Meditations on Machiavelli (Meditaciones en Maquiavelo) Spanish

Universidad Externado de Colombia From the SelectedWorks of Fernando Estrada 2009 Meditations on Machiavelli (Meditaciones en Maquiavelo) Spanish Fe

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Universidad Externado de Colombia From the SelectedWorks of Fernando Estrada

2009

Meditations on Machiavelli (Meditaciones en Maquiavelo) Spanish Fernando Estrada, Universidad Externado de Colombia José Daniel Parra, Universidad Externado de Colombia

Available at: http://works.bepress.com/fernando_estrada/9/

Cuadernos del

CIPE

Meditaciones en Maquiavelo Fernando Estrada José Daniel Parra

CIPE Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales Universidad Externado de Colombia

Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

Universidad Externado de Colombia

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Meditaciones en Maquiavelo José Daniel Parra Fernando Estrada

La presentación de Maquiavelo en la esfera de los estudios de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales encuentra una doble finalidad. Primero, demostrar que podemos comprender mejor los problemas de nuestro tiempo siguiendo las huellas comprensivas que nos han dejado autores clásicos. Un estudiante puede reconocer el poder progresivo que fueron tomando conceptos como: política, poder, estado, conflicto, partidos políticos, instituciones, representación y movimientos sociales, desde la escritura de autores originales como el pensador florentino. En el caso de Maquiavelo, esta orientación compromete a la vez un desafío: observar nuestro tiempo. En su postura como pensador de la política, Maquiavelo es heredero de tradiciones que se remontan al platonismo estoico, Aristóteles, Jenofonte o Licurgo. O vemos su escritura sobre las instituciones políticas, la ética o el conflicto social, la guerra y el ciudadano, dentro del contexto de un diálogo con la Roma clásica. En cualquier caso, para el estudiante de Ciencia Política, la lección fundamental consiste en realizar desde el autor clásico la crítica de su propia época. La segunda finalidad de esta presentación es bastante moderada. Los autores de este Cuadernillo CIPE pretendemos polemizar la vigencia de Maquiavelo en problemas claves de nuestro tiempo. Los dilemas derivados, sobre las distintas formas de gobierno: espartano, romano o gobierno mixto, para Maquiavelo. Democrático liberal, republicano, social-demócrata, en nuestro caso. O el tema de la religión. Una religión civil que Maquiavelo concibe como necesaria dentro del sistema político, o una vía secularizada. En ambos casos, las opciones suelen connotar diferencias que influyen en la esfera política. Una presentación de Maquiavelo cumple también con una necesidad escolar básica. Los estudiantes de Gobierno y Relaciones Internacionales, deben apreciar el poder de las ideas y los autores en comentarios actualizados por sus propios profesores. En particular nuestro enfoque aborda el pensamiento de Maquiavelo desde una doble perspectiva (a) como comentario exegético al Libro I y (b) como desafío a temas centrales en 2

Discoursi. Los estudiantes quedan en libertad de poder seguir una u otra línea de esfuerzo analítico. Nuestra preferencia por la exégesis sobre el Libro Primero de Discursos es el resultado de las jornadas del Seminario que hemos celebrado durante el primer semestre de 2008. Creemos que en este Libro se presentan básicamente los aspectos centrales de la obra. Formas de gobierno, conflictos políticos internos, republicanismo y expansión, comunidad política, política y religión, nacionalismo, fortuna. Una exégesis busca ante todo permitir que el autor pueda quedar expuesto al lector. El estudiante de Gobierno y Relaciones Internacionales encontrará en este ejercicio una provocadora lección para examinar sus propias conjeturas. La segunda parte del Cuadernillo resulta menos responsable con la exégesis literal de Discursos. Nuestro objetivo es reflexionar aquellos temas que puedan controvertir problemas de nuestro tiempo. Desde una teoría de la estrategia y el conflicto social, la teoría de las humores y la naturaleza humana, la virtud y la fortuna, la república y la democracia, hasta la dictadura y los estados de excepción. Los estudiantes son invitados a encontrar en esta segunda parte temas de debate público. Un motivo suficientemente esclarecedor sobre el propósito principal del Cuadernillo: un documento para el debate académico. Acompañamos este objetivo con una bibliografía comentada de autores que han abordado los Discursos de Maquiavelo. La escogencia bibliográfica no pretende ser detallada. Antes bien, hemos seleccionado aquellas obras y autores que permitan extender la formulación original de los problemas sugeridos por Maquiavelo. La bibliografía comentada es una herramienta académica con sobradas bondades para el estudiante universitario.

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Comentario a Discursi de Maquiavelo Sobre Discursos de la Primera Década de Tito Livio

Quien funda un Estado y le da leyes debe suponer a todos los hombres malos y dispuestos a emplear su malignidad natural siempre que la ocasión se lo permita. Si dicha propensión está oculta algún tiempo es por razón desconocida y por falta de motivo para mostrarse; pero el tiempo, maestro de todas las verdades, la pone pronto de manifiesto (Libro I Capítulo III)

Introducción A partir de la lectura de Discursos, el propósito es resaltar una serie de nociones que toman prominencia a partir de las observaciones del pensador florentino. Nuestro punto de partida toma como base los acontecimientos de la época renacentista, durante la cual se da un resurgimiento de la literatura clásica como inspiración del modo de vida y formación de los hombres: en particular, hay un interés humanístico en buscar la forma para guiar las acciones del hombre en función de la responsabilidad por sí mismo y por el mundo que le rodea. En los escritos de Maquiavelo, particularmente en Discursos, se plantea dicha situación dentro de un entorno cívico, y para ello es presentada una visión republicana con el fin de exponer las dinámicas y fuentes de creación del poder político. Las temáticas a tratar parten precisamente de dicha percepción del poder (entendido como medio para canalizar la necesidad) como fuente de la organización de la comunidad. Por ello el énfasis de Maquiavelo sobre dos temas fundamentales: autoridad y ley. La autoridad pública es resultado de la actividad de hombres que encuentran en la acción política la manera de canalizar su deseo de reconocimiento. Tal posibilidad, depende del establecimiento de leyes que hagan posible la expresión de las voluntades dentro de un entorno donde se mantenga como base la seguridad pública. La seguridad es fundamento según Maquiavelo, es decir, un medio, a través del cual se desenvuelven las diversas actividades humanas hacia fines de diversa índole.

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Comentarios El Libro Primero de los Discursos sobre Tito Livio de Maquiavelo, constituye un breviario de historia política que busca exponer las razones para comprender las crisis institucionales y los desequilibrios del poder político. Una historia política escrita desde la experiencia de un observador que toma partido, habiendo tenido una trayectoria personal como estratega y consejero militar. Maquiavelo, como más tarde Tocqueville, escribe siendo un testigo de su tiempo en calidad de intérprete. Método y narrativa, ejemplos y contraejemplos dan fundamento a una manera original de comprender las dinámicas del poder político 1. La preocupación de Maquiavelo se orienta básicamente hacia la constitución de la república y la estabilidad de su gobierno, sobre cómo aprender del pasado una forma de describir el presente sin menoscabo de las variantes de cambio y transformación que puedan proseguir hacia el futuro. En este Libro, Maquiavelo revela con notable fuerza argumentativa una historiografía que ofrece suficiente claridad sobre su tiempo, a partir de un autor del pasado clásico: Tito Livio. Maquiavelo es, además, un exponente de la transición hacia el renacentismo europeo, uno de los períodos que origina trasformaciones hasta entonces inéditas: el crecimiento de las ciudades, la aglomeración diferenciada de estratos sociales y las transiciones feudales. El autor experimenta con su tiempo los conflictos regionales, las crisis de religión y la inestabilidad económica de los principados. Europa está dando pasos a una evolución que llevará desde el medioevo hacia la modernidad, e Italia juega en ello un papel fundamental. Todo parece estar cambiando dentro del mundo habitado por medievalistas ilustrados. Ante todo la política. En esta esfera, Maquiavelo es uno de los pensadores más innovadores. Testigo de un período de reformas dentro de un escenario de fuerte movilidad social, las poblaciones rurales están desplazándose progresivamente hacia los centros urbanos en Europa. En el Libro Primero de Discursos, Maquiavelo nos describe estos acontecimientos decisivos para la cultura de Occidente. Cómo empiezan las ciudades y cómo empezó Roma. Un breve recuento de geografía política que arroja luz sobre las relaciones comparadas entre las ciudades antiguas (Atenas, Venecia, Esparta, Florencia) y las

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Ver Príncipe Cap. XV ―Por qué Cosas los Hombres, y Especialmente los Príncipes, Merecen Alabanza o Vituperio‖: ―Mi intento es escribir cosas útiles a quienes entienden, y juzgo más conveniente decir la verdad tal cual es, que como se imagina; porque muchos han visto en su imaginación repúblicas y principados que jamás existieron en la realidad‖.

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características personales de sus gobernantes. Una historiografía sobre Roma que Maquiavelo hereda de las clásicas meditaciones de Tito Livio. El carácter narrativo de la obra nos permite identificar los movimientos que toma en cada circunstancia la política. Cambia el estilo de escritura dominante en los tratados medievales y proyecta una prosa que abre también los senderos de la Modernidad.

En este Libro, además, Maquiavelo elabora una tipología clasificatoria de las formas de gobierno, la clase de repúblicas y, específicamente, cómo observar comparadamente la vida política en la república romana. Dos aspectos sobresalen: (a) las ciudades llegan a ser un reflejo del tipo de gobernantes que poseen y (b) su estabilidad depende de las constituciones que las rigen. Este último aspecto merece su atención. A Maquiavelo le interesa observar la gobernabilidad política desde el temperamento variable de los pueblos, cómo este requiere la determinación y la racionalidad imperiosa de la Ley y de quienes deben hacerla cumplir. De ahí que en la estructura general del Libro Primero, aparecen tres elementos claves: la ciudad, la ley y sus formas de gobierno. Estos tres elementos se entrecruzan como una clave de sus aportes en el resto de la obra.

