para DESPENALIZAR el ABORTO
hay que DESPENALIZAR la CONCIENCIA María López Vigil
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Autora María López Vigil Diseño y diagramación Lluiman Morazán y Magaly Quintana Correspondencia Berta Massiel Sánchez Maite Ochoa Magaly Quintana Managua, Nicaragua. Apartado Postal # 183
[email protected] [email protected] www.catolicasporelderechoadecidir.org.ni Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo de IPAS Centroamérica, organización que ha demostrado su compromiso con la salud y la vida de las mujeres. Impresión Copy Express
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Presentación
Sólo una acción colectiva que busque organizar una lucha simbólica capaz de cuestionar prácticamente todos lo presupuestos tácitos de la visión falonarcisista del mundo puede determinar la ruptura del pacto casi inmediato entre las estructuras incorporadas y las estructuras objetivadas que constituye la condición de una verdadera conversión colectiva de las estructuras mentales, no sólo entre los miembros del sexo dominado sino también entre los miembros del sexo dominante, que no pueden contribuir a la liberación más que librando la trampa del privilegio. Pierre Bourdieu
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urante los últimos meses he tenido la oportunidad de escuchar tres veces las exposiciones que María López Vigil nos presenta ahora en esta versión escrita, y al leerla en voz alta, he vuelto a percibir la misma sensación de una brisa – o un ventarrón, porque así la sentí la primera vez refrescante y liberadora, que te entra en el cuerpo y la mente, y te deja más ligera y pensando. Sin duda sus ideas son polémicas. Porque nos aproxima al debate sobre el aborto desde una perspectiva religiosa, poco frecuente en el movimiento feminista, y entre quienes trabajamos cotidianamente por la defensa de los derechos humanos y en especial, por los derechos de las mujeres. Este suele ser el terreno donde tendemos a evadir el debate, y posiblemente, en el que se encuentran los obstáculos más escondidos, que nos impiden a mujeres y hombres, actuar de forma más beligerante y apegada a nuestras convicciones, contra leyes injustas, que condenan a las mujeres por tratar de salvar sus vidas o decidir sus destinos.
4 • para DESPENALIZAR el ABORTO hay que DESPENALIZAR la CONCIENCIA • María López Vigil Pero María va más allá con estas provocaciones. De forma sencilla y didáctica, nos anima a revisar algunas de las ideas religiosas que más profundamente han influido en la conformación de nuestras maneras de sentir y pensar el mundo. Independientemente de la posición que tengamos ante las religiones, hay figuras e imágenes religiosas convertidas en lugares comunes del imaginario colectivo, que se han quedado pegadas en los pliegues más íntimos de nuestro pensamiento, por los que la brisa de estas reflexiones pasa, nos remueve y sacude, para que podamos re-pensarlas, re-sentirlas y re-situarlas. Para que podamos vivir más libremente, sin culpas y felices. Estas ideas también son democráticas, porque cuestionan la violencia simbólica que ejercen algunas imágenes religiosas al servicio de la dominación masculina sobre las mujeres. Del mismo modo, son propuestas liberadoras para los hombres, sobre todo de aquéllos que no sólo quieren ser solidarios con la causa emancipadora de las mujeres, sino que pretenden, asumir un papel activo en la de-construcción del sistema de privilegios sociales, políticos, económicos y culturales donde les ha colocado el modelo de sociedad patriarcal. Una cosa más para animar a la lectura de las siguientes páginas, teniendo en cuenta que en ocasiones, hay personas creyentes que no se atreven a adentrarse en lecturas con las que sientan que su fe religiosa se puede ver amenazada, es importante anunciarles que estas reflexiones son para creyentes y no creyentes. Pues María las expone, desde una posición informada y de profundas convicciones religiosas. Morena Herrera
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uando hablamos de la interrupción del embarazo son muchas las perspectivas desde las que podemos reflexionar: la salud pública, los derechos de las mujeres, los derechos humanos en general, las leyes nacionales, las leyes internacionales… Todas estas perspectivas resultan fundamentales para comprender un tema que es complejo, porque es vital. Yo quisiera aportar a este debate desde raíces más escondidas. Y tal vez les parezca que no tienen que ver con la interrupción del embarazo. Yo quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones sobre algunas de las ideas religiosas en las que fuimos formadas, porque creo que esas ideas, fijas en nuestro “disco duro”, se convierten en un obstáculo importante para que asumamos y defendamos con convicción los derechos sexuales y reproductivos, entre ellos el derecho a interrumpir el embarazo, el derecho al aborto terapéutico y, como dicen las salvadoreñas, el derecho al aborto ético (cuando Así como hemos disputado el embarazo es fruto las ideas sobre el estado de violación o de iny la sociedad, nos cesto) o el derecho corresponde también al aborto eugenésico disputar las ideas que (cuando el producto tenemos sobre Dios. nacerá con enfermedades congénitas Muchas veces no nos graves) o incluso el atrevemos a hacerlo, porque derecho al aborto hemos dejado el monopolio por una decisión libre de esas ideas a los expertos, y responsable.
