Ortega y Gasset

Filosofía contemporánea. Razón. Idealismo. Realidad radical. Vida. Biografía

2 downloads 218 Views 32KB Size

Recommend Stories


ORTEGA Y GASSET ( )
1 ORTEGA Y GASSET (1883-1955) Contexto histórico José Ortega y Gasset nació en Madrid en 1883. Desde 1875 reinaba en España Alfonso XII. En 1885, cua

Story Transcript

LA FILOSOFÍA DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET: LA RAZÓN VITAL COMO RAZÓN HISTÓRICA 1.− BIOGRAFÍA. 2.− FORMACIÓN INTELECTUAL. a) La circunstancia española. b) La situación de la filosofía en Europa. 3.− EL PROYECTO FILOSÓFICO ORTEGUIANO: − Hilo conductor de la filosofía orteguiana: • Elaborar una nueva concepción de la razón. • Concebir la realidad a partir de nuevas categorías. 4.− SUPERACIÓN DEL IDEALISMO. 5.− LA VIDA HUMANA COMO REALIDAD RADICAL. • El objeto de la filosofía. • Definición de vida humana. • Categorías de la vida humana. 6.− RAZÓN Y VIDA. LA RAZÓN VITAL COMO RAZÓN HISTÓRICA. • La razón vital. • La razón vital como razón histórica. 7.− VIDA INDIVIDUAL Y VIDA COLECTIVA. 8.− LECCIÓN X ¿QUÉ ES FILOSOFÍA? LA FILOSOFÍA DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET: LA RAZÓN VITAL COMO RAZÓN HISTÓRICA 1.Biografía. Nace en Madrid, en 1883, en el seno de una familia de periodistas. Terminados sus estudios de filosofía en la universidad española marcha a Alemania con una beca. Estudia en las universidades de Leipzig, Berlín y Marburgo en 1905 y 1907, a donde vuelve en 1911, después de haber ganado la cátedra de Metafísica de la Universidad Central (hoy Complutense) de Madrid un año antes. Actividad pública.− Al margen de la actividad propiamente filosófica −cursos impartidos en la cátedra, publicaciones, conferencias, etc.− Ortega realizó una importante labor pública en, al menos, estos planos:

1

• como periodista y editor de revistas (en 1923 fundó la prestigiosa Revista de Occidente) • como observador y actor de la situación política que vive España entre 1914, fecha en que pronuncia una famosa conferencia titulada «Vieja y nueva política» hasta su exilio, forzado por la Guerra Civil, en 1936. A partir de esa fecha, viaja por Europa y fija su residencia, primero en Buenos Aires y después en Lisboa. A partir de 1945 hace visitas cada vez más frecuentes a España. En Madrid en 1948 funda el Instituto de Humanidades, dictando, entre otros, el curso Una interpretación de la historia universal. Pasa poco tiempo en España y conserva su residencia oficial en Portugal. Viaja por Europa, y por primera y única vez a EEUU para conmemorar el nacimiento de Goethe. Muere en 1955. 2.−Formación intelectual. A) La circunstancia española.− Ortega afirma en varios lugares de su obra que lo que le llevó a la filosofía fue el problema de España, al que dedica su tercer libro, España invertebrada (1921) Aunque se encuadra a Ortega en la Generación del Catorce, hay que situarlo en proximidad a la Generación del 98, con cuyos principales representantes mantuvo una relación muy estrecha, sobre todo con Baroja y Unamuno, aunque eso no significa que compartiera sus puntos de vista. Por el contrario, muy pronto, ya desde 1910, mantuvo una sonada y hasta agria polémica con Unamuno, oponiéndose a sus puntos de vista «casticistas» en el sentido peculiar que este término tenía para don Miguel. Ortega defenderá la necesidad de que España se incorpore a Europa, pues el mal de España en los últimos doscientos años fue ignorar lo que los europeos habían producido en materia de ciencia, educación, ética y política. Ortega echa en falta la experiencia ilustrada que Europa vivió a lo largo del siglo XIX. Pero no por ello pierde de vista que esta asimilación del espíritu europeo sólo tendrá éxito si se hace respetando las raíces de lo español. De ahí que su primera obra filosófica Meditaciones del Quijote (1914) tome como objeto de análisis la novela de Cervantes, El Escorial y evoque el paisaje de Madrid. Se trata de presentar al lector una metáfora espacial del concepto esencial de su filosofía: perspectiva. España es una perspectiva y Europa otra. Ortega sugiere que es necesario proceder a la integración de ambas. B) La situación de la filosofía en Europa.− Como en España no había una tradición filosófica propia, Ortega va a buscarla a Alemania. En la universidad alemana impera el neokantismo que, como su nombre indica, es una vuelta a Kant y al espíritu de sus críticas para contrarrestar los excesos filosóficos del hegelianismo o los desvíos del irracionalismo característico de las filosofías de la voluntad. ((El neokantismo es idealismo, aunque corregido por el espíritu positivista que impera en los ambientes intelectuales de Francia (positivismo de Comte) y de Inglaterra (utilitarismo de Stuart Mill). Igualmente decisivo para la formación de Ortega es el único intento serio de hacer filosofía que brota en Alemania a finales de siglo: la fenomenología de Husserl, a quien lee Ortega en Marburgo hacia 1911. )) En resumen: la filosofía a principios de siglo XX atraviesa una profunda crisis, fruto, por un lado, de la crítica de filósofos que, como Marx y Nietzsche, han mostrado en su obra los errores e insuficiencias del idealismo; y de otro, de los éxitos obtenidos por las ciencias naturales en la segunda mitad del XIX y de la subsiguiente convicción de que los límites del conocimiento racional coinciden exactamente con los del conocimiento científico. De ahí se sigue que la filosofía debe abandonar sus pretensiones de constituirse en saber substantivo y autónomo, independiente de las ciencias naturales. La crisis de la filosofía es, por tanto la crisis del racionalismo y del idealismo: filósofos y científicos siguen ocupándose de estudiar la realidad en las mismas coordenadas conceptuales que crearan los grandes sistemas de pensamiento de Galileo y Descartes en los inicios de la Época Moderna. Así, es fácil advertir cual va a ser la cuestión filosófica primordial en este momento histórico de inicios del siglo XX: evidentemente la superación del idealismo. A ese intento de hacer una filosofía más allá del idealismo responde la fenomenología de Husserl revisando los fundamentos cartesianos y kantianos del idealismo, aunque, en opinión de Ortega, no llegará a superarlo. Ortega sospechó esto muy pronto. En 1916 señala que hay algo que el siglo XX no debe aceptar como donación del XIX: nada menos que el espíritu de la Modernidad y se declara «nada moderno y muy siglo XX». Al margen de lo que ahí haya de frase, refleja una tendencia sostenida durante toda su obra: la lucha contra los excesos optimistas 2

