MODELOS DE SANTIDAD I. DIVERSIDAD DE MODELOS VINCENT S. PEREIRA

VINCENT S. PEREIRA MODELOS DE SANTIDAD El Vaticano II dejó bien en claro que todos en la Iglesia están llamado a la santidad y que no hay dos categor

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VINCENT S. PEREIRA

MODELOS DE SANTIDAD El Vaticano II dejó bien en claro que todos en la Iglesia están llamado a la santidad y que no hay dos categorías de cristiano respecto a la santidad. La pregunta es ahora: ¿en qué consiste realmente la santidad? En la historia de la espiritualidad han funcionado modelos de santidad, explícita o implícitamente, distintos. El autor emprende primero la tarea de analizarlos y valorarlos para proponer después un modelo holístico o integral, enraizado en la Biblia y apropiado para nuestro tiempo. Vidyajyoti Journal of Theological Reflexión, 53 (1989) 233-248; 313-330.

I. DIVERSIDAD DE MODELOS Amaño se suponía que la santidad estaba reserva da a clérigos y religiosos. Así, por ejemplo, al sacerdote se le consideraba un "hombre de Dios", un "hombre santo". En cambio ahora el Vaticano II (Lumen gentium, 39) ha subrayado la vocación universal a la santidad. Pero ¿qué es exactamente la santidad? De ella se tienen- imágenes diversas y, consciente o inconscientemente, se la define según criterios distintos. En la primera parte de este artículo presentaremos ocho modelos y lo analizaremos. Representaremos a cada uno por una imagen simbólica. Luego daremos los criterios, indicios y textos de las Escrituras que los avalan o contradicen e incluiremos una breve valoración de cada modelo. En la segunda parte presentaremos un modelo integral de santidad que nos parece ser válido, completo y conforme con las Escrituras.

La escalera Santidad se concibe como una escalera que hay que subir hasta la cima de la perfección. Cuanto más uno se esfuerza en ser perfecto, más santo se considera que es. Perfección se mide., numéricamente (número de oraciones, cantidad de limosnas, etc.) o cualitativamente (intensidad, concentración, meticulosidad, etc.). En cada una de estas dimensiones uno debe procurar ir más y más adelante. Uno debe esforzarse en hacer cosas bien hechas con meticulosidad y puntualmente. Los que siguen este modelo tienden a ser legalistas, rígidos, detallistas en cosas mínimas y es difícil convivir con ellos. Las Escrituras parecen avalar este modelo con textos como el que nos exhorta a ser perfectos como el Padre (Mt. 5, 48). Pero otros contradicen esta actitud como el de Lucas (4, 36) que nos pide ser misericordiosos y Pablo que no habla de ser perfecto, sino que se gloría de su debilidad o flaqueza (2 Cor. 12, 9-10).

La escultura La imagen aquí es la de un escultor que con el cincel va convirtiendo el molde amorfo de piedra o mármol, cortando aristas superfluas, hasta que emerja la figura estéticamente bella que en potencia, estaba ya escondida allí. Para llegar á ser un santo se tiene que eliminar lo malo que hay en uno para que salga lo bueno. Incluso hay que eliminar pequeñas faltas y desarraigar las tendencias al mal que haya. Por el contrario hay que practicarla virtud, guardar los mandamientos, los preceptos de la Iglesia, las

VINCENT S. PEREIRA reglas y constituciones. Los que siguen este modelo son muy intolerantes con lo que creen que está" mal: Son también muy puritanos en su manera de ver, muy moralizantes y muy exigentes, para que otros no cometan faltas. Hay textos en las Escrituras que se usan para justificar este modelo de santidad, como aquel que dice que hay que cortarse la - mano o quitarse el ojo que son ocasión de pecado (Mt. 5, 29 sg.), o cortar el árbol que no produce buen fruto (Mt. 3,10), o que hay que eliminar la ira, las malas intenciones, las palabras groseras y el ofender a otros (Col. 3, 8). Con todo, no hemos de olvidarnos que sólo el Señor es el que juzga y que nosotros no debemos anticipamos a sus juicios (1 Cor. 4, 4 sg.), de que somos preciosos para El (Is. 43,4) y de que Dios nos ama aunque seamos pecadores (Rom. 5, 8).

