PARA EL CORAZÓN ADOLORIDO

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PARA EL CORAZÓN ADOLORIDO 5 CAPÍTULO 1

PARA EL CORAZÓN ADOLORIDO Una de las experiencias más dolorosas que nos puede deparar la vida es la pérdida de un objeto o un ser muy querido para nosotros. Si a usted le ha tocado afrontar una situación tal, recordará la profunda sensación de vacío interior que experimentó, como si la tierra estuviera a punto de tragárselo. Perdió el apetito y la sonrisa huyó de sus labios. Ni siquiera podía caminar con su agilidad habitual. En su corazón sentía como si hubiera llegado el fin del mundo. Muchas personas que sufren una pérdida irreparable, se sienten tentadas a contemplar el suicidio como una posible salida. Otras, se hunden en una profunda depresión que les impide un desempeño normal en el trabajo, así como en la vida social y familiar. A veces, el proceso llega al punto de poner en peligro la salud. Una de las consecuencias más tristes, es que la persona que se deja arrastrar por la depresión, se convierte en una carga. A nadie le gusta la compañía de un individuo que se mantiene rodeado de una negra nube de sentimientos negativos y autocompasión. Entonces, las relaciones más estrechas de amistad y cariño, aun entre los mismos familiares, se enfrían, y los demás 5

6 CUANDO DUELE EL CORAZÓN tienden a apartarse del sufriente. En vez de obtener el apoyo de los más cercanos, la persona pierde esta importante fuente de estabilidad y simpatía, precisamente cuando más la necesita. De este modo, la persona que no sabe afrontar el sufrimiento en forma apropiada, agrava su depresión al rodearse de los síntomas de su aflicción. En vista de lo dicho, ¿qué se debe hacer? ¿Habrá que tragarse las lágrimas, y aparentar una alegría artificial que no se siente y que tampoco convence a nadie? ¿Cómo afrontar la depresión? No tenemos necesidad de recurrir a medidas artificiales o a la hipocresía para aliviar las cargas legítimas de tristeza ante las pérdidas que nos depara la existencia. Hay alivio al alcance de todo aquel que sufre. Y para ayudarle a encontrarlo, le ofrecemos trece pasos, sencillos pero eficaces, con los cuales usted podrá combatir con éxito la depresión causada por el sufrimiento. 1. Acuda a Dios. En primer lugar, recuerde que Dios no ha muerto. Por el contrario, es nuestro mejor Amigo. Dice el Señor, en el libro del profeta Jeremías: “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros… pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11). Créalo. 2. Haga amistad con Dios. En cuanto decidimos creer que tenemos un amigo tan poderoso, una lucecita comienza a brillar en nuestra senda. Dios tiene planes de traer prosperidad a nuestra vida. ¡Hay esperanza para nosotros! Un amigo es alguien con quien podemos conversar libremente sin temer que su respuesta sea hiriente o desconsiderada. Hablemos con nuestro Amigo divino. Él nos hace esta promesa: “Entonces me

PARA EL CORAZÓN ADOLORIDO 7 invocaréis, y vendréis, y oraréis a mí, y yo os escucharé” (vers. 12). 3. Evite comer demasiado. Cuando llevamos una carga sobre nuestro corazón, no recarguemos el estómago. Si usted tiene el hábito de comer en exceso como una forma de apaciguar sus penas y su dolor emocional, le conviene detenerse. La alimentación excesiva enturbia la mente, de modo que no podemos pensar con claridad. Y es precisamente ahora cuando usted debe mantener despejada su capacidad de razonar con agudeza. Cuando el Señor Jesús debía afrontar las más fieras tentaciones, ayunaba. Mantenga, pues, su mente despejada. Cuando usted recuerde que tiene un Amigo que le ha prometido “un futuro y una esperanza”, y cuando practique el arte de hablar con él, entonces sentirá que en su alma comienza a surgir la paz. No se niegue el alivio que le proporcionará un reposo apropiado. 4. Evite el licor. No hay problema alguno que el licor no empeore. El vino y la cerveza son engañosos. “Cualquiera que por ellos yerra no es sabio”, dice el sabio Salomón: (Proverbios 20:1). El estímulo que provee el alcohol es una ilusión. Actúa como un anestésico emocional que amortigua la capacidad de razonar. El problema, sin solución, sólo se agrava con la bebida. Y cuando el bebedor llega a depender del alcohol, su autoestima se destruye de tal modo que tiende a rendirse ante las dificultades sin procurar superarlas, y se siente derrotado de antemano. 5. Haga ejercicio. Cierto individuo que había caído en la depresión, tramó un plan para suicidarse en forma “limpia”, que no le trajera vergüenza ni desgracia a su familia. Decidió correr hasta caer muerto de un ataque