olvidándonos que éstos son todos hombres.
6 • para DESPENALIZAR el ABORTO hay que DESPENALIZAR la CONCIENCIA • María López Vigil No sé si ustedes son creyentes o no. No sé por qué lo son si es que lo son. O por qué dejaron de serlo. De lo que estoy segura es que todas trabajan con gente, con mujeres, que tienen su conciencia troquelada por creencias surgidas de la cultura religiosa. Nos decían aquí que nos corresponde disputar la idea de Estado y la idea de Sociedad. Creo que también nos toca disputar la idea de Dios. Pero, generalmente, a esa disputa no nos atrevemos, tal vez porque no nos sentimos preparadas, tal vez porque sentimos que esas ideas son intocables. Y así, dejamos el monopolio de la idea de Dios a los expertos. Y en las religiones que conocemos esos expertos prácticamente son todos hombres. Una de las palabras más vinculadas a la palabra “religión” debería ser “sentido”. Porque las inquietudes “religiosas”, las razones por las que habitualmente aceptamos o adoptamos una religión tienen que ver con eso: con encontrar sentido. Sentido a la vida, a la muerte, sentido a lo que nos sucede… Las inquietudes religiosas desembocan a menudo en preguntas que nos queman el alma, preguntas como éstas: qué sentido tiene la vida, por qué estoy viva, para qué estoy en el mundo, qué hay después de la muerte… Uno de los científicos más famosos actualmente en el mundo, profesor en Oxford y autor de libros muy importantes, Richard Dawkins, ha reflexionado mucho sobre los genes. El más famoso de sus libros es “El gen egoísta”. Pues bien, Dawkins ha divulgado masivamente el concepLa idea de despenalizar el to “memes”. Los memes -nos enaborto terapéutico, debe ir seña- son “los genes de la cultuacompañada con el esfuerzo ra”. Al igual que los genes son los de despenalizar nuestras replicadores biológicos que transconciencias. mitimos de un cuerpo a otro, desde un cerebro a otro cerebro tamLa despenalización de la bién replicamos y transmitimos conciencia, requiere de una ideas, conceptos, valores. A esos reflexión a fondo sobre las replicadores culturales Dawkins ideas que hemos recibido de los llama memes. Pongan “meDios. mes” en Google y verán cuánta información obtienen sobre este concepto.
para DESPENALIZAR el ABORTO hay que DESPENALIZAR la CONCIENCIA • María López Vigil • 7 Dawkins, que es un ateo convencido, afirma que, así como hay genes dominantes, también hay memes dominantes, que se replican con más fuerza que otros. Y concluye que el meme más dominante en toda la historia de la Humanidad, el replicador cultural que, de cerebro a cerebro, se ha transmitido con más persistencia a lo largo de la historia humana es el meme “Dios”. Afirma también que, al igual que los genes se recombinan y se asocian, se “pegan”, también sucede esto con los memes. Y concluye que los memes más vinculados al meme Dios son memes relacionados con el miedo. Parto de la idea de que debemos luchar por despenalizar el aborto terapéutico. Pero creo que ese esfuerzo debe ir acompañado de esfuerzos por despenalizar las conciencias. Y esa despenalización, que es más profunda, que requiere de esfuerzos más arduos, tiene que ver con una reflexión a fondo sobre las ideas religiosas con las que hemos crecido “naturalmente”, con los memes que hemos recibido, con las ideas de Dios con las que convivimos, con los miedos que relacionamos con nuestra idea de Dios. Aun cuando las leyes despenalicen el aborto, en la conciencia de muchas mujeres, en su pensar, en su sentir, el aborto sigue penalizado. Porque es un pecado, porque si aborto merezco el infierno como castigo, porque si aborto mato, incumplo un mandamiento, porque todos los hijos los manda Dios y si aborto ofendo a Dios… Conozco ya muchos casos de mujeres, de muchachas, que decidieron interrumpir su embarazo por variadas razones, incluida su propia libertad o sus planes de vida, que lo hacen decididas, convencidas, pero que, a pesar de eso, se acuestan todas las noches de su vida sintiéndose mal consigo mismas, sintiéndose culpables, temerosas de un posible castigo divino, guardando en silencio temeroso lo que decidieron, seguras de que Dios las rechaza, incapaces de asistir a una ceremonia religiosa… Estos miedos, estas culpas, nacen de la idea, de la imagen que tenemos de Dios, de la idea y de la imagen que nos han transmitido de Dios desde pequeñas y de la que no nos atrevemos a menudo a disentir.
