poemas poemas inéditos de ángel muro LOS LOBOS (Fragmentos)

poemas LOS LOBOS (Fragmentos) ángel muro I si vienen estrellas todas las estrellas con la cara arañada y el cielo de la boca amargado por almendras
Author:  Arturo Mora Reyes

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poemas

LOS LOBOS (Fragmentos)

ángel muro

I si vienen estrellas todas las estrellas con la cara arañada y el cielo de la boca amargado por almendras extrañas si vienen sumisas con el alma volcánica reseca con sogas por cintas desprendidas de puños de sábanas de grasa si vienen arrastrando lluvia rompiéndola acosándola hasta el límite de sus esquinas hasta el límite de sus voces si vienen de cuero de cristal de alambre de esparadrapo sin piernas flacas forzadas fúnebres y son las estrellas de siempre estrellas de ayer hermosas viajeras / rutilantes vamos a necesitar un aullido al menos para vencer la ansiedad de esta noche sin estrellas

poemas inéditos de

II vienen los lobos del aire por la seca estepa de la tripa seca saltan saltos sus huesos de humo humeantes morros con la lengua fuera vienen volando sin tocar la yerba mientras tú los miras ellos se te acercan tus ojos dormidos dormidas tus piernas tu cuerpo tendido en la seca estepa escapa no mires no cierres los ojos búscate la vida por tu bolsa vieja habrá una salida la copa de un árbol algún agujero en la vasta tierra vienen en manadas con y sin chaqueta pijas encendidas fauces entreabiertas los lobos del aire por el aire llegan corren encendidos los lobos de tierra y entre su equipaje hay estrellas muertas ideas sin manos amor sin parejas mientras tú les miras ellos se te acercan

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ángel muro

XI búscate la sangre con blandos cuchillos de la noche neqra búscate la sangre antes de que vengan los lobos del cieno búscate la sangre y no vuelvas su filo afilado contra sus colmillos y no vuelvas tus ojos medrosos contra los sus ojos de talluda cata búscate la sangre antes que los veas antes que su aliento te sobe la / boca que sea deprisa sin dudar que sea con ese cuchillo de la noche muerta antes de que vengan XVIII dile que no salga los lobos esperan su puerta arañada no le vean nunca ni calles ni plazas su voz era un trueno ahora ya no es nada su voz bermellón qué sangre ocultaba los días impares de meses oscuros arañaba el agua los días impares y cientos de muertos en la tierra muerta sin agua sonaban dile que no salga el dolor es recuerdo que nunca se acaba le esperan los lobos vestidos de plata coronas de flores moral enmarcada beberá la muerte bebiendo sus lágrimas dile que no salga

poemas inéditos de

XX

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dile al aire que es ahora cuando todos salen deprisa nerviosos a buscar cadáveres es ahora no hay duda la luz no derrite los ojos sin luz ni hay luna que pueda matar la sorpresa díselo varias veces al aire yerto al aire de las tardes secas de las tardes muertas que todos ahora han salido a buscar cadáveres como si fueran flores como si fueran frutos como si fueran un trozo arrancado de su pobre tierra díselo al aire que aúlla lejano y no tiene fauces para devorarlos

carlos aurtenetxe

SUEÑO SIN ROSTRO A José Ángel Valente

Sueño, sueño de incandescencia, sueño apagado, sumido en sedas, en ríos, en palabras, que acaso te contuvo.

poema de

Sueño despierto del corazón abstracto de la piedra, de la ausencia. Sueño sin rostro. Perdido por tus venas dijo su nombre el cielo, una mañana.

