Peste

Enfermedades infecciosas y animales. Sintomatología. Epidemias. Prevención y tratamiento

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INTRODUCCIÓN Peste, término aplicado de forma indiscriminada en la edad media a todas las enfermedades epidémicas mortales, pero que en la actualidad está limitado a una enfermedad contagiosa, infecciosa, aguda, de los roedores y humanos, causada por un bacilo gramnegativo, grueso y corto, la Yersinia pestis. En el ser humano la peste puede aparecer en tres formas: peste bubónica, peste neumónica y peste septicémica. La peste mejor conocida es la peste bubónica que se denomina así porque se caracteriza por la presencia de bubones que son ganglios linfáticos inflamados e hipertróficos (agrandados), en la ingle, axila, o en el cuello. La peste bubónica se transmite por la picadura de alguno de los numerosos insectos que son parásitos normales de los roedores y que buscan nuevos huéspedes cuando el huésped original muere. El insecto más importante es la pulga de la rata Xenopsylla cheopis, parásito de la rata común. La peste neumónica, denominada así porque la infección se localiza en el pulmón, se transmite con más frecuencia por gotas en aerosol expelidas por los pulmones y la boca de las personas infectadas. La infección se puede extender o diseminar desde los pulmones a otras partes del cuerpo produciendo una peste septicémica, que es la infección localizada en la sangre. La peste septicémica se puede originar también por contacto directo a través de las manos, alimentos u objetos contaminados con las membranas mucosas de la nariz o garganta. La peste bubónica sin tratamiento es mortal en el 30 a 75% de todos los casos, la peste neumónica en el 95%, y la peste septicémica casi siempre. La mortalidad en los casos tratados es del 5 al 10%. ALGUNAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS TRANSMITIDAS POR PICADURA O MORDEDURA DE ANIMALES Ecología con Tipo de respecto al Enfermedad Vector Reservorio microorganismo hombre Peste Bacteria Pulga 1

El hombre sirve de hospedador accidental, no de reservorio.

Ratas y otros roedores.

Tularemia

Bacteria

Garrapata

Rabia

Virus

Perro, zorro y otros cánidos.

Tifus endémico

Riquetsia

Pulga

Protozoo

Hombre, Mosca tsé−tsé. animales salvajes.

Virus

Mosquito

El hombre es uno de los dos Enfermedad del o más sueño reservorios. Fiebre amarilla

El hombre es el único reservorio.

Roedores salvajes y también la propia garrapata. Los mismos que son vectores. Rata.

Fiebre recurrente Bacteria

Piojo

Malaria

Protozoo

Mosquito

Tifus epidémico Dengue

Riquetsia Virus

Piojo. Mosquito

Hombre, monos. Hombre, garrapata, roedores. Hombre.

Síntomas En la peste bubónica, los primeros síntomas son cefalea, náuseas, vómitos, dolores articulares y sensación general de enfermedad. Los ganglios linfáticos de la ingle o, con menos frecuencia, los de la axila o el cuello, se vuelven dolorosos y se inflaman. La temperatura acompañada de escalofríos, se eleva entre 38,3 y 40,5 °C. La frecuencia cardiaca o respiratoria aumenta, y el enfermo se encuentra exhausto y apático. Los bubones crecen hasta alcanzar el tamaño aproximado de un huevo de gallina. En los casos que no son fatales, la temperatura comienza a descender al cabo de unos cinco días, y se normaliza en unas dos semanas. En los casos fatales se produce la muerte en unos cuatro días. En la peste neumónica primaria, el esputo es al principio viscoso y teñido con sangre, y después se vuelve fluido y rojo brillante. La muerte se produce en la mayoría de los casos dos o tres días después del inicio de los síntomas. La peste septicémica primaria se inicia con una fiebre alta repentina; el sujeto adquiere en varias horas un color violáceo y fallece a menudo en el mismo día de inicio de los síntomas. Esta coloración, que aparece en todas las víctimas de la peste durante sus últimas horas, es debida al fracaso respiratorio. El nombre popular de 'Peste negra' que recibe la enfermedad procede de este síntoma. Prevención y tratamiento Hay múltiples medidas preventivas y sanitarias, como la desratización. La escasez, que reduce la resistencia a la enfermedad, favorece la diseminación de la peste. Los individuos que han contraído la enfermedad deben ser aislados, mantenidos en reposo y alimentados con líquidos y alimentos de fácil digestión. Se utilizan sedantes para reducir el dolor y calmar el delirio. Durante la II Guerra Mundial, el uso de sulfamidas produjo curaciones de casos de peste. Con posterioridad, se descubrió que la estreptomicina y las tetraciclinas eran más efectivas para controlar la enfermedad. 2

