PRESENTACIÓN Crisis: los trapos sucios del capitalismo

PRESENTACIÓN Os presentamos la decimotercera semana de solidaridad e internacionalismo que anual y puntualmente organiza Zabaldi. En este número trec

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PRESENTACIÓN

Os presentamos la decimotercera semana de solidaridad e internacionalismo que anual y puntualmente organiza Zabaldi. En este número trece, que esperemos no sea del mal agüero, hemos elegido como tema, la crisis. Bueno, digamos que el tema ha sido el que nos ha elegido. Esta omnipresente crisis no es eludible y por ello hemos caido en la tentación. El lema “Crisis: los trapos sucios del capitalismo”, nos va a servir para evidenciar la crisis de este sistema capitalista que crece y se multiplica a costa de la ruina cada vez más creciente de los paises del Sur. En estos momentos es verdad que la crisis, más económica y financiera, está tocando fuerte a los paises ricos del norte. Ya sabíamos que el actual modelo de desarrollo era –y sigue siendo- insostenible. Mientras era insostenible para los pobres, y la crisis se concretaba en las penurias y miserias de los países pobres, la crisis no era tal. Se consideraba falta de desarrollo o subdesarrollo. Ahora, cuando toca la médula del sistema económico mundial, desde el lado de los ricos, entonces se habla sobre la crisis y sus duras repercusiones. Las respuestas gubernamentales de reactivación del sistema, sobre todo desde la perspectiva económica, y mirando desde los países ricos, no dejan de ser una huida hacia delante y pasan –con la que está cayendo en el mundo del medio ambiente y de la finitud de las materias- por incitar a más consumo, a más producción, a más incremento del PIB.... aunque cueste la vida del planeta. Desde las salidas alternativas se quiere poner en evidencia la fragilidad del sistema, pero no sólo mirando el aspecto económico, sino la crisis global del modelo de producción y de dominación. Pasa por una crisis que está poniendo en cuestión las fronteras, el pensamiento único, la utilización de las energías, las tareas de cuidados asignadas a las pobres, las leyes migratorias, ... Así, se trata de poner sobre la mesa y diseccionar el modelo neoliberal de la globalización y desenmascarar las falsas soluciones y medidas que todavía suponen más apoyo a los poderosos. Existen experiencias y alternativas que empiezan a tocar el eje de flotación del sistema. Hay luchas, confrontaciones y resistencias, que además de enfrentar al sistema nos hacen más fuertes e independientes y nos situan en redes de solidaridad invencibles. En eso estamos: Luchamos para vencer.

AURKEZPENA

Zabaldik urtero antolatzen duen elkartasun eta internazionalismo hamahirugarren astea aurkezten dizuegu. Hamahiru zenbakia duen honetarako, adur txarrekoa ez izatea espero duguna, gai bezala krisia aukeratu dugu. Egia esan, aukeratu gaituen gaia bat da. Nonahikoa den krisi hau ez da saihesteko modukoa eta horregatik erori gara tentaldian. Aukeratu dugun leloak, “Krisia: kapitalismoaren kontu zikinak”, etengabe hazten ari den sistema kapitalista hau zalantzan jartzeko balioko digu. Era berean, gero eta nabarmenagoa Hegoaldeko Herrien suntsitzearen kontura sistema kapitalista biderkatzen ari da. Egia da, momentu hauetan, ekonomikoagoa eta finantzariagoa den krisi honek gogorrago jo dituela iparraldeko herrialde aberatsak. Bagenekien, egungo garapen eredua sostengaezina zela –eta izaten jarraitzen duela-. Txiroendako sostengaezina zenean eta krisia pobretutako herrietako eskasiara eta miserietara mugatzen zenean, krisia ez zen krisi delakoa. Garapen falta edo azpigarapena esaten zitzaion. Orain, munduko sistema ekonomikoaren muina, aberatsen alderdia, ukitu duenean, hitz egiten da krisiari buruz eta honek izan ditzakeen ondorio gogorrei buruz. Sistema suspertzeko gobernu erantzuna, batez ere ikuspuntu ekonomikotik eta herrialde aberatsetatik begiratuta, aurrera begira dagoen ihesaldia besterik ez da. Eta are gehiago, ingurugiroari eta materien bukaerari erreparatu gabe, planetaren biziraupena arriskuan jarrita ere, gehiago kontsumitzera, gehiago ekoiztera, BGPren hazkundea handitzera… bultzatzen gaituzte. konponbide alternatiboak, sistemaren hauskortasuna agerian jarri nahi du, baina ez bakarrik alderdi ekonomikoa begiratuta, ekoizpen eredua eta menpekotasun krisia ahaztu gabe. Krisi honek zalantzan jarri ditu besteak beste: mugak, pentsamendu bakarra, energien erabilera, emakume txiroei esleitutako zainketa lanak, migraziolegeak… Honengatik guztiarengatik, mahai gainean jarri eta disekzionatu nahi dugu globalizazioaren eredu neoliberala. Era berean, faltsuak diren eta boteretsuenei oraindik sostengu gehiago ematen dieten soluzioei eta neurriei mozorroa kendu nahi diegu. Sistemaren flotazio ardatzak ukitzen hasi diren esperientziak badira. Badira borrokak eta erresistentziak, sistemari aurre egiteaz gain, indartsuago eta burujabeago egin eta garaiezina diren elkartasun sareetan kokatzen gaituzte. Eta horretan gabiltza: irabazteko egiten dugu borroka.

SUMARIO AURKIBIDEA

1. CRISIS CAPITALISTA LA RACIONALIDAD DEL ABISMO. Santiago Alba Rico................................................................... 5 2. LO QUE ESTA EN JUEGO EN LA CRISIS. Michel Husson........13 3. LAS MULTINACIONALES Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA: DE LA ETICA A LA RENTABILIDAD. Pedro Ramiro....................................................................................25 4. POLITICAS DE CONCILIACION, EXTERNALIZACION DEL TRABAJO DOMÉSTICO Y DE CUIDADOS Y MIGRACIONES TRANSNACIONALES. Carmen Gregorio Gil...............................45 5. LA ECONOMIA SOCIAL: ¿UNA RESPUESTA AL CAPITALISMO FINANCIERO? Yan De Derorguen............................................55 6. EL MEDIO AMBIENTE ES UN DESAFÍO INDUSTRIAL. Comité invisible..................................................................................61 7. INMIGRANTES: DE LA PRECARIEDAD A LA EXCLUSION. Toni Carrasco.................................................................................67 8. EL DECRECIMIENTO, UNA IDEA QUE SE ABRE CAMINO CON LA RECESIÓN. Eric Dupin........................................................71 9. GARAPEN JASANGARRIA: GAURKO GARAPENAREN AZALEKO IKUTU BERDEA ALA SAKONEKO ERALDAKETA?. Iñaki Antigüedad.............................................................................79 10. JASANGARRITASUNA: IZANA EZ DUEN IZENA (II). Iñaki Antigüedad.............................................................................89 11. PRIMUM VIVERE/LO PRIMERO VIVIR. Lia Cigarini............91 12. MENOS BIENES, MAS VINCULOS. Comité invisible.............97 LECTURAS RECOMENDADAS POR LA HORMIGA ATÓMICA......101

