PARASHA JUKAT: EL MISTERIO DE LA VACA ROJA
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Jukat: El Misterio de la Vaca Roja Dirección general: Rabí Aharon Shlezinger 1a edición: Junio 2013 © 2013 by Hebraica Digital Reservados todos los derechos de la presente edición E–mail:
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EL Misterio de la Vaca Roja Sección Jukat En la sección de la Torá denominada Jukat se indica el cumplimiento del precepto de la vaca roja, como está escrito: «El Eterno les habló a Moshé y a Aarón, diciendo: Éste es el decreto de la Torá que El Eterno ha ordenado diciendo: Háblales a los Hijos de Israel, y ellos tomarán para ti una vaca completamente roja, que no tenga defecto, y sobre la cual no se ha ceñido yugo [...]» (Números 19:1– 2). Esa vaca roja deberá ser sacrificada y preparada según las normas indicadas en los versículos siguientes, como está escrito: «Se la daréis a Elazar el sacerdote; él la llevará fuera del campamento y será sacrificada en su presencia. Elazar el sacerdote tomará de su sangre con su dedo índice, y esparcirá siete veces [...] El sacerdote tomará madera de cedro, hisopo y hebra carmesí y los arrojará dentro de la quema de la vaca [...] (Números 19:3–6).
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Después de cumplirse con todos los pasos mencionados: «Un hombre puro reunirá la ceniza de la vaca y la colocará fuera del campamento, en un lugar puro. Para la asamblea de Israel será un recordatorio para el agua del rociado; es para purificación» (Números 19:9). LA VACA ROJA EN LA HISTORIA Desde que el precepto fue ordenado se realizaron nueve vacas rojas. La primera fue preparada por Moshé, en el Desierto. La segunda fue realizada por Esdras el escriba, cuando los Hijos de Israel volvieron del exilio babilónico y reconstruyeron el Templo Sagrado. Posteriormente, otras siete vacas rojas fueron preparadas en el tiempo comprendido
desde
después
de
Esdras
hasta
la
destrucción del segundo Templo Sagrado. Y se espera que sea preparada una décima vaca roja, de la cual se ocupará el Mesías (Maimónides, leyes de la Vaca Roja 3:12). Para que la décima vaca roja sea preparada, obviamente se requiere la venida del Mesías. Y está previsto que en su venida el Mesías redimirá a los Hijos de Israel y rectificará el mundo; construirá el Templo Sagrado en su sitio 5
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original, reunirá a todos los dispersos de Israel, y acondicionará al mundo entero para que sirvan a Dios todos unidos. Como está escrito: «Porque entonces dispondré para los pueblos una lengua clara, para que invoquen todos en el nombre de Dios, y le sirvan unidos» (Sofonías 3:9). Después de que estos hechos sucedan, se preparará la décima vaca roja. COMIDA Y VIVIENDA PARA TODOS Antes bien, si en la era del Mesías todos vendrán a morar a la Tierra de Israel, ¿dónde habrá lugar y comida para todos? La respuesta la hallamos en el compendio de Maimónides, Mishné Torá, donde se indica que en ese tiempo no habrá hambre ni guerras, como tampoco envidia ni disputas. Esto es así porque en aquel entonces el bien fluirá abundantemente y todas las delicias se hallarán como el polvo de la tierra (Maimónides, reyes 12:5).
