ORAC~ONES P"AT"R"~OT~CAS. HOMENAJE A SOLlVAR y A SUCRE EN LOS CENTENARIOS DE SUS MUERTES

ORAC~ONES P"AT"R"~OT~CAS HOMENAJE A SOLlVAR EN LOS y A SUCRE CENTENARIOS DE SUS MUERTES PROLOGO " Acabo de leer, con el lisonjero y temeroso
Author:  Beatriz Rivas Lara

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ORAC~ONES P"AT"R"~OT~CAS

HOMENAJE A SOLlVAR EN

LOS

y A

SUCRE

CENTENARIOS

DE SUS

MUERTES

PROLOGO "

Acabo de leer, con el lisonjero y temeroso empeño de anadirles prefacio, tres oraciones fúnebres que forman un folleto, escritas por dos afamados eclesiásticos nortesantandereanos. Versa la una sobre el Libertador y fue compuesta y recitada el día del Centenario de su muerte en la Santa Iglesia Catedral de Pamplona por el canónigo "doctor don Demetrio Mendoza; las otras se refieren, una al mismo Bolívar y la otra a Sucre, redactadas por el doctor Daniel Jordán, cura párroco de • Florida, y se declamaron por su autor en la Iglesia de San Laureano, en Bucaramanga, con ocasión del centenario mortal de los dos próceres. Ha sido costumbre de la Iglesia honrar a los difuntos, por medio de sencillas preces, si anduvieron vida recatada y trivial, sin demostrar particulares atributos de grandeza ni divina predestinación, y con pomposos ritos y edificantes panegíricos a los ciudadanos que realizaron alguna tarea providencial, con el doble objeto de agradecer a Dios los dones que por su mediación le dispensó a la sociedad y de abstraer de sus caracteres arquetipos y ejemplos de la conciencia humana. Esta práctica explica el florecimiento de la literatura eclesiástica en la especialidad de la oración fúnebre, que es género arduo, entre todos, por las facultades y disciplinas que pide, a pesar de lo cual· ha contribuído el catolicismo a exornar con muchas obras suyas este capítulo de las letras humanas, sentando en él reputación universal. En Colombia sólo, acreditaron su rango en la tribuna fúnebre diversos sacerdotes, hoy de celebridad española, a quienes no se requiere nombrar, porque un silencio laudatorio los rememora, y en lo presente, van ganando peldaños clérigos como Castro Silva, de genialidad reconocida. Y ¿qué decir del cura Borges, el venezolano cantor de Bolívar, en cuyos períodos arden la visión imagi.naria y el trópico febril, sujetos al rigor del contrapunto clásico? Pues entrando a este prólogo sumario, donde habrá más afecto que erudición y tinosos preceptos críticos, sabed, lector paciente, que con Borges como predicador, tiene muchas semejanzas, sombras y lejos el doctor Daniel Jordán, dos de cuyas oraciones están aquí, a órdenes del público. Antes de tratarlo había conocido por hablillas y referencias a éste, que en lo eclesiástico no ha pasado de cura de aldea, y desde

entonces lo tuve por' hombre animoso, de robusta y militante doctrina, de fascinadoras dotes. para la predicación y de claro y armonioso entendimiento, rasgos que vi de carne y hueso al visitarlo en su parroquia de Florida Blanca. Vívamente recuerdo que un domingo entré a la casa del señor cura, espaciosa y fresca por la sombra de los árboles que alegran su patio, y de anchos corredores y alcobas, en una de las cuales hay un estante de rústicas maderas, y alineados unos cuantos libros cuyos lomos.publican los nombres más . significativos de la literatura y de la filosofía clásica, Hablando con Jordán, comprendí luego que todos esos autores y sus imaginaciones y teoremas se habían deletreado y humanizado en el largo sosiego de las siestas pro,;"inciales, y que de allí emanaba esa fluidez y lozanía del diálogo articulado por una estructura de principios universales, signo de formación mental perfectísima. Entre .las aficiones intelectuales de mi reciente amigo, advertí una muy notoria por Suárez, cuyos resplandores de prosa y henchidas sentencias asomaban a sus labios, con corriente naturalidad, y un romanticismo trascendental, propio sólo de quien f'recuen ta los místicos y se solaza en sus contemplaciones. Días más tarde, en alguna festividad católica', escuché a Jordán en alpúlpito de San Laureano sobre algún tema estrictamente religioso, a pesar de lo cual su 'sermón desplegó una serie de proposiciones -y puntos sociales y laicos, como corolarios desgranados del motivo central o discurso. y. esculpidos en finos metales filosóficos . . "Jordán en la tribuna avasalla y manda. Ay údalo una figura de particular"arrogaricia, Y un ademán a la vez armonioso, desenfa'dado y grave. La voz, -de potentes registros, alcanza sin afanes para llenar íntegras las naves del templo, diestra en modulaciones y quiebros. Es la declamación académica, y giros reposados destacan todos los relieves del idioma sin que se fugue una sílaba ni se ahogue una vocal. :b;1período se desenvuelve y crece sobre un espiral de cláusulas incidentales que van como acompañamiento o séquito de la tesis central, sin debilitarla ni entorpecerla.· . Alguna vez, en Bogotá" por obra de ingratos episodios políticos; encontré en un periódico cierta epístola belicosa aparecida para replicar. una mía. Su admirable y musculada prosa, denunció a su. autor, que no era otro que este mismísimo Jordán, párroco florideño, embozado en un pseudónimo menos poderoso que su piafante estilo, Descubrí al sigiloso guerrillero y cura de almas, lo delaté en público, le endilgué una respuesta escrita en la, tinta corrosiva de aquellos días, y al contestarme el clérigo con gran donaire al cintarazo.. hubo sensación en los cenáculos literarios de este pequeño, incisivo y murmurante Madrid, por saber quién era el castizo prosador y polemista notable que aparecía. Y Jordán quedó, desde entonces, canonizado como escritor de primer orden. . . Si alguien pusiere en tela de juicio estas apreciaciones rápidas, corrobórelas la 'lectura de la sentida y melancólica oración sobre . • Sucre, que resucita al sacrificado entre rasgos de sin par elocuencia y de grato romanticismo, y confírmelas el panegír-ico del. Libertador, sobria y. capital estampa del genio . .También corre en este folleto el fúnebre elogio dé Bolívar compuesto y leído por el doctor Demetrio Mendoza 'en la catedral de Pamplona. Muchos, seguramente, apurarán su lectura,. curiosos de saber lo que piensa sobre el tema patriótico. el nombradísimo

