MÓDULO HISTORIA DE LA INFANCIA MYRIAM RIOS MADRID

MÓDULO HISTORIA DE LA INFANCIA MYRIAM RIOS MADRID INTRODUCCIÓN La historia de la infancia ha sido, hasta hace algunos años, un tema poco tratado a

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MÓDULO HISTORIA DE LA INFANCIA

MYRIAM RIOS MADRID

INTRODUCCIÓN

La historia de la infancia ha sido, hasta hace algunos años, un tema poco tratado al interior de la historia. Al parecer, los historiadores se interesaban y ocupaban poco del niño, ese diminuto ser improductivo, carente de identidad y status social. En la historia tradicional, en la que sobresalían las batallas y los héroes, las revoluciones y las ejecuciones, los reinados y los reyes, etc, el niño tenía poco espacio, mejor dicho, estaba confinado en un cuarto oscuro que permanecía cerrado, del que no se sabía nada. Sólo en los últimos años del siglo XX, el niño comienza a ser visto por los historiadores como un ser partícipe de la historia, además, como una víctima de esa misma desastrosa historia que ha cobijado todos los ámbitos de lo humano y de la que no es posible excluir a nadie, por pequeño que sea. Lástima que esta historia de la infancia no sea todo lo feliz, o al menos, lo mínimamente digna como se quisiera. Al contrario, vamos a darnos cuenta, a lo largo de este texto, que la vida del niño sobre la tierra, desde las más antiguas culturas, ha sido, parodiando la famosa frase, un verdadero “valle de lágrimas”. Nos corresponde, a nosotros, ciudadanos del siglo XXI, colaborar en gran medida, para que esta historia cambie, para que su curso, a partir de ahora, vaya por mejores cauces y para que el niño deje de ser el náufrago que ha sido hasta ahora, arrastrado por las corrientes de una historia que parece querer ahogarlo , antes que buscar su salvación. El presente módulo, se constituye así, en un material que permite al estudiante un acercamiento a los momentos más importantes de lo que ha sido la historia de la infancia. Hemos escogido las épocas más representativas, ya que un recorrido histórico total excedería los límites del este trabajo. Es lógico, pues, que algunos aspectos queden al margen, para lo que se sugiere, que el estudiante realice consultas por cuenta propia sobre tales asuntos, o sobre otros que sean colaterales a estos, y que despierten su inquietud. En cada unidad se han tenido en cuenta algunos de los autores más sobresalientes, sin pretender agotar su teoría, al igual que los sucesos y prácticas más comunes frente al niño. Igualmente, se señalan aspectos que tienen que ver con la familia, la medicina, la religión, la educación y el Estado, sin los cuales sería imposible contextualizar los asuntos tratados. Esperamos que el módulo sea bien acogido y que el material llene las expectativas que puedan tenerse frente el tema. Para su elaboración ha sido necesaria una gran labor de rastreo bibliográfico ya que nadie hace una historia de la noche a la mañana, al contrario, se necesita del apoyo permanente en citas de otros autores, historiadores la mayoría, que se han

dedicado a esta labor, o de filósofos y escritores diversos, cuya obra deja traslucir aspectos fundamentales de su época. Esperamos, en igual medida, que el carácter, en extremo teórico del texto no sea motivo de aburrición o apatía por parte del estudiante, ya que consideramos que es fundamental para todo futuro profesional, y , por supuesto, para todo licenciado, el poseer unos buenos conocimientos históricos. Para el licenciado en educación preescolar, con mayor razón, se le hace indispensable conocer sobre la historia de la infancia, ya que el niño es la materia prima con la que trabaja y para la cual se prepara. Así, el maravilloso mundo de la historia, queda abierto, frente a usted, amigo estudiante, para que juzgue, analice y critique lo que ella le presenta, también, en lo posible, para que no repita aquello que en ella puede encontrarse de vergonzoso, reprobable y hasta siniestro.

OBJETIVO GENERAL 

Caracterizar las principales concepciones que sobre la infancia se han tenido a lo largo de la historia, así como la situación del niño al interior de la misma.

UNIDAD 2: LA INFANCIA: DEL RENACIMIENTO AL SIGLO XX.

CAPÍTULOS 2.1 El niño en el Renacimiento. 2.2 El niño durante la Ilustración. 2.3 El niño en el siglo XX.

OBJETIVO GENERAL Identificar los cambios efectuados en la concepción y situación del niño, desde el Renacimiento hasta el siglo XX.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS 

Reconocer las principales teorías que sobre la infancia y la crianza se produjeron entre el Renacimiento y el siglo XX.



Describir las principales conquistas que desde las diferentes disciplinas se hicieron en la comprensión y defensa de la infancia.

INTRODUCCIÓN

La presente unidad se ubica en un ámbito que podríamos llamar “moderno”, ya que parte del Renacimiento y llega a nuestros días, tratando de abarcar un período bastante fructífero de la historia occidental. Aunque era de esperarse, que al salir de la Edad Media, con la entrada al mundo moderno, la situación de la infancia mejorara sustancialmente, en realidad, la cosa no fue así. Si bien no pueden desconocerse los grandes aportes producidos durante estos siglos frente a la problemática infantil, también es claro, que la infancia continúa aún en nuestros días, sometida a tratos degradantes, a trabajos forzados y a cantidad de situaciones en las que se desconoce la legislación imperante. La realidad no ha cambiado tanto como cabría esperarse. En el tiempo que transcurre desde el Renacimiento hasta el siglo XX se hicieron importantes aportes al conocimiento y reconocimiento del niño. No podemos dejar de reconocer que estos siglos fueron bastante fructíferos, ya que autores como Piaget y Freud, cada uno en su campo específico, dedicaron de manera total a investigaciones que arrojarían resultados nunca esperados sobre la vida cognitiva y sexual del niño. Igualmente, en la pedagogía, nos encontramos con mujeres como Montessori, quien desde sus centros de acogida de niños lanzó un llamado al cambio, e hizo un reconocimiento a las posibilidades intelectuales y lúdicas del infante. De muchos otros aportes tendremos la posibilidad de saber durante el desarrollo de la presente unidad. Al final, hallamos al niño de la actualidad, un niño que es reconocido como sujeto, luego de recorrer un largo camino gestatorio, camino que finalmente lo llevó a nacer de manera plena en el siglo XX. Entre las parteras , puede contarse a la pedagogía, la medicina y el psicoanálisis.

2.1 EL NIÑO EN EL RENACIMIENTO El Renacimiento fue un período de esplendor de la humanidad, de retorno a la antigüedad clásica, en el que lo griego y lo romano con su luminosidad, volvieron a estar presentes en el universo cultural de la época.

En el Renacimiento, la religión empieza a perder parte de su omnímodo poder. Por obra de pintores, escultores y escritores, lo divino desciende a la tierra, siendo susceptible de contemplación y polémica. El hombre de la época comienza a preocuparse por cosas diferentes a la salvación del alma, comienza a mirar la naturaleza sin el velo del pecado que le había puesto el cristianismo. Ahora, hay ganas de estudiar la naturaleza, de transformarla y dominarla. Así el hombre se acerca nuevamente a “natura”, él es una criatura natural, su reino es de este mundo, la tierra le pertenece y por eso se lanza a descubrirla, se aventura por los mares, haciendo maravillosos descubrimientos geográficos que lo llevarán a lugares desconocidos, a continentes nuevos, a tierras cargadas de minerales preciosos que alborotarán su codicia como nunca antes, codicia que lo llevará a cometer todo tipo de atrocidades. Igualmente, el Renacimiento fue un período fundamentalmente antropocéntrico; el hombre volvió a recobrar el lugar central que había perdido durante la Edad Media, época en la que se convirtió en una sombra, en la que se desdibujó en aras de lo divino. El hombre, pues, durante el Renacimiento, salta nuevamente al escenario, enarbolando la bandera de la libertad y la individualidad, recuperando su puesto en el mundo. En cuando a la infancia, el Renacimiento significó un cambio de actitud que se materializó en aspectos como la ropa, el juego, la sexualidad, entre otros: “ A pesar de las controversias todavía presentes en los trabajos sobre la historia de la infancia y de la familia, sobre sus posibles modelos e imágenes diversas y especialmente sobre su cronología histórica, hay un consenso generalizado en considerar que, tal vez a partir del propio siglo XVI y desde luego en el XVII, hay un crescendo social del valor y del interés por la infancia que se manifiesta en una nueva actitud hacia el niño. En la aristocracia y en los grupos sociales culturalmente instruidos se advierte una atención específica al niño ( ropas infantiles, juguetes y literatura propia, nuevas consideraciones sobre su educación ), que podría considerarse como un signo de una patente diferenciación entre el mundo adulto y el mundo de la infancia”. 1 Se vislumbra así un cambio que toca la esfera de lo infantil, veamos a partir de algunos autores representativos de la época, si tal cambio fue efectivo o no.

JUAN LUIS VIVES

1

Santolaria, Félix, Marginación y educación. Historia de la educación social en la España moderna y contemporánea, Barcelona, Ariel, 1997, pág. 248.

Vives fue un gran intelectual que escribió sobre filosofía y educación, además de ser maestro de griego, latín y hebreo en prestigiosas universidades de Europa. Se preocupó mucho por la educación del niño y por su formación moral. Fue partidario de la creación de escuelas públicas, cuyos maestros debían ser pagados con dineros públicos. Reconoció la importancia del latín como idioma básico para la enseñanza, pero señaló que todo maestro debe conocer la lengua vernácula de sus alumnos, porque así logra una mejor comunicación y transmisión de conocimientos. En sus famosos “Diálogos”, hace fieles descripciones del universo y la Psicología infantil utilizando sus propios recuerdos y experiencias. Según él, el niño vive en un mundo de fantasía y de juego, lo que lo lleva a preferir los juegos a las actividades escolares. Según esto, se necesita gran paciencia y cuidado para llevar al niño por el camino del estudio y de las buenas maneras, pero, a éste, no le queda más remedio que acogerse a las normas y la enseñanza, ya que lo contrario encierra la perdición y la ignorancia. En otra dirección, Vives parece preocupado por la suerte que corren los niños que al nacer son separados de sus madres y entregados a las nodrizas; considera que el amamantamiento crea fuertes lazos entre la madre y la criatura: “ Con mayor razón piensa la madre ser suya la hija, si no solamente la llevó en su vientre y la parió, sino que también en su infancia primerísima la tuvo de continuo en sus brazos, le dio el pecho, la crió con su sangre, la arrulló en su regazo y recibió con íntimo halago sus primeras sonrisas y fue la primera que se alegró al oír, , en su esfuerzo por hablar, los primeros gorjeos y la apretó en su seno y rogó al cielo por ella los mejores bienes. Todas estas cosas infundirán en la hija una piedad tan grande para con su madre, que le será mucho más cara aquella madre en cuyo amor se empapó prolijamente cuando su corazón era todavía informe y tierno”. 2 Nos presenta Vives aquí una apología del amor maternal, amor que estaban lejos de sentir las mujeres de su época y de las precedentes. Ya hemos encontrado quejas y las vamos a seguir encontrando contra el uso popularizado de las nodrizas. Veamos ahora resumen de cómo veía Vives al niño: “ La imagen que Vives trasmite de los niños es muy real, apoyada en su capacidad de observación. Los niños son pícaros, desvergonzados, atrevidos, tramposos y juguetones. Sólo una educación adecuada enderezará sus tendencias e inclinaciones naturales, que pueden llevar al mal. Su gran pasión es el juego. Les gusta jugar con nueces, con tabas “sucias sin descarnar ni pulir”, dice Vives, con alfileres, con tejos o chinitas, con cartas, con pelotas, con raquetas... utilizan las cáscaras de las nueces para encerrar hormigas. En pocas palabras: Vives nos da en esta obrilla un retrato del modo de ser de los niños, necesitados del juego y 2

Citado por Delgado, op cit, pág. 115.

de la acción, aspectos que pasan desapercibidos en la gran mayoría de los pedagogos posteriores”. 3 Tenemos así una visión fresca y clara del niño, que lo presenta como un ser que desea, que siente, que busca la felicidad en el juego, es una visión que se adelanta a su época, ya que toca aspectos que luego ampliará la Psicología. RENACIMIENTO PÍCARO

JUGUETÓN

JUAN LUIS VIVES

NIÑO

DESVERGONZADO

TRAMPOSO

MONTAIGNE

ACTIVO

GRÁFICO N°. 12. Concepción Juan Luis Vives acerca del niño. Montaigne fue un gran ensayista del de renacimiento, quien a través de sus obras formuló una aguda crítica a su época. En muchos de sus escritos se ocupó de la educación, criticando a su vez, a maestros, escuelas y métodos de enseñanza.