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EL COLOR DE LA SANGRE DE LAS PRINCESAS

rosa díaz

Su sangre, -os hablo de las princesas arruinadas que soportan las esquinas de la ciudad, en puestos con mercancía ingrata de paro y desolación donde la paciencia es el cliente más asiduo. Esas, que siguen el legado de los asesores de imagen de algún Amenofis, o tal vez de ese Tarik que cruzó y descruzó el Estrecho y desde luego que también, de todas las que se acuerdan de la Pacha Mama cuando hacen su discreta colación. Os sigo hablando de las que han sido lamidas por las algas, fueron rechazadas por la muerte y condenadas a soportar a sus congéneres con un golpe de mar en los pulmones. Esas que soltaron las manos de sus ahogados y están vacunadas contra el frío eterno. Que jugaron en otro idioma y dejaron una rebanada de corazón en cada una de sus madres. Las asistidas por la miseria y el contubernio que le hablan de tú a tú a los virus de la desnutrición. Aquellas que ven pasar la civilización de occidente, los pesos pesados de los lípidos y sus dietas hipercalóricas. Los quema grasas de gimnasio y piscina climatizada. La carne diseño: morro sensual y cirugía cinco tenedores. OH sí, somos nosotros, los de las doce horas de trabajo, la cultura del ocio, escaparate, cliché y coseros y coleccionistas de ambiciones. Nosotros, los del internet, la medicina preventiva, la macrobiótica y tantas puñetitas que visten bien. Los que en campañas de saldos, hacemos una nueva generación de fámulas que nos llegan de allende del desastre.

poemas de

Los que no dejamos de rezar a nuestro santo ángel que nos guarda, para que pasemos la aduana del siniestro ojo de la aguja. Y ojo, porque también llevamos en los ojos un artesonado de vigas de madera ilustre.

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Nosotros, que vemos cómo nos espulgan contenedor por contenedor en las aceras de los barrios “bien” los que padecen hambre y sed de justicia. Nosotros, que nos comemos sus derechos humanos y retenemos sus carnés de dignidad. De esa sagrada dignidad de las princesas que aún sonríen, que aún tienen los ojos como la caña de azúcar del ingenio y la inocencia virgen y primitiva de los reportajes aborígenes.

Pues bien. Sabremos, que su sangre es del color de la obsidiana y todo se les vuelve obsidiana. Desde los palacios de mugre donde habitan hasta las fortalezas del odio. Con ella afilan sus manos y acarician los frutos de sus vientres porque ellos saldrán, la razonable dentellada de todos los desiertos.

rosa díaz

(del libro inédito “El color de la sangre de las princesas”

CÓMÍC

poemas de

Ahora creerán que no he sido la chica de Batman. Yo, que pateé su inmensa ciudad gris con sus jodidos rascacielos bailando con el hombre de la sonrisa fatal. A mí me van a suspender ahora del cómic. A mí, que bajé a vértigo por las azoteas con esa cosquilla de montaña rusa en la pelvis y el estómago a punto de una traición. Yo, que me sé de memoria la oscuridad de sus alas, su garra roedora en mi cadera llevándome a las gárgolas y a punto de ese beso a trescientos kilómetros por hora. A mí. Anda y húrgame la herida, niña de poca fe. (del libro inédito “ Olor a rosa”)

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JOSÉ ÁNGEL VALENTE, EN SU OTRO CENTRO

gaspar moisés gómez

1 No sé si la superficie existe. Tú hablas del centro, como si en él estuviese todo resumido, y lo demás fuera válido solamente para la distancia entre una piedra y otra, entre un hombre solo y los demás dioses solos. Allí, en aquel lugar, tú, hombre que con poco te bastabas - siempre podándote hasta el exterminio -, ¿qué hacías sino dejar una huella ausente, ya que tu naturaleza no era de este mundo y, señalar nada, hubiera sido como decir: “Mi dedo que lo escribió existe”, siendo así que la desaparición es el acto más puro. II La muerte nos resucitará, ya que tan forzosamente nos atrae a su abismo. Dos especies de llanto vaginal, dos cerrados clamores, nos hacen suponer que el principio es el fin y éste, sin solución, nuestro principio. Simultáneas rosas negras, en este mayo del jardín a oscuras. Nada puede morir si la simiente sube desgarradoramente desde el surco y nos dice que tenemos que acabar esa obra que alguien dejó tan imperfecta: la de nuestro cuerpo en alma herido.

