La miranda Páginas de cultura
DIARIO de IBIZA // nº170
VIERNES, 21 DE OCTUBRE DE 2011
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‘Birdscape’ (1979), obra de Erró. D. I.
Erró: una exposición en Fráncfort El artista islandés Guomundur Guomundsson (Ólafsvik, ), más conocido como Erró -nombre que adoptó en su juventud durante uno de sus primeros viajes por España–, acaba de inaugurar una amplia exposición de sus obras en la galería Schirn de Fráncfort. Erró tiene un estudio en Formentera, donde acostumbra a realizar esbozos y otros preparativos que después lleva a los lienzos en su taller de París. En donó dieciséis obras al Consell de Formentera, después de una exposición en la Sala Municipal de Sant Francesc. Pág. 25
LIBROS: RAÚL ZURITA 24 • ENTREVISTA: MARÍA JESÚS SOLER 27
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Cine
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De virus, intrigas y psicópatas Steven Soderbergh, Jaume Balagueró y John Singleton presentan sus nuevas películas en los cines españoles TINO PERTIERRA/EDUARDO GALÁN
Contagio
Soderbergh recupera el cine de catástrofes multiestelar con aceptable rigor y una extremada frialdad. El catalán Balagueró filma ‘Mientras duermes’ con la perspectiva de ‘Frenesí’ de Hichcock. Y el hombre ‘crepúsculo’ aparece en su primer thriller. Son las tres películas que acaban de estrenarse.
Director: Steven Soderbergh Intérpretes: Matt Damon, Marion Cotillard, Jude Law
Contagio Los ingredientes son parecidos a los que padecimos en los años y parte de los con el cine de catástrofes: el ser humano en peligro por culpa de abejas, aviones, trenes, barcos, terremotos, meteoros, virus, hormigas, incendios y cualquier cosa que le pasara por la cabeza al productor de turno, aderezado con un desembarco imperturbable de viejas estrellas de Hollywood, o no tan viejas pero en plena decadencia. Y digo parecidos porque ‘Contagio’ intenta aislarse (nunca mejor dicho) de la tentación de buscar el espectáculo en la tragedia colectiva y recurre a estrellas jóvenes, pujantes en la mayoría de los casos. A algunas de ellas, incluso, se las carga con el mismo descaro con el que Hitchcock liquidaba a Janet Leigh bajo los alfileres de la ducha. Está claro que si se llama a un director como Steven Soderbergh es porque se quiere hacer algo diferente. Es un director al que le das un argumento de género y se va por los cerros de Úbeda. ‘Traffic’, por ejemplo. El mismo tono documental para hurgar en asuntos candentes, mezclado con elementos dramáticos enfriados por una estética tan lustrosa como gélida y pomposa. De ahí que ‘Contagio’, a pesar de que está contando una historia terrible en la que mueren miles de personas y hay momentos duros para dar y llorar, no emocione casi nunca y provoque, en líneas generales, un interés mediano aguado por una creciente indiferencia. Con abundancia de explicaciones médicas que acaban por fatigar y una caprichosa distribución de las distintas tramas paralelas, ‘Contagio’ sufre los mismos males que el resto de la filmografía de Soderbergh, empezando por ‘Sexo, mentiras y cintas de vídeo’ y pasando por ‘Kafka’, ‘El buen alemán’, ‘Solaris’ o el tedio inagotable de ‘Ocean's Eleven’ y secuelas. Se puede elogiar el dominio técnico, la originalidad de algunos momentos en los que música e imagen crean una sensación de desasosiego o tensión, pero el resultado general es de asepsia recalcitrante. Quizá se aburre rodando, de hecho lo ha confesado y dice que deja el cine por la pintura, un arte más propicio para su mirada con frecuencia estática. El caso es que ‘Contagio’ no satisface a los que buscan espectáculo apocalíptico (el desenlace es francamente desvaído y previsible) ni a los que se divierten con el desfile más o menos extenso de sus estrellas favoritas (Kate Winslet la mejor, una vez más). Las críticas a los malos del sistema (acaparadas por un Jude Law un tanto sobreactuado como blogger de influencia un tanto excesiva) tampoco son lo bastante sólidas como para resaltar sus valores como cine de denuncia, así que lo que queda es un producto imperfecto pero in-
Director: Jaume Balagueró Intérpretes: Luis Tosar, Marta Etura y Alberto San Juan
Mientras duermes
Sin salida Director: John Singleton Intérpretes: Taylor Lautner, Lily Collins, Sigourney Weaver