−fe en el progreso− del idealismo del siglo XIX. 3.−El proyecto filosófico orteguiano.− En El tema de nuestro tiempo observa Ortega que la superación del idealismo «es la gran tarea intelectual de nuestra época». Desde su primera obra, la ya mencionada Meditaciones del Quijote, se propone Ortega elaborar una teoría que sin renunciar a la tradición filosófica, la renueve y la saque de la crisis en que se halla. Esto no puede conseguirse más que si el pensamiento vuelve de las ideas a las cosas. La conciencia moderna se ha tragado las cosas, las ha puesto dentro de sí misma; el yo impone sus leyes a las cosas (reducidas a la condición de fenómenos) sin concederles realidad, sin atender a su forma de existir. Ortega formula ya en 1914 una especie de proyecto filosófico al que su obra se va a mantener fiel: Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo. El pensamiento de Ortega y Gasset crece y se desarrolla dando contenido a este enunciado que se irá aclarando un poco a lo largo de la exposición. El hilo conductor que guía la filosofía orteguiana es doble: a) elaborar una nueva concepción de la razón: la razón pura debe ser declarada cesante, dice expresivamente, para poner en su lugar a la razón viviente; b) concebir la realidad a partir de nuevas categorías, lo que supone que la filosofía debe volver a ser «metafísica» (=teoría de la realidad) y no solamente teoría del conocimiento o de la ciencia, como venía siendo. 4.− Superación del idealismo Desde 1916 al menos, vincula Ortega su búsqueda filosófica al problema de la superación del idealismo. La historia de la filosofía puede reducirse a dos grandes posiciones generales: el realismo y el idealismo. Para el primero −realismo que se inicia en el S. V a.n.e hasta el S.XVII con Descartes− el universo está formado por una estructura de esencias inmutables e independientes; las cosas existen en sí y por sí y el sujeto que las piensa es otra cosa entre cosas (el alma o Nous de que nos habla la filosofía griega).Para el realismo, el aula en la que nos encontramos ahora por ejemplo, existe aunque nadie la perciba. Una metáfora apropiada para el realismo es la del sello y la cera: en la antigüedad cuando alguien quería certificar la autenticidad de un escrito marcaba sobre cera el sello de su anillo, dejando en ella su imagen. Del mismo modo, cuando conocemos la realidad, esta impresiona sobre nuestra mente, deja su huella, siendo ésta la representación que concentra el conocimiento alcanzado. El idealismo −que inaugura Descartes− surge cuando el pensamiento cobra conciencia del error realista: no hay tal orden objetivo y permanente en el universo si no es para un sujeto que lo piensa, que lo proyecta; este sujeto pensante (el ego−cogito cartesiano, el sujeto trascendental kantiano, el yo fichteano, el espíritu hegeliano) no es ya cosa sino lo otro de ella: oposición sujeto−objeto. El proceso de la duda metódica −verdadero principio de la filosofía moderna con Descartes− muestra que el mundo exterior se ha vuelto problemático, que su existencia no es evidente, sino que depende de que un sujeto garantice racionalmente su verdad. Este aula, retomando el ejemplo anterior, no sería otra cosa que contenido de mi mente, una construcción de mi conciencia. Aquí, encontramos una nueva metáfora: la del continente y el contenido.La conciencia o subjetividad es como un receptáculo en el que existen o están presentes las cosas del mundo.El idealismo subraya el papel del sujeto y concibe la realidad como un mero contenido de conciencia. Si la dificultad del realismo residía en dar razón de la existencia de un yo de naturaleza distinta a la de las cosas, la del idealismo va a ser la de dar razón de las cosas, reducidos a meros modos del pensamiento, a representaciones del sujeto. En diálogo con esas teorías, que es tanto como decir con toda la Historia de la Filosofía, Ortega propone una nueva concepción de lo real. Veamos como procede: considera válida la crítica que el idealismo le hace al realismo− y que consiste en decir: que El mundo no es una realidad subsistente en sí con independencia de mí, sino que es lo que es para mí o ante mí y, por lo pronto nada más.hasta aquí de acuerdo con el idealismo pero encuentra el error idealista en que esta teoría ha equivocado su interpretación de la conciencia en dos 3

