Pacifismo Cristiano. A. Di Franca

Pacifismo Cristiano A. Di Franca Copyright © 2006 Asociación General, Sociedad Misionera Internacional de los Adventistas del Séptimo Día, Movimient

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A un intelectual cristiano
A un intelectual cristiano Autor: Carlos Saura Garre [email protected] Usted es una de esas personas especiales: alto nivel intelectual, brillant

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Pacifismo Cristiano A. Di Franca

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CONTENIDO Introducción (7) I.

“No resistáis al que es malo” (9)

II.

La esclavitud y la guerra civil (33)

III.

La Nación (115)

IV.

La Rebelión (123) Citas (143) Bibliografía (155)

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INTRODUCCI NTRODUCCIÓN Después de siglos de tinieblas espirituales, durante los cuales varios movimientos reformatorios hicieron sentir su voz, en la Edad Moderna un movimiento fue llamado a la existencia para llevar al mundo un mensaje de reavivamiento. Se trata del Movimiento Adventista, que se caracteriza por la fe en el hermoso anuncio del próximo regreso de Cristo, y por el respeto de los mandamientos. Entre los pioneros, muy pronto (1844) se comprendió, en su verdadero significado, el cuarto mandamiento que establece el séptimo día y no el primero como día santo de reposo, y se comenzó a observarlo. Este detalle se transformó en un verdadero distintivo que algunos años más tarde, en 1860, permitió a la comunidad asumir la denominación de “Adventistas del Séptimo Día”. La luz divina sobre los mandamientos no debía limitarse a uno solo de ellos. Después del día de reposo, había gran necesidad de aclarar el mandamiento: “No matarás”, PACIFISMO CRISTIANO

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principio sagrado que establece el respeto a la vida y la dignidad humana, y que se encuentra tan entenebrecido en el mundo cristiano. Para hacerlo, el Señor se sirvió de la Guerra Civil Americana que estalló el 12 de abril de 1861, debido al problema de la esclavitud y se extendió hasta el 9 de abril de 1865. Fue en estas circunstancias difíciles que la iglesia fue llamada a tomar una posición sobre el problema del derramamiento de sangre, del servicio militar, del porte de armas, de la presencia en el ejército y del valor que se debe atribuir a las leyes del estado cuando están en conflicto con la Ley de Dios. ¿Cuál fue la posición tomada entonces por los pioneros adventistas? ¿La misma que la actual? En el pueblo adventista hoy día hay mucha confusión, hay quienes sostienen una tesis y otros otra. Con frecuencia, de distintos lugares se hace ver la urgente necesidad de aclarar este asunto.

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I. “No resistáis al que es malo”

El problema de la violencia El mundo es un espiral de violencia. En las calles, en las escuelas, en los lugares públicos y hasta en la propia casa no se puede estar ya seguro de poder vivir sin ser molestados. Los hombres y las mujeres, los ancianos y los jóvenes o niños, están todos bajo el riesgo de la violencia. ¿Cómo es posible salvarse? ¿De qué manera debemos hacer frente a la injusticia, a la opresión, a la amenaza, a la violencia? Si somos ofendidos o maltratados por alguien, ¿son admisibles los pensamientos, sentimientos o propósitos de “hacérsela pagar”? Y en caso de graves daños o heridas, ¿está permitido pagarle al malvado con PACIFISMO CRISTIANO

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la misma moneda? En otras palabras, aunque sea para defenderse, ¿es lícito que el creyente “haga justicia” con sus propias manos? En el mundo de hoy, en el que la maldad va siempre en aumento, no es raro que el hijo de Dios se encuentre en circunstancias similares. ¿Qué hacer, entonces, si nosotros o un familiar, pariente, amigo o nuestra propia familia se encontrara en una situación similar? Se han dado varias respuestas al problema, a menudo, humanamente lógicas, pero no siempre cristianamente aceptables. Todos están de acuerdo con la idea general que no se puede dejar curso libre a la injusticia; ¿pero cómo hacer para limitarla? La respuesta más común es: “Hay que intervenir y detenerla, si es necesario también con la fuerza”. Y ¿a quién correspondería este deber? “Al estado con el apoyo de todos los ciudadanos”, se responde. Muchos creen que aquí se deben incluir también a los creyentes. Se refieren a la Biblia y justifican este modo de pensar citando leyes y ejemplos del Antiguo Testamento. Puede parecer extraño, pero ideas de ese tipo circulan desde hace años en medio del pueblo adventista. Entre los argumentos citados figuran el del uso de la fuerza a nivel público y privado, de la pena de muerte, de la defensa personal, de la ley del talión, y de otras similares: todos casos en los cuales directa o indirectamente, voluntaria o involuntariamente aflora, en cierta medida, cierto grado de violencia. “Teniendo en cuenta que esto era así en el Antiguo Testamento, ¿por qué –se preguntan– no debe también ser posible en el Nuevo?” 12

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Ojo por ojo y diente por diente Cuando alguien ha sufrido una agresión y ha tratado de reaccionar enérgicamente, comentando y justificando lo sucedido, a menudo concluye: “Ojo por ojo y diente por diente”. Recibió su merecido. Al decir así se remonta a una norma que es parte de la ley dada a través de Moisés, conocida como la ley del Talión; ésta se basa sobre el principio de hacer sufrir al delincuente un daño igual al que causó. “Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Éxodo 21:23-25). Es un dicho citado con frecuencia, especialmente cuando el malhechor es castigado con extrema severidad y paga en primera persona el daño de la injusticia cometida. Contrariamente a lo que se pueda pensar, el fin de esta norma, al principio, no era dar carta blanca al individuo en particular y autorizarlo a cometer homicidio, sino al contrario, el de limitarlo al máximo considerando las severas consecuencias que acarreaba. En efecto, si uno tuviera que sufrir la misma pena que ha infligido a otra persona, pensaría bien antes de mancharse las manos con actos de violencia. Fue dada por lo tanto no como autorización, sino justamente al contrario, como freno con respecto a la injusticia y la violencia. Se comprende que haya sido dada como protección de la vida del hombre, también por medio de lo que el Señor, siglos antes, había dicho a Noé con respecto PACIFISMO CRISTIANO

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al derramamiento de sangre: “Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios fue hecho el hombre” (Génesis 9:5, 6). Lo mismo se comprende al leer los textos de Levítico 24:17, 21: “Asimismo el hombre que hiere de muerte a cualquier persona, que sufra la muerte”. “El que hiere algún animal ha de restituirlo; mas el que hiere de muerte a un hombre, que muera”. La norma de la ley ojo por ojo no venía aplicada únicamente a problemas de lesiones físicas, sino también al caso de resarcimientos financieros: “El que hiere a algún animal ha de restituirlo, animal por animal” (Levítico 24:18). Esto significa que el culpable debía restituir el equivalente, a veces algo más o el doble, de todas maneras, no desmesuradamente. Ella ponía un límite a los pagos de restitución. En efecto, la tendencia carnal del hombre es la de hacer pagar el triple, el cuádruple, si no en efecto diez, veinte veces más, o, en el furor del resentimiento pretender, en efecto, una restitución ilimitada. Son conocidos los estragos causados por los hijos de Jacob por la afrenta sufrida por su hermana. Ver Génesis 34:1-31. Si pensamos, por lo tanto, en la desmedida tendencia que existe en el hombre al exigir la restitución de las ofensas y de los perjuicios sufridos, nos damos cuenta del carácter equitativo y suave de esta norma. 14

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Por otra parte, no debemos olvidar sin embargo que este era un principio jurídico; dado a un pueblo en el que existía una autoridad civil y que eran los jueces que emitían la sentencia y la aplicaban. Podían ser los del tribunal local o del nacional, es decir del sanedrín, pero eran siempre las autoridades del país que tenían un tal poder. Y también, si en algunos casos, después del juicio, el vengador de sangre podía ejercer la sentencia, no significa que hoy nosotros podamos hacer lo mismo. ¿Hemos sido acaso investidos de la autoridad judicial y autorizados por el Señor a sentarnos en el tribunal y emitir sentencia de inocencia o culpabilidad, de vida o de muerte? ¿No son las autoridades que tienen tal deber? ¿Cuándo fuimos llamados por Él a transformarnos en ejecutores de sentencias? ¿No nos mancharemos de culpabilidad también ante el estado? “Ojo por ojo y diente por diente” no es por lo tanto la autorización personal para pagar al culpable con la misma moneda, vida por vida, violencia por violencia, y herida por herida, sino un principio confiado en las manos de las autoridades que velan por el bienestar de la sociedad, y ellos tienen el deber de castigar al malhechor. En la era cristiana el magistrado es un “vengador para castigar al que hace lo malo”; los “gobernantes” son “enviados para castigar a los malhechores”. (Romanos 13:4; 1 Pedro 2:13, 14); el magistrado, el gobernador, no el hijo de Dios. El antiguo Israel era una iglesia y un estado, y tenía las funciones tanto de la una como del otro. El Israel espiritual no es un estado, es sólo una PACIFISMO CRISTIANO

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iglesia, por lo tanto no puede aplicar normas o atribuirse poderes y autoridad que no le competen. No podemos atribuirnos derechos y prerrogativas previstas para otros tiempos y otras condiciones. Hoy estas prerrogativas han sido confiadas en las manos del estado. La pena de muerte El mismo argumento es válido para la pena de muerte. En el antiguo Israel muchos reos eran castigados con la pena capital. Entre estos el homicidio premeditado, la maldición y el asesinato de los padres, el secuestro de personas, la idolatría, las relaciones ilícitas, el adulterio, la fornicación, la evocación de los espíritus y otras cosas más. Ver Éxodo 21 y 22; Levítico 18:29; 20; Deuteronomio 22:13-30; 1 Samuel 28:3, 9. ¿Quién se atrevería a pensar que sólo porque tales castigos eran infligidos en el antiguo Israel son lícitos aún entre nosotros? ¿Qué creyentes adventistas lo han enseñado o practicado jamás? Preguntémonos seriamente: ¿Podemos realmente, como pueblo del remanente, aplicar la pena de muerte? ¿Puede la iglesia emitir una sentencia de pena capital y ejecutarla? De ser así, entonces no seríamos más una iglesia, ¡sino un tribunal! ¿Y el cristiano? Si él lo puede hacer, entonces quiere decir que de pronto se ha convertido en un magistrado o en un juez. Si bien existe tanta confusión y apostasía en el pueblo adventista con respecto al tema de las armas y de la guerra, nadie, al menos por cuanto se sabe, en lo que se 16

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refiere a la pena de muerte, ha llegado al punto de creer que la iglesia tenga autoridad de decretar la sentencia de muerte y ejecutarla. Uniformemente se cree y se enseña que el castigo de los reos permanece como una prerrogativa del estado. Esto es lo que afirma la Palabra de Dios para la iglesia del Nuevo Testamento. Romanos 13:3-4; 1 Pedro 2:13, 14. Por lo tanto, suponer que los mismos principios entonces válidos para Israel deban aplicarse a la iglesia de hoy, significa ignorar el orden que existe actualmente, confundir las cosas e invertir los papeles establecidos por Dios. “No matarás” Cuando el Señor dio la ley en el Sinaí, verbalmente anunció este mandamiento y con el propio dedo lo grabó sobre las tablas del Testimonio. Es el clásico principio fundamental que establece el respeto y el honor de la vida y de la dignidad humana, considerándola como algo sagrado e intocable. Ver Génesis 9:5, 6. Por lo tanto, no sólo el homicidio o el asesinato, sino que todas las acciones que atentan contra la vida del hombre, o resultan en una reducción de la misma, ya sea de modo directo o indirecto, constituyen una violación del sexto mandamiento. Dios es el que da la vida y sólo Él puede decidir cuándo darla y cuándo tomarla, no los hombres. Una propiedad dada en administración puede ser retirada solamente por su propietario, no por una persona cualquiera. Los hombres, sin embargo, han desviado y PACIFISMO CRISTIANO

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abusado en diferentes formas de este don de Dios y se han alejado de su santo principio. Han tratado, con todos los métodos posibles, de debilitar este orden sagrado. Aun entre el pueblo adventista hay quien cree y sostiene que el mandamiento no quiere ser una prohibición absoluta, sino relativa, simplemente limitada a la esfera privada. Así se introducen excepciones, según las cuales matar por defensa personal no es un pecado o matar en la guerra no es un pecado para el cristiano, y cosas semejantes. Leen el mandamiento como si estuviera escrito: “No matar por propósitos privados”, o “Puedes matar en caso de defensa personal”, o aun, “Puedes matar si lo exige el estado”. La raíz del mal Ya en 1915 algunos dirigentes adventistas no consideraban como homicidio el matar en tiempo de guerra: “De lo que se ha dicho aquí, hemos demostrado que la Biblia, sobre todo, enseña que la participación en la guerra no es una violación del sexto mandamiento; y en segundo lugar, que combatir en día sábado no es una violación del cuarto mandamiento”. (J. Wintzen, Der Christ und der Krieg, pág. 18). Así sucedió que centenares de miembros tomaron las armas y se dirigieron al frente. Pero el mal no se había extendido solamente entre los dirigentes europeos. Las profundas raíces se extendían hasta América, en la misma Asociación General. Tanto es así que en 1920, cinco años después del trágico drama de la participación en la primera guerra mundial, 18

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hasta el entonces presidente de la misma, en presencia de otros cuatro miembros de la Asociación General, de dirigentes europeos y de hermanos del Movimiento de Reforma, en Friedensau, hizo entender que matar en la guerra es permitido y que hay que leer y comprender los mandamientos con cierta libertad: “¿Qué habríais dicho de Moisés si, algunos días después de haberle sido dada la Ley sobre el Sinaí, os hubiese dado la comisión de matar al rey de Basán, a todos los hombres, los niños y las mujeres? ¿Lo habrías acusado de asesino? Pero con esto el Señor le dio el encargo de transgredir el sexto mandamiento. Veis que se encuentran muchísimas cosas en la explicación de los mandamientos y debemos tener la libertad de leerlos y comprenderlos; no podemos estar atados a la manera en que los puede explicar una pequeña organización”. (A.G. Daniells, en Protokoll der Vorhandlung mit der Gegenbewegung, Hamburgo, 1920, pág. 59 [edición original]). No es difícil imaginarse los resultados que se pueden esperar frente a posiciones de esta índole. He ahí el porqué en aquella guerra y en otras se han dado y se continúan dando pasos equivocados. En la base hay un concepto errado del significado y del alcance del sexto mandamiento, esto aun en las esferas más altas de la Asociación General. Justamente en la iglesia, que debería ser la depositaria de los mandamientos de Dios y la luz del mundo, se ha abierto una brecha en la Ley del Señor, ya sea en el sexto como en el cuarto mandamiento.

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Y explicaciones similares no han sido publicadas sólo en tiempo y lugares de guerra, bajo la presión y la amenaza de muerte, sino que también en tiempo de paz y sin alguna presión del estado. De distintas partes del globo, las mismas ideas vienen presentadas al pueblo y entre la gente del mundo. Basta con citar dos ejemplos. En la Review and Herald Herald, el conocido órgano oficial de la iglesia a nivel mundial, se lee: “Por largos años ha habido hombres muy valientes que nunca han entendido el sexto mandamiento de tal manera que prohibiese la supresión de la vida humana en toda circunstancia. … en ciertos casos matar un hombre no es una violación de la ley de Dios” (F.D. Nichol, “From the Editor’s Mailbag” [Del Maletín Postal del Editor] en Review and Herald Herald, 28 de febrero de 1963, págs. 13-14). Exactamente la misma posición se encuentra en la enseñanza dada en la Revista Adventista, órgano oficial de los países de lengua española: “El sexto mandamiento dice: ‘No matarás’. Sin embargo se mata a la gente de varias maneras: por ejecución legal, en la guerra, por suicidio, por crimen y por eutanasia. ¿Constituyen estos tipos de muerte una transgresión del sexto mandamiento? … “El sexto mandamiento es una prohibición de cometer crímenes y no una prohibición, por ejemplo, de matar insectos, o animales, ni de la pena capital; ni siquiera necesariamente de matar en la guerra” (Donaldo F. Neufeld, „Respuestas a preguntas bíblicas“, en la Revista Adventista, marzo 1978, pág. 9). 20

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Ideas análogas encuentran quienes las apoyen y se dan como alimento a los miembros en distintos países, incluso en Italia. Un escrito publicado recientemente sostiene ideas semejantes. ¿Cuáles son las consecuencias? Comúnmente lo que no es prohibido es permitido. Una calle sin prohibición de acceso es legalmente transitable; un espacio sin prohibición para estacionarse puede ser utilizado con este propósito. Por lo tanto, en práctica, ateniéndonos a estos ejemplos, se está enseñando públicamente que el homicidio en la guerra no es un crimen, que en tales circunstancias quitar la vida a un ser humano es posible. Y entonces, si es permitido matar, ¿qué pasa con la tan mencionada posición de „no combatiente“? ¿No es todo esto inaudito y terriblemente alarmante? No agregar y no quitar Tratemos de reflexionar. En las experiencias de la vida se presentan muchos casos, pero el Señor nos ha dado un solo mandamiento. ¿Por qué? Los casos son muy distintos unos de los otros, pero el principio bíblico es siempre el mismo. ¿Cómo es posible? Hay casos individuales y colectivos, más simples y más complejos, pero hay siempre un solo principio válido para todos, muy breve, con solo dos palabras: „No matarás“. Las leyes humanas, a menudo, prevén tantas cláusulas y tantas excepciones, pero aquí no hay ni la una ni la otra.

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Por más diversas que puedan ser las circunstancias y las razones, el orden permanece inalterado. „Tú no matarás“. El hecho que en el mandamiento no se prevean excepciones, significa que no estamos autorizados a hacerlas. Si las hacemos estamos quitando algo arbitrariamente y agregando otra cosa. Las excepciones son, en efecto, un portillo en la Ley. Se reduce el alcance de la Ley y se agrega un comportamiento. Ahora, para nosotros, esto significa justamente quitar y agregar algo a la orden de Dios. Cristianos contra cristianos Permitir la participación de los cristianos en la guerra significa no sólo poner a los cristianos contra los no creyentes, sino también a los creyentes contra otros creyentes, incluso contra hermanos de la misma iglesia. Mientras un grupo ora por su ejército, el otro grupo ora por el suyo propio, uno pide la victoria de uno y el otro la victoria del otro. Ambos cristianos, pero cada uno alistado por la propia causa y por los bienes propios. Pero ambos luchan por derrotar al otro. ¿Quién está de parte de la razón? ¿Quién merece ser oído? Si ambos son cristianos y al mismo tiempo ambos tratan de derramar la sangre del prójimo y combatir el uno contra el otro, ninguno merece ser escuchado. ¡Ambos se oponen a la voluntad de Dios! Por lo tanto, al cristiano no le es permitido matar en la guerra. Con la violencia nadie es fortificado en su fe en Cristo. 22

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Uno quiere defender ciertos derechos, el otro ciertos principios. Uno quiere defender su territorio, el otro sus ideales y convicciones. Uno quiere hacer valer su autoridad, y el otro su fe. Y toda esta masa de gente se consideran „hermanos“. De extremos opuestos oran a Dios diciendo: „Padre“, mientras todos, en nombre de Dios, ¡avanzan para aniquilar a los otros! ¡Creen así hacer un servicio al Señor! Mientras se enfrascan en la lucha armada y uno trata de derrotar al otro, todos invocan: „Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores“ (ver Gewalt und Gewaltlosigkeit, págs. 192-193). Unas horas antes estuvieron reunidos en oración, luego la orden los enfurece; una mezcla de tropa de soldados contra soldados, seres vivos que se arrojan contra otros seres vivos; los creyentes se lanzan contra los creyentes, hermanos de un país y un frente, hacen fuego contra hermanos de otro país y de otro frente; posiblemente adventistas de diversos países luchando entre sí, que agitan las armas contra los adventistas y caen en el campo de batalla. ¡Esto significa participar en la guerra! Esto significa enseñar que el mandamiento no prohíbe la participación en la guerra. Esto significa hacer excepciones al mandamiento divino. ¡Estas son las terribles consecuencias de la doctrina según la cual el mandamiento no prohíbe matar en la guerra! No, hermanos, este no puede ser el significado del mandamiento divino. Las Escrituras enseñan que todos los mandamientos, por lo tanto también el sexto, se PACIFISMO CRISTIANO