poemas inéditos de

III

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Más nos hablaste en el poema, cuanto más abocado estabas al silencio. Y, así, como un áspid artero, o como un cáncer a lo divino, te comías tu misma sustancia sutil y milagrosa. Cada palabra era un impedimento; como si ella te apartase de lo que hay detrás. Porque, de apariencia en apariencia, no contábamos para nada en nada. Y ¿cómo podías suponer entonces que era posible imprimir el Universo en un solo poema? Pero bajaste hacia donde las equivocaciones son la única verdad. Te equivocaste tanto –equívoco absoluto– que tu experiencia de bajar a lo oscuro y vacío, nos hizo ver, que todo aquello que escribiste, llevaba en sí el resplandor del relámpago que dura sólo mientras vamos a morir.

gaspar moisés gómez

IV ¡Qué euforias de escándalo! Hoy dimos fin a un escrito y, suponiendo que estaba concluso, alguien nos for zó a comenzarlo. No todo se solidificó en ese cuarzo de múltiples luces con aquella palabra que cerró el poema. Pensábamos, inocentemente, que habíamos llegado al silencio más absoluto: a la sima profunda del lenguaje, pero tuvimos que volver de nuevo hacia el origen. Sísifos con nuestra misma piedra, empezar es nuestro destino. Porque nunca sabremos del perfil de la rosa; ni si el canto del pájaro se repetirá. Con nuestra pesadumbre, los ojos ciegos en el granito feroz y fatal, empezamos, en el alba oscura, con desolación y sin ningún olvido, a subir por los años como si no contaran. Sólo un número secreto, en la sabiduría o ignorancia de un dios, cuenta por nosotros, haciéndonos creer que tenemos tanta libertad como para decir: “Esto aquí se acabó, volveremos mañana”. Mas hoy es nunca. Y un relámpago nos confunde para llevarnos por caminos inciertos. Nacimos en nuestro propio útero y en él acabaremos nuestros pobres días. ¿Quién nos moldea sino la mano fantástica que ya pasó? Y la contradicción es la verdad suprema. Fin y principio son dos axiomas imperturbables. Y no conocer en cuál estamos -si en el principio de las rosas o en lo último de un invierno - hace que la conciencia sea tan a mbigua, que nos haga ignorar que lo que escribimos fue sólo un intento inútil.

poemas inéditos de

V Una palabra se implica en la otra: salamandras que mutuamente se van devorando, para que el gigante que resulte sea a su vez devorado por la que sigue, y nunca acabe el juego. Es un festín erótico. Una sucesión que deja un rastro de ecos, de roces vivos, de sustantivos perdedores; hasta que lo textual tiene sólo un significado: el placer de haberlo perdido ya todo.

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gaspar moisés gómez

VI

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La experiencia es ese manto de cola que arrastramos tan penosamente. El místico ha llegado a las cosas tan profundamente, que lo mismo le da “sí,” que “no”: que sea vida o muerte. Sin embargo, nosotros vamos recogiendo toda la maleza, todo lo neutro que hace más pesado aquel ingrato manto. Siempre el camino nos resultará larguísimo. ¿No llegaremos nunca? Imposible que estemos allí, quizás por tanto como lo soñamos. VII Caminábamos por aquel sendero entre robles, y las serpientes, con su seducción y sus ojos de ágata, eran las vigilantes agudas de nuestros pasos; de que mantuviéramos nuestra rectitud. Siempre al acecho de cualquier indecisa muestra en nuestro caminar, para lanzarse, con sus ojos ciegos de esplendor, contra nosotros que, de tan horrorizados, sólo veíamos ya un horizonte de tinieblas.