El molde El metal derretido se echa en un molde y después de un tiempo se solidifica y toma la figura del molde. El molde representa a Jesucristo o a uno de los santos. Lo que hay que hacer es ajustarse o copiar el modelo elegido y así salir una réplica de é1. Los evangelios o las constituciones de la congregación religiosa se consideran directivas concretas que han de seguirse hasta en los detalles más minúsculos: Conformándose a ello se garantiza la santidad. De ahí que los que siguen este modelo sean muy acomodaticios, traten de complacer a otros, especialmente a sus superiores, que . a su vez los alaban por, ser muy obedientes. Son personas que no se valoran a sí mismas y a las que falta libertad interior, empuje y creatividad. Esta actitud les impide descubrirse a sí mismos, lo que son y lo que deben ser como personas. Lo que en realidad tratan de hacer es querer que un peral sea un manzano, con lo cual sólo consiguen destruir el peral. Este modelo se apoya en el hecho de que Jesucristo nos invita a perder nuestras vidas (Lc. 9, 23 sg.) y seguir su ejemplo (Jn. 13,15), como también lo dice Pablo en algunas de sus cartas. Pero por otra parte, vemos que el mismo Jesucristo no fue en nada acomodaticio. Comió con pecadores y cobradores de tasas (Mc. 2,13-17), se enfrentó con los escribas y fariseos (Mt. 5, 20) y hasta dejó de lado algo tan sagrado como la observancia del sábado judío (Mc. 2,23-28). Con lo cual incluso llegó a escandalizar a los judíos.

El ángel Según este modelo, para ser santo uno tiene que procurar ser menos humano y pretender ser lo más posible espíritu, como lo es un ángel. Todo lo que se relaciona con el cuerpo, sus deseos y flaquezas, se mira con suspicacia. Uno tiene que sobreponerse a las cosas materiales de este mundo y mirar al cielo. Son muy recelosos de sus emociones y experimentan en sí la necesidad de sobreponerse `a ellas. Sus impulsos sexuales les preocupan mucho: Su idea de pureza consiste en suprimir todas las tendencias e impulsos sexuales, pues los ven como impulsos que les impiden volar a las alturas. Por esta razón, hay en estas personas poco calor humano, amistad e intimidad, Siguiendo este modelo, uno puede endurecerse para los rigores de un apostolado difícil rehusando a su cuerpo aun las satisfacciones más legítimas: En su vida privada estas personas parecen estar libres de las tensiones que generalmente pueden experimentar aquellas que viven con mayor ambigüedad, por no haber suprimido sus deseos e inclinaciones: Con todo, para ser un ángel uno tiene que vivir una vida ilusoria e irreal y por esto tienen que recurrir a ciertos mecanismos dé defensa como negación, represión y

VINCENT S. PEREIRA proyección. Con esta mentalidad su madurez como hombres se retrasa mucho. Parece haber un fundamento muy sólido en las Escrituras para este tipo de santidad, pues nos dicen que hemos de negarnos a nosotros mismos y tomar la cruz (Mt.16, 24), hacernos eunucos por el Reino de los cielos (Mt. 19-12) y a no casarse pues sólo entonces seremos como ángeles (Lc.20, 34-36). Con todo, vemos que Jesús se hizo hombre, aunque permaneciendo en la forma de Dios (Fil. 2, 6-8). Tuvo sentimientos fuertes de enojo y se enfadó (EL 4, 26; Jn. 2,13-17), tuvo tristeza hasta el punto de derramar lágrimas (Jn. 11, 3335). Jesús no parece que fuese asceta separado de las cosas materiales de este mundo, hasta el punto de que llegaron a llamarle bebedor y glotón y amigo de los recaudadores de tasas y de pecadores (Lc. 7, 34). No se preocupó solamente por las cosas del espíritu sino también por las del cuerpo hasta el extremo de considerar esto como una señal de su misión (Lc. 7, 22).