Historia La peste es conocida desde hace al menos 3.000 años. En China se han registrado epidemias desde el año 224 a.C. La enfermedad aparecía en pandemias amplias que destruían la población de ciudades enteras a lo largo de la edad media. Desde entonces han aparecido de forma esporádica. La última gran pandemia comenzó en China en 1894, se extendió a África, Islas del Pacífico, Australia y América. La peste todavía existe en Asia, África, América del Sur, y Australia. La Organización Mundial de la Salud inició en 1950 programas sanitarios para el control de la peste en todo el mundo. Peste negra, epidemia de peste que devastó Europa a mediados del siglo XIV. Se conocían varias formas de peste en el mundo civilizado desde tiempos antiguos. Los historiadores griegos y romanos describieron brotes repentinos y mortales de una enfermedad epidémica en Constantinopla, en el siglo VI d.C. donde más de la mitad de la población pudo morir por esta razón. El brote denominado en la actualidad la peste negra alcanzó Europa desde China en 1348 y se expandió a gran velocidad por la mayoría de los países. Sus resultados fueron desastrosos. El bacilo de la peste afecta a roedores salvajes y sus parásitos, en especial a la rata negra y su pulga, Xenopsylla cheopis. Una rata enferma, portadora del bacilo, puede infectar a la pulga que se alimenta de su sangre y en determinadas condiciones la pulga puede transmitir la enfermedad a los seres humanos. Los historiadores modernos piensan que ésta fue la causa más común de expansión de la enfermedad. Hay dos formas de peste, dependiendo de su gravedad. La más importante es la peste bubónica, que afecta a los ganglios linfáticos y provoca la inflamación de aquellos situados en la garganta (forúnculos, bubones), axilas y, en especial, en las ingles. Este tipo fue muy habitual en la baja edad media europea y a principios de la edad moderna. La mortalidad para los afectados era superior al 75%: la mayor parte moría en la primera semana tras la aparición de la enfermedad. Aparecía en los meses de verano y solía alcanzar un pico en septiembre. En Londres y otras grandes ciudades europeas estos meses eran considerados insalubres y, quien podía permitírselo, se ausentaba de la ciudad. Pero más mortal era la peste neumónica, una de las enfermedades más infecciosas y mortales conocidas por el ser humano. Era frecuente en los meses fríos del invierno, afectaba a los pulmones y se trasmitía con facilidad, ya que se podía expandir a través de la tos y los estornudos. Era fatal en un 95% de los casos y sus víctimas morían unos tres días después de la aparición del brote. Se cree que la peste negra de mediados del siglo XIV se inició en las estepas de Asia Central y se extendió a China e India. Los cronistas contemporáneos pensaban que una serie de desastres naturales, como los terremotos, habían roto el equilibrio ecológico. Es posible que los portadores de la enfermedad fueran los mercaderes que viajaban desde las regiones afectadas empleando las habituales rutas de mercado desde Oriente Próximo y el Mediterráneo. Alcanzó Constantinopla en 1347, y París y la costa sur de Inglaterra en el verano de 1348. Más tarde se expandió al resto de Europa. El hecho de que continuara en los meses de invierno así como en el verano sugiere que ambas formas neumónica y bubónica coexistieran, debido a que la primera aparecía en condiciones de hacinamiento, por ejemplo, cuando la gente se agrupaba para calentarse. La velocidad con la que la enfermedad se extendió en una sociedad rural en su mayoría y con baja densidad de población según las pautas modernas, el corto intervalo entre la aparición de la infección y la muerte y la alta incidencia de mortalidad apuntan hacia un tipo muy virulento de enfermedad. La epidemia cruzaba las fronteras con facilidad, no sólo entre diferentes países sino también entre animales y seres humanos. Los observadores notaban la muerte de los animales domésticos, de los animales de la granja e incluso de los pájaros, afectados por la peste humana en brotes posteriores. No hay duda de la violencia y del impacto dramático de la peste en 1348−1349. Muchos observadores contemporáneos, incluso con formación y bien documentados, quedaron impresionados ante la devastación humana causada por la enfermedad, creyeron que casi todos los habitantes de muchos lugares sucumbieron, y que sólo sobrevivieron unos pocos. Boccaccio, en su prefacio de El Decameron, consideraba que murieron 100.000 en su Florencia natal, cantidad que quizá fuera toda la población de la ciudad. En ese tiempo se estimó incluso un 90% de mortalidad, pero dichos cálculos se han visto reducidos por las investigaciones modernas, debido a la escasa fiabilidad de los datos de la época; pese a ello, las cifras aceptadas hoy por los 3

