MEMORIA DE D. ALEXANDRO O'REYLLY SOBRE LA ISLA DE PUERTO RICO

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MEMORIA DE D. ALEXANDRO O'REYLLY SOBRE LA ISLA DE PUERTO RICO. Relación circunstanciada del actual estado de la población, frutos y proporciones para fomento que tiene la isla de San Juan de Puerto-Rico, con algunas ocurrencias sobre los medios conducentes a ello, formada para noticia de S. M. y de sus Ministros, por el Mariscal de Campo D. Alexandro 0'Reylly, y de resulta de la visita general que acaba de hacer en la expresada Isla, para evacuar las comisiones que se ha dignado fiar a su celo la piedad del Rey. La conquista, población, pasto espiritual, administración de justicia, fortificación, artillería, armas, municiones y tropa para la defensa de la isla de Puerto Rico, han costado al rey en 255 años que la posee, mucha gente e inmensos caudales: aún continúan los desembolsos del real erario, vienen anualmente de México, más de 80,000 pesos para los gastos de esta isla, cantidad que será preciso aumentar considerablemente en los años próximos futuros. Quien dirá que después de tantos años de posesión, y tanto tesoro derramado en esta isla, todos los tributos de ella, incluso los diezmos, real derecho de bulas, alcabala, aguardiente, almojarifazgo, &e., no ascienden a más de 10,804 pesos y 3 reales al año, y que las manufacturas, frutos y comerciantes de España sólo expenden la cortísima cantidad que manifiesta la relación número 2, que me dieron los oficiales reales? El pequeño importe de estos géneros retorna en dinero curtidos, cueros al pelo y achiote. Más admirará esto cuando se sepa que hay en esta isla, 39,846 personas libres y 5,037 esclavos; que es muy templado el calor; muy sano el temperamento, y tan favorable a los Europeos como a los naturales; que está bañada de muchos' ríos caudalosos, que abundan en buen pescado; que en las sierras nunca faltan aguas; que en las llanuras hay bellísimas vegas, que de maíz, arroz, tabaco y los, demás frutos, dá dos y hasta tres cosechas al año, que se puede regular que todo lo que se siembra dá ochenta por uno; que las cañas de azúcar, son las más gruesas, altas, jugosas y dulces de América; que el algodón, añil, café, pimienta de tabasco, cacao, nuez moscada y vainilla se dá de buena calidad; que se atribuye la inferior calidad del tabaco a la codicia de los cosecheros en cogerlo antes de estar en sazón para que tenga más jugo y peso; a excepción de este fruto, del café y cañas de azúcar, los demás se hallan silvestres en los montes. El palo de mora, muy buscado por los extranjeros para sus tintes amarillos, es MUY abundante, como así mismo el guayacán, que es madera muy fuerte para motones, y del que se sirven para varios muebles, y tisanas antigálicas. Los holandeses e ingleses sacan anualmente considerable porción de uno y otro; pasa de 43.000 pesos lo que importa. Se halla en la isla grande abundancia de excelentes maderas para edificios, ingenios, construcción de pequeñas embarcaciones de comercio y carbón. He visto en las inmediaciones de Guayama, salitre. Hay salinas suficientes para el consumo; infinitas yerbas, raíces y gomas medicinales, que podrían formar considerable renglón de comercio. Para que esta verídica relación no parezca ponderada' y se haga más comprensible y útil, he formado el estado número 1º que manifiesta el importe de todos los derechos reales de aquella isla. El del número 2º detalla todos los géneros que ha introducido la

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compañía de Cataluña desde que se ha hecho la paz. El del número 3º toda la población de la isla con distinción de edades, sexos y clases. El del número 4º las cabezas de ganado de todas especies que existen en la Isla. El del número 5º todos los frutos y maderas que extraen los extranjeros con su comercio ¡lícito, qué efectos introducen, y a qué precios compran y venden. El papel número 6º contiene un cálculo prudencial del importe de los géneros que introducen los extranjeros para vestuario,. El número 7º manifiesta con individualidad lo que extraen de cinco pueblos; a que siguen otras varias noticias relativas a esta Isla. No basta conocer los males; conviene saber la causa y raíz de ellos para, relativo a todas sus circunstancias, proporcionar los remedios: de lo primero hablaré con la confianza que da la práctica observación y examen de los hechos; y en lo segundo, aunque con justa desconfianza de mi dictamen, me precisa mi obligación, celo y suma gratitud a la piedad del rey, a exponer mis ocurrencias, deseosísimo de que en algo conduzcan a su servicio. El origen y principal causa del poquísimo adelantamiento que ha tenido la isla de Puerto-Rico, es