El ermitaño Para este modelo tomamos la imagen de un ermitaño solo y en un lugar remoto, apartado de las multitudes y de un mundo que se ve como demasiado corrompido para poder vivir en él. Según este modelo, se es santo cuanto uno más se separa del bullicio de este mundo, menos se compromete en él. La santidad se mide por el mayor alejamiento de la vida política, de la vida social, de los hombres y de los bienes del mundo. Dan mucho tiempo a la oración, pero ésta no se integra en la vida. Es más bien un escape de los problemas reales de la vida. Sus vidas pueden ser muy individualistas y con frecuencia son personas muy replegadas en sí mismas y con horizontes muy cerrados. Durante los primeros tiempos del cristianismo muchos se retiraron al desierto con el fin de separarse de un mundo corrompido por el paganismo y darse así más enteramente a Cristo. Hoy día la vida monacal tiene mucho de esta actitud. Para algunos es una opción válida de vida religiosa en la Iglesia. La mayoría de nosotros experimenta a veces la necesidad de apartarse de las tensiones que trae la vida. Con todo, presentar esta clase de vida como un modelo de santidad para todos es inconcebible. Hoy no podemos tener como válida la frase del Kempis que afirma que "siempre que estuve entre los hombres, volví menos hombre". Este modelo de santidad es demasiado individualista para que pueda ser un modelo válido. Y esto es así, aunque haya frases en las Escrituras que parecen avalarlo como lo, hace Santiago (4,4) cuando nos dice que tener amistad con el mundo es no tenerla con Dios, o el ejemplo de Jesucristo que sube solo al monte a orar (Mt. 14, 23) y nos dice que oremos en secreto (Mt. 6, 6). Además, dejar el mundo y seguir a Jesús tiene su premio, pues es garantía de llegar a poseer la vida eterna (Mt. 19, 27-29). Los que siguen este modelo presuponen que el mundo es malo, a pesar de que el mismo Jesús se mezcló constantemente con la gente (Mt. 4, 2325) e incluso fue a bodas (Jn. 2, 1=11). Además, no sólo nos pidió que fuésemos como el buen Samaritano (Lc. 10,30 -37), sino que recalcó que precisamente el bien hecho a otros será lo que determinará nuestro juicio (Mt. 25, 34-36). Y Juan es muy claro: si decimos que amamos a Dios, pero aborrecemos a nuestro hermano, somos unos mentirosos, pues el que ¡lo ama al hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve (1 Jn. 4, 20 sg.).

VINCENT S. PEREIRA El teléfono directo La imagen es aquí la de un teléfono que tiene línea directa con ;la persona con quien se quiere comunicar. En este caso Dios es esta persona. Se considera como santo al que hace exactamente la voluntad de Dios en todo. Esta se manifiesta claramente en las Escrituras, en el Magisterio, en las constituciones de la congregación, a la que se pertenece, en lo que mandan los superiores, y a través de la dirección espiritual. La pregunta que sé hace constantemente es ¿qué es lo que Dios quiere de mí ahora? El "discernimiento de espíritus" es importante para ellos. Su lealtad y su obediencia ciega provienen del convencimiento que tienen de-que de esta manera hacen la voluntad de Dios. Influye también en su meticulosidad en observar las Reglas. Por supuesto que es muy recomendable la actitud que tienen de total abandono en El y entrega a sus designios. Pero ¿cómo pueden descubrir lo que Él realmente quiere? Con frecuencia encuentran su seguridad en la paz, alegría y la certidumbre interior que experimentan, cuando en realidad esto procede de la proyección de sus propios deseos. A menudo renuncian a su propia responsabilidad cuando optan ciegamente por seguir autoridades externas a sí mismos con expresión de la voluntad de Dios. Es un sistema de santidad lleno de problemas y contradicciones. Ciertamente, Jesucristo dijo que lo principal para entrar en el Reino es hacer la voluntad el Padre (Mt. 7, 21) y que los que la hacen son realmente sus hermanos, sus hermanas y su madre (Mt. 12, 50). También dijo a sus discípulos que hiciesen lo que los escribas y fariseos decían, pues estaban en la cátedra de Moisés (Mt. 23, 2). Con este espíritu, la comunidad cristiana aceptó las decisiones del Señor (Hch. 21, 14). Pero el mismo Pablo nos dice que los designios de Dios son inescrutables y que no podemos conocerlos (Rm. 11, 33 sg ). Sólo oímos un susurro suyo pero hay mucho más que no llegamos a entender (Jb. 26, 14). Si alguien tenía que haber expresado la voluntad de Dios era, por supuesto, Pedro, pero Pablo se opuso a lo que decía (Gal. 2,22). Por lo tanto, en aceptarlo todo cómo si fuese la. voluntad dé Dios hay qué ir con cautela y someterlo todo a discernimiento (1 Tes. 19-22).