Matt Damon en ‘Contagio’, la nueva película de Steven Soderbergh
Luis Tosar en ‘Mientras duermes’, de Jaume Balagueró
teresante. Al menos evita los juegos artificiales a los que Hollywood nos tienen mal acostumbrados. Mientras duermes En ‘Frenesí’ (), Alfred Hitchcock adoptaba una primera persona inédita en su filmografía para introducirnos en el día a día de un asesino en serie. Bob Rusk (Barry Foster) mataba mujeres con una rutina torpe, descuidada, como si el director británico hubiera reparado en que la perfección perturbada de Norman Bates no era aplicable a la mediocridad de su siguiente criminal. Jaume Balagueró (‘REC’) toma la misma perspectiva de ‘Frenesí’ con su monstruo de ‘Mientras duermes’: César (Luis To-
sar), un portero de edificio, ejerce de vigilante silencioso de la comunidad y, en especial, de Clara (una guapísima Marta Etura). Con reminiscencias de cuento agridulce (particularmente de ‘El Grinch’, esa creación animada del Dr. Seuss que no soportaba que todo el mundo fuese feliz), el desafío de la notable película del cineasta catalán es impedir que su protagonista canibalice el mecano de suspense de su alrededor. Balagueró se mueve como pez en el agua por los espacios de la cinta. Tras varias experiencias parecidas (el capítulo ‘Para entrar a vivir’ de ‘Historias para no dormir II’ y ‘REC’), todavía inquieta su habilidad de mantener la tensión entre cuatro paredes. En ellas, César traza su rutina de vigilancia y, en ellas, el metraje com-
bina sus recursos hitchockianos con mejor (una chica que duerme e, inconsciente, cohabita con su acosador) y peor fortuna (la aparición de un Alberto San Juan descolocado y el efectismo de su resolución). Porque, frente a los claroscuros de su artilugio de suspense, se engrandece el personaje principal y, cómo no, el actor que le da vida. Las grietas de esta criatura que visita a su madre silente en el hospital (en un determinado momento, uno no puede evitar a la referencia a ‘Breaking bad’), que sufre el chantaje de una prepúber o que se rebela ante la indiferencia del mundo, son exploradas por Tosar con un tiento tan magistral que acaba proporcionando sentido a escenas que, en manos de cualquier otro, perderían su carácter. Se baja el telón y uno siente que César el portero sería perfecto para continuar con un serial en diferentes comunidades de vecinos, para estrenar un reverso sombrío de ‘Autopista hacia el cielo’ sobre este psicópata que, como Ricardo III, elige odiar los perezosos placeres de este tiempo. Sin salida Que se ponga la camiseta ya. Cuando el gran argumento de un actor se centra en si lleva o no lleva un trozo de tela encima de la pechera, la cosa puede llegar a ser preocupante. Taylor Lautner, el «megahípercachondoquetecagas» hombre lobo de ‘Crepúsculo’, capitanea su primer thriller a las órdenes de John Singleton (‘Justicia poética’). El problema del bueno de Lautner es que no conecta ni con los dioses de la interpretación (verle llorar o buscar seriedad chirría más que las películas de Raphael), ni, lo que es peor, engancha al público objetivo de este tipo de filmes. Con una narración endeble plagada de solidísimos secundarios (sólo se explica la presencia de Sigourney Weaver o Alfred Molina, además del cheque, por conseguirle clases de apoyo al chaval), la única justificación para continuar su visionado se basa en los frecuentes mamporros del mozo. Aunque, seamos justos, sufriéndole en una pelea de tren contra un doble agente ruso, tampoco se le adivina mucho futuro por ese camino.
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Libros
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Zurita/Zurita GABRIEL TORRES CHALK
RAÚL ZURITA
En junio de este año se ha publicado la inmensa obra de Raúl Zurita que lleva por título ‘Zurita’, donde se desarrolla una reflexión, reestructuración y reinvención de textos y materiales ya publicados junto a nuevos contenidos. Ha sido la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile quien ha tenido el gran acierto de llevar a cabo esta edición que, ya conociendo obras como ‘Purgatorio’, ‘Inri’, ‘La Vida Nueva’, ‘Anteparaíso’ o la exquisita edición realizada por Del Centro Editores de Madrid titulada ‘El paraíso está vacío’, consolida una obra sublime que hemos definido en otra ocasión como una obra que tiene su comienzo antes de la palabra escrita.
