Porto Alegre Rumo a um mundo desglobalizado Hacia a um mundo deglobalizado. Translated by Gerard Coffey

Porto Alegre 2001 Rumo a um mundo desglobalizado Hacia a um mundo deglobalizado Translated by Gerard Coffey E-mail: [email protected] Focus on th

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Porto Alegre 2001 Rumo a um mundo desglobalizado Hacia a um mundo deglobalizado

Translated by Gerard Coffey E-mail: [email protected]

Focus on the Global South c/o CUSRI, Chulalongkorn University, Bangkok 10330, THAILAND Tel : 662 218 7363/7364/7365/7383 • Fax : 662 255 9976 E-mail : [email protected] • Web page http://www.focusweb.org

Janeiro/ Enero 2001

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CONTENTS 5 9 20 39 44

2000: el año de la protesta global contra la globalización Por Walden Bello

Praga 2000: Hacia un mundo desglobalizado Por Walden Bello

La Herencia Asiática del FMI Por Jaques-chai Chomthongdi

El Armadillo y el Camelón: Un Cuento Admonitorio Por Nicola Bullard

La OMC: Oportunidad o Peligro para el Mundo en Vías de Desarrollo? Intercambio de cartas entre Walden Bello, el Director Ejecutivo de Focus on the Global South y profesor de la Universidad de Filipinas, y Phillipe Legrain, asesor especial del Director General de la OMC Mike Moore, y ex corresponsal de The Economist en asuntos de comercio y economía. Fue publicado por The Ecologist, diciembre-enero 2000, Vol 30, No 9.

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El Éxito de Ser Peligroso: La Resistencia a los Regímenes de Libre Comercio e Inversión Por Gerard Greenfield

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2000: el año de la protesta global contra la globalización Por Walden Bello*

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s probable que, como el año 1929, el año pasado conste como uno de esos momentos definitivos de la historia de la economía mundial. Sin duda, las estructuras del capitalismo global parecen sólidas, y muchos de la élite global en Washington, Europa y Asia, se felicitan por haber contenido la crisis financiera asiática, y pretenden parecer confiados respecto al lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones comerciales bajo el auspicio de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Sin embargo, lo que vimos fue una dramática serie de acontecimientos que efectivamente podrían conducir al momento en el cual, según el poeta, “todo lo sólido se desvanece en el aire”.

y la rebelión de los delegados de los países en desarrollo, dentro del Centro de Convenciones de Seattle. Mucho se ha dicho sobre las motivaciones particulares de los manifestantes y de los delegados del Tercer Mundo, y sobre las diferencias en las filas de los manifestantes. Es verdad que algunas de sus posiciones sobre temas claves, como por ejemplo la incorporació n de normas laborales dentro de la OMC, fueron a veces contradictorias. Pero la mayoría estuvo unida en su oposición a que se expanda un sistema que promovía la globalización corporativa a costa de objetivos sociales tales como la justicia, comunidad, la soberanía nacional, la diversidad cultural y la sostenibilidad ecológica.

Para el capitalismo global el año inició un mes antes, entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre de 1999, cuando la Tercera Reunión Ministerial de la OMC colapsó en Seattle. El añ o terminó más temprano, en diciembre del 2000, con un evento de igual trascendencia: la desintegración de la Conferencia sobre Cambio Climático en La Haya.

Más aún, no habría ocurrido la debacle en Seattle sin este otro acontecimiento: la incapacidad de la Unión Europea y de Estados Unidos de resolver sus diferencias sobre temas claves, por ejemplo, qué reglas deben controlar su competencia monopólica por los mercados agrícolas. Y quizás el impacto de lo que pasó en Seattle habría sido menos masivo si no fuera por el comportamiento brutal de la policía. Los asaltos sobre los manifestantes mayoritariamente pacíficos por parte de policías vestidos en sus uniformes de corte Darth Vader, delante de las cámaras de televisión, convirtieron las calles de Seattle en un gran sí mbolo de la crisis de la globalización.

Seattle: El Punto de Quiebre Queda por escribirse la historia definitiva de los eventos de Seattle, sin embargo no se pueden entender sin tomar en cuenta la interacción explosiva entre las protestas militantes e implacables de unas 50,000 personas en la calle

* Director Ejecutivo de Focus on the Global South en Bangkok, y Profesor en la Universidad de Filipinas.

Cuando fue fundada la OMC en 1995, esta organización fue vista como la joya de la corona del capitalismo en la época de la globalización. Sin embargo, con el colapso en Seattle, hasta los poderes que aún tenían una descarada confianza en su propia creación, reconocieron

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las realidades que habían venido ignorando o minimizando. Por ejemplo: que la máxima institución de la globalización es, de hecho, fundamentalmente anti democrática, y que sus procesos no son transparentes, fue reconocido por representantes de los más acérrimos defensores en los días previos a Seattle. Se puso en evidencia la crisis de confianza de la élite global ante las palabras del Ministro de Comercio e Industrias de Inglaterra, Stephen Byers, cuando declaró que “la OMC no puede seguir en su forma actual. Se necesita un cambio fundamental y radical para que responda a las necesidades y aspiraciones de sus 134 miembros”. Seattle no fue un evento único. La dura crítica a la OMC y a las Instituciones Bretton Woods fue la corriente no tan oculta durante la Décima Asamblea de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD en inglés) realizada en Bangkok en el mes de febrero. Efectivamente, aunque en la mayoría fue una reunión internacional sin novedades, lo que marcó la conferencia ante la prensa mundial, fue la cara del Director saliente del FMI, Michel Camdessus, cubierto con un pastel después de un tiro perfecto por parte del activista anti FMI, Robert Naiman.

De Washington a Melbourne La acción de Naiman fue parte de la tela de fondo de la primera gran confrontación postSeattle entre las fuerzas pro y anti globalizació n: la reunión de primavera del FMI y el Banco Mundial en Washington, DC. Unos 30,000 manifestantes invadieron la capital de EE.UU. a mediados de abril y encontraron que un gran segmento de la parte noroeste de la ciudad estaba cercado por unos 10,000 policías. Durante cuatro lluviosos días, los manifestantes intentaron, sin éxito, abrir una brecha en la falange policial para alcanzar el complejo del FMI/Banco Mundial en las calles 19 y H,NW, resultando en la detención de cientos de personas. La policía declaró la victoria. Sin embargo, los manifestantes perdieron la batalla pero ganaron la guerra. El mero hecho de haber venido 30,000 personas para protestar contra los gemelos Bretton Woods, ya fue una victoria masiva según los organizadores, pues a

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su decir en eventos previos no lograron movilizar más de unos pocos cientos. Más aún, los medios se centraron en Washington, y para millones de personas en todo el mundo la primera impresión sobre el FMI y del Banco Mundial fue el de ser instituciones asediadas por gente que las acusó de provocar pobreza y miseria al mundo en desarrollo. Desde Washington, la lucha se trasladó a Chiang Mai en la Sierra tailandesa, donde al Banco Asiático de Desarrollo, un organismo multilateral notorio por su financiamiento a proyectos gigantescos que alteraron comunidades y desestabilizaron el medio ambiente, realizó su Reunión Anual No 33 a inicios de mayo. La cúpula del Banco quedó tan pasmada al ver a unas 2,000 personas exigiéndole que salga de la ciudad, que poco después de la clausura de la conferencia, el Presidente del Banco, Tadao Chino, creó un Grupo de Trabajo ONG para tratar con la sociedad civil. Temerosos de protestas más masivas en el 2001, el Banco cambió el sitio de su próxima Reunión Anual de Seattle a Honolulu, pensando que este último sería un lugar más seguro. No obstante, la reunión de Chiang Mai no sólo tuvo implicaciones para el Banco Asiático de Desarrollo. Considerando que la mayoría de los manifestantes fueron campesinos tailandeses pobres, las protestas mostraron que la base del movimiento anti globalización es más amplia que los jóvenes de clase media y los sindicalistas de los países industrializados. Así mismo, los organizadores claves de las manifestaciones de Chiang Mai, como Bamrung Kayotha, uno de los líderes del Foro de los Pobres, participaron en la protesta de Seattle, y vieron a la reunión de Chiang Mai no como un evento aislado, sino como un eslabón en la cadena de protestas internacionales contra la globalización. Las siguientes líneas de batalla se trazaron en Melbourne, Australia, a principios de septiembre. El espléndido Crown Casino, ubicado en el exclusivo puerto de Melbourne, fue escogido como el sitio de la Cumbre para Asia-Pacífico del Foro Económico Global (el Foro Davos) que se había convertido en una de las fuerzas principales del intento de proveer

una cara más humana a la globalización. Muchos activistas opinaron que el Casino fue un símbolo adecuado de la globalización impulsada por las finanzas. Durante casi tres dí as de protestas callejeras, unos 5,000 manifestantes lograron cerrar las entradas claves del Casino, obligando a los organizadores a traer y llevar en helicóptero a algunos delegados, una vez más frente a la televisión. Adicionalmente, como en Seattle, el rudo tratamiento a los manifestantes por parte de la policía, muchos de ellos a caballo, magnificó la controversia global sobre el evento.

La Batalla de Praga Más tarde, ese mismo mes, el turno para convertirse en campo de batalla fue de Europa. Cerca de 10,000 personas llegaron a Praga desde todas partes del continente, preparadas para participar en una confrontación apocalí ptica con las instituciones Bretton Woods durante su Reunión Anual en esa bella ciudad de Europa del Este, en la más bella temporada del año. La ciudad de Praga no desilusionó. Con las manifestaciones y las batalles callejeras atrapando a los delegados en el Centro de Convenciones o con las manifestaciones arremolinándose alrededor de ellos cuando intentaron regresar a sus hoteles en el renombrado centro histórico de Praga, la agenda de la reunión fue, como lo expresó un funcionario del Banco Mundial “efectivamente tomada” por los manifestantes anti globalizació n. Cuando un gran número de delegados se negaron a ir al Centro de Convenciones los dos días siguientes, se vieron obligados a clausurar la reunión, un día antes de lo previsto. Tan importante como las protestas en Praga fue el debate realizado el día 23 de septiembre en el famoso Castillo de Praga, entre representantes de la sociedad civil y la cúpula del Banco Mundial y el FMI. Un evento auspiciado por el Presidente de la República Checa Vaclav Havel. En vez de cerrar la brecha entre los dos lados, el evento sólo logró ampliarla, puesto que al responder a demandas concretas, el Presidente del Banco Mundial James Wolfensohn y el Director General del FMI Horst Koehler no estuvieron preparados para ir más allá de los perogrullos y las generalidades, como si les

preocupara sobrepasar los limites establecidos por sus amos del G-7. George Soros, quien defendió al Banco en el debate, lo dijo todo cuando admitió que Wolfensohn y Koehler “se desempeñaron terriblemente” y que habían desperdiciado su principal encuentro con la sociedad civil. Después de Seattle, mucho se dijo acerca de reformar el sistema económico global a fin de que éste incorpore a aquellos que han “quedado atrás”, por parte de personalidades como Bill Gates, Bill Clinton, Tony Blair, Kofi Annan, y el máximo ejecutivo de Nike, Phil Knight. De hecho, el Foro de Davos colocó la cuestión de la reforma como primer punto de la agenda en las reuniones que realizó la élite global. Sin embargo, un año después de Seattle hay muy poca acción concreta. La más prominente iniciativa de reforma, el plan del G7 para reducir el servicio de la deuda externa de los 41 Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC en inglés) en realidad ha entregado sólo US$ mil millones desde su inicio en 1996, o una reducción de sólo 3 por ciento en los últimos cuatro años y medio! Un año después del colapso de la reunión de Seattle, se ha desvanecido la discusión sobre la reforma del proceso de toma de decisiones de la OMC. Ahora, su Director General Mike Moore dice que el sistema no democrático, no transparente del “Consenso/Salón Verde” es “no negociable” En lo que tiene que ver con la arquitectura financiera internacional, se ha evitado la discusi ón seria sobre la posibilidad de controlar al capital especulativo, a través de medidas tales como el impuesto Tobin. Un FMI no reformado sigue en el centro del “sistema apaga-incendios” del sistema. Una línea de crédito preventivo de crisis en el Fondo, (que ningún país quiere utilizar) y un Foro sobre Estabilidad Financiera (en el cual hay poca representación de los países en desarrollo) aparecen como las únicas “ innovaciones” que emergen como resultado de las crisis Asiática, Rusa y Brasileña de los ú ltimos tres años.

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De igual manera, dentro del FMI y del Banco Mundial ya no hay discusión sobre la reducción del poder del voto de EE.UU y la Unión Europea como consecuencia del incremento en el poder del voto de los países del Tercer Mundo, menos aún respecto de terminar con las prácticas feudales de tener siempre a un Europeo a la cabeza del Fondo y a un estadounidense a la cabeza del Banco. El muy anunciado proceso consultivo para la preparació n de los “Informes sobre las Estrategias de Reducción de Pobreza” (PRSP en inglés) por parte de los gobiernos que piden préstamos, resulta ser nada más que un intento de aplicar una lámina decorativa de participación pública al mismo proceso tecnocrático. Proceso que sigue reproduciendo las estrategias de desarrollo con el mismo énfasis en el crecimiento a través de la desregulación y liberalización del comercio, con, quizás, unas redes de seguridad social salpicadas por aquí y por allá. Dentro del Banco, una fuerte resistencia a innovaciones que pondrían el énfasis en las reformas sociales, llevó a la renuncia de dos reformistas: Josef Stiglitz, el economista principal, y Ravi Kanbur, el jefe del grupo de trabajo responsable del Informe sobre el Desarrollo Mundial.

La Debacle en La Haya A lo largo del año las protestas tuvieron una característica anti transnacional, e identificaron al Banco Mundial, el FMI y la OMC como sirvientes de las corporaciones. Una fuerte desconfianza a las multinacionales surgió aún en EE.UU. donde un 70 por ciento de personas encuestadas opinaron que las corporaciones tení an demasiado poder sobre sus vidas. La desconfianza y la oposición a las transnacionales sólo pudieron volverse más profundas después del fracaso de la Conferencia sobre Cambio Climático en La Haya a principios de diciembre, debido a la falta de voluntad por parte de la industria estadounidense de reducir significativamente sus emisiones de gases invernaderos. En un momento en el cual la mayoría de los indicadores muestran una aceleración de las tendencias al calentamiento global, la acción de Washington reforzó la convicción del movimiento anti globalización sobre el hecho de que la élite de EE.UU. está determinada a

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apoderarse de todos los beneficios de la globalización y cargar los costos al resto del mundo. Al analizar la situación después de Seattle, C. Fred Bergsten, un promotor prominente de la globalización, expresó ante una reunión de la Comisión Trilateral en Tokyo en el mes de abril pasado, que “las fuerzas anti-globalización está n ahora de subida”. Hoy esa descripción tiene m ás razón de ser que nunca. Puesto que la élite global ha perdido confianza en las instituciones claves del control económico global, ellas enfrentan una clásica crisis de legitimidad. Si no recuperan la legitimidad, será un asunto de tiempo que las estructuras se caigan, sin importar qué tan sólidas se vean, pues la legitimidad es el fundamento de las estructuras de poder. El proceso de deslegitimación es de difícil reversión una vez que éste se arraiga De hecho, lo que podríamos llamar, según Gramsci, el “retiro del consentimiento” tiende a regarse hasta el corazón mismo de las instituciones y pr ácticas del capitalismo global, incluyendo las corporaciones transnacionales. El 2001 conlleva la promesa de un año igualmente atormentado para el proyecto globalizador.

Praga 2000: Hacia un mundo desglobalizado Por Walden Bello*

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a histórica primavera de Praga de 1968 presagió el inicio del fin del Imperio Soviético. ¿Será Praga, el lugar donde a finales de este mes se realizará la Reunión anual del Banco Mundial y el FMI, junto con Seattle en Diciembre de 1998, y Washington D.C. en Abril de este año, uno de los eventos catalíticos que presagie el inicio del fin de la globalización controlada por las corporaciones? Asistimos a una encrucijada en Praga. Por muchos años nos han dicho que la globalización era benigna, que era un proceso que traía el mayor beneficio para el mayor número de gente, que la buena ciudadanía radicaba en aceptar la regla impersonal del mercado, y que el buen gobierno era aquel que dejaba libre el camino a las fuerzas del mercado y dejaba que la encarnación más efectiva de la libertad del mercado, la corporación transnacional, trabaje para obtener la combinación más eficiente de capital, tierra, tecnología y mano de obra. Se decía que el libre flujo de bienes y capital en un mundo sin fronteras era el mejor de todos los mundos posibles. Sin embargo, cuando algunos observadores señalaron que para ser consistentes con los preceptos de su profeta del

*Director Ejecutivo de Focus on the Global South, un programa de investigación, análisis y promoción social, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Chulalongkorn (CUSRI) en Bangkok, Tailandia; y Profesor de Sociología y Administración Pública en la Universidad de Filipinas. Autor o co-autor de 11 libros sobre aspectos económicos y políticos del Asia, incluyendo Una Tragedia Siamesa: Desarrollo y Desintegración en la Tailandia Moderna (Londres: Zed Press, 1998) y Dragons in Distress:: El Milagro de las Economías de Asia en Crisis (Londres: Penguin, 1992).

siglo 18, Adam Smith, los defensores de la doctrina neoliberal también tendrían que permitir el libre flujo de la mano de obra para crear éste, el mejor mundo de todos los posibles, ellos fueron simplemente ignorados. Tales inconsistencias podrían pasarse por alto, pues, desde hace más de dos décadas, el neoliberalismo o, como fue grandiosamente llamado, el “ Consenso de Washington”, venía barriendo todo en su camino. Como uno de sus partidarios claves reciente y nostálgicamente comentó : “el Consenso de Washington parecía ganar una aprobación casi universal, y proveía una ideología de guía, y un consenso intelectual subyacente para la economía mundial, lo cual era bastante nuevo en la historia moderna.” 1

La Globalización Se Desintegra I: El Colapso Financiero Asiático El libre flujo de capital especulativo, de acuerdo con la doctrina del Consenso de Washington, era lo que nuestros gobiernos de Asia oriental institucionalizaron a principios de los noventa bajo la fuerte insistencia del Fondo Monetario Internacional y el Departamento del Tesoro de EEUU. El resultado: los $100 billones que ingresaron entre 1993 y 1997, salieron en un abrir y cerrar de ojos durante el Gran Pánico del verano de 1997, provocando el colapso de nuestras economías y sumergiéndolas en un fango de recesión y desempleo masivo, del cual la mayoría todavía no se han recuperado. Desde 1997, la inestabilidad financiera o la constante erosión de nuestras monedas se ha vuelto una forma de vida, bajo los regímenes monetarios impuestos por el FMI que dejan que el valor de

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nuestro dinero sea determinado día a día por los antojos, estados de ánimo, y preferencias variables de los inversionistas extranjeros y los especuladores financieros.

La globalización se Desintegra A II: El Fracaso del ajuste Estructural La crisis financiera asiática puso al Fondo Monetario Internacional en el banquillo, provocando una amplia re-evaluación popular de su papel en el Tercer Mundo durante los años ochenta e inicios de los noventa, cuando impuso programas de ajuste estructural en más de 70 pa íses en vías de desarrollo. Después de más de 15 años, difícilmente podían encontrarse algunos casos de programas de ajuste exitosos. Lo que sí hizo el ajuste estructural fue institucionalizar el estancamiento en Africa y América Latina, junto con el aumento en los niveles de pobreza absoluta e ingreso desigual. El ajuste estructural y las políticas relacionadas al libre mercado que se impusieron a inicios de los ochenta, fueron el factor central que disparó un aumento agudo en la desigualdad a nivel global. Un contundente estudio de la UNCTAD hecho en 124 países, muestra que el ingreso del 20% más rico de la población mundial se elevó de un 69 a un 83 por ciento entre 1965 y 1990.(2) Las políticas de ajuste fueron un factor central para la rápida concentración del ingreso global en años recientes, un proceso que, en 1998 vio a Bill Gates con valores netos de $90 billones, a Warren Buffet con $36 billones, y al co-fundador de Microsoft, Paul Allen, con $30 billones, lograr un ingreso combinado mayor que el ingreso conjunto de los 600 millones de personas que viven en los 48 países menos desarrollados, de los cuales la mayoría han sido sujetos a programas de ajuste. El ajuste estructural también ha sido una causa principal de la falta de progreso en la campaña contra la pobreza. A nivel global, el número de personas que viven en condiciones de pobreza, con ingresos de menos de un dólar por día, aumentó de 1.1 billones en 1985 a 1.2 billones en 1998, una cifra que probablemente alcanzará 1.3 billones en este año(3). Según un estudio reciente del Banco Mundial, el número absoluto de personas pobres aumentó en los noventa en

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Europa Oriental, en el Sur asiático, América Latina y el Caribe, y todas las áreas del Africa sub-sahariana, todas éstas áreas que cayeron bajo la influencia de programas de ajuste(4). Confrontado con esta triste experiencia, James Wolfensohn del Banco Mundial, tuvo el sentido de apartar a la institución de su identificación con el ajuste estructural, a través de iniciativas de relaciones públicas tales como el SAPRI, la Iniciativa de Revisión del Programa de Ajuste Estructural, que se dijo sería conducida conjuntamente con ONGs. Pero el FMI, bajo el doctrinario Michel Camdessus se negó a ver lo inevitable; buscó, en cambio, meter permanentemente políticas de ajuste en la estructura económica a través del establecimiento de la Facilidad Extendida de Ajuste Estructural (ESAF). Sin embargo, como consecuencia de un mayor escrutinio público después de sus políticas desastrosas en Asia Oriental, el Fondo ya no podría fingir que ese ajuste fue un fracaso masivo en Africa, América Latina y el Sur de Asia. Durante las reuniones del Banco MundialFMI en septiembre de 1999, el Fondo aceptó el fracaso, renombrando al ESAF como “Facilidad para la Reducción de la Pobreza y el Crecimiento”. No había manera, sin embargo, de que el Fondo blanquee los resultados de sus políticas. Cuando el G-7 propuso que la certificación del FMI sea una condición para la elegibilidad de los países dentro de la ahora difunta iniciativa de HIPC, la Representante Maxine Walters, de la Cámara de Representantes de EE.UU, habló por muchos legisladores liberales estadounidenses cuando comentó, “¿Tenemos que involucrar al FMI? Porque, como hemos descubierto dolorosamente, la manera en que el FMI trabaja, provoca que los niños mueran de hambre.”(5). El Fondo estuvo tan privado de legitimidad, que el Secretario del Tesoro estadounidense, Larry Summers, quien, en una encarnación previa como economista principal del Banco Mundial, fue uno de los apyadores principales del ajuste estructural, dijo al Congreso estadounidense que el “proceso centrado en el FMI” del desarrollo de políticas macroeconómicas sería reemplazado por “un proceso nuevo, más abierto e inclusivo, que involucraría múltiples organizaciones internacionales y daría a los

hacedores de políticas nacionales y a los grupos de la sociedad civil, un papel más central.”(6)



La Globalización Se Desintegra III: La Debacle en Seattle Libertad, dijo Hegel, es el reconocimiento de la necesidad. Libertad, nos dicen los proponentes del neoliberalismo, tales como el discípulo de Hegel, Francis Fukuyama, radica en el reconocimiento de la irreversibilidad inexorable de la globalización basada en el libre mercado. Gracias a Dios, las 50,000 personas que descendieron en Seattle a fines de noviembre de 1999 no aceptaron esta noción de libertad de Hegel y Fukuyama, de sumisión y rendición a lo que parecía ser la necesidad ineludible de la Organización Mundial de Comercio (OMC). A mediados de los noventa, la OMC había sido presentado al público global como el eje de un sistema multilateral de gobierno económico que proporcionaría las reglas necesarias para facilitar el crecimiento del comercio global y la difusión de sus beneficios. Casi cinco años después, para numerosa gente las implicaciones y consecuencias de la creación de la OMC se habían vuelto tan claras como un robo cometido a plena luz del día. ¿Como se percataron de esas consecuencias?





Al firmar el Acuerdo sobre las Medidas en Materia de Inversiones (TRIMs), los países en vías de desarrollo descubrieron que habí an entregado su derecho a usar políticas comerciales como un medio para la industrialización. Al firmar el Acuerdo Sobre Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados al Comercio (TRIPs), los países se dieron cuenta que habían otorgado a las transnacionales de alta tecnología, como Microsoft e Intel, el derecho a monopolizar la innovación en las industrias de conocimiento intensivo, y que habían dado a empresas biotecnológicas, como Novartis y Monsanto, la luz verde para privatizar los frutos de eones de interacción creativa entre las comunidades humanas y la naturaleza, tales como semillas, plantas y vida animal.





