Objetos de cobre en contexto funerario. Un ejemplo del trabajo metalúrgico en Colima

Memoria IV Foro Colima y su Región Arqueología, antropología e historia Juan Carlos Reyes G. (ed.) Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Sec

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Memoria IV Foro Colima y su Región Arqueología, antropología e historia

Juan Carlos Reyes G. (ed.) Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008.

Objetos de cobre en contexto funerario. Un ejemplo del trabajo metalúrgico en Colima. Arqlga. Laura Almendros López Rest. Ma. Cristina Ruiz Martín Centro INAH-Colima

Introducción El Occidente de México se ha caracterizado por ser el espacio donde se generaron procesos culturales muy peculiares desde época prehispánica. Entre éstos se encuentra el ser el primer lugar de Mesoamérica donde apareció el trabajo del metal, iniciando con la metalurgia del cobre, para después realizar diferentes aleaciones a partir de este material. Si observamos la aparición de la metalurgia a nivel mundial nos encontramos con el hecho de que en Norteamérica es donde se realiza de forma más tardía, siendo el Occidente uno de los focos importantes de esta expresión metalúrgica. El primer lugar donde se tiene documentado el trabajo metalúrgico es en la zona de Eurasia con el trabajo del cobre, de hecho se considera este evento como el inicio del periodo conocido como Calcolítico o Edad del Bronce, y que pone fin al Neolítico, considerada la edad caracterizada por el uso de la piedra pulida y la cerámica. De esta manera vemos como en el Viejo Mundo las transformaciones tecnológicas son consideradas los parámetros de cambio en cuanto a los periodos culturales ya que éstas suelen ir acompañadas de otras transformaciones sociales. 1

Así, vemos como en términos generales el Calcolítico o Edad del Cobre inicia hacia el 3,500 a.C. para posteriormente pasar a la Edad del Bronce hacia el 1,800 a.C. y seguir con la Edad del Hierro alrededor de 1,200 a.C.1 Las técnicas utilizadas son tanto el laminado, como la cera perdida, para la cual se utilizan moldes de barro con la forma del objeto deseado, se vierte el metal líquido por un orificio en la parte superior, de esta manera se derrite la cera y es reemplazada por el metal, quedando así el objeto. Por otra parte, en cuanto a los objetos elaborados, éstos suelen estar más representados por los implementos de guerra así como por las herramientas, mientras que también existen elementos de adorno u orfebrería, aunque parecen tener menor importancia que los anteriores, ésta será una gran diferencia entre la metalurgia euroasiática y la americana. Por su parte, otro foco de origen mundial de este trabajo del metal es Suramérica, al parecer en la zona andina, concretamente al sur de Perú alrededor del 1,500 a.C. se tiene la evidencia más temprana de la metalurgia del cobre. 2 De la misma manera que en la zona de Eurasia, la evolución en el uso de diferentes metales se da hacia el bronce y otras aleaciones, lo cual ocurre de forma temprana alrededor del 400 a.C. en esta misma zona andina. En cuanto a las técnicas se manejan también la cera perdida o metal líquido y el forjado en frío o laminado. Sin embargo, como mencionábamos la diferencia más destacada reside en los objetos elaborados, ya que la mayor cantidad de ellos eran ornamentales y ceremoniales,3 así como algunas pequeñas herramientas. Por último, la aparición de esta metalurgia del cobre en Mesoamérica, como menciona Hosler: Los artefactos de metal aparecieron por primera vez en Mesoamérica alrededor de 650 d.C., en una región que esta autora ha designado “zona metalurgista del occidente de México”, que abarca los estados de Michoacán, Jalisco, Colima, Guerrero y Nayarit.4 De esta manera observamos, que si bien se han realizado muchos estudios a nivel americano acerca de la metalurgia, tanto a nivel de técnicas, como de identificación de materiales y yacimientos, además del estudio formal y estilístico de los objetos elaborados en este material, en el Occidente de México todavía falta responder a muchas preguntas al respecto. En este trabajo no pretendemos abordar este complicado tema más que desde el punto de vista de un hallazgo realizado a partir de la excavación de un contexto funerario particular. A partir de los materiales metálicos asociados a este entierro, pretendemos ir más allá en la propia definición e interpretación del contexto funerario y por qué no de los aspectos sociales que podría conllevar en esta época enterrar a alguien ataviado con una ofrenda de esta naturaleza. Al mismo tiempo, creemos importante tratar aspectos de conservación y 2

restauración de los mismos, en primer lugar para identificar y entender las condiciones en las que éstos se preservaron y poder mantener estos objetos en las mejores condiciones, para que sea posible dar seguimiento a su investigación a través de diferentes técnicas y análisis.