8 CUANDO DUELE EL CORAZÓN cardíaco. Partió en su carrera mortal, pero cuando llegó al límite de sus fuerzas, ¡su corazón todavía funcionaba! Y para su sorpresa, su depresión había desaparecido. 6. Descanse en Dios. Quizá usted ha sufrido una profunda decepción en el amor o el matrimonio. O puede haber fracasado en un examen, o perdido un trabajo. Dios ha dicho que se propone hacernos prosperar. Pero, ¿cómo puede comunicarnos sus planes? Sencillamente, por medio de su santo Espíritu, cuyo nombre es “Consejero” o “Consolador”. Este consejero divino se le concede a todo aquel que no lo ahuyenta. No necesitamos ser dignos, porque la gracia de Dios se concede a todos, incluso a los que piensan que no la merecen. En realidad nadie la merece, pero todos la necesitamos. El Señor nos imparte su esperanza en cuanto a nuestro futuro, de modo que comenzamos a sentirnos animados. Puede ser que no sepamos con certeza en qué consistirá ese futuro, pero en nuestro corazón surgen los ecos de un himno: Aprendí el gran secreto de morar en el Señor; Mi descanso es completo, sin afán y sin dolor. 7. Haga oración. Ahora bien, de algún modo debe eliminarse la amargura interior. Hay quienes pagan por contarle estas cosas a un psiquiatra. Otros cargan a sus familiares o amigos con sus deprimentes letanías. Pero hay una manera mejor de lograr este objetivo, y es contárselas a nuestro Amigo celestial, quien nos dice: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará” (S. Mateo 6:6). Dios nunca traicionará nuestras confidencias.

PARA EL CORAZÓN ADOLORIDO 9 8. No se aisle. No se convierta en un recluso, que se aparta de sus amigos, ni piense que por haber aprendido a confiar en Dios ya no necesita de ellos. Es cierto que la comunión con Dios provee el fundamento de la paz emocional y el contentamiento, que nos permiten elevarnos por sobre las circunstancias adversas, pero no por ello nos vamos a convertir en individuos antisociales. Desde luego, no nos apoyaremos en nuestros amigos como si fueran muletas, pero si nos abstenemos de proyectar todo el peso de nuestros problemas sobre ellos, se sentirán felices de animarnos y hacer sugerencias útiles que nos hagan sentirnos comprendidos y apoyados en nuestra vida cotidiana. 9. Conozca sus errores. Si su problema es “la gente”, le convendrá analizar su propio carácter así como su conducta, para determinar si no alberga defectos que estén provocando las dificultades. ¿Por qué acusar a otros cuando el problema podría deberse a sus propios errores? Este paso no es tan fácil como podría parecernos. En el espíritu humano surgen fuertes resistencias a la culpabilidad, que nos impiden aceptar la responsabilidad por nuestros propios errores. Sin duda el Señor Jesús se refería a este fenómeno psicológico al decir: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (S. Mateo 7:3-5). Es síntoma de madurez intelectual, emocional y espiritual reconocer que en todo conflicto humano hay

10 CUANDO DUELE EL CORAZÓN potencial de crecimiento, si tan sólo reconocemos y examinamos con atención nuestra participación en ello. Cuando nuestra confianza en nuestro Amigo divino es firme y amplia, nuestra autoestima también lo es, porque sabemos que Cristo nos capacita para sobreponernos a toda debilidad. De este modo podemos aceptar nuestros defectos sin caer en las garras del pánico. 10. Haga correcciones. Propóngase permitir que el Señor le ayude a corregir todas sus deficiencias. Supongamos que usted perdió un trabajo por ser incompetente o indigno de confianza. Si se deja arrastrar por la amargura o el cinismo, perderá toda esperanza de gozar del futuro que Dios le ha prometido. Reconozca que si aprende la lección, las equivocaciones y los fracasos pueden ser peldaños hacia el éxito. Lo que necesitamos es confiar en que el bien ha de triunfar. ¡Créalo! Nunca intente ser apreciado en más de lo que usted vale, porque eso es robar, y constituye la raíz de la corrupción. 11. Estudie. Cultive el amor por la educación, no desde un punto de vista meramente utilitario, por el dinero, sino por la satisfacción intelectual que provee la investigación. Lea buenos libros, aproveche las bibliotecas públicas. Si usted goza de buena salud, es imposible que las circunstancias le impidan a su mente hambrienta encontrar alimento. Como resultado, crecerá su autoestima. 12. Lea la Biblia. Este es el mejor de todos los libros. Sus páginas están llenas de expresiones animadoras y de buenos consejos: los Salmos, los Proverbios de Salomón, los Evangelios, las cartas llenas de amor que escribieron los apóstoles San Pablo y San Juan, las

PARA EL CORAZÓN ADOLORIDO 11 profecías de Daniel y el Apocalipsis que infunden esperanza, los relatos de las pruebas por las que pasaron Abrahán, Jacob y José. 13. Ayude a otras personas. Aligere la carga de un semejante. Cuando los enemigos de José lo arrojaron en prisión, el joven hebreo se negó a entregarse a la autocompasión. En cambio, buscó a los otros prisioneros para ayudarles y dirigirles palabras de ánimo. Esta actitud de abnegación produjo eventualmente su libertad, y lo elevó al trono de Egipto, que era el “futuro” que se le había prometido en sus sueños juveniles, como lo registran los capítulos 37 al 41 del libro de Génesis. Recuerde, amigo o amiga, que Dios se complace y especializa en transformar nuestras derrotas en victorias. Él afirma que su poder se perfecciona en nuestra debilidad. Por eso, si en nuestra ceguera espiritual rehusamos poner nuestra confianza en su fortaleza y sabiduría, perderemos precisamente lo que anhelábamos alcanzar. Si como José usted también sueña con un futuro exitoso en el amor, el matrimonio, la educación, los negocios, y en la vida misma, y si al igual que el joven hebreo ha perdido algo o alguien muy querido, es natural que el futuro pueda parecerle sombrío. Pero es allí, frente a las circunstancias más desalentadoras, que tal como José, usted podrá descubrir que el amor de Cristo es la llave que le abre su prisión actual y le concede el futuro brillante que anhela su alma. Mire hoy a través de su dolor. Deje que Dios lo lleve hasta el fondo de su amor.

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