Palomo Salvaje. Nurmemet Yasin. Nurmemet Yasin. Yawa Kepter (Palomo Salvaje)

Nurmemet Yasin Yawa Kepter (Palomo Salvaje) Este cuento fue publicado por primera vez en el No. 5 de la Revista de Literatura Kashgar, 2004, por un jo

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Story Transcript

Nurmemet Yasin Yawa Kepter (Palomo Salvaje) Este cuento fue publicado por primera vez en el No. 5 de la Revista de Literatura Kashgar, 2004, por un joven escritor a tiempo parcial, Nurmemet Yasin, y fue ampliamente aclamado por el pueblo uigur. El autor quedó detenido, desde entonces, por las autoridades chinas, porque era un retrato acertado de un pueblo profundamente infeliz con la vida, a causa del régimen de Pekín. La RFA (siglas de Radio Free Asia, Radio Asia Libre1 ) emitió una versión dramatizada del cuento en uigur, durante este año2 . La traducción para Radio Free Asia fue realizada por Dolkun Kamberi, director del servicio Uyghur para RFA y editada por Sarah Jackson-Han. El poeta uigur Nurmemet Yasin fue condenado a 10 años de cárcel por escribir un cuento que ha sido considerado como una crítica al gobierno chino. Su condena muestra la represión que sufren quienes expresan ideas que son interpretadas como críticas a la política del gobierno. Esta represión es particularmente aguda en las regiones autónomas, como la región Autónoma Uigur del Sing-kiang.

Palomo Salvaje Nurmemet Yasin

El caso de este escritor y poeta es uno de los tantos ejemplos de represión de la identidad étnica del pueblo uigur de China occidental que vive en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang. Las políticas gubernamentales, incluidas las que limitan el uso de la lengua uigur, las fuertes restricciones sobre la libertad religiosa y el flujo constante de migrantes chinos de etnia han hacia la región están destruyendo sus costumbres y, junto a la discriminación laboral, avivan el descontento y las tensiones étnicas en esta región. En noviembre de 2004, poco después de la publicación de este cuento, su autor, Nurmemet Yasin, fue detenido. Acusado de “incitar al separatismo”, fue condenado en un juicio a puerta cerrada en el que no está claro que tuviera representación legal. Durante su estancia 1

http://www.rfa.org/ http://www.rfa.org/english/uyghur/wild_pigeon-20050627. html 2

en prisión, su familia solo pudo visitarlo en una ocasión. Se llegó a temer por su deteriorada salud (se cree que pudo sufrir tortura o malos tratos en la cárcel). Cuando estábamos finalizando esta edición, nos llegó la noticia de la muerte del autor. Parece que, finalmente, esta noticia no está confirmada. En cualquier caso, nos parece oportuno difundir el cuento que llevó a la cárcel al autor. Amnistía Internacional se ha dirigido a la Embajada China en España pidiendo una respuesta clara sobre el estado de salud de Nurmemet Yasin. Para más información, contactar con el Grupo Local de Amnistía Internacional en Córdoba, que ha estado trabajando en este caso en los últimos meses.

Palomo Salvaje1 ¿Sueño o realidad? Aquí estoy. Me parece estar volando en un intenso cielo azul. No puedo decir si estoy despierto o soñando. Un viento fresco golpea mis alas. Siento toda la fuerza y el poder de mi cuerpo mientras mi espíritu planea. El resplandor de la mañana se muestra infinito y el sol ilumina el mundo, ofreciéndole un hermoso brillo. ¡Qué paisajes tan bellos! Subo aún más alto, mientras mi espíritu planea. Los campos de fresas desparecen de mi vista y el mundo se hace de pronto más amplio, como una alfombra de color azul oscuro extendida debajo de mí. Estoy en una tierra maravillosa que no había visto jamás. Es un lugar hermoso, como también lo es mi hogar, al que amo con todo mi corazón. Es tan bello todo lo que se despliega bajo mis alas. Ahora aparecen abajo grupos de casas y unas criaturas que se mueven. Debe tratarse de los humanos, aquellos seres contra los que me ha prevenido mi madre. Puede que mi madre se esté haciendo mayor, porque no me parecen peligrosos. ¿Cómo podrían unas criaturas que se desplazan tan lentamente por la tierra ser más poderosas que los pájaros que surcan los cielos?

