Pablo de la Torriente Brau regresa

Pablo de la Torriente Brau: “En New York otra vez después de año y medio...”* Ana Suárez Díaz Investigadora P ablo de la Torriente Brau regresa a Nu

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La Nueva Perspectiva de Pablo Michael B. Thompson Grove Biblical Series 26. Cambridge: Grove Books Limited. Ridley Hall. 2002. Traducido por L.A. Jove

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Pablo de la Torriente Brau: “En New York otra vez después de año y medio...”* Ana Suárez Díaz Investigadora

P

ablo de la Torriente Brau regresa a Nueva York diecinueve meses después de haber concluido, en esta misma ciudad, su primer exilio, hacia fines de agosto de 1933. Igual que entonces, volvía como exiliado político. Sólo que en esta ocasión (marzo de 1935), luego de huir de Cuba tras el reciente fracaso de la huelga revolucionaria en La Habana que dio lugar a una actividad represiva posterior, contra los sectores de la oposición participantes en los hechos. Para él en particular, la situación se tornó aún más grave: no se trataba sólo de su comprometimiento con esta acción desde el Comité de Huelga Universitario; sino que coincidía además, que el teniente Powell –enemigo personal suyo desde que su acusación pública y directa como organizador del asesinato de Ivo Fernández y Rodolfo Rodríguez Díaz, hiciera que este fuera sometido

a un Consejo de Guerra– había sido designado jefe del Quinto Distrito del ejército en La Habana, cuestión que sin duda acrecentaba el peligro sobre su vida.1 En esta ocasión Pablo viajó solo, en avión –al que llegó bajo protección diplomática– a la ciudad de Miami, el 16 de marzo, sin que tampoco en este segundo viaje se viera exento de dificultades en los trámites inmigratorios,2 como él mismo revela en su diario íntimo.3 Desde aquí se traslada en ómnibus a Nueva York, donde se reúne con conocidos de su estancia anterior, quienes permanecieron en esta ciudad después de la caída de Machado,4 y allí estuvo por espacio de diecisiete meses. Apenas llegado, se vuelve a oír hablar de Pablo de la Torriente entre los sectores progresistas y de izquierda neoyorquinos, aunque de modo diferente a la primera ocasión, cuando la prensa

* Tomado de “Exilio: Experiencia, entusiasmo y decepción en Pablo de la Torriente Brau”, prólogo del libro de Ana Suárez Díaz, Escapé de Cuba. El exilio neoyorquino de Pablo de la Torriente Brau (19351936), inédito. Se prevé su publicación para el 2006, en ocasión del setenta aniversario de la muerte de Pablo en la Guerra Civil Española, en diciembre de 1936.

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local había reflejado su destierro a España, sobre todo, por tratarse del nieto del ilustre historiador boricua, don Salvador Brau Asencio (1842-1912). 5 También es cierto que llega un Pablo diferente... Durante el año y medio precedente que había vivido en Cuba (c. septiembre de 1933-marzo de 1935) –lapso que en realidad media entre sus dos exilios–, Pablo se había insertado resuelta y activamente, como le era característico, en el proceso de efervescencia política y social que signó la vida pública nacional postmachadista –“Pentarquía”; Gobierno provisional “De los Cien días”; reordenamiento de grupos y partidos políticos; golpe de estado en enero de 1934; huelgas obreras; y la fracasada huelga general de marzo de 1935–, desempeñándose fundamentalmente como periodista. Fue cronista del diario habanero Ahora, de línea radical y autoproclamado en esta, su segunda época, como “Diario de la Revolución”, en cuyas páginas ejerció la denuncia social en favor de sectores obreros y campesinos, destacándose, sobre todo, con su conocida serie “Tierra o sangre”, acerca de las luchas por las tierras del Realengo 18, en la provincia de Oriente; y denunció asimismo, el asesinato de obreros pertenecientes al Sindicato Nacional de Obreros de la Industria Azucarera (SNOIA).6 También entonces había sido colaborador de la revista Masas (1934-1935), órgano de la Liga Antiimperialista de Cuba, muy relacionado con New Masses (1926-1948),7 de Nueva York, y con intelectuales de izquierda de los Estados Unidos; y además había ingresado en la Unión de Escritores y Artistas Revoluciona-

rios (UEAR) “Rubén Martínez Villena”, constituida en Cuba (febrero de 1935) en torno al diario de orientación comunista La Palabra (La Habana, febrero-marzo de 1935), cuyo manifiesto programático daba a conocer que la cultura, concepto que para ellos incluía “la economía, la política y las artes”, se presentaba estrechamente vinculada a los procesos políticos, y de ahí, por tanto, “la disposición de sus miembros de formar en las filas revolucionarias mediante la labor intelectual”. El espíritu que animó esta organización, en favor del “impulso unánime de poner el esfuerzo de artista y de escritor en conexión y servicio del mejoramiento humano”, coincidía, en sentido general con el sentir y la intención que luego convocó al Congreso de Escritores Americanos (Nueva York, 1935),8 donde surgió la Liga de Escritores Americanos, presidida por el destacado estudioso de la América hispana, Waldo Frank,9 y al Congreso de Artistas Americanos (Nueva York, 1936),10 entre otros.11 Estos elementos indican, no sólo que entre 1931 –cuando Pablo ingresa en el Ala Izquierda Estudiantil,12 cuyos miembros ya entonces estaban “plenamente convencidos de la influencia nefasta y omnipotente que el desbordado capital norteamericano ejerce sobre la política cubana”13– y 1935, aquel presupuesto había devenido para él en prisma de reflexión personal hacia un espectro cada vez mayor de la multifacética realidad que constituía entonces su entorno social. Ello había reafirmado su proyección hacia la izquierda revolucionaria radical: “[...] combatir