aspectos: −− primero no reparando en que por su misma estructura −la conciencia, como ha demostrado Husserl, es siempre conciencia−de un objeto que ella no pone, sino que encuentra dado ante sí, un algo que la trasciende y que le da que pensar. No es, pues una realidad del tipo ser−en−sí, sino ser−para. −−Y el segundo error del idealismo surge como consecuencia del primero: la conciencia no puede ser pensada bajo la categoría de substancia, tal y como supuso su fundador Descartes al interpretar la nueva realidad a que lo había conducido su proceso de duda metódica. El yo pienso es pura relación, intencionalidad hacia lo otro−que−él (el mundo), ser como agilidad dice Ortega en alguna ocasión, y no substancia permanente que funda sobre sí sus propias representaciones. Para que haya acto de pensar necesitamos simultáneamente dos realidades: la realidad yo−que−piensa y la realidad cosa. Ninguna de las dos pone a la otra. Ambas son mutuamente independientes pero también se necesitan para que surja eso que venimos llamando pensamiento. Sin embargo, lo que Ortega descubría mediante este análisis era que lo primario y anterior en el trato de un yo con las cosas que le rodean no es pensarlas, sino vivir−las, es decir, que antes de establecer la relación con las cosas que es pensar en ellas, querer conocerlas, descubrir si tienen un ser, etc., el hombre se las encuentra en su vida teniendo que hacer algo con ellas. Luego veremos que: a)las cosas se presentan primariamente como urgencias, como ventajas o inconvenientes para la vida de cada cual; b) que una de las actividades que el hombre hace con las cosas es pensarlas. 5.− La vida humana como realidad radical 1.−El objeto de la filosofía. Según Ortega, la filosofía es un saber substantivo −con lo que se opone a la tendencia positivista, aún vigente en su tiempo− independiente del saber científico y superior a él. Se define de acuerdo a dos principios: • el principio de autonomía, según el cual, el saber filosófico, cuyo instrumento es la razón se ocupa de lo que hay prescindiendo de cualquier presupuesto, criticando toda hipótesis, revisando los principios recibidos para llegar a evidencias primarias (éste principio de autonomía tiene precedentes en la duda cartesiana y en el criticismo Kantiano) y el otro principio es • el principio de pantonomía que decide que el saber filosófico se ocupa de todo cuanto hay de la totalidad de objetos que conforman lo que llamamos Universo. Uniendo los dos principios, Ortega afirma que la filosofía tiene por objeto pensar la realidad radical, entendiendo por tal lo real primero e incondicionado de toda otra realidad que será, por tanto, realidad condicionada. Y el instrumento de trabajo del filósofo es la razón de la que se sirve para investigar la raíz misma de las cosas. ¿Cuál es la realidad radical, es decir, aquella realidad donde radica o arraiga todo los demás? Según Ortega sólo puede serlo la vida humana, entendida como vida de cada cual. Ahora podemos recordar lo que hemos visto acerca del realismo y del idealismo y compararlo con la nueva concepción de lo real de Ortega. La realidad radical, el dato radical del universo no son las cosas solas −realismo− ni el yo solo −idealismo− es nuestra vida, mejor aún mi vida −aquí que cada uno la sustituya por la suya−, que contiene en su interior dos elementos: el yo y las circunstancias: Yo soy yo y mis circunstancias. ¿Por qué la vida humana es la realidad radical? Porque la vida concreta de cada hombre es el supuesto de aparición y significado de lo real, sea o consista lo real en lo que sea o consista. Dicho de otro modo, el suelo sobre el que se constituye la realidad es siempre una vida humana; cuando decimos de algo que «es real» o que constituye «una realidad», entonces lo que se está afirmando es que ese dato, cosa o idea aparece referido a y dentro de una vida humana. A pesar de lo dicho, hay que tener cuidado y no caer en el error de pensar que la realidad mi vida no pasa de ser la adición o yuxtaposición del yo idealista y de la cosa realista. Otra confusión frecuente cuando se estudia 4

