PARA PENSAR EL MARXISMO EN EL SIGLO XXI

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PARA PENSAR EL MARXISMO EN EL SIGLO XXI

Desde hace ya más de un siglo, tanto en el mundo político como académico, se ha escuchado recurrentemente parlotear sobre la “crisis del marxismo”, extendiendo una mirada compasiva hacia quienes han persistido en el afán de examinar los acontecimientos históricos desde la perspectiva teórica trazada por Marx. Tampoco han faltado los que se han dado a la tarea, ciertamente más fatigosa, de intentar una refutación de sus proposiciones teóricas fundamentales1. En este plano, lo más usual es que se afirme que su concepción del desarrollo histórico es reduccionista, su aparato categorial insuficiente, y que se enfatice, como prueba definitiva de su fracaso, el colapso de los regímenes surgidos durante el siglo XX inspirados en su legado. Entre los muchos sepultureros del marxismo hay algunos que, en virtud de las transformaciones más recientes del capitalismo han enfatizado su presunta obsolescencia, sosteniendo que los supuestos en los que se basaba estaban demasiado arraigados en el Siglo XIX para responder a las inquietudes de la era postindustrial2. Otros, hicieron lo suyo, desde una crítica epistemológica, afirmando que las pretensiones de cientificidad del marxismo no se sostienen, sea por no establecer criterios para su falsación (Popper), no preocuparse de normalizar sus anomalías (Kuhn), o bien, simplemente por constituir un prototipo de programa de investigación degenerativo (Lakatos). Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido desde su aparición, la obra de Marx y Engels está lejos de constituir hoy una pieza de museo. La formidable vigencia de su pensamiento para la comprensión y crítica del capitalismo como modo de organización social ha tomado nuevos bríos en los últimos 1.

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Si bien son muchos los nombres que podrían señalarse al respecto, sobresale el frustrado intento de Böhm-Bawerk, frecuentemente invocado por los intelectuales orgánicos de la clase dominante como la refutación decisiva de la teoría del valor-trabajo y del plusvalor. Es lo que sostiene, por ejemplo, el historiador Georg Iggers en su libro La historiografía del siglo XX. Desde la objetividad científica al desafío posmoderno. FCE, 2012.

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años, especialmente después de la explosión de la burbuja inmobiliaria de EEUU en el 2007. La súbita reaparición de las crisis, que supuestamente ya eran cosa del pasado, llevó a muchas personas en todo el mundo a buscar El Capital en librerías y bibliotecas, con el fin de descubrir en él las claves para la comprensión profunda de lo que acontece en la sociedad contemporánea. Poco después, la prensa del norte señalaba a Marx, como uno de los grandes pensadores de todos los tiempos. Y ¿cómo dudar de ello al adentrarse en el tomo III de El Capital, cuando se refiere al papel del crédito como medio para compensar las cuotas de ganancias en el sistema de producción capitalista, al estudiar la creación de sociedades anónimas, el capital bancario y el capital ficticio?, o cuando describe el fetichismo de la mercancía y expone la teoría del valor en el Tomo I. Todos estos son temas de gran relevancia en la actualidad que nos ayudan a apreciar mejor el valor y significación intelectual del trabajo desarrollado por Marx y Engels. Incluso se han seguido descubriendo manuscritos -hasta ahora inéditos- y, una vez más, se ha emprendido el arduo trabajo de publicación de las obras completas de Marx y Engels, proyecto conocido como MEGA 2 (Marx-Engels-Gesamtausgabe) y que aun no cuenta con traducción al castellano. De la obra marxiana conocida, es sabido que no se encuentran elementos para comprender todos los problemas de la actualidad. Obviamente, Marx y Engels no podían ir más allá de su tiempo histórico ni podían examinar pormenorizadamente todos los ámbitos de la actividad humana. Sin embargo, el fecundo surco abierto por sus obras, fue luego ampliado y profundizado por sus continuadores quienes, ayer y hoy también, han desarrollado muchos aspectos nuevos, emanados de las contradicciones del movimiento histórico. Configurando así, un variado campo de pensamiento marxista que, surgido desde fines del siglo XIX y principios del XX, no ha cesado de ampliarse y enriquecerse constantemente, dando origen a diversas tradiciones en su interior. Algunas de las corrientes surgidas son, por ejemplo, el marxismo historicista, existencialista, analítico, político, el de la escuela de Budapest, la escuela de Frankfurt, el grupo Praxis, el de la lógica del capital, el marxismo de la teología de la liberación, el marxismo althusseriano, gramsciano, la teoría de la dependencia, etc. En el plano político la diversidad de corrientes es también numerosa: corriente guevarista, maoísta, trotskistas, cristiano-marxista, comunistas, socialistas, entre muchas otras, y cada una con sus propios matices y

