OBRA JUAN MARTIN MOYE, MISIONERO CHINO

OBRA “JUAN MARTIN MOYE, MISIONERO CHINO” GUIÓN: I Escena Ambiente: Joven en medio de las hermanas, y la hermana se va de camino a la misión Hermana: (

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OBRA “JUAN MARTIN MOYE, MISIONERO CHINO” GUIÓN: I Escena Ambiente: Joven en medio de las hermanas, y la hermana se va de camino a la misión Hermana: (pensativa de como ira a encontrarse en su misión) Joven: (dudoso se pregunta) ¿parece una Hermana de la providencia?, hermana, hermana (gritando) Hermana: (sorprendida) hola mijito, que Dios te bendiga (le hace la señal de la cruz) Joven: ¿usted es hermana de la providencia? Hermana: sí, (sonriendo) mijito, soy sor Eva, y ¿tu? Joven: soy Pablo, pero me dicen Pablito, y…yo estudie en uno de los colegios de la providencia… (Entusiasmado) Hermana: ¿En cuál? (entusiasmada) Joven: En Puerto el Carmen, y me hablaban mucho de su fundador, pero sabe me quedé con la duda de saber ¿qué mismo hizo Juan Martin en la China? Hermana: (sonriendo), ¿de veras quieres saber? (entusiasmada) Joven: sí, sí, sí, hermana, por favor cuénteme Hermana: tú sabes que Juan Martín Moÿe era muy misionero, y eso lo llevo hasta China. Joven: ¿y cómo saben todo esto? Hermana: nosotras lo sabemos porque él mientras regresaba de China a Francia lo escribió todo.

II Escena Juan Martín Moyë: (Juan Martín está en la barca de regreso a Lorena) ahora que estoy regresando a Francia, voy a escribir la experiencia vivida durante todo estos años en China (escribe, en la parte de atrás) Ambiente: barca, sonido de mar, ballena de gaviotas (en otro lado de la escena) Juan Martín Moyë: … (Mientras actúan/solo actuado)… Los superiores decidieron que el Padre Steiner se quedara en Macao como procurador y que yo emprendiera. Yo partí de Macao a finales de diciembre de 1772, en una barca china, nos ganamos al dueño con dinero. Al inicio era necesario pasar por un brazo de mar, que está entre Macao y Cantón, pero lo más difícil era que por todas partes estaba la policía y guardias secretos, que vigilaban siempre y su barca era más grande que la nuestra, que les era difícil de acercarse, nuestra gente hacia la apariencia de estar descansando o cocinando, cuando preguntaban ¿quién está ahí?, respondía

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con mucha seguridad y compromiso el cocinero, que era de nuestra casa de Macao, mi compañero de viaje, él se mostraba y yo me escondía tendido en el fondo de la barca, y los guardias se iban. Fue necesario pasar por muchos puestos de guardia, lo hacíamos o de noche o muy de mañana, siempre estaba aparentemente dormido, a fin de que no vieran mi rostro europeo, pero mi corazón latía apresuradamente. Después de Cantón y en diferentes etapas del camino nuevas inspecciones, cuando llegue a la aduana debía encontrar a mi compañero pero él me dejó solo en medio de una muchedumbre y ahí estaba solo en un lugar donde los curiosos miraban mi barca preguntándose, quién estaba ahí. Yo pase todo el día lleno de angustia y temor, además veía al mandarín y sus soldados, que podían en cualquier momento venir a prenderme. ¡Por fin llegué! al Su-Tchuen Oriental Yo tenía miedo que la casa en me hospedaba fuera registrada. Para evitar sorpresas, los que me hospedaban organizaron una salida clandestina, me acompañaron otros habitantes del lugar. Fue una huida por caminos difíciles. Yo corría, me tropezaba, caía, me levantaba y volvía a caer, por fin llegamos al río, no sabía dónde estaba, ni a donde me conducían mis compañeros, pero estaba en paz, confiado solo en Dios.