Antecedentes de la investigación La investigación de la metalurgia en México ha sido realizada en su mayoría por Hosler, autora a la que mencionábamos con anterioridad, ella es la que ha podido identificar dos áreas como el antecedente de la metalurgia del cobre en Mesoamérica, misma que se origina hacia el 600 d.C. Por un lado tenemos el área de los Andes centrales (Perú, Bolivia y Ecuador) donde domina la técnica del metal sólido y, por otro lado, el área noreste de Colombia y Centroamérica con la técnica del metal líquido o cera perdida.5 Se identifican dos periodos bastante bien definidos para la evolución metalúrgica en el Occidente de México: Etapa 1 (600/700-1200 d.C), durante la cual se utilizó el cobre para realizar pequeños utensilios tales como agujas, punzones y pinzas mediante la técnica del forjado en frío. Al mismo tiempo que con la cera perdida realizaron gran cantidad de cascabeles, como comenta Hosler. La autora también deja en claro que muchos de estos objetos tempranos tienen equivalentes en Suramérica, a pesar de que el mineral sí sería mesoamericano, al parecer aunque hay algunos objetos tal vez de origen suramericano, lo que se importa básicamente es la técnica. Por otro lado, en esta etapa los metalurgistas mesoamericanos se centraron en el sonido, ya que como comenta la autora: Además, la relativa abundancia de ciertas clases de artefactos en Mesomérica es distinta de la de Suramérica: los pueblos de aquella se enfocaron en el sonido, produciendo miles de pequeños cascabeles. Los orfebres de Ecuador y Colombia también vaciaron y martillaron pequeños cascabeles, pero en cantidades relativamente pequeñas en relación con el total.6 Etapa 2 (1200-Conquista), ésta se caracteriza por una ampliación de aspectos técnicos, ya que se empiezan a hacer aleaciones con el cobre, tales como el bronce (cobreestaño y cobre-arsénico), así como aleaciones de cobre y plata. En cuanto a los utensilios elaborados, parecen haber continuado la realización de pequeñas herramientas como agujas, pinzas y punzones de cobre y bronce. Sin embargo, la gran importancia fue en la elaboración de elementos suntuarios tales como cascabeles y pinzas ceremoniales, entre otros. El uso del bronce parece haber favorecido contar con un material más maleable y por 3

lo tanto que permite la elaboración de utensilios con más detalle y uso de la filigrana, tal y como se aprecia en los cascabeles de esta etapa que son más elaborados. Por otra parte, destaca Hosler que durante esta etapa lo que realmente persiguen los artesanos es el color del metal, ya que hay una preferencia por el color dorado.7 El área central de Mesoamérica, tanto en riqueza de minerales, entre los que destacan yacimientos de minerales de mena de cobre, casiterita (óxido de estaño), plata y arsenopirita (cobre con arsénico); como en producción, es Guerrero y Michoacán, de hecho en el primero es donde Hosler detecta varios sitios productores.8 Es importante destacar que los objetos más tempranos hallados hasta este momento se ubican en Guerrero y Nayarit. A partir de 1200 d.C. aparecen elementos en otras áreas de Mesomérica como Oaxaca, la Huasteca y la zona maya. Algunos de los objetos parecen proceder del Occidente, mientras que otros se realizan seguramente en estos lugares con materias primas locales y técnicas importadas de Occidente. Respecto a los antecedentes de investigación en Colima éstos son pocos, ya que los hallazgos de materiales metálicos que se han realizado han sido muy restringidos, aunque por otra parte existen objetos en museos y publicaciones sin que éstos tengan una procedencia segura. Destaca, sin duda, una publicación de Kelly sobre elementos de oro y plata procedentes del sitio de El Chanal, al norte de la ciudad de Colima. Esta publicación menciona el hallazgo de una serie de materiales que Kelly conoce a partir de colecciones particulares y del relato de los “moneros”, ya que no son elementos procedentes de excavaciones arqueológicas controladas.9 Se trata sobre todo de objetos realizados con la técnica de laminado y todos ellos pertenecen a objetos suntuarios de oro y plata.