Su cinismo y juicio crítico lo llevaron a realizar comentarios como el siguiente: “Si realmente nos interesan los niños, deberíamos tenerlos alejados de la escuela y dejar que se dedicaran a sus juegos, ya que el tenis es una actividad mucho mejor para los niños en su crecimiento físico”. 4 Como vemos, es un comentario bastante duro frente a la institución escolar, crítica que se va a repetir a lo largo del tiempo, cuando filósofos y pedagogos van a echarle la culpa a la

3 4

Delgado, op cit, pág. 117. Bowen, op cit, Tomo III, pág. 119.

escuela de los males intelectuales y morales del niño, acusándola de “deformar”, más que de “formar” al infante. Montaigne lamenta la suerte de los niños escolares, por la dureza y crueldad a que eran sometidos, lo mismo que por las materias que se les enseñaban, carentes de interés y de sentido: “ Ojalá, dice, las clases estuvieran llenas de flores y no, como de hecho sucede, de varas manchadas de sangre”.5 Critica igualmente, el estilo memorístico y retórico que imperaba todavía en su época. De nada servía, según él, el obligar al alumno a memorizar cosas que no comprendía y que, muy seguramente, luego olvidaría. Para Montaigne, la educación debe pretender formar en el niño el juicio y el “carácter moral”, para lo cual se necesita un apoyo básico en la experiencia, en la realidad de la vida cotidiana, en las acciones que cada día se ve obligado a realizar y que le enseñan más que cualquier libro. Recomienda que al niño se le de una formación que contenga educación física, música, danza, equitación, manejo de armas y reglas de cortesía y buenos modales, todo esto sin descartar el conocimiento de los literatos clásicos, en los que se encuentra gran sabiduría. Nuestro ensayista, rechaza la obligación del aprendizaje del griego y el latín, y considera que cada niño debe aprender en su lengua materna, pues con ésta se relaciona a diario, la utiliza en toda ocasión, mientras que estos dos idiomas se circunscriben a la academia. A partir de lo cotidiano el niño puede aprender más y de forma más duradera. A pesar de las críticas que formuló Montaigne a este sistema duro y cerrado, él mismo no fue un buen padre, mostrándose áspero e indiferente frente a sus hijos, de los que se dice, perdió a cuatro siendo pequeños, hecho ante el cual no expresó dolor, señalando que sus “libros” valían más que sus hijos: “ Los hijos de nuestro espíritu son más nuestros. Pocos hombres aficionados a la poesía no se alegrarían más de ser padres de la Eneida que del más bello joven de Roma”.6 Al parecer, Montaigne no se preocupó por la educación de su hija, mostrando así, la poca valoración en que tenía a los niños. A parte de esto, nunca tuvo mucha consideración frente a la mujer, asumiendo posiciones misóginas frente a ella:

5 6

Citado por Bowen, op cit, Tomo III, pág. 119. Citado por Delgado, op cit, pág. 119.

“ En pocas palabras: la actitud de Montaigne frente a la infancia tiene poco que ver con los avances del Renacimiento. Más bien es un duro anacronismo de quien vive en otro tiempo ya superado”.7

LA SEXUALIDAD El Renacimiento con su mirada vuelta hacia Grecia y Roma, tuvo una visión diferente de la sexualidad infantil, al presentar al niño de manera más natural, más fresca. Grecia y Roma habían mostrado el cuerpo humano en todo su esplendor, sin ninguna vergüenza ni malicia. Por su parte, los pintores del Renacimiento se dedican a pintar a los niños en actitudes más cotidiana, con miradas que hablan de su picardía, que insinúan su sexualidad, su no inocencia. Veamos lo que señala al respecto deMause: “ Que en el Renacimiento se estaba produciendo un cambio en la manipulación de los niños con fines sexuales es un hecho que se desprende no sólo del creciente número de moralistas que lo reprobaban ( Jean Gerson, como la nodriza de Luis XIII decía que era deber del niño impedir que otros abusaran de él ) sino también en el arte de la época. No sólo están llenas las pinturas del Renacimiento de putti o cupidos desnudos quitándose la venda de los ojos frente a mujeres desnudas, sino que además, se representa con mayor frecuencia a niños de verdad acariciando la barbilla de la madre o con una pierna entre las de ella, posturas ambas que son signos iconográficos convencionales del amor sexual, y a menudo se pinta a la madre con la mano muy cerca de la zona genital del niño”.8 Empieza pues, a vislumbrarse la sexualidad y la malicia en el niño, visión que va en contravía de la pretendida inocencia que imperaba en la Edad Media, y que a partir de la pintura, nos muestra el deseo en el niño, no el deseo de los adultos que abusan de él, sino su propio deseo. Igualmente, se vislumbra ya lo que Freud, siglos más tarde se encargará de esclarecer, la profunda relación madre – hijo, tan cargada de sensaciones y sentimientos y no exenta del prohibido deseo sexual. Hay, definitivamente, un renacer del niño.

EL FAJADO En el Renacimiento como en épocas anteriores, fue bastante común el uso de las fajas que inmovilizaban al niño: “ Los escasos datos que ofrecen las fuentes de los siglos XVI y XVII, más un estudio del arte de la época, indican que en esos siglos a los niños se les fajaba por entero durante un período 7 8

Delgado, op cit, pág. 119 – 120. DeMause, op cit, pág. 83.

de uno a cuatro meses; después se dejaban los brazos libres permaneciendo fajados el cuerpo y las piernas de seis a nueve meses más”. 9 Llegados a este punto, conviene aclarar un aspecto del que nos hemos ocupado a lo largo del texto, se trata del fajado, costumbre muy antigua, que al decir de deMause tenía su fundamento en las múltiples creencias y proyecciones de los adultos sobre los niños: “ Sujetar al niño con diversos tipos de trabas era una práctica casi universal. La empañadura era el hecho fundamental de los primeros años de vida del niño. Como hemos señalado, la sujeción se consideraba necesaria porque el niño estaba tan lleno de peligrosas proyecciones de los adultos que si se le dejaba suelto se sacaría los ojos, se arrancaría las orejas, se rompería las piernas, se deformaría los huesos, se sentiría aterrorizado al ver sus propios miembros, e incluso se arrastraría a cuatro patas como un animal”. 10 La práctica del fajado nos muestra una vez más la brutalidad que se ejercía sobre el niño, quien en su indefensión natural no lograba poner resistencia a una tortura semejante. Así, no fueron pocos los niños que murieron o quedaron mutilados víctimas de esta costumbre a todas luces irracional, y antinatural. Veamos en que consistía concretamente el fajado: “ Consiste en privar totalmente al niño del uso de sus miembros envolviéndole con una venda interminable hasta hacerle parecer un leño; con lo cual a veces se producen excoriaciones en la piel; la carne está oprimida casi hasta la gangrena; la circulación queda casi interrumpida; y el niño, sin la menor posibilidad de moverse. Su pechito está rodeado por una faja... se le aprieta la cabeza para darle la forma que se le ocurra a la comadrona; se le mantiene en ese estado mediante la presión debidamente ajustada...”. 11 La necesidad de aquietar al niño, de controlar su llanto y dominar sus movimientos, ha sido una preocupación de los adultos desde la antigüedad; prácticas que van desde el uso de somníferos en los teteros, pasando por golpes, chorros de agua helada, movimientos acelerados que dejaban “tonto” al niño, entre otros métodos, han dado cuenta de tal pretensión. El fajado también es una forma con la que se pretendía inmovilizar al niño, reducirlo al papel de “ente” para que no molestara a los adultos, para no sentirlo y por lo tanto, no tener que atenderlo constantemente. La siguiente descripción es impresionante: “ La envoltura del niño en fajas y pañales era tan complicada que se tardaba hasta dos horas en vestirle. La comodidad que suponía para los adultos era enorme, pues rara vez tenían que prestar atención a las criaturas una vez atadas. Como ha demostrado un estudio médico reciente sobre la empañadura, los niños fajados son sumamente pasivos, el corazón les late más despacio, lloran menos, duermen mucho más y , en general, son tan introvertidos e 9

Ibíd., pág. 69. Ibíd., pág. 67. 11 Citado por deMause, op cit, pág. 67. 10

inactivos que los médicos que hicieron el estudio se preguntaron sino debía ensayarse de nuevo el fajamiento”. 12 Las palabras son muy dicientes, vemos como a lo largo de la historia se han conservado ciertas prácticas que se repiten de manera mecánica, que tienen un trasfondo, digamos inconsciente, y que quienes las practican no saben o no quieren explicar. Como decíamos, fueron muchos los niños víctimas del fajado, resulta así asombroso, el que la mayoría de la gente no se diera cuenta de la nocividad de tal práctica, para que hubiera sido desterrada cuanto antes del vida cotidiana. Hasta aquí tenemos una mirada rápida sobre le Renacimiento, como vemos, hubo intentos de cambio, pero la situación real del niño no cambió. Por lo demás, se siguió haciendo uso de las nodrizas para criar a los niños y fue creciente también, el número de infantes abandonados; las ciudades del Renacimiento estaban llenas de mendigos, entre ellos, gran número de niños. El descuido en la crianza hacía que muchos murieran víctimas de las enfermedades o los accidentes caseros. Otros no llegaron a nacer, pues la frecuencia del aborto obstaculizaba su camino; otro importante número, pereció en prácticas verdaderamente infanticidas, a manos de los padres que se negaban a echarse la responsabilidad de su crianza.

PRETENSIONES

INMOVILIDAD

CESE DEL LLANTO

FÁCIL MANEJO DEL NIÑO

F A J A D O I N F A N T I L

CONSECUENCIAS

ENFERMEDADES DE PIEL

MUTILACIONES

GANGRENA

MUERTE 12

deMause, op cit, pág. 68.

