NOSOTROS SOMOS DEMOCRACIA CRISTIANA

REVISTA ELECTRONICA AÑO I - ABRIL 2013 – Nº 1 NOSOTROS SOMOS… DEMOCRACIA CRISTIANA ORGANO DEL PARTIDO DEMOCRATA CRISTIANO DISTRITO ELECTORAL CAPIT

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REVISTA ELECTRONICA

AÑO I - ABRIL 2013 – Nº 1

NOSOTROS SOMOS…

DEMOCRACIA CRISTIANA

ORGANO DEL PARTIDO DEMOCRATA CRISTIANO DISTRITO ELECTORAL CAPITAL FEDERAL

2013 1

LAS 10 IDEAS FUERZA DEL PROYECTO NACIONAL DEMOCRATA CRISTIANO ARGENTINO

CARLOS LIONEL TRABOULSI



La defensa y promoción de la dignidad de la persona humana, de la que deriva su centralidad en tanto sujeto y fin de la acción política, la cual debe buscar la plena realización de toda mujer y de todo varón para así alcanzar el Bien Común de las comunidades y de la nación toda.



La importancia de la familia y su promoción, institución derivada de la unión natural entre un varón y una mujer, como el medio idóneo para el óptimo desarrollo de la persona, la solidaridad intergeneracional y la principal creadora de capital social, entendido éste como el conjunto de valores, normas, tradiciones y costumbres que están presentes en una determinada comunidad y fundamentan la confianza y la cooperación entre sus miembros.



El perfeccionamiento, mediante la reforma institucional, de la democracia participativa como sistema político al servicio de la persona humana, a través de un Estado de Derecho basado en el reconocimiento de los derechos y deberes fundamentales, la promoción de las libertades, la división de poderes, el sometimiento al imperio de la ley así como una seguridad humana, democrática y efectiva.



La protección de los Derechos Humanos desde una concepción integral, como prerrogativas imprescriptibles e inalienables de toda persona que el Estado debe reconocer y proteger, comenzando por el derecho a la vida desde el momento mismo de la concepción hasta la muerte natural.



La necesidad de sostener una concepción moral y ética del ser humano, de las relaciones sociales y políticas, y de la propia existencia. La defensa de una visión de ese ser humano como fin en sí mismo, en contraposición a toda forma de subjetivismo y relativismo.

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La reivindicación del principio de la subsidiariedad: tanta sociedad como sea posible, tanto Estado como sea necesario. La libertad define a la persona como un ser comunitario al servicio de los demás, pero no puede existir libertad sin igualdad de acceso a las oportunidades y sin la búsqueda de la justicia. Para ello es fundamental garantizar que todas las personas, sobre todo las menos aventajadas y excluidas, puedan satisfacer sus necesidades más básicas.



El convencimiento de que la educación es el instrumento principal para el desarrollo integral de la sociedad en el mediano y largo plazo como así el camino hacia la paz social. Una educación que transmita conocimientos, desarrolle habilidades y fomente conductas y comportamientos virtuosos mediante la difusión de valores en acción como la honestidad, el amor, el mérito, la participación, la equidad entre hombres y mujeres, la solidaridad, así como el respeto al medio ambiente y la protección de la calidad de vida.



La promoción de una nueva laicidad positiva, abierta, dialogante y que garantice una auténtica libertad religiosa, reconociendo la aportación de las diferentes confesiones para la creación de un consenso ético de fondo en la sociedad que permita la convivencia pacífica, constructiva y en concordia.



La convicción de que la política es un escenario para el ejercicio de una visión responsable, abierta al encuentro con el otro, al diálogo para el acuerdo, a la superación compartida de los obstáculos y de los problemas, y así avanzar hacia la consolidación de la institucionalidad democrática, la superación de la marginalidad y la exclusión bajo todas sus formas, y la certeza en que el otro es la posibilidad de nuestra felicidad.



La urgencia de promover un nuevo orden internacional solidario que supere la fría globalización y la sustituya por una mundialización con rostro y corazón humano, regida por la paz, el respeto, la cooperación, el amor y la buena fe.

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PARTIDO DEMOCRATA CRISTIANO

JUNTA PROMOTORA 2013 Distrito Electoral Capital Federal

Fundación

Eduardo Elías Traboulsi, Ricardo N. Albarracin, Carlos Lionel Traboulsi, Javier De Marco, Mirta Díaz Vilchez, Carmen Cheves, Cesar Blasi, Alicia Díaz, Alexia Albarracin Mario Zarate Gustavo Mancuso Mauricio Fischetti Daniel Maccagnoni

9 de julio de1954

Ideología política

Doctrina Social de la Iglesia, con los aportes de los laicos y distintas confesiones

Posición en el espectro

Filosofía-sociopolítica humanista superadora del materialismo de izquierdas y derechas