Imagen 1: Elementos metálicos de oro y plata procedentes supuestamente de El Chanal. Imagen tomada de Kelly, 1985.

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Por otro lado, en las investigaciones realizadas durante varias temporadas también en el sitio de El Chanal por la Dra. Ángeles Olay, se ha documentado gran cantidad de agujas y punzones, lo cual la autora ha asociado con la elaboración de textiles de algodón, de tal forma que en las vegas del río Colima se sembraría algodón y en el sitio de El Chanal se elaborarían mantas de este tejido: En este sentido cabe señalar la constante presencia de agujas de cobre en prácticamente todas las unidades habitacionales de la fase Chanal que hemos explorado. Ello da cuenta de una actividad que tenía que ver con la elaboración de prendas más que con el hilado de telas, pues elementos como los malacates no suelen ser tan recurrentes como las agujas.10 Además de éstos, pocos son los datos con los que contamos sobre el hallazgo de materiales metálicos en los numerosos rescates y salvamentos que se han realizado en los últimos años en el valle de Colima. Cuando los hay en reportes, éstos no van más allá de algunas agujas y punzones asociados a contextos de la fase Chanal. De hecho, hasta ahora en el valle de Colima toda la evidencia de metalurgia ha estado asociada a contextos de la fase Chanal, que según la cronología que maneja Hosler correspondería al final de la etapa 1 y a la etapa 2. A pesar de que por esta cronología existen posibilidades de hallar ejemplos asociados a la fase Armería, esto todavía no ocurre aunque no se descarta en un futuro.

Cascabeles de metal para la muerte. Forma y función En los primeros meses del año 2005 se realizó un rescate arqueológico en una fracción del predio conocido como El Manchón, al sur de la ciudad de Colima. Sin embargo, a este rescate se le denominó El Zalate para evitar confusiones con el sitio excavado por Kelly en el área de Los Ortices. En este trabajo se detectaron contextos de enterramiento de la fase Chanal,11 entre los que se encontraba el entierro 2, mismo que se compuso de 3 individuos. El individuo 2 tenía asociados una orejera y 65 cascabeles de cobre, así como otros cinco cascabeles más que salieron fuera de contexto, pero al parecer pertenecerían a este mismo entierro. De igual forma, encontramos asociado al entierro 27, un anillo de cobre. Todos estos objetos fueron hallados en una matriz de arenas en la cual estaban depositados, tal vez de forma intencional, los entierros. Esta matriz de arenas correspondía a un paleoarroyo, tal y como pudimos comprobar con el geólogo Carlos Navarro del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones Vulcanológicas de la Universidad de Colima, quien nos ayudó a identificar unas muestras de estas arenas. Al parecer este contexto arenoso permitió la buena conservación de este material metálico, tal y como veremos más 5

adelante, de la misma manera que conservó el material óseo de los entierros. Estos cascabeles se hallaron a la altura de los tobillos del individuo mencionado, el cual interpretamos estaba en posición flexionada, ya que justamente esta osamenta es de las peor conservadas que tenemos. Los cascabeles fueron elaborados con la técnica de la cera perdida y si consideramos la publicación de Hosler de 1994 donde muestra una tipología bastante amplia de estos objetos, podemos decir que tenemos de dos tipos, uno se trata de los más sencillos, en el sentido de que son de forma circular con una anilla en la parte superior y sin otro tipo de decoración. De estos tenemos pocos ejemplos, son muy pequeños ya que no sobrepasan el centímetro de ancho.

Imagen 2: detalle de uno de los cascabeles más pequeños hallados en el entierro 2.

El otro tipo se puede describir como en forma de pera o gota, con una anilla en la parte superior y sin otra decoración. En promedio miden poco más de dos centímetros en su parte más ancha. La mayoría tienen unas medidas relativamente constantes lo que nos hace pensar tal vez en un mismo molde. En cuanto a los tipos coinciden con cascabeles procedentes del sitio de Amapa.12

Imágenes 3 y 4: Ejemplo de algunos de los cascabeles en forma de pera o gota de agua que se hallaron en este contexto.