GRÁFICO N° 13. Pretensiones y consecuencias de la costumbre del Fajado Infantil

2.2 EL NIÑO PARA LA ILUSTRACIÓN

La ilustración fue un movimiento intelectual que se dio en el siglo XVIII y que impregnó todos aspectos de la cultura de la época, al igual que influyó, fuera de su país de origen, Francia, en muchos otros países de Europa y América. Su influencia se dejó sentir en la Revolución Francesa y en los movimientos independentistas americanos. La ilustración se dio a conocer fundamentalmente a través de la Enciclopedia, publicación que circuló durante veinte años y en la que diversos pensadores expusieron sus conceptos e ideas críticas sobre Dios, la sociedad, la economía, la educación y los progresos científicos y tecnológicos. Los ilustrados exaltaron la razón y abogaron por una educación ante todo racional, pues, según ellos, sólo la razón “ilustra”, “ilumina”, permitiendo desarrollar la ciencia y llevando al progreso de la humanidad. En general, puede decirse que a nivel religioso, los ilustrados rechazaron los dogmas y principios religiosos, ya que no pueden demostrarse racionalmente. De manera acorde con lo anterior, estos pensadores se mostraron en desacuerdo con todas las religiones, más aún, se opusieron a que la iglesia manejara las instituciones educativas y a que tuviera injerencia sobre lo social y moral. Conviene aclarar que los ilustrados no eran ateos, no negaron de lleno la existencia de Dios, sino que lo concibieron como un ser supremo que no exige un culto, ceremonias o rituales por parte de los hombres, ni tampoco el cumplimiento de una moral determinada. Dieron una explicación de Dios elaborada desde la razón, a lo que se llamó “Deísmo”. En cuanto a lo científico, los ilustrados propugnaron por una universalización de la ciencia, en el sentido que formulaban que las ciencias naturales, la matemática y la astronomía, debían salir de los cuartos de estudio de los sabios y filósofos, para convertirse en cosa pública, en un instrumento que sirviera para cambiar el mundo. La ciencia debía ocupar un lugar fundamental al interior de la sociedad ya que a partir de ella se daría el progreso de la humanidad y la felicidad de los hombres.

Otro aspecto bastante criticado por los ilustrados fuel el político; dichos pensadores estaban en desacuerdo con el poder ilimitado de los reyes, planteando que éstos debían gobernar más racional y equilibrada a sus países, para lo cual, recomendaban la asesoría de filósofos y científicos, cuyas ideas les posibilitarían encaminar los estados por las rutas del progreso y la paz. Igualmente, los ilustrados señalaban que los monarcas debían conceder más libertades a sus súbditos, lo mismo, que brindarle una mínima ilustración a la masa del pueblo que se encontraba sumida en la ignorancia. Según esto, se inclinaron por la universalización de la educación. Ahora bien, en términos de lo económico, propugnaron por una economía en la que hubiera libertar para producir, trabajar y comerciar, ya que sólo así se daría el progreso de los pueblos. Señalaban que los gobernantes no debían intervenir en la economía y que en este sentido, debían “dejar hacer, dejar pasa” ( laissez faire, laissez passer ). También, señalaron la importancia de la tierra y la agricultura para el crecimiento de los países, afirmando que la riqueza de un estado depende de su agricultura. En el orden social, los ilustrados propusieron que se debía reducir la diferencia tan marcada entre la aristocracia y la burguesía y que la primera debía perder los exagerados privilegios de que gozaba. En este mismo sentido, proclamaron que se debía abolir la esclavitud y la servidumbre ya que no eran condiciones dignas para el hombre. Como vemos, la ilustración que un movimiento cargado de ideas renovadoras que pusieron en jaque no sólo el pensamiento que hasta entonces reinaba, sino, también, toda la estructura social. El siglo XVIII fue así, un siglo cargado de ideas y revoluciones que cambiaron el mundo. Veamos qué cambios se dieron en lo referente a la infancia, lo mismo que algunos pensadores representativos de la época.

JUAN JACOBO ROUSSEAU Juan Jacobo Rousseau fue una de las figuras más importantes del siglo XVIII, en principio estuvo del lado de los enciclopedistas, pero luego se separó de ellos. Escribió varias obras de corte filosófico en las que hace fuertes críticas a las ideas de su época. A él pertenece la famosa frase “El hombre nace bueno, pero la sociedad lo corrompe”, que ha suscitado todo tipo de polémicas a lo largo de los años. Rousseau escribió una controvertida obra pedagógica, Emilio, en la que expone su concepción de la infancia y la educación. Acorde con las ideas de la ilustración, el autor plantea allí que la educación del niño ha de guiarse por los cánones de la recta razón y no por las creencias, costumbres y supersticiones que operaban en la época.

La propuesta de Rousseau en el Emilio, chocó abiertamente con las tradiciones mantenidas durante años, lo que generó una condena total de la obra por parte de todas las corrientes religiosas, al igual que del parlamente francés quien la condena total de la obra por parte de todas las corrientes religiosas, al igual que del parlamento francés quien la condenó a la hoguera. El Emilio fue una obra revolucionaria para la época, ya que aún prevalecían ideas religiosas y supersticiosas que mantenían el mundo infantil cubierto por un grueso velo que no dejaba ver el más mínimo asomo de verdad. Así, por ejemplo, frente a la crianza infantil, se mantenían ideas y costumbres absurdas que ponían en peligro la vida de las indefensas criaturas: “ A pesar de la inclinaciones maternas, se aconsejaba a las madres contra el amamantamiento del recién nacido en los tres primeros días, ya que el calostro era considerado peligroso para la buena digestión. La leche de la madre se consideraba que impartía características de personalidad y, además, que era más beneficiosa para los niños que para las niñas. Si la madre no tenía leche, era importante buscar una nodriza con la personalidad y el temperamento apropiados, ya que estos se transmitirían con la leche”. 13 Pero, aún hay cosas más impresionantes, casi increíbles en una época avanzada de la humanidad: “ La lactancia duraba mucho tiempo y el destete, untando los pezones con mostaza, se empezaba cuando aparecían los primeros dientes. Asociada con la teoría de lactancia había una ansiedad sobre el reflejo “no natural” de mamar que se creía era causado por la membrana que sujeta la lengua al paladar. Si los padres podían permitírselo, buscaban un cirujano para cortar la membrana en los tres primeros días; si no, ellos o la comadrona la pellizcaban con las uñas del índice y el pulgar” 14. Es de esperarse que ante tales prácticas, muchos niños murieran a consecuencia de las subsiguientes infecciones en la boca, que para la época no había con que tratar. Resulta curiosa la consideración de que el mamar no es un acto reflejo en el niño, cosa bastante evidente a simple vista desde los primeros momentos después del nacimiento.

Ahora bien, el uso del fajado no se había extinguido aún, y debió haber cobrado no sólo victimas mortales, sino niños deformes y con limitaciones corporales: “ Se tenía gran cuidado en impedir que el niño regresara a la posición fetal fajándolo con vendas largas a una tabla lisa, al tiempo que se le ataba la cabeza con un círculo para que el cráneo tomara forma alargada... Los pañales creaban problemas de higiene y salud: la picazón, los piojos y parásitos; las erupciones en la piel, que eran casi universales, eran 13 14

Bowen, op cit. Tomo III, pág. 246 – 247. Ibíd., pág. 247.

atribuidas a una falta o a un exceso de los humores del cuerpo. Los brazos se liberaban en general después de 3 o 4 semanas de vida, el cuerpo entero entre los 9 meses y el año”15. Los niños eran, pues, momias vivientes, condenados a una quietud que los privaba de las “gracias” y los movimientos propios de los primeros meses de vida, tan llamativos y alegres para los adultos y que hacen, precisamente, que al bebé se le preste más atención. Vemos, igualmente, una otra causa de muerte infantil, en el excesivo ropaje que se le colocaba al niño y en la falta de higiene asociado este ropaje, lo que generaba enfermedades dermatológicas e infecciones. Resulta apenas lógico el que una indumentaria tan complicada de colocar fuera poco cambiada, lo que agravaba la situación del niño, aparte de la invasión corporal de los insectos domésticos que encontraban un nido caliente en el cuerpo de la criatura. En general, el panorama de la infancia era desolador, no sólo en aquellos aspectos que implicaban directamente su salud y supervivencia, sino, en aquellos que podían darle dignidad como persona. Veamos: “ El compañero constante de la infancia era el temor o la vara y la máxima “Ahórrate la vara y estropearás al niño” era universal. Pocos niños iban a la escuela, la mayor parte trabajaba en los campos o industrias, y a medida que avanzaba el siglo iban a las fábricas y a las minas, sin ninguna escolarización, viviendo, como dijo correctamente Hobbes, vidas que eran “solitarias, pobres, degradadas, brutas y breves”. La mitad de la población francesa, al tiempo en que Rousseau tomó su causa a mitad del siglo XVIII, moría antes de haber cumplido los quince años”16 Volvamos a nuestro pensador, Rousseau reconoce en el niño un ser único, en proceso de crecimiento y formación, pero absolutamente diferente del adulto, cosa que significa un gran paso en el reconocimiento del niño como persona, pues, hasta entonces, el niño era disminuido a la vista de los adultos y hasta comparado con los animales. Veamos: “ No menos importante es el principio de que “el hombre y el niño son distintos”. El niño ni es un pequeño animal ni un hombrecito. Sólo es un niño, nada menos que todo un niño, que nace débil y dependiente en todo de los demás, pero con “modos de ver, de pensar, de sentir, que le son propios”. En consecuencia, debe ser respetado y reconocido como ser con entidad propia” 17. Igualmente, en su libro, Rousseau plantea una forma ideal de crianza y educación en la que él hubiera querido ser formado. Así, plantea su rechazo a la práctica del fajado ya que impide los movimientos libres del niño, criatura que necesita desde muy pequeño explorar el mundo, conocer a partir de sus sentidos todo lo que le rodea. 15

Ibíd., pág. 247. Ibíd., pág. 247. 17 Delgado, op cit, pág. 143. 16

La madre, debe estar muy pendiente del niño, de lo que éste necesita, pero sin limitarlo en sus movimientos naturales. El niño está programado por la naturaleza para alcanzar un desarrollo y debe dejársele fluir libremente. Cada niño tiene unas potencialidades innatas, cuya actualización no debe ser impedida por la presión del ambiente, al contrario, éste debe propiciarla. Ahora bien, señala Rousseau, que al niño en sus primeros años no debe enseñársele materias teóricas, tampoco requiere leer, escribir o contar, nada de esto ha de verse. En la primera infancia, los libros están prohibidos, al niño no debe dársele lecciones orales, lo más importante es la experiencia, lo que el niño mismo experimenta, vive, padece y goza; no hay que sobrecargarle su mente con conceptos que no comprende, con ideas que no le dicen nada, hay que dejar que su mente poco a poco conquiste los logros que tiene programados, no hay que tener prisa en esto. Para concluir, diremos que para Rousseau la infancia es una etapa muy importante en la existencia de cada individuo, razón por la cual debe permitírsele que la viva lo mejor posible, en un ambiente de libertad, de experimentación, de contacto con la naturaleza, a esto, hay que añadirle el afecto, el respeto y la comprensión. Rousseau reivindica el papel del niño, pues esta convencido que la humanidad habría perecido si el hombre no hubiera empezado por ser un niño, es decir, la infancia es determinante y cumple un papel grande en la conservación de la especie. Por lo tanto, no se le puede pedir al niño que sea como un hombre y no se debe buscar al hombre en el niño. El hombre, antes que hombre, fue niño, cosa que según Rousseau parecemos olvidar todos, incluidos los maestros, y que lleva a grandes errores de apreciación que se traducen en graves fallas en el tratamiento hacia los infantes.

ILUSTRACIÓN

APRUEBA

ROUSSEAU

DESAPRUEBA

EDUCACIÓN EMPÍRICA

FAJADO

LIBERTAD

ENSEÑANZA TEORÍCA

AFECTO

MEMORÍSTICA

DIFERENCIACIÓN

MASIFICACIÓN DEL NIÑO

GRÁFICO N° 14. Visión sobre la infancia: Rousseau

EMMANUEL KANT Kant es uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos, cuya obra sigue comentándose hasta la saciedad. Escribió sobre antropología, filosofía, educación y ciencias naturales. Su genio no fue ajeno al impacto del Emilio, razón por la cual el texto “Sobre la Educación”, en el que expone sus propias concepciones sobre este tema. El filósofo reconoce un orden natural en el niño, pero señala que se dan fallas en él, ya que el hombre es un ser que nace imperfecto, que no se adecua inmediatamente al medio, pues su debilidad reclama con urgencia el cuidado de los otros.

