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Pídeme lo que quieras Una señora, con 10 años de matrimonio, se encontró una lámpara vieja de su marido. Por casualidad la frotó y le salió un genio. El genio le dice: te concederé tres deseos, pero cualquier cosa que me pidas, a tu marido le daré 100 veces más. La señora pensó ser increíblemente bella. Concedido. Pero tu marido ahora es 100 veces más bello que tú. Deseo ser multimillonaria. El genio dice: ya, pero tu marido ahora es 100 veces más rico que tú. Y la señora se quedó pensando un buen rato algo molesta, porque el marido recibía más que ella, y dice, para terminar el tercer deseo quiero tener un infarto tan pequeño que ni yo lo sienta. Cuentan que un hombre esta vez fue quien encontró la lámpara mágica, la frotó y salió un genio. El genio dijo al hombre: te puedo conceder dos deseos. Y el hombre le contestó: quiero estar rodeado de muchas mujeres bellas, al ver cumplido su deseo, verse rodeado de tantas mujeres bellas, asombrado dijo: ¡Me quiero morir! Y el genio dice: Concedido. A veces cuando tenemos oportunidades de pedir, pedimos mal, no pedimos como conviene. ¿Qué pediría usted si el genio se le apareciera hoy y le ofreciera un deseo? No es que quiera ver a Dios como el genio, pero si alguien tiene capacidad, tiene recursos y autoridad para concedernos un deseo es Dios nuestro Señor. La Biblia dice “Deléitate en el Señor y Él concederá los deseos de tu corazón” (Salmo 37:4). Ah señorita, está deseando casarse y cada vez que pasa alguno por ahí, usted suspira y dice ¿será este? ¿Será aquel? pero lleva cuarenta años de verlo pasar y no hay modo. El consejo es deléitate a sí mismo en el Señor y Él le concederá las peticiones de tu corazón. Mi esposa cuenta que cuando me vio pasar un día dijo: este es. Y se puso en ayuno y oración por dos años. Esto es cierto, no es broma, y miren Dios le concedió el deseo de su corazón, usted ore y diga: yo quiero al chato aquel, yo quiero a la morocha aquella, yo quiero a esta flaca ¿qué es lo que usted pide? Es importante que usted se deleite en el Señor primeramente y luego le concederá las peticiones de su corazón. La Biblia dice en el libro de Santiago 4:1-3, ¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones. ¿Para qué estamos pidiendo? Eso es muy importante. Estamos pidiendo únicamente para nosotros o estamos pidiendo para compartir con otros. Esta semana recibí un mensaje por whatsapp de mi nuera Marcela, es la que está casada con mi hijo que está al frente de la red de jóvenes acá, Checha López, y me manda el mensaje diciendo: les voy a contar la historia de los bananos. Y esta es la historia: mi nieto Jorge Mario, niño de tres años y pico, estaba en el segundo nivel de las oficinas de la empresa de la familia de Marcela y ella que trabaja ahí estaba en otra oficina. Él estaba en la oficina del abuelo y el abuelo está en el extranjero. Desde la ventana vio que llegó un hombre y bajó muchos bananos a un depósito en la vecindad. Entonces se puso a gritar desde la ventana: señor de los bananos, yo quiero. Y el señor se le quedó viendo y le dijo, pero ya no tengo, te voy a traer. Se bajó emocionado a contarle a su mamá que el señor de los bananos le iba a traer, pero como no se dio cuenta de nada, pensó que era cuento del niño. Sin embargo, esta semana llegó otra vez el señor de los bananos, no solo llegó a dejar a la vecindad sino que lo dijo amigo te traje tus bananos y
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cuando vi la historia le contesté: me alegra que ya esté aprendiendo a pedir con fe de que va a recibir algo. Tuvo fe de que iba a tener bananos y le dieron bastantes. Luego empezó a repartir entre los vendedores de la empresa y también celebré su generosidad y dije: Dios bendiga a ese señor de los bananos tan generoso que le llevó bananos a mi nieto. Hay que pedir, pero hay que pedir con fe. Porque si usted duda será semejante a la onda del mar que es llevada de un lado a otro y no recibirá cosa alguna del Señor. Dios está aquí y si usted pudiera pedirle un deseo, ¿qué le pediría? ¿Que se lleve a mi marido? ¿Qué le pediría? ¿Que recoja a la suegra? ¿Qué pediría? Que me dé un empleo, que esta vez sí quede