III Escena Pablo: ¿y todo eso tuvo que pasar Juan Martín Moyë? Hermana: Sí, (entusiasmado) Pablito, y te cuento que cuando llegó a la China fue bien acogido por todos los cristianos pero en especial por la familia de un banquero llamado Ló donde se hospedó Pablo: Hermana ¿Ló? (chiste) Hermana: (risa) sí, él era un hombre generoso, distinguido por su rectitud y su caridad hacia el prójimo, pero lamentablemente estaba enfermo…. Pablo: …hermana, hermana, ¿y ese señor tenía hijas? Hermana.: claro… Pablo: hermana, hermana. ¿Y eran bonitas? Hermana: (ja, ja) sí, pero ella estaba comprometida, y te cuento que aquí ocurrió algo extraordinario. Pablo: ¿extraordinario? ¿Cómo es eso hermana? ¿Pero cuando, donde? Cuente, cuente, cuente hermana. Hermana. : Ja ja ja calma Pablito, Juan Martín tuvo una intuición sobre la hija comprometida, de que Dios tenía otro designio para ella, por lo que le ofreció a su padre que le permitiera consagrarse a Dios, y el oraría por la sanación, y efectivamente así fue. Pablo: WOOO! Osea hizo un milagro. Hermana.: si así es, y luego de haberse sanado paso que………

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IV Escena Juan Martín Moyë: querida familia Ló una vez recibida la sanación, la providencia de Dios los invita a la predicación del Evangelio de Cristo, para la conversión de los paganos. Comiencen por sus familiares y amigos. Ló: Sí Padre Moyë, que así sea, danos tu bendición. Juan Martín Moyë: (Juan Martín Moyë les bendice y ellos se van) Ambiente: Ló y su hija en medio de la multitud junto a grupito de chinitos ellos predicando, sonido de gente hablando) Pablo: (corta escena) ¡ah después de ser sanado se puso al servicio del Evangelio! Hermana. Si Pablito, ¿te imaginas esas escenas? Pablo: ahhh! (gesto de imaginación) Ambiente: sonido de gente hablando, se baja el volumen de este sonido. Ló: hermanos, mírenme Yo DOY TESIMONIO de haber sido sanado gracias a la fe en Jesucristo. Mandarín: háblanos más del hijo de tu Dios, del quien los misioneros tanto predican y del que tú estás hablando. Ló: ven hermano, (lo abraza), te voy a llevar con el misionero que nos dio a conocer al único Dios. Ambiente: ellos caminan, se encuentran con Juan Martín Moyë. Juan Martín Moyë: (los acoge, el saluda) Hermana: Juan Martín Moyë los recibió, y al ver a la hija del mandarín él pensó que ella sería muy valiosa para la causa religiosa por lo que la consagro y sabes no se equivocó. Pablo. ¿Y hermana, fue así de fácil? Hermana: ¡NO! él tuvo que pasar muchas PRUEBAS PERO LA PROVIDENCIA SIEMPRE los PROTEGIÓ, y una de esas pruebas fue…. Ambiente: familiares, gritando y amenazándolos de muerte Mandarín E hija: ¡MÁTENNOS SOMOS CRISTIANOS Y LO SEREMOS HASTA LA TUMBA! Pablo: WooooooH! qué familia tan comprometida y valiente. Hermana: Sí Pablito, además Juan Martín Moyë fue muy beneficiado por la familia Ló, la providencia de Dios lo socorrió a través de ellos. Pablo: Juan Martín Moyë sufrió mucho verdad hermana. Hermana. Si Pablito, él tuvo que caminar y mucho, además la comida no era como en Europa y por eso él se enfermaba tanto Pablo: ¿y? ¿Cómo siguió?, no lo entiendo, yo no hubiera resistido. Hermana: ja, ja, es que su amor por Dios era tan grande que nunca se quejó, ni desfalleció, fue muy perseguido, ¡querían matarlo! Pero Juan Martín Moyë tomaba más fuerza y claro, siempre, siempre le acompaño la Virgen María Pablo: ¿Qué hasta María? Hermana: sí, Pablito, Juan Martín Moyë consagro a muchas aldeas a María, se las dio de protectora, pues el mismo había experimentado el amor de nuestra madre. Pablo: y hermana, ¿Cómo era la cultura de esas aldeas? Hermana. Eran muy festivas. Ambiente (DANZA): sale un dragón, después unas mujeres chinas danzando detrás del dragón, (CAMBIO DE MUSICA), contemplación, las mismas mujeres ahora están en adoración. Pablo: ¡Hermana que bonito! Hermana: si Pablito, pero sabes en una de estas aldeas hubo una mujer que sufrió mucho, ella era la tía de un joven que más tarde sería el gran amigo de Juan Martín Moyë, además servidor de la iglesia de Cristo Pablo: pero cuénteme, que sufrimiento tuvo esta mujer. 3

