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Nochebuena Oración para bendecir la mesa (Se reza juntos el Padrenuestro…) Bendícenos, Señor, al reunirnos para cenar en esta noche de luz y celebrar así tu presencia. Por una noche, al menos, quisiéramos que el mundo fuera una gran familia: sin guerras, sin miseria, sin hambre, sin dolor... y con algo más de música y de alegría. Que este hogar, niño Jesús, acoja tu palabra de amor y de perdón y siempre estés tú presente. Consérvanos unidos. Bendice también esta mesa, símbolo del compartir que tú quieres realizar con todos los seres humanos. Estos alimentos son de los dones que nos has dado y expresión de la generosidad con que quieres que los compartamos. Danos fuerzas para ser personas justas, comprensivas, entrañables, comprometidas por un mundo mejor. Que esta noche y siempre nos visite el ángel que trae la buena noticia de tu presencia entre nosotros, y abra nuestro espíritu a la gratitud. ¡Eres bienvenido, niño Jesús, siempre a esta casa! Haz que nunca nos cansemos en nuestro empeño de que nadie quede excluido ni de la mesa ni de la fiesta. Bendice con tu paz nuestro mundo, y visita a todos los que te invocamos
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para que ésta y todas las noches, tu presencia las haga buenas. Amén.
(Se felicitan unos a otros, dándose un abrazo a la vez que se dicen: que Dios te conceda siempre su paz).
Oración ante el Belén Bendición: La calma de esta noche buena despierta la ternura y se multiplican los abrazos entre todas las personas que aman y se dejan amar por Ti. La buena noticia que comunicaron con tanto gozo los ángeles a los pas-‐ torcitos de Belén, es hoy también buena noticia para quienes cele-‐ bramos la Navidad; hoy Dios está más cerca que nunca de nosotros. Por eso, nuestros corazones se llenan de alegría al verte, tocarte y poder acariciarte, pequeñín de Belén. Tú eres Dios, te creemos, pues nos amas tanto y nos lo demuestras con tu venida a nuestros hogares. Aquí nos tienes, pequeñito de Belén, nuestro corazón está ya dispues-‐ to para recibirte. Ven a nuestra vida y llénala con tu presencia, que es luz, paz y júbilo. Bendice nuestro hogar, cuida nuestra familia, haz que todos seamos buenos unos con otros, que nos perdonemos y com-‐ prendamos, y compartamos el gozo de tenerte presente entre noso-‐ tros. Amén. Fabián Martín
Villancico: A la nanita nana A la nanita nana, nanita ea, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, bendito sea. Fuentecilla que corres clara y sonora, ruiseñor que en la selva cantando lloras, callad mientras la cuna se balancea a la nanita nana, nanita ea.
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Manojito de rosas y de alelíes, ¿qué es lo que estás soñando que te sonríes? Cuáles son tus sueños, dilo alma mía más, ¿qué es lo que murmuras? Eucaristía. Pajaritos y fuentes, auras y brisas, respetad ese sueño y esas sonrisas, callad mientras la cuna se balancea, que el niño está soñando, bendito sea.
Navidad Lectura del libro de Isaías 52, 7-10 ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las na-‐ ciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Feliz Navidad Feliz Navidad, dos palabras bien sencillas, quizás gastadas, muy gas-‐ tadas, pero que llevan dentro el más puro y apasionado amor de Dios por la humanidad. No las digas de cualquier manera. Detente en cada una de ellas. Fe-‐ liz…Navidad. Feliz nacimiento de Jesús, buena nueva de su presencia entre nosotros. Estrena esta expresión tan bella. Estrena con estas palabras el en-‐ cuentro con las personas; estrena la vida, estrena el gozo.
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Que no estamos solos, que una Presencia ha venido a recrear para siempre nuestra tierra. ¿Te parece poco? Feliz Navidad. Que un Niño nos ha hecho niños, hijos de un mismo Padre. Feliz Navi-‐ dad. Que nuestra fragilidad es cuna y ya no es motivo de lamento. Feliz Navidad. Que de nuestro jardín brota la confianza del amor, donde el pobre siempre tiene sitio. Feliz Navidad. Que una gracia de fraternidad y de bondad desciende sobre la huma-‐ nidad, y nos puede transformar si la acogemos. Feliz Navidad.