eclesiástico y de ver en qué forma lo desarrolla y sustenta. Acaso nadie ignora en Colombia el nombre de este sacerdote, que ha volado en la prensa y el comentario, sobre la apología o la calumnia. En la Asamblea de mi pueblo" cuando empezaba apenas mi vida de parlamentario, lo defendí en fiero arranque contra las imposturas de la demagogia que lo ha dibujado siempre como un capellán carlista, amigo de albergarse en tiendas de lona, de capitanear las patrullas del 'autoritarismo y de andarles buscando ruido y camorra a los moriscos sin Dios. La demagogia indígena confunde la apologética con la pendencia. y no sabe cuánto dista de su violencia sin principios, de su grito sin contenido, de su confusión sin afinidad, de su vagar sin norte, la Iglesia militante que congrega al hombre como potencia ética para que defienda la fe que funda su inmortalidad. Entre nosotros viene primando una escuela de peregrinas complacencias, cuyas corrientes sin fuerza bastante para suscitar un cataclismo que despierte la reacción, han ido lamiendo 'apenas en su desmayo, las grandes fábricas del espíritu clásico que fueron abrigo de la nacionalidad y defensa de sus destinos. Hoy no existe la fe, no late la convicción, no pugna la verdad, no milita el principio. porque es la .época de las pasiones menores y porque el relativismo ambiente al conciliar lo inconciliable .. desarma al espíritu de sus fuerzas de gravedad. La recia figura de Demetrio Mendoza cuajó en una hora de flojedad doctrinaria y eh el ámbito de acción que ha tenido constituyeuna rebelión contra el medio, alimentada por la Fe y esclarecida por la Inteligencia. Mirad ese clérigo que desden a la regalada vida y la prebenda suspirada, con cuánta animosidad desafía a la demagogia acometiva y a la bondad vacilante. En torno suyo abejonea la trahilla enemiga, de aguijón implacable. La calumnia, la felonía, el martirio, la lapidación; van acrisolando la obra apologética, de realizaciones inmediatas o demoradas, y perfilando un auténtico conductor de almas, fornido en el carácter y certero en la mente; y [cuánta semejanza tiene su silueta con los prelados que regaron la doctrina de Cristo por los valles del Ródano, en los primeros siglos! . Suele malévola o incautamente confundirse el anhelo de proselitismo doctrinario con la trivial vehemencia, cuando' aquél es la expansión del razonamiento ordenado y ésta es sólo el estallido de tercas pasiones, sin nobleza intelectual. De ahí que muchos hayan querido pintar al doctor Mendoza como un fraile de misa y olla" díscolo a la cultura y amigo de la refriega ordinaria, sin saber que es un fino hombre (le letras y un espíritu de selección clásica. Prué-. belo la oración fúnebre que aquí está. Bogotá, abril de 1931. JOSE

CAMACHO CARRENO

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ORACHON pronunciada por el presbítero doctor Daniel Jordán el 4 de junio de 1930 en el templo de San Laureano de Bucaramanga.

El centenario que ata en estos momentos nuestros corazones y forma de ellos guirnalda cordial y viva para el héroe más querido, conturba el espíritu al choque de emociones al parecer contrarias pero fundadas todas en el amor patriótico, el cual removido por la memoria histórica estalla en encendida indignación o se difunde en el mar de .una tristeza desoladora y. matizada de mültibIes sentimientos. . Estamos aquí para ver surgir radiante la figura de Antonio José de Sucre, pero de entre una montana cuyos piélagos de obscuridad ymuerte los plantaron la naturaleza' y la política, la cual se desata entre nosotros con fiereza tropical, cual émula de las euménidas sin entendimiento, sin corazón y sin- patria. . En la antigüedad el artista no pudo trazar la figura del dolor y desesperado e impotente echó un velo sobre el rostro de su obra; y otro tanto se siente uno impulsado a efectuar en estos momentos difíciles y angustiosos: cubrir con divino lienzo el rostro de Sucre y la faz de la madre civil. En Caracas un bello mausoleo exhibe la tumba de Bolívar en medio de dos, una de las cuales está vacía; abierta y vigilada por cóndores: es el vacío del Mariscal de Ayacucho cuya muerte casi arranca de nuestros sentimientos inexpresables el vacío del silencio cambiado por la vigilancia del espíritu amante y meditabundo. Parodiando a Posada Gutiérrez, la frente se nos cubre de sudor frío al pensar en el villano asesinato y la voz nos tiembla y falla al querer conmemorarlo. . La figura de Antonio José de Sucre nos roba la admiración y el carino más rendidos, pues en el conjunto y en los detalles no tiene líneas que quiebren la armonía y resulta la más admirable y simpática de la independencia. A las cualidades de gran patriota y sabio y afortunado militar añadió las virtudes del corazón y la belleza de una vida noble y honesta. Tal es el alma que animó al cuerpo descrito por Lino de Pamba al hablar del joven de nariz perfilada, tez blanca, cabellos negros, ojo observador; talla mediana y pocas carnes, modales finos, taciturno y modesto. Escritores notables han sabido sorprenderla en toda su hermosura: el prínci-

