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Penicilina La penicilina salvó millones de vidas El británico Fleming inauguró en 1929 la moderna lucha antimicrobiana. Las infecciones microbianas han sido un factor clave en el devenir de la historia, con episodios como la peste bubónica del siglo XIV, que acabó con un tercio de la población europea, y las múltiples muertes por meningitis y tuberculosis. También sabemos que hasta la generalización de los métodos de asepsia, a partir del siglo XIX, más del 12% de las parturientas morían por infecciones bacterianas. Aunque siempre se usaron sustancias con supuestos o reales efectos desinfectantes, no fue hasta este siglo cuando comenzó la era de los antibióticos. El avance se lo debemos en gran parte a Alexander Fleming. En 1928, al ilustre médico británico se le cayeron por azar unas motas de moho en un cultivo deStaphylococ− cus aureus y, para sorpresa del propio Fleming, las bacterias empezaron a morir. Pronto identificó el moho, que bautizó como Penicillium notatum, y extrajo el compuesto responsable del poder inhibitorio, al que llamó penicilina. Pese al enorme potencial terapéutico del nuevo fármaco, los problemas para aislarlo y purificarlo demoraron la producción de cantidades significativas. El primer ensayo clínico se llevó a cabo en 1941, pero el paciente, enfermo de septicemia, murió al no disponerse de una dosis suficiente. El paso definitivo en EEUU había llegado en 1940, cuando Florey, entre otros muchos investigadores, consiguió la primera producción industrial. Debido al uso desmedido en medicina, veterinaria y agricultura, el 80% de las cepas de estafilococo que empleó Fleming en 1929 se han vuelto resistentes a la penicilina, pero ello no empequeñece en absoluto el valor del descubrimiento. Fleming abrió la moderna lucha antibacteriana, antimicótica, antiviral y antiparasitaria. La penicilina salvó millones de vidas, y sus derivados, o bien otros modernos antibióticos (cefalosporina, estreptomicina, actinomicina, rifampicina...), siguen haciéndolo en nuestros días. El siglo XX ha deparado otros grandes avances médico−quirúrgicos, sanitarios y de higiene que han permitido alargar la esperanza de vida, reducir la mortalidad infantil y frenar las muertes prematuras. Las vacunas, encabezadas por la antipoliomielítica (Jonas Salk, 1945); los tratamientos del cólera, la tuberculosis, la lepra, la sífilis, el sarampión y la gripe, todas ellas enfermedades mortales a principios de siglo; la erradicación total de la viruela... y otras más... También se ha descubierto la inmunización, un proceso que estimula las defensas del cuerpo; se ha aplicado la quimioterapia y la radioterapia; se ha avanzado en tecnología médica (resonancia magnética, láser, ecografía) y se han extremado las medidas de higiene y se ha generalizado la anestesia. Muy pocos hallazgos científicos han tenido tanto efecto en el campo de la medicina como los antibióticos. Y la penicilina es, entre más de un centenar de fármacos descubiertos, el primero y más importante Algunos personajes importantes podrían haber vivido más tiempo si la penicilina hubiese sido descubierta con anterioridad: El 22 de diciembre de 1870, Gustavo Adolfo Bécquer muere prematuramente de tuberculosis en su casa de Madrid, a los 34 años de edad. Bécquer fue un importante Pintor sevillano que murió joven afectado x una tuberculosis muy dada en la época. 1
El 17 de octubre de 1849 Federico Chopin murió de tuberculosis a la edad de 39 años. Fue un importante músico y compositor, de no haber sido por la tuberculosis habría compuesto e interpretado muchas más obras musicales. Franz Kafka murió, el 3 de julio de 1924, víctima de tuberculosis en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena, a la edad de 41 años. Estudió doctorado pero se interesó mas por la escritura si la tuberculosis no hubiese acabado con su vida hoy podríamos leer otras obras de indudable valor. Mozart murió el 5 de Diciembre de 1791, a los 35 años, de triquinosis por haber ingerido carne de cerdo en mal estado. De no haber sido por esa intoxicación podríamos disfrutar de otras obras de igual o superior valor a las ahora existentes. Carlo Magno murió a la edad de 72 años, el 28 de enero del año 1400 a causa de una infección pulmonar. Carlo Magno, de no haberse infectado al cruzar un puente, podría haber cambiado la historia al conservar su gran y poderoso imperio.
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