La orejera de cobre está elaborada mediante la técnica del laminado trabajada en forma circular y con un reborde doble que permite la función de sujeción en el lóbulo. Se 6

encontró en muy mal estado de conservación, debido justamente a la propia delgadez de la lámina. En cuanto al anillo se trata de una fina tira de metal de sección rectangular elaborada con la técnica del laminado o forjado en frío y enrollada como anillo con una abertura, de tal forma que se pudiera adaptar al tamaño del dedo de un individuo. Hosler no reporta ninguna orejera, sin embargo sí un anillo de las mismas características del hallado en El Zalate, procedente del sitio de Tomatlán y que de la misma forma que los cascabeles, los asocia a material perteneciente a la etapa 1 (600-1200 d.C.).13 Por otra parte, si la arena favoreció la conservación del cobre, éste a su vez conservó elementos orgánicos Imagen 5: Anillo de cobre completo asociados, tales como el hilo con el que fueron asociado al entierro 27. ensartados los cascabeles y restos de una tela, al parecer algodón que por encontrarse en la cara exterior de estos cascabeles, nos hacen interpretarlos como restos de una manta con la que se envolvió al muerto. Así pues, este es otro elemento que se une al metal para considerar a este individuo como alguien especial.

Imágenes 6, 7 y 8: Vemos tres ejemplos de la conservación de fibras, por una parte el hilo que unía los cascabeles, y por otra el posible algodón que pertenecería supuestamente a la manta con la que se envolvió el muerto.

Esto en virtud de que si se confirma, con los análisis pertinentes, que en efecto se trata de algodón, entonces estaríamos hablando de un material hasta cierto punto suntuario tal y como lo describe Olay: Inútil es bordar sobre la importancia de la elaboración de telas en el México 7

prehispánico en virtud de que, como en prácticamente todo el mundo y todas las épocas, el atuendo da cuenta del estatus social de cada individuo.14 Y continúa: Resalto estos datos porque pareciera ser, como hemos visto, que en épocas prehispánicas las mantas de algodón tuvieron un alto valor comercial por lo cual su elaboración se encontró destinada al intercambio y la tributación.15 De esta manera, vemos como un solo individuo, que se ubicó en el área central de enterramientos detectada, concentró casi la totalidad de objetos metálicos hallados en el contexto. En general se considera que este tipo de elementos de metal corresponden a objetos suntuarios de élite, debido tanto a la dificultad de su elaboración como a su restringida distribución. De la misma manera, vemos que no se trata de herramientas tales como las agujas, sino de instrumentos musicales que tal y como interpreta Hosler sería el interés de los artesanos durante la etapa 1, el sonido. El tipo de cascabeles hallados, los cuales no son muy elaborados al no tener decoración de filigrana, así como su reducido tamaño, nos hace insertarlos estilísticamente dentro de los objetos típicos de la mencionada etapa 1 de Hosler. Es importante, sin embargo, trascender al mero objeto arqueológico el cual nos indica su uso: un instrumento musical, pero al mismo tiempo como tal involucra ritmos, música, ritos, danzas, etcétera, que nos hace pensar en eventos determinados que seguramente definen la cohesión social a través de los rituales. Sin saber si se trata o no de un personaje principal dentro de la jerarquía social, lo que sí sabemos es que es un personaje único por su asociación con estos elementos concretos, el metal y el algodón, los cuales se conservaron. Esto en virtud de que no sabemos qué otros elementos podían tener asociados otros de los entierros detectados y que tal vez no corrieron con la misma suerte de conservarse. Por último, mientras cómo veíamos la metalurgia en Eurasia estuvo más asociada a elementos de guerra, mismos que eran los que daban prestigio y poder a unos individuos sobre el grupo, en Mesoamérica observamos que la mayoría de los elementos metálicos son meramente ornamentales, en este sentido el status que ofrecerían vendría dado a partir del sentido de bien de prestigio del material y no tanto de la función de poder del mismo, por lo menos no en el sentido bélico. Sin embargo, el poder no sólo se ejerce por las armas, sino también por factores ideológicos y en este sentido es que seguramente los cascabeles tenían una connotación importante respecto al poder de su portador.