Zurita UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES, SANTIAGO DE CHILE, 2011
«Desde los lugares de este exilio sudamericano, como uno repetido, te hablo del trabajo de asumir en los límites de nuestra vida la construcción del Paraíso. Yo soy un hambriento, esto es, uno repetido en el hambre. Yo sufro, esto es, uno repetido en el sufrimiento. Yo tal vez esté condenado, esto es, uno repetido en la condena. Yo soy un trabajador del arte y moriré, pero el trabajo del que te hablo no es una preparación para morir, escuchen el latido de sus corazones.» Con la pregunta ‘¿Qué es el paraíso?’ se crea el proemio con el que comienza un camino hacia la vislumbre del paraíso que se desarrolla en lo que hemos nombrado como la estética de la verticalidad. Las fotografías de los acantilados de Chile utilizados de forma asesina, cruel, infame y perversa por la dictadura chilena se encuentran renombrados y vencidos por el arte que impone su verso sobre las rocas. Junto a las fotografías los sueños de Kurosawa van puntuando el ritmo de las diversas secuencias poéticas que refleja una profunda e intensa reestructuración y revisión de textos como ‘Purgatorio’, ‘Inri’ o ‘Anteparaíso’ para desarrollar una vida nueva desde un cuestionamiento de la identidad –otro más si cabe– desde el propio juego del título ‘Zurita’. Intertextualidad y reflejos ‘Zurita’ es un viaje hacia y desde el sufrimiento incorporado en la palabra poética, y por ello es un viaje hacia la propia palabra y su cuestionamiento: ¿hasta qué punto puede la palabra expresar el dolor, hasta qué punto puede la palabra reflejar el sufrimiento individual y colectivo? Tal vez la respuesta esté en el silencio. Esta partitura que lleva por título ‘Zurita’ consiste también en una estética donde el silencio es una clave interpretativa fundamental. La intervención del lector/observador es, por tanto, esencial. Éste desciende a la vez que desciende la palabra y asciende a la vez que asciende el silencio. Pero de la misma forma que ‘Zurita’ es el reflejo de Zurita en el espejo del mar/acantilado, el lector es el reflejo del silencio en el espejo imagen/texto. «El cielo ha sido desde siempre el lugar que hemos ido llenando con las carencias de la vida. Como tantos, despojado, el año inicié mi trabajo entendido como una práctica para el Paraíso, no para el cielo vacío. El inicio de su camino se abre con el acto de haber quemado mi cara porque todavía
Raúl Zurita durante una lectura de sus poemas en Eivissa el pasado año. J. A. RIERA
Esta partitura que lleva por título ‘Zurita’ consiste también en una estética donde el silencio es una clave interpretativa fundamental Esta intertextualidad supera el espacio textual para desarrollar redes de significación de sentidos y sinsentidos entretejidos en la textura del desierto
no era posible marcar el cielo con el hecho corregido de nuestras vidas, pero en el documento de esa quemada se relaciona este acto con las estrellas de la noche.» Una intertextualidad prodigiosa genera un mosaico cultural de grandes dimensiones en la obra de Raúl Zurita. Esta intertextualidad supera el espacio textual para desarrollar redes de significación de sentidos y sinsentidos entretejidos en la textura del desierto, de las cordilleras y los acantilados, los ríos y el mar y el cielo. Sí, palabras escritas en el cielo con el humo de los aviones porque la palabra poética –el arte– es siempre una afirmación de vida: «Pero la nueva marca en el cielo, no en la cara, ese será el Paraíso». La reflexión es entonces: Paraíso/Paraíso desde la identidad universal e individual: Zurita/Zurita. Escucho la voz del acantilado –umbral hacia el Océano Pacífico. Las grietas de los acantilados son heridas pronunciadas, reveladas. La estratificación temporal tarde/noche/amanecer estructura la nueva secuencia poética de la vislumbre del paraíso en formas de visiones crepusculares: «Verás un mar de piedras», «Verás margaritas en el mar», «Verás un dios de hambre», «Verás un país de sed», «Verás el mar en las cumbres»,