Al firmar el Acuerdo sobre Agricultura (AOA), los países en vías de desarrollo descubrieron que habían acordado abrir sus mercados, mientras permitían a las grandes superpotencias agrícolas consolidar su sistema de producción agrícola subvencionada que estaba provocando el dumping masivo de excedentes en esos mismos mercados, un proceso que, en consecuencia, estaba destruyendo la agricultura campesina. Al establecer la OMC, los países y los gobiernos descubrieron que habían erigido un sistema legal que consagró la prioridad del libre comercio sobre cualquier otro bien, sobre el medio ambiente, la justicia, la equidad y la comunidad. Finalmente comprendieron el significado de la advertencia del activista Ralph Nader unos a ños antes, que la OMC era un sistema de “comercio uber alles” (“el comercio por encima de todo”) Al unirse a la OMC, los países en vías de desarrollo comprendieron que, de hecho no se estaban uniendo a una organización democrática, sino a una en la que las decisiones no se tomaban en plenarios formales, sino en sesiones a puerta cerrada nada transparentes, y donde la mayoría votante fue marginada en favor de un proceso llamado “consenso” - que en realidad era un proceso en el cual unos pocos poderes comerciales grandes, impusieron su consenso sobre la mayoría de los países miembros.

La reunión ministerial de Seattle reunió a una amplia gama de manifestantes de todo el mundo, enfocada en una amplia variedad de problemas. Es verdad que algunas de sus posiciones sobre temas claves, tal como la incorporación de normas laborales en la OMC, eran a veces contradictorias. Pero la mayoría de ellos, sea que estuvieran en las calles o en las salas de reuniones, estuvieron unidos en su oposición a la expansión de un sistema que promovía una globalización corporativa a expensas de la justicia, la comunidad, la soberan ía nacional, la diversidad cultural y la sustentabilidad ecológica.

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Seattle fue una debacle creada por la sobre expansión corporativa, la cual es muy similar al concepto de Paul Kennedy de una “sobre expansión imperial” que se dice es el factor central en la desintegración de los imperios(7). El colapso de la reunión ministerial, debido a la presión de estas múltiples fuentes de oposición, reafirmó la verdad del comentario visionario de Ralph Nader, hecho cuatro años antes: la creaci ón de pactos comerciales globales, como la OMC, podrían ser “el error más garrafal en la historia corporativa global moderna.” Considerando que previamente, la acción de las corporaciones se dio dentro de una especie de “ penumbra privada” que hizo difícil cristalizar efectivamente a la oposición, él argumentó que “ahora que el plan estratégico corporativo global ha salido impreso... nos da una oportunidad.” (8) La verdad es eterna, pero sólo influye en las vidas humanas cuando se convierte en poder. En Seattle, la verdad se juntó al poder de la gente y se volvió un hecho. De repente, hechos que habí an sido ignorados o desacreditados, fueron reconocidos incluso por los poderes, cuya desvergonzada confianza fue socavada. Por ejemplo, que la institución suprema de la globalización era fundamentalmente antidemocr ática, fue incluso reconocido por representantes de sus más acérrimos defensores: EE.UU. y el Reino Unido. Escuchen a la Representante Comercial de EE.UU., Charlene Barshefsky, después de la revuelta de los representantes de los países en ví as de desarrollo que ayudó a derrumbar la Reuni ón Ministerial: “El proceso... era un tanto excluyente,” ella admitió. “ Todas las reuniones se celebraron entre 20 y 30 países claves... Y eso significó que 100 países, 100, nunca entraron en la sala... esto condujo a un sentimiento extraordinariamente malo de que ellos eran apartados del proceso y que los resultados... fueron dictados por los 25 o 30 paí ses privilegiados que sí estaban dentro de la sala.” (9) Escuchen a Stephen Byers, el Secretario de Comercio e Industria del Reino Unido después del golpe de Seattle: “la OMC no podrá continuar en su forma actual. Tiene que haber un cambio fundamental y radical para que

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satisfaga las necesidades y aspiraciones de todos sus 134 miembros.” (10)

La Globalización se desintegra IV: Meltzer Lanza Torpedos al Banco La crisis financiera asiática condujo a la crisis de legitimidad del FMI. El colapso de la Reunió n Ministerial de Seattle paró el proceso de la OMC. Sin embargo, bajo el comando del australiano convertido en estadounidense, Jim Wolfensohn, parecía probable que el Banco Mundial saldía ileso del daño masivo sufrido por sus instituciones hermanas. Pero el torpedo, bajo la forma de la famosa Comisión Meltzer, encontró su blanco en febrero de este año. Formada en 1998 como una de las condiciones impuestas por el Congreso de EE.UU. a cambio del voto a favor de un aumento de su cuota al FMI, la Comisión fue un cuerpo bipartito cuyo objetivo era el investigar la actuación del Banco y el Fondo antes de hacer recomendaciones de reforma a las dos instituciones. Examinando exhaustivamente documentos y entrevistando a todo tipo de expertos, la Comisión formuló la devastadora conclusión de que, con la mayoría de sus recursos destinados a los países en vías de desarrollo más ricos, y en sus proyectos en los países más pobres -con el pasmoso nivel de fracaso de 65-70%-, el Banco Mundial es irrelevante en el logro de su supuesta misión de alivio de la pobreza global. ¿Y qué hacer con el Banco? La Comisión instó a que la mayoría de las actividades de prestació n de créditos del Banco sean delegadas a los bancos regionales de desarrollo. No ayuda mucho, sin embargo, para que los lectores del informe se den cuenta de que, como uno de los miembros de la Comisión reveló, ésta, “esencialmente quiere abolir al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial,” una meta que tenía “significativos focos de apoyo... en nuestro Congreso.” (11) Para desilusión de Wolfensohn, pocas personas salieron en defensa del Banco, así que fue en un estado de conmoción que la agencia mantuvo su reunión de primavera con el FMI en Washington, DC, la cual además convocó a unos 40,000 manifestantes. El espíritu de desmoralización que cundió en el Banco se reflejó en la carta de

Wolfensohn al personal del Banco antes de la reunión: “la próxima semana será como un tiempo de prueba para la mayoría de nosotros.” (12) . El hecho de que la reunión de abril del 2000 de los gemelos Bretton Woods, sólo pudo darse bajo fuerte protección policial, con el uso de un sistema de señuelos para abrir una brecha entre las filas de los manifestantes y conducir a los aprehensivos delegados a los búnkers fortificados en las avenidas Pennsylvania y 19.NW, en el centro de DC, dijo mucho sobre la andrajosa legitimidad de las dos instituciones.

El Proceso Davos I: Relegitimando La Globalización ¿Por qué me mantengo en la cuestión de legitimidad? Porque, como apuntó el gran pensador italiano Antonio Gramsci, cuando la legitimidad ha desaparecido y no se ha recuperado, es sólo una cuestión de tiempo hasta que la estructura colapse, no importa qué tan sólida sea en apariencia. Muchos de los promotores importantes de la globalización comprendieron esto tras la crisis conjunta de la OMC y los gemelos Bretton Woods. Ellos sabí an que la estrategia de negación utilizada por estas tres instituciones en el pasado ya no funcionaría más, y que la actitud agresiva de agitadores pro-globalización como Martin Wolf del Financial Times, quien acusó a las ONGs de ignorancia y de ser una “sociedad incivil,” sería probablemente contraproducente. Para los más sensatos entre las fuerzas pro-globalización, lo primero era reconocer los hechos. Hecho No. 1, según el influyente pro-libre mercado C. Fred Bergsten, jefe del Instituto de Economía Internacional de Washington, “las fuerzas anti-globalización está n ahora en ascenso” (13). Y Hecho No. 2 , lo principal en la respuesta a estas fuerzas “tiene que ser un reconocimiento honesto y admitir que hay costos y perdedores”, que “la globalización aumenta el ingreso y las disparidades sociales entre los países” y “sí deja atrás a algunos países y grupos.” (14) Aquí es donde el proceso Davos -del cual el ejercicio actual del Foro Económico Mundial (WEF) es parte-, ha demostrado ser central en el proyecto de relegitimar la globalización. Davos,

ubicado en lo alto de los Alpes suizos, no es el centro de una conspiración capitalista global para dividir al mundo. Davos es donde la élite global se reúne bajo el paraguas del WEF para sacar un consenso preliminar sobre cómo confrontar ideológicamente, y desactivar, los desafíos del sistema. Reunidos poco después de lo que muchos consideraron el cataclismo en Seattle, el equipo de Davos estructuró a finales de enero, la línea políticamente correcta. Repetido como un mantra por personalidades como Bill Clinton, Tony Blair, Bill Gates, Nike CEO Phil Knight, y el gurú del WEF, Klaus Schwab, el coro decía así: “la Globalización es la ola del futuro. Pero la globalización está dejando atrás a la mayoría. Aquellas voces hablaron claramente en Seattle. Es tiempo de llevar los frutos de la globalización y del libre comercio a muchos.” Fue el Primer Ministro británico, Tony Blair, quien mejor articuló la visión y retórica de una “ globalización compasiva.” Blair dijo: “Junto al avance de los mercados globales y de las tecnologías, estamos viendo una nueva bú squeda de comunidad, local, nacional y globalmente, la cual es una respuesta al cambio y la inseguridad, pero que también refleja lo mejor de nuestra naturaleza y valores duraderos. Con ella viene una nueva agenda política, basada en una mutua responsabilidad, tanto dentro de las naciones como alrededor del mundo.” (15) Y continuó: “En este siglo tenemos la oportunidad de lograr un mundo abierto, una sociedad abierta, y una economía abierta, con oportunidades sin precedentes para la gente y los negocios. Pero vamos a tener éxito sólo si esa sociedad y economía abierta están apuntaladas por un fuerte espíritu de responsabilidad mutua, por una inclusión social dentro de las naciones, y por un compromiso internacional de ayudar a los afectados por el genocidio, la deuda y el medio ambiente.” (16) “Yo lo llamo un Tercer Camino,” declaró Blair con pasión. “él proporciona una nueva alternativa política, del centro y centroizquierda, pero bajo nuevos términos. Apoyando la creación de riqueza. Enfrentando a los intereses creados. Usando mecanismos del mercado. Pero siempre acatando los valores de

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justicia social, democracia, cooperación.... De Europa a América del Norte, de Brasil a Nueva Zelanda, dos grandes corrientes de pensamiento progresista se están juntándo. El compromiso liberal de la libertad individual en la economía de mercado, y el compromiso social democrá tico con la justicia a través de la acción gubernamental, están siendo combinadas.” (17) Ahora bien, una cosa de la cual el público britá nico finalmente se ha dado cuenta acerca del Sr. Blair, es que con él, hay un desfase grande entre la retórica y la sustancia. ¿Qué es lo que realmente ofrece “la globalización con consciencia” o “ la tercera vía” o “la globalizaci ón compasiva” ? Para enterarse, uno tiene que ir de Blair a Bergsten, quien para su crédito, deja de un lado la retórica rimbombante y admite que en realidad el programa es un sistema de “redes de seguridad transitorias... para ayudar con el ajuste a la dislocación” y “permitir a la gente que se aproveche del fenómeno [de globalización] y adaptarse a él, en lugar de oponerse.” (18) En suma, en lugar de ser atropellada por el tren de la globalización, la gente deberá tranquila y pacíficamente ceder y ajustarse al cambio constante, e imprevisible, forjado por la búsqueda de rentabilidad de las Corporaciones TransNacionales, CTN.

El Proceso Davos II: eligiendo a Las Naciones Unidas Tan importante como la retórica en la respuesta Davos, es el proceso de convencer a la gente a embarcarse. Esto se lograría a través del diá logo, la consulta y la formación de “ asociaciones” entre las CTN, los gobiernos, los Naciones Unidas y las organizaciones de la sociedad civil . La ONU resultó demasiado fácil. Las discusiones con el Secretario General Kofi Annan produjeron el “Compacto Global” que se ha convertido en la pieza central de las Celebraciones delMilenio de las Naciones Unidas. Firmado por 44 transnacionales, el Compacto ha sido promovido por Annan como el mayor paso hacia delante, dado que supuestamente compromete a sus signatarios a respetar los derechos humanos, laborales y ambientales, y a proporcionar ejemplos

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positivos de tal conducta. Por otro lado, para muchas ONGs, el Compacto Global se está convirtiendo en una de las equivocaciones más grandes de la ONU por las razones siguientes:



A pesar de que una disposición del Compacto declara que la membresía en el Compacto no sería cedida a entidades comerciales implicadas en violaciones a los derechos humanos, los miembros fundandores incluyen a los peores transgresores corporativos de los derechos humanos, ambientales, y laborales: Nike, Río Tinto Zinc, Shell, Novartis, y BP Amoco.



El Compacto proporcionará una gran oportunidad de relaciones públicas para que estas corporaciones promuevan una imagen limpia, muy diferente de la realidad, ya que el acatamiento del Compacto será automonitoreado y no existe ninguna sanción por violar sus principios.



Las Corporaciones podrán usar el logotipo de la ONU como un sello de responsabilidad corporativa, apropiándose así de la imagen de servicio civil internacional de la ONU, “no sólo para ganancias a corto plazo, sino también para la meta comercial a largo plazo de una imagen positiva.” (19)

El Proceso Davos III: Manejando a la Sociedad Civil En cuanto a las organizaciones de la sociedad civil, ellas no fueron tan ingenuas como Annan y la ONU, y por lo tanto neutralizarlas exigió medidas más sofisticadas. Como un primer paso, se tenía que dividir sus filas, públicamente definiéndolas como “ONGs razonables” que estaban interesadas en un “debate serio” sobre los problemas de la globalización, o como “ ONGs irracionales” cuya agenda era “acabar con la discusión.” (20). Luego, para aquellas identificadas como “razonables” se puso en movimiento lo que se podría llamar una estrategia de “desarme vía diálogo” diseñada para integrarlas en una “asociación de trabajo” para la reforma. Aquí el modelo fue el del “Comité de ONGs sobre el Banco Mundial” y otras instancias

conjuntas Banco Mundial-ONGs, conformadas por Wolfensohn y sus lugartenientes a mediados de los noventas. Aunque las ONGs que se unieron a estos espacios pudieron haberlo hecho con las mejores intenciones, Wolfensohn sabía que su membresía en sí misma ya ayudaba a legitimar al Banco y que con el tiempo, estas ONGs desarrollarían un interés en mantener la relación formal con el Banco. Wolfensohn no sólo fue capaz de romper la comunidad de ONGs de Washington, DC, sino también de aprovecharse de las energías de varias ONGs, muchas de ellas cándidamente, para proyectar la imagen de un Banco serio en sus intenciones de reformarse y reorientar su actitud respecto de la eliminación de la pobreza, antes que la Comisión Meltzer ponga en evidencia que las expectativas levantadas por el Banco eran huecas. La neutralización de una parte significativa de ONGs de Washington, DC, logrado por Wolfensohn a mediados de los 1990s, debe servir como una advertencia a la sociedad civil sobre el temple de las fuerzas con las que se est á midiendo. Los intereses son grandes, y la manera en la cual la sociedad civil responda a este momento histórico en que se ha montado un agresivo cortejo para pedir su mano, tendrá implicaciones importantes para el futuro del proyecto de globalización. En la pelea entre los sectores pro-globalización y anti-globalización, los acontecimientos son tan fluidos dentro de la correlación de fuerzas, que las estrategias que fueron realistas y apropiadas antes de Seattle cuando las instituciones multilaterales tenían má s solidez y legitimidad-, ahora pueden ser tí midas e inapropiadas, si no contraproducentes, cuando las agencias multilaterales están en una crisis profunda de legitimidad. Permítanme ser específico:



¿Darán las ONGs nueva vida al actualmente parado proceso de la OMC, por instar a la incorporación de cláusulas laborales y medioambientales dentro de los acuerdos de la OMC, en vez de reducir el poder y la autoridad de este instrumento de regulación corporativa que pone todo en poder de ellas para, por ejemplo, prevenir que no vuelva a darse otra ronda de negociaciones?



¿Proporcionarán ellas un salvavidas a las instituciones Bretton Woods a través de su participación en las consultas Banco Mundial - FMI - sociedad civil?, que son el elemento principal del “Marco para el Desarrollo” que Wolfensohn y la dirigencia del FMI ven como la clave para relegitimar a los gemelos Bretton Woods?



¿Se permitirán ser cooptadas por el proceso Davos a través de un “diálogo razonable” y “ consulta franca”, cuando el otro lado ve al di álogo y la consulta, principalmente, como el primer paso para desarmarlas?

¿Reforma o Desempoderamiento? Nuestras tácticas no sólo dependerán del equilibrio de fuerzas, sino aún más fundamentalmente, de nuestra respuesta a la pregunta ¿debemos buscar transformar o desactivar las principales instituciones de la globalización corporativa? Las instituciones deben ser rescatadas y reformadas si están funcionando, aunque defectuosamente, y reorientarlas para promover los intereses de la sociedad y del medio ambiente. Deben ser abolidas si se han vuelto fundamentalmente disfuncionales. ¿Es posible decir que se puede reformar al FMI para lograr la estabilidad financiera global?, ¿que el Banco Mundial puede reducir la pobreza?, ¿y que la OMC puede producir el comercio equitativo? ¿No están acaso encarcelados dentro de los paradigmas y estructuras que generan resultados contradictorios con estos objetivos? ¿Podemos decir que estas instituciones pueden ser reestructuradas para manejar los múltiples problemas que han sido provocados por el proceso de globalización corporativa? Quizás se puede entender la situación actual de mejor manera a través de la obra clásica de Thomas Kuhn(21), La Estructura de Las Revoluciones Científicas. Los paradigmas cientí ficos, dice Kuhn, entran en crisis cuando ya no pueden explicar más o manejan cifras disonantes, después de que estos datos disonantes han sido evidenciados por observaci ón. A estas alturas, la comunidad de ciencia diverge en sus respuestas. Algunos intentan salvar el paradigma dominante con interminables ajustes diminutos que sólo

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prolongan su inevitable fallecimiento. Unos pocos valientes intentan soltarse limpiamente de él, a favor de un paradigma más simple, más elegante y más útil, de una manera similar a la de los primeros fundadores de la ciencia moderna, que simplemente se deshicieron del viejo, desesperadamente complejo, paradigma Ptolemeico, para explicar el cosmos (el sol y otros cuerpos celestes moviéndose alrededor de la Tierra) a favor del paradigma más sencillo de Copérnico (la Tierra moviéndose alrededor del sol). Como los paradigmas científicos en crisis, las instituciones dominantes de la globalización ya no pueden manejar los múltiples problemas causados por el proceso de la globalización corporativa. En lugar de intentar reformar las instituciones multilaterales, sería, de hecho, más realista y efectivo –para usar un término neoliberal horrible- actuar para desempoderarlas, si no para abolirlas, y crear instituciones totalmente nuevas que no tengan el equipaje de ilegitimidad, fracaso institucional, y mentalidad jurásica que vienen cargando el FMI, el Banco Mundial y la OMC?

Desactivando Las Corporaciones Efectivamente, yo sostendría que el enfoque de nuestros esfuerzos en estos días no es intentar reformar las agencias multilaterales, sino profundizar la crisis de legitimidad del sistema entero. Gramsci describió una vez a la burocracia como una “trinchera detrás de la cual yacía un poderoso sistema de fortalezas y terraplenes.” Ya no debemos pensar simplemente en términos de neutralizar las agencias multilaterales que forman las primeras trincheras del sistema, sino de desactivar a las corporaciones transnacionales que son las fortalezas y los terraplenes que constituyen el centro del sistema económico global. Estoy hablando de desactivar no sólo a la OMC, al FMI y al Banco Mundial, sino a la corporación transnacional en sí misma. Y no estoy hablando sobre un proceso de “re-reglamentar” a las CTN, sino de una desactivación o desmantelamiento de ellas como una amenaza fundamental a la gente, la sociedad, el medio ambiente, a todo lo que nosotros estimemos.

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¿Es esto disparatado? Sólo si pensamos que la asombrosa irresponsabilidad y misterio con lo que Monsanto y Novartis han colocado la biotecnología sobre nosotros se aparta de la norma corporativa. Sólo si también vemos como desviación de lo normal la devastación sistemá tica de Shell en el territorio Ogoni en Nigeria, la conspiración de las Siete Hermanas para evitar el desarrollo de fuentes de energía renovables para mantenernos esclavos de una civilización petrolera, la práctica de Río Tinto (RTZ) y las gigantes mineras, de envenenar ríos y comunidades, hasta el recientemente expuesto encubrimiento que por 20 años Mitsubishi violó una miríada de normas de seguridad en sus productos, para evitar un llamado a devolverlos, lo que habría reducido su rentabilidad. Sólo si pensamos que es una práctica y ética empresarial aceptable cerrar las puertas, despedir a los trabajadores y destruir comunidades ancestralmente establecidas para buscar la mano de obra más barata en cualquier parte del mundo, un proceso en el cual la mayor ía de las CTN están metidas. No, estos hechos no se apartan de la conducta corporativa normal. Son conducta corporativa normal. Y el crimen corporativo contra las personas y el medio ambiente se ha convertido, como la Mafia, en un estilo de vida, porque, como el filósofo británico John Gray nos cuenta, “la competencia del mercado global y la innovación tecnológica han interactuado para darnos una economía global anárquica.” A tal mundo de anarquía, escasez y conflicto, creados por el DÉJENLES HACER global, Gray contin úa, “Thomas Hobbes y Thomas Malthus son mejores guías que Adam Smith o Friedrich von Hayek, con su visión utópica de una humanidad unida por “las armonías benevolentes de la competencia.” (22) El mundo de Smith de competencia empresarial pacífica se ha degenerado, en la era de la TNC, en “la guerra de todos contra todos” de Hobbes. Gray continúa diciendo que “como está presentemente organizado, el capitalismo global de ninguna manera es apto para enfrentar los riesgos de un conflicto geo-político que son endémicos en un mundo en el cual las escaceses son cada vez más agudos. Sin embargo, no figura en ninguna agenda, ni histórica o política, un marco regulador para la coexistencia

y cooperación entre las diversas economías del mundo” (23). Eventos recientes afirman su punto de vista. Cuando el bloque de hielo en el Polo Norte está derritiéndose con una rapidez sin precedentes, y el grosor de la capa de ozono sobre el Polo Sur ha declinado en un 30%, debido precisamente a la dinámica del deseo insaciable de esta civilización corporativa para el crecimiento y la renta, la necesidad de cooperación entre personas y entre sociedades es más fuerte que nunca. Tenemos que hacer má s que encargar la producción y el intercambio a entidades que sistemática y fundamentalmente trabajan para erosionar la solidaridad, desalentar la cooperación, oponerse a la regulación, salvo la que dé impulso a la rentabilidad y que cree monopolios, todo en nombre del mercado y de la eficiencia. Se dice que en la era de la globalización, los Estados nacionales se han convertido en formas obsoletas de organización social. No estoy de acuerdo. Es la corporación la que se ha vuelto obsoleta. Es la corporación que sirve como una traba para el avance de la humanidad hacia una nueva y necesaria estructura social, para alcanzar los más esenciales valores humanos de justicia, equidad, democracia, y para alcanzar un nuevo equilibrio entre nuestra especie y el resto del planeta. Descapacitando, desenpoderando o desmantelando a la corporaci ón transnacional debe estar primero en nuestra agenda como un fin estratégico. Y cuando decimos esto, no compararemos a las TNC con las actividades privadas, porque existen expresiones malevolentes, y benevolentes, de la empresa privada. Tenemos que buscar, discapacitar o eliminar a las malévolas, como la Mafia y las transnacionales. (24)

La Lucha Por el Futuro I: Desglobalización Se dice a menudo que no sólo tenemos que saber en contra de qué estamos, sino también a favor de qué estamos. Estoy de acuerdo. Sin embargo, es muy importante saber muy claramente qué es lo que queremos eliminar, para no terminar involuntariamente fortificá ndolo, con el resultado que, como una OMC fortificada con cláusulas sociales y ambientales, sea otorgado una nueva posibilidad de vida.