La condición imperativa de la Ley, según Maquiavelo, contrasta con la evolución y los cambios provenientes de las pasiones humanas. Una tensión dialéctica entre Ley y pasión humana Lo que aparece notificado en el Libro Primero de Discoursi es la conveniencia de equilibrios constantes entre la necesidad de tener un orden para la convivencia política, y el desorden amenazante de los enemigos, (tanto internos como externos). Se anuncian temas que permanecerán como ejes centrales de la filosofía política (pasión e interés, razón y creencias, moral y política). Maquiavelo se demuestra como un grave observador de la vida pública, que somete los acontecimientos de su pasado y presente a un riguroso examen. El marco general de la búsqueda del pensador florentino es el diseño de una estrategia para comprender cómo se establece un tipo de gobierno republicano. En este Libro I de los Discursos Maquiavelo concibe, como vemos, un tema dominante dentro de la ciencia política comparada. La compleja relación entre las pasiones humanas y la necesidad de un poder político estatal, o los imperativos de la Ley; algo que parece claro en los antiguos, la búsqueda de equilibrios entre un desorden que 6

procede de las apetencias naturales, y un orden logrado mediante el reconocimiento a la supremacía de la Ley. Para este propósito se requiere la determinación de los gobernantes. Como teórico de la política, Maquiavelo apela a una concepción radical sobre la naturaleza humana: el supuesto de la malignidad natural y la propensión al daño. Como partícipe de acontecimientos fundamentales de la Italia florentina, Maquiavelo agrega el factor tiempo y la oportunidad, aspectos que serán reflejados en el conjunto de su búsqueda por un orden político general.

Con Maquiavelo es recuperada y a su vez revaluada una tradición que se remonta hasta Aristóteles sobre las relaciones entre ética y política. Para Maquiavelo, una medida discrecional y preventiva sobre la conducta de quienes están subordinados debería tomarse en cuenta por parte de la autoridad. Lo que Maquiavelo pone de presente en Discoursi es más ponderado que lo referido en el Príncipe a este respecto. No se trata del ánimo desconfiado y obstinado que provoca en el gobernante, un innecesario distanciamiento de los súbditos. Mejor, el objetivo es describir también el respeto por una tradición política y moral corroborada en acciones colectivas del tiempo presente. Con relación a estos aspectos debemos subrayar que Maquiavelo redescubre una teoría de la acción moral vinculada a los estoicos y cuyo alcance (a diferencia de éstos) llega hasta lo político. Maquiavelo es un adelantado a su época, y lo que desarrolla con la teoría política, es también una lógica de las decisiones racionales del poder.

Dentro de este ámbito de la política, analizada con el trasfondo de las pasiones humanas, Maquiavelo es un atento observador de la psicología individual y colectiva. La envidia de los hombres es natural, es decir, permanente. La envidia hace que los hombres no tengan simpatía por los proyectos políticos de los demás. Maquiavelo aduce que, su intención ―dominada por el deseo de ejecutar sin consideración alguna lo que juzg[a] de común beneficio‖, está condicionada a el problema de canalizar la envidia general, qua fuerza política, con el fin de conseguir

la ―estimación de los que

benignamente aprecien [su] tarea‖. Maquiavelo, el consejero político, advierte que su tarea es parcial, es decir, él proveerá las bases para que ―alguien con más talento, instrucción y juicio realice lo que ahora intent[a], por lo cual, si no consigu[e] elogio, tampoco merecer[á] censura‖ (I, Proemio). 7

El autor de El Príncipe, espera el reconocimiento para el buen gobernante: la gloria o grandeza la recibirá alguno de aquellos que, por el momento, aún sin ser príncipe, por sus ―infinitas cualidades merece serlo‖. Al igual que en el litigio o en la medicina donde los precedentes legales y los remedios de los antiguos constituyen la experiencia que informa la práctica. Sin embargo, en la política de su época, según Maquiavelo, se han dejado de observar los preceptos clásicos. Comprender la historia para llegar a una mejor práctica de la política. Maquiavelo se considera un nuevo descubridor. Descubrir se diferencia de inventar, ya que aquello que descubrimos es pre-existente con relación al acto de descubrimiento: ―a la mayoría de los lectores les agrada enterarse de variedad de sucesos sin parar mientes en imitar las grandes acciones, por juzgar la imitación, no sólo difícil sino imposible; como si el cielo, el sol, los elementos, los hombres, no tuvieran hoy el mismo orden, movimiento y poder que en la antigüedad‖ (I,1). El estudio de la historia es ―necesario‖ para aprender a cerca de ―cosas antiguas y modernas‖, ya que los errores de la actual educación, es decir, la educación que no enseña a cerca de la permanencia del ―orden, movimiento y poder‖ como elementos constantes de la situación humana‖.

Aparece también en este Libro Primero un tema sobresaliente y controvertido por la tradición clásica: el problema de la representación. Maquiavelo invita a la lectura de los clásicos. Examinando las relaciones de representación entre el Senado y el pueblo, el autor atribuye a este último una sabiduría peculiar: "los pueblos, aunque ignorantes, son capaces de comprender la verdad y fácilmente ceden cuando la demuestra un hombre digno de fe". Afirmación que muestra las diferencias antagónicas que Maquiavelo establece entre una naturaleza humana, propensa al daño, y lo que sería un comportamiento político razonable. Esta movilidad de los estados anímicos del pueblo y su aparente sentido de realidad son claves para la práctica de gobernar.

Su interés está en afirmar la participación cívica como recurso para la realización de la libertad. La tolerancia característica de las democracias representativas de la modernidad tardía podría tener origen en el pensamiento de Maquiavelo, por su énfasis en que la conducta de los hombres está fundada en las pasiones, y por lo tanto todas las maneras de vida serían conmensurables; sin embargo, Maquiavelo es claro en su 8

afirmación de la vida dedicada a los asuntos públicos como superior precisamente por ser epítome de la libertad como ejercicio de ciudadanía. Al mismo tiempo, su intención es pedagógica en la media en la que se permite instar a la juventud a meditar a cerca de los asuntos políticos sobre la base de modos y órdenes clásicos

evocadores de

transformación en el presente (II, Proemio).

El pueblo, según Maquiavelo, no es sólo prudente, sino que es la ―mejor guardia de la libertad‖ precisamente porque ―la guardia de toda cosa debe darse a quien menos deseo tenga de usurparla‖ (I, 5)2. Maquiavelo observa: ―respecto al juicio que de las cosas forma cuando oye a dos oradores de igual elocuencia defender encontradas opiniones, rarísima vez ocurre que no se decida por la opinión más acertada y que no sea capaz de discernir la verdad que se oye‖ (I, 58, nuestro énfasis). Ahora: aquello que se oye hace parte de la comunicación, es decir, implica una interlocución dual o multipolar (así sea interior a la persona) que habitualmente proviene del pasado, y que genera una impresión determinante en el presente. La tradición forma la acción a través del testimonio. El sentido de la escucha estrictamente hablando, se inclina a conservar aquello que es recibido. Maquiavelo también plantea que ―las variaciones de conducta en pueblos y reyes no nacen de la diversidad de naturaleza, porque en todos es igual‖ (I, 58).

El pueblo, de igual naturaleza que los nobles o reyes, manifiesta, a diferencia de aquellos, una tendencia conservadora basada en su deseo de seguridad. Para tal fin, a través de ―buenas instituciones y leyes que garanticen sus derechos y la seguridad de ejercerlos‖ (I, 16) se puede mantener la salud pública, donde el pueblo pueda ver que por ―ningún accidente‖ son quebrantadas las leyes. La intención política de Maquiavelo no tiene, sin embargo, un carácter casual. Maquiavelo quiere evocar a la Roma clásica para avanzar hacia un reordenamiento del poder político. Pero es cuidadoso con idealizar el pasado (II, Prefacio) —los historiadores de épocas pasadas ocultan materias 2

En El Príncipe Cap. IX ―De los Principados Civiles‖ Maquiavelo hace alusión a los dos tipos de ―humores‖ que comprenden el género humano entendido en el marco de la comunidad política. Uno de ellos, el de la mayoría, conlleva el deseo a no ser oprimido. Por el contrario, el ―humor‖ de la minoría dominante se caracteriza por el deseo de mando. El desentendimiento ―natural‖ entre estas dos partes o partidos es inherente a la ciudad, es decir, es la base sobre la cual se desarrollan, por oposición, las dinámicas políticas. Dichas dinámicas pueden ser constructivas como en la Roma Antigua, o pueden corroer la comunidad política. La canalización de dichas en energías hacia la virtud cívica es resultado de la obra política previsora por parte del fundador-legislador.

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que traerían mala reputación. Todas las ciudades y todas las gentes tienen los mismos deseos y características (I, 39).

Maquiavelo traza una importante frontera del poder público cuando relaciona los equilibrios necesarios entre quienes dirigen la república, el deber de obedecer las leyes y la voluntad del pueblo. Entre unos y otros, el pensador florentino encuentra que las relaciones permanecerán en condiciones de conflicto. Las ciudades se originan de dos formas: o por nativos o por extranjeros. La fundación política es resultado de la necesidad (lo que Tucídides llamaría ananke3): ―a fin de evitar peligros, o movidos por el propio impulso, o guiados por que entre ellos goza de mayor autoridad, se unen para habitar juntos sitio elegido de antemano, donde la vida sea más cómoda y fácil la defensa‖ (I, 1). Una vez formadas las estructuras de poder, se plasman dos grupos fundamentales en la comunidad política, la multitud, o lo que Maquiavelo llama ―el universal‖, y los nobles. La nobleza estará tentada permanentemente hacia la altivez concedida por su posición y arriesgada a preservar ventajas. Y quienes se encuentran en desventaja, animados por adquirir lugares de prominencia. Maquiavelo es claro en su apreciación de que en ―todas las repúblicas hay una clase poderosa y otra popular‖ (I, 5) que hace que la tensión política tenga un carácter no sólo inter-nacional, sino también intra-político, y aún intra-personal4. En el fondo, Maquiavelo anticipa los problemas políticos derivados de la movilidad entre clases y la suerte de conflictos concomitantes.