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Dios no está arriba ni está lejos, no necesitamos escaleras
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na de las primeras ideas que tenemos es que Dios está arriba, muy arriba y, por lo tanto, es un ser lejano, muy lejano. Y si es así, para ser religiosa, para ser creyente, para acercarnos a Dios, necesitamos de “escaleras”. Es decir, necesitamos de intermediarios. Se nos muere un ser querido y buscamos a un sacerdote que le diga una misa. Se nos enferma un amigo e iniciamos cadenas de oración, ahora por Internet. Tenemos que conseguir un empleo y, para tener suerte, encendemos candelas o hacemos promesas o vamos corriendo al templo a rezar…Tal vez pedimos la misa por razones sociales. Tal vez actuamos así sin pensarlo, por rutina, porque todas lo hacen… Todas las religiones han buscado intermediarios para “llegar hasta Dios”, para contentarlo, agradecerle, complacerlo, adorarlo, pedirle… Todas las religiones se basan en intermediarios: lugares sagrados, objetos sagrados, tiempos sagrados y personas sagradas. Según estas creencias, en el templo es donde está Dios, no está en la calle o en el mercado. Según estas creencias, los días de semana santa son más sagrados que los de la semana siguiente y una cruz colgada al cuello me salva de los peligros y los sacerdotes o los pastores me enseñan el camino de la salvación… No digo que todo eso esté mal. Puede hacernos “sentido”, puede ayudarnos, puede parecernos un buen camino porque la medalla, el sacerdote, la ermita nos brindan un sentido espiritual. Pero tenemos derecho a reflexionar y a disentir de todo eso, que nos fue enseñado: podemos rechazar la idea de que para llegar a Dios necesitamos de esas “escaleras”: lugares, objetos, tiempos, personas. Es decir, ritos, jerarquías, normas, leyes y sacerdotes y pastores… A menudo las religiones son el peor obstáculo para la espiritualidad. Jesús es quien nos inspira. Con cuánta frecuencia desafió todo: los ritos, las jerarquías, las normas y leyes de su religión. Cuando le preguntaron que en dónde se encontraba Dios, ¿si en el templo de Jerusalén o en el del Garizim?, dijo que en ninguno, que hay que buscarlo “en espíritu y en verdad”, es decir, dentro de nosotras mismas.
