PLATÓN I. Vida y Obra La realidad: "Teoría de las Ideas" 1. Vida y obra. 1.1 Datos biográficos

PLATÓN I Vida y Obra La realidad: "Teoría de las Ideas" 1. Vida y obra 1.1 Datos biográficos. Arístocles, apodado Platón a causa de sus grandes espal

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PLATÓN I Vida y Obra La realidad: "Teoría de las Ideas"

1. Vida y obra 1.1 Datos biográficos. Arístocles, apodado Platón a causa de sus grandes espaldas, nació en Atenas en el 427 a.C. (comienzo de la guerra del Peloponeso). De familia noble, emparentada con algunos gobernantes de su ciudad, es lógico que viera en el ejercicio de la política su propio ideal de vida: su nacimiento, aptitudes personales y la educación que recibió, le empujaban en aquella dirección. Sin embargo, la larga convivencia con Sócrates y, sobre todo, su injusta condena a muerte, cambiaron el rumbo de su vida (399 a.C. gobierno de los Treinta Tiranos). Platón permaneció en Atenas dedicado a la investigación filosófica y científica, y a la educación de los jóvenes, especialmente desde la fundación de la Academia. Sólo abandonó Atenas en los períodos de los viajes, que emprendió con una finalidad casi siempre política. Únicamente el primero de ellos tuvo motivaciones diferentes. En efecto, el 399, después de la muerte de Sócrates, probablemente para evitar posibles persecuciones, se dirigió junto con otros socráticos a Megara, donde fue huesped de Euclides. De allí viajó a Creta, Egipto y Cirene, retornando a Atenas hacia el 396. Los otros tres viajes se explican teniendo en cuenta su ideal político-filosófico. En Egipto conoció las ideas de Heráclito a través de su dicípulo Cratilo, y con las ideas de Parménides a través de Hermógenes. En el 388 emprende Platón su segundo viaje, dirigiéndose a Tarento y Sicilia. Aquí entró en contacto con la comunidad pitagórica, y de sus enseñanzas llegó al convencimiento de que era posible un conocimiento absolutamente seguro, las matemáticas. Además recogió la idea de la inmortalidad del alma y de su transmigración después de la muerte. En Sicilia hizo amistad con la familia del tirano de Siracusa, Dionisio I el viejo, quien por diversas circunstancias acabó haciéndole vender como esclavo. Comprado y puesto en libertad por un amigo, regresa a Atenas donde fundó muy pronto, en el -387, la Academia (cerca de un santuario dedicado al héroe Academo) . A instancias de Dionisio el joven, vuelve Platón a Siracusa en el -366 (tercer viaje) hasta que es nuevamente desterrado. Sin embargo, regresa allí una vez más en el -361, en el cuarto y último de sus viajes, acompañado por miembros de la Academia. En el -360 Platón vuelve a Atenas donde permanecerá hasta su muerte, el -347 a.C.

1.2 Obra: períodos. 

Período socrático: La apología de Sócrates, Critón, Lisis, Protágoras, Laques, Cármides y Eutifrón.



Perídos de transición: (crítica a los sofistas y comienzo de las teorías del conocimiento): Hipias, Gorgias, Menón, Crátilo, El banquete.



Período de madurez: (desarrollo de la Teoría de las Ideas y la organización del Estado): Fedón, Fedro, La República.



Período de vejez: Las Leyes, Cartas, Filebo, El Político, Timeo, Critias, Teeto, Parménides, El sofista.