historiadores siguen siendo elevadas. Se ha mostrado que en las áreas más afectadas de Europa, más de la mitad de la población pereció. Donde los datos están completos, como en las ciudades italianas, está claro que las tasas de mortalidad fueron con frecuencia diez veces más altas de lo habitual, con cientos de habitantes que morían a diario en las grandes urbes. En otras áreas de Europa, el impacto fue mucho menor aunque los brotes tardíos de la enfermedad fueron más dañinos. Se piensa que en los territorios que ocupan los actuales Países Bajos, por ejemplo, la peste negra pasó de largo, pero tuvieron que sufrirla más tarde. Los coetáneos quedaron desconcertados por la enfermedad a medida que aumentaba su impacto. Pero hasta comienzos del sigo XX no se entendió en su integridad y se dispuso de un tratamiento efectivo. Se especuló mucho sobre la causa del brote. Algunos creían que era responsable la corrupción del aire, con un invisible pero mortal miasma procedente del suelo y apuntaban que los recientes terremotos habían liberado vapores insalubres desde las grandes profundidades. Pero las pestilencias eran comunes en la vida medieval y las viviendas insalubres, los mataderos de los carniceros y las zanjas hundidas que siempre preocupaban a las autoridades eran muy impopulares cuando amenazaba la peste. Los cuerpos en descomposición de las víctimas así como sus pertenencias y vestimentas eran temidos en especial. En una primera forma de guerra bacteriológica, un ejército de apestados intentaba capturar la fortaleza enemiga catapultando los cadáveres dentro de la ciudad para infectar a los sitiados. En las áreas urbanas pudientes, los magistrados desarrollaron formas de enfrentarse con la enfermedad, a pesar de la falta de conocimiento sobre sus verdaderas causas. Al igual que las normas para mejorar la higiene y el saneamiento, se ordenaron restricciones del movimiento de la gente y de las mercancías, el aislamiento de los infectados, o su retirada a hospitales periféricos ('casas de apestados'), enterramientos improvisados ('foso de pestosos') de las víctimas en cementerios extramuros sobrecargados y la quema de sus vestimentas. Como se creía que el aire infectado era nocivo, se utilizaban remedios populares como ramilletes de aromas dulces y la quema de especias e inciensos en los interiores. En brotes posteriores, tras la introducción de las hierbas procedentes de las indias exóticas del Nuevo Mundo, se pensó que el consumo de tabaco era efectivo. En toda Europa la Iglesia y los moralistas en general, opinaron que la peste negra era un castigo de Dios por los pecados de la humanidad, y reclamaron una regeneración moral de la sociedad. Fueron condenados los excesos en la comida y la bebida, el comportamiento sexual inmoral, los atuendos insinuantes y, con motivo de la peste, las congregaciones se inclinaron hacia la espiritualidad más exacerbada. En muchos sitios el ánimo de penitencia fue llevado al extremo. El movimiento flagelador creció en popularidad: los hombres, con los torsos desnudos, se fustigaban con látigos en señal evidente de humildad frente al juicio divino. Debido a que el movimiento ganó adeptos y como funcionaba al margen de la iglesia establecida fue desautorizado por el papado. En respuesta a esta corriente de algunos coetáneos, enfrentados a esta enfermedad impredecible e indiscriminada, donde los virtuosos no eran más inmunes a la muerte repentina que los impíos, fue vivir la vida, o lo que quedaba de ella, al límite. El Decameron de Boccaccio es una demostración, en forma de serie de historias contadas por supervivientes exilados de la peste en Florencia, cuyos brillantes e impúdicos contenidos son un antídoto al miedo a la muerte inminente. Para aquellos que buscaban una explicación fácil de la expansión de la enfermedad, los culpables eran los habituales proscritos de la sociedad. En muchas zonas, los mendigos y pobres fueron acusados de contaminar al pueblo llano. En aquellas partes de Europa donde los judíos eran tolerados la violencia popular se volvió contra ellos. En diversas zonas del Sacro Imperio Romano Germánico y algunas ciudades suizas hubo masacres de judíos, acusados de envenenar los pozos, crimen que muchos confesaron bajo tortura. Las consecuencias sociales y económicas de la peste negra han sido muy debatidas por los historiadores. Es probable que justo antes del brote y tras un largo periodo de crecimiento la población medieval de Europa hubiera alcanzado su 4