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debates, lo que demuestra, a contracorriente de la caricatura que se construyó por muchas décadas, que la herencia marxista es abierta, plural, alejada de las modas académicas, y se enriquece, en la medida en que se hace cargo, de las nuevas formas en que se expresan las contradicciones del capitalismo. La sociedad actual experimenta la crisis estructural del capitalismo. A diferencia de las del pasado, hoy se manifiesta no solo de manera episódica sino permanente, como una crisis de alcance universal que pone en riesgo la propia sobrevivencia de la humanidad. El sistema capitalista ofrece al mundo más barbarie que civilización, y algunas expresiones de ello, junto con la catástrofe ambiental en desarrollo, son las enormes y siempre crecientes desigualdades entre países y al interior de ellos, la hambruna de grandes poblaciones que coexiste con la producción en abundancia, la precarización del trabajo y el desempleo estructural, las brutales guerras que, movilizando la industria de armas para impulsar el crecimiento de la economía capitalista, se justifican en nombre de la libertad, la democracia, la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, el control de los pobres y la estabilidad social. Todo lo anterior se desarrolla bajo el amparo de los Estados, bajo conducción del gran capital imperialista, no solo incrementan el control de los inmigrantes hacia los países centrales y los programas de ayudas asistenciales y focalizadas para controlar la pobreza, sino también promueven poderosamente los intereses de las transnacionales tanto para incrementar su control y sobreexplotación de las riquezas naturales del planeta, como para permitirles descargar toneladas de basura y contaminación (degradando creciente y negativamente la biosfera). Frente a estas dramáticas realidades del mundo de hoy, creadas y recreadas de manera permanente por las tendencias inherentes al desarrollo capitalista, es evidente –y así lo expresan los diversos artículos del libro que tiene en sus manos- que el marxismo sigue constituyendo una poderosa arma intelectual para poner al descubierto las causas profundas de estos males y visualizar alternativas globales que permitan bosquejar un nuevo orden social capaz de superarlos. Por su parte, la revitalización de los movimientos sociales y sus nuevas prácticas, parecen mostrar el camino para dejar atrás algunas de las limitaciones de las organizaciones colectivas de viejo cuño, en todo el mundo. En Chile, han sido las movilizaciones de trabajadores del cobre, portuarios, de las forestales, de la pesca, del Estado, de los ciudadanos de las regiones de Punta Arenas, de