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pe de nuestras letras, Marco Fidel Suárez, apunta como distintivos de Sucre la virtud, el valor y la sabiduría sin mezcla de vicios o defectos, gloriosa trilogía que vale, señores, por la mejor oración; y el norteamericano Sherwel, al citar en su historia de Bolívar la fecha de eterna ignominia con que un grupo manchó su política, exclama: «Difícil cómo pudo 'Sucre tener enemigos, él, que fue quizá la más pura y benévola figura de toda la guerra de la independencia, todo generosidad, perdón y suavidad de carácter», ** *

El hijo de Cumaná a los quince anos ceñía la espada y desde entonces entregó sin reservas la vida y los talentos a crear la felicidad de la patria y la grandeza de América. Oficial científico, militó a órdenes del extraordinario Miranda, quien adivinó al héroe así como Bolívar le vió reunidas las cualidades de todos los que componían la brillantísima pléyade de su estado mayor; peleó en Carabobo; dirigió en Venezuela el «Batallón Colombia» mientras en Boyacá el nuevo sol rompía cadenas seculares; y pasó luego al Sur de Colombia a coronar la obra de los héroes de la América meridional y a erigirse un pedestal que levanta cornisa cubierta por la nieve de la gloria, tan pura como la andina y como el alma de su prócer, muy por encima de las cumbres del pichincha y del Chimborazo. . En Guayaquil se encuentra con gente sin instrucción militar y .acude a la audacia como único recurso y en marcha de intrépido legendario cae .en Yaguachi sobre un enemigo avezado, lo desorienta, 10 vence y.adquiere el armamento necesario. Maestro insigne en el arte de la milicia, levanta al fin un ejército de 3000 soldados y bajo la sombra de los pabellones colombianos reune y manda a peruanos, chilenos y argentinos, a los de la pampa y a los gauchos. Es toda la América del Sur que ha visto brillar la espada digna de conducirla a la cumbre de todas las victorias y de la paz definitiva. . Encuentra a los españoles en posiciones inexpugnables y coloca su ejército en orden de batalla. No se precipita; pasa al frente un día, una noche y otro día; y cuando a la segunda 10 suponían en el mismo sitio, lanza a los soldados por despeñaderos y abismos, rodea en silencio a los realistas, sube y clava sobre el Pichincha la bandera colombiana, batiente entre las auras del triunfo sobre 600 muertos, 1200 prisioneros y la artillería como botín. . El mejor ejército espanol lo busca. El virrey Laserna, encendido, va a vengarse de Junín, y domina las alturas del Cundurcunca con 9500 soldados y 2500 jinetes. Sucre le burla las marchas y contramarchas y espera en el plano con su genial serenidad en medio de sus 5800 soldados. Pronuncia al fin la orden y hace bajar a los enemigos «corno una tempestad» desencadenada al tiempo que los suyos al «paso de vencedores» dado por Córdoba, eclipsadar de la leyenda griega, suben arrolladores y en poco más de una hora le conquistan el título de gran Mariscal de Ayacucho, en~

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tregándole prisioneros a 16 generales, 16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 mayores y oficiales, más de 2000 soldados y al mismo virrey Laserna. . " . Según Suárez, el gran Sucre, héroe invicto del valor y de la ciencia militar, que con su cálculo pesaba las fuerzas y los movimientos y con su serenidad los deshacía, fue, en esa fecha y en las anteriores, la sabiduría y el valor en persona .. No se manifestó menos admirable en la obra consecuente de implantar el orden en la tierra sacada a la luz de la libertad. Como estadista, estaba identificado con Bolívar y comprendía que pueblos recién libertados carecen de virtudes republicanas y necesitan . constituciones fuertemente conservadoras para formárselas, lo mismo que para evitar las fauces de la demagogia. A Bolivia, república que nació en sus manos, la engrandeció sobre la maravillosa armonía del orden y la libertad; y en su administración nada escapó a sus cuidados, ni las industrias, ni las rentas, las minas, los caminos, la educación y la deuda externa, que la volvió ninguna. Así ostentó las cualidades admirables para gobernar de que habló Bolívar. Agreguemos que su genio civil rompía barreras, por lo cual al conjuro de su espada realizó el pensamiento continental del Libertador, la armonía boliviana que hoy se llama

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20 patria. Este sentimiento, o más bien, esta convicción interior ahoga mis deseos y me arrastrará a la desesperación. Yo creo todo perdido para siempre: y la patria y mis amigos sumergidos en un piélago de calamidades ... los tiranos de mi país me lo han quitado; así yo no tengo patria a"quien hacer el sacrificio ... Un desengano vale por mil ilusiones», Sorprendedlo en el delirio, el cual traiciona el estado de un espíritu porque la voluntad que reprime está ausente: «Vámonos, grita delirante a su camarero ... Esta gente no nos quiere ... ¡Ah! mis hijos», «Sí, al sepulcro, exclama confirmando su postrera proclama, he ahí adonde ellos me han lleva- . do. [Ah! si esto solo, sirviera para la .. )) y se le apaga la voz y acaba la vida ofreciéndola.gustoso per el bien del país. Si la muerte de Cristo fue la de un Dios, la de Bolívar fue la del padre de la patria. ' * * * Señores: el ideal de Simón Bolívar fue, en lo público, libertar un continente y formar democracias cristianas, de orden y unidas; y, personalmente, conservar inmaculado el título de Libertadory la reputación libre de sospechas. ' Su patriotismo supera todo elogio, mejor dicho, se hizo fuente de, esta virtud: sacrificó el hogar, la fortuna, las fuerzas y el mando, ejercitó mil virtudes y entregó hasta la vida, todo en forma grandiosa, con 'suprema elegancia, en medio de infinito dolor y para edificación de sus hijos. " A la religión católica le dió un nuevo y precioso derecho a dominar espiritualmente en la nación; de manera que ella debe imperar no sólo por derecho divino y por voluntad de la mayoría sino también porque es cláusula del testamento del que fundó la república, y sobre la ceguedad y el sectarismo de los que nada han hecho brillan perpetuamente los sacrificios, la voluntad y el genio del padre de la patria, quien en su despedida oficial le dijo al congreso: «Permitidme que mi último acto sea recomendaros que pro-" tejáis la Religión santa que profesamos, fuente profusa de las bendiciones del cielo». Hoy, señores, removemos la tierra de su tumba, y desdoblamas la mortaja de la quinta de San Pedro Alejandrino, y levantamos el Crucifijo de la agonía del héroe, del estadista y del mártir para contemplar la resurrección del patriotismo y aprender cómo se ama a la patria y qué ideas deben iluminarnos en su conservación, defensa y progreso.