punto más alto, y una dramática caída en casi todas las regiones tuviera un impacto inmediato. Los excedentes agrícolas desaparecieron, algunas poblaciones disminuyeron hasta desaparecer y varias ciudades perdieron su importancia, mientras que la mayor parte de las tierras marginales permanecieron sin cultivar. En las décadas siguientes (hubo más brotes devastadores en 1361 y en años posteriores a intervalos irregulares entre los siglos XV y XVI) los salarios se elevaron y los propietarios de la tierra disminuyeron, señal de la dificultad de encontrar arrendatarios y trabajadores cuando el exceso de población se redujo. Para quienes sobrevivieron a esta desastrosa crisis de mortalidad, los salarios fueron más altos y los precios de las alimentos bajaron, en el siglo posterior a la peste negra, como nunca antes de 1348. Los supervivientes se beneficiaron durante un tiempo de las muertes masivas. La peste permaneció endémica cuando no epidémica en Europa durante los siguientes tres siglos y desapareció de forma gradual tras 1670, fecha del último brote en Inglaterra. La mayoría de las naciones occidentales se libraron después de las grandes epidemias, aunque Marsella fue la excepción en 1720. Permaneció, sin embargo, en el Próximo Oriente y Asia, y fue preciso tomar precauciones para frenar su expansión. La frontera ente los Imperios Austro−Húngaro y otomano permaneció como un cordón sanitario, equipado de forma activa cuando aparecía un brote de la enfermedad en el Lejano Oriente. La causa del declive en la incidencia de la peste sigue siendo desconocida. Los avances médicos, tan importantes en la eliminación de otras enfermedades fatales en el mundo moderno, parecen haber jugado un papel insignificante en el caso de la peste. A fines del siglo XIX, la peste bubónica diezmó la población de la costa atlántica. Para frenarla, el gobierno del Brasil adquirió la Hacienda Butantán e instaló allí un laboratorio de suero antibubónico, bajo el modelo del Instituto Pasteur de París. Hoy, cien años más tarde, el Instituto Butantán es uno de los principales centros mundiales de producción de vacunas y sueros antiofídicos, antiaracnídicos y antiescorpiónidos, y un importante espacio de investigación biotecnológica. Año 1920 1945 1992 1992−1994 1994 1996

País Francia Córcega Zaire Perú Mozambique India

Infectados 100 13 390 1151 128 6000

Muertos 34 10 140 54 3 58

Entre 1978 y 1992 se notificaron unos 15000 casos y 1500 fallecimientos.