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Aysén, Calama, de los deudores habitacionales, de los pobladores sin techo, del pueblo mapuche, entre otras, las que han exteriorizado el descontento de la población con el estado de cosas imperante, pero especialmente ha sido la movilización de los estudiantes la que ha marcado el punto más alto en el ascenso de la impugnación al neoliberalismo. Este último solo ha significado una intensificación de la explotación, la exclusión y la desigualdad social. Pero la acción de los movimientos sociales muestra, entre otras cosas, que además del sentimiento de injusticia que vivencian, se requiere también de una teoría robusta para comprender y transformar el mundo. Creemos que la colección de artículos aquí reunidos, aportan en esta dirección, es decir, a mostrar al(os) marxismo(s) como teoría robusta y plural, para comprender la sociedad actual y bosquejar un nuevo orden. Como todas las cosas, este libro tiene una historia que se remonta a la realización del I y II Seminarios: “Los marxismos en el Siglo XXI”, realizados los años 2011 y 2012. Los Seminarios apuntan a ir construyendo un camino que, desde el marxismo y sus diversas corrientes, y de cara a la acción que despliegan los movimientos sociales, permita fortalecer la lucha por una democratización profunda, revolucionaria, de la sociedad chilena. Siguiendo la experiencia del Primer Seminario, nos ha parecido pertinente y necesario, dejar un registro escrito de algunas de las exposiciones presentadas, y así contribuir al debate y a la difusión de las reflexiones marxistas. A continuación, ofrecemos una síntesis de cada uno de los textos que aquí publicamos. Abre la colección, el artículo de Leopoldo Lavín, titulado En torno a algunos marxismos contemporáneos. Aquí examina algunos de los aportes de intelectuales marxistas contemporáneos en disputa con nuevas corrientes de pensamiento crítico que han cuestionado aspectos centrales del marxismo. El autor centra su artículo en la importancia del marxismo como guía para la transformación de la sociedad capitalista, y su propuesta para establecer una alternativa socialista, acentuando la vigencia y rol de los trabajadores como sujetos históricos estratégicos de la emancipación en alianza con otros movimientos sociales. En primer lugar, el autor contextualiza la problemática a partir de las posiciones de Perry Anderson y su explicación en torno a la ruptura del vínculo

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entre teoría y práctica gestada en la tercera generación de marxistas, como consecuencia de las derrotas políticas del proletariado. En segundo lugar, contra los “pensamientos críticos” que abren la interrogante acerca de los posibles nuevos actores y su potencial estratégico para la transformación, el autor encuentra en Slavoj Žižek una defensa de la determinación económica sobre los procesos ideológicos, sociales y políticos, tesis que lleva a reconocer que dentro de la especificidad del capitalismo, las formas de dominación tienen como núcleo común la acumulación de capital basada en la explotación del trabajo humano asalariado. En tercer lugar, para problematizar el desplazamiento conceptual de “clase” a “multitud”, defendida por intelectuales europeos y latinoamericanos, el texto asume la defensa que Daniel Bensaïd hace del proletariado como sujeto estratégico de la emancipación determinada por su posición en la lucha de clases. Finalmente, para cuestionar la crítica filosófica de la posmodernidad al marxismo como meta-relato en crisis, reivindica la exposición de Frederic Jameson y su rehabilitación del marxismo como el gran relato capaz de dar cuenta de una dialéctica de la totalidad histórica. Le sigue el artículo de Paula Vidal, titulado Para una Crítica del Capitalismo: Aportes Marxistas al Problema de la Igualdad, quien ofrece una documentada reflexión sobre la existencia, en la obra de Marx, de una preocupación por la igualdad y la justicia social. Parte constatando que, de cara a la crisis civilizatoria a que nos arrastra de manera inexorable la dinámica del capitalismo, se plantea la necesidad de identificar y delinear una salida que evite la catástrofe. En ese contexto se plantea el objetivo de rescatar y resignificar la idea de igualdad como eje articulador de un nuevo proyecto histórico de sociedad, diferenciándola claramente de los demagógicos usos liberales que actualmente se hacen de ella. Se pasa revista luego al modo en que la idea de igualdad se hace presente, con variados énfasis, en la obra de un sinnúmero de autores vinculados al movimiento socialista (Engels, Anderson, Callinicos, etc.), señalando que es en la obra de Marx donde más claramente se relaciona la desigualdad con la lógica del capital de valorizarse constantemente a sí mismo a expensas del trabajo no retribuido al obrero. Se destaca luego la importancia de lo señalado por Marx en su Crítica del Programa de Gotha al establecer implícitamente una teoría de la justicia en base