Déjenme terminar dándoles mi idea de una alternativa. Es una, sin embargo, que ha sido formulada para un contexto Tercer Mundista, y específicamente para el del sureste asiático. Permítanme llamar a esta alternativa, el camino hacia una futura “desglobalización”.

Qué es la Desglobalización? No estoy hablando de retirarnos de la economía internacional. Sí estoy hablando de una reorientación de nuestras economías desde la producción para la exportación hasta la producción para el mercado local; de obtener la mayoría de nuestros recursos financieros para el desarrollo desde adentro, antes que volvernos dependientes de la inversió n y los mercados financieros del extranjero; de llevar a cabo medidas pospuestas desde tiempo atrás, de redistribución del ingreso y de las tierras, para crear un mercado interno vibrante que sea el eje de la economía; de desenfatizar el crecimiento y de maximizar la equidad para reducir radicalmente el desequilibrio ambiental; de no dejar las decisiones económicas estratégicas al mercado, sino hacerlas sujeto de una opción democrática; de supeditar al sector privado y al Estado a un constante monitoreo por parte de la sociedad civil; de crear un nuevo complejo de producción y intercambio que incluya a las cooperativas comunitarias, a las empresas privadas y las empresas estatales, y que excluya a las transnacionales; de venerar el principio de subsidiaridad en la vida económica, promoviendo la producción de bienes a nivel local y nacional, si se puede hacer en un costo razonable, para preservar a la comunidad.

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Estamos hablando, más que nada, de una estrategia que subordine conscientemente la ló gica del mercado y el afán del costo-eficiencia, a los valores de seguridad, equidad y solidaridad social. Estamos hablando, en suma, de reinsertar la economía en la sociedad, más que tener una sociedad impulsada por la economía.

La Lucha Por el Futuro II: Un Mundo Pluralista Sin embargo, la desglobalización o el reenpoderamiento de lo local y nacional, sólo puede ser exitoso si se da dentro de un sistema alternativo de gobierno económico global. ¿Cuá les son los contornos de tal orden económico mundial? La respuesta a esto está contenida en nuestra crítica al sistema Bretton Woods cum OMC como un sistema monolítico, de reglas universales, impuestas por instituciones altamente centralizadas para extender los intereses de las corporaciones, particularmente de las estadounidenses. El intentar suplantar esto con otro sistema global centralizado de reglas e instituciones, a pesar de que esto se base en principios diferentes, probablemente reproducirá la misma trampa Jurásica que atrap ó a organizaciones tan diferentes como el IBM, el FMI y el Estado Soviético, y ésta es, la incapacidad de tolerar y beneficiarse de la diversidad. La necesidad actual no es la de una institución global centralizada, sino la desconcentración y la descentralización del poder institucional, y la creación de un sistema pluralista de instituciones y organizaciones interactuando unas con otras, guiadas por acuerdos y entendimientos amplios y flexibles. No estamos hablando de algo completamente nuevo. Porque era bajo tal sistema de gobierno económico global más pluralista, en donde el poder hegemónico estaba todavía lejos de institucionalizarse en un grupo de organizaciones multilaterales poderosas que abarcaron todo, que algunos países de América Latina y de Asia eran capaces de alcanzar un mí nimo de desarrollo industrial en el período entre 1950 y 1970. Fue bajo tal sistema pluralista, bajo un Acuerdo General sobre Aranceles

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Aduaneros y Comercio (GATT) que estaba limitado en su poder, flexible y con más empatí a por el estatus especial de los países en vías de desarrollo, que los países del Este y del Sur de Asia fueron capaces de hacerse países nuevamente industrializados, a través de polí ticas comerciales e industriales de Estados activistas que se apartaron significativamente de los sesgos hacia el libre mercados que son venerados dentro de la OMC. Por supuesto, las relaciones económicas entre países previa al intento de institucionalizar un solo sistema global de libre mercado iniciado en los ochenta no eran ideales, tampoco las economías del Tercer Mundo que resultaron. Pero estas condiciones y estructuras afirman el hecho de que la alternativa a una Pax Romana económica construida alrededor del sistema Banco Mundial-FMI-OMC, no es un estado de naturaleza Hobbesiano. La realidad de las relaciones internacionales en un mundo marcado por una multiplicidad de instituciones internacionales y regionales, que se controlan las unas a las otras, es muy lejos de la imagen propagandista de un mundo “peligroso” y “embrutecido”. Por supuesto, la amenaza de una acción unilateral por parte de los poderosos está siempre presente en tal sistema, pero es una acci ón que incluso los más poderosos vacilan en tomar por miedo a las consecuencias por su legitimidad, como también a la reacción que provocaría en forma de coaliciones opositoras. En otras palabras, los países en vías de desarrollo y la sociedad internacional civil no deben aspirar a la reforma de las instituciones dirigidas por las transnacionales, la OMC y BrettonWoods, sino, a través de una combinación de medidas pasivas y activas, a reducir radicalmente su poder y convertirlas en tan sólo otro grupo de actores coexistentes, que son observados por otros organismos internacionales, acuerdos y agrupaciones regionales. Esto podría incluir diversos actores e instituciones tales como UNCTAD, acuerdos multilaterales ambientales, la OIT, la UE, e bloques de comercio en desarrollo, tales como Mercosur en América Latina, SAARC en Surasia, SADCC en África, del Sur y un ASEAN revitalizado en el sureste asiático.

Más espacio, más flexibilidad, más compromiso,. estos deberían ser los objetivos de la agenda del Sur y del esfuerzo de la sociedad civil para construir un nuevo sistema de gobierno económico global. Es en tal mundo má s fluido, menos estructurado, más pluralista con múltiples monitoreos y balances, que las naciones y las comunidades del Sur, y del Norte, serán capaces de abrir espacios para desarrollarse en base de sus valores, sus ritmos y las estrategias de su propia elección. Déjenme citar a John Gray por última vez. “Es legítimo e incluso imperativo,” dice él, “que busquemos una forma de arraigamiento, el cual esté protegido de la posibilidad de derrocamiento por las tecnologías y procesos de mercado, los cuales, al alcanzar una extensión global que está desconectada de cualquier comunidad o cultura, no pueden evitar desolar los asentamientos humanos y los entornos no humanos de la tierra.” El papel de los arreglos internacionales en un mundo donde tolerar la diversidad es un principio central de la organización económica, sería “expresar y proteger a las culturas locales y nacionales, incorporando y amparando a sus prácticas distintivas.” (25) Déjennos poner fin a este proyecto globalista arrogante de hacer al mundo una unidad sintética de átomos individuales sin cultura o comunidad. Déjennos anunciar, en cambio, un internacionalismo que esta basado en, respeta, e aumenta, la diversidad de las comunidades humanas y la diversidad de la vida.

Notas 1

C. Fred Bergsten, “The Backlash against Globalization,” Discurso dado en el Encuentro del 2000 de la Comisión Trilateral, Tokio, Abril 2000. Bajado del Internet. 2 Citado en Giovanni Andrea Cornia, “Inequality and Poverty Trends in the Era of Liberalization and Globalization,” discurso dado en la Conferencia del Milenio de las Naciones Unidas”, Tokio, Enero 1920, 2000. 3 Ibid.; ver también, “Number of World’s Poor Unchanged in the 1990’s,” Reuters, Agosto 3, 2000. 4 Cornia.

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Mencionado en Associated Press, reproducido en Business World, Nov. 15, 1999. 6 Columna Editorial, Washington Post, reproducido en Today (Manila), Nov. 15, 1999. 7 Paul Kennedy, The Rise and Fall of the Great Powers (New York: Vintage Books, 1989). 8 Ralph Nader, discurso en el Foro Internacional sobre Globalización “teach –in” sobre The Social, Ecological, Cultural, and Political Costs of Economic Globalization,” Riverside Church, New York, Nov. 10, 1995; mencionado en The Corporate Planet, Joshua Karliner, (San Francisco: Sierra Club, 1997), p. 207. 9 Rueda de Prensa, Seattle, Washington, Dec. 2, 1999. 10 Mencionado en “Deadline Set for WTO Reforms,” Guardian News Service, Enero, 10, 2000. 11 Bergsten. 12 James Wolfensohn, Memo sobre “Disruptions at Spring Meetings,” Banco Mundial, Washington, DC, Abril 13, 2000. 13 Bergsten. 14 Ibid. 15 Primer Ministro Anthony Blair, Discurso dado en el Foro de Economía Mundial, Davos, Suiza, Enero 28, 2000. 16 Ibid. 17 Ibid. 18 Bergsten. 19 Carta de la Coalición Internacional contra el Compacto Global, Julio 26, 2000. 20 El memorando de Wolfensohn, arriba es un ejercicio interesante en marcar o categorizar a las ONGs. 21 Thomas Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (Chicago: University of Chicago Press, 1971). 22 John Gray, False Dawn (New York: New Press, 1998), p. 207. 23 Ibid. 24 Por recientes críticas excelentes de la corporación, ver David Korten, When Corporations Rule the World (San Francisco: Kumarian Press/BeretKoehler, 1995), Joshua Karliner, The Corporate Planet (San Francisco: Sierra Club Books, 1997), and Richard Barnet and John Cavanagh, Global Dreams: Imperial Corporations and the New World Order (New York: Simon and Shuster, 1994). 25 John Gray, Enlightenment’s Wake (London: Routledge, 1995), p. 181.

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La Herencia Asiática del FMI Por Jaques-chai Chomthongdi Por Jaques-Chai Chomthongdi

Introdución “

L

a herencia asiática del FMI” es la continuación de una obra previa de “Focus on the Global South”, sobre las causas y consecuencias de la crisis asiática y el papel de las instituciones multilaterales. “Domando a los Tigres” publicado en Marzo de 1998, explor ó los motivos y las acciones de uno de los actores claves de la crisis – el Fondo Monetario Internacional. El presente informe analiza las consecuencias de la intervención del FMI durante un período de dos a tres años, en tres pa íses de la región afectados por la crisis. El documento describe lo que realmente sucedió en Tailandia, Indonesia y Corea del Sur bajo la tutela del FMI. En cada caso, el informe analiza las consecuencias de la reforma macro econó mica prescrita por el FMI usando los indicadores económicos principales como guía. Hace hincapié en el impacto de la crisis y las políticas subsecuentemente adoptadas por los gobiernos nacionales sobre las economías domésticas y el rol y capacidad del Estado. Analiza tanto el progreso logrado hasta la fecha, como las consecuencias de las reformas estructurales impulsadas por el FMI en los sectores financiero, empresarial, y público. Por último, examina el impacto humano duradero tanto de la crisis como de la intervención liderada por el FMI. El informe concluye que, aunque el FMI prescribió una terapia similar para los tres paí ses, los desenlaces han sido bien diferentes en

*Jaques–chai Chomthongdi es investigador adjunto de Focus on the Global South, una organización de investigaci ón sobre políticas y promoción social, con sede en Bangkok, Tailandia.

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cada caso. Efectivamente, hay poca evidencia que apoya la declaración del FMI que, la limitada y en muchos sentidos, frágil recuperaci ón arrancada en cada uno de los tres países, fue el resultado de su intervención. Al contrario, hay un vínculo claro entre la intervención del FMI y la crisis del sector social en cada país, en particular, con el desempleo y empobrecimiento crecientes. Los salvatajes del sector financiero prescritos por el FMI han cargado a los tres países con niveles muy altos de deuda pública. El servicio de esta deuda limitará severamente, en un futuro previsible, la capacidad del Estado de mitigar los impactos sociales negativos de la crisis, y de mejorar los avances modestos de desarrollo humano logrados en el período de la pre-crisis. En forma perniciosa, el servicio de la deuda impide una consideración seria de las políticas alternativas a la economía ortodoxa dominante de privatización, liberalización y desregulación. Como dijo claramente Joseph Stiglitz, el principal ex-economista del Banco Mundial, “los promotores del FMI sugieren que el fin de la recesión es un testamento de la efectividad de las políticas de la agencia. Qué tontería. Ú ltimamente cada recesión tiene su fin. Lo que hizo el FMI fue hacer las recesiones asiáticas m ás profundas, largas y duras”. (1) En resumen, este informe demuestra que, a pesar de casi tres años de la intervención del FMI, se ha hecho poco para resolver muchos de los problemas que inicialmente provocaron la crisis. La volatilidad de la tasa de cambio, la fuga de capitales, un declive en la competitividad de las exportaciones, y un débil

control al sector financiero siguen plagando a algunos, sino a todos, los países afectados por la crisis. Los cambios negativos que se han experimentado -por lo menos desde el punto de vista de los pobres- rutinariamente son ignorados o minimizados por el FMI. Estos incluyen: aumento del desempleo, salarios y condiciones laborales en declive, incremento de la deuda pública, cortes en los presupuestos para salud y educación, mayor control extranjero y una soberanía nacional reducida en cuanto a la formulación de políticas. Esto, puesto que el FMI ha expandido su papel e influencia en la región. El informe concluye que se pudo haber evitado muchos de los desenlaces negativos, si las recomendaciones planteadas en “Domando a los Tigres” hubieran sido adoptadas. En particular, los gobiernos deben urgentemente:



Adoptar mecanismos para la regulación efectiva de los flujos internacionales de capitales, en particular el capital especulativo cortoplacista,



Negociar una “moratoria sobre el pago de la deuda” y facilitar negociaciones ordenadas para resolver la deuda del sector privado.



Detener la transferencia de la deuda del sector privado al sector público, antes que se ocasionen más daños.

Tailandia Después de casi tres años, durante los cuales el gobierno tailandés se comprometió entusiastamente a las reformas económicas prescritas por el FMI, el gobierno actual ha declarado repetidamente que el país está bien encaminado hacia la recuperación. En junio del 2000, la administración de Chuan Leekpai intentó comprobar la veracidad de estas declaraciones apuntando a los siguientes indicadores: crecimiento acelerado del PIB, expansión rápida de las exportaciones, reserva monetaria creciente, una deuda privada en descenso, reducción del nivel de los préstamos vencidos, y aumento del consumo doméstico

particular. EL Consejo Ejecutivo del FMI reiter ó este punto de vista y, durante la revisión final del estado del paquete de salvataje para Tailandia, aclamó como “impresionante” la recuperación de la crisis. En las palabras de Stanley Fisher, el primer director ejecutivo alterno, “efectivamente, la recuperación ha resultado impresionante, está previsto que en este año el crecimiento de la producción exceda, una vez más, el cuatro por ciento, las exportaciones están creciendo rá pidamente, la balanza de pagos se mantiene fuerte y la inflación está bajo buen control.”(2) Estas aclaraciones implican que el proceso de reforma conducida por el FMI es la medicina correcta para la economía tailandesa y sólo falta que el pueblo tailandés lo crea. Sin embargo, hay mucha gente, no sólo académicos y activistas, sino gente común, que no se ha convencido con estas aclaraciones. Como dijo el ex principal economista del Banco Mundial de 1996 hasta 1999, “la austeridad, dijo el líder del Fondo, restauraría la confianza en la economía tailandesa ... aún cuando la evidencia de las fallas de la política aumentaron, el FMI apenas se inmutó, entregando la misma medicina a cada nación debilitada que apareció en su puerta.”(3) Un enfoque estrecho, expresado en un número limitado de indicadores económicos, como los citados, tanto por el FMI como el gobierno tailandés, esconde, invariablemente, más de lo que revela. El impacto de la crisis en los diversos grupos sociales, el alcance de la recuperación y las consecuencias de la intervención del FMI necesitan ser examinados desde una perspectiva mucho más crítica, informada en particular por la experiencia de los pobres. Por ejemplo, ¿se han encontrado los fondos para recapitalizar el sistema bancario? ¿Cuáles han sido las consecuencias de la privatización y desregulación adicional del sector financiero? ¿Qué ha sucedido con las empresas domésticas, en particular con las pequeñas y medianas? ¿Qué ha pasado con la deuda pública de los países afectados por la crisis? ¿Cuál es el estado de la inversión del Estado en salud, educación , manejo ambiental? y como resultado de ello, ¿qué ha pasado con los niveles de deserción escolar y con la salud

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de los pobres? ¿Qué ha sucedido con las tasas de empleo, los salarios y las condiciones laborales? ¿Qué ha pasado con la desigualdad? El programa de estabilización y ajuste estructural del FMI en Tailandia arrancó en agosto de 1997, cuando el Consejo Ejecutivo del FMI aprobó un préstamo de U.S. $ 4 mil millones para Tailandia, como parte de un paquete de rescate de un total de $ 17.2 mil millones. A cambio, el gobierno tailandés acord ó implementar medidas de estabilización y una reforma estructural del sector financiero. Los componentes principales del paquete de estabilización fueron: una política monetaria austera para estabilizar las tasas de cambio, límites estrictos sobre los gastos fiscales y una liberalización económica adicional para mejorar la balanza de pagos. La reforma del sector financiero incluyó el cierre de las instituciones financieras no viables, la intervención gubernamental en los bancos más débiles y la recapitalización del sistema bancario.(4) Bajo el programa del FMI, se preveía que el alto costo de la reestructuración del sector financiero sea pagado a través de la imposición de medidas fiscales duras, incluyendo una reducción del gasto público y un incremento en la tasa del IVA, del 7 al 10 por ciento. Adicionalmente, el FMI instó a la privatización de las empresas públicas de la mayoría de sectores. Estos cambios fueron diseñados para lograr un superá vit en el sector público del 1 por ciento del PIB durante el año fiscal 1997/8. A la larga, estos ajustes estructurales fueron diseñados para “profundizar el rol del sector privado en la economía tailandesa, y reforzar su orientación hacia afuera”.(5) Una vez que el FMI asumió la responsabilidad, las tasas de interés fueron incrementadas dramá ticamente para ayudar a estabilizar la tasa de cambio y para restaurar la confianza en los activos financieros domésticos. El objetivo principal del incremento de la tasa de interés fue atraer el capital extranjero. Sin embargo, el movimiento de capital neto se redujo, de un superávit de $19.5 mil millones en 1996 a un déficit de 9.1 mil millones en 1997 y a un déficit, aún mayor, de $9.5 mil millones en 1998. Esta política no sólo no logró atraer o retener el capital extranjero, sino que también

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generó un impacto negativo en la economía interna debido al incremento drástico de los costos para las empresas domésticas. Lo que impactó, particularmente, a las empresas pequeñ as y medianas. Hasta 1,000 empresas cerraron las puertas cada mes, durante 1998 produciendo un agudo incremento del desempleo y un descenso en el consumo privado.(6) El índice de este consumo, bajó a menos de 3.7 por ciento en 1998. La reducción del gasto público y la subida de la tasa del IVA disminuyó, aún más, la demanda doméstica privada. El FMI ya conocía que, “domésticamente, había una debilidad pronunciada en el consumo privado y en la demanda de inversión, y una continua falta de liquidez”(7) (LOI 26,05.98) pero no hizo nada para cambiar su política deflacionaria. El FMI sólo cedió cuando se presentó un gran déficit en las rentas públicas, particularmente en el impuesto a la renta de corporaciones y empresas estatales. El alto costo de la reestructuración del sector financiero, más de lo previsto, lo forzó a permitir que el déficit del sector público se incrementara hasta 2.5 por ciento y, más tarde, hasta 5 por ciento. Sin embargo, se mantuvo la política monetaria de ajuste durante un largo período de dieciocho meses, después de la crisis. El FMI había convertido una crisis del sector financiero en una recesión económica total. La reforma del sector financiero fue vista como eje del programa económico del FMI. Bajo la dirección del FMI, el gobierno nacionalizó 6 bancos y 12 empresas financieras y cerró 56 empresas financieras no viables. Las instituciones financieras que no fueron capaces de encontrar capitales en el mercado, recibieron, desde las arcas estatales, una oferta de 300 millones de bahts para su recapitalización. Hasta la fecha, el costo de la reestructuración ha sido cargado al Fondo de Desarrollo de las Instituciones Financieras (FIDF). En la cuarta y quinta carta de intención con el FMI, el gobierno confirmó que asumirá la plena responsabilidad por las pérdidas del FIDF, a través de la conversión de la deuda del FIDF en deuda pública. Este proceso ya empezó con la emisión de bonos gubernamentales por un valor de 500, 000 millones de bahts en el año

fiscal 1998/9. El interés de esos bonos será pagado desde el presupuesto fiscal, mientras que el reembolso principal será pagado con los supuestos ingresos provenientes de la privatización de las empresas estatales. (8) Efectivamente, las deudas del sector privado, muchas veces, debido a préstamos imprudentes, han sido transferidas al sector público y, por lo tanto, al público mismo. Las subastas realizadas por la Autoridad de Reestructuración Financiera (FRA) para vender los activos confiscados de las 56 empresas financieras quebradas, resultaron un fracaso. Durante la primera, activos valorados en 31, 757, 000 millones de bahts, fueron vendidos a cuatro compradores, por tan sólo un total de 11,660 millones de bahts, es decir, por apenas el 37 por ciento del valor estimado. El gran tamañ o de los lotes desalentó a los participantes locales y favoreció a compradores extranjeros poderosos, quienes lograron comprar bienes tailandeses a precios ínfimos. A finales de 1998, fue evidente que el programa del FMI estaba arrastrando a la economía tailandesa hacia una recesión más profunda. Las medidas estrictas de reestructuración que habían ayudado a restaurar la estabilidad cambiaria, también habían causado estragos en la economí a doméstica. La inversión privada bajó en un 45.8 por ciento desde 1997. Las exportaciones, medidas en dólares U.S., cayeron en 6.4 por ciento. La cuenta corriente se mantuvo en super ávit, pero sólo debido a un descenso agudo en la demanda doméstica y a una contracción de un 35.5 por ciento en el valor (en dólares) de las importaciones. La cartera vencida de los bancos se disparó debido a que los prestatarios fueron presionados por el alto costo del servicio de sus deudas. A pesar que los bancos comerciales y las empresas financieras se vieron abocados a reunir nuevos capitales para ayudar a cubrir el deterioro de las condiciones de crédito y los requerimientos del ajuste, el proceso ha avanzado a paso lento. Durante el período de la séptima carta de intenci ón, 21 meses más tarde de iniciada la crisis, el gobierno, finalmente, empezó a implementar medidas para estimular la economía. Éstas incluyeron una reducción de impuestos y una inyección a la economía de 53,000 millones

bahts proveniente de la “Iniciativa Miyazawa” (9) . La tasa de cambio se estabilizó alrededor de 37 y 39 bahts respecto al dólar, por tanto, la tasa de interés bajó a los niveles de la pre-crisis. Como parte de un intento reiterado por atraer la inversión extranjera, el gobierno convirtió a la Ley de Comercio Extranjero en una ley más liberal, la Ley de Inversión Extranjera, y enmendó la legislación relacionada para liberalizar la posesión de tierras e inmuebles. Como respuesta, el PIB creció en un 0.2 por ciento en el segundo cuarto de 1999 y en 4.2 por ciento en relación a todo el año. Las exportaciones crecieron en 7.4 por ciento y la inflación bajó a 0.4 por ciento. Esta tendencia positiva ha continuado durante el año 2000. El PIB creció en un 5.2 por ciento durante el primer cuarto del 2000 y se espera que tal crecimiento no sea menor a 4 por ciento para el año. En términos del dólar, las exportaciones crecieron 30.4 por ciento durante el primer cuarto, comparando con el mismo cuarto del añ o anterior. La deuda del sector privado disminuyó, de U.S.$ 54.6 mil millones a finales de 1998, a U.S.$ 35.4 mil millones a finales de marzo del 2000. Aumentó el consumo privado en 3.5 por ciento en 1999 y continuó creciendo en 2.7 por ciento durante el primer cuarto del 2000. Se incrementaron las reservas monetarias internacionales, de U.S.$ 29.5 mil millones a finales de 1998, a U.S.$ 32.2 mil millones a finales de marzo del 2000. El factor crucial que impulsó el crecimiento durante 1999 fue la demanda doméstica, un reflejo de la expansión tanto del gasto privado como del público. A pesar del mejoramiento del nivel de exportaciones, las exportaciones netas lograron un superávit menor al del año previo, debido a un auge de las importaciones. El crecimiento de las exportaciones fue el resultado de una tasa de cambio competitiva, de salarios bajos en términos reales, más bajos que los de la pre-crisis, de la recuperación de la economía regional, y del rápido y continuo crecimiento de la economía de EE.UU, uno de los mercados más grandes para las exportaciones tailandesas. Por tanto, cualquier baja en el nivel de crecimiento de EE.UU será una seria amenaza para la economía tailandesa, debido a que las mejoras prometidas para la productividad no se han dado y la economía

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tailandesa tampoco ha adoptado una estructura exportadora más diversificada y sostenible. El principal objetivo del programa impulsado por el FMI fue regresar el capital extranjero. En este sentido, el programa ha sido un fracaso total. La cuenta de capital del año 1999 registró un déficit de más de U.S$ 6.0 mil millones. A pesar de que este déficit resultó menor que el del año 1998, la reducción sólo fue resultado de un superávit en la cuenta corriente del sector pú blico, debido a los desembolsos de los préstamos del Plan Miyazawa y del paquete del FMI. En el sector banquero, la cartera vencida decreci ó de 47.03 por ciento a 36.47 por ciento entre marzo del 1999 y marzo del 2000. Sin embargo, el crédito otorgado por la banca comercial desminuyó en un total de 2.8 por ciento durante 1999. Mientras las reservas internacionales aumentaban y la deuda privada disminuía, la deuda pública se incrementaba dramáticamente. En vísperas de la crisis, la deuda pública fue de 720 mil millones de bahts, o 15.7 por ciento del PIB; pero a finales de abril de 2000, subió a 2,613 mil millones o 51.9 por ciento del PIB. Si se incluyen las pérdidas del FIDF y la deuda del Banco de Tailandia, esta cifra llega a unos 3,500 mil millones de bahts. La proporción de la deuda externa se ha incrementado dramá ticamente durante los tres últimos años debido a los préstamos conseguidos por el gobierno para financiar los programas de reforma y estímulo económico. A pesar que todavía no se conoce el costo total de la reestructuración financiera, es obvio imaginar que, en los próximos años, el servicio de la deuda tomará una porción cada vez más grande del presupuesto. Si el total de las pérdidas del sector financiero llega a 1.2 billones de bahts, como sostiene el Banco de Tailandia, entonces el costo del servicio de la deuda alcanzará el 19.2 por ciento del presupuesto, en el 2005 (10). Si es que más del 70 por ciento del presupuesto se destina a gastos rutinarios, como mantenimiento de edificios y pago de sueldos, a la larga, el incremento de costos por servicio de la deuda, tendrá un impacto severo en el desarrollo social y econó mico del país.