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de raíz al causante de todos nuestros males: el imperialismo norteamericano”.14 Quizás sea esto una paradoja, pero, por lo que reflejan sus actividades iniciales en este segundo exilio, su antiimperialismo será un importante elemento facilitador para su acogida, actividad y proyección posterior en los Estados Unidos, pues si bien esta ideología era mucho más radical que la de su nuevo contexto, ambas coincidían en su signo político fundamental, y conllevarán a una común posición antifascista ulterior, de manera acelerada. Pablo llega a Nueva York en el momento ideal. A la altura de 1935 en los Estados Unidos, y con fuerza en esa ciudad, estaba en su clímax el importante movimiento progresista anticapitalista radical que venía cobrando cuerpo en el país desde años precedentes, asociado, según especialistas, a la gran crisis económica nacional, y que integraban sectores liberales y de izquierda (comunista y socialista), entre los que Pablo encontró un útil apoyo para divulgar allí la problemática cubana de entonces. No es casual pues, que su primera crónica de denuncia aparezca en New Masses,15 y también una entrevista, en Student Review,16 ambas publicaciones de izquierda de fuerte tendencia comunista entonces. Además, fue gracias también al apoyo de organizaciones liberales y progresistas como la Foreign Policy Association, el International Committee for Political Prisoners y el Committee on Cultural Relations with Latin America –que ya habían incluido el tema de Cuba en su agenda, desde la experiencia del exilio cubano

antimachadista precedente con que se vincularon (1930-1933)–; y la American Civil Liberties Union, además de la Liga Antimperialista de las Américas (LAI); el Partido Comunista de los Estados Unidos (PCEU); e intelectuales como Charles Thomson,17 Roger Baldwin, 18 Carleton Beals,19 Waldo Frank, James Ford 20 y Joseph Freeman,21 entre otros, que Pablo inicia su campaña de denuncia de la represión que siguió al fracaso de la huelga en Cuba, y en favor de los compañeros que permanecían presos en la isla. Sus gestiones, con el apoyo de otros exiliados, dieron lugar a que se constituyera además, en 1935, el Provisional Committee for Cuba, 22 vinculado al Partido Comunista; se emitieran documentos de apoyo a la causa cubana por organizaciones sociales, estudiantiles y femeninas; y aun el envío de un grupo de periodistas a Cuba para investigar el régimen de torturas que siguió a la huelga fracasada.23 De esta época también son sus conferencias y vehementes discursos en el cubano Club “Julio Antonio Mella”,24 que impactaron tanto a quienes lo conocieron entonces, que todavía muchos años después de su muerte, la emigración neoyorquina le recordaba como: “[...] el mejor orador, el más exaltado [...] [el que] hacía un discurso que convencía a cualquiera”.25 Pero nada de esto daba dinero, y Pablo era de los exiliados que debían procurarse el sustento.26 Desde un inicio intentó, sin éxito, publicar su entonces manuscrito Presidio Modelo,27 y también albergó la esperanza de abrirse paso con sus cuentos,28 pero pronto terminó ante la alternativa reservada entonces a los inmigrantes

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hispanos: fue camarero –ni siquiera fijo– en el club neoyorquino El Toreador29 y el Harvard Club. Ante esta inestabilidad, y periodista de oficio, se le ocurrió que podía escribir crónicas para las revistas habaneras Bohemia y Carteles, con la esperanza de ganarse la vida. Envió siete crónicas de acontecimientos locales con este propósito, pero de ellas sólo se publicaron tres en Bohemia, 30 dos a la firma de “Carlos Rojas”,31 para conservar su anonimato: “La bolita, racket de moda en Nueva York”32 y “El Normandie no es francés”;33 y “Guajiros en New York”, esta última a su firma.34 La prosa siempre “filosa” de Pablo, plagada de hipercriticismo y alta politización, y sus temas comprometedores para La Habana –sobre cuyas publicaciones pendía de manera permanente la amenaza de suspensión o censura– obstaculizaron este empeño.

La Organización Revolucionaria Cubana Antiimperialista (julio de 1935-julio de 1936) El exilio que se estructura en los Estados Unidos luego del fracaso de la huelga de marzo de 1935 adquirió esencialmente la conformación del movimiento de izquierda cubano de entonces –con proyectos programáticos propios y diversos–, y se observa estructurado por grupos y/o representantes en el exilio de partidos y organizaciones con sede en la isla: Partido Aprista de Cuba (PAC), Partido Revolucionario Cubano Auténtico (PRC-A), Partido Agrario Nacional (PAN), Partido Comunista de Cuba (PCC), Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), Organización