Así, los animales al nacer siguen un instinto que los lleva a realizar acciones por sí mismos y a mantenerse en pie, a sobrevivir. En el niño, las cosas no se dan tan naturalmente, necesita someterse a un proceso educativo que comprende la alimentación, la disciplina, la moral y lo cognitivo, proceso que necesariamente está mediado por los otros. En esta medida, señala la importancia de la disciplina y de la escuela, aduciendo: “ Una razón importante para enviar a los niños a la escuela no tanto para aprendan algo, sino para que se acostumbren a estar sentados quietos y que hagan exactamente lo que se les dice. Y esto es para que más tarde en su vida no deseen poner en práctica al momento todo lo que les llama la atención” 18. Así pues, el desarrollo del niño debe ser controlado, ya que si se deja crecer libremente no podrán emerger todas las cualidades que hacen humano al hombre, diferenciándolo de los animales. Así lo expresa Delgado: “ En su opinión, la disciplina y la coacción han de acompañar al niño desde el principio, puesto que dejarle a su aire hasta que sea mayor equivaldría a permitir una cierta barbarie en su comportamiento, difícil de eliminar posteriormente. Los mimos excesivos por parte de la madre en los primeros años pueden serle perjudiciales, cuando tenga que superar los obstáculos que por todas partes encontrará, tan pronto tenga que intervenir en la sociedad. Si al animal le basta como guía su instinto, el hombre necesita educación. El hombre no es sino el producto de su educación. Únicamente por la educación el hombre llega a ser hombre cabal” 19. De otro lado, Kant estaba de acuerdo con Rousseau en la importancia de la experiencia y la práctica en el aprendizaje, aunque consideraba que debía impartírsele al niño materias teóricas, cuya enseñanza no debía reducirse a la mera acumulación de datos: “...Por ejemplo, llevando a la práctica la regla gramatical que hemos aprendido. Además, comprendemos mejor un mapa cuando somos capaces de dibujarlo nosotros mismos. El mejor modo de comprender es ver. Aquello que comprendemos de manera más completa, y que recordamos mejor, es lo que en cierto modo nos hemos enseñado a nosotros mismos” 20. No se trata pues, de atiborrar al niño con teorías y conceptos ubicados sólo en el plano de la memoria, sino, de permitir que éste lo lleve aun plano más inmediato, que tenga contacto con lo que aprende, que lo pase por sus manos, que sus sentidos lo perciban plenamente. Igualmente, Kant señalaba la importancia de la educación física para la formación del niño, no sólo por su carácter deportivo y lúdico, sino porque puede ser formativa, ayudar en el proceso de construcción moral del sujeto. 18

Bowen, op cit, tomo III, pág. 279 – 280. Delgado, op cit, pág. 146. 20 Citado por Bowen, op cit, tomo III, pág. 282. 19

Tenemos así, en Kant, un filósofo ocupado de la educación y por ende del niño, aunque quizás, su interés no estuviese puesto verdaderamente en el niño sino en lo que se esperaba conseguir a través de la educación, en el producto que arrojaría tal labor educativa: “ La finalidad última de esta educación es un mundo moral y socialmente regenerado; la posición central del proceso educativo no podría ser expresada de manera más directa que en la manifestación del Kant de que “la buena educación es exactamente aquello de donde brota todo el bien del mundo” 21. Para terminar, podría decirse, que Kant era un convencido de la educación y un optimista frente a ella, frente a lo que con ella podría conseguir el hombre, al beneficio que le traía. Estas palabras suyas parecen resumir gran parte de lo que hemos dicho: “Puede ocurrir que la educación se vea constantemente mejorada y que la sucesión de generaciones avance paso a paso hacia el perfeccionamiento de la humanidad, ya que en la educación está implicado el gran secreto de la perfección de la naturaleza humana. Sólo ahora se puede hacer en esta dirección, ya que por primera vez las personas han empezado a juzgar correctamente, y a comprender con claridad, lo que en realidad constituye una buena educación. Resulta delicioso darse cuenta de que a través de la educación, la naturaleza humana se verá constantemente mejorada y llevada a una condición digna de la naturaleza del hombre. Eso nos abre la perspectiva de una raza humana más feliz en el futuro” 22

21 22

Bowen, op cit, tomo III, pág. 283. Citado por Bowen, op cit, tomo III, pág. 283 – 284.

ALIMENTACIÓN

DISCIPLINA MORAL

KANT

NIÑO

SER QUE NECESITA

CONOCIMIENTOS CONTROL BUEN EJEMPLO COACCIÓN EJERCICIO FÍSICO

GRÁFICO N° 15. Necesidades del niño según Kant.

ABANDONO Y EXPOSICIÓN

El siglo XVIII se encontró de frente con el problema de la abundante exposición de niños, fenómeno que se convirtió en una verdadera epidemia social que requería solución inmediata. El tema dio pie a denuncias públicas de la situación, a la creación de nuevos sitios de acogida para los abandonados y a la publicación de obras referidas al niño. La situación era verdaderamente alarmante en este avanzado siglo: “ El fenómeno de la exposición y el abandono de niños y niñas está documentado en las historias de todas las culturas y de todas épocas. Pero va a ser en el siglo XVIII cuando se va a producir una mayor toma de conciencia del problema y de las limitaciones que tenían las respuestas institucionales que se venían dando desde los siglos anteriores. Hay que señalar, en primer lugar, un progresivo y constante aumento del número de expósitos a lo largo de los siglos modernos, que llegará a tener sus máximos en el siglo XIX, pero que en la últimas décadas del siglo XVIII es ya muy notorio. Es un fenómeno general que afecta a Europa en términos muy semejantes” 23. Para el caso de España, se habían creado las “inclusas”, casas en las que se recogía a los niños expósitos, cuyo funcionamiento fue criticado en muchas ocasiones, ya que en ellas moría casi todos los niños que entraban. Así lo relata Santolaria, en una extensa cita: “ Mueren casi infinitos, y no de muerte natural, como quieren algunos – dirá Bilbao -, sino violenta, fruto de la omisión y el abandono en que están. Apenas se encontraban nodrizas, por lo poco que se pagaba, mucho menos de lo que cualquier familia de un jornalero pagaría cuando daba a criar un hijo. Y sin condiciones higiénicas, en una sala de aglomeración, “sin distinción de ropa, cuna y pecho” . Y ropa escasa, usada ( tal vez la que llevaba el que acababa de fallecer) y “clara”. Y nada de medicinas , ni ungüentos. Y pocas rentas...No sólo había escasez de nodrizas externas ( las que se llevaban a los niños para amamantarlos en sus casas durante los dos años que solía durar la lactancia ), sino también de amas internas ( las que prestaban sus servicios en la propia institución ), que solían ser de dos a cuatro para atender a todos los que entraban y a los que permanecían a la espera de encontrarles nodrizas externas, tocando en muchos casos a cuatro y cinco niños cada una para su alimentación. “suerte” que morían en horas o en días la mayoría...” 24 Así, el remedio parecía peor que la enfermedad. Esta parece haber sido una constante en todas las instituciones de beneficencia, al menos en España, que da cuenta del poco interés real que suscitaba la infancia abandonada a los gobiernos de turno y a la sociedad en general. Las soluciones intentadas no pasaban de ser paños de agua tibia. El siguiente informe es atroz y nos relata el padecimiento de los niños expósitos durante un viaje que los llevaría, supuestamente, a un sitio de acogida, pero que en la mayoría de los casos, los conducía a la muerte, mucho antes de llegar a tal centro:

23 24

Santolaria, op cit, pág. 212. Ibíd., pág. 213 – 214.

“ Recogidos los expósitos por los párrocos y justicias del lugar del abandono, eran enviados habitualmente con un hombre o una mujer con los que se ajustaba un precio por el viaje ( “que suele ser el más miserable, o la mujer más pobre de los respectivos lugares, un rústico, o una mujer, mal premiados” ), sin importar las inclemencias del tiempo o la inoportunidad del momento para viajar. A veces, para rentabilizar el viaje, se reunían a cuatro o seis criaturas, “embanastadas” en un cesto o metidas con sus “malos paños” en unas alforjas, para ser cargadas en la propia espalda o en una caballería. Y así, pasando de mano en mano, inadecuadamente acalladas muchas veces con vino, miel o manteca, sufriendo todas las incomodidades del viaje y la brusquedad del incompasivo conductor o conductores, sumergidos “ en sus lágrimas y en sus inmundicias” solían llegar a su destino vivos o muertos...”25. Según cuentan los historiadores apoyados en cifras sacadas de los informes de policía, los que llegaban vivos eran pocos, en una proporción tal, que por ejemplo, de un viaje de ocho, llegaba vivo sólo uno. En ocasiones, cuando la cifra de vivos era más alta, en los días siguientes, morían la mayoría. Con todo, se queda uno sin palabras ante una descripción tan macabra de los hechos, que da cuenta de la indolencia de la sociedad y Estado frente al niño, situación que se daba en muchos países. Cabe anotar, que posteriormente se decretaron medidas contra esta aberrante situación, obligando a los párrocos a crear las propias inclusas en sus parroquias y reglamentando la contratación de las nodrizas y el funcionamiento general de las instituciones.

EL AMAMANTAMIENTO Durante el siglo XVIII el uso de las nodrizas fue bastante frecuente, y como en los siglos anteriores, las consecuencias fueron funestas para las criaturas separadas de sus madres. Vale la pena preguntarnos por qué las mujeres en un siglo tan avanzado se negaban a darle alimento a sus hijos, aún conociendo las consecuencias de tal negativa. Veamos lo que se argumentaba para no cumplir con tal compromiso: “ Entre los argumentos que se esgrimían con mayor frecuencia predominan dos: amamantar es malo para la madre desde el punto de vista físico, y es poco decoroso. Entre los argumentos de orden físico, el primero y más corrientemente usado por las mujeres es su propia supervivencia. Decían de buena gana que si amamantaban a sus bebés se privarían “de un quilo precioso, absolutamente necesario para su propia conservación. Este argumento, desprovisto de todo fundamento médico, impresionaba siempre al contorno. También cabía invocar una excesiva sensibilidad nerviosa, que no hubiera tolerado los gritos de un niño” 26. 25 26

Ibíd., pág. 215. Badinter, op cit, pág. 74.

Otro argumento señalaba que el no amamantar era un signo de distinción, de clase, es decir, las mujeres de las clases altas no amamantaban a sus hijos, pues en esto se diferenciaban de las de clase baja. Es conveniente señalar que muchas mujeres de la clase media y baja se negaban a amamantar a sus hijos, buscando con ello emular a las de clase alta, aparentado así una distinción y una clase que no poseían. Es claro que este fenómeno formaba una cadena en cuyo extremo estaban todos los niños que morían víctimas de la entrega a las nodrizas. El “orgullo” de las mujeres, de todas las clases, contribuyó a la práctica del no amamantamiento, con las consabidas consecuencias que traía. Así lo plantea Badinter: “ En nombre del decoro, el amamantamiento fue declarado ridículo y desagradable. El término “ridículo” es muy recurrente en las correspondencias y memorias. Madres, suegras y mujeres sabias, desaconsejan a la joven madre que de el pecho al hijo, por tratarse de una tarea que no es lo bastante noble como para una dama de rango. No queda bien descubrir a cada momento la teta para dársela al bebé. Además de dar una imagen animal de la mujer como “vaca lechera”, es un gesto falto de pudor...” 27 .