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Aspectos sobre la conservación de los objetos arqueológicos de cobre Deterioro de los metales. El proceso de deterioro de un metal va a estar determinado por su naturaleza, sus propiedades físico-químicas y por las características del contexto en el que se encuentra. Como principio básico es necesario saber que la condición más estable de un metal es cuando se encuentra en su estado mineral, que es la forma en la que generalmente se obtiene de las minas y del que, después de diversos procesos hechos por el hombre, se convierte en metal. El regreso de metal a mineral es una transformación natural, sin embargo cuando se trata de metales que constituyen bienes culturales, este tipo de fenómeno se considera un proceso de deterioro. Para que el metal vuelva a ser mineral es necesario que se den diversos factores ambientales y de contexto, los cuales van a acelerar o controlar la velocidad de deterioro, así como los efectos generados por este mecanismo.

Imagen 9: Esquema en el que se muestra el ciclo del metal. Inicia como mineral, se transforma a metal y después del proceso de corrosión vuelve a su estado más estable, el mineral.

Corrosión. La corrosión metálica son todos aquellos cambios químicos y electroquímicos que sufre un metal al volver a su estado mineral. Las principales causas de la corrosión son: la 9

presencia de oxígeno, altas temperaturas, altas concentraciones de humedad, ambientes ácidos y/o básicos, presencia de sales y la formación de un electrolito (sales, agua y dos metales con diferente electronegatividad).16 Cada metal y cada aleación tienen una naturaleza distinta, y por lo tanto un comportamiento físico-químico diferencial, esto se traduce en que cada uno va a presentar un proceso de corrosión particular y por lo tanto tendrá productos corrosivos distintos, los cuales muchas veces son parte clave en la caracterización de un metal en un primer análisis a nivel macroscópico. Durante el proceso de corrosión se pueden formar capas homogéneas, delgadas y que se adaptan a la superficie y al diseño de los objetos, se crean lentamente y en ambientes equilibrados; por otro lado cuando las condiciones del contexto en las que se encuentra el metal son poco estables y la capa de corrosión se forma rápidamente, el resultado será un estrato heterogéneo, con mucho volumen, poros e irregularidades y que no respetan la forma del bien sobre el que se producen. En el primer caso generalmente se le denomina pátina y actúa como una capa protectora, ya que aísla el metal sano de las condiciones ambientales, mientras que el segundo tipo de capa es considerado como un producto de deterioro.17 Corrosión del cobre arqueológico. El deterioro de los objetos arqueológicos depende de las características del suelo, ya que es la superficie sobre la que están colocados y por lo tanto con la que interactúan directamente. Características como: la presencia de sales, un pH ácido o básico, el tamaño de partícula, la composición del suelo junto con la humedad relativa y la presencia/ausencia de oxígeno en el ambiente juegan un papel fundamental en el proceso de deterioro del contexto arqueológico.18 El cobre se caracteriza por presentar una corrosión por capas, siendo el primer compuesto formado la cuprita. El cobre disuelto por la corrosión migra a la superficie y reacciona con elementos externos formando carbonatos, cloruros y otros compuestos.19 Cuando existen cloruros como productos de corrosión, éstos ocasionan un deterioro denominado “cáncer del cobre”, este mecanismo es frecuente en piezas arqueológicas cuando existen iones cloruro en el suelo de enterramiento. Los cloruros reaccionan con los óxidos de cobre formando cloruros de cobre, los cuales quedan atrapados dentro de los productos de corrosión (concreciones). Cuando los cloruros de cobre entran en contacto con el agua y/u oxígeno se forma ácido clorhídrico el cual ataca al metal sano disolviéndolo y formando cloruros de cobre una vez más, los cuales pueden reaccionar otra vez con el oxigeno y la humedad formando nuevamente ácido clorhídrico, dándose un ciclo constante de deterioro. Este tipo de corrosión se manifiesta en puntos pequeños de color verde claro.20 10

Cuando el proceso de corrosión del cobre no implica la presencia de cloruros formará concreciones sobre el metal sano, éstas variaran de color de acuerdo al tipo de sales que reaccionan con el cobre.

