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FIGURA HERÓICA EN LA ODISEA 21 AGOSTO 2000 A lo largo de las 24 rapsodias de La Odisea vemos que se maneja un concepto de castigo divino por las malas acciones. Una especie de karma impuesto por los dioses. Tomemos este fragmento como ejemplo. Zéus tramó en su mente que fuera luctuosa la vuelta de los argivos; que no todos habían sido sensatos y justos y a causa de ello les vino a muchos una funesta suerte[] La obra esta llena de expresiones como ésta que podrían servir de ejemplo. Inclusive a veces se habla de una muerte inevitable como castigo. El héroe que se maneja en La Odisea es un hombre con las virtudes que probablemente más respetaba el autor (y probablemente lo mismo la sociedad que vio nacer los versos). De algún modo el karma del que hablamos anteriormente no se aplica a éste guerrero. Se podría decir que Odiseo se provocó la cólera de Poseidón al matar al cíclope; pero esto tiene más bien un balance positivo al ser una acción heroica para salvarse a sí y a sus compañeros. La mala voluntad de Poseidón es más bien una venganza que un castigo. Lo que terminamos por ver es a un hombre que al ser víctima de una injusticia divina (y del azar) tiene la oportunidad de mostrar aquellas virtudes: templanza, paciencia, prudencia, valor, don de mando, etc. En boca de Menelao:
¡Conocí el modo de pensar y de sentir de muchos héroes, pues llevo recorrida gran parte de la tierra: pero mis ojos jamás pudieron dar con un hombre que tuviera el corazón de Odiseo, de ánimo paciente. ¡Qué no hizo y sufrió aquel fuerte varón []! Un héroe en este contexto no es propiamente alabado por las características caballerescas que posee; sino por utilizarlas para saber sobreponerse a las desgracias que le ocurren. No tiene en la moral que Nietzsche atribuye a los antiguos nobles. Los juicios de valor caballeresco−aristocráticos tienen como presupuesto una constitución física poderosa, una salud floreciente, rica, incluso desbordante, junto con lo que condiciona el mantenimiento de la misma, es decir, la guerra, las aventuras, la caza, la danza, las peleas y, en general, todo lo que la actividad fuerte, libre, regocijada lleva consigo. La manera noble−sacerdotal de valorar tiene otros presupuestos. Pero tampoco se nos da a un Odiseo para ser venerado como santo; que sólo sufre y aguanta pacientemente. En efecto si asume su papel de víctima en algunas ocasiones; pero son aceptadas (no apáticamente como un estoico sino con una meta, a veces a corto plazo). Seguiré los males que haya de padecer, y luego que las olas deshagan la balsa me pondré a nadar, pues no encuentro nada más provechoso ¿Para qué este artificio de hacer al protagonista vivir un infierno durante el desarrollo de la trama? No hay otro motivo que el de enaltecer sus acciones. Emocionar aún más a la audiencia (recordemos el formato original de la obra) dándoles una especie de overmensch para admirar. Parafraseando a Nietzsche, el valor de una cosa no está en lo que con ella se alcanza sino en lo que nos cuesta.
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A partir de aquí se podría encontrar una serie de diferencias entre Odiseo y Aquiles como variaciones que se complementan dentro de una misma visión de héroe; pero no es este el problema que estamos tratamos. La humildad en Odiseo se llega a dar en muchas ocasiones; pero casi siempre con reyes o personas que en una situación particular le tienen alguna ventaja. Quitando estas situaciones no parece tener problemas enalteciéndose en la presencia de otros hombres. Soy Odiseo Laertiada, tan conocido por los hombres por mis astucias de toda clase; y mi gloria llega hasta el cielo Tenemos también el ejemplo del modo personal en el que se toma el reto implícito del lanzamiento de disco; y muchos más en los que [su] gloria llega hasta el cielo Va más allá de un orgullo sano. Son tendencias megalómanas. Y no solo llega al extremo de la soberbia, sino que aprovecha el hecho de ser una figura respetada dando así un valor agregado a su autoridad. Pero de allí nos escapamos también por mi valor, decisión y prudencia, como me figuro que todos recordaréis. Al tratarse de un héroe esto es positivo, ya que mientras más sumisos se muestren sus hombres más fácil será conducirlos hacia fines nobles. Por eso la soberbia esta reservada para los inmortales; para los Ulises, para los