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A partir de esta declaración se deduce: si no habrá envidia ni disputas, quiere decir que cada uno dispondrá de los bienes necesarios para vivir digna y honradamente. Siendo así, ¿de dónde surgirá el espacio requerido para edificar tantas residencias? La respuesta la hallaremos observando lo que ocurría en el pasado en Templo Sagrado –que será reedificado con la venida del Mesías–, en las festividades. Pues en esos plazos asistían miles de millares de personas. La tremenda concurrencia provocaba que en muchos casos los pies de los congregados no tocaban el suelo. Ya que como causa de los apretujones, las personas quedaban suspendidas en el aire sin poder apoyar sus pies en tierra firme. Sin embargo, pese a esta situación, cuando llegaba el momento de prosternarse a tierra, durante el servicio, cada
uno
lo
hacía
cómodamente,
abriéndose
milagrosamente un espacio de cuatro codos para cada individuo (Mishná, tratado de Avot 5:5). Es decir, en el Templo Sagrado existía otra dimensión. Un mínimo espacio podía contener en su interior un volumen mucho mayor que el que su capacidad natural permitía. 7
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EL MISTERIO DE LAS ARCAS Un ejemplo similar lo hallamos en el Arca del Pacto, y también en el Arca de Noé. Respecto al Arca del Pacto, se sabe que no ocupaba lugar físico, tal como se lo dilucida en el Talmud: Dijo Rabí Levi: lo relacionado con este asunto es una tradición que hay en nuestro poder, la cual proviene de nuestros ancestros. El lugar del Arca del Pacto que se hallaba en el lugar santísimo del Templo Sagrado, denominado Kodesh Hakodashim, no era parte de la medida –es decir, no disminuía
en
absoluto
el
espacio
del
Kodesh
Hakodashim–. Pues así fue estudiado: el Arca del Pacto que hizo Moshé para el Tabernáculo tenía diez codos de espacio libre en el Kodesh Hakodashim, hacia todo flanco en derredor. Considérese que está escrito: «El interior de la división – que separaba el lugar santo del Kodesh Hakodashim– tenía veinte codos de longitud, veinte codos de ancho, y veinte codos de altura» (I Reyes 6:1–20). Es decir, la 8
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superficie del Kodesh Hakodashim era de veinte codos cuadrados. Y aunque así era, había alrededor del Arca un espacio de diez codos libres hacia todo flanco. Resulta que el Arca no disminuía las medidas del Kodesh Hakodashim en absoluto. Asimismo está escrito: «El ala de un querubín tenía diez codos, y el ala de un querubín tenía diez codos» (Véase I Reyes 6:24–25). Pero, ¿acaso los querubines no estaban en ambos flancos del Arca y todo el recinto no era sino de veinte codos cuadrados? Siendo así, el Arca misma, ¿donde se ubicaba? Se aprende que se ubicaba en su lugar mediante un milagro, y no disminuía las medidas del Kodesh Hakodashim en absoluto (Talmud, Meguilá 10b, Rashi). EL ARCA DE NOÉ Respecto al Arca de Noé, está escrito: «Dios le dijo a Noé [...] Hazte un Arca de madera de ciprés; hazle compartimentos y cúbrela por afuera y por dentro con brea. Así es como deberás hacerla: trescientos codos de
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longitud; cincuenta codos de ancho, y treinta codos de altura» (Génesis 6:13–15). Teniendo
en
cuenta
que
un
codo
equivale
a
aproximadamente medio metro, resulta que las medidas del Arca eran: su longitud: 150 metros, su ancho: 25 metros, su alto: 15 metros. Y a continuación está escrito: «Pero he de establecer contigo Mi pacto y entrarás al Arca, tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos junto a ti. Y de todo lo que vive, de toda la carne, dos de cada uno llevarás al Arca para que sobrevivan contigo; serán macho y hembra» (Génesis 6:18–19). Reflexionando brevemente sobre lo mencionado surge una pregunta obvia: ¿cómo es posible que hubiera ingresado al Arca un par de toda especie de ser vivo que moraba sobre la faz de la Tierra? De modo natural es imposible que suceda algo así. Consideremos la cantidad de animales que moran sobre la superficie de la Tierra sólo en la actualidad: monos, elefantes, tigres, búfalos, leones, perros, vacunos, osos, hipopótamos, jirafas, antílopes, cabras, cocodrilos, e infinidad de especies más. Para 10
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albergar a un par de cada especie se requeriría un inmenso espacio. Y con más razón en el pasado, ya que había muchas más especies que después se extinguieron. Siendo así, es imposible suponer que en un espacio tan reducido como el señalado, se concentren todas las especies que poblaban la Tierra. Aunque esto no es lo único que sorprende, pues más adelante está escrito que el Arca permaneció flotando sobre las aguas un año entero. Quiere decir que sumado a los animales mismos, Noé debía haber almacenado en el Arca alimentos suficientes para nutrir a todos los seres que había en el interior de la nave durante un año entero. Y eso es prácticamente imposible de suponerse. Resulta que también en este caso un mínimo espacio podía contener en su interior un volumen mucho mayor que el que su capacidad natural permitía (Rabeino Bejaie, Najmánides, Kli Yakar). He aquí que el asunto de la vivienda no es ningún problema para Dios. Él ejerce dominio sobre todas las dimensiones y puede hacer que donde cabe una sola vivienda, sean construidas miles, y todos los moradores 11