Brotes de enfermedades emergentes y reemergentes desde 1995

Otras enfermedades 1 2 3

Síndrome pulmonar por hantavirus Salmonelosis Encefalitis equina venezolana 5

4 5 6 7 8 9

Peste Virus de Ebola Virus de sarampión humano y equino Fiebre hemorrágica de Crimea−Congo y fiebre hemorrágica con síndrome renal Meningitis meningocócica y criptosporidiosis Encefalitis transmitida por garrapatas

En 1997 investigadores del Instituto Pasteur de París descubrieron un tipo de Peste que es resistente a todos los antibióticos normalmente usados para tratar y prevenir la enfermedad infecciosa mortal. La mutación fue encontrada en una sola persona. Se trata de un jóven de 16 años que contrajo la Peste Bubónica en Madagascar en 1995. No obstante, el material genético resistente se transmitió fácilmente a otras bacterias de la Peste, por lo que los científicos preveen que esto también podría ocurrir en la naturaleza. La Peste Bubónica mató a un cuarto de la población europea en el 1300. Los antibióticos, hasta el momento, han probado ser altamente efectivos contra la enfermedad. Ahora, tras el estudio publicado en el New England Journal of Medicine, nuevos estudios son recomendados por el CDC para corroborar si el tipo resistente está propagándose entre los vectores de transmisión.

Algunos casos en ciudades • Mentrida Con relativa frecuencia los antiguos pueblos sufrían el terrible azote del hambre, la guerra y la peste, «las tres lobas rabiosas», que causaban mortales estragos entre los vecinos, dejando a los supervivientes en la más lamentable indigencia. En los últimos años del siglo xv recorri6 España, procedente de Europa, una de esas terribles pestes, denominada «la bubónica» que condujo a la muerte rápida a muchísimas personas, debido a su carácter contagioso, a la falta de higiene, a la escasez de alimentos y a los pocos remedios medicinales. Para atajar la cruel epidemia, que no detenía sus despiadados pasos ante pueblos ni edades, la autoridad competente dispuso incomunicar las localidades, prohibir el comercio entre ellas, matar los perros y gatos, quemar la ropa de los apestados, echar cal viva en las sepulturas, sahumar las viviendas y los templos con romero, juncia, trébol, tomillo y otras plantas olorosas. La temida peste hizo su aparición en la comarca a principios del año 1598, aunque en Méntrida y pueblos limítrofes su período álgido fue en el verano de 1599. En el mes de marzo se producían ya las primeras catorce víctimas mentridanas, cuarenta y cuatro en junio, doscientas treinta y seis en julio, sesenta y seis en agosto, quince en septiembre y ocho en octubre. Las actas de estos 414 muertos, 204 hombres y 210 mujeres. El contagio de la enfermedad era tan rápido y de efectos tan fulminantes que el afectado moría con fiebre muy alta a las pocas horas o como máximo su vida no se alargabá más allá del cuarto día. Todas las familias lloraron la muerte de algún ser querido, y al menos en dos casas fallecieron cuatro hermanos entre edad muy joven. En el mes de julio hubo días en que fueron enterrados más de veinte 6

