ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID 29 DE MARZO DE 2014 AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA, SALA DE CÁMARA, 19:30 HORAS

ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID 29 DE MARZO DE 2014 AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA, SALA DE CÁMARA, 19:30 HORAS Encuentros del viejo y el n

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ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID

29 DE MARZO DE 2014

AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA, SALA DE CÁMARA, 19:30 HORAS

Encuentros del viejo y el nuevo mundo

Tal vez el concierto de hoy sea “otro más” de los muchos y buenos que podemos disfrutar. Pero no, porque los intérpretes son los mejores jóvenes de la Comunidad de Madrid, porque el trabajo de sus profesores es más que eso: es pasión por lo que hacen; y porque el programa elegido es perfecta muestra de lo que quieren ofrecer: buena técnica, capacidad expresiva, elegancia melódica, y ritmo, estilos y estéticas de contraste. Ese es el reto que el Coro de Jóvenes de la JORCAM, la pianista Laura Scarbó y su director, Félix Redondo, proponen.

¿Encuentros del viejo y el nuevo mundo, cantando a coro? Perfecta simbiosis que refleja el repertorio propuesto: dos alemanes, dos españoles y dos iberoamericanos (uno argentino y otro brasileño); dos románticos con gran repertorio vocal (Mendelssohn, Brahms), dos clásicos del XX (Montsalvatge, Guastavino) y dos compositores que impulsan el gusto por lo coral en generaciones sucesivas más actuales (primero Miranda, luego el más joven Durán).

Música vocal y coral, con o sin piano, también con un quinteto de viento, surgida del instinto de unos compositores que construyen un tiempo de ensueño y voces, tiempo tejido por la trama de incontables melodías que ríen o lloran, con ritmos

calmos o saltarines; y que juegan a ser propietarios de nuestras emociones a través de unos textos que cuentan –cantando- instantes de la vida, guiños de los afectos. Por eso estas músicas hablan unas veces de amor, otras de cosas sencillas, en ocasiones con optimismo e ironía, pero que también quieren contarnos sus dudas, inquietudes o temores. Porque son músicas, ante todo, sinceras.

Y por eso van y vienen de uno a otro lado del corazón, que es lo mismo que decir de uno a otro lado del mar, del viejo al nuevo mundo, o viceversa; porque el trasiego de gentes y vidas reinventa siempre, salpicado por el tiempo y la variedad de culturas, todo lo que toca o canta: como el susurro del despertar romántico de la naturaleza, de Mendelssohn; o la intimidad de un Brahms que trasciende hacia el amor; o la calidez y elegancia de Montsalvatge; o la frescura irónica y actual de Durán; y el sabor del folclore imaginario de Guastavino o de Miranda.

Por eso estas canciones van y vienen, porque al ver amanecer salta el amor,al sentir la noche surge la canción de cuna, al cantar el ritmo de un danza se agita la felicidad, al leer un poema brota la nostalgia, o al soñar lo imposible se escriben las mejores melodías de la vida. Lindas músicas que hablan –por sus textos- de mágicos cielos y de las redes sociales, del suspiro enamorado y del canto del negro, del viento norte que chilla y del llorar de Bumba…

Todo comienza con el coro a capella de Felix Mendelssohn y su op. 48, El despertar de la primavera: cuatro poemas (Frühlingsahnung, Die Primel, Frülingsfeier, Lerchengesang) musicados en 1839, época sin duda muy fructífera para el compositor. Recordemos que Mendelssohn fue un músico que prestó mucho interés por el repertorio coral, como queda atestiguado por sus numerosas composiciones sinfónico corales y para coro sin acompañamiento. Estas cuatro piezas del inicio de la primavera están basadas en textos de los poetas Johann Ludwig Uhland (Frühlingsahnung, Frülingsfeier y Lerchengesang) y Nikolaus Lenau (Die Primel).

Son piezas con un innegable carácter festivo, espontáneas, donde la visión ingenua de la Naturaleza en primavera convierte sus palabras en fiesta. Puede parecer música para ser interpretada incluso al aire libre, por ese aire liviano que las envuelve, por esa aparente facilidad de lo cercano y amable. El autor de grandes e imponentes oratorios (Paulus, de 1836, o Elías, de 1846) quiso también escribir unas piezas mucho más

sencillas. Así son estas cuatro piezas que podemos traducir como Presagio de la primavera, La prímula, Fiesta primaveral y La canción de la alondra.