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que las habiten vivan cómodos, felices y contentos, y no les falte alimento ni nada de lo que necesitan. RECIPROCIDAD DE DIMENSIONES Este hecho citado está aludido en la sección de la Torá denominada Jukat. Observemos lo que revelan los versículos: «Los Hijos de Israel, toda la asamblea, llegaron al Desierto de Tzin en el mes primero, y el pueblo se estableció en Kadesh. Miriam murió allí y fue enterrada allí. No había agua para la asamblea, y se reunieron en contra de Moshé y Aarón. El pueblo tuvo una disputa con Moshé y habló, diciendo: ¡Si tan sólo hubiéramos perecido como perecieron nuestros hermanos ante El Eterno! ¿Por qué trajisteis a la congregación de El Eterno a este desierto para que muramos allí, nosotros y nuestros animales? ¿Y por qué nos hiciste ascender de Egipto para traernos a este lugar malo? No es un lugar de semilla, ni higo, ni uva, ni granada ¡Y no hay agua para beber! Moshé y Aarón llegaron de ante la presencia de la congregación hacia la entrada de la Tienda de la Reunión y cayeron sobre sus rostros. La Gloria de El Eterno apareció ante ellos. El
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Eterno habló a Moshé, diciendo: Toma la vara y reúne a la asamblea; tú y Aarón, tu hermano, y háblale a la roca ante sus ojos y dará sus aguas. Sacaréis para ellos agua de la roca y daréis de beber a la asamblea y a sus animales. Moshé tomó la vara de ante El Eterno, tal como Él le había ordenado. Moshé y Aarón reunieron a la congregación ante la roca y le dijeron: Escuchad ahora, rebeldes, ¿acaso sacaremos agua para vosotros de esta roca?». Entonces Moshé alzó su brazo y golpeó la roca con su vara, dos veces; surgió agua en abundancia y bebieron la asamblea y sus animales» (Números 20:1–11). En el Midrash se explica el sentido profundo de esta declaración, revelándose lo que en verdad ocurrió: Lo natural en el mundo es que la persona vierta el contenido de un recipiente lleno dentro de un recipiente vacío. Ahora bien, ¿acaso es posible suponer que un ser humano vierta el contenido de un recipiente lleno dentro de un recipiente lleno? ¡Es imposible suponerlo! Sin embargo en el principio de la creación, el mundo estaba totalmente lleno de agua con agua.
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Es decir, tanto el sitio en el cual hoy se encuentran las aguas como el sitio donde se encuentra la tierra firme y habitable,
todo
se
encontraba
en
un
principio
absolutamente lleno de agua. ¿Y tú dices: «Dijo Dios: que las aguas debajo de los Cielos se reúnan en un área, y que se vea la Tierra seca; y así fue (Génesis 1:9)»? Se aprende de aquí que El Creador hizo que un mínimo espacio contuviera en su interior un volumen mucho mayor que el que
su
capacidad
natural
permitía.
LA ROCA DE LAS DIMENSIONES Además, existe en la Biblia otro hecho similar, como está escrito: «Moisés y Aarón reunieron a toda la congregación ante la roca y le dijeron: Escuchad ahora, rebeldes, ¿sacaremos agua para vosotros de esta roca?» (Números 20:10). Dijo Rabí Janina: la boca de la abertura de esa roca era del tamaño de uno de los orificios de un tamiz, y de allí surgía agua, ¿y todos los Hijos de Israel estaban de pie allí? ¡Es algo que sorprende!
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Se aprende de esta declaración que era ese un milagro. El Creador hizo que un mínimo espacio contuviera en su interior un volumen mucho mayor que el que su capacidad natural permitía (Midrash Raba, Génesis 5:7). Surge que todos los miembros de Israel estaban alrededor de la roca contemplando el extraño suceso. ¡En un lugar tan reducido como ese se ubicaban tres millones de personas! Pues teniendo en cuenta que el pueblo cuando salió de Egipto estaba integrado por seiscientos mil hombres de entre veinte y sesenta años, como está escrito en la Biblia, debe sumarse una cantidad proporcional de mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas. LA ALUSIÓN DE LA ROCA El sabio Jacob Baal Haturim hizo mención a esta declaración del Midrash en su comentario al Pentateuco, e informó que esa enseñanza también se encuentra implícita a modo de insinuación en el valor numérico de la preposición «ante», de la declaración «Reunieron a toda la congregación ante la roca» (Números 20:10).