Hermana: veraz… Juan Martín Moyë: (llega a la aldea, se encuentra con la anciana – tía de Benito) Anciana: (lo recibe), cuanto gusto me da volverlo a ver, venga pase (En otro lado de la escena) Gente: corre al aviso de que ha llegado Juan Martín Moyë y está en la casa de la tía de Benito, Señora: (se dirige furiosa a la casa donde se encontraba Juan Martín Moyë) Señora: (furiosa, gritando) como te atreves a venir, con tu falso Dios (LO CACHETEA) (Sale de la casa furiosa y manda a llamar a los guardias) ¡GUARDIAS, GUARDIAS! Ambiente: ingresan los guardias fuerzan la puerta y toman a la señora agresivamente. Juan Martin Moÿe es tomado a la fuerza mientras especta lo que le hacen a la señora (tía de Benito), los guardias golpearon la arrastraron a vista de todos, la despojaron de sus vestimentas, fue azotada hasta derramar sangre, le rasuraron la cabeza, y luego la soltaron. Ambiente: Juan Martín resistiéndose a lo que sucede, suplicando que no le corten el cabello pues era una deshonra en las mujeres. Ambiente: la levantan junto a Benito Sen y se la llevan a la casa. Juan Martín Moyë y Benito salen juntos

Escena VI Pablo: Hermana. ¿Y tanto sufrió Juan Martín Moyë y los cristianos?, ¿hermana y en medio de esas persecuciones Juan Martín Moyë celebraba las misas? Hermana: claro Pablito, Juan Martín Moyë se arriesgó mucho, es por eso que en una ocasión mientras estaba celebrando la misa llegaron los guardias para vigilarlos y apresarlos al darse cuenta de todo eso, los cristianos que estaban en la misa comulgaron rápidamente al igual que Juan Martín Moyë y de repente…. entraron, cogieron sus ornamentos y preguntaron quién era el maestro de religión. Pablo: ¿hermana, y él dijo que él era o no? Hermana: Sí, él con mucho miedo, temblando y todo, se arrodilló, y ofreciendo a Dios todo ese sacrificio que iba a hacer se abandonó en su Providencia. Pablo: yyyy ¿luego que paso? Hermana: Pues, en un momento que se descuidaron los soldados Juan Martín Moyë aprovechó para guardar el cáliz, los corporales, el crucifijo y un misal, y se los dio a una mujer cristiana para que se los llevara, y así evitar se profanados. Pablo: ¿Hermana? Y los soldados que se lo llevaron, lo castigaron ¡que hicieron! Hermana: Pues te cuento que ellos se quedaron vigilando todo lo que hacían. Pablo: Y y y hermana que paso, que hicieron después. Hermana: Pues los cristianos les sirvieron el desayuno y luego se llevaron a Juan Martín Moyë, al catequista y al posadero.

Escena VIII Ambiente: Los perseguidores desayunando, y los cristianos alrededor. Guardia: (Exclamación) ¡Vámonos! Estamos a un día y medio de camino de Su-Tchuen, debemos llegar a la residencia del mandarín. Ambiente: TOMAN A LOS 3 A LA FUERZA Y SE LOS LLEVAN, los amarran (unos que otros golpes)

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Guardia: (insultos), ¡no pueden caminar más pronto, a ver si su Dios los salva de esto, no dicen nada…! ¡Hablen, idolatras! (Los 3… callados no dicen nada) Guardia: ja (risa sarcástica) ¿no hablan?… atenlos del cuello a esos dos (señala) Ambiente: los atan unos a otros del cuello. Mientras van caminando se resbalan por la lluvia (sonido de lluvia) Benito: y ahora maestro ¿Qué le vamos a decir cuando lleguemos al mandarín? Juan Martín Moyë: recuerda las palabras del Evangelio “cuando los lleven a los tribunales no se inquieten con lo que han de decir, el Espíritu Santo les pondrá las palabras que deben decir” Ambiente: siguen caminando. Guardia: esta noche descansarán aquí, mañana verán al mandarín. Pablo: ¡ah! ¿Y luego de eso que paso? Hermana. Al día siguiente muchos curiosos se acercaron a la jaula, a escuchar la predicación de Juan Martín Moyë y entre las persona se encontraba un guardia, que al escucharlo se convirtió. Pablo: Hermana. ¿Y el mandarín vio a Juan Martín Moyë? Hermana: Por supuesto Pablito, los guardias los llevaron para que el mandarín les interrogara…

