Pasado y presente del Periodismo de Investigación en Argentina

Pasado y presente del Periodismo de Investigación en Argentina Miguel Mendoza Padilla y Claudia Jofre Antes de comenzar a describir la relación entr

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VICTIMOLOGÍA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO
Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología ISSN 1695-0194 REFLEXIONES RECPC 16-r2 (2014) VICTIMOLOGÍA: PASADO, PRESENTE Y FUTURO Ezzat A. F

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Pasado y presente del Periodismo de Investigación en Argentina

Miguel Mendoza Padilla y Claudia Jofre

Antes de comenzar a describir la relación entre el periodismo de investigación y los medios de comunicación en el país, desde su surgimiento hasta la actualidad, creemos importante esbozar algunas características fundamentales que distinguen a este tipo de práctica periodística de otras. Considerado por algunos como una especialidad dentro del periodismo y por otros como la naturaleza de un periodismo bien hecho, su esencia es la de dar a conocer un hecho que desde el poder se quiere mantener oculto y probarlo. Nada más ni nada menos.

Una aproximación al concepto de Periodismo de Investigación Entendemos por periodismo de investigación (de aquí en adelante PDI) aquel trabajo que reúne tres características principales: el trabajo es realizado por iniciativa propia del periodista, el tema investigado es de interés para un amplio sector de la sociedad y por medio de él se da a conocer información que alguien, por algún motivo que deberá establecerse, intenta mantener oculta.

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En este sentido: no es periodismo de investigación (PI) la mera denuncia originada en la investigación de otros (policías, políticos, organismos). Ni la sola interpretación (contextualizar y buscar el sentido de los sucesos particulares). Ni el periodismo en profundidad (investigar a fondo en fuentes abiertas). Ni el periodismo de precisión (que usa el método científico y las técnicas de la ciencia). Ni el nuevo periodismo (el uso de las técnicas de la ficción, particularmente de la narrativa y la novela). Pero el PI engloba todo ello, usa datos de investigaciones ajenas debidamente citadas; investiga en profundidad, con precisión, interpreta, denuncia y, muchas veces, usa recursos literarios. Su diferencia, como dijimos, está en buscar y difundir lo que otros se esfuerzan porque permanezca oculto.1 De esta manera, para algunos el PDI puede describirse como una especialidad del periodismo, que se aparta de su habitual función de informar y va más allá de ella en busca de una verdad que en tanto ocultada, carece de existencia para la sociedad en general. Para otros, sin embargo, todo periodismo debería ser de investigación por naturaleza, cuestionando la verdad establecida y consensuada entre quienes ejercen el poder y quienes lo legitiman. El sistema piramidal predominante es [...] intrínsecamente corrupto, y esta corrupción esencial se oculta, y hay poderosas fuerzas sociales (económicas, religiosas, comunicacionales y militares) que quieren impedir que las grandes mayorías la conozcan y reaccionen en consecuencia. Luego, se cumplen las condiciones que lo hacen un hecho materia del periodismo de investigación.2 Así, las funciones tradicionales del periodismo se condensan en dos instancias: la de informar, es decir, representar la realidad, y la de interpretarla; 1. Faundes, Juan Jorge, «¿Ocaso del Periodismo de Investigación en Chile y América Latina?», Sala de Prensa Nº 31, año III, vol. 2, mayo de 2001. 2. Faundes, Juan Jorge, «Ética y Contexto del Periodismo de Investigación», Sala de Prensa Nº 36, año III, vol. 2, octubre de 2001.