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La demanda doméstica creció en 1999 y en la primera mitad del 2000, lo que contrastó fuertemente con una contracción de 23.9 por ciento en 1998. El aumento de la demanda fue mucho más fuerte en el sector privado que en el público. Esto se produjo, en gran medida, porque hubo un incremento en el consumo de grupos acomodados, los mismos que habían reducido sus gastos durante la fase inicial de la crisis. Las medidas gubernamentales que se tomaron para reducir las tasas de interés y los impuestos a la renta y el IVA, impulsaron este incremento en el consumo. Sin embargo, no fue posible que la gente con sueldos bajos aprovechara estos cambios porque ella seguía dependiendo de sus ahorros acumulados. Cualquier mejoramiento sostenido en la demanda del sector privado requerirá un incremento de sueldos. De todos modos, éstas medidas no traen ningún beneficio para los pobres, quienes no pagan impuesto a la renta y no tienen ahorros acumulados. Como se mencionó previamente, la reestructuración del sector privado, depende, en parte, de la privatización rápida de las empresas estatales. La tercera carta de intención con el FMI fue aún más lejos, identificó y delineó un cronograma para la privatización de empresas específicas. Por ejemplo, para 1998 y 1999 respectivamente, se iba a privatizar la Aerolínea Nacional de Tailandia y la Organización Telefó nica Tailandesa, dos de las empresas más rentables. Sin embargo, hasta septiembre del año 2000, ninguna empresa estatal había sido privatizada. Esto, debido, no sólo, a la oposición de grupos de élite tales como políticos y buró cratas de alto rango, quienes son beneficiarios de las empresas estatales, sino porque también hay una creciente oposición en la sociedad tailandesa para la venta de los bienes públicos, lo que se puede observar en los casos de Bangchak Petroleum, y la Autoridad Tailandesa de Generación Eléctrica. Este interrumpido proceso de privatización demuestra lo poco que entiende el FMI sobre la economía política de Tailandia. El avance del proceso de reforma del sector financiero también ha sido interrumpido. Si se han dado pasos para mejorar el ejercicio del gobierno y la eficiencia, estos han sido muy pocos. Efectivamente, el FMI y el gobierno han

rescatado al sector más que reformarlo, y a elevados costos para el público Tailandés. Según el FMI, Tailandia “se ha recuperado de una manera impresionante” de la crisis financiera. Esta recuperación se ha dado a pesar del fracaso de la reforma financiera y la escasez de nuevas inversiones extranjeras, dos de las “precondiciones esenciales” de una recuperació n inspirada por el FMI. Dado esto, es justo preguntar “¿necesita Tailandia el programa del FMI?”

Los Impactos Sociales en Tailandia Debido al programa del FMI en Tailandia, los pobres fueron severamente impactados por la crisis. Las políticas monetarias de ajuste condujeron a una recesión profunda de la economía real e incrementaron el desempleo. Los recortes del gasto público, exigidos por el FMI, disminuyeron, aún más, la limitada capacidad del gobierno para mitigar los impactos sociales de la crisis. En respuesta, el gobierno pidió al Banco Mundial préstamos de US$ 300 millones para un “proyecto de inversión social”; US$ 500 millones al Banco Asíático de Desarrollo (BAD) para un “programa del sector social”, y US$ 1,450 millones al Plan Miyazawa para tres programas: (a) proyectos de creación de empleo (b) reestructuración del sector agrícola y (c) crédito industrial. Estos programas generaron algunos beneficios inmediatos. Por ejemplo, la creación de empleos a través del Plan Miyazawa, ayudó a reducir el número de desempleados. Sin embargo, el financiamiento para estos puestos de trabajo terminará en septiembre del 2000. Adicionalmente, muchos de los recursos públicos no llegaron a quienes más los necesitaban. El desempleo aumentó, de 1.5 por ciento en 1997 a 4.4 por ciento en 1999, antes de descender levemente a 4.3 por ciento en febrero del 2000. Como se mencionó en líneas anteriores, las cifras de los años 1999 y 2000 fueron influenciadas por el proyecto de creación de empleos del Fondo Miyazawa, el cual terminará en septiembre del 2000. Como resultado, la tasa de empleo probablemente

subirá durante el último período del 2000. A pesar del gran crecimiento experimentado por el PIB, de menos de 10.2 por ciento en 1998 a 4.2 por ciento en 1999, la tasa de desempleo se incrementó y se mantuvo alta en el 2000. Para los todavía empleados, los sueldos del sector privado sólo se incrementaron en un 6 por ciento por año, durante el período 19951998, casi la mitad de las subida anual (de 11.7 por ciento) experimentada en el período 19921995 (11). El sueldo mínimo por hora de los grupos de ingresos bajos, se congeló desde enero de 1998, en todos los sectores. Según las cifras oficiales, más de 50,000 trabajadores fueron despedidos en 1998. Esta cifra sólo incluye los despedidos que pidieron ayuda a las autoridades estatales para encontrar trabajo. Muchos de ellos no recibieron de sus empleadores las debidas compensaciones. Sólo en 1998, trabajadores despedidos denunciaron al gobierno el no pago de liquidaciones por unos 24 mil millones de bahts, que significó un incremento del 22 por ciento, respecto del año anterior. (12) Algunos de los despedidos encontraron empleo en el sector formal pero la mayoría se transformó en informal, laboraba en casa, atendiendo pedidos de fábricas o tiendas, y trabajando a destajo. Este creciente número de trabajadores en el sector informal no está amparado por la ley, no recibe beneficios del seguro social y percibe ingresos mucho más bajos. Desde el inicio de la crisis, se ha incrementado por lo menos en 1.1 millones, el número de personas que viven por debajo de la línea de pobreza. El porcentaje de población tailandesa que vive por debajo de esta línea, se ha incrementado del 11.4 por ciento en 1996 al 12.9 por ciento en 1998. La cifra de 1998, claramente, subestima el alcance actual de la pobreza ya que muchos lograron evitar el empobrecimiento durante 1998 y 1999, a través del uso de sus ahorros u otras medidas tradicionales de apoyo social. Los precios de los productos agrícolas estuvieron también relativamente altos en 1998, pero bajaron significativamente en 1999 y en el 2000, a lo que se sumó un fuerte incremento en el costo de los insumos agrícolas. Como resultado, se espera que el número y la proporción de gente pobre aumente significativamente durante 1999

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y el 2000. La inequidad también ha crecido como resultado de la crisis, aumentó el índice GINI, de 0.447 en 1996 a 0.481 en 1998. Un estudio regional de asistencia técnica del Banco Asiá tico de Desarrollo ha demostrado que los grupos de medianos y bajos ingresos han sufrido más los impactos negativos de la crisis. Las casas administradas por mujeres han sido especialmente impactadas, ya que los ingresos femeninos son, en promedio, 26 por ciento más bajos que los masculinos, y 54 por ciento de desempleados son mujeres. Esto demuestra claramente que el incremento en la demanda privada que impulsó el crecimiento de los años 1999 y 2000 es, en gran medida, el resultado del incremento del consumo de los grupos con ingresos más altos, es decir, quienes han sufrido menos por la recesión son precisamente estos grupos, no así los pobres, quienes hasta la fecha, han sido los beneficiarios del programa de rescate del FMI. Esta creciente desigualdad en los ingresos se ha agravado por los recortes en los servicios estatales. Bajo el programa del FMI, el presupuesto del Ministerio de Salud Pública fue reducido de 68.93 mil millones de bahts en 1997 a 61.69 mil millones de bahts en 1999, una reducción del 17.3 por ciento. El presupuesto del 2000 es más bajo que el de 1996. Los recortes en el financiamiento de la salud pública impactarán negativamente la salud de los grupos con bajos ingresos, ya que estos dependen casi exclusivamente de los servicios públicos, lo que no sucederá con los grupos más acomodados, los cuales tienen acceso a servicios de salud privados. La crisis y los recortes en el financiamiento de la salud pública han tenido un impacto particularmente negativo en la salud de los niños. Aumentó la frecuencia de niños escolares de bajo peso, de 7.9 por ciento en 1996 a 11.8 y 12.3 por ciento en 1998 y 1999, respectivamente. La frecuencia de recién nacidos de bajo peso subió de 8.1 por ciento en 1995 a 8.5 y 8.9 por ciento en 1998 y 1999, respectivamente. (13) El presupuesto para educación también ha sido recortado a causa del programa de austeridad. Disminuyó de 214 mil millones de bahts en 1996 a 202 mil millones de bahts en 1997, es

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decir, bajó un 5.7 por ciento. El presupuesto para 1998 se incrementó levemente a 207 mil millones de bahts, pero este fue todavía más bajo que el nivel de la pre-crisis. Los niveles de deserción escolar han subido significativamente desde el inicio de la crisis. Se estimó un número total de 676,221 de niños escolares, de todos los niveles, que dejó de asistir a clases en 1998/9, lo que representó un incremento de 129,330 con respecto al período 1997/8, y un aumento de 40,000 respecto de los años 1996/7. (14) El gasto para la protección ambiental se había incrementado cada año durante la década del 90, hasta el inicio de la crisis, a mediados de 1997. El presupuesto para la protección ambiental del año fiscal 1997/8 fue fijado originalmente en 13,6 mil millones de bahts, pero sucesivamente fue reducido a 11.5 mil millones a causa del programa de austeridad. En 1998 y 1999, fue nuevamente reducido a 9.2 mil millones y a 6.9 mil millones, respectivamente. Después del inicio de la crisis, el énfasis en el desarrollo sostenible dio paso a un crecimiento que, inevitablemente, conduciría a la devastación ambiental. Por ejemplo, antes de la crisis económica, el gobierno gastó un baht en la conservación marina, por cada tres gastados en la promoción de la acuacultura. Esta proporción se redujo a un bath por cada cinco. Además, mientras, se asignaron sólo 1.2 mil millones de bahts para la promoción de la autosuficiencia agrícola, 13.1 mil millones fueron repartidos para la agricultura de exportación.(15) Estas políticas magnificarán los impactos negativos de la crisis económica en el medio ambiente. Ya hay indicaciones de la degradación del suelo como resultado de la intensificación agrícola en las zonas agroindustriales de los llanos centrales.

Indonesia La implementación y las consecuencias de la política macro económica prescritas por el FMI en Indonesia, han sido celebradas como un éxito, tanto por el FMI como por los partidarios del neoliberalismo. El FMI anunció, a principios del 1999: “desde que la última revisió n fue complementada en diciembre de 1998, la implementación de las políticas sigue siendo satisfactoria y se ha alcanzado las mayores

metas macroeconómicas del programa para 1998/9. (16) El Banco Mundial se sumó al coro, argumentando que la estabilidad demostrada por los indicadores económicos claves fue el resultado del compromiso que mantuvo el gobierno con las políticas monetarias conservadoras. (17) Luego de la primera revisión del funcionamiento del programa en Indonesia, en un período de tres años y con un fondo de facilidad de US$ 5 mil millones, Stanley Fisher aclaró que “los directores ejecutivos celebraron el progreso reciente de Indonesia en cuanto a la implementación de las medidas de reforma estructural y fiscal. Las metas macroeconómicas claves para el 2000 anotadas en el programa original se mantienen al alcance. Los precios est án estables...(y) el crecimiento real del PIB se ha vuelto significativamente positivo”. (18)

para facilitar el ajuste externo y proveer, por lo menos, una parte de los recursos necesarios para la reforma del sector financiero.

Sin embargo, las posiciones oficiales sobre la recuperación Indonesa varían. Por ejemplo, el Banco Asiático de Desarrollo, en su propia revisión de la recuperación Indonesa, fue más allá que el Banco o el FMI, declarando que “la estabilidad macro económica no sólo apoyó la recuperación económica y redujo la pobreza, sino también mejoró la simpatía del mercado hacia Indonesia.”(19) En cambio, el FMI cree que esa simpatía ha disminuido (20) El Fondo culpa al gobierno por haber implementado de manera inconsistente el programa de reforma estructural. A pesar de la presión continua del FMI y sus organizaciones hermanas, hasta la fecha, sólo se ha logrado un avance limitado en la reforma estructural. Estas interpretaciones contradictorias, vertidas al mismo tiempo y usando la misma información, reflejan las diferentes perspectivas y objetivos políticos de las dos instituciones.

A pesar de las altas tasas de interés, la rupia se depreció dramáticamente respecto al dólar, de 2,559 en julio de 1997 a 11,075 en agosto de 1998. Algunos observadores argumentaron que fueron contingencias políticas, antes que factores puramente económicos, los que influyeron en las tasas de cambio. Esto puede tener su parte de razón dado que la rupia descendió a su nivel más bajo casi al mismo tiempo que se generalizó el descontento social que llevó al Presidente Suharto a renunciar el 21 de mayo de 1998. Sin embargo, la política macro económica prescrita por el FMI no tuvo efectividad para retener o atraer los capitales extranjeros. La salida de capital neto, durante 1998, alcanzó US$ 13,8 mil millones comparado con US$ 0.4 mil millones en 1997.

Como sucedió con Tailandia, la declaración del FMI acerca de que Indonesia está bien orientada hacia una recuperación, requiere una revisión crítica, en particular, en lo que tiene que ver con las consecuencias sociales de las políticas del FMI, el avance de las reformas estructurales y el impacto del programa de reforma en la economí a Indonesa, en su conjunto. El FMI prescribió para Indonesia su actual fórmula de ajuste macro económico: una política monetaria estricta para estabilizar la tasa de cambio y una posición fiscal austera

Rápidamente se incrementaron las tasas de interés para estabilizar la rupiah. Sin embargo, debido al impacto negativo que esto ocasionó en los negocios domésticos, el gobierno volvió a bajar las tasas, e intentó asumir un enfoque más intervencionista. Por su parte, el FMI obligó a que el gobierno abandone tales medidas y vuelva a una política de tasas altas. Como resultado, la tasa de interés anual certificada del Banco de Indonesia se disparó, de un 10 por ciento en junio de 1997 a un 70 por ciento en agosto de 1998. Sin embargo, el impacto de las altas tasas de interés sobre las tasas de cambio no fue claro.

Las altas tasas de interés, no sólo que no influyeron significativamente en la tasa de cambio, sino que la estricta política monetaria asfixió a la economía doméstica. La economía real se redujo paulatinamente en este período. Cada semana se reportó la reducción o cierre de empresas, mientras que los insumos escaseaban y la demanda se desplomaba. Las obras de construcción quedaron abandonadas y las fá bricas vacías. La tasa oficial de desempleo se incrementó de 4.7 por ciento en agosto de 1997 a 5.5 por ciento en agosto de 1998. Adicionalmente, a pesar que la economía indonesa estuvo en plena recesión, el FMI y el gobierno mantuvieron una posición

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deflacionaria. El déficit fiscal para el año 1998/ 9 (abril – marzo) fue mucho menor al previsto. En vez del 8.5 por ciento del PIB, el déficit real fue sólo del 2.2 por ciento del PIB. Como resultado, lejos de proporcionar un estímulo fiscal para recuperar la demanda doméstica, el déficit tuvo un impacto deflacionario. Peor aún, este déficit, menor que lo planificado, fue el resultado de una reducción drástica de los ingresos estatales antes que por un aumento del gasto ligado a las medidas de estímulo. Dado el descenso de la demanda doméstica, una acción fuerte en el campo de las exportaciones fue vista como esencial para la recuperación de Indonesia. La depreciación de la rupia debió haber aumentado la competitividad de las exportaciones. De hecho, muchos negocios reorientaron su producción hacia los mercados exteriores a inicios de 1998. Sin embargo, las empresas exportadoras experimentaron dificultades para conseguir créditos comerciales, lo que creó una escasez de insumos importados claves. Esto, junto a la recesión de los mercados asiáticos tradicionales, causó una caída, en dólares, de 10.5 por ciento del valor total de las exportaciones en 1998. La única razón para que la cuenta corriente registrara un superávit de US$ 4.1 mil millones en ese año fue la caída drástica de 30.9 por ciento, en dólares, en el valor de las importaciones. Las tasas de interés empezaron a bajar desde el tercer cuarto de 1998, alcanzando los niveles de la pre-crisis a finales de 1999, y se han mantenido relativamente estables en el 2000. La tasa de cambio siguió un patrón similar. La rupia empezó a tomar valor frente al dólar desde el tercer cuarto de 1998, aunque con un alto nivel de volatilidad. Por ejemplo, a pesar de esa tendencia alcista, la rupia descendió en un 18 por ciento entre julio y septiembre de 1999, perí odo previo a los comicios presidenciales. Después de las elecciones nuevamente subió hasta 7,000 respecto al dólar. La desviación está ndar de la tasa de cambio fue de un 5 por ciento -en promedio- por cada semana, en 1999. En mayo del 2000 seguía fluctuando un 5% por ciento por día. Normalmente este patrón de fluctuación de la tasa de cambio es asociado con la especulación monetaria. La inestabilidad de la tasa sigue planteando muchas dificultades

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para el manejo de los negocios. El FMI argumenta que se ha mantenido la estabilidad macro económica, a pesar de las pequeñas fluctuaciones en la tasa de cambio, debido, en gran medida, a la tendencias positivas tanto de la inflación como del PIB. La tasa de inflación, la cual empezó a bajar durante el tercer cuarto de 1998, se ha mantenido relativamente baja desde septiembre de 1999. El PIB, después de una caída de 13 por ciento en 1998, subió en 0.2 por ciento en 1999, y se espera que suba hasta 3 por ciento en el 2000. El crecimiento de las exportaciones también parece haberse reducido durante el primer cuarto del 2000, cuando el valor total de las exportaciones alcanzó casi el mismo nivel de la pre-crisis. Sin embargo, esto, en gran parte, se debe a la subida de los precios de petróleo a nivel mundial. No hay evidencia que sugiera que los exportadores hayan aprovechado la depreciación de la rupia para mejorar la productividad. Efectivamente, el Banco de Indonesia sigue promocionando la depreciación gradual de la rupia para mantener la competitividad de las exportaciones. Las importaciones también aumentaron aunque limitadas a bienes de capital en particular maquinaria y otros equipos industriales vitales, alcanzaron el 30 por ciento, el mismo nivel de 1997. Esto se esperaba que suceda durante la recesión profunda cuando mucha de la capacidad manufacturera fue subutilizada, ahora se sugiere que la modernización de las plantas está siendo postergada a pesar del aumento en la tasa de crecimiento y la aclamada recuperación. Los flujos de capital privado, durante 1999, todavía registraron un déficit de menos del 7.4 por ciento, a pesar que esto significó una mejora sustancial sobre las cifras de 1998. La inversión extranjera directa ha tendido a la baja, disminuyendo desde US$ 34 mil millones en 1997 a menos de US$ 14 mil millones en 1998 y US$ 10.89 mil millones en 1999. Las instituciones financieras internacionales argumentan que esta caída sostenida se debe, principalmente, a la corrupción, confabulación y nepotismo entre los funcionarios gubernamentales y los empresarios. No hay

duda que estas prácticas sí empeoran la situació n económica. Sin embargo, es ilógico atribuir este descenso de la inversión extranjera directa a prácticas que eran mucho más frecuentes durante las décadas que precedieron a la crisis, cuando la economía indonesa se mantuvo boyante, por los flujos altos y sostenidos de capitales extranjeros. Una manera más creíble de explicar la caída es la inestabilidad política continua. Hasta mediados del 2000, el gobierno estadounidense advertía que “los ciudadanos que viajan a Indonesia deben actuar con prudencia. La actividad política, manifestaciones, y la delincuencia en Jakarta se han incrementado recientemente y se espera que continúen” y en algunas provincias “Hay violencia en las empresas estadounidenses con mucha frecuencia”.(21) Esta información probablemente ha incrementado el nerviosismo entre los inversionistas extranjeros. A pesar de sus dificultades económicas y polí ticas, Indonesia ha mantenido un régimen relativamente abierto a las inversiones extranjeras e incluso ha dado algunos pasos concretos para racionalizar más los procesos de aplicación y permisos para atraer a nuevos inversionistas. El valor de las inversiones aprobadas demuestra una recuperación modesta en el año 2000. Según datos recientes, en el perí odo comprendido entre el 1 de enero y el 15 de julio del 2000, el valor de las inversiones extranjeras directas aprobadas subió en un 16.7 por ciento, respecto al mismo período del año anterior, creciendo de US$ 1.8 mil millones a US$ 2.1 mil millones. Los principales enfoques de la reforma estructural han sido la reforma del sector pú blico y la reestructuración del sector corporativo y financiero. Desde el inicio del programa, en 1997 , el FMI ha instado al gobierno indonés a abrir su economía a través de la eliminación de los monopolios y carteles, reformando el sector maderero, privatizando las empresas estatales y realizando una reducción drástica de la Agencia Nacional de Logística. Mientras los monopolios y carteles han sido eliminados, incluyendo los de clavos de olor, papel, y triplex, el proceso de privatización ha avanzado mucho más lento. A pesar que el FMI ha

logrado sus objetivos políticos no queda claro si hay un beneficio económico real para el país o si el costo ambiental de la explotación de los recursos naturales ha aumentado. Hasta la fecha hay poco progreso en la reestructuración de la deuda corporativa en Indonesia. A finales de 1998, se estimó el nivel de endeudamiento corporativo en US$ 118 mil millones de dólares. En noviembre de 1998, el gobierno lanzó el “Iniciativa Indonesa Task Force”, que tiene como objetivo la provisión de un marco para la negociación voluntaria de deudas entre las partes sin llegar a juicios. Desde entonces, se han registrado por lo menos 330 corporaciones con más de US$ 23 mil millones de deuda. Sin embargo, los resultados han sido desalentadores. Hasta la fecha menos de US$ mil millones de deuda de sólo 6 empresas ha sido reestructurado. Una corte comercial que se especializa en casos de quiebra también ha sido establecida, pero hasta junio del 2000, se ha hecho poco para resolver la deuda corporativa indonesa “offshore” de US$ 67 mil millones. A pesar del ostensible éxito de una década de liberalización financiera promocionada por el WB/FMI, la profundización de la crisis conllevó al gobierno indonesio al rescate costoso y prolongado del sector financiero. Se estimó que por lo menos 70 por ciento de los préstamos bancarios no eran viables detrás de la crisis financiera a la que llegó Indonesia en 1997, mientras en 1999 el total de crédito bancario cayó en casi un 50 por ciento. Al inicio, el banco de Indonesia proporcionó sustanciales créditos de liquidez a los bancos afectados (más de 140, mil millones de rupiahs hasta junio del 1998). Sin embargo, mientras se conocía mejor la profundidad del los problemas en el sector banquero, el gobierno se vio obligado a tomar medidas más drásticas y, bajo la supervisión del FMI y el Banco Mundial, estableció La Agencia Indonesa de Reestructuración de Bancos. Hasta la fecha, la agencia ha supervisado el cierre de más de 60 bancos privados, el gobierno tomó a su cargo otros 11 y se recapitalizó a 7 más (con la responsabilidad del gobierno por la provisión de 80 por ciento del capital necesario). El número total de bancos ha descendido de 238 antes de la crisis, a 162 hoy en día.. Hasta abril del 2000, la agencia controló casi US$ 52 mil