y así progresivamente a lo largo de más de setecientas páginas hasta «Verás no ver» y finalmente «Y llorarás». Desde el vacío/muerte se propone una afirmación de vida, una resurrección en el arte: «Oímos caer el mar, las cumbres, las llanuras/y eran nuestros cuerpos ciegos los que se/derrumbaban amontonándose debajo de las/piedras. Las margaritas gimen y tal vez ellas/son los dedos que nos palpan tocando en nosotros las vaciadas costas». El pliegue yo/otro consiste en el pliegue ver/no ver como reflejo de la crueldad contra los ojos antes de lanzar los cuerpos sobre los acantilados. Pero la resurrección en la palabra poética devuelve la mirada de la memoria incorporada. En las manos del niño/poeta radica la esperanza. La anulación de la identidad –tachar el nombre– es parte del proceso de la configuración del mensaje. El ritmo convoca la reconstrucción de la memoria, de la palabra contra el olvido y la memoria se hace cuerpo: «Mis hijos están desaparecidos y mis restos/son pasto de aves carroñeras y fieras. Tú que/lo sabes Zurita ¿te dije alguna vez que sufría?». La afirmación es diáfana: yo no soy yo cuando escribo. El yo es un pliegue en los aguijones del acantilado y es otro quien me escribe. Energía poderosa Una energía poderosa que proviene de la reinvención del romanticismo ya latente en Dante permea la secuencia poética: ‘Inferno’, ‘Purgatorio’ y ‘Paradiso’ como impulsos eléctricos en una imaginación poética/simbólica. Recordemos, por ejemplo, que ‘La vida nueva’ como secuencia dentro del texto ‘Purgatorio’ consiste en una secuencia de electroencefalogramas que en el momento de la prueba o análisis el registro de la actividad eléctrica del cerebro fue trazando los impulsos de las cordilleras, los cielos y los desiertos de un nuevo espacio. Estos poemas
visuales (‘Arrumbadas Planchas’) de ‘Purgatorio’ –electroencefalogramas– convocan posibilidades de lectura cuya superposición de contenidos –el simbólico sobre el lógico o científico– elaboran nuevamente una fuerza desbordante de la imaginación proponiendo una poética que supera la física de la página. El electroencefalograma como registro inmediato de la actividad del cerebro se ve invadido por la vislumbre del paraíso –se ve invadido por el horror y el dolor que renace en forma de amor capaz de vivir en el arte antes de dar paso a ‘¿Despertaremos entonces?’. Es la maestría de la técnica también: una armadura lógica conteniendo una inmensa alucinación, la destrucción irracional, el memorial del dolor. Un mosaico de caminos hacia INRI desde la ‘Costa norte de Chile, acantilados’ culminando el libro con las fotografías de los acantilados mostrando los versos que ascienden hacia el cielo en un reflejo de la incorporación de la geografía de Chile en la geografía de mi sufrimiento. ‘Purgatorio’ es el trazado del ‘Inferno’ al ‘Paraíso’ en ‘La Divina Comedia’. Una vislumbre estética/tangible que en la obra de Zurita se traduce en ‘Anteparaíso’/’Inri’ y ‘La vida nueva’, en su inmensa versión de la vislumbre del Paraíso desde una resurrección del cuerpo en al arte y venciendo con amor el horror de la dictadura y del terrorismo de Estado. Se nos dice que el paraíso está vacío antes de reinventar la nueva vida. La forma en que las instituciones del Estado e Iglesia en ese contexto a través de los brazos de la ciencia y el logos son magistralmente des/construidos mostrando la falsedad y perversión de sus propuestas convirtiendo ‘Zurita’ en una obra maestra. Hace ya unos años le pregunté a Zurita sobre una aproximación hacia una definición del significado de la poesía. Esto fue lo que contestó: «La poesía es posiblemente esa x de la ecuación que media entre nuestra infelicidad real y la vislumbre del paraíso. Siento que se escribe desde una cierta irreparable desesperación y a la vez desde una también imposible alegría, del encuentro de esos fantasmas nace la escritura. La escritura es como las cenizas que quedan de un cuerpo quemado. Para escribir es preciso quemarse entero, consumirse hasta que no quede una brizna de músculo ni de huesos ni de carne. Es un sacrificio absoluto y al mismo tiempo es la suspensión de la muerte. Es algo concreto, cuando se escribe se suspende la vida y por ende se suspende también la muerte. Escribo porque es mi ejercicio privado de resurrección». (‘Imagen de Raúl Zurita: La vislumbre del paraíso’) Con esta obra inmensa y sublime en la mano es necesario expresar y solicitar que la trayectoria de Raúl Zurita es merecedora del Premio Cervantes.
