NOVELA CORTA, EJEMPLAR Y MORAL : LAS NOVELAS MORALES DE AGREDA Y VARGAS

CRITICÓN, 46,1989, pp. 77-94. NOVELA CORTA, EJEMPLAR Y MORAL : LAS NOVELAS MORALES DE AGREDA Y VARGAS por María Soledad ARREDONDO (Universidad Com

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CRITICÓN, 46,1989, pp. 77-94.

NOVELA CORTA, EJEMPLAR Y MORAL : LAS NOVELAS

MORALES

DE AGREDA Y VARGAS

por María Soledad ARREDONDO (Universidad Complutense de Madrid)

Desde hace unos años el interés por la narrativa corta en los Siglos de Oro se ha incrementado notablemente. Los estudios pioneros sobre esta novelística1 se han enriquecido con aportaciones de índole genérica2, o concretas sobre determinados autores3 y, además, con ediciones4 que facilitan su lectura. Este movimiento crítico viene a llenar un vacío en un género de gran éxito en su época, aunque quizá de menores "quilates literarios"5. A este producto de masas, prestigiado por las novelas cervantinas6, se acercaron muchos autores, de desigual dedicación y valor literarios, que

1 Edwin B. Place, Manual elemental de novelística española. Bosquejo histórico de la novela corta y el cuento durante el Siglo de Oro, Madrid, Victoriano Suárez, 1926. Agustín González de Amezúa, Cervantes creador de la novela corta española, Madrid, Clásicos Hispánicos, reimpresión 1982, y Formación y elementos de la novela cortesana, Madrid, Tip. de Archivos, 1929. Caroline B. Bourland, The Short Story in Spain in the Seventeenth Century. With a bibliography of the novela from 1576 to 1700, reimpresión New York, Burt Franklin, 1973. 2 Giovanna Formichi, Saggio sulla bibliografía critica del la novella spagnola seicentesca, en Lavori Ispanistici, 3, 1973, pp. 5-105. Pilar Palomo, La novela cortesana (forma y estructura), Barcelona, Planeta, 1976. Evangelina Rodríguez, Novela corta marginada del siglo XVII español : formulación y sociología en José Camerino y Andrés de Prado, Valencia, Universidad, 1979. Jean-Michel Laspéras, La nouvelle en Espagne au Siècle d'Or, Montpellier, Université, 1987. 3 André Nougué, L'œuvre en prose de Tirso de Molina, Paris, Centre de Recherches de l'Institut d'Etudes Hispaniques, 1962. Sandra M. Foa, Feminismo y forma narrativa. Estudio del tema y las técnicas de María de Tayas, Valencia, Albatros, 1979. 4 María de Zayas, Desengaños amorosos, ed. Alicia Yllera, Madrid, Cátedra, 1983. Antonio Eslava, Noches de invierno, ed. Julia Barella, Pamplona, Inst. Príncipe de Viana, 1986. Novelas amorosas de diversos ingenios del siglo XVII, ed. Evangelina Rodríguez, Madrid, Castalia, 1986. Mariana de Caravajal, Navidades de Madrid y Noches entretenidas, ed. Antonella Prato, intr. Maria Grazia Profeti, Milano, Franco Angeli, 1988. 5 La expresión corresponde a Francisco Rico en su Introducción a Lope de Vega, Novelas a Marcia Leonardo, Madrid, Alianza, 1968, p. 11, e indica las diferencias que marcaba Lope con otros subgéneros narrativos. 6 La tesis de Amezúa sobre Cervantes como "creador" de la novela corta española no es hoy unánimemente compartida. V. , por ejemplo, Maxime Chevalier, Don Quichotte et son public, en Livre et lecture en Espagne et en France sous l'Ancien Régime, Coloquio de la Casa de Velázquez, Paris,

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fueron imprimiendo su sello sucesivamente en el molde genérico. Dejando de lado las naturales diferencias de resultado, sólo un amplio conocimiento de las realizaciones novelísticas individuales permitirá fijar la teoría o teorías de la narrativa corta, y sus fluctuaciones en los siglos XVI y XVII. En esta línea ha de insertarse el interés por escritores aparentemente poco relevantes, como Diego de Agreda y Vargas, autor de las Novelas Morales útiles por sus documentos1. Pese a ser un autor poco atendido aún por la crítica, la colección novelística de Agreda posee interés por tres causas fundamentales : 1) se publica en fecha relativamente temprana, 1620, lo que supone optar por un género todavía poco consagrado en España, si aceptamos con González de Amezúa que éste arranca definitivamente con las novelas cervantinas de 16138 ; 2) su modelo genérico responde a una aceptación muy clara del tipo exclusivamente narrativo, frente a las posibilidades de una forma híbrida o miscelánea, como la adoptada por Tirso ; 3) finalmente, ese modelo genérico se ajusta a un esquema de narrativa moral, didáctica y aleccionadora, que se encuadra a su vez en la eterna polémica literaria, y no sólo novelística, de lo útil y lo agradable. Esta polémica podía estar muy directamente relacionada con las guerrillas literarias de la época, estudiadas por Entrambasaguas9 y por González de Amezúa10. No hay que olvidar, a este respecto, que, también en 1620, aparece un libelo anónimo, Diálogos de las comedias, que ataca abiertamente la comedia nueva como literatura perniciosa, y que llama a Lope "lobo carnicero de las almas"11. La implicación de Lope resulta forzosa, además, si se tiene en cuenta que fue también novelador12 y que, según él, "...tienen las novelas los mismos preceptos que las comedias, cuyo fin es haber dado su autor contento y gusto al pueblo, aunque se ahorque el arte"13, cita muy manida, pero necesaria en esta ocasión, incluso sin querer entrar en la fructífera relación comedia / novela14. Por otra parte, las novelitas de Agreda, si bien carecen aún de un estudio detenido y de una

A.D.P.F., 1981, pp. 119-123, donde se señala que la llamada novela cortesana debe poco a las innovaciones cervantinas. 7 Primera edición Madrid, Iunti, 1620. Cito por un ejemplar de esta edición que se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura R 12930. Modernizo las grafías y la puntuación, tanto en las Novelas Morales como en otras obras citadas por ediciones del XVII. Las referencias de las Novelas Morales se hacen en el cuerpo del artículo, indicando entre paréntesis el número de orden de la novela y la página. 8 A esta cuestión, todavía debatida por la crítica, y a problemas de terminología, me he referido en Novelas cortas : de las "Novelas Ejemplares" a las "Nouvelles" de Charles Sorel (I), en Tigre. Travaux Ibériques de l'Université des Langues et Lettres de Grenoble, 4, 1988, pp. 43-59. 9 Joaquín Entrambasaguas, Una guerra literaria del Siglo de Oro, En Estudios sobre Lope de Vega, Madrid, C.S.I.C, 1946-47, I. 10 Agustín González de Amezúa, Las polémicas literarias sobre el "Para Todos", en Opúsculos literarios, Madrid, C.S.I.C, 1951-1953. 11 V. los Diálogos... en Emilio Cotarelo, Bibliografía de las controversias sobre la licitud del teatro en España, RABM, 1904, pp. 210-230 ; la cita en p. 225. 12 V. Francisco Ynduráin, Lope de Vega como novelador, en Relección de clásicos, Madrid, Prensa Española, 1969, pp. 115-167. 13 Novelas a Marcia Leonarda, éd. cit., p. 74. 14 V. Florence L. Yudin, Theory and practice of the "Novela comediesca", en Romanische Forschungen, 81, 1969, pp. 585-594. Mariano Baquero Goyanes, Comedia y novela en el siglo XVII, en Serta Philologica F. Lázaro Carreler, Madrid, Cátedra, 1983, I, pp. 13-29. Manuel Fernández Nieto, Función de los géneros dramáticos en novelas y misceláneas, en Criticón, 30, 1985, pp. 151-168.