por no haberse hasta ahora formado un reglamento político conducente a ello; haberse poblado con algunos soldados sobradamente acostumbrados a las armas para reducirse al trabajo del campo; agregáronse a éstos un número de polizones, grumetes y marineros que desertaban de cada embarcación que allí tocaba: esta gente por sí muy desidiosa, y sin sujeción alguna por parte del gobierno, se extendió por aquellos campos y bosques, en que fabricaron unas malísimas chozas: con cuatro plátanos que sembraban, las frutas que hallaban silvestres, y las vacas de que abundaron muy luego los montes, tenían leche, verduras, frutas y alguna carne - con esto vivían y aún viven. Estos hombres inaplicados y perezosos, sin herramientas, inteligencia de la agricultura, ni quien les ayudase a desmontar los bosques, ¿qué podrían adelantar? Aumentó la desidia lo suave del temperamento que no exigía res- [Desidia.] guardo en el vestir, contentáronse con una camisa de listado ordinario, y unos calzones largos, y como todos vivían de este modo,, no hubo motivo de emulación entre ellos; concurrió también a su daño la fertilidad de la tierra y abundancia de frutas silvestres. Con cinco días de trabajo tiene una familia plátanos para todo el año. Con éstos, la leche de las vacas, algún casabe, boniatos y frutas silvestres, están contentísimos. Para camas usan de unas hamacas -que hacen con la corteza de un árbol que llaman majagua. Para proveerse del poco vestuario que necesitan truecan con los extranjeros, vacas, palo de mora, caballos, mulas, café, tabaco o alguna otra cosa, cuyo cultivo les cuesta poco trabajo. En el día han adelantado alguna cosilla más, con lo que les estimula la saca que hacen los extranjeros de sus frutos y la emulación en que los van poniendo con los listados, bretañas, pañuelos, olanes, sombreros, y otros varios géneros que introducen, de modo que este trato ilícito, que en las demás partes de América es tan perjudicial a los intereses del rey y del comercio de España, ha sido aquí útil. A él debe el rey el aumento de frutos que hay en la isla, y los vasallos, aunque muy pobres y desidiosos están más dedicados al trabajo de lo que estarían y es muy fácil al rey el cortar el comercio ¡lícito de esta isla siempre que lo quiera; a lo que contribuirá infinito el repartimiento hecho de la milicia y sus oficiales veteranos que ocupan toda la costa en forma de cordón: debo decir al mismo tiempo que los habitantes son muy amantes del rey, y de una natural inocencia y verdad que no he visto, ni he oído haber en otra parte de América.

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Para que se conozca mejor como han vivido y viven hasta ahora estos naturales, conviene saber que en toda la isla no hay más que dos escuelas de niños; que fuera de Puerto-Rico y la villa de San Germán pocos saben leer, que cuentan, por épocas de los gobiernos, huracanes, visitas de obispo, arribo de flotas o situados: no entienden lo que son leguas, cada uno cuenta la jornada a proporción de su andar, los hombres más visibles de la isla comprendidos los de Puerto-Rico, cuando están en el campo andan descalzos de pie y pierna. Los blancos ninguna repugnancia hallan en estar mezclados con los pardos. Todos los pueblos a excepción de Puerto-Rico no tienen más vivientes de continuo que el cura, los demás existen siempre en el campo a excepción de todos los domingos que los inmediatos a la iglesia acuden a misa, y los tres días de Pascua en que concurren todos los feligreses generalmente. Para aquellos días tienen unas casas que parecen palomares, fabricadas sobre pilares de madera con vigas y tablas; estas casas se reducen a un par de cuartos, están de día y noche abiertas, no habiendo en las más puertas ni ventanas con que cerrarlas: son tan pocos sus muebles que en un instante se mudan. Las casas que están en el campo son de la misma construcción, y en poco se aventajan unas a otras. ………………………. Hasta ahora no ha habido mercado en la misma plaza de Puerto-Rico [San Juan]: venían algunas canoas al muelle con verduras, huevos y gallinas; unos días vendían poco otros nada, y otros faltaba todo; no había precio, despacho, ni obligación de concurrir; con motivo de arrancharse ahora los soldados, dejé dispuesto que las riberas inmediatas proveyesen el mercado por días, que los regidores hiciesen este reparto, y que uno de ellos asistiese diariamente para vigilar el cumplimiento y arreglar los precios; con esta providencia, la tropa actual y la que venga se podrá proveer de lo que necesita: no se alterarán los precios, y los vecinos seguros de hallar venta, diaria, acudirán gustosos. Esto dará principio a algún comercio que se aumentará siempre a proporción del gasto