1.3 Sinopsis de algunos diálogos: a) Menón: Mediante preguntas Sócrates consigue que un esclavo deduzca un teorema de geometría, con lo que demuestra que el conocimiento es un proceso de reminiscencia, mediante el cual el alma recupera el conocimiento que ya poseía cuando habitaba en el mundo de las ideas, antes de caer en la prisión del cuerpo en el momento de nacer. b) El Banquete: Esta obra nos muestra a un grupo de amigos, entre ellos el filósofo Sócrates, reunidos en un banquete realizado en casa de Agatón. Entre comida y bebida los comensales deciden realizar una exposición de lo que cada uno concibe acerca del Amor. Y así, lo que se supone debería ser una velada festiva de amigos, se convierte en un debate filosófico sobre el Amor. Cada uno de los invitados expone sus ideas interviniendo ordenadamente con un discurso. Llegado el turno de Sócrates, éste narra la explicación que en una oportunidad le diera Diótima acerca de la naturaleza de Eros. Se trata de un ser que no es un dios, ni es un mortal. Es un ser intermedio, un daimon, que tiene la misión de ser intermediario entre los hombres y los dioses. Fue concebido en un festejo por el nacimiento de Afrodita, fruto de la unión de Penia que se acostó con Poros aprovechándose de su embriaguez. Eros es valiente y arrojado como su padre, y pobre como su madre. Eros es como el deseo, y también como el quehacer filosófico: es como el anhelo del ser amado que posee de lo que carece el amante, o también, como la búsqueda que hace el filósofo de la sabiduría, que necesita y ama por reconocer su propia ignorancia. En esta obra Platón describe la ascensión del mundo sensible al mundo inteligible. El alma asciende de la contemplación de los objetos bellos, a las almas bellas, hasta llegar a la contemplación de la Belleza en sí (el eidos). En esta ascensión purificadora hacia el saber absoluto el Amor funciona como impulso o estímulo del alma. c) Fedón: Platón narra la conversación que Sócrates mantiene con sus discípulos en el último día de su vida. En ella dialoga sobre el alma humana, que es inmortal y de una naturaleza afín a los entes ideales que pertenecen al mundo inteligible. También argumenta por qué un filósofo no debe temer a la muerte, sino por el contrario desearla, ya que durante toda su vida no ha hecho más que buscar aquello que precisamente podrá conseguir plenamente mediante la muerte, que es liberarse de la prisión del cuerpo y llegar a la posesión del saber absoluto. d) Fedro: En “Fedón” y “Fedro” Platón discrimina alma de cuerpo: el cuerpo es mortal, y el alma es inmortal y puede separarse del cuerpo, cuando éste muere, migrando a otro cuerpo. Instalada en un nuevo cuerpo, el alma puede recordar (reminiscencia) su vida anterior. El alma tiene tres funciones, cada una de las cuales está relacionada con distintas partes del cuerpo. Las funciones son: Apetitiva (vientre), Pasional (pecho) y Racional (cabeza).