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edición reciente, han sido utilizadas por la crítica por considerarlas herederas de las cervantinas , o porque confirman las deudas de la narrativa corta española para con la italiana16 ; también para adscribirlas a una determinada tendencia17, o bien, finalmente, para comprobar la recurrencia en ellas de motivos, técnicas y actitudes genéricas18. Parece conveniente, pues, examinar las novelas de Diego de Agreda para extraer de ellas su teoría novelística : confrontada con la de otros autores de la época, su esquema narrativo demuestra que, efectivamente, fue uno de los primeros en seguir la huella de Cervantes, pero abriendo el cauce de la novela corta moral. Para el estudio de las Novelas Morales, y precisamente a causa del adjetivo "moral" de su título, pueden ser útiles algunos datos acerca del autor que iluminen las relaciones entre su vida y su tarea literaria. Biografía y obras Tenemos muy pocos datos acerca de Agreda y Vargas. Alvarez de Baena19 y Pérez Pastor20 nos informan someramente del origen noble de Don Diego y de su condición de Caballero de Santiago21. Sin embargo, son interesantes los detalles acerca de la concesión del hábito. Don Diego lo solicitó antes de 1629, porque existe un documento de esa fecha y otro de 1632 en los que la Cámara Real informa favorablemente para la concesión, en virtud de los méritos militares de nuestro escritor. Al parecer había servido generosamente al Rey en Italia, a las órdenes del Marqués de Santa Cruz y, posteriormente, acudió al socorro de la Mamora. Este hecho de armas ocurrió en 1614, cerca de Larache, y se convirtió en materia literaria para varios autores de la época. Góngora lo trató de manera ambigua e irónica en un par de sonetos22 y Tirso23 también se refirió a él en Marta la piadosa. A pesar de su comportamiento ejemplar (éste no fue el más general entre la clase

15 V., por ejemplo, el estudio ya clásico de Gustav Hainsworth, Les "Novelas Ejemplares" de Cervantes en France au XVIIe siècle. Contribution à l'étude de la Nouvelle en France, Paris, H. Champion,

1933, p p . 120-156. 16 Caroline B . Bourland, The Short Story..., ob. cit., pp. 11-18. 17 Por ejemplo en Giovanna Formichi, Saggio sulla bibliografía..., ob. cit., p p . 69 y 79. 18 Hay frecuentes menciones de las Novelas Morales de Agreda en el interesante estudio de Laspéras, La nouvelle en Espagne..., ob. cit. 19 J. A. Alvarez de Baena, Hijos de Madrid ilustres en santidad, dignidades, armas y letras, Madrid, Cano, 1789-91, reimpresión Atlas, 1973. 20 C. Pérez Pastor, Bibliografía Madrileña, Madrid, Tip. de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1806. 21 Puede existir alguna confusión en torno al hábito de D. Diego. Su padre, D. Alonso, fue Caballero de Santiago y también su nieto, D. Francisco. A este último se concede Privilegio por diez años para imprimir, en 1724, las Novelas Morales y exemplares, "que dejó escritas Don Diego de Agreda y Vargas, su abuelo", del que se dice "Caballero del Orden de Calatrava". Un ejemplar muy deteriorado de esta edición dieciochesca se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura 3 24006. 22 "Llegué, señora tía a la Mamora" y "A la Mamora militares cruces", en Luis de Góngora, Sonetos, ed. Biruté Ciplijauskaité, Madrid, Castalia, 1968, pp. 122 y 189. Interpretaciones de los sonetos en Michel Moner, "Ir y quedarse" : note à un sonnet de Góngora : "A la Mamora, militares cruces", en Mélanges de la Casa de Velázquez, 17, 1981, p p . 205-222 ; y del mismo autor, Nueva apostilla a un soneto de don Luis de Góngora : "A la Mamora, militares cruces", en J. Cañedo e I. Arellano, eds. Edición y anotación de textos del Siglo de Oro, Anejos de RILCE, 4, Pamplona, Eunsa, 1987, pp. 233-243. También Bernard Loupias, Góngora et la Mamora, enBHi, 86, 1-4, 1984, pp. 308-354. 23 V. G. Guastavino Gallent, La toma de la Mamora relatada por Tirso de Molina, Larache, Imp. M.

Boscá, 1939.

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noble, según Góngora), nuestro autor hubo de esperar unos cuantos años la decisión real. Hasta 1641 no le llegó la confirmación de haber obtenido el ansiado hábito, curiosamente después de una nueva expedición militar. En 1640 Agreda había vuelto a servir a la monarquía, según Alvarez de Baena, "con gente pagada a su costa... y con su persona en el grado de capitán de Infantería", sin duda en los conflictos de la guerra de separación de Cataluña. Poco más sabemos de su existencia24, pero sí es curioso destacar que ésta parece oscilar entre las armas y las letras ; porque después de los hechos de la Mamora es cuando se dedica Don Diego a sus labores literarias, que se reducen a tres obras. La primera apareció en 1616 y es una traducción del toscano, Lugares comunes de letras humanas, contiene las Historias, fábulas, provincias, ciudades, montes, ríos, más famosos y conocidos del mundo'25, especie de diccionario muy elemental, o un "florido jardín" como prefiere el autor, en el que otros escritores pueden hallar las "flores" que adornen su poesía. La segunda es de 1617, también traducción del toscano, pero de mayor interés literario : Los más fieles amantes, Leucipe y Clitofonte, historia griega, por Aquiles Tacio alejandrino2*1, traducción ésta que, según Menéndez Pelayo, "es una paráfrasis harto infiel" de un novelista "mediano y poco original"27, que partía de la versión de Francesco Angiolo Coccio (Venecia, 1550). Pese a tan severa calificación, la obra puede leerse hoy sin fatiga, y posee el mérito de ser la única versión castellana disponible en su tiempo. Esta traducción debió de suponer para nuestro autor su espaldarazo en los círculos literarios, ya que va acompañada de poemas laudatorios, que no existen en sus otras dos obras. Tres de dichos poemas son especialmente interesantes por la personalidad de sus autores : el primero es un soneto de Céspedes y Meneses ; el segundo una redondilla de Ruiz de Alarcón, que cree que Agreda ha robado el honor a Aquiles Tacio porque supera la obra original. Y la tercera y más larga composición es del Licenciado Francisco de Barreda, autor de la preceptiva dramática Invectiva a las comedias (1622)28. El Licenciado elogia la labor traductora del castellano, frente a lo que llama el "ultraje del Toscano lascivo" para con el libro griego. Los tres poemas laudatorios revelan que nuestro autor está ya inmerso en el ambiente literario de 1617, que era ciertamente polémico. El prólogo de la obra confirma este último extremo, porque en él Don Diego se queja ásperamente de la "tiranía de ignorantísimos censores", y de "trece millones de calificadísimos necios, disfrazados de circunspectos censuristas". Pese a ello, Agreda no se arredra y afirma : "...ahí os arrojo presa, en quien vuestros caninos dientes puedan emplearse". Y, a continuación, anuncia que seguirá sirviendo "... a la bien intencionada diversión

24 Casiano Pellicer menciona a D. Diego como miembro de la cofradía de la Sagrada Pasión, aunque sin citar fechas, en su Tratado Histórico sobre el origen y progreso de la comedia y del histrionismo en España, ed. José María Diez Borque, Barcelona, Labor, 1975, p. 49. 2 5 Madrid, Vda. de Alonso Martín. He utilizado un ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura 3 22139. 26 Madrid, Juan de Cuesta. Cito por un ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura R 13991. 27 Marcelino Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela, NBAE, 1, 1925, p. CCCXXJJ. Al texto de Aquiles Tacio se acercaron también, por las mismas fechas, Quevedo y José Pellicer ; ambos partían, a diferencia de D. Diego, de la versión latina. V. Juan Antonio Pellicer y Saforcada, Ensayo de una biblioteca de traductores españoles, Madrid, Sancha, 1778, p. 111. 28 Francisco de Barreda, "Invectiva a la comedias que prohibió Trajano y apología por las nuestras", en El mejor príncipe Trajano Augusto, Madrid, Vda. de Cosme Delgado, 1622, discurso Di, ff. 120 v-141 r. V. el texto recogido en parte en F. Sánchez Escribano y A. Porqueras Mayo, Preceptiva dramática española, Madrid, Gredos, 1971, pp. 216-226.

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de mi patria con el corto talento de mis estudio y trabajo" (Prólogo, s.p.). Semejante diatriba parece aludir a un ambiente hostil, que bien pudiera estar relacionaldo con los bandos a favor y en contra de Lope de Vega. Al margen de estas guerrillas, que pueden tener una base personal, pero que incidían forzosamente en posturas literarias, hay que destacar dos notas del prólogo : la afirmación de una labor de "estudio", es decir erudita, y la declaración final de que su obra sirva para "diversión bien intencionada". Ello supone tomar partido a favor de la literatura que requiere preparación intelectual, lo que es perfectamente congruente con el prestigio de los modelos narrativos griegos, entre los que se halla su Leucipe y Clitofonte29. Y, además, una opción por la diversión con buenas intenciones, lo que tiene especial interés al relacionarlo con la declaración moralizante de su tercera obra. Esta tercera y última, de 1620, es la única creación novelística "original" del autor, con las salvedades que después puntualizaremos. Se titula Novelas Morales útiles por sus documentos y debió de tener éxito, porque en el mismo afio apareció en Madrid, Barcelona y Valencia. Incluso pasó rápidamente la frontera y Baudouin tradujo el libro al francés en 1621, con un título que constituye un señuelo para los lectores franceses {Nouvelles morales, en suite de celles de Cervantes), al presentar la colección como continuación de las Ejemplares. Pese a la opinión favorable de Jean-Pierre Camus, novelista y obispo francés de la primera mitad del siglo XVII, que cantaba las excelencias de las moralidades de Agreda30, el público supo distinguir esta narrativa de la cervantina, y las novelas de Don Diego —quizá demasiado edificantes al norte de los Pirineos 31 — no se volvieron a reeditar allí. En España, sin embargo, y a diferencia de otras colecciones de novelas del siglo XVII, las de Agreda y Vargas no quedaron olvidadas ; pasaron al siglo siguiente, cuando el nieto del autor las reimprime amplificando el título significativamente [Novelas morales y exemplares (1724)], e incluso llegan al XK 32 . Hay también ediciones parciales de novelas sueltas, en el XVIII, XIX y en nuestro siglo33. Sin duda habrá razones que justifiquen la pervivencia de los relatos de Agreda, pero su interés actual reside en la peculiar manera de entender la narrativa corta.