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Tucídides hace referencia a varios términos claves, como son dynamis entendido como poder en el sentido latín de potentia y no únicamente como autoridad o potestas. También es importante hacer mención de la noción de ananke o compulsion, necesidad: el fundamento de necesidad en Tucídides está circunscrito a la esfera de lo humano—de la expectativa de la acción de otro agente, la cuál ―determina‖ nuestro curso de acción política. El ciclo de violencia maximiza el papel de la impredictabilidad y el desóden en los asuntos humanos. La necesidad apela a las pasiones de los hombres, en particular al miedo, el cual es ―causa‖ de compulsión hacia la confrontación por parte de aquél agente o comunidad política que percibe una potencial amenaza a su seguridad (Tucídides Historia de la Guerra del Peloponeso I, 23). La compulsión política es, por un lado, consecuencia del miedo que evoca la ―hubris‖ o conducta arrogante y ambiciosa de una ciudad dada, que incita a poner límite a dicho poder por parte de quienes se sienten amenazados. Por otro lado, la compulsión está basada en el ―crecimiento‖ que también genera miedo en aquel actor político que se ha ―sobreextendido‖, ya que su poder deja de ser considerado como autoritario, debido, en gran medida, a que su sobreextensión le hace menos potente. Ver la discusión que hace Paul Woodruff, en On Justice Power and Human Nature: Selections from The History of the Peloponnesian War. Tranducción con Introducción y Notas de Paul Woodruff. Indianapolis: Hackett, 1993, pp. xxx-xxxii. 4 En otras palabras, Maquiavelo, a la manera de Heráclito de Éfeso, afirma que el fundamento de la ―naturaleza‖ es la polémica, pero dicha condición es pertinente al ―individuo‖, quien tiene dentro de sí elementos de ―hombre‖ y ―animal‖ (El Príncipe Cap. XVIII ―De qué modo Deben Guardar los Príncipes la Fé Prometida‖), por ello, su republicanismo está basado en el dictum Socrático ―conócete a tí mismo‖. Considérese Platón, República, 588c1-d4.

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Este marco de referencia social, ofrece al autor de Discursos una posición singular para describir los acontecimientos de su tiempo, teniendo como fuente la época esplendorosa de la Roma republicana clásica. Maquiavelo observa la naturaleza variable del género humano en acciones y circunstancias que proceden, sin embargo, por analogía con otras circunstancias y otras latitudes. Esta poderosa capacidad de discernimiento no corresponde únicamente al político de oficio, sino al filósofo.

Dentro de este contexto de transición política y cambios en la cosmovisión ontológica, Maquiavelo advierte también las trasformaciones sociales que operan en una economía que está dando los primeros pasos hacia la modernidad La ―virtud del fundador y la fortuna de la fundación‖ se observan a partir de ―la habilidad y prudencia de aquél, [demostrada por] la elección del sitio y por la naturaleza de las leyes que se han de regir‖ (I, 1). ¿Qué entiende Maquiavelo por ―naturaleza‖, y por ―ley‖? ¿Se puede hablar de una ―ley natural‖ en Maquiavelo? Ya que la ley, por el contrario del derecho, presupone un estamento que le haga regir, cuál sería dicha instancia ―natural‖ de acuerdo a Maquiavelo? Maquiavelo es escéptico con respecto a la ―ley divina positiva‖, es decir, horizontaliza el plano de la ley, ahora entendida no como ―justicia o retribución divina‖, sino como razón de estado o razón histórica. El juicio de los hombres, según Maquiavelo, determina lo bueno y lo malo para los hombres. Si los hombres tienen la misma ―naturaleza‖, la antropología política de Maquiavelo es una exhortación a entender la historia ya no como el recuento de relatos sobre figuras arquetípicas, sino como la dimensión donde las pasiones y la ―virtud‖ se afirman dentro de un marco cívico con el objeto del progreso de la condición humana. En otras palabras, Maquiavelo origina la modernidad política. El autor de Discursos nos invita a considerar que ―una república puede llamarse feliz donde aparece un hombre tan sabio que le da un conjunto de leyes bajo las cuales cabe vivir seguramente sin necesidad de corregirlas‖ (I, 2). Al mismo tiempo, en contraste con los seis tipos de gobierno que propone la filosofía política clásica—de uno, pocos o todos, en aras del bien propio o del bien común—Maquiavelo suprime tal dicotomía, reduciendo los regímenes a dos (repúblicas o principados), los cuales degeneran inevitablemente, por necesidad: ―tal es el círculo en que giran todas las naciones, ya 11

sean gobernadas, ya se gobiernan entre sí‖ (I, 2). Maquiavelo elimina la distinción entre ―principado‖ y ―tiranía‖: ―no se debe culpar a la multitud más que a los príncipes, porque todos cometen demasías cuando nada hay que los contenga‖ (I, 28). Subraya que si los hombres fueran ángeles no habría necesidad de leyes, y por eso mismo ―quien funda un Estado y le da leyes debe suponer a todos los hombres malos y dispuestos a emplear su malignidad natural siempre que la ocasión les permita...ya que los hombres hacen el bien por fuerza; pero cuando gozan de medios y libertad para ejecutar el mal, todo lo llenan de confusión y de desorden‖ (I, 2).

Con respecto a las distinciones de gobierno, la visión de Maquiavelo consiste en plantear un ―régimen mixto‖5, el cual se puede instituir por medio de un ―legislador prudente‖, quien crearía una ―constitución donde coexistan la monarquía, la aristocracia, y la democracia‖ ya que cada uno de estos poderes ―vigila y contrarresta los abusos de los otros‖ (I, 2). Una observación que debe destacarse como adelantada a su época. Porque será propiamente Jean Bodin quien incorporaría una sistematización de los modelos de gobierno, justamente con base en las fuentes exploradas originalmente por el autor de El Príncipe.6 En una línea semejante, para Maquiavelo la ―creación‖ (I, 2) de la ―buena constitución‖ requiere una serie de reformas que ―no se consiguen sin peligro, porque jamás la multitud se conforma con nuevas leyes que cambien la constitución de la república, salvo cuando es evidente la necesidad de establecerlas; y como la necesidad no llega sino acompañada del peligro, es cosa fácil que se arruine la república antes de perfeccionar su constitución‖ (I, 2, nuestro énfasis). ¿Se contradice Maquiavelo al hablar de ―perfección‖ de la constitución, dada su visión de los asuntos políticos? La ―ciencia política‖ de Maquiavelo observa la decadencia natural de las estructuras políticas, y, por ello mismo, plantea la posibilidad de la acción humana evocadora de la tragedia de Prometeo. Y plantea una paradoja: el buen régimen puede perfeccionarse aún cuando su implementación no fuera practicable. El ―derecho natural‖ de Maquiavelo está dirigido a conducir los asuntos de Estado aceptando las pasiones de los 5

Con referencia a el gobierno por oposición institucional legítima como canalizador idóneo de la acción política, ver Discursos Cap. IV ―La Desunión del Senado y del Pueblo Hizo Poderosa y Libre a la República Romana‖. 6 Jean Bodin, Los seis libros de la República, Selección, traducción y estudio preliminar de Pedro Bravo Gala, Madrid, Tecnos, 2006

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hombres como el móvil de la acción privada y pública, las cuáles podrían formarse a través del ―discurso‖ históricamente informado.

La visión teórica de Maquiavelo informa su discurso sobre los asuntos políticos. Fundar la república es la obra o creación de uno, pero su sostenimiento sólo se puede conseguir a través de la actividad de muchos: ―no consiste, pues, la salud de una república o de un reino en tener un príncipe que prudentemente gobierne mientras viva, sino en uno que organice de suerte que esta organización subsista aún después de muerto el fundador‖ (I, 11). El gobierno de uno es fundamental para conseguir la supervivencia de la comunidad política durante períodos de crisis extrema. ¿Cómo ―determinar‖ dichas situaciones de crisis? Presumiblemente alguien con la agudeza política de Maquiavelo estaría en posición de vislumbrar dichas contingencias. ¿Cómo puede Maquiavelo transmitir o hacer efectivas sus observaciones políticas?

El capítulo VI del Libro I de Discursos desarrolla, además, los prolegómenos a una doctrina sobre la seguridad y la estrategia de política exterior: "Creo indudablemente que la verdadera vida política de un Estado y la verdadera paz interior y exterior consisten en mantener en lo posible este equilibrio en los asuntos públicos". Sin embargo, reconoce la imposibilidad de hallar el justo término medio, en razón a las dinámicas de cambio en la lógica de los acontecimientos, así como a la inestabilidad derivada de la voluntad colectiva. Y más en un plano estratégico de racionalidad restrictiva, que el de una descripción mecánica del poder político. Escribe: "Es indispensable al constituir una república, pensar en el partido más honroso y ordenarla de modo que, si la necesidad le obliga a hacer conquistas, pueda conservar lo conquistado". Lo que significa que en materia de política exterior, los buenos gobernantes deberían revelar la discrecionalidad impuesta a su política interna. Obra en beneficio de la estabilidad política que los gobernantes se preocupen por ofrecer condiciones para la deliberación pública. Sin embargo, el punto clave será reconocer bajo cuáles parámetros, la política puede regular la emergencia de conflictos cuya naturaleza es la calumnia o la infamia. Maquiavelo pensó en los alcances de este tipo de problemas en el capítulo VII del Libro I. Es fundamental para preservar la salud pública que existan canales institucionales de expresión política, de tal manera que ¨las opiniones que agitan los ánimos tengan vías legales de manifestación¨ (I, 7). De otra 13

manera, la tendencia será a recurrir a métodos extralegales, ya sea a través de la ¨violencia privada o la fuerza extranjera¨, las cuales, nos dice Maquiavelo, son contrarias a la libertad republicana.

Con respecto al tema de la religión civil, Maquiavelo hace énfasis en el papel que juegan las creencias religiosas como fuente de cohesión social en la comunidad política. El enfoque de Maquiavelo frente al tema es el del observador político que afirma como una de ―las artes de la paz‖ la creencia religiosa entendida como un elemento ―indispensable para mantener el orden social‖ (I, 11). La reflexión de Maquiavelo en este tema no tiene propiamente carácter teológico; su intención se ve reflejada en una exhortación a estimar el valor de la religión civil—en la Roma republicana especialmente—donde la utilidad de tales creencias religiosas fue clave para ―mandar los ejércitos, para reunir el pueblo, para mantener y alentar a los buenos y avergonzar a los malos‖ (I, 11).