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resumen en esto: „Amarás a tu prójimo como a ti mismo“ (Romanos 13:9). ¡Y quien ama no puede matar a su prójimo! El principio del cristiano ha sido siempre: mejor ser perseguido que perseguidor, mejor sufrir violencia que infligirla, mejor morir que matar, mejor ser mártir que homicida, mejor la muerte que el pecado. „Tomad la espada del Espíritu“ „El cristiano no puede llevar al mismo tiempo en una mano la espada del estado y en la otra la espada del Espíritu; esto lo puede hacer solamente una iglesia caída, alguien que no tiene más los principios del reino de Dios en el corazón y se somete al poder del estado. Pero el cristiano sin armas, fiel a los principios, combate, ‘ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos’. Judas 3. Porque obedece los mandamientos de Dios y la fe, de acuerdo al sexto mandamiento, no puede matar al prójimo, sino que actúa de acuerdo a la orden de Jesús, de poner la espada en la vaina y dice: ‘Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres’ (Hechos 5:29). El cristiano sin armas prefiere morir por el Evangelio y recibir la vida eterna, antes que actuar contra la voluntad de Dios y luego perder también la vida eterna“ (Christlicher Hausfreund, 23 de septiembre de 1915). Hausfreund

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„No matarás“ en la enseñanza de Jesús Las personas que conocen el mandamiento: „No matarás“ se cuentan por millones en el mundo cristiano. Pero sin embargo, si les preguntáramos de qué modo lo comprenden, ¿cuántas explicaciones encontraríamos? Cada uno tiene su propia lógica y cada uno llega a su propia conclusión, muy a menudo en contraste unos con otros, y con la Palabra del Señor más que nada. En realidad, observando bien las cosas a la luz de las Escrituras, más que explicaciones del mandamiento, tales explicaciones a menudo se rebelan como justificación del propio comportamiento. En medio de tal confusión ¿es posible remontarse a la explicación segura, a la verdad? ¿Qué enseñó Jesús? ¿Mencionó o explicó alguna vez el sexto mandamiento? Si lo hizo, ¿cómo lo entendió: en forma restrictiva, como las explicaciones que hemos presentado, o en forma amplia? Jesús no disminuyó o delimitó este o aquel mandamiento, sino que „magnificó la ley y la engrandeció“. Isaías 42:21. Esto quiere decir que exaltó toda la Ley, por lo tanto también el sexto mandamiento. Para convencernos sobre cómo lo profundizó es suficiente leer y meditar en sus palabras: „Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás, y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego“ (Mateo 5:21, 22). PACIFISMO CRISTIANO

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Más allá de toda interpretación, es claro e indiscutible que ni siquiera aquí tenemos una cláusula restrictiva. Jesús no presenta la excepción de la defensa personal ni la de la guerra. No limita el alcance del mandamiento a problemas individuales, tribales, de grupo, religiosos o a problemas personales. „No matarás“ significa verdaderamente no matar ni por defensa personal, ni para defender al estado, al país, a la tribu, ni para defender los intereses religiosos u otras razones. Considerando que Jesús dirigió „el sermón del monte“ sobre todo „a sus discípulos“ (Mateo 5:1, 2), se concluye que los discípulos de Cristo no deben matar, absolutamente, en ningún caso. Es singular el hecho que Jesús, en el versículo veintiuno, combina dos afirmaciones: la prohibición de matar con la consecuencia de tal acto: ser sometido a juicio. ¿No dice esto nada? Dice mucho. Si al homicidio sigue el juicio, quiere decir que el homicidio no es justificable, sino condenable. No sólo esto. En el versículo veintidós, Jesús introduce el tema de la ira. Podemos preguntarnos: ¿Qué tiene que ver la ira con el homicidio? Sin embargo están en relación directa. A menudo la ira es la causa del homicidio y Jesús afirma que incluso la causa es castigable. Entonces, si la causa de lo que aún no ha sido realizado es castigable, ¡cuánto más lo será la consecuencia! Y si es condenable en el caso de un individuo, ¡cuánto más lo será en caso de una colectividad! La ira, aún si todavía no es concretizada en una acción definitiva, es sin embargo un peligro. Es como una granada; una granada que aún no 26

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ha explotado, pero a la cual se le ha encendido la mecha. Es sólo cuestión de tiempo, y explotará. Por lo tanto debemos evitar ya sea el homicidio como las causas que puedan determinarlo. Jesús hace también una clara referencia a las ofensas, a los términos despreciativos, y desaprueba tal costumbre reprobable, afirmando que quien la cultiva no permanecerá impune. Por lo tanto, si no se admiten palabras que ofendan o hieran moralmente, ¿cómo podrán ser admitidos ciertos gestos y acciones que hieren y destruyen parcial o completamente? Si seremos sujetos a la condenación por las palabras erradas, ¡imaginémonos cómo no será en caso de homicidio! Elena G. de White escribe al respecto: “El espíritu de odio y de venganza tuvo origen en Satanás, y lo llevó a dar muerte al Hijo de Dios. Quienquiera que abrigue malicia u odio, abriga el mismo espíritu; y su fruto será la muerte. En el pensamiento vengativo yace latente la mala acción, así como la planta yace en la semilla. ‘Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él’ [1 Juan 3:15]. … “Cuando nos vemos en conflicto con los enemigos de Cristo, no debemos hablar con espíritu de desquite, ni deben nuestras palabras asemejarse a una acusación burlona. El que vive como vocero de Dios no debe decir palabras que aun la Majestad de los cielos se negó a usar cuando contendía con Satanás. Debemos dejar a Dios la obra de juzgar y condenar. ” (El Discurso Maestro de Jesucristo, págs. 51, 52).

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Por lo tanto, el sexto mandamiento prohíbe la violencia física, el derramamiento de sangre ya sea por razones privadas o por motivos colectivos, e incluso la violencia moral. El Comentario Bíblico escribe: “Jesús magnificó (Isa. 42:21) este mandamiento … Este mandamiento no sólo prohíbe la violencia física sino lo que es de consecuencias mucho mayores: el daño hecho al alma. Lo violamos cuando inducimos a otros al pecado por nuestro ejemplo y nuestra conducta y contribuimos así a la destrucción de sus almas” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 1, pág. 617). „No resistáis al que es malo“ En otra parte del Sermón del Monte, Jesús trata el tema de la ley del talión: „Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente“. Mateo 5:38. ¿Cuál fue su comentario al respecto? ¿Podemos hacer uso de la violencia, en caso de agresión, respondiendo „ojo por ojo, y diente por diente“? La respuesta de Jesús es: „No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra“. Entonces, no podemos responder a una bofetada con otra bofetada, y a un puñetazo con otro puñetazo. En otras palabras, no podemos vengarnos del mal sufrido y oponer violencia a la violencia. Como cristianos no podemos devolver mal por mal y ofensa por ofensa, como leemos también en otro lugar: „No paguéis a nadie mal por mal“. Romanos 12:17. Resistir al mal con medios violentos significa promover 28

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otra crueldad. Por esto el cristiano no combatirá por lo que él considera como su derecho y no procurará infligir latigazos y castigos, por el contrario, está dispuesto a sufrir. No nos olvidemos que responder al mal con otro mal significa ser vencido del mal. El Señor empero desea otra cosa muy distinta de nosotros: „No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal“. Romanos 12:21. Pero entonces, objetará alguno: Si las cosas son así, ¿qué debemos hacer en caso que seamos agredidos?, ¿no podemos defendernos?, ¿debemos realmente dejarnos masacrar y entregarnos a la merced de los malvados sin replicar para nada? ¿Sería justo esto? Sobre lo que se debe hacer dejamos hablar a las Escrituras. ¿Cómo se comportó Jesús en caso de peligro? „Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por medio de ellos, se fue“ (Juan 8:59). „Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle, mas Él pasó por en medio de ellos, y se fue“ (Lucas 4:28-30). „Procuraron otra vez prenderle, pero Él se escapó de sus manos. Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí“ (Juan 10:39, 40). Así que, con su ejemplo Jesús demuestra que en caso de peligro es posible huir, es más, lo enseña claramente. „Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las PACIFISMO CRISTIANO

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ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre“ (Mateo 10:23). Así hicieron los primeros cristianos cuando fueron perseguidos, „todos fueron esparcidos“. Hechos 8:1. En otro caso en el que buscaban a los apóstoles para maltratarlos y lapidarlos, ellos „huyeron“. Hechos 14:6. Siempre y cuando sea posible, esto es lo que también nos corresponde hacer. Además, el Espíritu de Profecía escribe: “Toda la vida terrenal de Jesús fue una manifestación de este principio. Para traer el pan de vida a sus enemigos nuestro Salvador dejó su hogar en los cielos. Aunque desde la cuna hasta el sepulcro lo abrumaron las calumnias y la persecución, Jesús no les hizo frente sino expresando su amor perdonador. Por medio del profeta Isaías, dice: ‘Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos’ [Isaías 50:6]. ‘Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca’ [Isaías 53:7]. Desde la cruz del Calvario, resuenan a través de los siglos su oración en favor de sus asesinos y el mensaje de esperanza al ladrón moribundo” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 62). Este ha sido el comportamiento de Jesús, devolver bien por mal. El nuestro no debería ser distinto. El Espíritu de Profecía continúa diciendo: “Cristo vivía rodeado de la presencia del Padre, y nada le aconteció que no fuese permitido por el Amor infinito para bien del mundo. Esto era su fuente de consuelo, y lo es también para nosotros. 30

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El que está lleno del Espíritu de Cristo mora en Cristo. El golpe que se le dirige a él, cae sobre el Salvador, que lo rodea con su presencia. Todo cuanto le suceda viene de Cristo. No tiene que resistir el mal, porque Cristo es su defensor” (El Discurso Maestro de Jesucristo, págs. 62-63). “No devolviendo mal por mal” Las palabras de Jesús son espíritu y son vida. Al hombre confundido, que entre tantas ideas no sabe cuál es la verdadera, al afligido, al que sufre bajo el tormento de sus culpas y busca una respuesta y una liberación, el mensaje de Jesús es como maná del cielo. Sus palabras iluminan la inteligencia, inspiran y guían la conciencia, apagan la sed del alma por la verdad eterna. Aquí encontramos la verdad y la certeza, los ideales supremos tan nobles que nadie en el mundo ha podido jamás dar a la humanidad. Una ética que hace respirar la atmósfera divina. Frente al angustioso problema de la violencia que se va siempre extendiendo, Jesús da la respuesta: “No resistáis al que es malo; antes a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra…y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos” (Mateo 5:39, 41). Mejor hacer una milla de más por amor a la paz. Claramente se trata del principio evangélico de la no violencia, de la falta de resistencia ante las acciones malvadas realizadas para nuestro daño. No debemos pensar en vengarnos por los daños sufridos. PACIFISMO CRISTIANO

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No debemos responder a la violencia con otra violencia, al mal con otro mal. Esto sería pagar con la misma moneda y ponerse al mismo nivel de los demás. Equivale a tomar en nuestras manos lo que debe permanecer en las manos del Señor, sería tomar una posición totalmente contraria a lo que enseña la Palabra del Señor: „Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor“ (Hebreos 10:30). „No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor“ (Romanos 12:19). Las Escrituras continúan enseñando que nuestro principio es el de la no violencia y de la no resistencia. Santiago hace referencia a la opresión que sufren los pobres, y refiriéndose a los ricos opresores, declara: ”Habéis condenado y dado muerte al justo, y Él no os hace resistencia“. Santiago 5:6. Este es el principio cristiano. Nuestra conducta, inspirada por el Evangelio, debe tener algo superior con respecto a la de los demás. El apóstol Pedro, escribe: „No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredarais bendición“ (1 Pedro 3:9). Reconocemos que no es fácil amar a los enemigos y bendecirlos, pero con la ayuda del Espíritu Santo es posible. Quiera el Señor, por lo tanto, ayudarnos a comprender y a aceptar este principio cristiano para poder practicarlo, con su ayuda, también en nuestra vida de fe.

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II. La esclavitud y la guerra civil

Los Pioneros América del Norte se encontraba en conflicto con el problema de la esclavitud. No era, por cierto, algo que diera muestra de un alto grado de civilización y de espíritu cristiano que esta nación protestante, en pleno siglo XIX, continuase a pisotear los derechos del hombre explotando a la población de color y tratándola como esclava. Los estados del sur pensaban en sus propios intereses y no se daban cuenta del problema; los del norte los habían descuidado por bastante tiempo. (1) En 1860 Abraham Lincoln decidió detener la expansión de la esclavitud en todo el territorio federal y esto provocó como efecto inmediato la rebelión y secesión de los estados del sur. Pero el congreso rechazó tal gesto e inmeditamente estalló la guerra civil. El sur combatía para mantener la esclavitud y por la secesión; el norte por la abolición de la esclavitud y el mantenimiento de la Unión. (2) PACIFISMO CRISTIANO

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Para la iglesia naciente la esclavitud no constituyó un problema grave. A excepción de algunas personas aisladas, hubo unanimidad en su condenación. Elena G. de White, escribiendo al respecto, afirma: „En este país iluminado se practica un sistema que permite a una parte de la familia humana tener como esclava a otra parte, degradando a millones de seres humanos al nivel de la creación bruta. Un pecado similar no se encuentra ni siquiera en los países paganos“. (3) “Cristo murió por toda la familia humana, tanto por los negros como por los blancos. Dios hizo al hombre un agente moral libre, ya sea blanco o negro. La institución de la esclavitud abole esto y permite que el hombre ejercite sobre su prójimo un poder que Dios nunca le otorgó y que pertenece solamente a Dios.” (4) En una declaración presentada oficialmente por la Asociación General a las autoridades gubernamentales se afirma explícitamente lo mismo: „Querríamos, además, hacer presente que los Adventistas del Séptimo Día son rigurosamente anti-esclavistas, fieles y de acuerdo con el estado en contra de la rebelión“. (5) Aun así, reconocer la dignidad humana de la población de color y declararse anti-esclavista era una cosa. Resolver el problema de la esclavitud a costa de la vida y aun más, mediante el uso de la fuerza y la violencia, tal como la guerra y el derramamiento de sangre, como estaban haciendo los estados del norte, era algo bien diferente. La pregunta que se presentaba a la conciencia de cada uno sería: ¿Podemos, como cristianos, participar 36

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en acciones semejantes de violencia con todo el sufrimiento y derramamiento de sangre que tienen como consecuencia? Ahora que se encontraba en acción un conflicto bélico, para los pioneros se presentaba un problema no simple. ¿Cómo hacer para no sufrir parte de los estragos? ¿Cómo mantenerse protegidos de posiciones y acciones ilícitas? ¿Cuál es la solución ideal para permanecer fieles a Dios en un tiempo tan difícil? La exención en los diversos períodos Durante todo el período bélico hubo varias fases legislativas para la reglamentación del servicio militar y en cada una de ellas, gracias al Señor, se tuvo siempre la posibilidad de la exención. (6) Los cuatro períodos pueden ser marcados así: el del servicio voluntario, el de la sustitución o exención por pago, el del reconocimiento individual como „no combatiente“ y finalmente, el de la pertenencia a denominaciones religiosas reconocidas. 1. En la primera fase, o período del „servicio voluntario“, como lo indica la palabra, el alistamiento al servicio era voluntario, por lo tanto la exención no constituía una dificultad para el pueblo adventista. 2. En la segunda fase, conocida como la de la sustitución o exención por pago, es en la que se introdujo el reclutamiento obligatorio, pero al mismo tiempo, en efecto, se estipuló que cualquier persona tenía la posibilidad de exención mediante el suministro de un sustituto o el pago de una cierta suma. PACIFISMO CRISTIANO

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3. En la tercera fase encontramos algunas restricciones. Se pueden beneficiar con la exención solamente aquellos que son reconocidos como „no combatientes“; para obtener tal reconocimiento el individuo debía jurar o declarar solemnemente que por motivos de conciencia era contrario a portar armas y debía además presentar las pruebas de haber tenido un comportamiento correspondiente. 4. En la cuarta fase, en la cual, a un cierto punto, parecía haber llegado el momento más difícil, fue necesario no sólo el reconocimiento del individuo, sino también, oficialmente, el de la iglesia a la que pertenecía. Para poder ser beneficiado con la exención, la persona debía demostrar que pertenecía a una comunidad reconocida que por principio de fe era contraria al espíritu y al ejercicio de la guerra. Como veremos más adelante, en todos estos períodos, la iglesia y los miembros hicieron notables esfuerzos y sacrificios para gozar de la exención, aun cuando esto requería un sacrificio financiero oneroso y casi imposible.

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I. DURANTE EL SERVICIO VOLUNTARIO „No se alistaban“ El 12 de abril de 1861 comenzaron las hostilidades. Era la opinión de muchos que la rebelión de los estados del sur sería sofocada fácilmente y la guerra se concluiría en pocas batallas, con la victoria de los norteños. Sin embargo, en una visión tenida el 12 de enero del mismo año, en Parkville, en Míchigan, la Hna. White advirtió que el conflicto implicaría a verdaderos ejércitos y provocaría masacres y miserias tanto entre los sureños como entre los norteños. La muerte habría azotado a no pocas familias, incluso entre sus conocidos. (7) Desde los principios de la guerra, por casi dos años, del 12 de abril de 1861 al 3 de marzo de 1863, existió un reglamento militar particular comúnmente definido como „servicio voluntario“ que consistía en el alistamiento voluntario, completamente facultativo. Siendo el llamado a las armas motivado por una causa humanitaria, la liberación de los esclavos, el gobierno, inicialmente, no tuvo dificultad en reclutar sus tropas. Las personas respondían espontáneamente al llamado ya que se sentían motivadas por impulsos idealistas a dar su contribución. Pero el monstruo de la guerra, una vez que se desencadenó, comenzó a devorar pavorosamente a sus víctimas. A un primer contingente de 75.000 hombres, el 15 de abril, siguió un segundo, el 21 de julio, que elevó el número a 500.000. Mientras tanto se registraban PACIFISMO CRISTIANO

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desastres, mortalidad y abundantes pérdidas de ambas partes. Al reflexionar sobre la situación y la desilusión de tantos hombres del mundo que se habían alistado como voluntarios, el 4 de enero de 1862, la Hna. White escribió: „Millares de personas han perdido la vida y muchos han regresado a sus casas mutilados y paralizados de por vida; han perdido la salud y sus perspectivas terrenas están definitivamente dañadas y, ¡cuán exigua es la ganancia que se ha obtenido! Se cuentan por miles los que han sido inducidos a alistarse voluntariamente considerando el hecho que la guerra tenía como propósito eliminar la esclavitud, pero ahora que han sido reducidos a la inmovilidad, sienten que fueron engañados, que el propósito de esta guerra no es abolir la esclavitud, sino preservarla tal cual es. … “Una gran proporción de los que se alistaron como voluntarios creían plenamente que el resultado de la guerra habría sido la abolición de la esclavitud. Otros se habían alistado con la intención de mantener la esclavitud tal cual era, pero de reprimir la rebelión y preservar la Unión“. (8) La iglesia fue milagrosamente protegida de todas estas desgracias. Además, mientras permaneció en vigencia el “servicio voluntario”, ella no tuvo grandes problemas para vivir la fe, porque el llamado a las armas no era obligatorio. A principios de 1862, por el mes de enero, la Hna. White había escrito claramente sobre el deber de no participar en la guerra: 40

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„Los que observan el sábado no pueden ahora esperar esto y no deberían, por ninguna razón, comprometerse en esta guerra horrible. No tienen nada que esperar de ella. El poder desolador de Dios está sobre la tierra para abatir y destruir; los habitantes de la tierra están destinados a la espada, al hambre, a la pestilencia.“ (9) Refiriéndose a la posición asumida por la iglesia en este primer período, la Hna. White, en enero de 1863, escribió en el primer tomo de los Testimonios: „La atención de muchos se dirigía a los observadores del sábado pues no manifestaban un interés particular por la guerra y no se unían voluntariamente al ejército“. (10) En tales condiciones ninguno era amenazado con la prisión, tortura o muerte por negarse a tomar las armas, pero con el tiempo, con el reclutamiento obligatorio, la situación podía cambiar. Dramaticas interrogantes en vista del inminente reclutamiento obligatorio Entre tanto, paralelamente a las pérdidas, aumentaba la demanda de voluntarios, pero ahora no siempre su número resultaba suficiente para cubrir las necesidades. Para favorecer las adhesiones, las autoridades locales comenzaron a ofrecer premios que poco a poco fueron aumentando. El transcurso del tiempo y la precipitación de los sucesos hicieron ya prever que tarde o temprano el gobierno recurriría al reclutamiento militar obligatorio. Era la noticia que inevitablemente circulaba en la boca de todo el mundo. PACIFISMO CRISTIANO

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Fue previendo esta grave eventualidad que en la iglesia se reveló un estado de fuerte ansiedad y perplejidad sobre cómo hacer frente al dramático problema. Los pioneros adventistas y los miembros junto con ellos no preveían la posiblidad de una cláusula de exención para los pacifistas cristianos, por ello se preguntaban con ansiedad: ¿Qué hacer en caso de reclutamiento obligatorio? ¿Podrá uno adherirse a la guerra por tratarse de una causa considerada humanitaria? En este caso, ¿caería la responsabilidad solamente sobre el estado? En caso contrario, ¿cómo se podría lograr la exención? ¿Y si el negarse a portar armas fuese castigado con la pena capital? Frente a tal riesgo, ¿no sería quizá mejor expatriarse? En fin, ¿cuál es la posición correcta que evite mancharse de pecado y permita resolver el problema que amenaza la vida y la fe de tantos creyentes? Las opiniones personales Esta prueba reveló una falta de verdadera preparación y unanimidad en la iglesia. La historia inicial de esta experiencia está señalada por la incertidumbre, las discusiones, los contrastes y debates, a menudo cargados de emociones humanas. Se trató de una prueba ardua en la cual las fuerzas y el razonamiento humanos llegaron a sus límites; una prueba que sirvió para hacer tomar conciencia de cuán débil y contradictorias son las ideas personales cuando en ellas falta un claro rayo de luz divina.

