NOHEK CONTRA LAS AGUJETAS REBELDES

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NOHEK CONTRA LAS AGUJETAS REBELDES.

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NOHEK CONTRA LAS AGUJETAS REBELDES. Para Nohek ya había pasado mucho tiempo, a sus dos años, la experiencia que tenía lo hacía ver como todo un experto, sus amplios conocimientos en el manejo de la cuchara y el vaso le daban cierto respeto, al grado de que era ampliamente reconocido por los niños de su misma edad, sus amiguitos lo admiraban y él trataba de ofrecer toda aquella experiencia acumulada dando algunos consejos, al poco tiempo ya era un digno representante de la defensa de los derechos de los bebés, pero había algo que lo hacía sentirse mal, cuando caminaba, sus botitas se le desataban, también los tenis, y todo tipo de zapato con agujetas que se ponía, como por arte de magia se le desataban. - ¡No puedo dominar estas agujetas, son muy rebeldes! - No te desesperes Nohek, algún día podrás amarrarlas como lo hace tú mamá y tú papá, le decía su amigo Javier que lo observaba un poco angustiado por no poder amarrar las agujetas. - Es que no entiendo por qué no se quedan bien amarradas, el nudo se deshace muy fácilmente, debe haber alguna manera en que el nudo quede bien apretado, pero no sé cuál es. - Yo tampoco se cual es, intervino Andrea en la conversación, a mi mamá le quedan muy fuertes los nudos, hasta cuando me voy a dormir le cuesta trabajo desatarlos, pero a mi, se me deshacen muy fácilmente. - Dice mi hermano el que tiene siete años y ya es grande, porque a esa edad ya es un niño grande, dice que no sabe como amarrarse las agujetas todavía, lo regañan porque se le desatan y también dice que muchos de sus amigos tampoco se las saben amarrar, añadió Javier. - Pues mi hermano de siete años ya se las sabe amarrar, a él no le cuesta mucho trabajo, agregó Marilú. - No es cierto, intervino Héctor inmediatamente, yo vi la otra vez como tú hermano de ocho años se cayó cuando se le desató la agujeta, hasta lo regaño tú mamá, a poco no te acuerdas cuando se raspó la rodilla. - Bueno si, pero es que ese día él todavía no sabía cómo amarrárselas.

- Bueno no es para que se peleen, Nohek dijo para tratar de calmar las cosas, debemos descubrir cuál es el secreto para amarrarse bien las agujetas, a partir de hoy vigilaremos a los adultos cuando se estén amarrando las agujetas. - Para qué nos preocupamos tanto, apenas somos unos niños de dos años, nadie se va a enojar porque no nos sepamos amarrar las agujetas, comentó Javier. - Es que entre más rápido nos sepamos amarrar esas agujetas rebeldes, más pronto podremos enseñarles a nuestros demás amiguitos y de esa manera no se caerán cuando las pisen, y se evitaran muchos accidentes, complementó Nohek. - Yo no veo la razón de aprender eso, a mi me las amarra mí mamá o mí papá y si me caigo se pelean entre ellos porque no me las amarraron bien, dijo Héctor. - ¿Ya ves como si es importante? Si sabemos amarrarnos, ellos ya no pelearán. - Lo que dice Nohek es cierto, dijo Marilú, además seremos muy importantes, y todos los niños querrán que les ayudemos a amarrar sus agujetas. - Hasta les podremos cobrar, pondremos un negocio de amarrar agujetas, les podemos cobrar un dulce, añadió Nohek. - O un chocolate, agregó Marilú. - O una paleta de dulce, o de hielo, o un helado ¡si un gran negocio! dijo Andrea con una gran sonrisa en el rostro. - Entonces debemos poner mucha atención y aprender cómo debemos amarrarnos las agujetas, yo quiero una deliciosa tortita de jamón con quesito ¿verdad Nohek? - Si Javier, pero no podemos quitarles su comida, solo sus dulces, si no sus mamás se van a enojar. - Mejor ponemos una escuela donde les enseñemos a amarrarse las agujetas ¿no Javier? -Si Héctor, yo tengo una casa de campaña, bueno no es mía, es de mi hermano, pero siempre me la presta ahí pondremos la escuela. Y así los niños acordaron vigilar muy de cerca cada uno de los movimientos de las manos de sus padres y hermanos para ver cómo era que se amarraban los zapatos, para ellos era todo un arte, y en sus casas desataban a propósito los zapatos de los adultos para hacer que se los amarraran nuevamente, pero los movimientos de las manos era muy rápidos, después ellos se desataban sus zapatos y trataban de amarrarlos una y otra vez, sus padres y hermanos los veían y sonreían porque al hacerlo les quedaban atorados los

dedos entre los nudos, después no los podían sacar por lo que entre gritos y chillidos pedían auxilio, para aquellos pequeños era un gran reto, pero Nohek no se limitaba y llegaba más allá de lo que todos pensaban, cuando los adultos anudaban sus zapatos, les pedía que lo hicieran lentamente y así poder cada ver con mucha calma cada uno de los movimientos, después lo intentaba una y otra vez, fue así que desatando los nudos de los zapatos de los adultos y el de él mismo empezó a encontrar el secreto de los nudos, pronto se dio cuenta que era más fácil hacer un nudo en una agujeta plana que en una redonda en la que los nudos corrían más fácilmente, después notó que muchos de los adultos anudaban dos veces sus zapatos para que el segundo nudo detuviera al primero, cosa que hacían en sus zapatos también, entonces pensó: - ¡He descubierto el secreto de los nudos de los zapatos!, primero hay que hacerlo muy lento para que no se queden los dedos atrapados entre el nudo, después de hecho el nudo, hacer otro más para evitar que el primero se deshaga, creo que con eso será suficiente, pero hay un problema que aún no resuelvo, mis deditos son muy chiquitos y no me obedecen como yo quiero, siento que hago el nudo y no lo hago, siento que meto la agujeta dentro de la otra y tampoco sucede, es como si se estuvieran burlando de mis manitas, pero tengo que dominar a esas agujetas rebeldes ¡no me pueden vencer! Adriana y Marco lo observaban hablando solo mientras forcejeaba con sus botitas, tratando de hacer nudos, pero le fallaba una y otra vez hasta que finalmente se quedó dormido recargado en el sillón y sentado en el suelo agarrando las agujetas y su botita. - Ya se durmió, lo voy a levantar, el suelo está frío. - Si Marco, va a aprender pronto a amarrarse esas agujetas, es muy empeñoso. Así fue como Nohek tuvo una batalla más contra aquellas agujetas rebeldes.

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