En el plano político el sentimiento religioso es fuente de orden cívico. Maquiavelo entiende la seguridad o el orden como medios de estabilidad pública, que se complementan, en tensión permanente, con la libertad. Por libertad política entiende Maquiavelo la justicia republicana referente al mérito ciudadano. La libertad es un hábito que se construye a través de una representación política responsable como fuente de participación ciudadana. La tendencia por parte del pueblo está en inclinarse hacia la seguridad por encima de la libertad, luego recae en ―aquellos ciudadanos que aspiran a mandar‖ el proveer las condiciones donde ―el pueblo vea que por ningún accidente son quebrantadas las leyes‖ (I, 16). La libertad es resultado del modo de vida republicano, donde las leyes aplican por igual para todos los ciudadanos: ―la corrupción y la escasa aptitud para ser libres nacen de una gran desigualdad en el pueblo‖ (I, 17).

A la manera de filósofos políticos del siglo XIX, como Tocqueville o John Stuart Mill, Maquiavelo propone un arte de la política como remedio o balance de los excesos observables en una comunidad política, es decir, sus meditaciones no son de carácter dogmático, sino que obedecen a la aplicación de remedios efectivos para restituir la 14

salud pública. Dichos remedios son las buenas costumbres y las buenas leyes, las cuales se deben establecer en conformidad con las circunstancias y los sucesos que toman lugar en la ciudad: ―porque al malo se le gobierna de distinto modo que al bueno, y en dos casos tan contrarios no cabe igual procedimiento‖ (I, 18). Maquiavelo habla de ―regeneración de costumbres políticas‖ en el caso de comunidades donde la corrupción ciudadana sea prevalente, y para ello se requerirá inclinarse a favor de instituciones de carácter monárquico, para encaminar los ánimos insolentes hacia la ley por el camino de la institucionalidad.

Maquiavelo entiende la libertad como condición para la manifestación del poder político. En este contexto, surge la inquietud de cómo asegurarse que el mérito sea la forma de selección de gobernantes de la ciudad. En este punto, el encabezado del Capítulo XIX es diciente: ―puede sostenerse un príncipe débil sucediendo a un buen príncipe; pero ningún reino subsiste si a un príncipe débil sucede otro débil‖. La búsqueda de Maquiavelo en este respecto pareciera ser la necesidad de encontrar parámetros institucionales para evitar que el destino de la ciudad dependa del voluntarismo de los gobernantes, sin que esto signifique socavar la autoridad del gobierno legítimo. Dicha autoridad es vital para la conformación de una virtud cívica, es decir, de una educación ciudadana que aún en tiempos de paz haga énfasis en la preparación de los hombres para preservar las libertades civiles. En este sentido Maquiavelo aboga por la importancia del reconocimiento del mérito en cualquier república: ―es necesario, cuando se quiere que haya temor al castigo de las malas acciones, no olvidar el premio a las buenas, como se ha visto que no lo olvidaba Roma‖ (I, 24). Este ―conflicto‖ encaminado dentro de los canales institucionales tiene la virtud de permitir que haya una preparación de una variedad de hombres capaces de afrontar el liderazgo político, los cuales, por oposición, son garantía para impedir el despotismo o la dominación de uno.

La institucionalidad política propuesta por Maquiavelo contempla el gobierno por oposición. Esta disyuntiva es clara en el capítulo IV de Discursos donde se hace referencia a la libertad como determinante en el espacio público, que surge de la tensión política—es decir, civilizada—entre los dos partidos que constituyen de manera 15

permanente toda comunidad política: los ―grandes‖ y la ―gente del común‖. Anota: ―todas las leyes que se hacen a favor de la libertad nacen del desacuerdo entre estos dos partidos‖ (I, 4). Es decir, el enfoque de Maquiavelo es republicano en el sentido de querer velar por los intereses públicos, que son causa y consecuencia de la actividad de quienes conforman la ciudad. El bien común no es resultado de la unanimidad. Pero es fundamental el orden, resultado de la disciplina obligada por una actitud vigilante por parte de la ciudadanía. Dado que las pasiones son, según Maquiavelo, el móvil de la acción humana, es necesario para contrarrestar el orgullo de los nobles y el desdén del pueblo, la institución de medidas de carácter legal que limiten la insolencia de los primeros, y que lleven a instar a los segundos para que sus aspiraciones involucren los asuntos de la comunidad. La intención de Maquiavelo radica en afirmar que el pueblo está en mejor capacidad de proteger la libertad que los notables ya que:

La guardia de toda cosa debe darse a quien menos deseo tenga de usurparla, y si se considera la índole de los nobles y plebeyos, se verá en aquellos gran deseo de dominación; en estos de no ser dominados, y, por tanto, mayor voluntad de vivir libres, porque en ellos cabe menos que en los grandes la esperanza de usurpar la libertad (I, 5).

La libertad es fruto de la virtud cívica, de la atención a los asuntos públicos. Y sin embargo, dicha salud pública requiere una constante regeneración de las costumbres políticas, y retorno a las raíces, no como regreso al terror de la fundación, real o imaginario, sino como evocación de los motivos vitales que informan los principios de la asociación. La ciudad surge por necesidad. Y es por ello que es fundamental que existan canales de ex-presión que fomenten y preserven el orden cívico ya que su fuente no es más que la dedicación de ciudadanos concientes de las virtudes de la vida republicana como soporte de la libertad cívica (se trata de varios hombres con la capacidad de participar activamente en el manejo de los asuntos públicos + balance de poder + virtudes cardinales). La república permite la vinculación de hombres de diverso origen en los procesos políticos de tal manera que el mérito y la compatibilidad de su carácter con las vicisitudes conyunturales son el estándar bajo el cual se abren los espacios de dicha participación. Referente a Roma, Maquiavelo anota que se trataba de una república ―fecunda en hombres de todo género de caracteres, que tuvo un Fabio, 16

excelente general en el tiempo en que convenía alargar la guerra, y un Escipión cuando llegó el tiempo de terminarla‖ (III, 9).

La actividad política en la república se lleva a cabo a través de la representación, por lo cual, es crucial para aquellos que aspiran al gobierno ―no esperar hasta la llegada del peligro para ganarse la voluntad del pueblo‖ (I, 32). La previsión del gobernante 7, implica la observación de sucesos que podría deparar la fortuna, y, del mismo modo, procurarse el respaldo de aquellos hombres de quienes en la adversidad pueda valerse como apoyo. La república romana, en situaciones de ―apremiante peligro‖ creó la figura del dictador ―constitucional‖ 8, la cual, arguye Maquiavelo, puede ser útil en la medida en la que permite la determinación y ejecución de políticas enfocadas a hacer frente a una situación de peligro inminente. Sin embargo, Maquiavelo añade:

Conviene advertir a este propósito, que cuando se presenta una dificultad grave en una república o contra una república por causas internas o externas, y llega a un punto de inspirar general temor, es mucho mejor contemporizar con ella que intentar extirparla; porque casi siempre lo ejecutado para extinguirla, aumenta y acelera el mal temido (I, 33).

Utilizamos el calificativo de ―constitucional‖ al referirnos a la dictadura, ya que Maquiavelo considera que la figura del dictador cuando llega a serlo ―por legal nombramiento y no por autoridad propia‖, y sobretodo cuando su carácter es estrictamente temporal, fue algo benéfico para los intereses de la república romana en tiempos de crisis (I, 34). Pero al mismo tiempo hay una claridad evidente con respecto al escepticismo de Maquiavelo hacia la concentración del poder: ―el senado, los cónsules y los tribunos, continuando con su propia autoridad, venían a ser una guardia vigilante para que el dictador no se extralimitara‖ (I, 35). Igualmente, Maquiavelo contempla el ejercicio del poder con una fluidez que es resultado del deber cívico y no simplemente de la vanidad carácterística de los hombres públicos: ―los ciudadanos que 7

Príncipe Cap. XXII ―De los Secretarios de los Príncipes‖, donde Maquiavelo hace énfasis en que ―la comprensión humana es de tres clases: unos disciernen por sí mismos, otros comprenden lo que se les demuestra, y otros no entienden por sí ni por ajena demostración‖. 8 Es importante aclarar que el término ―constitucional‖ no es una noción renacentista; sin embargo, con el fin de definir el límite del poder basado en principios fundamentales dentro de un contexto político hemos decidido optar por tal expresión.

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han ejercido los más elevados cargos no deben desdeñar el desempeño de los más modestos … aunque los romanos eran afincionadísimos a la fama, no juzgaban deshonroso obedecer a quien antes habían mandado, y servir en el mismo ejército que antes estaba a sus órdenes‖ (I, 36).

En el contexto republicano surge el problema de la decisión política. Las repúblicas sufren de irresolución, ya que, su tendencia está en tomar decisiones debido a la necesidad o a la fuerza mayor, y no como resultado de la elección o la prudencia (I, 37). Por otra parte, está el problema real del abuso de poder, particularmente por parte de figuras que se valdrán de tomar las banderas ya sea de los intereses de los nobles o del pueblo para beneficio personal:

La tiranía se produjo en Roma por las mismas causas originarias de tiranía en casi todas las repúblicas, el gran deseo de libertad en el pueblo y el gran deseo de mando en la nobleza. Cuando ambas partes no se ponen de acuerdo para hacer una legislación favorable a la libertad y cada una se dedica a enaltecer a un ciudadano, surge inmediatamente la tiranía (I, 40)9.

El escepticismo de Maquiavelo referente a la concentración de poder debe ser comprendido como contraparte de su afán por asegurarse que el orden institucional no se vea comprometido por un gobierno irresoluto o débil. El énfasis está en la libertad como el móbil que mueve los ánimos del pueblo, y que, ademàs, no es en principio contrario al bien común. La libertad es fundamento de la educación cívica, en la medida que abre la oportunidad para que los hombres hagan ejercicio de la ciudadanía de acuerdo a sus capacidades. Dicha libertad, sin embargo, está supeditada a un marco legal que ―refrene los apetitos humanos y quite toda esperanza de impunidad a los que cometan faltas arrastrados por sus pasiones‖ (I, 42). Con respecto a las leyes, es vital su observancia, sobretodo por parte de los legisladores; la predictabilidad con respecto a la ley es clave para mantener los ánimos de la población sin sobresaltos: ―los hombres que viven inciertos de su seguridad, procuran por cualquier medio librarse de este peligro, y 9

―De la confusión y la anarquía nacen los tiranos‖ (I, 58). Sobre este punto considérese la discusión que hace Platón sobre las raíces de la tiranía en el libro IX de la República.