ESTA TRADUCCIÓN Y EDICIÓN HAN SIDO REALIZADAS POR EL GRUPO LOCAL DE AI EN CÓRDOBA Córdoba, Febrero 2013 Apartado 537, 14080 Córdoba Visita nuestra Web y Facebook [email protected] http://www.es.amnesty.org/cordoba/

Es posible que esté equivocado, pero no parecen tan terribles. Mi madre siempre me ha dicho que son traicioneros, que son criaturas conspiradoras que nos atraparían y enjaularían en cuanto nos vieran. ¿Cómo puede ser? Quizás no sea lo bastante inteligente para entenderlo. De repente, siento el deseo de ver y conocer a estos humanos, así que decido volar más bajo, planeando sobre ellos para 1

Nota de esta traducción. Hemos hecho la traducción a partir de la versión inglesa de la previa versión original uigur. Esto nos ha planteado algunas dificultades de interpretación. En lo referente al uso de las palabras palomo o paloma hemos tenido muchas dudas. Finalmente hemos mantenido palomo para el protagonista (y aquellas ocasiones en que parece referirse a los machos de la especie) y hemos utilizado paloma/palomas cuando el autor se refiere genéricamente al grupo o a la especie porque consideramos que es el uso habitual en español.

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ver todo con más detalle. Mi madre me dice continuamente: “Los trucos de los humanos son innumerables y sus estratagemas están ocultas en sus vientres, así que presta siempre mucha atención para no hacer de un descuido tu carcelero”.

to. Sólo llevo volando unos cuantos días, pero no he comido nada desde que salí de casa”.

Aun así, sé que quiero conocer las estratagemas y los trucos de los humanos. ¿Por qué las ocultarían en sus vientres? No puedo entenderlo.

El viejo palomo parece sorprendido. “Debes ser un palomo salvaje”, afirma. “Todo el mundo dice que nosotros no somos tan valientes como vosotros, que no pensamos más allá de las ramas en las que descansamos y las jaulas en las que dormimos. Siempre he vivido aquí y nunca me he atrevido a irme lejos. Además, ¿por qué habría de hacerlo? Aquí tengo una rama para descansar y una jaula para vivir, y me dan todo hecho. ¿Por qué tendríamos que marcharnos de aquí? ¿Para sufrir? Además, estoy casado y tengo una familia. ¿Adónde iría? Mis dueños me tratan bien”, concluye, picoteando ligeramente sus propias plumas.

El descenso Desciendo poco a poco, sobrevolando las viviendas. Ahora puedo distinguir claramente todo lo que se encuentra debajo de mí. Puedo ver gente, sus vacas, sus ovejas, sus pollos y muchas otras cosas que no había visto antes. Observo también a unos palomos que revolotean cerca y a otros que están posados en una rama. Desciendo un poco más para unirme a su conversación –¿o es para descansar?–. Ahora no puedo recordarlo claramente. Mis sensaciones en ese momento eran bastante confusas. Pero lo cierto es que siento una gran curiosidad por saber más de sus vidas. “¿De dónde eres?”, me pregunta uno de los palomos. Es más viejo que el resto, pero no puedo asegurar que sea el jefe del grupo. En cualquier caso, no soy uno de ellos, así que su categoría no me importa demasiado y, por eso, simplemente contesto: “Soy del campo de fresas”. “He oído hablar de ese lugar a mi abuelo. Nuestros antepasados vienen también de allí”, comenta. “Pero yo creía que estaba bastante lejos y que llevaba meses volar hasta aquí. Nosotros no podemos volar tan lejos. ¿Es que te has perdido?”

¿Qué es un alma?

“He oído a algunos decir que los humanos son terribles”, le replico. “Dicen que si nos capturan esclavizarán nuestras almas. ¿Es verdad?” “¿Alma? ¿Qué es un alma, abuelo?”, pregunta un joven palomo sentado a mi lado. Me sorprende enormemente que no conozca esta palabra, que no sepa lo que es un alma. ¿Qué les enseñan estos palomos a sus hijos? Vivir sin un espíritu, sin entender lo que es un alma, no vale la pena. ¿No se dan cuenta? Tener un alma, tener libertad; estas cosas no se pueden comprar o regalar; tampoco se consiguen con oraciones. Siento que la libertad del alma es crucial para estos pobres palomos. Sin ella, la vida no tiene sentido y, sin embargo, parece que ni siquiera han oído hablar de esta palabra.

¿Era tan viejo que no podía volar esa corta distancia en unos pocos días, como yo había hecho? Quizás fuera mucho más viejo de lo que parecía, o quizás estuviera pensando en otro terreno de fresas más lejano. Si su abuelo vino del mismo campo de fresas, podríamos ser hasta parientes, pienso. No obstante, le contestó: “No, no me he perdido. Estaba haciendo prácticas de vuelo y vine aquí a propósi-

El viejo palomo acaricia la cabeza de su nieto y le dice: “Yo tampoco sé lo que es un alma. En cierta ocasión le oí la palabra a mi propio abuelo, quien la oyó de su bisabuelo. Y quizás éste la oyera de su tatarabuelo. Mi propio abuelo decía a veces: ‘Nosotras, las palomas, perdimos nuestras almas hace mucho tiempo’. Quizás sea esta el alma de la que habla este palomo salvaje. Y es posible que hoy no