Imagen 10: Compuestos que reaccionan con el metal y producen la corrosión del cobre. Pueden ser identificados y caracterizados de acuerdo a su coloración, la cual dependerá del compuesto que genera el deterioro (Tabla tomada de Tapia, 1999: 58).

De todos los compuestos presentados en la tabla el que más interesa en este caso son los formados por presencia de carbonatos, ya que como se verá más adelante es el tipo de corrosión de los cascabeles de El Zalate. Cuando se da el proceso de corrosión en presencia de carbonatos se forma una capa de color azulosa-verdosa, ésta puede ser homogénea y delgada con lo que crea una pátina de protección sobre los metales. También puede formar concreciones gruesas e irregulares que alteran las formas de los objetos. Además del proceso de corrosión, durante el contexto de enterramiento los bienes metálicos pueden sufrir deterioros físico-mecánicos: roturas, deformaciones, acumulación de tierra en superficie y en los poros, abrasión, entre otros.21

Estado de conservación de las piezas de El Zalate Los cascabeles en general se encuentran estables, los efectos de deterioro 22 que presentaban al extraerlos del contexto arqueológico son: ● Acumulación de tierra en superficie y al interior de las piezas. En algunos casos a manera de concreciones formando un “conglomerado” de tierra y cascabeles. ● Formación de una capa de corrosión de color verde-azulosa en toda la superficie. Esta se distribuye de forma homogénea tanto al interior como al exterior de las piezas. Por su coloración los productos de corrosión se identifican como carbonatos. 11



Sólo en el caso de una orejera y de una argolla se presentan fracturas y faltantes. Es importante señalar que se conservan fragmentos de textiles y cordelería asociados a los cascabeles. Lo más probable es que el textil sea un algodón, mientras que la cordelería sea de fibras de agave.

Diagnóstico de las piezas de El Zalate La conservación de los metales y de los textiles en un mismo espacio indica que durante el periodo de enterramiento el contexto se mantuvo en condiciones sumamente estables y con características muy particulares que cubrieron las propiedades básicas de conservación de materiales orgánicos e inorgánicos (tan complejos como los metales). Hecho poco común.

Imagen 11 y 12: se aprecia el detalle de los cascabeles con el hilo y el algodón asociados a éstos.

Es por esta situación que se puede tener una aproximación a las condiciones en que debieron estar las piezas durante todo el periodo de enterramiento y por lo tanto comprender su estado actual. ● Ausencia de luz ● Acceso limitado de aire ● Humedad relativa extremadamente estable en un rango de 30-50% ● Suelos: calcáreos o con alto contenido de sílice; con alto contenido de carbonatos; de partícula grande (permite el drenado) y con un pH neutro o ligeramente básico.23 Propuesta de intervención de las piezas de El Zalate A pesar de que los productos de corrosión indican el tipo de minerales formados y, de alguna manera, hablan del proceso de deterioro que ha tenido el metal, es fundamental 12

llevar a cabo diversos análisis que permitan conocer mejor las condiciones de las piezas de cobre de “El Zalate” Cómo ya se mencionó, cada metal y/o aleación presentan distintos productos de corrosión y por lo tanto un proceso de deterioro particular. Aunque existe un análisis a nivel macroscópico, es muy importante hacer uno a mayor profundidad, en el cual, a partir de sencillas pruebas químicas se determine la naturaleza del metal o de la aleación utilizada en la manufactura de los cascabeles. Además, esto ofrecerá datos importantes sobre la manufactura de orfebrería en Occidente. Tomas radiográficas de los cascabeles permitirán identificar la presencia de metal sano por debajo de la capa de corrosión y las condiciones en las que se encuentra. Datos fundamentales para determinar el tipo de tratamiento a realizar, en particular sobre la profundidad a la que se va a llegar en el proceso de limpieza. Teniendo una idea mucho más clara de las condiciones de los cascabeles y de su estado de conservación, será posible realizar los procesos de restauración necesarios para ofrecerles condiciones estables, recuperar su forma y aspecto (lo más cercano a sus características originales) y aplicarles una capa de protección que los aísle de los agentes de deterioro. De manera general los procesos serían: ● Registro gráfico y fotográfico ● Limpieza en seco y limpieza química ● Consolidación ● Pasivación/Aplicación de capa de protección ● Unión de fragmentos ● Refuerzo estructural ● Reintegración de lagunas