ULTIMA FRONTERA

juan josé téllez

Pasajeros del miedo y capitanes nocturnos Cruzaron esa costa que uno sueña a veces como patria: La muerte en los faluchos, la niebla en los faros, Un escritor yanqui muy borracho en la popa Y una amable joven que tal vez nunca estuvo Junto a mí en los viajes que la pasión emprende. A un lado, la medina de esquinas turbulentas Y, al otro, oficiales puede que galeses. Yo nací junto a un río que no existe hace mucho, A la vera de un puerto donde el dinero es la ley. Traiñas desguazadas, comerciantes cansados, La bruma que amanece desfigura los rostros Y dioses distintos se lanzan a la calle, En búsqueda de alguien que hoy les reconozca. En Tánger, yo fui otro. En Gibraltar, sentí Que no hay bandera que sirva ni que merezca una muerte. En Algeciras, estuve riñéndole a mi vida, Renegué de los años, maldije cuanto soy Y me libré a puñetazos de esa oscura memoria Que saca su cuchillo y lo esgrime delante De un hombre que no sabe qué sentido tiene Soñar con nuevos mundos si no es posible éste.

poema inédito de

Me quise forajido de la última frontera, Un vaso de té, una canci6n suave, mi cárcel fuere, Quizá un cigarrillo compartido al crepúsculo, En un bar donde aceptase que el mar es el morir. He aquí el Estrecho, acaricio su mapa. Un almuédano grita hermosamente, un tipo Alija el contrabando, una muchacha rubia Dice I want you, no sin cierta ternura. Uno estaba escrito de antemano entre sus casas, Como un barrunto del viento y el ánimo mestizo, Amurado a babor de su melancolía, Fugitivo, proscrito y sin salvoconducto. Sobre el bajel del tiempo, yo vigilo las olas Y antiguas emociones siguen encalladas Contra el viejo muro de mis propios arrecifes. Somos ese cadáver que está sobre la arena, Preguntándonos a todos quién es el culpable.

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poema inédito de

juan josé téllez

INVITACIÓN AL SUICIDIO

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Anduve, hace un mundo, borracho de belleza, Consumía sus barriles en el bar de la noche. Buscaba panoramas que dieran hacia amantes Prodigiosas y azules como veranos eternos. Pero llegaron los tiempos de la diosa resaca, Amanecí entre viejas preguntas sin norte, Le ladré a la luna como un hombre lobo, Y me volví educado, tranquilo, era un fantasma. En el cine del recuerdo, he visto el rostro del pasado. Creía que la vida era, acaso, un miguel ángel, Paseé por cantineras y por catedrales góticas, Bajo el poderoso influjo del sol cuando se pone. También me dijeron que la verdad era cierta, Frecuenté a escritores, pregunté hasta cuándo Iba a ser preciso añorar a la justicia, Pero vendí el local de las ideas por un guiño. Me puse a nadar con rumbo al mar de los silencios Y llegué hasta la isla donde crece la música. Me convertí en su náufrago, tocaba un saxofón, En un club de humo blanco y de rubias explosivas. Así pasaron décadas, misterios, vendavales. Más viejo que noble, hoy cargo la pistola, Para matar todo aquello que supuso una esperanza, El más mínimo indicio de que amar es necesario.

vicente valero poema de

EL ÁRBOL Entro en un árbol por su sombra abierta, alegre y sin llamar, tranquilamente; voy hacia el centro, subo o bajo, no lo sé, y allí están todas las raíces, todos los frutos esperándome, visibles y perfectos, y el crecimiento de las ramas es sólo una cuestión de pálpito y de luz, que yo ahora puedo ver y oír... Hay nidos abandonados, sucios, malolientes, y extrañas criaturas de la noche. La luna también está en el árbol y no es blanca. Y hasta el viento circula muy oscuro, se le puede tocar y no hace daño. Subo o bajo, no lo sé: sé que camino. Que pertenezco al árbol, lentamente. Me pierdo en él, muy dentro, y soy el árbol, fértil y fuerte, el que quería para mí. Y ahora crezco sin descansar, en la quietud ardiente del mediodía, cuando los pájaros me buscan, entran en mí, reposan en su árbol. 85

pablo glez. de langarika

LLAMA AL VIENTO II Así, como si nada, levantarse caminando despacio hacia el espejo para verse los años y ese dejo que produce la ceja al elevarse. Repasar los fracasos; asomarse a ese tiempo llovido, tan añejo. Jugar a ser... y verse en el pellejo de ese otro que trata de zafarse. Ver la nada ante ti, ir a su encuentro, medir la luz, el llanto, el aire alzado, y lo acerbo, que va buscando el centro. Y no mirarte más. Dejar de lado por una vez y todas - desde dentrola ruina de este sueño enamorado.