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Veamos: Pnei, además de «ante», significa también «rostro». Y pnei en el original hebreo está escrito así: פני Este es su valor numérico: = פ80 = נ50 = י10 ___ 140 He aquí que el valor numérico de pnei es igual a 140. Y si le sumamos el valor intrínseco 1, correspondiente a la voz de la pronunciación de la palabra –kolel–, resulta: 140 + 1 = 141 Ahora observaremos el valor de kefulá, que significa «plegada», y también «doble». Kefulá en hebreo se escribe así:
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כפולה Este es su valor numérico: כ פ ו ל ה
= 20 = 80 = 6 = 30 = 5 ___ 141
Resulta que el valor numérico de pnei, coincide con el valor numérico de kefula. Esta relación indica –otra dimensión–, que todos los Hijos de Israel estaban ante la roca rostro con rostro, es decir, todos se veían a sí mismos como si estuvieran ante la roca, no quedando siquiera uno solo sin ver (Midrash Tanjuma Jukat IX). Se alude a lo que está escrito en el Midrash Rabá: «Un mínimo espacio contuvo en su interior un volumen mucho mayor que el que su capacidad natural permitía» (Baal Haturim). Surge de lo expuesto que en la sección Jukat se indica la solución al problema del espacio requerido para albergar a 17
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un número de personas tan alto como el que acogerá la Tierra de Israel con la llegada del Mesías. EL PROBLEMA DE LA ALIMENTACIÓN Ahora bien, según lo mencionado, viviendas habrá para todos, porque se vivirá en otra dimensión, pero, ¿de dónde habrá alimento para todos los millones de personas que residirán en la Tierra de Israel en esa época? Este tampoco será un gran problema, pues El Eterno tiene todo previsto y lo anunció en la sección Jukat. Está escrito acerca de los Hijos de Israel: «Se trasladaron del Monte Hor por la ruta del Mar de Cañas para circundar la tierra de Edom y el espíritu del pueblo se impacientó en el camino. El pueblo habló en contra de Dios y de Moshé: ¿Por qué nos hicisteis ascender de Egipto para morir en el Desierto? Pues no hay pan ni hay agua, y nuestra alma está hastiada de este pan sin sustancia –kelokel» (Números 21:4–5).
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¿Por qué hablaron mal de este alimento celestial magnifico que los nutría perfectamente? Rashi explicó en su exégesis que los Hijos de Israel veían que comían el maná y no evacuaban el vientre. Por eso se asustaban y temían. Pues decían que finalmente sus vientres se hincharían y reventarían. Ya que no habían visto jamás a un ser humano que ingresaba a su cuerpo alimento y no excretaba nada. Por eso difamaron al maná. Antes bien, ellos no sabían que el maná era un producto celestial perfecto. Se introducía en los órganos del cuerpo, nutriendo a cada uno de ellos según su necesidad, sin dejar ningún residuo. Por eso no evacuaban el vientre. EL ALIMENTO PERFECTO Esta notable propiedad del maná, se encuentra aludida en la declaración «sin sustancia –kelokel» (Números 21:4–5). Pues el maná denominado kelokel, nutría a todo el cuerpo, en el que hay 248 estructuras óseas, estando ello indicado en la declaración mencionada.