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en ambos casos se trata de operaciones de mediación entre la sociedad y los discursos públicos. El periodismo de denuncia e investigación centra su interés en lo invisible, en aquello que los otros medios no han registrado, no han visto, por lo tanto pone en circulación acontecimientos que no han tenido existencia social hasta que son publicados. El periodismo de denuncia e investigación en Argentina es una minuciosa inquisición de aquellos discursos que se han comprometido en la búsqueda de otra verdad, en el desciframiento, en el trabajo con lo secreto, lo borrado, lo elidido; discursos que se han armado en torno a enigmas sociales, que no son otra cosa más que mentiras deliberadas que es preciso destruir con evidencias, para eso se investiga, se denuncia, se hace público.3

Operación Masacre y sus antecedentes El PDI en Argentina nace con la publicación de Operación Masacre de Rodolfo Walsh, en el año 1957. En él, el periodista revela la verdad de los fusilamientos cometidos el 9 de junio de 1956 en forma ilegal por el Estado. Por iniciativa propia, Walsh comienza a investigar el hecho, se encargará de buscar datos, los chequeará, confrontará con la versión oficial, detectará contradicciones y finalmente hallará la verdad de lo sucedido. Reconstruirá una verdad que pretendió ser ocultada o tergiversada por los poderes establecidos. Esa tarea de reconstrucción marca la diferencia con el periodismo de denuncia y define el periodismo de investigación.4

3. Ferro, Roberto, «La Invisibilidad de lo Invisible» (Prólogo), en Malharro, Martín y López Gijsberts, Diana, El Periodismo de Denuncia y de Investigación en Argentina. De La Gaceta a Operación Masacre (1810-1957). La Plata, Ediciones de Periodismo y Comunicación Nº 14, FPyCS, UNLP, septiembre de 1999. 4. Malharro, Martín y López Gijsberts, Diana. El Periodismo de Denuncia y de Investigación en Argentina. De La Gaceta a Operación Masacre (1810-1957). La Plata, Ediciones de Periodismo y Comunicación Nº 14, FPyCS, UNLP, septiembre de 1999.

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La obra de Walsh inaugura una nueva etapa dentro del periodismo que, además de denunciar y demostrar una verdad ocultada, la da a conocer por medio de una nueva forma de relato conocido como no ficción: se narran hechos verídicos con la utilización de recursos literarios, contando los sucesos en tono novelado. Operación Masacre es el resultado de una de esas poco frecuentes coincidencias. Con ese libro, el autor alcanzó dos logros fundamentales que seguramente, en un principio, no se había propuesto. En el cruce de literatura y periodismo, creó un nuevo género, el testimonial. Aunque muy probablemente no persiguiera otro propósito que el logro de un gran reportaje periodístico, Walsh publicó su libro mucho antes que la crítica comenzara a ocuparse de la llamada «non fiction» en los Estados Unidos.5 Si bien con este trabajo de Rodolfo Walsh nace el PDI propiamente dicho, su obra cuenta con importantes antecedentes en el periodismo nacional que surgen con un periodismo de crítica, antecedente del periodismo de denuncia, que se extenderá de 1810 al 1820. Este periodismo se encargará de revelar las falencias detectadas en el funcionamiento de algunas de las áreas de ese gobierno en formación con el objetivo de obtener una modificación en ese estado de las cosas. Luego atraviesa y analiza un periodismo de denuncia de barricada, que canaliza y refleja las luchas intestinas políticas, con un lenguaje violento e incisivo, de mutuas acusaciones de bandos; y la denuncia efectuada por periodistas a través de obras consideradas literarias o que se apartan de los formatos estrictamente periodísticos. Posteriormente se desarrolla el surgimiento del profesionalismo en el periodismo argentino en 1870, su consolidación hacia 1890 y el papel que cumple la crónica periodística en la tarea de denuncia y en especial su principal exponente de la época: Roberto Payró.6 5. Jozami, Eduardo, Rodolfo Walsh, La Palabra y la Acción. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2006 (primera edición, octubre de 2006). 6. Malharro y López Gijsberts, Op. cit.