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En síntesis, las varias tesis revelaban que se habían formado al menos tres corrientes: • Participantes o combatientes, • participantes condicionales, que aceptaban solamente con determinadas condiciones, y • los no participantes, que se negaban a todo tipo de colaboración. 1. El grupo de participantes o combatientes estaba constituido por aquellos que si hubieran sido llamados por el gobierno, en vista del hecho que se trataba de una guerra por una causa más o menos humanitaria, habrían aceptado el tomar armas. Entre los que con diferentes variantes, inicialmente se expresaron más o menos a favor de una posible participación en la lucha armada, se puede recordar a: Joseph Clarke (11), J. N. Loughborough (12), D. T. Bourdeau (13), M. E. Cornell (14) y Stephen Pierce (15). 2. El Hno. Jaime White se expresó partidario de una participación condicionada; en particular sostuvo que eso hubiese sido admisible como alternativa frente a la pena de muerte. En su artículo titulado: „La Nación“, entre otras cosas, afirmó que en caso de reclutamiento obligatorio no es el individuo, sino el estado, el que debe asumir la responsabilidad de la transgresión de los mandamientos. Por lo tanto, agregó, el negarse absolutamente al llamado a las armas, hasta arriesgarse a ser fusilado, aun si se hace para obedecer la Ley de Dios, no es justificado, PACIFISMO CRISTIANO

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y si alguno lo hiciese, sería culpable de suicidio. (16) Esta tesis por una parte provocó una violenta reacción y no faltó quien acusase al Hno. White de „violación del sábado y de homicidio“ (17), por otra parte dio a algunos una sensación de alivio porque hacía vislumbrar una vía de escape a la pena de muerte. En realidad, el Hno. White escribió para eliminar las sospechas que circulaban en ciertos ambientes contra los observadores del sábado, y para calmar los ánimos y la fuerte ansiedad de tantos miembros de iglesia, pero no para pronunciar la última palabra al respecto. En aquel momento difícil, la Hna. White informa (18) que él trató de hacer lo mejor que pudo. Asumió aquella posición no teniendo algo mejor que proponer y luego invitó a otros a que se pronunciaran. Compartieron esta posición el Hno. J.H. Waggoner y otros, algunos en forma provisional en espera de mayor luz. (19) No pasó mucho tiempo antes que cambiara de idea. (20) 3. Finalmente había una tercera corriente constituida por los no participantes o pacifistas, definidos por algunos en la prensa interna como „no resistentes“. Eran aquellos que tenían objeciones de conciencia y sostenían que no era necesario tomar las armas ni colaborar en la guerra aunque se tratase de la guerra norteamericana para la liberación de los esclavos, y esto aun frente a la amenaza de prisión. Era un grupo bastante consistente. Entre los que tomaron posición contra el uso de las armas por parte de los hijos de Dios, sea desde el inicio o luego de volver 44

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aexaminar el asunto, considerando una vez un aspecto del problema y otra, otro, se pueden mencionar a: O. Nichols (21), Henry E. Carver (22), J.M. Aldrich (23), Gorge W. Amadon (24), R.F. Cottrel (25), Eleny G. de White (26), J.M. Waggoner y otros. Modos personales propuestos o practicados para la exención En el clima de tensión que se había generado, no sólo existían ideas diversas sobre la guerra en sí y la posición que se debía asumir con respecto a ella, sino también en la forma de cómo procurar la exoneración, en el momento en que se introdujese el reclutamiento obligatorio. En la corriente de los no participantes, objetores o pacifistas, que era la más consistente, se propusieron diversas soluciones, pero en verdad no siempre ideales. • Expatriación: Una solución propuesta para evitar el peligro del reclutamiento fue la expatriación. Según esta propuesta, los que eran suceptibles a ser reclutados, antes de ser llamados a las armas, podrían liberarse emigrando hacia el Canadá o yéndose a Europa. (27) • Mutilación: Otra idea, más bien discutible, fue la de la mutilación o provocación de enfermedades más o menos graves con el fin de ser considerados inhábiles en el momento del exámen médico. Esto en realidad no permaneció sólo como idea; actuando de este modo algunos se provocaron enfermedades que arrastraron por PACIFISMO CRISTIANO

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toda la vida. Era un modo ilegal de evitar el reclutamiento. Deplorando tal intento, años después, la Hna. White escribió: “A fin de escapar a la conscripción durante la guerra, hubo hombres que se provocaron enfermedades, otros se mutilaron para quedar inaptos para el servicio. Esto ilustra la conducta que muchos han seguido en relación con la causa de Dios. Han atrofiado sus facultades, tanto físicas como mentales, y no han podido hacer la obra que es tan necesaria.“ (28) • Petición a las autoridades: Un proceder no menos discutible fue el que emprendieron algunos en el Estado de Iowa. Consideraban que era más correcto seguir la vía legal, y exponer su objeción de conciencia con una petición a las autoridades; pero al mismo tiempo se comportaron de manera muy imprudente denunciando públicamente a las autoridades y desafiando abiertamente la opinión pública. Esto suscitó inevitablemente prejuicios y hostilidad por parte de la gente contra los observadores del sábado y obtuvo un efecto contrario. En 1862 presentaron una petición a las autoridades y fue rechazada. Para ellos fue escrita la admonición: „ En Iowa llevaron las cosas al extremo y cayeron en el fanatismo. Confundieron el celo y el fanatismo con la escrupulosidad. En lugar de ser guiados por la razón y un juicio sensato, permitieron que sus sentimientos tomaran la dirección de las cosas. Estaban dispuestos a transformarse en mártires por su fe. ¿Todos estos sentimientos los condujeron a Dios? ¿A una mayor 46

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humildad ante Él? ¿Los condujeron a confiar en su poder para liberarlos de las situaciones de prueba en las que podrían ser colocados? ¡Oh, no! En lugar de hacer su petición al Dios del cielo y confiar solamente en su poder, presentaron sus solicitudes ante la Cámara Legislativa y fueron rechazados. Mostraron sus debilidades y expusieron su falta de fe. Todo esto sólo sirvió para hacer a esa clase peculiar, los observadores del sábado, especialmente notoria, y exponerlos a ser considerados en conjunto con otras personas de mal proceder por aquellos que no tienen ninguna simpatía por ellos. … “Lo que creían que era fe era sólo una presunción fanática”. (29) Por un lado tenían la idea de denunciar al gobierno, atrayéndose así el sello de secesionistas, (30) por otro, se consideraban ya mártires cuando nadie los amenazaba, y esto es exaltación fanática. En fin, en lugar de esperar la ayuda divina, e invocar al Señor, se basaban en sí mismos, y de ese modo caían en la justicia propia. El procedimiento correcto para ser admitidos en la exención Si los procedimientos presentados hasta aquí no eran los correctos para presentar la objeción de conciencia a las autoridades, ¿cómo será necesario proceder para dar un buen testimonio y representar los principios de la iglesia en la luz justa? El procedimiento correcto aconsejado era el de exponer su propia posición a las autoridades en el PACIFISMO CRISTIANO

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momento del interrogatorio, explicando con prudencia y respeto las razones bíblicas del rechazo a tomar las armas y precisando que eso no se hacía por simpatía a la rebelión. Es la posición recomendada por el Espíritu de Profecía: “Los que sienten que en el temor de Dios no pueden conscientemente comprometerse en esta guerra permanecerán muy tranquilos, y al ser interrogados, simplemente declararán lo que están obligados a decir para contestar al interrogador, haciendo comprender que no sienten ninguna simpatía por la rebelión”. (31) ¿Por qué era necesaria tanta prudencia? Además de por las razones ya mencionadas, es decir, las de evitar denunciar a las autoridades y desafiar a la opinión pública poniendo así a la iglesia en peligro y bajo una falsa luz, también por otro detalle. La posición de los adventistas se asemejaba mucho a la de un partido pro sureño, el de los „Copperheads“, con los que se identificaba fácilmente todo el que fuere contrario a ser reclutado. (32) Si no actuaban con la debida prudencia, los observadores del sábado podían ser tomados por un partido político adversario a los estados del norte y favorable a la rebelión. Reconstruyendo mentalmente el cuadro en su totalidad, se puede comprender entonces cuán compleja era la situación. No es sin razón que la Hna. White escribió: “Pero pocos han tenido sabiduría en estos momentos de grandes pruebas para pensar sin prejuicios y decir cándidamente lo que se debe hacer”.(33) El debate fundamentalmente se desarrolló mientras estaba en vigencia el “servicio voluntario”, justamente 48

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cuando era inminente la promulgación de la ley sobre el reclutamiento obligatorio. Aunque las opiniones sobre el hecho del reclutamiento estuviesen divididas, una cosa estaba clara, los observadores del sábado “no manifestaban un interés particular por la guerra y no se unían voluntariamente al ejército”. (34) „El pueblo de Dios no puede participar“ Para comenzar a dar luz sobre la posición que se debía asumir con respecto a la guerra, la Hna. White, en el mes de enero de 1862, publicó un primer testimonio: „El Norte y el Sur“, en el cual trató de presentar la gravedad de la guerra y sus devastaciones. (35) En un segundo testimonio: „La Esclavitud y la Guerra“, que ilustraba una visión del 3 de agosto de 1861, agregó que en aquella guerra Dios estaba castigando tanto al sur por el pecado de la esclavitud, como al norte por haberla tolerado tanto tiempo. (36) Teniendo presente estos mensajes no hubiera sido difícil interpretar los sucesos y comprender que participar en la guerra, cualquiera fuese el propósito o el frente en el cual se luchase, no podía significar otra cosa que entrar en un campo en el cual se permanecía implicado y sobre el cual se estaban abatiendo los juicios divinos. Un mensaje posterior sobre la foraneidad del pueblo de Dios con respecto a la guerra se remonta al año 1862. Aquí leemos claramente:

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„Los que observan el sábado no pueden ahora esperar esto y no deberían, por ninguna razón, comprometerse en esta guerra horrible. No tienen nada que esperar de ella. El poder desolador de Dios está sobre la tierra para abatir y destruir; los habitantes de la tierra están destinados a la espada, al hambre, a la pestilencia“. (37) En el momento particularmente delicado, es decir ante la inminencia de la promulgación de la ley sobre el servicio militar obligatorio, la iglesia recibió otra luz del cielo. El 6 de enero de 1863, en la Review and Herald Herald, se anunciaba: „Los Testimonios para la Iglesia, No. 9 pronto estarán listos, en pocos días. … Temas: La guerra y nuestro deber con respecto a ella (38). Tres semans después se repite el anuncio: “Los Testimonios para la Iglesia, No. 9, ya están listos. … Temas: La guerra y nuestros deberes con respecto a ella, los espíritus guían nuestro ejército, y otros”. (39) „Este no era el primer testimonio que se refiriese a la guerra civil, pero era el primero que daba consejos específicos sobre el reclutamiento obligatorio, el alistamiento voluntario, etc.“ (40) El testimonio: „La Rebelión“ (41), titulado así con referencia a la rebelión y secesión de los estados del sur, da las instrucciones necesarias al pueblo de Dios acerca de la posición a asumir frente a la guerra, al reclutamiento obligatorio, al modo de responder, a la medida de sometimiento al estado, a la relación entre la ley divina y las leyes humanas. Al establecer el principio de la no participación, el testimonio aclara sobretodo el modo de presentar a las autoridades la posición de no participación:

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“Los que estuviesen mejor preparados a sacrificar hasta sus vidas, si fuese requerido, en lugar de colocarse en una posición en la cual no podrían obedecer a Dios, tendrían poco que decir. No se jactarían. Sentirían profundamente y meditarían mucho y sus fervientes oraciones se elevarían al cielo pidiendo sabiduría para actuar y gracia para soportar. Los que sienten que en el temor de Dios no pueden conscientemente comprometerse en esta guerra permanecerán muy tranquilos, y al ser interrogados, simplemente declararán lo que están obligados a decir para contestar al interrogador, haciendo comprender que no sienten ninguna simpatía por la rebelión”. (42) El segundo principio establece que la obediencia que se le debe al estado es una obediencia condicional. „Vi que es nuestro deber en todos los casos, obedecer las leyes de nuestro país, a menos que estén en conflicto con la suprema ley que Dios pronunció con voz audible desde el Sinaí, y luego grabó sobre la piedra con su propio dedo. ‘Pondré mis leyes en la mente de ellos y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios y ellos me serán a mí por pueblo’ [Hebreos 8:10].” (43) El tercer fundamento establece la superioridad y precedencia de la Ley de Dios sobre la humana y la preferencia de la obediencia en caso de conflicto: “El que tiene la Ley de Dios escrita en el corazón, obedecerá a Dios antes que a los hombres, y preferirá desobedecer a todos los hombres que desviarse en lo más mínimo del mandamiento de Dios. El pueblo de Dios, enseñado por la inspiración de la verdad, y guiado por una buena PACIFISMO CRISTIANO

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conciencia a vivir por cada palabra de Dios, tomará su ley, escrita en sus corazones, como la única autoridad que pueden reconocer o consentir a obedecer. La sabiduría y autoridad de la ley divina son supremas”. (44) Una vez que fueron precisados los conceptos preliminares, el testimonio afronta el núcleo del asunto, es decir, el hecho que no es posible para el pueblo de Dios participar en la guerra, y explica las razones. “Me fue mostrado que el pueblo de Dios, que es su tesoro peculiar, no puede comprometerse en esta guerra intrincada, pues se opone a cada principio de su fe. En el ejército no pueden obedecer la verdad y al mismo tiempo obedecer los requerimientos de sus oficiales. Habría una constante violación de la conciencia. Los hombres mundanos son gobernados por principios mundanos. No pueden apreciar otros. La política mundana y la opinión pública comprenden el principio de acción que los gobierna y los conduce a practicar una forma de justicia. Pero el pueblo de Dios no puede ser gobernado por estos motivos. Las palabras y órdenes de Dios, escritas en el alma, son espíritu y vida, y hay poder en ellas para someter y obligar a obedecer. Los diez preceptos de Jehová son el fundamento de toda ley justa y buena. Los que aman los mandamientos de Dios se ajustarán a toda buena ley del país. Pero si los requerimientos de los gobernantes están en conflicto con la Ley de Dios, la única pregunta que se debe hacer es: ¿Obedeceremos a Dios o al hombre? (45) Por lo tanto, el pueblo de Dios no puede tomar parte en la guerra porque es contraria a los principios 52

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de la fe cristiana. El ejército no permite permanecer fieles a la verdad. Los militares y los políticos tienen sus intereses propios, no toman en consideración los principios religiosos de los creyentes y en el ejército se encontrarían constantemente en dificultad para vivir la fe. Además del hecho que la ley suprema es la divina, coloca la ley humana en un nivel secundario y subordina la obediencia a las leyes del estado con la condición que estén en armonía con la Ley de Dios. Los creyentes, por lo tanto, respetarán a las autoridades, pero se negarán a usar las armas y a participar en la guerra en base a los principios de fe que presentarán a las autoridades, en el espíritu de Cristo, cuando le sean requeridos,. No puede participar en ninguna guerra Algunos, en tiempos recientes, tienden a sostener que el testimonio se refiere a condiciones en las cuales el alistamiento era sobre una base voluntaria, cuando la ley no contenía provisión especial para los objetores de conciencia; por lo tanto, sostienen que no se puede entender „que significase que en ningún tiempo ni circunstancia un adventista del séptimo día pueda ser leal a Dios y estar empeñado en el servicio militar“. Esto significaría que si el testimonio fue dado durante el tiempo del “servicio voluntario” se debería aplicar sólo a aquel período, no al tiempo en que fue dado y estaba en vigencia la ley sobre el servicio militar obligatorio. Si debiera ser así, que su validez debe limitarse sólo al período PACIFISMO CRISTIANO

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del servicio voluntario, entonces ha sido muy breve, ¡un mes y pocos días! ¿Por qué? Porque el testimonio fue publicado a fines de enero de 1863; mientras que llegó a los hermanos ya había comenzado el mes de febrero y ya el 3 de marzo de 1863 no habría tenido más valor; porque en esa fecha fue promulgada la ley sobre el reclutamiento obligatorio. Por lo tanto, ¡eso limitaría su validez a poco más de un mes! ¿Es posible una cosa semejante? Si fuese así, su utilidad sería muy poca. Pero no es así. Es válido hasta ahora, pues describe las condiciones existentes bajo el reclutamiento obligatorio en el cual se encuentran tantos países ahora, y da instrucciones sobre el modo de actuar en tales situaciones. No sólo esto, aunque haya sido dado durante el tiempo del “servicio voluntario”, el testimonio presenta realidades que son características de todas las leyes humanas, de todos los tiempos, y de todos los ejércitos. Por lo tanto, si no se podía participar en aquella guerra, no podemos participar en ninguna. Reconociendo el valor universal del testimonio contra la guerra, un adventista escribe: „En efecto, la Hna. White usa la expresión ‘esta guerra’ para expresar los principios generales aplicables a todas las guerras. Emplea este adjetivo demostrativo no para dar un sentido particular a aquella guerra y sugerir que el cristiano puede participar en otras guerras, sino para presentarnos la fuente de estos principios que ahora nosotros podemos aplicar gracias a la experiencia de ‘esta guerra’. … “Si consideramos bien las circunstancias históricas comprendemos que, si por la abolición de la esclavitud que 54

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aparentemente parecía justificar la violencia, fue mostrado a la Hna. White que el pueblo de Dios no debía participar en la guerra, con más razón éste no debe participar en otras guerras cuyos motivos son menos justificables. Por esta razón podemos estar seguros que la Hna. White no se refería sólo a aquella, sino a todas las guerras. Si no era permitido a un hijo de Dios participar en aquella, aún menos lo sería en las guerras sucesivas“. (46) Este es el sentido del testimonio y así lo entendieron también los pioneros. De ellos se hace referencia: „Cuando los adventistas estudiaron estos testimonios, dijeron: ‚Si los adventistas no pueden portar armas en esta guerra por la libertad de los esclavos, no deberán portar armas en ninguna guerra“. (47) Y si no podían participar en aquella, tanto menos podrán participar en otras. Los pioneros y los miembros que esperaban mayor luz y una respuesta del cielo la han recibido. El gran debate llegaba así a la conclusión; quien quería ser fiel al Señor sabía ahora su propio deber. Por casi dos años, del 12 de abril de 1861 al 3 de marzo de 1863, permaneció en vigencia sólo el servicio voluntario; ahora este período estaba por terminar y la ley sobre el reclutamiento obligatorio estaba a la puerta. Con el 3 de marzo de 1863 llegó el momento de afrontar el problema en su realidad. ¿Qué posición tomó la iglesia? ¿Cómo se comportaron las personas individualmente?

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II. DURANTE EL RECLUTAMIENTO OBLIGATORIO En el transcurso de la guerra fueron promulgadas varias leyes sobre el alistamiento. A continuación nos referimos solamente a aquellas que presentan interés religioso. No es parte de nuestro propósito extendernos sobre las demás. La primera ley sobre el servicio militar obligatorio se remonta al 3 de marzo de 1863 y preveía la exención para cualquiera que proveyera un sustituto o el pago de una suma liberatoria. La segunda, el 24 de febrero de 1864, introduce el concepto de no combatiente y ciertas limitaciones a la cláusula precedente sobre la exención. La tercera, del 4 de julio de 1865, introduce otras restricciones y reconoce la posibilidad de la exención solamente a los miembros de comunidades religiosas reconocidas. La exención por medio del pago La ley del 3 de marzo de 1863 declaraba hábiles a todos los ciudadanos de veinte a cuarenta y cinco años y proveía amplias posibilidades de exención. En la práctica, cualquiera que tuviese objeciones de conciencia con respecto a tomar las armas o por otra razón, podía gozar de la exención si proveía un sustituto o pagaba la suma de trescientos dólares. El párrafo de la ley con la cláusula de exención es el siguiente:

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„Se ordena, además, que cada persona alistada que haya sido notificada a presentarse, como se ha dicho anteriormente, tenga la facultad de proveer, antes o en el mismo día fijado para su presentación, un sustituto adecuado que tome su puesto dentro del contingente, o pagar a una persona designada con ese fin por el secretario de defensa, una suma no superior a los 300 dólares que permita procurar tal sustituto. … Quien proporcione el sustituto o pague el importe será exhonerado de responsabilidades posteriores“. (48) Disponer de 300 dólares no era fácil entonces, ya que constituía una cifra equivalente al salario anual de un obrero, pero los adventistas se encontraban entre los que pagaron la enorme suma para ser exhonerados. Si algunos hermanos no disponían de tanto dinero, se ayudaban recíprocamente recogiendo fondos para tal propósito. (49) El Hno. White, además, dio el consejo: „Si deben ser alistados, cuando fuese necesario, nuestros hermanos deberían hipotecar sus propiedades con el fin de conseguir los 300 dólares, más bien que aceptar fondos que deben ir a la tesorería del Señor.“ (50) Para poder disponer del dinero necesario hicieron muchos sacrificios. Prácticamente se puede afirmar que compraron la libertad a un precio muy elevado.