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Crisis capitalista: la racionalidad del abismo por Santiago Alba Rico

El pasado 20 de enero, un joven y brillante millonario irlandés, Patrick Rocca, lanzado al firmamento empresarial por el globo inmobiliario, sucumbió al vértigo de la caída irremediable. Propietario de la Accorp Properties, amigo de Blair y Clinton, dueño de mansiones en Dublín y Marbella, socio de los más exclusivos clubs privados de Inglaterra, buen jugador de tenis, buen degustador de vinos, no pudo soportar la ruina del Anglo-Irish Bank y se quitó la vida de un disparo en la cabeza. Quince días antes, el 5 de enero, uno de los 100 hombres más ricos del mundo, el alemán Adolf Merckle, 75 años, propietario de un holding empresarial para el que trabajaban 100.000 personas, sintió el repentino desvalimiento de un jubilado, renunció a seguir negociando su imperio con 20 bancos y se arrojó a la vía del tren. El mismo gesto había acabado un mes antes con la vida del millonario neozelandés Kirk Stephenson, director de operaciones de una compañía de inversiones afectada por la quiebra de Lehman Brothers. También el 5 de enero, el día en que Adolf Merckle imitaba a Ana Karenina, se suicidó dentro de su lujoso Jaguar el presidente de una de las inmobiliarias más importantes de EEUU, Steven Good, desesperado ante la idea de no poder seguir construyendo y vendiendo casas. Dos semanas antes, el financiero francés, RenéThierry Magon de la Villehuchet, cofundador de Access Internacional Advisor y gestor de 1.000 millones de euros arrojados a las arenas movedizas de Madoff, se había cortado las venas en su despacho en Nueva York. Al menos otros cuatro analistas e inversores estadounidenses, Eric von der Porten, Barry Fox, Edwin Rachleff y Scott Coles, todos ellos ricos y felices hasta pocos días antes, decidieron a finales del año 2008 interrumpir una existencia despojada de pronto de todo sentido.

Los ricos se suicidan: es que hay una crisis del capitalismo. El 31 de julio del año 2002, Pedda Narsamna, campesina india de 50 años, se ahorcó en la aldea de Pandi Parthi abrumada por las deudas, dejando a los ocho miembros de su familia sumidos en la más negra desolación. En noviembre de 2008, Anil Khondwa Shinde, un pequeño agricultor del distrito de Vidarba, en el Estado indio de Maharashtra, se suicidó a los 31 años ingiriendo el potente pesticida que le habían proporcionado los mismos proveedores a los que no podía pagar los préstamos adelantados para comprarlo. Shankara Mandaukar, otro campesino de Napgur, en la India Central, había hecho lo mismo pocos días antes: viendo amenazadas sus pobres tierras por el impago de deudas, se bebió un tazón del insecticida químico que había contribuido a su ruina. Según datos oficiales, entre los años 1997 y 2005, más de 150.000 campesinos se

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han suicidado en la India, despojados de sus tierras o arruinados por las grandes multinacionales de la alimentación, con Monsanto a la cabeza, que controlan el negocio de las semillas y los pesticidas. En los últimos seis meses, se han suicidado 9 millonarios en todo el mundo; es decir, una media de 1 millonario cada 20 días. Desde el año 1997, sólo en la India se ha suicidado un campesino cada 32 minutos; 1 cada 30 minutos a partir del año 2002.

Los pobres se suicidan: es que hay sencillamente capitalismo(1).

*************************************** El año 29 fijó para siempre la imagen del apocalipsis económico: la de los edificios de Wall Street vomitando por todas sus ventanas a los millonarios de Nueva York. En realidad, sólo fueron dos los que saltaron al vacío, pero la caricatura es certera, porque expresa -junto al deseo fabuloso de una purga igualitaria- la desigualdad fascinante del capitalismo(2). El hambre, la miseria, el paro, la enfermedad, el dolor de 4.000 millones de seres humanos no merecen la intervención de los expertos, la atención de los periodistas, la reunión del G-20: demuestran más bien la salud del sistema. Ni siquiera dan para una tragedia griega o una peripecia hollywoodiense. El drama empieza allí donde la riqueza ha producido previamente una personalidad ; la crisis adquiere rango sistémico, universal, cósmico, cuando alcanza la lista Forbes. ¿900 millones de hambrientos? Nos los podemos permitir. ¿La mitad de la población del planeta sin agua potable? Esto funciona. ¿16.000 especies en peligro de extinción? Trillones de dólares giran sin descanso en los circuitos financieros. ¿El número de milmillonarios pasa de 1125 a 793? Es la crisis. Al capitalismo le es indiferente si entre los diez hombres más ricos del mundo está Amancio Ortega, pero le es indispensable jerarquizar la riqueza; no le importa quiénes forman parte de la lista, a condición de que la lista exista, sume crecientes fortunas y promueva rivalidades deportivas. Desgraciadamente no es una ilusión alienante ni una manipulación propagandística: si los campesinos indios se quitan la vida, las empresas mejoran sus balances; si los millonarios se suicidan, si pierden dinero, si ven reducido su patrimonio en un 23%, todos estamos en peligro. Dependemos de ellos. La racionalidad económica del sistema es inseparable de su irracionalidad general: si funciona, el capitalismo condena a la pobreza y la marginación a la mitad del planeta; si deja de funcionar, se lleva por delante también a la otra mitad. La única especie que la humanidad debe proteger, la única a la que no podemos renunciar -ni osos ni elefantes ni árboles- está incluida, no en la clasificación de Linneo, no, sino en el ranking plutocrático de la revista Forbes. Nadie puede negar la superioridad del capitalismo. Funciona: ha producido más riqueza, más bienestar, más soluciones que ningún otro modo de producción histórico. Funciona: ha producido más pobreza, más malestar, más problemas que ningún otro modo de producción histórico. En términos económicos no sólo es superior; es también insuperable. Lleva dentro, como su motor y su maldición, la necesidad de revolucionar ininterrumpidamente las fuerzas productivas, moldear las sociedades, reorganizar los territorios, saturar el espacio, colonizar el tiempo, multiplicando en su camino, con fertilidad taumatúrgica, como en un cuento de hadas, los alimentos, las máquinas, los edificios, las medicinas, los libros, los