Sede

Combate de los Pozos 1055, P.B. Ciudad Autónoma - Buenos Aires

Afiliación internacional

Sitio web

ODCA Internacional Demócrata de Centro www.democraciacristiana.com.ar

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Ideología

Se autodefine como una fuerza política nacional, integrada al campo popular. Su ideología es la Doctrina Social de la iglesia con el aporte de los laicos y distintas confesiones. Que reconoce su inspiración en la concepción judeocristiana de la persona humana y la visión humanista y trascendente de la historia. Que afirma que todo poder político reside en el pueblo, como comunidad organizada. Que trabaja en pro de un proyecto de nueva sociedad más justa y fraternal. Que aspira a concretar una política caracterizada por su honestidad, su realismo, su perfil netamente democrático y su capacidad transformadora. Que parte de la convicción, de que tiene como partido político un papel activo que jugar en el proceso de construcción de nuestra democracia pluralista, desde el campo progresista y popular y que para ello es necesario converger en una política de alianzas con otras fuerzas que participan de las mismas convicciones democráticas, populares y progresistas. Que se propone a guiar su política por los valores e ideas del socialcristianismo. Que promoverá la solidaridad colectiva nacional pero respetará la propiedad y privacidad de cada ciudadano.

Historia

En la prehistoria de los movimientos políticos argentinos podemos mencionar las enseñanzas del sacerdote español Francisco Suárez (1548-1617) quien hablaba del origen popular de la autoridad, de la soberanía, del pacto social. Sus ideas

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enseñadas en las universidades y colegios dirigidos por la Compañía de Jesús, chocaban con las ideas del despotismo ilustrado, relativas al origen divino de la autoridad de los reyes. Fue así que los Borbones se empeñaron en acallar “la doctrina jesuita sobre el origen de la autoridad”, expulsando a éstos en 1767 de sus dominios, y un año después el Rey Carlos III proscribió la tesis de Suárez. A pesar de ello la obra de Suárez “constituyó el eje sobre el cual giró toda la máquina filosófica-jurídica de la Revolución de Mayo”. El movimiento emancipador de 1810, las guerras de independencia, el período de la organización nacional cuyo primer fruto fue la Constitución de 1853 tuvieron como protagonistas a figuras del campo católico: fray Cayetano Rodríguez, Ignacio de Castro Barros, fray Justo Santa María de Oro, José Luis Chorroarín, Juan Ignacio Gorriti, Facundo Zuviría, Félix Frías, fray Mamerto Esquiú, monseñor Mariano Escalada, etc. A título de ejemplo el presidente del Congreso Constituyente de 1853, Facundo Zuviría (17931861), se autocalificaba “demócrata y cristiano” y señalaba que “sin principios religiosos, no hay libertad, ni justicia, ni sociedad estable”. En 1862 el general Bartolomé Mitre triunfa en la batalla de Pavón sobre el General Justo José de Urquiza y comienza un tenaz enfrentamiento contra los católicos, siendo éstos desplazados de la conducción del Estado y en particular de la educación. Los docentes católicos son exonerados en la Universidad, entre ellos Lamarca, Berrotarán y Castellanos. Simultáneamente José Manuel Estrada es dejado cesante como rector del Colegio Nacional de Buenos Aires y es expulsado el Nuncio Apostólico Monseñor Matera. Varias figuras se proyectan asumiendo la defensa del pensamiento cristiano: Tristán Achával Rodríguez (1843-1887); Manuel Pizarro (1841-1909); Pedro Goyena (1843-1892) y José Manuel Estrada (1842-1894).

Orígenes Con sentido de organización el antecedente más remoto y directo del PDC es el "Club Católico", fundado por Félix Frías en 1877, rebautizado en 1883 con el nombre de Asociación Católica de Buenos Aires. En 1884 fue fundada en Argentina la Unión Católica que surgió de un Congreso que el catolicismo realizó en Buenos Aires, en agosto y septiembre de ese año.

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Intentaron organizarse como partido con motivo de la promulgación de la Ley 1420, de Educación Común, que introducía la enseñanza laica en las escuelas, manifestando su oposición al gobierno de Roca. En la Unión Católica militaron José Manuel Estrada y Pedro Goyena, ambos fueron diputados nacionales por el nuevo Partido, a partir de 1886. No obstante, la Unión Católica no prosperó como partido político, y la mayoría de sus miembros integraron a partir de 1890 la Unión Cívica. Luego de que el Papa León XIII diera a conocer la encíclica Rerum Novarum, el sacerdote Guillermo Grote fundó en 1894 los Círculos de Obreros Católicos. Con ellos organizó un periódico "La Defensa", que más tarde fue sustituido por el diario "El Pueblo", que se editó hasta 1960, en los que difundía los Principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Democracia Cristiana en el siglo XX En el año 1902, el padre Grote fundó la Liga Democrática Cristiana. En 1911 se transformó en Unión Democrática Cristiana. Ésta se disolvió en 1919 y a principios de la década de 1920, se reunieron nuevamente los integrantes de la ex Unión Democrática Cristiana, bajo el nombre de Unión Democrática Argentina. En 1927 se formó el Partido Popular, que sostuvo el voto femenino, la libertad de enseñanza y el reconocimiento jurídico de las organizaciones sindicales. Las posturas nacionalistas surgidas por imitación de lo ocurrido en Italia con Benito Mussolini que apoyaban la implantación de un régimen corporativo provocaron la división del Partido Popular y su disolución. Fue entonces cuando los nacionalistas católicos apoyaron al semanario "La Nueva República", opositor al gobierno radical, y se produjo un golpe militar dirigido por el general Uriburu, que derrocó a Irigoyen el 6 de septiembre de 1930. En esta década los católicos democráticos, otra de las alas del Partido Popular, se reagruparon con la fundación de la Acción Católica Argentina (1931). En 1932 asume la dirección de la revista monseñor Gustavo Franceschi. Con la visita a la Argentina de Jacques Maritain en 1936 se difundió su pensamiento, tarea emprendida anteriormente por monseñor Gustavo Franceschi y monseñor Octavio Derisi. El pensamiento de Jacques Maritain, en que se basan los demócrata cristianos, sostiene que “El Hombre no es solamente un individuo, sino