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La exención de los objetores de conciencia definidos como „no combatientes“ La ley sucesiva se remonta al 24 de febrero de 1864 y aportó una enmienda a la precedente. Reconocía que ciertas personas podían tener „objeciones de conciencia para portar armas“ y los clasificaba como „no combatientes“ (51). En base a tal criterio, los alistados resultaban repartidos en dos categorías: los „combatientes“, los que estaban dispuestos a combatir, y los „no combatientes“, los que tenían objeciones de conciencia con respecto a tomar las armas. Se introducía así, de ahora en adelante, en la terminología corriente, el término „no combatientes“ y quien tenía objeción de conciencia debía primero ser reconocido como „no combatiente“, después podía elegir entre los servicios alternativos o usufructuar la exención pagando la cuota de trescientos dólares. El texto de la ley es el siguiente: „Se decreta, además, que los miembros de comunidades religiosas que por medio de juramento o declaraciones manifiesten no poder tomar las armas por motivos de conciencia o porque es prohibido por las reglas, los principios de fe o las prácticas de dichas comunidades, una vez que han sido llamados a las armas, sean considerados como no combatientes y asignados al secretario de defensa para que presten servicio en hospitales o asistan a los esclavos liberados, o paguen la suma de trescientos dólares. … Nadie podrá gozar de los beneficios previstos en este párrafo si su declaración de 58

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objeción de conciencia a portar armas no está acompañada por pruebas satisfactorias que comprueben la coherencia de su comportamiento con dicha declaración“. (52) Como se nota, esta ley presenta innovaciones: la definición de los objetores de conciencia como „no combatientes“ y la opción que permite a los „no combatientes“ a elegir entre la exención, después de aportar la suma estipulada y los servicios alternativos, es decir, asistiendo a los esclavos liberados o sirviendo en los hospitales. También bajo el régimen de esta nueva disposición, los pioneros mantuvieron la misma posición, la exención del servicio militar. En una declaración oficial publicada unos meses después, refiriéndose a este período, precisan: „… una vez alistados, mas bien que violar nuestros principios, hemos preferido pagar y ayudarnos recíprocamente para entregar los trescientos dólares como suma de exención“. (53) Así que eligieron la exención aun cuando tenían la opción de los servicios alternativos, prefiriendo pagar la suma exhorbitante a fin de no tener nada que ver con el ejército. Es siempre un deber cristiano evitar el peligro de la transgresión y si se puede hacer empleando sus propios medios mucho mejor. „… porque todo el que quiera salvar su vida –dice Jesús–, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganase todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?“ (Mateo 16:25, 26). PACIFISMO CRISTIANO

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Pasos para obtener oficialmente la exención Finalmente, el 4 de julio fue promulgada una ordenanza restrictiva por medio de la cual algunas categorías eran excluidas de la cláusula de exención por medio del pago de trescientos dólares: „En tales casos de reclutamiento –decía la nueva ley–no debe ser aceptado o recibido por el gobierno ningún pago para exhonerar al conscripto de la obligación personal de prestar servicio militar“. (54) Esta disposición dejaba, sin embargo, inalterada la exención para determinadas categorías: „Nada en esta ley debe ser entendido como modo de alterar o lastimar aunque sea levemente, las disposiciones de la ley del 24 de febrero de 1864, párrafo 17“. (55) De otras fuentes recibimos la misma noticia: “Pero un decreto firmado el 4 de julio de 1864 revocó ‚la cláusula comúnmente conocida como cláusula de exención de los trescientos dólares‘, excepto para los que eran ‚contrarios a portar armas por motivos de conciencia’.“ (56) Estas restricciones pusieron a la comunidad frente a un problema muy serio, algunos hablan, en efecto, de una crisis. ¿Por qué? La fuente que se acaba de citar continúa: „Esta provisión desencadenó una crisis, porque si los adventistas del séptimo día querían continuar asegurándose el privilegio de la exención, u obtener el estatus de ‘no combatientes’ en caso de ser alistados, ahora debían declarar públicamente su posición y actitud“. (57) 60

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En otras palabras, no era más únicamente el miembro particular que por su cuenta debía afrontar el problema individualmente en el momento en que era convocado a presentarse ante las autoridades, sino que la misma comunidad debía involucrarse. El individuo podía ser reconocido y gozar de la exención sólo en el caso en que hubiera sido miembro de una comunidad que por principio hubiese sido contraria al uso de las armas y hubiese sido oficialmente reconocida por el estado como tal. Y para ese entonces la Iglesia Adventista del Séptimo Día no gozaba de tal reconocimiento. Entonces, el Comité Ejecutivo de la Asociación General, que recién se había organizado en el mes de mayo de 1863, inmediatamente tuvo que ocuparse del asunto. La Asociación General solicita el reconocimiento para la exención El 2 de agosto de 1864 fue firmada la „Declaración de los Principios“, documento de importancia histórica que da testimonio de la fe y de las máximas de los pioneros adventistas con relación a la guerra, al servicio militar, al uso de las armas y al ejército.

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“ “DECLARACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DE LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA “La presente es la declaración del Comité de la Asociación General presentada al Gobernador, el 3 de agosto de 1864: “A su Excelencia Agostino Blair, gobernador del estado de Míchigan: “Nosotros, los abajo firmantes integra integrantes del Comité Ejecutivo de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, le rogamos tome en consideración lo siguiente: “La comunidad de los cristianos conocida con el nombre de Adventistas del Séptimo Día, basada en la Biblia como regla de fe y de vida, es unánime en afirmar que sus doctrinas son contrarias al espíritu y al ejercicio de la guerra, razón por la cual siempre se ha opuesto por motivos de conciencia al porte de armas. Si hay una parte de la Biblia que nosotros, como pueblo, podemos indicar más que cualquier otra, es la ley de los diez mandamientos, que consideramos la ley suprema que debe ser tomada en su significado más evidente y literal. El cuarto de estos mandamientos exige el cese del trabajo en el séptimo día de la semana, el sexto prohíbe quitar la vida, ambas cosas imposibles de ser observadas, creemos, mientras se preste servicio militar. Nuestra práctica religiosa se ha conformado uniformemente a estos principios, por lo cual nuestros miembros no se han sentido libres a alistarse en el servicio. En ninguna de nuestras publicaciones hemos defendido o alentado el uso o porte de armas, y una vez 62

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llamados al ejército, antes que violar nuestros principios, hemos preferido pagar y ayudarnos recíprocamente para proveer los trescientos dólares como suma de exención. Considerando que esta provisión ha permanecido de aplicación general, no hemos considerado necesario expresar públicamente nuestro parecer con respecto al tema. “Querríamos, además, hacer presente que los AdventistasdelSéptimoDíasonrigurosamenteantiesclavistas, fieles y en armonía con el estado en contra de la rebelión. “No teniendo una larga existencia como pueblo bien definido, y debido a que nuestra denominación ha sido organizada sólo recientemente, nuestras convicciones no son muy conocidas. El cambio de la ley nos obliga ahora a tomar una posición sobre el tema en forma pública, y es por esta razón que exponemos unánimamente a su Excelencia, los principios de los Adventistas del Séptimo Día, como corporación, referente a las armas, confiados en que su merced no titubeará en sancionar nuestra petición ya que como pueblo, entramos en las últimas disposiciones votadas por el Congreso acerca de los que por motivos de conciencia son contrarios a portar armas y tienen derecho a usufructuar los beneficios de dicha ley. “John Byington “J.N. Loughborough “Geo W. Amadon “Comité Ejecutivo de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día “Battle Creek, Míchigan, 2 de agosto de 1864”. (58) PACIFISMO CRISTIANO

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Elementos fundamentales de la Declaración de los Principios Examinándola de cerca notamos varios puntos sobresalientes que la caracterizan: 1. Incompatibilidad. La vida militar es considerada incompatible con los principios del cristianismo, por lo tanto no es posible que el cristiano preste servicio militar: „El cuarto de estos mandamientos exige el cese del trabajo el séptimo día de la semana, el sexto prohíbe quitar la vida, ambas cosas imposibles de observar mientras se presta servicio militar”. 2. Pago y solidaridad recíproca. Para ayudar a los hermanos más necesitados en el ámbito de la comunidad, se realizó una forma de asistencia financiera recíproca de manera que también ellos pudiesen gozar de la exención: „… hemos preferido pagar y ayudarnos recíprocamente en el pago de los trescientos dólares. …“ Más tarde fue creado un verdadero fondo de exención. (59) 3. No solicitaron la admisión a los servicios alternativos. Desde el 24 de febrero de 1864 quien tenía objeción de conciencia con respecto a portar las armas, podía optar por los servicios alternativos que consistían en la asistencia en hospitales u ocuparse de los esclavos liberados. El hecho que tales opciones no son requeridas ni mencionadas en la declaración, indica que no eran parte de la elección hecha por la comunidad.

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4. Exención. La declaración fue presentada cuando existía la opción de los servicios alternativos, pero, como se ha afirmado apenas, no requería ser admitidos a tal clase de servicio, sino más bien continuar beneficiándose de la exención: „… una vez alistados, antes que violar nuestros principios, hemos preferido pagar y ayudarnos recíprocamente para entregar los trescientos dólares como suma de exención. Y mientras que esta provisión ha permanecido de aplicación general, no hemos considerado necesario expresar públicamente nuestro parecer sobre el tema… El cambio de la ley nos obliga ahora a una posición más pública sobre la materia. …”. 5. Objeciones de conciencia. En la declaración, los pioneros afirman que la comunidad „se ha opuesto siempre al porte de armas“ y que „por motivos de conciencia son contrarios al porte de armas“, por lo tanto, declaran tener objeción de conciencia. El hecho que tuviesen objeción de conciencia y que en lugar de la colaboración hayan elegido la exención, implica que eran objetores de conciencia paficistas. 6. No comprometerse. Todo esto nos lleva a la conclusión que la posición de los pioneros corresponde a la auspiciada en los Testimonios, es decir, la de no comprometerse. En efecto, en los Testimonios ya mencionados, leemos: „Los observadores del sábado ... no deberían, por ninguna razón, comprometerse“, “el pueblo de Dios ... no puede comprometerse“. No comprometerse, o no participar es pues la definición inspirada para expresar la posición de los pioneros adventistas ya sea PACIFISMO CRISTIANO

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en el período del servicio voluntario o mientras estuviera en vigencia el reclutamiento obligatorio, aun cuando eran posibles los servicios alternativos. Admitidos a la exención Una vez firmada por los hermanos del Comité Ejecutivo de la Asocación General, al día siguiente, 3 de agosto de 1864, la declaración de los principios fue presentada por los mismos al gobernador del estado de Míchigan alcanzando un resultado favorable. He aquí el texto de la respuesta: „Me es grato el hecho que dicha declaración relativa a los principios y a las prácticas de los Adventistas del Séptimo Día, sea correcta y que ellos tengan el derecho de beneficiarse con todas las inmunidades previstas por la ley a favor de aquellos que por razones de conciencia son contrarios a portar armas o a participar en la guerra“. “Austin Blair “Gobernador de Míchigan “Fecha: 3 de agosto de 1864”. (61) Otros pasos para la exención Además de Míchigan, en otros cuatro estados: Pensilvania, Illinois, Wisconsin, y el estado de Nueva York, así como en Washington, la capital federal de los Estados Unidos, se 66

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dieron pasos similares, enviando los mismos principios a las autoridades respectivas. Al gobernador de Wisconsin, el comité ejecutivo de aquella Asociación le envió el siguiente documento: “A su Excelencia James T. Lewis, Gobernador de Wisconsin: “Nosotros, los abajo firmantes, miembros del Comité Ejecutivo de los Adventistas del Séptimo Día de la Asociación de Illinois y Wisconsin, sometidos a la dirección de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día de Battle Creek, Míchigan, solicitamos el permiso para someter a su consideración la presente declaración: “I. Que bajo vuestra jurisdicción existe una denominación religiosa, conocida como Adventistas del Séptimo Día, legalmente organizada, con el fin de adorar al Dios Omnipotente, que toma la Biblia como su propia regla de fe y de conducta. Sus miembros son unánimes en el creer que las enseñanzas bíblicas son contrarias al espíritu y al ejercicio de la guerra, y por consiguiente, por motivos de conciencia han sido siempre contrarios al porte de armas. “II. Nuestra práctica se ha inspirado de manera uniforme en estos principios, por lo cual nuestro pueblo no se ha sentido libre a alistarse para prestar servicio. En ninguna de nuestras publicaciones religiosas hemos adoptado o alentado la costumbre de tomar armas, y cuando nos ha llegado el llamado al reclutamiento, antes que violar nuestros principios, hemos estado satisfechos PACIFISMO CRISTIANO

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con pagar y ayudarnos recíprocamente para proveer los trescientos dólares como suma de exención. Mientras que esta provisión había permanecido de aplicación general, no habíamos considerado necesario expresar públicamente nuestro parecer con respecto al tema. “III. Queremos, además, hacer presente que todos los Adventistas del Séptimo Día son perfectamente leales y simpatizan con el gobierno. … “IV. Pero, por no tener una larga existencia como pueblo bien definido, y debido a que nuestra denominación ha sido organizada sólo recientemente, nuestras convicciones no son aún ampliamente conocidas. El cambio de la ley nos obliga ahora a una posición pública sobre el asunto. Es por esta razón que exponemos a su Excelencia las convicciones de los Adventistas del Séptimo Día con respecto al porte de armas, confiando que su Excelencia no titubeará en sancionar nuestra solicitud, ya que como pueblo entramos en los casos previstos por la última ley del Congreso concerniente a los que, por motivo de conciencia, están en contra de portar armas y reúnen los requisitos para beneficiarse por dichas leyes. “Vuestros siervos obedientes, “Isaac Sanborn “Joseph G. Wood “H.W. Decker “El Comité Ejecutivo”. (62) 68

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La respuesta de las autoridades de Wisconsin, Illinois, y Pensilvania fue satisfactoria. Entonces, los varios documentos, incluso cartas de presentación y de recomendación de varias personalidades y las relativas aprobaciones, fueron llevadas a Washington por el Hno. J.N. Andrews para ser presentadas al Mariscal Superior General James B. Fry. En una de estas cartas de presentación se destaca con claridad que su petición al gobierno federal era la exención: “NEWFANE, Niag, Co; N.Y. “15.8.1864 “Al Mariscal Superior General Fry: “Estimado Señor, es de mi conocimiento que se están dando pasos, por parte de los cristianos que pertenecen a la denominación de losAdventistas del Séptimo Día, para valerse de la cláusula de exención de la ley sobre el reclutamiento que se aplica a los que son contrarios a la guerra por motivos religiosos y de conciencia. … “Si se admiten a tal exención, estarán en condición de demostrar que tienen derecho a ella. Creo que se trata de un pueblo muy concienzudo, honesto y coherente y que su vida práctica está en armonía con sus principios. … “Burt Van Hone “Late M.C. 31 District, N.Y.“. (63) PACIFISMO CRISTIANO

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La respuesta obtenida del Mariscal Superior General James B. Fry, certificaba que la cláusula de exención, según su interpretación, era aplicable no sólo a los Quáckeros, sino a toda organización religiosa que tenía la convicción de no combatientes, por lo tanto también a los Adventistas. Según esta interpretación de la cláusula de exención, impartió disposiciones a los varios distritos militares. Dio también consejo al Hno. J.N. Andrews acerca de cómo debían comportarse los hermanos en caso de ser reclutados. A continuación copiamos la respuesta dada al Hno. Andrews: “Oficina del Mariscal Superior General “1° de septiembre de 1864 “En respuesta a la petición del pastor J.N. Andrews: “Los miembros de las denominaciones religiosas que han recibido el llamado al alistamiento y frentre al Consejo de Reclutamiento declaran el hecho de ser contrarios, por motivos de conciencia, a portar armas y también porque se lo prohíben las máximas y los artículos de fe; si su comportamiento ha sido coherente con su profesión de fe, serán designados a prestar servicio en hospitales, o a cuidar de los esclavos liberados o serán exentos por medio del pago de trescientos dólares a las personas que el secretario de guerra designe. “Por orden del Mariscal Superior General “Theo. Mc Murtrie, “Cap. A.A.A.G.”. (64) 70

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Estos fueron pasos de importancia histórica dados por la comunidad para hacer que los miembros llamados a las armas pudieran ser ayudados y puestos en condición de vivir la fe sin conflictos de conciencia y sin compromisos. La declaración de los principios fue enviada y depositada en la sede de los gobiernos de al menos cinco estados: Míchigan, Illinois, Wisconsin, Pensilvania y el estado de Nueva York, además de la sede del gobierno federal en Washington. Junto a otros documentos era transmitida a los mariscales de distritos para tenerlos informados y en un anexo se adjuntaba siempre la petición de exención de cada miembro en particular. En caso de ser llamados al servicio militar ella daba constante testimonio de la posición de los observadores del sábado y era pues como la carta de identidad del movimiento adventista. Los pioneros requirieron la exención, y con la ayuda del Señor la obtuvieron. Un folleto para la exención Mientas por un lado daban pasos ante las autoridades para que la comunidad fuese admitida en la exención, por otro los pioneros, hicieron de todo para informar, iluminar y preparar a los hermanos sobre cómo resolver el problema. Con este fin, durante el año 1864, inmediatamente después de la presentación de la declaración de los principios, fue preparado un folleto y distribuido entre los miembros. El Comité de la Asociación General lo comunicó en estos términos: PACIFISMO CRISTIANO

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„ „Importante folleto con respecto al reclutamiento “Teniendo conocimiento que según la última ley del Congreso los que tienen objeciones de conciencia con respecto a tomar las armas, en lugar de entrar en el servicio tienen todavía la posibilidad de pagar 300 dólares, hemos dado pasos ante las autoridades para llevar a su conocimiento la existencia de nuestro pueblo ante el oficial supremo y ejecutivo de este estado, el gobernador. “El folleto contendrá aquella porción de la ley concerniente a los no combatientes, nuestra carta de presentación al gobernador, una copia escrita de la declaración de nuestros principios dirigida a él y su respuesta a la misma. “Es necesario que todos nuestros hermanos susceptibles a ser reclutados tengan una copia de dicho tratado”. (65) Una confirmación de otra fuente Fundamentalmente llegados a este punto podemos decir que tenemos ahora una visión de conjunto de la posición de los pioneros sobre el servicio militar. La gran cantidad de citas de las fuentes originales que han sido presentadas no dejan ninguna duda al respecto. De todos modos, como sucede a veces, entre la enseñanza y la práctica se nota una diferencia, ya que no todos siguen fielmente la verdad como debieran. Esto se ha verificado también en el pueblo adventista durante la guerra civil. Algunos miembros entraron en el ejército cuando entre 72

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los hermanos no había todavía suficiente claridad, otros por algún otro motivo. En su conjunto se trató de pocas personas. (66) Dos de ellos, Hiram Bates, de Illinois, y Enoc Hayes, de la iglesia de Battle Creek, entraron como voluntarios y debido a su decisión fueron expulsados de la iglesia. Sobre su expulsión se dio noticia pública en la Review and Herald Herald. (67) De las pocas excepciones, los otros que entraron en el ejército lo hicieron por falta de fondos, no porque lo recomendase la iglesia. Considerando que en base a la ley los Adventistas entraban en la categoría de no combatientes, esperaban recibir tal reconocimiento y ser asignados a los servicios alternativos, a los que se hace referencia en algunas noticias presentadas en la Review and Herald. Como fue dicho, no porque se tratase de la posición Herald preferida por la comunidad, sino especialmente porque después de las respuestas positivas de las autoridades, se podía pensar que, si uno no estaba en condición de pagar la enorme suma, en lugar de correr el riesgo de ser fusilado, podía intentar la vía de los servicios alternativos. Pero la prueba no tuvo éxito. Quien no disponía de la cuota requerida y decidía entrar en el ejército, aunque esperase ser asignado a los servicios alternativos, debía afrontar „infinitas dificultades y tribulaciones“. (68) Era el 24 de enero de 1865 y ninguno de los que habían presentado solicitudes de reconocimiento como no combatientes adjuntando todas las pruebas y documentación requeridas, era admitido a tales servicios PACIFISMO CRISTIANO

