Narciso Pizarra. siglo veintiuno de españa editores sa. Análisis estructural de la novela

Narciso Pizarra siglo veintiuno de españa editores sa Análisis estructural de la novela Primera edición, 1970 SIGLO X X I D E ESPAÑA © Emilio Ru
Author:  Lidia Soler Soto

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Narciso Pizarra

siglo veintiuno de españa editores sa

Análisis estructural de la novela

Primera edición, 1970 SIGLO X X I D E

ESPAÑA

© Emilio Rubín, 7 — Narciso Pizarro, 1970

E D I T O R E S , S.

A.

Madrid-16

D E R E C H O S RESERVADOS CONFORME Impreso y hecho en E s p a ñ a Prlnted and made in Spain Depósito Legal: B I - 2281 - X970 Impreso en GRÁFICAS ELLACURIA Buenos Aires, 13. Bilbao

A LA L E Y

Í N D I C E

ADVERTENCIA

IX

INTRODUCCIÓN

1 Frimera

LA «SOCIOLOGÍA

Parte DE LA

NOVELA»

CAPITULO I: Los fundamentos de la sociología de la literatura de Luden Goldmann

11

CAPITULO 11: La sociología de la novela y la noción de estructura

33

Segunda

Parte

ESTRUCTURALISMOS Y TEORÍAS LA IDEOLOGÍA

DE

CAPITULO IIÍ: Lingüística y análisis estructural de los relatos CAPITULO IV: guaje CAPITULO V:

67

Las teorías de la ideología en el len­ 107 La estructura de la novela

139

Advertencia

Este trabajo es un ensayo, es decir, la redacción provisional y sumaria de las conclusiones parciales de una investigación en curso. IM división en dos partes corresponde a dos etapas de la investigación: la primera, un examen de la sociología de la novela de L. Goldmann, corresponde a lo que fue el origen de una reflexión "sociológica" sobre las producciones culturales. La segunda parte de este trabajo es el testimonio de lo que la semiología y otras disciplinas producen como efecto en la reflexión sociológica: una forma distinta de plantear problemas distintos. Creo que, continuando el trabajo empírico y teórico sobre estos temas, llegaremos, mis colegas y yo, a modificar sustancialmente muchos de los planteamientos y de las conclusiones aquí expuestas. Actualmente, las investigaciones sobre la lingüística del enunciado así como las nuevas tendencias de la semiología francesa están aportando contribuciones con las que hay que contar. Cuando este libro sea publicado ya estará, en muchos aspectos, sobrepasado... Tengo que agradecer aquí la ayuda de mis colegas y amigos de las Universidades de Québec {Campus de Montreal) y de Montreal, señora Nicole Frenette, señores De Ipola, Bourque y Van-Schendel, sin cuyas críticas este trabajo seria peor, así como las de los señores Marcel Chouinard y Gaetan St.-Pierre, asistentes de investigación y amigos, que han vereficado empírica-

mente muchas hipótesis y sin cuyas pacientes críticas e interesantes sugestiones hubiera dejado de lado muchas cuestiones importantes. Finalmente, agradezco a la señora M , " Lourdes Ortiz su traducción de las partes de este texto escritas, originalmente, en francés. N. Montreal,

abril 1 9 7 0 .

FIZARRO.

Introducción

L a literatura ha sido durante m u c h o tiempo el do­ minio " sacralizado" de la actividad humana, debido a la existencia de una mitología de la "creación" que la sustraía precisamente del dominio de la ciencia. Sólo desde hace escaso tiempo se aplican métodos científi-' eos para el estudio de la hteratura. ^ L a aplicación de estos métodos ha despertado entre el público y los crí­ ticos literarios tradicionales las mismas reacciones que provocaron las primeras tentativas de elaboración de una ciencia de la naturaleza. Pero como los especialis­ tas de la literatura poseen un profundo sentido de lo sagrado, han exigido el respeto de la especificidad del hecho literario: los sociólogos han tenido que tranqui­ lizarles afirmando que su tentativa no iba a producir una "reducción" de la especificidad, sino que pretendía ante todo su explicación y su comprensión. Pierre Macherey ha realizado una extensa crítica de los críticos ^ y ha enunciado con claridad la necesi­ dad de construir una teoría de la producción literaria: su obra plantearía los primeros jalones. Sin embargo, en Para una teoría de la producción literaria sólo conseguía delimitar el lugar que debería ocupar una teoría de 1 L a expresión "aplicar métodos científicos" implica una división que en realidad no existe entre un método pre-existente y su aplica­ ción a objetos concretos. L a empleamos aquí no sólo porque se halla consagrada por el uso, sino además porque describe el camino seguido en los comienzos del estudio científico de la literatura. 2 Fierre M A C H E R E Y , Four une. théorie de la production littéraire, París, Maspero, 1966, p. 332.

[1 ]

2

INTRODUCCIÓN

este tipo, sin llegar a hacer la conceptualización preli- , minar a toda tentativa de construcción de una teoría de carácter general. E n la elaboración de las teorías, la conceptualiza­ ción es una etapa fundamental, cuya importancia se debe resaltar en todo momento. L a formación d e los conceptos científicos es una tarea que choca con nume­ rosos obstáculos como ha demostrado Bachelard a lo largo de su obra sobre la génesis de los conceptos en la historia de las ciencias de la naturaleza. E n una pri­ mera aproximación, el investigador sólo dispone para aprehender su objeto de estudio de las palabras del lenguaje vulgar, de los conceptos del conocimiento co­ mún. E n su primera tentativa de categorización, el investigador se ve sometido a las imágenes, a analogías que le conducen a generalizar sus primeras observacio­ nes y "se generalizan las primeras observaciones cuando sólo un momento antes no se observaba nada"^. E l estudio de las relaciones, el enunciado de las leyes empíricas, la construcción de teorías, sólo son posibles cuando se dispone de categorías adecuadas. P e r o estas categorías no nos son dadas por la observa­ ción. E s necesario construirlas, porque, como dice B a ­ chelard, " e l primer obstáculo es la experiencia primera, la experiencia situada antes y por encima de la crí­ t i c a . . . " . * Situado ante sus propias observaciones, sin recurrir a una conceptualidad rigurosa, coherente y bien fundada, uno se ve forzado a titubear, sometido a sus prejuicios que toman forma de pre-conceptos. E n t o n c e s se empieza a comparar y toda comparación al ser "ger­ men de mitologías tiende a explicar mediante las falsas luces del conocimiento común, aquello que debía ser esclarecido discursivamente".* P o r muy honesta que 3 Gastón BACHELARD, La jormaüon rí», Vrln, 1947, p. 20.

p.

4 G. BACHELARD, op. cit., p. 23. 5 o, BACHEL.4RD, Le materialisme 21).

de

l'esprit

rationnel,

scientifigue,

París,

Pa­

PDT, 1953,

INTEODUCCION

3

sea la observación n o garantiza la objetividad de las descripciones que de ella se hacen, porque se aplican a los objetos, categorías que, aunque n o son siempre "imágenes generalizadas", provienen con frecuencia de otros campos del conocimiento y no son adecuadas para el o b j e t o estudiado. L a adecuación de los conceptos a los' objetos espe­ cíficos a que deben ser aplicados, n o es el fruto de un camino rectilíneo con un sentido único, sino que es el resultado de un doble trayecto que va de l o real a lo racional y de la racional a lo real, en un ir y venir incesante. Como dice Bachelard: " . . . l a s revelaciones de lo real son siempre recu­ rrentes. L o real nunca es " l o que se podía creer", sino que es siempre lo que se hubiera debido pensar. E l pen­ samiento empírico es claro, después, cuando el instru­ m e n t o de las razones ha sido puesto a p u n t o " . ^

,

E n t r e los dos polos de este ir y venir, lo racional y lo real, no es posible elegir uno en provecho del otro y llegar a construir conceptos científicos. E n sociología de la literatura, donde l o real es la obra literaria que es preciso describir en primer lugar para, inmediata­ mente después explicarla, lo real es de un tipo especial­ mente peligroso que se corre el riesgo de describir con sus propias palabras y n o con las de la ciencia. Al hacer esto, la crítica literaria, que es una reflexión que versa sobre la obra, n o se convierte en una ciencia de la literatura. L a "seducción de la observación particular y coloreada",'' cuyos estragos denuncia Bachelard en la historia de los conceptos de las ciencias naturales, es en nuestro campo un obstáculo cuyo poder lo muestra la historia de la crítica literaria. Macherey hace un aná­ lisis profundo de las particularidades de e s t e tipo de discurso sobre las obras, que sigue siendo un arte por-

lA'6

G. BACHELARD, op. c i t . , p . 13.

7

G. BACHELARD,

op.

cit., p. 20.

4

INTRODUCCIÓN

que no ha sabido hallar la " discursividad característica del verdadero saber". ^ P e r o Macherey, demasiado preocupado por "reconocer en la obra el tipo de nececidad que la determina, y que n o se reduce indudablemente a un sentido", ^ olvida también, a su vez, esta etapa necesaria del trabajo teórico cuya necesidad, sin embargo, reconoce: la construcción de conceptos rigurosos. Admitimos con Macherey que "la obra debe ser elaborada, tratada, ya que sin ello nunca sería un hecho teórico, el objeto de un conocimiento; pero también que debe dejársela tal cual es, ya que si no, se elaboraría un juicio de valor sobre ella y n o un juicio teórico". P e r o n o basta con enunciar la necesidad de elaboración y de tratamiento de la obra; es preciso definir los métodos y las técnicas de esta elaboración, de este tratamiento. Aquí es donde fracasa la tentativa de Macherey y por ello es necesario que tomemos como punto de partida de nuestro análisis las tentativas de conceptualización que él critica (sin mencionarlas explícitamente) como las del Goldmann, a pesar de que Para una teoría de la producción literaria sea una advertencia contra los peligros de "la interpretación" que

8

P. M A C H E R E Y , op. cit., p. 15.

9 P. M A C H E R E Y , op. cit., p. 96. 10 P. M A C H E R E Y , op. cit., p. 96. Macherey considera a la novela corao lo daña que es necesario explicar, y en este sentido su atirmación es contradictoria con su voluntad explícita de definir lo que existe de especííicamente literario en la novela. E n efecto, el objeto puro, tal y como es presentado por la teoría del objeto, no existe. E n las novelas se pueden encontrar —y se encuentran— elementos de un discurso que no son específicamente literarios, sino ideológicos, elementos que se pueden hallar en los textos filosóficos además de en la novela. E l libro que tenemos ante nosotros es una novela, pero no solamente una novela; intercalados en el discurso novelesco do la novela se hallan otros discursos que hay que distinguir del primero, sin que esta distinción sea en modo alguno "un juicio de valor y no un juicio teórico". E n este sentido no estamos de acuerdo con esta connotación de la expresión de Macherey cuando afirma que es pracslao "dejar la novela tal cual es".