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millones de activos, incluyendo un gran número de préstamos vencidos. El gobierno indonés también ha emitido alrededor de US$ 65 mil millones de bonos para respaldar las garantías de depósitos y la recapitalización de los bancos restantes. Se prevé que el costo total del programa de reestructuración será de unos US$ 90 mil millones. (22) Mucho de lo cual será conseguido a través de un incremento de la deuda pública. La crisis económica y, más específicamente, el programa prescrito por FMI para la reestructuración financiera, ha dejado una Indonesia profundamente endeudada. Durante los tres últimos años, la deuda pública ha experimentado una subida aguda. A finales del 1997 fue de US$ 51 mil millones, el 23 por ciento del PIB, un porcentaje manejable. Sin embargo, el nivel de endeudamiento saltó hasta 60 por ciento del PIB a finales de 1998 y a 93 por ciento en abril del 2000, cuando el total de la deuda alcanzó US$ 152 mil millones. Este incremento dramático se debió, principalmente, a la emisión de bonos de reestructuración de la banca (US$ 85 mil millones, equivalente al 52 por ciento de PIB). Ahora, el servicio de la deuda consume el 21 por ciento del presupuesto. Este costo que subirá en el futuro, exigirá más restricciones en el gasto y más incrementos en los ingresos. En un futuro cercano, el peso de la deuda paralizará la capacidad del gobierno indonés para mitigar los impactos de la crisis en los grupos más vulnerables. La mayoría de costos, derivados del fracaso de la liberalización del mercado financiero indonés (apoyada por el FMI/WB) y del mal funcionamiento del sistema bancario, han sido transferidos desde las instituciones privadas domésticas o extranjeras- al público indonés. Esta transferencia de costos resulta ser extremadamente inequitativa e impide el desarrollo a largo plazo. Al reducirse el gasto público e incrementarse los impuestos para cumplir las obligaciones del servicio de la deuda, se está reduciendo el poder adquisitivo doméstico, aspecto crucial para el desarrollo económico sostenido. Esto se reconoce en un informe reciente del Banco Mundial en el que se declara que los incrementos recientes del PIB “han sido impulsados principalmente por el

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incremento del consumo doméstico”. (23)

Impactos Sociales en Indonesia Cuando la economía indonesa entraba en una recesión profunda, el número de desempleados y sub-empleados se disparó. La fuerza laboral está constituida por unos 95 millones de personas, de los cuales el 40 por ciento son mujeres. Antes del inicio de la crisis en 1997, el gobierno indonés estimó que el desempleo “abierto” era de aproximadamente un 5 por ciento. En agosto de 1999, una encuesta sobre la fuerza laboral concluyó que 6.03 millones o 6.4 por ciento de la fuerza laboral se encontraba en un estado de desempleo. Sin embargo, el desempleo “abierto” se refiere, estrictamente, al hecho de que una persona trabajó menos de una hora por semana. Si se toma en cuenta el alto nivel de sub-empleo, entonces 36 millones de personas, o 38 por ciento de la fuerza laboral, se encontraba desempleada o sub-empleada en marzo del 2000. Por estas y otras razones, los sindicatos y observadores no gubernamentales criticaron la encuesta oficial que subestima el desempleo verdadero; efectivamente, esas fuentes estiman que más de la mitad de la fuerza laboral está sub-empleada. En cuanto al empleo, hubo un mayor desplazamiento desde el sector formal hacia el sector informal (el porcentaje de los trabajadores ubicado en la última categoría, subi ó de 62.8 a 65.4 por ciento entre el 1997 y 1998); y del sector moderno al sector agrícola (los trabajadores del sector agrícola subieron de 40.8 por ciento en el año 1997 a 45 por ciento de la fuerza laboral en agosto del 1998). (24) La consecuente baja de los salarios reales ha tenido un impacto significativo en el bienestar de la familia. Frente al agudo incremento del número de personas que se encontraba bajo la línea de pobreza, el gobierno indonés buscó apoyar a los pobres a través de tres medidas principales: 1) transferencias temporales de ingresos a los pobres por medio de la distribución de arroz subvencionado; 2) ayuda compensatoria, a través de la creación de empleos y apoyo a los SMEs y cooperativas; 3) Acceso a los servicios sociales críticos, en particular educación y

salud. Sin embargo, la mayor parte de esfuerzos del gobierno dirigidos a la mitigación del impacto en los pobres, ha sido limitada debido a las restricciones presupuestarias. Antes de la crisis, el Banco Mundial estimó que alrededor del 10.1 por ciento de la población viv ía bajo la línea de pobreza. Una encuesta gubernamental señaló que, en 1999, este nú mero había subido a 20.3 por ciento, es decir, se produjo un incremento de 21 millones en sólo dos años. Esto, todavía subestimaba el alcance de la pobreza absoluta, ya que la el gobierno utiliza una línea de pobreza con parámetros bastante bajos: 55 centavos de dólar por día en las áreas urbanas y 40 centavos por día en las áreas rurales, respecto a la estimación del Banco Mundial, de un dólar por día. Millones de personas que vivan en el límite de la línea definida por el gobierno son realmente pobres y muy vulnerables a los impactos externos. A pesar que las áreas urbanas han sido las más impactadas por la crisis, las rurales también han sufrido. Aumentó la desigualdad rural y hubo un incremento significativo en la vulnerabilidad de los hogares rurales, en los grupos de trabajadores rurales catalogados como consumidores netos y que sufrieron la gran baja de sus ingresos. Los sueldos del sector agropecuario, en términos reales, han caído en un 40 por ciento entre 1997 y 1998. Indonesia no ha tenido la capacidad de mantener un gasto público real y constante para los servicios sociales, en particular para educación y salud. El presupuesto para educación fue recortado en 27.65 por ciento con relación a 1997/98. Mientras las cifras oficiales sobre matrículas en 1999/2000 indican que las matrículas para primaria está en los niveles anteriores a la crisis, las matrículas para secundaria, ha descendido en un 2 por ciento. Un estudio sobre la correlación entre gasto per-cápita y la tasa de matrícula indica que, mientras el nivel global de matrí culas no ha bajado, para las familias más pobres es más difícil mantener a sus hijos dentro del sistema educativo. El gasto público total cayó un 8 por ciento durante 1997/8 y un 12 por ciento adicional en 1998/9. El sector de la salud también ha sido duramente golpeado. La depreciación de la rupia produjo una subida aguda de los precios

de medicamentos, vacunas, contraceptivos y otros insumos médicos importados. Una encuesta oficial demostró que la utilización de los servicios médicos declinó dramáticamente en 1998: mientras un 53 por ciento de las personas que reportaron una enfermedad durante el 1997, buscó un servicio médico moderno, sólo el 41 por ciento lo hizo en 1998. Dentro de los que sí buscaron servicio médico, menos gente acudió a las facilidades médicas (esta tendencia también se vio en las facilidades privadas). Más gente recurrió a la medicina tradicional o al auto tratamiento. En cuanto al medio ambiente, el hecho de que se haya dado un decrecimiento generalizado de la producción, pudo haber provocado menores niveles de contaminación, pero, al mismo tiempo, esto, probablemente, fue neutralizado por un uso menor de controles costosos y por un control menos estricto del cumplimiento de las regulaciones ambientales. La explotación de los recursos naturales, realizada por grandes empresas como por personas particulares, ha aumentado porque estas han luchado por mantener los ingresos familiares en el nivel anterior a la crisis. Por ejemplo, la tasa de deforestación para conversión agropecuaria se ha incrementado. Está ampliamente aceptado que la tala ilegal de los bosques ha aumentado como resultado de la crisis. Un informe, elaborado en Reino Unido, demuestra que el flujo ilegal de troncos provenientes de los bosques nativos es comparable, en la actualidad, al flujo legal.(25) Adicionalmente, un estudio de caso en la Provincia de Lampung, ha encontrado que la tasa de deforestación ilegal de los bosques se ha incrementado de tal manera que la provisión local de madera se ha agotado.(26)

Corea del Sur El 3 de diciembre de 1997, el gobierno de Corea del Sur acordó con el FMI un paquete de rescate por un valor de US$ 57 mil millones. Como sucedió con Tailandia e Indonesia, Corea del Sur implementó una política macro económica de ajuste prescrita por el FMI, y asumió un programa de reforma estructural de gran alcance.

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Después de la octava revisión del programa de Corea del Sur, Stanley Fisher, primer director ejecutivo alterno, declaró: “los directores elogiaron a las autoridades surcoreanas por la impresionante recuperación ... el repunte ha sido posible gracias a una combinación de factores: políticas macro económicas de apoyo y ... una amplia gama de reformas estructurales que superaron las debilidades que contribuyeron a la crisis de 1997.” (27) La aclaración de Fisher que la impresionante recuperación fue el resultado de la política macro económica y de las reformas estructurales trazadas por el FMI, fue diseñada para desviar una creciente crítica internacional hacia los programas del FMI aplicados en Corea del Sur y en la región. Serias debilidades están detrás de la fachada de una fuerte recuperación, incluyendo problemas que surgen de las condiciones mismas del FMI. Estas, están socavando la sustentabilidad de la recuperación surcoreana. Después de la tercera semana de diciembre de 1997, en un intento por asegurar la liquidez de la moneda internacional y estabilizar la tasa de cambio, el Banco de Corea subió abruptamente las tasas de interés de corto plazo, se elevó desde los niveles de la pre-crisis, de alrededor de 12 por ciento hasta más de 30 por ciento. Al mismo tiempo, se estrechó la política fiscal para cubrir el gasto de la reestructuración del sector financiero y para apoyar la estabilización. Además, se estableció, por receta del FMI, impuestos más altos y regresivos.(28) Se asumió que estos cambios retendrían los capitales extranjeros existentes y atraerían otros nuevos hacia el mercado surcoreano. Después de sólo un mes, el programa estuvo lejos de alcanzar las expectativas del FMI. La inversión extrajera en bonos, de la cual se esperaba un incremento sustancial debido a las altas tasas de interés, apenas había aumentado. Las instituciones financieras extranjeras aceleraron el retiro de créditos de corto plazo, llevando al país casi a la quiebra. Como resultado de la continua salida del capital extranjero, la tasa de cambio cayó dramáticamente a 2,000 won por dólar a finales de diciembre de 1997. Sólo después de que el gobierno ofreciera una garantí a para cubrir la mayor parte de la deuda del sector privado de corto plazo, un 96.5% de la deuda de la banca comercial surcoreana , fue

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convertida en préstamos a mediano y largo plazo. Esto proporcionó un espacio importante para que la banca comercial surcoreana mejore su situación con respecto a la moneda extranjera. En pocos meses, la terapia de choque del FMI había transformado una crisis financiera en una crisis económica. La escasez de crédito signific ó una reacción en cadena , llevó a un dramático aumento de bancarrotas corporativas y personales, y a despidos masivos. Por ejemplo, en febrero de 1998, el número de quiebras se elevó más de tres veces el nivel de la etapa anterior a la crisis. Desde finales de 1997 hasta mediados de 1998, un promedio de dos a tres mil empresas quebraron cada mes. Las empresas sobrevivientes respondieron recortando inversiones, reduciendo inventarios, y rebajando el costo de la mano de obra. Consecuentemente, la tasa de crecimiento de la inversión global cayó de 4.3 por ciento en 1997 a menos de 23.3 por ciento en 1998. La tasa de desempleo se disparó de 2.1 por ciento en el tercer cuarto de 1997, a 8.6 por ciento en febrero de 1999. En febrero de 1998, el número de los desempleados excedió, por primera vez, de un millón de personas. Mientras se incrementaron las quiebras corporativas y la recesión económica se volvió mas profunda, en mayo de 1998, el FMI autoriz ó al gobierno surcoreano que bajara las tasas de interés. Desde entonces, el gobierno ha mantenido una política de tasas bajas. El FMI también consintió un déficit fiscal de 5 por ciento del PIB, pero sólo después de una prolongada serie de reajustes. Al inicio, el FMI aceptó sólo un déficit de 0.8 por ciento del PIB, luego, mientras continuaba la recesión, éste se flexibilizó, y llegó hasta 1.7 por ciento, 4.0 por ciento, y 5.0 por ciento en abril, julio, y octubre respectivamente. Los componentes claves del programa de reestructuración incluyeron la reestructuración del sector corporativo, financiero y público, y la liberalización del mercado. Para acelerar la reestructuración del sector corporativo, toda forma de fusión y adquisiciones, incluyendo las adquisiciones

hostiles, fue liberalizada en mayo de 1998. Adicionalmente, el FMI exigió la liquidación de las garantías entre deudores en un corto período. El FMI argumentó que esta práctica previa y común entre empresas afiliadas al mismo conglomerado, fue una de las principales causas de las grandes pérdidas del sector banquero, debido a que en esas circunstancias, los problemas en una sola empresa podrían llevar al conglomerado en su conjunto hacia la bancarrota. Sin embargo, la liquidación de las garantías entre deudores subió los niveles de endeudamiento y deprimió la inversión corporativa y, por tanto, profundizó seriamente la recesión existente. En diciembre de 1998, el gobierno y los cinco conglomerados (“chaebol”) más grandes, llegaron a un “gran trato” (“big deal”) sobre la implementación del programa. Inicialmente este acuerdo pretendió aliviar, principalmente a través de intercambios de negocios, la sobreinversión y por tanto la sobre-competencia entre las empresas grandes. Sin embargo, antes que intercambiar negocios, las compañías consolidaron su posición a través de adquisiciones o fusiones. Como resultado, el nú mero de empresas que pertenecían a los “chaebol”, fue reducido significadamente, desde 262 en abril de 1997, hasta 177 en diciembre de 1999. La reestructuración del sector financiero ha sido impulsada por el gobierno bajo la tutela del FMI. Los componentes claves de la estrategia fueron la clausura de las instituciones débiles y un incremento en el apoyo estatal para las restantes. A finales de 1999, el número de bancos comerciales había declinado de 27 a 17, y el número de empleados en un tercio. (29) Para respaldar a las instituciones sobrevivientes, el gobierno estableció un “fondo público” utilizando 64 billones de won de las arcas públicas; 35 billones para la compra de prestamos vencidos y 31.5 billones para la recapitalización de las instituciones financieras y la devolución de depósitos. Muchos disputan el reportado éxito de la reestructuración del sector financiero en Corea. Argumentan que la estrategia del FMI no sólo creó “un peligro ético” a través del uso de fondos públicos para resolver problemas

causados por el mal funcionamiento del sistema bancario y una liberalización inapropiada del sector financiero. También, creen que cambios en la política macro económica podían haber evitado el uso de grandes cantidades de fondos públicos. Debido a que las tasas de interés excesivamente altas y los esfuerzos del Banco para cumplir, dentro de un período corto, con la tasa de adecuación de capital del Bank of International Settlements, ambos requisitos del FMI, llevaron a empresas sanas y malsanas a la bancarrota, durante la primera mitad de 1998. Esto subió el volumen de préstamos vencidos y el costo de la recapitalización de la banca. Como resultado, el gobierno surcoreano gastó más de los 64 billones de won previstos en el plan inicial.(30) Los componentes claves del programa del FMI para la reestructuración del sector público fueron la reducción del tamaño de las instituciones gubernamentales y la privatizació n. Según el plan, se preveía que a partir de febrero de 1998, más de 80,000 empleados gubernamentales perderían sus empleos durante un período de tres años.(31) En julio de 1998, el gobierno surcoreano anunció que, de las 108 empresas estatales, 38 serían privatizadas inmediatamente, 34 de forma gradual, 9 serían liquidadas o fusionadas con otras y se reestructurarían 21. Hasta noviembre de 1999, el gobierno había vendido bienes por un valor de 7.3 billones de won y despidió a 32,005 de los 41,267 empleados que se preveía perder hasta finales del 2000. (32) Gran parte de los fondos recibidos de la venta de las empresas estatales, se utilizó para financiar la reestructuración del sector financiero. En cuanto al comercio, el gobierno surcoreano, consecuente con la Organización mundial de comercio, acordó eliminar las regulaciones para la diversificación de las importaciones y los subsidios relacionados al comercio (los cuales habían sido factores claves en el éxito surcoreano durante los últimos treinta años). En mayo de 1998, los límites al control extranjero de las empresas fueron eliminados, y las fusiones y adquisiciones se liberalizaron como parte del proceso de la apertura del mercado de capital. Adicionalmente, se está permitiendo que los extranjeros inviertan, sin

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ninguna restricción, en bonos locales y en instrumentos monetarios de corto plazo. Las restricciones para la adquisición de propiedades, no relacionadas al negocio, para personal de las empresas extranjeras, han sido eliminadas, y el l ímite para el arrendamiento de propiedades públicas fue extendido de 20 hasta 30 años. El sistema tributario también fue adecuarlo para favorecer a la inversión extranjera directa. El plazo para incentivos de impuestos fue prolongado de 8 a 10 años. Además, 41 sectores que estuvieron cerrados a la inversión extranjera directa, fueron liberalizados. Las restricciones sobre la inversión extranjera directa se han limitado a unas pocas áreas, como a la de seguridad nacional. Como resultado, la inversión extranjera se incrementó significativamente en 1999. De enero a octubre, hubo 1,591 casos de inversión por un valor total de US$ 10,249 millones, un incremento de 85.3 por ciento comparado con el mismo período del año previo. A finales de 1999, el flujo de inversión extranjera directa superó el récord, sobrepasando los US$ 15 mil millones, Sin embargo, los beneficios no llegan automáticamente. Las políticas y regulaciones para ámbitos como la tranquilidad local, la mejora de la tecnología y la estabilidad de la balanza de pagos son esenciales para que los países se beneficien de la inversión extranjera directa. Debido a esta liberalización profunda y rápida, es posible que Corea del Sur ya no tenga capacidad para negociar efectivamente con los inversionistas extranjeros. El funcionamiento de la bolsa surcoreana mejor ó espectacularmente. Atrajo importantes flujos de capitales extranjeros hasta octubre de 1999, los mismos que provocaron la subida del porcentaje de la inversión extranjera en la bolsa, de 13 a 21 por ciento en un año. El ingreso del capital extranjero y la reorientaci ón de la política macro económica hacia la estimulación de la economía doméstica, han jugado un papel importante en el llamado “repunte económico espectacular” de Corea del Sur. En 1999, el PIB creció en 10.2 por ciento comparado con una contracción de 5.8 por ciento en 1998. El comercio experimentó también un fuerte crecimiento en 1999 debido a la recuperación económica global, a la

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valorización del yen y a los terremotos en Taiw án. Las exportaciones crecieron en 8.6 por ciento durante 1999, comparado con menos 2.8 por ciento en 1998. Las importaciones también subieron debido a una creciente demanda doméstica, SE ELEVARON? de menos de 35.5 por ciento en 1998 a 28.4 por ciento en 1999. A pesar de este crecimiento rápido, la cuenta corriente todavía exhibió un superávit de US$ 25 mil millones en 1999. Para fines de 1999, las reservas monetarias internacionales de Corea del Sur habían crecido a más de US$ 74 mil millones, comparado con sólo US$ 3.9 mil millones de dos años antes. Al mismo tiempo, se redujo el total de los pasivos externos surcoreanos en US$ 22.8 mil millones. La deuda externa de las instituciones financieras del sector privado se redujo, mientras que la del sector público se incrementó dramáticamente. La relación entre la deuda pública y el PIB se había aumentado de 12 por ciento en 1997, a 22.2 por ciento en 1999, mientras que, la relación entre el total de la deuda externa y el PIB se mantuvo constante en 35 por ciento. A pesar que la tasa de desempleo estaba bajando desde el primer cuarto de 1999, a fines de 1999, fue todavía el doble, respecto a los niveles anteriores a la crisis, hubo un millón de personas desempleadas. Los problemas de la reestructuración del sector exportador también empezaron a sentirse en la segunda mitad de 1999. Por ejemplo, se considera que, últimamente, sólo se puede recuperar un tercio de los 70 billones de won que adeuda el grupo Daewoo a los acreedores nacionales y extranjeros. (33) Cuando Corea del Sur se afilió a la OECD, se resistió a abrir sus mercados de bonos y acciones. Sin embargo, éstos fueron plenamente abiertos como parte del proceso de liberalizació n de las transacciones de capitales, impulsado por el FMI. Estas medidas que facilitaron la entrada de capitales extranjeros al mercado surcoreano, también incrementaron la vulnerabilidad de la economía surcoreana. Adicionalmente, el programa del FMI provocó daños graves en los negocios domésticos, perjudicando seriamente su capacidad de aportar a la economía nacional, actualmente y

en el futuro. Estos daños han implicado que Corea del Sur sea mucho más dependiente de factores externos, en particular del capital extranjero. La fuga de Corea del Sur, del ahora libre e incontrolable capital financiero extranjero, podría precipitar otra crisis en el futuro.

Los impactos sociales en Corea del Sur Poco después del inicio de la crisis, una nueva ley laboral que facilita los despidos, fue introducida por el gobierno surcoreano, por sugerencia del FMI. Como consecuencia, el desempleo subió rápidamente. En febrero de 1999, alcanzó un récord de 1,78 millones de desempleados. El gobierno respondió a esto, asignando 10,7 billones de won para la aplicaci ón de medidas de reducción del desempleo, y otros 9.24 billones de won del presupuesto de 1999, para estimular el empleo. Estas medidas incluyeron apoyo para la conservación de empleos, creación de empleos, capacitación vocacional y servicios sociales. La tasa de desempleo empezó a decrecer durante el segundo cuarto de 1999. A pesar de esto, la estructura del empleo ha desmejorado a partir de la crisis. Por ejemplo, el número de empleados que trabaja más de 36 horas por semana ha bajado desde noviembre de 1997, y la proporción de empleados que labora menos de 36 horas por semana se ha incrementado, de 9.3 por ciento en diciembre de 1997, a 14.5 por ciento en diciembre de 1999. (34) Además, el número de personas que cuenta con un trabajo permanente ha descendido desde el inicio de la crisis, mientras que el número de personas empleadas como jornaleras ha aumentado rápidamente. La definición gubernamental del desempleado oculta la dimensión del desempleo dentro del país. El gobierno considera desempleado a “una persona que trabajó menos de una hora en una semana, con la intención de ganar ingresos”. Esta definición excluye de las estadísticas a los desempleados “desalentados”. Si uno incluye a los “desalentados”, el nivel de desempleo de 1999 subiría hasta cerca de 4 millones. En octubre de 1999, un sindicato surcoreano fue la

primera organización que intentó enjuiciar al FMI a causa de los despedidos masivos provocados por sus políticas. A partir de la crisis, súbitamente, se incrementaron los conflictos laborales. El número de disputas en 1998 fue 2,5 veces más que en 1997, y el número de días laborales perdidos en 1998 como resultado de esas disputas fue, aproximadamente, tres veces más que en 1997. Los procesos de la comisión tripartita, establecida por el gobierno para resolver las disputas laborales, se han caracterizado por la demora y por una limitada participación. Por eso, algunas organizaciones independientes y sindicatos ven a dicha comisió n como un organismo sin poder y, por tanto, sin sentido. Muchos creen que la comisión fue dise ñada, principalmente, para transferir el costo de la crisis a los trabajadores. Entre 1975 y 1995, las altas tasas de crecimiento permitieron una reducción en la tasa de pobreza de las familias urbanas, de 20.4 por ciento a 7.4 por ciento. Sin embargo, dentro de los doce primeros meses de la crisis, el nú mero de personas que vivía por debajo de la lí nea de pobreza absoluta, se incrementó agudamente. El gobierno surcoreano admitió que “desde que la crisis de la tasa de cambio llegó a Corea del Sur, las clases con medianos y bajos ingresos han sufrido más que cualquier otra” y que el desfase entre los ingresos de ricos y pobres ha aumentado”. (35) En tan sólo un año, de 1997 a 1998, el número de personas sin hogar se incrementó diez veces, y el número de estudiantes con ausencia temporal aumentó en 70 por ciento. Según un informe de la Administración Estadística, publicado en noviembre de 1998, el 20 por ciento de las familias de ingresos más bajos ganaron 24.4 por ciento menos que el año anterior, mientras el 20 por ciento de las familias de ingresos más altos ganaron 0.8 por ciento menos.(36) La crisis económica ha golpeado a los pobres tanto por la reducción en sus ingresos como por el incremento en los precios. Debido a la depreciación del won, el costo del servicio médico aumentó. El incremento ocurrió en una coyuntura en la cual los coreanos, en particular los pobres y los desempleados, tienen menos capacidad de soportar el alto costo del servicio

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médico. En septiembre de 1998, la Federación Nacional de Seguros Médicos informó que disminuyó en 34 por ciento el número de personas que compró medicinas y en 20 por ciento, la cantidad de medicinas compradas.(37)

Indonesia y Corea del Sur implementaron la pol ítica macro económica y las reformas estructurales, prescritas por el FMI, en diferentes niveles y con desenlaces muy diferentes.