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una persona que está vinculada a Dios, y en su dirección realiza todas sus posibilidades”. Bajo este precepto “El Hombre, que es anterior a la sociedad, no puede quedar absorbido por ella, ni por ninguna de sus manifestaciones”. Pero al mismo tiempo, el ser humano, aunque trascienda de un todo, es parte de él. El todo, del cual el hombre forma parte, es la sociedad y es ella la que debe tener como fin el bien común de las personas que la componen. Estos conceptos llevan a la visualización del hombre como persona en función comunitaria, con sentido solidario, para lograr el bien común. En general los principios de Maritain fueron asumidos por todos los partidos democristianos en los años 1940. Pero también ocurrió que muchos de ellos se orientaron

a

distintas

direcciones,

así

aparecieron

los

que

adherían

al liberalismo económico y los que estaban en contra de él y el marxismo. Diversos grupos católicos que adherían al pensamiento de Maritain formaron en 1939 la Unión Demócrata Cristiana en la ciudad de Buenos Aires y en 1940 la Unión Federalista Demócrata Cristiana y la Unión Democrática Cristiana, en Córdoba. Estos grupos eran independientes entre sí, pero su denominador común, era el repudio al nacionalismo católico de inspiración fascista. En los primeros años de esta década ya militaban en los distintos grupos demócratas cristianos algunos de los hombres, que a fines del gobierno peronista, formaron

el

Partido

Demócrata

Cristiano.

Entre

ellos

estaban: Manuel

Ordoñez, Oscar Puiggrós, Ambrosio Romero Carranza, Salvador Busacca, Lucas Ayarragaray, Jaime Potenze y Jorge García Venturini. En 1945, año de gran agitación política en la Argentina, surgieron nuevas agrupaciones identificadas con el pensamiento democristiano, en distintas ciudades del interior del país. Para los comicios del 24 de febrero de 1946, los grupos demócratas cristianos, aunque no estaban organizados como partido político, apoyaron la fórmula Tamborini-Mosca de la Unión Democrática, algunos otros al entonces Coronel Perón. Luego del triunfo peronista, los grupos democristianos entraron en un período recesivo. En 1948 y 1949 se formaron agrupaciones pero con escasa duración. Si bien los democristianos argentinos provienen del catolicismo, no existía en los comienzos de sus primeras agrupaciones, una unidad de pensamiento en torno a los principios

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básicos que debía tener un partido político. Por tal motivo se formaban y disolvían tantas agrupaciones. En el año 1950 desapareció en Córdoba la Unión Democrática Cristiana; ese año fue fundado el "Ateneo Social Cristiano". De ese grupo surgió el Partido Demócrata Cristiano en 1954, en el que militaron entre otros, José Antonio Allende y Horacio Sueldo. En este año apareció la revista "Polémica" dirigida por Leopoldo y fue el enlace para que los distintos grupos democristianos del país, decidieran realizar una especie de Congreso que en principio iba a ser realizado en Córdoba. Finalmente el Encuentro se realizó en Rosario los días 8, 9 y 10 de julio de 1954. De allí surgió la "Junta Promotora Nacional de Partidos Políticos Provinciales de inspiración Demócrata Cristiana". Esta formación constituyó el paso más decisivo para la fundación del PDC, y esta Junta, desde el momento que empieza a ejercer sus funciones, toma el carácter de cuerpo directivo de una agrupación política. Luego del golpe militar del 16 de septiembre de 1955 y en oportunidad de la formación de la Junta Consultiva Nacional, la Junta Promotora de los Democristianos, designó como representantes en aquel organismo a Manuel Ordoñez y al Doctor Rodolfo Martínez (h). En diciembre los democristianos realizaron una Convención Nacional en Córdoba integrada por: Lucas Ayarragaray como presidente, José Antonio Allende, Manuel Ordóñez, Juan T. Lewis, Francisco Cerro, Juan C. Ricci, Ricardo Dussel, José A. Millán, Angélica Fuselli, Carlos Imbaud y Guillermo López. Al mismo tiempo emitió una Declaración de Principios, dio a conocer un Programa y redactó una Carta Orgánica Federalista En los comicios para convencionales para integrar la Convención Constituyente de 1957, que debía reformar la Constitución de 1853, la Democracia Cristiana obtuvo 8 representantes: José Antonio Allende, José Amado, Lucas Ayarragaray, Luis M. Duarte, Juan T. Lewis, Miguel A. Nessa Boeri, Horacio J. Peña y Juan C. Ricci. Con motivo de las elecciones del 23 de febrero de 1958, el Partido convocó a la Convención Nacional con el fin de elegir la fórmula presidencial. Hubo dos líneas: "Unidad y Avanzada", que sostenía las candidaturas de Lucas Ayarragaray y Horacio Sueldo y representaban los sectores del partido comprometidos con postulados reformistas y progresistas en lo económico y social; y "Acción e Interior" que apoyaba las candidaturas de Manuel Ordoñez y M. A. Nessa Boeri, que respondían al sector del partido que adhería a los principios del