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(69). Los mariscales de distrito rechazaban tales solicitudes y los pobres individuos se encontraban entre miles de dificultades. Humillados, escarnecidos, forzados, amenazados, castigados. Lo habían hecho para evitar el calvario de la pena de muerte, pero aquí se encontraban constantemente expuestos a la tentación. Uno cedió a las imposiciones y amenazas y tomó las armas, otro perdió la vida. Dos se encontraron en situaciones particularmente dramáticas y dolorosas. Los oficiales locales del ejército no estaban dispuestos a reconocer el reglamento previsto para los no combatientes. Uno pasó de un castigo a otro, humillado como rebelde, se encontró bajo constante amenaza, corrió el riesgo de ser casi fusilado. El otro, de lo que vio y sufrió en el ejército, habló de „maldad y corrupción“ y definió el ejército como „un lugar extremadamente maldito“. Son conceptos mucho más fuertes de los que son expresados en el Espíritu de Profecía, pero no en discordancia con éste; provienen de otra fuente, pero están en perfecta armonía. La voz del Señor se hizo sentir otra vez; en este caso por testimonios oculares y por la experiencia directa. Y esto hablando de un ejército que lucha por la libertad de los esclavos, un ejército en el cual existían provisiones para servicios reservados a los „no combatientes“. ¿Podrá haber todavía alguna duda? „En el ejército no pueden obedecer la verdad y al mismo tiempo obedecer los requerimientos de sus oficiales. Habría una constante violación de la conciencia.“ (70) 74

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Fondo para literatura gratuita Aquellos que llegaron a encontrarse en el ejército, una vez alistados, debieron permanecer en las filas durante meses y meses, lo cual les permitió llegar a entrar en contacto con varios soldados y les dio la posibilidad de distribuir algun material impreso entre ellos. En el ejercito algunos estaban ávidos de noticias y se interesaban en la lectura. Luego que se presentó una solicitud, se creó un fondo para la distribución gratuita de literatura entre los soldados. Algunos han tratado de ver en esta iniciativa una aprobación de parte de la iglesia a la presencia de estos hermanos en el ejército, pero tal interpretación es inadmisible pues la iglesia se esforzaba en pagar altas sumas de dinero para liberar a sus miembros. El fondo de literatura gratis ha sido una iniciativa tomada a fin de difundir el mensaje también entre esta categroría de personas, los soldados, que podían hallarse cortos de dinero, mas tenían el sincero deseo de conocer la verdad. El Hno. White promueve la exención Para ser reconocidos como no combatientes y beneficiados con la exención, cada uno debía presentar los debidos documentos, entre ellos la declaración de los principios de la comunidad que justificaba la solicitud de exención y otra literatura de apoyo. Como se puede deducir de las siguientes citas, el Hno. Jaime White se dedicó a la preparación de tal material. PACIFISMO CRISTIANO

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“El invierno de 1864-1865 fue una época muy dura y de prueba. Mientras el pastor White con su esposa preparaba esta literatura sanitaria y de temperancia, consideró necesario esforzarse a favor de los observadores del sábado que habían sido llamados al servicio militar.” (71) ¿En qué consistía su presentación a favor de los que habían recibido el llamado a las armas? En una información publicada justamente por él, leemos: “Estamos publicando dos pequeñas obras que serán de gran ayuda a nuestros hermanos que pueden ser reclutados”. (72) En una segunda información agrega: “El reclutamiento. Una serie de pruebas generales dedicadas a demostrar que los Adventistas del Séptimo Día tienen derecho a la inmunidad prevista por la ley para los que, por principio de conciencia, son contrarios al porte de armas o a la participación en la guerra, han sido preparadas con considerables gastos y están a la disposición en esta oficina por el importe de un dólar, incluyendo los gastos postales. Se trata de dos folletos sobre dicho tema con las necesarias declaraciones de personas calificadas para dar testimonio al respecto, que contienen las mejores instrucciones que podamos dar referentes al procedimiento. Todos los que sean alistados tienen necesidad de ellos. Tenemos buenas razones para creer que el Consejo de Reclutamiento exigirá pruebas sólidas. Los que estén mejor documentados estarán más seguros”. (73) Los dos folletos ilustraban la posición bíblica de la comunidad, por lo tanto eran de gran utilidad ya sea 76

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para los hermanos que apenas habían sido llamados a las armas y debían presentar la documentación, o para los que serían llamados a continuación, ya que cada cinco o seis meses era realizado un nuevo reclutamiento. Se trataba de documentos preparados justamente para obtener la exención; en efecto el Hno. White afirma: “Hemos preparado una serie de libros y periódicos para los Adventistas del Séptimo Día que pueden ser alistados” y especifica claramente que tales documentos son para los que prefieren “pagar los trescientos dólares como suma de exención”. (74) Donaciones y fondo de exención Al continuar la guerra, el gobierno se encontraba en la necesidad de alistar siempre nuevos contingentes. Así es que con cada nuevo reclutamiento otros miembros recibían el llamado a las armas y se pedían ulteriores sacrificios a la iglesia. Donaciones, ayuda recíproca, aportaciones, préstamos, colectas, venta e hipoteca de la propia habitación fueron las vías seguidas en un primer tiempo para obtener la exención. Es notorio el llamado del Hno. Jaime White al respecto: “De ser llamados al ejército, nuestros hermanos deberían hipotecar sus propiedades, si fuese necesario, con el fin de lograr los trescientos dólares. Decimos esto también para nuestros ministros. El reclutamiento se prevé siempre más inminente. Anualmente aportamos 40 dólares al fondo de benevolencia sistemática para que sean PACIFISMO CRISTIANO

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usados con el fin previsto. Ponemos a la disposición otros 40 dólares en caso que sean necesarios para los ministros que fuesen alistados”. (75) Es ya conocido el informe contenido en la declaración de los principios: “Antes que violar nuestros principios, hemos preferido pagar y ayudarnos recíprocamente con el aporte de 300 dólares como suma de exención”. Sobre el aporte a favor de los ministros el Hno. Jaime White refiere, en un segundo caso: “Deseamos poder tener solo un privilegio, aportar 10 dólares para cada uno de nuestros ministros hábiles que sea alistado, con el fin de ayudarlo a pagar los 300 dólares”. (76) En la Review and Herald del 20 de diciembre de 1864 se menciona una donación de 50 dólares. En enero de 1865, el Hno. B. McCormic propuso la creación de un verdadero fondo de exención. “El presidente de los Estados Unidos ha decretado otro alistamiento de 300.000 voluntarios para colmar las filas del ejército. … Nosotros, juntamente con los otros, estamos sujetos a este reclutamiento. Es muy probable que algunos de nosotros seamos llamados a las armas. Propongo que elevemos el fondo de reclutamiento para poder liberar a los que puedan ser alistados. “… He conocido a algunos de nuestros hermanos que han sido alistados y realmente han debido hacer un sacrificio para reunir los 300 dólares. Algunos han debido pedir préstamos. Otros han vendido sus casas. Algunos de nuestros predicadores reclutados han reunido el dinero para la exención con subscripciones. Si todos estuviésemos 78

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interesados, actuando según el principio establecido por los apóstoles, cuando un miembro sufre todos sufren por él, pienso que se podría reunir dinero suficiente sin que ninguno sea constreñido a sufrir. “Mientras la cláusula de los 300 dólares era de aplicación general, las personas del mundo formaba asociaciones para ayudarse mutuamente en el pago de la suma sustitutiva. Con respecto a esto, ¿no deberíamos ser coherentes como el mundo? Pienso que no sean necesarios más de 5 dólares por persona para liberar a cada hermano que pueda ser alistado.” (77) A esta propuesta del Hno. McCormic, el Hno. J. White agrega: “Estamos a favor de la igualdad bíblica, pero en lo que tiene que ver con los medios económicos, la igualdad no exige de cada uno 5 dólares u otra suma. La Biblia exige de acuerdo a lo que tiene cada uno. Uno puede pagar anualmente 200 dólares, mientras su hermano más pobre puede aportar sólo dos décimas. Para poder realizar rigurosamente la igualdad bíblica… unos deberían pagar más y otros menos. … “Se dice que en el próximo reclutamiento serán llamados cerca de un tercio de los hombres hábiles y se supone que un tercio sea la proporción también entre los Adventistas del Séptimo Día. En este caso, si cada uno aporta al tesorero 100 dólares, éste después podrá pagar 300 dólares a todos los que sean reclutados”. (78) Después de este caluroso llamado, Jaime White concluye: “Si esta guerra continúa, sólo Dios sabe lo que sucederá con los ‘no combatientes’.” PACIFISMO CRISTIANO

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Modificación o confirmación Alguno ha expresado la idea que, debido a los elevados costos y a la escasez de fondos para hacer frente al pago liberatorio de tantos hermanos, entre finales de 1864 y principios de 1865 la iglesia hubiese aceptado que los miembros entrasen a prestar servicio en el ejercito. De esa manera, la declaración de principios habría sido puesta de lado y la iglesia se había adaptado a la nueva situación. Pero, ¿dónde están las pruebas que sustentan tal teoría?Es evidente que nos encontramos frente a un esfuerzo por tratar de justificar la posición actual. La estrechez financiera no llegó a este nivel, aunque hubiese podido llegar si la guerra hubiese continuado, mas la guerra terminó antes que esto sucediese. Por tanto la idea de que la declaración de los principios hubiese sido puesta de lado es completamente desprovista de fundamento alguno. En realidad, dicha declaración no sólo permaneció en vigor sino que en el año siguiente, 1865, cuando se preparó una nueva edición ampliada del folleto “The View of Seveth-day Adventists Relative to Bearing Arms”, la misma fue publicada junto con otros documentos que confirman una vez más la posición de la exención. Para ayudar adicionalmente a los miembros a resolver el problema del servicio militar, en el año 1865 fue preparado otro folleto de 27 páginas, con una compilación de citas en la cual desde el mismo título se declara que la guerra es pecado, llevando el título: “Compilation of Extracts from Publications of Seventh-day Adventists, Setting Forth Their View on the Sinfulness of War”. [Compilación de citas de las publicaciones de los Adventistas del Séptimo Día, estableciendo su punto 80

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de vista sobre la pecaminosidad de la guerra]. Al respecto, un hermano adventista escribió: “Exactamente antes, y seguidamente después del ayuno de los días 1 al 4 de marzo de 1865, los oficiales de la Asociación General, empezaron a emprender actividades para hacer que los creyentes tuviesen mejores oportunidades de ser reconocidos como objetores de conciencia en cuanto al porte de armas. “Urías Smith y otros que se le uniero a la obra, convinaron las páginas de la Review y otras publicaciones adventistas en un folleto de 27 páginas titulado: ‘Compilation of Extracts from Publications of Seventh-day Adventists, Setting Forth Their View on the Sinfulness of War, Referred to in the Annexed Affidavits’. … “La compilación de “Citas sobre la pecaminosidad de la guerra” [Extracts on the Sinfulness of War] es significativa no sólo por lo que contiene, mas porque aunque la guerra había concluido, la Asociación General en sesión aprobó una resolución del siguiente tenor: ‘Se resuelve que reconocemos el folleto titulado: “Compilation of Extracts from Publications of Seventh-day Adventists, Setting Forth Their View on the Sinfulness of War War” como una representación verdadera del concepto que tenemos, desde el inicio de nuestra existencia como pueblo, acerca del porte de armas’.” (Ron Graybill, Seventh-day Adventists and the American Civil War, Washington D.C., 1970, págs. 17-18). Así que no hubo ningún cambio en los principios establecidos sino que los mismos fueron confirmados.

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El costo de la exención ¿Cuánto ha costado a la iglesia el enorme sacrificio de la exención de sus miembros? No tenemos cifras globales para dar una respuesta precisa. Cada miembro llamado a las armas debía aportar 300 dólares, correspondientes a casi el sueldo de un año de un obrero. Para darse cuenta de la enormidad del sacrificio hay que pensar en lo que hoy día significaría para cualquier familia trabajadora aportar el salario de todo un año para liberar a solo uno de sus miembros que hubiese sido llamado al ejército. También hay una estimación realizada por el Comité de la Asociación General en el mes de febrero de 1865, de los costos que la iglesia de Battle Creek debería haber sostenido en el caso de otro llamado a las armas. “Creyendo que la Palabra de Dios prohíba a los cristianos tomar parte en la guerra carnal, confiamos que todos los miembros de nuestro pueblo que sean alistados contribuyan a la recolección de los trescientos dólares sustitutivos. … La presente conscripción, ya sea que el contingente se obtenga con reclutamiento obligatorio o con voluntarios recompensados con premios, costará a la iglesia de Battle Creek más que el monto total de los últimos cuatro años de benevolencia sistemática; y el importe necesario para liberar a los hermanos del servicio en este alistamiento no puede ser estimado inferior a una cifra que va de los veinticinco mil a los cuarenta mil dólares.” (79)

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En consideración de un costo tan elevado, el Comité de la Asociación General continúa diciendo así: “Y ahora supongamos que… otro contingente sea llamado a las armas como ha sucedido cada cinco o seis meses, ¿qué podemos hacer? La obra sería despedazada. Según vemos claramente, hemos sido colocados en una situación que, si la guerra continúa, debemos detenernos. Lo repetimos, debe cesar la guerra o se detendrá la obra en su expansión”. (80) Por lo tanto, poniendo su confianza en el Señor, el comité concluye: “Confiando en Dios, teniendo la certeza de la eficacia de la oración y de las indicaciones de su palabra profética, creemos que la obra de Dios no debe ser obstaculizada. … La obra de Dios en estos últimos días no debe, es más, no se detendrá”. Súplicas y finalización de la guerra En aquellos momentos particularmente difíciles, en la búsqueda de la solución del problema, los hermanos no dejaron de elevar sus peticiones al cielo invitando a todo el pueblo varias veces al ayuno y a la oración. El mismo mes en que fue presentada la declaración de los principios, en agosto de 1864, se consagró el sábado 27 con este fin. Entre las peticiones a elevar con fervor en oración, se encuentra la invocación: “Que Dios dirija a su pueblo a actuar sabia y humildemente con respecto al reclutamiento y a superar los sucesos inminentes para el propio bien y la gloria de Dios”. (81)

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Posteriormente se intensificó esta práctica y mensaulmente se dedicaba un sábado a este propósito. “Como denominación de no combatientes, los Adventistas del Séptimo Día deberían dar gracias a Dios por las provisiones dispuestas por el gobierno al exhonerarla del porte de armas carnales, según las condiciones indicadas por la ley. “En vista de cuanto se ha dicho, recomendamos a nuestro pueblo que eleve oraciones de agradecimiento por las autoridades, como una parte durante los servicios del sábado y en otras ocasiones de culto público, así como durante las oraciones familiares. Además de esto, recomendamos que el segundo sábado de cada mes sea especialmente dedicado al ayuno y la oración en vista de la presente guerra tan terrible y las relaciones particulares de los no combatientes con respecto al gobierno, de modo que podamos continuar gozando de la libertad de conciencia y conducir una vida pacífica y tranquila con toda devoción y honestidad.” (82) Aceptando esta propuesta, el Comité de la Asociación General, respondió: “Estamos agradecidos por el artículo presentado por el Hno. White y… recomendamos a todos los hermanos observar el sábado 11 de febrero como día de ayuno y de oración por los objetivos especificados en dicho artículo”. (83) Algunas semanas después, el 21 de febrero de 1865, el llamado se hizo aún más urgente. El Comité de la Asociación General pidió “dedicar cuatro días, 84

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comenzando el miércoles 1° de marzo y continuando hasta la clausura del sábado, como días de oración seria e incesante sobre este tema. Deben cesar los negocios, y la iglesia debe reunirse cada día a las 13.00 horas y dos veces el sábado, para presentar sus propias súplicas ante Dios”. (84) En marzo, el Hno. Jaime White repitió el ferviente llamado para la consagración del segundo sábado: “Recordamos a todo nuestro pueblo que el segundo sábado de cada mes, ha sido elegido por el Comité de la Asociación General como día especial de humillación, de ayuno y oración en consideración de la tremenda guerra americana en curso”. (85) Y las oraciones fueron oídas. El Señor había ayudado ya a su pueblo a alcanzar la necesaria claridad sobre el grave problema de la guerra; en el momento justo lo ayudó a tomar la posición correcta y a permanecer fiel en la prueba más dura. A continuación de las ardientes e incesantes oraciones de su pueblo, el brazo del Eterno se movió: el 9 de abril de 1865, después de casi cuatro años de hostilidad, las fuerzas del sur se rindieron y la horrible guerra con todos sus estragos, dolores, lágrimas, y sacrificios llegó a su fin. Con esta dura experiencia, el Señor había probado a su pueblo, pero de este modo también lo había motivado a estudiar profundamente y descubrir las verdades implícitas en el sexto mandamiento y en el conjunto de la enseñanza bíblica sobre la cuestión del servicio militar, el uso de las armas, y la participación en la guerra. De este modo le ha dado directivas que serían PACIFISMO CRISTIANO

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una ayuda válida en las experiencias sucesivas, a medida que la obra se extendiese a otros territorios. “…estas cosas sucedieron –refiere la palabra del Señor– como ejemplo para nosotros”, y subraya: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:6, 11).

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III. REFLEXIONES CONCLUSIVAS Objetores de conciencia y no combatientes En el curso de este artículo hemos encontrado varias veces las definiciones “objeción” u “objetores de conciencia” y “no combatientes”. Literalmente, en realidad, son definiciones que no se encuentran en los respectivos textos bíblicos. El término “conciencia” o “por motivos de conciencia”, sin embargo, está presente en los Testimonios, también en los que se habla de “no comprometerse”. La “objeción de conciencia” es el escrúpulo, la condena y el rechazo de la conciencia a cumplir determinadas acciones no correctas, en este caso al colaborar con el ejército tomando las armas y al usarlas contra el prójimo. Indica la convicción íntima de una persona que cultiva ideales de respeto por los seres humanos y su dignidad, y censura cada pensamiento y acción que lastima tales derechos. “No combatientes” es una definición usada en la terminología legal de entonces para clasificar a las personas alistadas que tenían objeción de conciencia. Cuando se verificaba la exactitud y coherencia de tales objeciones con el comportamiento del individuo, el alistado era reconocido y se le hacía entrar en la categoría de los “no combatientes”. Esto significa que el individuo era primero un objetor de conciencia y luego un no combatiente, y quien no era verdadero objetor no podía ser reconocido PACIFISMO CRISTIANO

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como no combatiente. Entrar en la categoría de “no combatiente” era entonces un privilegio porque permitía poder usufructuar la cláusula de exención del servicio militar o prestar servicios alternativos. La definición “no combatiente”, estrictamente hablando, indica simplemente una persona que no combate, pero no aclara si participa de ciertas actividades militares o si se abstiene de participar como hicieron los pioneros. De lo que hemos visto hasta aquí, en efecto, “no combatiente” incluía entonces tanto la una como la otra categoría. Siendo así las cosas, considerar entonces a los Adventistas como no combatientes podía andar bien, cuando se sabía que eran partidarios de la exención. Hoy ya no es así. Con el tiempo se ha ido creando una abierta distinción entre objetores o pacifistas, y no combatientes: los objetores o pacifistas son los no participantes, los que solicitan la exención; los no combatientes son participantes que, a excepción de combatir, por lo demás, desarrollan casi todos los servicios requeridos. Siendo así las cosas, ¿cómo deberíamos definir hoy a los Adventistas de entonces que no solicitaron ser admitidos como colaboradores, sino quedar exentos? ¿Podemos, en realidad, definirlos de otro modo que no sea como objetores de conciencia? Sin embargo, sin considerar que el término “no combatientes” haya cambiado de significado con el tiempo y hoy indica un tipo de colaboradores, se afirma lo siguiente:

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“Desde el principio de nuestra existencia organizada, nosotros, los Adventistas del Séptimo Día, nos hemos definido “no combatientes” y todavía nos llamamos así. Siempre hemos mantenido esta posición, no habiéndonos nunca considerado objetores de conciencia”. (86) Declaraciones similares revelan varias inexactitudes que generan una notable confusión. Ante todo, no fueron los Adventistas quienes se definieron a sí mismos como “no combatientes”, porque la definición deriva de la terminología legal usada por el estado, y fueron las autoridades que los consideraron como tales. En segundo lugar, originalmente los Adventistas fueron considerados objetores de conciencia. En efecto, si no hubiese sido así, no podrían haber entrado en la clasificación de “no combatientes” ya que para alcanzar tal reconocimiento era necesario demostrar con pruebas ciertas la propia objeción de conciencia. Conceptos modernos Es de observar pues la notable diferencia entre el concepto de no combatiente de entonces y el concepto de no combatiente de hoy. Una definición reciente de la compresión actual de tal concepto, formulada oficialmente por la Asociación General, enumera y acepta varias actividades dentro del ejército: “Los no combatientes… aun así no condenan a los que toman parte en la guerra. Por otra parte, en tiempo de guerra, ayudan con gusto a su gobierno de modo PACIFISMO CRISTIANO