29 C o m o es sabido, los libros de Heliodoro y Aquiles Tacio eran épica en prosa para Alonso López Pinciano, en su Phüosophía antigua poética (1596). V. para ello la edición de Alfredo Carballo Picazo, Madrid, CSIC, 1953, p. 165. También Sanford Shepard, El Pinciano y las teorías literarias del Siglo de Oro, Madrid, Gredos, 1970. Volveré a referirme más adelante a la cuestión de novela y estudio, y también a los modelos griegos. 30 Alababa concretamente "Ces beaux enseignements pour les mœurs qui sont mis à la fin de chaque histoire", en Relations Morales, Paris, Caffin, 1631, prólogo. 31 A la cuestión de la honestidad en la narrativa corta —tan diferente en italianos, franceses y españoles— me he referido en la comunicación Erotismo trágico en el siglo XVI, que se publicará en las Actas del Coloquio Eros Literario, celebrado en la Universidad Complutense en diciembre de 1988. 32 Hacia 1820 está fechado un precioso ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura R 31245, titulato Doze novelas morales, utiles por sus documentos, que es, al parecer, una reproducción de la edición de Madrid, Iunti, 1620. Curiosamente, a la edición de 1620 que hemos manejado para este estudio le falta la portada, mientras que en esta posterior dicha portada —del siglo XVII— se halla adherida al cuadernillo. 33 En Colección de novelas escogidas, compuestas por los mejores ingenios españoles, Madrid, Imprenta González, 1785, vol. 6, cuatro novelas. En Tesoro de novelistas españoles, París, Baudry, 1847, m , dos novelas. Estas mismas aparecen en Madrid, Dédalo (Novelas y Cuentos), s.a. [1943] y posteriormente en Novelistas posteriores a Cervantes, II, ed. E. Fernández Navarrete, Madrid, BAE XXXÜI, 1950.

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Teorías narrativas Para conocer las teorías del autor, conviene detenerse en el prólogo de las Novelas Morales. En él Don Diego recuerda sus obras anteriores, la primera como obra de servicio a otros escritores, y la segunda, como historia "si fabulosa, agradable y de aprovechamiento" : palabras con las que parece querer justificarse por la materia fabulosa, insistiendo en el aprovechamiento. Y es que, tres años después de la traducción de Aquiles Tacio, Don Diego se decanta abiertamente por la narración útil. Por ello, en el prólogo de 1620, se define así la novela : Es ¡a Novela narración cuyo principal intento ha de ser, con la cubierta de agradables sucesos, de honestas e ingeniosas ficciones, advertir lo que pareciere digno de remedio, llevando el que escribe puesta la mira sólo en el aprovechamiento del Lector. (S.p.)

De acuerdo con este principio, el autor no va a usar apenas en la colección la materia de amor y aventuras en la línea de Aquiles Tacio, sin duda a sus ojos ya demasiado fabulosa. En ninguno de sus títulos aparece el calificativo "raro", "peregrino", "prodigioso", este último tan del gusto de otros autores contemporáneos, como Juan de Pina, que lo emplea en sus novelas de 1624,1628 y 1629 34 . Don Diego se va a inclinar por la narración útil y sus novelas serán "útiles por sus documentos", como reza el título. La palabra "documento", según el Diccionario de Autoridades, significa doctrina, enseñanza, aviso o consejo para no cometer yerro. Así aparece en las Empresas de Saavedra Fajardo35 y así la usaba Cristóbal Suárez de Figueroa en El Pasajero (1618) : "Es mi designio refrescar las memorias con la fuerza de avisos tan útiles, con la enseñanza de documentos tan necesarios... " 36 . El mismo Suárez define la novela en El Pasajero como ...composición ingeniosísima, cuyo ejemplo obliga a imitación o escarmiento. No ha de ser simple ni desnuda, sino mañosa y vestida de sentencias, documentos, y todo lo demás que pueda ministrar la prudente Filosofía. (Fols. 56 r y v)

Novela y utilidad se emparejan en esta definición, pero también en otros lugares de la obra. Así, a uno de los personajes que desea escribir un libro, el Doctor le aconseja empezar por novelas o traducciones, cuestión esta última que bien pudo interesar a Agreda, traductor, y conocedor, sin duda, de El Pasajero : Ahora me ocurre que si tuviérades noticia de la lengua latina, o italiana, era fácil traducir en romance algún librito curioso con que se viniera a conseguir vuestro intento... Y aunque muchos ignorantes menosprecian esta ocupación es con todo digna de cualquier honra. (Fols. 58 v y 59 r)

34 Novelas exemplares y prodigiosas historias, Madrid, Juan González, 1624 ; Casos prodigiosos y cueva encantada, Madrid, Imprenta del Reino, 1628 ; Segunda parte de los casos prodigiosos, Madrid, Vda. de Alonso Martin, 1629. Agradezco a mi colega Isabel Colón la información que m e ha brindado sobre este autor, en el que está trabajando actualmente. 35 Diego Saavedra Fajardo, Idea de un príncipe político cristiano representado en cien empresas, ed. Murcia, Academia Alonso el Sabio, 1985 : "...por sus documentos, i sentencias llevo de la mano al Principe, que forman estas Empresas" (Al Letor, s.p.). 36 Cristóbal Suárez de Figueroa, El passagero. Advertencias útilísimas a la vida humana, Barcelona, G. Margerit, 1618, prólogo, s.p. Cito en adelante por esta edición ; hay ediciones modernas, por F. Rodríguez Marín, Madrid, SBE, 1914 y otra en Madrid, Aguilar, 1943.

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Suárez de Figueroa expresaba una opinión que halagaría a Agreda y coincidía con él en tachar de ignorantes a los críticos. Las coincidencias se dan, además, en el desprecio de ambos por las comedias. Suárez lo manifestaba en la Plaza universal de todas las ciencias y artes (1615), cuando decía que los autores de comedias, por agradar al auditorio, lo alimentaban "con veneno, componiendo farsas casi desnudas de documentos, moralidades y buenos modos de decir..." 37 . Agreda, en 1620, tampoco es partidario de las comedias. En el texto de sus novelas critica severamente a los cómicos, "...oficio no sólo excusado en la República, pero mal permitido..." (8 a , p. 438), lo que es casi un lugar común en el siglo XVII. Pero es que el juicio sobre las comedias se personaliza en casos muy concretos. Así, se censura en el mentidero madrileño la inmoralidad de las comedias y lo reprobable de que sean sacerdotes quienes escriben algunas : / Qué dijéramos de algunos [sacerdotes] de los de nuestros tiempos, cuyas costumbres son tan depravadas que lo más loable délias fuera el escribirlas ! Pero quédese aquí, que son amigos y dirán que somos ignorantes y nos meterán en alguna farsa o entremés, o nos dirigirán algún papel, que es lo mismo... (6a, p. 325).

