la educación, cada vez se agravan con los altos costos de la vida y porque parecen estar en un lugar tan recóndito que hasta se siente olvidado por el Estado. Dentro de este grupo de mujeres valientes que luchan día a día para poder tener un mayor espacio de participación y de oportunidades, debe mencionarse a aquella que se tomó la tarea de andar de comunidad en comunidad, para hablarles a sus demás compañeras de los sindicatos y sus beneficios, su nombre es Lupita Rivera. Lupita con las dificultades de acceso en cada uno de los caminos, ha sido capaz de promover la formación de 3 sindicatos de trabajadoras independientes. Los resultados de cada uno de estos esfuerzos son muy evidentes, pues se observa a mujeres con deseos de empoderarse en el tema de los derechos de las mujeres y los derechos laborales. Cada una de ellas habló de lo distinto que ven la vida ahora que conocen de sus derechos y que si se van preparando pueden tener otras opciones. Ellas se sienten felices de haber encontrado dentro de la organización una nueva familia que les ayuda a crecer en conocimiento y en información, que les ayuda a saber que ellas también tienen capacidad de decisión, y a su vez, ellas son las encargadas de reproducir tales beneficios hacia sus hijos e hijas. Desde aquel escondido lugar de Ahuachapán, Lupita quiere manifestarles a todas las mujeres las siguientes palabras: “Quiero invitar a todas las mujeres a que se organicen para ser mujeres participativas en los distintos ámbitos como en los municipios, en sus hogares y en sus relaciones; para que tengan mayores conocimientos y más oportunidades de empleo, para que dejen el miedo y para que sean capaces de tomar decisiones. Para este tipo de cosas es que es buena y valiosa la organización”. -63-
IX. En ninguna maquila se respetan los derechos laborales y sindicales de las mujeres. Historia de Ana Mercedes Castro, El Salvador.
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IX. En ninguna maquila se respetan los derechos laborales y sindicales de las mujeres. Organización que apoyó en el caso: Sindicato General de Costureras (SGC)
Mi nombre es Ana Mercedes Castro y vivo en Santo Tomás. Yo empecé a trabajar en talleres y luego por ganar más dinero aprendí a trabajar en máquinas industriales y cuando me sentía capaz de manejarlas, empecé a trabajar en zonas francas. En cada una de las experiencias que he vivido en las maquilas, siempre han estado rodeadas de violaciones a los derechos laborales y quiero plasmarles cómo fui evolucionando: desde que era una mujer miedosa y que callaba, hasta la que ya se atrevía a denunciar para defender sus derechos. La primera fábrica donde empecé a trabajar se llamaba PIMAR y en ese entonces yo no sabía nada de sindicatos. Una señora dentro de la fábrica siempre nos maltrataba y gritaba, pero yo me quedaba callada porque no sabía cómo defender mis derechos. Lo que hice fue renunciar e irme para otra empresa a San Marcos que se llamaba “Confecciones y ensambles”. La dueña de esta empresa era una cubana que se llamaba Elsa Calderín. Cuando yo entré aquí todo estaba tranquilo, pero en esta fábrica había un sindicato. Estas mujeres del sindicato me empezaron a hablar y me preguntaban si me quería afiliar al Sindicato General de Costureras (SGC). En ese momento no me afilie pero empecé a dar apoyo, porque lo que el sindicato hacía era negociar con la patronal. Finalmente me afilie al sindicato y siempre llegaba a los talleres de los sábados, al igual que una de mis hijas que ya es directiva sindical. En mi fábrica me eligieron parte de la Junta Directiva de la Seccional y nos empezaron a capacitar en derechos laborales, a leer las leyes y a que nos aprendiéramos el Art. 248 del Código de Trabajo, porque era -66-
En ninguna maquila se respetan los derechos laborales y sindicales de las mujeres el que respaldaba a la persona trabajadora que quería organizarse. Pero yo siempre tenía temor de no poder desenvolverme. A pesar de ello, poco a poco fui perdiendo el miedo. Esta empresa de “Confecciones y ensamble”, cerró y nos dejó a nosotras como trabajadoras sin nuestros respectivos pagos y sin nuestro tiempo. Lo que hicimos con el apoyo del sindicato fue tomarnos la empresa para que los dueños no llegaran a sacar la maquinaria. Este caso fue perdido porque ya no se pudo encontrar a la dueña. Nosotros dormíamos en la fábrica para cuidar esas máquinas y pedíamos dinero en las calles para poder mantenernos en lo que estábamos sin trabajo. Hubo marchas también en que las que llegamos a la Asamblea Legislativa y una vez, los antimotines de la Policía Nacional Civil nos atacaron con golpes y gas pimienta. Unas compañeras embarazadas abortaron por absorber ese gas pimienta, otras compañeras fueron golpeadas con las macanas en la espalda, cabezas, etc. Algunas murieron y fue tanto el maltrato que nos retiramos. Después de esa amarga experiencia, me incorporé a otra fábrica que se llamaba “Blanca Luz”, aparentemente bastante tranquila, unas compañeras me decían que les descontaban la cuota del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) y que no las pagaban, porque no les entregaban el certificado. Yo les recomendaba a ellas que le exigieran al dueño que les entregara el certificado. Pero nunca se animaron y aguantaban estos