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En “Fedro”, Platón recurre al mito del “tiro alado” para explicar con mayor claridad qué es el alma y cuál es su modo de operar. El tiro alado es un carro que puede volar (tiene alas), que es tirado por un par de caballos y conducido por un “auriga”. El alma puede asemejarse a una fuerza natural que mantiene unidos al carro y su conductor (el auriga). Los caballos de los dioses son buenos, pero los mortales tienen un carro conducido por un caballo bueno y otro malo, lo cual hace difícil la conducción del carro. El auriga representa a la parte racional del alma, el caballo bueno a la parte pasional y el caballo malo a la parte apetitiva. Las dificultades del auriga para controlar a los caballos producen su caída y la rotura de sus alas. El alma perfecta tiene sus alas intactas y vuela libremente por los cielos, pero cuando pierde las alas se arrastra sobre la tierra hasta que se apodera de un cuerpo inanimado, dotándolo de vida: surge así un nuevo ser viviente, mortal. ¿Por qué pueden perderse las alas? Lo que provoca esto es lo malo, lo vergonzoso, que es lo que consume las alas y las hace perecer. En cambio todo lo divino, lo sabio y lo bueno alimenta las alas y las hace crecer, de aquí que el ser mortal, el hombre, deba alimentar sus alas, perfeccionar o purificar su alma. e) República: En los libros V y VI de este diálogo - seguramente el más conocido de Platón - se narra el símil de la línea y la alegoría de la caverna para explicar, simultáneamente, la concepción idealista y dualista que Platón tenía de la realidad (mundo sensible y mundo inteligible), y también cómo entendía el proceso del conocimiento, en tanto ascensión purificadora del alma humana desde el grado engañoso de la opinión, que da por real lo que no son más que imágenes, hasta la contemplación de las ideas absolutas, entes auténticamente reales, ordenados jerárquicamente en torno a la idea suprema de Bien, representado en la alegoría por el sol. También explica Platón su utopía política: un estado jerarquizado en clases que será justo si cada una de ellas cumple con su función, y si esto está garantizado por el gobierno de los filósofos. Esta aristocracia autoritaria e intelectual tiene su paralelismo en la justicia del alma humana, conseguida por la supremacía y el control de la parte racional sobre la parte irascible y la parte concupiscible. f) Timeo: En el "Timeo", una de las obras escritas en el período de vejez, nos expone Platón su cosmología, inspirada, como el resto de sus grandes concepciones, en la Teoría de las Ideas. Es a partir de ellas como el Demiurgo modela la materia y da lugar así a la constitución de nuestro universo. El Timeo es una de las obras de vejez de Platón en la que encontramos expuesta por primera vez, sin embargo, su cosmología. La obra comienza con una referencia al mito de la Atlántida (que será completado y desarrollado en el Crítias). Los elementos fundamentales que interviene en la explicación cosmológica son, pues, las Ideas y la materia, a las que hay que añadir el Demiurgo, (especie de semidiós artesano del universo, y su causa eficiente), y el vacío, necesario para explicar el movimiento. Simplificando las explicaciones, siempre alegóricas, de Platón podríamos resumir su pensamiento de la siguiente manera: las Ideas, que existen eternamente en algún lugar, son contempladas por el Demiurgo quien, admirado por su perfección y belleza pretende trasladarlas a la materia, que se halla sumida en el caos y el desorden, sometida como está al movimiento. Tomando como modelo esa perfección y belleza de las Ideas el Demiurgo modela la materia, introduciendo en su originario caos y desorden, el orden: la belleza y la armonía. Por otra parte, no debemos concebir el Demiurgo como un dios creador, puesto que trabaja sobre materiales ya preexistentes.

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En el centro del mundo el Demiurgo colocó un alma que se extiende por doquier por el universo, y que creó a partir de la combinación de las Ideas y de la existencia divisible del devenir, de las cosas sensibles, pero también de lo Mismo y lo Otro, gozando por ello de una realidad intermedia. Las almas inmortales son formadas también por el demiurgo a partir de una composición similar a la del alma cósmica, por lo que tanto unas como otra participan de los dos mundos. El cosmos se ve convertido así en un animal eterno. Parece ser, pues, que la intención de Platón es la de insistir, frente a las teorías mecanicistas de Demócrito, por ejemplo, frente a un universo caótico y sin finalidad ninguna, en la visión de un cosmos ordenado siguiendo los dictados de la inteligencia. La actuación del Demiurgo está sometida, pues, a un fin: trasladar el orden del mundo de las Ideas a la materia, ofreciéndonos así una explicación finalista, teleológica, del universo.

2. El contexto histórico, y su influencia en el pensamiento de Platón.



Decadencia de la polis: Platón nace en el inicio de las Guerras del Peloponeso, cuando ya declinaba el esplendor del "siglo de Pericles". Vive muy de cerca el juicio y la muerte de su maestro Sócrates lo que le afectará decisivamente en el curso de su filosofía. Durante el siglo -V el pensamiento sofístico había puesto en cuestión el origen divino de las leyes. Las guerras del Peloponeso habían producido una situación general de crisis y convulsión social. Finalmente, las democracias -el caso de Atenas es el que afectó directamente a Platón- fueron sustituidas por tiranías. La decadencia de la polis tuvo su momento culminante durante el siglo IV cuando el imperio macedónico acabó dominando todo el mundo griego y anulando la independencia de las ciudades-estado. Pero esta última realidad, que ya comenzaba a gestarse durante la vida de Platón, se desarrolló en vida de su discípulo Aristóteles, y posteriormente con el advenimiento del pensamiento helenístico.