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concreto… Contribuyen con el ejército con alimentación y vestimentas, desarrollan obra de asistencia cuidando de los enfermos y heridos; prestan ayuda en el sepelio de los muertos, en el transporte de hombres, alimentos, vestimentas, etc. Por orden del gobierno construyen trincheras, van al campo de batalla, a las minas y a las fábricas. Ayudan a fortificar las posiciones…”. (88) ¿Era esto lo que pensaban los pioneros? ¿Era esto lo que querían decir cuando solicitaron ser admitidos como no combatientes? ¿Ser activos en las fábricas del ejército y construir trincheras, es parte del espíritu y de la práctica de los que se deben ocupar de la paz entre los hombres? ¿Se puede considerar todavía actividad no combatiente que hace parte de la fe de un cristiano que no tiene enemigos para combatir, el fortificar las posiciones militares de un país contra otro? ¡Seguramente no! No sólo esto, mas en la posición actual, que se remonta al año 1972, se ha incluido una cláusula adicional, una vía de escape, que define como no vinculante dicha posición de no combatiente: “… su lealtad al gobierno implica su servicio voluntario para el estado en cada función no combatiente, civil o militar, en guerra o en paz, en uniforme o sin él, que contribuya a salvar la vida, pidiendo solamente que puedan prestar servicio en las esferas que no violen sus convicciones de conciencia. “Esta declaración no constituye una posición rígida, vinculante para los miembros, pero da sugerencias, dejando al miembro individual libre para evaluar la situación por sí mismo”. (89) 90

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Hay aún otro aspecto. En una época, la comunidad declaraba oficial y públicamente haberse “siempre opuesto por motivos de conciencia al porte de armas de todo tipo” (90), hoy ya no es así. Los miembros de iglesia que ahora tienen escrúpulos de conciencia para tomar las armas y desean pedir la exención “del servicio no combatiente, deben hacerlo sobre la base de sus propias convicciones de conciencia, porque la denominación… no toma esta posición”. (91) De este modo, si el miembro tiene otra opinión, puede ignorar tranquilamente la posición de la iglesia y asumir la que quiera. Y hoy se cuentan entre miles los jóvenes que entran en servicio, no porque obligatoriamente sean llamados a las armas por el estado, sino por elección propia, por profesión. Y no en el servicio de no combatientes, sino en el normal, ¡portando y usando las armas! (92) ¡Y todo esto con el permiso de la iglesia! Como puede verse, la posición actual de la Asociación General de los Adventistas no es la misma de aquella de los pioneros, es muy diferente. A continuación presentaremos pruebas adicionales:

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(A) No se alistaban como voluntarios, ni siquiera como no combatientes „En breve, oficialmente la denominación se opuso a que sus miembros participaran como combatientes o que se uniesen como voluntarios al servicio militar“ (George R. Knight, „1862-1865 Adventists at War“, en Adventist Review, 04.04.1991, pág. 15). „La atención de muchos se dirigía a los observadores del sábado pues no manifestaban un interés particular por la guerra y no se unían voluntariamente al ejército.” – Testimonies for the Church, tomo 1, pág. 356. “Los Adventistas de ese tiempo prefirieron evitar el servicio militar en toda forma que fuese posible y legal”. “Generalmente trataron de evitar el servicio militar pagando los trescientos dólares de rescate”. “… Los primeros Adventistas evitaron el servicio militar aun cuando existía la alternativa del servicio ‘no combatiente’.” (Ron Graybill, This Perplexing War, Washington. 1978, págs. 5, 6).

(B) Dispuestos a alistarse como voluntarios “Nuestros jovencitos, nuestros hombres adultos y nuestras mujeres, están listos para cooperar en toda forma posible en el cumplimiento de los severos deberes requeridos por la presente emergencia. Oficialmente hemos aconsejado a nuestro pueblo que ofrezca voluntariamente 92

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sus servicios a la Oficina de Defensa Civil. Están, por lo tanto, disponibles para servir como bomberos, el a protección civil, en la Construcción de Refugios Antiaéreos, en servicio de todo tipo de la Cruz Roja, en programa de Protección y Conservación de Alimentos, así como en un trabajo fiel en fábricas y comercios. Hemos estimulado la compra de bonos y estampillas de la Defensa, y estamos resueltos a mantener una actitud de valor y colaboración general en la comunidad” (Carta del Presidente de la Asociación General, J.L. McElhany, aprobada el 15 de diciembre de 1941 para ser enviada al presidente Franklin D. Roosevelt). “… Su lealtad al gobierno implica su servicio voluntario al estado en toda función no combatiente, civil o militar, en guerra o en paz, en uniforme o sin él, que contribuya a salvar la vida, solicitando solamente que puedan prestar servicio en aquella esfera en que no violan sus convicciones de conciencia” (Resolución del Consejo Anual de 1972, “Relationship With Civil Goverment and War” en Review and Herald Herald, 30 de noviembre de 1972, pág. 20). “Darán su contribución al ejército en asuntos de alimentación y vestido; realizarán obra de asistencia cuidando a los enfermos y a los heridos; prestarán su ayuda en el sepelio de los muertos, en el transporte de hombres, alimentos, ropas, etc. Bajo las órdenes del gobierno construirán trincheras, andarán en los campos de batalla, en las minas y en las fábricas. Ayudarán a fortificar las posiciones. …“ (Seventhday Adventists and Civil Governments, Washington, 1940, pág. 12).

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(A) Fueron objetores de conciencia „En 1864 los Adventistas fueron reconocidos oficialmente como objetores de conciencia y como no combatienes“. „Por primera vez los Adventistas fueron reconocidos oficialmente como objetores de conciencia y como no combatientes“ (George R. Knight, „1862-1865 Adventists at War“, en Adventist Review, 04.04.1991, págs. 14-15).

(B) No se consideran objetores de conciencia „Desde el inicio de nuestra existencia organizada, nosotros, los Adventistas del Séptimo Día hemos sido definidos ‚no combatientes‘ y hasta ahora así nos consideramos. Siempre hemos mantenido esta posición sin que nunca hayamos sido considrados como objetores de conciencia“ (Youth’s Instructor 18 de noviembre de 1941). Los miembros que han tenido escrúpulos de tomar las armas y han tenido el deseo de solicitar la exención „del servicio no combatiente, deben hacerlo en base a su propia convicción de conciencia, porque la denominación no ha tomado y no toma esta posición“ (Carlyle B. Hynis, Filling Out the Special Form for Conscientious Objectors, Washington D.C. 1950, págs. 3-4).

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(A) Posición vinculante “La comunidad de los cristianos conocida con el nombre de Adventistas del Séptimo Día, basada en la Biblia como regla de fe y de vida, … siempre se ha opuesto por motivos de conciencia al porte de armas. … exponemos unánimamente a su Excelencia, los principios de los Adventistas del Séptimo Día, como corporación, referente a las armas, confiados en que su merced no titubeará en sancionar nuestra petición ya que como pueblo, entramos en las últimas disposiciones votadas por el Congreso acerca de los que por motivos de conciencia son contrarios a portar armas y tienen derecho a usufructuar los beneficios de dicha ley” (Declaración de Principios de 1864).

(B) Posición no vinculante “Esta posición no constituye una posición rígida, vinculante para los miembros, sino una sugerencia, dejando al miembro individual libre para valorar la situación por sí mismo... Para los que conscientemente elijen la clasificación… del servicio militar combatiente se les debe proveer guía y consejos pastorales para así atender sus necesidades, ya que la iglesia se abstiene de condenarlos(Decisión del Consejo Anual de 1972, “Relationship With Civil Government and War”, Review and Herald Herald, 30.11.1972, pág. 20).

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“El momento cuando nuestra iglesia estuvo más cercana a este tema, fue en la declaración relativa al ‘porte de armas’ del Consejo Anual de 1982. La Declaración sugiere que ‘con o sin uniforme’ se prefiere la posición de no combatiente, pero que esta no es una posición rígida que vincule a los miembros de iglesia” (Calvin B. Rock, “Is War Ever Justified?, Adventist Review, 4 de abril, 1991, pág. 18 [354]). “¿Perdería un adventista del séptimo día su condición como miembro si fuese un soldado regular? No. Mientras la posición de la iglesia es la de no combatiente, el individuo debe tomar su propia decisión al respecto, y la iglesia respeta la conciencia de los que deciden portar armas” (Gordon Box, “Questiom Box”, Signs of the Times, Australia, 1° de enero, 1972, pág. 25). “Un miembro puede ser un combatiente y todavía permanecer en buena posición” (C.D. Martin a G. Mahn, 30 de septiembre, 1982). “… si conscientemente uno cree que sea justo portar armas, no es expulsado de la iglesia” (W.D. Eva a G. Mahn, 1° de febrero, 1983).

(A) Portar las armas es una violación “De acuerdo al juicio de esta conferencia, portar armas o participar en la guerra es una directa violación de las enseñanzas de nuestro Salvador, así como del espíritu y de la letra de la Ley de Dios” ((Review Review and Herald Herald,, 28 de mayo, 1867).

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(B) Portar las armas no es una violación “La iglesia no aplica el mandamiento “No matarás” a la pena capital, a la autodefensa y a la defensa del país al que se pertenece, como lo aplica en caso de asesinato cometido en un arranque de ira, por codicia, celos, venganza, etc.” (Calvin B. Rock, “Military Service”, Adventist Review, 30 de marzo, 1989).

(A) No portar las armas es un principio “La comunidad de los cristianos conocida con el nombre de Adventistas del Séptimo Día, basada en la Biblia como regla de fe y de vida, ... siempre se ha opuesto por motivos de conciencia al porte de armas... exponemos unánimamente a su Excelencia, los principios de los Adventistas del Séptimo Día, como corporación, referente a las armas, confiados en que su merced no titubeará en sancionar nuestra petición ya que como pueblo, entramos en las últimas disposiciones votadas por el Congreso acerca de los que por motivos de conciencia son contrarios a portar armas” (Declaración de Principios de 1864). “Urías Smith declaró que de haber sido miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día desde 1852, que había colaborado en la compilación de ‘Extracts on the Sinfulness of War’ [Citas acerca de la pecaminosidad de la guerra], que todas la sfuentes usadas eran fuentes regulares de los Adventistas del Séptimo Día y que PACIFISMO CRISTIANO

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durante todo el tiempo que él había sido adventista, había formado parte de la fe de las creencias de la denominación , que ‘la guerra es pecado, es un error y es contraria a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras’, y que esto había sido enseñado por los ministros, por los maestros y por los dirigentes de la denominación. “Jaime White declaró que la cita ‘en la medida de su extensión… incluye el concepto y la creencia religiosa acerca de la pecaminosidad de la guerra’. “Jaime White declao que había sido un adventista desde 1847 y que ‘durante todo aquel tiempo, la enseñanza de la iglesia había sido que la guerra es un pecado, un error y no está en armonía con las enseñanzas de las Santas Escrituras’, y que esta enseñanza había constituido un de los artículos de fe y parte de las creencias de la denominación” (Ron Graybill, Seventh-day Adventists and the American Civil War, Washington D.C., 1970, págs. 19-20).

(B) El rechazo al porte de armas no es un principio “Deseo subrayar que este punto [el punto de no portar armas] no es una doctrina de nuestra iglesia. De esto no hacemos una doctrina; de no portar las armas no podemos hacer una doctrina. Esto viene dejado a la conciencia de cada joven acerca de la posición que debe tomar ante determinada situación” (Declaración del presidente de la Asociación General, N.C. Wilson, dada 98

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en Budapest en 1984, citada en Day-by-day Account of the Meetings, en “Waymarks – 91B”, pág. 2; cer también Hungarian Crisis Update, WM 99, pág. 2).

(A) Portar las armas es una violación directa “De acuerdo al juicio de esta conferencia, portar armas o participar en la guerra es una directa violación de las enseñanzas de nuestro Salvador, así como del espíritu y de la letra de la Ley de Dios” ((Review Review and Herald Herald,, 28 de mayo, 1867).

(B) Portar las armas se ha transformado en una profesión “El Departamento de Defensa estima que la mitad del uno por ciento de todo el personal militar de los Estados Unidos son Adventistas del Séptimo Día. Basándose sobre estos datos, el ministerio de los capellanes adventistas de la Asociación General considera que de los 500.000 militares de las tropas de los Estados Unidos activas en la Guerra del Golfo, de 2.000 a 2.500 eran adventistas. Naturalmente, los Estados Unidos actualmente disponen de fuerzas armadas completamente voluntarias, así es que estos adventistas lo hacen por elección propia. En los círculos militares de los Estados Unidos es posible alistarse como voluntarios para servicios de no combatientes, como las carreras sanitarias, pero para estos empleos hay PACIFISMO CRISTIANO

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una gran lista de espera. En cambio, los voluntarios que declaran estar dispuestos a prestar servicio de combatiente, reciben una indemnización en dinero líquido que a veces alcanza la suma de hasta 9.000 dólares. Un capellán militar adventista estima que el 90% de los adventistas que se encuentran en las tropas militares de los Estados Unidos –incluyendo, presumiblemente, los del golfo– son combatientes que portan armas.” (99) “Tenemos un cierto número de miembros que prestan servicio en las fuerzas de la policía, otros que trabajan como vigilantes de seguridad para agencias privadas y algunos que prestan servicio en el FBI y en otras agencias federales similares. Muchas de estas personas portan armas, pero no por esto son objeto de disciplina en el sentido del Manual de Iglesia. Ni siquiera lo son las personas que prestan servicio en las Fuerzas Armadas y deciden portar las armas. … Actualmente, entre hombres y mujeres tenemos cerca de 6.000 personas que prestan servicio en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, incluse 41 capellanes militares, de los cuales 20 en el ejército, 6 en las Fuerzas Aéreas y 15 en la Marina” (Vicepresidente de la Asociación General, Calvin B. Rock, “Military Service”, Adventist Review, 30 de marzo, 1989, pág. 16 [336]). “Por un lado, la dirección de la comunidad de los Adventistas del Séptimo Día rechaza el servicio bélico y recomienda a sus miembros esta posición; por otra parte, los ministros adventistas oficialmente prestan servicio como pastores en las fuerzas armadas de los 100

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Estados Unidos para asistir espiritualmente de 5.000 a 8.000 militares allí destacados, la mayoría de los cuales desarrollan su servicio como soldados normales. Considerando que sobre la cuestión del asesinato de seres humanos por comisión, la comunidad de los Adventistas del Séptimo Día ha tenido siempre una doble posición, no debe sorprendernos que la dirección de la comunidad de los Estados Unidos informe con orgullo que de los 43 pastores adventistas activos en las fuerzas armadas de los Estados Unidos, Barry C. Black, ha sido elegido como dirigente del conjunto de pastores de la marina de los Estados Unidos.” (100) Como se ve de la comparación anterior la posición actual es muy lejana a aquella de los pioneros, y en ciertos aspectos expresa completamente todo lo contrario. El Señor en ese entonces llevó a la iglesia a que estudiase, profundizase y aclarase el problema a fin de afirmarla en la verdad. Guió a su pueblo hasta el punto de hacerle tomar públicamente una posición definida en dicha materia. ¿Para qué? Para que fuese notorio a todos, incluso a las autoridades y que ello permaneciese como un testimonio ante el mundo. Mas con el tiempo todo esto ha sido perdido de vista, muchas cosas han sido cambiadas y hemos llegado a la condición actual. No existe la menor armonía entre la posición original y la actual, tanto en lo que se refiere a la enseñanza como en la práctica. La iglesia de hoy ya no puede decir que es realmente la misma que hace un tiempo. No puede sostener que tiene las señales que debería tener. Alejándose de la posición PACIFISMO CRISTIANO

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de fidelidad de los pioneros corre el riesgo de perder su verdadera identidad. Al venir a menos sobre el punto fundamental de la observancia de los mandamientos se ha deteriorado exactamente en aquellas señales que la caracterizaban como la iglesia del remanente. ¿Será nuestro deseo que las cosas continúen en esa dirección? ¿Qué nos compete hacer a nosotros como creyentes individuales al ver lo que está aconteciendo ahora oficialmente con la iglesia? Ahora es el tiempo de preguntarse si es justo obedecer a los hombres o a Dios; si es preferible un “así dice la iglesia” o un “así dice el Señor”. De nuestra respuesta y de nuestro comportamiento depende mucho, depende el hecho de continuar perteneciendo o no a la iglesia remanente, la cual, entre otras características, se destaca por su fidelidad a los mandamientos del Señor. ¿Lo deseamos con todo el corazón? Entonces aprendamos de las lecciones del pasado para no alejarnos de la luz que el Señor ha dado, mas permaneciendo hasta el fin en el bendito sendero que Él nos ha trazado. Decisiones finales de los pioneros En el mes de mayo del año 1865, el mes siguiente a la finalización de la guerra, tuvo lugar una asamblea de la Asociación General en la cual fueron considerados los temas de la guerra y los deberes hacia el gobierno. Como anteriormente en la misma se expusieron los motivos para el rechazo de toda forma de violencia y se difinió la guerra 102

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como algo pecaminoso. La resolución, tomada el 17 de mayo de 1865, aparece en el informe firmado por el presidente y el secretario: “NUESTRO CONCEPTO SOBRE LA GUERRA “ “Se resolvió que reconocemos el folleto titulado ‘Extractos de las publicaciones de los Adventistas del Séptimo Día donde colocan sus puntos de vista acerca de la pecaminosidad de la guerra’ como una fiel representación de los puntos de vista que hemos sostenido desde el inicio de nuestra existencia como pueblo, en relación al porte de armas. “NUESTRO DEBER HACIA EL GOBIERNO “ “Se resolvió que reconocemos al gobierno civil como ordenado por Dios para mantener el orden, la justicia y la paz en el país, de modo que el pueblo de Dios pueda conducir una vida tranquila y pacífica con toda bondad y honestidad. En armonía con ello reconocemos que sea justo rendir tributo, impuestos, honor y reverencia a las autoridades civiles, como está prescripto en el Nuevo Testamento. Mientras damos de este modo con gusto al César las cosas que las Escrituras muestran que son suyas, nos sentimos obligados a rechazar cada participación en actos de guerra y derramamiento de sangre, porque son inconsistentes con los deberes que nos han sido prescriptos por nuestro divino Maestro hacia nuestros enemigos y hacia todo el género humano”. (93) PACIFISMO CRISTIANO

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En una resolución de dos años más tarde se afirma lo mismo: “Según el juicio de esta conferencia, portar armas o participar en la guerra es una directa violación de las enseñanzas de nuestro Salvador al igual que del espíritu y de la letra de la Ley de Dios”. (94) Evitaron entrar en el ejército Casi hemos llegado a la conclusión de nuestra sorprendente investigación. Hemos considerado los diversos momentos que pasó el pueblo de Dios en estas fases tan difíciles. Comenzando con el servicio voluntario, siguiendo con el clima de tensión creado en vista de la introducción del reclutamiento, y luego, bajo el mismo reclutamiento, con la difícil situación de la exención para la cual se requería la elevada suma de 300 dólares. Hemos pasado por la fase siguiente en la que fue necesario hacer que la comunidad fuese reconocida antes que sus miembros pudiesen beneficiarse con la exención, y finalmente consideramos la dramática situación creada por la frecuente repetición de nuevos alistamientos que provocaron el riesgo de agotar los fondos existentes y llevar la obra casi a la parálisis total. Hemos sentido muy de cerca la ansiedad y las varias dificultades experimentadas por los hermanos, pero también el deseo de conocer la verdad y vivir según la luz recibida del cielo.

