Mujeres egipcias del siglo XX

Mujeres egipcias del siglo XX Pioneras de la libertad 17/11/2012 - Autor: Maribel Ortega Fuentenebro - Fuente: Webislam 1.- Introducción “El feminism

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Mujeres egipcias del siglo XX Pioneras de la libertad 17/11/2012 - Autor: Maribel Ortega Fuentenebro - Fuente: Webislam

1.- Introducción “El feminismo es un movimiento que lucha por la emancipación de todas las mujeres y que pese a lo que hoy se inculca en muchas mujeres musulmanas, la lucha por la liberación de las mujeres forma parte también de su cultura” (Asunción Oliva Portolés. La recuperación de una voz marginada, pág. 151). En los principios del siglo XX, coincidiendo con el auge de los nacionalismos, la idea del estado-nación y la lucha contra el colonialismo en los antiguos territorios del Imperio Otomano sumido ya en pleno declive, Egipto era una sociedad muy restrictiva con los derechos de las mujeres. Aisladas en la casa o en los harenes, dedicadas al cuidado de los hijos, subyugadas a la autoridad paternal o marital, sujetas al repudio y la poligamia, imposibilitadas para toda clase de participación activa, excepto las mujeres de las clases socio-económicas más privilegiadas a las que se permitía dedicarse, mayoritariamente, a la beneficencia; un 90% no sabía leer y escribir. En Occidente, las cifras no eran mucho mejores, puesto que los hombres que dominaban las sociedades no eran generosos con sus derechos de seres humanos en igualdad. El analfabetismo era una constante, y su dedicación, como las anteriores, era exclusivamente el cuidado de la casa, el marido y la prole. Evidentemente, existían algunas diferencias, pero las pioneras de Oriente y Occidente en los inicios de su actividad, tuvieron las mismas aspiraciones: sacar a las mujeres del analfabetismo, trocar la condición de marginación que sufrían por otra más beneficiosa y conseguir los mismos derechos que los hombres, requisitos indispensables para alcanzar su propia libertad. Los movimientos feministas surgieron en Europa en 1889 al subirse por primera vez a una tribuna pública Clara Zetkin (1857-1933) cuando se celebraba en Paris la Segunda Internacional. Alemana de nacimiento, activista que luchó por mejorar la situación de la mujer de su país, sobre todo de las más desfavorecidas, que consiguió el voto para la mujer germana, que defendió la educación de sus congéneres para lograr su emancipación… tuvo que exiliarse en Francia porque Otto von Bismarck en 1878 prohibió la actividad socialista. Desde Francia prosiguió su lucha por la igualdad de la mujer que, a lo largo del tiempo, le proporcionaría grandes éxitos. En Egipto, se origina 10 o 12 años más tarde, cuando en los inicios del siglo XX Malak Hifni Nasif (1886-1918) leyó en público un alegato en el que exigía la liberación de las mujeres egipcias. Malak fue una gran precursora que realizó estudios de magisterio y en 1903 comenzó a escribir artículos y a dar charlas en zonas rurales para elevar el nivel educativo de las mujeres, preparando así el camino del feminismo egipcio que se afianzaría,

un poco más tarde, con Huda Shaarawi; a partir de aquí, y bajo su guía, las mujeres exigieron educación, se quitaron los velos, salieron a la calle y demandaron ser parte activa de la sociedad. Es el tiempo en que los grandes intelectuales egipcios entran en contacto con la cultura europea más abierta y tolerante que les impulsa a defender los derechos de las mujeres egipcias, lo que, como no podía ser de otra forma, fue bien recibido por ellas. A estos hombres se les dio el apelativo de feministas y quiero, como reconocimiento a su trabajo, destacar a algunos de los más sobresalientes. Rifa’a al-Tahtawi (1801-1873): reformador social y religioso, profesor y pensador político, que al estilo de los ilustrados, defendió la educación como requisito imprescindible para el progreso de los pueblos sin discriminación para hombres y mujeres, ya que faculta a ambos para la virtud y el trabajo; defendió el desarrollo de las capacidades intelectuales como lo auténticamente