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poseamos ni siquiera una sombra de lo que fue”. El viejo palomo vuelve su cara hacia mí y me pregunta: “Dime, niño, ¿sabes lo que es un alma?” El debate de los palomos Me quedo paralizado al darme cuenta de que no soy capaz de contestar la pregunta que ha surgido precisamente de mis palabras. Al final, respondo: “No lo sé, pero mi madre me dice que tengo el espíritu atrevido y aventurero de mi padre, y que una vez que este madure, sin duda sabré y comprenderé lo que es un alma”.

trar la mía? Aquí nunca ocurre nada, y vivimos tranquilos y en paz. ¿Cómo puedo pedir a los otros que renuncien a una vida como esta para encontrar algo cuyo valor no podemos percibir?” Reflexiono sobre las palabras del viejo palomo, que suenan sabias al principio, pero que al poco me parecen equivocadas. De pronto, me siento avergonzado por mantener una discusión filosófica de este tipo con estos palomos, con estos pájaros sin alma; así que decido marcharme para buscar a mi madre. Extrañas palabras reemplazan la leche materna

Entonces replica el viejo palomo: “Sí, el espíritu de tu padre debe estar dentro de ti. En cuanto a nosotros, no solo hemos perdido el espíritu de las generaciones de nuestros padres, sino que también ha desaparecido el alma de toda nuestra comunidad. Mi madre y su familia nunca nos hablaron de alma, al igual que yo tampoco he utilizado esta palabra con mis propios hijos. Así que es posible que hayamos entrado en una era sin almas. Qué hermoso sería volver a aquellos tiempos”. El viejo palomo sonríe, dejándose llevar por un agradable ensueño.

En ese momento, un grupo de palomos desciende a la rama situada junto a nosotros. Les oigo hablar entre ellos, pero no puedo entender sus palabras. Tal vez se comunican en su propia lengua materna. También nosotros recibimos de vez en cuando extranjeros que llegan volando hasta nuestras tierras. ¿Serán visitantes extranjeros? ¿Serán amigos o familiares del viejo palomo? No lo sé. Tampoco puedo asegurar que quieran aceptarme en su conversación.

“Sin vuestras almas”, le digo, “generaciones de palomas serán esclavizadas por los seres humanos, que podrán alimentarse de vosotros en cualquier momento. Y en el caso de que os liberasen, no dejaríais a vuestras familias y vuestras raciones de comida detrás. No queréis prescindir de vuestro lugar de descanso ni de una pequeña cantidad de alimento. Sin embargo, permitís que vuestros descendientes se conviertan en esclavos del hombre. Necesitáis un líder, pero primero debéis liberar vuestras almas y entender lo que son. ¿Por qué no vienes conmigo y se lo preguntamos a mi madre?”.

“No muy bien. Tengo hambre”, contesta el pichón. “¿Por qué mi madre ya no me alimenta?” El pequeño habla de comida de palomas y me parece oír la palabra maíz, o mijo, o cañamón. Usan muchos nombres diferentes que no conozco para referirse a su comida. Ciertamente, estos palomos domesticados son muy extraños. Tienen tantas palabras que no reconozco.

En realidad, no sé si quiero instruir en las cuestiones del alma al viejo palomo o a mí mismo. Puede que a los dos. “Ya tengo un pie en la tumba”, me contesta, “y mi jaula es segura. ¿Dónde debería mirar para entender el alma? No reconocería una si la viera, y no sabría dónde buscarla. ¿Y en qué me ayudaría encon4

“¿Cómo estás, hijo?”, le pregunta el viejo palomo a un pichón mientras le acicala las plumas con el pico.

“Tu madre está intentando reservar todo el alimento posible para los hermanitos que tendrás pronto”, contesta el viejo palomo. “Debes esperar a que los humanos vengan y nos den de comer”, “No puedo esperar. Debo volar al desierto para buscar mi propio alimento”, replica el pichón. “Por favor, mi querido muchacho, escúchame. Eso que quieres hacer es demasiado peligroso. Si vas allí, alguien te atrapará y te comerá. 5

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Por favor, no vayas.” El pequeño palomo intenta calmarse. Todos estos palomos parecen escuchar al más viejo del grupo. Aceptación de una vida enjaulada Estos palomos están viviendo entre humanos, que los capturan para luego comérselos. ¿Cómo puede ser? No lo entiendo. ¿Es que no he comprendido la palabra “comer”? Quizás signifique lo mismo que “cuidar” en su dialecto. Si es una palabra prestada, puede que la haya malinterpretado. Sin embargo, es una palabra muy importante que todo palomo debería conocer. Mi madre siempre me dice que tenga cuidado y me advierte con estas palabras: “No dejes que los humanos te capturen y te coman”. Si estos palomos temen ser atrapados y comidos, ¿cómo es posible que sigan viviendo entre humanos? Puede que incluso hayan olvidado que tienen alas, o puede que no quieran abandonar la jaula a la que tanto han llegado a acostumbrarse. “Entonces, ¿cómo es nuestro dueño?”, el pichón le pregunta al viejo palomo. “Muy bueno”, contesta este último. “¿Y si nuestro dueño es como otros humanos y decide capturarnos y comernos si se da la ocasión?”. “La cuestión no es esa”, contesta el viejo palomo. “Los humanos nos meten en una jaula para alimentarnos; y es justo que nos coman si así lo desean, porque necesitan demostrarse a sí mismos que son capaces de cazarnos y comernos. Así es como debe ser, y ningún palomo del grupo puede oponerse a esta realidad.” ¿Quién es el enemigo? Ahora entiendo que “comer” tiene el mismo significado aquí que en mi casa. Hace un momento estaba intentando adivinar qué quieren decir exactamente cuando utilizan esa palabra, pero ya lo he descubierto.