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Posteriormente en el siglo XX, con la prensa obrera se consolida un periodismo de denuncia que dará a conocer la explotación de los trabajadores, las malas condiciones de vida y el autoritarismo de la legislación imperante. Este periodismo tendrá como característica el hecho de denunciar atropellos e injusticias por parte del poder establecido, pero denunciará: no investigará. Esto significa que sólo mostrará, expondrá a la luz pública situaciones y hechos que se pretenden ocultar. Dará a conocer testimonios de las víctimas o damnificados, e incluso publicará documentos probatorios de lo denunciado pero no «reconstruirá el hecho ni revelará los mecanismos empleados para el ocultamiento de la verdad ni los responsables de esta maniobra. El periodismo de denuncia dejará la tarea de investigar a los poderes del Estado.7 El periodismo de crítica primero y el periodismo de denuncia después, van abriendo los primeros espacios hacia el PDI en Argentina, marcando un camino en los hechos que elige para profundizar, las fuentes que consulta y la metodología que utiliza durante el proceso de búsqueda de información.

Auge y esplendor: los ochenta y los noventa El PDI consta de una amplia trayectoria en la prensa nacional, sin embargo a partir del regreso de la democracia en la década del ochenta toma un nuevo impulso y se fortalece ante una sociedad descreída de las instituciones y de la información que se daba a conocer. Con la dictadura militar instaurada en 1976, se forja una prensa principalmente signada por la censura –cuando no por la autocensura–, bajo dos líneas de opinión fuertemente marcadas: quienes informan a favor del régimen dictatorial y quienes lo cuestionan denunciando su accionar. Es necesario destacar aquí el importante rol que ocupan algunos medios de 7. Ibidem.

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comunicación que, como empresas periodísticas, también son funcionales a este sistema. Esto genera una cierta tendencia de algunos sectores de la sociedad, a leer la información entre líneas y a buscar en vías alternativas aquello que desde el poder se intenta ocultar. A partir de 1983 comienza una nueva etapa en la historia argentina, de la cual los medios de comunicación no son ajenos. Se trata de una época de revisión del pasado más reciente, donde se procura conocer, entender y probar los hechos, desde el periodismo y la sociedad. Para Dafne García Lucero: surgió con la democracia el nuevo periodismo: el caso más emblemático fue Página/12. Luego lo siguieron otros medios nuevos y otros ya existentes tomaron algunos de sus rasgos de ruptura con el periodismo tradicional. Página/12 se caracterizó por formas, estilos y recursos novedosos, pero fundamentalmente se lo asoció con la denuncia. Pero, ahora la denuncia es en un marco democrático: se denuncia el abuso de poder –en todas sus variantes– de un gobierno elegido a través del sufragio.8 Estas prácticas van creando el marco propicio para que en la década de los noventa el PDI experimente en el país una de sus épocas más prolíficas, ampliando su campo de producción desde el periodismo gráfico específicamente, a otros soportes como la radio y especialmente la televisión. Por aquellos años el periodismo gráfico argentino […] parece caracterizarse prioritariamente por su función de denunciante e investigador de hechos ilícitos y negociados, donde aparecen involucrados funcionarios gubernamentales o revelan ineficiencias en diversas áreas de gobierno. Los casos conocidos como Swiftgate, Narcogate, Yomagate y venta de armas a Ecuador, entre otros, fueron algunos de los hechos denunciados e investigados por la prensa.9 8. García Lucero, Dafne, «El Periodismo de Investigación en Argentina», Sala de Prensa Nº 27, año III, vol. 2, enero 2001. 9. Malharro y López Gijsberts, Op. cit.