Si pudiéramos confirmar a quién iba dirigido este dardo, situaríamos a nuestro autor con claridad en los grupos literarios de su tiempo. Si era Lope el aludido, como puede deducirse de las "costumbres depravadas", ¿ cómo se explica que Agreda le dedicara un soneto en la edición de las Rimas de 160238 ? Quizá los años transcurridos, con la ordenación sacerdotal de Lope de por medio, hubieran convertido a nuestro autor en lo que llama Florit Duran, aunque sin explicar las causas, "acérrimo enemigo de Lope de Vega"39. Quizá estuviera señalando a otro sacerdote que escribía comedias, a Tirso, y por ello —según Ruth L. Kennedy40— el mercedario replicó irónicamente con moralidades a las moralidades de Agreda. Recordemos que Tirso, en los Cigarrales de Toledo, que apareció en 1624 pero con Aprobación de 1621, un año después de las Novelas Morales, ponía en boca de una de sus personajes, Don Juan de Salcedo, la siguiente frase : Afilen agora los Zoilos murmuraciones en la piedra de la envidia. ¡ Veamos si hallarán, los que parten un pelo, alguno en ésta digno de reprensión ! Censuren los catones este entretenimiento, que por más que lo registren no tendrán las costumbres modestas ocasión de distraerse.^

Y, a continuación de esta respuesta a las insinuaciones de los "Zoilos", cuando Tirso resume las enseñanzas que pueden extraerse de su comedia El celoso prudente, estarían las moralizaciones que, según Kennedy, serían la burla de las de Agreda. Como veremos después, las de Don Diego son otra cosa, una fórmula que se repite en la conclusión de cada uno de los relatos, y no la consecuencia —más ágil- que extrae Tirso de su comedia. Sí parece notable, en cambio, que el

37 ídem, "De los comediantes y Autores de Comedias", en Plaza universal de todas las ciencias y artes, Madrid, Luis Sánchez, 1615, ff. 322 v - 323 r. Dos años más tarde, en El Pasajero, Suárez suavizaba un poco su opinión. 38 Lope de Vega, Rimas, en Obras poéticas, ed. José Manuel Blecua, Barcelona, Planeta, 1983, p. 275 : "En Hércules, Atlante el grave peso / puso...". 39 Francisco Florit Duran, Tirso de Molina ante la comedia nueva. Aproximación a una poética, Madrid, Revista Estudios, 1986, p. 128, n. 66. 40 Ruth Lee Kennedy, Studies in Tirso, I, Chapel Hill, University of North Carolina, 1974, p . 179, n. 4 5 . 41 Tirso de Molina, Cigarrales de Toledo, Madrid, Luis Sánchez, 1624. Cito por la edición de V. Said Armesto, Madrid, Biblioteca Renacimiento, 1921, p. 380.

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personaje tirsiano hable de las murmuraciones y envidia de los "Zoilos", porque una frase parecida estaba ya en la dedicatoria de las Novelas Morales. Se dirigía a Don Bartolomé de Anaya y Villanueva, Caballero de Santiago, del Consejo del Rey y Secretario de la Real de guerra, personaje influyente, por tanto, lo que permite a nuestro autor exclamar : "¿ Quién con el patrocino de tan magnánimo y grandioso Mecenas será imprudente Zoilo, por más que triunfe la ignorancia y sea poderosa la envidia ?" (s.p.). Las similitudes del texto de los Cigarrales con el de Agreda no parecen casuales y revelan, cuando menos, una inquietud común por la moralidad y por las críticas de los que ellos denominan críticos, catones, censores, Zoilos, etc. En definitiva, lo que interesa destacar es que, desde el prólogo, el autor se decide por una modalidad determinada de relato, y que éste no es un caso aislado en la teoría literaria y novelística del siglo XVII. Ya González de Amezúa señaló esta tendencia moralizante en la narrativa corta posterior a Cervantes, calificándola de "mascarilla moral"42 en la mayor parte de las veces. No es así en el caso de Agreda, que declara sus intenciones en el prólogo, como otros tantos autores de su tiempo, pero —a diferencia de ellos— las lleva a la práctica en sus novelas. Para él la moralidad y la utilidad son finalidades consustanciales a la novela que practica, es decir a la novela corta. Otra opción, igualmente diáfana, de nuestro autor es el despojar a sus novelas de adornos, sean éstos poemas, fábulas mitológicas, autoridades y, en definitiva, erudición. Curiosamente, la erudición que él mismo había brindado en su librito de Lugares Comunes ; la misma que recomendaba Lope en sus Novelas a Marcia Leonarda, cuando decía, para oponerse a Cervantes, que las novelas deberían escribirlas "hombres científicos, o por lo menos grandes cortesanos"43, y a la que era tan aficionado el Fénix44. Esta erudición suele hallarse, en mayor o menor grado, en los prólogos de otros autores de novela corta. Lugo y Dávila, por ejemplo, en su Teatro Popular. Novelas morales para mostrar la vida del pueblo (1622), abre sus novelas con una introducción que expone su postura ante los preceptos aristotélicos. Al margen de la escasa originalidad de dichas páginas teóricas, en ellas aparecen los conceptos de verosimilitud, admiración y fábula. Éstos se quieren hacer compatibles con la utilidad pero, además, "... adelantando la erudición en algunas de nuestras novelas a las que se han escrito por italianos y españoles"45. Nada de esto hay en el prólogo, muy breve, de las Novelas Morales. Tampoco abundan las alusiones a los críticos del prólogo de 1617, pero sí hay, en el propio texto de las novelas, menciones burlonas de critiquillos, poetastros y demás tribu literaria. Así, entre los parásitos que rodean a un caballero rico, hay un personaje calificado de "entendido" que "... llenábale los cascos de seis sonetos, diez redondillas, una traza de farsa..." (9a, p. 479). En otra ocasión, se ridiculiza a un grupito de "doctos" (filósofos y poetas), por sus pendencias en la tienda de un librero, y se desprecian "sus menguados ingenios, sus imaginarias letras..." (12a, p. 661). Precisamente a los doctos, esos críticos que vigilan y censuran los trabajos ajenos, se pide disculpa cómicamente tras una larguísima digresión, que el autor intuye merecedora de reproches :

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Agustín González de Amezúa, Formación y elementos de la novela..., ob. cit., p. 85. Novelas a Marcia Leonarda, éd. cit., p. 35. 44 V., por ejemplo, la dedicatoria a D. Juan de Arguijo de la edición de las Rimas ya citada, de 1602, pp. 277-285. 45 Francisco Lugo y Dávila, Teatro Popular, Madrid, Vda. Francisco Correa y Montenegro, 1622. Cito por la edición de E. Cotarelo, Vda. de Rico, 1906, p. 127. Para las novelas de Lugo, v. Alberto Sánchez, De las "Novelas Ejemplares" de Cervantes a las "Novelas Morales" de Lugo y Dávila, en 43

A Cerv, 20, 1982, pp. 136-151.

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Paréceme que veo mil doctos destos de tienda de librero, arañándose la cabeza ante tal descuido : pues estos lloradores de todos los ajenos defectos suplan por esta vez el arte y culpen la pluma. (2a, p.69)

En suma, Agreda escribe novelas para que sirvan de aprovechamiento a los lectores. Para que sean más útiles, sin duda, el autor las despoja de adornos retóricos ; no utiliza citas cultas, no hace uso de la auctoritas y el solo ornato que se permite son los "documentos" que siguen a cada desenlace. El análisis de sus novelas revelará, a continuación, si existe una real adecuación de los principios teóricos, expuestos en el prólogo, a la praxis narrativa.

Una colección de novelas morales Un rápido examen de la colección muestra una primera coincidencia con las Ejemplares, porque las Novelas Morales constan también de doce relatos ; son todos de similar extensión y oscilan entre las cuarenta y las cincuenta y cinco páginas en octavo. Los títulos de la novelas se ajustan a la función informativa, aunque de distinto nivel semántico, de otros relatos cortos del siglo XVII : - tres de la novelas poseen títulos que designan exclusivamente los nombres de los protagonistas : Aurelio y Alexandra (I a ), Federico y Ardenia (10a), Carlos y Laura (11a). La información que se obtiene de estos títulos se reduce a la existencia de una pareja, deduciéndose la temática amorosa ; - una sola novela, Eduardo, rey de Inglaterra (4a), nos informa de la jerarquía elevada del personaje y de la ubicación de la acción ; - dos novelas poseen un título que responde al sintagma sustantivo de persona + adjetivo : El hermano indiscreto (3a), y El viejo enamorado (12a). Aquí el nivel informativo aumenta, porque permite, en el primer caso, deducir la existencia de un conflicto derivado de la indiscreción, y, en el segundo, encuadrar la novela en una materia tópica, la del viejo libidinoso, o la de la malmaridada, bien conocida por los lectores ; - en los seis títulos restantes, el lector obtiene un avance del desenlace. Tres de ellos obedecen al esquema de nombre abstracto + adjetivo o participio : La ocasión desdichada (6a), La resistencia premiada (7a), La correspondencia honrosa (9a). Los tres restantes, al esquema de nombre abstracto + complemento : El daño de los celos (5a), El premio de la traición (8a), El premio de la virtud y castigo del vicio (2a). Los adjetivos informan, efectivamente, del desenlace ('desdichado1, 'premiado', 'honroso'), pero también, y esto es significativo, de la oposición 'premio'/'castigo', y de la correlación 'virtud/vicio'. Esto demuestra que los seis títulos están en consonancia con el título general de la colección, Novelas Morales, encaminado a probar cómo a determinadas acciones les siguen sus correspondientes consecuencias. 1. Estructura

En cuanto a la estructura general de la colección, los doce relatos son independientes, sin marco unificador explícito. Las novelas son sueltas a la manera cervantina, "ensartadas unas tras otras, como procesión de diciplinantes", como se burlaba Tirso en el prólogo de los Cigarrales, o novelas yuxtapuestas, según la terminología de Pilar Palomo46.