Defensa de la Polis: Platón recoge la preocupación de su maestro Sócrates por la integridad y la pervivencia de la polis, que ambos creían amenazadas, entre otras cosas, por el pensamiento sofístico. El proyecto de Platón fue el diseño de un modelo de Estado ideal. Sin embargo la reflexión sobre la utopía política le llevó a buscar sus fundamentos en una teoría metafísica de la realidad, de carácter idealista, a mantener una visión gnoseólogica que fue el antecedente de las futuras posiciones racionalista, y a defender una concepción dualista de la naturaleza humana.



Modelo político (La República) que se alejaba de la democracia y de la participación de los individuos en la vida de la polis, y proponía un régimen que se podría definir como “aristocracia filosófica”, con una rígida estructura social.

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3. Dualismo platónico: mundo sensible y mundo inteligible. a) Mundo sensible. 

El mundo que captamos por medio de nuestros sentidos, el mundo de las apariencias o fenómenos. (No lo que realmente son las cosas sino lo que se nos aparece o muestra de ellas).



El mundo del cambio y la pluralidad. (Que precisamente por estas características no puede ser objeto de conocimiento).

b) Mundo inteligible.  

El mundo de las IDEAS: eidos, formas, modelos o prototipos, esencias, conceptos universales. Estos entes ideales que componen el mundo inteligible son eternos, perfectos, inmutables y únicos. Son los auténticos objetos de conocimiento científico, y aquello que puede ser considerado como lo auténticamente real (idealismo platónico).

c) La relación entre el mundo sensible y el inteligible. 

Pensemos en las siguientes expresiones: un buen vino y un buen partido de fútbol, triángulos iguales e iguales oportunidades, diferentes conductas justas, distintas personas guapas, una hoja blanca que en realidad nunca es totalmente blanca y que es diferente al resto de hojas blancas, un conjunto de caballos, todos diferentes entre sí y que, además, ninguno es capaz de reunir todas las cualidades que debería tener un caballo perfecto. Todos estos objetos, todos diferentes y particulares, pueden ser identificados (les podemos atribuir una esencia común a todos los de su misma clase) porque PARTICIPAN de las ideas absolutas y eternas de bondad, igualdad, justicia, belleza, blancura, o la idea universal de caballo. Platón expresa esto diciendo también que los objetos particulares y concretos que pueblan este mundo que captamos a través de los sentidos son copias imperfectas de los modelos eternos. Es necesario que estos modelos sean eternos (y por tanto previos a la existencia de los objetos) porque sino no se podría entender que podamos referirnos a tantos objetos diferentes e imperfectos atribuyéndoles una esencia común y perfecta.



Idealismo platónico: La peculiaridad del pensamiento platónico está en sostener que aquellos conceptos universales, que para nosotros podrían ser tan sólo el resultado de un proceso de abstracción mental, constituyen un mundo de Ideas separado, y que además es el mundo que realmente existe. Para Platón en nuestra mente sólo hay conocimiento de Ideas, pero las Ideas deben existir en un mundo separado y trascendente. (Cuando Platón habla de un mundo inteligible separado lo hace en un sentido metafórico, no como un mundo físico, sino como un género diferente de la realidad). Los objetos del mundo sensible tienen una existencia relativa o participada con relación a las ideas o esencias universales. Para entender esto último quizá pueda ser útil pensar en la diferencia que hay entre una obra de teatro y sus variadas representaciones. O entre los personajes y los diversos protagonistas que los interpretan. Ante la pregunta sobre qué es más real, suponemos que Platón no dudaría en responder que la obra (única, permanente e inmodificable) es mucho más real que la enorme cantidad de representaciones, siempre diferentes, y al mismo tiempo más o menos fieles a aquella obra original y primera. De la misma forma creemos que diría que la realidad de un autor, al menos durante la representación de una obra, se sostiene gracias a la existencia del personaje, y que el público valorará más su actuación a partir de su calidad interpretativa y fidelidad respecto del original.