humano y escribió una extensa obra a favor de la enseñanza femenina. Muhammad Abduh (1849-1905): intelectual y humanista, juez y muftí de Egipto, rector de la universidad de Al-Azhar que abogó por la educación de la mujer ya que haría posible su liberación, su emancipación y su participación activa en la vida política y social. Para Abduh, el desarrollo cultural de la mujer y del hombre son esenciales porque posibilitan el progreso y la modernidad que no entran en contradicción con el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Argumentó en sus escritos que el Corán no se oponía a la evolución de las mujeres, lo que le granjeó enemistades de los grupos más conservadores que consiguieron desterrarlo de Egipto; a su regreso seguiría defendiendo su tesis ya que para Abduh El Corán establece la igualdad del hombre y la mujer, pero el paso del tiempo había añadido elementos de otras culturas que lo habían deformado, por ello defendió la vuelta a los orígenes con el fin de conocer en profundidad su verdadero mensaje. Qasim Amin (1863-1908): hombre clave en la historia de feminismo egipcio y uno de los más fervientes defensores de la emancipación de las mujeres; sin su ayuda, colaboración y valentía en un medio hostil a los intereses femeninos, con toda probabilidad, la lucha de la mujer egipcia hubiese si mucho más difícil y compleja. Juez y fundador del movimiento An-Nahda, Amín, cursó estudios de derecho en la Universidad Khedivial Law School, pero se especializó en la de Montpellier, Francia, donde tuvo contacto con una sociedad mucho más evolucionada, respetuosa y equitativa con las mujeres. A su regreso a El Cairo asumió un fuerte compromiso con la defensa de sus derechos y para ello, además de a la acción reivindicativa, se dedicó a escribir una interesante obra en la que defendió y protegió la educación de la mujer que la induciría a su propia liberación y participación en los asuntos públicos, ya que consideraba, y esto es muy importante tratándose de un intelectual árabe, que si su país estaba sumido en el subdesarrollo, se debía a que era incapaz de fomentar las capacidades de la mujer; de tal situación culpaba a los hombres ya que sólo la habían considerado como un objeto utilitario sujeto a su voluntad y destinado a servirles, las habían esclavizado, negado la cultura, toda clase de oportunidades e impedido el trabajo. “ Las mujeres constituyen al menos el 50% de la población mundial. Todo país que perpetúe su ignorancia se niega a sí mismo los beneficios que podrían derivarse al hacer uso de las capacidades de la mitad de su censo demográfico” (Qasim Amin, The Liberation of Women,

American University at Cairo Pres, 1992, pág. 12). The Liberation of Women fue considerado por los conservadores un libro peligroso que podía alterar el orden establecido, fraguaron graves acusaciones contra Qasim, a las que con toda audacia dio respuesta a través de un nuevo libro, titulado La nueva mujer en la que defendió sus derechos políticos y sociales, la participación en los asuntos públicos y las libertades individuales, “con argumentos extraídos de las teorías de la evolución, el derecho natural y el progreso” (Eugene Rogan); en los escritos de Amín se apoyaron grupos de mujeres, no solamente musulmanas, sino cristianas árabe-egipcias como Mai Ziyada, porque, aunque de distinta religión, estaban sujetas a las mismas costumbres y tradiciones. 2.Las grandes pioneras “El islam otorgó derechos a la mujer que antes no tenía, no estableció las cadenas y las humillaciones, que en nombre de la religión, poco a poco, fueron aprisionando y denigrando a la mujer hasta llegar a su estado de total inferioridad” (Caridad Ruiz de Almodóvar Sel. Historia del Movimiento Feminista egipcio, Universidad de Granada 1989). En 1919, nace en Egipto una revolución nacionalista fuertemente apoyada por toda la población que tiene como objetivo principal liberarse de la colonización británica; es el punto de inflexión en la toma de posición de las mujeres egipcias que lo apoyan activamente, salen del hogar y los harenes otomanos, se