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PLANTACIONES BANANERAS A causa de las grandes extensiones plantadas de plátano o banano que existen en muchos países de América Latina, algunas personas creen que dicho árbol es originario del Nuevo Mundo. Pero es un error. Los nativos que encontró Colón en las Antillas comían maíz y tomates, pero nunca habían oído hablar del banano. Éste procede de Asia, y en tiempos de Colón se había extendido a muchas zonas tropicales del Viejo Mundo. Los españoles lo llevaron a las Antillas en 1520 y de allí se extendió rápidamente a todos los territorios que rápidamente a todos los territorios que sucesivamente fueron incorporados al dominio de España. La nueva planta prosperó tanto en el Nuevo Continente, que los bosques de plátano que hoy existen en los distintos países de América tropical ocupan una superficie equivalente a las de Guatemala, Costa Rica y El Salvador juntas. Para que el plátano llegara sin deterioro a los lugares de consumo hubo que vencer no pocas dificultades. La historia de cómo pudo conseguirse ese milagro es en realidad la historia de una carrera entre dos cosas: el azúcar y el vapor. Los bananos son muy ricos en azúcar y por eso maduran y se pudren con mucha rapidez..., tan rápidamente, que en un velero difícilmente alcanza a llegar a puerto en buenas condiciones. Cuando se desarrolló la navegación de vapor, comenzó a surgir una gran industria, que ahora maneja muchos centenares de miles de toneladas de bananos anuales. Hoy, la industria emplea centenares de kilómetros de ferrocarriles y flotas enteras de barcos especiales, junto con la radiotelefonía y diversas máquinas, para evitar que los azucarados bananos maduren demasiado pronto y se pudran antes de llegar a su destino. Han sido necesarios muchos años para resolver todas las dificultades y conseguir mantener los frutos en condiciones para mantener los frutos en condiciones para mandarlos por todo el país. Una visita a los centros de producción embarque permitirá comprender cómo ha sido esto posible. El emplazamiento es un puerto de mar rodeado de la exuberante vegetación tropical. Es bajo, húmedo y caluroso: el clima indicado para los bananos, pero no para los hombres. En realidad, lo primero que se ve es un hospital con médicos y enfermeras. Casi no hay caminos, pero existen muchas vías férreas de trocha angosta, por las cuales circulan trenes que parecen de juguete. A bordo del barco, antes de que éste llegue, hay una gran actividad. Se han cerrado herméticamente las bodegas y se inyecta en ellas aire congelado, para enfriarlas. Una vez en el puerto de embarque, se procede a la carga con máquinas especiales que facilitan y aceleran la operación. Cada racimo de bananos es manejado cuidadosamente, pero con duma rapidez. Terminada la carga, las bodegas son visitadas por empleados que recorren los armazones donde están colgados los racimos para cuidar de que el termómetro no suba ni baje mucho de los 13°. Esto evita que los bananos maduren. Entonces se cierran las bodegas, y la nave parte a toda velocidad. Trenes avisados por radiotelefonía la esperan en el puerto. Los plátanos son izados del barco y descargados en los trenes mediante grandes cadenas sin fin; cada eslabón lleva un manojo. En realidad, los eslabones son bolsas de lona que llevan el fruto del barco el tren que espera. Los vagones regulan asimismo a 13° su temperatura interior, y el fruto empieza a viajar rápidamente por todo el país. Finalmente, una vez llegados a su destino, los bananos están casi preparados para comerlos: pero no del todo, porque hay que colocarlos en un cuarto de madurar. Allí la temperatura es la misma que habría en la calurosa plantación: unos 40°. A las pocos horas, el fruto se vuelve amarillo, y su sabor azucarado, cuya aparición se ha impedido durante tanto tiempo, se desarrolla debidamente. 1
Luego la venta al público, en tiendas y almacenes, y el sabroso plátano es consumido, a cuatro o cinco mil kilómetros de su ligar de origen. Conviene recordar que esta fruta no debe comerse hasta que no esté totalmente madura, es decir, cuando su color sea amarillo y en su cáscara hayan aparecido manchas pardas. Un racimo de banano crece sobre una de las hierbas más grandes del mundo, a menudo de siete metros de altura. Es una hierba gruesa, porque debe levantar hacia el sol tropical un racimo de frutas que pesa de 25 a 35 kilogramos. No obstante, sus inmensas hojas se desgarran tan fácilmente a lo largo de las nervaduras como las hojas de un libro. En los trópicos, el viento reduce a tiras las hojas del banano, pero esto no daña la planta. En realidad, cierta gente cree que la naturaleza hace este destrozo solamente para que esos andrajosos gigantes puedan sobrevivir a una tormenta lo suficiente para que madure su fruto. Cuando el fruto ha madurado, la planta muere y cae sobre la tierra. Pero la raíz sigue viviendo y emite un nuevo brote, a menudo varios. Ese brote se parece un poco a una espada, y los cultivadores de plátanos lo llaman retoños−espadas. De éstos provienen las plantaciones, ya que el fruto no tiene semillas o son tan pobres que nunca dan brotes. Los campos de banano tienen un aspecto muy distinto de los maizales, porque la planta de banano crece de tal altura que los jóvenes retoños−espadas se plantan a siete metros de distancia entre sí. Pero no se quedan en filas rectas durante mucho tiempo, porque nuevos retoños−espadas siguen brotando a ambos lados y, cuando surgen de la antigua raíz, el campo comienza a parecerse a un cobertor multicolor de plátanos dispersos. Esos campos no puede ser cultivados con máquinas, como los maizales. Miles de hombres deben arrancar las cizañas a mano. Además del banano común, hay otras clases con distintas características. Una de ellas es mucho más dulce que la amarilla, pero se pudre con tanta rapidez que cuesta transportarla hasta en los buques más veloces. Hay bananos de todas clases, grandes y chicos, chatos y alargados, gruesos y finos, dulces y ásperos, amarillos, rojos, verdes, morados. En cuanto a su nombres, cambian mucho según se especie y el país; plátano cambur, chino de Virginia. Dominico, guineo, manchado, roatán, banano, etc. PARQUE NACIONAL BRAULIO CARRILLO El parque se ubica al noreste del valle Central, sobre la Cordillera Volcánica Central, entre los macizos de los volcanes Poás e Irazú. Incluye los volcanes Barva y Cacho Negro, extendiéndose desde el Alto de la Palma hasta la Estación Biológica La Selva en Puerto Viejo de Sarapiquí. Actualmente cuenta con 47,698.96 hectáreas de extensión. La elevación máxima es de 2,906 m.s.n.m. en el Volcán Barva y las tierras más bajas se localizan a 36 m.s.n.m. en Sarapiquí. De allí su gran riqueza y diversidad de zonas de vida, alberga bosque montano muy húmedo y pluvial. Su ubicación le confiere importancia para la protección de acuíferos ya que en su interior se localizan gran parte de los nacimientos que irrigan el Valle Central, zona de mayor concentración poblacional y recursos económicos del país. LOS RÍOS • Corinto. • El Sucio. • El Costa Rica. • El Bajo de la Hondura. • El Sarapiquí.
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