46 V. Pilar Palomo, La novela cortesana (Forma y estructura), ob. cit. Para la cuestión del marco narrativo, v. V. Sklovski, Acerca de la novela corta y Algunas observaciones empíricas sobre el modo de reunir novelas cortas, en Sobre la prosa literaria, Barcelona, Planeta, 1971, pp. 113-118 y 119-127.

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La ausencia de marco supone de nuevo una elección, esta vez frente a la tradición de la novela italiana, porque el autor escoge la variedad frente a la unidad, frente a eso que llamaba Tirso un "argumento que lo comprehenda todo"47. Sin embargo, en el caso de las Novelas Morales, la variedad de las mismas no está reñida con la unidad, ya que ésta reside en el propio fin de todas las narraciones : esa moralidad a la que ya me he referido y que está presente no sólo en los contenidos, sino en la propia estructura. En efecto, si los relatos son independientes, su estructura tiene una semejanza fundamental, que es la presencia a modo de colofón en cada uno de lo que he llamado moralidades. Éstas se encierran en los párrafos finales, que recogen las actitudes de los personajes y las enseñanzas que se desprenden de las mismas. Se trata de una especie de apéndice que sigue a cada uno de los textos, en el que el autor, con estilo reiterativo, prodiga el "mensaje" ético de cada obra. En el plan estructural de Agreda este apéndice debía de ser fundamental y necesario para su idea de la "moralidad" novelística. Así la eficacia de la novela, que ya de por sí presenta desenlaces bastante aleccionadores, se ve acrecentada por la fórmula final. El esquema de ese formulismo que se repite, con escasa variación, en las últimas líneas de cada uno de los doce relatos es el siguiente : nombre del personaje + verbo + complemento. Los verbos suelen ser : 'mostrar', 'avisar', 'advertir', 'enseñar1, y, para que la advertencia gane en utilidad, el narrador utiliza la primera persona del plural : "...nos muestra...", "...nos enseña", etc. Así, por ejemplo : En Eduardo se nos muestra un rey agradecido, pero demasiadamente curioso, pues el suceso de su amor procedió de ir donde no importara su presencia ; nos enseña con cuánto cuidado deben los reyes huir las visitas de mujeres hermosas, y particularmente de las casadas. (4a, p. 228)

En ocasiones, el nombre del personaje es sustituido por la actitud del mismo, generalmente bajo la forma de un infinitivo sustantivado : "El trocarse tantas desdichas en alegres casamientos nos muestra..." (3a), "El verse vencido y obligado de tan honrosa resistencia... nos enseña..." (4*). Estas muletillas, engorrosas para un lector actual, son los "útiles documentos", la justificiación de las ficciones y la aportación más personal de Don Diego, a la par que el nexo o común denominador de todos los relatos. Para Amezúa48, estas consideraciones son "pacatas" y hacen "enfadosas" las novelitas. Pero, para los escritores contemporáneos, debieron de ser todo un hallazgo, en el que veían la posibilidad de conciliar el entretenimiento con la moralidad, tan exigida como mal comprendida. Puede que así lo entendiera Tirso que, sin embargo, no aplica la fórmula rígidamente en el pasaje de los Cigarrales antes aludido : "Aquí pueden aprender los celosos a no dejarse llevar de experiencias mentirosas ; los maridos a ser prudentes ; las damas a ser firmes ; los príncipes a cumplir palabras..." (p. 380). Pero también se sirvió del sistema algún que otro autor, sensiblemente menos edificante. Me refiero a Castillo Solórzano, que no sólo calca literalmente el esquema de Agreda, sino que lo extrema, situando delante de los colofones la palabra "Aprovechamientos". Lo más paradójico es que siga este procedimiento en Las harpías en Madrid (1631), colección de corte apicarado donde las moralejas están en franca contradicción con el texto que las precede. No hay que olvidar, a este

También Jenaro Talens, La escritura como teatralidad, Valencia, Universidad, 1977, pp. 121-181. 47 Como señala André Nougué, L'œuvre en prose de Tirso de Molina, ob. cit., p . 392, "...Tirso n'admet pas la nouvelle comme une œuvre indépendante ; elle est, en somme, comme une partie d'un tout." 48 Agustín González de Amezúa, Formación y elementos de la novela..., ob. cit., p. 84.

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respecto, que Las harpías aparece en los diez arios sin licencia para imprimir comedias y novelas en los reinos de Castilla (1625-1634)49. Aunque la colección se imprimió en Barcelona, parece que cualquier cautela era poca. Y, con este motivo, la fórmula de Agreda se presenta como un recurso eficaz ; por eso Castillo Solórzano la utiliza sin empacho, y advierte incluso antes del primer "Aprovechamiento" : Porque no se arguya de los libros de entretenimiento que no tienen aprovechamiento, para que se saque dellos fruto, quiero deste discurso pasado decir lo que acerca del se me ofreced

Y, a continuación, desarrolla la fórmula con equivalentes construcciones sintácticas, con semejante extensión y con la obligada presencia de los verbos 'avisar', 'advertir', 'amonestar', etc. De esta manera, lo que es en Agreda consecuencia de su poética narrativa, se ha convertido en un recurso falso y coyuntural. Recurso muy útil, no obstante, y aprovechado por otros autores, como el ya citado Lugo y Dávila, cuya "moralidad" en Teatro popular. Novelas morales... refleja deudas para con nuestro autor, que le antecedió dos afios en la publicación de sus novelas51. A diferencia de lo que luego harían otros autores, en las Novelas Morales los párrafos finales poseen una función estructural, explicable por el prólogo, el título y el desarrollo narrativo, como veremos más adelante. Importa menos que los relatos contengan duelos, matrimonios consumados antes de tiempo, trazas picarescas, etc. El desenlace se ajustará, inevitablemente, a los códigos del bien y del mal de la época, salvo escasas excepciones, y será reforzado por el toque moralizador final, que es el eslabón de las doce narraciones. Ese eslabón no es el clásico marco narrativo ; no es el diálogo previo, ni la conversación de viaje, ni la celebración festiva que da pie a los relatos sucesivos. Pero ese estrambote, como nexo obligado a cada narración, puede hacer las veces de marco estructural, en cuanto elemento que une cada novela a la idea central de moralización expresada en el prólogo. 2. Fuentes Como ocurre con muchas novelas del siglo XVII, no puede decirse de los argumentos de las Novelas Morales que sean originales. Ya Bourland y Hainsworth, y más recientemente Fucilla52, se refirieron a Agreda, al estudiar las fuentes italianas de la novela corta del siglo XVII. No es mi propósito establecer una comparación detallada entre los textos de base y las novelitas de Agreda. Es bien sabido que el concepto de originalidad, como valor literario, es muy posterior y que la imitación fue algo común en los Siglos de Oro53. Esta circunstancia se agudiza en la novela 49 V. Jaime Molí, Diez arios sin licencia para imprimir comedias y novelas en los Reinos de Castilla : 1625-1634, en BRAE, 54, 1974. 50 Alonso Castillo Solórzano, Las harpías en Madrid o coche de las estafas, ed. Pablo Jauralde, Madrid, Castalia, 1985, p. 98. 51 Ya la adición de "novelas morales" al título me parece significativa ; pero es que, además, Lugo también emplea la fórmula de "...enseña..." u otras semejantes para adoctrinar, aunque la utilice en forma de introito y no de colofón. Por ello, como ha señalado A. Sánchez en De las "Novelas ejemplares" de Cervantes a las "Novelas Morales"..., art. cit., poco tiene que ver su "moralidad" con la "ejemplaridad" cervantina ; mucho, en cambio, con la moralidad de Agreda. 52 Joseph G. Fucilla, Relaciones hispano-italianas, en RFE, anejo 69, 1953. 53 Incluso autores "mayores" como Lope se sirvieron de modelos italianos, como en el conocido caso de Bandello para El castigo sin venganza. V. a este respecto Manuel Alvar, Reelaboración y creación en

"El castigo sin venganza", en RFE, 66, 1-2, 1986, pp. 1-38, donde se tiene en cuenta las Histoires tragiques de Boaystuau y Belleforest y las Historias trágicas exemplares, como textos puente entre