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liberalismo económico. En la votación se impuso "Unidad y Avanzada" y los candidatos se convirtieron en Presidente y Vicepresidente respectivamente. En las elecciones generales la fórmula Demócrata Cristiana obtuvo 280 000 votos. Durante el gobierno de Arturo Frondizi, la DC adoptó una postura marcadamente opositora y al mismo tiempo se acentuaron las diferencias internas que evidenciaron profundas discrepancias doctrinarias. Esto motivó la realización de una Convención Nacional que sesionó en Córdoba los días 20, 21 y 22 de febrero de 1959. De ésta surgió una Junta Transitoria presidida por Lucas Ayarragaray y el debate ideológico se suspendió por seis meses. Cumplido el plazo, se realizó otra en Bahía Blanca, que eligió una Junta definitiva integrada por: Guillermo Fernández Gil (presidente) y José M. Holgado, Salvador Busacca, José Allende, Horacio Peña, Luis Morea, Teodosio Pizarro, Julio Álvarez, Ricardo Alcácer, Francisco Ramos Mejía y Marta Aldonado.Junto con la elección de la Junta se definió la línea política en el marco del reformismo progresista, y la definitiva superación de los sectores que adherían al liberalismo económico. La mayoría de estos sectores se alejaron de la DC ingresando a otros partidos políticos como la UCRI o abandonando la actividad política. El documento señalaba: "... en el panorama de desorden institucional, inmoralidad pública, y escepticismo político que vive la Argentina, la nota dominante está dada por la crisis económica, el progresivo descenso del nivel de vida que ha llegado a límites de insuficiencia humana general..., puso énfasis en la necesidad de la plena vigencia de la democracia y sus instituciones sin proscripciones y en el reintegro a la vida política del país del peronismo". La DC comenzó así una durísima oposición frente al gobierno de Frondizi y su Ministro de Economía, Álvaro Alsogaray. Luego de la definición ideológica de la DC, ésta tomó una posición aperturista con el fin de hacer contacto con grupos estudiantiles sindicales y otros partidos políticos. El objetivo era ingresar a nuevos adherentes y darle una mayor dinámica, para convertirla en una fuerza de peso político nacional. También proponía alianzas políticas con otras fuerzas populares, nacionalistas y democráticas que se opusieran al liberalismo, al marxismo y a todos los extremismos. Esta línea fue liderada por Horacio Sueldo, seguido por José Antonio Allende, Enrique De Vedia, G. Fernández Gil, Francisco Cerro, Eduardo Elías Traboulsi, R. Parera, J. Torres Bas entre otros dirigentes.

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Una vez caído Frondizi y para las anunciadas elecciones nacionales de 1963, el PDC da espacio como candidato a presidente al peronista Raúl Matera que en ese momento representaba al ala izquierda del justicialismo con Horacio Sueldo como candidato a vicepresidente. Sin embargo, Matera es proscrito y la fórmula terminó siendo Horacio Jorge Sueldo-Francisco Cerro. En las elecciones de 1973 que dieron el triunfo al justicialismo, las fuerzas democristianas se agruparon en dos fracciones: El Partido Popular Cristiano de José Allende, formó parte del Frente Justicialista de Liberación y el Partido Revolucionario Cristiano, de Horacio Sueldo, que se negó a tal entendimiento, acercándose

al

Partido

Intransigente

y

conformando

la Alianza

Popular

Revolucionaria. Después del Proceso de Reorganización Nacional, el partido volvió a unirse y en las elecciones de 1983 presentó la fórmula Francisco Cerro-Arturo Ponsatti. En las elecciones de 1989 integró la alianza Frente Justicialista Popular en conjunto con el justicialismo, el MID, el MOPALI y otros partidos. La fórmula Menem-Duhalde triunfó pero al poco tiempo el PDC abandonó dicha alianza. La formación de esta alianza electoral significó una nueva fractura en la DC, cuyo presidente Carlos Auyero se retiró de esa fuerza junto con un nutrido grupo de dirigentes y militantes de su sector interno (Humanismo y Liberación), para dar origen a lo que luego sería el Frente Grande, con Carlos "Chacho" Álvarez. En 1995 apoyó la fórmula del FrePaSo en conjunto con el Frente Grande, el partido PAIS y la Unidad Socialista integrada por los partidos Socialista Popular y Socialista Democrático. La fórmula estaba integrada por Bordón-Álvarez. En 1999 integró a través del FrePaSo, la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación que ganó las elecciones con la fórmula Fernando de la Rúa-Álvarez. Por

fin,

en

2003,

volvió

a

presentarse

solo

con

la

fórmula

con la que logró el 0,26% de los votos positivos emitidos. En las elecciones legislativas celebradas el 23 de octubre de 2005, obtuvo en la Ciudad de Buenos Aires el 0,25% de los votos, mientras que en la Provincia de Buenos Aires fue elegida por el 0,33% de los votantes. En el año 2007 el partido participo integrando el Frente Cívico para la Concertación Plural junto a Julio C. Cobos dentro del Frente para la Victoria apoyando la formula Cristina Fernández - Julio C. Cobos alejándose de este espacio en el año 2011 por las fuertes diferencias con lo que se considera un gobierno populista.