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Kelokel, en el original hebreo está escrito así: קלקל Este es su valor numérico: ק ל ק ל
= = = =
100 30 100 30 ___ 260
Ahora observemos la expresión: «estos 248», o sea, todas las estructuras óseas que hay en el cuerpo humano. «Estos 248 –ze remaj–», en hebreo se escribe se escribe así. זה רמח Este es su valor numérico: ז ה ר מ
= 7 = 5 = 200 = 40 20
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= ח
8 ___ 260
Se aprecia que el valor numérico de ze ramaj, coincide con el valor numérico de kelokel. La relación entre el maná y los 248 miembros que hay en el cuerpo y eran nutridos de forma perfectamente balanceada por el alimento celestial es evidente (Baal Haturim). NUTRIENTE PARA TODOS Veamos ahora otra coincidencia interesante a partir de la expresión, kelokel, incluyendo el artículo ha, tal como consta en el original hebreo, como está escrito: «este pan sin sustancia –hakelokel». Esta declaración indica que el maná nutría perfectamente a los miembros del cuerpo. Observad: ה ק ל ק ל
= = = = =
5 100 30 100 30
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___ 265 Y ahora, la relación con la expresión «en los miembros – baevarim–», que era donde se introducía el maná. «En los miembros –baevarim–», en hebreo se escribe así: באיברים Este es su valor numérico: ב א י ב ר י ם
= 2 = 1 = 10 = 2 = 200 = 10 = 40 ___ 265
Se aprecia que el valor numérico de «sin sustancia – hakelokel», coincide perfectamente con el valor numérico de «en los miembros –baevarim–» (Rokeaj). Resulta de 22
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aquí una nueva evidencia que revela que el maná se introducía en los miembros y los nutría perfectamente. En el Talmud se revela la fuente de ese producto celestial perfecto, el tercer nivel de Cielos, el denominado Shejakim. Allí se procesa el maná para los justos (Talmud, tratado de Jaguigá 12b). Asimismo, en el Talmud consta una valiosa enseñanza impartida por Rabán Gamliel, quien dijo que en el futuro los árboles producirán frutos todos los días, como está escrito: «En el monte alto de Israel lo plantaré, y producirá rama, y dará fruto» (Ezequiel 17:23). Así como la rama crece cada día, también dará fruto cada día. Pero un alumno rió de lo mencionado por el sabio y dijo: ―¿Y esto que está escrito: «No hay nada nuevo debajo del Sol» (Eclesiastés 1:9)? ― Ven y te mostraré un ejemplo que existe en este mundo –dijo Rabán Gamliel–, y le enseñó un árbol de alcaparra – tzlaf. No se veían señales de nacimientos de frutos en absoluto, pero en ese mismo sector después de tres días había frutos (véase Baba Batra 28b, Rashi). 23
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Otra vez Rabán Gamliel enseñó que en el futuro la Tierra de Israel producirá pan horneado y ropas de lana terminadas, como está escrito: «Será echado un puñado de grano –pisat bar– en la tierra, en las cumbres de los montes; su fruto hará ruido como el Líbano, y del lugar brotarán como la hierba de la tierra» (Salmos 72:16). La expresión
pisat
significa
literalmente
«palma»,
indicándose que serán del ancho de la palma de la mano. Y la expresión bar significa «alimento», y también «prendas de vestir», tal como consta en el Pentateuco: «Túnica de listones –ketonet pasim–» (Génesis 37:3). Un alumno rió de lo enseñado por el sabio y dijo: ―¿Y esto que está escrito: «No hay nada nuevo debajo del Sol» (Eclesiastés 1:9)? ―Ven y te mostraré un ejemplo en este mundo –dijo Rabán Gamliel–. Y le enseñó hongos y champiñones, los cuales crecen en gran cantidad en una sola noche. Eran grandes y redondeados, como panes. Y respecto a las prendas de vestir, le mostró una fibra que crece alrededor de la rama de la palmera y la reviste (Talmud, tratado de Shabat 30b). 24
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TODO RESUELTO Surge que el problema de la vivienda y el sustento está todo arreglado e indicado en la sección Jukat a modo de insinuación. Sólo falta que venga el Mesías y nos lleve a disfrutar de todos esos bienes. Y para que llegue antes, nada mejor que hacer las paces y estar unidos, como fue enseñado: No supongáis que la redención final llegará por causa de vuestras aflicciones, tampoco por vuestras angustias, ni siquiera por los desconsuelos, las congojas, las consternaciones, las desesperaciones, las agresiones que sufrís, los padecimientos, las tristezas, ni los pesares. No por eso os librareis de los flagelos, sino por el estudio de la Torá realizado por diez hombres que se encuentran juntos, y están en armonía (véase Tana Dbei Eliahu 14:5).