la teoría de la vida humana de Ortega es pensar que la realidad vida humana es una especie de entidad −ya hemos dicho que la categoría entidad, no sirve y que es preciso emplear la de acontecimiento,− compuesta de dos entes simples, el yo del hombre y la circunstancia o mundo. Para prevenir este grave error hay que subrayar que la vida humana es en sí misma la realidad concreta y dada dentro de la cual se encuentran, pero ya como elementos abstractos sus componentes esenciales, el yo y la circunstancia: «Yo no soy mi vida. Esta, que es la realidad, se compone de de mí y las cosas. Las cosas no son yo ni yo soy las cosas: nos somos mutuamente trascendentes, pero ambos somos inmanentes a esa coexistencia absoluta que es la vida» (XII,127)). Vamos a ver en primer lugar la definición de vida humana y después las categorías que corresponden a esa nueva realidad absoluta y primaria que condiciona el sentido y consistencia de todas las demás realidades radicadas, es decir, situadas dentro de esa realidad primigenia que es su vida para cada quién. 2. Definición de vida humana. «Vida humana es lo que hacemos y lo que nos pasa». Se entenderá mejor esta definición señalando, en primer lugar, lo que no es la vida humana: a) no es una especie de fundamento biológico unitario, fuente o causa de los fenómenos vitales; b) ni una vivencia o dato psicológico de la conciencia; c) tampoco es «cosa», es decir una entidad subsistente, no es un ser, sino un hacer. Fundamentalmente, la vida humana es quehacer (Diccionario: ocupación, negocio, tarea que ha de hacerse) lo que hace un yo −el yo de alguien en concreto − que se encuentra en una circunstancia o conjunto de cosas, datos, otros hombres, todo lo que rodea formando un horizonte, esto es, un mundo en el que tiene que hacer cosas, en el que, concretamente, tiene que vivir y vivir, no de cualquier modo, sino de acuerdo con esas realidades circundantes que una veces le ofrecen soluciones a sus necesidades o problemas, pero que otras se le aparecen como impedimentos. La vida me es dada, pero no me es dada hecha, sino por hacer» La vida es una realidad (y ya sabemos que no una realidad cualquiera, sino la realidad radical) pero no una realidad substancial sino una realidad actual, un acontecimiento: «Esa extraña realidad −la vida humana− no es una cosa física ni una cosa psíquica. Es un puro acontecimiento de carácter dramático» (XII,326); «la vida es constitutivamente drama» (IV,400). ¿Por qué drama? Para entender que la vida es constitutivamente drama hay que tener en cuenta en primer lugar lo que significa la palabra drama. Éste termino viene de la palabra griega que significa hacer y por esa razón se asocia a la idea de acción. En el teatro y en el arte dramático se entiende por drama una historia que narra los acontecimientos vitales de una serie de personajes. Como el adjetivo dramático, indica las ideas conflicto, tensión, contraste y emoción, se asocian con drama. En la lección X de ¿Qué es filosofía? Ortega escribe un símil muy esclarecedor: Símil del teatro (p. 224).(Términos a tener en cuenta: personaje, situación, decoro, imprevisión) (dormidollevado a los bastidores de un teatro y allí, de un empujón que le despierta, es lanzado a las baterías delante del público. AL hallarse allí ¿qué es lo que halla este personaje? Pues se halla sumido en una situación difícil sin saber cómo ni por quéla situación difícil consiste en resolver de algún modo decoroso aquella exposición ante el público que él no ha buscado ni preparado ni previstola vida es siempre imprevista. No nos han anunciado antes de entrar en ella −en su escenario que es siempre uno concreto y determinado−no nos han preparado) 5

La vida es una representación, un drama: con un personaje −yo− un argumento −lo que voy haciendo− y un escenario o circunstancia que no hemos elegido y para el que no nos han preparado y además, la vida, la tenemos que resolver−vivir de un modo decoroso. Del mismo modo, la vida me llega cargada con sus propias exigencias de realización en una circunstancia muy definida que me facilita unas cosas, pero me niega otras; porque soy irremediablemente libre al hacer mi vida, pero no libre de hacerla donde o como me venga en gana, pues me hallo atado y forzado a un lugar, a una época, a una lengua, a un cuerpo, a una mente, a un carácter psicológico, etc. Ortega emplea en muchos lugares de su obra la metáfora del náufrago para referirse al hombre en su vida humana. Que somos náufragos quiere decir que al vivir no tenemos suelo firme donde asentar nuestros pies; más bien braceamos en el océano de la circunstancia que si bien nos facilita los materiales para hacer nuestra vida (la circunstancia no debe ser pensada nunca, insiste Ortega, como absoluta dificultad, sino como complejo de facilidades y dificultades) esto lo hace siempre de modo relativo, deficiente. La razón de ser de esta insuficiencia de la circunstancia es que la vida humana es futurición: mi vida es lo que es ahora (actualidad), pero solo en vista de lo que quiere ser (carácter proyectivo de la vida humana). Se trata ahora de ver cuales son las categorías o atributos que expresan el vivir en su exclusiva peculiaridad, como no podemos verlas detenidamente, por razones obvias, pasamos simplemente a enumerarlas, aunque a algunas ya hemos hecho referencia: • La primera categoría es la de presencia vivir es esa realidad extraña única que tiene el privilegio de existir para sí misma; • otras categorías son: la vida es intransferible(vivir es lo que nadie puede hacer por mínadie puede vivir mi vida, como nadie por ejemplo puede doler−me mi dolor de muelas); vivimos aquí y ahora; la vida nos es dada, pero no nos es dada hecha, sino por hacer, la vida es quehacer; para hacer, tengo que decidir, la vida es decisión; la vida es libertad dentro de la fatalidad; la vida es proyecto; la vida es futurición....Todas estas categorías forman la estructura de la vida. La vida, como auténtica realidad, es siempre concreta. Del mismo modo, las cosas que antes eran concebidas o como seres que estaban ahí,−realismo− o como representaciones del sujeto cognoscente −idealismo− ahora se conciben como meras funciones de mi vivir: la realidad, por ejemplo, de una montaña no es ser una gran elevación del terreno sino lo que significa la montaña cuando me ocupo de ella: si soy alpinista será un reto que me propongo para escalar, si soy excursionista será algo que contemplo junto con la belleza del resto del paisaje o puede ser la montaña para mi vivir un obstáculo si es lo que me separa de la persona amada. Pero hay al mismo tiempo una estructura formal de la vida que es la que nos permite hacer afirmaciones generales sobre otras vidas; si decimos la vida es decisión, es proyecto, es quehacer, todos estos conceptos son ocasionales, formales, abstractos que sólo adquieren sentido cuando decimos la decisión, el proyecto o el quehacer que es la vida concreta...a la que nos estamos refiriendo. Cuando hace un momento hemos puesto el ejemplo de la montaña no cabe preguntarnos cuál de las tres visiones es la verdadera pues todas lo son a la vez. Si se quiere dar cuenta cabal de la realidad, hay que darla desde la perspectiva en la que cada uno está, aunque hay que procurar también, que las perspectivas se complementen, pues lo contrario sería caer en el relativismo. Precisamente, el perspectivismo entendido como complementariedad de perspectivas es lo que va a permitir terciar en la vieja polémica entre racionalismo y relativismo. El problema del conocimiento queda replanteado así: cada yo es un punto de vista sobre el universo. Lo que él ve(piensa, siente, desea, etc) no lo puede ver nadie y, por ello, su perspectiva es verdadera. Ahora bien, que lo sea, no significa que sea absoluta o suficientemente verdadera (eso sería caer en el relativismo del cada uno tiene su verdad). Lo verdadero se convierte en un proceso de composición de perspectivas. Todas son reales, pero unas atesoran más realidad que otras, por lo que serán más verdaderas. La única perspectiva absolutamente verdadera sería la de Dios. Pero justamente ésta es imposible para un yo humano, pues Dios 6