“Joven Cuba” (JC), e “Izquierda Revolucionaria” (IR). Es en este contexto que surge la Organización Revolucionaria Cubana Antiimperialista (ORCA), y su Delegación Central Fundadora, en julio de 1935 que, en sentido exactamente opuesto a las restantes, había sido constituida y radicaba en Nueva York, y creó una Subdelegación Central en La Habana, encargada de constituir delegaciones en otras ciudades cubanas, con el propósito de que llegada la oportunidad, o sea, un levantamiento popular, en ella se fundirían la Delegación neoyorquina; y la de La Habana, y entonces encabezaría la lucha revolucionaria en el país. En esta ocasión, en el exilio se erigieron además, como órganos independientes, “Asambleas de exiliados” en Tampa; Miami y Nueva York que representaban la voluntad de la masa exiliada que reunían independientemente de filiaciones políticas y con capacidad y personalidad para convocar, tomar acuerdos, emitir documentos, etcétera.35 Aun así, y según el testimonio del propio Pablo, ya desde fines del mes de marzo de 1935, existía consenso entre algunos exiliados en Nueva York –Aureliano Sánchez Arango, Porfirio Pendás, Raúl Roa, Carlos Martínez, Manuel Guillot y Víctor Amat–, además de él mismo, respecto a la necesidad de adoptar una postura ante los problemas de la revolución en Cuba, aunque no todos compartían iguales criterios sobre la llamada “estrategia revolucionaria” que seguirían: criterios divergentes36 en buena medida asociados a la idea de que la desunión de estos mismos grupos en Cuba había

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sido determinante en el fracaso de la reciente huelga revolucionaria. Algunos de ellos finalmente integraron la Joven Cuba, otros el Partido Revolucionario Cubano (Autenticos), con sede en México ambos, y otros, Raúl Roa, Carlos Martínez, Alberto Saumell, Álvaro Soto y Pablo de la Torriente constituyeron la Organización Revolucionaria Cubana Antiimperialista el 22 de julio de 1935, en reunión celebrada en el apartamento 2, del 612 W de la calle 135, en Manhattan. Allí se eligió a Pablo Secretario General, y desempeñó el cargo hasta mayo de 1936.37 En los Estados Unidos esta organización tuvo filiales además, en Filadelfia, Tampa y Miami, todas de breve existencia. Las circunstancias apuntadas hicieron de este exilio político, que se extendió hasta fines de 1936 para la mayoría, y para los más cautelosos hasta 1938 o aun 1939, una experiencia particularmente compleja, al tiempo que marcada, en su aspecto político, tanto por el sentimiento de la derrota como por el ansia de alcanzar la unión de todos los grupos y partidos cubanos allí representados, por vías diferentes. El lema de ORCA, cuyos fundadores procedían originalmente de la línea radical que había representado el Ala Izquierda Estudiantil (1931)38 en Cuba, ideología marxista y antiimperialista que impregnaron a la nueva entidad, era “Contra el Imperialismo. Por la Libertad de Cuba”, y su propósito explícito: “Luchar por la liberación de Cuba, atacando los males por su base”. Su línea programática, dada a conocer en su Manifiesto Inicial o de Constitución,39 convocaba al Frente Único a todos los

sectores y agrupaciones revolucionarias en el exilio, y a adoptar un programa mínimo como estrategia adecuada para lograr la unión revolucionaria. Esta línea política fue acatada por unanimidad hasta aproximadamente abril-mayo de 1936, cuando surgieron en el seno de la propia organización, y en el proceso preparatorio de la Asamblea de Miami (julio de 1936), criterios divergentes al respecto. Bajo auspicios de la Delegación Central Fundadora de Nueva York de ORCA, surgió en esa ciudad el Club “Martí”40 en octubre de 1935, con la misión de “[…] movilizar a mucha gente, aislada hasta ahora de los problemas de Cuba por haber carecido de todo contacto eficaz”41 y se publicó el periódico Frente Único, en el que aparecen más de treinta textos (trabajos y notas) de Pablo,42 destinado a circular en Cuba, y del cual se editaron tres números (octubre y noviembre de 1935 y enero de 1936) que se introdujeron en el país clandestinamente.43 Pablo fue el alma de ambos, y gracias a su perpetuo batallar, la organización mantuvo una vida pública relativamente activa: mítines, actos públicos, conmemoraciones, reuniones de exiliados, etcétera, y fue conocida y reconocida sobre todo por sectores populares, liberales, de izquierda e hispanos, de esa ciudad.

Pablo, líder en la comunidad hispana de Nueva York Fue su responsabilidad al frente de ORCA en Nueva York, su voluntad de trabajar por un mundo mejor, y su carisma personal, por otra parte, lo que llevó a Pablo a vincularse con otros

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sectores hispanos y populares de la comunidad y a desplegar un programa de actividades públicas de cierta relevancia, lo que lo llevó a ser reconocido como líder indiscutible –que fue– entre los exiliados cubanos. Son conocidas sus actividades en los clubes “Julio Antonio Mella” y “Martí”, y también en la Mutualista Obrera Mexicana; los mítines en la Asociación Antiimperialista Puertorriqueña de Brooklyn y en el Club Obrero Español, así como sus vínculos estables con la Foreign Policy Association, The Committee on Cultural Relations with Latin America; y la sección de Harlem del Partido Comunista de Estados Unidos, y el Provisional Committee for Cuba, entre otras.44 Tuvo también a su cargo los mensajes de adhesión a la Conferencia anual de la Sección Británica de la Liga contra el Imperialismo,45 y al Congreso de Estudiantes Americanos, donde ORCA estuvo representada por Carlos March.46 En más de una ocasión apeló Pablo al apoyo del pueblo de los Estados Unidos en favor de los intereses del pueblo cubano, actividad característica en el exilio que le antecedió, y continuada también en la experiencia inmediata posterior a esta suya.47 Resultó electo para presidir el Comité Hispanoamericano de New York Pro Primero de Mayo (Día de los Trabajadores) de 1936,48 que según testimonio de la época, fue su mayor logro político de entonces haber “[…] sentado un precedente único en la historia sindical de la ciudad: que desfilaran unidos, en un grupo apretado de veintiún países, trabajadores todos de la América Hispana”.49 Por otra parte, y quizás de mayor importancia, además del calor del trabajo