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EL MISTERIO DE LA ROCA Y EL AGUA El Eterno creó veintidós letras y con las mismas escribió el plano de toda la creación, la Torá. Valiéndose de esas letras El Eterno dio existencia a todo lo que hay en el universo. Estas letras poseen datos intrínsecos y misteriosos que permiten a cada elemento poseer propiedades definidas y ser diferentes unos de otros. De este modo existen en el mundo variedad de formas, tonalidades y texturas (véase Sefer Ietzirá 1:1, mefarshim). Una persona que conoce el misterio de las letras puede identificar la raíz de un problema y reparar el daño. También es posible realizar obras concretas mediante la ciencia de las letras. Observad por ejemplo el caso de los eruditos Rav Janina y Rav Oshaia. Ellos, cada víspera de Shabat, estudiaban las leyes de la creación y cómo combinar las letras, similar a la forma en la que lo hizo el Todopoderoso cuando creó el universo. Los sabios, a través de ese sistema, denominado 26
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Sefer Ietzirá, en la víspera de Shabat creaban una ternera y la comían (Talmud, tratado de Sanhedrín 57b). Además, las letras no sólo poseen facultades físicas y relación directa con los elementos básicos: aire, agua, fuego y tierra, sino también con los factores sensoriales y emocionales. Considérese que Rashi, explicó al inicio del Génesis: Cuando El Eterno creó el universo, combinó la bondad con la severidad, y con este producto realizó la creación (véase Rashi en Génesis 1: 1, Gur Arie, Bereshit Raba XII). Este fenómeno posibilita que una persona capacitada, conocedora de la energía que irradian las letras y sus propiedades, pueda reparar un desperfecto incluso cuando este sea somático o emocional. Por ejemplo, en el Talmud se cita el caso de Rabí Jía, el hijo de Aba, quien enfermó. Rabí Iojanán cuando se enteró fue a visitarlo. Al verlo y advertir la grave situación en la que se encontraba su amigo, Rabí Iojanán lo ayudó a reincorporarse dándole la mano (Talmud, tratado de Berajot 5b).
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Los sabios cabalistas explicaron que en realidad, Rabí Iojanán le transmitió a través de ese acto la energía que emana de las letras, proporcionándole el calor necesario para combatir el frío de la muerte que estaba por llevarse a su amigo (véase Midrash Talpiot: Anaf Otiot). Resulta que conociendo los misterios de las letras es posible tanto crear como reparar un daño. Y en la sección denominada Jukat se menciona un suceso sorprendente que está directamente vinculado con este misterio. LA REALIDAD QUE NOS RODEA Está escrito: «Los Hijos de Israel, toda la asamblea, llegaron al Desierto de Tzin en el mes primero, y el pueblo se estableció en Kadesh. Miriam murió allí y fue enterrada allí. No había agua para la asamblea, y se reunieron en contra de Moshé y Aarón. El pueblo tuvo una disputa con Moshé, y habló, diciendo: ¡Si tan sólo hubiéramos perecido como perecieron nuestros hermanos ante El Eterno! ¿Por qué trajisteis a la congregación de El Eterno a este desierto para que muramos allí, nosotros y nuestros animales? ¿Y por qué nos hiciste ascender de Egipto para 28
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traernos a este lugar malo? No es un lugar de semilla, ni higo, ni uva, ni granada ¡Y no hay agua para beber! Moshé y Aarón llegaron de ante la presencia de la congregación hacia la entrada de la Tienda de la Reunión y cayeron sobre sus rostros. La Gloria de El Eterno apareció ante ellos. El Eterno habló a Moshé, diciendo: Toma la vara y reúne a la asamblea; tú y Aarón, tu hermano, y háblale a la roca ante sus ojos y dará sus aguas. Sacaréis para ellos agua de la roca y daréis de beber a la asamblea y a sus animales. Moshé tomó la vara de ante El Eterno, tal como Él le había ordenado. Moshé y Aarón reunieron a la congregación ante la roca y le dijeron: Escuchad ahora, rebeldes, ¿acaso sacaremos agua para vosotros de esta roca? Entonces Moshé alzó su brazo y golpeó la roca con su vara, dos veces; surgió agua en abundancia y bebieron la asamblea y sus animales» (Números 20:1–11). ¿Acaso El Eterno creó aquí algo nuevo, en relación con esta roca que proveía agua para toda la asamblea? Considérese que los sabios enseñaron que todo fue creado en los seis días del Génesis. Y no sólo eso, sino que todo lo que El Santo, Bendito Sea, hizo en la obra del Génesis, con 29