En este sentido, hay que considerar que los padres también jugaron un papel en este asunto, ya que para muchos de ellos el recién nacido era un estorbo en su vida conyugal. El bebé separaba a la madre del marido, por los cuidados que el primero requiere, y en muchos casos, inhibe la sexualidad. Otros hombres consideraban desagradable el amamantamiento, les repugnaba el olor a leche y los senos cargados de las mujeres. Todo esto contribuyó a que los maridos apoyaran a sus mujeres en la negativa de amamantar a los bebés y salieran a conseguir nodrizas a quienes entregárselos.

27

Ibíd. , pág. 75.

CUIDADO DEL NIÑO

NODRIZAS

C O N S E C U E N C I A S

DESNUTRICIÓN

MUERTE

ENFERMEDADES

MUTILACIONES DESAPEGO A PADRES

GRÁFICO N° 16. Consecuencias del cuidado del niño dado por las nodrizas

SEXUALIDAD Al parecer, en los siglos anteriores al XVIII no hubo una prohibición expresa de la masturbación infantil. Durante la edad media la masturbación del adulto se consideraba “pecado venial”, pero sobre la del niño no se decía nada. Sólo a partir del siglo XVIII comienza a tomarse en serio la masturbación infantil, lo que llevó a médicos, sacerdotes, maestros y otros, a considerarla dañina, pecaminosa, peligrosa y, hasta signo de degeneración , lo cual derivó en su prohibición y en la prescripción de formas de tratamiento, la mayoría de las veces brutales. Así lo señala deMause: “ Pero fue a comienzos del siglo XVIII y como culminación del empeño de controlar los abusos cometidos con los niños, cuando los padres empezaron a castigar severamente a sus hijos por masturbarse y los médicos comenzaron a difundir el mito de que la masturbación daba origen a la locura, la epilepsia y causaba la muerte. En el siglo XIX esta campaña llegó

extremos increíbles. Médicos y padres aparecían a veces ante el niño armados de cuchillos y tijeras, amenazándole con cortarle los genitales; la circuncisión, la clitoridectomía y la infibulación se utilizaban en ocasiones como castigo, y se prescribían toda clase de dispositivos restrictivos, incluso moldes de yeso y jaulas con púas” 28. Tales prácticas represivas de la sexualidad continuaron hasta el siglo XIX, en el que hubo una verdadera epidemia de circuncisiones prescritas para poner fin a la masturbación, ya que se creía que esta operación eliminaba tal tendencia en el niño. La masturbación seguía siendo un problema al que trataban de poner remedio los médicos y los psicólogos, nuevos profesionales encargados de ayudar a controlar a los niños.

EL STATUS FAMILIAR Puede resultar incómodo reconocerlo, pero es claro que aún en el siglo XVIII el niño no ha podido conquistar su status social y un lugar pleno al interior de la familia que habita, y por qué no decirlo, que padece en toda su humanidad. Las mismas palabras con las que se le nombra, dan cuenta de esto. Así lo señala Badinter: “ Sabemos que en el siglo XVIII el niño pequeño es designado con el término “poupart”, que no significaba lo que actualmente se entiende por “poupon” ( bebé ) sino lo que se entiende por “poupèe” ( muñeca ). Los padres suelen considerar al bebé como un juguete divertido, a quien quieren por su propio placer y no por su bien. Es una especie de criatura sin personalidad, un “juguete” en manos de los adultos, cuando deja de divertir, deja también de interesar” 29. Estaba tan considerado el niño como un juguete, que los adultos acostumbraban a jugar con él de muchas maneras, en ocasiones poniendo en peligro su vida. Así, se cuenta que era costumbre en Europa el que los criados se tiraran a los bebés lanzándolos por el aire, cosa que traía, en ocasiones, consecuencias funestas, pues muchos niños morían en las caídas, o quedaban inválidos. Hay quienes sostienen que el fajarlos facilitaba tales juegos, ya que el bebé quedaba convertido prácticamente en un rollo, lo que hacía más fácil y gracioso el lanzarlo para arriba o para los lados. Junto con esta idea del niño como un juguete, estaba la de considerar al niño como un “estorbo”, como algo que perturbaba las relaciones ya que separaba al padre de la madres y quitaba mucho tiempo a ésta. El niño se constituye así en un estorbo del que hay que salir cuanto antes, entregándoselo a una nodriza.

28 29

deMause, op cit, pág. 84 Badinter, op cit, pág. 60.

En las familias pobres, el niño era un estorbo para las madres trabajadoras que no podían dedicarse a su cuidado; fuera de que era una boca más para alimentar en la precaria economía doméstica, carga demasiado pesada, que pocas mujeres parecían estar dispuestas a soportar, lo cual hacía tan frecuente el abandono de niños pobres. Sobra decir que la mayoría, eran hijos de madres solteras o de mujeres casadas abandonadas por el marido o viudas, cuando no, de las prostitutas y mendigas que abundaban en la época. Queremos señalar aquí, que en muchos casos, sobre todo, en la clase baja, la ausencia del padre es notoria, hecho que parece repetirse en todas las épocas.

LA MEDICINA Al parecer, en la segunda mitad del siglo XVIII, se presenta un cambio al interior de uno de los aspectos más importantes referentes al niño, se trata de la medicina. Se dice que a partir de este momento, la medicina empieza a considerar al niño como objeto específico de estudio y tratamiento. Conviene señalar que hasta ese momento, el médico no era una figura que se encontrara frecuentemente a la cabecera del niño. Igualmente, la medicina no se desvelaba atendiendo a los miles de pequeños enfermos o moribundos que día a día clamaban por atención: “ Aunque muchas enfermedades infantiles fueran objeto de descripciones precisas por parte de los médicos, como la viruela, la varicela, las paperas, la difteria, la tos ferina, la escarlatina, etc., la práctica médica no era muy brillante. Porque según informa el médico escocés, se creía que las enfermedades de los niños eran más difíciles de atender que las de los adultos, por la sencilla razón de que aquellos cuando son pequeños no hablan. Y la fuente principal de informaciones no estaba en las auscultación sino en las preguntas que el médico le hacía al enfermo” 30. El médico escocés del que nos habla la cita formuló muchas críticas a la medicina de su tiempo, y en general, a la indiferencia que reinaba frente al niño, ser abandonado a su propia suerte. Ni la medicina, ni la sociedad en general se habían dado cuenta del enorme valor del niño y del potencial que encerraba la infancia. Por lo general, la medicina concentraba todos sus esfuerzos en tratar las enfermedades de los adultos, en buscar curas para las enfermedades conocidas y en tratar de hallar las causas y remedios para las nuevas. Puede decirse, que fue por y para la patología del adulto que la medicina hizo los progresos que consiguió hasta ese siglo.

30

Ibíd., pág. 61 – 62.

Todo eso no indica más que el escaso valor concedido al niño, el no reconocimiento en él de una dignidad personal, de un valor inherente a su persona. Habría que esperar hasta el siglo XIX para que nazca la medicina infantil, rama especializada que va a tratar los dolores de los niños, dolores que como hemos visto a lo largo de este texto, han tenido una existencia milenaria y que son en muchos casos, dolores mortales.

ESBOZOS DE CAMBIO Al parecer, muchos factores influyeron para que a finales del siglo XVIII se diera un cambio sustancial en lo que tiene que ver con supervivencia y crianza de los niños. Veamos como lo plantea Badinter: “ En el último tercio del siglo XVIII se produce una especie de revolución de las mentalidades. La imagen de la madre, de su función y de su importancia, sufre un cambio radical, aún cuando en el terreno de los hechos las conductas no secundan con facilidad ese cambio. A partir de 1760 abundan las publicaciones que aconsejan a las madres ocuparse personalmente de sus hijos y les “ordenan” que les den el pecho. Le crean a la mujer la obligación de ser ante todo madre, y engendran un mito que doscientos años más tarde seguirá más vivo que nunca: el mito del instinto maternal, del amor espontáneo de toda madre hacia su hijo” 31. Se señala que hubo un desplazamiento de la figura paternal que imperaba hasta entonces en el hogar, hacia la madre: “ Si antes se insistía tanto en el valor de la autoridad paternal, es porque ante todo importaba formar súbditos dóciles para su majestad. A fines del siglo XVIII, para algunos lo esencial no ya tanto formar sujetos dóciles como sujetos a secas: producir seres humanos que han de ser la riqueza del Estado. Para lograrlo, es preciso impedir a toda costa la sangría humana que caracteriza el Antiguo Régimen” 32. Tenemos así que intereses de tipo político y económico, acordes con los cambios que se venían dando al interior de la sociedad y que iban de la mano con el desarrollo del capitalismo, facilitan el cambio de mentalidad. Importaba ahora la crianza, la supervivencia de los niños, esos futuros ciudadanos que nutrirían al estado. Lo anterior lleva a que se de un auge de discursos y recomendaciones, que desde todos los frentes, empiezan a lanzar campañas tratando de que la mujer se ocupe de sus hijos. Desde la demografía, la política, la economía, la medicina, la filosofía y la religión, entre otras, se 31 32

Ibíd., pág. 117. Ibíd., pág. 118.

hace un llamado urgente a la mujer para que salve la especie, para que ame, cuide y críe a sus hijos. También se hacen campañas para que se le quiten las fajas a los niños, para que se les libere de estas ataduras milenarias y para que la madre se preocupe por ellos, ahora sueltos, para que los abrace, acaricie y los acerque a su cuerpo, cosa que las fajas impedían.

2.3 EL SIGLO DEL NIÑO El siglo XX va a ser un siglo muy especial para el niño, ya que van a darse grandes cambios en materia de legislación, educación, crianza y cuidado en general. Al menos, en teoría, en este siglo, el niño logra el status que no había conseguido en los anteriores, y muchas disciplinas van a ponerse a su servicio, tratando de entenderlo, cuidarlo, defenderlo y curarlo. Se haría muy extenso el detenernos a comentar los aportes de todos los pensadores que contribuyeron a esta nueva visión sobre el niño, entre otras cosas, porque desde múltiples campos se colaboró para que se diera tal cambio, así pues, el citar a la gran mayoría excedería los límites de este trabajo, por esto, hemos escogido algunos de los más representativos, los demás, quedan como posibilidad de consulta.

MARÍA MONTESSORI María Montessori fue una mujer luchadora , que rompiendo todas las tradiciones llegó a prepararse, hasta ser graduada en 1896 como la primera mujer medica de Italia, luego de este título dedicaría su vida a la enseñanza, al estudio de los métodos pedagógicos adecuados y de las ayudas didácticas, instrumentos para el ejercicio docente. Montessori tomó algunas ideas de Rousseau que incorporó a su concepción del niño y de la educación: “ Todos sus escritos llevan esta señal; habitualmente habló del niño como de un organismo que evoluciona, siguiendo leyes naturales innatas de procesos de transformación continua e intensa, mientras el niño lucha por llevar a cabo su latente edad adulta. Basándose en sus observaciones y análisis, postuló que existe dentro del niño una reserva de actividad autogeneradora que se manifiesta en corrientes de energía mental y física. El niño fue conceptualizado, sin embargo, no como un adulto en miniatura, sino como un ser diferente,

una personalidad incompleta que lucha ( aunque inconsciente del resultado final ) por llevar a cabo sus potencialidades latentes” 33.