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a dos criterios de distribución correspondientes, uno a la fase de transición hacia el comunismo, y otro realizable en el marco de una sociedad comunista propiamente tal, asentada en un muy alto nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que permiten prescindir de las normas de distribución burguesas y establecer plenamente la primacía de criterios de solidaridad y justicia. Sobre la base de este eje de razonamiento se aborda finalmente la controversia sobre la existencia o no en la obra de Marx de criterios normativos que den sustento a una teoría de la justicia, concluyéndose que efectivamente ella está presente de manera implícita aun cuando Marx se resistiese a razonar en tales términos dada su adhesión a lo que parece ser una errónea teoría metaética. Por otro lado, el artículo de Jorge Gonzalorena, titulado Consideraciones sobre la concepción materialista de la historia, precisa los rasgos más característicos de la teoría que (bajo esa denominación original), elaboraron y formularon Marx y Engels, con claras pretensiones de cientificidad sobre el sentido, las fuerzas motrices y consecuencias del desarrollo histórico de la humanidad. A continuación, el autor realiza una breve revisión crítica de algunas de las más comunes, variadas e –incluso- contradictorias impugnaciones (venidas tanto desde fuera como desde posiciones que buscan sustento teórico en la propia obra de Marx y Engels), dirigidas en contra de la concepción materialista de la historia: desde la supuesta pretensión de constituir una nueva filosofía de la historia que anticipa el curso inexorable de la misma hasta la más común y repetida acusación de reduccionismo y determinismo economicista. Finalmente, entre los problemas más importantes que requieren ser reexaminados al interior de esta concepción, se señalan tres: a) el del continuo crecimiento de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, impulsadas y orientadas por el insaciable propósito de valorizar el capital, acrecentando con ello tanto la concentración del poder y las desigualdades como sus efectos destructivos que comienzan a poner ya en peligro la propia sobrevivencia de la humanidad; b) los cambios morfológicos experimentados por el capitalismo que conllevan cambios en la fisonomía y gravitación social de la clase trabajadora, los que, contradictoriamente, debilitan la identidad de clase y sus luchas; y c) la necesidad de realizar un balance a fondo de las experiencias de lucha acumuladas a lo largo del siglo XX por el movimiento obrero y revolucionario, esclareciendo las causas del persistente autoritarismo que impregnó la experiencia de los llamados “socialismos reales” y de su estrepitoso fracaso.

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El artículo de Ángelo Narváez, titulado Sobre la necesidad de la totalidad. Karel Kosik y la Dialéctica de lo concreto, retoma la vieja dualidad moderna: teoría y práctica, o el mundo de la abstracción universal y el mundo fenoménico. Afirma que tanto en términos filosóficos como políticos, es necesario un concepto de totalidad que supere y rompa la duplicidad antinómica de las lógicas metafísicas y positivistas, evidenciándose como una lógica de lo real en toda su amplitud: ontológica. A partir de la cuestión acerca del conocimiento de las determinaciones específicas en un tiempo dado, con referencia a Marx, se introduce en la perspectiva de Karel Kosik en relación a la explicitación del problema del conocimiento dentro de la investigación social desde la perspectiva de la totalidad concreta. Al adentrarse en los conceptos de filosofía de la praxis y praxis, se adentra en la respuesta acerca de la superación de la dualidad moderna y la configuración de un nuevo concepto de totalidad, integrador del sujeto/objeto, teoría/práctica, lo abstracto/fenoménico. El artículo de Luís Alves y João Maia titulado Antonio Candido: un capítulo de la crítica materialista en Brasil versa sobre las ideas elaboradas por el crítico literario brasileño Antonio Candido a lo largo de su vasta producción, ilustran un caso exitoso de lo que podría denominarse “marxismo heterodoxo”, abierto a las corrientes teóricas de su tiempo y atento a los rumbos de la sociedad contemporánea. Por su capacidad de movilizar e integrar intereses intelectuales variados sin constreñirse a los límites impuestos por una acentuada especialización, su obra ofrece un gran alcance reflexivo. El presente trabajo tiene por objetivo comentar los momentos decisivos de la trayectoria de este fundamental crítico literario, resaltando su importancia para la constitución de la crítica materialista en Brasil sin concesiones con el eclecticismo ni con el conformismo. Por otro lado, el artículo de José Fernando García titulado La sub-determinación de la acción y de la consciencia social en el pensamiento de Marx, demuestra -basándose en algunos textos del propio Marx- una interpretación no determinista del pensamiento de este autor, en lo que respecta al desarrollo histórico como a la relación entre la infra-estructura económico social y la súper-estructura político-ideológica. A contrapelo de las críticas realizadas a Marx sobre sus supuestas predicciones acerca del desarrollo histórico, por parte de autores como Popper,