cadáveres. la población mentridana en aquella época, con algo más de dos mil habitantes, tal vez no estaríamos muy desatinados en manifestar que las personas desaparecidas a consecuencia de la peste bubónica se acercaron al millar de víctimas. De hecho la natalidad descendió a la mitad de su nivel habitual. Ante tales calamidades populares, los fieles estimulados por el alto espíritu religioso de la época y la ineficacia de los remedios naturales, acudían a la clemencia divina, poniendo por intercesores a sus santos particulares y a los patronos contra el mal de la peste y enfermedades contagiosas, que eran San Sebastián, San Roque y los santos mártires Cosme y Damián, ofreciéndoles votos, ermitas y fiestas votivas. Así ocurrió en Méntrida con ocasión de esta maligna enfermedad. Los vecinos de la villa con su Concejo, Justicia y Regimiento hacen un solemne voto y promesa de edificar una ermita y adquirir una imagen para uno de sus santos predilectos: San Rafael, San Roque, Santo Angel de la Guarda y Santos Cosme y Damián. Luego recurrirán al cardenal Sandoval y Rojas para que el voto, la imagen y la ermita sean dedicados a San Roque, comprometiéndose a que el día 16 de agosto sea festivo, se saque su imagen en procesión y se celebrenen su honor y en el de los otros santos diferentes actos litúrgicos y misas por las ánimas del purgatorio. La edificación de la ermita se asentó en lo más alto de la cuesta de las Gallombas, como vigilante centinela del pueblo, que queda bajo su mirada protectora. La solidez del vetusto santuario resistió los embites de los agentes atmosféricos hasta el año 1946, en que debido a una grieta en un esquinal, decidieron su demolición, permaneciendo algunos restos en el lugar que ocupó como recuerdode las muchas citas de generaciones mentridanas ante el santo patrón contra la peste, cuya imagen de talla fue venerada hasta 1936 en que manos irresponsables la arrojaron al fuego. • Aragón La peste en Aragón de 1648 a 1654 forma parte de la epidemia que, procedente de Africa, se inicia en Valencia en junio de 1647 y se extiende por los reinos de la Corona de Aragón, así como por Murcia y Andalucía. Muy pronto, en 1648, penetró desde Valencia por la parte sur del reino de Aragón afectando a varias poblaciones dispersas de la actual provincia de Teruel: Sarrión, Mora de Rubielos, Albalate del Arzobispo, Monforte de Moyuela, Collados y Bea. En los años 1649 y 1650 la peste se reduce a algunas poblaciones del Bajo Aragón próximas a la frontera con Valencia y Cataluña, siendo todavía un fenómeno marginal y fronterizo: Alcañiz, Valdealgorfa, La Codoñera, Calanda, y sobre todo Berge, Los Olmos y Cañizar del Olivar. En 1651 se produce el avance del ejército de Felipe IV por Cataluña, afectada por la peste; la intensa comunicación de soldados, prisioneros, intendencia, etc., entre Aragón y Cataluña provocó la extensión de la epidemia a lo largo del Ebro hasta la proximidades de Zaragoza y por el norte hasta la ciudad de Huesca como su límite más septentrional: Maella, Caspe, Alcubierre, Leciñena, Peñaflor, Huesca, Lupiñén, Alcalá de Gurrea, Las Pedrosas y Villafranca de Ebro. En 1652 la peste penetra aguas arriba del Ebro hasta su parte más occidental −Pina de Ebro, Puebla de Alfindén, Zaragoza, Alagón, Borja y Ainzón−; también ataca alguna población al sur del Ebro, como Muel y Cuarte. Pero además de cebarse en toda la línea del río Ebro se extiende a numerosos lugares comprendidos entre el Ebro y el Pirineo: Tamarite de Litera, Albelda, Almunia de San Juan, Salinas de Hoz, Alcalá de Cinca, Belver, Pertusa, Piracés, Sangarrén, Almudévar, Senés, Poleñino, Lanaja, Monegrillo, Perdiguera, 7