Escuchemos a San Agustín Hoy la Verdad ha brotado de la tierra, Cristo ha nacido en la carne. Llenaos de un gozo festivo porque recibisteis el poder ser hijos de Dios. Por vosotros se hizo temporal el hacedor de los tiempos; por vosotros apareció en la carne el autor del mundo; por vosotros fue creado el Creador. ¿Por qué vosotros, mortales todavía, halláis vues-‐ tro deleite en cosas efímeras y os esforzáis por retener, si ello fuera posible, esta vida pasajera? En la tierra ha brillado una esperanza mucho más esplendorosa, hasta el punto de que a hombres terrenos se les promete una vida celestial (Sermón 192,1,1).
La Sagrada Familia La fuente Cuando María la Virgen llevaba al Niño a la fuente, cuatro luceros nacían como rocío en la frente.
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Con sólo mirar el agua qué firmamento surgía. Cuatro estrellas se bañaban en la fuente cada día. Con los ojos de su Madre qué orgulloso estaba el Niño. Jesús miraba a la fuente la Madre miraba al Hijo. Y entre la Madre y el Hijo cuatro luceros sembraban cada mañana en la fuente que el firmamento alumbraban. El Niño a ver las estrellas jugaba, mientras la Madre de agua el cántaro llenaba para llevarla a su padre. José en el taller quedaba ebanista y carpintero, sacándole caracolas con arte a cada madero. La Madre miraba el agua irisada de colores, el Niño chapuceaba, ¡qué escena tierna de amores! Qué idilio los dos formaban cada mañana en la fuente, jugando a juntar luceros con sus ojos relucientes. El agua hacía de espejo tornasolado de sol, y el cántaro se llenaba con la bendición de Dios.
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Y cuando a casa volvían José absorto les miraba, tan sólo un sorbo bebía y de estrellas se llenaba. Luego besaba a María besaba después al Niño y en el cielo los luceros sonreían con un guiño Juan Manuel del Río
Oración a la Sagrada Familia Sagrada Familia de Nazaret: enséñanos el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros; enséñanos la necesidad del trabajo, de la preparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que sólo Dios ve en lo secreto. Enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable. Amén. Papa Pablo VI
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Nochevieja Oración para Nochevieja La Noche Vieja es una fiesta de las personas, y es, por tanto, una fiesta nuestra, de los cristianos. Es una fiesta donde fluyen muchos sentimientos, se rememoran momentos que ya pasaron y se dispone el ánimo a iniciar un nuevo trayecto. En esta noche las personas expresamos nuestra esperanza de futuro, nuestro deseo de inmortalidad, nuestras aspiraciones secretas e inconfesadas, y nuestro profundo anhelo de felicidad. En esta noche, quizá como en ninguna otra nos deseamos unos a otros una ¡Vida nueva! ¡Nueva, siempre nueva y mejor! Esta vida, esta fiesta, este sueño a la vez humilde y ambicioso que las personas elevamos a Dios, es un grito que Dios Padre escucha: ¡Vida, siempre vida y siempre viva! Por lo cual, si usted tiene más barriga, pero también más corazón, si usted tiene más arrugas, pero también más amor; si usted tiene más años, pero menos egoísmo… ¡Feliz Año Nuevo! Si has luchado por los débiles y piensas seguir haciéndolo; si levantaste a los caídos en el camino; si escuchaste al que necesitaba explayarse; si visitaste al solitario; ¡Feliz Año Nuevo!