enfrentan a los británicos, se comprometen con los ideales de la revolución y todas juntas, de una u otra clase social, defienden los mismos principios, reclaman derechos y libertades y la liberalización de su país de los ocupantes. Convocan mítines, manifestaciones y concentraciones, visitan a los heridos en los hospitales, recaudan fondos para los más necesitados, fundan escuelas para elevar el nivel cultural de las mujeres más desfavorecidas y fomentan un importante movimiento intelectual, social, benéfico y reivindicativo. Huda Shaarawi y Doria Safik tuvieron un importante liderazgo, aunque fueron muchas más las que se comprometieron, muy activamente, con el movimiento feminista. Huda Shaarawi (1879-1947): nacida en Minya, Egipto, hija de un alto representante político, poeta y líder por excelencia de los movimientos reivindicativos, había accedido a los estudios primarios en un plano de inferioridad a su hermano porque, por el hecho de ser mujer, la educación se circunscribía a los estudios coránicos ya que otras disciplinas les estaban negadas; consideraba esta situación tremendamente injusta y se rebelaba abiertamente contra ella. Cuando tenía 13 años la obligaron a contraer matrimonio con un primo suyo, Ali Pasha Shaarawi, que contaba 40; aquella unión no fraguó y al poco tiempo el marido la devolvió a casa de sus padres; a partir de este momento se dedicaría a una intensa vida cultural y social.

En 1914, junto con otras mujeres de la élite egipcia, fundó la Asociación Intelectual de Mujeres Egipcias, una agrupación literaria pionera en El Cairo que además de organizar foros de encuentros para debatir asuntos sin permiso de los maridos, convocó ciclos de conferencias que se celebraron en las aulas de la Universidad, en las que participaron feministas europeas como Marguerite Clément, militante francesa, que disertó sobre las diferencias de status entre mujeres occidentales y árabes. En este tiempo se funda el partido Wafd nacionalista y liberal, dirigido por Saad Zaghlul, que en poco tiempo fue detenido por los británicos que lo deportaron a Malta. Le sucede en la dirección Alí Shaarawi, político y miembro del parlamento, esposo de Huda que le confía los asuntos que preocupan al partido y al país y logra comprometerla con sus ideales, lo que marcará el camino para que retomen su relación matrimonial y luchen juntos contra la colonizacón. El Wafd, desde sus principios incorpora a las mujeres, que a la semana del estallido de revolución nacionalista, concretamente el 16 de marzo de 1919, convocan la primera manifestación femenina; en los días anteriores había muerto una mujer en una protesta pacífica y con la nueva convocatoria se proponían rebelarse por esa muerte y llegar a la Embajada Británica a reclamar el derecho de autodeterminación por una parte, y por otra entregar una carta suscrita por madres, esposas e hijas. El escrito denunciaba los brutales ataques que habían sufrido muchachos, niños y hombres desarmados en manifestaciones pacíficas por rebelarse contra la prohibición de salir al extranjero para expresar sus problemas en el Congreso de Paz, que había convocado el presidente estadounidense Woodrow Wilson. Todo ello está recogido por Doria Shafik en su libro al-Mar´a al-Asriyya, en al-Hilal. Evidentemente, la misiva no llegó a su destino, las tropas cercaron a las mujeres e incluso Huda Shaarawi fue amenazada directamente con las armas. Esta manifestación fue recogida en toda la prensa internacional del momento. A finales de 1919, funda el Comité Central de Mujeres Wafdistas, primera organización política de mujeres del mundo árabe, de la que es elegida Presidenta. En 1923, La Unión Feminista Egipcia, UFE, destinada a la reivindicación de derechos sociales pero, asimismo, a aumentar el nivel cultural de la mujer para que pudiera tomar conciencia de su situación de exclusión. Esta asociación daría muchas satisfacciones a Huda porque como presidenta, asistiría a Congresos Internacionales en los que expondría las demandas de la mujer egipcia. En 1923, viajó a Roma para participar en un