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ORACION pronunciada en la catedral de Pamplona por el ilustre canónigo doctor Demetrio Mendoza.

Simon magnus, qui liberavit gentem suam. a per diiione, et in vit a sua corroboravit templum,

Los hombres todos que pueblan el globo terrestre, constituyen una sola familia; todos somos hermanos; la gloria de los unos redunda en gloria de los otros. . Hamo sum, podemos decir con las palabras del poeta, frenéticamente aplaudidas en el teatro romano: Soy hombre, y nada de lo de los hombres me es extraño. Homo sum, humani nihil alienum a me puto..

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· . El genio no tienepatria, El pintor que roba a los cielos sus vívidos .colores, al día su lumbre esplendorosa, y al crepúsculo la dulzura de sus tonos, para combinarlos por mágica manera; y dar' así animación y vida a lienzos inmortales; el músico que sorprende con :$U arte, y lleva al pentágrama los ruidos misteriosos de los bosques, el concierto solemne de los astros y las eternas barcarolas de los mares; y el sabio que tras noches de insomnio y vigilias de incesante trabajo resuelve los más difíciles problemas de la ciencia, y ora aprisiona el rayo, dios temido de los gentiles; ora ilumina las noches con las claridades del día; ora suprime las distancias con las carrozas de fuego que para sus deidades soñaran los poetas antiguos, o transmite el pensamiento con la velocidaddel relámpago del uno al otro polo, todos ellos merecen aplauso, cualquiera que sea la nación a que pertenecen; y aunque nacidos en suelo extranjero, son acreedores al tributo de nuestra admiración y de nuestro elogio. Pero, si los hombres de que legítimamente puede ufanarse una sociedad, adoraron al mismo Dios que nosotros, y nacieron en nuestra tierra, y abrieron sus ojos a la misma luz que nosotros, y en nuestro idioma balbucearon la primera palabra, entonces la naturaleza misma nos inclina de un modo particular a su estimación y aprecio: y, si perdieron la vida defendiendo el honor de la ban- . dera o la integridad del territorio patrio, o trabajando por la felicidad del pueblo en que nacimos, es obligación de gratitud deposi-

22 tar sobre su tumba las coronas y las siemprevivas del amor, y transmitir su nombre a la posteridad' orlado con los resplandores de la admiración y del entusiasmo. Todos los pueblos cultos han tenido por suyas las glorias de sus hijos, y recuerdan gozosos los timbres de su historia. Y, [ay de aquel que, desdenando la tradición, rompe el áureo anillo que eslabona los tiempos, atento sólo. a los afanes del presente! Para no hundirnos en la profunda sima de una lamentable decadencia, es preciso traer a la memoria las acciones ilustres de nuestros antepasados, aproximar a nosotros edades quizá separadas por siglos, . no permitir que .se sequen. por el desprecio los laureles de nuestra historia, y evocar del sepulcro con la imaginación las sombras venerandas de nuestros héroes patrios, a fin de oír sus lecciones, y participar de su espíritu, y respirar de su aliento, y vivir de su vida, y hacernos dignos de llamarlos compatriotas nuestros, y de que no se avergüencen de tenernos por hijos suyos; antes vean en nosotros como una extensión de su alma, como un trasunto de sus trabajos y de su virtud .: Vosotros lo habeis comprendido así, y por eso, dando una muestra de buen sentido que os enaltece en sumo grado. habeis acordado esta función solemne para honrar la memoria del ínclito varón, a quien debe Colombia su existencia política, y cuya pérdida se hace cada vez más sensible, a medida que transcurren los años; y porque este duelo escomún, religión y patria armonizan su voz para elevar hasta él, en esta fecha fúnebre, el himno de su amor y de su gratitud. Bien quisiera, ilustrísimo .señor, que me fuera posible corresponder al honor de que me habeis hecho objeto al confiarme la oración sagrada de este día; y muy de veras lamento mi insuficien.cia para referirme dignamente al héroe, cuya vida de trascendentales resultados ha juzgado ya la historia, y cuyos menores detalles ha examinado la erudición, que la oratoria ha ponderado' con bellísimos y justos encarecimientos, y los hombres de nuestro parnaso han cantado con entonación valiente y robusta, con notas que parecen arrancadas a las liras de Píndaro y Virgilio, «Libertador: delante de tu efigie de bronce nadie pudo pasar. sin que a otra esfera se levante, y te llore, y te cante, con-pasmo religioso, en himno mudo",

ha dicho un eminente compatriota nuestro, un excelso poeta. Este cen ten ario, senores, tiene mucho de gloria y mucho de dolor, si bien más de gloria que de dolor. La vida de Bolívar pasada por el tamiz de un siglo, ha quedado completamente vindicada de todas las calumnias que la envidia y la malevolencia habían acumulado sobre su memoria. Y vosotros habeis hecho muy bien en llamar a la Iglesia en asocio vuestro para esta solemne conmemoración, porque nadie como ella sabe cantar el mérito y llorar la desgracia, porque nadie como ella sabe sacar partido así de nuestras alegrías como de nuestros dolores, para darnos saludables lec-