INTRODUCCIÓN

5

él identifica con la búsqueda de un sentido en la obra. " C o m o ha dicho Bachelard, "la dialéctica de lo racio­ nal y de lo experimental provoca constantes inversiones que hacen que sean totalmente vanas las descripciones de las primeras averiguaciones, totalmente inestables las primeras construcciones de conceptos". •'^ E s t a ines­ tabilidad es inevitable y fecunda, a pesar de que el primer sistema de conceptos sea falso: " t i e n e al menos la utilidad de desligar al pensamiento, alejándole de la experiencia sensible; el primer sistema moviliza al pen­ samiento". Y esta movilización del pensamiento per­ mite un retorno a la experiencia con preguntas nuevas y más precisas que modifican el sistema conceptual y permiten que recomience la dialéctica de la racionali­ dad y de lo empírico. P o r eso, en este trabajo vamos a hacer un estudio de la sociología de la novela de Lucien Goldmann, cuyo esfuerzo teórico es una ten­ tativa de construcción de una conceptualidad científica en literatura; a no ser que se adopte una actitud ente­ ramente empirista, el estudio científico de la novela no puede hacerse sin un análisis crítico de las teorías que versan sobre él. E l fin de nuestro trabajo es la construcción de un 11 P. M A C H E R E Y , op. cit., p. 94. E s t e "sentido" que Macherey no distingue del concepto goldmanniano de "estructura significativa", (iltiere a veces del "sentido de la obra" que Ma GE

>• BORORO

Claude LEVI-STRAÜSS, L'Anthropologie Structurale, ver siguiente (Hay trad. cast. Paidós. Buenos Aires 1969).

cita

78

LINGÜISTICA Y

Los mitos tupí, gé y bororo pueden entonces con­ siderarse como un grupo cerrado de transformaciones Actualmente Lévi-Strauss prosigue el análisis de conjimtos de mitos cada vez más amplios, con el proyecto de definir la estructura del pensamiento mítico, es de­ cir, el sistema ( c e r r a d o ) de transformaciones de todos los mitos. Sin entrar en más detalles respecto al método de Lévi-Strauss, hay que mencionar que, como el autor mis­ m o lo reconoce, el tipo de análisis que emplea es posible porque el relato mítico —^literatura o r a l — se caracteri­ za por el hecho de encontrarse entre la lengua y e l ha­ bla (curioso sentido para una meta-lengua) entre la sin­ cronía y la diacronía^^. E n efecto, si el mito pertenecie­ ra solamente al orden del habla — e n el sentido riguro­ samente saussuriano del t é r m i n o — tendría sólo una or­ ganización sintagmática, y no se podría estudiar un con­ junto de mitos como sistema. P e r o "dado" que se sitúa a medio camino entre ambos registros, el mito posee además una organización paradigmática que determina su construcción y que permite la elaboración de la mito­ logía como objeto sistemático, c o m o meta-lengua. Y tam­ bién, porque el mito es un tipo de discurso en el que, un anáUsis exclusivamente semántico, que deja de lado la configuración fonética, fonológica, sintáctica y morfoló­ gica del relato mítico, es posible y legítimo. Al menos tal es la opinión de Lévi-Strauss: " S e podría definir el mito como un modo del discurso en el que el valor de la fórmula traduttoretraditore tiende prácticamente a c e r o . . . L a sustan­ cia del mito no se encuentra ni en el estilo, ni en el 30 Ver: Claude LEVI-STRAUSS, Le Crü et le Cuit, París, Plon, 1964. Trad. castellana: "Lo crudo y lo cocido", F . C . E . , y también J e a n PANILLON, "L'Analyse des mythes", L'homme, vol. V I , eneromarzo 1966, págs. 100-105. 31. C. LEVI-STRAUSS, L'Anthropologie Structurale, p. 231.

UALISIS

ESTEUCTDEAL

79

modo de narración, ni en la sintaxis, sino en la historia narrada." L a posibilidad del análisis se debe, entonces, a una j^ropiedad del objeto analizado: el análisis del mito como historia, la forma de constitución de los mitemas como traducción, en una proposición simple, de los aconteci­ mientos narrados en el m i t o , es posible, porque en los mitos sólo importa el contenido E s e contenido, que se encuentra en la historia narra­ da por el mito —pero que no es esta historia— es conce­ bido c o m o una serie de oposiciones constitutivas del universo semántico, condición de posibilidad de la his­ toria mítica. Los mitemas establecen —manifiestan o expresan— las relaciones entre las categorías del uni­ verso mental que estructura los relatos míticos. E s importante comprender, en el método de LéviStrauss, que las unidades del relato mítico, los mitemas, aunque aislados carezcan de significación la tienenen el momento en que se definen c o m o manifestando las oposiciones constitutivas de la "arquitectura del es­ píritu" (oposiciones como lo crudo y lo cocido, lo puro y lo impuro, lo animal y lo vegetal) y que, entonces, el método de Lévi-Strauss está inseparablemente ligado a la existencia, independiente de los relatos estudiados, de una estructura de los significados, q u e los relatos ex­ presan, y de los que es la condición de posibilidad. Por eso los " m i t e m a s " se identifican a los signos: unen un significante, el acontecimiento de la historia q u e el mito relata, y un significado, que es una articulación de se­ mantemas, de categorías sémicas. E s esto precisamente l o que permite a Lévi-Strauss concebir la mitología como meta-lengua, y la meta-len,32 C. LEVI-STHAUSS, L'Anthropologie Structurale, p. 232. 33 C. LEVI-STBAUSS, L'Anthropologie Structurale, p. 233. 34 L o cual es discutido p o r B . y L . Makarius en "Des Jaguars des Hommes", L'Homme et la Société, n.» 7, 1968, pág. 231.

et

80

LINGÜÍSTICA y

gua como situada entre la lengua y el habla: el mitema, aunque sea, en realidad una frase, define para LéviStrauss, un signo. (Lévi-Strauss ignora completamente el problema de los niveles que menciona B e n v e n i s t e . ) Si la frase ( m i t e m a ) es signo, entonces hay articulacio­ nes de los significantes que permiten el acceso a las ar­ ticulaciones del significado. Y estas "articulaciones del significado" son la estructura del relato mítico, en la medida en que, por transformación de las relaciones en­ tre significantes, la misma estructura del significado se encuentra detrás de mitos distintos.

Encontramos en la metodología de Greimas los mis­ mos presupuestos que en la de Lévi-Strauss: ima con­ cepción del signo c o m o recipiente de un contenido cuya "estructura" está hecha de oposiciones y, en consecuen­ cia, un análisis esencialmente formalista del relato. Se puede discutir detalladamente la teoría del relato mítico de Greimas: será más fácil compararla con la de Lévi-Strauss y ver ulteriormente la teoría general de la significación de Greimas, su "semántica estructural" co­ m o generalización y sistematización de los postulados de Lévi-Strauss. Greimas considera, basándose en Lévi-Strauss, que hay tres elementos fundamentales a tener en cuenta en la descripción del relato mítico: a ) el armazón ("armat u r e " ) ; b ) el mensaje; c ) el código. P o r armazón Greimas entiende "la lengua del rela­ t o " , es decir, " e l conjunto de propiedades estructurales comunes de todos los mitos-relatos" conjunto que, según él, implica dos planos: S5

Lévi-Strauss

construye

el

mitema

como

traducción en

Irase simple, del acontecimiento narrado en el mito.

<

una

36 A. J. GBEIMAS, "Elements pour une théorie de l'interprétation du récit mithique", Communications, n.» 8, Seuil, p. 29.

ANÁLISIS

ESTRUCTURAL

a) El plano discursivo: "el mito considerado co­ mo unidad discursiva transfrásica" . b) El plano estructural: "la estructura del conte­ nido que se manifiesta por medio de la narración" Según Greimas, la lingüística se limita al estudio de la frase. Y el análisis estructural de los relatos no puede considerar al discurso c o m o una pura adición de frases, sino que, al contrario, lo debe considerar c o m o "un to­ do de significación". E l plano discursivo del relato (ho­ rizontal) es concebido como "una sucesión de enuncia­ dos cuyas funciones-predicados simulan lingüísticamente un conjunto de comportamientos que tienen una finali­ dad" E l plano discursivo posee una dimensión tempo­ ral. E n cambio, el plano estructural, la estructura del contenido, es la articulación de "estructuras elementales del contenido" —las "categorías s é m i c a s " — oposiciones de " s e m a s " . E l mensaje es, para G r e i m a s , la significación parti­ cular de cada mito, significación que se sitúa en los dos planos, discursivo y estructural. E n el plano discursivo, el relato es una sucesión de acontecimientos implicando actores L a descripción del relato en el plano discursi­ vo se hace mediante una serie de categorías actanciales: los actantes son individuales o colectivos, y dentro de esta clasificación, héroes-sujetos u objetos-valores*^, des­ tinatarios o destinadores, oponentes-traidores o ayudanles-fuerzas benéficasPero los actores o los aconteci37 Ibid., p . 29. 38 Ibid., p. 29. 39 Ibid., p. 29. 40 Se verá después cómo "el plano discursivo" ha sido bastante lilen descrito por Greimas. No p a s a lo mismo con el plano estruc­ tural y , p o r lo tanto, con sus relaciones. 41 E s t a discusión es inoperante. Veremos c ó m o los actores son •irnultáneamente sujetos y objetos. Ver capítulo siguiente. 42 Ver en A. J . Greimas, Langue et Langage, Larousse, París 1966, ni capítulo Béflexions sur les modeles actentiels, pp. 172-189, más Ki'neral. Usamos el artículo citado porque es m á s reciente y más «Imple.

32

LINGÜISTICA Y

mientas son para Greimas lexemas (significantes) "organizados por las relaciones sintáxicas, en enunciados unívocos" A estos lexemas corresponden, en el "plano estructural" ciertos "rasgos pertinentes" de significación, ciertos semas ( o unidades de significación) que constituyen propiedades "antropomórficas" de esos significantes-actores y significantes-acontecimientos. E l código es la estructura formal de las unidades narrativas, es decir, de los significantes y de los "rasgos pertinentes de significación" que corresponden a esos significantes Sin entrar en más detalles vemos ya que, para Greimas, como para Lévi-Strauss, la estructura del relato mítico ( y del relato en general) *^ es la estructura del significado concebida como articulación de oposiciones d e "unidades de significado", los semas, dentro de categorías sémicas ( S — negación de S ) . E l análisis del discurso es, para Greimas, el análisis d e la manifestación de la estructura del universo de la inmanencia. Se puede resumir la "semántica estructural" de Greimas con sus propias palabras: " E l centro de toda nuestra reflexión teórica reside en la hipótesis ingenua de que, partiendo de la unidad mínima de significación, se puede llegar a describir y a organizar los conjuntos de significación más amplios. Esta unidad mínima, sin embargo, que hemos llamado sema, no tiene existencia propia y no puede ser imaginada y descrita más que en relación con algo que no es ella y en la medida 43 A. J . GREIMAS, Elements pour une théorie de interpretatiov recit mythigue, p. 30. 44 ¿Por qué "rasgos pertinentes"? Porque la atribución de una unidad de significado es una operación arbitraria. 45 Ver A. J . Greimas, Sémantique Structurale, París, Larousse 1966, pp. 172-189.

du

ANÁLISIS

ESIRUCTURAL

83

en que forma parte de una estructura de significa­ ción" E l análisis del relato conduce a una estructura que es la articulación de los semas que el relató manifiesta a través del código. Mensaje — (código) — estructura de la significa­ ción = articulación de categorías sémicas. H a y que notar que la concepción del código es inse­ parable de un análisis formalista, y de la idea ( y nociónideologema burgués) de l o social como contractual. Greimas emplea en su análisis de los relatos la tipo­ logía que Propp elabora para el análisis de los cuentos rusos Describiré rápidamente esta tipología de los actores y de las funciones porque ha sido empleada por Greimas, y también por B r e m o n d — q u e la modifica li­ geramente, introduciendo la noción de deseo— y porque inspira los análisis más complejos de R. Barthes. L o esencial del análisis de Propp es que para com­ parar los cuentos ( r e l a t o s ) hace falta una unidad de me­ dida invariable. D e esta manera se podrán considerar los cuentos como transformaciones regidas por ciertas leyes de composición. Los invariables de los cuentos son las funciones de los personajes: " S e puede observar que los personajes de los cuentos fantásticos, permaneciendo diferentes en apariencia, edad, sexo, tipo de preocupación, esta­ do civil y otros rasgos estéticos y atributivos, ejecu­ tan, en el curso de la acción, los mismos actos. E s ­ to determina la relación de las constantes con las 46 A. J . GREIMAS, p. 103. E s t r u c t u r a de significación —categoría mimica—, oposición de un sema y su negación. P o r ejemplo, fuerte diSbil. S — N{S). 47 Ver Todorov, Théorie de la littérature, París, Seuil, 1965, y fl artículo de V. Propp, "Les transformations des contes fantastiques", pp. 234-262.