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Castoriadis, Laclau y Elster, García problematiza dichas criticas diciendo que estos lo han mal entendido, por ejemplo, respecto del concepto de ley usado por Marx. Porque, para estos autores, concebir la existencia de leyes en la historia supone atribuir al desarrollo de la sociedad un curso determinado de antemano. Pero eso solo es así desde una concepción naturalista de las leyes, acepción en que lo empírico ha de ser directamente una confirmación o refutación de ellas. De allí que, desde esa perspectiva, al hablar de leyes de la historia no quepa sino el determinismo. El artículo sostiene que existe una base en la obra de Marx, para una interpretación de la relación entre infra y superestructura como de carácter no directamente causal, en la que el término “determinación” significa poner límites, contener, filtrar, dar vigencia o subdeterminar las formas ideológicas, por las relaciones de producción. El artículo de Marcos Aguirre, titulado Habermas y Laclau: convergencias y divergencias en la crítica contemporánea al marxismo, examina las posiciones críticas que adoptan estos tres intelectuales respecto al materialismo histórico. En primer lugar, desarrolla un tratamiento del filósofo alemán, centrándose en el libro La reconstrucción del materialismo histórico, destacando el cuestionamiento a cuatro conceptos claves: a) el papel del trabajo en la constitución del homo sapiens, b) el modo de producción, c) la relación entre infraestructura y supraestructura, y finalmente, d) la dialéctica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. En segundo lugar, describe la evaluación crítica que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe hacen en Estrategia y hegemonía socialista, donde estos autores argumentan que la crisis y empobrecimiento del marxismo se debe al leninismo y su incapacidad para captar con sus categorías el desarrollo del capitalismo contemporáneo. El autor, además, nos muestra cómo, basándose en el concepto de hegemonía, Laclau y Mouffe, elaboran una reactivación de las categorías marxistas, que discuten con el materialismo histórico, por ejemplo, en torno al problema de “los sujetos agentes de la praxis política en el capitalismo” y que el marxismo clásico asoció a una interpretación clasista de los actores políticos. En tercer lugar, el autor menciona brevemente algunas sintonías y divergencias entre estos autores en torno a la centralidad del trabajo y la interacción simbólica para la constitución de las sociedades humanas; la caracterización