mo más grande se la ha comido toda. No puedo estar peleándome por el alimento que necesito. ¿Qué puedo hacer? Cada día que pasa me encuentro más débil y delgado. Así no podré sobrevivir mucho tiempo.” “Tú también crecerás despacio, y aprenderás cómo arrebatarle al palomo grande un poco de la comida que caiga a su alrededor. Eso sí, bajo ningún concepto debes dar algo comestible a los demás. Así es como se sobrevive aquí.” “Pero, abuelo”, sigue el joven palomo. “Ya basta, hijo. No digas nada más. Los palomos debemos conformarnos con lo que tenemos. No discutas sobre lo que está fuera de nuestro alcance.” Un espacio más grande Al escuchar todo esto, no puedo evitar interrumpir la conversación para decir: “Habéis cercenado su libertad. Deberíais darle más espacio y dejarle vivir de acuerdo a su propio deseo”. De ninguna manera puedo permanecer en silencio. Y es que vivir como sugiere el viejo palomo destruiría toda la hermandad que existe entre nuestras especies. “Ah, tú no entiendes nuestra situación”, me reprocha el viejo palomo. “Enfurecer a nuestro dueño es una temeridad. Si alguien desobedece sus reglas y se aventura a salir fuera de su territorio, todos nosotros terminaríamos dentro de una jaula, con lo que, durante meses, solo veríamos el mundo exterior desde detrás de los barrotes. Incluso perderíamos esta misma rama en la que ahora estamos posados”. ¿Qué es exactamente una jaula? No tengo la menor idea. Estos palomos dicen que les aterroriza la idea de acabar en una jaula, pero, al mismo tiempo, tienen miedo de perderla. Lo más sorprendente de todo es cómo pueden aguantar viviendo entre los hombres. ¿He hablado de esto con mi propio abuelo? No creo que me diera una respuesta clara sobre el asunto.

“Pero nuestro dueño ha esparcido toda nuestra comida y el palo-

En vez de expresar todos estos pensamientos, le digo al viejo palomo: “Pareces uno de ellos, uno de los hombres. Les arrebatas la

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comida a los palomos más débiles y pequeños y les prohíbes rebelarse contra esta situación. Y luego, para colmo, intentas disimular tu mala conducta. ¿De qué manera puede garantizar este entorno el crecimiento y la salud de las generaciones futuras? Eres perverso, ignorante y estúpido”. “No insultes a los humanos”, me replica con indignación. “Sin ellos no estaríamos aquí ahora mismo. Llévate tu propaganda antihumanos a otro lugar”. ¿Cómo no se da cuenta de que no pretendía herir a nadie, de que yo solo intentaba ayudar? Quizás debería explicar las cosas con más detalle. Un sueño sobre el destino “No tienes sentido de la responsabilidad. Estás condenando a los demás a esta existencia y poniendo tu propia comunidad al borde del abismo,” continúo. Quiero seguir hablando e insistir en este mensaje, pero, de pronto, oigo un sonido agudo y siento un intenso dolor en mis patas. Intento volar, pero mis alas cuelgan vacías en mis costados. Los otros palomos echan a volar y planean por encima de mí. “Mírate, palomo metomentodo. Ahora sabrás en qué consiste vivir dentro de una jaula”, grita uno de ellos. “Y entonces veremos si sigues con la misma historia”. Ahora comprendo. El viejo palomo hizo que me acercara a él de manera que su dueño pudiera atraparme. Los humanos no eran ninguna amenaza para mí. Ha sido mi propia especie la que me ha traicionado en beneficio propio. No entiendo por qué, y eso me entristece enormemente. Me convenzo a mí mismo de que no puedo darme por vencido. Si consiguiera quebrar mis patas y desprenderme de ellas, sería capaz de liberarme. Usando toda mi fuerza, vuelo en un sentido y el contrario una vez tras otra. “¡No seas tonto, hijo; levántate! ¿Qué te ocurre?”. Es la voz de mi madre. Me mira fijamente, y entonces me doy cuenta de que no estoy herido. 8