54

LINGÜISTICA Y

variables. Las funciones de los personajes represen­ tan las constantes, el resto puede variar." A partir de esta comprobación, Propp encuentra treinta y una funciones distintas Las funciones, únicas constantes del relato, permiten la clasificación de los ac­ tores en siete clases de actantes, cada clase agrupando un cierto número de las treinta y una funciones. C o m o se h a dicho, Greimas hace suya esta clasificación y la em­ plea en el plano discursivo del análisis del mensaje, pla­ n o discursivo que constituye la forma específicamente narrativa de la estructura del contenido. Claude Bremond toma también la función como uni­ dad de base para el análisis de los relatos. La función es, según Bremond, el "átomo narrativo" de las "acciones y acontecimientos que reunidos en series, engendran un r e l a t o " ^o. Las series elementales, combinadas entre ellas, for­ man las series complejas que poseen "configuraciones variables". Las configuraciones típicas son: el encadena­ miento, la inclusión de un proceso en otro, la articula­ ción de dos series elementales en un mismo aconteci­ miento con funciones diferentes para dos agentes dife­ rentes. Bremond emplea tres nociones que definen los ele­ mentos de todo relato: la sucesión, la noción de unidad y el "proyecto humano" de los agentes. Estos tres ele­ mentos se definen, según Bremond, en relación con la unidad básica, la función, y no pueden definirse más que en relación con ella, y entre ellos. Los conceptos de Bremond son importantes. A pesar del uso de la noción de función, ligada a una concep­ ción formalista del relato (categoría morfológica), Bre48 V. PROPP, p. 235. 49 GREIMAS, Sémantique Structurale. 50 Claude BREMOND, "La logique des possibles narratifs", munications, n." 8, Seuil, 1966, pp. 60 y 76.

Com-

I

TALISIS

ESTRUCTURAL

85

mond se interesa por las sucesiones de acontecimientos, sus articulaciones y el proyecto humano del "personaje". Se verá después cómo, fuera del contexto idealista del que B r e m o n d no llega a separarse, las nociones de suce­ sión de acontecimientos, sucesiones elementales y "pro­ ceso virtual" respecto a "proceso real" constituyen con­ ceptos fundamentales para el análisis de los relatos. Brelond escribe: " T o d o relato consiste en un discurso integran­ do una sucesión de acontecimientos de interés hu­ mano en la unidad de una misma acción. Donde n o hay sucesión no hay relato, sino, por ejemplo, descripción (si los objetos del discurso están rela­ cionados por contigüidad espacial), deducción (si se implican uno a o t r o ) , efusión lírica ( s i se evo­ can por metáfora o m e t o n i m i a ) , etc. D o n d e no hay integración en la unidad de una acción n o hay tam­ poco relato, sino solamente cronología, enunciado de una sucesión de hechos desordenados. Donde, finalmente, no hay implicación de interés humano [cuando los acontecimientos descritos n o son ni producidos por agentes ni sufridos (experimenta­ d o s ) por pacientes antropomórficos] n o puede haber relato, porque solamente en relación con un proyecto humano tienen sentido los acontecimien­ tos si se organizan en serie temporal estructurada" E s t a larga cita resume lo que Bremond aporta de 'evo al análisis de los relatos. Veremos después cómo pueden emplear estos conceptos sin la noción de fun!ón y sin una concepción idealista del signo; en un iinálisis estructural del relato que se sitúa al margen de los supuestos — i d e o l ó g i c o s — del estructuralismo y de la sociología de la novela. Bl C. B R E M O N D , "La loglque des possibles narratiís", • ntions, n." 8, Seuil, 1966, pp. 60 a 76.

Communi-

86

LINGÜISTICA Y

Antes de continuar este breve inventario de los aná­ lisis propuestos, hay que mencionar dos casos particular­ mente interesantes, aunque por razones distintas. P o r una parte, la teoría de Edwin Muir, expuesta en el li­ b r o The Strucíure of the Novel ( " L a estructura de la n o v e l a " ) , que, publicado en 1 9 2 8 , en Londres, y reedita­ do más de ocho veces desde esa fecha, es desconocido en Francia, o, al menos, nunca citado por los estructuralistas. Y eso a pesar de lo cerca que se sitúa de B r e m o n d , en muchos aspectos. Si hay que mencionarlo aquí, n o es porque se sitúe en la continuación de Saussure, sino por e l tema de su trabajo y la convergencia de sus posicio­ nes teóricas con las que se desarrollan aquí. E n la obra de Edwin Muir, The Structure of the Novel, aparecen la noción de acontecimiento y la de orden. E n las novelas, escribe Muir, "se producen cosas en un determinado orden, y en cada novela deben producirse cosas e n un determinado orden. Como tienen que producirse necesariamente, es el orden el que distingue un ti­ po de intriga de otro. L o s acontecimientos siguen una línea en La isla del tesoro y otra en La feria de las vanidades. E s t e volumen será entonces un estudio de al­ gunas de las líneas seguidas por los acontecimien­ tos en las novelas, en otras palabras, un estudio de algunas de las principales intrigas, cada una de ellas con su principio interior que la novela ha utilizado." P o r tanto. M u i r se plantea el problema tructura de las novelas en términos que dos elementos esenciales, que ya habíamos en otro lugar: los acontecimientos y su orden. 52 E d w MUIR, The Structure of the garth Press, 1928 (8.» ed. 1960), pp. 16-17.

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London, The

Ho-

ANÁLISIS

ESTEUCTÜRAL

87

le compara con la concepción de Bremond, me parece que la aportación de M u i r consiste, ante todo, en la idea que se halla en el párrafo que acabamos de citar, según la cual, es el orden de los acontecimientos, más que su naturaleza, lo que diferencia las diversas intri­ gas de las novelas. M u i r se preocupa por otra parte de las relaciones entre los acontecimientos y los personajes novelescos. Diferentes tipos de relaciones entre el orden de los acontecimientos y las personalidades caracterizan a los tipos de novela que distingue. D e este modo en la novela de acción, el orden de los acontecimientos, la acción es la que determina el carácter de los personajes. " A l estar los personajes levemente caracteri­ zados, los acontecimientos arrastran sus respues­ tas de tal forma que éstas complican la acción. Pe­ ro la acción es lo más importante, ya que la res­ puesta de los caracteres es accidental y siempre para ayudar a la intriga. Los actores tienen por lo general los caracteres y el carácter que la acción exige." P o r el contrario, en las novelas de caracteres, son ístos los que determinan el orden de los acontecimien­ tos: " E n la novela d e acción los caracteres estaban dibujados para que concordaran con la intriga; aquí la intriga es improvisada para elucidar los ca­ racteres." 5*. E l tercer tipo de novela es la novela dramática. En ella, la relación entre los caracteres y el orden de los acontecimientos es doble: _ 63 E . MUIR, The I'ross, 1960, pp. 20-21. 64

Sstructure

E . MUIR, The Structure

of

the

Novel,

of the Novel,

London, The Hogart

p. 27.

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LINGÜISTICA

Y

" L o s caracteres no forman parte del mecanism o de la intriga; la intriga n o es un simple marco •que envuelve a los caracteres. P o r el contrario, ambos, intriga y caracteres, se hallan inseparablemente tejidos en un conjunto. L o s datos de los caracteres determinan la acción y la acción a su vez cambia progresivamente los caracteres, y entonces todo impulsa hacia un fin." Muir considera estos géneros como "tipos ideal e s " . E n todas las novelas se encuentran más o menos aislados estos tipos ideales. Añade, sin embargo, que se puede ver con toda claridad cuál de los tres domina en cada novela. L a obra de Muir, corta, pero muy densa, analiza también la relación entre los tipos y el tiempo y el espacio, como dimensiones privilegiadas de la organización de las novelas dramáticas y las de caracteres, respectivamente. P o r dimensión privilegiada, el autor entiende la variable, en torno a la que se organizan los acontecimientos en la novela dramática: " E l espacio está más o menos dado, y la acción está construida en el tiempo." ^ . E n las novelas de caracteres, la acción es una estructura estática construida en el espacio en un tiempo inmóvil 5''. P e r o , si los caracteres están determinados en la última, es porque la inmovilidad del tiempo lo exige: la significación de los acontecimientos se halla en la afirmación de los caracteres, de donde Muir deduc e que los valores de ese tipo de novelas deben ser sociales. E n la novela dramática, por el contrario, los valores son "individuales o universales, según como se elija mirarles" ^ . 55 E . MUIR, The Structure 56 E . MUIR, The Structure 57 Ibid., p. 63. 68 E . MXriR, The Structure

of the Novel, p. 41. of the Novel, p. 63. of

the

Novel,

p. 63.

ANÁLISIS

ESTRUCTURAL

89

M u i r considera estos dos tipos de novela como: " N i opuestos, ni en un sentido importante, complementarios; son dos formas diferentes de ver la vida: en el tiempo, individualmente y en el es­ pacio, socialmente." E n la crónica ^ , o t r o tipo de novela que Muir dis­ tingue, las relaciones del tiempo y del espacio son más complejas que en los dos tipos anteriores. L a acción se despliega en el tiempo, y solamente en el tiempo, ya que el espacio, los lugares de la acción, n o sólo son múltiples, sino que, además, cambian también ellos, en el tiempo. L a crónica es más bien un proceso que una historia: el sujeto de la crónica es el cambio. E n la cró­ nica: " L a acción es accidental, -pero después encon­ traremos que todos los acontecimientos se han rea­ lizado en el interior de un marco perfectamente rígido. Un marco rígido y una progresión arbitra­ ria e indiferente; ambos son necesarios para la crdnica c o m o forma estética, como probaremos más adelante." P o r último, Muir considera las novelas del tipo "novelas de período". L a s novelas de período son re­ latos de acontecimientos que ya se han producido (por el contrario, en los tipos precedentes, los acontecimien­ tos se producen en el p r e s e n t e ) . E n tanto que relato, en la "novela de período", los acontecimientos están organizados no de acuerdo con su propio orden, sino con el orden causal de la exposición conceptual. E l au­ tor considera este tipo de novelas como una novela que se aproxima a la construcción de un modelo de socie5fl Ibid., p. 163. BO Ibid., pp. 88-114. 61 Ibid., p. 97.

90

LINGÜISTICA Y

dad que solamente el historiador tiene el derecho de emprender Como vemos, M u i r emplea los mismos conceptos que Bremond. E incluso especifica mucho más que este último las modalidades del análisis del relato. S e verá después cómo se puede utilizar este trabajo. Queda por analizar el trabajo de Roland B a r t h e s , situado ya en una perspectiva que cabría llamar neosaussuriana, pues utiliza la noción de signo y de lengua con las restricciones que los análisis de E . Benvenis­ te ®^ han introducido en cuanto a la forma de aplicación de la noción de sistema, y acercándose a la noción de estructura generadora de Chomsky Barthes considera los relatos c o m o hechos de habla y busca un modelo que describa la "lengua" de la que salen esas "hablas" " y a partir de la cual se les puede engendrar" Esta definición del modelo es interesante. P e r o , más adelante, la definición de la estructura que da Berthes es contradictoria y demasiado pobre: para él, una estructura es "un sistema implícito de unidades y de reglas" E a pobreza de su noción de estructura impi­ de a Barthes el empleo coherente de la distinción de Benveniste de niveles de análisis lingüístico, y esO' a pe­ sar de que escriba: " Y , sin embargo, es evidente que el discurso mismo ( c o m o conjunto de frases) está organizado y gracias a esta organización aparece como el men­ saje de otra lengua, superior a la lengua de los lingüistas: el discurso tiene sus unidades, sus re62 Ibid., pp. 88-114. 63 E . B E N V E N I S T E , ProUbmes de linguistigue Genérale, Galli­ m a r d , 1966. 64 N. CHOMSKY, Syntactic Structures ( L a Haya, Mouton, 3.» ed., 1963) y Cartesian Linguistics, Nueva Y o r k , H a r p e r and Row, 1966; t r a d . cast. de Enrique Wulff, Lingüística cartesiana, Madrid, Credos, 1969. 65 B A K T H E S , op. cit. p. 1. 66 Ibid., p. 2.