estaría en todas partes, mientras que el hombre tiene un punto de vista anclado en un lugar del espacio y del tiempo. 6. RAZÓN Y VIDA. LA RAZÓN VITAL COMO RAZÓN HISTÓRICA. 1.−La razón vital.− De lo visto en el apartado dedicado a la superación del idealismo se concluye que para Ortega la razón humana carece de sustantividad propia. No hay un sujeto trascendental o un Espíritu−sujeto, como creían Kant y Hegel; ni siquiera una conciencia pura anterior a las cosas y que, de alguna manera las presenta (la conciencia ponente de Husserl). Razón es para Ortega lo que nos pone en contacto con la realidad. Pero la razón no está fuera de esa realidad, sino dentro de ella, porque la razón es una función de la vida humana, como el ver o el amar; por tanto, la vida humana es, de suyo, racional: vivir exige hacer funcionar nuestra capacidad intelectual en un determinado régimen, consistente en buscar la verdad: «Vivir es no tener más remedio que razonar ante la inexorable circunstancia»(V,67). Una de las cosas que hacemos en la circunstancia es pensar; mejor dicho es una de las cosas que no podemos dejar de hacer. La causa de ello ya se ha expuesto antes: la vida es naufragio, o dicho con más precisión, vivir es problemático porque... «Siendo la circunstancia, siempre y últimamente confusa, un enigma, el hombre no sabe bien qué hacer en ella y con ella para subsistir. Por tanto, que, más o menos, el hombre está siempre perdido o en peligro de perderse. .Qué hacer cuando no se sabe qué hacer? Cuando no se sabe qué hacer ante lo que nos rodea, el único hacer que nos queda es ponernos a pensar sobre lo que nos rodea para intentar descifrar su enigma, y, en vista de lo que hallemos, fabricarnos un programa de quehaceres, un proyecto de ocupaciones, de vida. Por tanto cuando el hombre no sabe qué hacer, lo único que puede hacer es intentar saber»(XII,193). Pero no saber cualquier cosa, sino saber la verdad porque el hombre necesita convencerse de que lo que hace tiene sentido; no le es indiferente equivocarse, sino que, quiera o no, tiene que acertar, «Tiene que esforzarse para estar en lo cierto, en la verdad». Por tanto, en la filosofía de Ortega, la noción de saber deja de significar un mero ejercicio mental de reflexión de conceptos y pasa a significar algo mucho más concreto: saber como saber a qué atenerse, en la propia vida. Ortega establece una distinción rigurosa entre pensamiento y conocimiento. Pensar es cualquier cosa que hacemos en nuestra vida para orientarnos en ella. Así, la religión y el mito, la poesía o la experiencia práctica que encierran los refranes son formas de pensamiento. Ahora bien cuando lo que el hombre hace para orientarse es preguntarse por la naturaleza de las cosas, entonces lo que hace es conocimiento (lo propio de las ciencias). El conocimiento es una de las formas del pensamiento, la forma de dar a las cosas un ser y una estabilidad o consistencia que ellas por si mismas no tienen. El hombre se hace ideas de las cosas; una idea es una construcción mental que el hombre se hace para orientarse, algo así como un mapa para poder recorrer un territorio desconocido. La razón pura físico−matemática es, pues, una de las formas en que el hombre, a lo largo de la historia, ha organizado sus capacidades intelectivas (imaginación, memoria, raciocinio lógico) para resolver los problemas que vivir plantea. Su error consistió en creer que era la única manera válida de pensar sobre la realidad, lo que la llevó a substancializarse, a afirmarse utópicamente (=fuera del tiempo) como razón única y absoluta. Ahora bien, si la razón humana es una función de la vida, entonces la razón será no pura sino histórica, porque la vida humana es, en su raíz misma, temporalidad. Comprenderemos mejor la naturaleza de la razón vital al considerarla bajo su verdadera forma, la de razón histórica. 2.−La razón vital como razón histórica.− La vida es actualidad o presencia inmediata: mi vida consiste en este instante −en vuestro caso− en escuchar una intervención en la que se habla de vuestra vida; pero este instante o actualidad no se da aislado. Este instante y su quehacer llegó después de otros instantes ya idos pero 7