político que debió desplegar para dar curso al programa de la organización dirigida por él, dedicó también bastante atención a la reflexión profunda en torno a fenómenos y problemas que confrontaba la revolución en Cuba en aquel momento, sus hombres, proyección, complejidades y posibilidades, así como a otros aspectos a los cuales le obligaba la propia dinámica política de los organismos revolucionarios representados en los Estados Unidos y sus actividades, entre ellos, la propia ORCA; y también a aspectos relacionados con la estrategia futura del movimiento revolucionario cubano. Su debate político más sobresaliente de este momento fue la defensa de su tesis del Frente Único de organizaciones y partidos revolucionarios como estrategia de lucha adecuada para este movimiento de entonces, frente a la propuesta de integración de todos los sectores en un llamado Partido Único, solución para él no viable ideológica ni funcionalmente, y tema al que se refiere en numerosos documentos.50 Sus reflexiones, resultado de experiencias personales y de la observación del entorno, dieron lugar a varios documentos donde de manera casuística Pablo anticipa un valioso cuerpo de ideas en materia de estrategia y táctica revolucionarias –entonces estrictamente personales–, pero que veremos reaparecer años más tarde como estrategias del movimiento revolucionario insurreccional de la década de 1950. Ante todo, llegó a ser en este momento un convencido de que la revolución51 no podía ser sino un fenómeno de masas y no resultado de actividades putschistas, pues ningún

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grupo aislado podría lograrla así. Pensó además que el método efectivo para la toma del poder político para la revolución en el caso cubano, era el de un levantamiento insurreccional armado y popular generado por un golpe efectivo, no sólo ni obligadamente una expedición armada que le sirviera de detonante dentro del país. Asimismo, que este movimiento revolucionario tenía que ser autofinanciado, pues sus fondos no podían ser resultado de asaltos, robos o secuestros y por último, sin duda el más premonitorio y personal en la época, que la revolución, lejos de establecer alianza con el ejército tradicional tendría que destruirlo para lograr éxito en sus objetivos. Observador agudo como era, se percató antes que todos del auge creciente del militarismo52 que en torno a la figura de Fulgencio Batista,53 comenzaba a operarse en Cuba, y casi seguro debió ser el primero en llamarlo “dictador” (1935). 54 Ya entonces Pablo estaba absolutamente convencido de que en algún momento, el pueblo cubano se vería obligado a enfrentarse a su ejército nacional; y quizás esta haya sido la idea fundamental y decisiva que le impulsó a viajar a España, en 1936, cuando allí recién comenzaba un enfrentamiento popular de esa naturaleza. Esta era la experiencia que quería vivir en favor de una perspectiva revolución en Cuba; y fue la idea que defendió con sus interlocutores quienes, casi sin entenderlo y mucho menos compartir sus criterios, reclamaban su presencia en La Habana, con la vehemencia que le caracterizaba, según muestran sus cartas.

Pablo, corresponsal de New Masses en España Convencido Pablo de que la revolución en Cuba era un ideal aplazado y unido esto a su incapacidad material para sostener el club y el periódico, más el traslado de la mayoría de los exiliados neoyorquinos al Sur –en perspectiva estaba la amnistía que garantizaría el regreso a Cuba–, el efervescente clima revolucionario que llevó a Nueva York la Guerra Civil Española (1936-1939), sobre todo entre los clubes hispanos, influyó para que Pablo, miembro ya entonces del Comité Antifascista Español,55 decidiera trasladarse a los escenarios de esta guerra, y lo consiguiera gracias a los múltiples esfuerzos que revelan sus papeles personales.56 El 28 de agosto de 193657 logró embarcar desde esta ciudad, por el muelle 88, y a bordo del vapor Ile de France, vía Bruselas, como corresponsal de esta contienda para las revistas New Masses y El Machete (México), partida que registró Teté Casuso: Aún recuerdo aquella mañana en que se marchó. Con su traje único, flamante, recién planchado, como para un gran viaje. Con la maleta casi vacía, y su hermoso corazón lleno de esperanza. Aún recuerdo cuánto luchó por conseguir peso a peso el escaso dinero con que se iba en tercera clase. [...] llevaba la cara serena, firme, seguía teniendo en pie de nuevo, su entusiasmo por un mundo mejor”.58 Llegó a Madrid el 24 de septiembre, luego de haber participado en el Congreso por la Paz en Bruselas y pasar por Barcelona. A partir del día siguiente es