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El PDC se ha manifestado oficialmente en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo y la despenalización del aborto. En las elecciones de 2011, apoyó la candidatura presidencial de Eduardo Duhalde. A inicios del año 2013 el Partido Demócrata Cristiano decidió formalizar una Junta Promotora y recuperar su personería jurídica en el ámbito del Distrito Electoral Capital Federal.

Dirigentes de la Democracia Cristiana En la historia política de la Democracia Cristiana del siglo XX en Argentina han sido destacados lideres partidarios: Lucas Ayarragaray, Horacio Sueldo, José Antonio Allende, Augusto Conte, Carlos Auyero, Francisco Cerro, Salvador Busacca, Guillermo Frugoni Rey, Eduardo Elías Traboulsi, José Luis Lanza, Rina Leiva y Carlos Imbaud, entre otras notables figuras políticas.

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RECOMIENDAMOS LEER Y MEDITAR ESTE DOCUMENTO HISTÓRICO:

TEDEUM DEL 25 DE MAYO 2004

Homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, en el solemne Tedeum celebrado el 25 de mayo de 2004 Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor". Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es éste el hijo de José?".

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Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Realiza también aquí , en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún". Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino. Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. (Lc. 4: 16-32) 1. En estos días finales del tiempo pascual, en vísperas de la venida del Espíritu Santo, nos reunimos para retornar a las fuentes del Mayo de los argentinos. Volvemos al núcleo histórico de nuestros comienzos, no para ejercitar nostalgias formales sino buscando la huella de la esperanza. Hacemos memoria del camino andado para abrir espacios al futuro. Como nos enseña nuestra fe: de la memoria de la plenitud se hace posible vislumbrar los nuevos caminos. Del paso fundante de Dios y de su contundente gracia salvadora en nuestra historia es posible recomenzar, inspirarse, fortalecerse, proyectarse. La víspera de Pentecostés, tiempo del Espíritu, reúne a los vapuleados creyentes de hoy, no menos que a los sacudidos y frágiles apóstoles de entonces, para recomenzar. La fragilidad de la barca no debe causar temores ni prevenciones, la inmensidad del mar de la vida y de la historia es suavizada por el viento, ese soplo de Dios que desde el primer día nos impulsa y conduce. Alguna verdadera, misteriosa e inclaudicable confianza nos llevó a los argentinos a congregarnos, tantas veces a lo largo de nuestra historia, en este solar de mayo, como en aquel año de 1810, buscando el viento que nos conduzca por buen camino. 2. También aquellos fieles que oían a Jesús en su Nazaret natal estaban esperanzados. Había respeto y admiración por la autoridad que emanaba de su persona y sus palabras parecían mover aires renovados en el alma del pueblo. La propuesta de aquel joven Rabbi era algo largamente esperado: una "Buena Noticia para los pobres", una manera nueva de "ver" la vida y la tan ansiada libertad. Esa buena nueva de Jesús es inclusiva. A los mismos que libera y sana les encomienda liberar y sanar a otros. Hablando con su pueblo, Jesús mismo siente la confirmación de que las palabras proféticas se cumplen en el mismo momento en que las pronuncia. Iluminado y ungido, habla movido por el Espíritu. El relato evangélico nos lo muestra a las claras: allí estaba el Espíritu, un tiempo nuevo de Dios, un viento que es seguro. Y la gente sentía lo mismo: hubo aplausos y gestos de admiración. Sin embargo, el final del relato nos deja perplejos. Alguien deslizó sibilinamente "Pero, ¿no es éste el hijo de José" el carpintero? y entonces cambió el humor de los presentes: lo sacaron a empujones y lo llevaron a un barranco con la intención de despeñarlo o de apedrearlo. Pero "Jesús pasó por entre medio de ellos y siguió su camino", se fue a Cafarnaún, pueblo de Galilea, a predicar de nuevo al aire libre,