abusos. También me di cuenta que contrataban a menores de edad con salarios demasiados bajos y jornadas de trabajo sin definirse, pagándoles $3 diarios. Yo trataba de convencerlos y les comenté que yo era de un sindicato, pero la verdad nadie se animaba porque tenían miedo. En estos días, el dueño de la fábrica dijo que iba a suspender personal porque no tenían materia prima. En una de las listas de los suspendidos iba yo. Me fui bien molesta porque sabía que eran mentiras, pues él estaba contratando nuevo personal. Hacía esto con las personas que ya tenían 3 años de trabajar, para ahorrarse de pagar un buen tiempo posteriormente. Yo me auxilie en Aracely, que es la Secretaria General del Sindicato General de Costureras. Ella me preguntaba si ya me había cerciorado que si era cierto que no había materia prima. Entonces en esa ocasión -67-
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decidimos con Aracely que lo mejor era mandar una inspección del Ministerio de Trabajo y Previsión social (MTPS). En la empresa escondieron a una parte del personal para evitar que los inspectores les hablaran. Cuando las inspecciones terminaron, el dueño empezó a indagar quién había solicitado la inspección. Se dio cuenta que era yo y además del Ministerio decían que a mí no podían suspenderme por ser directiva sindical. El dueño empezó con actitud hostil, incluso me dijo que como no podía despedirme me iba a poner a barrer y trapear. El dueño reunió a los demás empleados y los puso en mi contra: que no me hablaran, que la empresa iba a cerrar, etc. mis compañeros empezaron a amenazarme y me hacían señas que indicaban golpes cuando yo pasaba. Una vez sí me iban a atacar pero yo le llamé a Aracely y le pedí ayuda para que me sacaran de la fábrica. Todas estas cosas me las hacían para que yo renunciara y acepto que fue un grave error, pero tanto fue el miedo que no pude. Mi tiempo me lo iban a pagar con 3 letras de cambio y costó un mundo que este señor me las pagara. Yo me quedé 3 ó 4 meses en la casa, porque ya no quería sufrir todo eso. Pero la necesidad me llevó nuevamente a otra maquila: Maquiladora y Bordados ABBA. A los 8 meses de haber ingresado aquí, me mandaron a llamar para despedirme porque no había trabajo, me ofrecieron reconocerme el tiempo que me correspondía. Según ellos lo que me tocaban era $115.00, pero no acepté. Fui a poner las demandas ante la Procuraduría General de la República (PGR), a los 3 meses de poner la denuncia, me llaman y me dicen que era por gusto demandar, pero que iban a hacer todo lo posible. Pero me di cuenta que estas actitudes le bajan la moral al trabajador. El día de la conciliación, la abogada del dueño me ofreció que me iban a reinstalar. Yo estaba de acuerdo en aceptar pero le comenté de un problema de salud de mi madre y que sólo yo la estaba cuidando. Acepté el trabajo, y tenía que presentarme el 11 de febrero de 2008 y así fue. Sin embargo a los meses me ponen una demanda de terminación del contrato de trabajo, pero no pudieron hacerlo porque ganamos el caso. El Sr. Vaquerano que era el dueño, después de la noticia me había amenazado para que ya no mandara ninguna -68-
En ninguna maquila se respetan los derechos laborales y sindicales de las mujeres inspección. Al final, los compañeros que al principio estaban renuentes, formaron la seccional, pero esto no se respetó y despidieron a todos los miembros. A la fecha se han ganado 2 casos de la seccional y otros 2 se perdieron por negligencia de la PGR. En uno de esos casos perdidos, en la demanda que redactaron en la Procuraduría, se puso que a una compañera la despidieron a las 4:00 a.m. cuando la habían despedido a las 4:00 p.m. Por ese detalle se perdió el caso. Estas negligencias decepcionan, pero pensamos seguir luchando. Yo he sentido mucho apoyo en el sindicato, al igual que otros compañeros. No tengan miedo de afiliarse al Sindicato General de Costureras, porque tiene representación en cualquier empresa. Este sindicato no busca que la empresa despida, sino que los trabajadores disfruten su trabajo con dignidad. Estas palabras son las que yo les puedo dar desde mi experiencia.
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X. “Seguimos de pie y no nos vamos a dejar vencer”. Historia de lucha de las mujeres del Puerto de Manta, Ecuador.
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X. “Seguimos de pie y no nos vamos a dejar vencer”. Naturaleza del testimonio: colectivo. Número de asistentes: 20 personas. Intervinientes en la narración de la historia:
Dra. Piedad Barcia (Abogada de la Oficina de Movilidad Humana de Manta); Rosa Olalla Macías (ex trabajadora del proceso de extracción de la tagua en Tagnimela Export S.A). Nelly Cedeño Burgos (ex trabajadora del proceso de extracción de la tagua en Tagnimela Export S.A).
Organizaciones que apoyaron:
Fundación de Mujeres Santa Marta; y Cáritas de Manabí, Ecuador.
Lugar de reunión:
Oficina de Movilidad Humana del Puerto de Manta, Manabí. Ecuador.
Sinopsis: La presente historia relata una lucha de mujeres y hombres que fueron despedidos sin ningún tipo de liquidación, por parte de la Empresa Italiana Tagnimela Export, S.A. Esta empresa, se dedicaba a la exportación de la tagua, que es el fruto conocido como el “marfil vegetal” y que se obtiene del “árbol de tagua”.