El culto Aquí la imagen es la de ciertos ritos más o menos elaborados, incluyendo el número de oraciones que uno dice en contraposición a la vida de cada día. Se ha de ser fiel a los ejercicios espirituales de cada día, sea lo que sea lo que uno sienta, pues la santidad consiste en esta fidelidad. Ciertamente que ritos y ceremonias tienen su importancia en las relaciones entre los hombres. Como personas los necesitamos para expresarnos. Incluso en el plano religioso pueden ser expresión de un verdadero espíritu religioso. Pero no son un indicativo válido de la santidad de la persona, si se hallan disociados de su vida real. Además, con frecuencia este tipo de santidad corre el peligro de originar una mentalidad casi de magia en las relaciones con Dios. El libro del Levítico parece seguir este modelo. Además Pablo dice a los tesalonicenses que han de rezar y dar gracias constantemente (Col. 4, 2 Tes. 5, 17 sg.). La carta a los hebreos habla de la forma cúltica que el sumo sacerdote debe usar para expiar sus pecados y los del pueblo (He. 5, 14): Pero el sólo decir "Señor, Señor" (Mt. 7, 21) y ofrecer sacrificios (Mt. 9, 13 y Os. 6, 6) no nos servirá de nada, si esto no va acompañado de una actitud interior. Antes de ofrecer sobre el altar, uno ha de reconciliarse con el hermano (Mt. 5,23 sg.), pues, a fin de cuentas, no seremos juzgados por el culto ofrecido, sino . por el amor, que haya en nosotros (Mt. 25, 31=46).

VINCENT S. PEREIRA Las buenas obras La imagen aquí es la de una religiosa sonriente y completamente dedicada. Tiene a un huérfano cogido de la mano, o da comida a un pobre o cura las llagas de un leproso. Es el prototipo o imagen de una santidad centrada en ejercer las obras de misericordia con alegría y dedicación. Los que siguen este modelo tratan de trabajar todo el día ya directamente por los pobres y necesitados, ya indirectamente ayudando a los que lo hacen. No toman tiempo para relajarse y atender a sus propias necesidades. Esto sería egoísmo para ellos y si lo hicieran, se sentirían culpables, dadas las muchas necesidades que hay en el mundo. El resultado es que están demasiado atareados para ocuparse de sí mismos. Deberían escuchar mejor al Señor que dice que sólo pueden darse a otros si antes han aprendido a amarse a sí mismos (Mt. 19, 19). Jesús afirmó qué su misión era servir (Mc. 10, 34-45) y prometió que incluso el dar un vaso de agua sería recompensado (Mt. 10, 42). Además sabemos que seremos juzgados p or nuestras buenas obras hacia el prójimo (Mt. 25, 31-46). Pero Pablo nos dice que no somos escogidos por Dios por razón de nuestras buenas obras sino sólo por su gracia (Rom. 11, 5 sg.) y por nuestra fe en Cristo Jesús (Gal. 2, 16). El mismo Jesús aceptó que se ungiesen" sus pies con un ungüento precioso en vez de que su valor se diese a los pobres (Jn 12; 3-5) y dijo a Marta que se afanaba en muchas cosas, que su hermana María había escogido la, mejor parte (Lc.10, 38). Se objetará que los modelos de santidad: ,descritos están algo exagerados. Es verdad. Lo he dicho intencionadamente con el fin de que sus rasgos resalten más. Además hay que tener en cuenta que generalmente se adopta una combinación de estos modelos y no solamente uno de forma aislada.

MODELO INTEGRAL Los ocho modelos que acabamos de describir los hemos caracterizado con una imagen propia. Ahora comenzaremos dando también a este modelo tres imágenes de la Biblia que dan una idea de lo que este modelo quiere ser.