Heracles. Además, tal autovaloración exagerada en momentos de verdadero peligro es frenada por un conocimiento sabio de las limitaciones propias; por una prudencia que es casi inconcebible que se encuentre en el mismo individuo. Recordemos cuando Atenea le dice que tiene derecho a echar fuera a todos los pretendientes. Odiseo le recuerda que ellos se hayan reunidos en el palacio mientras que él está solo; apenas cree que con la voluntad de Zéus todo salga bien después. ¡Oh, rey, apiádate de mí, ya que me glorio de ser tu suplicante! Pero en el caso de la sumisión también se va a los extremos. Lejos de sus hombres, a merced de los feacios, Odiseo parece transformarse inexplicablemente. En otras ocasiones, el protagonista tiene un aspecto paternal como líder. A los hombres que tiene a su mando los protege y les da ánimos (recordemos cuando regresó por dos de ellos en la isla de los lotófagos) Ellos a cambio obedecen incondicionalmente. En palabras de Nietzsche, mientras que la nobleza en el esclavo consiste en la rebelión, en los guerreros consiste en obediencia. En resumidas cuentas, Odiseo no tiene una postura definida que defender respecto al modo de darse a respetar. Más bien cambia su actitud, dependiendo de con quien esté (subordinados o reyes; seguidores o posibles atacantes). A veces parece que consigue sus objetivos con un ingenio propio de los personajes de las picarescas. No es difícil que nos venga a la mente su enfrentamiento con el cíclope; tan indirecto, tan planeado. Al héroe aquí se le admira al igual por su fortaleza, por su valentía, por su resistencia; que por su ingenio, su facultad para encontrar salidas a los problemas que se presenten (ya sean tapones de cera en los oídos o una lanza improvisada).
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No solo están lo físico e intelectual en el mismo individuo. Sino también los más altos valores espirituales que ya han sido mencionados anteriormente (prudencia, templanza, etc). No es la filantropía la principal característica de Odiseo, pero defiende a los suyos (tripulación y familia) a lo largo de toda la historia. En las retrospectivas lo notamos aún más ya que están deformadas por la admiración de quien las cuenta muchas veces. En nuestro camino por el mundo moral de Odiseo encontramos otra paradoja. ¿Cómo es que puede preocuparse por los demás y por si mismo con igual intensidad? ¡Oh amigos! Ya os invito a tirar las lanzas, contra la turba de los pretendientes, que desean acabar con nosotros después de habernos causado los anteriores males Odiseo les vende una buena causa a otros, cuando en realidad están peleando por el beneficio que nada menos que Ulíses. Odiseo protege a sus hombres porque lo son. Defiende a Penélope por ser su esposa. Hasta un cierto respeto por sus enemigos que según Nietzsche todo hombre noble tiene. No vive por él mismo (Odiseo) sino por su grandeza, por los hechos que la determinarían. Algo así debe de haber ocurrido en el interior de los griegos que se juntaban a escuchar las rapsodias de La Ilíada y La Odisea. Sintiéndose superiores por lo que habían hecho sus antepasados, les bastaba escuchar de ello para sentirse orgullosos (y seguramente en muchas de estas ocasiones no había ninguna guerra o conquista de la cual vanagloriarse). Cinco siglos habían pasado desde los supuestos hechos que narra la Odisea cuando fue cantada por primera vez. Este tiempo es más que suficiente para que hayan podido ser añorados y vistos como una especie de pasado glorioso en el que los dioses bondadosos apoyaban a los hombres que así lo merecían y demostraban con templanza su valor como guerreros. La Odisea; HOMERO; Barcelona 1993; Editorial Porrúa; página 17. íbid pag. 27 íbid pag. 26 La Genealogía de la Moral; NIETZSCHE Friedrich Wilhem; México 1997; Editorial Alianza; página 45. Íbid pag. 40 El Crepúsculo de los Ídolos; NIETZSCHE Friedrich Wilhem; México 1998; Editorial Alianza; pag. 121. La Odisea; HOMERO; Barcelona 1993; Editorial Porrúa; página 61 íbid pag. 91 íbid pag. 150 íbid pag. 41 íbid pag. 68 Así habló Zarathustra 1,11; NIETZSCHE Friedrich Wilhem; México 1983, Ed. Orígen; pag. 45. La Odisea; HOMERO; Barcelona 1993; Editorial Porrúa; pag. 167
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La Genealogía de la Moral; NIETZSCHE Friedrich Wilhem; México 1997; Editorial Alianza; pag 53.
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