En el Ecuador, la tagua fue uno de los primeros productos de
exportación desde 1859. Se utilizaba en un primer momento para hacer botones y en la actualidad se hacen diversas artesanías y bisutería con esta semilla. Su proceso de producción es complejo e implica muchos riesgos en la salud y la integridad física de las personas que intervienen en el proceso de extracción de esta semilla. En estos procesos de producción se vieron involucradas mujeres y hombres, que le entregaron toda una vida a esta empresa italiana, la -72-
Seguimos de pié y no nos vamos a dejar vencer cual al cerrar pretendió dejarlos con las manos vacías, sin reconocerles sus indemnizaciones y jubilaciones. En este contexto empezó la lucha laboral de las mujeres del Puerto de Manta, en la Provincia de Manabí, Ecuador; Así: -Dra. Piedad: Mi nombre es Piedad Barcia y soy la abogada de la Pastoral de Movilidad Humana en Manta y con el equipo de trabajo que tenemos, coordinamos un programa muy lindo y paradigmático que da lugar a la reivindicación de un derecho social, de mujeres y hombres, debido al cierre de la fábrica Tagnimela. Este cierre se dio después de una huelga y tuvo como resultado 53 personas trabajadoras que fueron despedidas de su centro de trabajo. El objeto de la huelga era lograr el reinstalo de un grupo de trabajadores y exigir el respeto a sus derechos laborales, ya que no se les pagaba horas extras, además no se garantizaba el respeto a la naturaleza de las funciones que cada persona desempeñaba en el proceso de extracción de la tagua. Esta huelga dio lugar a que el patrono hiciera muchos movimientos legales, con los cuales detuvo la huelga y posteriormente despidió a muchos trabajadores y trabajadoras a quienes no les pagó sus liquidaciones. Algunas de las mujeres presentes en esta reunión, van a contar estos hechos con más detalles. Lo más importante que queremos rescatar –con el esfuerzo y apoyo de la Oficina de Movilidad Humana de Manta- es la unidad que nos ha mantenido por 5 años a nosotras, a este grupo de mujeres con el anhelo y la esperanza de recibir una respuesta favorable. Cabe aclarar que ya hemos recibido una parte de la reivindicación del derecho de estas personas, pues hasta ahora van 24 juicios ganados, que se tramitaron en 3 instancias, la última de ellas se dio en Quito, la capital del Ecuador. Hasta aquí hemos llegado por ahora y lo consideramos un resultado positivo. Lo más importante ahora es la ejecución de la sentencia, pues para ejecutarla debe haber la disponibilidad del hecho material, que es el bien que las personas trabajadoras procuran obtener por sus años de trabajo. Aquí hay mujeres y hombres que han trabajado de 10 a 25 años… una vida entera, en donde sus derechos humanos fueron violados, vejados e incluso mutilados por los riesgos que su trabajo implicaba. -73-
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Estamos con la esperanza de recobrar en algún momento lo reclamado. Así como en otros países como el nuestro, sabemos que hay muchas empresas extranjeras que se asientan y se escudan en estos países; y cuando ya han explotado el capital humano acá, se regresan a su país. La empresa de la que hablo se llamaba Tagnimela Export S.A., de inversión italiana. Esta empresa trabajó por muchos años y cuando ya tenían que pagar jubilaciones, comenzaron a hacerles a todos sus trabajadores, la vida imposible. Lo que hicieron al final los dueños fue regresarse a su país, cerraron la fábrica, vendieron las herramientas de trabajo –con complicidad de autoridades ecuatorianas- con el fin de dejar a este grupo de trabajadoras y trabajadores, sin su derecho a la indemnización y a que se les pagara un justo derecho a la jubilación. Los frutos de esta lucha han sido que tenemos una sentencia favorable y ejecutoriada. Pero, en el 2011, el proceso va lento. A nuestro país le falta mucho en cuestión de relaciones exteriores, porque lo importante es que se hicieran efectivos los exhortos internacionales, para obligar al dueño de la fábrica a pagarles a sus trabajadoras y trabajadores. Hay momentos de desesperación, pero gracias a Dios y a la Arquidiócesis, la Pastoral del Trabajo y la Pastoral de Movilidad Humana en Manta, es que vamos saliendo adelante. Solo falta ahora que se paguen sus derechos, porque la sentencia ya está ejecutoriada. Solo quiero aclarar, que el cierre de esta empresa y la lucha por el pago de las liquidaciones, ha sido un esfuerzo de mujeres y hombres por igual y todos se esforzaron mucho para obtener estos resultados. -Rosita: Yo me llamo Rosa, tenía casi 25 años de trabajar en Tagnimela hasta que la cerraron. Yo comencé a trabajar recogiendo “tajada” y en ese entonces, todavía no había ni torno ni sierra para sacar la semilla de la tagua. Seis meses después, empecé a trabajar con la sierra. Yo seguí años y años trabajando en esto hasta que empecé a enfermarme de problemas del corazón. Yo sufrí bastante e incluso me colocaron un marcapaso. Así pase todo el tiempo, me enfermaba por el trabajo, me incapacitaba y al recuperarme volvía a trabajar; y nuevamente salía enferma. -74-
Seguimos de pié y no nos vamos a dejar vencer En una de mis incapacidades, mis compañeras de trabajo me avisaron que estaban en huelga y que al recuperarme, debía unirme a ella por una lucha de justicia. Tuvimos un año largo de huelga en la empresa, hasta que nos solicitaron que la entregáramos y que tendríamos 5 días para eso. Al hacer esto, nos aseguraron que nuevamente íbamos a volver a trabajar en la Empresa. Así hicimos y al día siguiente que pretendíamos incorporarnos a las labores, la empresa ya estaba cerrada y no pudimos ingresar. Cuando exigimos nuestra indemnización, una de las Gerentes de la Empresa –Patricia Montero- que era conocida por ser una señora muy grosera, nos dijo que si habíamos entrado a la empresa sin un centavo partido por mitad, íbamos a salir de la empresa sin un centavo partido por mitad. -Nelly: yo quiero contarles por qué es que se dio esta huelga en la empresa. En la fábrica, ocurrían muchas violaciones laborales como el irrespeto a horarios de trabajo y la falta de protección y seguridad ocupacional para realizar esa labor tan peligrosa que es la extracción de la semilla de la tagua, pues incluso se necesita trabajar con sierras eléctricas. A parte de este contexto, en el año 2006 la Sra. Patricia Montero había