Pobres y vulnerables Notas sobre la migración internacional y sus relaciones con la pobreza y la vulnerabilidad

Pobres y vulnerables Notas sobre la migración internacional y sus relaciones con la pobreza y la vulnerabilidad Eramis BUENO SÁNCHEZ Profesor e Invest

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Pobres y vulnerables Notas sobre la migración internacional y sus relaciones con la pobreza y la vulnerabilidad Eramis BUENO SÁNCHEZ Profesor e Investigador del Programa de Población y Desarrollo de la Unidad Académica de Ciencias Sociales de la UAZ. Profesor Consultante del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de la Habana. Los temas de la pobreza, la vulnerabilidad y la migración, en específico la migración internacional, constituyen sin lugar a dudas aspectos centrales de las agendas de los debates internacionales, nacionales y aun regionales, así como ejes articuladores de un número importante de investigaciones y estudios. Importante es el debate en torno a la naturaleza de las relaciones entre estos aspectos de la problemática mundial de nuestros tiempos. ¿qué tanto es la influencia de la pobreza sobre las corrientes migratorias internacionales?, ¿qué mediaciones se verifican entre ambos aspectos?, ¿en qué contextos y situaciones la pobreza incide sobre la migración y en cuales no?, ¿qué incidencia tiene la migración sobre la pobreza?, ¿qué vínculos se verifican entre la vulnerabilidad sociodemográfica y la migración internacional?; estas y otras interrogantes constituyen el centro de muchos estudios o son objeto de múltiples referencias en diferentes análisis. Un aspecto en continuo debate, sobre todo ante la ausencia de información sólida sobre el perfil dominante de los emigrantes, es la vinculación entre migración y pobreza. Se ha repetido en múltiples oportunidades que las evidencias muestran que, en la generalidad de los casos, no es en los sectores más pobres en donde se originan los flujos migratorios más importantes, a causa, entre otras razones, de los altos costos de la migración, y de las exigencias o requerimientos de los potenciales mercados de trabajo en los lugares de destino.[1] En las presentes notas se hace un examen preliminar de las relaciones que se detectan entre la migración internacional y los problemas de la pobreza y la vulnerabilidad. Migración internacional y pobreza Casi todo el mundo tiene una percepción más o menos clara de lo que es la pobreza porque la padece, porque le teme, porque la usa como medio político, porque la tiene como finalidad de estudio. Se ha dicho que ser pobre es feo y cansa, pero es muy difícil dejar de serlo. La pobreza evidencia consecuencias adversas para las personas, y para poder

enfrentarla es necesario tener un conocimiento claro de su naturaleza, sus causas y formas de manifestarse. La reproducción de la población requiere que las personas satisfagan un conjunto de necesidades que pueden ser, entre otras, básicas, complementarias, materiales y espirituales. La satisfacción de las necesidades va de un extremo en que las personas y sus hogares satisfacen todas sus necesidades, a otro en que las personas no llegan a cubrir sus necesidades más elementales. Ciertamente, el concepto de nivel de vida se refiere al grado en que se satisfacen las necesidades de la población para garantizar su reproducción. La pobreza puede ser vista, de una parte, como la privación de las necesidades básicas; se le puede enfocar también como la carencia de los medios para satisfacer esas necesidades: empleo remunerado, disponibilidad de activos, fondos sociales de consumo, etc.; así como desde el punto de vista de la pertinencia de ciertos medios para satisfacer las necesidades. En otro orden de cosas precisa distinguir entre pobreza absoluta y relativa. La pobreza absoluta parte de que los seres humanos requerimos un mínimo para sobrevivir y se refiere a los hogares o a las personas que no pueden satisfacer las necesidades alimentarias mínimas para subsistir, cualquiera sea el contexto en el que vivan. La pobreza relativa se basa en la posición de personas o familias en comparación o relación con otras de una misma comunidad. En buena medida la pobreza es un reflejo del comportamiento del mercado de trabajo. Cuando los niveles de ingreso son muy bajos y resultan insuficientes para adquirir la canasta básica alimenticia, en este caso el grupo familiar se encontrará en situación de indigencia o de pobreza extrema. De esa manera, hay varias formas de definir la pobreza, de calcularla y de determinarla, pero en general, la pobreza es hambre, es falta de techo bajo el cual resguardarse, es estar enfermo y no poder ser atendido por un médico. La pobreza es no poder ir a la escuela y no saber leer. La pobreza es no tener trabajo, tener miedo al futuro y a vivir día a día. La pobreza es perder a un hijo debido a enfermedades relacionadas con el agua impura. La pobreza es impotencia, falta de representación y libertad.[2] Los pobres no sólo sufren la falta de ingresos y de acceso a bienes y servicios básicos, sino también experimentan un estatus social limitado; marginación en el espacio urbano y un entorno de vida degradado; un acceso limitado a la justicia, a la información, a la educación, al poder de toma de decisiones, y a la ciudadanía; así como una vulnerabilidad a la violencia y pérdida de seguridad. Por otra parte hay cada vez mayor consenso en reconocer que la pobreza tiene rostro de mujer. Si bien es cierto el análisis de las manifestaciones de la pobreza evidencia consecuencias nefastas para las personas; es importante reconocer que tiene un rostro particular cuando se hace referencia a las mujeres. La mayoría de los cerca de 1300 millones de

personas que viven en condiciones de pobreza y miseria son mujeres. Las estadísticas internacionales confirman que en todo el mundo, las mujeres ganan como promedio un poco más del 50% de lo que ganan los hombres. La feminización de la pobreza no se expresa a través de la mayor representación de mujeres entre las personas pobres sino también a través de las características que asume la pobreza de las mujeres, el período en que permanecen en esta situación, las dificultades que enfrentan para superarla y los efectos sobre su calidad de vida y del resto del grupo familiar. La mayoría de los millones de habitantes más pobres del planeta son personas que viven en un entorno ambiental en rápido proceso de degradación y en condiciones cada vez más difíciles y desesperadas, mientras las comunicaciones globales les permiten ser más conscientes que nunca de los niveles de prosperidad alcanzados en el resto del mundo. “En una economía mundial de 25 billones de dólares esto es un escándalo, que refleja desigualdades vergonzosas y el fracaso inexcusable de la política nacional e internacional”.[3] Datos aportados por organismos de las Naciones Unidas indican que 160 millones de niños sufren de malnutrición moderada o severa, mientras que 110 millones no asisten a la escuela, las mujeres son pobres en medida desproporcionada; las personas de edad suelen vivir sus últimos años en la pobreza y el abandono. "Casi 1000 millones de personas son analfabetas. Bastante más de 1000 millones carecen de acceso a agua potable. Unos 840 millones tienen hambre o enfrentan inseguridad alimentaria. Y se estima que casi la tercera parte de la población de los países menos adelantados no sobrevivirá hasta la edad de 40 años"[4]. No obstante que las Naciones Unidas declararon a 1996 como el año de la eliminación de la pobreza, se mantiene en el mundo una cifra que se estima entre los 1,200 a 1,300 millones. Según el uno de los informes sobre el Desarrollo Humano que produce anualmente el PNUD, en los albores de un nuevo milenio más de 1.200 millones de personas luchaban por sobrevivir con menos de $1 diario; y más del doble, 2.800 millones, con menos de $2 diarios.[5] Vivir con $1 diario no significa poder permitirse lo que podría comprarse con $1 una vez convertido a la moneda local, sino el equivalente de lo que podría adquirirse con $1 en los Estados Unidos: un periódico, un billete de autobús urbano, o un paquete de arroz.[6] El mismo informe reconoce que los datos muestran que globalmente la proporción de personas que viven con menos de $1 diario descendió desde casi el 30% en 1990 hasta el 23% en 1999. Pero la situación no es la de un buen progreso en general. Se trata más bien de ciertos países que siguen adelante mientras otros ven cómo su mala situación incluso empeora. Gran parte de la impresionante reducción en la pobreza global ha sido impulsada por el increíble crecimiento