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entre la gente sencilla del pueblo fiel. Lo que al principio parecía el acontecimiento de una gran barca lanzada a los mares de la conquista de la libertad, se convierte en un ir a buscar la humilde barca de Simón, el pescador del lago de Genesaret: el Señor se escabulle y se pierde como uno más entre la multitud. Ni siquiera se comporta como un rebelde dispuesto a poner el pecho a las pedradas. 3. Jesús, fiel al estilo profético que acompañaba su paso entre los hombres, realiza gestos simbólicos, ¿qué significa este dejar Nazaret su "patria"? Me parece ver aquí una fuerte protesta contra los que se sienten tan incluidos que excluyen a los demás. Tan clarividentes se creen que se han vuelto ciegos, tan autosuficientes son en la administración de la ley que se han vuelto inicuos. Por eso Jesús se aparta y elige el pequeño sendero, irse por entremedio de su pueblo, "la oscura senda" (de la que hablara Fray Luis De León), que es precisamente el camino de los pobres; el de los pobres de cualquier pobreza que signifique despojo al alma y, a la vez, confianza y entrega a los demás y a Dios. En efecto, el que sufre el despojo de sus bienes, de su salud, de pérdidas irreparables, de las seguridades del ego y -en esa pobreza- se deja conducir por la experiencia de lo sabio, de lo luminoso, del amor gratuito, solidario y desinteresado de los otros, conoce algo o mucho de la Buena Nueva. Los argentinos hemos sufrido todas estas pobrezas, algunos las viven y testimonian desde años y décadas. Pues bien, hoy como en aquel tiempo, Jesús sigue escabullido entre los más pequeños y pobres de nuestro pueblo. Pero, ¿por qué deja a aquellos exaltados solos con sus piedras y sus deseos de desbarrancar todo lo que no concuerde con sus ideas? ¿Qué les impide a estos transitar esta senda de la escucha de la Buena Nueva? Tal vez el tácito enfrentamiento, en sus vidas, entre sabiduría e ilustración. Lo sabio es añejamiento de vida donde campea la prudencia, la capacidad de comprensión, el sentido de pertenencia. Lo ilustrado, en cambio, puede correr el riesgo de dejarse empapar de ideologías -no de ideas- de prejuicios, de facciosidad. La impaciencia de la elites ilustradas no entiende el laborioso y cotidiano caminar de un pueblo, ni comprende el mensaje del sabio. Y en aquel entonces había también elites ilustradas que aislaban su conciencia de la marcha de su pueblo, que negociaban su pertenencia y su fe, también existían las izquierdas ateas y las derechas descreídas abroqueladas en sus seguridades marginales ajenas a todo sentir popular. Algo de aquella cerrazón emocional, de esas expectativas no colmadas las sintió Jesús como verdaderas cegueras del alma. Tal actitud parece evocar los reclamos histriónicos, inmediatistas; esas reacciones y posturas extremas o superficiales en las que solemos caer. 4. No pocas veces, el mundo mira asombrado un país como el nuestro, lleno de posibilidades, que se pierde en posturas y crisis emergentes y no profundiza en sus hendiduras sociales, culturales y espirituales, que no trata de comprender las causas, que se desentiende del futuro. Frente a esta realidad debemos quizá pedir luz acerca de la segunda promesa profética: ha venido a dar vista a los ciegos, y plantearnos el hecho de nuestra ceguera. Admitámoslo. Necesitamos que el Señor nos ilumine porque tantas veces parecemos cegados y vivimos de encandilamientos efímeros que nublan y opacan.

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Es como capricho del que no quiere saber nada con el resplandor que brota del silencioso pensar y hacer balance de nuestros aciertos y yerros. No buscamos la luz mansa que brota de la verdad, no apostamos a la espera laboriosa, que cuida el aceite y mantiene la lámpara encendida. El fruto vano de la ceguera es la falsa ilusión. Todos ilusionamos una fuerza profética y mesiánica que nos libere, pero cuando el trayecto de la verdadera libertad comienza por la aceptación de nuestras pequeñeces y de nuestras dolorosas verdades, nos tapamos los ojos y llenamos nuestras manos con piedras intolerantes. Somos prontos para la intolerancia. Nos hallamos estancados en nuestros discursos y contra discursos, dispuestos a acusar a los otros, antes que a revisar lo propio. El miedo ciego es reivindicador y lleva a menudo a despreciar lo distinto, a no ver lo complementario; a ridiculizar y censurar al que piensa diferente, lo cual es una nueva forma de presionar y lograr poder. No reconocer las virtudes y grandezas de los otros, por ejemplo, reduciéndolos a lo vulgar, es una estrategia común de la mediocridad cultural de nuestros tiempos. ¡Que no sobresalgan! ¡Que no nos desafíen. a ver si todavía tenemos que salir de nuestro adormecimiento, de nuestra cómoda paz de los cementerios! ¡Pensar que es el hijo de José!, decían..., anticipo en palabras de lo que sucedería en los hechos; y Jesús ya recibía el primer piedrazo de nuestra vulgaridad. La difamación y el chisme, la trasgresión con mucha propaganda, el negar los límites, bastardear o eliminar las instituciones, son parte de una larga lista de estratagemas con las que la mediocridad se encubre y protege, dispuesta a desbarrancar ciegamente todo lo que la amenace. Es la época del "pensamiento débil". Y si una palabra sabia asoma, es decir si alguien que encarna el desafío de la sublimidad aun a costa de no poder cumplir muchos de nuestros anhelos, entonces nuestra mediocridad no se para hasta despeñarlo. Despeñados mueren próceres, prohombres, artistas, científicos, o simplemente cualquiera que piense más allá del inconsciente discurso dominante. No los descubrimos sino tarde. Despreciamos al "hijo del carpintero". Pero no hay empacho en poner en el candelero la luz fatua de cualquier perversión, refregada día y noche por la imagen y la abundante información; un embeleso de voiyeurismo donde todo está permitido, donde el goce marketinero de lo morboso parece atrapar los sentidos y los sumerge en la nada. Prohibido pensar y crear. Prohibido el arrojo, el heroísmo y la santidad. Para estos ciegos tampoco son bien vistos lo sugerente y lo sutil, la armonía propia de lo bello, porque implican el trabajo modesto y humilde del talento. 5. La vitalidad y creatividad de un pueblo, y de todo ser humano, sólo se da y se puede contemplar luego de un largo camino acompañado de limitaciones, de intentos y fracasos, de crisis y reconstrucción. Y el pecado mayor de todos los cultores de la ceguera es el vacío de identidad que producen, esa terrible insatisfacción que nos proyectan y no permiten que nos sintamos a gusto en nuestra propia patria. Se despoja lo identitativo profundo y se propone una identidad "artificial", "de cartón", maquillada, de utilería. Es la contraposición entre lo identitativo de un pueblo y esa otra identidad importada, construida a uso y conveniencia de sectores privados. Jesús, dejando a los ciegos, elige el sendero humilde que lo lleva al pueblo fiel, el que se admira con sencillez ante esa doctrina que devuelve la vista a los ciegos que desean ver.