simposio feminista de la AISF, Organización Internacional del Sufragio de la Mujer, a su regreso, ya en El Cairo, ante quienes la esperaban, se despojó del velo en público, convirtiéndose en la primera mujer que desafió el sistema patriarcal con un gesto inusual, que si bien fue criticado por muchos, fue seguido inmediatamente por muchas más mujeres. Este hecho es muy significativo: es un acto de rebeldía, de desobediencia civil, de ausencia de miedo, de afianzamiento de personalidad, marca el inicio de una nueva etapa, y como no, establece un nuevo modo de vestir de la mujer egipcia, que perduraría hasta la llegada al poder de Anuar el Sadat en 1970, quien promovería la reislamización conservadora de Egipto. La AISF celebraría más congresos en los que se dejó notar la presencia de las mujeres egipcias; en 1926, Huda leyó en París una declaración sobre la Paz; en 1927, acusaría a las grandes potencias y a sus intereses estratégicos de las guerras que sufrían los egipcios; en 1930, organiza el Primer Congreso Musulmán de Mujeres de Oriente en Damasco; en 1935,

junto con la AISF, la Semana de la Mujer en el Cairo. L´Egyptienne es el nombre de la revista que con periodicidad mensual fundó la UFE en 1925, y que le sirvió como vehículo de expresión para que se conocieran sus proyectos y logros. Llegó de forma gratuita a muchas asociaciones feministas europeas; en ella iniciaría su actividad periodística Doria Shafik. Con su lucha, Huda y otras mujeres que la secundaban y apoyaban consiguieron algunas de las reivindicaciones demandadas: acceder a la educación primaria y secundaria, incorporarse a la universidad y terminar estudios superiores, conseguir un trabajo cualificado como lo hizo, entre otras, Suhayr El-Qalamawi, que impartió clases de Literatura árabe en la Universidad Fuad I, maestras, directoras de periódicos y revistas, enfermeras... no consiguieron, sin embargo, la reforma del Estatuto Personal Musulmán que permitía a los hombres la poligamia, el repudio o que el divorcio pudieran solicitarlo sólo ellos; cierto, sin embargo, que en 1929 se produjo una tímida reforma del divorcio, que permitía a las mujeres su solicitud, pero solamente en situaciones límites. El movimiento que nace con la lucha anticolonialista perduraría hasta mucho tiempo después, ya que a mediados de siglo toman el control nuevas mujeres que iban a seguir los pasos de las pioneras. Destacar, entre muchas más, a Fátima Ni´mat Rashid que creó en 1941 el Partido Feminista Nacional; Doria Shafik, a quien me voy a referir más ampliamente, que se dedicó a reclamar derechos políticos y jurídicos y la profundización en derechos sociales. Doria Shafik (1908-1975): escritora, poeta, filósofa y periodista nacida en Tanta, Egipto, en una familia acomodada, hizo el Bachillerato en el Instituto Francés de Alejandría, de forma libre puesto que las aulas estaban reservadas exclusivamente a los chicos; ello le permitió, más tarde, emprender estudios de filosofía en la Universidad de la Sorbona de París becada por el gobierno egipcio: en 1940 consiguió el título de Doctora en Filosofía por esta Universidad con la tesis titulada “La femme et le droit religieux de l´Egypte contemporaine ”, que según Asunción Oliva Portolés es la primera tesis de carácter auténticamente feminista que una mujer extranjera presentó en la Universidad de la Sorbona. Su estudio trataba de la situación en la que se encontraban las mujeres de su país: degradación, inferioridad, servilismo, humillación…, injusticias que para Doria no provenían ni mucho menos del libro Sagrado, El Corán, y por tanto, no tenían fundamendo coránico, sino que respondían intereses de orden político y religioso aliados, y dieron lugar a un sistema autoritario que utilizaban las instituciones y la familia patriarcal para hacerlas enmudecer; para ella, el islam supuso un avance en la situación de la mujer de la que antes no gozaba, por ello defendía que era imprescindible entender la religión musulmana en un sentido profundo para así librarse de interpretaciones exegéticas interesadas, base de todo tipo de injusticias, que habían cerrado el paso de la mujer musulmana en los espacios públicos; “ las injusticias que sufren las mujeres musulmanas no provienen de los preceptos religiosos sino de la mala interpretación de estos, y por ello son causa exclusivamente social: también se deben a la escasez de instrucción que tienen las mujeres y que les impide conocer sus derechos y deberes y reclamarlos” (Doria Shafik, FDR traducido por Asunción Oliva Portolés. La recuperación de una voz marginada pág. 75). Consideró que islam y feminismo