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del Estado, la crítica a la democracia formal y abstracta, y la autonomía de la esfera pública y su alcance político; para finalizar con el debate en torno al acuerdo racional en la política democrática que establece Habermas. El artículo de Carlos Pérez titulado ¿Quiénes son realmente los comunistas?, elabora una definición acerca de lo que significa ser comunista. Para ello, desarrolla una descripción histórica de la denominación, sistematizando las principales definiciones que constituyeron el quehacer comunista y revolucionario, por un lado y el socialismo burocrático, por otro. Posteriormente, se hace cargo de una respuesta posible a la pregunta que guía su texto, en base a un programa concreto y una política efectiva, que puede llamarse comunista. El artículo de Claudio Lara, titulado El desarrollo de la crisis global y el futuro de la moneda mundial, examina la situación y perspectivas de los medios de pago internacionales en el marco de la crisis global en curso, prestando particular atención al largo declive experimentado por el dólar de EEUU, a las vicisitudes y retroceso que finalmente ha experimentado el euro a raíz de esta misma crisis, la creciente aunque aún modesta irrupción del yuan como medio de pago internacional y, en general, las características de la crisis que afecta hoy al conjunto del sistema monetario internacional. Considera en primer término el papel dominante desempeñado desde los años cuarenta por el dólar de EEUU como medio de pago internacional en el marco del sistema capitalista mundial y los beneficios (principalmente por señoreaje) que esto le ha reportado a la economía norteamericana. Luego revisa la situación del euro que no ha logrado consolidar su posición en el mercado mundial de divisas, favoreciendo de hecho principalmente los intereses del gran capital alemán tanto en el ámbito de las transacciones internacionales como de las políticas de austeridad aplicadas en el plano interno. Se examina luego el creciente posicionamiento del yuan en el sistema de cambios internacionales, en buena medida a expensas del dólar, y sus perspectivas de largo plazo. Finalmente, en base a las consideraciones anteriores, se analizan las características más relevantes de la crisis actual del sistema monetario internacional y sus perspectivas que parecen apuntar al establecimiento de un cuadro de mayor fragmentación, fuertemente competitivo y sin una moneda claramente dominante. El artículo de Orlando Caputo, Marx y la crisis actual de la economía mundial, postula que la actual crisis, al igual que otras, se manifiesta como crisis

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financiera. Pero –argumenta– nada se puede explicar por la manifestación del fenómeno, por lo cual es necesario estudiar las causas que la provocan. Desde esta perspectiva, y apoyándose en textos anteriores, el autor somete a crítica a las interpretaciones de la financiarización y a las que sostienen el dominio de bajos niveles de ganancias de las empresas productoras de bienes y servicios desde los años 70’s a la fecha (Robert Brenner). Este último análisis se apoya en la formulación teórica de Marx sobre la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia en el capitalismo. Por el contrario, en este trabajo se argumenta que una de las características más importantes de la crisis mundial actual es el hecho de que ella se produce en condiciones de elevadas ganancias globales y tasas de ganancia de las empresas, particularmente en Estados Unidos y en las grandes empresas transnacionales. El artículo de Patricio Escobar, titulado El papel de la innovación técnica en la transformación social: De los hoplitas a la flexibilidad productiva, plantea que la contradicción básica del materialismo histórico, que explica las transformaciones de la sociedad como consecuencia del conflicto entre el necesario desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, podría no ser la única variante que gatille una revolución social. Aduce que bien podría ser un shock de innovación tecnológica, es decir, un cambio técnico que supone transformaciones en el orden económico, como el impacto de los inventos en la forma de concebir la producción y reproducción de la sociedad (por ejemplo, la máquina a vapor). El autor muestra como este conflicto encuentra una expresión concreta en la crisis de un Modelo de Desarrollo históricamente determinado. En el texto se analizan dos casos siguiendo esta variante: por un lado, el ocaso del Mundo Homérico, a la luz de la innovación técnica del soldado hoplita y las consecuencias de su aparición en el sistema de dominación del mundo antiguo, y en segundo lugar, el declive de la organización de trabajadores en el contexto del proceso de flexibilización productiva que, según el autor, modificó el carácter estratégico de la clase obrera, abriendo paso a un nuevo sujeto, un individuo en red, apoyado en las innovaciones del presente para desarrollar su asociatividad y construir su proyecto. El artículo de José Ignacio Ponce, titulado Conflicto, transformación, violencia social y política durante la Revolución Bolivariana de Venezuela, 1989-2006 ofrece una reflexión sobre el componente de violencia social y política que es