trabajado un reglamento interno de trabajo que nos perjudicaba como trabajadores y trabajadoras. ¿Por qué? Porque permitía cambiar al personal de una función a otra, sin importarle que cada quien sabía su técnica de trabajo ya sea con la sierra o los tornos. Por ejemplo era peligroso mandar a alguien de tornos a trabajar con una sierra. Estos hechos eran para desesperarnos. Un día de trabajo nos sorprendieron. “Enllavaron” las puertas de la Fábrica para que nadie saliera, con la excusa que íbamos a recibir una capacitación del uso de extintores, de parte del cuerpo de bomberos. Al terminar esa capacitación que no sirvió para nada, nos pasan unas hojas en blanco para firmar y que nos dijeron que con esas hojas comprobarían la capacitación. Muchas de nosotras de forma ingenua, firmamos. Pero hubo un grupo de 5 ó 10 compañeros que no quisieron hacerlo, que eran parte del grupo de las oficinas de la Empresa. A estas personas las botaron y no entendíamos por qué. -75-
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Cuando pudimos hablar con estos compañeros, nos dijeron que con las hojas en blanco iban a hacer ver que nos íbamos a período de vacaciones, cosa que era mentira porque las vacaciones ya las habíamos tomado. Todo indicaba que eso era para botarnos. El grupo de despedidas y despedidos, consiguió un abogado y este señor nos dijo que solo habían dos formas de resolver el problema: o solicitar el reinstalo de los despedidos, o realizar una huelga indefinida. Porque lo que nos querían hacer era una gran injusticia que iba contra la ley. A la mañana siguiente de ese hecho, los compañeros solicitaron el reinstalo y les cerraron las puertas. Al ver esto, fue que me empecé a poner rebelde, porque no podíamos permitir eso. Por eso decidimos tomarnos la empresa y hubo golpes hacia nosotras, maltrato a las compañeras, ¡fue terrible! Todos los guardias estaban en contra de nosotras, pero sabemos que ellos estaban bajo amenaza, que si no nos detenían, ellos iban a ser los despedidos. Estos compañeros manipulados en un principio, cuando se nos quisieron unir, también fueron despedidos. Nosotros conocimos a la abogada de Movilidad Humana, un 1º de mayo, el día del trabajador y trabajadora. Lo que hizo Movilidad Humana fue apoyarnos legalmente y así ganamos el caso. En todo esto, yo recibí amenazas e incluso golpes de parte del esposo de la Gerente Patricia Montero y me amenazó que me iban a matar. Pero yo cogí valor para seguir con el grupo y hasta el día de hoy no he dado mi brazo a torcer. Ganamos los casos, pero hasta ahora está truncado, porque no se nos paga. Nuestra situación es crítica, porque cada una de nosotras ha buscado la manera de subsistir. Acá estamos reunidas la mitad de las personas que fuimos parte de todo, los demás no están, porque es difícil que en nuestros nuevos trabajos nos den permiso de asistir a una reunión, pero yo quería estar aquí para contarles, a pesar de haber estado enferma hace unos días, con todo y fiebre, aquí estoy. Yo trabajé durante 10 años, en los cuales he trabajado mucho, porque en esa empresa el que no producía lo botaban.
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Seguimos de pié y no nos vamos a dejar vencer Nosotras este día queremos expresar un mensaje a todas las mujeres: -Dra. Piedad: “El mensaje al mundo, el deseo de unirnos y no bajar los brazos; de no bajar la cabeza, de seguir adelante y de luchar por la reivindicación de sus derechos cuando son conculcados, es para los hombres y mujeres una obligación de pedir que nuestros derechos sean respetados. No podemos seguir agachando la cabeza y ser alfombras de empresarios, que con prepotencia quieren suprimir a quiénes les están dando el sustento de un capital. La dignidad del trabajador y trabajadora tiene que mantenerse”. -Nelly: “No hay que dejarse humillar, hay que seguir adelante con la frente en alto, y seguir luchando en un caso como el nuestro, porque tenemos casi 5 años y seguimos de pie y no nos vamos a dejar vencer. Mientras hay energía, hay esperanza y la esperanza es lo último que se pierde. No queremos que haya personas que pasen por nuestros casos y se den por vencidas. Mujeres del Ecuador y del mundo entero ¡hay que seguir luchando, porque como seres humanos somos todas y todos una familia! Queremos aprovechar este espacio para agradecer el invaluable apoyo que hemos recibido en este proceso de lucha, a la Sra. Reina Barahona y al Sr. Alfredo de la Fuente, por transmitirnos siempre ese deseo de esforzarnos por obtener justicia.
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XI. “Si fuera dominicana todo sería diferente”. Historia de vida de Margarita Mirtil, República Dominicana.
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XI. “Si fuera dominicana todo sería diferente”. Organización que apoyó en el caso:
Centro de Derechos Laborales de República Dominicana
Mi
nombre es Margarita Mirtil, soy de nacionalidad haitiana, tengo 25 años y trabajé cosechando tomates y maíz en la “Finca la Linda” en República Dominicana desde el 11 de agosto del año 2001. Todas las personas que trabajan en ese lugar son haitianos migrantes y somos los únicos que nos dedicamos a las cosechas, los dominicanos no realizan estos trabajos, solo optan a cargos administrativos, gerenciales, jefaturas; casi siempre los dominicanos son los capataces en la finca, y en “la Linda” solo hay un capataz que es haitiano. Cuando entré a trabajar a la Finca no me dieron ningún contrato de trabajo y ningún tipo de capacitación para hacer las labores. Lo único que les dicen a las personas que van a empezar a trabajar es cuánto se les va a pagar. A mí, me daban 150 pesos diarios y en el 2010, ya me pagaban 200 pesos el día, ganando 1,200 pesos ($31 aproximadamente) a la semana. La situación laboral de la Finca La Linda está llena de irrespetos. Para empezar el pago era muy bajo, pues trabajaba bajo el sol, bajo la lluvia y con una jornada desde las 5 de la mañana hasta las 2 ó 3 de la tarde. Además, me descontaban 20 pesos para el pago de cuota de seguridad social, la cual nunca llegaba a la Institución respectiva y cuando alguien de las personas trabajadoras se enfermaba no daban permiso de ir a un doctor. Por ejemplo, recuerdo una vez que le dijeron a alguien que para que se curara tomara un limón con sal, pero que no iban a darle permiso de ir al médico.