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Crisis capitalista:la racionalidad del abismo placeres; y también, y al mismo tiempo, el hambre, las ruinas, las enfermedades, la ignorancia, los dolores. Al contrario que al socialismo, nadie puede reprochar al capitalismo sus muertos, sus marginados, sus represaliados, sus perseguidos, porque su objetivo declarado no es el hombre y sus necesidades bioculturales sino la reproducción ampliada de su delirio y a ese propósito sirven por igual un automóvil y un cadáver, un granero y una guerra, la bulimia y la indigencia. Bajo el capitalismo, las crisis no se producen por una acumulación de cadáveres, epidemias o hambrunas -como en la visión de nuestros antepasados- sino por una acumulación destructiva de riqueza; sobreviene no cuando la humanidad sufre demasiado sino cuando sus sufrimientos no generan ya suficientes beneficios. Cuando estalla, el aumento del número de los cadáveres, las epidemias y las hambrunas no es tampoco -como lo era para nuestros antepasados- una consecuencia de la crisis: es más bien una solución. Desde el punto de vista humano, el capitalismo ha consistido siempre en una crisis ininterrumpida; desde su racionalidad inmanente, lleva 35 años tratando de sustraerse a sus propios límites mediante expansiones centrífugas que han ido acompañadas, como recuerda el economista argentino Mario Rapoport, de una traca de crisis parciales y sucesivas: “la crisis monetaria en EE.UU. y la ruptura del patrón oro en 1971; el alza de los precios del petróleo en 1973 y 1979; la crisis de la deuda externa latinoamericana en 1982; el crac bursátil de Wall Street en 1987; las crisis de las cajas de ahorro estadounidenses en 1989; el crac japonés en 1990. Luego vienen las crisis periféricas de fin de siglo: la mexicana (1994), la del sudeste asiático (1997), la rusa (1998) y la brasileña (1999). Y a partir del nuevo siglo otro encadenamiento: el derrumbe de las punto.com en el 2000; las crisis en Turquía y en la Argentina (2001); la quiebras de Enron y World Com (2001 y 2002); las repercusiones financieras del atentando a las Torres Gemelas y de la invasión a Irak. Para culminar con la actual crisis de las subprime, que estalla en 2007 y a la cual se suman en 2008 las caídas de Lehman Brothers, las compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac y la aseguradora AIG, más las de unos cuantos bancos europeos y norteamericanos”(3). Cada una de estas crisis, espasmódica cornucopia de pompas de jabón, expresaba y exigía nuevas medidas de eso que con lapidaria precisión Atilio Borón ha llamado “contrarreformas” neoliberales, con un retorno a las condiciones laborales, políticas y antropológicas de la Revolución Industrial(4). Cada una de estas crisis retrasaba y anunciaba la Crisis que se abate ahora sobre un mundo sobrepoblado, rebañado hasta los huesos y armado hasta los dientes. Cualesquiera sean las discrepancias acerca del pronóstico, ni los más desvergonzados defensores del libre-mercado -los que siguen golpeándose el pecho en público- se atreverían a desmentir en privado el diagnóstico: “ lo que ocurre es la desintegración del capitalismo como sistemamundo, no porque no pueda garantizar el bienestar de la vasta mayoría (nunca ha podido hacer eso) sino porque ya no puede asegurar que los capitalistas tengan la incesante acumulación de capital que es su raison d’être”(5). Cualesquiera sean las discrepancias sobre el desenlace, todos los pronósticos coinciden en que todas las soluciones -dentro o fuera del sistema- pasan por un aumento de los cadáveres, las epidemias y las hambrunas. La lista Forbes huele las yeguas del apocalipsis: unos,

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muy pocos, se suicidan; otros se reparten las ayudas de los gobiernos (o celebran cenas millonarias(6)); los demás afilan las tijeras para recortar puestos de trabajo, rebajar salarios y, llegado el caso, segar vidas. Los Estados del Bienestar (allí donde los había) suministran billones de dólares a los bancos, las aseguradoras y las empresas y psicoterapeutas a los despedidos y los parados(7). ******************************* Hay que estar muy loco para hacer un mínimo ejercicio de razón. Como estamos cuerdos, corremos a socorrer a un sistema irracional. En el orden inmanente del mercado, la lista del INEM depende de la lista Forbes. Aunque el “efecto derrame” no haya producido ni siquiera un goteo, aunque el poder adquisitivo de los asalariados descendiera durante las décadas prodigiosas de las pompas de jabón, es verdad que a los trabajadores -al menos en algunas regiones del planeta- les puede ir aún peor si el Estado no utiliza sus ahorros para sostener a los bancos y las empresas . Después de todo, los banqueros y empresarios son los donadores de créditos y salarios como los propietarios esclavistas eran donadores de casa, alimento y protección y los señores feudales eran donadores de tierra y seguridad. Si uno era esclavo, era mejor tener un amo, incluso uno severo, que morir de frío en la montaña perseguido por los perros; si uno era vasallo, era mejor tener un señor, aunque esquilmase las hijas y las cosechas, que verlas secuestradas o incendiadas por invasores sin piedad; si uno es un asalariado o aspira a serlo, es mejor tener un banquero y un empresario, por muy exigentes que sean, que buscar comida en la basura y dormir sobre cartones. Los tres -esclavismo, feudalismo y capitalismo- constituyen dispositivos funcionales de dependencia recíproca entre desiguales. El esclavismo era relativamente eficaz; el feudalismo era bastante eficaz; el capitalismo es eficacísimo. Pero al capitalismo, como al esclavismo y al feudalismo, no hay que reprocharles su ineficacia; hay que reprocharles su existencia. La palabra “crisis” deriva del griego y pertenece originalmente al campo de la nosología: con ella se nombraba ese momento liminar en el que se decide el desenlace de una dolencia, en el que el cuerpo escenifica, por así decirlo, el “juicio final” a partir del cual se impone definitivamente la enfermedad o la salud. Krisis ”decisión”- procede de Krio -”yo separo, decido, juzgo”- y de ambos se desprende “crítica”, en el sentido en que usa Kant este término en el título de algunas de sus obras más conocidas. Una crisis, pues, es esa situación en la que se dirime el destino y se revelan los límites de un organismo vivo o una estructura compleja. Estamos en crisis. Estamos -es decir- en una coyuntura crítica en la que se decide la suerte, no de unos cuantos millones de seres humanos arrojados al fuego como combustible vivo, sino del sistema mismo que los sacrifica; y en la que ese sistema revela además los límites exteriores, absolutos, que su inmanencia viciosa ya no puede rebasar. ¿Cuáles son esos dos límites? El dolor y la naturaleza; el planeta cuerpo y el planeta tierra. El capitalismo, que ha producido más riqueza que ningún otro modo de producción anterior, sería perfecto y no sólo eficaz si, como Dios, crease sus propios recursos de la nada y si ser robado, golpeado, privado de alimentos, desnudado, humillado, despreciado y asesinado fuese placentero o, por lo menos, justo.