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posible constatar en el curso de la “Revolución Bolivariana” en Venezuela entre 1989 y 2006. Su propósito es identificar, a partir de un caso histórico específico, la relación existente entre los procesos de transformación socio-político en general y la violencia política como componente inherente a los mismos. En esta perspectiva, el trabajo ofrece, en un primer momento, una reflexión general sobre el significado de la violencia social y política y su presencia central en la teoría marxista del Estado, así como en prácticamente toda la teoría política. Luego, pasa a examinar su presencia y significación en la experiencia de la “Revolución Bolivariana” de Venezuela, partiendo por el periodo previo que, con la imposición de las políticas neoliberales y la resistencia que le ofrecen los sectores populares y el movimiento que se gesta en el seno de las fuerzas armadas, va a desembocar finalmente en este proceso de cambio social. Se describe la trayectoria y evolución política del movimiento encabezado por Hugo Chávez, desde la constitución del Movimiento Bolivariano Revolucionario hasta la conformación del Movimiento Quinta República y del Polo Patriótico, que lo llevará finalmente a ganar las elecciones en diciembre de 1998 y a asumir la Presidencia de la República de Venezuela en febrero de 1999. El texto de Juan Carlos Gómez, titulado Estado, dominación, hegemonía y crisis política en la sociedad neoliberal, Chile 1973-2012, postula que el golpe de Estado de 1973 puso fin no solo al proceso histórico de debilitamiento del poder de la clase dominante nacional sino, también, al largo conflicto por la hegemonía en la sociedad nacional. La derrota del gobierno de la Unidad Popular dará lugar a una reestructuración integral del capitalismo nacional que no solo le permitió a los sectores capitalistas locales e internacionales recuperar su dominio social y político en la formación social chilena sino también imponer una nueva “concepción de mundo” en la sociedad chilena restableciendo con ello su condición de clase hegemónica y una estable y duradera dominación. Se examina este proceso en tres momentos: El primero referido al conflicto político en torno al Estado, al poder y, sobre todo, a la hegemonía en las sociedades capitalistas centrales como periféricas durante el siglo XX, teniendo como referente el caso chileno. El segundo a la conversión al neoliberalismo de la Concertación de Partidos por la Democracia como de importantes sectores de las clases medias y populares, lo que resulta decisivo para la imposición de esa hegemonía. El tercero aborda brevemente la rebelión social y política

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juvenil, estudiantil y ciudadana de 2011 que abrió la segunda coyuntura crítica en la dominación hegemónica neoliberal. Por último, el artículo de Marta Harnecker titulado, “A la conquista de una nueva hegemonía en América Latina”, aborda temáticas que ponen en su centro la revitalización del socialismo como un modelo de sociedad que se opone al capitalismo. La pregunta con la que parte es ¿por qué hablar de socialismo si esa palabra ha tenido y sigue teniendo una carga negativa tan grande luego del derrumbe del socialismo en la URSS y en el resto de los países de Europa del Este? Recurriendo a Chávez, señala que socialismo reivindica los valores del amor, solidaridad, igualdad entre todos y que en el siglo XXI deberá superar los errores y desviaciones del pasado. Después de señalar el tipo de sociedad que tenía en mente Marx, como superadora del capitalismo, va profundizando en algunos ejes fundamentales a tener en cuenta a la hora de construir una nueva sociedad, y que algunos procesos en América Latina lo vienen intentando. Algunas de estos ejes centrales de un proyecto socialista refieren a la Planificación Participativa, la participación democrática, la vinculación con los militares y los sectores populares, finalmente la importancia de ganar la hegemonía, para lo cual se requiere forjar una nueva cultura de izquierda: pluralista y tolerante, que ponga por encima lo que la une de lo que la divide, una izquierda que promueva valores de solidaridad, humanismo, respeto a las diferencias, y la defensa de la naturaleza. Para finalizar, solo diremos que, tal como lo evidenciaron ya los dos seminarios que realizamos sobre “los marxismos del siglo XXI”, este libro, que pone ante el lector algunas de las ponencias presentadas en el segundo de ellos, habrá alcanzado su cometido si logra ayudarle a comprender y a apreciar en su real significación la enorme vitalidad de la que actualmente goza la tradición teórica que arranca de la obra de Karl Marx.

Paula Vidal, Roberto Vargas, Jorge Gonzalorena, Claudio Lara julio 2014

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