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Es justamente por aquellos años cuando el PDI encuentra una gran aceptación por parte del público ya que «en el marco de instituciones jurídicas y políticas corruptas que no parecen haber llevado a cabo una revisión y superación de sus errores y omisiones, el periodismo argentino se erigió como el discurso social más creíble, en un marco claro de discursos no creíbles».10 Entre algunos íconos del nuevo periodismo argentino que surgió en esta época, podemos mencionar: - Gráfica: El Porteño (1982), El Periodista (1984), Página/12 (1987), Veintiuno (1998), Página/30 (1990), Tres Puntos (1997). - Radio: «Esto Que Pasa» (Radio Nacional, 1985), Magdalena Tempranísimo (Radio Mitre, 1987), «Sin Anestesia» (Radio Belgrano, 1984), «Rompe/Cabezas» (Rock and Pop, 1994), «Jaque Mate» (Rock and Pop, 1996). - TV: «Telenoche Investiga» (Canal 13, 1994), «Edición Plus» (Telefe, 1994), «Día D» (América TV, 1996). - Libros: Malvinas, la Trama Secreta (Oscar Cardoso, Ricardo Kirschbaum y Eduardo Van Der Kooy, 1983); La Noche de los Lápices (María Seoane y Héctor Ruiz Núñez, 1986); Narcogate (Román Lejtman, 1991); Robo para la Corona (Horacio Verbitsky, 1992); El Jefe (Gabriela Cerruti, 1993); La Mafia del Oro (Julio Nudler y Marcelo Zlotogwiazda, 1994); Venta de Armas (Daniel Santoro, 1995); La Bonaerense (Ricardo Ragendorfer y Carlos Dutil, 1997).

La caída: años 2000 La base de todo trabajo de PDI es una tarea minuciosa de recolección de datos, documentales y testimoniales, que respalden la información. En un buen trabajo investigativo, el periodista no tiene necesidad de hablar, ya que sus fuentes lo hacen por él. De esta manera, la posibilidad, entre otros 10. García Lucero, Op. cit.

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factores, de poder ejercer este tipo de periodismo, está dada por el acceso que se tenga a las fuentes de información, en especial las cerradas, de las cuales se vale no solo para entrecruzar y confrontar datos, sino para demostrar su verdad. Como describe Juan Faundes: la investigación puede ser simple o compleja, superficial o profunda, individual o colectiva, observante o participante, tradicional o activaparticipativa, usando fuentes abiertas o cerradas. Pero sólo al hacer uso de este último tipo de fuentes (que pueden ser personas, documentos, lugares, y en general cualquier objeto orgánico, inorgánico, vivo, muerto, analógico, digital, etc.) el trabajo se transforma en lo que se ha venido en bautizar periodismo de investigación. Lo que no implica que el PI trabaje exclusivamente con información oculta. Necesariamente ha de usar todo tipo de fuentes y todo tipo de datos. Pero los datos ocultos, el lograr la apertura de fuentes cerradas, le dan el carácter propio.11 Este es uno de los condicionantes más importantes que tiene que enfrentar el PDI en la actualidad ya que, si bien no es fácil acceder a ciertas fuentes, unos años atrás, dado el contexto político, económico y social que vivía Argentina, en especial durante los años menemistas, existían más posibilidades de obtener ciertos testimonios y documentación. Según Marcelo Larraquy las fuentes de información están cerradas. Antes la información no se regalaba, pero había más «huecos» donde se podría entrar. Hoy el Gobierno nacional no da información suficiente ni hace estudios críticos sobre el desempeño de los funcionarios públicos. Es grave, en este sentido, la manipulación de que es víctima el INDEC, por ejemplo. Tampoco la justicia motoriza causas sobre corrupción; no sabemos aún que pasó con el dinero de Wilson Antonini, el venezolano que fue detenido en Ezeiza con una valija llena de dinero. En otras épocas, la revela-

11. Faundes, Juan Jorge, «Ética y Contexto del Periodismo de Investigación», Sala de Prensa Nº 36, año III, vol. 2, octubre de 2001.