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que comienzan a fecharse sus cartas conocidas, enviadas desde aquel escenario, y convertidas posteriormente en la sección “Cartas desde España” de su libro Peleando con los milicianos.59 Hasta ahora, nada había movido el interés por conocer qué publicó en definitiva New Masses de su corresponsal en España, aunque se sabía, por esta misma correspondencia,60 que algo había aparecido. Al revisar New Masses, vimos que aquí se publican dos crónicas, a la firma de Pablo de la Torriente: “Polemic in the Trenches” (Polémica en las trincheras)61 y “Last Dispatch” (Último despacho).62 Pero aun así, se desconocían tanto la relación entre estas cartas españolas y la revista de Nueva York; como la versión definitiva –en inglés, claro– con que aparecieron las informaciones que Pablo enviaba desde el frente, trabajos que, si bien prolongaban su presencia en Nueva York, no aclaraban la relación carta-artículo. La clave de este “enigma” estaba en aquella correspondencia española que más allá de sus enunciados, y de no definir con exactitud su destinatario directo, trasluce un evidente sentido de “carta abierta” que permite saber la intención con que fue redactada y el destinatario inmediato, sin duda, radicaba en Nueva York, y se relacionaba con Joseph Freeman y Walter Reed, cronistas de New Masses: Madrid, 25, 9, 36. [...] Te he mandado ya desde París y Barcelona –excluyendo una crónica desde Bruselas– seis trabajos. Aún tengo material para varios más, de lo que recogí en Barcelona [...]

[...] Te escribo a ti y no a Freeman o a Reed, porque considero que estás más despreocupado que ellos y podrás contestarme con mayor facilidad toda clase de instrucciones. Por ello, hoy mismo te mando mi mejor dirección aquí. [...] Di, pues, en New Masses, que espero toda clase de instrucciones. Pero que espero trabajando, como es natural. Pienso que después aquí podré desarrollar una actividad mucho más interesante que desde Barcelona.63 Pocas semanas después, el 21 de octubre, Pablo le reitera a su destinatario en los Estados Unidos: A partir de hoy dada la importancia del momento histórico que estamos viviendo te escribiré todos los días mi impresión constante de los sucesos y del ánimo popular, a fin de que Freeman y Reed, tengan material suficiente y lo más fresco posible. Esto aparte de las crónicas y entrevistas.64 Fue una breve nota del escritor Carlos Montenegro 65 acerca de estas cartas de Pablo, en 1939,66 lo que nos reveló que estaban destinadas a su amigo Jaime Bofill, el obrero cubano de Nueva York que había sido su traductor en los primeros tiempos de este último exilio,67 quien obviamente había quedado encargado de hacer llegar sus envíos, no sólo a New Masses, también a los múltiples destinos finales que Pablo le indica.68 La muerte de Pablo fue dada a conocer en Nueva York también en New Masses. Eso pretendía ser la crónica –no exenta de cierto aire sensacionalista– titulada “Last Dispatch”, que si bien

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decía ser entonces el último despacho “recibido” en la revista y que como tal y retraducido al español fue publicado por El Nacional, de México, con el título “El último mensaje”,69 versión que a su vez íntegra y textualmente reproduce Bohemia, en La Habana,70 no era el último despacho “escrito” por Pablo de la Torriente, puesto que existen dos cartas posteriores: una del 28 de noviembre y otra del 13 de diciembre –escasos días antes de morir– incluidas ya en Peleando con los milicianos, desde su primera edición (1938). La absoluta incomunicación de estos meses españoles debió haber pesado, indudablemente, sobre la obra escrita. El disgusto de Pablo, y cierto desánimo, se hacen evidentes en la última carta conocida (13 de diciembre de 1936); en realidad, su verdadero “último reporte” a New Masses: [...] como no he recibido aún ni una línea de ustedes bien puedo permitirme escribir cuando buenamente pueda. No sé a qué atribuir esto. Quisiera tener una noticia concreta en algún sentido y no se me oculta que de una forma u otra, si tienen interés, bien han podido hacerme llegar noticias de ustedes. Y no me gusta escribir por el gusto de hacerlo [...] Sin embargo, para que nunca se pueda decir que no cumplo con lo [que] se me encomienda les seguiré escribiendo [...] hasta que no reciba instrucciones en contrario o hasta que materialmente me sea imposible hacerlo.71 La brevedad de la estancia de Pablo en España, que no llega a cuatro meses, y por tanto no rebasa, a pesar de la intensidad con que los vivió, la ex-

ploración inicial de aquel escenario, hacen de su etapa neoyorquina, que cubre diecisiete de sus últimos veintiún meses de vida, un momento culminante de su itinerario político-revolucionario: la revelación de su más acabada y multifacética personalidad..., la nueva perspectiva que avala su reconocimiento como una de las más agudas y sagaces personalidades políticas del movimiento revolucionario –y de su exilio político–, que haya generado el mayor conflicto social de la primera mitad del siglo XX cubano, la Revolución del Treinta. Notas 1

Pablo había sustentado su denuncia en el testimonio de Reinaldo Balmaseda, que resultó herido en los hechos, a quien entrevistó en el hospital de Emergencias, en La Habana. Durante la vista, sin embargo, este se retractó. Powell quedó libre; y desde allí mismo Pablo, quien presenciaba la vista entre el público, escuchó el siguiente comentario: “¿Y ahora, dónde mete la cabeza el periodista ese?”. Testimonio de José Antonio Portuondo en: Pablo de la Torriente, comisario político. Santiago (Santiago de Cuba) (23):9-24; sept. 1976. 2 En su exilio anterior Pablo, y su esposa Teté Casuso, quien le acompañó en aquel viaje, quedaron retenidos en el centro de detención de Ellis Island durante varios días. Finalmente se autoriza su entrada en los Estados Unidos (en Nueva York), el 26 de mayo de 1933. 3

Hoja correspondiente al 20 de marzo de 1935. Torriente Brau, Pablo de la. Páginas escogidas. La Habana: Impresora Universitaria André Voisin, 1973.