EL MAR ESTÁ EN TUS MANOS El mar está en tus manos, mas le llueve, ligeramente urdida, esta ternura que cae desde mi gesto y asegura el rito de la sangre que lo mueve.

poemas inéditos de

Su arder está en tus manos, pero en breve ha de perder su voz desde la altura cendal de un corazón que, aunque perdura, se agosta ya sin ala que lo eleve.

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El mar está en tus ojos, y en tu boca la esencia del cristal de un aire alzado que bate mis holguras y provoca escenas de un paisaje degradado: un corazón amamantando flores que dan a un horizonte desolado. La luna es el jazmín sobre la roca.

VALENTE CON VALENTE Ya estáis juntos Ceniza con ceniza

fede bilbao

Sin sangre cicatriz Sin verso Sin palabra En no se dónde No sé cómo Sin aire Sin incienso Sin mi1agro Con la nada Con el todo.

poema inédito de

( 24.07.2000)

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carmen busmayor

HABLANDO DE DICIEMBRE O ANA KARENINA EN LA CASA CAUTIVA DEL FRÍO ¿Cómo decirte, con qué certeza, con qué húmedo brazo de distancia este día que nieva sobre la generosidad de los pinos? ¿Cómo decirte toda rosa muerta, tanta luz vencida, qué desnudez ahonda sobre el imperio que late en la espesura? ¿Cómo decirte sin sembrar espinas? ¿Cómo explicarte contra todas las nieblas que diciembre es un piélago de blancura con pájaros que humedecen esta “isba” de melancolía? ¿Cómo explicarte que diciembre es el nombre de la casa del mundo en esta hora que la noche inclina con una quietud que hiere? Yo sé que diciembre es la casa del mundo bajo el altar del frío. A veces, la triste canción de un violinista a la deriva. Yo sé que tú, deseante de acabamiento, invades de tormento los ríos gélidos de la casa cautiva del frío como una sombra que la noche aguarda con labios temblorosos.

poema inédito de

No sabría precisar con qué viento has venido. Desde qué extraña plenitud o brasa luminosa. Pero no ha sido de la mano amante de Alexis Cirilovich Wronsky, tan distinto e igual asomado a la muerte. A veces silencio. A veces. Tampoco con la fastidiosa mirada del austero Alexis Alejandrovich Karenin. A lo lejos. Siempre a lo lejos Como un brillo furtivo. Tampoco con el arrobo de los hijos que otean los astros por separado ni por el inclemente dictamen del adivino Landau.

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Has entrado en la casa del mundo por aquél que escribía ocho horas diarias en Jasnia Poliana para dominar su angustia moral. Por él te amo y te repudio y te compadezco y me enervo y te invito a encender todos los farolillos rojos de mi vida. No importa que el ferrocarril codiciase tu cuerpo, bello en sus formas, a eso de la hora impía de los pájaros negros.

carmen busmayor poema inédito de

Avanzas en el sueño como la mano tibia que se entrega sin reserva. Enlunada, hija de la nieve y del miedo con su pálido rostro. Viajas en el mismo unicornio que Margarita Gautier, Beatriz Osorio, Julieta, Melibea y todas las hijas más allá de las ambiguas orillas de los brazos del tiempo. No es cierto que “Las mujeres con sombra acaban mal”. Sólo acaban, insondables, a partir del tren de las 8,20. Luego crecen como ramos de nieve, hablando de diciembre. ante una madre como el deshielo, deshaciéndose.