ANÁLISIS

ESTRUCTURAL

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glas, su "gramática": más allá de la frase, y a pesar de estar compuesto únicamente de frases." Y , en el mismo t e x t o , Barthes dice que la lengua no puede definirse más que mediante "dos procesos fundamentales": a ) " l a articulación que produce unidades ( e s la forma, según B e n v e n l s t e ) " y b ) la integración: que agrupa esas unidades en unidades de rango superior ( e l s e n t i d o ) " Estas consideraciones, acompañadas de la idea de Benvenlste, según la cual "ningún nivel puede, por sí mismo, producir un sentido" y la idea d e la fragmentación del significado entre muchos significantes, "distantes unos de otros y que n o pueden ser comprendidos si los tomamos separadamente" impiden a Barthes el construir una teoría correcta del relato. Y eso porque aplica mal al discurso la teoría de los niveles de Benvenlste: en lugar de analizar el discurso •—y ese tipo de discurso que se llama r e l a t o — como un nivel especifico con sus particularidades estructurales, Barthes intenta distinguir tres niveles en el relato: un nivel d e las unidades narrativas, un nivel de las acciones y un nivel de la narración. La "unidad narrativa" es para Barthes una "unidad de contenido", y " e s o quiere decir un enunciado que la constituye en unidad funcional" Luego distingue dos lipos de relaciones entre esas unidades: relaciones que corresponden "a una funcionalidad del h a c e r " : las funciones. Y relaciones integrativas, verticales, que corresponden a "una funcionalidad del ser": los índices. Las funciones están, por su parte, divididas en dos tipos: liis que son nudos del relato, las funciones cardinales. (!7 Ibid., p. (iS Ibid:, p. 23. (ii) Ibid., p. 23. 71) B A R T H E S , op. cit., p. 5. 71 Pág. 23. 72 Pág. 7.

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y las que sirven para llenar el espacio narrativo entre los nudos: las catálisis. Las funciones-nudos son conjuntos finitos de térmi­ nos poco numerosos que constituyen la armazón del re­ lato. Estos nudos son elementos de sucesiones. Vemos que se acerca al uso corriente d e la noción de función. E n cuanto a la noción de personaje, Barthes indica que mientras que en el relato burgués el personaje es una esencia, en su teoría es un agente (inmanente y no trascendente), sometido a la noción de acción. P e r o su crítica es, c o m o veremos, insuficiente. Sin entrar más en detalles respecto a la tentativa de Barthes — m á s adelante veremos en qué consideracio­ nes se inspira—, concluiremos esta descripción rápida de las tentativas de análisis estructural del relato, cons­ tatando la variedad de tratamientos, y el carácter fun­ damental de la problemática del signo en todas ellas. P o r eso, antes de acabar este capítulo, es importante ver cuáles son las críticas de que han sido objeto las impli­ caciones teóricas y epistemológicas de su uso, así como las nuevas perspectivas para la construcción de una teo­ ría científica del lenguaje que tenga en cuenta tales críticas. INTRODUCCIÓN A LA CRITICA DEL SIGNO Hemos visto que la noción de sistema se encuentra en la base de la lingüística a partir de Saussure. L a no­ ción de sistema-articulación de diferencias basta para resolver los problemas fonológicos. Pero la lengua no comprende solamente fonemas (aunque sea también siempre f o n e m á t i c a ) . P o r encima del fonema hay mor­ femas, y si podemos analizarlos también como articula­ ción, de fonemas — d e la misma manera que el fonema es una articulación de rasgos distintivos— importa pre­ cisar cómo se articulan estos dos niveles de la lengua.

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ESTRUCTURAL

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E l problema de los niveles de la lengua —merismático, fonemático, morfológico, ,sintáxico— conduce a B e n v e n i s t e a introducir nuevamente la noción de sentido c o m o instrumento indispensable del análisis lingüístico. Las relaciones horizontales (de las unidades de un mismo nivel entre ellas) se pueden estudiar gracias a la existencia de relaciones verticales, que definen las unidades de un nivel c o m o componentes de los de un nivel superior. Benvenlste llama forma a las relaciones horizontales y sentido a las relaciones verticales Así, pues, si una palabra es una unidad en relación horizontal — f o r m a l — con otras palabras, la definición de la palabra como "unidad" lexical no sólo puede hacerse en íunción de su integración como elemento de una unidad significante del nivel superior, sino también como elemento de la frase. E s t a distinción entre forma y sentido tiene consecuencias importantes, ya que el sentido define las unidades de arriba para abajo y no al contrario. Las frases definen las palabras como unidades significantes, es decir, distintivas, y las palabras definen los fonemas y estos últimos los rasgos. Ahora bien, ¿qué define, a su vez, In frase como "unidad" significante? Benveniste ofrece dos respuestas contradictorias: la frase es la unidad de significación dada, autónoma. Y , ilice también Benveniste, la frase es la unidad del discurso, definida como componente del discurso. Su argumento es el siguiente: la frase es "unidad" del discurso pero es unidad de un tipo particular, distinto de los de niveles inferiores. L a diferencia estriba en el hecho siguiente: no se pueden inventariar todas las frases de una lengua. Y si no hay inventario, no hay relaciones horizontales y, por tanto, n o hay descripción T'Ktructural posible al nivel de la frase. E s por eso por 7;) 74

E . BENVENISTE. E . BENVENISTE,

op.

cit.

| j I .1

94

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lo que Benveniste se ve obligado a atribuir a la frase una especificidad respecto a los otros niveles, especi­ ficidad que sin duda posee, pero que por sí misma no explica nada: esta especificidad — l a de ser una propo­ sición—- pensada como explicación sólo se justifica so­ bre la base de una perspectiva netamente sustancialista ^5. E l hecho que Benveniste constata, a saber, la im­ posibilidad de definir un conjunto finito de frases, no implica que no haya posibilidad de un análisis estructu­ ral de la frase. Sólo implica que este estudio estructural no puede hacerse si la estructura es concebida c o m o una combinatoria de elementos de un conjunto finito. P e r o se la puede pensar de otra manera, y Chomsky indica el camino de una lingüística estructural de la frase; en efecto, las estructuras de Chomsky son generadoras, y este término posee, en la lingüística chomskyana, un sentido preciso: estructura generadora es el conjunto finito de reglas que definen un conjunto infinito de fra­ ses del lenguaje''®. Sin aceptar por ello los postulados filosóficos de la lingüística de Chomsky, y comprendiendo el término estructura generadora en el sentido apuntado, es inne­ gable que los trabajos de Chomsky indican el camino por el que se puede desarrollar un análisis del nivel de la frase. Y es innegable también que estas indicaciones ponen en evidencia la fragilidad de la distinción saus­ suriana entre la lengua y el habla: la noción de "estruc­ tura generadora" no necesita recurrir a tal distinción. Como lo indica Benveniste, si un estudio "estruc­ tural" de un nivel lingüístico dado (lexicológico, fono­ lógico) es posible, ello se debe al hecho de que las 75 Ver G. Bachelard, La formation de l'esprit respecto del obstáculo sustancialista. 76 Ver Chomsky, Cartesian Linguistics, cit.

scientifique,

cit.

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ESTRUCTURAL

95

"unidades" del nivel superior permiten la definición de las del nivel inferior. E s t a comprobación plantea el problema de la pertinencia de la distinción lengua-habla. Para Saussure, si el nivel de la frase es necesario para definir las palabras, la infinita variedad de frases crea dificultades: la lengua funciona sobre identidades y diferencias. Pero las frases son casi todas diferentes: " S i nos figuramos el conjunto de oraciones capaces de ser pronunciadas, su carácter más sorprendente es el de no asemejarse absolutamente entre s í " P o r eso Saussure n o considera la frase como unidad lingüística de un nivel específico: porque las identidades y las diferencias son esenciales para poder hablar de un nivel y de una unidad. Q u e la noción de identidad es fundamental en el pensamiento estructuralista no presenta la menor duda: reproduzco el texto anteriormente citado, que aclara la posición «kl autor: " E l mecanismo lingüístico gira todo él sobre identidades y diferencias, siendo éstas la contraparte de aquéllas. E l problema de las identidades, pues, se vuelve a encontrar en todas partes; pero también se confunde parcialmente con el de las entidades y de las unidades, del cual n o es más que una complicación, por lo demás, fecunda" La identidad define la entidad; pero esto plantea un problema lógico, que Saussure enuncia en los términos siguientes: ¿cómo se puede decir que " t a l " tren e s el mismo tren si los vagones no son los mismos? O, en fin, la vieja historia del cuchillo de Juan, que nula año cambia de mango y cada dos años la h o j a . . . Ahora bien, la noción de signo resuelve, ideológiiiimente, este problema. E n efecto, la consideración 77

F . de SAUSSURE, Curso

de...,

p. 183.

78

F . de SAUSSURE, Curso

de...,

p. 186.

96

LINGÜÍSTICA Y

del signo como la unión de un significante y un signi­ ficado supone cerrar la lengua — e n su definición saus­ suriana— c o m o sistema autónomo. Si la palabra tiene un significado en sí, desde la palabra hacia abajo, se pueden definir los niveles inferiores de la lengua. T a l es la función teórica de la noción de signo en la lingüística saussuriana: sin ella habría que definir los lexemas como unidades en función de la frase, pero dado que el conjunto de frases es infinito, habría que considerar la significación como variable, y estudiar sus condiciones de existencia y sus mecanismos de varia­ ción. L a lingüística n o sería una ciencia autónoma, sino un sector de la Sociología general... Benveniste sitúa la significación inmanente al nivel d e la frase, y desplaza la frontera entre la lengua y la palabra hacia arriba. Pero esta solución tampoco es satisfactoria: si la frase es una predicación, el pro­ blema lógico de la predicación queda en pie. Russell constata que se puede considerar la significación de un término —de una palabra— como igual a la suma de sus propiedades, con lo que el significado de la frase depende de las de sus componentes. Esa afirmación es el punto de partida de la lógica formal moderna, tanto de la de Russell como de la de T a r s k i o Carnap''^. Ahora bien, a pesar del progreso indudable que constituye esta lógica, hay que recono­ cer que no ha logrado fundar entera y rigurosamente las matemáticas, y que los teoremas célebres de Godel y de Lówenheim-Skolem indican, el primero, una in­ compatibilidad entre las propiedades "completo" y "ce-

79 E n el célebre Tractatus Logico-Philosophicus, Wittgensteln es­ cribe: "3.203.—El nombre significa el objeto. E l objeto es su signifi­ cado ("A" es el m i s m o signo que "A"), 3.22.—El nombre representa en la proposición al objeto" y "3.23.—El postulado de la posibilidad de los signos simples es el postulado de la determinidad del sentido". ( T r a d . de E . Tierno Galván, Madrid, E d . Revista de Occidente, 1957).

ANÁLISIS

ESTRUCTURAL

97

rrado" para un modelo, y el otro la dificultad de los lenguajes formales de trabajar con conjuntos infinitos^. P o r otra parte, Ramsey distingue las paradojas lógicas — q u e se resuelven con la teoría de los tipos lógicos lie Russell o con la teoría de las categorías semánticas (le las paradojas semánticas. D e la necesidad de resolver los problemas de las paradojas semánticas, ha resullado una teoría de la jerarquía de los lenguajes y la noción de meta-lenguaje. El desarrollo de la lógica formal en esta dirección —la teoría de la jerarquía de los lenguajes— implica, como lo demuestra A . Schaff^^, resolver el problema de la significación en una perspectiva convencionalista. I'J principio de tolerancia de Carnap, en el plano sintáxieo, se acompaña de una solución convencionalista de los problemas semánticos^. La solución convencionalista del origen de la signilieación tiene una larga historia, y n o solamente en la lingüística: la lógica, que se ocupa de problemas similares desde otra perspectiva, la emplea también. CoI liendo el riesgo de simplificar excesivamente, se puede decir que el postulado común que crea esta problemáI ica es el del signo c o m o unión de significante y de sig•:ificado, postulado que es inseparable del "estudio de LIS reglas de formación de esas expresiones a partir de i^nos más elementales" ^ . C o m o se va a ver, el convencionalismo y la teoría lie la significación inmanente son complementarios. L a 111) L a dificultad de Saussure o de Benveniste cuando hablan del "iunnlto" del conjunto de frases posibles está emparentada con los poNtulados que comparte con la lógica formal. Ver Jean Ladvicre, "Le théorepreda..." Cahlers Pour l'analyse, númoro 10, L a Formalissation. E s t e tema merece un t r a t a m i e n t o mucho m á s extenso y detallado, jnclono aqui un cierto número de conclusiones que definen un estado la cuestión, pero de forma indicativa; trato únicamente de señalar variedad de terrenos en los que el problema se plantea. 81 Adam SCHAFF, Introducción a la semántica, ed. castellana, j í ' . C . E . , México 1966. Trad. de Florentino M. T o m e i . 82 R, CARNAP, Introducción a la Semántica, pp. 13-28. 83 A. SCHAFF, Introducción a la Semántica,^ p. 56.