económico de China en la década de los 90, superior al 9% anual, que logró sacar a 150 millones de personas de la pobreza.[7] Por otra parte, en el informe sobre el Desarrollo Humano de 1999 se reportaba que § el activo de las tres personas más ricas del mundo es superior al PNB de todos los países menos adelantados; § el activo de las 200 personas más ricas es superior al ingreso combinado de 41% de la población mundial; § una contribución anual de 1% de la riqueza de las 200 personas más ricas del mundo podría dar acceso universal a la educación primaria para todos (siete mil a ocho mil millones de dólares). En otro orden de cosas, a los pobres de siempre se suman más y nuevos tipos de pobres, tal vez para recordamos que vivimos bajo un sistema que no renuncia a reproducirse, y con ello engendra como efecto necesario riqueza para unos pocos y pobreza para casi todos. El proceso de globalización económica y de apertura comercial en la región —reconoce la CEPAL— ha generado nuevos focos de pobreza. Se trata de una nueva pobreza, pobreza educada, que afecta a la clase media especialmente, desplazada por el impacto de los ajustes económicos. A juicio del organismo internacional, el fenómeno se produce porque los ajustes provocan que “la gente pierda los beneficios” que tenían en una economía cerrada. “Es una nueva pobreza, una pobreza distinta, de gente habituada a un nivel de consumo, con acceso a servicios que ya no pueden tener”. Es un hecho que la acumulación capitalista no ofrece desarrollo para todos: incluye desempleo y desigualdad. A mayor desarrollo del capital, más depauperación relativa, en el sentido de que hay cada vez más pobres en comparación con las posibilidades de producción del capitalismo. Pero ahora aparece una marginación creciente y no como ejército industrial de reserva transitorio, sino como producto de la automatización en la industria, de la creciente productividad del trabajo y de las peores condiciones laborales. La incorporación de gran alcance de las nuevas tecnologías ha conducido a que el ejército industrial de reserva sea cada vez menos de “reserva” y se tenga de manera permanentemente una población marginada debido a la automatización en las industrias avanzadas y el incremento de la productividad. Conviene reconocer que la pobreza es un fenómeno complejo no reductible a una sola dimensión como puede ocurrir en diferentes tipos de análisis. Es así como se están reconociendo diferentes perspectivas desde las cuales analizarlo. Muchos enfoques convienen en clasificar en situación de pobreza a los grupos familiares cuyo ingreso se encuentra bajo la línea de pobreza, determinada como la cuantía de recursos que requiere una familia para

satisfacer sus necesidades básicas. A su vez se define el concepto de “brecha de pobreza” como la cantidad agregada de recursos — normalmente expresada como porcentajes del PGB— que se requeriría transferir para asegurar que todas las familias logren situarse sobre la línea de pobreza.[8] Recientemente se ha estado trabajando en la elaboración de métodos para medir la pobreza de manera que el monto y tipos de pobres están determinados en buena medida por los nuevos métodos. Uno de ellos, denominado directo o de necesidades básicas insatisfechas (NBI), especifica las necesidades humanas esenciales y las normas de satisfacción mínima para cada una de ellas. Los hogares o personas que no alcanzan el umbral fijado para estas necesidades, se consideran en situación de pobreza. En el enfoque indirecto o de línea de pobreza (LP) referido anteriormente, se parte de fijar el costo de una canasta que sea suficiente para satisfacer las necesidades básicas y se definen como pobres quienes carecen de los ingresos que les permitan acceder a esa canasta. Además, se valora que una medición apropiada requiere tomar en cuenta simultáneamente seis variables y sus interrelaciones: a) ingreso corriente; b) derecho de acceso a servicios o bienes gubernamentales; c) propiedad (o derecho de uso) de activos que proporcionen servicios de consumo básico (o dicho de otro manera, un patrimonio básico acumulado); d) niveles educativos, habilidades y destrezas; e) tiempo disponible para la educación, el descanso, la recreación y el trabajo del hogar, y f) activos no básicos.[9] La toma en cuenta simultánea de los dos enfoques de medición aludidos ha dado lugar al método integrado de medición de la pobreza (MIP) que define en primera instancia tres grupos de pobres: a) los que son pobres por ambos métodos; b) los que lo son sólo por el de necesidades básicas insatisfechas; y c) los que lo son solamente por la “línea de pobreza”. Los primeros suelen llamarse pobres crónicos mientras que los segundos y terceros se denominan pobres inerciales y pobres recientes respectivamente. Así por ejemplo, con arreglo a estas consideraciones se estimó que en 1986 en América latina 61% de los habitantes de la región se encontraba en condiciones de pobreza; 32% en pobreza crónica; 11.5% de pobres sólo bajo la línea de pobreza y 18% sólo con necesidades básicas insatisfechas.[10] En América latina los pobres representaban 40% de todas las familias en 1980, pero un reporte reciente publicado en el Periódico “La Jornada” de México indica que “más de la mitad de los 400 millones de latinoamericanos no puede satisfacer sus necesidades básicas y subsisten 102 millones de indigentes que ni siquiera logran darle de comer a sus hijos. Con pobres cada vez más pobres, ricos cada vez más ricos, y una clase

media que se evapora, una nueva miseria se apodera de América Latina para convertirla en una de las regiones más desiguales del mundo”.[11] En la Región alrededor de 91 millones de personas se convirtieron en pobres en los últimos 20 años; en total, 226 millones viven con menos de dos dólares al día en América Latina. No sólo aumentó la cantidad de pobres en términos absolutos,- comenta el mismo artículo-sino que también hubo un nítido crecimiento de la indigencia o miseria extrema: ahora hay 40 millones más de indigentes que hace 20 años. Eso significa que 102 millones de personas no tienen los ingresos necesarios para consumir el mínimo de proteínas y calorías necesarias para vivir. [12] La pobreza constituye sin lugar a dudas uno de los efectos visibles de un sistema que engendra simultáneamente riqueza concentrada en reducido porcentaje de la población a cambio de la pobreza distribuida entre la mayor parte de ella. En términos de países, el avance de algunos y el atraso de otros son resultados complementarios y lógicos de este sistema de explotación que va generando a la vez, en estrecha e indisoluble relación recíproca de causa y efecto, bienestar y adelanto para una minoría, atraso y explotación para la mayoría. Este hecho se reconocía al cabo de los 50 años de creación de las Naciones Unidas. "Lo que se percibe es un impresionante panorama de adelantos humanos sin precedentes y de padecimientos humanos inenarrables, del progreso de la humanidad en varios frentes a la par del retroceso de la humanidad en varios otros, de una pasmosa propagación de la prosperidad a escala mundial junto a una deprimente expansión a escala mundial de la pobreza".[13] En particular, tal extensión de la pobreza y las privaciones humanas se asocia a la aceleración del crecimiento de la población humana, con referencia a los países en vías de desarrollo, hasta niveles sin precedentes. Así y todo, el avance de la transición demográfica en la región no ha implicado mejor absorción de la fuerza de trabajo, ni ha contribuido a superar la situación de pobreza y miseria que afecta a buena parte de la población latinoamericana. Se reconoce que en la “década perdida” uno de los grandes perdedores ha sido la equidad. El poder de compra real de los salarios disminuyó más que el producto per cápita en la mayor parte de los países; el desempleo aumentó en forma significativa a mediados de los ochenta y era aún elevado en muchos países al llegar a 1990; la distribución primaria del ingreso cambió regresivamente, y como corolario el porcentaje de la población en situación de pobreza en la región aumentó a cerca de 40 por ciento.[14] En los años ochenta, la crisis "de la deuda" se generaliza, provocando un descenso del PBI per cápita en varios países, con un retroceso en el nivel de vida de los sectores medios e incrementos en los niveles de pobreza e indigencia.6 La distribución del ingreso, globalmente muy desigual, sufre retrocesos en