que quedan en mí en forma de recuerdo. Son el pasado de mi vida. Pero el pasado no se extingue, sino que queda en el presente de toda vida humana en la forma que denomina Ortega lo que ha sido. Por otro lado, si ahora estáis aquí es por algo y para algo. Por ejemplo, porque sabéis que Ortega es uno de los autores que entra en las pruebas PAU que tendréis que hacer dentro de poco tiempo. Asimismo, lo que hacéis ahora, podéis hacerlo porque antes hicisteis ciertas cosas (aprender a leer, aprobar secundaria, aprobar primero de bachiller, etc.) y porque después tenéis el proyecto de hacer otras, p. e., cursar una carrera en la universidad o un módulo. Todo quehacer lo es desde un suelo (el pasado) y en vista de un proyecto (lo que aún no es mi vida, pero quiero que llegue a ser en el futuro). Esto hace, lógicamente, que la vida humana sea en su raíz misma histórica. En una de sus obras más importantes. Historia como sistema, afirma Ortega que el hombre no tiene naturaleza, sino historia; esto significa que todos los contenidos que aparecen en la vida humana son históricos. La comprensión de lo humano no puede hacerse investigando una supuesta naturaleza intemporal o permanente del hombre, como creyeron los filósofos del XVII y XVIII. La estructura atómica de un cuerpo puede ser algo permanente −el agua tendrá siempre dos átomos de hidrógeno unidos a uno de oxígeno− pero eso no pasa con los contenidos de la vida. Estos son necesariamente formas históricas. El amor es un concepto que significa cosas muy distintas si lo ponemos en boca de un senador romano, un hidalgo sevillano, un poeta romántico alemán o un estudiante madrileño de 2006. Comprender lo que es el amor exige, no estudiar su naturaleza, sino contar su historia, la historia de los modos en que los hombres y las mujeres han vivido esa cosa humana llamada amor: «Frente a la razón pura físico−matemática hay, pues, una razón narrativa. Para comprender algo humano, personal o colectivo, es preciso contar una historia. Este hombre, esta nación hace tal cosa y es así porque antes hizo tal otra y fue de tal otro modo. La vida sólo se vuelve un poco transparente ante la razón histórica»(VI,40). Hay que subrayar que para Ortega no hay dos razones, vital una, histórica la otra, sino que la razón vital es constitutivamente razón histórica. Y a su vez, la razón histórica es razón narrativa. Si toda vida humana es una historia, comprender esa vida exige contar una historia, contar su historia: «Hablar es, por ejemplo, narrar. La narración presenta al oyente lo ausente, lo que éste no ha presenciado. Es pues, siempre, poner de manifiesto lo que estaba oculto, patentizar lo latente, desnudar lo encubierto» (QC,81−82). Adviértase que este patentizar lo oculto, equivale a lo que los griegos llamaron Aletheia, la verdad entendida como des−velamiento de lo que está oculto. La razón narrativa es la función de comprensión de la vida humana, el órgano capaz de captar la verdad de algo −la vida humana− que no consiste en ser sino en acontecer. 7.− Vida individual y vida colectiva. La vida humana es siempre y a la vez, vida individual y vida colectiva o social. Si vivir es estar ocupado con las cosas del mundo, estas cosas no son exclusivamente mías sino que las comparto con otros hombres que están en mi circunstancia. Es más, eso que podríamos llamar mi mundo, es primariamente mundo social ya constituido según una trama de interpretaciones de la realidad y usos sociales dentro de los cuales yo estoy forzado a hacer mi vida. La razón histórica tiene que empezar por estudiar el marco general dentro del cual los individuos concretos hacen sus vidas. La primera ocupación de la razón histórica es determinar la estructura de las distintas épocas históricas así como las leyes que rigen sus cambios. Solo después de conocida una época podemos comprender las vidas individuales que se dieron dentro de ella. Más concretamente, lo fundamental para esta forma de razón es determinar la estructura de creencias o convicciones de una sociedad en un tiempo dado. Ortega denomina creencia, a una idea que tiene un carácter colectivo, es decir a una idea que tiene lo que Ortega llama vigencia social. Esas ideas, son compartidas por todos los miembros de la sociedad, a quienes se imponen desde fuera, independientemente de su reconocimiento intelectual (p.e., un europeo del siglo XX no puede elegir entre creer y no creer en los resultados de la ciencia, porque su vida 8