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Arte
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Erró en Fráncfort Pedro Martín Matilla l islandés Guomundur Guomundsson (Ólafsvik, ) tomó el nombre artístico Erró después de un viaje por España en su juventud. Creció en una apartada granja de la remota y despoblada Islandia escuchando las sagas que su tía le contaba, vivió con ella tras la separación de sus padres. Las sagas islandesas son epopeyas en prosa, historias épicas de carácter dramático, como la que recogió el escritor Snorri Stúrluson (-) sobre Sigurd I ‘el peregrino a Jerusalén’ y su singladura por el Atlántico y el Mediterráneo hasta fondear frente a es Carnatge (Formentera) el año y enfrentarse, utilizando una sagaz estratagema, al sarraceno Mohamed, resguardado con su tropa en sa cova des Fum en La Mola. En es Carnatge vive Erró desde , pero hasta que el azar –o el eco en la memoria de aquellas historias que escuchaba a la luz del fuego– trajo a la isla por primera vez al pintor en , ha sido protagonista de una vida intensa, nómada y creativa. Con el tiempo llegaría a realizar más de un centenar de exposiciones individuales y unas ciento veinte colectivas en las más importantes galerías y museos del mundo. Los primeros estudios artísticos los realizó en la Escuela de Bellas Artes de Reykjavik (Islandia), donde además se graduó en como profesor e impartirá clases. Posteriormente ampliará estudios en Oslo (Noruega), Florencia y Ravena (Italia), y en este país conocerá en a Jean-Jacques Lebel con quien mantendrá una sólida amistad y colaboración artística hasta nuestros días. La primera exposición individual de Erró fue en Milán, en , año en el que se casa también por primera vez. En , después de exponer en Jerusalén y Tel Aviv, se instala en París donde colabora con el pintor chileno Roberto Matta (-). En participa en una muestra colectiva en Nueva York, ciudad que le causará un gran impacto por la efervescencia de su mundo artístico y la visión del derroche y abundancia del sistema capitalista. A su regreso de Estados Unidos expone en varias ciudades europeas y por primera vez en Fráncfort en . Al año siguiente decide instalarse en Nueva York, donde expondrá en la galería Gertrude Stein y pintará el primero de sus impactantes scapes, ‘Foodscape’, a la manera de un collage a gran escala de x metros. Las décadas siguientes llevarán a Erró a recorrer el mundo y profundizar en un complejo trabajo de composición en la que emerge la creatividad de una figura solitaria, con un camino que le es propio y que no tiene parangón. En ocasiones se le ha tratado en vano de enmarcar dentro de la nueva figuración o el pop art, pero su obra vista en conjunto no admite ni una ni otra etiqueta, aunque en determinados casos aparezcan elementos puntuales que puedan relacionarlo con estas tendencias. Antes de la aparición del término globalización y la subsiguiente saturación de imágenes y mensajes consumistas, Erró recogió, como en un atlas de imágenes y tratando de dar cohesión critica a todo el magma visual de una forma narrativa, irónica y no exenta de un gran sentido del humor, el aluvión de imágenes que los medios de comunicación
E
El artista islandés Erró en la inauguración de su muestra pictórica en Fráncfort. PEDRO MARTÍN
En estos cuadros de gran formato aparece el abundante hasta el exceso material producido por nuestro desbocado hábito consumista
y la sociedad de consumo descargan sin interrupción en nuestras retinas. La exposición en la Schirn Kunsthalle de Fráncfort se inauguró con la presencia del embajador de Islandia en Alemania entre otras personalidades el pasado día de octubre y permanecerá abierta al público hasta el de enero del . Recoge paisajes de sus series scape en las que actualmente sigue trabajando. En estos cuadros de gran formato aparece el abundante hasta el exceso material producido por nuestro desbocado hábito consumista, y para realizar estos ‘paisajes’ Erró recoge durante meses, en ocasiones años, el material visual que organiza como un collage previo a la realización de la obra pictórica. Paisajes de x metros excepto el apabullante ‘Sciencefictionscape’ , de x cm. La Schirn presenta en esta retrospectiva titulada ‘Erró: Retratos y Paisajes’, además de los scapes, la serie de treinta retratos dobles ‘Los monstruos’, que solo se había mostrado anteriormente en . La serie la constituyen una galería de grotescos personajes públicos con el rostro distor-
sionado, quizá porque no solo las figuras públicas tienen el rostro que quieren mostrarnos. Mediante esta yuxtaposición de imágenes contradictorias, Erró ofrece una propuesta visual sugerente y desmitificada del juego de la apariencia oficial. La retrospectiva recoge también las cuatro películas experimentales que Erró realizo entre y . Son una muestra de la corriente contracultural y underground de aquellos años y están muy relacionadas con su obra pictórica. Como actor participó en dos películas del director Martial Raysse y una de Valerio Adami. Su film ‘Grimaces’ () se estreno en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) y cuenta con la participación de algunos de los artistas más relevantes del arte contemporáneo: Lichtenstein, Mondino, Roberto Matta, Saura, Marcel Duchamp, Eduardo Arroyo, Pistoletto, Christo, Berrocal, Cesar, Andy Warhol, Vostell, Wifredo Lam o Man Ray entre otros. Reconocimientos Desde que se celebró la primera retrospectiva en Islandia () sobre la ingente y diversa obra de Erró las muestras de reconocimiento a esta figura solitaria del arte no han cesado. Los cuatro países escandinavos en . En la Grey Art Gallery de Nueva York y el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. En el Museo Es Baluard de Palma y la ciudad de Mannheim (Alemania). En el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). El pasado año el Centro Pompidou (París). Su dedicación y coherencia artística ha sido recompensada con el nombramiento en Francia de Oficial de la Orden de las Artes y las Letras, además de Caballero de la Legión de Honor, también le han sido concedidos importantes reconocimientos cívicos en los países escandinavos.