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al efecto se aumenta su audacia y atrevimiento contra el orden de las cosas establecido‖ (I, 43). La tensión permanente entre el pueblo y los nobles se entiende, si se nos permite el término, como una aporía cristalizada en la medida en la que hay una tensión permanente que no es de carácter ―dialéctico‖ ya que el hecho que no se llegue a una resolución o ―síntesis‖ es lo que salvaguarda la dimensión pública que Maquiavelo denomina como libertad.

El balance entre los poderes popular y aristocrático es la fuente de la actividad política al interior de la ciudad. Maquiavelo cita a Tito Livio: ―siempre entre el pueblo y el patriciado se ensorbecía el uno a medida y en la proporción en que se humillaba el otro‖ (I, 46). La memoria colectiva es fuente de voluntad política, la cual, para encaminarse hacia la libertad cívica requiere de leyes que formen hábitos ciudadanos para establecer la práctica del modo de vida republicano. La libertad cívica se aprende. En este sentido Maquiavelo es crítico del populismo político. Nos dice: ―el pueblo desea muchas veces su ruina engañado por una falsa apariencia de bienestar, y fácilmente se le agita con grandes esperanzas y alagueñas promesas‖ (I, 53). Habiendo dicho esto, el buen gobierno republicano presupone dinámicas políticas que estén encaminadas a abrir la esfera pública para que haya inclusión, basada en igualdad de oportunidad y tanto respeto como reconocimiento al mérito (I, 54 – 55; 60). En la medida en la que las prácticas políticas se desgastan, es decir, cuando las leyes no hacen contrapeso a las pasiones dominantes de los hombres en la ciudad, el fenómeno de la corrupción se incrementa. En este punto Maquiavelo tiende a comprometer los principios republicanos para salvar la república—―porque donde la corrupción es tan grande que no bastan las leyes para contenerla, se necesita la mayor fuerza de una mano real, cuyo poder‖ restituya el orden cívico (I, 55). Maquiavelo comprende con claridad la función vital del poder. Sin embargo, el uso de la fuerza en el plano cívico, es en gran medida el fracaso del arte de la política. ¿Cómo hacer valer la opinión correcta o prudente en las decisiones de órden público? ¿Cuál es el fundamento de las decisiones de Estado? La respuesta de Maquiavelo es clara: ―creeré siempre acertado mantener todas las opiniones cuando no se emplea para ello ni más autoridad ni más fuerza que la razón‖ (I, 53). Dicha afirmación, con respecto al balance de poder entre el príncipe y el pueblo traduce en que:

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Si los príncipes son superiores a los pueblos en dar leyes y en formar nuestros códigos políticos y civiles, los pueblos les superan en conservar la legislación establecida … en esta materia … el príncipe que puede hacer lo que quiere es un insensato, y el pueblo que se encuentra en igual caso no es prudente (I, 58).

Resumen y argumentos principales El presente estudio exegético ha tenido como propósito explorar importantes tendencias políticas en el pensamiento de Nicolás Maquiavelo. En particular, hemos ahondado en una lectura detenida y franca del libro I de Discursos, ya que consideramos que este representa una amplia gama de sus consideraciones sobre la praxis política. En el plano de la historia de la filosofía política observamos que Maquiavelo no sólo retoma las tendencias humanísticas que vienen desarrollándose en el renacimiento, evocadoras del pensamiento clásico, sino que también propone un elemento innovador, el cual, a nuestro parecer, es una intimación hacia la modernidad. El estudio exegético de estas temáticas es de gran valor propedéutico para el estudiante, bien sea de Ciencia Política, o de Gobierno y Relaciones Internacionales ya que, son en gran medida dichos temas, los que inspiran la obra del pensador florentino. A manera de conclusión nos gustaría traer a colación los puntos clave que hemos querido presentar por medio de este estudio. 1. Se ha hecho una presentación sobre el régimen gubernamental, y como, según Maquiavelo, la estabilidad política tanto a nivel exterior como doméstico es producto de un régimen de gobierno mixto, combinando elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos de manera que cada uno de ellos sirva como contrapeso de los otros (Discursos, I, 2). Maquiavelo se muestra como decidido entusiasta del régimen republicano, por permitir, encausar, y reconocer la voluntad de los hombres para atender los asuntos públicos.

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2. Se abordó el tema de conflicto y oposición política. Maquiavelo entiende por esta expresión la canalización de tensiones o pulsaciones de diversos sectores políticos a través de las vías legales de participación ciudadana. Tales conflictos son no sólo inevitables, sino que bien encaminados pueden tener efectos benéficos. La república romana clásica disfrutó de la libertad precisamente por la oposición entre los grandes (grandi) y la gente del común. El debate político continuo mantuvo la sociedad vigorosa, y permitió que las aspiraciones políticas de ambos grupos encontraran límites. A la gente se le permitía ―expresar su ambición‖, dentro de canales institucionales previamente establecidos.

3. Otro tema importante de nuestro análisis consistió en apreciar la representación política, la cual es garantía para lograr la estabilidad entre participación cívica y gobernabilidad. De acuerdo a Maquiavelo la libertad ciudadana es resultado de la tensión constructiva de fuerzas que buscan afirmarse con el fin de atender los asuntos públicos. Para ello es vital la creación y buen desarrollo de ―las buenas instituciones, costumbres y leyes que garanticen derechos y la seguridad de ejercerlos‖ (Discursos, I, 16).

4. Un punto significativo en el pensamiento de Maquiavelo se refleja en sus observaciones sobre la religión civil. Maquiavelo ve con escepticismo la noción de ley divina positiva (lo cual, como ya observamos, derivará en su afirmación del concepto de razón de estado), pero esto no lo lleva a desechar la importancia de las prácticas religiosas como fundamento de estabilidad y orden social (Discursos, I, 11).

5. El Dictador Constitucional. Hemos querido hacer referencia a esta figura de carácter estrictamente temporal, a través de la cual, según Maquiavelo, la república romana tuvo herramientas para hacer frente a peligros inminentes contra la existencia de la república, periodos de crisis, que de otra manera no habrían podido ser sorteados con eficacia y decisión. Sin embargo, es claro que 21

Maquiavelo tiene reservas a cerca de la concentración de poder. De la prudencia política, y del buen ejercicio de la ciudadanía se desprenden precisamente los recursos para valorar y tomar medidas frente al apremiante peligro.

En la segunda parte de este cuadernillo nos disponemos a ahondar sobre una serie de puntos que consideramos claves dentro de la trama argumentativa de Discursos. Varios de ellos ya han sido abordados desde un ángulo exegético en las páginas anteriores. Ahora, el fin que buscamos a partir de estos comentarios es suscitar el debate académico, con base en una serie de apreciaciones que los autores hemos considerado seminales para ahondar en la comprensión teórica del pensamiento político de Maquiavelo. Se trata de un excursus temático compuesto por seis breves ensayos donde abordaremos los siguientes temas: A). Humores de la Naturaleza Humana. B). Virtud y Fortuna C). Formas de Gobierno. D). República y Democracia. E). Dictadura y estado de excepción. F). Estrategia y conflicto. Cada uno de estos apartes incluirá una serie de referencias bibliográficas, las cuales permitirán al lector profundizar su aproximación de los temas, no sólo en los textos de Maquiavelo, sino también en la literatura secundaria especializada.

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Humores de la Naturaleza Humana A partir de nuestra aproximación a los Discursos de Maquiavelo, hemos querido explorar las precisiones que éste hace con respecto al comportamiento de los hombres y los motivos que los inducen hacia diversas tendencias. Maquiavelo, como observador político y estudioso de la historia, sostiene que los seres humanos se dividen en dos tipos: la mayoría (popolo) y los grandes (grandi). Esta dicotomía antropológica comprende uno de los axiomas del pensamiento del florentino. En El Príncipe (Cap. IX) tenemos una discusión donde Maquiavelo expresa: ―en toda ciudad se encuentran estos dos humores distintos… del pueblo que no desea ser mandado ni oprimido por los grandes, y de los grandes que desean mandar y oprimir al pueblo‖. El término humor tiene una connotación fisiológica, afín con el deseo o el apetito, es decir, según Maquiavelo, el impulso que lleva a los hombres a dominar, o al deseo de tranquilidad de la vida privada proviene de una faceta no propiamente racional, sino de una inclinación inherente a su carácter natural. Los humores impulsan a los hombres a comportarse de maneras que serían difíciles de conciliar a través del discurso, ya que sus móviles tienen como origen su propensión hacia la actividad o la pasividad, y esto es causa de desentendidos o ―tumultos‖ (Discursos I. 4-6). Para Maquiavelo mientras un grupo, (el de la minoría), busca el poder y la gloria por medio de actos valerosos (y a veces temerarios), la mayoría tiene como deseo primordial el sosiego y la seguridad. El problema principal recae en que cada una de estas partes puede apreciar solamente la necesidad que mueve a aquellos que comparten sus características inherentes.