23 ciones. Vengo, pues, en su nombre a haceros útil esta solemnidad,' que vosotros tornais magnífica y conmovedora con vuestra concurrencia.. vuestros recuerdos y quizá con vuestras lágrimas. . Permitidme, empero, que no me limite a la evocación de re.cuerdos dolorosos pero estériles y al relato de una vida, lo que .equivaldría a dictaros una lección de historia que vosotros os sabeis ya de sobra. Hombre de Dios como soy, dejadme que os muestre a Dios y su acción providencial en una vida tan gloriosa y tan ·digna de ser cantada por la trompa de Homero. ' La ruta me la marcará un episodio de la vida de Bolívar, Celebrábase en Bogotá, entonces Santa Fe, la fiesta de la Santísima Trinidad, misterio de que era muy devoto el. Libertador por ttádiciónde familia. Habíasele bautizado con' el nombre de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. . ·. Invitado, pues, Bolívar a la fiesta, llegó algo tarde a causa de ·sus muchas ocupaciones, y situándose cerca de la puerta del templo, se dispuso a oír el sermón que' comenzaba. Ya terminaba el 'exordio cuando el predicador notó la presencia de Bolívar, y, diri· giéndose a él, le invitó a proseguir con estas palabras: «Seguid, senor, seguid, que también en vos se encierra una augusta Trinidad: Sois el Padre de la Patria,. el Hijo de la gloria, el Espíritu de la libertad», A estas palabras la concurrencia se abrió en calle de honor, y el Libertador se adelantó en medio de la más viva conmoción patriótica, despertada por aquel rasgo de elocuencia. Padre de la Patria', Hiio de la qloria, Espíritu Santo de la Libertad, he aquí a Bolívar; y comienzo en el nombre del Senor. I La religión cristiana mira las guerras como un mal y un castigo; y por eso, con las treguas forzosas, con la llamada paz de Dios, con prudentes arbitrajes y de otras mil maneras procuró siempre disminuirlas, Prescribe la moderación en ellas, e impone como primera condición el que sean justas; pero no las anatematiza ni podría reprobadas en absoluto sin contradecir a los fines de la-Providencia ya las leyes de la historia. Ellas -. las guerrasson a veces el único reparador y vengador de la justicia conculcada y del honor ultrajado; y hay ocasiones en que la espada debe trazar el surco, donde se deposite la semilla de la idea regada con sangre que la fecunde y la haga crecer, bien así como el hierro tiene que talar y las llamas consumir la maleza del bosque para mejor dedicarlo al cultivo. Son entonces, los ejércitos como el hilo conductor de la cultura; y las chispas que brotan al choque de las armas, luz que esclarece la inteligencia, y fuego que aniquila la barbarie; ala manera que la tempestad, que tanto nos asusta con sus eléctricos fulgores, purifica la atmósfera, transformando una gran cantidad de oxígeno en ozono destructor de emponzoñados miasmas, y con el nitro que se origina, y las varias combinaciones que se producen, y los principios activos que se desprenden, se mejoran las condiciones del clima, aumenta la fertilidad del terreno, toman más color

24 las flores, mayor dulzura los frutos, más suavidad el ambiente, y azul más puro y más vivo la brillante extensión delos cielos. Tal aparece a los ojos del pensador la guerra de nuestra emancipación política, de forma que en este sentido, y sólo en este, pudiéramos aducir la sentencia de M. Guisot: «El hombre hace al mundo; y el mundo se arregla y marcha conforme a las ideas, los sentimientos y a las disposiciones morales del hombre». Los grandes acontecimientos, señores, bien así como los secundarios, no son simplemente hechos aislados, casuales, y sin explicación satisfactoria en la vida de las naciones; nó. Todos ellos están íntimamente enlazados, y sin menoscabo ninguno de la libertad humana, dependen de la acción providencial de Aquel, cuyo ojo escrutador penetra en 10 más íntimo del corazón. ¿Quién, al leer el Discurso sobre la Historia Universal, no ha sentido, digamos así, la acción divina, al contemplar el sublime cuadro que dibuja Bossuet cuando nos presenta los imperios del Asia desplomándose bajo los golpes de Alejandro, y los imperios de Alejandro cayendo y desplomándose a los filos de la espada política de los romanos, y los romanos marchando por todas partes a la conquista del mundo, como enviados de la Providencia para recoger en un solo redil todos los rebanas y ponerlos a la disposición del divino Legislador? Así preparaba el Señor los caminos del Evangelio, el reinado de la luz. Esto es indudable. Tito Livio, que vivió en tiempo de Augusto, escribía bajo la influencia, de este sentimiento; y, meditando Plutarco sobre la fortuna de los romanos, dice: «El curso' feliz de sus negocios y su arribo a tan alto grado de prosperidad y de' poder, muestran claramente a los que saben juzgar de las cosas con rectitud,que todo esto no ha' sido conducido por manos, consejos, ni afecciones de hombres, sino por un guía y escolta dioino», Un poeta latino celebró la dominación romana con estos versos: «Forrnasti patriam diversis géntibus unam; Urbem fecisti quod prius orbis erat». Hiciste una sola patria de todos los pueblos; y un sola ciudad de lo que antes era el orbe.

y Polibo, que vivió mucho tiempo antes que Plutarco y Tito Livio, cuando la república romana comenzaba. apenas a romper su equilibrio, consignó esta interesante observación: «Los acontecimientos llevan al mundo a una cierta unidad». . Nunca hubo, pues, un punto de vista histórico más vasto, ni más sencillo, ni más verdadero. Daniel lo había profetizado en la explicación del sueno de Nabucodonosor, Polibo lo prevee, Plutarco y Tito Livio lo refieren, y Bossuet, cual águila caudal que domina +n~_r" 1nó' puntos op] horizonte, ]0 retrata con su opulento e inimitable decir. Este punto de vista era el de la sabiduría y misericordia de Dios que preparaba la salvación del mundo; de modo que cuando miramos la historia desde esta altura, no parece sino que asistimos a una vasta escena, en que se' enlazan y se explican los destinos de las naciones, y en la que los grandes hombres y los