Erró está casado en segundas nupcias con Vilaï Permchit. Juntos, desde , han instituido varios premios para fomentar y apoyar a jóvenes artistas en Tailandia, lugar de origen de su esposa y en Islandia. El interés, la generosidad y el apoyo que presta al arte que desarrollan los mas jóvenes se puso de manifiesto también en la exposición que Erró realizó en la Sala Municipal de Sant Francesc Xavier en , donde compartió la sala con los alumnos de la escuela de pintura de la artista Teresa Matilla. Las dieciséis obras de la muestra fueron donadas por el pintor islandés al Consell de Formentera. En , Erró sufrió un grave accidente cuando circulaba con su moto Vespa, un vehículo al que mantenía fidelidad desde su estancia en Italia. Afortunadamente superó aquel trance y su frenético ritmo de trabajo no se ha resentido. En la galería Schirn de Fráncfort, creada en , han recibido público reconocimiento las trayectorias de artistas como Magritte, Matisse, Picasso, Paul Klee, Beuys, Yves Klein, Moholy-Nagy, Francesco Clemente, Julian Schnabel y ahora Erró, que en todas sus declaraciones a los medios hace referencia a su estudio de Formentera, donde durante sus estancias veraniegas desde prepara los bocetos y estudios preliminares de sus grandes obras que lleva después al lienzo en su estudio de París. No existe atisbo ni la mas mínima intención de una próxima jubilación o disminución del ritmo creativo, confirmó Erró durante la rueda de prensa previa a la inauguración. Y como muestra, basta recordar que actualmente, además de Fráncfort, Erró tiene dos exposiciones en marcha: en la Hilger Brotkunsthalle de Viena, junto con su amigo Jean-Jacques Lebel, y en el Hafnarhús, dependiente del Museo de Arte de Reykjavik.
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Turno de palabras
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Ese pájaro esquivo Miguel Ángel González
on razón decimos que la felicidad es un pájaro esquivo y que más vale pájaro en mano que ciento volando. La verdad es que la felicidad es una quimera, ese horizonte que nunca alcanzamos, un sinónimo de U-topía que significa ‘no-lugar’ o ‘lugar imposible’, un sueño que el hombre utiliza desde que el mundo es mundo como señuelo para seguir caminando. Resulta revelador que casi nunca utilicemos en singular la palabra ‘felicidad’. Preferimos el plural –¡muchas felicidades!– porque sabemos que una sola cosa no nos da la felicidad y pensamos que la obtendremos sumando cuantos momentos felices podamos atrapar. Y porque de la felicidad cada cual tiene su particular idea. La celda que es una bendición para el monje es una tortura para el presidiario. Uno ve la felicidad en el matrimonio y otro en el divorcio. Usted puede soñar con escalar el Himalaya y yo refocilarme con la mujer del vecino del quinto. Usted puede querer un coche de alta gama y yo estudiar la vida del ornitorrinco. Marco Warrón ya daba hace dos mil años doscientas ochenta y ocho nociones diferentes de felicidad. Y es que si la felicidad consiste en conseguir lo que uno desea y cada hombre abriga un deseo distinto, será difícil encontrar a dos personas que tengan de la felicidad un mismo concepto. Incluso los paraísos de las religiones son distintos. En el cielo cristiano nos esperan coros angélicos cantando salmos mientras que el paraíso musulmán nos ofrece ríos de leche, miel y perfumadas huríes.
C
Utopías La felicidad, por otra parte, es circunstancial. Por eso son distintas las Utopías de Moro, Campanella o Stiblin. Quien crea utopías es hijo de su siglo y las construye con los materiales que tiene a mano. Su ‘sueño’ depende de su vigilia. Pero siendo circunstancial, la aspiración del hombre a la felicidad es innata y tan ineludible como la gravitación universal. Es un afán ineludible que viene provocado por la insatisfacción que nos genera el hecho de conocer la propia contingencia. Y es un sentimiento tan poderoso que, como comentaba Aristóteles, incluso el hombre más religioso pone la felicidad por encima del mismísimo Dios, pues si para el hombre no constituyera Dios su propia felicidad, le sería imposible amarle. Y lo sorprendente, siendo un sentimiento tan arraigado, es que seguimos sin saber qué es la felicidad. Preguntarse por la felicidad es como preguntarse por qué la circunferencia es redonda, por qué arde el fuego o por qué dos y dos son cuatro. El hombre es un animal utópico como es mamífero y vertebrado. Pero esta forma de ’animalidad consciente’ que somos y que fabrica utopías nos crea problemas. Walt Whitman se fijó en que los animales no se inquietan ni se quejan de su suerte, no tienen que pagar hipotecas, no se preocupan de almacenar cosas, no se despiertan a media noche con remordi-
«En este sentido, la palabra felicidad, hoy, se parece mucho a ese pozo del que hemos sacado tanta agua que se ha quedado seco. Como el pozo, la palabra felicidad se ha quedado vacía»
mientos y no temen a dioses ni a demonios. Se mueren como nosotros, eso sí, pero no le tienen miedo a la muerte porque no saben que van a morirse. Los animales son, sin saberlo, naturalmente felices. Y otro problema no menor con la felicidad lo tenemos en el mismo lenguaje porque la misma palabra ‘felicidad’, por usarla mal y en demasía, ha perdido en gran medida su significado. Cuando las palabras están cansadas –como es el casodeberíamos darles un respiro y dejar de utilizarlas, crear como una veda parecida a la que hacemos con los animales en vías de extinción, de forma que la pobre palabra se recuperara. En este sentido, la palabra felicidad, hoy, se parece mucho a ese pozo del que hemos sacado tanta agua que se ha quedado seco. Como el pozo, la palabra felicidad se ha quedado vacía. En todo caso, con referencia a la felicidad de marras y a las utopías, el carpe diem sigue siendo un excelente consejo. Los momentos felices conviene cazarlos al vuelo. Opor Oportunidades pasajeras Es importante no quedarse en el an-
«El hombre es un animal utópico como es mamífero y vertebrado» D. I.