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Si fuera dominicana todo sería diferente En esta Finca también hay trabajo infantil, pues contratan a los jovencitos para la época de cosechar tomates y con ellos, la situación no es diferente a la de nosotros los adultos. Mi mayor dificultad en la Finca fue el enfrentamiento que tuve con un guachimán –capataz- por sus reiterados abusos de poder. Él siempre molesta y comete abusos verbales y de poder en contra de los trabajadores y las trabajadoras. Es irónico que este guachimán abusador sea mi compatriota, pues él es de Haití y es un migrante como yo. Este señor, es el único haitiano que trabaja en un puesto de eso rango. Yo fui despedida de la Finca la Linda por el guachimán haitiano, el día sábado 16 de octubre de 2010, debido a que no me permití que se aprovecharan de mi necesidad de trabajar. El hombre que les menciono, a parte del constante abuso verbal que cometía en contra de nosotros los trabajadores y trabajadoras, él no quería que tomáramos los alimentos a la hora establecida y nos exigía todos los días sábados (que es el día que nos pagan) a que cada trabajador le pagara 200 pesos, si querían seguir teniendo trabajo en la Finca y para evitarse problemas. Muchas personas accedían a pagarle, pues las otras autoridades de la finca sabían de esto y nadie le decía nada. La gente por miedo a perder su trabajo y los pocos pesos que podían ganar, todos los sábados le pagaban la cuota. Yo no pagaba esa cantidad, pues para mí implicaba darle el trabajo de todo un día a un hombre que sólo se aprovecha de los demás. Estaba además cansada que él se molestara porque queríamos desayunar, cosa que está permitida y hasta tenemos un horario para ello. Este sábado 16, yo tenía hambre y cuando dieron las 9:00 a.m. me dispuse a comer y el guachimán haitiano me dijo que no lo hiciera, que siguiera trabajando. No le hice caso y él se enojó mucho, entonces me dijo claramente a mí, que si quería seguir trabajando en esa Finca debía empezar a pagarle los 200 pesos. Por esto que me dijo, yo también me molesté y me fui donde el jefe del guachimán, que es el administrador de la Finca y le conté lo que había pasado y que él me había amenazado con despedirme. La respuesta que recibí de este administrador, fue que autorizó al -81-
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guachimán a hacer lo que quisiera, él le dijo: “Mira tú qué es lo que haces con ella, pero no vengan aquí a esto, decide tú”. Obviamente lo que ocurrió después fue lo inevitable: el guachimán me dijo que me fuera porque estaba despedida, que desde ese día para mí ya no había más trabajo. Esto no fue todo, cuando reclamé el dinero que debían pagarme por los días trabajados, me dijeron en la administración que no me pagarían nada y que mejor me fuera de una vez. Yo era parte de una Asociación llamada “Asociación Solidaria de Obreros Migrantes de la Línea Noroeste” y por medio de ellos conocía la labor que realizaba el Centro de Derechos Laborales de República Dominicana que está en “La Reforma”, en ese momento se me ocurrió llamarles, pues sabía que mediante ellos obtendría ayuda. Cuando yo llamé me tranquilizaron porque me sentía muy alterada y el abogado del CDL me preguntó si tenía contrato y le dije que no. Luego, él me dijo que si había alguna forma de que yo pudiera conseguir un documento para que después pudiéramos comprobar en la Secretaría de Trabajo de República Dominicana, que yo trabajaba en esa Finca. A mí se me ocurrió que las boletas de pago podían servirme, el problema es que en La Linda, cuando nos pagaban, la boleta que firmábamos y que nos debía quedar de copia para nosotros, nos la quitaban, pues sabían perfectamente que con eso podíamos reclamar nuestros derechos. Ahora, mi nuevo problema se convirtió en conseguir el papelito. Pensé lo siguiente: ¡no tengo nada que perder así que voy a pedir mí boleta y si no me la dan, de todas formas, la voy a tomar! Así pensé y así lo hice. Después me fui para administración, pedí mi boleta y me dijeron que no me la darían y como esas están puestas a la vista, vine yo y tomé la mía. Tomé la copia que me correspondía como trabajadora y la cual era mi única esperanza de que después me reconocieran mi pago. Como era de esperarse, en administración me exigen que la devuelva y les dije claramente: ¡no les doy nada, porque con esto voy -82-
Si fuera dominicana todo sería diferente a reclamar justicia! Se agruparon esas personas y trataron de quitarme el papel y no pudieron, entonces llamaron al guachimán cuando ya me iba y la pesadilla se alargó aún más, pues él se me acerca y me pide de mala forma que le dé el papel y yo me seguía manteniendo firme en mi decisión y en no entregar mí boleta. Como los ánimos estaban tan caldeados, le grité al guachimán y le dije que aunque me mataran yo no daría ese papel. El Guachimán de la Finca estaba más que enojado y me gritó en frente de todas las personas que no me mataba porque era mujer y por toda la gente que estaba allí, que si yo fuera hombre me pegaría unos tiros. Luego, viene este hombre, me detiene, me agarra y me lleva al cuartel de la policía. Las personas que presenciaron lo que me sucedió, le dijeron al guachimán que había cometido un abuso y que yo reclamaba lo que me pertenecía y además, que yo tenía derecho a tener ese comprobante que tomé. Cuando llegamos al cuartel de la Policía, para sorpresa del guachimán, los agentes le dijeron que ellos no tenían que ver en ese tema, que me soltaran y así me dieron la razón a mí, explicándoles que no había ningún motivo como para meterme presa. Finalmente pude irme. Yo ya les había informado a los del CDL, que intentaron detenerme y ellos me dieron ánimo y me reiteraron que no iba a estar sola en ese proceso. Me dijeron que no me asustara, que mi detención era ilegal y que los que estaban violentando derechos eran mis patronos. Lo que a mí me tenía más feliz es que pude contarles que la boleta de pago, seguía estando en mis manos. Ahora, los abogados del CDL están llevando mi caso y me siento muy optimista de que voy a poder conseguir el reconocimiento de mis prestaciones y de la indemnización que me corresponde. Ya se le entregó una carta dirigida a La Finca con todos los cálculos del pago que deben entregarme y que si no la hacen voluntariamente, se iniciarán las acciones judiciales que corresponden. -83-
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Lo ocurrido conmigo es una clara discriminación por ser migrante, sé que si fuera dominicana todo sería diferente y tendría más oportunidades. A nosotros los haitianos y haitianas, nos pagan menos porque somos migrantes y por tener esta calidad, creen que no tenemos derecho a reclamar. Todas y todos sabemos que los mismos dominicanos no harían trabajo en la agricultura porque es un salario muy bajo que solo lo aceptan los migrantes. Hay dominicanos que nos dicen que si somos perros, por aceptar tan poco, por aceptar 5 pesos por una lata de tomate. Ellos nos discriminan, pero ellos no harían el trabajo tan importante que hacemos nosotros para la agricultura de su país, pues lo ven como muy poco. Actualmente sigo sin trabajo y es una situación muy dura para mí porque tengo dos hijas, pero cuando miro hacia atrás o me miro en otra finca, sé que tendría el mismo problema que me pasó. Lo que yo quisiera es regresarme a mi país para ya no enfrentarme a estos abusos de los capataces. Sin embargo, estoy motivada a seguir denunciando, ahora conozco más información, he recibido charlas sobre el pago de indemnización, sobre vacaciones, etc. Ahora también estoy informada acerca de la manera correcta en que deben calcularse mis bonificaciones, el pago del preaviso y el salario de navidad.