98

LINGÜÍSTICA Y

"Semántica estructural" de Greimas presenta los dos caracteres. Considera que, " c o m o señala R u s s e l l " , si esto es "ojo es una proposición que asigna una calidad a una substancia, y si una substancia n o se define por la suma de sus predicados, es posible entonces que esto y aquello tengan exactamente los mismos predicados sin que sean idénticos. " E l principio de identidad sería puesto en entredicho" Aceptando el principio de identidad, Greimas postula que "las cualidades definen las cosas, es decir, que e l sema S es uno de los elementos que constituyen el término-objeto A y que éste, al final de un análisis exhaustivo, se define como la colección de semas Si, S2, S' etcétera" E s t e t e x t o demuestra que el punto de partida de la lingüística estructural y de la lógica formal es el mismo: veremos cuáles son sus implicaciones. Las relaciones entre la concepción "estructuralista" de la estructura y el problema de la significación se aclaran considerablemente si se tiene en cuenta el papel de la noción de "identidad" como fundamento de la "entidad" —unidad constituida por las "relaciones estructurales". E n efecto, cuando se deja de lado la concepción de la estructura como sistema de transformaciones, simultáneamente estructurante y estructurada, y se la considera como una combinatoria, más o menos compleja, de "unidades" cuyas relaciones forman un sistema, hay que llegar a admitir que esas "unidades" se definen "a priori" y que el significado depende de las relaciones entre "unidades de significación" — l o s semas de G r e i m a s — cuya existencia se postula más allá de sus manifestaciones. D e hecho, Greimas lleva las contradicciones del pensamiento saussuriano a su conclusión, conclusión que 84

GREIMAS, op, cit. p. 27.

85

Ibid., p. 27.

ANÁLISIS

ESTRUCTURAL

99

excluye las alternativas que D e Saussure presentía. Grei­ mas considera que la significación de las palabras — t é r niinos objeto— e s el resultado de la articulación de unidades elementales de significación, los semas. Esta nrticulación el lexema ( o término o b j e t o ) , s e mani­ fiesta e n las relaciones del término o b j e t o con otros lérminos-objeto, con otros lexemas. P e r o , y esto e s lo iinportante, si la relación e s posible e s porque s e puede postular la existencia de una identidad entre los tér­ minos objetos puestos e n relación: esta identidad, que (ii'cimas llama continuidad, es el resultado d e la exis­ tencia de una categoría sémica, de u n eje semántico: los Iorminos chico y chica s e ponen e n relación en la conti­ nuidad dada por la categoría sémica "sexualidad", dentro de las que s e oponen por la presencia de semas opuestos, masculinidad ( s ) y "feminidad" (no s). Las categorías sémicas son, para Greimas, las estruc­ turas elementales de la significación: la categoría sémica e s la discontinuidad, la oposición de dos semas ( S y / S ) , '•n la continuidad de un mismo " e j e semántico". Así, y utilizando s u notación, si A y B son dos términos objeto (chico y chica, por e j e m p l o ) : A /

r(S) / B

i ' ( S ) designa el " e j e semántico" ( e n \> esta "ecuación" s e analiza como:

el ejemplo,

sexo)

A(sOr B ( S 2 ) NI = masculinidad y S 2 == feminidad = no si = / S i In c | u e conduce a la definición de la categoría sémica ".sexo" c o m o dada por: s i (respecto a ) r s 2 . E s t e modo de análisis implica que se postula la existencia de unidades de significación, definidas " a priori", cuya forma de existencia es la relación entre los tí'rminos. Y este postulado implica la existencia de un

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LINGÜÍSTICA Y

lugar de la articulación sémica^^, de un " s i t i o " en donde los semas existen antes de articularse en lexemas. Adelantándome a una crítica que se puede hacer de este análisis, contesto de antemano a un argumento cuya fuerza me parece indudable; Greimas — o los que piensan como é l — podrían decir que los semas y las estructuras elementales de la significación no son, como yo afirmo, ideas puras, sino simplemente "procedimien­ tos de análisis", que sirven para explicar la significa­ ción de los términos en los discursos existentes. E s t o es tanto más fácil de afirmar cuanto que Greimas habla de "inmanencia" y "manifestación" para evitar, justa­ mente, el tipo de lectura que yo he hecho. P e r o una simple declaración no basta; lo que hay que discutir es el estatuto epistemológico de la noción de procedi­ miento de análisis, y esta discusión, llevada a sus últi­ mos límites, no entra en el ámbito de este libro. Para mí, y ésta es la respuesta a la crítica que puede hacerse de mi discusión de la semántica estruc­ turalista, apelar a la noción de "procedimiento de aná­ lisis" es una excusa poco satisfactoria; las "unidades elementales de significación" y las "estructuras elemen­ tales" ocupan una posición clave en la teoría greimasiana y son más que puras hipótesis operacionales; todo pasa como si, a pesar de las declaraciones de Greimas, los "átomos de significado" fueran "procedimientos" sustancializados, cosificados, es decir, conceptos que se refieren a algo más que un mero procedimiento ana­ lítico. L o que plantea un problema difícil de resolver es que, efectivamente, la significación de los términos del discurso está cosificada; el efecto de la ideología es la cosificación de la significación, cosificación del mismo tipo que la del valor de las mercancías. Y que hay que 86 A, J , GREIMAS, Sémantique structurale, y particularmente las páginas 102-104.

París, Larousse, 1966,

ANÁLISIS

ESTRUCTURAL

IQl

Lcner en cuenta esta cosificación que transforma la signilicación producida en el discurso en significado aparen­ temente inmanente de los términos de la lengua. Pero itMier en cuenta esta cristalización de la significación, no iinjilica que haya que utilizar la noción de "unidad ele­ mental de significado" y de "estructura elemental" como conceptos científicos. E s t a exigencia implica que hay tille explicar el proceso de fijación de la significación loportada por los términos, así como el de sus transfor­ maciones: y eso no puede hacerse más que en el conirxto de una teoría de la producción de los productos Rignificantes. Si no, los mecanismos de producción y de cambio de los productos significantes aparecen como .iiiiónomos respecto al todo complejo de la estructura social, y los estructuralismos radicales — c o m o el de Michel Foucault en " L e s mots et les c h o s e s " — que reilucen la historia de las representaciones a mutaciones lie "epistemés", se ven justificados. Cuando Greimas discute el problema de la "signifi1 iiei(ín poética", es decir, el del sentido contextual de las palabras, lo resuelve de forma igualmente idealista, 'lotla palabra en un relato se analiza, piensa Greimas, (le la forma siguiente: la palabra término-objeto tiene un significado que se puede dividir en un núcleo sémico, i (impuesto por la articulación de los semas que la com­ ponen en la lengua, y por los semas clasemáticos, que dependen del contexto en que la palabra se usa en el leliito. E l análisis del relato es, entonces, el estudio de las oposiciones e identidades de los semas clasemáticos, de los semas contextúales... E s t a concepción coincide con lii de Lévi-Strauss: ya hemos indicado que Greimas for­ mula en términos más generales el método Lévi-Straus•.laiio de análisis de los relatos míticos. Y este método :,e puede resumir con una cita de Greimas que pone en

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evidencia el postulado estructuralismo:

común

de la lógica formal y del

" E l centro de toda nuestra reflexión teórica es­ triba en la hipótesis ingenua según la cual, par­ tiendo de la unidad mínima de significación, pode­ mos llegar a describir y organizar los conjuntos cada vez más amplios de significación. N o obstante, esta unidad mínima que hemos llamado sema no posee existencia propia y sólo puede ser imaginada y descrita en relación con algo distinto' de ella, en cuanto forme parte de una estructura de signifi­ cación" Así, pues, es evidente que la distinción entre lengua y habla implica el presupuesto de la existencia de "uni­ dades" de significado, es decir, de ideas puras que apa­ recen al nivel de la lengua: esta hipótesis es necesaria para explicar el funcionamiento de la lengua c o m o sis­ tema autónomo. Si la distinción entre lengua y habla crea dificulta­ des, cabe interrogarse respecto a la pertenencia de tal distinción; en las páginas precedentes se ha visto cómo, según Saussure, la distinción se funda en una serie de dicotomías: la lengua es "institución social", mientras que el habla es "individual", la lengua es "sistema", el habla acto ("individual") de voluntad y de inteligencia, la lengua es el resultado de un contrato y el habla libre albedrío... N o es necesario volver a insistir sobre el carácter ideológico de esta distinción, sobre el contexto en que se sitúan estas dicotomías: la ideología burguesa, que reduce al " c o n t r a t o " las formas de existencia con­ creta de las relaciones de producción. E l signo es como el valor de la mercancía, representado como una "enti­ dad de c a m b i o " , representación que enmascara la pro­ ducción del producto. Y la lengua, como la economía. 87

GREIMAS,

Sémantique

Structurale,

p. 103.

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ESTEUCTÜEAL

103

un sistema de relaciones contractuales, en que las voluntades individuales se pliegan a leyes abstractas y convencionales que favorecen el cambio. L a función de la distinción entre la lengua y el habla es la d e enmascarar la imposibilidad de resolver el problema de la significación en un contexto liagüístico. E l i-Icctuar la distinción supone que se acepta la existencia tic una esfera de la significación en si, que obra, después, en el lenguaje, aunque su acción existe a nivel de la Irase o de la palabra. Ahora bien, admitir la existencia de una substancia de la significación equivale en última Instancia a suprimir su carácter social, su carácter de ¡iroducto social. Si se rechaza la distinción de la lengua y el habla ciue funda la lingüística saussuriana y e l "estructural i s m o " — hay entonces que pensar el lenguaje como una ¡tráctica, es decir, c o m o una producción social — y un ¡iilercambio de productos, lo que está ligado con toda pioducción— regida por ciertas leyes que aseguran la rlicacia de los productos de esa producción. Y esto porque rechazar esa distinción implica negar la existenI iii, fuera del conjunto de discursos, de unidades de significación de los productos sociales que son todas las variedades de discurso. P e r o rechazar la distinción fund i \ d o r a de la lingüística saussuriana supone negar Iii existencia de una solución científica al problema de !u significación en la lengua, y considerar e l lenguaje, iii'liculación de las hablas, no como un sistema autónomo, condición de posibilidad del habla, sino como la estructura de la práctica lingüística, la estructura de los discursos. l'.sta perspectiva, que se esboza e intenta precisarse i-n los trabajos de investigación contemporáneos, rompe la dicotomía significante-significado, disuelve la noción (¡c signo y plantea el problema de la significación en el nivel de las relaciones entre los procesos de producción

104

LINGÜISTICA Y

y de cambio y los agentes, que constituyen los soportes de dichos procesos. L a noción de práctica significante, que se sitúa en el contexto de una definición de la es­ tructura como estructura de la práctica y, por lo tanto, como radicalmente fuera de la dualidad (ideológica) de la estructura y del acontecimiento, se sitúa entonces al margen de la polémica entre "historicismo" y "estruc­ turalismo": las prácticas significantes, como todas las prácticas, son procesos de producción integrados a los de cambio, estructuradas y estructurantes, que se des­ pliegan en el tiempo: tanto la constancia como el cambio son prcxresos "dinámicos", es decir, fenómenos que pue­ den ser estudiados en una perspectiva unificada Estas consideraciones justifican, según creo, la nece­ sidad, que constituye el punto de partida de este tra­ bajo, de buscar una solución al problema de los produc­ tos "literarios" fuera del estructuraHsmo. Pero si las razones mencionadas no fueran suficientes, queda el hecho, incontestable, de la esterilidad científica del es­ tructuraHsmo; la "explicación" estructural impide la formulación de nuevas preguntas, al expulsar del campo de la "cientificidad" la cuestión del "por q u é " y del " c ó m o " de las "estructuras" descubiertas. La respuesta estructuralista es siempre la misma: existen un cierto número de significados, que se articulan de manera espe­ cífica, y cuyas combinaciones se manifiestan en los fenó­ menos estudiados; postular la existencia de "unidades de significado" es recurrir — c o m o la publicidad mo­ derna y la medicina antigua— a la explicación de la propiedad por la substancia a la expHcación del fenó­ meno ( " e l opio hace d o r m i r " ) por la característica subs88 L a historia de las ciencias naturales indica que los conflictos entre las "estáticas" y las "dinámicas" se resuelven siempre en la explicación dinámica del equilibrio... 89 Greimas define los ejes semánticos como "unidad de sustancia del contenido" (subrayo y o ) . Cfr. Sémantique structurale, edición ci­ tada, pág. 27. E n todos los estructuralistas, desde Saussure, la forma (opuesta a la sustancia) es la manifestación del contenido signi­ ficante.