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Crisis capitalista:la racionalidad del abismo Hay un cupo de dolor, una prorrata de injusticia que ningún sistema puede sobrepasar sin generar resistencia. La propia eficacia del capitalismo lo transforma en el sistema más injusto de la historia. Que sea capaz de producir alimentos para alimentar tres veces a la población de la tierra, convierte el hambre de 965 millones de personas en un genocidio voluntario; que sea capaz de prolongar la vida hasta los 80 años en determinadas franjas geográficas y sociales, convierte en un crimen imputable la media de edad de Sierra Leona, Haiti o Bangladesh; que sea capaz de trasplantar órganos, fabricar prótesis, modificar genes, convierte la disentería, el dengue y la malaria, que matan a millones de personas y podrían curarse con un puñadito de píldoras, en una puñalada intencionadamente mortal. El dolor es doblemente dolor en un mundo con televisión; la injusticia es doblemente injusticia en un mundo globalizado y transparente. La resistencia es inevitable; nada garantiza, en cambio, que haya de ser inteligente, ordenada, razonable, socialista. La mística, filósofa y obrera Simone Weil escribía: “El que tiene los miembros desechos por una jornada de trabajo lleva en su carne como una espina la realidad del Universo. Para él la dificultad es mirarlo y amarlo”(8). Cuando se lleva clavada la espina de la realidad en el cuerpo y en el alma, uno no se para a mirar -a razonar- la zarza en la que está atrapado. La resistencia puede parecerse -se parece ya- al mundo que quiere sacudirse de encima: subpolítica, biológica, espasmódica, individual. El capitalismo no saca sus recursos de un sombrero sino del mundo, donde hay un poquito de agua, un poquito de viento, un poquito de aire y un poquito de tierra. Por mucho que se trate de huir hacia las pompas de jabón, ahí está el límite exterior que detiene todos los delirios de beneficios sin freno. Podemos imaginar quizás una civilización que con la formidable riqueza capitalista hubiese hecho algo mejor que Hollywoods, McDonalds y centros comerciales, pero lo que ya no podemos imaginar es una sociedad viable con esos niveles de riqueza, ni bien ni mal repartida. La crisis revela el veneno mortal inscrito en el concepto central, irrenunciable, de la economía capitalista: el crecimiento. Dependemos irracionalmente de una racionalidad inmanente que impone como natural la explotación entre desiguales; dependemos irracionalmente de una racionalidad inmanente que exige como la única salida posible la destrucción del planeta. No crecer empequeñece; decrecer mata; salvar las condiciones mismas de toda supervivencia precipita el apocalipsis. La crisis, que es de sobreproducción, sólo puede superarse, o al menos contenerse, con sobreconsumo, que es como decir que la única solución frente a la escasez de petróleo es utilizar más el coche o la única solución frente a la sequía es dejar el grifo abierto las 24 horas del día. La responsabilidad última de la crisis -nos dicen los gobiernos y los economistas- no la tienen los bancos ni las aseguradoras ni las financieras ni las empresas sino los consumidores, que compran menos casas y menos coches, gastan menos luz y menos teléfono y van menos al supermercado. Mientras militantes de todo el mundo insisten en el carácter social y ecológicamente destructivo del consumo irresponsable, EEUU suministrará una ayuda adicional de un billón de dólares a los bancos para créditos al consumo; e incluso el secretario general de CCOO en Castilla y León, Ángel Hernández , ha pedido el aumento del consumo como una de las medidas “voluntaristas”, casi militantes también, destinadas a amortiguar las

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consecuencias de la crisis económica: “Hernández” -dice El Mundo- “se dirigió a aquellos trabajadores y trabajadoras que tienen "su empleo asegurado" para que "muevan el dinero"(9). La crisis obliga a acelerar la cabalgada hacia el abismo y habría que estar loco para no ceder a esta locura. En España hay 3.000.000 de casas vacías y la relatora especial de NNUU, Raquel Rotnik, ha señalado la hybris de la construcción como causa directa de la crisis y paradójica suspensión del derecho básico a la vivienda en nuestro país, pero se insiste, como solución, en que “hay suelo municipal y autonómico para construir 625.000 viviendas sociales” y salvar así al mismo sector inmobiliario privado que nos ha llevado a la ruina(10). En el mundo hay 1.000 millones de automóviles, responsables de la mayor parte de la contaminación ambiental; el ártico se derrite, el cambio climático mata todos los años a 13 millones de personas y los agrocombustibles agravan la crisis alimentaria en grandes zonas del planeta, pero no podemos dejar de recibir como una pésima noticia una tragedia dantesca que requiere una intervención de emergencia- el descenso vertiginoso de la venta de coches en Europa y EEUU (casi un 47% al cierre del año 2008 en España). Esa es la racionalidad inmanente del capitalismo: sería un suicidio no apoyar una economía que acabará matándonos. Esa es la lección paradójica de la crisis: sería una irresponsabilidad, una inmoralidad, un crimen, no serrar la rama en la que estamos precariamente sentados. Y todos -como decía Brecht- nos ponemos a inventar sierras. ***************************** La “decisión” (crisis) del capitalismo es también una decisión nuestra. Cualquier proyecto alternativo debe aceptar esos límites que el socialismo estalinista productivista y desarrollista- tampoco aceptó nunca y que obligan a cuestionar radicalmente el vínculo ideológico fraudulento entre supervivencia y crecimiento y, más allá, entre bienestar y crecimiento. Sin duda cabe imaginar, como decíamos, una civilización injusta más elegante que hubiera utilizado los enormes recursos del capitalismo para producir obras estética y culturalmente superiores, pero lo que la crisis revela asimismo es toda la potencia destructiva de la búsqueda capitalista de esa triada platónica inscrita en la tradición intelectual occidental: lo bueno, lo bello, lo verdadero. Nos olvidamos de que la naturaleza es una limitada chapuza, de que nuestros cuerpos están sujetos con alfileres, de que la historia ha retrocedido muchas veces. Lo bueno, si no es generalizable, es malo; lo bello, si cuesta la vida a mucha gente, es feo; lo verdadero, si es injusto, es falso. Frente a esa triada históricamente irrealizable, debemos reivindicar lo regular, lo bonito, lo aproximado, como lo único realmente compatible con la supervivencia de la naturaleza y de la civilización humana. Por eso lo regular es más bueno que lo bueno; lo bonito es más bello que lo bello; y lo aproximado es más verdadero que lo verdadero. Lo contrario de krisis es kairos , que en la filosofía griega y romana era la “oportunidad”, el “momento justo”, la grieta temporal de la intervención divina. La krisis es también nuestro kairos . ¿Sabremos aprovecharlo? Si exceptuamos esa luz embrionaria que se forma lenta y vacilante en América Latina, la situación del mundo no invita a la esperanza. La resistencia, decíamos, se parece al mundo contra el que se levanta. Lo bueno, lo bello, lo verdadero, conceptos asociados a la publicidad y el consumo de mercancías y, por lo tanto, al espasmo individual doloroso o placentero-, constituyen ya, en un mundo globalizado y transparente, la