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XII. Un camino de lucha que trascendió más allá de las fronteras. Historia de María Olimpia Cruz, Guatemala.
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XII. Un camino de lucha que trascendió más allá de las fronteras. Organizaciones que apoyaron en el esfuerzo de lucha por las trabajadoras de casa particular en Guatemala: Centro de Apoyo para las Trabajadoras de Casa Particular (CENTRACAP); y Asociación por los Derechos de la Trabajadora de Casa Particular, Madre soltera y Mujer Rural (ASOCASA-ONG)
Mi nombre es María Olimpia Cruz y soy una mujer guatemalteca de 41 años y me desempeñé desde los 7 años como trabajadora de casa particular en mi Aldea. A los 15 años me fui de la casa y seguí en este mismo oficio, no sabía leer ni escribir. Después de mucho tiempo, aprendí a leer, escribir, a usar la computadora y revisar correos. Hoy soy la representante legal de una ONG que lucha por los derechos de las trabajadoras del hogar en Guatemala. Situación de las trabajadoras de casa particular en Guatemala: contada por la historia, por estudios y por mi propia experiencia La historia de las mujeres trabajadoras de casa particular en Guatemala, se remonta en la época de la colonia desde que las esposas de los peones eran tomadas como nodrizas para amamantar a los hijos de los patronos, sin tener un pago por ello, a parte de la realización de otros oficios dentro de las casas de los empleadores. Desde entonces hasta la actualidad, las mujeres que realizan trabajos en casa particular se han visto sometidas de manera sistemática a tratos discriminatorios, violatorios y explotadores. Por ejemplo, la generalidad de las trabajadoras de casa particular no recibe un pago digno, ni siquiera pueden obtener un salario mínimo y menos, el reconocimiento del pago de horas extras, aunque las jornadas laborales son de más de 16 y 17 horas diarias. Mi caso representa la situación del sufrimiento al que todas las mujeres que nos dedicamos a este oficio, nos vemos expuestas. Una -88-
Un camino de lucha que trascendió más allá de las fronteras muestra de ello, es que tenemos imposibilidad para tener seguridad social y demás prestaciones laborales, no existe para nosotras la palabra “estabilidad laboral” y no se nos aplica un límite de horas a la jornada de trabajo. Tampoco tenemos un salario justo y no podemos realizar reclamos de indemnización por los despidos frecuentes que se hacen, incluso hay despidos que se realizan por las noches. Estamos sometidas a trabajo forzado, hay peligro a nuestra vida y salud (pues no nos dan permiso para ir donde el doctor), las mujeres embarazadas son despedidas, no gozan del derecho a la lactancia, ni al descanso pre y post natal. Otro mal al que nos enfrentamos, es la discriminación. A veces nos toca comer en las esquinas o en las pilas, han dañado nuestra integridad moral y nos han acusado de robo cuando quieren despedirnos y así no pagar la indemnización correspondiente. Otro agravio muy frecuente es el abuso verbal, al que incluso se ven sometidas menores de edad que se dedican a este trabajo y el Estado no controla el trabajo infantil que es tan común en este sector. De todos estos hechos, hubo dos que me marcaron profundamente, y es que uno de mis patronos intentó abusar sexualmente de mí, y luego en otro empleo, fui amenazada con ser despedida por la noche. Cuando sucedió el intento de abuso sexual, no pertenecía a ninguna organización y tampoco busqué algún tipo de apoyo. Sin embargo, cuando trataron de despedirme por la noche, ya contaba con una aliada –la organización- y por ello no permití que me despidieran, les dije que llamaran a la policía si querían, pero que no me iría en la noche de esa casa de donde me querían sacar. En 1989 se inicia la lucha para la reivindicación de los derechos humanos y laborales de las trabajadoras de casas particulares. En ese marco, hubo dos mujeres pioneras que motivaron el nacimiento del Centro de Apoyo para las Trabajadoras de Casa Particular (CENTRACAP). Una de ellas, de nacionalidad chilena, fue doña Eugenia Arangui y otra de nacionalidad guatemalteca, fue doña Gloria González. Estas dos mujeres emprendieron una lucha de derechos humanos y laborales, con sus propias trabajadoras y otras mujeres, pues se -89-
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dieron cuenta de la situación a la que nuestro sector se ve expuesto, como la discriminación y explotación, bajos salarios, sin seguro social, sin prestaciones laborales, etc. Siendo nosotras como cualquier trabajador o trabajadora guatemalteca, y por ende, teniendo los mismos derechos. Me involucré en CENTRACAP, mientras seguía realizando mis labores en casa particular. A partir de esto, empecé a recibir capacitaciones de formación los días domingos, por ser el día en que me tocaba descansar. En esa oportunidad recibí un curso de promotora jurídica en legislación laboral y a partir de esas experiencias, me reafirmé como una seguidora de la lucha de los derechos laborales y partícipe de las marchas de conmemoración. Giro de vida gracias a la Organización en CENTRACAP Gracias a mis capacitaciones y trabajo constante, en el año 2001 fui electa para ser parte de la Junta Directiva del Centro de Apoyo para las Trabajadoras de casa particular (CENTRACAP) y me desempeñé como Tesorera. En la realización de estas funciones, tuve la oportunidad (siempre en el mismo año) de viajar por primera vez a México, al “IV Seminario Congreso de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO)”, para unir esfuerzos en la lucha sobre los derechos laborales de las trabajadoras del hogar. En el año 2002 me eligen Directora Ejecutiva del CENTRACAP y en el año 2003 fui partícipe de un encuentro internacional con la Organización Human Rights, en NEW YORK para discutir el tema y la situación del trabajo doméstico en Guatemala, donde se expuso la realidad de vida de las trabajadoras de casa particular. En 2006 pude asistir –como titular del CENTRACAP- a un encuentro realizado en Perú, denominado: “V Seminario de Avances en Materia de Legislación a favor de las Trabajadoras, en el Congreso de la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO)”. Así, con el pasar de los años y con mi esfuerzo personal fui obteniendo mayor experiencia profesional y pude ayudarle a más -90-