que se hiciere. ……………………. Para el pronto fomento de esta isla considero indispensable el establecimiento de algunos hombres de caudal que pongan ingenios. Un nuevo y proporcionado reglamento de derechos y de comercio; algunos artesanos y labradores inteligentes, y obligar al cultivo de los frutos que sean más útiles al comercio de España; que S. M. declare por el fisco todas las tierras no cultivadas o pobladas como es de ley y condición expresa en la gracia. Con dar S. M. la propiedad de estas tierras a los que vinieron a establecerse se animarían muchos: convendría arreglarles la cantidad al número de negros y dependientes que trajesen, y dejar a los mismos habitantes de la isla, poseedores actuales, tierras con justa proporción a sus fuerzas, señalándoles tres años para su cultivo. Se aplicarían a ello con fervor para no perderlas, y lo poco que se les dejaría les valdría entonces diez veces más de lo que hoy les vale su imaginaria propiedad. S. M. ha puesto acciones en varías compañías para animar a sus vasallos: parece que convendría que se pusiese aquí un ingenio bueno de cuenta del rey: aumentaría muchísimo la confianza pública, produciría bien y en pocos años se podría vender con mucha ventaja. Convendría mucho a nuestros comerciantes acaudalados el enviar a esta isla sus hijos o factores, en lo que influiría el ejemplo de los gremios de Madrid:

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harían en ello un servicio al estado, y ciertamente en ningún paraje del mundo daría su caudal tan segura y crecida ganancia. ………………………. No puedo omitir una reflexión que me parece conducente para las combinaciones que se hagan sobre el asunto de que se trata, y es que los vasallos de esta isla son hoy los más pobres que hay en América; que por su desidia y falta de saca pierde el Estado muchos y preciosos frutos; que ha gastado el rey en ella desde su conquista mucho más de veinte millones de pesos; que no existen hoy entre todos los habitantes ciento cincuenta mil, en dinero efectivo. Tan inmensos gastos del rey, la infelicidad ,de los-vasallos poseedores de las mejores tierras de América, y sin tributos: el ser esta preciosa isla una carga perpetua y pesada al real erario, son pruebas incontestables de la necesidad de seguir adelante otras reglas. Sobran estas apuntaciones para la alta comprensión de S. M., e inteligencia y luces de sus ministros. Yo espero que disculpará mis yerros, el celo con que escribo y obro, dirigido siempre de mi eterna gratitud a las piedades de S. M., vivísimos deseos de la gloria de su reinado y felices aciertos de sus ministros. 1 A bordo de la fragata de S. M.. El Águila, a 15 de junio de 1765.-Alejandro O'Reylly.

Varias noticias relativas a la Isla de Puerto-Rico. ……………………. Posibilidades En los montes de esta isla se hallan silvestres muchos árboles cargados de nuez moscada legítima, y que cultivadas prometen buena fruta. En los partidos del Utuado y Coamo se halla una fruta cuyo gusto, olor y figura, dicen ser el mismo del clavo. Hay en varias partes de la isla dos arbolitos cuya corteza tiene el mismo olor y sabor de la canela; y aunque muy inferior a la oriental, es verosímil que con más cuidado e instrucción se lograría mejorar de mucho su calidad. Se halla silvestre por cada parte de la isla la mata de añil: en todos los pueblos se cuaja alguna poca para algunos tintes de algodón que hacen; me, ha parecido muy buena la calidad: se daría con mucha abundancia teniendo salida correspondiente. Se halla silvestre cantidad de vainilla, y según dicen es de la mejor calidad. El tabaco es flojo, y no del mejor gusto; pero aseguran que contribuye a perjudicar su calidad la costumbre que tienen los cosecheros de cogerlo antes que esté maduro; lo hacen para que conservado el jugo y melado pese más, que es por donde se gradúa su valor en el comercio ¡lícito. Se ha sembrado algunos años ha un poco de trigo en los partidos de la Aguada y Manatí; ha llegado a dar hasta 200 por uno y nunca menos de 150, pero la gente ya hecha a su plátano y cazabe, y que ignoran el uso del arado y todas las ventajas del cultivo de trigo y la cebada, lo han dejado enteramente. Se halla en los montes crecida cantidad de pimienta de tabasco y de achiote, uno y otro frutos muy apreciados, y que con un poco de cultivo y fomento, formarían renglones considerables de comercio: el segundo, se usa para tintes finos amarillos y aún se sirve de él en lugar de azafrán. El algodón es por su naturaleza de buena calidad, en el día le dan poquísimo cultivo: lo más se cría silvestre: es un árbol que en esta isla está siempre dando fruto: convendría introducir los tomos que usan los extranjeros para quitar las pepitas del algodón.