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grandes caudillos son como 'actores de un drama sublime que terminaen Jesucristo y de El recibe la luz. . . Jesucristo es el gran nombre de la historia. No bien alboreó en el horizonte su 'radiosa figura como la estrella polar de las naciones, cuando al punto realiza la más grande y la más importante transformación moral que hayan visto los siglos. Con los torrentes de luz que salen de sus labios, alumbra la humana inteligencia y pone en fuga las nieblas de la ignorancia; con su doctrina celestial y el ejemplo de su vida inmaculada, hace brillar la fe divina en las almas y revivir la dulce esperanza en los corazones; con su abnegación y su sacrificio, .llevado en alas de la caridad hasta una heroicidad sin ejemplo en la historia del amor, cambió la faz del mundo; con su grito de libertad, lanzado entre las convulsiones de la muerte, rompió las cadenas humillantes que uncían al hombre al carro de Satanás, llamó las naciones a participar de su herencia, y las naciones vinieron a postrarse ante el altar donde acababa de expirar la víctima divina, que sellaba con sello de sangre la gran causa de la verdad. «A la luz de la doctrina de Jesucristo, escribe un ilustre prelado, todo cambió en el mundo: ya la civilización romana con su derecho de la guerra, sus ejércitos de esclavos, sus anfiteatros, sus circos y sustermas, su culto degradado y sus artes obscenas, sucedió la magnífica civilización cristiana con su pureza de costumbres, sus. hospitales, sus 'hospicios, sus asilos de todas clases, para la virtud y para el infortunio», . Esto es! sencillamente el cumplimiento de las palabras del grande apóstol: «Quem constituit heredem universorum, per quem fecit et saecula». Dios le ha constituido heredero de todo, y para su gloria ha hecho los siglos. Jesucristo, Dios y hombre, es el alfa 11 la omeqa, el principio y el fin de todas las cosas. Per quem omnia lacta sunt: Su cruz es el punto céntrico a donde convergen, así el mundo quecayó del otro lado de la cruz, como' el mundo de los tiempos que siguieron; y el mundo de Colón con todas sus evoluciones y sus grandes hombres entra por fuerza en esta explicación. Veámoslo: , . Lloraba la Iglesia la defección de una buena parte de Europa, que la reforma protestante arrancó dolorosamente de su seno; y Dios, para indemnizarla, suscitó a Colón, que descubrió el nuevo mundo, poniéndolo' a las plantas de la Iglesia para su evangelización; y el nuevomundo con sus multitudes vino a ser parte del redil de Pedro, resarciéndose así la Iglesia de sus pérdidas en el antiguo .continente. Por fortuna, para bien de los cuerpos y de las almas, el nuevo mundo fue sojuzgado en su mayor parte por España, que no destruyó las razas indígenas, como lo hicieron Francia e Inglaterra en sus colonias: y lo mantuvo fiel a la fe de la Iglesia romana con tanto celo como en la propia tierra de España. Por igual designio providencial, el rompimiento de nuestras relaciones con Europa sobrevino precisamente en el momento en 'que Bonaparte paseaba sus legiones victoriosas por todo el suelo europeo, infestándolo con las ideas volterianas de los enciclopédi-

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cos franceses, sin que escapara de inficionarse la misma España, que con la Carta Gaditana quedó herida de muerte por la Revolución. Podríamos, invocar mil circunstancias que nos harían ver la revolución americana como una reacción contra las ideas que en el 93 del siglo XVIII convulsionaron al mundo europeo, envolviéndolo en un diluvió. de males. -. Os agradará saber que la bandera de la legión irlandesa, que vino en auxilio' de nuestras huestes libertadoras, fue regalada a la, legión por la propia senora de O'connell, el gran caudillo de la Libertad y de la-Religión católica en Irlanda; lo que muestra clara. mente el concepto sano que le merecía a aquel grande hombre nuestra guerra de independencia. Por el mismo tiempo los PP. Franciscanos presentaron en Bogotá un ruidosísimo certamen literario, en el que se defendió con lujo de razones la perfecta ortodoxia de la independencia americana; y cómo nuestra guerra de emancipación nada tenía de común con los revolucionarios franceses. Si examináis las actas de independencia de los diferentes países sudamericanos, las de Caracas, Chile, Buenos Aires, Santa Fe de Bogotá, epcontraréis que todas fueron un grito antibonapartista, y todas-expresan un gesto de desaprobación por la intromisión de los franceses en la Península ... Ahí está la historia que no me deja mentir. . Es lo cierto que esa revolución, al apartarnos por un momento del trato con Europa, nos dió tiempo para prepararnos con toda calma a entrar en la corriente de la civilización, sin que la: fiebre de progresosmateriales trastornara nuestras cabezas con menoscaco de nuestro patrimonio religioso. y fue BQ1Ívar el hombre escogido por el cielo para dar cima a la obra gigantesca de nuestra emancipación, asegurándonos con la libertad la santa Religión de nuestros padres. Decir cómo llevó a cabo la empresa redentora no entra en el plan de mi .discurso: y toca a vosotros allá en vuestras tribunas encomiar al héroe americano, que en cien homéricas victorias alcanzadas con prodigios de valor, supo levantar su gloria más alto que las cimas de los Andes. ., , Cantad vosotros, con su genio guerrero, su valor indomable, su arrojo en los combates, su serenidad en los peligros, su tesón, jamás quebrantado por los desastres, su fe inquebrantable en la redención definitiva de la América. ' Cantad las hermosas cualidades de su corazón de oro: su noble desprendimiento, su desinterés absoluto, su lealtad con sus amigos, su magnanimidad en las injurias de ruines ofensores, su clemencia con los vencidos, su caridad con todos. Sobre todo: cantad las extraordinarias manifestaciones de su talento portentoso; sus proclamas de entonación épica, verdaderos modelos de elocuencia militar; sus' discursos llenos de grandes y nobles ideas, abundantes en imágenes atrevidas y originales, su . Constitución de Bolivia, su Congreso Hibero-Americano de Panamá, verdadera Sociedad de las naciones, el Canal por el Atrato,

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concepciones geniales que ponen de relieve su poderosa inteligencia, su visión clara y penetrante del porvenir, ysu profundo conocimiento de las cosas. Cantad todo eso; que yo, elevándome en alas de la fe, cantaré sencillamente como cantaba el pueblo en los templos en nuestras funciones sagradas, que solía Bolívar honrar con su presencia: «De Ti viene todo lo bueno, Señor; nos diste a Bolívar. j Gloria a Ti gran Dios! . «¿Qué hombre es este, cielos, que con tal primor . de tan altos dones tu mano adornó? «Lo futuro anuncia con tal precisión, que parece el tiempo ceñido a su voz. « De Ti viene todo lo bueno, Señor; . nos diste a Bolívar. i Gloria a Ti, gran Dios!»