algunos países como Argentina y Uruguay, que históricamente se habían destacado por sus niveles de homogeneidad social en comparación con el contexto regional.[15] Pero además, ya en el transcurso de la década de los noventas se creó un fuerte contraste entre la reactivación económica y la recuperación de la estabilidad, por un lado, y por el otro el deterioro de la condición social de segmentos amplios de la población, incluidas porciones importantes de las clases medias urbanas que en las décadas anteriores se habían apropiado de una proporción importante del producto. La persistencia y en algunos casos el agravamiento de la pobreza y la desigualdad social indican que carece de sustento real la hipótesis de la teoría económica convencional según la cual la recuperación de la inversión y del crecimiento conduce a la espontánea distribución progresiva de los beneficios del crecimiento una vez que se permite al mercado operar conforme a su propia dinámica y racionalidad. Después de una década de reformas orientadas hacia el mercado, la recuperación de la inversión y del producto y el restablecimiento de los flujos externos prueban ser compatibles con el deterioro de las condiciones de vida y el empobrecimiento de segmentos amplios de la población. Destaca en particular el incremento de la polarización social y la progresiva configuración de sociedades de minorías muy ricas y mayorías empobrecidas.[16] La región de América latina y el Caribe es la que muestra mayor inequidad en la distribución del ingreso, situación que no se ha revertido la década anterior; "la coexistencia de crecimiento económico y polarización social, de enriquecimientos espectaculares y empobrecimientos persistentes, constituyen la realidad contradictoria de los escenarios generados por la reestructuración de nuestras economías y sociedades en clave de una nueva fórmula de poder. Lo que se está presenciando en términos de precarización laboral, fragmentación del tejido social, preservación e incluso ahondamiento de las desigualdades sociales, es la dimensión social del ajuste económico “realmente existente” que al mismo tiempo que favorece la reactivación de la economía y la elevación sostenida de los ingresos de las élites, deteriora la condición social y excluye a un arco amplio de actores sociales. No se trata de limitaciones o cuestiones pendientes de ser encaradas por el ajuste, sino los efectos del mismo".[17] La migración es una de las acciones más antiguas contra la pobreza, de hecho no es un fenómeno nuevo, aunque en la actualidad asume características complejas en un escenario político, económico y cultural distinto. Algunas de las causas por las que las personas migran son: Desempleo, subempleo y salarios bajos, pobreza y marginación, tradición, reunificación familiar, catástrofes naturales, empleos mal remunerados y condiciones de trabajo deplorables, empleos disponibles en otros países, falta de alternativas de vida.

Se han realizado estudios para determinar en que medida factores como la pobreza y la degradación del medio ambiente dan lugar a la migración de Sur a Norte. Un análisis econométrico en el que, entre otras cosas, se establecía una relación entre los niveles de ingresos y la deforestación en los países de origen y las tasas de emigración hacia los países desarrollados, indicó que los bajos niveles de ingreso reducían la emigración, en tanto que los ingresos por encima de determinado umbral la aumentaban. Además, el aumento de los niveles de deforestación tendía a incrementar la emigración. Estos resultados y los de otros estudios revelaron los complejos vínculos existentes entre la pobreza o la degradación del medio ambiente y la migración internacional. Debido a los altos costos de la migración internacional, la pobreza, por lo general, reducía la capacidad de migrar, salvo que intervinieran otros factores que obligaran a “migrar para sobrevivir”. Se consideró que los efectos de la degradación del medio ambiente en la migración eran principalmente indirectos, pues afectaban a las condiciones económicas que, a su vez, podían fomentar los desplazamientos. No obstante, era posible que las crisis ambientales fueran una causa directa de los desplazamientos de población, la mayoría de los cuales no solían rebasar las fronteras del país.[18] Tal vez no exista una teoría coherente que explique los vínculos entre la migración y la pobreza, pero no son pocos los que reconocen que la pobreza es una de las causas que motivan la migración internacional, sobre todo de los países del sur que son fuertes expulsores de hombres y mujeres hacia los países desarrollados. No son pocos los análisis que sitúan entre las causas complejas de los movimientos de población, aquellas relacionadas con la pobreza, los programas de ajuste estructural y la migración como una estrategia de supervivencia. Por ejemplo, la migración, que obedece a una difícil situación económica y la generalización del desempleo, es una de las corrientes migratorias que aumentan con mayor rapidez en la CEI. La migración de mano de obra suele amortiguar los efectos de la inflación y la reducción de ingresos, contribuyendo a evitar la pobreza. A causa de ella ha surgido un nuevo sistema informal de empleo. La mayor parte de estos migrantes son irregulares y a corto plazo, y buscan trabajo en el comercio, la construcción y la reparación, el transporte y otros servicios. Muchos migrantes de este tipo combinan su empleo oficial permanente en el sector público o privado con el trabajo a corto plazo en otras ciudades u otros países. El dinero ganado en el país huésped es la fuente principal de ingresos de muchos refugiados y personas desplazadas.[19] Para el caso de Africa Subsahariana se comenta que la evolución de las pautas de migración, en particular la intensificación de la migración ilegal, así como el tráfico de emigrantes, puede atribuirse a la pobreza, a las

privaciones humanas y al empeoramiento de las condiciones sociales y del empleo.[20] A medida que la pobreza, el desempleo y la inseguridad socioeconómica se intensifiquen, una parte de la migración que de otro modo hubiese ocurrido dentro del país se convertirá probablemente en una migración de sustitución en las zonas urbanas y luego en una migración ilegal más allá de las fronteras, hacia países relativamente más prósperos.[21] Cuando se trata de identificar las causas principales de la migración internacional y más en especial de las migraciones entre países desarrollados y en vías de desarrollo, las conferencias y organizaciones internacionales raras veces dudan en mencionar a la pobreza y a la diferencia de ingreso entre los países de origen y de destino entre los migrantes como la más importante de ellas. La migración entre países desarrollados y en vías de desarrollo sería una consecuencia de la creciente desigualdad en ingresos entre ellos así como en el seno de los países de origen que han acompañado a la globalización. Un ejemplo de la aceptación generalizada de esa premisa lo da la sección 10.2 del capítulo 10 del Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, en la cual se recomienda la disminución de la pobreza como política adecuada para evitar la emigración masiva desde los países menos desarrollados hacia los más desarrollados.[22] En otras investigaciones se concluye que las diferencias en ingreso y pobreza entre los países del Norte y del Sur parecieran respaldar la creencia de que la pobreza es la gran causa de las migraciones y, por consiguiente, que a mayor pobreza mayor sería la emigración. Esa conclusión no coincide con los resultados alcanzados por numerosos estudio sobre la materia. Así, por ejemplo, un estudio reciente en el cual se hizo una amplia revisión de los resultados de las investigaciones sobre el tema y un análisis econométrico relacionando los niveles de ingreso de los países de origen de los migrantes con las tasas de emigración hacia los países desarrollados, concluyó que “la pobreza extrema de hecho actúa como una barrera a la migración internacional porque los muy pobres no tienen los recursos financieros y sociales para emigrar. Sin embargo en los niveles de ingreso intermedios la tendencia a migrar aumenta cuando las familias llegan a ser capaces de optar por la migración internacional como una estrategia para diversificar los riesgos económicos. A niveles más altos de ingreso la propensión a migrar internacionalmente disminuye”.[23] Así y todo, el tratamiento de las repercusiones de la migración internacional esta indisolublemente ligado a la búsqueda de la equidad social, por lo que su inclusión en el plano de la lucha contra la pobreza y la desigualdad, en el plano del empleo y la seguridad social y en el plano de las prestaciones sociales, involucra a toda la población de la región, cualquiera que sea su origen o nacionalidad.[24]