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Crisis capitalista:la racionalidad del abismo ideología dominante de las clases dominadas. De lo regular, lo bonito y lo aproximado, condiciones de toda salvación política, nos separa no sólo la lista Forbes sino el propio deseo subjetivo de los seres humanos, atrapado en la racionalidad inmanente del capitalismo y en sus dependencias suicidas: “buscaré sólo mi supervivencia, aunque para ello tenga que matarme también a mí mismo”. ¿Será el kairos del fascismo? ¿El de la barbarie? ¿El de la extinción, al mismo tiempo, de la especie Forbes y de la especie humana? Nunca hemos estado peor preparados para una “decisión” y nunca ha hecho tanta falta una intervención. El planeta cuerpo y el planeta tierra crujen bajo nuestros pies, crujen con nuestros pies. Dejemos al menos de inventar sierras. NOTAS 1-Sobre la intervención de Monsanto en la India y en otros lugares del mundo: Marie-Monique Robin, El mundo según Monsanto , Editorial Península, Madrid 2008. Particularmente el capítulo India: las semillas del suicidio , pag. 425-444. 2-Sobre la leyenda urbana de los suicidios en la crisis del 29, ver Nina Shen Rastogi, ¿Por qué no se arrojan por las ventanas los ejecutivos? , State Magazine (versión española en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=73271) 3-Mario Rapoport, Diez razones de la crisis internacional, Diario Página 12, (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-120749-2009-03-01.html). 4-Atilio Borón, Estado, capitalismo y democracia en América Latina , editorial Hiru, Hondarribia 2008. 5-Inmanuel Wallerstein, Enseñanzas de Brasil , Diario La Jornada ( http://www.jornada.unam.mx/2009/03/15/index.php?section=opinion&article=026a1mun ) 6-http://www.rebelion.org/noticia.php?id=74139 7-http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/08/internacional/1236518113.html 8-Simone Weil Oeuvres , Quarto Gallimard, Parí s 1999. 9 -( http://www.elmundo.es/elmundo/2009/02/13/castillayleon/1234555196.html ) 10-http://www.elmundo.es/elmundo/2008/10/09/suvivienda/1223575875.html Enlace al original: http://sodepaz.es/index.php?option=com_content&task=view&id=1025&Itemid=1

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Lo que está en juego en la crisis (1)

por Michel Husson*

Tenemos que pagar por los pecados del pasado KLAUS SCHWAB, presidente del World Economic Forum(2)

La crisis ha basculado de las finanzas a la economía real: el crack bursátil se ha transformado en recesión. Es el momento de examinar tres cuestiones: el análisis de la financiarización, la trayectoria de la crisis y las alternativas.

La base económica de la financiarización Las burbujas financieras están alimentadas por la creación permanente de «capitales libres» en busca de una rentabilidad extra (tal como Marx hablaba de plusvalía extra). Su fuente principal es el crecimiento tendencial de la ganancia no acumulada, a su vez resultado de un doble movimiento: por una parte, la regresión generalizada de los salarios(3) y, por otra, el estancamiento -incluso la regresión- de la tasa de acumulación a pesar del restablecimiento del índice de ganancia. Si bien el índice de ganancia y las tasas de acumulación evolucionaron paralelamente hasta el inicio de los años 1980, después comenzaron a divergir. La separación entre las dos curvas (la zona gris del gráfico 1, página siguiente) mide el aumento de la fracción no acumulada de la plusvalía, que constituye un buen indicador de financiarización. Esta configuración inédita plantea a priori un problema de realización: si la parte de los salarios baja y si las inversiones se estancan, ¿quién va a comprar la producción? En otras palabras, ¿cuáles son los esquemas de reproducción compatibles con ese modelo? Esta pregunta sólo tiene una respuesta posible: el consumo derivado de ingresos no salariales debe compensar el estancamiento del consumo salarial. Y eso es sin duda lo que ocurre, como lo muestra el gráfico 2. A modo de síntesis, pueden resumirse así los acontecimientos: en los Estados Unidos, la parte de los salarios permanece relativamente constante, pero el consumo de los núcleos familiares aumenta mucho más rápido que el PIB. En Europa, es la parte del consumo en el PIB la que permanece más o menos constante, a pesar del marcado retroceso de la parte salarial. En ambos casos la separación se profundiza entre la parte de los salarios y la parte del consumo (zonas grises), para compensar así la separación entre ganancia y acumulación. Las finanzas son las que sirven para realizar esa compensación, y ellas asumen tres vías principales. La primera es el consumo de los rentistas: una parte de la plusvalía no acumulada se distribuye a los poseedores de ingresos financieros, que la consumen. Es un punto importante: la reproducción solo es posible cuando el consumo de los rentistas apoya el de los asalariados con el propósito de obtener salidas suficientes y el aumento de las desigualdades es por tanto consustancial a ese modelo. La segunda intervención de las finanzas consiste en introducir una cierta

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interferencia entre salarios y rentas: una parte creciente del ingreso de los asalariados asume la forma de remuneraciones financieras, que pueden ser analizadas como una distribución de plusvalía más que como un verdadero salario. Finalmente, y esto es sobre todo cierto en los Estados Unidos, las finanzas permiten el desarrollo exponencial del endeudamiento de los núcleos familiares, cuyo consumo aumenta, no a causa de una progresión de los salarios, sino por un descenso de la tasa de ahorro.