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rodolfo häsler

Detrás de mi lecturas, detrás de la tinta negra vendrás como un ángel del Islam a asomarte entre mis li/ bros. No cuestiono petición tan dulce, tulipanes rojos en los que bulle toda mi alegría, tus labios sabrosos y profundos, tu rostro encendido, el calor de tu espalda que mis manos palpan y que el agua no puede sofocar, solitario, inextinguible me crezco, único alimento para estos días. Ya ves en qué te he convertido sin quererlo, codicia para mis ojos que se pierden en ti, tantas son las veces que reclamo tu descenso entre mis pá/ ginas, en el iris de mis ojos, y no sé qué hacer para convertirte en oro o decapitar la locura que me cierne, espíritu de mis plegarias, para calmar mi muerte. Cómo decirte que espero verte, cómo darte mis manos en la desnuda frialdad de la noche, cómo cortar las azucenas con el cuchillo que apunta en la cintura. No habrá más lunas para atrapar al tiempo. Y te bendigo. Soy rojo crustáceo en tu boca caliente, con la lengua me sorbes, goloso azul turquesa, veneno virginal te devorará por dentro, en una agudísima playa yo, gótico fruto henchido que celebra tus días.

poema de

(De Elleife)

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rodolfo häsler poema de

SOUK-EL-HAMRA SI hubiese creado el mundo abigarrado y alguien me pidiese cuentas por ello, lo llevaría a oler la fruta aplastada en el suelo. Desde el inicio tenía la certeza que las hormigas recorrían continuamente mis piernas, decididas, como luna inmóvil en el recuadro de la plaza. La mancha verde del gomero por encima de la puerta hundida en la sombra, es testigo de mis visitas, y el joven que soñaba con el cansancio de sus amantes, regateando a gritos, como mercadería, es vendido ante mis ojos en la impiedad de un gesto, casi pornografía. Qué alivio que esos aburridos europeos hayan dejado de fotografiar la mezquita del viernes. Metamorfosis de la vida, así nombro lo que sus muros atesoran, pues una vez conoces el precio de las manzanas en el zoco y qué dátiles transparentan la luz, no hay ya modo de olvidar ni razón para exaltar mayor encantamiento. (De Suite de Tánger)

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LUGAR PARA UNA CITA

blanca sarasua

“Pero al cabo saltaba, siempre otra vez, la vida del lado de la luz” José Angel Valente

Amigo José Ángel, querido en tus poemas, -es la mejor manera de quererteporque fue suficiente tu electrocardiograma de palabras, que la mejor tarjeta de visita se imprime en un poema y yo he sido tu amante, con el rimel, le rouge, el moño desatado, esperando que entraras. por la puerta del verso. Querido José Ángel,“¿limitas con la nada?”, ¿a quién prepararé mi habitación de seda?. La vida es una serie de secuencias buscando el vertedero del epílogo y siempre juega sucio su argumento, porque su oscuro pájaro canta sus acertijos sin solución final -para eso las esfingesy su ajedrez impávido zanja con jaque mate sin llegar a un acuerdo.

poema inédito de

Hay voces como músculos, que ocupan un espacio y levantan la tierra. Tú, que con las siemprevivas has firmado un contrato, cómo has simplificado a los ecologistas. su trabajo anti ripio, pero la geometría se rompe con tu ausencia: apuntalabas algo que se cae.

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Nadie me había dicho que yo era tan feliz “con tantas estampitas y retratos”. Era el tiempo del hule en los libros de texto, cuando las letanías, -la más bella infusión con dosis de somníferoy todo se arreglaba con los polvos de talco. A nadie he confiado mi número del móvil no me pueden llamar, porque esta sociedad resuelta en lentejuelas encarga su intendencia a glúteos levadizos, master en idiotez,

blanca sarasua poema inédito de

pechos con arbotantes, gominas de diseño. Antes no había glúteos, qué palabra tan fea. Desanudado el cable que te asía a tu cáncamo, sin habernos mirado de otra forma, ¿dónde nos citaremos, querido José Ángel, en qué nuevo poema? Boquea el día, ahogado por la niebla; de pie, la dignidad del contrabajo que encalla tu recuerdo, el búcaro quebrado en mi cuarto de seda y el espejo sin nómina, sin nada que imitar. Sitiada por la ausencia, yo trazaré una línea donde puedas sentarte, “de la palabra hacia atrás” puedes llamarme, “¿con qué?”. De ti depende ahora. (8.04.01)

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