Camino Se halla ya en el libro del Exodo en donde se describe el camino del pueblo elegido hacia la tierra de promisión Mirar a la santidad como un camino significa que abarcamos todo lo que hay en la vida. Haciendo camino hay quienes experimentan hambre y sed, hay quienes ocasionalmente se salen del camino, se ven sitios nuevos, se hacen -amigos nuevos, se prueban manjares exóticos, se descubren nuevas maneras de vestir, `músicas y danzas desconocidas. Todo el camino tiene valor y belleza. De la misma manera, santidad es el crecimiento de toda la persona a través de la vida.

Nacimiento Jesús habló de la mujer que experimenta pena y alegría al dar a luz. Hablando a Nicodemo también usa esta misma imagen. El dar a luz es todo un proceso y no sólo el tener al final un bebé en los brazos. En este proceso se hallan cosas opuestas y cosas que

VINCENT S. PEREIRA son desechadas. Al formarse la nueva célula, ésta empieza a dividirse y crecer. Hay desproporción en las partes que forman el nuevo ser. Es un proceso que lleva tiempo, incluso meses. Y el proceso trae dolor. El llorar del niño al nacer puede indicar que prefería la seguridad del seno materno a la autonomía que ahora debe tener. Esta analogía puede aplicarse a nacer, en el espíritu, pues es evidente que, al crecer en santidad, se experimentarán esfuerzos inútiles, frustraciones, vulnerabilidad y otras dificultades. Tendremos también que dar tiempo al tiempo y no forzar las cosas. Habremos de aceptar que la desproporción es parte del proceso de crecimiento, al ir dando importancia a ciertos valores dejando otros de lado, hasta conseguir el propio balance en el funcionamiento y autonomía de la persona. Todo tiene su valor e importancia en el proceso de crecimiento.

Muerte El grano de trigo debe morir para dar fruto (Jn. 12, 24) y la muerte de Jesús es un preludio a la resurrección. La imagen de la muerte nos ayuda a comprender el proceso del crecimiento en santidad. Se muere despacio. Las diferentes partes del cue rpo se van deteriorando gradualmente. Las llagas se cicatrizan despacio. Medicinas que ayudaban antes, ya no ayudan ahora. Nos enfrentamos al pasado y al futuro. El valor que damos a las cosas es muy diferente al que dábamos en nuestra juventud. Hay: sufrimiento. Pero también hay sabiduría y profundidad en la forma de ver la vida al llegar al final de ella.

CARACTERISTICAS DE ESTE MODELO Probablemente, las tres imágenes de este modelo que acabamos de dar ya nos habrán indicado de alguna forma lo que es la santidad. Ahora daremos ciertas dimensiones que caracterizan este modela. Son las ocho siguientes:

Integración de lo opuesto La persona-que logra integrar lo opuesto en su personalidad va bien enfocada hacia la conversión y la santidad. La Iglesia es santa, no cuando se empeña en proclamarse como "Una, Santa, Católica y Apóstólica", sino cuando empieza a admitir que no hay sólo santos en ella sino también pecadores. Cuando uno admite y acepta los lados oscuros de su personalidad se es realista. En lugar de echar mano a mecanismos de defensa como negación, proyección, racionalización o represión, uno se encuentra cómodo consigo mismo y se acepta a sí mismo sin experimentar complejos de culpabilidad. Para ser realista y creativo, tiene uno que ver las cosas en el contexto de lo que hay de negativo en ellas y en lo opuesto que hay: en uno mismo. EL libro del Eclesiástico ya indica la importancia de integrar lo opuesto cuando nos dice que hay tiempo para todo bajo el sol, incluyendo tiempo para amar y tiempo para odiar (Ecl. 3, 18).