El concepto de los humores al que hace referencia Maquiavelo se remonta a la Grecia antigua, a partir de la teoría médica de Hipócrates. Según la medicina Hipocrática hay cuatro tipos de humor producidos por el cuerpo: a)- la sangre, b)- la bilis amarilla o roja (cholé), c)- la flema, y d)- la bilis negra (mélaina cholé, o melancholía). Dichos humores tienen la propiedad de generar diferentes tipos de carácter en las personas dependiendo de la proporción en que se encuentren combinados en un determinado cuerpo, y de la temperatura particular tanto corporal como del ambiente. De esta manera, los tipos de personas, dependiendo de dicha concentración de humores podrían tener un tipo de carácter bien sea sanguíneo, colérico o bilioso, flemático, o melancólico. A su vez, la teoría Hipocrática sostiene que las enfermedades se producen a raíz de desproporciones 23

de dichos fluidos, los cuales no solamente se producen por medio del metabolismo de las personas, sino que también son resultado de sus estados anímicos, la dieta, y del ambiente en el que se desenvuelven. Con respecto a los dos tipos de humores a los que hace referencia Maquiavelo, tenemos una analogía ilustrativa en la tragedia Griega. Los grandi tienen la tendencia a ser sanguíneos y coléricos o biliosos, de tal manera que su naturaleza los induce a la acción, muchas veces impulsiva e irreflexiva. Si tomamos como ejemplo

a Esquilo y su

representación en la Orestíada de los personajes Clitemnestra y Agamenón nos encontramos con figuras activas que tienen como características fundamentales no sólo la vocación de poder, sino también la inclinación natural hacia el deseo de venganza. Dichos personajes aprenden su lección a través del dolor, y son trágicos, porque su final es la muerte violenta. Por otra parte, el popolo pareciera estar compuesto de los otros dos tipos de humor: la flema y la bilis negra. Por lo que podrían ser considerados pasivos, flemáticos, melancólicos. Continuando con nuestra analogía Esquiliana, dichos personajes podrían ser representados, digamos, por los hermanos Orestes y Electra. Se trata de personajes que muchas veces son arrastrados por las circunstancias creadas por hombres y mujeres de carácter activo e imperante. En el caso de los flemáticos y los melancólicos tenemos un efecto paradójico, porque su carácter pasivo hace que su devenir sea más vulnerable, irresoluto y por lo tanto impredecible. Electra la princesa profetiza, por ejemplo, encuentra la muerte a manos de su padre, Agamenón, siendo víctima de un augurio producido en medio de ese gran movimiento que fue la guerra de Troya. Orestes, por su parte, es exiliado por su madre, Clitemnestra, quien asesina a Agamenón, entre otras cosas para vengar la muerte de Electra. Orestes asesina a su madre junto a su amante para vengar la muerte de Agamenón, y al final es perseguido por las furias hasta que Atena, diosa de la justicia, acude a su ayuda por medio de una intervención que representa la ruptura del ciclo de violencia y venganza a través de la institución de la ley. Orestes, hombre melancólico, está inclinado por naturaleza a la contemplación y, sin embargo, las circunstancias lo mueven a batirse y luchar, a pesar de su falta de voluntad de dominio. Sólo la ley de la ciudad, representada por Atena, puede ser garantía para proteger al flemático y al melancólico de los abates y el voluntarismo público de los hombres altivos.

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Esta analogía desde el mito y la tragedia griega nos da luces a cerca de lo que Maquiavelo sugiere con el tema de los humores. Además, en el ámbito político, sucede que cada una de dichas propensiones genera convicciones bien sea de tipo activo o liberal, o, por el contrario, de tipo sopesado o conservador. Según Maquiavelo, todas las leyes encaminadas a la libertad surgen de la desunión entre estas dos tendencias enraizadas en la naturaleza de los hombres (Discoursi I. 4). Al igual que en la medicina Hipocrática, la salud pública depende de un balance vital entre opuestos.

Referencias Bibliográficas Una ampliación detallada en Discursos sobre el tema abordado puede ser hallada por el lector en: Libro I. 4, 11; Libro II. 27, 30. Libro III. 6, 8, 12, 19-23, 28-31, 34.

Un excelente punto de partida para explorar más a fondo el entendimiento de la dicotomía de los ―humores de los hombres‖ en el contexto del republicanismo clásico puede ser encontrada en el libro de Sheldon S. Wolin, Política y Perspectiva: Continuidad y Cambio en el Pensamiento Político Occidental (Buenos Aires: Amorrortu, 1973), pp. 210-256. Para un estudio a cerca de la medicina Hipocrática y su interpretación sobre los humores ver en su totalidad el compendio de Aristóteles e Hipócrates De la Melancolía. Trad. Conrado Tostado. Prologado por Julio Hubard (México: Vuelta, 1994). Para una visión conservadora referente a la distinción entre los grandes y el pueblo en la teoría política de Maquiavelo véase el texto de James Burnham Los Maquiavelistas: Defensores de la Libertad (Buenos Aires: Emecé, 1953), pp. 87-120.

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Virtud y Fortuna El concepto de virtú en Maquiavelo está directamente ligado con el inicio de la modernidad. Por modernidad entendemos el afán antropocéntrico por controlar la naturaleza con el fin de buscar el progreso y bienestar de la humanidad. La modernidad está impulsada por la convicción de que la ciencia debe dejar de ser teórica o contemplativa para ser partícipe del mundo de la acción. Según los pensadores griegos, en particular Aristóteles, el universo es un cosmos, es decir un orden racionalmente compuesto dentro del cual el hombre participa a través de la acción en conformidad con la jerarquía de fines: en orden ascendente, el fin apetitivo, el fin político o moral, y el fin intelectual o contemplativo. Estrictamente hablando, las cuatro virtudes cardinales clásicas de la moderación, la justicia, la valentía y la sabiduría no tenían una connotación moral: estaban encaminadas a realizar en el hombre lo que ellos llamaban el areté o la excelencia, la formalización del telos o propósito inherente a su naturaleza. De las cuatro virtudes cardinales, dos de ellas, la moderación y la justicia, tienen como función el hacer posible la convivencia ciudadana. Las virtudes de la sabiduría (fronesis) y la valentía no eran requisito para la vida buena de los hombres del común: dichas virtudes, según los griegos, son esenciales para el hombre de estado y para el filósofo. En el pensamiento cristiano, se hace una transvaluación de las virtudes de los griegos, y se añaden tres que emanan de la gracia: la fe, la esperanza y la caridad. Este cambio es producto de una nueva cosmovisión. El universo deja de ser considerado como una serie increada, eterna y natural de diversos tipos de causas (formal, material, eficiente, y final, según Aristóteles, Física 194a25-195a10), para ahora convertirse en el plano donde la naturaleza sólo involucra la causalidad eficiente. A su vez, se postula a la voluntad como el medio para la realización de la libertad del hombre, en la medida en la que este siga los preceptos de la voluntad de Dios, dispuestos por la revelación. En estos términos la voluntad de Dios en el mundo recibe el nombre de la providencia, donde la causa eficiente y la causa final se fusionan en la creación y el sostenimiento del mundo por medio de la intervención divina.

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La crítica de Maquiavelo en Discursos sugiere que la noción de intervención divina es una creencia sembrada en el pueblo a través de tradiciones cuyo propósito es sostener la piedad y la estabilidad política, desconociendo los hechos. Maquiavelo comparte con los griegos la idea filosófica de la eternidad del mundo (Discoursi II, Proem.), pero a su vez, postula una crítica a la teodicea cristiana, adoptando la dicotomía entre voluntad y naturaleza, pero ahora concebidas por fuera de la revelación divina. La providencia se convierte entonces en la fortuna, la cual induce a los hombres a demostrar su virtud por medio de actos para controlarla, dominarla. Esta situación requiere una nueva concepción de la virtud, donde los hombres pueden y por lo tanto tienen que optar, en la medida de lo posible, por imponer su voluntad sobre el flujo irracional que es la fortuna. Los hombres tienen que dar forma a la materia. La fortuna es aquella dimensión que comprende todo lo que es externo a la voluntad del hombre. Pero ahora la voluntad del hombre se concibe, según Maquiavelo, como fuerza enteramente antropocéntrica, sin ningún tipo de relación con el mundo no-humano (Newell 1987, 628). Bajo esta nueva cosmovisión Maquiavelo propone que el orden postulado por la filosofía clásica y el cristianismo es producto de la exaltación de las pasiones y de la voluntad de poder. Para Maquiavelo la naturaleza no tiene un carácter regular, ordenado, limitante de la acción; al contrario, la naturaleza es moldeable, por lo tanto se puede recrear a partir de la actividad, es decir la virtú, de los hombres que tienen las capacidades para hacerlo (Discoursi I. 10, 17-18). Con respecto a la virtú en el plano enteramente político, Maquiavelo se inclina por una interpretación del término asertiva y dominante. Viril, ya que la palabra virtú se deriva de la palabra vir, hombre en latín, la lengua de los romanos. Maquiavelo sostiene que ―es mejor ser impetuoso que precavido, porque la fortuna es mujer…y se ve que ella se deja vencer más por los impetuosos que por aquellos que proceden fríamente. Y por eso, siempre, como mujer, es amiga de los jóvenes, porque son menos precavidos, más feroces y mandan con más audacia‖ (Príncipe Cap. 25). La virtú, según Maquiavelo, es un híbrido entre virtud y vicio en el sentido clásico, empleados según los requerimientos de las circunstancias. Esta postura sobre la virtú presentada en el Príncipe es atenuada sin embargo, por una serie de apreciaciones que hace Maquiavelo en Discursos. Allí sostiene: ―con la edad van perdiendo los hombres las fuerzas y aumentando su prudencia y su juicio‖; en este contexto, la virtú Maquiaveliana es también una

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propuesta para combinar la audacia y la circunspección políticas, dado el ―perpetuo movimiento ascendente o descendiente de las cosas humanas‖ (Discursos II, Proem).

Referencias Bibliográficas Para los lectores que quisieran hacer una exploración exegética sobre la noción de fortuna

en Discursos, véase I. 37; III. 8-9, 31, 31. Y sobre la noción de virtú,

igualmente en Discursos véase I. Proem, 1, 20, 30; II. 24; III. 16. Una interesante y completa discusión a cerca de la evolución del concepto de virtud desde los clásicos en contraste con la noción de virtú en Maquiavelo podrá ser encontrada en el artículo de W.R. Newell How Original is Machiavelli? Political Theory, Vol.15, No.4. (Nov., 1987), pp. 612-634. Sobre el tema de la personificación femenina del concepto de fortuna véase el texto de Hanna Pitkin Fortune is a Woman: Gender and Politics in the Thought of Niccolo Machiavelli. (Berkeley: U of California P, 1984). Para un comentario crítico sobre el análisis de Pitkin considérese J.G.A. Pocock Machiavelli in the Liberal Cosmos. Political Theory, Vol. 13, No.4, (Nov., 1985), pp. 559-574.

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Formas de Gobierno En el Libro I Capitulo 2 de Discoursi Maquiavelo desarrolla algunos aspectos que caracterizan las formas de gobierno. Su motivo principal es adelantar una meditación comparada históricamente y observar qué tipo de gobierno le convendría más a Roma. Distingue aquellas ciudades sometidas desde su origen a un poder extranjero de aquellas que surgieron y se han mantenido, bien como repúblicas o como monarquías. El detalle significativo para nosotros, lectores contemporáneos de Maquiavelo, es la suerte de correlación original establecida en su análisis sobre las formas de gobierno, la constitución y las leyes. La variación de gobernantes y los cambios operados dentro del estilo legislativo romano se comparan con tipos de regímenes administrados por un único mandatario. Maquiavelo refiere como ilustración de éste último, el caso de imposición legislativa de Licurgo sobre los espartanos.

