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TEMA XV Ya hemos visto que el territorio y la población son indispensables para el estado, constituyen dos de los tres elementos esenciales del estado. El tercero es el poder: los hombres siempre han vivido en comunidades políticas (Ubi societas ibi ius); y son comunidades políticas porque en ellas existen unas normas de carácter obligatorio, que un poder se encarga de hacerlas cumplir. Luego siempre que hay una sociedad hay poder, puesto que en la sociedad hay normas, y las normas son del poder. Porque el poder ha formado parte siempre de la historia humana, los hombres siempre se han preocupado de él, ha sido estudiado a lo largo de la Historia. El poder es una realidad que siempre ha acompañado a la vida humana, pero como dijo Loëwestein en su obra La ciencia del poder, la Cratología (ciencia del poder) está todavía por hacer, aún habiéndose preocupado siempre el hombre de estudiarla. Desde la Filosofía se ha intentado dialécticamente y ontológicamente; desde la Sociología hay múltiples descripciones de cómo ha actuado el poder en las distintas zonas del mundo; la Historia, por su parte, nos ha explicado cómo se ha ejercido. Pero por este camino no hallamos la esencia del poder. Por tanto a la hora de hablar del poder no se dice nada nuevo, pero es cierto que hay ciertos matices del poder actual respecto al poder antiguo. Lo que podemos deducir es que prácticamente la historia del presente respecto al poder se puede sintetizar en tres grandes actitudes con relación a él: 1) Desde los tiempos inmemorables se ha dicho que el poder es demiúrgico, malo (recordemos a Maquiavelo con su doctrina de la doble verdad), perverso, y en consecuencia, una primera posición frente al poder se cifra en la postura de rechazo al poder, eliminándolo, ideando construir una sociedad sin el poder, que es lo que preconiza el anarquismo. Este pensamiento anarquista surge en el mundo griego, y también reaparece en la Edad Media, en el Renacimiento, en la época contemporánea Este pensamiento ha permitido moralmente resolver el problema, pero no es una realidad, no es una solución, porque el poder es necesario. 2) Por esta razón se pasa a una segunda actitud caracterizada por la idea de que el poder es necesario, y aunque contenga el mal, se busca su eliminación; hay que construir un poder radicalmente moral, ético; este pensamiento surgirá en el mundo griego y en el romano. La polis era la divinidad, se da el poder a la polis, que es divina, y así no hay mal: es una especie de divinización del poder. Por ejemplo, para Aristóteles la sociedad esclavista es moralmente buena, la esclavitud es una institución del Derecho Natural, puesto que unos nacen libres y otros esclavos. Así surgirán los estados totalitarios, con el nacionalsocialismo alemán y el fascismo italiano. Y así se dirá que el estado es todo, fija todas las reglas, es la expresión de la realización del hombre en la Tierra. Desde esta óptica, Sentile, filósofo italiano, dice que el estado se hace portador de la ética, convirtiéndose en su máxima expresión, y así se elimina el mal: el duce italiano siempre tiene razón. Nada contra el Estado, nada fuera del Estado y nada por encima del Estado. Es la divinización del poder, que con Hitler llega a su máximo exponente, prueba de ello es la especie de Padrenuestro que divinizaba a Hitler. Pero si el poder es demiúrgico y se diviniza, entonces estamos divinizando el mal, estamos adorando a lo demoníaco. 3) La tercera postura acepta la necesidad del poder así como su carácter diabólico, y defiende como solución el control del poder. Si se logra controlar el poder, se logra evitar lo malvado, lo perverso, y de este modo anulamos la parte demiúrgica. A este respecto debemos decir que las formas puras del poder se caracterizan porque los gobernados constituyen el estado, y controlan el poder; y las formas impuras como la tiranía, la aristocracia, se caracterizan porque el poder no está controlado por la población. A partir de esta tesis se examina el poder. El poder en el estado constitucional moderno se puede definir por el hecho de que el poder legal se hace coincidir con el poder legítimo. La idea de consentimiento de Maquiavelo 1