depende de ello, su vida se apoya en ello; y eso son las creencias, ciertas verdades, que forman el suelo de nuestra vida). Cuando la vida de alguien está en una creencia quiere decirse que está en una solución. Pero las creencias, porque evolucionan históricamente, terminan por fallar. Si fallan colectivamente, entonces la historia entra en un periodo de crisis. Si fallan individualmente, entonces, el hombre a quien le ha fallado tal o cual creencia se encuentra ante un problema al que su circunstancia no proporciona solución. Entonces se hallará perplejo, es decir, sin saber a qué atenerse, y tendrá que pensar, producir una idea para el hueco que la creencia le ha dejado. Ya sabemos que vivir es tener que realizar−nos a nosotros mismos en un mundo dado, encontrarnos ante las cosas y, con ellas, realizar nuestra vida, que no es una cualquiera, sino la que tiene que ser. «Mundo es sensu stricto lo que nos afecta. Y vivir es hallarse cada cual a sí mismo en un ámbito de temas, de asuntos que le afectan»(XII,34−35). El mundo esta formado por cosas, que no son entes sino puras facilidades o dificultades que me encuentro ante mí para hacer mi vida. Y junto con las cosas, interpretaciones que me «explican» esas cosas. Como ya se ha dicho, esas interpretaciones colectivas son las creencias. El fallo de la creencia nos pone en la situación vital que llama Ortega de dudar. Dudar significa que el suelo que nos sostenía (suelo de creencias) deja de hacerlo y entonces «nos hallamos en un mar de dudas». Pero en la duda no se puede vivir demasiado tiempo porque dudar es no saber a qué atenernos respecto de nuestra vida. Salimos de la duda pensando, elaborando ideas. Estas ideas son ocurrencias que hallamos cuando nos retiramos del mundo (ensimismamiento) y en la soledad de nuestra vida nos esforzamos por interpretar el mundo (o aquella parte o aspecto del mundo que se nos había vuelto problemático). Pero esa interpretación no puede ser cualquier interpretación sino que tiene que ser acertada, verdadera. Verdadero, significa entonces dos cosas: primero, significará de acuerdo con las cosas, que acierta o des−vela lo que hay, que la idea capta realidad; y en segundo lugar significará verdadero en y para mi vida, es decir, auténtico. El sentido final de la verdad en Ortega es verdad como autenticidad. Ambos significados no se pueden separar: el primero depende absolutamente del segundo, porque que mis ideas capten lo real dependerá de que la posición de mi yo ante el mundo sea ella misma real −solo lo real puede ser lugar de aparición y soporte de lo real− es decir, auténtica. Mi vida será auténtica si yo soy el que tengo que ser, es decir si las decisiones que tomo en mi vida no son caprichosas, sino encaminadas a realizar el proyecto, la vocación que encierra mi ser. Cada uno de nosotros puede ser cualquier cosa, pero solo tiene que ser una, la de su autentica vocación: «El pobre ser humano se encuentra situado en una posición dificilísima. Porque es como si se le dijera: si quieres realmente ser, tienes necesariamente que adoptar una muy determinada forma de vida. Ahora: tú puedes, si quieres, no adoptarla y decidir ser otra cosa que lo que tienes que ser. Mas entonces, sábelo, te quedas sin ser nada, porque no puedes ser verdaderamente sino el que tienes que ser, tu auténtico ser. La necesidad humana es el terrible imperativo de autenticidad. Quien libérrimamente no lo cumple, falsifica su vida, la desvive se suicida.»(PA,30) Hacer referencia al libro la Rebelión de las masas y a la distinción entre masa y minoría.. ¿QUÉ ES FILOSOFÍA? • Introducción a la obra: Curso universitario que Ortega inicia en febrero de 1929 en su cátedra de la Universidad Central. La huelga que organizaba la Federación de Estudiantes Universitarios en marzo fue contestada por el gobierno con el cierre de la universidad y eso condujo a la dimisión de sus más destacados profesores, entre ellos Ortega. El curso continuó en un cine primero, el Rex, y luego en el teatro Infanta Isabel. Asimismo hay que señalar que se trata del curso en el que Ortega anuncia su madurez filosófica, señalando que se produce el paso de un modelo de filosofar a otro que transcendería el idealismo.

9

• Estructura del texto: Consta de once lecciones que se pueden agrupar en 4 grupos temáticos. • Las lecciones I−III presentan los temas del curso: aspectos metódicos; la situación de la filosofía en relación con las ciencias naturales; el problema de la verdad. • Lecciones IV− VI. El quehacer de la filosofía como teoría. • Lecciones VII− IX: superación del idealismo y constitución histórica de la subjetividad: el descubrimiento de Descartes; su error al interpretar el punto de partida de la modernidad: el ser estático del cogito; hacia un nuevo dato radical en filosofía: correlación entre el yo y el mundo. • Lecciones X y XI: descripción de la estructura y categorías del nuevo objeto hallado por la filosofía: la vida humana individual como realidad radical. • ESQUEMA DE LA LECCIÓN X DE ¿QUÉ ES FILOSOFÍA? ♦ Repaso a la crítica del idealismo: su acierto y su error: La lección comienza señalando la ruptura y las diferencias con el pensamiento anterior. Para el realismo −la realidad significaba cosa− en el idealismo− la realidad significaba subjetividad− ahora, es decir para Ortega, la realidad significa vivir ante esta nueva realidad es necesario nuevos conceptos para definirla. A partir de aquí vuelve a repasar la ruta que nos ha llevado a la realidad radical que es el vivir. Procede a un análisis del realismo y del idealismo señalando lo que se rechaza del idealismo y lo que se acepta, en los términos que ya hemos comentado anteriormente. «Es indudable que yo pienso las cosas, que existe el pensamiento y que, por tanto, la existencia de las cosas es dependiente de mí, es mi pensarlas» (p. 213) Esta es la parte aceptable. No en cambio, que «las cosas dependen de mí, son pensamientos en el sentido de que son contenidos de mi conciencia, de mi pensar, estados de mi yo» (Ibid.) La génesis del error idealista reside en la transposición acrítica de la vieja idea de substancia a la nueva realidad «pensamiento». El cogito cartesiano no es substancia ni puede ser aprehendido como tal. La reflexión sobre el desajuste entre la concepción tradicional del ser y la naturaleza de la razón, conduce a descubrir una nueva realidad primaria que no es ni el mundo de los cuerpos ni la conciencia que los piensa: «la verdad radical es la coexistencia de mí con el mundo» (p. 214) El ejemplo que pone del teatro aclara bastante:Mientras este teatro sea este teatro, no puede ser un contenido de mi yo (como diría el idealismo).Mi yo no es extenso ni es azul y este teatro es extenso y azul. Lo que yo contengo y soy es mi pensar o ver el teatro.Si existe sujeto existe inseparablemente objeto y viceversa.por tanto: la verdad radical es la coexistencia de mí con el mundo..se trata de una interdependencia, de una correlación, en suma de coexistencia. Es necesario cambiar el sentido del concepto ser. Para la nueva realidad el ser substancia no sirve con sus atributos de independencia y suficiencia. Al contrario: el único ser indubitable que hallamos es la interdependencia del yo y las cosas −las cosas son lo que son para 10