como un juez, un magistrado electo. ¿Qué pediría? Es importante estar seguros de lo que vamos a pedir y no solamente lo que vamos a pedir sino pedirle con la motivación correcta. Todos tenemos derecho a pedir, pero Jesús dijo a sus discípulos un día: Ustedes hasta ahora nada han pedido. Pidan y recibirán, si usted no pide, no recibe. Pero hay que pedirlo de acuerdo a la voluntad de Dios, pedir como conviene para que podamos obtener lo que realmente queremos. Un ejemplo maravilloso que hay en la Biblia es el que aparece en 1 Reyes 3:1-16, la historia de aquel famoso rey, el más rico de todos, el más sabio de todos: “Salomón entró en alianza con el faraón, rey de Egipto, casándose con su hija, a la cual llevó a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el templo del Señor y el muro alrededor de Jerusalén. Como aún no se había construido un templo en honor del Señor, el pueblo seguía ofreciendo sacrificios en los santuarios paganos. Salomón amaba al Señor y cumplía los decretos de su padre David. Sin embargo, también iba a los santuarios paganos para ofrecer sacrificios y quemar incienso. Como en Gabaón estaba el santuario pagano más importante, Salomón acostumbraba ir allá para ofrecer sacrificios. Allí ofreció mil holocaustos; y allí mismo se le apareció el Señor en un sueño, y le dijo: —Pídeme lo que quieras. El Señor no es mentiroso, sea Dios veraz y todo hombre mentiroso, dice la Palabra de Dios. Si el Señor le dice a usted pídeme lo que quieras, Él se lo va a conceder. Recuerdo la historia de aquel famoso golfista norteamericano que fue a hacer un show a un país árabe y el jeque quedó tan emocionado con el show que presentó este golfista Palmer que le dijo: pídeme lo que quiera y yo te lo daré. Y él muy modestamente dijo, un palo de golf (golf club). Pasó el tiempo cuando llegó el día recibió una invitación: favor de presentarse al club de Golf Palmer a recibir su regalo. Fue, se presentó era un club de golf nuevo, precioso. Ahí le entregaron las escrituras del club de golf. Este hombre le pidió a este jeque un palo de golf, pero el jeque entendió un club de golf. ¿Será mi Padre más rico que cualquier árabe en este mundo? ¿Tendrá mi Padre más recursos para que usted le pida grandes cosas? Sí. Nosotros le pedimos este auditórium y él nos lo dio, porque es poderoso para darnos lo que le pedimos. Pídeme lo que quieras. ¿Qué es lo que usted quiere? ¿Un hogar en armonía? Pídaselo al Señor. ¿Qué es lo que quiere, un esposo considerado? Pídaselo al Señor. Recuerdo la historia de aquella señora que vino al altar, se puso a orar, dijo Dios mío, yo te ruego que cambies a mi esposo, o lo cambias o te lo mando. Pero si pedimos con fe, Dios responde. Pídeme lo que quieras. Sigamos leyendo. Salomón respondió: —Tú trataste con mucho amor a tu siervo David, mi padre, pues se condujo delante de ti con lealtad y justicia, y con un corazón recto. Y, como hoy se puede ver, has reafirmado tu gran amor al concederle que un hijo suyo lo
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suceda en el trono. 7 »Ahora, Señor mi Dios, me has hecho rey en lugar de mi padre David. No soy más que un muchacho, y apenas sé cómo comportarme. Que importante es conocernos a nosotros mismos, conocer nuestras limitaciones, Salomón no se creía la gran cosa, sabía que era un muchacho a la par de su papá y que no sabía mucho ni siquiera cómo comportarse. Sin embargo, aquí me tienes, un siervo tuyo en medio del pueblo que has escogido, un pueblo tan numeroso que es imposible contarlo. Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, de modo que le dijo: —Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino discernimiento para administrar justicia, voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después. Además, aunque no me lo has pedido, te daré tantas riquezas y esplendor que en toda tu vida ningún rey podrá compararse contigo. Si andas por mis sendas y obedeces mis decretos y mandamientos, como lo hizo tu padre David, te daré una larga vida. Cuando Salomón despertó y se dio cuenta del sueño que había tenido, regresó a Jerusalén. Se presentó ante el arca del pacto del Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Luego ofreció un banquete