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corta, que hunde sus raíces en modelos italianos (Bocaccio, Bandello, Cinthio, etc.). Nada de extraño tenía, pues, que se tomaran argumentos54 de otros autores, e incluso que se tradujera descaradamente a un autor italiano, sin advertencia previa. Que esto era práctica habitual se deduce del prólogo cervantino, cuando afirma que sus novelas no son imitadas, ni hurtadas, ni traducidas de lenguas extranjeras55. Siete años después de las Ejemplares los libros italianos seguían siendo un filón para nuestros novelistas. Agreda, al menos, no hace esa declaración de originalidad tan común a otros autores, y que ridiculiza Pérez de Montalbán en los Sucesos y prodigios de amor (1624). Según Montalbán, los que así actúan "...debe de ser porque con solo el trabajo de traducir (que en mi opinión es lo mismo que trasladar), se hallan Autores de libros, como si el título no los desmintiera..."56. A mi parecer, estas palabras, escritas sólo cuatro años después de las Novelas Morales, pueden referirse al quehacer de Agreda y Vargas. No deja de ser sintomático que, en la lista de autores que cita Montalbán como ingenios eminentes, al final de Para Todos (1632), aparezca Agreda sólo en funciones de traductor : Don Diego de Agreda y Vargas, tan conocido por su erudición como por sus escritos, tradujo de Italiano ¡os amores de Leucide y un libro que llamó Lugares Comunes de letras humanas?1

Ni una palabra para su única colección de novelas, que era también la obra más reciente. Ignoro si esto se debe a que Montalbán rechazaba sus novelas por considerarlas traslado del italiano, o porque en la década de los treinta Agreda fuera ya enemigo de Lope, a cuyo círculo pertenecía Montalbán. En cualquier caso, es probable que el uso de las fuentes italianas por parte de Agreda pareciera excesivo, y que su conocimiento del italiano fuera mayor que su talento poético. Desde luego, un rápido recorrido por su colección revela que el material ajeno supera al propio. Concretamente, la crítica ha señalado que las novelas "hurtadas" proceden de Bandello y de Giraldi Cinthio58. Pero, además de señalar las fuentes, interesa resaltar que el autor no actuó por igual al manipular los textos. Existe una gran diferencia entre la imitación de algunos, en los que cambia apenas los nombres y el lugar de la acción, y la utilización en otros tan solo del motivo central. El primer

Bandello y Lope. Me he ocupado de las traducciones francesa y española de Bandello en Notas sobre la traducción en los Siglos de Oro : Bandello franco-español, comunicación presentada en el Coloquio Imágenes de Francia en las letras hispánicas^ celebrado en Barcelona, noviembre, 1988, cuyas Actas aparecerán próximamente. 54 Según González de Amezúa, Opúsculos literarios, ob. cit., I, p. 250, "Agreda, Lugo, Castillo Solórzano, Castro, Pina, Camerino, Aguirre llegan a veces al plagio, ora de argumentos ora de frases enteras". 55 Miguel de Cervantes, Novelas Ejemplares, ed. Juan Bautista Avalle-Arce, Madrid, Castalia, 1982, I, Prólogo, p. 65. Las palabras de Cervantes fueron repetidas hasta la saciedad por los autores de novela corta del siglo x v n , pese a que ellos no sólo "hurtaban" de lenguas extranjeras, sino del propio Cervantes. V. Jean-Michel Laspéras, "La nouvelle italienne dans la prose narrative du Siècle d'Or", en La nouvelle en Espagne..., ob. cit., pp. 96-109. 56 Juan Pérez de Montalbán, Sucessos y prodigios de amor en ocho Novelas exemplares, Madrid, a costa de Alonso Pérez, 1624, Prólogo, s.p. 57 Idem, Para Todos, Madrid, Imprenta del Reino, 1632. Cito por la edición de Huesca, P. Blusón, 1633, f. 4 r. 58 La opinión, sin embargo, no es unánime. Para C. B . Bourland, The Short story..., ob. cit., p . 59, n. 39, tres novelas proceden de Bandello y dos de Cinthio. Para G. Hainsworth, Les "Novelas Ejemplares" de Cervantes en France..., ob. cit., p. 119, tres son de Bandello y cuatro de Cinthio. Fucilla, en Relaciones hispano-italianas, ob. cit., coincide con Bourland.

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caso es el de Aurelio y Alexandra, Eduardo, rey de Inglaterra, Carlos y Laura. Los títulos de las novelas son de los que hemos señalado como escasamente informativos, y creo que ello está en relación con el uso muy literal de las fuentes. Se ha conservado la ambientación, el espacio original y el tiempo de los sucesos. En otros relatos, por el contrario, la acción se ha trasladado a lugares tan castizos como Motril, en El daño de los celos, Sevilla, en El premio de la traición, y Guadalajara, en El viejo enamorado, consiguiéndose en los tres casos una ambientación adecuada, una acertada verosimilitud, y hasta algún episodio apicarado, frente a la línea de costumbrismo grave del resto de la colección. Todo ello permite afirmar, no los méritos del autor, pero sí la utilización hábil de las fuentes y la subordinación de la originalidad a la eficacia del conjunto de los doce relatos. 3. Temas y desenlaces Ya hemos adelantado que el conjunto narrativo está compuesto por la alternancia de comportamientos virtuosos y pecaminosos, de los que se derivan desenlaces felices o desgraciados. Todo ello va debidamente engarzado con la correspondiente temática amorosa, propia de la época59, que usa y abusa de asuntos como los siguientes : la acusación falsa del malvado contra el virtuoso, y el triunfo de éste (El premio de la virtud y castigo del vicio) ; la pasión ilícita del poderoso por una dama, y el feliz matrimonio que todo lo resuelve (Eduardo, rey de Inglaterra) ; los celos, con o sin motivo aparente, y el triunfo final de la esposa intachable (El daño de los celos) ; los amores correspondidos, pero estorbados por la presencia de un tercero (La ocasión desdichada) ; la fidelidad matrimonial y la defensa del honor (Carlos y Laura, La resistencia premiada) ; la exaltación de la auténtica amistad (La correspondencia honrosa) ; los riesgos del matrimonio clandestino no autorizado por los padres (Aurelio y Alexandra, Federico y Ardenia) ; el castigo de la ambición y el deseo de medrar, personificado en dos criados malvados que pagan con la muerte, y en una jovencita mal aconsejada que ha de soportar un matrimonio de conveniencia (El premio de la traición y El viejo enamorado). Más interesante que la temática es el desarrollo que el autor imprime al conjunto. Prevalece, en general, el desenlace feliz y la ambientación contemporánea. Sólo en dos ocasiones los desenlaces son trágicos60, en novelitas de fuente italiana. Una de ellas es Aurelio y Alexandra, que desarrolla el tema de Romeo y Julieta, y la otra es Federico y Ardenia, de final truculento, donde los enamorados mueren a manos del cruel rey de Hungría, padre de Ardenia61. Ambas son novelas de ambiente extranjero y pasado remoto, frente a las contemporáneas y españolas. El resto de los desenlaces suele dar el triunfo, que consiste en un feliz matrimonio, a los protagonistas, pasando por el castigo —a veces mortal— de sus malvados enemigos. El tono más común, salvo dos relatos de intención cómica, y hasta satírica en El viejo enamorado, es el sermoneador de un autor más preocupado por la interpretación aleccionadora de los hechos, que por el propio argumento. Esta su concepción de las novelas nos lleva a tratar de la técnica empleada para lograrla. 4. Técnicas narrativas Agreda y Vargas es un autor convencional, que narra en tercera persona y de manera lineal. No

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V. Evangelina Rodríguez, Introducción a su ed. de Novelas amorosas de diversos ingenios del siglo xvii, ob. cit., pp. 27-65. 60 No comparto la opinión de Alexandre Cioranescu, Le masque et le visage, Genève, Droz, 1983, p. 453, cuando señala que las Novelas Morales, más que morales "...seraient plutôt des histoires tragiques : cela se comprend, si l'on pense que Giraldi Cinzio et Bandello figurent parmi leurs sources". 61 A Federico y Ardenia me he referido brevemente en Erotismo trágico en el siglo XVI, art. cit.