Las finanzas, por tanto, no son un parásito en un cuerpo sano. Se alimentan de la ganancia no invertida, pero, con el tiempo, adquieren un grado de autonomía que refuerza ese mecanismo. Los capitales libres circulan en busca de la rentabilidad máxima (la famosa norma del 15%) y logran, al menos temporalmente, obtenerla en algunos segmentos. Los propios bancos captan una parte creciente de las ganancias. Esa competencia por un rendimiento máximo eleva la norma de rentabilidad y enrarece un poco más los lugares de inversión considerados rentables, generando así nuevos capitales libres que, a su vez, partirán en busca de una hiperrentabilidad financiera. Ese círculo vicioso se basa una vez más en una distribución de los ingresos desfavorable para los trabajadores y para el reconocimiento de sus necesidades sociales. Esa propensión del capitalismo a invertir una menor proporción de sus beneficios subraya el carácter sistémico de la crisis y cuestiona los mecanismos esenciales de ese modo de producción. El origen de esa crisis está, en el fondo, en la separación creciente que existe entre las necesidades sociales de la humanidad y los criterios propios del capitalismo. La demanda social se basa en mercancías que no son susceptibles de producirse con el máximo de rentabilidad. Los aumentos de productividad resultantes de las nuevas tecnologías y de la innovación conducen a una oferta (rentable) que cada vez está menos en correspondencia con esa demanda social y que, de golpe, no se muestra lo suficientemente rentable. Esa separación se profundiza en base a dos dimensiones principales. La primera, en los países desarrollados, es el desplazamiento de la demanda de los bienes manufacturados hacia servicios a los cuales se asocian menores mejoras de productividad y, por consiguiente, menores perspectivas de ganancia. Ninguna salida

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Lo que está en juego en la crisis asumió el relevo a una escala lo suficientemente grande para desempeñar el mismo papel de la industria automovilística durante la precedente fase «fordista». La segunda dimensión es geoeconómica y emana de la mundialización: tiende a crear un mercado mundial; en otras palabras, un espacio ampliado de valorización. Los menores niveles de productividad de los sectores menos avanzados se enfrentan directamente a exigencias de rentabilidad basadas en los resultados de los países o de las empresas más eficientes. Ello provoca un efecto de expulsión que hace que cierto número de producciones y, por tanto, de necesidades sociales que éstas podrían satisfacer, no son ya elegibles considerando los criterios de hiperrentabilidad a los que se enfrentan. En esas condiciones, la reproducción del sistema pasa por un doble movimiento de extension del campo mercantil y de rechazo a responder a las necesidades no rentables. El capitalismo contemporáneo, por consiguiente, ha reunido las condiciones que reivindica para un funcionamiento óptimo según su punto de vista. Más que un mejoramiento del bienestar social, la competencia pura y perfecta, despojada de reglamentaciones, de rigideces y de otras distorsiones, pone de manifiesto una ausencia total de legitimidad, ya que la regresión social está explícitamente reivindicada como la principal condición para el éxito del sistema. En ese marco, las finanzas no son solamente la contrapartida de la explotación inmentada de los trabajadores, sino también un vertedero para los capitales en busca de la rentabilidad máxima. Las exigencias desmesuradas de rentabilidad que imponen a la economía real refuerzan a su vez el débil dinamismo de la inversión y las desigualdades sociales como condición de reproducción del sistema.

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La recesión asume el relevo de la crisis financiera «¿Cuál es la diferencia entre un meteorólogo y un economista? Respuesta: los meteorólogos al menos están de acuerdo sobre el tiempo que hace hoy». Con el riesgo de exponernos a esta broma bastante justa, quisiera plantear aquí proposiciones que se asemejan a un pronóstico. No se trata de querer jugar a ser profetas de la economía, sino de detectar un cierto número de tendencias ya presentes en el desarrollo de la crísis actual. El lunes 13 de octubre, inmediatamente después del anuncio del plan de salvaguarda europeo, las Bolsas habían expresado su alivio por las excepcionales alzas ocurridas. Después cayeron de nuevo y no han dejado de fluctuar. Esos movimientos erráticos se explican por los sentimientos contradictorios entre los que oscilan los mercados financieros. Por un lado, la Bolsa se siente tranquila por la amplitud de la sumas puestas a disposición de los bancos, y las cotizaciones habían bajado tanto que era razonable comprar; pero por otro lado, la recesión incita al pesimismo sobre la evolución de la economía real. Esa incertidumbre tiene fundamento, pues las diferentes crisis se insertan unas en otras como muñecas rusas. La crisis propiamente financiera llevó al capitalismo al borde de la embolia, pero es la crisis económica la que bruscamente asume el relevo: lo que en lo adelante está en el orden del día, es la recesión. El FMI también ha revisado a la baja sus previsiones(4): en los países desarrollados, el índice de crecimiento sería negativo en 2009 (-0,5%) después de una gran ralentización en 2008 (1,4%). El crecimiento mundial, apoyado por los países emergentes y en desarrollo se lentificaría al 2,2%. Para el FMI, «la recuperación todavía no se vislumbra» y sólo puede ser «gradual cuando se produzca». Los efectos de la crisis financiera y de la recesión son ya indescirnibles. Las empresas afrontan restricciones de créditos a corto plazo (problemas de tesorería) y a largo plazo (limitaciones en el financiamiento de las inversiones) y también la baja de los pedidos, en proporciones diferentes según los sectores. El de la construcción y el del automovilismo son los primeros afectados, y el fenómeno no abarca sólo a las pequeñas y medianas empresas. Así, en los Estados Unidos, la industria automovilística soporta dificultades tanto por las restricciones de crédito (credit crunch) como por la disminución de las ventas, hasta tal punto que se ha estudiado una fusión entre la Ford y la General Motors.