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Nuestra cultura es cristiana, en su versión católica o en su versión evangélica. Y eso somos religiosamente: cristianas. Pues bien, si lo somos Jesús es quien nos inspira. Con cuánta frecuencia Jesús desafío todo eso: los ritos, jerarquías, normas y leyes de su religión. Cuestionó los lugares sagrados y cuando le preguntaron que en dónde se encontraba a Dios, si en el templo de Jerusalén o en el del Garizim, dijo que en ninguno, que hay que buscarlo “en espíritu y en verdad”, es decir, dentro de nosotras mismas y en una vida “en verdad”: coherente, honesta, solidaria. Jesús cuestionó a los hombres sagrados de su tiempo, y en una frase sorprendente y provocadora afirmó delante de ellos que “las prostitutas entrarían primero en el Reino de Dios” que los sacerdotes. Jesús desafió la ley del sábado, el día sagrado de su religión, la religión judía, y afirmó que no respetaría la ley del día sagrado, porque “el sábado es para la gente y no la gente para el sábado”. Sin embargo, aunque somos de cultura cristiana, y por eso inspiradas por Jesús, hemos olvidado estas ideas revolucionarias de Jesús y en la religión aprendida seguimos usando escaleras e intermediarios “sagrados”. Y yo creo que cuando templos, imágenes, medallas, curas, pastores, ritos, hostias, fiestas patronales, peregrinaciones… dejen de ser sagrados, todo comenzará a ser sagrado para nosotras: los árboles, las frutas, las casas, los muebles, los vestidos… y especialmente las personas. Todo lo que nos rodea será un camino para sentir que Dios está en nosotras, que somos Dios para los demás, que todo es reflejo de Dios. Saldríamos entonces del terreno de la religión para entrar en el de la espiritualidad, un terreno más ancho, más alegre, más libre. Si seguimos creyendo que para llegar a un Dios arriba y lejano necesitamos escaleras, intermediarios, si creemos que hay hombres sagrados que saben más de Dios que nosotras mismas, pensaremos que son los sacerdotes los que saben si es pecado o no abortar, que son los pastores los que conocen el camino para llegar a Dios, que ellos son los que perdonan pecados, que ellos son los mejores consejeros, que ellos son, que ellos son… Y “ellos” son todos hombres, varones.
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Dios no controla nuestras vidas, nos regaló la vida y también la libertad
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eamos otra creencia que debemos cuestionar. Está enraizada en la religión aprendida. Su nombre “científico” es providencialismo. Nos imaginamos a Dios como un Ser Supremo con un control como el de nuestros televisores, que está decidiendo permanentemente lo que nos pasa, lo que le pasa a nuestra familia, a nuestra comunidad y también a nuestro país. En esa visión sólo somos muñecas, títeres manejadas por sus manos. Si nos enfermamos es su voluntad o es una prueba que nos manda. Si nos curamos es un milagro que nos hace. Si nos ganamos la lotería es que nos bendice, si perdemos el trabajo es un castigo por algo que hicimos… Si hubo un accidente y murieron veinte y se salvaron dos, es que Dios los quiere especialmente y “quiere algo” de ellos… Si el gobierno que tenemos hace desaciertos y abusa del poder, por algo Dios quiere que lo soportemos, porque Dios quita y pone gobiernos, y así con todo… Estas ideas providencialistas nos des-responsabilizan de nuestra vida y de lo que hacemos, bueno o malo. Nos desmovilizan social y políticamente. Esas ideas resultan socialmente perversas: hacen insensibles a los ricos ante la miseria de sus semejantes y hacen fatalistas a los pobres ante sus miserias. Si todo es “voluntad de Dios”, ¿cuál es nuestro papel en la historia? Con estas ideas los ricos no pueden ser hermanos y los pobres no logran vivir como humanos.
Dios no sólo nos regaló la vida, sino también la libertad para que decidamos libremente, con libertad y con responsabilidad, sobre nuestras vidas.
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La Teología de la Liberación enfrentó estas ideas en América Latina, y en gran medida, sus mensajes nos responsabilizaron con la marcha de la historia, nos hicieron sujetos del cambio y no objetos de favores de lo alto o de dádivas o abusos de los gobernantes. Pero la Teología de la Liberación fue destruida con una guerra ideológica de alcances enormes y lo que quedó fue tierra arrasada. Sobre esa tierra arrasada avanza hoy en Nicaragua, y en toda América Latina, el fundamentalismo, el fanatismo, tanto católico como evangélico. Si seguimos creyendo que todo es “voluntad de Dios” también tenderemos a creer que debemos tener “todos los hijos que Dios nos mande”. Con esa idea, los hijos no deseados, los embarazos forzados o que ponen en riesgo nuestra salud o nuestras vidas serán siempre pruebas de Dios que debemos aceptar pasivamente, sumisamente, obedientemente. Con qué frecuencia olvidamos que somos libres. Que Dios no sólo nos regaló la vida, sino también la libertad para que decidamos libremente, con libertad y con responsabilidad, sobre nuestras vidas, sobre la vida.