ANÁLISIS

ESTRUCTURAL

-JOS

tancial de la substancia ("virtud dormitiva" del opio o "principio blanqueador" del detergente). E s t e tipo de explicación, radicalmente anti-científico, que Bachelard llama substancialismo, ha sido siempre perfectamente compatible con la noción de combinación... Antes de concluir esta crítica —sumaria y provisio­ nal— del estructuralismo, hay que indicar que, a pesar a 6 c

3)

Antisimétrica

a Q b y b f) a

> a = b

l.a notación ^ ( m e n o r o igual que) será usada como la irlación de orden. a y b e E Dos elementos entre los cuales hay: »c llaman comparables. Definición:

Relación de orden decir

a ^

b ó b ^ a

estricto:

1)

a < b quiere

a ^- b y a ^ b.

2)

E n un conjunto ordenado, la negación de a < b es pues: b ~ a o bien a y b son no comparables, lo que se escribe a\\b.

Si para cada dos elementos a y b ^E se tiene a ~ b I I /' — a, E es un conjunto totalmente ordenado. Definición:

Sistema

de

valores.

U n sistema de valores es un conjunto r = \Fi , V2, l\\ nrcialmente ordenado (no totalmente o r d e n a d o ) , lo ¡|lic implica que dados dos elementos Vi, Vj £ V, pueíi\ estar en las relaciones siguientes: 1 F i ^ F , = > V,< 1)

comparables'

{

no-comparables

= Fj

o bien

( Vj ^ 2)

Fj6

Fi || V^ =>

F,.

< Vio Vi

Vt < Fj y V,

o lo que es igual: Fj < / ' ¡ y Nota: Dado un sistema de valores V, finir un número n de subsistemas V* de V V ' i s un subconjunto totalmente ordenado .1. I I , un conjunto V* = | VI, Vj, Vk

-

Fi })

:^ T,

se puede tales que de V, es \ tal que

| M i , Vi, V, e V* o bien Vj ^ Vi o bien Vi ^ Vj

136

LA

IDEOLOGÍA

E N

Los subsistemas V* totalmente ordenados tienen un elemento mínimo Vm y rm elemento máximo V M-' — mínimo: n o hay ningún Vi s. V* estrictamente inferior ( < ) a Vm — máximo: n o hay ningún V ¡ s V* estrictamente superior ( > ) a VM. E s posible concebir que los sistemas de valores tengan más propiedades que las aquí definidas: por ejemplo, quizá fuera más justo describirlos con el concepto ( d e la teoría de los grafos) de arborescencia, es decir, de un grajo sin circuito con un elemento único al que no llega ningún arco, y con todos los demás elementos a los que llega un único arco. Una definición de este tipo implicaría caso en que dos valores son equivalentes Vj — V i ) , se concibe la igualdad c o m o la de uno de los términos: es decir, que si suprime o bien Vi o bien V¡ del conjunto, no se pueden diferenciar.

que, en el (Vi — V,- y desaparición Vi^Vj, se puesto que

Dado el estado actual de los análisis concretos, no creo que se puedan emplear más propiedades, aunque, probablemente, fueran adecuadas.

CONCLUSIÓN L o que acabo de decir respecto a la ideología es, por supuesto, incompleto y provisional. Una teoría de la ideología se sitúa siempre e n una teoría del conocimiento, o, al menos, se define respecto a ella, y aunque haya mencionado este problema, n o lo he tratado ni siquiera de forma indicativa. L a distinción entre el efecto de conocimiento y el de reconocimiento n o son suficientes, como tampoco lo es la concepción del efecto de reconocimiento c o m o un regulador del sistema social, regulador que contribuye a la reproducción de los procesos de producción manteniendo fijas las posiciones de

líL

LENGUAJE

137

k)s agentes, y eso, a pesar de que estas distinciones me parecen pertinentes. L o importante para la teoría de la novela es com­ prender que la ideología no es un "conjunto de ideas" puras que se expresan en los discursos, sino el sistema de transformaciones de los procesos de producción de discursos. Y también que los procesos de producción de los discursos producen el "sujeto", los "valores" y las "rcjiresentaciones" en general como " c o n t e n i d o s " de la "conciencia" del " s u j e t o " ; es decir, que si el sujeto, los valores y la conciencia existen, existen solamente en lanto que "modelos" ideológicos, en tanto q u e produc­ tos de la ideología. Y que no son, por l o tanto, concep|i)s científicos. Ahora bien, en el estudio del discurso novelesco hay que utilizar esas nociones ideológicas. H a y que hacerlo portiue el modo de producción de ese discurso lo exige: PNto plantea el problema del que se trata e n el próximo capítulo. E n él veremos c ó m o se establecen las relacio­ nes entre la novela y la ideología, y en qué sentido el tipo de discurso que llamamos novela está determinado por la ideología.

CAl'tTULO

V

] f

La estructura de la novela

Si se rechaza el postulado de la naturaleza lingüíslica de la significación y si, por tanto, no se plantea este problema al nivel de la lengua, tenemos entonces que aceptar que hay un orden del discurso, pensando Cuera de la doble dicotomía lengua ( s o c i a l ) - palabra (individual); es decir, tenemos que construir como objeto de la semántica la instancia de las prácticas signi¡¡cantes, y pensar la noción de práctica fuera de la prol>lcmática idealista de la acción y del sujeto. Y pensar rl concepto de práctica significante es pensarlo en su tu'iiculación con el conjunto de las diversas prácticas soi'liilcs, prácticas de la estructura social, y, por tanto, iiiiiuí del dominio de la sociología. lin este contexto, una teoría de la novela es po•iiblc, y el pensar la producción novelesca como una l'iiíctica significante, son posibles si, y s ó l o si, se puede ililinir un conjunto de mecanismos — o reglas generales di- producción de los productos de esa práctica signifiCMiitc específica: las novelas. Las reglas generales de ese ÍU'ni-cso de producción son entonces, también, los funclsmciilos de la explicación del efecto de significación dt*l Icxlo, premisas indispensables de una sociología del voiiüiiimo de los productos de esa práctica. Así, se piensa 1n estructura de la novela como la estructura de una jjnlciicii significante, es decir, como un sistema que se •tmllzii c-omo conjunto de reglas de producción de una «iBtiHicación. [139 ]

140

LA ESTHUCTÜRA

DE

PREMISAS DE LA TEORÍA DE LA NOVELA Si pensamos la novela como el producto de una práctica significante específica, y si la teoría de la no­ vela es posible, entonces la teoría de la novela es la estructura de esa práctica. P o r otra parte, pensar la estructura de una práctica significante, fuera de la pro­ blemática del signo, implica el abandono de la tentativa de la definición de "unidades de significación". Con estas dos premisas se delimita el problema que hay que intentar resolver: la definición de un sistema de transformaciones de un conjunto de relaciones significadoras, sistema que define simultáneamente las relaciones y los elementos que entran en relación. U n sistema de pensar en esos términos supone la definición simultcmea de "significantes" y "significa­ dos"; es decir, de un sistema de correspondencias entre dos sistemas de relaciones entre "elementos" definidos por las relaciones mismas. Las "reglas" de producción definen las transformaciones de las relaciones compati­ bles con la significación del texto-producto. Antes de precisar más la definición de la estructura de la novela examinemos las nociones empleadas por Goldmann, Muir, Lévi-Strauss, descritas ya en las pági­ nas precedentes. Las teorías de la novela estudiadas consideran todos los valores como lo que estructura en última instancia el relato novelesco, el texto. L a significación (estruc­ tura significativa de G o l d m a n n ) está en relación con esos valores estructurantes. P o r otra parte, tanto para Goldmann como para M u i r o Bremond, la relación entre personajes y valores se da en la proposición siguiente: los valores son los valores de los personajes. Finalmente, los acontecimientos en los que los per­ sonajes están implicados, están en un cierto orden en el texto, y ese orden está en relación con los "valores" de

I.A

NOVELA

141

los "personajes". Así G o l d m a n n describe la novela "búsi|ueda degradada de valores auténticos por el héroe problemático", y Muir establece una tipología de las novelas, en función del modo de relación de los personajes con el orden de los acontecimientos. L a ausencia de una teoría explícita de las relaciones entre valores e ideologías, así como la falta de una con•" indica la sucesión inmediata de dos acontecimientos en la sucesión elemental. Vemos que las ocho sucesiones inmediatas son todas las combinaciones posibles de las realizaciones o no-realizaciones de los dos valores considerados. L a correspondencia se efectúa entre la relación " »" y las relaciones ^ y ^ . Ahora bien, si queremos establecer una correspondencia entre el orden de los acontecimientos y el sistema de valores según lo definen las cuatro relaciones posibles entre los valores tomados 2 a 2 , es decir, Vi > V¡, V,- > Vi, Vi - V¡ o Vi II Vj se necesitan al menos dos sucesiones inmediatas de acontecimientos: el cuadro siguiente indica la correspondencia: = > ( V i > V,)

A

(Vi

^Vi)

= > ( V j > Vi)

A

(V,

^Vj)

Vi >

Vi

Vi =

V,

= > ( V i > V i )

A

Vj

= > ( V i > Vi)

A

Vi

II

( V j > V O (Vi

^Vi)

LA

NOVELA

iDl

Si se combinan las dos correspondencias es posible definir el conjunto de sucesiones elementales compati­ bles con cada una de las cuatro relaciones posibles entre los dos valores Y i y Yj. P a r a mayor claridad es fácil realizar una tabla que parte de las sucesiones inmediatas y que indica las relaciones entre los valores implicados compatibles con ellas. Relaciones posibles N.° Sucesiones inmediatas R(V.)-

R(Vj)

R(Vi)-

*/R(Vi)

/R(V,)-

R(Vi)

/R(V,)-

^/R(Vi)

R(Vi)-

R(Vi)

R(V,)-

»/R(VO

/R(Vi)

> R(V,)

/R(Vi)-

>/R(VO

Vi>Vj

Vi>v. I Vil! Vi V . = V j

o

1

o

o indica: incompatible con esa relación de orden; / indica: compatible c o n ella. LILILÍ sucesión elemental se compone entonces de las LULIO sucesiones inmediatas. E s evidente que si la sucei i l i M i elemental comienza por la sucesión inmediata N.° 1, LII sucesión inmediata siguiente tendrá que ser, o bien LII N." 5 o bien la N.° 6, y q u e si empieza p o r la N.° 2 d. .pues estará la N.'' 7 o la N.° 8; siempre y cuando luluiita que un acontecimiento no puede ser inmediiiimncnte seguido por o t r o acontecimiento d e idéntica "i)IIULilación subjetiva ni por un acontecimiento de sig-

LA ESTRUCTURA

162 nificación

subjetiva

inversa.