Desde nuestra perspectiva, -comenta un documento de la CEPAL- la principal causa del constante flujo migratorio en nuestro hemisferio se debe a la pobreza y exclusión del desarrollo económico en que se encuentran sumergidos amplios sectores de nuestra sociedad. Es además, una de las consecuencias, que el propio Banco Mundial ha reconocido de la práctica neoliberal y de globalización de la economía. Estos sectores al verse expuestos a una situación de constante postergación en sus países, salen a la busca de nuevos horizontes con la intención de encontrar un futuro mas alentador para sus vidas y el de sus familias.[25] Las situaciones de violencia civil y de las confrontaciones políticas, la pobreza y la miseria extrema y la búsqueda de mejores condiciones de vida seguirán expulsando a millones de personas de sus lugares de origen y ese flujo tendrá repercusiones socioculturales en los países receptores.[26] Las motivaciones para partir siguen siendo las mismas: diferencia en los niveles de vida entre países, pobreza, búsqueda de mejores condiciones económicas y sociales, inestabilidad política, persecución religiosa, guerras, desastres naturales.[27] Skeldom se propuso poner de manifiesto el carácter complejo de las relaciones entre pobreza y migración. La migración puede involucrar costos económicos y sociales al igual que beneficios. En muchas áreas la migración se nos presenta como una probabilidad de sobrevivencia y de alivio a la pobreza, pero al mismo tiempo el desplazamiento de la población puede acarrear situaciones de explotación y pobreza. De ahí que ante los conformadores de políticas se alza el desafío de facilitar los tipos de movimiento que tengan la probabilidad de aliviar la pobreza y a su vez se de protección a los trabajadores migrantes contra el abuso y la explotación. Es probable que la relación entre migración y pobreza en las economías dinámicas de Asia Oriental sea, por ejemplo, diferente, de las que se dan en las economías más estancadas de África subsahariana. Dentro de las regiones y dentro de los países, habrá también variaciones. No puede haber ninguna recomendación de política universal, una sola y simple interrelación entre la migración y pobreza.[28] Con relación a Centromérica se indica en un estudio que en los decenios de 1970 y 1980 se acentúan y generalizan los problemas vinculados con las rigideces de la economía, la desigualdad social, la pobreza y la inestabilidad política, y dan lugar a una escalada de violencia en casi toda la subregión. La crisis política se sumó a un crecimiento negativo del producto interno bruto, aumento del desempleo, disminución de los ingresos y agravamiento de la pobreza, lo que gatilló la salida forzada de numerosos contingentes que se movilizaron tanto dentro del istmo como hacia México, los Estados Unidos y Canadá. En esa etapa la movilidad fue variada y constaba de un significativo número de refugiados, desplazados, indocumentados, familiares y profesionales.[29]

Para el caso de República Dominicana, un tema importante para las políticas de mercado de trabajo se refiere a las migraciones laborales, particularmente las provenientes de Haití. Constituyen flujos migratorios que tienen como destinos sectoriales principales la agricultura y la construcción, de lo cual la economía dominicana deriva beneficios positivos. No existe total claridad de la extensión del fenómeno de sustitución de mano de obra dominicana por haitiana en la construcción, sin embargo estudios de la Secretaría de Estado de Trabajo sugieren que 27 de cada 100 trabajadores de la construcción son haitianos y estos se concentran en las ocupaciones menos calificadas (peones y ayudantes). Se reconoce que el principal problema con las migraciones haitianas tienen que ver con sus condiciones de ilegalidad generalizada y las inferiores condiciones de trabajo a que son sometidos los trabajadores (salario, desprotección social, etc.).[30] De los trabajadores haitianos utilizados por el sector construcción, la mayoría son trabajadores no calificados, o sea peones y ayudantes. Concretamente el 50% de los trabajadores empleados como peones son haitianos y en el caso de ayudantes un 47%.[31] En la Republica Dominicana, por ejemplo, los inmigrantes haitianos representan un grupo con diferencias culturales y lingüísticas considerables en relación a la población nativa. Sin embargo, se trata de un grupo con muy pocas posibilidades para hacer demandas sociales sobre la sociedad receptora, ni para recibir servicios educativos con recursos públicos y mucho menos para recibirlos en su propio idioma.[32] En particular, las denuncias del tráfico de niños haitianos hacia República Dominicana son reiteradas. Se estima que por año son miles los niños traficados desde Haití, muchos de ellos para trabajar en el campo, en la construcción o en las calles. Algunos son traficados sin el consentimiento de sus padres, otros, en el marco de graves penurias y carencias de todo tipo, toleran la situación. Se estima que los traficantes obtienen unos 80 dólares por cada niño y que los guardias fronterizos también reciben una congrua cantidad de dólares por mirar hacia otro lado. Unos seiscientos mil haitianos indocumentados viven en República Dominicana, según datos oficiales de este último país, y cuando son detectados son devueltos a su país de origen, donde los organismos internacionales estiman que unas 8 millones de personas viven en la pobreza total.[33] De hecho, la política económica de muchos gobiernos tiene una influencia estimuladora del fenómeno migratorio, en tanto que, como es de reconocimiento de teóricos y analistas, en las últimas décadas ha provocado que una parte significativa de la población mundial viva en la pobreza. Afirmaciones más fuertes indican que no existe una relación de causa a efecto entre la pobreza y la emigración. La emigración desde zonas muy pobres suele ser muy poco común, porque las personas carecen del

capital económico necesario para viajar, del capital cultural necesario para tomar conciencia de las oportunidades que hay en otros lugares y del capital social (o las redes) que se necesita para lograr encontrar trabajo y hacer frente al nuevo medio. Sin embargo, en caso de producirse una catástrofe, como una guerra o una degradación medioambiental, que destruya los niveles mínimos de subsistencia, incluso los más pobres pueden verse forzados a migrar, por lo general en muy malas condiciones. La migración es, por ello, tanto un resultado como una causa del desarrollo. El desarrollo lleva a la migración, porque las mejoras económicas y educacionales hacen que las personas puedan buscar oportunidades mejores en otros lugares. Según las investigaciones, en las zonas en desarrollo lo más probable es que sean los grupos de ingresos medios los que se vayan. Para avalar lo anterior, se puede citar por ejemplo, el estudio de caso referido a la migración de argentinos a Mallorca, donde Cofre destaca que los que migran no integran los porcentajes de "población bajo la línea de pobreza, o indigencia". Esta población, que corresponde a un porcentaje superior al 53% de los argentinos son los que se pueden denominar "excluidos", ya que no tienen ninguna posibilidad de cambiar su situación migrando, pues no pueden afrontar el gasto que implica este hecho y tampoco integran las redes que les permitan revertir su situación, excepto que tengan algún familiar en el destino que les facilite el desplazamiento, alojamiento y trabajo inicial. Migra la clase media y la clase media-alta; la clase media que teme seguir empobreciéndose y teme pasar a formar parte de los "excluidos". Inclusive padres y abuelos que han sido inmigrantes en Argentina apoyan y animan a sus descendientes a migrar, debido a ese temor presente; ellos, que lo dejaron todo por lograr un futuro mejor para sus hijos y nietos y que padecieron el desarraigo y la añoranza que implica abandonar el lugar de origen, ayudan a tomar la decisión a pesar de los sufrimientos afectivos que vivirán con este segundo desprendimiento.[34] Se argumenta que la falta de la relación directa entre la pobreza y las migraciones internacionales no sólo pone en duda la creencia de que la disminución de la pobreza reducirá las migraciones Sur-Norte, sino que sugiere que ellas podrían aumentar la emigración desde los países que, a pesar de haber disminuido su pobreza en términos absolutos, siguen siendo relativamente pobres en comparación con los más desarrollados. Sin embargo, esa conclusión es tan arriesgada como su contraria y cualquier otra que no tome en cuenta la multiplicidad de factores que intervienen en la decisión y la acción de emigrar así como en el carácter de las migraciones y en los procesos de incorporación a la sociedad receptora. No suelen ser los más pobres de los pobres los que emigran, pues se requiere un capital y destrezas mínimas para emigrar. Pero en una alta proporción son estratos en condiciones de pobreza los que se aventuran,