Un camino de lucha que trascendió más allá de las fronteras mujeres desprotegidas. He tenido la oportunidad de viajar y exponer en otros países, la situación de nosotras como trabajadoras de casa particular. Iniciativas y logros En conjunto con otras mujeres y organizaciones, se logró exponer la necesidad de las mujeres trabajadoras de casa particular para obtener acceso al seguro social y así obtener las prestaciones que este otorga en casos de enfermedad común, invalidez, vejez, sobrevivencia y maternidad. Las respuestas que obtuvimos en ese momento, son negativas y desaires, pues nos dicen que si tenemos acceso a la seguridad social, a la vuelta vamos y salimos embarazadas. A pesar de las acciones descritas, fue hasta en julio de 2009 donde se dio inicio a ciertas acciones que permitieran un seguro social para cubrir salud materna infantil y accidentes a las trabajadoras en la ciudad capital. Cerrando un capítulo laboral en una organización y emprendiendo el seguimiento de lucha desde una nueva iniciativa Como parte de la Junta Directiva de esta Organización, me encontraba monitoreando las acciones de CENTRACAP en los once departamentos donde tenía cobertura. En este momento encuentro un impase personal dentro de mi centro laboral. Una de mis compañeras –quien deseaba haber sido electa Directora ejecutiva de CENTRACAP- empezó a considerarme un obstáculo y decía que las profesionales no podían escalar por mi causa. Esto trasciende a la Junta Directiva y para no vivir más este tipo de problemáticas, presenté mi renuncia en CENTRACAP. Sin embargo, en ningún momento deje de luchar por los ideales y los cambios favorables que deseaba ver para las mujeres trabajadoras de casa particular. Para seguir realizando esfuerzos de lucha por la dignificación de las mujeres trabajadores del sector ya mencionado, pude lograrlo a través de la creación de una nueva organización llamada Asociación -91-
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por los Derechos de la Trabajadora de Casa Particular, Madre Soltera y Mujer Rural (ASOCASA-ONG), con el apoyo de uno de los abogados que brindaba asesoría al CENTRACAP. La escritura pública que constituye ASOCASA-ONG, se da en el año 2007 y en sus inicios, pudo conseguir su primer proyecto, aún cuando estaba la papelería en trámite para obtener la personería jurídica de la institución. Gestiones realizadas desde ASOCASA-ONG Para el año 2009. La Primera Dama de la Nación de Guatemala, lanzó el Programa de Coordinación para el Apoyo a la Producción Indígena (PROCAPI), que consistía en contribuir a mejorar la calidad de vida de la población indígena, incrementando la producción de las actividades económicas, entre otros. Lamentablemente, el Programa tenía vacíos discriminatorios y carecía de suficiente fuerza como para que la parte patronal la cumpliera y beneficiara a las trabajadoras de casa particular. Debido a ello, se llevó a cabo una conferencia y se señalaron los vacíos del Programa, los cuales lo llevarían al fracaso. Por ejemplo, no contemplaba temas de invalidez, vejez, sobrevivencia y de enfermedad común, como que nosotras fuéramos de metal, que no podemos enfermarnos y que los años no nos pasaran. En Agosto 2009 ASOCASA-ONG, CENTRACAP y la Unidad de Acción Sindical Popular (UASP) iniciaron una propuesta de reforma al Código de Trabajo. Posteriormente se unieron otras organizaciones civiles y entidades del Estado, pero la iniciativa no dio los resultados esperados. ASOCASA-ONG decidió retirarse del grupo que buscaba la reforma y se apoyó en el Sindicato de la Central General de Trabajadores en Guatemala (CGTG), al cual se le entregó una copia de la iniciativa de reformas al Código. Con el objeto de frenar la iniciativa –pues era más perjudicial a las trabajadoras- se presentaron unos cuadros comparativos del Código de Trabajo respecto a las propuestas de reforma. Todo esto con la ayuda de un abogado del Centro de Derechos Laborales de Guatemala (CDL) y además con el respaldo del Licenciado Argueta (abogado laboralista). -92-