dén cuando pasan los trenes porque todo lo que tenemos sólo son oportunidades pasajeras. Y conviene también respetar a los que se declaran escépticos con relación a la felicidad, aquellos que aún aprovechan lo que el destino les ofrece pero renuncian a perseguir la felicidad porque no quieren ser ese asno que, sin pensar, va detrás del nabo que le colocan delante. Es una renuncia que nace del convencimiento de que la felicidad, en términos absolutos, es un imposible. Podríamos decir que el escéptico sólo busca la mínima dicha que consiste en evitar la desdicha, el esfuerzo inútil y la decepción. Es la lección del pragmático Diógenes. Cuentan que muchos aprendían de sus labios la verdad y que Alejandro Magno quiso premiarle, de manera que acudió a verle y le dijo: –«Dime, Diógenes, ¿qué recompensa quieres?» Diógenes se hallaba en aquel momento tomando el sol y respondió: –«Señor, sólo quiero que os apartéis un poco, porque me tapáis el sol».
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Entrevista
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María Jesús Soler | AUTORA DEL LIBRO ‘RIGOBERTO SOLER, DE CERCA’
«Soler dominaba la figura y era un maestro en el dibujo» La sobrina del pintor reconstruye en un libro su trayectoria artística y su estancia de 30 años en Santa Eulària VICENTE VALERO
En la memoria de Santa Eulària el pintor alicantino Rigoberto Soler (-) ocupa una lugar especial. Vivió en este pueblo entre y , pintó a sus vecinos y amigos, se convirtió en un personaje querido y admirado. Su sobrina María Jesús Soler, doctora en Filosofía y también pintora, acaba de publicar una biografía y estudio del artista, ‘Rigoberto Soler, de cerca’ (Generalitat Valenciana, ), que continene numerosas reproducciones de cuadros pintados en la isla y ofrece un riguroso perfil de su trayectoria. —¿Cuándo y por qué razón se instaló Rigoberto Soler en Santa Eulària? —Fue hacia finales de o inicios de . Más que hablar de una razón hubo, cronológicamente hablando, una cierta yuxtaposición de posibles razones. Era una persona autocrítica y no caería en saco roto la apreciación del crítico Rafael Domènech que, a propósito de la Exposición Nacional de en la que el pintor había obtenido una Medalla, le recomendaba cambiar de ambiente pictórico, saliendo de la tutela de su maestro José Mongrell. Por otra parte Rigoberto estaba a caballo entre Valencia y Barcelona, adonde se fue en con su maestro Mongrell, amigo de Santiago Rusiñol, que había estado en Eivissa. No es difícil suponer que tendría noticias de la isla en determinadas tertulias. Santa Eulària era el lugar ideal para él, una especie de Arcadia perdida donde podía recuperar el paisaje natural, recuperación que tenía como telón de fondo la protesta ante los efectos de la industrialización y mercantilización. Además, teniendo en cuenta que llevó como bagaje una caseta valenciana desmontada, encontró en Santa Eulària el lugar adecuado para los medios económicos de que disponía: la playa donde desembocaba el único rio de la isla. El nomadismo de ir con la casa a cuestas a modo de un caracol, dejó paso a un afincamiento que duraría veinticinco años. Otra razón importante para instalarse en Santa Eulària fue el ejercicio de su libertad. Era un espíritu libre. —Como sobrina de Soler, usted oiría hablar de Santa Eulària en casa. —Yo, siendo muy pequeña, empecé a oir hablar de Santa Eulària sobre todo a mi padre cuando hablaba de su hermano Rigo, que era el nombre familiar de Rigoberto Soler. Ya siendo más mayor le oía hablar a él con mi abuela o con mi padre de Mariano de ‘Rosita’, de Eulària Noguera, de Mayans, de Riquer, de sus vecinos alemanes, de Rosita, de Manolita, del Royalty, de Can Cosmi, del Buenavista, de Elliot Paul, al que se refería con cierta picaresca o picardía, por el gesto que hacía... Pero he de decir que en aquel entonces lo que yo percibía solo eran nombres que él mencionaba con afecto y ahora pienso también que con agradecimiento, aunque no prestaba atención a las conversaciones, pues yo estaba