justamente para sacar a sus familias de ella. Así lo indican las encuestas de ingreso y gasto de los hogares: es obvio que incide mucho menos la pobreza en los hogares receptores de remesas. Se desprende que alrededor del 85% de estas se dedica al consumo, preponderantemente de alimentos. Este dato, sin más, revela la intención económica y social de estos envíos de dinero. Además, son las mujeres quienes mayoritariamente administran estos recursos .y más racionalmente. en favor de sus hijos. Los gastos en salud y educación pueden considerarse de inversión de largo plazo. Pero más concretamente, en este campo de la inversión destacan las mejoras y ampliaciones e incluso la adquisición de vivienda, o de terrenos, como parte medular de la lógica del emigrante que piensa en su retorno. Con todo, el ahorro y la inversión productiva (aquella efectivamente generadora de empleo e ingresos) ocupa un lugar marginal .entre un 3% y un 5%, según el país. del total de las remesas recibidas.[35] De todos los planteamientos anteriores se desprende que las afirmaciones en pro y en contra de atribuir las migraciones internacionales a la pobreza y otros fenómenos a ella asociados, deben ser muy cuidadosos, y referidos a contextos y situaciones específicos. No es lo mismo la migración de argentinos a Mallorca, por ejemplo, que significa, entre otros aspectos, altos costos de traslado, que la migración de haitianos a República Dominicana, que tienen una frontera común. Habría que tomar en consideración también las características de la pobreza absoluta y relativa. Muy probablemente los que en un país se encuentran en condiciones de pobreza relativa puedan asumir los costos de traslado a países que se encuentren a largas distancias, pero de todas formas estamos hablando de pobres y pobreza. Si atendemos a la migración irregular, seguramente no son los de clase media precisamente los que afrontarían los riesgos que la ilegalidad supone. Muy a propósito el comentario de Criado. No es mi intención defender que no existe pobreza detrás de la migración, sólo apuntar que en la actualidad este proceso obedece a un espectro más amplio de causas que van más allá de la necesidad económica. Pues, aunque la escasez siga siendo un elemento importante, ha dejado de tener como único referente a la pobreza. En el transcurso de la investigación no dejó de sorprenderme lo singular de algunas situaciones que tuve oportunidad de conocer y que hacían añicos la imagen dominante, homogénea y ciertamente plana, de los inmigrantes. Imagen que, fuera de las evidencias, tiene su fundamento más sólido en esa amalgama de convicciones –mezcla de valores, prejuicios y creencias– que conforma el referente común. Ello no significa, es obvio, que todos los que emigran sean de origen acomodado y próspero, como si de pronto la a veces terrible panorámica que hay detrás de muchos casos de emigración, hubiese desaparecido, trastocándose ésta en algo

propio de modernos hijos pródigos. Pero es patente que no hay un solo tipo de inmigrante y que, por tanto, los móviles económicos no siempre son determinantes.[36] Vulnerabilidad y migración internacional Desde el punto de vista del concepto moderno que se tiene de lo que es la vulnerabilidad, en particular las vulnerabilidades social y demográfica, la migración internacional supone riesgos para individuos, hogares y comunidades, y a su vez, es uno de los fenómenos influyentes en los desplazamientos de personas en los países de la región, junto a otros hechos tales como las desigualdades en el nivel de desarrollo entre países, las insuficiencias estructurales de dichos procesos, las diferentes oportunidades laborales y salariales, la incertidumbre y creciente vulnerabilidad social y también la inestabilidad o fragilidad de los regímenes y las ocasionales consecuencias de desastres naturales. Se.democráticos que se potencian con la cada vez mayor.reconoce que aunado a esos factores es dable suponer que en la .facilidad de medios de transporte y comunicación región se refuerce simultáneamente la operación de las redes sociales de migrantes y se consoliden comunidades transnacionales, al mismo tiempo que continúe la afluencia de recursos bajo la forma de remesas a los países de origen; todos actúan como factores perpetuadores de la migración y tornan cada vez más ineficaces las normativas tradicionales. Frente a estos hechos, los escenarios de globalización y apertura, particularmente los acuerdos de integración comercial y los de carácter multidimensional en bloques de países entregarán un papel cada vez más protagónico y visible a los fenómenos migratorios, mostrando que la lógica del mercado y de búsqueda de oportunidades es más fuerte que cualquier intento de inmovilización.[37] Varias investigaciones desarrolladas en América Latina y el Caribe dan cuenta de determinados vínculos entre las vulnerabilidades social y demográfica con la migración internacional. Se acepta que con la emergencia de la migración masiva desde países pobres a países desarrollados se abren nuevos flancos de vulnerabilidad tanto para comunidades y hogares por pérdida de recursos humanos, sobre todo calificados y en edades productivas, respectivamente, como para los individuos .los riesgos de discriminación, explotación, exclusión y maltrato., aunque es evidente que también se abren opciones de fortalecimiento, mediante varios mecanismos, para todos estos actores y entidades[38] Con referencia a la Región del Caribe una investigación reconoce que la migración internacional presenta el riesgo sociodemográfico de la pérdida de fuerza laboral económicamente activa capacitada y calificada, lo que, sin embargo, debe considerarse a la luz de los evidentes beneficios que las sociedades de la región obtienen como resultado del movimiento circular de personas y recursos. Habiendo dicho esto, cabe reconocer que

los altos niveles de movimiento de los recursos humanos calificados y capacitados de la región debilitan la capacidad del Estado de prestar servicios de alta calidad a los miembros del público que no tienen otra alternativa más que esa. Una recomendación que surge en este aspecto es la declaración de estos profesionales como bienes públicos internacionales, cuya capacitación esté a cargo de los países que se beneficien con sus servicios. Los profesionales estarían pues obligados a dedicar tiempo de su vida profesional en todas las sociedades que se hicieron cargo del costo de capacitarlos.[39] Entre los trabajos que marcan fuertemente el inicio de un interés creciente por el tema de la vulnerabilidad están los basados en el asset/vulnerability framework planteado por Caroline Moser[40], que se centra en las relaciones entre la pobreza y las características de los hogares y su entorno. El enfoque de Moser plantea que los pobres hacen frente a su situación precaria por la vía de recurrir a sus activos tangibles (trabajo, capital humano, vivienda) o intangibles (relaciones domésticas y capital social)[41] y, segundo, resalta el papel de los activos de los pobres y no el de sus pasivos, lo que sugiere que las políticas apropiadas para salir de la pobreza y enfrentar las crisis socioeconómicas deben promover el uso de los primeros. Vale decir que más que proponer una definición de activos, Moser define categorías para los activos de las personas (mujeres, hombres y niños), hogares y comunidades pobres de las zonas urbanas en función de un quíntuple "marco de vulnerabilidad de los activos". El énfasis que se pone en reconocer la relevancia de los activos surge del cuestionamiento que se hace a muchas intervenciones dirigidas a combatir la pobreza y que actúan esencialmente sobre los ingresos, despreocupándose de los mecanismos, factores, características y oportunidades que tienen, adquieren o reciben los actores para consolidar su inserción socioeconómica. Attanasio y Székely indican que los activos relevantes para los pobres son aquellos que "permiten generar ingresos" y que estos son una función de la combinación de cuatro elementos decisivos, a saber: i) el acervo de activos generadores de ingresos que posee una persona; ii) la tasa a la que se utilizan dichos activos para producir ingresos; iii) el valor de mercado de los activos generadores de ingresos y iv) las transferencias y legados independientes de los activos generadores de ingresos poseídos.[42] De los trabajos de Moser, Attanasio y Székely se desprende que la mayor debilidad objetiva de los pobres para enfrentar su supervivencia cotidiana y los efectos de las crisis económicas, podría ser contrarrestada con una adecuada gestión de los activos disponibles, independientemente de lo escaso del ingreso. De este enfoque que busca establecer un vínculo entre pobreza y vulnerabilidad se desprende un cambio radical en los presupuestos que asumen las políticas dirigidas a superar la pobreza,