no entraban en contradicción ya que sus reivindicaciones no eran de tipo religioso, sino social, cultural y político. Doria Shafik combatió el analfabetismo de las mujeres fundando escuelas para las más desfavorecidas; estableció programas de higiene para las mujeres rurales más pobres; organizó ciclos de conferencias y conciertos de música clásica y contemporánea. Fundó varias revistas: en 1945. Bint-al-Nil, un poco más tarde La Femme Nouvelle, y la última en 1952, con el título La Hija del Nilo Política, en sus páginas escribió numerosos artículos encaminados a lograr la emancipación y participación de las mujeres en la vida pública. En 1948, fundó la asociación Bint Al-Nill Unión (Hijas de la Unión del Nilo), que en poco tiempo se extendió por todo el país y logró una amplia base social; más tarde, se convirtió en partido político, lo que supuso una renovación total del feminismo egipcio. Registró la sociedad en la organización International Council of Women. Escribió varios libros en francés que fueron publicados en París entre los que cabe destacar: L´Art pour l´art dans l´Egypte Antique; La Bonne aventure; L´Esclave sultane; también publicó libros en El Cairo. Dominaba tres idiomas: francés, inglés y árabe, contrajo matrimonio con un primo suyo en Paris en presencia de muy pocos invitados, rompiendo todos los protocolos establecidos para los matrimonios egipcios. Tuvieron dos hijas. Cuando volvió a Egipto con el título de Doctora en Filosofía intentó formar parte del profesorado de la Universidad, lo que se le fue denegado porque, en palabras del rector, era “muy moderna y emancipada”. Fue el primer varapalo que sufrió Doria por su nivel intelectual inusual en la mujer egipcia del momento, que no fue entendido en muchos estamentos sociales, como tampoco el hecho de que una mujer reclamase la libertad, algo que para ella era irrenunciable. “Al final de mis años de lucha te he descubierto ¡Libertad! Tú proporcionas el único sentido a mi obra. Te he dedicado esta obra a ti y a todos aquellos que como yo han sentido tu ausencia” (Memorias de Doria Shafik traducido por Asunción Oliva Portolés. La recuperación de una voz marginada pág. 132). Cuando muchos comentaristas de actualidad opinan que islam y democracia no son compatibles, deberían conocer la lucha de estas mujeres que. al unísono con los hombres, consiguieron derechos que hasta ese momento les estaban vetados y que les ayudaron a mejorar su condición. Mujer culta, espiritual y racional y por ello segura de sí misma, fue inspiradora de acciones sumamente arriesgadas, valientes y comprometidas; por ejemplo, organizó una guerrilla de 200 mujeres, con las que participó en las luchas del Canal de Suez contra los británicos y la corrupta monarquía egipcia siempre obediente a los intereses de los colonizadores; el llamado sábado trágico, 26 de enero de 1952, la violencia contra las manifestaciones dejaron muchos muertos y heridos y fue el detonante para que en julio se produjese el Golpe de Estado de los Oficiales Libres al mando del Coronel Naguib secundado por Nasser, que en poco tiempo se haría con el poder. Para las mujeres egipcias, comenzaba un camino de esperanza en el que esperaban la consecución de sus reivindicaciones, que tardaron en llegar ya que Nasser, en julio de 1953, disolvió los partidos políticos, cercenó las libertades de hombres y mujeres, fundó una república populista de partido único adscrito al poder que era el único permitido, y presionó a las asociaciones de mujeres colocándolas bajo control del gobierno.