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usa en ninguna de las doce narraciones el comienzo in medias res y, salvo en dos casos, la trama de las novelas es única y centrada en la pareja protagonista. Los comienzos de los relatos son poco variados y se atienen, generalmente, a un uso muy común en la época : comenzar con una presentación elogiosa de la ciudad donde se desarrolla la historia. Así, Granada "la más insigne ciudad de España, tanto por sus magníficos y suntuosos edificios, como por la copiosa muchedumbre de ciudadanos que la habitan..." (3 a , p. 102) ; Madrid es elogiada por ser la cuna de Felipe III (6 a ), y Barcelona, por su cortés hospedaje (9 a ). Estos comienzos tienen carácter formulístico y tipificador, salvo en dos casos muy particulares : la novela segunda se sitúa en Agreda (o Agreda), y el autor afirma que de allí procede el linaje de los Agredas, familia "tan noble y tan antigua que fueron sus gloriosos progenitores los que fundaron tan nobilísima ciudad" (p. 51). La novela siguiente es la que empieza con el citado elogio de Granada ; pero este elogio da paso al de la familia protagonista, los Vargas, "de moderada hacienda y grandiosa virtud". Con ello nos hallamos ante un uso muy peculiar en la novela de los dos apellidos del autor (Agreda y Vargas), que pueden servir para esclarecer su propio linaje, en un momento en que intentaba conseguir el hábito de Santiago. Salvo este detalle, el proceder del autor es sistemático y repetitivo, iniciando las novelas con el elogio tópico de la ciudad, o con la descripción del protagonista en algún otro caso. A partir de este momento, la narración avanza moviendo una trama de proporciones muy variables ; desde la descripción detallada de una pasión amorosa cada vez más intensa, en Eduardo, rey de Inglaterra, novela casi sicológica, a los enredos de parejas cruzadas, amores y desamores, enemistades repentinas, duelos, desapariciones, identidades falsas y venganzas, en El hermano indiscreto. Generalmente, se pasa de la presentación a la trama por fórmulas también muy usuales, como "sucedió que...", "ocurrió...", etc. La narración se dinamiza escasamente con el diálogo. Es éste muy retórico, con largos parlamentos y escasa fluidez. a) Descripciones El autor se muestra más hábil con las descripciones, muy variadas en cuanto a su función. A veces, la pincelada es rápida y caracterizadora, corno la que sirve para mostrar a un galán arquetípico : "...mozo, galán, de veinticinco años y de notable cuidado y gracia..." (11 a , p. 582). Otras, detallista y centrada en elementos costumbristas, como el vestuario : "Paula, vestida de una saya entera de raso blanco, con su manga de punta, y adornado el rostro de una proporcionada lechuguilla..." (11 a , p. 599). Hay también descripciones ambientales, como la de la marina napolitana, sus coches y damas hermosas, a la hora del paseo (7a). Generalmente son muy breves y constituyen una excusa para el movimiento de los personajes, que son los que verdaderamente interesan al autor. Por ello, las mejores descripciones de este tipo son las que pintan el lugar con tintes adecuados a la finalidad de cada novelita. Así, la descripción ridiculizadora del estrado de una dama provinciana, que recibe solemnemente al pretendiente de su sobrina, en El viejo enamorado : ... con su tarima a fuer de cadalso y dos escuderos de los que, por su antigüedad, pudiera creerse que se hallaron en el cerco y reto de Zamora, acompañados a trechos de algunas dueñas y sabandijas, que también hacían labor... (12a, p. 632)

Esta novela, la más satírica de la colección, ofrece una de las mejores descripciones descalificadoras del protagonista, el viejo enamorado : ... caja y depósito de las leyes cuanto a la apariencia, y, cuanto a la verdad, la suma ignorancia, la

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misma soberbia, herencia ordinaria de bajo nacimiento fomentado de vil servidumbre, cuyas imprudentes acciones, si bien acompañadas de pública irrisión, creía él que representasen las de un jurisconsulto ; su rectitud la de un Trajano ; su observancia de la Ley la de un Licurgo... (12a, p. 629)

Este personaje es en realidad un tipo, el del viejo ridículo, descalificado con la descripción anterior. Por medio del perspectivismo, se ha mostrado la ridiculez del soberbio, cuya opinión sobre sí mismo se confronta con la de sus gobernados. Así se añade al descrédito del enamorado viejo, el de ser un licenciado ignorante y mal cumplidor de sus deberes. La misma función desempeña la descripción de un médico, personaje también tópico, satirizado aquí por su suciedad, tan nefasta en su oficio : "... venía mi galeno con una barba de un padre del yermo, un sortijón de Obispo, y unos guantes con cuya grasa se pudieran guisar diez ollas de una comunidad..." (5 a , p. 261). El personaje, hiperbólicamente presentado, será lo bastante alarmante como para que el enfermo de celos olvide su dolencia, con tal de no caer en sus manos. b) Digresiones Estos toques de humor no son, sin embargo, lo más habitual en las novelas de Agreda. Antes me he referido al tono sermoneador, propio de los fines aleccionadores de la colección. Ese tono y esos fines se consiguen por medio de las digresiones, abundantísimas en el texto, y utilizadas por el autor para opinar incesantemente sobre conductas individuales y hábitos sociales. Selecciono a continuación unos ejemplos, que representan cómo el autor extrae consecuencias generales, a partir de los comportamientos y situaciones de sus novelas : - con motivo de una fiesta de toros, el narrador se permite señalar la improcedencia de celebrar de este modo las fiestas religiosas : ... cosa, por cierto, bárbara y mal entendida en hombres políticos y cristianos, y peor que la apliquen en servicio de los santos, que es cosa cierta que se ofenden con todo aquello que se desirve la Majestad divina, a quien es certísimo que no agradan por la multitud de almas que en semejante caso se ponen a peligro. (3a, p. 117) ;

- en ocasiones, se detiene la acción de la novela para intercalar reflexiones sobre el modo de conducirse al príncipe o el valido ; o sobre quiénes han de ocupar un lugar preeminente en la Corte. Y dice Don Diego, recordando, sin duda, su profesión militar : ... ¡os príncipes, como son de todos más que propios, es forzoso que a todos satisfagan, y más a la gente de la milicia, dueños de los más poderosos imperios ; que en esto hacen conocida ventaja a los profesores de letras, pues dan las leyes que ellos ejecutan y, para mandar y gobernar en la paz, sobran hombres, mas para conquistar y defender las monarquías se hallan muy pocos y son menester muchos. (4a, p. 170) ;

- muy a menudo, a propósito de alguna escena doméstica, el autor apostilla sobre la conducta de la mujer en el hogar : La Marquesa fue al cuarto de su hija, a quien halló entretenida con sus criadas en su labor, cosa en nuestros tiempos conveniente, muy lícita y forzosa, no sólo en las más comunes mujeres, sino en las mayores señoras, que no es excusa la grandeza para gastar mal el tiempo, cosa de que nacen las dificultades y desórdenes que se saben. (4a, p. 189) ;

- con frecuencia, las opiniones se expresan en primera persona, para que la comunicación sea más directa con los lectores. Así, al hilo de la conducta de la esposa de un celoso, se recomienda que las

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casadas jóvenes reciban pocas visitas del otro sexo : ... fuera de las que piden los días de cumplimiento,.. tengo las demás por excusadas, porque un mozo tan galán en continua plática con una mujer hermosa... no es de creer que traten de conformar las opiniones de Escoto con las de Santo Tomás (5a, p. 236) ;

- cuando un personaje cae en manos de la justicia, concretamente de alguaciles y alcaldes, el narrador aprovecha para expresar su escasa simpatía por dicho cuerpo : ... porque son enemigos del género humano y parecen otra especie de hombres. Y con ser tan virtuosos... jamás se les conoce delito... y, si por desdicha se sabe alguno ¡ Con qué suave piedad se castiga ! ¡ Con qué brevedad se despacha !... Dejémoslo así, que sólo alabar lo bueno es lícito. (6a, pp. 300-301) ; - el halago y la adulación son siempre criticados en largos excursos, que parten de una situación

concreta y luego la generalizan. Así, a los parásitos desocupados que van anunciando la presencia del viejo licenciado, Agreda los llama "picaros porteros", y exclama a continuación : ... que si no los hubiera en el mundo ¡ Qué seguros estuvieran los bodegones ! ¡ Qué poco defraudadas las tabernas, y con qué justa razón careciera la República de otros tantos vagamundos ! (12a, pp. 632-633)

Tan abundantes ejemplos son una mínima muestra de la importancia de la digresión en la novelística de nuestro autor. Los excursos no sólo son frecuentes, sino que son largos, lo que confirma que la novela es, para Don Diego, un excelente medio de sembrar su ideología y pensamiento. De ahí que, tras una larga digresión, se vea obligado a utilizar partículas ilativas para retomar el argumento, con fórmulas de retorno como "decía, pues...", o "como digo...". Las "impertinentes digresiones", como las hubiera llamado el cervantino Cipión62, son un puntal clave para la narrativa de Agreda. Sus novelas acogen argumentos variados, pero sometiéndolos a la doble censura de sus digresiones primero, y de las moralizaciones en el colofón. A diferencia de la variedad de digresiones en Lope63, las de Agreda no responden a una finalidad ornamental, lírica o erudita. Tampoco pueden emparejarse con las digresiones del Guzmán de Alfarache6*, por carecer Don Diego de la profundidad crítica de Alemán. Las digresiones de las Novelas Morales son estrictamente utilitarias, en cuanto se someten a los propósitos "útiles" de su colección. c) Prolepsis Para lograr esa finalidad tan perseguida, nuestro autor se sirve además de otros recursos, como las prolepsis arguméntales, esos avances o pistas sobre la narración, que llevan al lector a una

62 A propósito de la condena de las digresiones en el Coloquio de los perros, v. Antonio Rey Hazas, Género y estructura de "El coloquio de los perros", o cómo se hace una novela, en Lenguaje, ideología y organización textual en las "Novelas Ejemplares", Coloquio de la Facultad de Filología, mayo 1982, Madrid, Univ. Complutense, 1983, pp. 119-144. 63 V. Gonzalo Sobejano, La digresión en la prosa narrativa de Lope de Vega y en su poesía epistolar, en Estudios ofrecidos a E. Alarcos, II, Oviedo, Universidad, 1968, pp. 469-494. 64 Para las digresiones del Guzmán, v. Francisco Rico, Del ensayo a la novela : estructuras y reflejos de estructuras en el "Guzmán de Alfarache", en Manuel Alvar et alii, El ensayo. Reunión de Málaga de 1975, Málaga, Diputación Provincial, 1975, pp. 127-140.