La recesión durará mucho tiempo En 1987, el crack bursátil ya había hecho fracasar la mayoría de los pronósticos al desembocar en un clara recuperación de la economía mundial a partir del año siguiente. A inicios de los años 1990, Japón había sufrido una crisis inmobiliaria y bancaria que lo hundió en un decenio de crecimiento casi nulo. De esos dos escenarios, el más probable es el segundo. En el caso japonés, se pudo invocar una política económica inadecuada y la sobrevaloración del yen impuesta por los Estados

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Lo que está en juego en la crisis Unidos. Pero la probabilidad de un escenario «a la japonesa» para el conjunto de los países desarrrollados se basa en otras determinaciones que pueden resumirse así: la configuración particular de la economía mundial de los 15 últimos años, simple y llanamente, ya no es viable. La crisis actual posee en efecto una amplitud particular y no se limitará a una simple purga. En el meollo de esa configuración está el modelo estadounidense que se basaba, para decirlo deprisa, en un sobreconsumo a crédito financiado por el resto del mundo(5). Pero la crisis resquebraja profundamente esos dos pilares. El endeudamiento de los núcleos familiares se va a ver detenido durante mucho tiempo, y el mantenimiento de una afluencia permanente de capitales se hace incierto. El primer punto está más o menos garantizado: la purga del sistema de crédito agotará durante largo tiempo el recurso al endeudamiento. El segundo punto es el principal desconocido. Para reducir la necesidad de financiamiento externo, los Estados Unidos necesitan reducir el déficit comercial. Ese resultado puede obtenerse de dos maneras: ya sea por una ralentización duradera del crecimiento que frenaría las importaciones, ya sea por una baja prolongada del dólar que doparía las exportaciones. En calidad de potencia dominante, aunque los fundamentos de esa dominación se vean amenazados, los Estados Unidos privilegiarán espontáneamente la segunda vía, en otras palabras, la baja del dólar, que deberá pues reiniciarse. Pero la vía es estrecha, porque existe un umbral más allá del cual los países emergentes mostrarán reticencias en cuanto a situar sus excedentes en los Estados Unidos, a causa de una rentabilidad considerada incierta o insuficiente. Al mismo tiempo, los Estados Unidos no están interesados en una bajada demasiado grande del dólar, pues ello significaría una pérdida de valor de sus haberes en dólares. Una baja del dólar implicaría igualmente una prórroga de los efectos de la recesión sobre la zona euro y Japón, que esos países acabarán por considerar intolerables. Dicho de otro modo, el dólar bajará de nuevo pero no más allá de un determinado límite, de forma tal que ese descenso será insuficiente para reequilibrar adecuadamente el déficit comercial estadounidense. Una incertidumbre simétrica se refiere a la trayectoria de los países emergentes, y en primer lugar, de China. A largo plazo, su modelo de crecimiento impulsado por las inversiones extranjeras y las exportaciones también caducará, por dos razones. La primera es la disminución de sus salidas, proporcional al ralentizamiento de las economías desarrolladas. La segunda es la agudización de las tensiones sociales internas derivadas de un extravagante grado de desigualdades sociales. La perspectiva de la economía china es, por tanto, la de una recentralización en el mercado interno, apoyada por un crecimiento de los ingresos de los trabajadores más acorde con el crecimiento económico del país. Se trata prácticamente de una certeza, pero una gran incertidumbre pesa sobre el ritmo de esa evolución. En esas condiciones, los planes de recuperación anunciados en todo el mundo (Estados Unidos, Europa, China) corren el riesgo de no incidir en la coyuntura económica. No tocan los fundamentos de la financiarización, y sin duda no bastarán para compensar el desendeudamiento de los núcleos familiares y de las empresas y, a falta de una verdadera coordinación, probablemente conducirán a una competencia exacerbada en la que cada país busque echar sobre los demás los efectos de la crisis. En esa situación, un escenario de deflación sigue siendo altamente probable.

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El mito de la «regulación» Antes del estallido de la burbuja inmobiliaria en julio de 2007, había ocurrido el de la burbuja internet en 2001. El período intermedio puede analizarse en los Estados Unidos como un proceso necesario pero verdaderamente peligroso, basado en: 1) la baja de las tasas de interés; 2) la bajada del dólar; 3) la explosión del endeudamiento de los núcleos familiares; 4) la caída de sus índices de ahorro; 5) el aumento de los gastos militares. El crecimiento se recuperó al mismo tiempo que la Bolsa, pero ese restablecimiento condujo a los Estados Unidos al profundizamiento de los «déficits gemelos»: déficit presupuestario en el interior, déficit comercial en el exterior. Si no se hace nada para corregir ese modelo, las mismas causas tendrán los mismos efectos, y la liquidez de hoy alimentará la burbuja de mañana y conducirá al crack de pasado mañana. Y las mismas críticas dirigidas retroactivamente a Greenspan se lanzarán contra las decisiones de Paulson, Bernanke, Gordon y compañía. Dos preguntas surgen entonces: ¿se pueden «regular» las finanzas? Y sobre todo: ¿existe un modelo de acumulación coherente con tal regulación? La debacle tuvo al menos un efecto positivo: ha pulverizado y para mucho tiempo la idea de que la desreglamentación conducía al funcionamiento óptimo de las finanzas. Algunos irreductibles aparte, los abogados arrepentidos de la liberalización integral sólo tienen una frase en la boca: hay que regular esas finanzas enloquecidas. Tienen razón y dan la razón a los altermundistas que denuncian desde hace tiempo la hipertrofia de las finanzas. Normalmente, los bancos desempeñan un papel de intermediario; en pocas palabras, transforman recursos a corto plazo en créditos a largo plazo. Pero su papel ha sufrido una profunda modificación, y se han convertido en intervinientes activos en mercados financieros cada vez más especulativos. Lo que quedaba de reglamentación se modificó mediante la utilización de técnicas sofisticadas y dificilmente controlables. En el origen de la crisis de las subprimes, está por ejemplo el mecanismo perverso de «titularización» que permite a los bancos librarse de sus créditos dudosos mezclándolos con otros, y después venderlos bajo la forma de un título. El riesgo ligado a esos diferentes créditos se pone en circulación y ya no forma parte del balance del banco en las iniciativas del crédito, escapando así a las prudentes reglas que le imponen una determinada proporción de fondos propios. La regulación consistiría en llevar de nuevo las finanzas a un funcionamiento «normal». Las medidas discutidas se refieren al efecto de palanca (que permite multiplicar los efectos de la suma de que dispone inicialmente una institución financiera); a los productos derivados que permitirían operaciones complejas de compra y de venta a término; a la separación estricta entre bancos comerciales y bancos de inversiones; a las normas de contabilidad; a las reglas de prudencia; a los paraísos fiscales. Sobre cada uno de esos puntos, un cierto número de expertos ha hecho propuestas técnicas avanzadas desde hace mucho tiempo(6). El problema es que los dirigentes capitalistas no tienen ningún deseo de tomar medidas reales, o desean hacerlo solo de manera parcial y provisional. La razón de fondo es que las finanzas están inextricablemente ligadas al capitalismo «productivo» y que no es posible distinguir el capitalismo empresarial y el