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ción periodística de «lo que realmente pasó» hubiese permitido llegar al buen puerto de la verdad. […]. Noto que no estamos frente a un camino cerrado, pero sí observo claramente que en los últimos 4 ó 5 años hubo un vacío profundo en la investigación periodística.12

Esta situación de falta y manipulación de la información, moviliza no solo al periodismo, sino a otros sectores de la sociedad como organizaciones no gubernamentales, asociaciones y partidos políticos minoritarios, a presentar proyectos de acceso y regulación de la información. En un contexto más amplio que el nacional, la dificultad para acceder a las fuentes es generalizada en toda Latinoamérica. Gerardo Albarrán de Alba afirma que el periodismo de investigación latinoamericano enfrenta obstáculos que nuestros colegas en democracias desarrolladas desconocen o superaron hace tiempo. Sin leyes de acceso a la información que debería ser pública, el periodismo de investigación latinoamericano ha echado mano de recursos incluso heterodoxos para develar casos de corrupción y nexos ilegales o ilegítimos entre diversas esferas de poder político y económico. En regímenes donde el secreto es norma, incluso ante asuntos baladíes, el rumor y la filtración nutren buena parte del periodismo de la región. Esta práctica socava al buen periodismo, pues por cada rumor que se confirma (siempre en el futuro) y por cada filtración verificada (siempre por los afectados), abundan los desmentidos ante la imprecisión e incluso las falsedades que se difunden a través nuestro.13 Aunque el director de Sala de Prensa no solo describe la situación al igual que otros colegas del campo de las comunicaciones, sino que va más allá y aporta su visión de cómo empezar a revertir esta situación:

12. Andreychuk, Luciano, «El Periodismo de Investigación en Argentina está en Retirada», diario El Santafesino, 20 de octubre de 2007. 13. Albarrán de Alba, Gerardo, «Diferencias en el Periodismo de Investigación en Estados Unidos y Latinoamérica», Sala de Prensa Nº 32, año III, vol. 2, junio de 2001.

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de nada nos sirve importar metodologías que son exitosas en los países donde fueron diseñadas, pero que fracasan en nuestra región al no encontrar las condiciones jurídicas y políticas elementales sobre las que descansa su viabilidad. La opción es adaptar lo mucho de eficaz que sí tienen aquellas metodologías, aunque para ello primero debemos transformar nuestra propia actitud frente a la información. Si las fuentes «oficiales» se cierran, hay que abrirlas con nuestro trabajo como reporteros. Siempre será ideal obtener documentos que confirmen nuestra información, pero nuestro objeto de investigación no son los documentos, son las personas que los elaboran, son las personas a las que se refieren. Nuestro objeto de investigación es la realidad… y la realidad no es abstracta; tiene nombres, apellidos, direcciones, biografías… Pero, sobre todo, la realidad es mensurable. No es tarea fácil, por supuesto; requiere de conocimientos y habilidades que no se enseñan en las escuelas de periodismo de nuestros países, pero que se pueden adquirir de forma autodidacta, si se quiere, o, mejor aún, mediante la dirección de colegas que practican un periodismo mucho más riguroso, aplicando metodologías de investigación más cercanas a la sociología que al propio periodismo.14

Las dificultades en materia de acceso a la información, los condicionamientos que conlleva la inclusión de pauta oficial en los medios de comunicación, la necesidad impuesta por algunos editores de condicionar la información a primicias o temas relacionados con las agendas semanales exclusivamente son, indudablemente, restricciones que el PDI deberá continuar eludiendo para seguir adelante e intentar resurgir de esta caída en sus producciones que comenzó a sentirse desde hace algunos años. Si bien podemos mencionar algunos buenos productos periodísticos en esta materia, tales como «Punto.doc/2» (Azul TV, 2000), «Zona de Investigación» (Canal 9, 2001), «Detrás de las Noticias» (América TV, 2002), TXT (2003) y los más recientes Perfil (2007) y Crítica (2008) que dan identidad al PDI en los 2000, la cantidad de investigaciones es notablemente menor 14. Ibidem.