mí, y yo soy el que sufre de las cosas− por tanto, que el ser indubitable es, por lo pronto, no el suficiente, sino el ser indigente.Ser es necesitar lo uno de lo otro. • Definición de la nueva realidad alcanzada: ser es vivir. Lo que no hay que entender por el término «vivir»: no se trata de biología, ni de estructuras corporales o psíquicas (p. 219). Sino de lo siguiente: vida es «lo que somos y lo que hacemos», «vivir es lo que hacemos y nos pasa» (pp 219−220). A partir de esta definición, como punto de partida, nos irá mostrando Ortega los atributos o categorías que caracterizan al vivir humano usando un método consistente en ir complicando una primera definición, haciendo patente lo que estaba implícito en la definición inicial. • Atributo principal de la nueva realidad que es el vivir. Reflexividad de la vida, su carácter de «darse cuenta», o presencia de la vida a sí misma, en suma, su carácter de transparencia: «vivir es, por lo pronto, una revelación» (p. 221).− La tesis inicial de la vida como co−existencia (del yo y el mundo) es reformulada en términos de encontrar y a una segunda definición de vida que es: «encontrarse a sí mismo en el mundo y ocupado con las cosas y seres del mundo» (p. 222). A continuación (p.222) Escrito entre paréntesis, hay una breve digresión sobre el filósofo alemán Martin Heidegger y sobre la prioridad de ideas. • Definición de mundo: ámbito de asuntos que nos afectan (p. 223). A diferencia de lo que pasa en el idealismo, el yo no tiene prioridad sobre el mundo. Ilustración de esa especie de paridad ontológica con la imagen de Heráclito del arco y la lira: cada elemento no es nada por separado, sino el uno por el otro. Pero al mismo tiempo que se necesitan para «ser» se oponen y son trascendentes el uno al otro. −−(Al igual que la pareja de divinidades de Grecia y Roma, los Dióscuros o dii consentes, los dioses unánimes. Parece que hace referencia a Cástor y Pólux, los hijos mellizos de Leda, mujer del rey espartano Tindaréo. Los hermanos fueron inseparables en todas sus aventuras, y cuando Idas, un ganadero, mató a Cástor por una disputa sobre sus bueyes, Pólux quedó desconsolado. En respuesta a sus plegarias en las que pedía la muerte para sí mismo o la inmortalidad para su hermano, Zeus reunió a ambos, permitiéndoles estar siempre juntos, la mitad del tiempo en el submundo y la otra mitad con los dioses en el monte Olimpo. Según una leyenda posterior, Cástor y Pólux fueron transformados por Zeus en la constelación de Géminis o los Gemelos)... • Otros atributos de la vida humana. − A continuación, se añaden más atributos de la vida humana: − Determinación espacio(aquí)−temporal(ahora) de la vida humana. − Forzosidad del mundo con que se encuentra el yo (cabe renunciar a la vida, pero si se vive no cabe elegir el mundo en el que se vive) y la consecuencia dramática que sigue de ello: «náufragos en un orbe impremeditado». Aquí aparece el símil del teatro que ya hemos comentado(p. 224).Términos a tener en cuenta: personaje, situación, decoro, imprevisión (dormidollevado a los bastidores de un teatro y allí, de un empujón que le despierta, es lanzado a las baterías delante del público. AL hallarse allí ¿qué es lo que halla 11

este personaje? Pues se halla sumido en una situación difícil sin saber cómo ni por quéla situación difícil consiste en resolver de algún modo decoroso aquella exposición ante el público que él no ha buscado ni preparado ni previstola vida es siempre imprevista. No nos han anunciado antes de entrar en ella −en su escenario que es siempre uno concreto y determinado−no nos han preparado) − Vivir es tener que interpretar un papel en una situación no prevista, con un mínimo de decoro. Nuestra existencia «... está constituida por una incesante forzosidad de resolver el problema de sí misma (p. 225) − la vida está hecha de posibilidades. Así, la vida se le presenta a cada quien como una mezcla de libertad y fatalidad (p. 226). − Por libre, la vida es decisión: vida es decidir lo que vamos a ser, Uniendo los dos enunciados anteriores llegamos a la tercera definición de vida humana: • Tercera definición de vida humana, que presupone y complica las dos anteriores: vivir es «un sentirnos forzados a decidir lo que vamos a ser» (p. 227).− Ese decidir−se descubre otro atributo de la vida humana que tendrá mucha importancia en análisis posteriores: el de ser la vida proyecto, por tanto, tiempo, temporalidad. Este último rasgo de la vida humana lo desarrolla Ortega en la última lección del curso en los siguientes términos: la vida no está en el tiempo, sino que lo es o lo contiene. Este aserto se entiende a partir de la distinción entre tiempo cósmico y tiempo real interior. El tiempo cósmico sólo es comprensible desde la perspectiva de una sucesión infinita e indefinida de instantes, tiempo liso, como la serie de los números naturales. El segundo tiene un espesor o grosor que complica tres dimensiones en simultaneidad la del presente, la del futuro y la del pasado, por este orden, que es el de su revelación. Nuestra vida está anclada en el instante presente La metáfora del anclaje remite a navegación, movimiento; éste se da en dirección al futuro: vivir es proyectarse hacia delante, un adelante que es siempre incierto y problemático, por lo que esa partida requiere medios en que apoyarme. Esto último es lo que me proporciona mi pasado. Sintéticamente: cuando encuentro en mi pasado los medios para realizar mi futuro es cuando desemboco en mi presente Dominio ontológico del ahora: Ahora es nuestro tiempo, nuestro mundo, nuestra vida. Preocupación y despreocupación en el vivir humano.− La vida como autenticidad y como falsedad. Substantivo: adj. que tiene existencia real, independiente, individual.2.Importante, fundamental, esencial.

12

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.