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Gerardo Machado Morales (1873-1939). Veterano de la Guerra de Independencia y miembro del Partido Liberal. Ocupó la presidencia de Cuba entre 1925 y 1933. 5

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La Prensa (New York) 22 May 1933.

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Este tema aparece en Confederación (La Habana) 17 mar. 1934. Hernández Otero, Ricardo. “Un prólogo en cuatro puntos”. En: Torriente Brau, Pablo de la. Testimonios y reportajes. La Habana: Eds. La Memoria, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2001. p. xxiii. Aquí se reúne una importante muestra de sus trabajos de denuncia político-social. 7 Desde 1930 New Masses (New York) fue un órgano de “trabajadores con conciencia de clase e intelectuales revolucionarios del país”; de tendencia marxista en materia de política y literatura, y abierta a la crítica y la polémica. Alcanzó mayor publicidad hacia 1934 y en 1935, llegó a la tirada récord de 25 000 ejemplares. Hacia 1936 se orientó fundamentalmente hacia la Guerra Civil Española y la creciente amenaza del fascismo internacional. 8

Pablo fue invitado a participar en este Congreso, pero no asistió por encontrarse enfermo. Torriente Brau, Pablo de la. Cartas cruzadas / Comp., notas y pról. Víctor Casaus. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1981. p. 49.

Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura celebrado en España a mediados de 1937. En este último, que tuvo lugar después de muerto Pablo, se le rindió homenaje por todos los allí reunidos, y Juan Marinello, presidente de la delegación cubana (integrada además por Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez, Nicolás Guillén y Leonardo Fernández Sánchez), y en representación de las delegaciones hispanoamericanas asistentes, le invocó en la sesión de clausura: Las delegaciones hispanoamericanas en este Congreso me han hecho su representante ante este Pleno [...] Ellas dicen por mi boca que entienden y miden el tamaño de su compromiso y que lo aceptan. Así será, camaradas. Lo prometemos fijo el recuerdo en un hombre que por escritor, por español, y por Hispanoamericano, y por héroe, merece y exige nuestra mejor palabra y nuestra más comprometida decisión; fijo nuestro corazón en un cubano cuyo nombre, grabado en las paredes de esta sala, es orgullo y deber: Pablo de la Torriente Brau, camarada intachable en los mejores días de la lucha, camarada ejemplar ahora en su presencia sin mudanza, camarada guiador en el alba que ya apunta.

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Waldo Frank (1889-1967). Periodista, novelista y crítico. Visitó a Cuba en 1929, como parte de un periplo latinoamericano, y aquí trabó amistad estrecha con los editores de la Revista de Avance, y su grupo. Ya entonces había publicado Our America (1920); The New America (1922). Ese año apareció su The Re-Discovery of America; An Introduction to a Philosophy of American Life (1929), y más tarde, America Hispana, a Portrait and a Prospect (1931), algunos títulos de su muy extensa bibliografía sobre el tema. 10

La propuesta de Pablo como representante cubano a este Congreso fue Antonio Gattorno, entonces radicado en esa ciudad. En Cuba Gattorno había decorado con una pintura mural el salón donde fueron veladas las cenizas de Mella, en 1933, y había sido miembro también, junto con Fernando Boada, su otra propuesta, en 1935, de la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios (UEAR). 11

Con esta misma perspectiva se efectuó el Congreso de Escritores Mexicanos, convocado por la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) en México (enero de 1937), y el II

Dos discursos de Juan Marinello al servicio de la causa popular. París: Comité Ibero-Americano, 1937. p. 8. 12

Ala Izquierda Estudiantil (AIE). Organización revolucionaria de estudiantes, de marcada postura antiimperialista (f. 1931). Surge, en esencia, a causa de discrepancias con la ideología y estrategia mantenida por el Directorio Estudiantil Universitario (DEU) después de los sucesos del 30 de septiembre de 1930; los elementos más radicales optan por agruparse en esta nueva organización. Publicó su órgano Línea y quedó disuelta, en favor de la creación de un organismo estudiantil unitario, en octubre de 1937. 13

Torriente Brau, P. de la. “105 días presos”. Op. cit. (6). p. 80. 14

Ídem.

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Torriente Brau, Pablo de la. I Escaped from Cuba. New Masses (New York) 2 April 1935.

16

_______. Cuban Refugee Speaks. Student Review (New York) Apr. 1935. Órgano de la New York Student League.

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Periodista y especialista en asuntos latinoamericanos de la Foreign Policy Association. Fue el Secretario de la Comisión de Asuntos Cubanos que estudió la situación cubana en 1934, y luego publicó su informe bajo el título de Problemas de la nueva Cuba (Nueva York, 1935). 18

Director de la American Civil Liberties Union.

ello– recibían un estipendio de estas, otros, recibían dinero de sus familias en La Habana, o eran suficientemente solventes como para correr con sus propios gastos. Pablo no estaba en ninguna de estas situaciones, ni su estatus inmigratorio le permitía aspirar legalmente a un permiso de trabajo. De ahí que tuviera que mover su imaginación para ganarse la vida.