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Dios no nos salva por el sufrimiento y el sacrificio, Jesús no murió para salvarnos, fue matado por sus ideas, por la ética que propuso
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tra creencia que debemos cuestionar y ésta muy arraigada en nuestra vida diaria es una idea muy propia de la tradición cristiana que hemos aprendido. Creemos, nos han enseñado a creer, que hemos sido salvadas por Jesucristo y que Jesús nos salvó sufriendo y muriendo, que nos salvó al ser crucificado. Mucha gente relaciona religión con salvación. Salvarnos: en este más acá de nuestros pecados y de nuestras malas inclinaciones. Y después en el más allá escapando del castigo. Nos han enseñado que Jesús nos salvó de todo eso, y nos insisten en que lo hizo sufriendo por nosotras, muriendo por nosotras, sacrificándose por nosotras. Que a “eso” vino al mundo: a sufrir y a morir. No a vivir y a enseñarnos una ética de relaciones humanas basada en la solidaridad y en la justicia, sino a sufrir y a morir. Jesús no vino a morir, fue matado. Sin embargo, la creencia predominante, los cantos, las oraciones, lo convierten en alguien que se sacrifica y sufre para así calmar la justa ira de Dios. Justa ira divina por un pecado original que cometieron Adán y Eva en el paraíso. Ese mito de la cultura hebrea, que está en la primera página de la Biblia nos lleva muy lejos. Ese paraíso que no existió en ninguna parte, ese Adán y esa Eva que nunca existieron, ese pecado que nadie cometió nunca, están en la raíz de una idea perversa: un Dios iracundo que pide sangre, un Dios hecho hombre que viene a sufrir y a morir para lavar ese pecado… y nosotras creyendo todo eso y sintiéndonos terriblemente culpables por todo eso… La idea de que es el dolor lo que nos salva nace de estas creencias. La idea de que lo que nos hace buenas y nos salva es cargar “nuestra cruz”, que puede ser un marido maltratador, un jefe abusivo, una violación sexual, un embarazo forzado o no deseado, surge de esta creencia religiosa. La idea de que aceptar
para DESPENALIZAR el ABORTO hay que DESPENALIZAR la CONCIENCIA • María López Vigil • 13 cualquier embarazo por riesgoso, peligroso o perjudicial que sea para nosotras es aceptar la voluntad de Dios y agradarlo nace de esta perversa creencia. Las religiones antiguas entendían que a los dioses había que ofrecerles sacrificios sangrientos. Unos pueblos mataron animales -vacas, corderos, pájaros-, otros pueblos hicieron sacrificios humanos. Creían que a Dios se le aplacaba con sangre. Esa idea también estuvo presente en la religión judía, en la que Jesús nació. Jesús no la avaló. Al igual que los grandes profetas de Israel, lo que propuso fue una ética de relaciones humanas, donde curar, cuidar, sanar, servir, amar, era lo que le agradaba a Dios porque evitaba el sufrimiento innecesario. Jesús rechazó los sacrificios y propuso justicia, compasión, equidad. Ni siquiera ayunó, esa forma de sacrificio personal para agradar a ese falso dios que se calma cuando sufrimos. No propuso la castidad, esa forma de sacrificar el impulso sexual, de reprimirlo, de sufrir reprimiéndolo. No propuso yugos ni dolor, sino amor y libertad. Y comparó el Reino de Dios con un banquete, con una boda, con una fiesta. Jesús nos salvó, si es que lo queremos decir así, pero con sus actos, con su propuesta, con su mensaje, con sus palabras. Con su ejemplo. Se apasionó con dar a conocer una propuesta ética que puede salvarnos de nuestro egoísmo y salvar la convivencia humana de la avaricia, de las discriminaciones, del machismo. Sin embargo, la creencia religiosa más extendida y arraigada es que debemos sufrir para agradar a Dios, para “salvarnos”. Detrás de esta idea perversa hay mucha represión, mucho dolor innecesario, mucha violencia aceptada sumisamente, muchas cruces cargadas y soportadas… Y ya sabemos que quienes sufren culturalmente más dentro de la sociedad que hemos construido somos las mujeres. A quienes más les afecta esta creencia religiosa es a las mujeres. Esa idea no es ajena a la que nos hace aceptar la maternidad impuesta, así te murás por dar a luz, así te enfermés por tu embarazo, así sea embarazo por violación, así sea que tengás un hijo con enfermedades gravísimas y congénitas. Aceptando ese embarazo, no interrumpiéndolo, estás cargando con tu cruz, estás siendo “buena”, te estás salvando, estás agradando a Dios, estás aceptando la prueba que te puso…
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Dios no tiene sexo, pero sí tiene género: lo imaginamos como Varón, podemos imaginarlo con rostro femenino
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eamos otra idea, tal vez la más arraigada de todas, la más antigua, una idea que también tiene que ver con nuestra dificultad para aceptar la interrupción del embarazo aunque no nos lo parezca a primera vista.