Montessori señala la gran capacidad de aprendizaje del niño, que se manifiesta desde los primeros días de nacido. El niño no trae ideas innatas, todo debe aprenderlo, la tarea fundamental de la educación es hacer que tenga un buen proceso madurativo en todos los aspectos. En esta medida, Montessori rompió con muchas tradiciones de su época, lo que se materializó en las instituciones que fundó. Veamos esta descripción de una de sus instituciones: “ La “casa de los niños” fue diseñada con un mobiliario a pequeña escala; el niño no estaba obligado a ajustarse a las medidas de los adultos, las necesidades de la vida real de los niños se identificaban y se les daba gradaciones según la edad. Tareas tan simples pero necesarias como abotonarse y atarse los zapatos, preparar las comidas y poner la mesa, eran consideradas actividades esenciales del aprendizaje. La lectura, la escritura y el cálculo se enseñaban pronto, sobre tablas de madera vivamente coloreadas que el niño podía sujetar con la mano y se usaban para el cálculo; la lectura empezaba con grandes letras del alfabeto recortadas que cuando se memorizaban, podían ser dispuestas en palabras sobre la mesa” 34. Montessori hace así un gran aporte en el conocimiento del niño, de su proceso de aprendizaje, a la vez que busca y plantea estrategias para que éste sea más efectivo. Siempre se le ha reconocido su interés y dedicación por los niños, aporte que resultó valioso no sólo para la pedagogía, sino para la cultura en general.

CLAPAREDE Claparede se interesó profundamente en el estudio del niño ya que consideraba que este saber era fundamental para realizar cualquier labor pedagógica: “ Que la pedagogía debe fundarse en el conocimiento del niño, como la horticultura se funda en el conocimiento de las plantas, es una verdad que parece elemental. Sin embargo, la mayoría de los pedagogos y casi todas las autoridades escolares lo desconocen por completo” 35. Según Claparede, las opiniones sobre la infancia están basadas en ideas y creencias falsas que no han hecho más que acumular ignorancia sobre el tema y perpetuarse de manera ciega a través de los tiempos, con las consecuencias en contra del niño. 33

Bowen, op cit, tomo III, pág. 501. Bowen, op cit, tomo III, pág. 499. 35 Citado por Dottrens, Robert en: Los grande pedagogos, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, pág. 208 34

Claparede considera igualmente, que el niño no es un adulto en miniatura, al contrario, la infancia es un punto en el desarrollo. Así, niños y adultos son diferentes, sus pensamientos e intereses son distintos. Por esto, le da un papel central al juego en el proceso de aprendizaje, ya que a partir de lo lúdico, el niño realiza actividad intelectual, logra metas y aprende; el juego permite apropiarse de una tarea y llevarla a su fin. Algo verdaderamente novedoso en la visión de Claparede es la idea según la cual la escuela debe ser una aliada de la infancia, debe protegerla y no, como tradicionalmente se hace, ayudar a extinguirla o abreviarla, con la idea de quemar etapas, de apresurar procesos que debían dejarse fluir libremente. En esta medida, es la escuela la que debe adaptarse al niño, quien debe ser el centro de todos los procesos y actividades escolares, que a su vez, deben acomodarse a los procesos psíquicos y cognitivos del niño. Claparede se opuso a los castigos, más aún, señala que ni los castigos ni las recompensas deben ser los motores de la educación sino, el “interés” fuerte, profundo por lo que se va a realizar o aprender. Así, el niño no debe actuar bien por miedo al castigo de los adultos, sino, porque en su interior está convencido que debe actuar correctamente y que lo desea así. Se trata pues, de reemplazar la disciplina coercitiva exterior, por una disciplina interior del niño.

SIGMUND FREUD Freud, padre del psicoanálisis, ha sido uno de los pensadores más grandes y más polémicos en la historia de la humanidad. Sus descubrimientos revolucionaron el mundo marcando un “antes” y un “después” de él que toca muchos ámbitos del saber humano. Su descubrimiento del inconsciente trajo aparejados otros descubrimientos no menos importantes, que acabaron de dar luz sobre procesos psíquicos hasta entonces desconocidos o ignorados, verdaderas incógnitas en el saber de su tiempo. En efecto, el espíritu investigador de Freud profundizó en campos referentes a los sueños, los actos fallidos, el chiste, la neurosis, la psicosis, la cultura, las religiones, el arte, la mitología y la biografía, entre otos. A cada uno de estos aspectos Freud le dio una mirada diferente a la que en su época y en las anteriores, le había dado la filosofía, la psiquiatría, la Psicología y la medicina. Su enfoque fue totalmente inusual ya que introdujo un elemento nuevo, el inconsciente, a través del cual los fenómenos psíquicos y sociales se veían desde otra óptica, se observaban a una profundidad nunca antes vista. A partir de la existencia del inconsciente, pudo Freud explicar aquello ante lo que la Psicología, apoyada sólo en la conciencia, no podía esclarecer.

Ahora bien, hemos dicho que los descubrimientos freudianos revolucionaron el mundo, pues bien, uno de los ámbitos que más se afectó fue el infantil. Puede decirse que a partir de Freud el niño fue mirado de manera diferente, no sólo desde la Psicología, sino también, desde la pedagogía y la puericultura. Fundamentalmente Freud le dio la infancia, como período humano, una importancia hasta entonces desconocida, y al niño, una gran incidencia en la estructuración del adulto. La infancia es para Freud un período de la vida determinante, ya que en ella se gesta el futuro individuo. Según él, todos los procesos psíquicos tienen su génesis en los primeros años, siendo particularmente importante en la vida de cada sujeto la manera como se afrontarán estos primeros años, las relaciones que se establecieran allí, los traumas padecidos, los goces saboreados, en fin, todo el cúmulo de experiencias personales. Visto así, el hombre adulto es una historia que se ha acumulado a lo largo de los años, pero, fundamentalmente en esos primeros años tan significativos. Tenemos que Freud vuelve su vista hacia el niño, ese olvidado, a quien todas las disciplinas, salvo la pedagogía, le habían dado la espalda, negándole cualquier valor como sujeto. Este reconocimiento del niño como sujeto empieza en gran medida con el reconocimiento de su cuerpo y de la posibilidad de obtener placer en él. Freud hace un descubrimiento que va a granjearle muchos enemigos, se trata de la sexualidad infantil. En efecto, reconoce la existencia en el niño de una pulsión sexual que busca satisfacción y que tiene sus particularidades, dadas las características de la infancia. Así lo señala: “ Forma parte de la opinión popular acerca de la pulsión sexual la afirmación de que ella falta en la infancia y sólo despierta en el periodo de la vida llamado pubertad. No es este un error cualquiera: tiene graves consecuencias, pues es el principal culpable de nuestra presente ignorancia acerca de las bases de la vida sexual. Un estudio a fondo de las manifestaciones sexuales de la infancia nos revelaría probablemente los rasgos esenciales de la pulsión sexual, dejaría traslucir su desarrollo y mostraría que está compuesta por diversas fuentes” 36 .

Freud denuncia el olvido en el que ha caído la infancia, olvido que ha llevado a la ciencia a desconocer muchos aspectos referentes a la vida sexual. Según él, la sexualidad infantil ha sido cubierta por un velo que no deja ver toda la potencialidad sexual del niño, pues el recién nacido experimenta sensaciones sexuales y a lo largo de la infancia la sexualidad florece, manifestándose de diversa manera. En gran medida, Freud acaba con el mito de la “inocencia” del niño, ya que lo hace centro en el que convergen las pulsiones sexuales. El niño no es inocente, al contrario, señala Freud, es 36

Freud, Sigmund, Tres ensayos para una teoría sexual. Obras completas, tomo VII, Buenos Aires, Amorrortu, 1975, pág. 157.

un “perverso polimorfo”, es decir, capaz de manifestar cualquiera de las llamadas “perversiones sexuales”, tales como el exhibicionismo, el voyerismo, el sadismo, entre otras. El niño manifiesta todo aquello que puede apreciarse en los adultos normales o perversos ya que trae una disposición para ello, y en los primeros años no se han constituido los llamados diques anímicos Pudor, repugnancia y moral ) que ponen freno a la pulsión sexual. En esta misma dirección, hay que señalar que Freud reconoce en el niño la existencia de un psiquismo en el que están presentes las grandes pasiones humanas. El niño es un ser completo capaz de amar, odiar y desear. Las pasiones y los deseos no son adquiridos en la pubertad ni en la edad adulta, sino que están presentes desde los primeros años dándole un tinte particular a las relaciones que el niño establece con las personas significativas: “ Por otra parte, mucho antes de alcanzar la pubertad el niño es capaz de la mayoría de las operaciones psíquicas de la vida amorosa ( la ternura, la entrega, los celos ), y harto a menudo sucede también que esos estados anímicos se abran paso hasta las sensaciones corporales de la excitación sexual, de suerte que él no pueda abrigar dudas sobre la copertenencia entre ambas. En suma: largo tiempo antes de la pubertad el niño es un ser completo en el orden del amor, exceptuada la aptitud para la reproducción... “ 37. De otro lado, Freud reconoce en el niño un gran deseo de saber, deseo que en principio se orienta a la indagación de temas sexuales y que lleva al infante a la creación de sus propias teorías sobre lo sexual. El niño es un gran inquieto por todo lo referente a la sexualidad, se pregunta por la diferencia sexual, por el nacimiento de los niños, por las relaciones sexuales, en fin, la infancia es un período de gran agitación en términos del conocimiento sexual. Las teorías de Freud generaron inquietudes sobre el papel que debía desempeñar el maestro y en general la escuela frente a esa sexualidad infantil, fundamentalmente, frente a si era correcto o no el brindarle una instrucción o educación sexual al infante, el mismo Freud no fue ajeno a esto y en varias oportunidades se pronunció sobre el tema. Veamos: “ Pienso que no existe fundamento alguno para rehusar a los niños el esclarecimiento que pide su apetito de saber. Por cierto que si el propósito del educador es ahogar lo más temprano posible la actitud de los niños para el pensar autónomo, a favor del tan preciado “buen juicio”, no puede intentar mejor camino que despistarlos en el campo sexual y amedrentarlos en el religioso” 38 En esta medida, Freud se adelanta a su tiempo, haciendo claridad sobre la necesidad de una educación sexual iniciada en la escuela, señalando de paso la responsabilidad de esta institución en la formación no sólo académica del niño, sino en aquellos asuntos que como lo sexual, tocan la vida psíquica del niño.

37 38

Freud, Sigmund, El esclarecimiento sexual del niño. Obras completas. Tomo IX, Buenos Aires, Amorrortu, 1975, pág. 117. Ibíd., pág. 120.

De manera didáctica plantea Freud que la educación sexual puede impartirse en la escuela, por ejemplo, a partir de la zoología, estableciendo la relación estrecha que se da entre los procesos animales y los humanos: “ Lo importante es que los niños nunca den en pensar que se pretende ocultarles los hechos de la vida sexual más que cualquier otros todavía no accesibles a su entendimiento. Y para conseguir esto se requiere que lo sexual sea tratado desde el comienzo en pie de igualdad con todas las otras cosas dignas de ser conocidas. Principalmente es misión de la escuela el traerlo a cuento, introducir en las enseñanzas sobre el mundo animal los grandes hechos de la reproducción en su significatividad y, al mismo tiempo, insistir en que el ser humano comparte con los animales superiores todo lo esencial de su organización...” 39. A partir de lo anterior, llega Freud a plantear el momento preciso en el que debe impartirse tal educación sexual y cómo debe anudarse esto con la enseñanza de unos principios éticos. Así, según él, la educación sexual debe darse antes de los diez años, es decir, durante el período de la escuela elemental. En general, puede decirse que Freud hace un reconocimiento verdadero del niño en términos de pensarlo como un sujeto deseante. El niño es un ser que busca placer y que está capacitado desde muy pequeño para sentirlo. El infante es poseedor de un cuerpo en el que se ubican unas zonas erógenas, fuentes de placer. Es esta una visión nueva sobre el niño, ya que siempre se había pensado en él como alguien pasivo en lo referente a lo sexual. Para Freud, el niño no es solamente abusado o seducido sexualmente , sino alguien que puede buscar el placer por su propia iniciativa; en principio, dirá Freud, este placer es fundamentalmente autoerótico. Después de Freud, el niño fue mirado de otra manera. Sus ideas influyeron profundamente en la pedagogía y la Psicología, disciplinas desde las que se propugnó por una mejor crianza y educación para los niños, pensando en la importancia del período infantil en la formación del futuro hombre. Freud, contrario a Rousseau, no ve que el niño sea “bueno” por naturaleza, sino, al contrario, reconoce en él, desde muy temprano, lo que podría llamarse el “mal”, es decir, una tendencia a la satisfacción de deseos sexuales y agresivos, presentes en el infante, antes de cualquier aprendizaje social. Esto es lo que siempre se ha querido desconocer en el niño, a pesar de las evidencias.