Integración o de cuerpo, mente y espíritu En este modelo de santidad se ha de tener respeto al cuerpo y al mismo tiempo responder al espíritu. Se ha de vivir en el mundo y al mismo tiempo abrirse a lo

VINCENT S. PEREIRA trascendente, se ha de ser creyente y también dar valor, a la mente, hacerse preguntas y buscar respuestas, depender de Dios y tomar decisiones por uno mismo. La persona que tiene integrado su espíritu, su mente y su cuerpo experimentará una consistencia básica en todo su ser. Ha de cuidar su cuerpo, ejercitará su mente y se abrirá a experiencias transcendentales por medio de la meditación y especialmente por el amor. En la Escritura se nos dice que hemos de respetar el cuerpo, pues es templo del Espíritu Santo (1 Cor. 6, 19). Jesús dio de comer a la multitud y curó a los enfermos (Mt.14,14-21). Mostró gran agilidad mental al responder a preguntas que le hicieron (Mt. 22,15-22) y en muchas ocasiones se mostró muy abierto al espíritu. Como final, citaré un texto de Pablo que dice: "el mismo Dios de paz os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo se conserve sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tes. 5, 23).

Conversión interior No es específicamente un cambio de comportamiento exterior sino una transformación interior del hombre. Implica una nueva manera de ver, de oír y de tocar la realidad. Es una nueva y radical decisión del corazón que implica un modo nuevo de pensar, de sentir y de actuar. Conversión en el camino de la, santidad es básicamente un movimiento que va de un sistema enfermizo y pecador a uno completo y sanó. Va de la aceptación de las limitaciones personales a la apertura a la vida, al crecimiento, al amor y a las relaciones con otros. Los que han comenzado un proceso de conversión interior son guiados por valores y no precisamente por una autoridad exterior. Esto significa, por ejemplo, que uno decide ir a hacer oración o a unos Ejercicios porque son cosas que tienen sentido para él y no precisamente porque tales cosas están prescritas por las reglas o constituciones. Asimismo el amor al prójimo no surge de un mandato sino de ver, oír, tocar y recordar a una persona de una forma nueva. Son ejemplos San Pablo (Hch. 9, 1-9), Zaqueo (Lc. 19, 1-10) y la Samaritana (Jn. 4, 7-30).

Individualización Significa llegar a ser la persona que uno debe ser. Es contrario a conformismo. Así un peral no trata de ser un manzano ni trata de emular al mejor peral que hay en el huerto, sino que crece según la potencialidad que hay en él. En realidad no se puede ser una copia exacta del una Teresa de Jesús, de un Juan Vianney o de un Domingo Savio. Todos ellos vivieron en tiempos en que la forma de creer, la ciencia y la manera de ver el mundo eran muy diferentes a los nuestros. Hemos de recordar que cada uno de nosotros ha sido grabado de una manera especial en la palma de la mano de Dios (Is. 49, 15 sg.) y que cada uno ha sido hecho según la imagen y semejanza de Dios (Gen. 1, 27) y refleja un poco y a su manera una faceta de la infinita belleza y perfección del mismo Dios. Esta imagen que Dios ha grabado en cada uno de nosotros no debe cambiarse sino sólo perfeccionarse.

VINCENT S. PEREIRA Centrarse La torre de Pisa está inclinada pero se halla centrada y por eso no se cae. Así como el cuerpo necesita estabilidad con relación a otros cuerpos de su entorno, también necesita equilibrio dentro de sí mismo. Si falta este equilibrio, se pone enfermo. Centrarse, equilibrarse, ecuanimidad, balance, concentración, echar raíces, tener un claro objetivo, son maneras de describir algunas de las principales características de este modelo completo de santidad. Por eso, se puede ver en los que no han conseguido llegar a este modelo cierta ansiedad, depresión, inestabilidad en relacionarse con otros, algo de tristeza, etc. ¿Cómo puede uno centrarse? El Budismo nos dice que se consigue sólo teniendo ecuanimidad en cuanto a lo que se desea y a lo que no se desea. Empezando por las sensaciones del cuerpo, no se deben desear sensaciones de placer ni rechazar las penosas. Esta disciplina de lamente se extenderá luego de forma natural a todo lo demás de la vida: De esta forma se estará completamente indiferente y en paz frente al placer y el dolor. San Ignacio de Loyola parece que nos pide que hagamos precisamente esto en el Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales, cuando dice que hemos de hacernos "indiferentes" en cuanto a salud o enfermedad, riqueza o pobreza vida larga o corta.