Conservación de las piezas de El Zalate Toda pieza arqueológica al momento de ser descubierta y extraída de su contexto se enfrenta a un rompimiento de equilibrio inmediato, fenómeno que lo desestabiliza y lo expone a condiciones que se vuelven causales de mecanismos de deterioro, en ocasiones casi inmediato, en otros casos más lento y paulatino. Lo más importante es estar conscientes de esta realidad, ya que permitirá tomar medidas emergentes con las que se podrá controlar y evitar el deterioro de los bienes arqueológicos, mientras se cuenta con el apoyo especializado de un restaurador, y la mejor forma es ofreciéndoles un ambiente lo más similar posible al que tenía en su contexto de entierro. 13

Finalmente es importante señalar que para lograr la conservación de los bienes y darle una larga vida y efectividad a la intervención de restauración, es fundamental realizar embalajes con materiales adecuados, neutros e inocuos que permitan mantener a las piezas aisladas de factores y condiciones ambientales de deterioro. Se deberá buscar que el espacio en el que sean resguardos tenga condiciones lo más estables posibles, recordando que la principal causa de deterioro en los bienes culturales es el rompimiento de su equilibrio.

Notas 1. Champion, T. et al, Prehistoria de Europa. Crítica Arqueología. Barcelona, Editorial Crítica, 1988. 2. Hosler, D., The Sounds and Colors of Power. The Sacred Metallurgical Technology of Ancient West Mexico. Cambridge, The MIT Press, 1994, p. 16. 3. Fiedel, S., Prehistoria de América. Crítica Arqueología. Barcelona, Editorial Crítica, 1996. 4. Hosler, D., “Nuevos datos sobre la producción de metal en el Occidente en la época prehispánica”, en Williams, E. (ed.), Bienes estratégicos del antiguo occidente de México. México, El Colegio de Michoacán, 2004, p. 336. 5. Hosler, D., “Arqueología y metalurgia en el Occidente de México. El bronce mesoamericano”, en Transformaciones mayores en el Occidente de México. Revista Estudios del Hombre, no. 1, Universidad de Guadalajara, Noviembre, 1994. 6. Hosler, D., 2004, p. 337. 7. Hosler, D., 1994. 8. Hosler, D., 2004, pp. 345-346. 9. Kelly, I., “Some Gold and Silver Artifacts from Colima”, en Michael S. Foster and Phil C. Weigand, The Archaeology of West and Northwest Mesoamerica. Boulder and London, Westview Press, 1985, pp. 153-179. 10. Olay, M.A., Volcán de fuego. Cuna del agua. Morada del viento. Desarrollo social y procesos de cambio en el valle de Colima. Una propuesta de interpretación. Tesis de Doctorado en Antropología Social. CIESAS, México, 2005, p.516. 11. Almendros, L. y Roxana Enríquez, “Rescate Arqueológico El Zalate. Análisis de contextos y propuestas de investigación”, en Juan Carlos Reyes G. (ed.), Memorias del I Foro de Arqueología, Antropología e Historia de Colima. (CD-R). Colima, México, Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Colima, 2005. 12. Hosler, D., 1994, p.55. 13. Ibid., p.59. 14. Olay, M.A., 2005, p.517. 15. Ibid. p.520. 16. Tapia, Pilar; “Limpieza de cobre y bronce arqueológicos. Cascabeles del Tempo Mayor” Tesis de Licenciatura. INAH-ENCRM. México. 1999, p.54 17. Ibid., p.54. 18. Ibid., p.54. 19. Ibid., p.57. 20. Ibid., p.58, y Sáenz, Juanita; “Notas sobre la restauración y conservación de los metales precolombinos” en Biblioteca Virtual Luís Ángel Arango. Colombia, 2005, s/p. 14

21. Sáenz, op. cit. 22. Toda la información sobre el estado de conservación de los cascabeles fue retomada del informe técnico de Cárdenas, Judith, “Informe de intervención de restauración de la colección de materiales de origen prehispánico recuperados en el rescate arqueológico El Zalate”, s/a. 23. Miranda, Susana, “Fibras tejidas arqueológicas”, en: Renata Schneider (comp.), Conservación in situ de materiales arqueológicos, México, 2001, p.40.

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