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6. ¿Qué vemos cuando se nos permite abrir los ojos? Vemos a Dios escabullido en medio de su pueblo, caminando con su pueblo. Vemos a un Jesús con los pies en la tierra, cultivando corazones como buen Sembrador (y cultivar es la raíz de cultura), elaborando la verdadera comida del espíritu, ésa que cimienta la comunión entre los habitantes de la Nación. Se trata de esa comida espiritual, ese pan que, partido, permite ver; el que se saborea acompañando a los que sufren cotidianamente, sin pretender sacar provecho o rédito; el que abraza a todos aun a los que no lo reconocen. El que, con su misericordia, se hace cargo de miserias y maldades, sin adulaciones ni justificativos demagógicos, sin conceder a modas y costumbres. Es sabiduría: el pan que nos abre los ojos y nos previene de la ceguera de la mediocridad, proponiéndonos una vida que tiende hacia lo mejor y no la ética del minimalismo o el eticismo exquisito de laboratorio, a la vez es la Sabiduría que comprende profundamente y perdona todo. Es el pan que nos hace sentir el respaldo que da la sapiencial constancia de recorrer y de tocar el dolor humano concreto, sin mediaciones ideológicas ni interpretaciones evasivas o hechas para la opinión pública. Y porque se da como Pan, es la Sabiduría que con su testimonio y su palabra sabe que el alma de un pueblo crece cuando hay trabajo del espíritu en lo más profundo, sensible y creativo. Ése es su incansable desafío educativo, lejos de la pura información enciclopedista o tecnocrática, más lejos aún de la subordinación a esquemas de poder. Porque su verdadero poder es el del amor infinito y confiado de Dios, que no se ata a razas ni a formas culturales ni a sistemas, sino que les da su sentido y significado último: ayudar a ser y disfrutar de la alegría de ser, que exige renuncia y se resiste a quedar encerrado en los propios horizontes mezquinos. 7. La ceguera del alma nos impide ser libres. En el episodio evangélico de hoy, muchos de los que anhelaban la libertad, al levantar sus piedras intolerantes, demostraban la misma crueldad que el imperio invasor. Querían librarse del enemigo de afuera sin aceptar al enemigo interior. Y sabemos que copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ser su heredero. Por eso, cuando Jesús propone, siguiendo a Isaías, la liberación de la cautividad y la opresión, podemos preguntarnos: ¿ de qué cautividad y de cuál opresión? Y responder: primero la de nosotros mismos: la de nuestra desorientación e inmadurez, para poder reclamar la libertad de opresiones externas. Si las cadenas fueran de hierro, si la presencia de ejércitos externos fuera evidente, lo sería también la necesidad de libertad. Pero cuando la cautividad proviene de nuestras sangrantes heridas y luchas internas, de la ambición compulsiva, de las componendas de poder que absorben las instituciones, entonces ya estamos cautivos de nosotros mismos. Una cautividad que se expresa -entre otras cosas- en la dinámica de la exclusión. No sólo la exclusión que se hace a través de las estructuras injustas, sino también las que potenciamos nosotros, esa otra forma de exclusión por medio de actitudes: indiferencia, intolerancia, individualismo exacerbado, sectarismo. Excluimos de la identidad y quedamos cautivos de la máscara; excluimos de la identidad y resquebrajamos la pertenencia...porque