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LAS NOVELAS MORALES DE AGREDA Y VARGAS

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lectura encauzada. Así, en la novela tercera, se adelanta que "En este tiempo sucedió un caso que acabó de declarar este negocio y dio fin a la amistad de estos dos amigos, siendo causa de muy penosos sucesos" (p. 117). O, en la novela octava, cuando un valentón mulato invoca a todos los santos para que le saquen de un apuro, se advierte : "... pero como con su mala vida los debía de tener poco obligados, parece que quisieron dejarle en mayor aprieto" (p. 424). También con los mismos fines aleccionadores se extrema el procedimiento, introduciéndose dos relatos que constituyen una muestra de mise en abîme. Los dos relatos intercalados son un indicio de algo que va a suceder en la propia novela que los contiene. El primero aparece en Federico y Ardenia, novela de desenlace sangriento. El narrador suspende la acción cuando los dos enamorados creen haber obtenido, al fin, el perdón por el matrimonio clandestino, y se dirige a los lectores advirtiéndoles que la benevolencia paterna es falsa, "...como lo dirá este caso que sucedió en una principal ciudad de España" (10 a , p. 549). El "caso" es una breve historia trágica, que acaba con la muerte de los enamorados a manos del padre cruel y vengativo. Ese mismo destino es el que sufrirán Federico, Ardenia y sus hijos, asesinados bárbaramente por el padre de Ardenia. El segundo relato se halla en la última novela, donde la familia de la jovencita pretendida por el viejo licenciado envía a un pariente a la Corte, para informarse de si las perspectivas y hacienda del novio son tan halagüeñas como él promete. El autor se detiene en la estancia cortesana del pariente, y convierte este episodio en un relato costumbrista y apicarado, intercalado en la acción principal. El pariente comprueba que Madrid está caro, que las gentes son burlonas, que las mujeres le estafan y, en suma, que la apariencia no concuerda con las múltiples realidades. Eso mismo se confirmará cuando la joven recién casada constate demasiado tarde, ya en la Corte, que su viejo marido nunca tendrá el ansiado coche, que no le solicitan, sino que "... fue forzoso que solicitase" y, en suma, que "...halló otro mundo del que pensaba" (12 a , p. 682).

Conclusión Los recursos señalados demuestran que el autor emplea una especie de receta narrativa, en la que descripciones, digresiones, prolepsis, relatos secundarios y aprovechamientos finales están encaminados a conseguir la finalidad que se ha propuesto. Acorde con dicha finalidad, la falta de erudición ha de entenderse como ausencia de elementos perturbadores del mensaje novelístico. Éste se expresa por medio de un lenguaje relativamente llano, con escasas metáforas y repetición, en su caso, de las mismas. A iguales razones se debe la renuncia del autor a temas y técnicas de la novela griega. El modelo de Heliodoro, como el de Aquiles Tacio que Don Diego conocía bien, era el más digno de la prosa de ficción ; pero a nuestro autor, que busca la utilidad, no le interesa maravillar ni sorprender a los lectores con naufragios, desapariciones y anagnórisis. Estos temas sólo aparecen en Carlos y Laura, una de las novelas "hurtadas". Todo ello parece confirmar que las Novelas Morales poseen una finalidad exclusiva y que el autor ha aplicado a la narrativa corta las técnicas adecuadas para conseguirla. Según la definición de Agreda, la novela, para serlo, ha de ser útil y sólo es útil si es ejemplar. La palabra ejemplar, que hasta ahora había evitado, resulta ya obligada, porque me parece que las moralidades de Don Diego tienen mucho que ver con ella. Aunque el autor no cita a Cervantes, como no cita a otros autores de ficción, creo que tiene su modelo muy presente : sus novelas son doce, no llevan marco narrativo, no pretenden ser eruditas, su temática quiere ser variada, pero, sobre todo, sus novelas son "morales", entendida esta palabra como un grado más allá de la ejemplaridad. Sabido es que la

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MARÍA SOLEDAD ARREDONDO

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ejemplaridad cervantina ha hecho correr ríos de tinta, interpretándose de muy distinta manera desde la Aprobación de Fr. Juan Bautista Capataz, hasta la crítica más reciente65. Para Agreda y Vargas el ejemplo no debe de bastar, sino que ha de ser reforzado con la moralización. Esto conlleva ciertas modificaciones en el modelo de las Ejemplares, como la renuncia a temas "fabulosos" y elementos poéticos ; y, en compensación, la adición de digresiones y colofones útiles, es decir, aprovechables y moralizantes. De esta manera la novela corta, licenciosa en el caso de las italianas y ejemplar con las cervantinas, se convierte en moral para un autor de la segunda década del siglo XVII. La transformación se debe a las manipulaciones de un caballero que llegó a las tareas literarias tras abandonar las militares ; que solicita un hábito como recompensa de estas últimas y que dedica sus libros a personajes influyentes en la milicia y en las Órdenes. Cabría preguntarse si las Novelas Morales no son el fruto de una interacción o dependencia entre vida y literatura ; porque las moralidades novelísticas de Don Diego, de cuya sinceridad no hay por qué dudar y que abrieron un cauce —más o menos falaz— para otros escritores, podrían estar relacionadas con las prebendas que intentaba conseguir. El silencio literario de nuestro escritor, a partir de 1620, bien puede confirmar esta maliciosa hipótesis, ya que sólo un nuevo servicio militar, en 1640, concedió a Diego de Agreda lo que la literatura no le había deparado.

ARREDONDO, María Soledad. Novela corla, ejemplar y moral : Las "Novelas Morales" de Agreda y Vargas. En Criticón (Toulouse), 46, 1989, pp. 77-94. Resumen, has Novelas Morales (1620) de Agreda y Vargas son una colección de doce novelas cortas que siguen el modelo cervantino de las Ejemplares, al que añaden una finalidad moralizante. A través de algunos datos biográficos y de las opiniones del autor, expresadas en sus tres obras literarias, se estudian sus teorías sobre la novela corta. El análisis de las Novelas Morales (estructura, fuentes, temas y técnicas narrativas) confirma que el autor ha convertido la novela corta en un género útil para moralizar a sus lectores. Esta colección abre así el cauce de la novela moral, más ejemplar que las cervantinas, seguida con desigual sinceridad por otros escritores posteriores. Résumé. Les Novelas Morales (1620) de Agreda y Vargas sont un recueil de douze nouvelles qui suivent le modèle des Nouvelles exemplaires, en ajoutant une finalité moralisatrice. Les théories de l'auteur sur la nouvelle sont analysées à partir de certaines données biographiques et des opinions qu'il exprime dans ses trois œuvres littéraires. L'étude des Novelas Morales (structure, sources, thèmes et techniques narratives) montre que l'auteur a transformé la nouvelle en genre utile à des fins de moralisation. Ainsi, ce recueil ouvre la voie de la nouvelle morale, plus exemplaire que celles de Cervantes, et que d'autres auteurs postérieurs, dont la sincérité est douteuse, ont continuée. Summary. The Novelas Morales (1620) of Agreda y Vargas are a collection of twelve short novéis lhal follow the cervantine pattem of the Ejemplares, to which is added a moralizing purpose. His théories on the short novel are studied using some biographical information and the opinions of the aulhor, expressed in his three literary works. The study of the Novelas Morales (structure, sources, subjects and narrative techniques) confirms that the author has transformed the short novel into a useful means for moralizing to his readers. In ¿us manner the collection opens the way of the moral novel, more exemplary than the cervantines, followed with an unequal sincerity by later authors. Palabras clave. Novela corta. Agreda y Vargas. Ejemplaridad ética.

65 V. Bruce Wardropper, La eutrapelia en las "Novelas Ejemplares" de Cervantes, en Actas del 7° Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Roma, Bulzoni, 1982, pp. 153-169. Para J. B. Avalle-Arce, Introducción a su ed. de las Novelas Ejemplares, cit.. I, p. 15, las novelas cervantinas "no son propiamente de catecismo". V. también el artículo ya citado de Alberto Sánchez, sobre ejemplaridad y moralidad.

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