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a la de la década pasada. Y esta también es una tendencia generalizada en Latinoamérica, como relata Daniel Santoro: en este contexto, el periodismo de investigación en América Latina está con la guardia baja, salvo excepciones como en Costa Rica, donde el diario La Nación realizó en el 2004 una investigación sobre los casos Alcatel y Finlandia que mandaron presos a dos ex presidentes, incluyendo el ex titular de la OEA Miguel Ángel Rodríguez. En la Argentina quedó una sola unidad de investigación, la del diario Clarín. El resto fue cerrada. No se logra o no se puede investigar profundamente zonas grises del gobierno de Kirchner por los factores antes señalados. Hay dos programas en la TV abierta que se autodenominan de investigación, pero la mayoría de las bases son notas basadas en la cámara oculta. Sin embargo, proliferan los excelentes libros periodísticos.15 No obstante es significativa la diferencia entre estos países que el propio periodista investigador señala y tiene que ver con el contexto adverso de amenazas y muertes de las cuales son víctimas muchos periodistas. Las amenazas que recibí y recibo en la Argentina –como otros periodistas argentinos que hacemos periodismo de investigación– son sólo un juego de niños comparado con las situaciones que sufren periodistas de Colombia, México o Venezuela. En la Argentina, desde que se restauró la democracia, sólo hubo un periodista asesinado: José Luis Cabezas. Antes, durante la dictadura militar hubo 100 periodistas desaparecidos. Los periodistas que arriesgan sus vidas no somos los argentinos, sino nuestros colegas de Colombia, donde fueron asesinados 100 en los últimos años, o de México, donde el narcotráfico mató a 10, sobre todo de las ciudades fronterizas con Estados Unidos. Pero además de las amenazas de los narcotraficantes o traficantes de armas, ¿cuál es el contexto político para investigar la corrupción en los gobiernos de América Latina? Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y otros países de América Latina tienen gobiernos de centroizquierda y, al contrario 15. Santoro, Daniel, «Las Presiones a la Prensa Argentina en el Gobierno de Kirchner», Sala de Prensa Nº 94, año VIII, vol. 3, agosto de 2006.

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de lo esperado, la mayoría de estos gobiernos tiene una relación tensa con la prensa en un clima poco propicio para investigar.16

Aquí y ahora Como hemos visto, las relaciones conflictivas entre el PDI, los medios de comunicación y algunos sectores del poder, dificultan su desarrollo y difusión por las tradicionales vías de comunicación. No obstante, siempre ha encontrado formas de sortear presiones y condicionamientos en las situaciones más adversas. En este sentido, los nuevos canales de comunicación propiciados por el uso de Internet, los medios de comunicación electrónicos y el uso y proliferación de los blogs, abren numerosos espacios alternativos a los cuales el PDI no es –ni debe ser– ajeno. Por supuesto que esto no cambia la dificultad de acceder a las fuentes, entre otros obstáculos, pero sí permite vislumbrar un nuevo horizonte donde es posible que el periodismo encuentre un nuevo lugar para decir lo que otros quieren silenciar. En otro orden no menor, cabe destacar que esta caída que vive el PDI en el país desde principios de siglo, no solo es consecuencia de los obstáculos mencionados anteriormente, sino que también forma parte de una deliberada intención de los dueños de los medios de comunicación de cerrar los equipos de investigación que se habían conformado durante los últimos años y de no propiciar otros nuevos, en general debido a la necesidad de las empresas periodísticas de mantener una buena relación con ciertos sectores del poder. Como afirma Eduardo Anguita: no es fácil a través de los medios llamados masivos, y que también creo que son corporativos, encontrar un canal de emisión de las propias investigaciones periodísticas. Pero creo que hay una importante multiplicidad de medios alternativos, de medios de contracultura, y son los que están permitiendo que haya nuevas fuentes de información. Porque, por otro lado, los periodistas que están en los medios corporativos están asustados,