E s t e postulado,

implícito

en la enumeración de las sucesiones inmediatas, p o n e la exclusión de 8 sucesiones 1* 2* 3* 4* 5* 6* 7*

R(V,)R(V¡)R(Vi)R(Vi)/R(V¡)/R(V,)/R(Vi)/R(V,)-

DE

presu-

inmediatas. > R(VO •>/R{V,) » R(V,) */R(Vi) */R(V,) » R(VO »/R(VJ) * R(Vi)

L a justificación de esta exclusión es doble: en el caso d e 1*, 3 * , 5 * y 7* si se excluyen es porque, o bien los acontecimientos son claramente distintos, y entonces es una redundancia,

o bien lo que se ha considerado c o m o

dos acontecimientos n o es más que un mismo acontecimiento. E n el caso de las sucesiones 2 * , 4 * , 6 * y 8 * esta exclusión es debida a las necesidades de coherencia de la subjetividad novelesca: u n hecho y su contrario pueden seguirse únicamente si, entre los dos, o t r o acontecimiento modifica

la organización de la conciencia del

personaje. L a justificación de estas exclusiones, como la del postulado fundamental de correspondencia, tiene, evidentemente, que someterse a la prueba de la experiencia. Los textos analizados hasta ahora confirman con una frecuencia suficiente su adecuación. A partir de estas consideraciones, es posible construir las sucesiones

elementales,

compatibles con cada

una de las relaciones de orden entre los valores Vi y Vj. Para Vi > Vj, las sucesiones inmediatas

componen-

tes son los números 1, 4 , 6 y 7 y las sucesiones elementales posibles son:

LA

NOVELA

163

SI471 =

R(Vi)!^/R(V,) -i/R(V,)^iR{V,)-^R(Vj)

S I 4 7

= R(Vi)

>/R(VO-^/R{Vi)-

SÍ4

= RíVi)-

•/R(VO-—•/R(Vi)

R(V,)

comenzando por la N.° 6 , y

Si716 comenzando por la N.° 4

S I 7 I

y

S7164 S 7 I 6

comenzando por la N.° 7

Sn y

S l 6 4 7

Sl64

comenzando por la

N° 1

•^16

Las reglas son claras, y es fácil ver que sólo hay cuatro ( 4 ) sucesiones elementales distintas: R(Vi)-

>/R(V,)-

*/R(Vi)

/R(Vi)-

> R(V¡)-

> R(Vi)

R(V.)-

> R(V,)-

>/R(Vi)

/R(V,)-

VR(Vi)-

* R(V,)

S I 4

47

que los de longitud superior son repeticiones. E n e l caso de Vj > Vi, las sucesiones itmiediatas l a s número 2 , 3 , 5 y 8 . Se componen de la misma n a n e r a .

S i Vi = Vj, l a s sucesiones inmediatas componentes Bfi l a s números 1 , 4 , 5 y 8 , y finalmente, si V i II V,> número 2 , 3 , 6 y 7 . L a s sucesiones elementales se 3i'iimti tie la misma manera.

•]54

B)

LA ESTRUCTURA

La sucesión orden de

de acontecimientos valores

DE

y el

La sucesión de acontecimientos correspondiente a un , n^ — n personaje P,-, i A j ; se ha descompuesto en c = ^ sucesiones elementales. E l análisis de estas sucesiones nos da el orden del conjunto de valores 1 Vj \ i, ya que nos da la relación entre los valores dos a dos. Si se encuentran contradicciones ( p o r ejemplo, V / > V J , V i = Y2, V 2 > V3) hay q u e volver al t e x t o y examinar los enunciados soportados por P ¡ que hemos reunido bajo los símbolos Vi, Vz y V 3 . Se encontrará, normalmente, que se han cometido errores en la constitución de los conjuntos de significados, o en la notación de los acontecimientos. Si se repiten las mismas operaciones con las sucesiones de acontecimientos de todos los personajes, se llega a constituir un sistema de valores compatible con el orden de los acontecimientos y con los enunciados soportados por todos los personajes del texto, sistema c o m o el definido en el capítulo precedente.

SINTAXIS Y ACONTECIMIENTOS Hasta aquí hemos analizado los acontecimientos en función de un personaje. Ahora bien, en las novelas se encuentran acontecimientos en los que más de un personaje está implicado. Dada la definición del acontecimiento como enunciado referente a un proceso de producción o de cambio en el que al menos un P i es agente, este tipo de acontecimientos es el más importante, si no el más frecuente. Los acontecimientos del tipo " F se casa con E " han sido atribuidos a la sucesión de acontecimientos de " F " y a la de " E " . L o que hay que examinar aquí es otro

LA NOVELA

I

165

aspecto de la estructura d e los textos novelescos: en efecto, los acontecimientos de ese tipo — c a m b i o de X entre dos personajes— s e anotan como R(Vi) o /R(Vi) para uno de los personajes, y como R ( V j ) o /R(Vj) para el otro. Pero esas notaciones no son independientes: el sistema de valores no define solamente el orden de sucesión de acontecimientos arbitrarios, sino que define también el tipo de acontecimientos posibles. V o y a indicar, de forma somera y provisional, los mecanismos de construcción de los acontecimientos del tipo " A (cambia X por Y c o n ) B " . U n acontecimiento para A, R{Vi) ó R(Vi) entonces.

A, AA A3

A, A, A. A, A,

de ese tipo puede significar ó /R(Vi) ó /R(Vi). Se tendrá

Personaje 1

Personaje 2

R(VO R(VO /R(V,) /R(V,) R(V.) R(VA) /R(V.)

R(V.) /R(V.) R(V.) /R(V,) R(V,) /R(V.) R(V,) /R(V,)

/R(V2)

Si se considera que el mismo valor puede aparecer p«ra los dos personajes en el mismo acontecimiento, hay (|uc añadir las combinaciones siguientes: R(V,) /R(VO R(V,) /R(VI)

R(V,) R(V,) /R(V.) /R(V.)

Ahora bien, si el acontecimiento es un cambio de | X ) r Y , la realización por los dos personajes del mismo valor en el mismo Aj implica que ese valor es de un

166

LA ESTRUCTURA D E

tipo particular: del tipo en el que "dar" y " r e c i b i r " son reversibles, o bien, lo que es más frecuente, que hay en la "conciencia" de los personajes — e s decir, en el discurso soportado por e l l o s — una subordinación de! tipo medios-fines que autoriza la "pérdida" ( d a r sin recibir) como inversión en la ganancia posible. E s t a se­ gunda posibiUdad, en los términos en los que está aquí expuesta, es inseparable de la categoría del " h o m o oeconomicus". Este tipo de articulación de la estructura del acontecimiento con la de la sucesión elemental y la ar­ ticulación medios-fines del discurso soportado por el personaje son entonces complementarios: esta doble articulación es uno de los mecanismos de producción del efecto de significación, y constituye un ejemplo particu­ larmente claro de la forma de acción de la ideología en la novela: presente en el discurso del personaje, la ideología estructura los acontecimientos. E l efecto de presencia y el efecto de significación no son indepen­ dientes. E l estudio de este tipo de articulación es importante, pues, en la medida en que pone en evidencia c ó m o el ideologema medios-fines, inversión (gasto presente) c o m o medio para obtener una ganancia, posible y futura, presente e n el discurso de los personajes y en la articu­ lación de los acontecimientos, obra en la estructuración del texto novelesco. Dado que este ideologema del " h o m o oeconomicus" es un ideologema burgués, se ve entonces en qué sentido se puede decir que la novela es un producto cultural que aparece con el capitalismo mercantil. L a intuición de Lukács y las afirmaciones de Goldmann respecto a la relación entre la novela y la burguesía aparecen entonces como aceptables: una vez más vemos cómo un examen crítico que demuestra el carácter ideológico de una teoría no nos autoriza a re­ chazar en bloque todas las proposiciones que la com­ ponen.

LA NOVELA

167

CONCLUSIÓN L o que he expuesto hasta aquí constituye el esbozo de una teoría de la novela. L a validez de este esbozo tiene que establecerse, según creo, de dos formas dis­ tintas: por una parte, se puede analizar la coherencia y el modo de definición d e los conceptos. P o r otra, hay que ver en qué medida este esbozo provisional de la teoría de la novela es adecuado a su o b j e t o ; para ello hay que analizar un cierto número de novelas detalla­ damente. E n la Universidad de Quebec, en Montreal, hemos comenzado, mis estudiantes y yo, un trabajo de este tipo. Actualmente se analizan una serie de novelas de dos autores, Gabrielle R o y y Marie Claire Blais. Pero, dado que teníamos que trabajar simultáneamente los problemas teóricos y las novelas particulares, el análisis no está acabado. L o único que puedo presentar es un ejemplo, excesivamente limitado, de una parte del estuI' dio de Bonheur d'Occasion ("Felicidad de o c a s i ó n " ) , de Gabrielle R o y .

«BONHEUR D'OCCASION»!: EJEMPLO DE APLICACIÓN DEL MÉTODO Bonheur d'occasion, de Gabrielle R o y , publicada en Montreal en 1 9 4 6 por la Société des Editions Pascal, obtuvo el Premio Fémina en 1 9 4 7 y desde entonces ha sido una de las novelas franco-canadienses más leídas en (.)iiebec. E n 1 9 6 6 , Beauchemin la ha reeditado en Montreal. Bonheur d'occasion es una novela de varios perso­ najes, que hace una descripción de la vida de los cana­ dienses-franceses de Montreal durante la Segunda Gue1

Gabrielle

ROY,

Bonheur

d'occasion,

Montreal,

Beauchemin,

1^

LA ESTRUCTDEA D E

rra Mundial. E s una novela muy larga (en la primera edición de 1 9 4 6 , 5 3 2 páginas en dos volúmenes) y en ella se encuentran varias historias convergentes o paralelas, descripciones geográficas y una variedad muy grande de caracteres. Si se le analiza de la forma tradicional, se puede, como lo hace Monique Genuist, considerar a esta novela — y al resto de la obra de Gabrielle R o y — como "un testimonio sobre los canadienses-franceses", como "un buen documento sobre la condición del obrero canadiense, en particular durante los años 1 9 3 0 , en el momento de la gran depresión económica que sacudió a América del N o r t e " 2. Monique Genuist se aplica en su análisis a clasificar las diferentes partes de la obra de Gabrielle Roy, de acuerdo con conceptos que desgraciadamente no pueden dar cuenta de la estructura de las obras estudiadas. A pesar de que se encuentran puntos comunes entre su estudio y el m í o , la insistencia en el estudio de los temas (la mujer, los personajes novelescos pensados como imágenes de lo real, como los sacerdotes, los médicos, los obreros, e t c . ) y la separación entre la forma ( d e las obras en general) y el contenido, hacen de este trabajo un ejemplo típico de esos discursos sobre la literatura que, para emplear l a expresión de Macherey, no alcanzan la "discursividad característica del verdadero saber".

SOMERA DESCRIPCIÓN DE LA INTRIGA 3 Bonheur d'occasion narra la historia de numerosos personajes, entre los que he estudiado once, elegidos según un criterio sencillo: los personajes que no llegan a hacerse, que no tienen historia en la novela, son excluidos provisionalmente. L o s once personajes que he 2 Monique GENUIST, La créatión romanesque ches Gabrielle Roy, Montreal, Cercle áa Livre de Prance, 1966, p. 73. 3 Las citas entre paréntesis están sacadas de la edicidn de Beauchemin de 1966.