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todo lo creado puso condiciones, para que cada ente creado hiciera su voluntad cuando llegase el momento. En el primer día, El Santo, Bendito Sea, creó a los Cielos, como está escrito: «En el comienzo creó Dios a los Cielos y a la Tierra, cuando la tierra estaba informe y vacía, con oscuridad sobre la superficie del abismo [...] Y fue tarde, y fue mañana, un día (Génesis 1:1–5). Y El Santo, Bendito Sea, les puso por condición a los Cielos, que ascendieran a Elías a los Cielos, en medio de un torbellino. Y así fue, como está escrito: «Y Elías ascendió en torbellino al Cielo» (II Reyes 2:11). Y además, en ese día, puso a ellos, los Cielos, por condición, que el Sol se oscureciera en Egipto durante tres días. Y fue así, como está escrito: «Moshé extendió su mano hacia el Cielo y hubo una espesa oscuridad en toda la tierra de Egipto durante tres días» (Éxodo 10:22). En el segundo día, El Santo, Bendito Sea, creó el firmamento, como está escrito: «Dijo Dios: Que haya un firmamento [...] Y así fue. Dios llamó al firmamento Cielos; y fue tarde, y fue mañana, segundo día» (Génesis 1:6–8). Y lo creó para que separara entre aguas y aguas, 30
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como está escrito: «Dijo Dios: Que haya un firmamento en medio de las aguas y que separe las aguas de las aguas» (Génesis 1:6). Y El Santo, Bendito Sea, puso por condición a las aguas, que separaran para los Hijos de Israel entre la impureza y la pureza, para que se purifiquen a través de ellas. Y efectivamente, así fue. En el tercer día del Génesis, El Santo, Bendito Sea, sacó la tierra de dentro de las aguas, y reunió las aguas, e hizo de esa reunión de aguas que reunió en un lugar, el mar, como está escrito: «Dijo Dios: Que las aguas debajo de los Cielos se reúnan en un área, y que se vea la tierra seca; y así fue. Dios llamó a la tierra seca Tierra, y a la reunión de aguas la llamó Mares; y Dios vio que era bueno» (Génesis 1:9–10). Y El Santo, Bendito Sea, le puso por condición al Mar, que en el futuro hiciera pasar a los Hijos de Israel por su interior en medio de lo seco, y que ahogara a los egipcios. Y así fue, como está escrito: «Moshé extendió su mano sobre el mar, y hacia la mañana el agua recuperó su fuerza inicial –leeitanó–, cuando los egipcios huían en dirección a ella; y El Eterno sacudió a Egipto en medio del mar» (Éxodo 14:27). No leas la palabra leeitanó, con esa vocalización, sino con la vocalización que origina la 31
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locución litnaó, que significa: «a su condición –que le fue impuesta–». Es decir, a la condición que le impuso El Santo, Bendito Sea, con la obra del Génesis. Además, El Santo, Bendito Sea, puso por condición a la tierra que abriera su boca con la discusión de Koraj, y que tragara a Koraj y a toda su asamblea cuando llegue el momento. Y así fue, como está escrito: «Entonces la tierra abrió su boca y se los tragó a ellos y a Koraj matando a la asamblea, cuando el fuego consumió a doscientos cincuenta
hombres y se transformaron
en señal»
(Números 26:10). En el día cuarto, El Santo, Bendito Sea, creó al Sol y a la Luna, como está escrito: «Dijo Dios: Que haya luminarias en el firmamento de los Cielos para que separen el día de la noche; y sean por señales y para las futuras fiestas, y para los días y los años, y sean por luminarias en el firmamento de los Cielos para que iluminen sobre la tierra; y así fue. Y Dios hizo las dos grandes luminarias, la luminaria mayor para que domine el día, y la luminaria menor para que domine la noche, y las estrellas» (Génesis 1:14–16). Y El Santo, Bendito Sea, puso por condición al 32
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Sol que se detendría en medio de los Cielos, en los días de Josué, y así fue, como está escrito: «Y el Sol se detuvo en medio de los Cielos» (Josué 10:13). Y asimismo, El Santo, Bendito Sea, puso por condición a las estrellas que entablaran batalla con Sisro, como está escrito: «Desde los Cielos
pelearon
las
estrellas;
desde
sus
trayectos