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En los bosques de esta isla hay mucha y buena madera; las mejores son de cedro, caoba, hucár, ausua, cobano, laurel, capá, tortugos, moca, roble, (diferente del de Europa, pero buena madera), palo de mora, masa, espinillo, guaraguao y magas: Hay otros muchos árboles pero de menor aprecio. La madera que pudiera servir para la construcción de navíos grandes está distante de la costa en unos montes de difícil acceso, y como no he recorrido los bosques ni he tenido noticias por sujetos inteligentes en este asunto, no puedo informar con la certeza que deseara. Abunda la isla de ríos y éstos de buenos pescados: los más estimados son guabinas, lisas, róbalos, lebranchos, pargos, anguilas, morones, camarones, sábalos, dajados, galápagos, moharras, áreas de escala y ureles. Los ingleses buscan con grande aprecio los palos de mora y guayacán: se sirven del primero para el tinte amarillo y del segundo para motones, muebles y tisanas anti gálicas. Hay en la costa del Norte otro árbol que se llama maza que da el tinte morado muy bueno pero éste no lo conocen los extranjeros, o no lo hallan inmediato a puertos y acomodados para su saca; son muchas las yerbas, raíces medicinales de la isla: ayudarían con lucro al comercio.-O'Reyl1y. …………………….. Situación de las milicias Tengo también por muy necesario que V. E. esté noticioso del estado de defensa en que queda aquella plaza e isla; de el en que yo la hallé y de cuanto concibo necesario que se haga para su seguridad. Los soldados del Batallón Fijo de Puerto-Rico. estaban cuasi todos casados, con muchos hijos, y sin más auxilio que su presbítero; vivían separados en chozas propias o alquiladas. Los sargentos atendían únicamente al cuidado de sus familias y hasta los oficiales entregados a su comodidad e intereses ponían todo su conato en hacer valer sus empleos. Los capitanes (a cuenta del primer situado) anticipaban al soldado los efectos que necesitaban para sí y su familia: con este tráfico recogían mucha parte de lo que correspondía a cada uno. Los capitanes más moderados se entendían para esta negociación con algún tendero quien del total de los efectos que suministraba a la compañía, les abonaba desde 10hasta 15 por 100, pero los más tenían los géneros en sus casas. Las dos compañías y dos piquetes que a principios de la última guerra se enviaron a Puerto-Rico para refuerzo de la guarnición siguieron muy luego el arraigado ejemplo de estas industrias. Esta última tropa quedó acuartelada, pero cada soldado se arranchó con alguna negra o mulata que llamaba su casera; a ésta entregaba cada uno los cuatro pesos mensuales que recibía de tesorería para su subsistencia; de este dinero comía el soldado, la casera y los hijos si los tenía. ¿Qué fuerzas puede tener un soldado tan mal mantenido? ¿Qué modo de pensar influiría aquel trato? Y ¿qué honor, celo, ni aplicación al servicio sepuede esperar de quien vive con tanto abandono espiritual y temporal? Toda la tropa veterana de Puerto-Rico estaba sin uniformidad alguna en su vestuario: cada uno compraba y llevaba lo que quería: muchos cuando no estaban de ser vicio usaban de sombrero de paja por la calle, y cuasi todos de calzón ancho que les bajaba hasta los tobillos. El ejercicio estaba igualmente descuidado: ninguno lo sabía: daban los oficiales por disculpa de su omisión que esperando de día en día quien les enseñase el nuevo no habían practicado el antiguo. Esta disciplina y calidad de tropa mal correspondía al crecido haber que recibía y al importantísimo objeto confiado a su valor y a su celo. Era la única defensa que tenía S. M. para la conservación de la más