Es la idea de que Dios es varón. Imaginamos a Dios como un ser masculino, con los atributos masculinos. A menudo, cuando una dice esto, encuentra reacciones, mujeres que dicen: No, Dios no es varón, Dios es espíritu, y por lo tanto, no tiene sexo. Ciertamente, Dios no tiene sexo, pero sí tiene género. Y conocemos muy bien la diferencia entre sexo y género. El sexo es una condición biológica, el género es una construcción cultural. Pues bien, Dios ha sido construido en los últimos diez mil años de la historia humana con el género masculino y desde el género masculino. Lo imaginamos como varón. Lo revela nuestro lenguaje: todo lo referido a Dios va con el artículo él, con el adjetivo en masculino, las oraciones, las canciones, todo… Jesús sí, Jesús sí tuvo sexo. Fue un hombre, un varón. Y por eso, la identificación mecánica, superficial, aunque basada en los dogmas, que nos hace afirmar “Jesús es Dios” nos puede confundir. Porque Jesús sí fue un varón, con testosterona, pene y testículos. Fue un hombre. Pero Jesús no ES Dios. Nos enseña, nos dice, cómo es Dios. Hijo de la cultura religiosa judía, llamó Padre a Dios. Y hasta con más confianza, lo llamaba “Abbá”, “Papá”. No lo llamó Madre. Sin embargo, al proponer una ética de las relaciones humanas como “camino” para llegar a Dios, una ética horizontal, no vertical -sin escaleras-, basó su propuesta en valores que la cultura ha hecho femeninas: amor, servicio, compasión, ternura… Por ese camino, podemos imaginar que también Jesús intuía el rostro femenino de Dios.
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EN NINGÚN LIBRO DE LA BIBLIA SE PROHÍBE O SE CONDENA EL ABORTO
¡NI UNA PÁGINA NI UNA LÍNEA NI UNA PALABRA!
Nuestra imaginación está llena de imágenes masculinas de Dios. El dogma de la santísima trinidad es totalmente masculino: se nos propone una “familia” divina donde hay un Padre que engendra de sí mismo, sin participación de mujer, un único hijo varón, una familia de tres donde el tercer miembro es una “paloma” que, si asumimos otro de los dogmas, fue quien engendró a Jesús en el vientre de María, lo que nos indicaría que es realmente un palomo, con genes masculinos… La Biblia, ese conjunto de más de 70 libros, en los que mucha gente, muchas mujeres, basan toda su fe es la expresión cultural de un pueblo, el pueblo de Israel, que pensó a Dios como un varón. Es la literatura de un pueblo, en donde sólo los hombres sabían escribir y eran los que escribían. Es, pues, un producto esencialmente masculino.
16 • para DESPENALIZAR el ABORTO hay que DESPENALIZAR la CONCIENCIA • María López Vigil La religión judía es una de las religiones más masculinas y machistas que han existido. El signo, la señal de la alianza de Dios con su pueblo, es nada más y nada menos que la circuncisión, un corte en el prepucio del pene. Las mujeres, por tanto, por no tener pene, están inferiorizadas en esa religión, son seres inferiores, subordinadas totalmente a los hombres. Así era en tiempos de Jesús. Las mujeres no hacían alianza con Dios. Rezaban separadas de los hombres en las sinagogas y cuando tenían la regla eran consideradas “impuras” a los ojos de Dios. Impuras significaba apartadas de la bendición de Dios. Una de las grandezas de Jesús fue precisamente rechazar esas creencias religiosas injustas que discriminaban a las mujeres: Jesús habló con mujeres a solas, integró a muchas mujeres a su movimiento, tocó y se dejó tocar por una mujer que menstruaba… Y propuso el poder como servicio. ¿Quiénes servimos en la casa, en las oficinas, en todas partes? Las mujeres, ¿no? Pues Jesús propuso el servicio en el centro de su proyecto. Un valor que la cultura se lo adjudica a las mujeres, Jesús lo propuso a todos, mujeres y hombres, como camino para llegar a Dios, para entender cómo es Dios y para transformar el mundo en una comunidad de iguales.