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“Desde hace mucho tiempo los Adventistas han tomado la guerra civil como el yunque en el cual ha sido forjada la posición actual de la iglesia” (101), escribe un hermano adventista. Pero cuando comúnmente se habla de la experiencia de la guerra civil y de los orígenes, lo que se escucha decir es que entonces la iglesia adoptó la posición de no combatiente y nada más, sin siquiera mencionar el aspecto esencial de la exención. A esto luego se agrega oficialmente: “Hemos sido no combatientes a través de toda nuestra historia” (102) y todo acaba allí, como si la posición actual fuese idéntica a la de los orígenes. Pero es un error. A la luz de lo que hemos descubierto sobre la no participación de los pioneros en la guerra civil y comparando esta posición con la actual, cada uno se dará cuenta que la posición actual de la iglesia es completamente distinta, ya que hoy se permite libremente entrar en el ejército, portar armas, y posiblemente también combatir, ¡como si eso fuese completamente normal! El Hno. William Clarence White, hijo de la Hna. White, que en la época de la guerra civil americana era aún un jovencito y aprendió muchas cosas de labios de su madre, refiere de modo significativo que entonces “los Adventistas del Séptimo Día estaban particularmente preocupados en evitar el reclutamiento inminente que habría afectado a los observadores del sábado”. (103) En otro documento se refuerza lo que hemos visto varias veces hasta ahora, es decir, que la posición de la iglesia fue la de la exención. “Durante el tiempo de la guerra civil aquí en América, nuestros hermanos tuvieron PACIFISMO CRISTIANO

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más bien una experiencia en el esfuerzo de establecer su lealtad y aun así evitaron entrar en el ejército”. (104) El Hno. Ron Graybill, secretario asistente de los actuales administradores de los Testimonios, con igual claridad, reitera que los adventistas evitaron el servicio militar en la guerra civil. “Los adventistas de la época, prefirieron evitar el servicio militar de toda forma posible y legal. Generalmente trataron de evitar el servicio militar pagando los 300 dólares de rescate… Los primeros adventistas evitaron el servicio militar aun cuando existía la alternativa del servicio como no combatiente.” (105) “... la razón fundamental por la cual los adventistas evitaron el servicio militar aun cuando existía la alternativa de la posición de no combatientes, y porque el tenor de sus observaciones acerca de la guerra indica en modo muy claro que prefirieron evitar completamente el servicio militar. Además, cuando en el mes de febrero del año 1864 se hizo posible prestar servicio como no combatiente, no dieron ningún paso para asegurarse el reconocimiento como no combatientes y no presentaron ningún comentario en la Review que revelase interés alguno por esta alternativa. ¿Por qué? Pienso que haya sido porque los que pagaban trescientos dólares todavía podían evitar completamente el servicio. Hicieron algo para asegurarse el reconocimiento de no combatientes recién en el mes de julio de 1864, cuando el privilegio de obtener la sustitución comprándola por 300 dólares fue limitado a los no combatientes. Y también entonces se puede sostener que lo hicieron no porque deseasen prestar servicio de no combatientes, sino porque querían continuar pagando la exención.” (106)

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Los motivos que justificaron la exención Los motivos de la exención son los que nuestro Señor ha inculcado con la palabra y el ejemplo. En forma más bien sintética han sido expuestos en el folleto: “El cristiano y la guerra”. Brevemente los presentamos aquí, a la conclusión de nuestra investigación, tomándolos esta vez de la formulación del Hno. Georg W. Amadon, entonces miembro de la Asociación General y firmante de la declaración de los principios. En breve, los Adventistas del Séptimo Día no pueden participar en la guerra porque: “1. No podrían observar el santo sábado del Señor, ‘mas el séptimo día es reposo, para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna’ (Éxodo 20:10). El combate, como nos refieren los militares, es el tipo de trabajo más duro que exista, y el sábado sería el día menos tenido en cuenta… “2. El sexto mandamiento de la ley moral divina establece: ‘No matarás’. Matar quiere decir quitar la vida. El soldado profesional es prácticamente un violador de este precepto. Pero si queremos entrar en la vida debemos ‘guarda los mandamientos’ (Mateo 19:17). “3. ‘A paz nos llamó Dios’ y ‘las armas de nuestra milicia no son carnales’ (1 Corintios 7:15; 2 Corintios 10:4). El Evangelio no nos permite usar armas, sino ‘la espada del Espíritu’. “4. Nuestro reino no es de este mundo. Jesús le dijo a Pilato: ‘Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores PACIFISMO CRISTIANO

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pelearían’ (Juan 18:36). Esta es la mayor evidencia indisputable que los cristianos no tienen nada que ver con instrumentos carnales de guerra. “5. Se nos pide amar hasta a nuestros enemigos: ‘Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, … y orad por los que os ultrajan y persiguen’ (Mateo 5:44). ¿Cumplimos con este mandamiento cuando les volamos los sesos con revólveres o mutilamos sus cuerpos con sables? ‘Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él’ (Romanos 8:9). “6. Nuestra obra es la misma que la de nuestro Maestro, quien dijo una vez: ‘El Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas’ (Lucas 9:56). … “7. El Nuevo Testamento enseña: ‘No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra’ (Mateo 5:39). Esto significa que es mejor ofrecer la otra mejilla que devolver el golpe. ¿Se puede obedecer esta escritura en el campo de batalla? “8. A Pedro, que le había cortado la oreja al siervo del sumo sacerdote, Jesús le dijo: ‘Vuelve tu espada a su lugar’ (Mateo 26:52). Si el Salvador ordenó al apóstol guardar la espada, ciertamente sus seguidores no tienen el derecho de tomarla. Dejemos entonces que la tomen los del mundo, pero nosotros dediquémonos a la oración.” (107)

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Otros puntos que se podrían agregar son: 9. La guerra en sí y por sí es contraria a todos los principios de fe, es obra de las fuerzas del mal y no puede producir más que mal. (108) 10. Las Sagradas Escrituras la presentan como un instrumento de castigo y desolación y esto es motivo suficiente para no dejarse involucrar en ella. (109) 11. La guerra es desencadenada por las pasiones de la carne y aparta, en forma funesta, la concentración que la mente debería tener en Dios y en la obra de preparación. (110) 12. En el ejército no es posible obedecer a Dios y al mismo tiempo las órdenes de los oficiales; uno se encuentra en continuo conflicto de conciencia. (111) 13. La corrupción y la inmoralidad existentes en el ejército son graves obstáculos para la vida santa del creyente. (112) Trata de recordar: 1. Además del cuarto mandamiento, ¿sobre qué otro mandamiento quería el Señor dar luz a su pueblo? ¿De qué circunstancia se sirvió? 2. ¿Qué serio problema acosaba todavía a América del Norte alrededor de 1860, a pesar de su profesión de cristianismo y libertad? 3. ¿Cuáles fueron las causas que llevaron a que estallara la guerra civil en el año 1861? 4. ¿Se podía considerar la guerra como la solución cristiana e ideal para resolver el grave problema?

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5. ¿Qué desarrollos legislativos con respecto al servicio militar se pueden distinguir en el curso de los cuatro años de guerra? ¿Cuántos períodos se distinguen? 6. ¿Qué debe comprenderse por el período del servicio voluntario y a qué tiempo corresponde? ¿Cómo se comportaron los pioneros adventistas durante esta primera fase? ¿Con qué pruebas se puede demostrar? 7. ¿Qué clima se produjo en la iglesia ante la inminencia del reclutamiento obligatorio? 8. ¿Qué corrientes se formaron intentando resolver el problema del llamado a las armas? 9. ¿Cuál fue la posición del Hno. Jaime White y qué reacción produjo? 10. ¿Puedes mencionar los nombres de los hermanos que tomaron posición en contra del uso de armas? 11. Entre los procedimientos practicados o sugeridos para la exención, ¿cuál fue el recomendado? 12. ¿Qué declaró el Espíritu de Profecía acerca de la posición que debe tomar el pueblo de Dios frente al problema de la guerra? 13. En caso de conflicto entre la ley del estado y la del Señor, ¿cuál es nuestro deber? 14. ¿Qué ha sido dicho por el Espíritu de Profecía sobre la incompatibilidad entre el servicio en el ejército y los deberes del pueblo de Dios? 15. ¿Por medio de qué se demuestra que los Testimonios tienen valor y aplicación general? 16. ¿Cuál cláusula contenía la ley para los que tenían objeciones de conciencia con respecto a portar armas? ¿Qué pesada carga tomaron sobre sí los hermanos para usufructuar la exención? 110

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17. ¿Cuándo fue introducido el término “no combatiente” y sólo quiénes podían ser reconocidos como tales? ¿Qué permitía ser incluido en tal clasificación? 18. ¿Qué posición eligieron los pioneros aun cuando por ley existía la opción de los servicios alternativos? 19. ¿Qué situación se creó en la comunidad con la ley del 4 de julio de 1864? ¿Qué pasos se hicieron absolutamente necesarios? 20. ¿Qué pidió, entonces, oficialmente la Asociación General al gobierno? ¿Qué famoso documento fue presentado? 21. ¿Puedes enumerar los elementos fundamentales contenidos en la declaración de los principios? 22. ¿Cuál fue la respuesta de las autoridades de Míchigan? ¿Recuerdas los otros pasos dados fuera de este estado? ¿Qué se concluye también de estos documentos? 23. ¿Recuerdas qué tipo de folleto fue preparado por los hermanos de la Asociación General para ayudar a los miembros que eran llamados a las armas? 24. Además del Espíritu de Profecía, ¿con qué otra fuente hizo comprender el Señor a su pueblo que en el ejército es muy difícil, o en efecto imposible, permanecer fiel a su voluntad? 25. ¿Qué experiencia tuvieron algunos que en contra de su voluntad se encontraron en tal situación? ¿Qué testimonio nos han dejado como enseñanza? 26. ¿A qué se dedicó el Hno. White en el invierno de 1864-1865?

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27. ¿Recuerdas qué plan financiero fue creado en la iglesia con el propósito de ayudar a los hermanos a obtener la exención? 28. ¿Se pueden cuantificar las cifras entonces desembolsadas con gran sacrificio para beneficiarse de la exención? 29. Como consecuencia de la situación siempre más difícil, ¿a qué fue invitada varias veces la iglesia entre los años 1864 y 1865? ¿Cuál fue la respuesta divina a tales súplicas? 30. ¿En qué sentido puede decirse que en ese entonces los hermanos fueron “no combatientes”? ¿Cómo se entiende actualmente este término? ¿Qué gran diferencia existe, por lo tanto, entre la posición original y la actual? 31. ¿Qué incluye la posición de hoy definida como no combatiente? ¿Cuál es el trágico resultado de que se considere como algo puramente facultativo el que los miembros tomen la posición de no combatientes? 32. ¿Qué responsabilidad encierra para la iglesia la permisiva enseñanza que concede a millares de jóvenes la posibilidad de entrar voluntariamente en el ejército y usar las armas? 33. ¿Demuestra tal posición que la iglesia tiene todavía las características que corresponde al pueblo remanente? 34. ¿Adónde evitaron entrar además de procurar obtener la exención del porte de armas?

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35. ¿Qué verdades bíblicas indujeron a los pioneros a comprender que los adventistas no pueden participar en la guerra? 36. ¿Qué se puede decir de las graves condiciones existentes en el ejército con relación a los principios de fe que el Señor nos ha dado?

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III. LA NACIÓN

Artículo Durante los últimos diez años, la Review ha enseñado que los Estados Unidos de América eran un tema de profecía, y que la esclavitud está señalada en la palabra profética como el pecado más tenebroso y abominable de esta nación. Ha enseñado que el cielo tiene reservada la ira para esta nación que beberá hasta la última gota como merecido castigo por el pecado de la esclavitud. Y las enseñanzas contra la esclavitud, de varias de nuestras publicaciones, basadas sobre ciertas profecías, han sido tales que su circulación ha sido terminantemente prohibida en los estados esclavistas. Entre nuestro pueblo, los que votaron por un hombre en la última elección presidencial, PACIFISMO CRISTIANO

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votaron por Abraham Lincoln. No conocemos a un solo Adventista del Séptimo Día que simpatice en lo más mínimo con la secesión. Pero debido a razones que estipularemos aquí, nuestro pueblo no ha tomado parte en la lucha actual como otros lo han hecho. 1. No acariciamos la esperanza que estimula a otros, que la guerra pronto acabará, trayendo la libertad a millones de “esclavos y esclavas” de Norteamérica, y que a ello seguirá un período de paz y gloria milenaria. Creemos ver, por medio de la palabra profética, la continuación de la esclavitud hasta el final de todos los gobiernos terrenales. Un texto referente a este punto debería ser suficiente. Apocalipsis 6:12-17: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, y como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes y los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a sus peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; y ¿quién podrá sostenerse en pie?”. En medio del terror del día de Dios que acaba con esta condición mortal, los siervos al 118

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igual que los libres, claman a las peñas y a los montes que los escondan de la presencia del Señor. El ministro que afirmó que estos siervos eran los que eran cautivos de sus transgresiones y pecados, encontró dificultad en explicar cómo los hombres libres, libres de transgresiones y pecados, estaban aterrorizados clamando a las peñas y a las montañas que los escondieran. Estos siervos son evidentemente esclavos. Detrás de la nube que ahora oscurece nuestro horizonte nacional, vemos una aún más terrible en las últimas siete plagas de Apocalipsis 16 que serán derramadas sobre la gran Babilonia. Sus pecados llegan al cielo y piden venganza que le será recompensada doblemente por todos sus pecados. Luego, los mercaderes de “esclavos y almas de hombres” llorarán y lamentarán porque su tráfico diabólico ha llegado a su fin. Apocalipsis 18. 2. La posición que ha tomado nuestro pueblo con respecto a la perpetuidad y santidad de la Ley de Dios contenida en los diez mandamientos, no armoniza con todos los requerimientos de la guerra. El cuarto precepto de dicha Ley dice: “Acuérdate del sábado para santificarlo”, el sexto dice: “No matarás”. Pero en el caso del reclutamiento, el gobierno asume la responsabilidad de la violación de la Ley de Dios, y sería una locura ofrecerle resistencia. El que ofrezca resistencia hasta el punto que, como consecuencia de la administración de la ley militar sea fusilado, creemos que va demasiado lejos y toma sobre sí la responsabilidad del suicidio.

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Actualmente gozamos de la protección de nuestros derechos civiles y religiosos por el mejor gobierno bajo el cielo. A excepción de esos decretos que le son impuestos por el poder de la esclavitud, sus leyes son buenas. Podemos cuestionar la política de la actual administración al mantener a los preciosos negros –a causa de los cuales tiene lugar la guerra actual– y que valen varios cientos de dólares cada uno, fuera del peligro de la guerra, mientras se envían a los blancos, que no valen ni un centavo en el mercado, a caer por miles en la batalla. Pero lo que sea que digamos sobre nuestro amable presidente, su gabinete o los oficiales militares, es cristiano respetar toda buena ley de nuestro país. Jesús dijo: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21). Los que desprecian la ley civil deberían inmediatamente empacar y largarse a algún lugar donde no haya ley civil. Cuando se llegue a este punto, en que se promulgarán y pondrán en vigencia decretos para desviarnos de la obediencia a la Ley de Dios, y para que nos unamos a los que viven en rebelión contra el gobierno del cielo –ver Apocalipsis 13:15-17–, entonces será hora de afrontar nuestras posibilidades de martirio. Pero, repetimos, para nosotros sería una locura intentar oponer resistencia a las leyes del mejor gobierno bajo el cielo, que está actualmente luchando por suprimir la rebelión más diabólica después de la de Satanás y sus ángeles. Los que son leales al gobierno del Cielo, fieles a la constitución y leyes del Gobernante del universo, son los últimos que se “escabullirán” al Canadá o a Europa, 120

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o que estarán temblando por temor al reclutamiento militar. ¿Es Dios su Padre? Es un Dios poderoso. “He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo” (Isaías 40:15). ¿Es Cristo su Salvador y Redentor? Él es un conquistador poderoso. Pronto descenderá de la abrasadora bóveda celestial seguido por los ejércitos del cielo, teniendo sobre sus vestiduras y en su muslo escrito un nombre: REY DE REYES, Y SEÑOR DE SEÑORES. Apocalipsis 19. Si la esperanza de la inmortalidad al pronto regreso de Jesucristo, ya sea que uno esté vivo o durmiendo en el polvo, no sirve de sostén a un hombre en esto tiempos peligrosos, nada lo hará. El Señor Dios omnipotente reina, Él tiene a las naciones en su mano y ordenará los sucesos para su gloria y para el mayor beneficio de sus fieles. ––Review Review and Herald Herald,, 12 de agosto de 1862. J. White

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IV. LA REBELIÓN

Artículo La terrible situación de nuestra nación llama a una profunda humildad de parte del pueblo de Dios. La pregunta más importante que debería ahora ocupar la mente de cada uno es: ¿Estoy preparado para el día de Dios? ¿Puedo soportar la prueba que ha de venir? Vi que Dios está purificando y probando a su pueblo; los refinará como se refina el oro, hasta que la escoria sea consumida y su imagen divina sea reflejada en ellos. No todos tienen ese espíritu de abnegación y esa disponibilidad para soportar dificultades y sufrir por amor a la verdad, que Dios requiere. Su voluntad no se ha sometido; no se PACIFISMO CRISTIANO

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han consagrado a sí mismos completamente a Dios sin buscar un placer más grande que el hacer su voluntad. Los ministros y el pueblo carecen de espiritualidad y verdadera santidad. Todo lo que pueda ser zarandeado será zarandeado. El pueblo de Dios será colocado en situaciones en que será probado enormemente, y todos deberán estar establecidos, tener raíces y estar firmes en la verdad, o sus pasos seguramente resbalarán. Si Dios conforta y nutre el alma con su presencia inspiradora, podrán resistir, aunque el camino sea oscuro y espinoso. Pero las tinieblas pronto se desvanecerán, y la verdadera luz brillará para siempre. Se me señaló Isaías 58; 59:1-15; Jeremías 14:10-12, como una descripción del presente estado de nuestra nación. La gente de esta nación ha abandonado a Dios y se ha olvidado de Él. Han elegido a otros dioses y seguido sus propios caminos corruptos hasta que Dios les volvió la espalda. Los habitantes de la tierra han pisoteado la Ley de Dios y roto su pacto eterno. Me fue mostrada la agitación que se produjo entre nuestro pueblo debido al artículo en la Review, titulado, “La Nación”. Algunos lo entendieron de una forma, y otros de otra. Las declaraciones simples fueron tergiversadas y hechas significar algo que no era la intención del escritor. Él dio la mejor luz que tenía entonces. Era necesario que se dijera algo. La atención de muchos se dirigía a los observadores del sábado pues no manifestaban un interés particular por la guerra y no se unían voluntariamente al ejército. En algunos casos se les consideraba como 126

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simpatizantes de la rebelión. El momento había llegado para que nuestros verdaderos sentimientos con respecto a la esclavitud y la Rebelión fuesen dados a conocer. Había que moverse con sabiduría para desviar la sospecha sobre los observadores del Sábado. Teníamos que actuar con suma precaución. “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” [Romanos 8:18]. Podemos obedecer esta admonición sin sacrificar un solo principio de nuestra fe. Satanás y sus huestes están en guerra con los que observan los mandamientos, y trabajarán para hacerlos pasar por situaciones difíciles. No deben colocarse por sí mismos en situaciones difíciles como resultado de su falta de discreción. Se me mostró que algunos actuaron en forma muy indiscreta con respecto al artículo mencionado. No estaban de acuerdo con sus puntos de vista en todos los aspectos, y en lugar de pesar el asunto con calma y mirarlo desde todos los ángulos, se agitaron, excitaron, y algunos cogieron la pluma y apresuradamente sacaron conclusiones que no soportarían la investigación. Algunos eran inconsistentes e irracionales e hicieron lo que Satanás está siempre apresurándolos a que hagan, es decir, expresar sus propios sentimientos rebeldes. En Iowa llevaron las cosas al extremo y cayeron en el fanatismo. Confundieron el celo y el fanatismo con la escrupulosidad. En lugar de ser guiados por la razón y un juicio sensato, permitieron que sus sentimientos tomaran la dirección de las cosas. Estaban dispuestos a transformarse en mártires por su fe. ¿Todos estos sentimientos los PACIFISMO CRISTIANO

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condujeron a Dios? ¿A una mayor humildad ante Él? ¿Los condujeron a confiar en su poder para liberarlos de las situaciones de prueba en las que podrían ser colocados? ¡Oh, no! En lugar de hacer su petición al Dios del cielo y confiar solamente en su poder, presentaron sus solicitudes ante la Cámara Legislativa y fueron rechazados. Mostraron sus debilidades y expusieron su falta de fe. Todo esto sólo sirvió para hacer a esa clase peculiar, los observadores del sábado, especialmente notoria, y exponerlos a ser colocados en situaciones difíciles por aquellos que no tienen ninguna simpatía por ellos. Algunos se han considerado a sí mismos aptos para encontrar faltas y quejarse ante cualquier sugerencia que se haga. Pero pocos han tenido sabiduría en estos momentos de grandes pruebas para pensar sin prejuicios y decir cándidamente lo que se debe hacer. Vi que los que han hablado directa y decididamente sobre negarse a obedecer el reclutamiento no entienden lo que dicen. Si fueran realmente reclutados y se negaran a obedecer, si fueran amenazados con la prisión, tortura o muerte, se echarían atrás y luego verían que no se habían preparado para tal emergencia. No soportarían la prueba de su fe. Lo que creían que era fe era sólo una presunción fanática. Los que estuviesen mejor preparados a sacrificar hasta sus vidas, si fuese requerido, en lugar de colocarse en una posición en la cual no podrían obedecer a Dios, tendrían poco que decir. No se jactarían. Sentirían profundamente y meditarían mucho y sus fervientes oraciones se elevarían al cielo pidiendo sabiduría para actuar y gracia 128