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si colaboraste para remediar las injusticias; si ensayaste tenazmente, mil y mil veces, en ser bueno y portarte como un bien; si gastaste 365 días en compartir y estar atento a los demás, ¡Feliz Año Nuevo! Cristo es nuestro tiempo, Cristo es nuestro futuro; con el gozo de saber que Cristo nos acompaña en nuestro tiempo, podemos decirnos unos a otros: ¡Feliz Año Nuevo! Alberto Iniesta Jiménez
1 de Enero, Santa María, Madre de Dios La Virgen con el Niño La Niña a quien dijo el ángel que estaba de gracia llena, cuando de ser de Dios Madre le trajo tan altas nuevas, ya le mira en un pesebre, llorando lágrimas tiernas, que obligándose a ser hombre también se obligó a sus penas. ¿Qué tenéis, dulce Jesús?, le dice la Niña bella; ¿tan prestos sentís, mis ojos, el dolor de mi pobreza? Yo no tengo otros palacios en que recibiros pueda,
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sino mis brazos y pechos que os regalan y sustentan. No puedo más, amor mío, porque si yo más pudiera, vos sabéis que vuestros cielos envidiaran mi riqueza. El Niño recién nacido no mueve la pura lengua, aunque es la sabiduría de su eterno Padre inmensa. Mas revelándose al alma de la Virgen la respuesta, cubrió de sueño en sus brazos blandamente sus estrellas. Ella entonces desatando, la voz regalada y tierna, así tuvo a su armonía la de los cielos suspensa. Lope de Vega
Para pensar Nos ha nacido un niño, nos ha nacido un redentor, ¿te atreves a aco-‐ gerlo y acunarlo entre tus brazos, como lo hacía su madre María? Es tiempo para la ternura y la delicadeza, es necesario mirar con ojos de madre a todos nuestros seres queridos, para que sepan cuánto nos importan. Descubre la presencia de Jesús recién nacido en el corazón de tu prójimo.
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La epifanía del Señor Carta a SS. MM. los Reyes Magos Muy queridos míos, está cerca la fecha de que paséis por mi piso y de verdad que me hace mucha ilusión que vengáis. Este año me he por-‐ tado muy bien y he cumplido con la mayoría de las cosas que me to-‐ can. Yo sé que ya estoy un poco mayorcito para pediros juguetes, videoconsolas o cualquier otra cosa; pero ya que estáis de camino quisiera aprovechar el viaje. Aquí van mis deseos: Quisiera una caja de alegría que desborde hacia todos lados; si es posible en presentaciones individuales (son para compartir) o en pa-‐ quetes sorpresa (son para sorprender), acompañada con sus principa-‐ les accesorios: sonrisas, abrazos, encuentros, “te quieros”, o la forma que tengáis en vuestro stock. Un corazón nuevo, porque el mío se está quedando pequeño con tanta gente que voy conociendo y temo que se vaya quedando sin espacio; además, de que el mío ya tiene algunas cicatrices y quiero uno nuevo de serie para presumirlo por todas partes. No sé si tengáis disponible un poco de comprensión, no es para mí porque aún me queda un pelín de la que me dieron al nacer; en reali-‐ dad es para usarla como bálsamo para el mundo, porque a veces noto que se va desgastando mucho en su diario girar. Ya sabéis, si aún te-‐ néis en el almacén, traedme un poco. Ahora que me voy haciendo mayor, veo que me va faltando disponibi-‐ lidad. Os cuento: me he enterado que hay alguien que me ha amado desde siempre y no he sabido corresponderle porque me falta dispo-‐ nibilidad. He sabido que es necesario asistirlo en mi prójimo y seguirlo a donde quiera que vaya; para eso la voy a ocupar si me la traéis. Sin más por el momento, me despido de vosotros con la esperanza de que recibiré todo lo que os he pedido y mucho más… P. D.: cuando lleguéis a ver al Niño, dadle un besico de mi parte.
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¿Qué cosas les pedirías tú? ¿De qué estás necesitado? Es necesario volver a ser como niños y tener la ilusión de que en estas fechas todos nuestros buenos deseos de ser mejores serán colmados por aquel que es nuestra esperanza. Hoy es día de hacer feliz a mucha gente, regala tu tiempo, tu presencia y tu buena voluntad.
Escuchemos a San Agustín También nosotros, reconociendo en Cristo a nuestro rey y sacerdote, lo honramos como si le hubiéramos ofrecido oro, incienso y mirra; sólo nos falta dar testimonio de él tomando un camino distinto del que hemos seguido para venir (Sermón 202,3,4).
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