Yo le cantaré con los Profetas, cuyos oráculos parecen proferidos en su elogio. Isaías había dicho: «Yo levan taré un varón para ejercer mi justicia, y dirigiré todos sus pasos; y él reedificará mi ciudad, y dará libertad a mis hijos cautivos sin rescate ni dádivas, dice el Señor Dios de los ejércitos. El Senor ha amado a este hombre, y le ha tomado de la mano para sujetar a su persona las naciones, y poner en fuga los reyes, y para abrir delante de él las puertas broncíneas y los cerrojos férreos, sin que nadie pueda resistirle». . «Yo, dice el Señor, Yo mismo le ceñí la espada.ry le armé, a fin de que sepan todos, de Oriente a Poniente, que yo soy el Senor, y que no hay otro Dios que yo. Yo, que he hecho la luz y creado las tinieblas; Yo, que hago la paz y conmuevo los pueblos en .mi furor; Yo soy quien le ha hablado, y le ha guiado y le ha allanado el camino». «y vi, dice Daniel, víle venir desde Occidente con gran celeridad, volaba más bien que caminaba; y dirigiéndose al monstruo que oprimía la tierra, le arremetió con gran ímpetu, y le hirió y le hizo trizas sus armas; y echándolo por tierra,' le holló, sin que hubiera nadie capaz de librarle de sus manos», ¿De quién hablan los profetas? Oyendo sus palabras ¿a quién creéis vosotros descubrir en ellas? ¿A Ciro, a Alejandro, a Bolívar? ¿No es cierto que parecen dichas de nuestro gran Libertador que, veloz como el rayo, pulverizó las cadenas del poder espanol,y paseó el estandarte de la libertad desde las playas ardientes del Orinoco hasta la cima argentada del Potosí? «Bolívar - decía MorilIo al Rey - Bolívar es un alma indomable; victorioso, sigue un itinerario conocido: perdido es aún mucho más temible; que no es

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posible saber por dónde caerá, más que nunca activo y formidable. Bástale el más.pequeño triunfo para aduenarse de quinientas leguas a la redonda», Digitus D~i est Hic. j Cómo no ver el dedo de Dios - qué digo, el dedo de Dio~.-, la mano toda de Dios en los triunfos de Boyacá, donde un ejército de cadáveres, extenuado por la fatiga de larga y penosísima travesía, diezmado por las enfermedades, e inferior en número, hubo de batirse con tropas mil veces superiores, bien disciplinadas, -frescas y completamente equipadas! . y 10 que digo de Boyacá, hay que decirlo de Araure y Carabobo, de Pichincha, J unín y Ayacucho, Digitus [j~i esthic. ¿ Cómo no ver el dedo de Dios en la con- . servación de la:vida de Bolívar durante aquel batallar incesante de 'quince años; sin que una enfermedad lo detuviera en sus marchas, o una baja le hubiera rasgado la piel? Digitus Deiest hic.¿ Yqué pensar de sus aventuras en Quiamare y Casacoima: de los asesinatos frustrados en Jamaica y Rincón de los Toros? Digitus tJ~i est hic. Aquí está, manifiestamente el dedo de Dios, y Bolívar mismo proclama esta convicción, cuando dirigiéndose a sus compatriotas venezolanos desde Cúcuta, dice al iniciar su campana de 1813: «Yo soy uno de vuestros hermanos de Caracas-que arrancado prodigiosamente por el Dios de las misericordias de las manos de los tiranos que agobian a Venezuela, he venido a traeros . la libertad, la independencia Y el reino de la justicia). ' y esta convicción era la de todos. N os lo dice Coquehuanca en aquellas inmortales palabras que dirigió al Libertador, al recibirle en su pobre"curato de Pucará, palabras que son la síntesis de la primera párte de mi discurso: «Quiso Dios formar de salvajes un imperio, y, creó a Manco Capac; pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación tuvo piedad de América, yos ha creado a Vos; Sois pues el hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho hasta aquí se parece a lo que vos habéis hecho; y para que no tengáis igual; tampoco habrá otro mundo para libertar. Habéis fundado cinco repúblicas, que en el inmenso desarrollo a que están llarnadas, elevarán vuestra estatua hasta dónde ningún otro ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria como crecen las sombras al declinar el sol». II •

Bolívar, Padre de la Patria, es asimismo el hijo de la gloria. Paseábase Temístocles con un amigo suyo a orillas del mar Egeo después de la batalla de Salamina. Las olas traían aún hasta allí los despojos de los persas vencidos. Al verlos, el héroe dijo a su compañeror.v'I'óma para ti esos collares de oro y esos brazaletes que te pertenecen, por que tú no eres Temístocles». Palabra profunda que quería decir: «Tu puedes todavía amar esos dijes yreunir tesoros, porque la victoria no te ha coronado: pero a mí, que vencí a los persas y salvé a mi patria, me basta esta gloria y no me importa el oro»,