para toda su corte”. Ante esta gran oportunidad de pedir a Dios lo que quisiera, Salomón empezó por reconocer su limitación, su capacidad, “soy tan solo un muchacho”. Pero yo quiero decir que Dios usa a los muchachos, yo tenía solo 28 años cuando este muchacho soñó con Fraternidad Cristiana de Guatemala y empezamos el trabajo de hacerla. ¿Puede Dios usar a un muchacho? Dios lo puede usar. Hoy tenemos otros muchachos que están con nosotros sirviendo al Señor con entusiasmo. Pablo dijo: Ninguno te menosprecie por ser joven, pero sé ejemplo en palabra, en conducta, en espíritu. Gracias a Dios por los que ya somos viejos y tenemos una gran trayectoria. Gran reputación y un gran testimonio, pero necesitamos de los jóvenes, gracias a Dios por los muchachos, que tienen ese gran espíritu y reconocen sus limitaciones. Nuestra Guatemala está sufriendo. Nuestro pan diario en Guatemala son las historias de extorsiones, robos, secuestros, asesinatos, violaciones, corrupción, abuso, sobreprecios, tráfico de influencias y demás injusticias que manchan los bellos paisajes del país de la eterna primavera. ¿Quién no escucha, aunque sea una vez al mes, la historia de un conocido que sufrió una injusticia de su prójimo? Guatemala no puede seguir así. Hoy celebramos el 192 aniversario de la libertad, de la independencia obtenida el 15 de Setiembre de 1821, pero somos más esclavos que nunca de la injusticia, el abuso y la corrupción. Y un país en donde no existe la justicia jamás será grande, sino pequeño y miserable. Proverbios 14:34 dice “La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos”. Necesitamos que todos los empleados de nuestra nación, que llevan el pan a la mesa de sus hogares gracias a nuestros impuestos, reconozcan al igual que Salomón, la incapacidad que existe de gobernar sin Dios, sin Dios no se puede gobernar a una nación, y levanten la mirada al cielo de donde viene la respuesta a nuestra problemática nacional. Salomón le pidió a Dios discernimiento para gobernar a su pueblo. No pidió riquezas, además ya tenía riquezas, era un hombre rico, su padre era rico, era el rey David. Salomón ya sabía lo que era la vida de palacio, la vida de riqueza, no pidió más. Tenemos que llegar a aprender como Salomón que hay un momento en la vida en el cual debemos estar agradecidos con lo que ya tenemos, y no necesariamente buscar tener más de lo mismo.
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Por eso Salomón se dio cuenta que aunque era rico y aunque era rey y aunque era reconocido por todo el pueblo de Israel, le hacía falta algo que no sea compra con dinero: discernimiento, buen juicio, inteligencia, conocimiento, sabiduría. Y así como Salomón pidió sabiduría para gobernar a su pueblo, todo servidor público debe pedir discernimiento para gobernar a su pueblo. Usted está al frente de una escuela como director, pida discernimiento. Está al frente de una sección de aduanas en alguna parte del país, pida discernimiento. Está a cargo de un grupo de policías, pida discernimiento. Está al frente de una alcaldía, pida discernimiento. Dios da discernimiento a los que lo necesitan. Santiago dice: Si está alguno falto de sabiduría, pídala a Dios y él se la dará. A veces ya no sabe qué hacer la persona que está al frente de una empresa, de una institución, de una nación, ya no sabe qué hacer. Y es ahí cuando tiene que pedir a Dios humildemente que le dé sabiduría. ¿Qué es el discernimiento? Es el buen juicio por medio del cual percibimos y declaramos la diferencia que existe entre varias cosas. Discernimiento solo tiene aquel que es sabio. Y todos sabemos de dónde viene la sabiduría. Fue ese discernimiento, esa sabiduría que Dios le dio a Salomón lo que le permitió escribir los Proverbios. El libro de los Proverbios es un libro que debemos leer todos, debe leerlos el funcionario público, el servidor público y el ciudadano común y corriente. Tiene 31 capítulos y podemos leer un capítulo cada día y siempre el Señor nos va a dar a través de esa lectura sabiduría. ¿Cómo empieza la lectura de Proverbios 1:1-7? de esta manera, “Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina”. Por eso es tan importante, de aquí a dos años estaremos eligiendo