Ser humano y abierto a la vida Esto significa que Dios es realmente glorificado cuando llegamos a ser plenamente lo que El nos ha hecho. La Encarnación de Jesucristo nos está diciendo constantemente que debemos ser plenamente humanos, pues Él se hizo hombre semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado. El es un ejemplo de abertura a la vida. Abraham Maslow dice que toda persona tiene necesidad de ciertas cosas y de que ésta debe ser satisfecha. Establece un orden de necesidades. La primera necesidades fisiológica. Luego sigue la necesidad de sentir seguridad, de amar y ser amado, de realizarse uno mismo como persona. Hay quienes se sienten culpables al experimentar estas tendencias y más aún al satisfacerlas. Algunos de los modelos de santidad descritos al principio de este artículo nos lo han inculcado tanto que no es extraño que muchos no acaben de creerse que basta con ser completamente humanos y estar abiertos a la vida. No queremos dejar de mencionar aquí algunos aspectos que han sido considerados con suspicacia y esto ha impedido el avance en santidad. Son: el cuidado del cuerpo, las reglas del tacto, la sexualidad, los sentimientos, el buen humor, el disfrutar de la vida, el aprender de los errores que se cometen, etc., pues éstas son todas partes de la vida y cosas enteramente humanas que Dios ha puesto en nosotros. Los Evangelios nos presentan a un Jesús que compartía la mesa con otros, que expresaba sus sentimientos hasta el punto de derramar lágrimas, que tocaba a los enfermos y a los niños, que se' enfadó, que se mezcló con pecadores y prostitutas. Es decir, nos muestra aun Jesús muy humano y abierto a la vida.

Descubrir y tomar conciencia Jung describe el proceso de una persona hasta llegar a realizarse completamente y lo atribuye al crecimiento gradual en tomar conciencia de sí misma y de las cosas que la rodean. Descubrir lo que somos y tomar conciencia de ello es de suma importancia para llegar a conocer lo que somos de verdad, lo que otros son y lo que es el mundo que nos

VINCENT S. PEREIRA rodea. Con frecuencia nos sugestionamos a nosotros mismos y nos dejamos sugestionar por otros. Esto nos impide ver la realidad en nosotros mismos y en otros, si no toda ha realidad, a lo menos algunos de sus aspectos. Jesús nos insta a ver primero la viga que hay en nuestro ojo antes de descubrir la paja en el ojo del otro (Mt. 7, 3-5). Job descubrió a Dios en la desnuda realidad de su propia vida más que en lo que otros le decían. Los discípulos que caminaban hacia Emaús tuvieron la experiencia de que sus ojos se abrieron durante el camino y así pudieron reconocer a Jesús en el partir el pan.

Misericordia y amor Una persona completa genera espontáneamente amor y misericordia. Todas las grandes religiones del mundo ven en esto algo que toda persona considerada como santa debe poseer. A los cristianos se nos exhorta a tratar a otros de la misma forma que quisiéramos ser tratados. Este es el significado de la Ley y los Profetas (Mt. 7,12). Ser misericordioso y amar no es meramente cumplir el mandato de amarnos dado por el Señor. Si fuera de esta forma sería una actitud paternalista la que tendríamos y nuestro amor sólo sería un show y no una realidad. Por el contrario, amor es algo que se da libremente y no puede manipularse. Es algo que va hacia otra persona y su fundamento no es el satisfacer el deseo que uno puede experimentar de seguridad, compañerismo, de liberarse de la soledad. Amar quiere decir ser. genuino, dispuesto a escuchar a otros con calor y trabajar por otros y con otros. En las Escrituras- no hay nada que aparezca con más fuerza que este amor misericordioso que es la ase de los mismos Evangelios (Lc. 10, 27).

Conclusión En la práctica cada persona sigue su propio modelo. Hemos intentado al principio dar varios de los modelos que más frecuentemente se siguen. A veces estos modelos se combinan. Con todo, encuentro estos ocho modelos deficientes e incompletos. Por eso, con la segunda parte del artículo he propuesto un modelo de una espiritualidad o santidad bien fundada en las Escrituras, sana y capaz de ayudar para crecer en el amor.

Tradujo y condensó: SIMEON GARCIA NIETO

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