María Jesús Soler presentó ayer su libro en Santa Eulària. MOISÉS COPA
«Su pintura es muy valorada por los coleccionsitas. Y es difícil de encontrar, pues mucha de ella se halla en el extranjero» por edad en otra onda. Sin embargo, cuando el pasado año estuve en Santa Eulària, como los recordaba, empecé a indagar… Mis recuerdos empezaron a tomar forma. —Elliot Paul menciona a Soler en numerosas ocasiones en su libro 'Vida y muerte de un pueblo español'. —Es cierto. La semblanza que hace de él en la primera parte es ciertamente novelesca con ciertos estereotipos e hipérboles, desde mi punto de vista. No es así en la segunda parte de la obra, donde muestra a un Rigoberto Soler comprometido con sus ideas y solidario con sus vecinos y amigos de cualquier signo político, pues aunque Rigoberto era de ideas republicanas tenía un sentido de la amistad muy profundo, libre de prejuicios. —¿Por qué razón se marchó de la isla? —No por gusto, sino por necesidad. Santa Eulària era su hogar, allí se afincó, construyó su casa en la que tenía su estudio. En Santa Eulària conoció a Clara Sinderman, con quien se casaría. Hizo excelentes amigos. Era feliz. Pero los años pasan. También para él pasaron. Llegó un momento que no podía compatibilizar
su trabajo en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge en Barcelona con las estancias vacacionales en Eivissa. La artrosis hizo mella en él y Clara comenzó a tener dolencias. En definitiva, en vendió la casa y se instaló en Barcelona. ¡Cuánta nostalgia había en él cuando me contaba cosas de Santa Eulària! Yo ya estaba estudiando Filosofía. O dicho de otra forma, ya no era ‘pequeña’. Pero me hablaba como a retazos, suspendiendo la mirada y luego se sonreía y… cambiaba de tema. —¿Cómo describiría su pintura? —Es algo complicado en pocas líneas y no sujeto al típico «me gusta» o «no me gusta». Es una pintura con mucha fuerza y al mismo tiempo de gran sensibilidad. En ella se da una mezcla curiosa de realismo costumbrista, al principio, y de impresionismo en la medida de su luminosidad y pincelada. También tiene un registro social que se advierte en muchos de los personajes de sus escenas. Si pensamos en los retratos, excepto en algunos, generalmente los acompañaba de algo ajeno al personaje representado, con lo cual creaba una atmósfera. Rigoberto Soler dominaba la figura, era un maestro en el dibujo y eso se nota en el tratamiento de la misma así como en sus composiciones. Lo mismo pasa con el paisaje y las escenas. En ambos, el uso de la perspectiva cromática o aérea genera unos puntos de gran tensión y armonía al tiempo. Fue un pintor fiel a sí mismo en su trayectoria —¿Qué le ha impulsado a escribir este
libro ahora? —Es algo que quería hacer desde hace tiempo. Esta pregunta me la hizo en Valencia el escultor José Esteve Edo cuando le hice una entrevista a propósito de Rigober. En aquel momento, espontáneamente y de forma rápida y concisa le respondí: porque se lo debo. Había ido recopilando material del archivo familiar, de hemerotecas. Pero sobre todo tenía el deseo de hacerlo y por eso lo he hecho. —Usted también se dedica al arte. ¿Qué influencia aprecia de su tío? —La influencia más importante en mí es que supo educar mi mirada y valorar lo que yo hacía en mis dibujos tanto escolares como libres. Cuando empecé a pintar, de pequeña, mi referente era él. Desde hace ya mucho tiempo y en la actualidad mis registros son diferentes. Sin embargo, aunque lo sean, permanece en mí la importancia del color, de la composición y del dibujo. Cada vez soy más esquemática, pero no hay que olvidar que para poder abstraer, deconstruir, hay que saber previamente construir. —¿Cree que está suficientemente valorada la pintura de Rigoberto Soler? —Según se mire. Pertenece a una época en que la crítica aglutina a muchos artistas en torno a Sorolla, lo cual, desde mi punto de vista, es un error. Su pintura es muy valorada por los coleccionistas. Y es difícil de encontrar, pues mucha de ella se halla en el extranjero.