nuevo gobernante, estaremos eligiendo diputados, estaremos eligiendo alcaldes. Busque gente para las posiciones de gobierno, que sean gente con sabiduría. ¿Cuál es el principio de la sabiduría? El temor a Dios. Un hombre, una mujer que no teme a Dios no respetará a ningún hombre y no tendrá la fuente de conocimiento que viene cuando alguien recibe la Palabra de Dios como fuente de sabiduría. Él pidió discernimiento para gobernar a su pueblo y cuando hay autoridad y esa autoridad la respalda una vida de justicia, la gente percibe una autoridad de integridad genuina y el pueblo no solo obedece, brinda todo su apoyo. Y todo líder, todo funcionario necesita no solo obediencia de su pueblo, necesita el apoyo de su pueblo. Cuando el pueblo deja de pagar impuestos, se le complica a cualquier gobierno. Por eso es tan importante tener ese discernimiento, así como Salomón pidió sabiduría para gobernar a su pueblo, todos la necesitamos, todos debemos pedir discernimiento para gobernar nuestra casa y gobernar nuestra vida y poder así distinguir entre el bien y el mal. El propósito del discernimiento es poder emitir juicios certeros, específicamente que podamos distinguir entre el bien y el mal. Imagínese a todos los empleados públicos distinguiendo claramente entre lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, lo justo y lo injusto, lo productivo y lo improductivo, lo legal de lo ilegal, lo bendito y lo maldito ¿cómo estaría Guatemala, si todos los servidores públicos tuvieran discernimiento y pudieran distinguir entre el bien y el mal?
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Fuera del gobierno, ¿cómo estrían nuestros matrimonios, nuestras familias, nuestros hijos y nuestras empresas, nuestras calles, si todos pudiéramos discernir entre el bien y el mal? Isaías 5:20 dice “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo. He hablado con funcionarios públicos que se dedicaron a extorsionar a la gente, a sacarle mordidas a la gente y luego vinieron a conocer del Señor estando en la vil desgracia, con su hogar destruido, su salud destruida y sin dinero. Nosotros decimos: lo que es del agua, el agua se lo lleva. Hay dinero mal habido que así como viene se va. Pero hay quienes dicen, hoy estuvo bueno el día, mira la caja de dinero que sacamos de pura mordida, es llamar a lo malo bueno. Que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!” ¿Cómo estuvo tu fin de semana? “Buenísimo”, me metí con tres mujeres, empecé a “chupar” el viernes y seguí el lunes. A eso que es malo lo llaman bueno. Lucas 3:14, a Juan el Bautista le dijeron “--Y nosotros, ¿qué debemos hacer? --le preguntaron unos soldados. --No extorsionen a nadie ni hagan denuncias falsas; más bien confórmense con lo que les pagan”. Ah, recuerdo el triste caso de un miembro de la congregación que tenía problemas con un cliente en la oficina en la que él trabajaba. Un día lo citó el cliente para que se pusieran a cuentas en un centro comercial, y cuando llegó ahí estaba la policía esperándolo junto con este cliente. Y la policía le dijo si usted le paga a este hombre 17 mil que le debe y 15 mil para nosotros, usted se va. El hombre dijo: no, lo llevaron a la comisaría y como no quiso pagar, seis meses estuvo preso, porque cuando llegó el parte por el cual lo habían detenido decía que llevaba droga en su carro. Necesitamos que haya ese discernimiento y llamar a lo malo, malo, y a lo bueno, bueno. Miqueas 3:9-12 dice, “Escuchen esto ustedes, gobernantes del pueblo de Jacob, y autoridades del reino de Israel, que abominan la justicia y tuercen el derecho, que edifican a Sión con sangre y a Jerusalén con injusticia. Sus gobernantes juzgan por soborno, sus sacerdotes instruyen por paga, y sus profetas predicen por dinero; para colmo, se apoyan en el Señor, diciendo: « ¿No está el Señor entre nosotros? ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!» Por lo tanto, por culpa de ustedes Sión será como un campo arado; Jerusalén quedará en ruinas, y el monte del templo se volverá un matorral”. ¿Queremos terminar con una nación arrasada, destruida, con una sociedad despedazada, matándose unos a otros, odiándose unos a otros, y destruyéndose unos a otros?, pues entonces continuemos el camino de hacer lo que cada uno le parece que es correcto y no obedecer a Dios nuestro Señor. Hacer justicia es darle a cada uno lo que corresponde. En nuestra Guatemala necesitamos justicia. No más gente que abomina la justicia y tuerce el derecho. No más gente en el sistema judicial que juzga por soborno. O enderezamos o el juicio de Dios se levantará. Dios no es injusto, Dios ama la justicia. Por eso los 10 mandamientos muestran su corazón. Oremos porque en el organismo judicial tengamos jueces justos conforme al corazón de Dios. Que desde arriba hasta abajo puedan tener discernimiento para administrar justicia. Eclesiastés 8:11 dice, “Cuando no se ejecuta rápidamente la sentencia de un delito, el corazón del pueblo se llena de razones para hacer lo malo”. De nada sirve tener todo el sistema de leyes elaborado si no se aplica la justicia rápidamente. Justicia que no se aplica rápidamente deja de ser justicia. Nos encontramos con personas que han sido capturadas infraganti con todas las pruebas y no se les aplica la justicia. Y si algo necesitamos es que se aplique pronto la justicia, para que el corazón del pueblo no se
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llene de razones para hacer lo malo. Dios le concede a Salomón su petición y mucho más. Dice 1 Reyes 3:10-15 “Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, de modo que le dijo: —Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino discernimiento para administrar justicia, voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después. Además, aunque no me lo has pedido, te daré tantas riquezas y esplendor que en toda tu vida ningún rey podrá compararse contigo. Si andas por mis sendas y obedeces mis decretos y mandamientos, como lo hizo tu padre David, te daré una larga vida. Cuando Salomón despertó y se dio cuenta del sueño que había tenido, hizo la gran fiesta. Dios quiere darnos riquezas, nos quiere dar esplendor, darnos fama, darnos seguridad, pero primero tenemos que agradarlo y pedir lo que a Él le agrada y eso es sabiduría, discernimiento, y con esa sabiduría y discernimiento para buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, las demás cosas vendrán por añadidura, pero muchas veces buscamos la añadidura, buscamos la riqueza, buscamos la fama, lo material y ponemos a Dios en segundo lugar, tercero o último lugar. Por eso es que estamos perdiéndonos, pidiendo cosas que no vamos a alcanzar y no vamos a recibir, porque no pedimos como conviene. Dios le dio riquezas y esplendor. Recuerde que el amor al dinero es lo que tuerce al hombre, lo que corrompe a la nación. No sólo en el gobierno, también en la iniciativa privada. Dios le da un corazón sabio y prudente a Salomón, pero también riquezas y esplendor. Dios ha prometido nunca dejarnos ni desampararnos. Quizá usted es huérfano recientemente, o es viuda recientemente, usted quizá ha perdido un empleo recientemente o su negocio se vino a pique recientemente, pero recuerde que Dios ha dicho: No te dejaré, no te desampararé y el Señor estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Por eso es tan importante buscar primero el reino de Dios, agradar a Dios del reino, agradar a Dios de todas las cosas y entonces todas las cosas vendrán por añadidura. Recuerdo la historia de aquel hombre muy rico y gran hacendado, llamó a la familia y llamó a sus trabajadores, siervos y les dijo: pídanme una cosa, yo se las daré. El mayordomo, el siervo más antiguo le dijo: señor, con mucha pena, usted me permite que le pida ese retrato suyo que está en la sala, yo quiero conservarlo. Eso es lo que yo quiero, que me dé ese retrato suyo. Y se lo concedió. Murió el hombre y llamaron a los herederos a leer el testamento, y en el testamento decía: aquel que se haya quedado con mi retrato es el nuevo heredero de toda esta hacienda. Y aquel criado que pensó en el hombre, en la persona y no en las cosas del hombre se quedó con las cosas del hombre. Usted no adore las cosas que recibe del Señor, adore al Señor que le ha dado las cosas, busque al Rey de reyes. Busque al Señor de señores y con Él usted tendrá todo lo demás, eso será añadido.
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