Continuamos con Johannes Brahms y su op.92, cuatro cuartetos vocales con piano: O Shöne Nacht, Spätherbst , Abendlied y Warum, concluidos en 1884 sobre textos, respectivamente, de Georg Friedrich Daumer, Hermann Allmers, Friedrich Hebbel y Johann Wolfgang von Goethe. En este caso estamos ante un género a veces llamado de salón, por aquello de ser un cuarteto vocal con piano, pero su exquisitez y belleza los lleva con frecuencia a las grandes salas de concierto, lugar en el que su interpretación gana si se hace en coro, como hoy. Son cuatro piezas que, por su recogimiento, parecen no brillar, pero nada más lejos de la realidad: el piano, por ejemplo, resulta imprescindible y, aunque buena parte del tiempo “parece sonar callando” la riqueza es evidente; tampoco dejen de fijarse en esa trama de las voces que juega con fino contrapunto, pasando de lo estático a lo emotivo en unos instantes. Los textos, que centran su atención en otra romántica lectura de la naturaleza, apuntan más hacia el amor trascendido que a un aparente paisajismo. Oh bella noche, Final de Otoño, Canción de atardecer y ¿Por qué?, son los títulos de estas íntimas canciones. Y con la mirada puesta ahora al otro lado del Atlántico, Xavier Montsalvatge convertirá el coro en una simbiosis de ritmos y temas denominados antillanos, o sea, con ese aire de exotismo que funde el folclore español (en este caso catalán) con el sonido rico y muy variado de los múltiples sones de influencia caribeña, como por ejemplo los de Cuba o Puerto Rico (o las Antillas en general). Las Canciones negras (que en realidad son cinco, terminadas en 1945) pertenecen a ese grupo de obras que siempre estará ligado a otras grandes referencias, como son las Siete canciones españolas, de Falla o las Bachianas Brasileiras, de Villa-Lobos. Las tres elegidas para hoy (Punto de habanera, Canción de cuna para dormir a un negrito y Canto negro) caracterizan al compositor por ese estilo también a veces denominado "nacionalismo ultramarino", en clara referencia al ir y venir musical entre España y las colonias americanas que se perdían a finales del siglo XIX, pero que en manos de Montsalvatge son toda una pequeña joya del repertorio, con versiones para voz y piano, coro y piano o voz y orquesta. Punto de habanera parte del texto de Néstor Luján, la Canción de cuna para dormir a un negrito, de Pereda Valdés y Canto negro pertenece a Nicolás Guillén.

[DESCANSO] Es ahora turno para Ignacio Durán Pérez, joven compositor toledano y su obra Suite Gaceta (para coro mixto y quinteto de viento), con la que ganó el Premio de composición Flora Prieto-Jorcam 2012-2013; la disfrutan ustedes hoy en su estreno absoluto. Y nada mejor que la visión del propio compositor para situarnos en su perspectiva: «En la Suite Gaceta trato de dar mi visión particular a ciertas cuestiones de actualidad. La obra está planteada como un noticiario. Los textos que incluyo provienen, textual o libremente, de publicaciones de Facebook, Twitter, diarios digitales y otras fuentes de información disponibles en Internet. Tienen carácter divulgativo, y abordan (si abordar es la palabra, dada su corta extensión) temas diversos como la exploración de Marte o la situación política en Bielorrusia. Sin embargo estos temas se tratan muy brevemente y de manera tangencial. Tanto es así que en diez minutos de obra se suceden seis movimientos. Hago referencia con esta vorágine de acontecimientos a la ingente cantidad de información de la que disponemos en los medios digitales y audiovisuales hoy en día, y que no somos capaces de procesar por completo. También trato de hacer reflexionar sobre la veracidad de dicha información (algunos de los "titulares" son inverosímiles). Por último, sólo decir que el cierto aire "informal" de los textos responde a mi creencia particular de que "la letra con humor entra".» Añado yo que van ustedes a escuchar una obra actual y bien hecha. Es una pieza – como tantas otras que deseamos surjan en el futuro- que responde a la realidad de nuestro tiempo, tanto por los textos como por la armonía y estructura: voces e instrumentos de viento dialogan e interactúan, o se pasan el testigo de los motivos para encontrarse en acordes tradicionales. Seis piezas –breves y no sencillas- que sugiero se interpreten como un todo continuo pues el frenesí de las actuales redes sociales y de información no dejan espacio para el silencio… De innegable sabor americano son las Indianas, seis canciones para cuarteto vocal o coro mixto y piano, de Carlos Guastavino, escritas en el otoño de 1967. Se trata de una de sus obras más universales, trufada de calidad, intuición, buena técnica e instinto rítmico y temático: puro Guastavino inspirado en los poetas Arturo Vázquez (Gala del día), León Benarós (Quién fuera como el jazmín, Chañarcito, chañarcito, Al tribunal de tu pecho), Isaac Aizenberg (Viento norte) y Juan Ferreira Basso (Una de dos).

En ocasiones con aire danzable, o variando el rico contrapunto con la emoción del texto, entre arpegios, acordes o síncopas, Guastavino escribe unas canciones que más que trasladar cantando e folclore argentino reinventa la música de tradición popular evitando la literalidad. De ahí ese aire nostálgico de algunos pasajes, académico de otros y, siempre, con una muy cuidada escritura, sin dejar de lado el factor emoción. Son canciones, estas Indianas, para dejarse llevar por la finura de unas voces de rítmica siempre concisa. Y todo concluye con Ronaldo Miranda y la Suite Nordestina, de 1982, para coro a capella. Son cuatro piezas corales que conforman libremente la así llamada suite, a partir de temas y melodías brasileñas, en las que Nordestina hace alusión tanto al municipio del mismo nombre como a la región del nordeste brasileño. De esta forma, Morena bonita (lírico y sin prisa), Dendê trapiá (rápido, jocoso), Bumba chora (lento, muy expresivo) y Eu vou, eu vou (alegre, humorístico) son piezas de las llamadas “arregladas” armónicamente para cuarteto vocal, a través de contenidos patrones rítmicos y armonías. Un detalle a tener en cuenta, para que disfrutemos más, si cabe, de esta forma de hacer música coral -inspirada en lo tradicional- es que reconozcamos el aire de “embolada” en las piezas segunda y cuarta, estilo poético musical caracterizado por una melodía rápida y declamada con pasajes de ritmos repetitivos y texto humorístico; sugiere algo a veces improvisado, dinámico e irónico. ¡Verán qué bien suena!

José Luis Nieto Profesor, musicólogo y Director del programa Los Imprescindibles, de Radio Clásica

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