Si comenzamos a imaginar a Dios con rostro femenino, con rostro maternal, dejaremos de imaginarlo como un Rey, como un Juez, como un controlador y dominador de nuestras vidas. Tal vez entonces nos será más fácil sentirnos comprendidas, aceptadas y no juzgadas cuando nos enfrentamos al dilema de un embarazo peligroso o no deseado y al derecho de tomar la decisión de abortar.
para DESPENALIZAR el ABORTO hay que DESPENALIZAR la CONCIENCIA • María López Vigil • 17 Si comenzamos a imaginar a Dios con rostro femenino, con rostro maternal, dejaremos de imaginarlo como un Rey, como un Juez, como un controlador y dominador de nuestras vidas. Tal vez entonces nos será más fácil sentirnos comprendidas, aceptadas y no juzgadas cuando nos enfrentamos al dilema de un embarazo peligroso o no deseado. Si comenzamos a des-masculinizar a Dios, entenderemos con más claridad que debemos romper el silencio, rechazar la violencia injusta que se ejerce contra nosotras, una de cuyas expresiones es la penalización del aborto. La masculinización de la idea de Dios es una de las raíces más fuertes, seguramente la más profunda culturalmente, de la violencia de los hombres contra las mujeres. Porque donde Dios es varón los varones se creen dioses. Esa superioridad la respiran los hombres en la atmósfera de la cultura dominante, la respiran en los libros de la Biblia, la respiran en los sermones de los curas y en las prédicas de los pastores. Recuerden: donde Dios es varón los varones se creen dioses. Creo que la mayoría de las mujeres tienen penalizado el aborto en sus conciencias por estas raíces religiosas que las invitan a sufrir, a subirse a las “escaleras” de los sacerdotes para creerles sus amenazas de castigos y de infiernos, que las han hecho olvidar la certeza de que son libres y responsables de sus vidas. Creo que lo penalizan en su conciencia porque sienten e imaginan a Dios como un poderoso Varón y no como una Mujer acogedora.
18 • para DESPENALIZAR el ABORTO hay que DESPENALIZAR la CONCIENCIA • María López Vigil Son raíces muy antiguas, difíciles de arrancar, casi imposibles de tocar. Yo las invitaría a reflexionar en los obstáculos que la religión aprendida nos pone en el camino para vivir y para decidir, para ejercer nuestros derechos sexuales y para hacernos responsables de las vidas que traemos al mundo. Si seguimos creyendo en una religión que nos enseña que Dios es varón, que nos enseña que quien nos salva es un varón porque sufrió y murió y se sacrificó, si seguimos aceptando sin crítica ni rechazo que los representantes de ese Dios son todos varones, podremos tener serios problemas para vivir en libertad y con alegría nuestra relación con Dios. En el dilema del aborto están implicados dos valores que la humanidad siempre ha relacionado con Dios: vida y libertad. Dios nos regaló la vida, que es sagrada. Y también nos regaló la libertad, para que nos hagamos responsables de la vida, de la nuestra, de la vida que traemos al mundo. Con qué facilidad nos olvidamos del regalo de la libertad al hablar de la interrupción del embarazo. Con qué facilidad centramos el dilema de la interrupción de un embarazo entre muerte y vida, cuando en realidad es entre vida y vida. Con responsabilidad y libertad, en cada embarazo nos toca decidir entre una vida real y una vida posible. Para tomar esa decisión, creo, nos ayudará imaginar a Dios con un rostro femenino, con un regazo acogedor, nos ayudará preguntarle a nuestra conciencia y a nuestras amigas y no al pastor o al sacerdote, nos ayudará pensar, creer, sentir, que Dios nos quiere alegres, no sufriendo, sentir a Dios como una amiga amorosa y cercana.
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DIOS NOS HA HECHO DOS REGALOS: LA VIDA PARA VIVIRLA PLENAMENTE
LA LIBERTAD PARA DECIDIR SOBRE NUESTRA VIDA
¡Restitución inmediata del ABORTO TERAPÉUTICO!
¡28 de septiembre: Día por la despenalización del aborto en Latinoamérica!