combatieron contra Sisro» (Jueces 5:20). En el día quinto, El Santo, Bendito Sea, creó los peces del mar, y las aves de los Cielos, como está escrito: «Dijo Dios: Que las aguas proliferen seres vivos y que aves vuelen sobre la tierra a través de la extensión del firmamento de los Cielos. Y Dios creó los enormes animales acuáticos gigantes del mar y todos los seres vivos [...] Y fue tarde y fue mañana, quinto día (Génesis 1:20–23). Y El Santo, Bendito Sea, puso por condición con las aves, que los cuervos alimentaran a Elías cuando refrenara a los Cielos, impidiendo que desciendan lluvias, y provocándose así hambre en la Tierra. Y fue así, como está escrito: «Y he ordenado a los cuervos, para que te alimenten allí» (I Reyes 17:4). «He ordenado», precisamente, en los seis días de la creación. Y El Santo, Bendito Sea, puso por condición con los peces del mar, que en el futuro esté preparado un 33
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pez para tragar a Jonás, y que esté en su vientre tres días y tres noches, y después, que lo vomite y lo arroje al exterior. En el día sexto, El Santo, Bendito Sea, creó al hombre, como está escrito: «Y dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra Imagen, y a Nuestra Semejanza; ellos, los hombres, reinarán sobre los peces del mar, las aves de los Cielos, y sobre los animales, y sobre toda la tierra, y sobre todos los reptiles que reptan sobre la tierra. Dios creó al hombre a Su Imagen, en la Imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó» (Génesis 1:26–27). Y El Santo, Bendito Sea, puso por condición con él, que sacara de él una mujer que alimentara a Elías, como está escrito: «He aquí que he ordenado allí una mujer viuda para que te sustente» (I Reyes 17:9). «He aquí que he ordenado», desde el día en que fue creado el mundo. Y lo mismo ocurre con cada suceso que se renueva en el mundo alterándose la naturaleza del mismo, El Santo, Bendito Sea, ordenó ese suceso desde el día en que creó el mundo. También aquí, en el caso del pez de Jonás fue así, como está escrito: «Y El Eterno habló al pez, y vomitó a Jonás en tierra» (Jonás 2:11). ¿Cuándo le habló? El Santo, 34
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Bendito Sea, le habló y le dijo lo que habría de suceder con él, desde los seis días de la creación (II Zohar 198b–199a). LO POSTRERO INCLUIDO EN LO PRIMERO También lo concerniente al agua de la roca estaba previsto desde el comienzo, tal como se revela en el libro Beer Maim Jaim, que desde ese entonces El Santo, Bendito Sea, había dispuesto en la roca las propiedades para que otorgara agua. Y ello está aludido en la palabra sela, que significa «roca», como está escrito: «Entonces Moshé alzó su brazo y golpeó la roca –sela– con su vara, dos veces; surgió agua en abundancia y bebieron la asamblea y sus animales» (Números 20:11). «Roca –sela–», en el original hebreo está escrito así: סלע Ahora observemos lo declarado en el versículo citado: «Moshé alzó su brazo y golpeó la roca con su vara, dos
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veces». ¿Por qué golpeó dos veces? ¿No era suficiente con que lo hiciera una sola vez? La respuesta es esta: Moshé conocía perfectamente las propiedades de las letras, y los elementos asociados con ellas. Él sabía que en el interior de la roca había agua, y conocía el modo de extraerla. Por eso la liberó con dos «golpes». Ya que las letras se formaron a través de «golpes», como fue enseñado: Estas letras golpearon a estas otras letras, y produjeron [...] Pues todo se rectificó a través del poder de los golpes cósmicos con que El Santo, Bendito Sea, golpeó a las letras (II Zohar 159b–160a). Y estas propiedades de las letras como así el misterio de la acción de Moshé, están aludidas en la expresión sela. Observad los detalles de la palabra sela con sus letras desarrolladas: ס מ ח ל מ ד ע י ן
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Moshé advirtió que el centro de las letras desarrolladas poseía agua y por eso las golpeó dos veces, para quitar las extremos y dejar sólo la parte central. De esta acción resultó que la roca proveyó agua –maim– a la congregación para saciar su sed. Agua –maim– en el original hebreo está escrito así: מים Esta es la palabra que estaba encerrada en el medio de las letras de los extremos. Moshé las quitó y extrajo agua.
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Índice: El Misterio de la Vaca Roja El Misterio de la Roca y el Agua
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