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preciosa Isla de América en cuya fortificación, tropa y demás obligaciones lleva ya gastado muchos millones. A pocos días de mi arribo a Puerto-Rico, adquirí noticias ciertas de las industrias de los oficiales, y con haber dado libre acceso a los soldados y oído sus quejas y pretensiones con paternal amor, granjeé su confianza. Los oficiales conocieron mi disgusto a su manejo y se alarmaron: aproveché la ocasión y por persona de mi confianza les hice saber lo mucho que S. M. se había agradado de haber la tropa en la Habana solicitado el establecimiento de los nuevos goces; que la orden era general para toda la América, y que con anticiparse ellos y sus soldados a pedirlo, se haría honor y disculparían en gran parte el mal estado de su tropa: estas insinuaciones tuvieron el deseado efecto: todas las compañías del refuerzo y fijo vinieron a mi casa con sus oficiales a la testa: pidieron con las más vivas demostraciones de celo el establecimiento de los nue-vos goces: aprobé su honrada solicitud; les signifiqué que el reglamento era general para toda América, y que su distinguido celo en anticiparse a las órdenes, había logrado hacerse un mérito de lo que una vez mandado, sería obligación indispensable, y que para honor y consuelo suyo, yo informarla exactamente a S. M. Enteré a los soldados del modo que se seguiría en la distribución de los nuevos goces, y logré hacerles comprender que con recibir su haber mensualmente y el justificado método que se establecía para la distribución, estarían mejor con ocho pesos de lo que antes estaban con los once. Con repetidas aclamaciones de viva el Rey manifestaron su, gratitud y contento. Este nuevo reglamento tuvo su práctica desde el día 1.0 de mayo próximo pasado: a más del considerable ahorro que resulta al real erario, me pareció muy importante el dejarlo establecido y que cualquiera tropa que se destine a aquella isla, halle estos goces ya puestos. Revisté toda esta tropa, destiné a inválidos 39 del Fijo que por sus largos servicios, crecida edad y achaques, no podían tener otro destino, y como eran ya inservibles, si los dejaba seguir en sus compañías, costarían al rey el doble de lo que ahora les dá; despedí con licencias 7~ del mismo Batallón, que eran enteramente inútiles, y de la tropa del refuerzo destiné 13 a las obras del rey por el tiempo que les quedaba que servir. Con esto se ha limpiado toda esta tropa y el rey sólo paga los que le pueden servir con utilidad. Concluidas mis revistas, hice juntar en mi casa, separadamente, a los oficiales del refuerzo y a los del Fijo: les hice conocer todas las faltas que había observado en su tropa y manejo interesado, y los reprendí como correspondía. De esto resultó ofrecerse los capitanes a dar a sus compañías por vía de indemnización una cantidad de dinero que me aseguraron sobre su palabra de honor ser el importe de las utilidades: apliqué este dinero a hacer un vestuario nuevo de bramante y sombrero con galón; con lo que logré uniformar la tropa en su vestuario…. Hice arranchar inmediatamente las dos compañías del refuerzo, acuartelar y arranchar todos los solteros del Fijo y recoger las armas de cada compañía en los armeros que hice poner en la casa, elegida para cuartel de sus solteros; con estas providencias mudó tanto aquella tropa, que a mi partida de la Isla, nadie diría que era la misma: aprendían diariamente el ejercicio con grande aplicación, se hacía el servicio con mucha exactitud; hubo uniformidad en el vestir: subordinación y asco. ………………………..