Una de las acciones que más repercusión alcanzó dentro y fuera de Egipto y en toda la prensa nacional e internacional fue la toma del Parlamento egipcio en 1951 por un grupo de 1500 mujeres al mando de Shafik que, desde la tribuna, pronunció un discurso en el que exigía las libertades políticas para las mujeres, su derecho al voto y que pudieran presentarse como candidatas en los comicios. Basaba sus reivindicaciones en la Constitución de 1923 que se elaboró después de que Egipto consiguiera cierta independencia de los británicos y que había alterado una ley electoral de 1924 al incluir la palabra “varones”. Doria se apoyaba, además, en la Carta en los Derechos Humano de la ONU de 1948 que Egipto había suscrito y que establece la igualdad entre hombres y mujeres. Otra acción importante tuvo lugar el 22 de enero de 1952 en la que junto a un grupo de mujeres se situó a la puerta del británico Banco Barclays para, pacíficamente, impedir la entrada de clientes y que se desarrollase cualquier tipo de operación; se mantuvo la acción medio día pero tuvo una gran repercusión y un gran apoyo. Ese mismo año se atrevieron a presentar candidaturas femeninas para las elecciones, y a pesar de que fueron rechazadas, les valió el apoyo de muchos intelectuales, pero, al mismo tiempo, la crítica de sectores de la población más conservadores que emprendieron una campaña en su contra. Las más contundentes de las iniciativas de Doria Shafik fueron las dos huelgas de hambre que acometió: la primera, junto a diez mujeres más en 1954 por la negativa del Gobierno a que participasen en las elecciones como elegibles y como votantes, para Doria las mujeres constituían la mitad de la nación y por ello no admitía que se las discriminase. No cesaron en su actitud hasta que se las prometió por escrito atender a sus reivindicaciones, aunque pasarían algunos años antes de que lo consiguieran. La segunda tuvo lugar en 1957 en la Embajada de la India para protestar contra la política de Nasser que en ese momento ya controlaba la prensa del país, las asociaciones, la enseñanza, la cultura, a los imames e incluso la Universidad Al-Azhar. Le acuso de restringir derechos ya conquistados y pidió su dimisión porque había impuesto un gobierno dictatorial que frenaba la libertad de todos los egipcios y más intensamente de las mujeres. Al final de esta segunda huelga, Nasser le impuso reclusión domiciliaria en la que la mantuvo durante tres años bajo vigilancia policial constante; el encierro la apartó de la vida pública, pero Doria, incansable, lo aprovechó para traducir el Corán al inglés y escribir sus memorias. Nasser cerró las revistas que había fundado y consiguió que las asociaciones de mujeres, bien por miedo o temor a represalias, se posicionaran a favor del gobierno y emprendieran una campaña contra la doctora feminista a la que reprobaron; también fue abandonada por la asociación que había fundado Bint Al-Nill Unión (Hijas de la Unión del Nilo), que más tarde fue clausurada por el gobierno, que también bloqueó sus amistades con amenazas e, incluso, presionó a su marido que se vio obligado a pedir el divorcio… y es que enfrentarse a los dictadores, aún cargado de razones y verdad, es un riesgo que comúnmente conduce al abismo. De algo pudo enorgullecerse ya que sólo a un mes de terminada la última huelga se reconocieron por ley el derecho al voto femenino y la participación política; ese mismo año, 1957, algunas mujeres tomaron parte en los comicios como candidatas. Su figura ha sido muy controvertida debido a varias causas: su condición de mujer moderna, culta y libre, educada en París, que vestía impecablemente a la moda europea y nunca usó