Según un funcionario del Ministerio de Trabajo, “desde el inicio del régimen del FMI, el agudo incremento del estrés ocupacional es visto como la principal causa de las enfermedades ocupacionales, porque los trabajadores están más preocupados por la pérdida del empleo, la intensidad de su trabajo ha aumentado, y nuevos mecanismos para estimular la competencia han sido introducidos”. (38) La tasa de suicido en 1998 fue 59.4 por ciento más alta que en 1997.

Sin embargo, el FMI expresa que cada caso es un éxito. Hay poca evidencia de una correlación entre los programas del FMI y la supuesta recuperación en cada país. En Corea del Sur, los flujos altos de capitales pueden sobrecalentar la economía. En Tailandia, una demanda doméstica creciente ha aumentado el crecimiento del PIB, pero el sector externo todavía se caracteriza por un alto nivel de volatilidad. El crecimiento del PIB en Indonesia se ha vuelto otra vez positivo, pero los inversionistas extranjeros están todavía al margen, y no hay indicios de una recuperación estable. Hay algunas semejanzas entre los desenlaces de los tres países, las cuales sí pueden ser atribuidas a las políticas del FMI, estas son: los severos impactos sociales y una deuda pública enorme.

La reducción provocada por la recesión de la producción y el consumo, ha tenido un impacto positivo en el medio ambiente porque se ha reducido la contaminación. Se estima que la contaminación que resulta de los procesos productivos bajó en un 10 a 20 por ciento. (39) El aumento del costo de los materiales importados, junto a la caída del poder adquisitivo, ha impulsado el reciclaje en varios sectores. Por otro lado, la caída de la rentabilidad podría alentar a las empresas a ignorar los reglamentos ambientales y, frente a ello, el gobierno podría optar por no realizar los controles ambientales. La relación entre el presupuesto del Ministerio del Medio Ambiente y el presupuesto total cayó de 1.51 por ciento en 1997 a 1.38 por ciento en 1998, y a 1.36 por ciento en 1999. A fin de atraer la inversión extranjera, el gobierno surcoreano, asesorado por el FMI, abolió y debilitó varias regulaciones. Por ejemplo, elimin ó la regulación sobre el cinturón verde, reorganizó los parques nacionales y debilitó las regulaciones para la protección del agua potable. La pregunta que queda es: ¿vale sacrificar tanto, para obtener los beneficios cuestionables de un crecimiento económico impulsado desde el exterior?

Conclusión El FMI, ha dado, prácticamente, el mismo conjunto de medicinas a los tres países afectados por la crisis. Sin embargo, Tailandia,

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La terapia de shock del FMI, la devaluación de la moneda y las altas tasas de interés, estrangularon a la economía doméstica y transformaron las crisis financieras de cada uno de estos países, en crisis económicas y sociales. Altos niveles de quiebras condujeron a un incremento agudo del desempleo y sub-empleo. En Corea del Sur, en particular, el desempleo subió a niveles récord, en un período muy corto. En Indonesia y Tailandia, el aumento del desempleo estuvo acompañado de un gran traslado del empleo, desde el sector formal hacia el informal. Este último, caracterizado por salarios bajos, con estabilidad incierta y una protección legal y social precaria o inexistente. Los afortunados que se quedaron con sus trabajos, en forma típica, experimentaron una disminución de sus sueldos reales. Dentro de un período de menos de dos años, más de 20 millones de personas en los tres países, se encontraron por debajo de la línea de pobreza como resultado de la crisis financiera y, más significativamente, como consecuencia de la reforma macro económica y el ajuste estructural.

El FMI transformó una crisis financiera en una crisis social y económica, no sólo por exigir una política macro económica estricta, sino también para asegurar que el costo de la reestructuración del sector financiero sea transferido de las instituciones predominantemente privadas hacia las arcas públicas. Una deuda privada se convirtió en una deuda pública. Como resultado, la deuda pública se ha disparado en cada país: en 10.2 por ciento del PIB en Corea del Sur, 36.2 por ciento del PIB en Tailandia y 70 por ciento del PIB en Indonesia. Actualmente, cada país lucha con el costo del servicio de la deuda que, en el caso de Indonesia, consume un cuarto del presupuesto fiscal. El servicio de la deuda no sólo disminuye la capacidad ya limitada de los países para mitigar el desempleo y otros impactos sociales, sino que reduce severamente las posibilidades de desarrollar políticas apropiadas. Los países se encuentran obligados a mantener y a expandir las exportaciones para generar ingresos de monedas “duras” y para adscribirse a la econó mica ortodoxa dominante, la cual prescribe más liberalización, más privatización y más desregulación. Deuda Pública como porcentaje del PIB País 1997 (antes de la crisis) Tailandia 15.7 Indonesia 23.0 Corea del Sur 12.0

una recuperación a pesar del fracaso evidente de la reforma del sector financiero? Corea del Sur, la mimada del FMI , ha experimentado, en palabras del Fondo, “un repunte espectacular” facilitado por el ingreso masivo de capital extranjero. Actualmente, los economistas temen un sobre calentamiento. Mientras el crecimiento del PIB se ha elevado notablemente en sólo un año, Corea del Sur, hoy en día, depende del capital extranjero y es vulnerable a la fuga de capitales. Como consecuencia de la distribución inequitativa y de los altos costos de la estabilización y del ajuste, el FMI ha encontrado una creciente resistencia, tanto por parte de los gobiernos, como desde la sociedad civil de cada país. Los llamados cambios modestos en los programas del FMI han sido cotidianamente ignorados o incorporados sólo después de demoras prolongadas. Se hacen necesarios cambios más radicales. La prevenció n de la crisis y la reducción de la vulnerabilidad a los choques externos dependerán, en un futuro, de que se introduzcan controles sobre el

abril 2000 51.9 93.0 22.2 (finales de 1999)

El FMI reconoció que la deuda pública se incrementaría, pero asumió que esta podría ser rápidamente pagada a través de la privatización de las empresas estatales. Se comprobó que este escenario fue una ficción, en particular en Tailandia e Indonesia.

capital, de que se declare una moratoria al endeudamiento y de que se actúe en la desvinculación de deudas públicas y privadas.

A pesar del continuo alto nivel de préstamos vencidos, de una reforma limitada o inexistente en Indonesia y Tailandia y de bajos niveles de confianza entre los inversionistas, el FMI contin úa aclamando la recuperación en cada uno de los tres países. De hecho, el “logro” de la reforma en el sector financiero es haber hecho aumentar el control extranjero en la economía y la transferencia de algunas deudas privadas al sector público. Si, como expresó el FMI, la ineficiencia y la debilidad del gobierno fueron el epicentro de la crisis ¿cómo, entonces, se dio

Notas : 1.

Stiglitz, “Protesters Are Right on the IMF” The New Republic, 17 de Abril, 2000. 2. Fischer, citado en The Nation, 10 de Mayo, 2000. 3. Stiglitz, citado en The Nation, 13 de Mayo, 2000. 4. IMF, “The IMF’s Response to the Economic Crisis,” 17 de Enero, 1999. 5. Ibid. 6. UNDP, “Human Development Report of Thailand 1999” 1999. 7. Gobierno de Tailandia, “Thailand-Memorandum on Economic Policies,” 26 de Mayo 26, 1998.

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8.

Ibid. La Iniciativa Miyazawa, que tomó el nombre del Ministro de Finanzas de Japón Kiichi Miyazawa, da 5.3 mil millones de Bahts para el fortalecimiento de las redes de seguridad social, incrementos en el empleo y la solución al problema de crédito. 10. Wichit Sirithaveeporn, “Public Debt Looms Large on Horizon” Bangkok Post Economic Review 2000, p. 8-9. 11. Gobierno de Tailandia “Social Development in Thailand” Junio, 2000. 12. Ibid. 13. Suwit Wibulpolprasert, “Economic Dynamicity and Health Implications,: Lessons Learned from Thailand,” 1999. 14. Peter Brimble and Gary Suwannarat, “Seeking the real picture on school dropouts.” Nota preparada para el Banco Asiático de Desarrollo y el Consejo Nacional para el Desarrollo Económico y Social., Tailandia, 21 Abril 1999. 15. Po Garden, “Environmental Implication of IMF policy and Economic Crisis in Thailand,” Junio, 1999 (informe inédito). 16. FMI, “IMF Completes Review, Augments the Program by US$1 Billion and Approves US$460 Million Credit Tranche for Indonesia,”News Brief No. 99/13, 25 Marzo 1999. 17. Banco Mundial , “Indonesia: From Crisis to Opportunity,” 21 Julio, 1999. 18. FMI, “IMF Completes First Review of Indonesia Under its Extended Arrangement,” News Brief No. 00/38, 2 junio 2000. 19. BAD, Economic Review of Indonesia, 4 de Mayo 2000, (bajado del la página web del BAD). 20. FMI,” IMF Completes First Review of Indonesia under its Extended Arrangement...” 21. Gobierno de EE.UU, “Indonesia: Investment Climate Statement 2000,” Julio, 2000, (Bajado de la página web http://www.usembassyjakarta.org). 22. Banco Mundial, Informe Trimestral, 20 Marzo 2000, (Bajado de la Página web del Banco Mundial). 23. Ibid. 24. Ibid. 25. Citado en Sunderlin, “The Effects of Economic Crisis and Political Change on Indonesia’s Forest Sector, 1997-99,” 15 Noviembre, 1999. 26. Ibid. 27. FMI, “Completes Final Review of Korea Program,” boletín de prensa No. 00/72, Agosto 23, 2000. 28. FMI, “The IMF’s Response to the ...” 29. Jun Kwang Woo, “Beyond the Recovery”, Décima Asamblea General de UNCTAD Simposio sobre la recuperación económica y financiera Bangkok, 17 de 9.

38

Febrero, 2000. “Two Years after the IMF Bailout: A Review of the Korean Economy’s Transformation,” Marzo, 2000. 31. Ibid. 32. Jun Kwang Woo, “Beyond the Recovery”, Décima Asamblea General de UNCTAD Simposio sobre la recuperación económica y financiera, Bangkok, 17 de Febrero, 2000. 33. Instituto de Investigación Económica Samsung, “ Two Years after the IMF Bailout: A Review...” 34. Ibid. 35. Jun Kwang Woo, “Beyond the Recovery”, Décima Asamblea General UNCTAD Simposio sobre la recuperación económica y financiera Bangkok, 17 de Febrero, 2000p. 21,25. 36. Francis Daehoon Lee, “The IMF Intervention and Crisis of Human Rights,” presentado en la reunión del Proyecto para el Siglo 21, Junio 23-24. Universidad de Sussex, Brighton, Inglaterra. 37. Ibid. 38. Quoted in Ibid. 39. Kim Ta-kyun, “Changes from Economic Crisis in Korea and Orientations to take” Agosto, 1999 (informe inédito). 30.

El Armadillo Y El Camaleón: Un Cuento Admonitorio Por Nicola Bullard *

a intención del nuevo director del Fondo Monetario Internacional de “manejar el cambio de la institución desde adentro, en lugar de que sea impuesto desde afuera” no inspira confianza, debido al deprimente récord de reforma que se ha dado hasta ahora. (1) En los últimos tres años se ha derramado mucha tinta en propuestas sobre cómo el Fondo se podr ía recuperar de su espectacular pérdida de gracia, cuando su asesoramiento político durante la crisis asiática de 1997 simplemente empeoró la situación. (2) La mayoría de propuestas de reforma han sido extremadamente modestas pero aun así, en la escala del cambio de Richter, el FMI apenas ha inclinado la aguja.(3)

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Las defensas del Fondo se mantuvieron firmes mientras Michel Camdessus todavía estaba en el timón, pero esto no debe sorprendernos. Emprender reformas institucionales en los ú ltimos días de su mandato de 13 años, habría sido equivalente a admitir los errores del pasado, algo que quizás Camdessus podría estar haciendo en su nueva encarnación como asesor especial del Papa Juan Pablo II en asuntos de la deuda.

FMI, “que se cure a sí mismo” Sólo ahora se escuchan las primeras señales de cambio, de boca del nuevo director, Horst Kö hler, el candidato alemán de segunda preferencia que fue seleccionado mediante una * Nicola Bullard es la directora encargada de Focus on the Global South, una organización de investigación política y promoción social con sede en Bangkok, Tailandia.

ronda de negociaciones entre EE.UU. y Europa muy política, no-transparente, pero extrañ amente pública. Tan oscuro fue el proceso, que incluso The Economist llamó a nuevos procedimientos de selección, incluyendo la sugerencia de que el Fondo debiera escoger “el mérito, por encima de la nacionalidad”. (4) Después de cuatro meses en el trabajo, Köhler ya ha firmado un acuerdo con el Banco Mundial para reducir el cruce de responsabilidades (el Secretario del Tesoro estadounidense Larry Summers está promoviendo esto desde hace alg ún tiempo), aceptó revelar las fuentes de financiamiento del Banco, indicó que los países en vías de desarrollo necesitan una “voz más grande”, y presionó por una iniciativa más rá pida de alivio a la deuda “para incluir a esos 20” (refiriéndose a los países destinados a ser incluidos en la iniciativa de alivio de la deuda para los Países Pobres Altamente Endeudados, HIPC en inglés). Pero a pesar de que Köhler ha puesto mucho énfasis en el Fondo “volviendo a enfocar en sus capacidades principales de políticas fiscales, monetarias y de tasa de cambio,” (5) en realidad la “mission creep” (la ampliación progresiva y sigilosa de su misión) y la expansión del poder, continúan. Primero, en el marco de sentar normas, de códigos de práctica, de vigilancia, monitoreo y revelación de la información, se ha extendido el ámbito de las actividades del Fondo – muchas veces en nombre de la transparencia. Esto es consistente con el punto de vista del Fondo de que la crisis asiática fue resultado del fracaso institucional, la corrupción y la falta de

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información. En la práctica, esto significa que el Fondo demanda más información de los gobiernos, publica más información sobre las economías nacionales, y que pronostica sobre el estado de estas economías. Dado que la misión principal del Fondo es velar por la estabilidad macroeconómica, se ha convertido, en efecto, en una agencia calificadora internacional. Además, el Fondo habla ahora sobre la expansión de su papel en asistencia técnica, lo que significa más economistas educados en la Liga Ivy, dando más asesoramiento a más ministros de finanzas del Tercer Mundo. Esto difícilmente suena como una “retirada”, sino más bien como un avance estratégico en el proyecto de la globalización financiera. El Fondo también se ha agregado nuevas agendas en el camino, y ahora juega en el alivio de la deuda, la reducción de la pobreza, el buen gobierno, e incluso intenta “involucrar “ a la sociedad civil de vez en cuando. Pero a pesar de sus 70 funcionarios trabajando con ONGs, el FMI sigue siendo un poco torpe en cuanto a las relaciones públicas comparado con los diestros y listos del Banco Mundial. Sin embargo, las propuestas que llegan al coraz ón del poder del FMI - tal como las de democratizar el voto y el proceso de toma de decisiones, comprometerse a la revisión externa sistemática de programas, o cuestionar algunas suposiciones básicas sobre los beneficios de la liberalización financiera, han sido archivadas, ignoradas o cambiadas,| más allá de su intención original. Por ejemplo, la propuesta del Fondo de establecer una Oficina Independiente de Evaluación (EVO) es una respuesta inadecuada a las demandas de que el FMI sea más responsable, tanto con sus accionistas como con sus clientes. La EVO, recientemente aprobada por el Consejo Directivo, será una operación completamente interna, a pesar de que se prevé que el personal sea reclutado fuera del Fondo. El informe sobre la unidad de evaluación resulta interesante (6) Por ejemplo, declara que uno de los principales propósitos de la Oficina es “ alentar la cultura de aprendizaje dentro del Fondo”, sin embargo más abajo advierte que, “

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la dirección necesitará comprometerse a asegurar que el personal de la EVO que vuelve a integrarse como personal del Fondo... no sea de ninguna manera discriminada debido a la publicación de informes críticos de departamentos potencialmente receptores”. Así vale la cultura de aprendizaje! La reforma del sistema de votación parece improbable. Aunque Köhler habla de entregar una voz más fuerte a los países en vías de desarrollo, está claro que esto no va a ser a expensas de los accionistas mayoritarios, lo cual le provoca a uno la pregunta de cómo, entonces, podría lograrse. En la actualidad, EE.UU. tiene el 17.5% de los votos y el conjunto de miembros de la UE el 32%. (7) Los países en vías de desarrollo parecen renuentes a presionar por la reforma. Trevor Manuel, ministro de finanzas de Sudáfrica y presidente del Consejo de Gobernadores del FMI - Banco Mundial, está preocupado por el derecho al voto para los países pobres, y “quiere remorder las conciencias de los otros gobiernos y persuadirles de que el sistema [otorga] muy poca voz a los pobres.” (8) El mayor defecto en este enfoque es la presunción de que existen conciencias que pueden sufrir remordimiento. Por supuesto, es todavía temprano y el entusiasmo reformista de Köhler podría capturar los corazones y mentes del personal del Fondo. Sin embargo, él estará luchando contra una cultura institucional profundamente atrincherada, aislada y defensiva. El ex economista principal del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, al escribir sobre el papel del FMI en la crisis del Este Asiático, dijo: “la mala economía fue sólo un síntoma del problema real: el secretismo. La gente inteligente es más susceptible a hacer cosas estú pidas cuando se cierra a la crítica y el consejo externo ... Pero con el FMI insistiendo en que sus políticas eran intachables -y sin estructura institucional alguna para llamar su atenciónnuestras críticas valían poco. Lo más espantoso es que aún los críticos internos, particularmente aquellos con responsabilidad democrática directa, fueron mantenidas en la oscuridad.”(9) El FMI es como un armadillo, cavando

profundamente en su propia realidad y parpadeando cuando sale a la luz del debate público, pero también tiene una dura e impenetrable coraza. No existe evidencia de que “la cultura de reforma” haya enraizado en el Fondo, y se necesitará mucho más que la pasión de Köhler para introducir algo de humildad a la institución, y desalojar los intereses creados de sus mayores accionistas.

amenazar su financiamiento, e incluso su existencia. De repente, las IFIs saltaron a las primeras filas de las múltiples guerras liberadas por la humanidad: contra el SIDA, las violaciones a los DDHH, la discriminación de género, la degradación ambiental, el tráfico de drogas, los gobiernos autoritarios, etc. Para enfatizar el punto, el Banco Mundial recientemente empezó a llamar la atención hacia esos objetivos, y su rol en ellos, en publicidad presentada en la CNN.” (10)

El Camaleón El Banco Mudial, por otro lado, es un camaleón, un maestro en tomar los colores de su entorno. La maquinaria de relaciones públicas del Banco Mundial es efectiva y eficiente, regularmente produce artículos editoriales para su presidente, los cuales aparecen en el International Herald Tribune, co-escritos por luminarios tales como el premio Nobel Amytra Sen y el ex disidente sudcoreano (ahora presidente) Kim Dae Jung. Es obviamente importante para un multi millonario ex banquero de Wall Street, y patrón de la élite del “Art Scene” de New York, establecer alguna forma de credibilidad dentro de los círculos de quienes promueven el Desarrollo, a través de su asociación con gente como Kim y Sen. Wolfensohn se ha rodeado de un ejército sofisticado de vice-presidentes que actúan como emisarios diplomáticos, desplegados para “interactuar” con las ONGs y hacer contactos con financistas y funcionarios de gobierno (muchos de los cuales son sus ex colegas) Si bien se puede acusar al FMI de “mission creep”, el Banco, en contraste, ha planeado una estrategia de acaparamiento hostil o, como uno de los miembros de la ONU lo describió, “cherry picking”, o tomar sólo lo mejor de la canasta. En los últimos años, todo, desde el Internet hasta el SIDA, ha sido consolidado bajo el Banco y su imperio en expansión. Un documento de discusión del G24, al referirse al nuevo mandato de las instituciones financieras internacionales sobre “buen gobierno”, lo describió así : “La nueva misión [buen gobierno) llegó en un momento en el que crecientes dudas respecto al propósito y efectividad de las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs) parecían

Las últimas adiciones del Banco a sus auto determinados términos de referencia, han sido indicadas en el Informe Sobre el Desarrollo Mundial (WDR) de este año, Atacando a la Pobreza. (11) El reporte argumenta que “la pobreza es más que el ingreso o el inadecuado desarrollo humano” y que la oportunidad, el empoderamiento y la seguridad son claves. La verdad, sin duda. Pero mientras asume el manto de la reforma institucional, la seguridad social, la democracia política y la participación en la lucha contra la pobreza, el Banco está promocionando su propia visión normativa, cargada de sus valores sobre las relaciones sociales, y ocupando un plano ético cada vez má s alto. Mientras tanto, el Banco evita hábilmente los aspectos centrales de la redistribución, la democracia económica y las relaciones desiguales entre las personas y el capital. En tanto que el paradigma económico central permanezca sin ser discutido, el Banco Mundial estará vendiendo, con buenas o malas intenciones, un programa desesperadamente reformista, que no le acerca nada a su supuesto objetivo de “un mundo libre de pobreza”.(12)

Los límites del disenso Sin embargo, pese a su obsesión con la pobreza, el buen gobierno, y la “alianza con los miembros de la sociedad civil”(13) el Banco tiene un corazón de piedra. Su tolerancia ha sido probada y se ha mostrado muy limitada. Por ejemplo, durante la décima reunión ministerial de la UNCTAD mantenida en Bangkok en febrero de este año, los campesinos y pescadores afectados por la represa Pak Mun, financiada por el Banco Mundial, protestaron fuera del Centro de Convenciones Queen

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Sirikit. También pidieron una reunión con el presidente Wolfensohn, o un representante del Banco, para presentar una carta con sus demandas. Su petición fue negada. Más tarde, recién llegado después de su discurso al plenario en el cual había comparado la proliferación de ONGs con el florecimiento de la democracia, Wolfensohn respondió a la pregunta de un periodista sobre los manifestantes diciendo “estamos familiarizados con los grupos locales e internacionales que los apoyan. No se va a lograr nada saliendo y siendo parte de un incidente.”

implementar la agenda de reforma del Banco. Pero no deberíamos tener ilusiones. En ambas instituciones, no ha habido ningún cambio en sus dos pilares de poder: la ideología neoliberal, la cual apuntala sus políticas y programas, y el poder de voto y la influencia de sus principales accionistas. Y, como todos sabemos, el que escribe las reglas, manda.

Notas: 1.

Sin embargo, hace unos días, en Washington, Wolfensohn atacó a lo que él denominó “la Mafia de Berkeley” diciendo, en referencia al controversial oleoducto Chad Camerún, que “es importante que tengamos un balance apropiado entre la Mafia de Berkeley y los Chadianos, y yo, por mi parte, tengo más interés en los Chadianos”.(14) Extraño pues, que él haya rehusado reunirse con los campesinos y pescadores tailandeses. El Banco tiene aún menos tolerancia para la discrepancia dentro de sus propias filas. Las “resignaciones” del economista principal Joseph Stiglitz y del líder del equipo del WDR, Ravi Kanbur (los cuales podrían ser claramente clasificados como economistas de la línea del banco, pero inteligentes,) demuestran que la cultura del Banco no soporta desviación alguna, especialmente cuando eso desafía la autoridad del Banco y sus accionistas.