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para soportar. Los que sienten que en el temor de Dios no pueden conscientemente empeñarse en esta guerra permanecerán muy tranquilos, y al ser interrogados, simplemente declararán lo que están obligados a decir para contestar al interrogador, haciendo comprender que no sienten ninguna simpatía por la rebelión. Hay unos pocos, entre los observadores del sábado, que simpatizan con los propietarios de esclavos. Cuando aceptaron la verdad no abandonaron todos los errores que deberían haber dejado atrás. Necesitan recibir más intensamente de la fuente purificadora de la verdad. Algunos han traído consigo sus viejos prejuicios políticos que no están en armonía con los principios de la verdad. Mantienen que el esclavo es propiedad del amo, y no debe serle quitado. Consideran a estos esclavos como animales vacunos y dicen que se comete el mismo grado de injusticia cuando se le priva al propietario de su esclavo que cuando se le quita su ganado. Me fue mostrado que no importa cuánto haya pagado el propietario por carne humana y las almas de los hombres; Dios no le da ningún título sobre las almas humanas, y no tienen ningún derecho a retenerlas como su propiedad. Cristo murió por toda la familia humana, tanto por los negros como por los blancos. Dios hizo al hombre un agente moral libre, ya sea blanco o negro. La institución de la esclavitud abole esto y permite que el hombre ejercite sobre su prójimo un poder que Dios nunca le otorgó y que pertenece solamente a Dios. El amo de esclavos se ha atrevido a tomarse la responsabilidad de Dios sobre sus esclavos, PACIFISMO CRISTIANO

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y por lo tanto se le hará responsable de los pecados, la ignorancia y los vicios del esclavo. Será llamado a dar cuenta por el poder que ejercita sobre el esclavo. La raza de color es propiedad de Dios. Sólo su Hacedor es su dueño, y los que se han atrevido a encadenar el cuerpo y el alma del esclavo, a mantenerlo en degradación como a brutos, recibirán su retribución. La ira de Dios se ha adormecido, pero despertará y será derramada sin mezcla de misericordia. Algunos han sido tan indiscretos que han hablado sobre sus principios a favor de la esclavitud -principios que no son nacidos del cielo, sino que proceden del dominio de Satanás–. Estos espíritus inquietos hablan y actúan de una manera que hace que se reproche la causa de Dios. Aquí daré una copia de una carta escrita al hermano A., del Condado de Oswego, Nueva York: “Me han sido mostradas algunas cosas con respecto a ti. Vi que te engañabas a ti mismo. Has dado ocasión a los enemigos de nuestra fe a que blasfemen y reprochen a los observadores del sábado. Con tus acciones indiscretas, has cerrado los oídos de algunos que hubiesen escuchado la verdad. Vi que debemos ser astutos como la serpiente y prudentes como la paloma. No has manifestado ni la astucia de la serpiente ni la prudencia de la paloma. “Satanás fue el primer gran líder en la rebelión. Dios está castigando al norte que ha permitido por tanto tiempo que existiese el maldito pecado de la esclavitud; a los ojos del cielo es un pecado del tinte más oscuro. Dios no está con el sur, y los castigará terriblemente al final. Satanás es 130

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el instigador de toda rebelión. Vi que tú, hermano A, has permitido que tus principios políticos destruyan tu juicio y amor por la verdad. Están carcomiendo la verdadera piedad de tu corazón. Nunca viste la esclavitud bajo la luz correcta, y tus puntos de vista sobre este asunto te han lanzado de parte de la rebelión, que fue agitada por Satanás y sus huestes. Tus puntos de vista sobre la esclavitud no pueden armonizar con las verdades sagradas e importantes para esta época. Debes someter tus ideas a la verdad. Ambas no pueden ser atesoradas en el mismo corazón pues están en pugna una contra la otra. “Satanás te ha estado agitando, no te ha dejado en paz hasta que expresaras tus sentimientos de parte de los poderes de las tinieblas, de esta manera fortaleciendo las manos de los malvados a quienes Dios ha maldecido. Has ejercitado tu influencia del lado equivocado, con aquellos cuyas acciones consisten en sembrar espinas y plantar miseria para los demás. Te vi ejerciendo tu influencia con un grupo envilecido, un grupo abandonado por Dios; y los ángeles de Dios huyeron de ti hastiados. Vi que estabas completamente engañado. Si hubieses seguido la luz que Dios te ha dado, si hubieses atendido las instrucciones de tus hermanos, si hubieses escuchado sus consejos, hubieras evitado el reproche expresado contra ti mismo y contra la preciosa causa de la verdad. Pero a pesar de toda la luz que te ha sido dada, has estado haciendo públicos tus sentimientos. A menos que deshagas lo que has hecho, será el deber del pueblo de Dios retirar públicamente su simpatía hacia ti y su comunión contigo con el fin de PACIFISMO CRISTIANO

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salvar la reputación que debe circular sobre nosotros como pueblo. Debemos hacer conocer que no tenemos tal tipo de personas en nuestra comunidad, y no admitiremos que formen parte de nuestra iglesia. “Has perdido la influencia santificadora de la verdad. Has perdido tu conexión con las huestes celestiales. Te has aliado con el primer gran rebelde, y la ira de Dios reposa sobre ti; pues su causa sagrada sufre reproche, y la verdad se ha vuelto repulsiva para los incrédulos. Has contristado al pueblo de Dios, y despreciado el consejo de sus embajadores sobre la tierra, que trabajan conjuntamente con Él, y en representación de Cristo imploran a tu alma que sea reconciliada con Dios. “Me fue mostrado que como pueblo debemos estar muy atentos a la influencia que ejercemos; debemos medir cada palabra. Cuando, ya sea por medio de la palabra o las acciones nos colocamos en el campo de batalla del enemigo, arrojamos a los santos ángeles de nuestro lado, y motivamos y atraemos a multitudes de ángeles malos a nuestro alrededor. Tú has hecho esto, hermano A; y con tu conducta imprudente y empecinada has hecho que los incrédulos vieran sospechosamente a los observadores del sábado que se encontraban a tu alrededor. Estas palabras me fueron presentadas con referencia a los siervos de Dios: ‘El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros deshecha, a mí me deshecha; y el que me deshecha a mí, deshecha al que me envió’ [Lucas 10:16]. Quiera el Señor ayudarte, mi hermano engañado, a verte a ti mismo tal cual eres, y a simpatizar con el cuerpo”. 132

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Nuestro reino no es de este mundo. Estamos esperando que nuestro Señor venga del cielo a la tierra para derrocar todo poder y autoridad y establecer su reino eterno. Los poderes de la tierra son sacudidos. No necesitamos ni esperamos la unión entre las naciones de la tierra. Nuestra posición, en la imagen de Nabucodonosor está representada por los dedos de los pies en una condición dividida y un material desmenuzable que no se mantendrá unido. La profecía nos muestra que el gran día del Señor está casi sobre nosotros. Se apresura grandemente. Vi que es nuestro deber en todos los casos, obedecer las leyes de nuestro país, a menos que estén en conflicto con la suprema ley que Dios pronunció con voz audible desde el Sinaí, y luego grabó sobre la piedra con su propio dedo. “Pondré mis leyes en la mente de ellos y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios y ellos me serán a mí por pueblo” [Hebreos 8:10]. El que tiene la Ley de Dios escrita en el corazón, obedecerá a Dios antes que a los hombres, y preferirá desobedecer a todos los hombres que desviarse en lo más mínimo del mandamiento de Dios. El pueblo de Dios, enseñado por la inspiración de la verdad, y guiado por una buena conciencia a vivir por cada palabra de Dios, tomará su ley, escrita en sus corazones, como la única autoridad que pueden reconocer y consentir en obedecer. La sabiduría y autoridad de la ley divina son supremas. Me fue mostrado que el pueblo de Dios, que es su tesoro peculiar, no puede empeñarse en esta guerra intrincada, pues se opone a cada principio de su fe. En el ejército no PACIFISMO CRISTIANO

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pueden obedecer la verdad y al mismo tiempo obedecer los requerimientos de sus oficiales. Habría una constante violación de la conciencia. Los hombres mundanos son gobernados por principios mundanos. No pueden apreciar otros. La política mundana y la opinión pública comprenden el principio de acción que los gobierna y los conduce a practicar una forma de justicia. Pero el pueblo de Dios no puede ser gobernado por estos motivos. Las palabras y órdenes de Dios, escritas en el alma, son espíritu y vida, y hay poder en ellas para someter y obligar a obedecer. Los diez preceptos de Jehová son el fundamento de toda ley justa y buena. Los que aman los mandamientos de Dios se ajustarán a toda buena ley del país. Pero si los requerimientos de los gobernantes están en conflicto con la ley de Dios, la única pregunta que se debe hacer es: ¿Obedeceremos a Dios o al hombre? Como consecuencia de una larga, continua y progresiva rebelión contra la suprema constitución y leyes, un lúgubre manto de oscuridad y la muerte se han extendido sobre la tierra. La tierra gime bajo el peso de la culpa acumulada y en todas partes personas moribundas se ven obligadas a experimentar la miseria incluida en la paga de la injusticia. Me fue mostrado que los hombres han llevado a cabo los propósitos de Satanás con destreza y engaño, y recientemente se ha sufrido un terrible ataque. Verdaderamente se puede decir: “… la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. … el que se apartó del mal fue puesto en prisión …” [Isaías 59:14, 15]. 134

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En algunos de los estados libres el nivel de moralidad se está hundiendo cada vez más. Hombres con apetitos depravados y vidas corruptas tienen ahora la oportunidad de triunfar. Han elegido como gobernantes a aquellos cuyos principios son desmoralizantes, que no controlan el mal ni reprimen el apetito depravado de los hombres, sino que les permiten que los dominen totalmente. Si los que eligen ser como las bestias, bebiendo veneno líquido, fueran los únicos que sufren, si sólo ellos cosecharan el fruto de sus acciones, entonces el mal no sería tan grande. Pero muchos, muchísimos, deben pasar por sufrimientos increíbles debido a los pecados de otros. Esposas e hijos, aunque inocentes, deben beber la copa amarga hasta el fondo. Sin la gracia de Dios, los hombres aman hacer el mal. Caminan en las tinieblas, y no tienen el poder del dominio propio. Dan rienda suelta a sus pasiones y apetitos hasta que se pierden los sentimientos más nobles y sólo se manifiestan las pasiones animales. Tales hombres necesitan sentir un poder superior que los controle y obligue a obedecer. Si los gobernantes no usaran del poder para aterrorizar al malhechor, éste se hundiría al nivel de un bruto. La tierra se está volviendo cada vez más corrupta. Muchos fueron cegados y grandemente engañados en las últimas elecciones, y su influencia fue utilizada para colocar en el poder a hombres que mirarían con indiferencia al mal, hombres que observarían una avalancha de infortunio y miseria sin inmutarse, cuyos PACIFISMO CRISTIANO

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principios son corruptos, que son simpatizantes de los sureños, y preservarían la esclavitud como tal. En el ejército norteño hay hombres con cargos de confianza que son rebeldes de corazón, que no valoran la vida de un soldado más de lo que valoran la de un perro. Pueden ver a miles de ellos desgarrados, mutilados, y moribundos, y no se inmutan. Los oficiales del ejército sureño están recibiendo constantemente información con respecto a los planes del ejército del norte. Se ha dado información correcta a los oficiales norteños con respecto a los movimientos y avances de los rebeldes, a la que no se le ha prestado atención o se ha despreciado porque el informante era negro. Y por ser negligentes en la preparación para el ataque, las fuerzas de la Unión han sido sorprendidas y casi totalmente destrozadas, o lo que es igualmente grave, muchos de los pobres soldados han sido tomados prisioneros para sufrir aflicciones peores que la muerte. Si hubiese unidad en el ejército norteño, esta rebelión cesaría pronto. Los rebeldes saben que tienen simpatizantes en todo el ejército norteño. Las páginas de la historia se van oscureciendo cada vez más. Los hombres leales que no han simpatizado con la rebelión o con la esclavitud que la causó, han sido subyugados. Su influencia ha ayudado a que se colocara en el poder a hombres contra cuyos principios estaban opuestos. Todo se está preparando para el gran día de Dios. El tiempo durará todavía un poco más hasta que los habitantes de la tierra hayan llenado la copa de su iniquidad, y 136

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entonces la ira de Dios, que ha estado adormecida por tanto tiempo, se despertará, y esta tierra de luz beberá la copa de su ira sin mezcla. El poder desolador de Dios está sobre la tierra para desgarrar y destruir. Los habitantes de la tierra están destinados a la espada, el hambre, y la pestilencia. Muchos hombres de autoridad, generales y oficiales, actúan de acuerdo a instrucciones comunicadas por espíritus. Los espíritus de demonios, pretendiendo ser guerreros muertos y hábiles generales, se comunican con los hombres de autoridad y controlan muchos de sus movimientos. Un general recibe dirección de estos espíritus para realizar ciertos movimientos especiales y se siente halagado con la esperanza del éxito. Otro recibe direcciones totalmente diferentes de las dadas al primero. A veces, los que siguen las instrucciones dadas, obtienen la victoria, pero con más frecuencia se ven confrontados con el fracaso. Los espíritus dan, a veces, a estos dirigentes un informe de los hechos que se sucederán en la batalla en la que participarán, y de individuos que caerán en la lucha. A veces resulta ser como lo predijeron estos espíritus y esto fortalece la fe de los creyentes en las manifestaciones espiritistas. Y otra vez se encuentra que no se ha dado la información correcta, pero los espíritus engañadores dan alguna explicación que es aceptada. La decepción de las mentes es tal que muchos no logran percibir que están siendo guiados a la destrucción segura por espíritus mentirosos. PACIFISMO CRISTIANO

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El gran general dirigente de los rebeldes, Satanás, conoce las transacciones de la guerra, y dirige a sus ángeles a asumir la forma de generales muertos, imitar sus modales, y exhibir sus características peculiares de carácter. Y los líderes del ejército realmente creen que están siendo guiados por el espíritu de sus amigos y de guerreros muertos, los padres de la Guerra de la Revolución. Si no estuviesen bajo la más potente decepción fascinadora, pensarían que los guerreros en el cielo no manifestaron una conducción buena y exitosa, o se olvidaron de sus famosas habilidades terrenas. La mayoría de los líderes de esta guerra, en lugar de confiar en el Dios de Israel, y de dirigir a sus ejércitos a confiar en el Único que los puede librar del enemigo, consultan al príncipe de los demonios y confían en él. Deuteronomio 32:16-22. El ángel dijo: “¿Cómo podrá Dios hacer prosperar a tal gente? Si lo buscaran y confiaran en Él; si sólo se acercaran a Él para que pudiera ayudarles de acuerdo a su propia gloria, lo haría sin demora”. Vi que Dios no entregaría al ejército norteño totalmente en manos de un pueblo rebelde para ser totalmente destruido por sus enemigos. Me fue señalado Deuteronomio 32:2630: “Yo había dicho que los esparciría lejos, que haría cesar de entre los hombres la memoria de ellos, de no haber temido la provocación del enemigo, no sea que se envanezcan sus adversarios, no sea que digan: Nuestra mano poderosa ha hecho todo esto, y no Jehová. Porque son nación privada de consejos, y no hay en ellos entendimiento. ¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran 138

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esto, y se dieran cuenta del fin que les espera! ¿Cómo podría perseguir uno a mil, y dos hacer huir a diez mil, si su Roca no los hubiese vendido, y Jehová no los hubiese entregado?”. Hay generales en el ejército que están totalmente dedicados y tratan de hacer lo posible para detener esta terrible rebelión y guerra anormal. Pero la mayoría de los oficiales y líderes sirven a sus propios propósitos egoístas. Cada uno busca ganancia para sí mismo, y muchos de los soldados verdaderamente entusiastas se descorazonan y desaniman. Noblemente desempeñan su papel cuando combaten con el enemigo, pero el tratamiento que reciben de sus propios oficiales es brutal. Entre los soldados hay hombres que tienen sentimientos finos e independencia de espíritu. No están acostumbrados a mezclarse con una clase de hombres tan degradados como los que se juntan en la guerra, y a ser tiranizados, abusados, y tratados como brutos. Es muy difícil para ellos soportar todo esto. Muchos oficiales tienen pasiones brutales, y como tienen puestos de autoridad tienen una buena oportunidad para poner en práctica su naturaleza brutal. Tiranizan a los que están a sus órdenes como los amos sureños tiranizan a sus esclavos. Estas cosas harán que sea difícil procurar hombres para el ejército. En algunos casos, cuando los generales han estado en terribles conflictos, cuando sus hombres han caído como la lluvia, un refuerzo, a su debido tiempo, les habría dado la victoria. Pero a otros generales no les importaba en absoluto cuántas almas se perdían, y en lugar de venir en PACIFISMO CRISTIANO

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ayuda de los que combatían, como si sus intereses fuesen los mismos, retiraban la ayuda necesaria por temor a que su hermano general recibiera el honor de haber triunfado al hacer retroceder al enemigo. La envidia y los celos los han hecho regocijarse al ver al enemigo ganar la victoria y rechazar a los líderes de la Unión. Los hombres del sur poseen un espíritu infernal en esta rebelión, pero los hombres del norte no están completamente desprovistos de un mal espíritu. Muchos de ellos tienen celos egoístas, y temen que otros obtengan honores y sean exaltados por encima de ellos. ¡Oh, cuántos miles de vidas han sido sacrificadas debido a esto! Otras naciones que han estado en guerra han tenido un interés común. Con celo desinteresado han ido adelante a conquistar o morir. Los líderes de la revolución actuaron en unidad, con celo, y de ese modo ganaron la independencia. Pero los hombres ahora actúan como demonios en lugar de como seres humanos. Satanás, por medio de sus ángeles, se ha comunicado con oficiales que eran hombres fríos y calculadores, cuando actuaban por sí mismos, y que han dejado de lado sus propios juicios y han sido guiados por estos espíritus mentirosos a lugares muy difíciles donde han sido rechazados con terrible mortandad. Da satisfacción a la majestad satánica ver masacre y carnicería sobre la tierra. Le gusta ver a los pobres soldados cortados como el pasto. Vi que los rebeldes a menudo han estado en posiciones en las que podían haber sido sometidos sin mucho esfuerzo; pero la comunicación con los espíritus 140

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ha guiado a los generales norteños y cegado sus ojos hasta que los rebeldes estuvieran fuera de su alcance. Y algunos generales preferían permitir que los rebeldes escaparan, a someterlos. Les interesa más la querida institución de la esclavitud que la prosperidad de la nación. Esta es una de las razones que ha contribuido a que la guerra se prolongue. La información enviada por nuestros generales a Washington con respecto al movimiento de nuestros ejércitos podría casi ser directamente telegrafiada a las fuerzas rebeldes. Hay simpatizantes de los rebeldes en medio de las autoridades de la Unión. Esta guerra es diferente a todas las demás. La falta de unidad de sentimientos y acción la hace aparecer tenebrosa y desalentadora. Muchos de los soldados han dejado de lado toda limitación y se han hundido en un alarmante estado de degradación. ¿Cómo puede Dios ir al frente de un ejército así de corrompido? ¿Cómo puede Él, por su honor, derrotar a sus enemigos y guiarlos a la victoria? Hay discordia y lucha por el honor, mientras miles de pobres soldados están muriendo en el campo de batalla o por las heridas y la exposición al infortunio. Esta guerra es muy particular y a la vez un conflicto horrible y descorazonador. Otras naciones miran con disgusto las transacciones de los ejércitos tanto del norte como del sur. Ven esfuerzos determinados para prolongar la guerra a expensas de un enorme sacrificio de vidas y dinero, cuando al mismo tiempo no se gana realmente nada. A ellos les parece una lucha para ver quién puede matar más hombres. Es indignante. PACIFISMO CRISTIANO

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Vi que la rebelión ha ido creciendo regularmente y que nunca tuvo más determinación que en el momento presente. Muchos supuestos hombre de la Unión, con cargos importantes, son infieles de corazón. Su único propósito al tomar las armas era preservar la Unión tal cual era, y junto con ella la esclavitud. Si tuvieran el privilegio encadenarían fuertemente al esclavo a su vida de mortificante cautiverio. Los tales tiene un grado de simpatía por los del sur. La sangre ha sido derramada como el agua, y por nada. En cada ciudad y pueblo hay duelo. Las esposas están de duelo por sus esposos, las madres por sus hijos, y las hermanas por sus hermanos. Pero a pesar de todo este sufrimiento, no se vuelven a Dios. Vi que tanto el sur como el norte estaban siendo castigados. Con respecto al sur, se me hizo referencia a Deuteronomio 32:35-37: “Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo su pie resbalará, porque el día de su aflicción está cercano, y lo que les está preparado se apresura. Porque Jehová juzgará a su pueblo, y por amor de sus siervos se arrepentirá, cuando viere que la fuerza pereció, y que no queda ni siervo ni libre. Y dirá: ¿Dónde están tus dioses, la roca en que se refugiaban…?” –Testimonies for the Church, tomo 1, págs. 355-368.

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