29 El amor de la gloria, señores, es la primera .de las pasiones, y sería una injusticia tacharla de crimen, porque es una pasión noble; porque ella es la que ha formado a los sabios, a los artistas, a los héroes y hasta a los Santos; y Dios mismo, en vez de ahogarla, la fomenta, ofreciéndonos, en premio de la virtud y de las buenas obras, la gloria del cielo. .Pues bien: Bolívar amaba la gloria: amaba su gloria y la de Colombia que creía identificada con la suya. Esta era su única ambición, a la que hubiera sacrificado el mundo entero, llegado el caso. «El título de Libertador, decía Bolívar, es superior a cuantos haya inventado el orgullo humano; y es imposible degradarlo». y por no degradarlo, rechazó los inmensos tesoros que el Perú le ofrecía, y sólo a ruegos reiterados del congreso de aquel país, aceptó un millón de pesos, que distribuyó luégo entre sus tropas y fieles compañeros de armas. [Un millón de pesos! Y a su misma salida de Perú tuvo que pedir prestadas a su edecán y a otros oficiales algunas sumas para los gastos de viaje. [Un millón de pesos! y a su muerte no se encontró en sus alforjas una camisa para amortajarlo. (lEs una vergüenza, decía Bolívar en otra ocasión, renunciando a la 'pensión anual de 30.000 pesos que el Congreso de Colombia le había asignado, es una vergüenza para el mandatario salir rico, dejando agotado el erario». ¡Qué lección, señores, qué lección! Pero jay! [qué pocos hombres encontramos en nuestros días capaces de este saludable desprendimiento! Grabad, ninos, grabad en vuestros corazones tan sublime ejemplo. Recordadlo siempre. Y cuando lleguéis a los altos puestos del Estado, imitad a Bolívar y servid a la Patria con desinterés. Mucho estimaba su título de Libertador; y para no deslucirlo, renunció veinte veces el mando supremo, temeroso de manchar con despotismos y arbitrariedades su gloria de libertador .. y para no deslucirlo, resolvió expatriarse voluntariamente, a fin de no ver a su querida Colombia envuelta en los horrores de una guerra civil que habría estallado indefectiblemente, teniendo como tenía tantos amigos afectos a su causa. . y para no deslucirse,. rechazó indignado la idea de monarquía que le sugiriera San Martín en Guayaquil, y en otras ocasiones Páez y Santander. . En una fiesta que le ofrendaron en Quito, y en la que se le habló del proyecto de Páez sobre su coronación como rey o emperador, dijo Bolívar: «Jesús, que fue la luz del mundo, no quiso dignidades ni coronas de la tierra. El llamó a los hombres sus hermanos, y les ensenó la igualdad, y les predicó las virtudes civiles más republicanas, y les mandó ser libres al amonestarlos que debían ser perfeétoa, porque no hay perfección en la servidumbre, ni moral en el letargo de las facultades activas de la humanidad». Así hablaba Bolívar; así pensaba. jQué pensamiento más cristiano! Sí, señores, en la escuela de Jesucristo han aprendido y se han inspirado todos los grandes genios que han asombrado al mundo con sus hechos inmortales. Pero hablo de la inmortalidad que pro.,

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ducen el bien y la verdad en sus diferentes manifestaciones, que no del fastuoso ruido que viene del vicio o del crimen. Los hombres, que a la luz de la doctrina de Jesucristo e inflamados por sus ejemplos, se han conquistado la sólida inmortalidad, son aquellos cuyos 'nombres recogidos por la historia, y vestidos de oro y de luz en el templo de la Gloria, se 'pronuncian en todas las lenguas con respeto y con amor, porque dejaron tras sí la luminosa estela que dejan siempre la verdad y el bien. Otros se han hecho famosos, pero con triste celebridad adquirida en los 'altares . del crimen, en el infierno del escepticismo, en la propaganda de doctrinas disociadoras y humillantes a la dignidad humana, o en el campo de las ambiciones personales. Sus nombres también a veces los recoge la historia, pero los escribe con caracteres de sangre, porque la huella que dejaron tras sí no fue otra que la de la desolación, la de la barbarie, en una palabra, la huella del mal, el gran tirano de la humanidad. Aquellos nombres exitan todo el entusiasmo de que es capaz un corazón agradecido; éstos toda la indignación que cabe en un pecho lastimado. Los primeros son bendecidos y amados de los pueblos; los segundos son maldecidos y execrados. porque recuerdan páginas dolorosas. Por eso los hombres cuyo corazón se ha formado ,en la fragua del amor puro, y cuya inteligencia se ha inspirado en la fuente del bien, ofrecen ejemplos de tanta elevación moral como lo fueron los de un san Luis y un san Eduardo, en el trono; Colón, Vasco de Gama y. Magallanes, en los grandes descubrimientos; en la legislación, Carlomagno y don Alfonso el sabio; en el valor militar, Bayardo y Juana de Arco; en las ciencias, Fergola y Sequi; en la magistratura, Jiménez de Cisneros y el Canciller de L'hopital; en la caridad, Juan de Dios y Vicente de Paúl. A estos es preciso agregar el de nuestro gran libertador, que reunió, por decirlo así, todas estas excelencias, y cuya sombra gi, gantesca parece que marcha, marcha, crece y crece en ascensión titánica pasta situarse y reposar de nuevo sobre la cumbre nevada del Chimborazo, y hundir allí su cabeza aureolada por los resplandores del iris en el seno, mismo del infinito, 'calcando con sus plantas los espacios y los siglos. III Bolívar, Hijo de la gloria es también el Espíritu Santo de la libertad. [Oh, qué terna más hermoso, pero al mismo tiempo, qué tema más difícil! ¿Y sabéis en qué está la dificultad? Pues en la misma abundancia de materiales que obstruye el camino, y la vida de Bolívar los suministra tales y tan preciosos, que uno no sabe de cuál echar mano y a cuál dar la preferencia. , ¿Qué otra cosa' son' sus cartas, proclamas y discursos sino un canto perenne a la Libertad? Leed, volved a leer hoy su discurso a los legisladores de Angostura, en' el que Bolívar, el triunfador, el héroe, el Aníbal colombiano se ostenta también el Demóstenes, el Pericles de los Andes, lleno de elocuencia y ,de un hechizo irresistible. Con razón que aquella ilustre Asamblea, agitada por la

31 admiración y el entusiasmo, prorrumpiera en las alabanzas que un día se tributaron al Salvador divino:

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