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Con estas providencias logré el fin: formé en la isla 19 compañías de infantería, de a 100 hombres cada una y 5 de caballería, de a 60, comprendidos diez supernumerarios que hay en cada una. Los soldados de las compañías de infantería viven con tanta inmediación al paraje elegido para su enseñanza que sin el menor gravamen concurren diariamente una hora para aprender el ejercicio, y la caballería cada domingo y día de fiesta viene montada a oír Misa, para antes o después hacer su ejercicio. Tuvieron tan buen efecto las impresiones que se logró dejar en los ánimos de los habitantes de esta isla que con el mayor empeño solicitaron el ser incluidos en la milicia. Los alistados en ella, y aún algunos que no lo son, han concurrido a la enseñanza con tanta aplicación que a mi partida de la isla, estaban increíblemente adelantados. Los hombres son robustos, de aventajada estatura. Con tan bellas proporciones sólo me restaba el ver cómo podía dar a esta buena masa, oficiales de espíritu y inteligencia: después de bien reflexionado este interesante punto, de haber visto por mí toda la isla, comprobados en cada partido los informes y noticias que me dieron los oficiales que adelanté a este fin, y tratado personalmente a los hombres de más aceptación -y respeto, conocí con evidencia que no lograría el rey tener la milicia de esta isla cual yo la deseaba y tanto convenía a su servicio, si para capitanes y subtenientes de ella se elegían sujetos del país que sirviesen sin sueldo como en la Habana. Son cuasi todos muy pobres, se crían siempre en el campo, fáltenles medios y cultura: ni aún leer saben los más. ¿Cómo poner estos sujetos a mandar? Los tenientes veteranos respetarían poco a sus capitanes, éstos en fuerza de su graduación querrían mandar sin saber cómo, lo que sería un continuo manantial de recursos, disgustos y desórdenes: me parece haber acertado con el modo de precaver todos estos inconvenientes y aún el de mejorar de mucho el pie de esta milicia al de la Habana, sin que tenga un real de más costo al rey que aquélla. Resolví el proponer a S. M. que todos los oficiales gozasen sueldo, que los eligiese de sus veteranos, a excepción de un corto número del país que conviene atender en consideración a sus recomendables circunstancias personales, a haber siempre distinguido su celo, servido los empleos más honoríficos de sus pueblos, o ser, hijos de unos padres de particular mérito y concepto en el país. …………………….. La fortificación me mereció grandísimo y continuo cuidado: examiné cada parte con la más reflexiva atención: oí sobre el terreno a los ingenieros, gobernador y su cabo subalterno, el sargento mayor de la plaza y después de haber pesado y combinado todas las circunstancias, me fijé al proyecto que dirijo al Ministerio de Indias: todos nombrados lo aprobaron plenamente en nuestras repetidas conferencias pero para resguardarme más contra cualquiera contemplación, hice que precediese al dictamen definitivo de cada uno, el empeño de su palabra de honor que daría su parecer libremente cual concebía, y sin otro respeto que el mejor servicio de S. M. La plaza de San Juan de Puerto-Rico no tiene aún cuarteles para medio batallón, ni almacenes correspondientes a los repuestos que debe haber: se ha reducido hasta ahora su defensa a la de sus murallas y a no haberla atacado el enemigo. La importancia de fa situación de la isla de Puerto-Rico, la bondad de su puerto, la fertilidad, ricos productos, y población, las ventajas que debe producir a nuestro comercio el irreparable daño que nos resultaría de poseerla los extranjeros, piden, me parece, la más seria y más pronta .atención del rey y de sus ministros. Yo espero que conocerá V. E. que por mi parte no omití diligencia alguna para éste tan importante

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objeto; y me parece que Dios felicitó mi celo a un término que puede llenar a V. E. de consuelo, y al rey de esperanza, no sólo en cuanto a la futura defensa de esta isla; pero también de que en pocos años puede mediante buenos reglamentos ser de alivio a su erario, y una de las mejores joyas de su corona: En asuntos tan interesantes nunca puede mi gratitud a S. M. mi honor, ni mi celo, dejar de representar todas las cosas cual concibo, sin alterar, paliar, ni bruñir las verdades. Repito en obsequio de V. E. mi rendida obediencia y más fina voluntad con la que ruego a Nuestro Señor guarde y felicite la apreciable vida de V. E. muchos años.-A bordo de la fragata de S. M. El Águila 20 de junio de 1765.Excmo. Sr.-B. L. M. de V. E., su más atento servidor Alexandro 0'Reylly. -Excmo. Sr. Marqués de Grimaldi. Reproducido de: Alejandro Tapia y Rivera: Biblioteca Histórica de Puerto Rico. Segunda Edición. Ed. Instituto de Literatura Puertorriqueña. (San Juan de Puerto Rico, Imprenta Venezuela, 1945). Págs. 526-555.

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