Los límites de la Reforma Tanto el FMI como el Banco Mundial han demostrado una sorprendente resistencia al cambio, a pesar de la tremenda presión externa, e incluso interna, por la reforma. Los intentos del FMI de “curarse a sí mismo” parecen desde el inicio estar destinados al fracaso, dada su mentalidad extremadamente tecnocrática y aislacionista, el peso de los intereses creados, y la entropía institucional. El Banco Mundial, por otra parte, está acelerando el paso y por lo menos, está dando la ilusión de reforma. Esto es peligroso, especialmente para los grupos de la sociedad civil a los cuales se les están ofreciendo “pseudo influencia”(15) en

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‘Köhler demuestra una pasión reformista,’ Stephen Fiddler, Financial Times, 14 de Septiembre, 2000 2. Ver ´The IMF’s Asian Legacy’ por Jacques Chai Chomtongdi en esta colección. 3. Entre los mejores conocidos -con disculpas por el obvio sesgo anglosajón — son informes desde EEUU (desde el Congreso: el Comité Meltzer, el Comité para el Desarrollo Económico, El Consejo de relaciones externas, el Comité de Desarrollo Exterior), el Foro de Estabilidad Financiera (G20) y el G22, el Consejo Social y Económico de las Naciones Unidas, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, y comités selectos de varios países de la OECD incluyendo Australia, Francia y el Reino Unido. Numerosos académicos han contribuido al debate, incluyendo Paul Krugman, Jagdish Baghwati, John Eatwell, Lance Taylor, Milton Friedman y Jeffrey Sachs. Todos los de los sectores financieros han contribuido, desde The Economist hasta George Soros y todo tipo de ONGs y grupos de la sociedad civil, tales como ATTAC en Francia, Oxfam UK, 50 Años son Suficientes en EEUU, y Enfoque sobre el Sur Global en Tailandia. No hay escasez de ideas - tanto buenas como malas. 4. ‘Picking winners,’ The Economist, 19 de febrero del 2000 5. Horst Köhler, ‘Towards a more focused IMF,’ dirigido a la Conferencia Monetaria Internacional, París, 30 de mayo del 2000. 6. ‘Making the IMF’s independent evaluation office (EVO) operational: A background paper,’ agosto 2000. Bajado de la página web del FMI. El reporte anota que $2.5 millones fueron asignados para los costos del personal, presumiblemente por un año. Con un personal proyectado de 11, que trabaja con $227,000 por cabeza. 7. Cuotas de los miembros del FMI y poder de voto el 13 de Septiembre del 2000. Bajado de la página web del FMI.

8.

‘Aiming to give poor countries a bigger voice,’ Victor Mallet, Financial Times, 13 de Septiembre del 2000 9. Joseph Stiglitz, ‘What I learned at the world economic crisis,’ en The New Republic, 17 de Abril del 2000 10. Devesh Kapur y Richard Webb, ‘Governancerelated conditionalities of the international financial institutions.’ Serie de textos de discusión del G-24, UNCTAD, Agosto del 2000. Bajado de la página web. 11. Banco Mundial, Informe sobre el Desarrollo Mundial del 2000/2001: Atacando a la pobreza, Septiembre del 2000 12. Esta es la línea de apertura del fragmento de la misión del Banco Mundial, grabada en vidrio en el espléndido vestíbulo de la sede del Banco en Washington . 13. Hoja de Datos del Banco Mundial, ‘The World Bank, NGOs and Civil Society,’ Abril 2000. El Banco informa que más del 50% de proyectos aprobados en 1999 involucraron a las ONGs y la sociedad civil “de alguna forma” y que tiene 64 representantes “en el campo” trabajando con las ONGs. 14. ‘World Bank chief takes a swipe at NGO groups,’ IPS, 3 de septiembre del 2000. 15. UNRISD, Manos visibles: Tomando responsabilidad con el desarrollo social, julio del 200o, p. xvi.

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La OMC: Oportunidad o Peligro para el Mundo en Vías de Desarrollo? Intercambio de cartas entre Walden Bello, el Director Ejecutivo de Focus on the Global South y profesor de la Universidad de Filipinas, y Phillipe Legrain, asesor especial del Director General de la OMC Mike Moore, y ex corresponsal de The Economist en asuntos de comercio y economía. Fue publicado por The Ecologist, diciembre-enero 2000, Vol 30, No 9.

Estimado Phillipe a idea de que al mundo le hace falta la Organización Mundial de Comercio (OMC) es una de las mayores mentiras de nuestra época. La OMC se formó en 1995 principalmente para beneficio de EE.UU y sus corporaciones. La Unión Europea, Japón y, especialmente, los países en vías de desarrollo estuvieron mayormente ambivalentes respecto a la idea; fue EE.UU el que la impulsó.

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¿Por qué? Porque, aunque EE.UU en el año 1948 inhibió la formación de la Organización Internacional de Comercio (ITO en ingles), creyendo en ese entonces que esa institución no servía a los intereses de sus corporaciones, para los años 90 cambió de idea. Ahora quería una agencia internacional de comercio. ¿Por qué? Porque su dominio global estaba bajo amenaza. El flexible sistema GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) que precedió a la OMC, permitió la aparición de Europa y Asia del Este como centros industriales competidores que amenazaban el dominio de EE.UU aún en industrias de alta tecnología. Bajo el sistema de comercio global agrícola del GATT, Europa había emergido como un poder formidable, y varios países del Tercer Mundo, preocupados de cuidar sus sociedades rurales y agrícolas, habían limitado el ingreso de los productos agrícolas de EE.UU en sus mercados.

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Es decir, antes de la OMC, el comercio mundial crecía a pasos gigantescos, pero los países utilizaron la política comercial para industrializarse y adaptarse al crecimiento del comercio y evitar ser marginados por él. Esto fue un problema desde el punto de vista de EE.UU. Por eso necesitó la OMC. La esencia de la OMC es visible en tres de sus acuerdos centrales: el Acuerdo sobre Derechos de Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados Al Comercio (TRIPS en inglés); el Acuerdo sobre Agricultura; y el Acuerdo sobre Medidas en Materia de Inversiones Relacionadas al Comercio (TRIMS en inglés) El propósito del TRIPS no es fomentar el libre comercio sino aumentar el poder monopólico. Es difícil discrepar con el derecho de los innovadores de tener un acceso preferente durante un cierto período a los beneficios que fluyen de su innovación. No obstante, el TRIPS va más allá al institucionalizar el monopolio de los innovadores de alta tecnología, la mayoría de ellos del Norte, Entre otras cosas, el TRIPS proporciona una generalizada protección mí nima para las patentes de 20 años; instituye regulaciones aduaneras drásticas contra los productos que a su juicio violan los derechos de propiedad intelectual; y – contrario al principio jurídico de ser inocente hasta que no se pruebe lo contrario – coloca el cargo de prueba sobre el

supuesto violador de las patentes Lo que hace el TRIPS es reforzar la posición monopólica o oligopólica de las compañías de alta tecnología de EE.UU. como Microsoft e Intel. Hace casi imposible la industrialización por imitación o industrialización vía condiciones laxas de transferencia tecnológica – estrategia que fue utilizada por EE.UU., Alemania, Japón, y Corea del Sur durante las fases iniciales de industrialización -. Facilita que el líder tecnológico, en este caso EE.UU, ejerza una gran influencia en el proceso de desarrollo industrial y tecnológico del resto del mundo. El Acuerdo sobre Agricultura trata de consolidar la competencia monopólica entre EE.UU y la U.E. por los mercados de terceros países. El Acuerdo sí estipula recortes en ciertas subvenciones, pero estos recortes son relativamente pequeños comparados con el nivel tremendo de subsidios en EE.UU., la U.E. y otros países desarrollados. Además, el Acuerdo exenta un canal muy importante de subvención: los pagos directos de ingresos a los agricultores, lo que en EE.UU. alcanza a un quinto y hasta a un tercio de sus ingresos. La subvención a la producción agrícola en EE.UU y la U.E es poco menos que escandalosa. Las cifras de la OECD señalan que, en vez de disminuir bajo el régimen de la OMC, la totalidad de las subvenciones se incrementó impresionantemente, desde US$182 mil millones en 1995 a US$ 362 mil millones en 1998. Naturalmente, los subsidios crean condiciones de sobre producción y una gran necesidad de exportar para aliviar el superávit. Los mercados se encuentran en el Tercer Mundo, al cual manda el Acuerdo que se deshaga de las cuotas, fije aranceles agrícolas, acepte “volúmenes mínimos de acceso” de mercancías agrícolas, y se abstenga de subir significativamente sus niveles mínimos de subsidios. La inseguridad alimentaria y el desplazamiento de millones de familias que no pueden competir con los subsidios del extranjero, son parte de la amarga cosecha del Acuerdo sobre Agricultura. El Acuerdo sobre Medidas en Materia de Inversiones Relacionadas al Comercio (TRIMs),

como son los mecanismos de equilibrio comercial o las políticas de contenido local, han sido utilizados por muchos países del Tercer Mundo para afianzar sus sectores industriales, obligando a las transnacionales a encontrar sus componentes e insumos dentro del país. Sin embargo, estas medidas interfirieron con el comercio inter-subsidiario de las transnacionales. Además de prohibir las cuotas y la fijación de aranceles, el Acuerdo TRIMS, al prohibir las políticas de equilibrio comercial y de contenido local, efectivamente elimina el uso de la política comercial para la industrialización y el desarrollo. Estos acuerdos son sólo tres ejemplos que demuestran que la OMC tiene fallas fundamentales; y las fallas fundamentales no admiten reforma. Entonces, ¿por qué, a pesar de la evidencia emp írica, siguen repitiendo la retórica sobre la naturaleza imprescindible de la OMC? Porque Washington aprendió del maestro de propaganda nazi, Josef Goebbels, que una mentira repetida mil veces puede finalmente lograr el estatus de la verdad. Afortunadamente, después de Seattle, la gente caló esta gran mentira. Al mundo no le hace falta la OMC. A la élite corporativa de EE.UU., sí. Walden Bello

Estimado Walden Un caso convincente para el desmantelamiento de la OMC debe mostrar dos cosas. Primero que el mundo estaría mejor sin ella. Segundo, que desmantelar la OMC es preferible a cualquier otra reforma políticamente posible. Usted no demuestra lo uno ni lo otro. Abolir la OMC no destruirá a la globalización, al capitalismo, ni al poder de las corporaciones de EE.UU. Pero sí desmantelaría un foro para que los gobiernos negocien las reglas multilaterales de comercio y un mecanismo para hacerlas cumplir. Por eso todos los países saldrían perjudicados, pero los perdedores más grandes serían los pobres y los débiles. Un beneficio de las reglas es que se aplican a los países grandes y ricos como los pobres y débiles. Cuando EE.UU bloqueó la importación de ropa interior de Costa Rica, ese país apeló a la OMC, ganó, y EE.UU levantó su restricción.

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¿Cree usted, honestamente, que sin la OMC Costa Rica habría tenido tal influencia en Washington? Hay que reconocer que el mecanismo de resolución de diferencias no es perfecto: EE.UU cuenta con un bufete de abogados, mientras los países pequeños tienen pocos recursos. Hay que mejorarlo. Paro aún así es mejor que la alternativa: la ley de la selva, donde la fuerza es la que manda.

A ese paso, las economías abiertas doblan de tamaño cada 16 años, mientras las economías cerradas deben esperar cien años por el mismo resultado. Por supuesto, la liberalización hace que a corto plazo algunos pierdan. Pero a largo plazo todos ganan: aún los más pobres de Corea del Sur son más ricos que sus contrapartes de hace 30 años. Permítame contestar sus puntos específicos.

Otro mérito de las reglas de la OMC es que deja maniatados a los gobiernos. Una vez abiertos los mercados al comercio y la inversión extranjera, los países ya no los pueden cerrar por puro capricho. Sin esta estabilidad, las empresas serían renuentes a invertir en el extranjero, en particular en los países en vías de desarrollo con una historia de proteccionismo o de instabilidad política. Al desmantelar la OMC, los países en vías de desarrollo se verían más marginados todavía. Si no hubiera posibilidad de más liberalización multilateral y ninguna instancia para hacer cumplir las reglas existentes, las barreras al comercio irían levantándose mientras se incrementaría la influencia del proteccionismo. El mundo podría dividirse en bloques regionales hostiles, con los exportadores de los países ricos buscando mercados cautivos entre los países del Tercer Mundo. Los países en vías de desarrollo, que necesitan acceso a los mercados de los paí ses ricos más de lo que éstos necesitan acceder a los de aquellos, tendrían que juntarse en condiciones desfavorables o quedarse afuera, en el frío. De cualquier forma, habría menos comercio. Y menos comercio implica menos crecimiento económico, con niveles de vida estancados y más gente atrapada en la pobreza – como en la Gran Depresión. En los últimos cincuenta años, el comercio mundial aumentó 15 veces, impulsando un incremento de siete veces en la producción mundial. Gracias al comercio, Japón y Corea del Sur ya no son países en vías de desarrollo. Jeffrey Sachs y Andrew Warner de la Universidad de Harvard encontraron que los paí ses en vías de desarrollo que contaban con una economía abierta, crecieron en 4.5% por año durante los años setenta y ochenta, mientras los de economías cerradas crecieron en 0.7% por año.

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Si la OMC mayormente sirve a los intereses de las corporaciones estadounidenses, ¿por qué se han adherido libremente 139 países? ¿Por qué están esperando juntarse otros 30, incluyendo China? ¿Por qué Castro, quien de ninguna manera es un siervo de EE.UU, es un hincha de la OMC?. Se supone que piensan que la membresía en la OMC les beneficia. Además, si la OMC mayoritariamente sirve a los intereses de las corporaciones estadounidenses, por qué se oponen a la OMC los sindicatos siderúrgicos de EE.UU. Y, ¿cómo es que EE.UU perdió el caso más grande de la historia de la OMC, cuando las ventas en el exterior de sus corporaciones, de un valor de unos US$ 4 mil millones por año para las corporaciones estadounidenses, fueron juzgadas como exportación ilegal de subsidios? En cuanto al TRIPS usted reconoce que los innovadores deben gozar de algunos derechos sobre sus invenciones. Entonces, ¿por qué no los innovadores corporativos de alta tecnología como Microsoft e Intel? Es verdad que los derechos de propiedad intelectual entregan poder sobre el mercado: así son premiados los innovadores. Pero, como se ha demostrado en recientes casos anti-trust contra Microsoft e Intel, la protección de patentes no impide el ejercicio del derecho a la competencia. Es simplista pensar que los países pueden industrializarse a través de copiar o por la ingeniería al revés de la tecnología extranjera. Sólo se puede usar efectivamente la mayoría de tecnología con la cooperación de las empresas que la desarrollaron, que cuentan con conocimiento secreto asociado. Tal transferencia de tecnología es más probable bajo un sistema en que funcione la propiedad intelectual. La investigación ha demostrado que hay una correlación positiva entre la fuerte

protección de patentes y la Inversión Extranjera Directa (FDI en inglés), las licencias de tecnología y el comercio internacional. Contrariamente a lo que usted dice, la protecció n de patentes fue incluida en la constitución de EE.UU. y tiene una historia larga en Alemania, Japón y Corea del Sur. En cuanto a la Agricultura, no se puede culpar a la OMC por los subsidios de EE. UU o la Unión Europea: existieron antes de la OMC. Estoy de acuerdo con la necesidad de recortarlos. Entonces, se deben celebrar las actuales negociaciones de la OMC con el objetivo de la reducción del proteccionismo. ¿Cómo reduciría las subvenciones agrícolas el desmantelamiento de la OMC?. No es verdad que el acuerdo TRIMS “efectivamente elimina el uso de políticas comerciales para la industrialización y el desarrollo”. Sí vuelve ilegal al balance del comercio y a los requisitos de contenido doméstico, sobre los cuales la investigación ha probado que no son efectivos. No obstante, para los gobiernos todavía queda la opción de usar medidas de inversión como los requisitos para la transferencia tecnológica. Además, los países en vías de desarrollo pueden invocar exenciones para promover el desarrollo económico, y tienen un período de transición de cinco años (siete para los países menos desarrollados). Nueve países en vías de desarrollo han pedido una extensión adicional, pero la mayoría no la han necesitado. La OMC no es perfecta. Pero sigue siendo una fuerza poderosa por el bien del mundo. Phillipe Legrain

Estimado Phillipe Su método de argumentación consiste en establecer una premisa falsa: los que se oponen a la OMC son opositores del crecimiento del comercio. Esto es un poco tonto, porque el comercio puede ser bueno o malo para el desarrollo nacional, todo depende de las reglas que lo guíen. La relativa flexibilidad del viejo GATT ha desaparecido con la OMC, que impone políticas que impulsan los intereses de las superpotencias.

Su ejemplo más prominente sobre los beneficios de la liberalización – Corea del Sur – comprueba lo opuesto. Lejos de ser un parangón del libre comercio, Corea del Sur subordinó sistemáticamente el comercio a los objetivos del desarrollo. La no importación de carros fue una condición clave para la aparición de la industria automotriz coreana. El “milagro de Corea del Sur” descansó en prácticas comerciales proteccionistas/mercantilistas, no en los principios doctrinarios de libre comercio implí citos en la OMC. Esperé una respuesta mejor pensada antes que un escenario funesto afirmando que sin la OMC el orden económico internacional degeneraría en anarquía o en hostiles bloques regionales. La historia de la economía internacional durante los últimos 55 años rebate este argumento histérico. El incremento de 17 veces en el comercio global entre 1948 y 1997 sucedió sin una burocracia comercial poderosa, sin un sistema que abarque las reglas comerciales. Cinco años después de que la OMC entró en vigencia, casi ningún país en vías de desarrollo dice que la OMC le ha beneficiado. Analicemos los acontecimientos: el “dumping” de carne y cereales subsidiados por EE.UU. y la U.E. está destruyendo industrias agropecuarias como la avícola en Filipinas. EE.UU. y las otras superpotencias comerciales apenas han implementado el levantamiento de las cuotas sobre la importación de textiles y ropa, como es el interés de los países en vías de desarrollo, y que fue estipulado en el Acuerdo sobre Textiles y Ropa. La decisión ministerial aprobada en Marrakech en 1994 sobre la necesidad de tomar medidas que contrarresten los impactos negativos de la liberalización comercial en los Países Netamente Importadores de Alimentos (NFID en inglés) nunca se implementó. Para la mayoría de los países en desarrollo éstas son algunas de las razones para oponerse a una nueva ronda comercial. Entonces ¿por qué están dentro de la OMC?. En la mayoría de los casos, no es por la posibilidad de ganar, sino el temor de que se incremente su nivel de marginación al no ser miembros. No se les puede culpar: en 1994 Washington presionó mucho a los gobiernos del Tercer Mundo para que ratifiquen la OMC, deciéndoles que de no

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ser así serían aislados “como Corea del Norte” Usted dice que la función de la OMC es institucionalizar reglas para proteger a los débiles frente a los fuertes. ¿Verdaderamente cree en esto? Es poder, Phillipe, no justicia, la moneda con que se dan los inequitativos arreglos comerciales internacionales como los del FMI, el Banco Mundial, y la OMC. La razó n principal para la existencia de la OMC es reducir el costo de la vigilancia a las economías menos poderosas y desarrolladas, que tendrían que asumir los poderes hegemónicos si no hubiera un sistema de reglas reforzadas por una burocracia con poderes de coacción. Por esta razón, el contacto académico clave sobre comercio en Washington, C. Fred Bergsten pudo decir al Senado de EE.UU que lo que no fue posible con el GATT, sí es posible con la OMC: “ahora podemos usar todo el peso de la maquinaria internacional para atacar las barreras comerciales, reducirlas, y eliminarlas.” La OMC es la encarnación de un paradigma que subordina casi todos los demás bienes – medio ambiente, desarrollo, seguridad alimentaria, cultura- al libre comercio. Con esta falla en todos sus aspectos, no puede ser reformada. Debe ser desempoderada - sino abolida- y reemplazada por un sistema de gobierno global que ve al mercado como un mecanismo a ser controlado y guiado para lograr prioridades sociales. Walden Bello

Estimado Walden Estoy decepcionado de que usted no haya leído mi carta con cuidado. Yo no dije que “los opositores de la OMC son opositores al crecimiento del comercio”, dije que el nivel de comercio sería menor sin la OMC. Tampoco dije que el mundo “iría a la anarquía o hacia hostiles bloques regionales” sin la OMC. Dije que el proteccionismo aumentaría y quizás el mundo se dividiría en bloques regionales hostiles. ¿Está usted de acuerdo? Si está de acuerdo, usted no ha dicho porqué. Si no, usted no ha demostrado cómo la reducción del comercio y el incremento del proteccionismo resultantes beneficiaría al mundo.

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Mi posición es clara La OMC hace bien al mundo porque ayuda a bajar las barreras y mantenerlas bajas, lo cual dinamiza el comercio y por lo tanto el crecimiento económico. Un sinnúmero de estudios sobre países específicos lo han demostrado. Además, un sistema basado en reglas beneficia particularmente a los países débiles. Por supuesto, con o sin OMC, EE.UU. es más poderoso que Costa Rica o Cuba. Pero queda igualmente claro que las reglas de la OMC restringen a la capacidad de EE.UU para actuar unilateralmente. ¿No será esto un gran beneficio para los países débiles? Lo que digo no es inconsistente con su afirmación de que las reglas de la OMC benefician a EE.UU. El sistema de comercio multilateral no es un juego de suma cero, en el cual un país gana a costa del otro, sino un juego de suma positiva en el cual todos pueden ganar. Usted sostiene que la mayoría de los países en vías de desarrollo están en la OMC porque “ temen que se incrementaría su nivel de marginación si no son miembros”. Aún aceptando su premisa, esto implica que gozan de mejores condiciones dentro de la OMC que fuera. De hecho los países en vías de desarrollo se benefician de su afiliación a la OMC, a través de la apertura de sus mercados y el acceso a los mercados externos. Por eso ninguno ha salido de la OMC. Estoy de acuerdo en que los países ricos se han demorado en levantar sus barreras a la importación de textiles. Pero lo van a hacer para el año 2005. Sin la OMC esto no sucedería. Además, una nueva ronda de la OMC podría traer beneficios aún mayores. El Instituto Tinbergen estima que los países en vías de desarrollo ganarían US$155 mil millones por año con esta liberalización adicional del comercio– más de tres veces el promedio de los US$43 mil millones anuales de ayuda externa actual Usted también afirma que la OMC “subordina casi todos los demás bienes – medio ambiente, desarrollo, seguridad alimentaria, cultura- al libre comercio” No es así. Las reglas de la OMC facilitan que los gobiernos protejan la vida y la salud humana, de las plantas, y animales a su manera, mientras sus medidas no sean arbitrarias ni injustificadamente discriminatorias, y no conformen una suerte de proteccionismo disfrazado. Veamos el reciente

caso sobre el asbesto. Aunque el panel de la OMC declaró que la prohibición francesa sobre el asbesto blanco discriminó a Canadá, la sostuvo por razones de salud. Las reglas de la OMC también dan bastante flexibilidad a los paí ses en vías de desarrollo, como expliqué en mi primera carta. El Acuerdo sobre Agricultura da apertura a los asuntos no relacionados al comercio, como la seguridad alimentaria y la protección del medio ambiente. Y más importante aún, al fomentar el comercio la OMC aumenta el crecimiento económico, que es el único camino de largo plazo hacia el desarrollo. En general, el crecimiento ayuda al medio ambiente, porque cuando la gente se enriquece, es normal que quieran un medio ambiente más limpio y son capaces de pagar el costo de obtenerlo. A partir de la premisa falsa de que la OMC subordina todo al libre comercio, usted salta a la conclusión que la OMC “no puede ser reformada”. No obstante, el GATT se transform ó en la OMC. Entonces ¿por qué no es posible que la OMC cambie? La reforma del Mecanismo de Resolución de Diferencias” ya está discutiéndose. Además, una nueva ronda tendrá que tomar en cuenta las agendas de los países en vías de desarrollo, o no apoyarán su lanzamiento. Es una lástima que usted culpe a la OMC de todo lo que le disgusta. Su prejuicio le quita la posibilidad de ver que en un mundo desigual, la OMC hace más rica, libre y segura a la gente. Phillipe Legrain

Las proyecciones estadísticas no valen más que las suposiciones que determinan los números. Yo prefiero la evidencia histórica. El último Informe sobre el Desarrollo Global publicado por el Banco Mundial nos enseña que durante los noventa, la pobreza y la inequidad se incrementaron en Europa del Este, América Latina,, el Caribe, África Sub sahariana, y Asia del Sur. Todas estas áreas fueron sometidas a Programas de Ajuste Estructural que adoptaron el paradigma de libre comercio del Banco Mundial-FMI. Si nos toca vaticinar, mejor depender de las fuentes universalmente respetadas como el Programa de Desarrollo de la ONU. El PNUD estima que bajo la OMC, durante el período 1995-2004, los 48 países menos desarrollados estarán aún peor, en unos US$ 600 millones por año, y el África sub sahariana en US $ 1,2 mil millones por año! Se espera que el 70% de los beneficios de la Ronda de Uruguay vayan a parar a los países desarrollados. No podemos concluir sin tocar una de las fallas más grandes de la OMC: su proceso de toma de decisiones anti-democrático. Poco después de Seattle, hasta el Representante Comercial de EE.UU, Charlene Barshefsky admitió que el método del “Consenso/Salón Verde” fue “algo excluyente” en el cual “se realizaron todas las reuniones entre 20 o 30 países claves, y 100 países nunca entraron a la sala”. Pero luego de apenas diez semanas, el Director General de la OMC, Mike Mooore, afirmó que el método del Consenso/Salón Verde fue “no negociable”. Tanto vale la agenda de reforma del Señor Moore.