velo; su condición de filósofa; su oposición al gobierno dictatorial de Nasser; su ausencia por largo tiempo de Egipto en la que se dedicó a impartir conferencias en Londres, Roma, París, EE.UU. junto con feministas occidentales en las que ponía de manifiesto la situación deprimida de la mujer egipcia en comparación con los derechos que iban consiguiendo en Occidente. Todo este dinamismo encajaba mal en el gobierno de los militares. En 1975, penosamente, parece ser, que ella misma puso fin a sus días. 3. Conclusión “Un pueblo no puede ser libre si no lo son sus mujeres” (Memorias de Doria Shafik traducido por Asunción Oliva Portolés. La recuperación de una voz marginada pág. 132). Las mujeres egipcias han sido protagonistas de su destino y de los cambios que se han producido a lo largo del siglo XX, no todas se involucraron, pero tampoco lo hicieron todos los hombres; la historia nos ha legado muchos nombres pero detrás de las líderes, apoyando movimientos, protestas y revoluciones, había muchas más; ellas, las que no conocemos también son merecedoras de memoria, porque estaban comprometidas con un mismo fin: cambiar su destino y su posición en la sociedad. Ciertamente fueron apoyadas por hombres de gran capacidad intelectual a lo que unía un mismo ideal: sacar a la mujer de la ignorancia en la que estaba sumida. Los movimientos necesitan ideas y líderes, pero también el apoyo de ciudadanos anónimos sin los que el éxito de revoluciones sería imposible. Como decía Qasim Amin, la mujer constituye el 50% de la población, por ello marginarla es empobrecer a la sociedad; bien es cierto que en la actualidad y en casi todos los países, las leyes favorecen la representación política de la mujer, pero en la práctica alcanza, como máximo, un 30% en Occidente; incluso en aquellos estados que como en España se estableció en 2008 un sistema de cuotas que ya ha saltado por los aíres. La mujer árabe se lleva la peor parte porque su participación es muy escasa; a pesar de tener reconocidos todos sus derechos políticos, las causas parecen corresponderse al hecho de que gobiernos que se dicen democráticos pero en la práctica no lo son, se perpetuán en el poder e impiden su integración como lo han hecho diferentes regímenes militares en Egipto desde el Golpe de Estado de los Oficiales libres en 1952. Una vez que he conocido a Doria Shafik he sentido la necesidad de rendirle un emocionado recuerdo por su compromiso sumamente arriesgado y audaz en el tiempo y espacio que le toco vivir, al tiempo que mi agradecimiento por esa lucha por las libertades que le costó su propia libertad. Espero que algún día la historia la sitúe en el lugar que le corresponde para así avanzar a la luz de la obra de Doria Shafik con la que las mujeres árabes especialmente y todas la mujeres del mundo tenemos una gran deuda, porque Doria fue una luchadora por las libertades de las mujeres, una mujer única, un modelo y un ejemplo para todas las mujeres musulmanas, cristianas o laicas que hoy, en Oriente y Occidente, luchamos por la igualdad de derechos. Doria era musulmana, pero sobre todo se sentía árabe y egipcia e hija de una de las más grandes civilizaciones de todos los tiempos. “¡Esfinge misteriosa!, ¿Qué quieres de mi? Todo lo dominas y tus fuertes hombros representan toda la gloria de la antigua grandeza. Ante ti me siento pequeña… muchas veces he oído tu voz: Solamente tú Conoces, sólo tú Puedes, sólo tú Quieres, y sólo tú te Atreves

”. (Doria Shafik. L´Egyptienne. Recogido de Asunción Oliva Portolés, La recuperación de una voz marginada, pág. 53-54). Zaragoza, Noviembre 2012 Bibliografía - Ahmad Amin, My Life, Traducción inglesa de Issa Boullata, Leiden, E.J. Brill, 1978. -Qasim Amin, The Liberation of Women, traducción inglesa de Samiha Sidhom Peterson, El Cairo, American University at Cairo Pres, 1992. -Cynthia Nelson, Doria Shafik egipciam feminist. Univ. Pr. Of. Florida 1996. -Asunción Oliva Portolés, La recuperación de una voz marginada. Doria Shafik, feminista egipcia. Huerga Fierro editores, S.L.U, Madrid 2010. -Eugene Rogan. Los árabes, del Imperio Otomano a la actualidad, Crítica, Barcelona 2010 -Dolors Bramon. Ser mujer y musulmana, Bellaterra, Barcelona 2009. -Doria Skafik Ragaï. La femme et le droit religieux de l´Egypte contemporaine, Ed. Paul Geuthner, París 1940

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