16. Ibidem.

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están cada vez más manipulados por los intereses empresarios de sus medios. Por ejemplo, el señor Hadad pasó de ser el enemigo de Kirchner a poner un noticiero durante cuarenta días todas las mañanas para no hablar mal de Kirchner. Fue una especie de pacto secreto que incluso salió publicado en la revista Noticias. El libro Grandes hermanos. Alianza y negocios ocultos de los dueños de la información está condenado al silencio, desde Página/12 hasta La Nación, absoluto silencio.17

Hablamos de la caída del PDI en un entorno democrático, donde debería existir la plena libertad de investigar y denunciar a aquellos que en beneficio de los intereses de una minoría, atentan contra el bienestar de una inmensa mayoría. Y lamentablemente los medios de comunicación parecen estar más del lado de ese bienestar de unos pocos, argumentando hasta en algunos casos que se trata de una cuestión económica, ya que ejercer el PDI es costoso y pagarle un sueldo a un periodista que publica, por ejemplo, un trabajo por mes, no es para nada rentable en términos de empresas. Para Anguita: la concentración de la propiedad de los medios de comunicación en la Argentina en muy pocas manos está vinculada a la concentración de los negocios de los medios junto con otros negocios empresarios, económicos y políticos. Es decir, no es que quienes son dueños de la información desde el punto de vista empresario son solamente empresarios en medios gráficos, audiovisuales, u otros, sino que son dueños de esos medios interconectados con intereses financieros, políticos, etc. En consecuencia, esta concentración distorsiona hasta tal punto los mensajes que en muchos casos la posibilidad de guiar una investigación hasta las últimas consecuencias es muy difícil en función de los medios en los que uno va a emitir.18

17. Anguita, Eduardo, «La Información y el Poder», en Becerra, Martín y Alfonso, Alfredo (compiladores), La Investigación Periodística en Argentina. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2007. 18. Ibidem.

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Por esto es necesario, más allá de analizar el pasado, presente y futuro del PDI, ampliar el debate respecto de su relación con los medios de comunicación, que indudablemente es otro de los obstáculos con los que, paradójicamente, se debe enfrentar el propio periodismo.

Bibliografía Albarrán de Alba, Gerardo, «Diferencias en el Periodismo de Investigación en Estados Unidos y Latinoamérica», Sala de Prensa Nº 32, año III, vol. 2, junio de 2001. Andreychuk, Luciano, «El Periodismo de Investigación en Argentina está en Retirada», diario El Santafesino, 20 de octubre de 2007. Becerra, Martín y Alfonso, Alfredo (compiladores), La Investigación Periodística en Argentina. Bernal, Universidad Nacional de quilmas, 2007. Caminos Marcet, José María, Periodismo de Investigación. Teoría y Práctica. Madrid, Síntesis, 1997. Faundes, Juan Jorge, «Ética y Contexto del Periodismo de Investigación», Sala de Prensa Nº 36, año III, vol. 2, octubre de 2001. Faundes, Juan Jorge, «¿Ocaso del Periodismo de Investigación en Chile y América Latina?», Sala de Prensa Nº 31, año III, vol. 2, mayo de 2001. García Lucero, Dafne, «El Periodismo de Investigación en Argentina», Sala de Prensa Nº 27, año III, vol. 2, enero de 2001. Jozami, Eduardo, Rodolfo Walsh, La Palabra y la Acción. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2006 (primera edición, octubre de 2006). Malharro, Martín y López Gijsberts, Diana, «El Periodismo de Denuncia y de Investigación en Argentina. De La Gaceta a Operación Masacre (1810-1957)», Ediciones de Periodismo y Comunicación Nº 14. La Plata, FPyCS, UNLP, septiembre de 1999. Santoro, Daniel, «Las Presiones a la Prensa Argentina en el Gobierno de Kirchner», Sala de Prensa Nº 94, año VIII, vol. 3, agosto de 2006.

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