desplazando el énfasis en la carencia de ingresos a la necesidad de contribuir a una apropiada dotación y movilización de todos los recursos (activos) y capacidades. Cabe destacar que ya desde los trabajos de Moser, la población aparece como un activo, en tanto que, dependiendo de su estructura etaria, genera ingreso si se inserta en el mundo del trabajo. Moser incluye el trabajo de los miembros del hogar entre los activos del asset/vulnerability framework, aunque sostiene que su movilización se ve dificultada cuando existe una elevada proporción de niños o ancianos, que no están en condiciones de trabajar o que si lo hacen enfrentan efectos negativos a mediano plazo. Luego de los trabajos iniciales de Caroline Moser a los que se ha hecho referencia, los desarrollos analíticos más sistemáticos sobre el enfoque de la vulnerabilidad social en el caso latinoamericano pueden encontrarse, en los trabajos realizados y coordinados por Rubén Kaztman sobre Argentina y Uruguay y más ampliamente en la labor realizada en el contexto de la CEPAL. En honor a la justicia han sido los especialistas de la CEPAL y la propia institución de conjunto, los que han promovido el debate al respecto, y producido en años muy recientes una abundante literatura al respecto, que da cuenta tanto de los avances, como de los vacíos que aun perduran en cuanto a este de los ejes articuladores de las relaciones entre población y desarrollo, algunos de los que han sido planteados anteriormente en este trabajo.[43] Ya en un SEMINARIO INTERNACIONAL DE EXPERTOS SOBRE LAS DIFERENTES EXPRESIONES DE LA VULNERABILIDAD SOCIAL EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE[44], realizado en Santiago de Chile durante los días 20 y 21 de junio del 2002 se reconocía que en los últimos años el CELADE ha procurado renovar su visión de las interrelaciones de la población con el desarrollo y abordar los procesos que llevan a la vulnerabilidad de individuos, hogares, grupos y comunidades. El enfoque de la vulnerabilidad es una mirada nueva a los problemas de desarrollo social de la región. Tiene su origen, por un lado, en la noción de grupos vulnerables propia del campo de población y desarrollo y los riesgos a desastres naturales, como asimismo en la creciente percepción de que el modelo de desarrollo latinoamericano ha visto reducidas las certezas de bienestar y capacidad de proyectarse a futuro de las personas y hogares de menores recursos.[45] El concepto de vulnerabilidad alude a la inseguridad e indefensión que experimentan comunidades, familias y personas en sus condiciones de vida como consecuencia del impacto que ejerce algún tipo de evento socioeconómico de carácter traumático. La vulnerabilidad derivada de los eventos que se desprenden de la nueva realidad tanto mundial como regional, se puso en evidencia en los años

noventa en cónclaves internacionales de la trascendencia de la Convención Internacional de los Derechos del Niño (1990); la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (1994); la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social (1995); la Conferencia Internacional de la Mujer (1995);, y una abundante producción científica que ha tenido lugar en los últimos años en la Región. Se distingue de manera especial el concepto de “vulnerabilidad demográfica” que se define como un conjunto de características demográficas de las unidades domésticas que, en una sociedad moderna, limitan la acumulación de recursos y tiene una asociación significativa con otras manifestaciones de desventaja social. Teóricamente, varios de sus componentes se atenúan con la transición demográfica pero otros tienen trayectorias más inciertas. Las desventajas sociales son definidas como aquellas condiciones sociales que afectan negativamente el desempeño de comunidades, hogares y personas. Corresponden a menores accesos (conocimiento y/o disponibilidad) y capacidades de gestión de los recursos y de las oportunidades de que la sociedad dispone para el desarrollo de sus miembros. Esta situación de desmedro se origina en los factores que constituyen el ordenamiento social imperante. El reducido acceso y la poca capacidad de gestión -a lo que obviamente se adosa un componente de desigualdad porque como contrapartida hay actores con mayor acceso y capacidad de uso de los recursos y oportunidades- está presente desde el nacimiento de las personas e impone una impronta profunda a su trayectoria de vida, lo que da origen a la reproducción intergeneracional intrafamiliar de estas desventajas. En otro de sus trabajos Vignoli[46] define la vulnerabilidad demográfica como el debilitamiento de los actores o entidades como resultado de sus tendencias o comportamientos demográficos, es decir, se asume una definición intuitiva de vulnerabilidad como la debilidad de actores (individuos, hogares) o entidades (comunidades, grupos de la población externamente delimitados, es decir sin autoconciencia de grupo) ya sea para enfrentar procesos externos o para lograr objetivos mediante esfuerzos endógenos. Para este especialista, la migración internacional tiene un conjunto de aristas que dificulta una lectura hilada con los grandes cambios demográficos del siglo, por una parte, y la noción de vulnerabilidad social, por otra. No obstante lo anterior, tanto para las personas que cruzan las fronteras como para los hogares y comunidades (locales y nacionales) a las que pertenecen, estos movimientos tienen consecuencias complejas, algunas de las cuales son fuentes de vulnerabilidad.[47] En este contexto se plantean algunas consideraciones en cuanto a los vínculos entre vulnerabilidad y migración internacional.

Se admite que las variables de población han sido, siguen siendo y probablemente seguirán siendo fuentes potenciales de vulnerabilidad para actores y entidades de muy diversa naturaleza, tales como comunidades, hogares y personas. Las pautas y niveles de fecundidad, de mortalidad y de migración y el resultado de su interacción en forma de crecimiento, estructura y localización territorial de la población pueden debilitar la situación de los actores o entidades y minar su trayectoria de movilidad social o de mejoramientos de sus condiciones iniciales.[48] Se identifican tres procesos demográficos de largo alcance que pueden ser fuente de vulnerabilidad, a saber, la transición demográfica clásica, la transición urbana y la llamada segunda transición demográfica. Una referencia importante a la migración internacional se tiene con respecto a la transición urbana y de la movilidad que es entendida en un sentido amplio como el paso de una sociedad esencialmente rural a otra fundamentalmente urbana y la sucesión de modalidades de movilidad espacial de la población desde un virtual inmovilismo producto de una fricción de distancia muy elevada pasando por la migración del campo a la ciudad, luego la que ocurre básicamente entre ciudades (primero desde la pequeñas y medianas a las grandes y posteriormente el sentido inverso) y finalmente la diversificación de opciones para la movilidad internacional desde países pobres a los desarrollados en un marco de restricciones institucionales crecientes para realizar dichos desplazamientos. Con la emergencia de la migración masiva desde países pobres a países desarrollados se abren nuevos flancos de vulnerabilidad que conciernen tanto a las comunidades y hogares, por la pérdida de recursos humanos, sobre todo calificados y en edades productivas, respectivamente; como para los individuos, esto debido a los riesgos de discriminación, explotación, exclusión y maltrato. Se acepta en este análisis el hecho de que también se abren opciones de fortalecimiento, mediante varios mecanismos, para los diferentes actores y entidades. En su expresión más elemental, la transición urbana tiene un núcleo constituido por el aumento sostenido del porcentaje urbano y un aletargamiento demográfico del medio rural, que se acompaña de un cambio de las pautas de movilidad territorial en favor de los traslados entre las ciudades y de los desplazamientos dentro de las áreas metropolitanas. Esta transición suele asociarse con la conformación de un nuevo patrón de migración internacional, formado por corrientes que, de preferencia, se dirigen de los países pobres a los ricos, y que enfrentan fuerzas antagónicas, pues a la mayor facilidad de los movimientos se contraponen crecientes restricciones normativas en los países de destino.[49] ¿A qué conclusión puede llegarse –se pregunta Vignoli- sobre las relaciones emergentes entre las nuevas pautas de migración internacional en la región y la vulnerabilidad de los migrantes, sus hogares, comunidades