“Has tenido una pesadilla”, me dice. “Sí, he tenido un sueño horrible”. Abrazo a mi madre estrechamente y le cuento todo mi sueño. “Hijo, en tu sueño viste nuestro destino”, afirma. “Los humanos nos acorralan poco a poco apropiándose de un territorio que una vez fue todo nuestro. Quieren echarnos de la tierra que hemos ocupado durante miles de años y robárnosla. Quieren cambiar la naturaleza de nuestra especie y robarnos nuestra inteligencia y nuestras relaciones familiares. Quieren despojarnos de nuestra memoria y nuestra identidad. En un futuro próximo podrían construir fábricas y edificios altos aquí. Entonces, el humo que provenga de la fabricación de productos que no necesitamos se filtrará en el medio ambiente y envenenará nuestra tierra y nuestra agua. Los ríos que queden no fluirán puros y limpios como lo hacen ahora, sino que bajarán negros, contaminados con todos los desechos de esas fábricas”. En marcha desde el campo de fresas “Esta invasión humana será terrible”, añade. “Las generaciones futuras nunca verán agua pura y aire limpio, y pensarán que siempre ha sido así. Caerán en la trampa de los hombres. Los humanos se acercan cada vez más a nosotros, y pronto será demasiado tarde para volver atrás. Nadie puede salvarnos de este destino, excepto nosotros mismos. Salgamos. Ha llegado el momento de hablarte de tu padre”. Mi madre me lleva fuera. A nuestro alrededor la tierra está cubierta de flores silvestres y de una alfombra verde de hierba. No hay carreteras, ni huellas de pisadas; solamente una interminable estepa. Nuestro hogar se halla en un acantilado que asoma por encima de la orilla de un río, con miles de nidos de paloma en su entorno. El río cristalino que fluye abajo nos susurra una especie de nana. Para mí, este es el lugar más seguro y bello que hay sobre la Tierra. Si los humanos no lo invadieran, podríamos vivir en este paraíso para siempre. “Esta es tu tierra”, me dice mi madre. “Y es también la tierra de tus 9

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antepasados. Tu padre y tu abuelo, que fueron líderes de todas las palomas del territorio, contribuyeron, cada uno en su momento, a hacerla aún más bella. Su trabajo y su legado no hicieron sino elevarnos más alto dentro de nuestra especie. La carga que llevas sobre tus hombros es pesada, y solo espero que puedas seguir los valientes pasos de tu padre. Te he entrenado todas las mañanas, enseñándote a volar cientos de kilómetros en un día. Tus músculos son duros y fuertes y ya posees una gran sabiduría.” “Tu cuerpo ya ha madurado, y ahora tu mente y tu inteligencia deben hacer lo propio. Siempre, siempre, sé precavido con los humanos. No creas que porque caminan por debajo de nosotros estás a salvo. Tienen armas de fuego y te pueden matar de un tiro desde miles de metros de distancia. ¿No sabes cómo murió tu padre?” “No”, le contesto. “Empezaste a contármelo una vez, pero interrumpiste la historia argumentando que aún no había llegado el momento”. “Pues bien, ya ha llegado ese momento”, me dice. “Hace unos días vi, merodeando por aquí, a varios humanos que nos vigilaban de cerca. Es necesario que encontremos un lugar seguro antes de que vengan por nosotros. Tu padre murió a manos de los hombres.” Una herencia digna de orgullo “Por favor, madre, cuéntamelo. ¿Cómo cayó en sus manos?”. Mi madre se queda pensativa durante unos instantes y entonces, con una gran tristeza en su mirada, comienza su historia. “Un día, tu padre encabezaba un grupo de palomos que buscaba comida para todos nosotros. Solían escoger zonas seguras y con abundancia de alimento. Él siempre lideraba esas misiones. Era un jefe fuerte y responsable. Por eso, en aquella ocasión guió a los demás en la expedición, aunque, pasados varios días, aún no había vuelto. Yo estaba muy preocupada. Normalmente, si encontraba un importante abastecimiento de comida a más de medio día de vuelo desde aquí, trasladábamos nuestro nido. Nunca iba tan lejos o se quedaba 10