Estimado Phillipe Antes de que usted siembre más confusión, permítame decir lo siguiente: estoy a favor del comercio justo – un comercio subordinado a prioridades como el desarrollo, el medio ambiente, y la seguridad alimentaria. Usted está a favor del libre comercio – un comercio liberado de esas restricciones, creyendo que alguna “mano invisible” traerá “el mayor bien para el mayor número de gente”. La OMC institucionaliza este paradigma, que ha resultado en lo contrario a la prosperidad global en la que usted cree de manera conmovedora.

Sume todo esto Phillipe, y quizás se dé cuenta por qué el desmantelamiento de la OMC es tan apremiante. Walden Bello

Estimado Walden Si yo creo en el libre comercio o en el comercio justo es irrelevante. Simplemente, es incorrecto afirmar que la OMC subordina el desarrollo, el medio ambiente y la seguridad alimentaria al libre comercio. Hay que leer los textos del GATT y la Ronda de Uruguay. Además, es ridí

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culo culpar a la OMC por la pobreza del mundo, pues ya existía mucho antes de la conformación de la OMC. En cuanto a los programas de ajuste estructural del FMI, no tienen nada que ver con la OMC. Estamos debatiendo si se debe abolir la OMC, no si hay miseria o hambre en el mundo. Sólo se puede contestar nuestra pregunta comparando el estado del mundo con la OMC (o una OMC plausiblemente reformada) y el estado probable de un mundo sin la OMC. Usted dice que se espera que el 70% de los beneficios de la Ronda de Uruguay se vayan a los países desarrollados, esto significa que el 30% vaya a los países en vías de desarrollo. Así que, tomando sus propias cifras, tanto los países desarrollados como los países en vías de desarrollo ganan de la Ronda de Uruguay. Me alegro que usted haya abordado el tema de la supuesta falta de democracia en el proceso de toma de decisiones de la OMC. La OMC opera por consenso. Esto implica que todos los países, no importa qué tan pequeño sea, tiene derecho a veto. ¿Cómo puede ser esto una falta de democracia? Es este principio del consenso, no el proceso del Salón Verde, el que para Mike Moore no es negociable. Uno de los mitos acerca de Seattle, es que en el Salón Verde no hubo ningún africano y apenas unos pocos representantes de los países en vías de desarrollo. De hecho hubo seis africanos y una mayoría de los países en vías de desarrollo. Además, cualquier trato acordado en el Salón Verde debe ser aprobado por todos los miembros de la OMC. De todos modos, la OMC está cambiando. En este año se realizaron más reuniones del Consejo General como nunca antes, en las cuales todos los miembros pueden presentar sus casos. Los procedimientos llevan más tiempo pero todo país tiene la oportunidad de participar. Tal vez debe venir a Ginebra y ver. Phillipe Legrain

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El Éxito de Ser Peligroso: La Resistencia a los Regímenes de Libre Comercio e Inversión Por Gerard Greenfield*

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urante la edad de hielo neoliberal, desde inicios los años ochenta hasta fines de los noventa, los capitalistas globales y sus ayudantes expresaron una confianza extrema en su victoria sobre nosotros. Esta confianza se refleja en los afiches y vallas lanzados por el Financial Times a mediados de los noventa declarando “Capitalistas del Mundo Uníos!”. Al tomar nuestro lema (Trabajadores del Mundo Uníos!) e invertirlo, de alguna manera ridiculizaron nuestro internacionalismo. Proclamaron con fuerza que el internacionalismo de la post Guerra Fría fue un internacionalismo construido y defendido por y para los capitalistas. Sin embargo, recientemente, esta confianza se ha visto sacudida, sino rota. El editorial principal en una edición reciente de The Economist ve a las protestas anti capitalistas como “enojadas y efectivas”. Es más, el editorial advierte que la globalización no es inevitable e irreversible como los ideólogos neoliberales han insistido durante las últimas dos décadas. Más bien, el solo hecho de que pueda revertirse la globalización hace tan peligrosos a los movimientos anti-globalización. “Los manifestantes tienen razón en que el problema moral, político y económico más acuciante de nuestra época es la pobreza del Tercer Mundo. Y sí tienen razón en que la marea de la globalización, a pesar de lo * Gerard Greenfield es activista en investigación laboral. Trabaja con sindicatos y grupos de trabajadores en el área Asia-Pacífico. Es miembro del colectivo editorial de Monitor de la Globalización Quan Qiu Hua Jian Ca. Actualmente trabaja con el Sindicato Canadiense de Trabajadores de Autos (CAW)

poderosos que sean los motores que la impulsan, puede ser revertida. La verdad de esas dos declaraciones es lo que hace a los manifestantes, y crucialmente, a la capa de la opinión pública que les apoya, tan peligrosos” (The Economist, 23 de septiembre, 2000) The Economist pone en relieve que en la actualidad las abiertas declaraciones de confianza de los capitalistas son dañinas. En vez de ellas, se necesita restaurar la legitimidad de la globalización, y crucialmente, la del capitalismo. La táctica para lograr eso es poner hincapié en la pobreza tercermundista. Es por eso que The Economist argumenta que los mayores beneficiarios de la globalización son los pobres del Tercer Mundo, y los manifestantes anti-globalización son quienes les condenan a la continua pobreza. La OMC post Seattle también se dio un baño de imagen como organización aliada con la gente pobre y marginada. Como afirmó Mike Moore: “Son los pobres en los países pobres quienes aprovechan las oportunidades proporcionadas por el comercio y la tecnología, para mejorar sus vidas. Los trabajadores rurales mexicanos que recogen fruta en California, las costureras de Bangladesh que confeccionan la ropa de los europeos, y los sudafricanos dueños de tiendas telefónicas que alquilan teléfonos celulares a sus vecinos. Ellos, y otros innumerables, son la verdadera cara humana de la globalización”. Entonces, parece que restaurar la legitimidad de la OMC, después de lo que ellos llaman “el

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contratiempo de Seattle”, involucra dar un énfasis mayor a la pobreza global. Al mismo tiempo, algunas de las transnacionales más grandes del mundo – con las peores historias de represión laboral, destrucción cultural y ecológica, y genocidio (de las cuales Nike y Shell son sólo dos ejemplos)- han fundado una nueva alianza con las Naciones Unidas para salvar a los pobres del mundo. Ayudar a los pobres bajo la bandera de la Alianza Corporativa de la ONU lo vuelve una actividad comercial – una mercancía más. Sin tener efecto alguno en los verdaderos impactos de estas transnacionales sobre el planeta y toda la gente, esta táctica sirve para restaurar la legitimidad del dominio corporativo y recobrar la confianza perdida en los años anteriores. Pero Mike Moore ha ido más allá en estos tiempos turbulentos. En un agudo contraste con los días en que se burla de nuestro internacionalismo distorsionando nuestros lemas, ahora encontramos que el camarada Mike habla de nuestro internacionalismo como la tradición compartida por la OMC. “Nosotros los de la izquierda tenemos mucho de qué estar orgullosos. Construimos el Estado Benefactor que cuida a la gente enferma, pobre o anciana. Luchamos por la igualdad de las mujeres y las minorías. Argumentamos con pasi ón por el internacionalismo, por la solidaridad entre los trabajadores de Suecia y los de Africa”. (Mike Moore, Director General de la OMC, 26 de julio, 2000) En un cierto nivel esto no es más que un cambio de retórica. Es una maniobra táctica, no es un cambio de estrategia. Claramente no es un cambio fundamental en la naturaleza del proyecto globalizador. Esta táctica busca restablecer un grado de legitimidad y limitar el daño causado por los movimientos antiglobalización. En otras palabras, es una manera de hacernos menos peligrosos. Sin embargo es importante reconocer que las manifestaciones de Seattle también produjeron su cuota de retórica. Para muchos activistas progresistas de movimientos sociales y de sindicatos el lema “Cerrar la OMC” significó “Abolir la OMC”, pero para sindicatos y grupos sociales conservadores significó “Clausurar esta

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reunión de la OMC”. En este sentido, fue meramente simbólico. Docenas de reuniones sobre la OMC entre tecnócratas procedieron a Seattle y muchas otras siguieron realizándose después. La retórica fue mucho más evidente cuando John Sweeny, el Presidente del AFL-CIO, declaró al inicio de la protesta “hoy estamos haciendo historia” y aún antes de que terminen las protestas anunció “Hemos hecho historia”. Fue menos un primer paso que uno último. La OMC fue sacudida pero no quebrada, y para el AFL-CIO fue la hora de regresar a la mesa de diálogo e insistir en una OMC reformada –con cláusula social y sin China. A las tácticas detrás de los lemas no sólo les faltó estrategia, sino también un objetivo común. Ya no hay sentido en simplemente acusar a la OMC y a otras agencias del capitalismo global de desatender a los pobres, de no reconocer la importancia de ... (aquí se puede insertar cualquier asunto social o ambiental), o de la falta de democracia. Desde Seattle la tecnocracia de la OMC ha producido una serie de discursos y publicaciones que proclaman la importancia de la democracia, los derechos humanos, la protección ambiental, las necesidades sociales, la primacía del “mercado social” sobre el “mercado libre” y la necesidad de erradicar la pobreza. Mientras tanto, después de Seattle, cinco países más se han adherido a la OMC (otros 25 lo harán en los próximos años). Los acuerdos claves se han expandido, y ha aumentado, no disminuido, el número e intensidad de las negociaciones comerciales y los tratos hechos a puerta cerrada. Entonces ¿ dónde nos encontramos?. Como estrategia de oposición, el señalar las fallas de la OMC no nos dice mucho sobre la naturaleza de lo que confrontamos. Esas ONGs, esos sindicatos y coaliciones sociales que pretenden reformar instituciones como la OMC utilizan las tácticas del lobby, presentaciones de políticas alternativas y cláusulas sociales. La idea de incluir estas cosas que ellos creen que falta en la agenda de la OMC, se basa en ciertas suposiciones claves sobre la naturaleza y la tarea de la OMC. En primera instancia, suponen que la OMC y otras agencias similares son instituciones u organizaciones. También

suponen que la función principal de agencias como la OMC es hacer y defender políticas o acuerdos comerciales. Sobre esta base, el problema se define estrechamente: la operación de estas agencias y la definición de políticas y acuerdos es demasiado influenciado por el control corporativo y con insuficiente control social por parte de grupos sociales, sindicales y ambientales (colectivamente llamado “la sociedad civil”). Esto implica, así, que la globalización misma no es problema. Lo que se cuestiona es el estilo de globalización. Por lo tanto se trata de una competencia entre la globalización corporativa y la globalización enfocada en la gente o con rostro humano. Al aceptar la globalización y hacer hincapié en la retórica de la pobreza, democracia e inclusión social, estos grupos de la sociedad civil están, efectivamente, ayudando para que la OMC salga de su crisis de confianza. Más aún, estos grupos crean las condiciones para que los movimientos anti-globalización sean menos peligrosos, tanto para ellos como para las élites políticas y económicas. Claramente no comprendieron. Sólo se puede ser efectivo si continuamos con lo que nos hace peligrosos – y lo hacemos mejor. Es conformando la sociedad incivil como podemos desafiar a la OMC y a lo que se esconde detrás de ella. Para lanzar tal desafío es importante entender que la OMC no es institución ni es acuerdo. Ni siquiera se trata del comercio. El siguiente es un ejemplo de los cambios bajo la globalización que sugieren que el comercio no es el asunto principal. En 1999 el valor de las exportaciones globales alcanzó US$ 7 trillones. En este mismo año el valor de las ventas de las 690,000 empresas afiliadas a las 63,000 transnacionales del mundo, fue casi el doble, al alcanzar US$ 13.5 trillones. También es significativo que mientras se triplicaron las exportaciones globales en el período desde 1982 hasta 1999, las ventas de las empresas extranjeras afiliadas a las transnacionales se incrementaron seis veces. (Informe de la ONU sobre la Inversión Mundial 2000) Lo que esto sugiere es que el Libre Comercio no trata de incrementar el flujo de bienes y servicios a través de las fronteras, sino incrementar el dominio y control de los mercados locales por parte de las transnacionales. Más fundamentalmente aún,

incrementa nuestra dependencia a las transnacionales. Esta dependencia refleja una dimensión crítica de lo que verdaderamente son la OMC, el NAFTA y otros acuerdos comerciales. No son instituciones ni acuerdos, sino regímenes. Básicamente, un régimen es un arreglo del poder político. En este caso, los regímenes de libre comercio e inversiones se refieren a un arreglo del poder político entre países y entre pa íses y corporaciones. Por ejemplo, bajo el régimen de la OMC el arreglo de poder entre pa íses involucra una suerte de jerarquía de los países miembros de la OMC que les congela en categorías de “desarrollados”, “en vías de desarrollo” y “menos desarrollados”. Al prohibir ciertas formas de políticas industriales y de desarrollo en los países “en vías de desarrollo” y “menos desarrollados” y por lo tanto incrementar la dependencia de estos países a las transnacionales, el régimen de la OMC asegura que sólo los países que ya son “desarrollados” ocupen la cima de esa jerarquía. Los regímenes de libre comercio e inversiones también establecen un arreglo del poder político entre los gobiernos y las corporaciones. Ya es bien entendido que la agenda del Libre Comercio implica un mayor poder y libertad de las corporaciones, especialmente las transnacionales. Esta forma de libertad es lo que caracteriza a la globalización: “Yo definiría a la globalización como la capacidad de mi grupo de compañías para invertir donde quiera y cuando quiera, producir lo que quiera, comprar y vender donde quiera, y soportar la menor cantidad de restricciones provenientes de leyes laborales y convenios sociales”. (Percy Barnevik, Presidente del Grupo Industrial ABB) Liberarse de las restricciones implicó la redefinición de las regulaciones nacionales para que los intereses de las transnacionales sean protegidos, mientras se imponen nuevas restricciones a la capacidad de los gobiernos para regularlas. Por ejemplo, entre 1991 y 1999 en todo el mundo hubo 1,035 cambios en las leyes sobre inversiones. De éstos, el 94% aumentó la libertad de los inversionistas extranjeros y redujo la regulación

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gubernamental (Informe de la ONU sobre la Inversión Mundial 2000). El impacto de tales cambios no sólo es obligar a los procesos judiciales y de toma de decisiones a asemejarse a los de EE.UU, sino restringir las posibles acciones futuras de los gobiernos y aislarles de la presión de los movimientos laborales y sociales. Como vimos en el caso entablado en el marco del NAFTA por la Corporación Ethyl contra el gobierno canadiense en 1997, y el fallo reciente bajo este mismo tratado a favor de la Corporaci ón Metalclad y en contra del gobierno mexicano, no debe preocuparnos sólo el asalto al medio ambiente. Es un asalto a las luchas locales a partir de las cuales se implementó la legislación. En este sentido, la reducción de la legislación ambiental y social bajo el Libre Comercio, involucra el desmantelamiento de las anteriores victorias de los movimientos sociales y laborales. Lo que también demostraron los juicios bajo el NAFTA fue que los gobiernos federales están muchas veces dispuestos a perder estos casos para disciplinar a los gobiernos provinciales, estatales, o locales que han adoptado políticas ambientales y sociales progresistas. Donde el gobierno federal no tiene la capacidad legal o política para revertir tal legislación, puede dejar que la intervención externa de NAFTA y la OMC actúe en su nombre. Muchas veces acusan a la OMC de operar en secreto y no ser democrática. Esto fácilmente conduce a propuestas para una mayor transparencia y apertura. No obstante, tal enfoque ignora el hecho de que necesitamos la habilidad para actuar sobre lo que vemos, de lo contrario seremos meros espectadores dentro de un proceso transparente. El problema no es sólo la falta de democracia dentro de la OMC y el NAFTA, sino la plena hostilidad hacia la democracia. Reducir agresivamente nuestra capacidad para imponer prioridades democráticas sobre el capital no es una idea nueva – más bien está en el corazón del proyecto de la globalización. También nos recuerda que todo el proceso de la OMC, ha sido el de juntar a los países para que acaten reglas bajo amenazas y coerción. Es la amenaza de sanciones comerciales lo que la orienta, no

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las necesidades humanas ni el sentido común. La permanente difusión de protestas locales e internacionales contra la globalización en los últimos meses ha profundizado la crisis de legitimidad de la OMC – una crisis que fue más evidente en Seattle en noviembre de 1999. No es simplemente una crisis externa. Entre los gobiernos de los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo hay desacuerdos serios sobre las reglas de la OMC, plazos, y procedimientos, que han empantanado algunas negociaciones. A pesar de esto, gobiernos claves (como los de EE.UU Canadá, Japón, y U.E.) pretenden expandir el ámbito de los acuerdos de la OMC y afianzar su potestad. Para efectivamente desafiar este escenario, no debemos ayudar a la OMC a salir de su crisis de legitimidad llamando a su reforma. Por e contrario, necesitamos profundizar la crisis y crear las condiciones políticas para abolir a la OMC y a los regímenes de libre comercio e inversiones que subyacen en ella. Profundizar la crisis de legitimidad de la OMC, del NAFTA y de otros acuerdos y regímenes de inversión requiere continuas movilizaciones masivas y protestas. Sin embargo no debemos olvidar que las negociaciones oficiales contra las cuales protestamos, son esencialmente símbolos. Clausurar un encuentro de la OMC es importante, pero los tecnócratas se reúnen en una docena de sitios tanto antes como después del encuentro. Combinando con las protestas masivas, deberíamos organizar actividades sostenidas de educación popular – actividades que vayan más allá de los eventos simbólicos para convertirse ellas mismas en eventos. Esta educación popular no sólo debe conducir a una conciencia crítica de los impactos del régimen de la OMC entre los trabajadores, sino que debe explorar la necesidad del control democrático sobre el capital y las maneras de lograr esto. Sea un impuesto Tobin sobre las transacciones monetarias especulativas, la nacionalización de los bancos, o la experiencia participativa del presupuesto de Brasil, una mayor consciencia popular sobre la necesidad absoluta de tales medidas es un paso hacia la abolición de la OMC, el NAFTA , el FMI etc. Un sentido creativo de urgencia significa un sentido de urgencia que no genere temor ni incertidumbre, sino que lleve a la gente a imaginar alternativas

democráticas y a luchar por su pronta. Así podemos profundizar la crisis de legitimidad de la OMC mientras se crea legitimidad para una amplia gama de soluciones radicales.

Debemos estar claros de que un mundo sin la OMC y el NAFTA no sería un mundo sin reglas sobre el comercio internacional. Ya existen reglas a nivel local y nacional en la mayoría de países, y proveen una protección social y ambiental necesaria y una regulación sobre bienes y servicios de manera menos dañina (y a veces hasta beneficiosa) para los trabajadores. Lo que ahora se necesita es el fortalecimiento y expansión de estas reglas para manejar el comercio más efectivamente en beneficio de los trabajadores en los dos lados de cualquier relaci ón comercial. Pero esto no sólo implica reemplazar el comercio libre por el comercio justo. No hay mucho sentido en el comercio justo si un país ha sido obligado a sembrar y exportar café durante los últimos cien años, o si la gente está con hambre mientras se exporta el arroz. Lo que esto sugiere es que se necesita re-pensar fundamentalmente por qué comerciamos, qué comerciamos y la necesidad de alternativas locales. Sin embargo, para los países del Sur ni siquiera se pueden considerar tales alternativas mientras tienen el peso de la deuda externa encima. La presión de pagar esa deuda impulsa las exportaciones, y les encadena al régimen de libre comercio e inversiones de la OMC y de las políticas de ajuste estructural del Banco Mundial y el FMI. Urge la eliminación inmediata y total de la deuda del Tercer Mundo y una asistencia social internacional sin condiciones antes de que cualquier sistema de comercio justo pueda ser verdaderamente efectivo. La declaración de que un mundo sin la OMC ser ía un mundo sin reglas no tiene fundamento debido a que a nivel internacional ya tenemos una amplia banda de reglas: tratados y convenios sobre derechos humanos, laborales y sindicales, sociales, económicos y culturales; además de reglas que restringen formas dañinas del comercio internacional como las de desechos tóxicos y armas militares. Estas reglas internacionales son el resultado de una larga

historia de luchas populares a lo largo del mundo, y ahora más que nunca es necesario reafirmar la prioridad de estos convenios y principios. Esto se debe hacer, no incluyéndolos en la OMC o el NAFTA, porque nuestros derechos y principios serían absorbidos, distorsionados, y comercializados bajo regímenes de libre comercio e inversiones, sino reafirmando la importancia de los derechos y libertades fundamentales y poniéndolos por sobre el comercio y la inversión, y de esa manera recuperando el terreno perdido ante el proyecto de la globalización. Esto hace necesario abolir los acuerdos comerciales y los regímenes de inversión que encadenan el estado “hacia arriba”, hacia los intereses globales de las transnacionales, alejado de la presión popular desde “abajo”. Sin embargo, también significa que se debe transformar la presión desde abajo en algo más estructurado o sistemático para que el Estado (a todo nivel) no sea simplemente “presionado” por el cambio en la opinión popular contra de la globalización, sino que sea controlado por ella. En otras palabras, no necesitamos un Estado sensible, sino un Estado democrático. Claramente es un proyecto enorme. Pero el desmantelamiento de los regímenes de libre comercio e inversiones como la OMC, la subordinación de las transnacionales a los controles democráticos, y la reversión del proyecto de globalización, requieren la democratización del Estado a los niveles nacionales y sub-nacionales. Restaurar los derechos de los gobiernos sobre el capital, especialmente el derecho a regular las actividades de las transnacionales, es sólo un primer paso. También se necesitan medidas inmediatas como el aumento de los impuestos a las corporaciones, restricciones a la fuga de capitales, una protección ecológica más estricta, además de cambios fundamentales como la nacionalización democrática (no burocrática) de los bancos y otros servicios públicos, y la reversión de dos décadas de privatizaciones. Al mismo tiempo se deben fortalecer los procesos progresistas de localización, que pueden incluir cooperativas auto organizadas, el manejo comunitario de los recursos naturales, la conversión social de las industrias y consejos locales de empleo directamente elegidos. Cualquiera sea la gama de iniciativas

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involucradas, estas estrategias de localización no sólo requieren el apoyo del gobierno, sino protección efectiva ante los ataques agresivos de las transnacionales. El efecto combinado de democratización y localización es un reordenamiento radical del arreglo doméstico del poder político, de manera que contraríe fundamentalmente – y por lo tanto debilite – el arreglo global del poder político vinculado con los regímenes de libre comercio e inversiones. A su vez, este reordenamiento crea las condiciones en las cuales será posible lanzar un contra-proyecto popular y efectivo para revertir el proyecto de globalización. Sólo a través de tal proyecto será posible ser lo suficientemente peligrosos para hacer realidad las pesadillas de los capitalistas.

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