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En nuestras vidas cotidianas de hoy, curiosamente, sin ser demasiado conscientes, solemos ser mucho más platónicos de lo que pensamos. Pongamos por caso la situación de estar engripados. Nadie dudaría en afirmar que lo que realmente existe son aquellos síntomas que nos obligan a guardar cama: fiebre, dolor muscular, catarro, congestión nasal. Y que, además, no habrá dos enfermos que presenten estos síntomas de forma idéntica. Podríamos decir que en realidad no existe la gripe sino los "enfermos de gripe" y que la gripe es una categoría médica que sólo existe en los libros de medicina. Sin embargo afirmamos con total convencimiento que lo que estamos padeciendo es la gripe, y ese es el estado real que nos obliga a faltar al cole o al trabajo. Para nosotros también el mundo de la ciencia es un mundo del cual damos crédito, sobre todo por los beneficios -y también los perjuicios- que puede comportarnos en nuestra vida diaria. Quizá, aunque podamos criticarle a Platón el haber otorgado un estatus de realidad efectiva al mundo ideal del saber, su aportación fundamental es haber reconocido que por debajo de lo efímero y cambiante (aquellas características del mundo que defendía Heráclito) podíamos alcanzar ideas o explicaciones permanentes o universales. Ésta será justamente la pretensión de la ciencia a lo largo de toda su historia. El problema de Platón fue que al darle una existencia real a ese mundo ideal se alejó de lo que luego sería el concepto de ciencia moderna y le hizo deudor de un filósofo que también tuvo mucha influencia en su pensamiento, Parménides.

Pero estas reflexiones nos alejan del tema de la realidad, y nos conducen al tema siguiente que es la concepción platónica del conocimiento. Hecho, por otro lado inevitable, porque la teoría dualista de las ideas tiene un correlato estrechísimo con la teoría del conocimiento. De momento, antes de entrar en el tema siguiente, completemos la visión que Platón tenía de la realidad comentando su concepción finalista o teleológica.

4. El finalismo. (Timeo) Para comprender la perspectiva finalista de Platón primero definiremos lo que es el finalismo en general, y su posición opuesta, el mecanicismo. Luego veremos cómo se manifiesta la visión finalista o teleológica en el pensamiento platónico. a) Finalismo y mecanicismo. Los hechos se suelen explicar de dos formas: averiguando la causa de porqué ocurren (causa eficiente) o bien la finalidad (causa final), el para qué. El primer tipo de explicación es frecuente cuando estudiamos los fenómenos físicos. El segundo tipo es más frecuente en el estudio de la conducta humana, y también los organismos vivos. Las primeras responden a una concepción mecanicista del mundo (atomismo de Leucipo y Demócrito, o revolución científica del S.XVII), y las segundas a una concepción finalista (Platón y Aristóteles).  

Finalismo. El mundo está ordenado de acuerdo a finalidades, como un organismo vivo, es un COSMOS. Mecanicismo. El mundo responde a leyes mecánicas, los acontecimientos de la naturaleza se explican por relaciones de causa-efecto: causalidad eficiente, no-causalidad final. (responde más bien a la idea moderna de UNIVERSO).

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b) Finalismo platónico.   



El mundo se ordena de acuerdo a los modelos, esta es su finalidad. La existencia del mundo (no la creación “ex-nihilo”) se explica por la actividad del DEMIURGO. Jerarquía en el mundo inteligible: supremacía de la idea de BIEN. Las cosas, las personas, las sociedades tienden a la mejor “participación” de los modelos, a la más buena. Por ello la idea de BIEN es como el SOL: luz que permite el conocimiento de las ideas, pero también condición de su propia existencia. De la misma forma que el sol es causa de la luz y condición de la visión de los objetos del mundo sensible, la idea de Bien es la luz o condición del conocimiento (equiparación entre alcanzar la verdad y purificar el alma o actuar bien = intelectualismo moral). En otro sentido, la idea de Bien también es condición de la existencia del resto de las ideas, de la misma forma que el sol es condición de vida en el mundo de la generación y el cambio. Si prescindimos del Bien no tiene sentido hablar de modelos ni de participación, en suma, de concepción finalista. El finalismo platónico también es una respuesta al mecanicismo atomista. Admitir el carácter mecánico y, por tanto, fortuito de la realidad, equivale a negar la condición de todo conocimiento verdadero: el reconocimiento de aspecto necesarios de la realidad que, por su condición de tales, la hacen cognoscible.

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