tanto tiempo fuera de casa”. “En mi interior, tenía la certeza de que había sufrido un accidente. En aquella época, tú y tus hermanos pequeños acababais de salir del cascarón, por lo que no podía dejaros solos para ir en su búsqueda. Al cabo de varios meses, uno de los palomos que lo había acompañado en la expedición regresó, lo que me reafirmó en la idea de que tu padre había caído en algún tipo de trampa. Después, el resto del grupo volvió sano y salvo, uno tras otro. Todos, excepto tu padre”. Escucho a mi madre con atención, y me sorprende que no deje escapar una lágrima o un lamento en algún instante. Al contrario, lo que aparece en sus ojos en esos momentos es un destello de coraje. “Tu padre era el rey de todas las palomas y poseía un espíritu regio. ¿Cómo iba a proteger a los demás si no podía protegerse a sí mismo? ¿Cómo podría un palomo que había sido capturado por los humanos regresar y cumplir su papel como rey? Los humanos lo habían cazado y retenido, y él, manteniendo las tradiciones de la familia real, se arrancó la lengua. No pudo resistir un segundo más encerrado en aquella jaula, que se tiñó de rojo con su sangre. Rehusó comer y beber, y vivió así exactamente una semana. Con su sacrificio, su espíritu se volvió verdaderamente libre. Y ahora yo solo espero que crezcas para que llegues a ser como tu padre, un incansable defensor de la libertad”. “Mami, ¿por qué mi padre no pudo encontrar la oportunidad de escapar, como hicieron los otros palomos?”. Libertad o muerte Me contesta: “Los humanos tenían la esperanza de que tu padre se emparejara con una paloma doméstica y engendrara una prole mestiza, pero él nunca habría podido tener hijos que hubiesen sido mantenidos como esclavos. Eso habría sido demasiado humillante para él. Los palomos de tu sueño eran los descendientes de aquellos que aceptaron la esclavitud y suplicaron por sus propias vidas. Hijo, sus 11

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almas han quedado aprisionadas. Mil muertes serían preferibles a una vida como esa. Tú eres el hijo de este valiente palomo. Mantén su espíritu vivo en ti”.

humanos, que son más débiles de lo que imaginamos? Ahora vuelo sobre sus asentamientos y no siento ningún peligro. Puede que mi madre se preocupe demasiado.

Las palabras de mi madre me estremecen durante un largo rato. Ser el hijo de un palomo tan valiente me hace infinitamente feliz y me llena de orgullo. Con todo el amor de mi corazón, abrazo a mi madre.

El cielo se ha oscurecido. Estoy rodeado por tinieblas, y el mundo desaparece en una absoluta opacidad. Es noche cerrada, y me doy cuenta de que llevo volando un día entero. Estoy agotado y tengo que descansar. Ya he explorado el oeste, el norte y el sur, y aún no he encontrado ningún lugar adecuado en el que podamos vivir.

“Ahora debes irte”, añade. “Aceptaré nuestra separación por el bien de nuestra tierra y de todas las palomas. No las dejes sin un líder. Los humanos se están volviendo cada día más agresivos y utilizan todo tipo de tácticas para atraparnos. Vete y encuentra un lugar seguro para nosotros, hijo mío.” Las lágrimas de mi madre han humedecido mis alas. Ahora tengo claro el significado de mi sueño: debo partir en una expedición, pero, de ninguna manera, habré de caer en una de esas trampas tendidas por los humanos. Vuelo más y más lejos. Primero, a lo largo del río; y luego, sobre el lugar en el que los humanos hacen sus casas, que no se parece en nada al que vi en mi sueño. Pero he de tener cuidado, así que vuelo cada vez más alto. Mis alas son suficientemente fuertes. Ahora no oigo conversaciones humanas; tan solo siento la música del viento en mis oídos. En busca de un nuevo hogar Comienzo a pensar que estos humanos no son tan fuertes y temibles como creía. De pronto, me asalta el temor de perder mi objetivo si vuelo demasiado alto y el miedo a estropear nuestro proyecto de emigración si vuelo demasiado lejos. Aunque, a decir verdad, no comparto el plan migratorio de mi madre. Nuestra tierra se sitúa en un precipicio muy alto. ¿Cómo podrían los humanos ascender hasta un lugar cuyo acceso es incluso difícil para las palomas? En ella hemos vivido uno tras otro, generación tras generación, disfrutando de una existencia feliz. ¿Por qué deberíamos irnos ahora y huir de los 12

Quizás haya volado demasiado alto, así que mañana intentaré dirigirme hacia el este volando a menor altura. Las estrellas titilan en el cielo, y entonces pienso que nadie que habite este mundo tan bello puede sentir miedo. Desciendo lentamente hasta posarme en un árbol. Mañana me despertaré, pero no sé dónde. Entonces empezaré otra vez, volando más bajo; y tal vez entonces sea capaz de encontrar un nuevo hogar para todos nosotros. Una voz melodiosa me despierta, arrancándome del profundo y dulce sueño que solo es propio de los muy jóvenes y de los que están totalmente agotados. Un grupo de palomos se dirige hacia mí –oigo sus voces junto al batir de sus alas–, y me sobresalto al ver que son idénticos a mí. Al principio me recuerdan a los palomos de mi sueño, pero al mirarlos más de cerca compruebo que son diferentes. Antes de todo, debo averiguar dónde puedo llenar mi estómago vacío. Les pregunto si saben de un lugar seguro en el que encontrar comida, pero, de pronto, cambian de dirección y se alejan volando de los asentamientos humanos. Decido seguirlos. Un estómago vacío “¿Dónde vais?”, le pregunto a un palomo que está al final del grupo. “Al molino”. “¿Qué vais a hacer allí?” “Buscar comida”. 13

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“¿Estáis buscando algo para comer?”