Escena IX Ambiente (DANZA): los curiosos, los 3 castigados pero uno por uno Benito, posadero y Juan Martín Moyë… se termina con el arrastre de Benito y el encarcelamiento de los otros.

Escena X Hermana: Ellos sufrieron mucho por la causa del Reino de Dios, y el discípulo parecía que iba a morir. Pablo: hermana. ¿Y como se llamaba el discípulo? Y ¿luego que les hicieron? Hermana: El discípulo era Benito Sen, a ellos los volvieron a castigar y todos los guardias se les burlaban, pero al mismo tiempo no les entendían. Pablo: No les entendían ¿Por qué? Hermana: ¿Por qué a pesar de los azotes del castigo y todo lo malo que les hicieron, ellos nunca dejaron de predicar? Pablo: oiga hermana y escuchando todo eso ¿alguno de los guardias se convirtió? Hermana: Por supuesto Pablito, uno de los guardias se hizo bautizar por Juan Martín Moyë en el día de san Agustín y tomo ese nombre, él llegó a ser un sacerdote y fue a trabajar en un pueblo llamado Yunnan. Pablo: ¿Y este chinito llego a ser santo? Osea por lo que paso y luego se redimió. Hermana: Si Pablito, te cuento que en nuestra actualidad él es santo, lo puedes encontrar como san Agustín Tchao. Pablo: ¡Wooo genial! Hermana: Sí, pero sabes él no fue el único, Juan Martín Moyë fue capturado varias veces pero a pesar de todo la Providencia de Dios siempre estuvo al cuidado de nuestro bienaventurado padre. Su testimonio de fe sirvió para la conversión de otros guardias.

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Escena XI Ambiente: Danza de chinas. Pablo: Hermana. ¿Juan Martín evangelizó también a los niños allá? Hermana. Claro Pablito, él se preocupó por la educación y se apoyó en las Vírgenes Chinas, para trabajar por la obra de la Santa Infancia, logrando así una nueva generación cristiana aunque no fue tan fácil siempre hubo persecución por parte de los paganos. Pablo: Hermana la vida de Juan Martín Moyë ha sido muy interesante… Hermana: Pero falta algo Pablito que no te he contado todavía. Pablo: Que es Hermana. Hermana. Verás Pablito sucede que más o menos por el año 1777 sucedió…

Escena XII Ambiente: Después del diálogo interviene una persona particular e invita a salir al patio. Personas enfermas, vírgenes chinas ayudando, niños llorando, Juan Martín Moyë ayudando, Juan Martín Moyë enfermo, celebrando la misa, gente con hambre, gente poniendo vendas. Juan Martín Moyë: (el doble) En la sequía de 1777 que tuvo como consecuencia natural, una terrible hambre y en seguida una epidemia de peste que causo millares y millares de muertos. Recorrí los campos sin pensar en los bandidos, en estos lugares. Algunas cristianas trabajaban de la misma manera. Recorrían los campos sin pensar en los bandidos que los infestaban atacando y pidiendo rescate a los viajeros, sin dejarse intimidar tampoco por el odio de los paganos a quienes el cruel azote exasperaba ciegamente. Se alimentaban con galletas de trigo de Turquía y afrontaban viajes interminables, siempre a pie y conducidas tan solo por la voluntad de bautizar el mayor número de niños que le fuera posible. Por su parte, las buenas Vírgenes Chinas cristianas, penetradas por los mismos sentimientos, estaban dispuestas a sufrir todo por el triunfo de semejante obra. Las mujeres se han distinguido en esta buena obra. Ciertamente he podido notar en ellas fuerza y valor sobre naturales para esto y aún están dispuestas a ir a cualquier parte donde se les mande. Es preciso decir que ellas han recorrido las ciudades de esta zona, en un radio de cuatro, cinco y hasta 10 días de camino. Impulsados por el hambre los habitantes de los campos se encaminaban hacia las ciudades, por tal motivo los mandarines organizaban a cierta distancia de los lugares habitados, campamentos improvisados, para acoger a todos esos habitantes y proporcionar una ración de arroz. Toda esta multitud débil con hambre y en esa promiscuidad fueron víctimas de una epidemia, la muerte llegó siendo los más afectados los niños, en las familias la muerte de los niños dejaban grandes vacíos o bien sobrevivían sus padres para morir en el terrible abandono, pues no hubiera nadie que pudiera cuidar de esos pequeños. La suerte de estos niños fue para mí una gran preocupación, era preciso afrontar la situación en el nombre de Dios, para llevar a cabo esta misión recurrí a las valientes cristianas y las envié de