Zuera, Luesia y Uncastillo, alcanzando incluso poblaciones pirenaicas como Biescas y Bielsa. En 1653 se mantiene en la misma zona desbordándose por algunas poblaciones del Pirineo. En el sur reincide con más mortandad en Borja y Ainzón; se ceba en Calcena y afecta a Alberite, Mesones, La Torrecilla, Manchones y Cascante. En 1654 se mantiene en algunas poblaciones del Pirineo: Alquézar, Pintano, Undués−Pintano, Banaguás, Tramacastilla, Boltaña y reincide en Jaca donde asola a su población. En conjunto, se puede decir que la peste persiste durante tres años en la misma zona, aunque repita pocas voces la misma población. Así en el Bajo Aragón se mantiene en 1649, 1650 y 1651. Entre el Ebro y el Pirineo en 1651,1652 y 1653. En el Pirineo en 1652, 1653 y 1654. De los tres años el central suele abarcar una zona más extensa y ataca con mayor intensidad. La irregularidad es la nota más destacada de esta peste. A unas poblaciones perdona y a otras no, sin que se pueda establecer regla alguna. Entre los núcleos alcanzados por el contagio unos sufrieron ligeras pérdidas, otros padecieron verdaderas catástrofes demográficas (Zaragoza de un 20 a un 25% de su población, Calcena con el 40% y Jaca con el 42,5% ); en ambas categorías se encuentran ciudades importantes y pequeños pueblos, lugares de la llanura y del alto Pirineo. • Zaragoza Los judíos en el siglo XV padecen las consecuencias de la peste negra de 1348, en Zaragoza sólo sobrevivió un quinto de la aljama, la guerra de los dos Pedros (1356−1369) y las persecuciones de 1391, debilitaron la cohesión familiar y reducieron el crecimiento vegetativo. En 1492, momento de la expulsión, en Aragon había de ocho a nueve mil judíos. • Arizona El primer caso de peste bubónica en Arizona en 1998, fué confirmado en un hombre en el Condado Navajo. El paciente inició con síntomas el 12 de agosto. Una investigación de campo por personal de Centros para Control y Prevención de Enfermedades (CDC en inglés) y el Servicio de Salud Indígena (IHS en inglés), descubrió evidencia de una plaga epizoótica en una colonia de perritos de las praderas (juancitos) en un sitio donde el hombre los cazó y les quitó la piel. • Bombay Una pululación de pulgas y ratas en el distrito de Beed (en Bombay) alteró a las autoridades sanitarias indias el 6 de agosto de 1994. Se trataba de un aumento real del numero de roedores visibles, ya que estos animales tienden a salir de sus escondrijos cuando mueren de peste, lo mismo que con las pulgas, que tienen que buscar un nuevo huésped cuando muere aquel en el que vivían. Un primer caso sospechoso de peste bubónica hizo que se adoptasen las medidas de lucha antivectorial (insecticidas y raticidas) y tratamientos antibióticos. Este episodio se había extinguido cuando, el 19 de septiembre, estalló una peste pulmonar en la ciudad de Surat (estado de Gudjarat) al norte de Bombay que causó 452 casos, de ellos 51 mortales en menos de una semana. La población, al huir de la ciudad, permitió que esta temible forma pulmonar se dispersase. De hecho, el 9 de octubre, se habían señalado en 14 estados un total de 6,344 casos sospechosos y 55 fallecimientos. • Formentera Por lo que se refiere a la peste, la última gran epidemia fue la de 1652 y a lo largo del siglo XVIII no hubo ninguna otra tan destacable. Habrá epidemias de diversas enfermedades (difteria, malaria,...) pero sus consecuencias serán bastante inferiores a las de la peste. 8

Situaremos las epidemias más importantes hasta el siglo XVII: − 1348 epidemia de peste negra de fuerte intensidad. − 1402 otra epidemia de peste negra de las misma características que la del siglo anterior. − 1409 la isla de Formentera está despoblada a causa de las pestes, la gente tuvo que abandonar la isla. Se mantendría así hasta finales del siglo XVII. • 1697, concesión de una porción de tierra de la isla de Formentera a favor de Marc Ferrer, se inició así la repoblación ya definitiva de la isla. • Girona El primer infectado fue un médico del hospital que había comprado ropa a un soldado procedente de la saqueada e infectada Tortosa.