y países? La primera es el giro en 180 grados de la mirada, que de estar focalizada en el impacto de la inmigración debe pasar a concentrarse en el impacto de la emigración. La segunda es que, como otros rasgos demográficos, la migración internacional tiene una doble lectura. Por una parte está su condición de activo, pues es un mecanismo disponible para que los individuos, sus hogares y comunidades mejoren sus niveles ingreso (remesas), sus condiciones de vida, su capital humano (educación) y sus opciones laborales (sobre todo los migrantes con alto nivel de calificación). Por otra parte está su potencial efecto erosionador de recursos humanos y afectivos (en el caso de hogares, comunidades y países de origen, sobre todo si no remiten remesas y/o no regresan, en particular en el caso de loa individuos altamente calificados donde su salida se ha denominado fuga de cerebros) y los riesgos de menoscabo, atropello, explotación, arbitrariedad, exclusión y pérdida de derechos que experimentan los emigrantes en países con legislaciones y actitudes hostiles hacia ellos.[50] Por su parte, Martínez Pizarro puso en evidencia que en la migración internacional de jóvenes en países de América Latina y el Caribe y hacia los Estados Unidos en los últimos decenios, -desde una doble perspectiva: su potencial vulnerabilidad social y su condición de actores sociales relevantes y dinamizadores- la vulnerabilidad predomina en la migración que se establece entre países limítrofes, traducida en condiciones desventajosas en el plano de logros educativos e inserción laboral, y en un probablemente rápido tránsito hacia la vida adulta, así mismo en la emigración hacia los Estados Unidos predominan notoriamente los migrantes jóvenes en riesgo de vulnerabilidad.[51] Igualmente identifica la vulnerabilidad de las mujeres de origen limítrofe, determinada por el hecho de que su condición de inactividad, sus responsabilidades domésticas y los bajos niveles educativos inhiben la posibilidad de una inserción productiva adecuadamente remunerada y dificultan la satisfacción de algunas de sus aspiraciones.[52] Según el mismo investigador, la migración internacional de los jóvenes de la región parece reflejar dos situaciones claramente distinguibles: por un lado, la vulnerabilidad de quienes se desplazan entre naciones limítrofes, y que se traduce en condiciones desventajosas en los logros educativos y de inserción laboral, lo que probablemente redunda en un rápido tránsito a la vida adulta, implicando la asunción de responsabilidades vinculadas a la formación de hogares, asunto que afecta de manera más visible a las mujeres; por otro lado, se identifican condiciones de relativa satisfacción de logros y una mayor capacidad potencial de emprendimiento y de ejercicio de opciones entre algunos de aquellos jóvenes cuyo desplazamiento va más allá de la vecindad geográfica. [53] En una investigación sobre el Caribe a la que se hizo referencia más arriba, se concluye que al considerar la migración internacional como factor de riesgo debemos tener en cuenta que sus características se han modificado

en las últimas dos o tres décadas. En la forma en que se ha producido en los últimos años, la migración puede conceptualizarse como un proceso transnacional, en el que los migrantes caribeños han debido forjarse una doble existencia, a fin de hacer frente a la reciente situación creada por el capitalismo global. En términos prácticos, esto significa que muchos migrantes caribeños ahora viven en dos lugares: el país receptor y el país de origen. Las pérdidas inmediatas que supone este proceso deben contraponerse a los ingresos que el/la emigrante transnacional trae consigo a su regreso o envía en forma de remesas. La proporción de migrantes que regresan no se conoce con exactitud. En un estudio reciente, realizado en los territorios del Caribe oriental miembros de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO), se estimó que hasta un 10% de la población había viajado de regreso a los territorios durante los años ochenta (CEPAL, 1998). Aún así, parece evidente que la salida de profesionales del sector público mediante la emigración al exterior tiene efectos adversos sobre la prestación de los servicios sociales.[54] En resumen, el enfoque de la migración internacional desde la perspectiva de la vulnerabilidad en el sentido que ha sido planteada anteriormente, estaría sugiriendo más que una inhibición de la migración, la adopción de políticas convenientes que contribuyan a una inserción digna y productiva de los migrantes en los lugares de destino, un aprovechamiento racional de las remesas en los países de origen y medidas inteligentes que logren contrarrestar la tendencia manifiesta en los países de origen a una pérdida irreversible y sostenida de sus recursos humanos calificados.

Manuel Ángel Castillo: Migraciones en el hemisferio. Consecuencias y relación con las políticas sociales. CEPAL. Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE). Pág. 16 2. Banco Mundial. Entender y combatir la pobreza. http://www.worldbank.org/poverty/spanish/mission/index.htm 3. PNUD: Informe sobre el Desarrollo Humano 1997. Madrid: Editorial Mundi-Prensa. Pág. 2 PNUD: Informe sobre el Desarrollo Humano 1997. Madrid: Editorial MundiPrensa. Pág. 2 5. La manera más común de medir la pobreza es a través de los niveles de ingreso o consumo. A un individuo se le considera pobre si su nivel de ingreso o consumo se sitúa por debajo de un nivel mínimo que le permita satisfacer sus necesidades básicas. A este nivel mínimo se le suele

denominar "línea de pobreza". Lo que es necesario para satisfacer las necesidades básicas varía a través del tiempo y las sociedades. Por lo tanto, las líneas de pobreza varían según el tiempo y el lugar, y cada país utiliza líneas que son apropiadas en relación con su nivel de desarrollo, normas y valores sociales. Banco Mundial. Entender y combatir la pobreza. http://www.worldbank.org/poverty/spanish/mission/index.htm UNDP: Informe sobre el desarrollo humano 2003. Ediciones Mundi Prensa, Madrid 2003. Pág. 40 7. UNDP, Ob. Cit. Pág. 41 PREALC: Deuda Social. ¿Qué es, cuánto es, cómo se paga?. PREALC-OIT, 1988. Pág. 5-6. PNUD: La pobreza en Venezuela. Proyecto Regional para la superación de la pobreza. Bogotá, Colombia 1990. Pág. 20. PNUD. OB. CIT. PAG. 23 11. “Crece la brecha entre ricos y pobres, no sólo en recursos sino también en servicios”. “LA JORNADA” México D.F. Martes 1 de junio de 2004 12. “LA JORNADA”. Ob. Cit. PNUD: Informe sobre el desarrollo humano 1994. Publicado para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) por el Fondo de Cultura Económica. Primera Edición en español 1994. Pág. 1. Ver: R. Bajraj, y J. Bravo, Una visión sintética del ajuste económico y sus consecuencias demográficas en América latina. En CELADE, "Notas de Población", Año XXII, No. 59, Santiago de Chile, junio de 1994. Pág. 58-59. Adela Pellegrino: La migración internacional en América Latina y el Caribe: tendencias y perfiles de los migrantes. CEPAL. Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Santiago de Chile, marzo de 2003. Pág. 16 16. Carlos M. Vilas: Pobreza, inequidad social y deterioro laboral en América latina: ¿”Asignaturas pendientes” o resultados sistémicos? En: http://www.eleconomista.cubaweb.cu/ec8/ponencias_99/vila.html 17. Carlos M. Vilas: Ob. Cit. Naciones Unidas: Informe del Simposio técnico sobre migración internacional y desarrollo del Equipo de Tareas del Comité Administrativo de Coordinación (CAC) sobre servicios sociales básicos para todos.