19

Carleton Beals (1893-1957). Periodista y escritor liberal, asociado a la Foreign Policy Association, y al Provisional Committee for Cuba. Visitó a Cuba en 1933, y luego publicó su conocido libro The Crime of Cuba (Philadelphia, 1933), acompañado de un breve ensayo fotográfico del afamado Walker Evans. 20

James Ford (1893-957). El más prominente líder comunista negro de la década de 1930; jefe de las actividades del Partido Comunista en Harlem. Viajó a Cuba en 1934 para asistir, en representación de la Internacional Sindical Roja y el Partido Comunista de los Estados Unidos, al sepelio de Rubén Martínez Villena (18 de enero de 1934).

27

El libro da a conocer anécdotas de sus etapas de preso político en el Presidio Modelo de la antigua Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud). No obstante, su primera edición es la de La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1969. 28

Al parecer Pablo coincide con Langston Hughes (1902-1967), talentoso joven intelectual negro entonces, en las actividades de organizaciones de izquierda locales, y de ahí el ofrecimiento de este de traducir dos de sus cuentos. Torriente Brau, P. de la. Op. cit. (8). p. 57. No se localizó la edición del volumen dedicado a cuentistas cubanos y mexicanos al que Pablo hace referencia.

21

Joseph Freeman (1897-1965). Intelectual comunista, coautor con Scott Nearing de La diplomacia del dólar (1925) y fundador y coeditor, con Mike Gold, de la revista New Masses. 22

Comité Provisional Pro-Cuba, constituido en 1935. Su Secretario fue Conrad Komorowsky. 23

En 1935 viajó a La Habana una delegación de intelectuales progresistas y de izquierda norteamericanos, encabezada por Clifford Odets, interesada por conocer el régimen de encarcelamiento que los exiliados de Nueva York venían denunciando. En definitiva, se le prohibió la entrada al país; quedaron varados en el entonces centro de detención de Triscornia, en La Habana, y luego fueron devueltos a los Estados Unidos. 24

Fundado hacia fines de la década de 1920, y con sede en el 1413 Fifth Ave., 116 St., Harlem hispano.

29

Ubicado en el barrio de Harlem. Aquí conoce a Joseph Freeman. Ibídem, pp.128, 184-185. 30

No se publicaron entonces “Dyckman Oval: Meta para los atletas cubanos” (1935); “Edgard Allan Poe, el extranjero” (1935); “Un Polo Ground Cubano en New York” (1936) y “Repercusiones de la Revolución Española en New York” (1936). 31

Nombre utilizado por Pablo para ocultar su identidad. 32

Aparece publicada como “La Bolita en New York”. Bohemia (La Habana) 5 mayo 1935, pp.16-17, 79-80. 33

Publicado como “La llegada del Normandie”. Bohemia (La Habana) 23 jun. 1935, pp.13, 5153.

25

34

En Bohemia (La Habana) 21 jun. 1936, p. 11. Por este trabajo Pablo recibió, póstumamente, el premio de periodismo “Justo de Lara”, en La Habana.

230-231).

35

Esta fue una práctica efímera y poco efectiva.

Testimonio de Julián Mesa, emigrado cubano en Nueva York, y personaje central de la novela testimonial de Miguel Barnet La vida real (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1986. pp. 26

Los enviados al exilio por sus organizaciones respectivas –las que disponían de fondos para

36

“Agrupados por lazos sentimentales, por el exilio, por la sangre, en New York se borraron un

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poco las distancias, las viejas heridas... Pero siempre, latentes o activas, pugnaban entre muchos, ideas opuestas. Que a veces estallaban, creando enojosas y complicadas situaciones, reviviendo antiguas querellas”. Casuso, Teresa. Los ausentes. México D.F.: Ed. Revolución, 1944. p. 237. 37

En este momento la Secretaría General se traslada a los compañeros del Sur, tomando en consideración que existía allí una mayor concentración de cubanos. Este cargo lo ocupa en lo adelante el doctor Gustavo Aldereguía.

Torriente Brau, P. de la. Op. cit. (8). p. 287. 49

Casuso, T. Op. cit. (36). p. 35.

50 Ver sus trabajos sobre Antonio Guiteras y Carlos Aponte, y las secciones “Asambleas de exiliados”, “Tesis política de ORCA” y “El trabajo con los exiliados termina”, en Escapé de Cuba... 51

Fue redactado por Raúl Roa en Nueva York, y lleva fecha, agosto, 1935. Fondo Salvador Vilaseca. Instituto de Historia de Cuba, La Habana.

Debe advertirse que en la época, el concepto “revolución” era utilizado por todos los sectores de la oposición, tanto en el lenguaje común como en sus programas partidistas. No obstante, para cada uno de estos el término tenía significación y alcance diferentes, no siempre precisados: “la revolución de los sargentos”, “la revolución agrario-antiimperialista”, “la revolución auténtica”, etcétera.

40

Este club, siempre inestable, tuvo dos sedes: primero, la del 15-17 Hamilton Place, a la altura de la calle 137 y Broadway, del West Side en Maniatan, y la segunda en el 477 W de la calle 144, entre Amsterdam y Convent Aves., zona de Harlem, también en la parte alta de Manhattan.