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aquí para allá, como ángeles de salvación para bautizar a los niños que estaban en peligro de muerte. La caridad de estas cristianas acabo por conmover a los mandarines y soldados que anteriormente no les daban permiso para asistir a los campamentos, posteriormente les permitieron ir y venir a su antojo, según las necesidades de su tarea; no sin asombrarse de que estas almas elegidas tuvieran el valor de afrontar los peligros y horrores de aquellos lugares, por el solo amor al prójimo. Ellas supieron aprovechar admirablemente la libertad que se concedía y los bautizos fueron incontables. Por lo que consideré necesario seguir regando el surco y seguir trazándolo con sudores, angustias y lágrimas de dolores, ya que las buenas vírgenes cristianas estaban dispuestas a sufrir todo por el triunfo de semejante obra. Su espíritu de sacrificio me entusiasmaba viéndolas dar su salario y sus días de trabajo aun cuando fueran muy pobres para ir en busca de niños predestinados. Por ello pedí a mis amigos de Lorena que me tendieran la mano, invitándolos a colaborar en esta magnífica obra, entregando el óbolo más insignificante, así podrían participar en los méritos de las piadosas Vírgenes Chinas y facilitar su inmenso apostolado. Estas almas generosas de Europa, tienen parte en esta obra y multiplicaran todos los días el número de sus intercesiones en el cielo. Y me dije si no nos mandan dinero, al menos que nos ayuden con sus fervorosas oraciones. Por lo demás la providencia suplirá todo pensé recibir 1000 libras y la Lorena católica en respuesta al llamado, me mandó 12000, la cual llamé la “obra angélica”. Durante el hambre y la peste que afligieron a esta región oriental, nuestros cristianos han bautizado más de 24000, niños. Las mujeres se distinguieron por su celo que disminuyó, pues entre más bien hacían, más deseaban hacer. Todas viven de su trabajo excepto la familia Ló, pero no reclaman ninguna indemnización por los días de interrupción de sus trabajos. El espectro del hambre hacia a los paganos extraños, uno para con los otros e insensibles a los sufrimientos de sus parientes y amigos, los cristianos por el contrario, practicaban una caridad fraterna redoblada por el olvido y el sacrificio de sí mismo. En cuanto a mí, siempre fui a socorrer a los enfermos y a los moribundos, caí en el contagio de la peste, después de visitar la casa de un hombre y una mujer que habían abandonado a sus hijos por temor a contagiarse. Comencé a sentirme mal y en esa misma noche note los primeros síntomas de la peste, con el estado de debilidad indecible, por respeto a Dios, no me atreví a arrastrarme hasta el altar para celebrar la misa, a tal grado me sentía, como un cadáver viviente, pero mi fe viva y sencilla me confortó, recordé que en la santa Eucaristía Jesús es, no solo el médico de las almas, sino también de los cuerpos. Sin titubear más y haciendo inmensos esfuerzos, me revestí con los ornamentos 7

sacerdotales y celebré la misa, cuando terminé, me di cuenta de que Dios me había curado completamente. Pablo: (conmocionado al imaginarse todo lo que le contaron) Hermana, su fundador sí que supo ser un buen misionero y es impresionante ver su confianza en la providencia de Dios. Hermana. Sí Pablito porque ser de la providencia es ser esencialmente misionero. Pablo: gracias Hermana Eva por haberme aclarado mis dudas. Hermana: Gracias a ti Pablito por haberme hecho recordar la vida de mi fundador. FIN

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