es la idea actual de legitimidad, es decir, que el poder es legítimo cuando genera consentimiento. A este respecto Max Weber hace la tipología más significativa de la legitimidad, y la explica haciendo una conexión entre poder y legitimidad política. En la historia del poder en la humanidad encontramos tres formas características de legitimidad: 1) Legitimidad histórica o tradicional, 2) legitimidad carismática y 3)legitimidad racional o democrática. 1) Esta idea defiende que el poder se hacía obedecer, generaba consentimiento, apelando a razones históricas; es decir, se apela a que históricamente siempre ha sido así. Un ejemplo de estos sería la monarquía, que se fundamenta en la tradición. 2) Junto a esta forma existe la legitimidad carismática, que defiende que el poder debe ser portado por quien tenga carisma, caracteres especiales, excepcionales. Un claro ejemplo de esta forma es la doctrina del fürher o del duce, o los hechiceros tribales, que tienen poderes excepcionales, mágicos, que los seres humanos convencionales no tienen. 3) Según Weber, frente a las dos anteriores, la forma más coherente de justificar al poder es que nosotros elegimos al poder: es la legitimidad racional del poder, el que manda debe ser obedecido porque a los titulares del poder los elegimos nosotros, por eso se llaman también legitimidad democrática. Con esto se quiere decir que la legitimidad racional es aquella en la que la idea de legitimidad y la de legalidad coinciden(Weber). El poder se constituye conforme a unas normas de derecho previamente establecidas, con lo cual se constituye un esquema de doble vertiente ya previsto por los romanos: legitimidad por el título, que es la legitimidad por el origen y legitimidad por el ejercicio, es decir, que el ejercicio legitima el poder. 1) Se llega al poder porque se siguen las normas establecidas para ello por el Derecho, el gobernante llega al gobierno por ejemplo, siguiendo las pautas estipuladas en la Constitución. 2) Una vez que el gobernante llega al poder, tiene que regirse y respetar el ordenamiento jurídico; si no respeta las normas, el poder no sería legítimo. Con lo cual se genera la posibilidad de que existan poderes políticos ilegítimos que por medio del ejercicio se legitiman, como hizo en General Perón, o viceversa, como Hitler, que llegó al poder de forma legítima(elecciones)pero cuando conculcó la Constitución se convirtió en ilegítimo. Weber dirá a este respecto que ninguna legitimidad actúa independientemente de las demás; los gobernantes apelan a las otras formas de legitimidad, y así, por ejemplo, en la monarquía, el rey además de apelar a la legitimidad histórica apelaba a la carismática, pues se atribuía caracteres especiales, milagrosos, como dijo el licenciado Navarrete. Muchos de los gobernantes apelan al poder en su condición de personas excepcionales, pero también apelan a las demás: Hitler, por ejemplo, se hace proclamar fhürer, pero también apelaba a la legitimidad democrática en sus referéndums, troquelando todo el sistema. En 1941 se publica El poder. Los genios invisibles de la ciudad de Ginglelmo Ferrero, en el que dice que el esquema de Weber es el más simplificador, pero que la legitimidad no se agota ahí. Dirá que en la mecánica del poder se llega a la legitimidad por el miedo: en la relación gobernante−gobernado hay un factor que no se puede olvidar: el miedo. Actúa 1) en cuanto a que es un factor que condiciona la obediencia del gobernado, y 2) en cuanto condiciona el autocontrol por parte del gobernante. Es un doble esquema que hace recordar a Hobbes. Vemos por tanto que el miedo también condiciona al gobernante, y Ferrero se dio cuenta de ello cuando regresó de su exilio en Estados Unidos, donde ejercía como profesor y estudiante a la par y publicó un artículo, en Ítaca, contra Mussolini en 1926; en 1927, cuando Mussolini ayuda a los Estados Vaticanos vuelve a Italia, y allí le detienen llevándolo en presencia de Mussolini, quien había leído y releído su artículo; fue entonces cuando se dio cuenta de que el propio duce tenía miedo de perder el poder, como denotó su enfado. En conclusión, en el estado constitucional moderno, el poder se legitima no apelando a la historia, ni al carisma ni al miedo, sino por la idea de Derecho, pues el poder respeta y se mueve dentro de la Ley, y de ahí la conclusión de que se confunde la idea de legitimidad con la de legalidad. El poder es poder del Derecho, y la expresión máxima de éste se halla en la Constitución, la cual rige el poder. Luego vemos que la Constitución tiene significación política, es la expresión máxima del Derecho y del poder del estado.
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