“Déjalo libre”

Con una mirada gélida, me pregunta: “Entonces, ¿eres una paloma salvaje?”

“Este palomo salvaje ya no nos sirve para nada. Déjalo libre”, dice este hombre. “Déjalo ir. Ya se ha arrancado la lengua. Cuando se captura un palomo como este, no queda más remedio que dejarlo libre. Normalmente, sólo el líder del grupo hace esto.”

“Sí, soy del campo de fresas.” Los cazadores de palomas Los sigo hasta el molino, donde veo un gran almacén de trigo cubierto de paja. Su sabor es realmente dulce. Creo que el lugar es seguro, porque no observo rastro alguno de humanos. Estos palomos parecen contentos y relajados en este entorno tranquilo. Tras perder el miedo inicial, yo también lleno mi estómago. Esto no tiene nada que ver con lo que describía mi madre del mundo exterior. Me acerco de manera confiada al montón de trigo que tengo enfrente de mí y, de pronto, siento en el cuello una fuerza violenta que me estrangula. Intento escapar a la velocidad de una flecha, pero esa fuerza desconocida tira de mí hacia atrás con la misma intensidad. Intento esconderme, pero no puedo, y me veo arrastrado hacia abajo, volando y girando sin dirección. Los otros palomos se dispersan volando hacia arriba, y yo temo estrellarme contra el suelo, como en mi sueño. Me asusta pensar que haya podido caer en manos humanas, aunque no hay humanos cerca. Pasa un largo rato, aunque no sé cuántas horas transcurren realmente. De pronto aparecen dos humanos, y entonces soy consciente de que he sido capturado. La presión en mi cuello se relaja. “Es un palomo salvaje” dice el más joven de ellos. “Agárralo con fuerza y átale las alas para que no pueda echar a volar”, dice el otro. Entre los dos me atan las alas y me cogen del cuello. Me miran fijamente a los ojos.

“Al menos, quedémonos con él para obtener huevos”, protesta el más joven. “Tratándose de este tipo de palomos, ni comerá ni beberá si lo retenemos. Rechazará cualquier cosa que le demos hasta dejarse morir”. Pero el hombre más joven insiste en su idea. “¡No podemos soltarlo!”. “De acuerdo; como quieras. Pero comprobarás que te estoy diciendo la verdad. Una vez capturé un palomo como este y me empeñé en retenerlo, pero vivió solo una semana,” dice el mayor de los dos. El suplicio de la jaula “Estoy convencido de que lo domesticaré”, replica el más joven con seguridad. Nunca me amansarás, me digo. Encontraré el camino a casa. Ahora me avergüenzo de mí mismo por no haberme tomado en serio las palabras de mi madre y haber caído en una de las trampas de los humanos. Saco las fuerzas que me quedan y, por un momento, siento que puedo volar libre, pero, en lugar de eso, me estrello contra el suelo. “Maldito sea”, grita el más joven. “Al menos le até un ala, lo que, supongo, le ha impedido salir volando”.

“Mira, este es de una buena especie. Qué suerte hemos tenido”, dice el mayor de los humanos, dándome vueltas y vueltas en sus manos para mirarme con más detalle.

A continuación me mete en una bolsa. Parece que con la idea de llevarme a algún lugar. Puede que se proponga atarme las dos alas y encerrarme en una jaula. Al rato, veo varios palomos detrás unos barrotes de hierro; todos juntos en una esquina.

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Numermet Yasin

“La verdad es que debiste de estar muy hambriento para caer en mi trampa”, dice el más joven, mientras coloca comida y agua en un rincón de la jaula de hierro. En el mismo instante en el que deja la comida, todos los palomos se agolpan en ese rincón y se precipitan frenéticamente hacia ella. La escena me hace sentir tanta ira que llego a preguntarme si conseguiría terminar con esta horrenda situación estrellando mi cabeza contra los barrotes. Pero mi ala continúa atada y estoy inmovilizado. Levanto mi cabeza levemente hacia el sol, pensando que en menos de un día he caído en una trampa de humanos. Si mi madre pudiera verme ahora, ¿qué pensaría? Me dejo caer en el suelo. Ni comer ni ser comido En mi sueño, veo a mi madre llamándome desde un intenso cielo azul. Mi padre aparece, alto y majestuoso, y me siento orgulloso de él. Me llaman otra vez y vuelo hacia ellos, pero retroceden. Una vez más vuelo en su dirección, y de nuevo se retiran. Dejo de volar y ellos se detienen también. Tengo sed y grito: “¡Madre, agua!” Una voz humana me devuelve a la conciencia. “Este palomo es realmente testarudo”, dice la voz. “Lleva aquí cinco días y no ha comido nada”. Es el más joven de los dos humanos, el que me capturó primero. “¿No te dije que darle de comer sería inútil?”, replica el otro de mal humor. “Pero si sigue sin comer, morirá. ¿No sería mejor que lo cocinara e hiciera un caldo para mi hijo?” El mayor de ellos le contesta con burla: “No sacarías gran cosa de él y probablemente tu hijo enfermaría. Suéltalo. Ver morir lentamente a un palomo como este es demasiado triste”. “Y dejarlo libre no nos serviría de nada”, replica el más joven. Esto no traerá nada bueno 16