JEAN PIAGET Piaget es un investigador que se dedica a estudiar el desarrollo del pensamiento en el niño, estudios que revolucionarán la pedagogía, Psicología y la epistemología. Contrario a la 39

Ibíd., pág. 120 – 121.

tradición que lo precedía, Piaget coloca al niño como el protagonista principal del aprendizaje, ya que lo concibe como un ser activo que construye el conocimiento en interacción con el medio, a partir de la dotación hereditaria que posee. A partir de los estudios con niños, Piaget descubre que la inteligencia progresa a partir de una génesis y siguiendo un proceso que contempla etapas y gradaciones, es decir el niño no logra determinados conocimientos de una vez o en cualquier momento. Piaget realiza una crítica a la escuela tradicional que lo único que pretende es “amaestrar” al niño, moldearlo con base en unos parámetros establecidos y que opera basada en la sumisión del niño a los maestros y en la aceptación de unos conocimientos que se le presentan como verdades absolutas. Para él, la verdadera educación no debe apuntar a la repetición y la aceptación de verdades acabadas, sino a que el niño desarrolle la capacidad para descubrir por sí mismo la verdad. La educación debe llevar a formar individuos poseedores de autonomía intelectual y moral, capaces de respetar y valorar tal autonomía en los demás: “ Así pues, el fin principal de la educación es formar la razón intelectual y moral; ahora bien, el problema estriba en decidir cuáles son los medios más adecuados para ayudar al niño a que se construya por sí mismo esa razón, a que alcance la coherencia y la objetividad en lo intelectual y la reciprocidad en lo moral; la autoformación en el plano de la instrucción y el autogobierno en el de la moral. Indudablemente la elección de estos medios no será arbitraria, sino que se realizará en función de la forma en que se conciba la infancia: si se ve como un mal necesario por el que hay que pasar, se utilizarán sobre todo métodos típicos de transmisión verbal, de asimilación por pura repetición y obligación, etc.; si se considera a la infancia como una etapa con una significación funcional, como una etapa biológica cuya significación es la de adaptación progresiva al medio físico y social, es decir, si se considera al niño como un organismo en evolución, se utilizarán métodos que operando sobre esa evolución, la faciliten y la hagan posible” 40. Tenemos así esbozados dos caminos en la educación y formación intelectual del niño, que nos llevan a resultados diferentes. Podría decirse que el primero ha sido el más trajinado al interior de las aulas de clase y en los hogares, con los resultados que ya conocemos. En esta misma dirección, Piaget señala que la escuela tradicional no reconoce ni respeta los intereses del niño, lo cual trae como consecuencia no sólo el fracaso escolar, sino fallas en la organización de su inteligencia. La mayoría de las veces el niño se ve forzado al aprendizaje de cosas que no despiertan ningún interés en él, pero que ante la presión de la autoridad del maestro le toca memorizar.

40

Palacios, Jesús, La educación en el siglo XX ( I ). La tradición renovadora, Caracas, Editorial Laboratorio Educativo, 1997, pág. 87 – 88.

Esta es una vía errada por la que se ha pretendido llevar incluso la enseñanza de los valores éticos. Piaget señala que por este medio, el niño no hace aprendizajes significativos, por ejemplo, de las operaciones matemáticas, mucho menos lo hará de los conceptos de libertad, cooperación, respeto, entre otros. Por esto, es necesario que se conozcan las leyes que regulan el conocimiento, las etapas por las que pasa el niño, para poder planear no sólo los contenidos a trabajar, sino, los métodos a utilizar, pues hay un tiempo y un momento para cada aprendizaje. Piaget critica a la escuela tradicional porque actúa considerando al niño como un adulto en miniatura que posee ya unas facultades que se deben llenar a partir de la instrucción que se le da en la escuela, dejando de lado la formación de tales facultades y funciones intelectuales. Piaget hace así un reconocimiento del niño en términos de su capacidad de aprendizaje, de construir el conocimiento. El niño no es un ser pasivo en términos epistemológicos, sino, un ser creativo, que se interroga constantemente, que formula hipótesis y que interactúa con la realidad. Lo anterior nos lleva a pensar que la labor educativa debe ser orientada por profesionales idóneos, y que, igualmente, el papel de los padres es fundamental en tal proceso. En efecto, Piaget señalaba que en muchos casos, los padres se convierten en obstáculo para el desarrollo del trabajo escolar y el aprendizaje de los niños, ya que consideran que las actividades lúdicas, la experimentación y la manipulación son cosas superfluas y pérdida de tiempo. Piaget reclama así, más atención y colaboración de parte de los padres en el proceso educativo de los hijos. Igualmente, respecto al maestro urge un cambio, su rol debe ser diferente, ya que debe ser, ante todo, un facilitador que ayude a los estudiantes a descubrir los conocimientos. El maestro debe dejar de lado su rol tradicional de transmitir en forma oral unos conocimientos acabados e inmutables, para dedicarse a favorecer la construcción de éstos por parte de los alumnos. Igualmente, el maestro debe plantear constantemente situaciones problemáticas a los niños, para que estos desarrollen actividades y se aventuren a formular sus propias hipótesis y maneras de resolver los problemas.

SIGLO XX FREUD

NIÑO

PIAGET

SUJETO DESEANTE

NO ES ADULTO EN MINIATURA

SER SEXUAL

POSEEDOR DE FUNCIONES Y CUALIDADES

PERVERSO

CREATIVO

CONSTRUCTOR DE TEORIAS

PROTAGONISTA DE SU APRENDIZAJE

SER COMPLETO AFECTIVAMENTE N° 17. Visiones sobre el niño: MEDICINAGRÁFICO E HIGIENE ESCOLAR

FORMULADOR DE HIPÓTESIS Freud y Piaget.

Desde comienzos del siglo XX se empieza a observar una gran preocupación por la higiene escolar y por la salud del niño en general. La medicina hizo un gran aporte en este proceso de reconocimiento de la dignidad y el status social del niño, al intentar mejorar las condiciones de vida de los infantes, asociando la alta mortalidad con tales condiciones, la mayoría de las veces degradantes e inhumanas. Entonces, empieza a manifestarse un interés por las condiciones de funcionamiento de los centros escolares, por sus servicios sanitarios, iluminación, construcción y funcionamiento en general. La preocupación también se centra en los aspectos que tienen que ver con la jornada escolar, su duración, los recreos y las vacaciones; también, con el deporte y las actividades lúdicas que se programaban. Para la época, el panorama en las escuelas no era el mejor, al parecer, la enfermedad campeaba en estos centros:

“ El término de enfermedades escolares acuñado entonces abarcaba enfermedades de los órganos sensoriales, defectos del habla, trastornos cerebrales y nerviosos, psicopatías, desviaciones de la columna vertebral, al parecer, por el defectuoso diseño de los bancos escolares, por la mala postura al escribir y por el peso excesivo de libros y útiles escolares transportados en bolsas y carteras inadecuadas” 41. Ahora bien, el análisis de los centros escolares arrojó una dura verdad: las escuelas eran un foco de infección constante, de propagación de todo tipo de enfermedades ( tuberculosis, tifus, viruela, sarna y otras ) que encontraban un caldo de cultivo en las pésimas condiciones de salubridad allí reinantes. Según parece, ni maestros ni alumnos eran muy inclinados al aseo, lo que propiciaba el cultivo en sus cuerpos de piojos, chinches y pulgas, además de los ratones, cucarachas y moscas que reinaban en casas y escuelas. Toda esta fauna comprometía visiblemente la salud y supervivencia de niños y adultos, pero, era en los primeros en quienes cobraba más víctimas. Ante este panorama, los médicos ayudaron grandemente en la labor de educar a las madres, dándoles información y concientizándolas de que cometían errores gravísimos ya fuera por ignorancia o por seguir la tradición. La vida de muchos niños estaba así en las manos de las madres, que aunque amorosas en algunos casos, se tornaban letales en otros. La ciencia, con sus descubrimientos sobre la transmisión de las enfermedades, puso su granito de arena en la causa del niño, y la medicina como su abanderada, realizó una labor mediante la cual salvó muchas vidas; así, se recuperó un poco de la indiferencia frente al niño, que había mostrado hasta entonces.

41

Delgado, op cit, pág. 197.

SIGLO XX

HIGIENE ESCOLAR NIÑOS ABANDONADOS HOSPICIOS

SEXUALIDAD INFANTIL

PREOCUPACIÓN POR EL NIÑO LEGISLACIÓN INTERNACIONAL A FAVOR DEL NIÑO

INFANCIA DELINCUENTE

APRENDIZAJE Y MÉTODOS PEDAGÓGICOS

GRÁFICO N° 18. Polos de interés suscitados frente a la infancia

UNA MIRADA A NUESTRO PAÍS La historia del niño en Colombia no ha sido la mejor, y el momento actual no muestra mucha mejoría. El niño en nuestro país ha sido, a lo largo del tiempo, abandonado, asesinado, maltratado, abusado, explotado laboralmente, en pocas palabras, desconocido como sujeto. Aunque ahora se habla de una verdadera “paidocracia “, de ese poder, del gobierno ejercido por los niños frente a los adultos, de sus derechos ilimitados, lo concreto es que una gran

mayoría de niños continúa en una situación verdaderamente aberrante, en condiciones infrahumanas. Veamos un poco de esa historia del niño en nuestro país, ubicándonos concretamente en el siglo pasado. Empecemos con la mortalidad infantil, que para los primeros años del siglo XX era alarmante: “ El país perdió entre 1915 y 1926, la suma total 375.698 niños, equivalente a una ciudad de tamaño mediano, dato que incluía los nacidos muertos en los momentos siguientes al parto. Se preocupaban los médicos por la necesidad de lograr un control materno que redujera la mortalidad infantil durante el embarazo y evitara también las causas de mortalidad materna para toxemias y fiebres puerperales” 42. Habría que agradecerle mucho a los médicos en la toma de conciencia y el mejoramiento de las condiciones de vida del niño en nuestro país. Ellos, tocados diariamente por la muerte y la enfermedad, fueron sensibles al sufrimiento de los niños, y lanzaron sus voces clamando por la atención y el cuidado hacia los menores: “ A comienzos del siglo, los médicos eran pilares de la defensa del niño a través de la prensa y de la revista médica. Exponían la necesidad de controlar las condiciones de salubridad de la población en general y de los niños en particular, y llamaban la atención del estado sobre la inaplazable necesidad de mejorar la condición de vida de la población pobre, víctima de la insalubridad, la ignorancia y la miseria. Señalaban las costumbres que perjudicaban la salud física y psicológica de los niños, escribían sobre la obligación de protegerlos dentro de los hogares mismos, y sobre la necesidad de llevarlos, en caso de enfermedad, a un lugar seguro – el hospital – para que pudieran ser atendidos, ya que sus madres por ignorancia y pobreza no podían cuidarlos adecuadamente” 43. Como puede verse, la mortalidad infantil se debía en gran parte a las precarias condiciones higiénicas en que vivía la población, al igual que a la pobreza y la ignorancia. Los niños tenían pocas esperanzas de vida al nacer, la mitad de ellos moría antes de cumplir el primer año de vida. Las condiciones de insalubridad, desnutrición y hacinamiento en que vivía la mayor parte de la población, servían de caldo de cultivo a todo tipo de enfermedades que atacaban en primera instancia al débil cuerpo del niño. Se dice que el agua y la leche eran verdaderos venenos para los infantes, ya que estaban supremamente contaminadas. En los primeros años del siglo XX aparecen los pabellones especiales para el cuidado de los niños en hospitales como San Juan de Dios y la Misericordia, que se sostenían en gran parte por la caridad de los ricos, y que trataban de dar un tratamiento más especializado al niño, que hasta entonces, cuando era llevado a un centro asistencial, era mezclado con los adultos de todas las condiciones lo cual hacía que se contagiara y muriera más fácilmente.