.,I-iiiifiiiiiiiliÉ'ilirÉi«ii

LA NOVELA

169

elegido son los siguientes: Florentine, Azarius, RosaAnna, Daniel, Ivonne y Eugéne Lacasse, J e a n Levesque, Emmanuel, Alphonse, Boisvert y Pitou. Florentine, hija mayor de la familia Lacasse, trabaja en un restaurante popular del barrio St.-Henri; da el dinero que gana a su familia, muy pobre desde que la depresión económica ha hecho perder el trabajo de ebanista a su padre y el de costurera a su madre Rosa-Anna Su hermano Eugéne es obrero en paro, y Daniel e Ivonne son niños. E n el restaurante en que trabaja encuentra a J e a n Levesque, muchacho serio, que estudia matemáticas ( c a p . I ) , trabaja c o m o electricista en una fábrica y que desea hacerse ingeniero, poniendo los medios necesarios para conseguirlo. J e a n Levesque es para FlorenI tine la imagen de la ciudad moderna y rica, del lujo, de los productos de consumo, y es también el medio mediante el cual podrá alcanzar el confort y el lujo con que sueña (cap. I ) . I n t e n t a casarse c o n J e a n Levesque y está dispuesta a emplear todos los medios necesarios para conseguirlo. Pero J e a n Levesque ve en ella un obstáculo para sus ambiciones, para sus proyectos, una traba a su triunfo, y a pesar de que siente curiosidad y piedad por ella, por ella que es "mitad miseria, mitad primavera", después de algunos encuentros y de haber hecho el amor con ella, la abandona y sigue su camino sin obstáculos. Florentine, embarazada, no se confía a su familia y arregla su problema casándose con Emmanuel, amigo de Jean Levesque, que se lo había presenIndo casi intencionadamente. Emmanuel da a Florentine ncjíuridad, un poco de dinero, amor... Pero Emmanuel, iil contrario de Jean Levesque, se interesa más por la N U c r t c de la comunidad que por la suya propia, se enrola rn el ejército y parte para la guerra, una guerra que IIC-1H: terminar con la guerra, en vez de enseñarle a iiiuirsc para cambiar la sociedad, como pensaba antes (Ir su partida.

170

LA ESTRUCTURA D E

La historia de los demás personajes es simple: E u géne, hermano de Florentine, parte para la guerra des­ pués de haber arrebatado a su madre el poco dinero que la quedaba, para divertirse antes de su partida. Daniel, el más joven, sensible, inteligente, muere en un hospital de W e s t m o u n t , barrio rico e inglés de Montreal, lejos de los suyos. Y v o n n e , que no puede soportar la reali­ dad de Ja vida de su familia, de la vida del pueblo, busca en un convento el medio de escapar mediante la plegaria. Los tres obreros parados, Alphonse, Boisvert y Pitou, siguen distintas suertes. Boisvert encuentra un empleo, se casa y olvida a sus amigos en paro. Alphonse, demasiado consciente ante una realidad que no puede transformar y en la que no puede integrarse •—es recha­ zado incluso por el ejército—, inventa mundos imagi­ narios de aspecto muy real; en una sociedad que vive de los desechos de la sociedad de consumo, s e evade en la bebida y el amor. Pitou, solidario de E m m a n u e l , encuentra su primer empleo en el ejército. Azarius, el padre de Florentine, después de muchos fracasos en sus tentativas de trabajar en el oficio que l e gusta, se enrola también en el ejército y parte para la guerra, consolado con la idea de una guerra que, según él, es justa y desinteresada. Rosa-Anna, después de haber contemplado cómo partían todos sus hijos, encuentra en el salario que el ejército l e paga a su marido el dinero que tanto necesitaba pero del que hubiera preferido prescindir.

RESUMEN DEL ANÁLISIS Vamos a considerar con más detalle las sucesiones de acontecimientos de tres personajes, Florentine, J e a n Levesque y Emmanuel, y en seguida demostraremos c ó m o a partir de este análisis se pueden interpretar los de los demás personajes.

LA NOVELA

17 [

Florentine

., '

D o s clases de valores aparecen en el discurso de Florentine: unos, los valores económicos de la sociedad capitalista. La otra clase de valores está compuesta por los de la sociedad tradicional: el amor romántico, la solidaridad en el seno de la comunidad, los lazos fami­ liares. Para simplificar el análisis vamos a relacionar los valores con estas dos clases a las que vamos a repre­ sentar por V i y V2, respectivamente. La sucesión de acontecimientos de Florentine puede representarse con el esquema siguiente, en el que la primera línea formula la significación real y la segunda la significación potencial o condicional de los aconteci­ mientos para Florentine: i; 1."

2.»

3."

4.»



R(VO

i>/R(V,)

^/R(V:)

> R(V,)

>R{Y2)

/R(V,)

R(V.)

»R(V.)

>/R(V.)

-»R(V,) I

E l primer acontecimiento es la realización de los valores de solidaridad: Florentine da dinero a su ma­ dre, dinero que no le sobra. E n el segundo momento, Morentine acepta, en sus relaciones con J e a n Levesque, lio realizar su interés (económico, social, biológico) pura que J , Levesque la ame: el acontecimiento princi|)al es que Florentine recibe a J . Levesque en su casa i'iiiindo sus padres no están, que le da de cenar y se ileja hacer el amor: / R ( V i ) . Y esto para que J e a n Le­ vesque se case con ella [ R ( V 2 ) ] . P e r o , y es el tercer tii-oniccimiento, J e a n Levesque se va sin dejar su direc­ ción a Florentine, que está encinta [ / R ( V 2 ] y / R ( V i ) y que rompe sus lazos con la familia ( n o habla con su (iiiulrc, se va de su c a s a ) . I',n el cuarto momento, Florentine vuelve a ver a líiiiiiiannuel y se casa con él, con lo cual resuelve el

172

LA ESTRUCTURA

DE

problema de sus medios de vida tanto sociales (madre casada) como económicos [R(Vi)] y eso a pesar de que no ama a Emmannuel [/R(V2)], aunque cfee q u e puede amarle. L a novela acaba para Florentine, con la realización de Vi y V2: su vida económica ha mejorado ( s e viste, va de compras) y ha llegado a amar a Emmannuel... Reducir la historia de Florentine a cinco acontecimientos sólo puede hacerse dejando a un lado acontecimientos, cuya escritura en términos de valores corresponde a la de los seis más importantes. Por ejemplo, e l encuentro con Emmannuel, el baile en su casa, son acontecimientos que, desde el punto de vista de la estructura, no se diferencian del acontecimiento' - / 2 . , cuya escritura es /R(Vi) . RCVi), porque Florentine, en estos intercambios, no realiza su interés personal (Vi) — e c o n ó m i c o — para realizar su amor hacia J e a n Levesque (V2). Procedemos de la misma manera con lo que sigue, porque al reemplazar un grupo de valores equivalentes y el grupo de acontecimientos correspondiente, por una clase de valores equivalentes y un acontecimiento principal, no se modifica la estructura de orden. Solamente se la simplifica.

Jean

Levesque

Los valores atribuidos a J e a n Levesque (cap. I I ) son V¡ (dinero, é x i t o ) , Vi (solidaridad), V3, una nueva clase de valores, los del progreso colectivo, que se anotará V j . Ei: no sale con Florentine y la acecha R(Vi)

-

...í,i,

/R(VO E2: lleva a Florentine al R(V.) R(Va)

, . •

restaurante

LA

NOVELA

173

Er. después de cenar en casa de Florentine, hace el amor con ella. R(V,) /R(V.) E4:

se aleja de Florentine R(V,)

/R(V2) . R(V3)

I

E s interesante señalar que el valor V3, el progreso colectivo aparece en su realización como una potencialidad para los individuos y no como una realización en el sentido propio. L a realización de V3 es colectiva: se afirma RÍVs) cuando la comunidad, cuando cada uno de los personajes realiza Vi. Por tanto, se trata de una interpretación particular del sentido de V3, pero es ésta que implícitamente propone la novela. Emmannuel Los valores atribuidos son los mismos que los de Jean Levesque. P e r o en Emmannuel el interés económico queda relegado tras la solidaridad-amor y tras el progreso económico. E , : deja el colegio y trabaja /R(V2)

R(V3) Ej: se enrola en el ejército , ......

R(V3) '

,

/R(Vi)

E',: se casa con Florentine m,) /R(V.) ! ;.- parte para la

guerra R(V ) /RÍVí)

... ;„; ,

,., ^ ^

174

LA ESTRUCTURA D E

También en Emmannuel la realización o no realiza­ ción de los Vs son potenciales, porque al ser V3 un valor, cuya realización implica a la comunidad, la realización en el individuo sólo puede reducirse en la novela a afir­ maciones atributivas en cuanto a la posibilidad de su realización, siendo dada la acción a un personaje. E l estudio de estas sucesiones, empleando el método anteriormente descrito, conduce a establecer las relacio­ nes siguientes entre las clases de valores;

Sería demasiado largo describir el análisis de las sucesiones de acontecimientos que corresponden a los demás personajes, y, además, los resultados son los mis­ mos en el nivel de las relaciones entre las tres clases de valores. Gráficamente hacemos representar estas relaciones:

A v„

V3

••••

'



Ningún personaje de la novela puede realizar V2 y Vi antes de realizar Vi. Ningún personaje de la novela puede realizar V3 y Vi antes de realizar Vi. Nin­ gún personaje de la novela puede realizar Vz y V3. Esta estructura es sociológicamente significativa. Si se considera que es una subestructura ideológica, los elementos de esta ideología se expresan así: Los valores tradicionales (amor, solidaridad, familia) sólo pueden realizarse si se realizan pri­ mero los valores económicos (interés privado, indi­ vidual) egoístas.

LA

NOVELA

175

E l valor progreso colectivo sólo puede realizarse si se realizan primero los intereses económicos individuales. L a realización de los valores tradicionales y la de los del progreso colectivo son incompatibles. P o r q u e en la novela, la comunidad, son los canadienses-franceses (pobres, campesinos, c a t ó l i c o s ) , y los valores de la comunidad son la solidaridad, el amor, la vida en común, los valores de uso. E l interés individual es, en la novela, el dinero, e l éxito, la industria (incluso la industria de guerra que es descrita de m o d o que beneficia sólo a algunos en detrimento de t o d o s ) . E l progreso de la colectividad es la mejora del nivel de vida, la cultura, el acceso al lujo, a la vida moderna. E n fin, la novela afirma que el progreso de la comunidad canadiense-francesa sólo es posible rechazando los valores de la comunidad y realizando los valores individualistas de cada uno, lo que quiere decir, mediante la integración al mundo canadiense-inglés y norteamericano, el mundo del beneficio, de la industria moderna, de la técnica. Las tres opciones de valores presentadas c o m o posibles corresponden perfectamente a las tres ideologías, descritas por Marcel R i o u x *, de la sociedad de Quebec. La ideología tradicional corresponde a la configuración (V1V2), la ideología de oposición y de desquite, a (VI V3), y la ideología del desarrollo y la participación I (V2V3). Bonheur d'occasion es una novela escrita dentro de la perspectiva de impugnación y de desquite, porque presenta a (Vi V2) como valores que excluyen el progreso de la colectividad y a (V2 V3) c o m o irrealiiínble. E s la perspectiva de la pequeña burguesía liberal (que está bien representada por la revista Cité Libre),

4 Marcel BIOUX, "Sur l'evolution des idéologies en Quebec", '•tmr de L'instituí de Sociologie, Université Libre de Bruxelles, n.» 8, IW», pp. 95-124.

176

^

ESTEUCTüRA

DE

Y la autora Gabrielle Roy, educada en las " P r a i r i e s " ( P r a d e r a s ) , es una canadiense-francesa que sólo puede concebir que la integración al Canadá inglés es inevitable y que el éxito individual es el instrumento de progreso ( d e desquite) para los canadienses-franceses. E l resumen de las conclusiones del análisis de Bonheur d'occasion plantea de una forma más concreta el problema de las relaciones entre las estructuras de las novelas y la sociedad en que son producidas.

I

I libro se terminó de imprimir en LTICAS ELLACURIA, calle de no* Atres, 13, BUbao, el dia 21 1 d* «eptlembre de 1970. M U cubierta Carlos Fernández r Moreno.



llniíon

3.000

ejemplares.

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