Consejo Económico y Social. Comisión de Población y Desarrollo 32º período de sesiones 22 a 24 de marzo de 1999 Zhanna Zayonchkovskaya: Tendencias migratorias recientes en la Comunidad de Estados Independientes. En: UNESCO: Revista Internacional de Ciencias Sociales No. 165. Septiembre del 2000. Pág. 103 Aderanti Adepoju: La migración internacional en el África Subsahariana: problemas y tendencias recientes. En: UNESCO: Revista Internacional de Ciencias Sociales No. 165. Septiembre del 2000. Pág. 135 21. Aderanti Adepoju, Ob. Cit. Pág. 143 Raúl Urzúa: Migración internacional, ciencias sociales y políticas públicas. En: UNESCO: Revista Internacional de Ciencias Sociales No. 165. Septiembre del 2000. Pág. 177 23. Raúl Urzua: Ob. Cit. 178 24. CEPAL, La migración internacional y el desarrollo en las Américas Simposio sobre migración internacional en las Américas San José, Costa Rica, septiembre de 2000. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), División de Población Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) Santiago de Chile, diciembre de 2001. Pág. 15 25. CEPAL, Pág. 472 26. CEPAL, pág. 489 27. CEPAL: Ib. Pág. 259 Ronald Skeldon: Migration And Poverty. Paper presented at the conference on “African Migration and Urbanization in Comparative Perspective, Johannesburg, South Africa, June 4 – 7, 2003. CEPAL: Uso de los datos censales para un análisis comparativo de la migración internacional en Centroamérica Sistema de Información Estadístico sobre las Migraciones en Centroamérica. Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Santiago de Chile, diciembre de 2002. Pág. 14 Rolando Reyes: EL MERCADO DE TRABAJO EN REPUBLICA DOMINICANA. PROBLEMAS Y DESAFIOS. OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO Oficina para Centroamérica, Panamá y República Dominicana Equipo Técnico Multidisciplinario para Centroamérica, Cuba, Haití, México, Panamá y

República Dominicana Santo Domingo, Diciembre, http://www.oit.or.cr/oit/papers/mer_trab_rep_dom.pdf. Pág. 9

2001.

31. Rolando Reyes. Id. Pág. 49 CEPAL: La migración internacional y el desarrollo en las Américas Simposio sobre migración internacional en las Américas San José, Costa Rica, septiembre de 2000. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), División de Población Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) Santiago de Chile, diciembre de 2001 Pág. 286 Juan Miguel Petit: Migraciones, vulnerabilidad y políticas públicas. Impacto sobre los niños, sus familias y sus derechos. CEPAL. Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Pág. 22 Jofre, Ana: LA MIGRACIÓN DE ARGENTINOS A MALLORCA (1990-2002). http://www.uib.es/catedra_iberoamericana/pdf/investig_jofre.pdf 35. CEPAL, Pág. 410 María de Jesús Criado: Movilidad de la población en el fin del milenio. II Congreso sobre la Inmigración en España Instituto U. de Estudios sobre Migraciones (UPCo) e Instituto U. Ortega y Gasset Madrid, 5, 6 y 7 de Octubre de 2000. http://www3.upco.es/pagnew/iem/newweb/publicaciones/cd/congreso/ datos/CDRom/Teorías/Ponencias/MªJesusCriado.PDF. Pág. 4 CEPAL: La migración internacional y el desarrollo en las Américas. Simposio sobre migración internacional en las Américas San José, Costa Rica, septiembre de 2000. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), División de Población Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) Santiago de Chile, diciembre de 2001. Pág. 74 Jorge Rodríguez Vignoli, Vulnerabilidad demográfica en América Latina: ¿Qué hay de nuevo?. CEPAL, Santiago de Chile, junio del 2001. Pág. 4 39. Dennos A. V. Brown, Vulnerabilidad sociodemográfica en el Caribe: examen de los factores sociales y demográficos que impiden un desarrollo equitativo con participación ciudadana en los albores del siglo XXI. CEPAL, Santiago de Chile, abril de 2002. Pág. 59 Caroline O. N. Moser: Reassessing urban poverty reduction strategies: The asset vulnerability framework. WORLD DEVELOPMENT. Vol 26 (January 1998), No 1, pp 1-19. The World Bank, Washington D. C.

http://www.tessproject.com/products/seminars&training/seminar%20series/ Assets_Materials/Reassessing_Urban_Poverty_Reduction_Strategies.pdf 41. Caroline O. N. Moser, Ob. Cit. Pág. 21 Orazio Atanasio y Miguel Székely, La pobreza en América Latina. Análisis basado en los activos. El Trimestre Económico, Núm. 263, jul-sept 1999. Pág. 321 43. Ver entre otros los trabajos de la CEPAL presentados en el Seminario Internacional “Las diferentes expresiones de la vulnerabilidad social en América Latina y el Caribe”, Santiago de Chile, 20 y 21 de junio de 2001: Vulnerabilidad social: notas preliminares; Gustavo Busso, VULNERABILIDAD SOCIAL: NOCIONES E IMPLICANCIAS DE POLÍTICAS PARA LATINOAMERICA A INICIOS DEL SIGLO XXI; Jorge Rodríguez Vignoli: VULNERABILIDAD DEMOGRÁFICA EN AMÉRICA LATINA: ¿QUÉ HAY DE NUEVO?; Carlos H. Filgueira, Estructura de oportunidades y vulnerabilidad social. Aproximaciones conceptuales recientes; José Javier Gómez, Vulnerabilidad y Medio Ambiente; Rubén Kaztman, Seducidos y abandonados: pobres urbanos, aislamiento social y políticas públicas. También: Roberto Pizarro: Vulnerabilidad social y sus desafíos: una mirada desde América Latina; CEPAL, Santiago de Chile, febrero de 2001; Jorge Rodríguez Vignoli, Vulnerabilidad demográfica, una faceta de las desventajas sociales. La reunión de expertos Seminario internacional sobre las diferentes expresiones de la vulnerabilidad social en América Latina y el Caribe fue organizada por la División de Población de la CEPAL - Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), y tuvo lugar en la sede de la CEPAL en Santiago de Chile, los días 20 y 21 de junio de 2001. 45. Camilo Arriaga Luco: Servicios sociales y vulnerabilidad en América Latina: Conceptos, medición e indagación empírica. CEPAL, Seminario Internacional “Las expresiones de la vulnerabilidad social en América Latina y el Caribe. Santiago de Chile, 20 y 21 de junio del 2001. Pág. 3 46. Jorge Rodríguez Vignoli, VULNERABILIDAD DEMOGRÁFICA EN AMÉRICA LATINA: ¿QUÉ HAY DE NUEVO? CEPAL-CELADE. Seminario Internacional Las diferentes expresiones de la vulnerabilidad social en América Latina y el Caribe Santiago de Chile, 20 y 21 de junio de 2001 47. Ib. Pág. 22 48. Ib. Pág. 2

CEPAL: Vulnerabilidad sociodemográfica: Viejos y nuevos riesgos para comunidades, hogares y personas. Santiago de Chile, 8 de octubre de 2002. Pág. 24 50. Jorge Rodríguez Vignoli. Ob. Cit. Pág. 23 Jorge Martínez Pizarro: Migración internacional de jóvenes latinoamericanos y caribeños: protagonismo y vulnerabilidad. CEPAL. Santiago de Chile, julio del 2000. http://www.eclac.cl/publicaciones/poblacion/7/lcl1407/lcl1407e.pdf 52. Id. Pág. 31 53. Id. Pág. 55 54. Dennis A. V. Brown, Vulnerabilidad sociodemográfica en el Caribe: examen de los factores sociales y demográficos que impiden un desarrollo equitativo con participación ciudadana en los albores del siglo XXI. CEPAL, Santiago de Chile, abril de 2002. Pág. 58

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