Datos históricos sobre la peste 1350. Alfonso XI, el Justiciero (1311−1350) (Jano), muere víctima de esta epidemia de peste en el sitio de Gibraltar, lo que retrasó mucho tiempo el final de la Reconquista. 1350. La peste atacaba a todos, sin distinciones, hombres y mujeres, ricos y pobres, niños y mayores y a toda clase de animales. 1475. El puerto de Palma de Mallorca, dónde se establece la primera morbería o junta de sanidad llamada de los morberos, organizada por el Gobernador D. Berengario Blanels, con ocasión de un brote de peste, para la preservación de toda suerte de contagio y el mejor modo de visitar las almonedas. Esta es la primera noticia de una estructura sanitaria de caracter local en España. 1350. El fuego es el único remedio seguro para destruir la peste.

1346. La Peste o Muerte Negra (Hª y Vida), se llevó a las tres cuartas partes de la población de Europa y desencadenó las primeras medidas sanitarias: las cuarentenas, los aislamientos, las morberías (juntas de sanidad), los billetes de salud para circular, etc Pero lo que más se acreditó fue el consejo "cito longue et tardo" (huye pronto, lejos y tarda en volver). La peste atacaba a todos sin distinciones. Alfonso XI muere de peste en el sitio de Gibraltar. 1346. Visita de un médico a un apestado protegiéndose la nariz con una esponja empapada en vinagre. Los Médicos que no habían huido, visitaban a los enfermos con fumigaciones y toda clase de precauciones. En la ilustración aparece un médico visitando a un apestado protegiéndolo con fumigaciones. Uno de sus ayudantes porta una bolsa con medicamentos. 1910. Las estufas de desinfección son la base de la Sanidad.

Entre 1646 y 1650 la muerte negra amenaza de nuevo. Comenzó en los puertos de Andalucía, atacó gravemente a Valencia ocasionando cerca de 30.000 muertos, por lo que el Conde de Oropesa mandó formar 9

"un cordón impenetrable". En Barcelona se instalaron horcas en las mismas puertas. Y en Sevilla murieron más de 200.000 personas, quedando practicamente despoblada.

1894. Shibasaburo Kitasato (1852−1931) co−descubre el bacilo de la peste.

1799. Casi al final de su viaje de regreso, la peste aun tuvo tiempo de arrasar al ejército conquistador de Napoleón Bonaparte.

1656. Los médicos que afrontaban las epidemias de peste adoptaban vestidos especiales para protegerse del contagio. LLevaban ropas largas y se cubrían completamente la cabeza. En la nariz se colocaban una especia de pico de ave rellena de algodones empapados en substancias aromáticas porque intuían que la peste entraba por inhalación.

Fragmento de la novela de Albert Camus titulada la "PESTE" : LA PESTE La alegría está siempre amenazada porque el bacilo de la peste no muere ni se va definitivamente. Puede esperar durante años en los muebles, en la ropa, aletargado en alcobas, en sótanos, en baúles, en pañuelos, en papeles olvidados. Hasta que un día, para desgracia y enseñanza de los hombres, la peste despierte a sus ratas y las mande a morir a una ciudad dichosa. ALBERT CAMUS ÍNDICE 10

− INTRODUCCIÓN 1 − SÍNTOMAS 2 − PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO 3 − HISTORIA 3 − ALGUNOS CASOS EN CIUDADES 10 − DATOS HISTÓRICOS SOBRE LA PESTE 15 1333 − Epidemia de peste negra en china 1333−1347 _ Los comerciantes, peregrinos y viajeros propagan la enfermedad hacia el Oeste 1348 − La peste negra no se propagó en Milán y algunas zonas aisladas durante mucho tiempo 1349 − La peste negra no se propagó en Lieja 1350 − La peste negra se extendió a Islandia y Groenlandia a través de las rutas marítimas Zonas donde no se extendió la peste

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