52

41

53

38

Ver nota 11.

39

Carta de Pablo (30 de noviembre de 1935) a Ramiro Valdés Daussá (a. Luis). Torriente Brau, P. de la. Op. cit. (8). p. 168. 42

La colección de estos trabajos aparecerá por vez primera con Escapé de Cuba... 43

Se conservan en el Fondo Salvador Vilaseca, Instituto de Historia de Cuba, La Habana.

44 A ello se dedican las secciones “He fracasado” y “Pablo, líder de la comunidad hispana en New York”, en Escapé de Cuba... 45

Leonardo Fernández Sánchez representó a ORCA, al Club “Martí”, y a todas las organizaciones de habla hispana de Nueva York, en el Congreso contra la Guerra y el Fascismo (Tercero), celebrado en Cleveland, Ohio, en enero de 1936. 46

Frente Único (New York) (3):16.

47

Nos referimos a los primeros exilios cubanos en los Estados Unidos, en el siglo XX, que alcanzan momentos relevantes entre 1930-1933; 19351936 y 1956-1958. 48

Carta de Pablo de la Torriente a Raúl Roa, de 20 de abril de 1936.

En realidad, el militarismo constituía en la época uno de los ingredientes del nuevo diseño hegemónico de los Estados Unidos (Roosevelt, 1933) hacia Cuba, cuya puesta en práctica coincidía, entre otros factores, con la abolición de la Enmienda Platt (1934). Fulgencio Batista Zaldívar (Banes, c.18991901-Marbella, España, 1973). Ascendió de sargento-taquígrafo a coronel y jefe del Ejército, por designación, el 4 de septiembre de 1933, en el contexto de coyunturas favorables, y a propuesta de Sergio Carbó, uno de los cinco miembros del gobierno colegiado conocido como Pentarquía que entonces gobernó el país efímeramente (4-10 de septiembre). En lo adelante, y hasta 1958, cuando huyó del país, fue siempre el “hombre fuerte” de los gobiernos nacionales y aliado incondicional de los Estados Unidos. 54

Durante este exilio Pablo escribió dos trabajos sobre Batista: “Batista, radiografía de un dictador” (c. abril-mayo, 1935) y “Elogio póstumo del coronel Batista” (c. octubrenoviembre, 1935). El primero se publicó originalmente –después de hallarse una copia sin título entre sus papeles personales–, en Lunes de Revolución (La Habana), Suplemento Literario del periódico Revolución, el 11 de enero de 1960. Necesitado de un título para esta ocasión, se dice, se le adjudicó el de “Este es Fulgencio Batista”, con el que se identifica hasta el día de hoy. En nuestro libro optamos por restituirle el título

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con que Pablo se refiere a él en su correspondencia (Op. cit. (8). p. 56) –no publicada hasta 1981–, no sólo por ser su título real, sino porque en él queda explícito, sin lugar a dudas, su connotación conceptual respecto a este personaje. El segundo trabajo, destinado a Three Americas (Ciudad México), publicación del Committee on Cultural Relations with Latin America, apareció en su número correspondiente a enero-febrero de 1936. 55

Desde España Pablo se mantuvo vinculado a este Comité Antifascista de Nueva York al que enviaba informes especiales. Torriente Brau, Pablo de la. Peleando con los milicianos / 1ra. ed. México: Editorial México Nuevo, 1938. pp. 19, 27, 125.

62

New Masses (New York) 26 Jan. 1937. Un trabajo elaborado en la redacción a partir de fragmentos de dos de sus cartas: las correspondientes al 17 y 21 de noviembre, de 1936.

63

Sección “Cartas desde España”. En: Op. cit. (55). p. 15. 64

Ibídem, p. 22.

65

Autor de Tres meses en las fuerzas de choque (División Campesino). La Habana: Editorial Alfa, 1938. 66

Montenegro, Carlos. “Pablo y sus cartas”. Noticias de Hoy (La Habana) 8 en. 1939. 67

56

_______. Op. cit. (8). pp. 409-430.

57

Esta salida se anuncia en el diario La Prensa (New York), en la sección “Notas del puerto”, los días 25-28 de agosto de 1936 en la página 8. 58

Casuso, T. Op. cit. (36). p. 264.

59 Peleando con los milicianos ha tenido tres ediciones: la primera, en México (1938), la segunda (incompleta), en La Habana (1962) y la tercera, en Barcelona (1980), copia fiel de la original de 1938. Hemos trabajado con la primera edición. 60

Torriente Brau, P. de la. Op. cit. (55). p. 83.

61

New Masses (New York) 8 Dec. 1936. Versión de su conocida “En el parapeto. Polémica con el enemigo”.

Al morir Pablo, Jaime Bofill viaja a España y ocupa el puesto que la muerte de su amigo dejó vacante: Comisario Político del Batallón de Valentín González (Campesino). 68

A México, Costa Rica, Ecuador, Cuba; y para el Partido (Comunista), dice Pablo, “[…] utilízalo todo siempre que pueda o haga falta”. Torriente Brau, P. de la. Op. cit. (55). p. 16. 69

8 de febrero de 1937.

70

14 de marzo de 1937.

71

Torriente Brau, P. de la. Op. cit. (55). p. 91.

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