Puede llamarse feliz una república donde aparece un hombre tan sabio que le da un conjunto de leyes, bajo las cuales cabe vivir seguramente sin necesidad de corregirlas. Esparta observó las suyas más de ochocientos años sin alterarlas y sin sufrir trastorno peligroso

Esta referencia se encuentra lejos de invocar una personalidad política con atributos absolutos. Maquiavelo menciona el cargo máximo del poder público como derivado de la virtud, no de la fortuna. Un segundo elemento es la naturaleza de la estabilidad institucional vinculada al imperio de la ley. Creemos que esta confianza procede de la confianza de Maquiavelo en la subjetivación colectiva de la observación y el cuidado público de las normas. Esta comparación histórica es un recurso de Maquiavelo para ilustrar salidas en medio de la crisis. Puede observar también el lector una marcada tendencia neoplatónica de Maquiavelo. En efecto, la unidad y estabilidad de la república es correlativa a la unidad y estabilidad de su constitución. La multiplicidad ontológica depende de la unidad esencial del ente primero. Maquiavelo despliega hacia la esfera política una metafísica del ser. Sin embargo, la perfectibilidad de la vida pública se halla concebida dentro de una 29

evolución permanente. Una evolución del sistema político no necesariamente significa siempre su progresividad. Los ejemplos tomados de la Grecia Clásica por Maquiavelo, son justamente la demostración de este argumento. En Discoursi Maquiavelo exhibe una simpatía hacia el pueblo. Cuando éste puede participar en la vida pública de manera libre, comprende y discierne lo que más le conviene sobre su presente y porvenir. El pueblo reproduce en este caso aquello los términos de Jon Elster denomina: restricciones racionales. El pueblo sabe con frecuencia delimitar las bondades de un sistema constitucional. La sabiduría acumulada por el pueblo se convierte en un baluarte o fortaleza en tiempos de adversidad (un contraejemplo, la caída de Florencia en 1512). Maquiavelo reflexiona la historia de las formas de gobierno por relación con las crisis de su presente. Maquiavelo distingue con la tradición clásica tres formas de gobierno: monárquico, aristocrático y democrático. Considera que cada forma de gobierno representa una expresión de conocimiento público acumulado. Por contraste con estas formas de gobierno que juzga positivas, el filósofo presenta tres formas derivadas de las anteriores: la tiranía, la oligarquía y el libertinaje:

Forma de Gobierno Positivo

Forma de Gobierno Negativo

Monarquía

Tiranía

Aristocracia

Oligarquía

Democracia

Libertinaje

Con un espíritu suficientemente realista para su época afirma su escepticismo: ―Digo pues que todas estas formas de gobierno son perjudiciales; las tres que calificamos de buenas por su escasa duración, y las otras tres por la malignidad de su índole‖. En esta línea de pensamiento Maquiavelo considera un modelo de gobierno mixto como el más adecuado. Y nuevamente se adelanta a su época con un detalle singular sobre la necesidad de los equilibrios en materia de poder público. La observación resulta por lo

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menos pertinente para la evolución posterior que encontramos en Jean Bodin, Hobbes y Rousseau: Un legislador prudente que conozca estos defectos, las evitará, estableciendo un régimen mixto que de todas participe, el cual será más firme y estable; porque en una constitución donde coexistan la monarquía, la aristocracia y la democracia, cada uno de estos poderes vigila y contrarresta los abusos de los otros.

Contrariando estas líneas de Discoursi, el escritor norteamericano Robert D. Kaplan (El retorno de la antigüedad, ediciones B, 2002) escribe que ―el ideal de Maquiavelo es la patria bien gobernada y no la libertad individual‖. La versión de Kaplan sobre el impacto de Maquiavelo significa que cuanta más moralidad exijan los barones de la erudición en situaciones políticas complejas, más virtú necesitarían los gobernantes para engañarlos. Una versión claramente antagónica al espíritu en las meditaciones de Maquiavelo. Lo que podemos enfatizar es que la Modernidad política observó mejor los alcances de la argumentación original del florentino, en la constitución de los estados nacionales de Europa. Referencias Bibliográficas El lector puede ampliar estas observaciones en Discoursi: Organización del gobierno (I, Cap. VI); Ordenamiento constitucional (Libro I, Cap. IX); República y Tiranía (Libro I, Cap. X); Desviaciones de la democracia (Libro I, Cap. XVI); Organización del Estado y Tradiciones (Libro I, XXV); Dictadura y elecciones democráticas (I, XXXIV); Estados débiles (Libro II, XV); Cambios constitucionales (Libro III, Cap. VIII).

Para una ampliación histórica sobre las formas de gobierno en línea con las anotaciones a Maquiavelo: Jean Bodin, Los seis libros de la República, Tecnos, 2006; E. Cassirer, El mito del Estado, Fondo de Cultura Económica, 1989; Quintin Skiner, Maquiavelo, Alianza Editorial, 1991; Isaiah Berlin, ―La originalidad de Maquiavelo‖ en Contra la corriente. Ensayos sobre historia de las ideas, Editorial Taurus, 2003. Carl Schmitt, La Dictadura, desde los comienzos del pensamiento moderno de la soberanía hasta la lucha de clases proletaria, Madrid, Alianza Editorial, 2003.

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República y Democracia Las ideas políticas de Maquiavelo en Discursos son de decidido talante republicano. La preocupación humanística que Maquiavelo hereda de pensadores del quatrocentto lo sitúa en medio de la polémica sobre cómo concebir el buen gobierno, dada la naciente conciencia republicana. Esta situación involucra el redescubrimiento del significado de la ciudadanía y el papel de pedagogía cívica que juega la historia. Nos dice Maquiavelo: ―reflexionando yo en la marcha de las cosas, creo que el mundo siempre ha sido igual, con los mismos males e idénticos bienes, aunque variando los bienes y los males de pueblo en pueblo‖ (Discursos II, Proem). La exploración histórica sobre el modelo republicano la toma Maquiavelo de la Historia de Tito Livio. Sus observaciones, sin embargo, no son de carácter romántico o anticuario (Discursos I, Proem): Maquiavelo se propone entender a la roma republicana clásica, para avanzar hacia nuevos modos y ordenamientos. La república, según observa Maquiavelo, tiene la virtud de ser el régimen político que provee las condiciones para la búsqueda ciudadana del bien común. Mientras que las monarquías conciben el poder de manera paternalista con respecto a las gentes, las repúblicas instan a los hombres a tomar acción, a participar, e involucrarse con respecto a los asuntos públicos. De esta manera, el republicanismo abre la esfera pública como lugar de ejercicio de ciudadanía, la cual comprende, de acuerdo a Maquiavelo, la realización fundamental de la libertad. La vida republicana guía el conflicto civilizado. Es garantía institucional para que, por las vías del derecho, se proteja la vocación de autodeterminación de los hombres (Discursos, I, 8). La república implica también un respeto hacia la dignidad y el mérito, en la medida en que se abren espacios para la participación cívica en búsqueda de reconocimiento. Como resultado se estimula el servicio hacia el bien de la comunidad. En este contexto, es importante hacer claridad sobre la distinción entre republicanismo y democracia: la república abre el camino para la democratización representativa de las dinámicas de poder. En ese sentido Maquiavelo es partidario de la república, entendida como régimen mixto (Discursos I, 4). Maquievelo, partidario de la apertura de los asuntos públicos en función de un humanismo cívico plural, habría estado en desacuerdo con las promesas de democracia directa que dos siglos más tarde propondría Juan Jacobo Rousseau. En contraste con Rousseau, para Maquiavelo, el hombre tiene

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una propensión natural al exceso y al deseo de dominio, los que tienen que ser sublimados por medio de la interacción cívica con sus congéneres. La concepción republicana de Maquiavelo concentra un pulso de fuerzas políticas en búsqueda del progreso de la condición humana. La innovación de Maquiavelo radica en su afirmación enfática de la vida cívica como el plano idóneo para el ejercicio de las voluntades de los hombres. La modernidad se origina con Maquiavelo. De modo que el pensador liberaliza las prácticas republicanas considerándolas, ya no cómo la búsqueda del mejor régimen, sino como la interacción ciudadana de hombres en búsqueda permanente de autonomía y libertad. Maquiavelo elabora una precisión sobre la democratización de las repúblicas. Las comunidades que decidan ampliar la participación popular, como la república romana, tendrán a su vez un carácter expansionista. Maquiavelo favorece el modelo expansionista romano. Y por la ―liberalidad con que los romanos concedían el derecho de ciudadanía a los extranjeros, aumentaron considerablemente en Roma las familias y empezaron a influir en las elecciones, con lo cual empezaron los cambios en el gobierno‖ (Discursos III, 49). La república expansionista romana permitió la participación activa de las clases populares; esto, a su vez, conllevó a una tensión en el ejercicio de la ciudadanía—saludable a los ojos de Maquiavelo—en las dinámicas de poder al interior de la comunidad política entre los privilegiados y el pueblo. Buenas leyes e instituciones sólidas pudieron mantener un orden civil viable en este contexto. Por otra parte, las constituciones que limitan la participación popular son adecuadas para comunidades políticas como Esparta o Venecia, que no buscan expansión territorial, sino que desean independencia. Si este tipo de república buscara expandirse, se arruinaría, ya que sus instituciones no son aptas para tal tipo de propósito. Maquiavelo en Discursos nos hace entender que no hay contradicción entre republicanismo y expansión— y sin embargo, es claro que la república romana llegó a su fin con la llegada del César. La historia también evidencia que Roma subyugó a varias repúblicas en su proceso de expansión (Discursos II, 2). Maquiavelo aboga por la importancia de la vida activa. Por ello es republicano. La democracia es el modelo de gobierno que busca lograr que dicha participación política tenga un carácter inclusivo, pluralista, justo. En la práctica este movimiento tiene implicaciones no sólo en política doméstica sino también en política exterior. 33

Referencias Bibliográficas Una ampliación detallada en Discursos sobre el tema abordado puede ser hallada por el lector en: Libro I. Proem, 4-6. Libro II. 23-24, 27. Libro III. 34, 41-42, 47-49 Un comprensivo estudio a cerca del republicanismo en el pensamiento de Maquiavelo será encontrado en el texto de J.G.A. Pocock El Momento Maquiavélico: El Pensamiento Político Florentino y la Tradición Republicana Atlántica. Trad. Marta Vázquez-Pimentel y Eloy García. (Madrid: Tecnos, 2002). Para un estudio comparativo bajo los parámetros de la historia de las ideas en el contexto renacentista ver Isaiah Berlin ―La Originalidad de Maquiavelo‖, en Contra la Corriente: Ensayos sobre la Historia de las Ideas. (Méjico: Fondo de Cultura Económica, 1983), pp. 85-143. El estudiante podrá encontrar también anotaciones pertinentes en el texto de Quentin Skinner Maquiavelo. Trad. Manuel Benavides. (Madrid: Alianza, 1984).