42 43

Pachón Ximena y Cecilia Muñoz, La niñez en el siglo XX, Bogotá, Planeta, 1991, pág. 49. Ibíd., pág. 43.

Podría decirse que la medicina fue abanderada en nuestro país de la causa por el derecho a la vida del niño, reclamando unas condiciones mínimas de crianza y tratando de sacar a las madres de la terrible ignorancia en la que se encontraban y que hacía tanto mal a los menores. En este sentido, haciendo una verdadera cruzada, los médicos recomendaban el que el niño no durmiera con los padres, el que no durmieran tantos niños juntos, el que las camas fueran seguras, con barandas, ya que muchos morían por caídas, el hervir bien la leche y el agua, el hábito del calzado, en fin, recomendaban una y mil cosas que ahora nos parecen triviales, pero que para la época no tenían ningún valor práctico, poniendo en peligro la vida de miles de niños. De otro lado, el abandono de niños recién nacidos era bastante frecuente. Los niños eran arrojados en los basureros, los potreros, las alcantarillas y las quebradas. La mayoría eran hijos de empleadas del servicio o de mujeres obreras que alegaban no poder mantenerlos. Muchos morían, otros eran llevados a instituciones en las que las monjas prestaban sus servicios. Otro grupo numeroso de niños, vagaba por las calles, caso concreto de Bogotá, dedicados a la mendicidad o el robo y ganándose el apelativo de “gamines”. Ahora bien, en términos de lo social y cultural, el país, a principios del siglo XX se regía por los principios de la religión católica y los ideales militares heredados de las frecuentes guerras que se habían dado en el país y que habían acabado por impregnar toda la vida de la época. Así, el orden y la disciplina militar eran copiados al interior de la escuela y la familia. En las escuelas, la disciplina era férrea, los castigos eran frecuentes y la voz del maestro resonaba fuerte e inapelable, era la autoridad que debía acatarse sin ninguna objeción. Valga la pena recordar que el maestro gozó de un gran status social que lo ubicaba por encima de otros oficios, pues él era un referente social, un ejemplo a seguir. Al interior de la familia, la voz del padre era incuestionable, detentaba toda la autoridad a la que debían someterse los hijos y la madre, de manera ciega. Sobra decir que el peso de la crianza y cuidado de los hijos recaía totalmente en la madre. En general, al niño se le negaban muchas posibilidades, ya que el sometimiento exagerado a la autoridad de los adultos, castraba sus potencialidades, la excesiva disciplina lo mantenía constreñido, ajustándose a la fuerza a un ideal impuesto por los otros. Era esta una manera de negarlo, de no reconocerlo como sujeto, de aniquilarlo psicológica y socialmente, de asesinar su libertad y dignidad, confinándolo en un rincón de la casa y de la sociedad, sin posibilidad de hacerse escuchar. El niño tenía así, pocas posibilidades de desarrollarse de una manera mínimamente sana, en un mundo en el que parecían un extraño, en el que no era reconocido, un mundo que le daba maltrato, abandono y muerte prematura, un mundo al que parecía no importarle su dolor y sufrimiento.

Como puede verse, la situación no fue buena para el niño en el siglo pasado, como no lo es para la mayoría en el presente. Hay que recordar aquí que en nuestro país, como en todos los otros, y en todas las épocas, se han manejado siempre dos discursos frente a la infancia, uno que predica cosas maravillosas y otro que se pone en práctica, es decir, una cosa es la teoría y otra lo que se practica, lo que los hechos muestran. Veamos ahora cuál era el concepto de niñez que se tenía en el siglo pasado: “ El niño era fundamentalmente “un don de Dios”, y su origen divino hacia que cualquiera rechazo fuera considerado un “sacrilegio”. Ese ser de origen divino venía, sin embargo, cargado de “malos impulsos” que había que “dominar con ternura pero con firmeza” y frente a quien no había que claudicar pues cualquier triunfo en ese sentido lo llevaría a su desgracia. Aunque el niño era responsabilidad de los padres, era a la madre a quien se le dirigían, casi siempre, los consejos de cómo tratarlo” 44. Las consideraciones anteriores llevaban a que se recomendara una crianza con poca ternura, ya que el afecto excesivo dañaba a los niños, tornándolos indisciplinados o amanerados; igualmente, un exceso de rigidez, podía volverlos indiferentes frente a los padres. El niño no era visto como un ser independiente, con una personalidad propia, sino como una proyección de los padres, quines lo moldeaban a su manera, lo hacían semejante a ellos labrando su carácter poco a poco, con disciplina y cuidado. Tenemos así configurada una concepción de la infancia en la que parece converger la teoría freudiana y la visión cristiana. Por un lado, el niño es considerado un ser en el que se alojan malas pasiones, impulsos perversos y deseos violentos a los que hay que ponerle freno. Por el otro, se hablaba de que el niño era “puro”, “inocente” , criatura maravillosa. En este sentido, puede decirse que en nuestro medio, la educación contribuyó enormemente a formular un tipo de ideal de niño en el que se pretendía acomodar a todos los infantes. A partir de las ideas de pedagogos, filósofos y literatos se estructuró desde las aulas una concepción particular sobre el niño y una visión sobre la infancia como período: “ Para la educación el niño era un ser concebido como moldeable , como objeto posible de organizarse en un todo coherente y sano que le asegurara su buen funcionamiento dentro de la sociedad. Con esto se garantizaba que la sociedad evolucionara bien, siempre y cuando se actuara antes de que hubiera desarrollado los vicios incorregibles que hacían imposible cualquier intervención de los maestros. La necesidad de adecuar la educación y a las habilidades de los alumnos exigía la domesticación del niño, hacer de él un ser bueno con voluntad fuerte, amante de lo bello y de la verdad; un ser perfecto... Consideraban que el niño llegaba al mundo con taras físicas y morales que podían ser corregidas a través de la educación; decían que el niño tenía un cerebro maleable y que por lo tanto el educador podía

44

Ibíd., pág. 366.

modificar y así atenuar las tendencias hereditarias. Mediante la educación se podía desarrollar y mejorar las cualidades morales, disciplinar a los alumnos y formar caracteres enérgicos” 45. La cita es extensa, pero muy ilustrativa de la situación educativa del niño para la época. Tenemos aquí esbozados planteamientos que han estado presentes en la educación colombiana hasta nuestros días. Dada esta imperfección natural del niño y esa enorme capacidad de moldeamiento, al maestro se le dio la gran responsabilidad de enderezar tal criatura, de llevarla por el camino del bien y la utilidad social. Así como en nuestra época abundan las publicaciones que tratan sobre cómo criar a los niños para que crezcan libres de complejos y temores, o para que no caigan en las drogas o el alcoholismo, a principios del siglo pasado se editaban revistas y boletines, y se publicaban libros en los que se orientaba a las madres en la crianza de los hijos, habitualmente, tales publicaciones tenían una orientación cristiana o médica, ya que la Psicología no tenía el renombre que tiene hoy. Se pretendía a partir de consejos y sugerencias, cultivar en el niño ciertas cualidades y erradicar los vicios indeseables. Se hacían sugerencias para que el niño no fuera mimado, para que no se elogiaran sus malas palabras, para que no se le inculcara el sentimiento de superioridad, para que no se le diera todo lo que pedía, se recomendaba, al contrario, mucha autoridad en el hogar. Digamos que en general, había un múltiple interés en sacar de ese niño imperfecto un ser acabado, amoldado y acorde con un ideal preestablecido. Es posible que muchas veces, las cosas no salieran tan bien como se las pensaba, pero se apuntaba siempre al éxito y se alentaba, principalmente a las madres y los maestros para que emprendieran la labor con convicción. Ha sido este una panorama rápido sobre la historia de la infancia en nuestro país, quedan muchos puntos por fuera, pero es imposible tocarlos todos. Podría decirse que en la actualidad las cosas no han cambiado mucho. Los periódicos dan cuenta diariamente de que sigue existiendo el abandono, el maltrato, el infanticidio, la exposición. Igualmente, son millones los niños que viven en la miseria absoluta, sin acceso a la educación, sin condiciones mínimas de salubridad y por ende de salud, sin derecho a nada, sólo a una muerte temprana. Todo esto, a pesar de una supuesta legislación que le ha reconocido muchos derechos a los niños, demasiados, critican algunos. En fin, esta es la historia, a cada uno nos corresponde el intentar desviar sus caminos hacia una meta mejor, meta en la que el niños sea en realidad el primero en acceder a una vida digna.

45

Ibíd., pág. 371.

NO RECONOCIMIENTO

ABANDONO

EXPLOTACIÓN

COLOMBIA

NIÑO

MISERIA

MALTRATO

EXPOSICIÓN

INDIGENCIA

GRÁFICO N° 19. Situación del niño en Colombia siglo XX y XXI

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GLOSARIO BÁQUICAS: Celebraciones que se hacían en Grecia a en honor de Baco, dios del vino. En ellas se bailaba y cantaba sin descanso. ESTAGIRITA: Natural de Estágira, ciudad de la antigua Grecia. FILOESPARTANISMO: Amor y admiración hacia la ciudad de Esparta y todo lo que en ella se hacía.

ILUSTRACIÓN: Movimiento intelectual europeo que se dio en el siglo XVIII se caracterizó por el racionalismo y la confianza en el progreso a través de la ciencia y la razón. LAR: Cada uno de los dioses protectores del hogar doméstico en Roma. MISOGINIA: Aversión o desprecio hacia las mujeres. MONACAL: Relativo al género de vida de loa monjes o monjas. PAIDOCRACIA: Poder exagerado de los niños al interior de la familia o de una sociedad determinada. PATERFAMILIAS: Padre romano que tenía derecho absoluto sobre sus hijos, pudiéndolos vender como esclavos, matar o encarcelar por sus deudas. RENACIMIENTO: Movimiento literario, artístico y científico que tuvo lugar en Europa en los siglos XV y XVI, basándose en gran parte en la imitación de la antigüedad. RETÓRICA: Conjunto de procedimientos y técnicas que permiten expresarse correctamente con elocuencia. SECULARIZAR: Quitar a las cosas o instituciones el carácter religioso, dejándolas fuera del dominio del clero. TAIGETO: Macizo montañoso de Grecia, en cuyos montes solían dejarse abandonados los niños con deformaciones para que fueran devorados por las fieras.

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