Un camino de lucha que trascendió más allá de las fronteras En agosto de 2009 viaje a Brasil para asistir a un evento de la Entidad de Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (UNIFEM), junto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En este encuentro, se presentó la crítica situación que vivimos las trabajadoras de casa particular en cuanto al cumplimiento de nuestros derechos laborales en Guatemala. El evento en Brasil, fue el precedente para volver a asistir en el 2010, pero ahora con un nuevo logro: definir la asistencia a la 99ª Reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) donde se trataría el tema del Convenio a favor del trabajo doméstico decente, el cual beneficiaría a las trabajadoras de casas particulares, la cual se realizaría en junio de 2010. Por otra parte, el 24 y 25 de Abril de 2010 se realizó un encuentro a nivel nacional con trabajadoras de casa particular (llevado a cabo en la ciudad de Guatemala), para recoger una Declaración política, consensuada y validada por las trabajadoras de casa particular, donde se les presentó el documento de la OIT y la estadística de las trabajadoras y el proceso de lucha realizado en Guatemala. Esto con el fin de discutirlo en Ginebra en la 99ª reunión de la OIT. El fin de estas actividades buscó que el Estado guatemalteco se pronunciara acerca del Convenio Internacional del Trabajo Doméstico Asalariado, promovido por la OIT y sobre las recomendaciones hechas a favor de las trabajadoras de casa particular, pues su vida laboral está rodeada de vulnerabilidad, precariedad y desprotección de los derechos humanos laborales. Quisiera que el Estado de Guatemala, se tome el deber de proteger la vida de las mujeres trabajadoras de casa particular y que sancionara los despidos que se realizan entre las dieciocho horas y seis de la mañana (despido nocturno), pues ocurren frecuentemente. En la actualidad seguimos realizando talleres de capacitación sobre el tema de los sindicatos y a finales del año 2010 se conformó un Sindicato de Trabajadoras de Casa Particular de Guatemala (SINTRACAPGUA), el cual se legalizó en este año 2011. -93-
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A pesar de todos los esfuerzos realizados, falta mucho por hacer. El salario de una mujer trabajadora de casa particular, se acuerda con el empleador siendo el 70% en monedas y un 30% en especie, porque las trabajadoras viven en la casa del empleador y este le proporciona vivienda y alimentos como productos especiales, a esto aducen los empleadores pagos desde 200 quetzales mensuales, es decir menos de los 30 dólares al mes. Además, las más afectadas en este sector son las mujeres indígenas que son el 80% de las mujeres trabajadoras de casa particular. No contamos con licencias o permiso para estudiar, y como le he mencionado antes: mucho menos tenemos acceso al seguro social. Vivimos aisladas del mundo y de nuestras familias, somos sobornadas e intimidadas. El 90% somos emigrantes internas, desplazadas por la violencia social, sobre todo por la pobreza, la violencia intrafamiliar y la falta de oportunidades para sobrevivir. Por todos estos motivos, nos hemos organizado para reivindicar nuestros derechos humanos y laborales. A pesar de todos los inconvenientes, todavía continuamos la lucha hoy en día en conjunto con CENTRACAP y le estamos dando seguimiento a la propuesta de la vigésima Convención Trabajo Domestico Decente de la OIT en Ginebra 2011, en conjunto con la red de capacitadores de capacitadores en derechos laborales, conformado por promotores dedicados a esta materia. ¡En coordinación con el buen pastor, conjuren!
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Conclusiones
“Te lo comparto” ha ilustrado un fragmento de la realidad acerca de la situación laboral de las mujeres en América Latina. Aunque las historias se cuentan desde diferentes sectores y ámbitos geográficos, puede observarse en cada uno de ellos, que las violaciones que ocurren en perjuicio de la mujer son similares: acoso sexual, acoso laboral, maltrato verbal, discriminación, vulnerabilidad, falta de oportunidades justas y dificultades para acceder a la justicia laboral. En cada una de las vivencias presentadas puede observarse un elemento clave que puede garantizar mejores resultados en un esfuerzo por mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres y este, es el apoyo que pueden encontrar en un sindicato y en las organizaciones de la sociedad civil. Es oportuno señalar que la institucionalidad del Estado debe fortalecerse y desarrollar un papel más activo en la tarea de prevenir y sancionar las violaciones laborales en contra de las mujeres. Debe impulsar políticas públicas que tengan mayor impacto en la vida social del sector femenino, que sean tendientes a mejorar y proteger a la mujer en el ámbito laboral y en el goce y pleno ejercicio de sus derechos, cambiando de forma integral las estructuras sociales que se han mantenido hasta ahora. Todas las historias presentadas en esta publicación son dedicadas a las mujeres, para que fortalezcan los lazos de solidaridad entre ellas, para que vean que los problemas que cada una tiene, son los problemas de muchas, para que se den cuenta que son una mayoría; y para que en su diario vivir hagan valer cada uno de los derechos que tienen por ser mujeres y por ser trabajadoras. -96-
Conclusiones Mejorar las condiciones de trabajo y la prevención ante posibles violaciones en detrimento del sector femenino, es una responsabilidad en la que tienen que involucrarse necesariamente todos los sectores: el Estado, la sociedad civil, los sindicatos y la empresa privada. Pues sólo de esta forma puede construirse una verdadera política nacional de protección laboral para las mujeres. “Te lo comparto” es un llamado que le pregona a las mujeres: ¡Decídanse a luchar! ¡Decídanse a denunciar! ¡Decídanse a organizarse! Y ¡decídanse a exigirle a los Estados, una vida y un empleo que garantice su dignidad!
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Te lo comparto - Historias de vida
La importancia de la denuncia y la Libertad Sindical Organizaciones que le apoyaron:
Sindicato de trabajadores de la industria del Algodón, Sintéticos, Similares y Conexo, STIASSYC. Sindicato de las Costureras El movimeinto de mujeres Mélida Anaya Montes, Las Mélidas
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