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Dictadura y estado de excepción Recordemos que a lo largo de toda la obra de Maquiavelo aparecen numerosas reflexiones sobre la dictadura. En particular con la historia de Tito Livio, pueden observarse consideraciones de rigor sobre la dictadura desde el siglo primero de la República. Maquiavelo origina en realidad diferenciaciones importantes sobre la dictadura que no hallamos en Aristóteles ni en Polibio. En épocas extraordinarias se necesitan medidas extraordinarias, hasta avanzado el siglo XIX las exégesis de Discursos destacaban la virtud de los republicanos romanos que renunciaban a su investidura antes del transcurso del plazo de su mandato (I, cap. 30, 34), encontramos observaciones sobre el curso del ejercicio regular del cargo, sobre como la colegiatura normal para la deliberación resultaban peligrosas en los casos urgentes y podían hacer imposible una decisión rápida. Según Schmitt (1936) para la República, la dictadura debió ser justamente una cuestión vital. ―Porque el dictador no es un tirano y la dictadura no es algo así como una forma de dominación absoluta, sino un medio peculiar de la Constitución republicana para preservar la libertad‖. En Discursos Maquiavelo exalta la República veneciana y la considera en su momento como la más moderna. El dictador se define como un hombre que, sin estar sujeto al concurso de ninguna otra instancia, adopta disposiciones, que puede ejecutar inmediatamente, es decir, sin necesidad de otros medios jurídicos. Para definir la dictadura Maquiavelo utiliza la contraposición que se remonta a Aristóteles, entre deliberación y ejecución, deliberatio y executio: el dictador puede adoptar todas las disposiciones, sin estar sujeto a la intervención consultiva ni deliberativa de ninguna autoridad, e ―imponer penas con validez jurídica inmediata. Sin embargo, Maquiavelo distingue estas facultades de la actividad legislativa. El dictador no puede modificar las leyes existentes, no puede derogar la Constitución ni la organización de poderes públicos, ni hacer leyes nuevas (fare nuove leggi). Las autoridades regulares siguen existiendo en la dictadura, según Maquiavelo, como una especie de control. Por ello la dictadura es una institución constitucional de la República, mientras que los decenviratos, precisamente por sus poderes legislativos ilimitados, han puesto en peligro la República (I, cap. 35). Para Maquiavelo la dictadura se parecía demasiado a la institución esencial de la República romana libre para haber distinguido las dos especies diferentes de dictadura, la comisarial y la soberana. 35

En este contexto, para Maquiavelo el Príncipe cuya figura esboza durante este mismo período de los Discursos no puede representar a un dictador absoluto. Esta sería una tergiversación exegética posterior de la tradición académica. En su obra Maquiavelo concibe al dictador como un órgano del Estado republicano, ciertamente extraordinario, pero no obstante constitucional (II, cap. 33). Como se ha observado anteriormente, la excepcionalidad de la violencia corresponde al momento de fundación de la ciudad, más también al momento de la máxima corrupción de la materia de una ciudad ya fundada. Desde una perspectiva teórica, los extremos se encuentran en este caso. Una ciudad ve corrompida su materia cuando la desigualdad entre sus segmentos sociales es tan profunda que el conflicto deja de ser funcional para la libertad. Es cuando el pueblo busca un príncipe civil para defender sus posiciones. La ciudad perfecta, sin embargo, tendrá previsto por ley le excepcionalidad de esta corrupción y entregará el poder provisional a un dictador. El dictador como comisario debe ajustar sus acciones a la ley. Recordemos el título del capítulo 34 del libro I de los Discursos: La dictadura es benéfica si no arrebata la libertad a los ciudadanos y se cumple según la ley. Es buena, según Schmitt, si es dictadura comisaria.

Bibliografía complementaria Para detalles sobre la figura del dictador y el estado de excepción en Discursos y el Príncipe: D. I, cap. 26; I, cap. 3; I, cap. 9; Príncipe, VIII; Discursos I, cap. 34, 35. Una interpretación excelente y polémica sobre la dictadura desde los comienzos del pensamiento moderno de la soberanía hasta la lucha de clases proletaria, Carl Schmitt, La Dictadura, Alianza Editorial, Primera Reimpresión, 2003; Meinecke F. La idea de razón de Estado en la edad moderna, CEC, Madrid, 1983.

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Estrategia y Conflicto En su destacado trabajo: The Strategic of Conflict (Harvard University Press, 1960; Trad. Española Adolfo Martin: La Estrategia del Conflicto, Madrid, Tecnos 1964), Thomas Schelling, tiene una observación curiosa sobre la actualidad y vigencia de Maquiavelo:

Aquí es donde podemos percibir cierta desventaja peculiar en que se encuentran los civilizados estudiantes modernos de cuestiones internacionales, en contraste, por ejemplo, con Maquiavelo o los antiguos chinos. Nosotros tendemos a identificar la paz, la estabilidad y el reposo del conflicto con nociones como confianza, buena fe y respeto mutuo (33)

La mención es importante por el tipo de valoración que introduce. Primero en el campo de la formación profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales y, segundo, por el marco analítico para observar nuestro presente. La escasa familiaridad de los estudiantes de pregrado y posgrado con autores clásicos, suele acompañarse con una ansiedad por resultados inmediatos (triviales). Y por esto mismo aprenden dentro de un marco analítico engañoso. Schelling rectifica ambos extravíos citando la genialidad de Maquiavelo. En efecto, la teoría política de Maquiavelo en Discoursi se haya fundamentada en un condicional epistemológico: la estrategia y el conflicto constituyen la naturaleza de la vida pública. Para el pensador, los conflictos políticos no sólo resultan inevitables, sino que bien encaminados pueden tener resultados positivos. El caso puede ejemplificarse en la forma como Maquiavelo examina el lugar de las pasiones humanas en la esfera pública (Cap. VIII, IX). La república romana disfrutó de la libertad precisamente por la oposición entre los grandes (grandi) y la gente del común (Germino, 1979). La esfera pública tiene que animarse permanentemente por la dialéctica entre quienes gobiernan y quienes son gobernados. Maquiavelo es reconocido como el filósofo que mayor originalidad le concedió al espacio público después de los griegos. Las luchas entre agrupaciones que buscan el poder deben expresarse con la fuerza impositiva del razonamiento y el debate. Maquiavelo contempla los alcances de la deliberación dentro de sus propios límites. El debate político reforma costumbres y tradiciones que pueden volver obsoleta a una sociedad. La gente debe poder expresar sus ambiciones frente a 37

los demás. Y la gente del común, según Maquiavelo, tiene un papel determinante para conservar los derechos y las libertades en una república. Schelling también observa que donde no existe confianza ni buena fe podemos sentir el deseo de solicitar consejo a las gentes de los bajos fondos. En términos de Maquiavelo, los valores de intercambio humano están sustentados en el potencial de obrar bien o mal. En cualquier caso, se trata de contemplar esta posibilidad como parte de la estrategia del conflicto. En las antiguas tiranías era aplicable este principio. Los antiguos cambiaban rehenes, bebían vino del mismo vaso para demostrar la ausencia de veneno, se reunían en sitios públicos para impedir que uno matase a otro e, incluso, se intercambiaban espías para facilitar la trasmisión de información verdadera. En los Discursos de Maquiavelo puede advertirse, como en Thomas Hobbes, un supuesto sobre las posibilidades humanas de conversión moral por medio del razonamiento. La apetencia motivada de poder e imposición de la voluntad junto a la capacidad de causar la muerte para sobrevivir son condiciones originales del género humano. Para Maquiavelo la naturaleza del conflicto se relaciona con las posibilidades extremas de violar las fronteras de aquello que parezca razonable. El poder político es contemplado como un campo de fuerzas en expansión indefinida. Sus límites estarán definidos por la amenaza de una mayor y más poderosa fuerza. El poder político, sin embargo, depende de negociaciones colectivas en donde interviene decisivamente la racionalidad y el bien común. De modo que su transformación opera limitando las pulsiones naturales de fuerza y exterminio por medio del uso compartido de razones y argumentos. Las ambiciones humanas, según Maquiavelo, deben quedar subordinadas a las leyes; los apetitos deben ser domados en la vida pública a través de la participación (I. 7; III. 28) En una sociedad no corrupta los hombres tratan de evitar la servidumbre y la dependencia actuando como fieles servidores del bien público. Encontramos en Discoursi una demanda hacia los cuidados de la esfera pública mediante las prácticas sustentadas de racionalidad colectiva (I. 40, 53). La unidad de la república será el resultado de la relativa independencia con la cual los ciudadanos puedan expresarse en la arena pública. Maquiavelo promueve unas prácticas sociales de formación ciudadana en las cuales lo público predomina sobre lo privado.

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Bibliografía complementaria Para referenciar con mayor detalle la idea del conflicto y la estrategia en Discursos: Acusaciones y calumnias como generadoras de conflictos: Caps. VIII, IX; I. 7; Vigilancia de los ciudadanos III. 28; I. 40, 53. Una extensión del concepto de estrategia aplicando teoría de juegos en conflictos internacionales: Thomas Schelling, La estrategia del conflicto, Madrid, Tecnos, 1974; Una observación crítica en Horkheimer, Crítica de la razón instrumental, Buenos Aires, Sur, 1973; Una lectura desde una tendencia radical: Lukes, S. El poder: un enfoque radical, Madrid, Siglo XXI, 1985.

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