“En cualquier caso, esto no traerá nada bueno”. “Deberíamos haber hecho una sopa con él desde un principio”, dice el más joven. Mientras éste intenta desatar mis alas y colocarme en el suelo de la jaula, reúno las pocas fuerzas que aún me quedan con la esperanza de salir volando, pero el alambre es demasiado fuerte y no consigo mi objetivo. Quiero lanzarme hacia la puerta de la jaula y escapar, pero no puedo. Esta jaula es extremadamente ingeniosa en su crueldad, pienso, al permitir que el prisionero pueda tener una amplia vista de la libertad que se le niega, sin ofrecerle esperanza alguna de alcanzarla. El aire dentro y fuera de ella es el mismo, pero la vida a este lado de los barrotes parece de otro mundo. Quienquiera que diseñara este artilugio era un ser insensible y despiadado, decidido a inmovilizar a criaturas pequeñas como yo sin motivo alguno. Enjaulando mi cuerpo, esperan esclavizar mi alma. Quiero terminar con mi vida, pero no puedo, y eso es lo peor de todo. “Humanos sin corazón, que habéis matado mi libertad”, quiero gritar. “¡Dejadme libre o dejadme morir!” De pronto, me llega un olor familiar, y entonces veo a mi madre, con sus ojos brillantes e inquietos, observando una a una mis plumas caídas, mi boca rota y mis maltrechas y retorcidas alas. La liberación del alma “Perdóname, madre”, le digo. “No he estado a la altura de la confianza que habías puesto en mí. No soy digno de ser tu hijo”. Bajo la cabeza, como un criminal que acaba de ser condenado. ¿Por qué no me moriría antes de que ella llegara? “Hiciste todo lo que pudiste”, replica. “Ahora debes acabar con todo esto”. “Pero, mamá, no puedo”, afirmo. “Soy un prisionero sin energía y sin fuerzas. Por más que quiera morir, no puedo”. 17

Palomo Salvaje “Eso está claro”, asegura. “Y por eso he venido a traerte tu libertad”. “Ya no merezco la libertad”, añado. “Ya no soy digno de ser tu hijo”. “Como te he dicho, te he traído tu libertad. Aún eres mi valiente hijo y nadie te puede obligar a vivir como un esclavo. Debes tener el derecho a morir valientemente, con dignidad”, me dice, acercándome un poco de comida. Un alto precio por la libertad “Esta fresa es de una variedad venenosa. Cómetela y te hará libre. Restaura el honor de nuestra comunidad. Y recuerda siempre que la verdadera libertad se alcanza solo a un alto precio. Acerca tu boca hacia mí.” Miro a mi madre por última vez. Se muestra serena y valiente. Alargo mi boca herida hacia ella. Mi pico, la única arma que conservo –un enemigo para los humanos–, me ha protegido y me ha alimentado, aunque también me ha conducido a una de sus trampas. Ahora está roto, destrozado por mi colisión fallida contra los barrotes de hierro. El veneno de la fresa fluye por mi cuerpo como el sonido mismo de la libertad. Me siento agradecido porque ahora, ahora, finalmente, puedo morir libremente. Me parece ver cómo mi alma, envuelta en llamas, se eleva libre. Ahora lo veo todo claramente. El cielo conserva su intenso color azul y el mundo continúa siendo tan bello como siempre. Y todo está tan silencioso y tranquilo. Un grupo de palomos se sitúa en un lado de la jaula, a mi alrededor. Me miran, desconcertados y sorprendidos.

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Palomo salvaje, Yawa Kepter en uigur, es un relato en primera persona de un joven palomo – hijo de un palomo rey– que se encuentra enjaulado y se suicida en cautividad. Prefiere acabar con su vida antes que sacrificar su libertad. Nurmemet Yasin (1974) es un escritor y poeta conocido además por otros cuentos cortos, ensayos, y tres volúmenes de poesías. Algunos de sus escritos están incluidos en los textos de literatura, en lengua uigur, de las escuelas. Algunos también han sido traducidos al chino mandarín, aunque no es posible comprarlos en China. Condenado a 10 años de cárcel en 2004, ha sufrido penalidades durante su cautiverio. Las noticias sobre su muerte en prisión no han sido confirmadas.

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