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"identificarse" supone "pertenecer". Sólo desde la pertenencia a un pueblo podemos entender el hondo mensaje de su historia, los rasgos de su identidad. Toda otra maniobra de afuera es nada más que un eslabón de la cadena, en todo caso hay un cambio de amos, pero el status es el mismo. 8. La propuesta es liberarnos de nuestra mediocridad, esa mediocridad que es el mejor narcótico para esclavizar a los pueblos. No hacen falta ejércitos opresores. Parafraseando a nuestro poema nacional podemos decir que un pueblo dividido y desorientado ya está dominado. Una confusa cultura mediática mediocrizada nos mantiene en la perplejidad del caos y de la anomia, de la permanente confrontación interna y de "internas", distraídos por la noticia espectacular para no ver nuestra incapacidad frente a los problemas cotidianos. Es el mundo de los falsos modelos y de los libretos. La opresión más sutil es entonces la opresión de la mentira y del ocultamiento,.eso sí; a base de mucha información, información opaca y, por tal, equívoca. Curiosamente tenemos más información que nunca y, sin embargo, no sabemos qué pasa. Cercenada, deformada, reinterpretada, la sobreabundante información global empacha el alma con datos e imágenes, pero no hay profundidad en el saber. Confunde el realismo con el morbo manipulador, invasivo, para el que nadie está preparado pero que, en la paralizante perplejidad, obtiene réditos de propaganda. Deja imágenes descarnadas, sin esperanza. 9. Pero gracias a Dios, nuestro pueblo también conoce el camino humilde del machacar diario, el mismo de tantos años de vida oculta. El de apostar al bien y sostener sin estar seguros del resultado. Conoce el silencio dolorido y pacífico pero -a la vez- rebelde, de muchos años de desencuentros, promesas falsas, violencias e injusticias expoliadoras. Sin embargo, encara diariamente sus tareas, con mucho desgaste social y un tendal de marginaciones. Año a año renueva su confiada espera marchando peregrino a tantos lugares donde Dios y su Madre lo esperan para el diálogo reconfortante, fortalecedor. Este pueblo no cree en las estratagemas mentirosas y mediocres. Tiene esperanzas pero no se deja ilusionar con soluciones mágicas nacidas en oscuras componendas y presiones del poder. No lo confunden los discursos; se va cansando de la narcosis del vértigo, el consumismo, el exhibicionismo y los anuncios estridentes. Para su conciencia colectiva- ésa que brota del alma profunda de nuestro pueblo- estas cosas son sólo "piedrazos". Nuestro pueblo sabe, tiene alma, y porque podemos hablar del alma de un pueblo, podemos hablar de una hermenéutica, de una manera de ver la realidad, de una conciencia. Advierto en nuestro pueblo argentino una fuerte conciencia de su dignidad. Es una conciencia histórica que se ha ido moldeando en hitos significativos. Nuestro pueblo sabe que la única salida es el camino silencioso, pero constante y firme. El de proyectos claros, previsibles, que exijan continuidad y compromiso de todos los actores de la sociedad y con todos los argentinos. Nuestro pueblo quiere vivir y realizar la convocatoria del Cristo que camina entre nosotros, animando nuestros corazones, uno a uno, reavivando las reservas de nuestra memoria cultural. Nuestro pueblo sabe y quiere porque ama la Creación del Padre y lo comunitario, como lo hicieron y lo hacen nuestros aborígenes; porque se arroja y compromete con sus ideales, como nos lo legaron los españoles que poblaron nuestro suelo;

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porque es humilde, piadoso y festivo como nuestros criollos; porque es laborioso e incansable como nuestros mayores inmigrantes. 10. Vimos al Señor proclamando su mensaje en medio de su pueblo. Observamos cómo las elites ilustradas no toleran el paciente camino cotidiano de los humildes y sencillos y, llevados de su histeria exquisita, procuran desbarrancar y apedrear. Señalamos los valores de un pueblo con Dios metido en su humilde sendero. Recorrimos nuestro camino histórico como pueblo y observamos nuestras contradicciones. Notamos la necesidad de ser curados de nuestra ceguera y librados de la cautividad y la opresión. La apelación sapiencial que hoy podemos hacer, inspirándonos en el Evangelio es a todas luces muy clara: toda transformación profunda que se encamine hacia la serenidad de espíritu, hacia la convivencia y hacia una mayor dignidad y armonía en nuestra Patria, solamente puede lograrse desde nuestras raíces; apelando a la conciencia que busca y se duele, que goza y se compromete con los otros, que acepta el orden pacificador de la ley justa y la memoria de los logros colectivos que van formando nuestro ser común. Apelando a la conciencia que no se pierde en la ceguera de las contradicciones secundarias, sino que se concentra en los grandes desafíos, y que además compromete sus recursos prioritarios para hacer de esto su proyecto educativo, para todas las generaciones y sin límites. La Palabra, como la historia, nos deja un código donde espejarnos. Pero, además, hay también espejismos. Hoy como siempre los argentinos debemos optar. No hacerlo es ya una opción, pero trágica. O elegimos el espejismo de la adhesión a la mediocridad que nos enceguece y esclaviza o nos miramos en el espejo de nuestra historia, asumiendo también todas sus oscuridades y antivalores, y adherimos de corazón a la grandeza de aquellos que lo dejaron todo por la Patria, sin ver los resultados, de aquellos que transitaron y transitan el camino humilde de nuestro pueblo, siguiendo las huellas de ese Jesús que pasa en medio de los soberbios, los deja desconcertados en sus propias contradicciones y busca el camino que exalta a los humildes, camino que lleva a la cruz, en la que está crucificado nuestro pueblo, pero que es camino de esperanza cierta de resurrección; esperanza de la que todavía ningún poder o ideología lo ha podido despojar.

Buenos Aires, 25 de mayo de 2004 Card. Jorge Mario Bergoglio SJ., arzobispo de Buenos Aires Este documento fue publicado como suplemento del Boletín Semanal AICA Nº 2476 del 2 de junio de 2004

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