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Lo que está en juego en la crisis capitalismo financiero, como trató de hacer Nicolas Sarkozy en su discurso de Toulon(7). Las ganancias de unos y otros tienen una base común, que es el aumento tendencial del índice de explotación. Ellos tienen, pues, intereses comunes y Henri Paulson, por ejemplo, es el ex PDG del banco Goldman Sachs. En Francia, las sociedades no financieras pagaron 196 mil millones de euros de dividendos en 2007, pero recibieron una cifra de 148 mil millones. En rigor, ellos pueden conceder algunas medidas que limiten a los golden parachutes. Es un medio poco costoso de reaccionar ante un escándalo evidente pero relativamente secundario, evitando tomar medidas estructurales. No se trata de un juicio de intenciones. Los principales países desarrollados, Estados Unidos, Europa, Japón, tomaron una decisión presionados por la urgencia de los planes de salvaguardia que combinaban la disponibilidad de liquidez y tomas de participación pública, bautizadas a veces como «nacionalizaciones». Pero ese aporte masivo de dinero público no implica ninguna contrapartida. No hay absolutamente nada, ni en el plan Paulson, ni en el plan europeo, que pudiese imponer a los bancos una reglamentación más estricta como contrapartida de la ayuda pública que se les da. No hay nada sobre el control de las operaciones especulativas, nada sobre el cese de la titularización, y mucho menos, por supuesto, sobre eventuales prioridades sociales y ecológicas. Dominique Strauss-Kahn, presidente del FMI, sugiere «perseguir y hacer desaparecer los paraísos fiscales» y Nicolas Sarkozy planteó la misma idea. Pero tampoco en estos casos se ve cómo esas declaraciones atronadoras podrían, en semejante contexto, tener algún efecto. Si el discurso sobre la necesaria regulación y sobre reencontrada una unidad europea fuesen algo más que discursos vacíos, habría una magnifica oportunidad para imponer una reglamentación perfectamente legítima en esa situación de urgencia. Las propìas «nacionalizaciones» solo son parciales y provisionales: están destinadas a rescatar a los bancos, a ayudar a su reestructuración y finalmente remitirlos al sector privado una vez saneados y reestructurados. El objetivo de esos planes es restablecer el beneficio de los bancos, como dijo un economista de un banco francés, poco sospechoso de anticapitalismo(8). En lugar de nacionalización, debería hablarse de privatización de los fondos públicos.

¿Qué solución tiene el capitalismo? Partiremos aquí del escenario imaginado por Patrick Artus, que citamos de nuevo porque sus enfoques son a menudo estimulantes(9). Para asumir el relevo del endeudamiento de los hogares, Artus contempla un modelo «anti-fordista» en el que el beneficio de las empresas se basaría en «la compresión de los costos salariales y en la deformación de la distribución de los ingresos en favor de los beneficios»(10). Pero la instauración, o más bien, la reproducción de ese modelo exige diversas condiciones: mejoras de productividad; «la aceptabilidad social y política de la compresión de los salarios»; un crecimiento lo suficientemente rápido de las exportaciones; y, por tanto, el mantenimiento de un crecimiento sólido en los países emergentes. Ese esquema sin duda revela una contradicción esencial del período: si se niega la

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revalorización de la parte de los salarios en el ingreso nacional debido a que pesaría sobre la rentabilidad, el crecimiento y las salidas no pueden provenir de la demanda interna. Por consiguiente, hay que exportar. El razonamiento es impecable, pero conduce a un atolladero porque todos los países no pueden al mismo tiempo exportar más. Esa contradicción es central y permite decir que la salida «natural» de la crisis, en la lógica capitalista, es una nueva exacerbación de la competencia, de la explotación de los trabajadores, del recurso a las deslocalizaciones, etc. Además, Artus es coherente y subraya que «esta competencia para ganar partes del mercado» conduce a políticas de cambio agresivas, a la disminución de los costos domésticos, a políticas fiscales no cooperativas» . Podría decirse lo mismo de los planes de recuperación en Estados Unidos y en Europa, que retoman la propuesta argumentada del reciente premio Nobel de economía, Paul Krugman(12). Un plan semejante permitiría evitar el error cometido por Roosevelt, quien esperó dos o tres años antes de hacer que al salvamento financiero siguiese un New Deal económico. Pero esta vía choca con varios obstáculos. El primero es que los recursos dedicados a los planes de salvamento dejan poco margen de maniobra, a menos que imaginemos un extravagante déficit público cuyo financiamiento deberá ser impuesto nuevamente al resto del mundo. El segundo obstáculo emana de la contradicción entre una competencia exacerbada y la posibilidad de políticas cooperativas. Esto es particularmente cierto al nivel europeo, donde con urgencia y a empellones los gobiernos finalmente decidieron un plan de salvaguarda común. En esa ocasión sacaron a la luz la vacuidad institucional de la Union Europea: inexistencia de la Comisión europea, y abandono provisional como mínimo de los dogmas monetarios y presupuestarios. Es por ello que no puede verse en ello «la reinvención de Europa», como lo hace Bernard Guetta(13). Él sostiene que «los "europeístas", esos sarnosos, esos pelados, esos que se autodenominan oficiantes del capital, tuvieron razón al afirmar, contra los euroescépticos, que la moneda única no tardaría en implicar políticas comunes». Y esboza así la etapa venidera: para combatir la crisis económica, «será necesario (...) definir en conjunto modalidades de redespegues y políticas industriales comunes los medios de no dejar fluir los déficits, sino por el contrario, reabsorberlos invirtiendo en común en el futuro y en la competitividad industrial». En verdad, nada de eso está en el orden del día, y el plan de recuperación europea consiste, en lo esencial, en la yuxtaposición de planes nacionales. El motivo de ello es sencillo: los países europeos no se sitúan del mismo modo con respecto a la crisis porque su inserción en el mercado mundial, su especialización industrial, su sensibilidad a los valores de cambio del euro, son diferentes. La crisis, por el contrario, acentuará el proceso de divergencia de las economías nacionales ya existente desde la creación del euro. Finalmente podría enfocarse una especie de retorno al «fordismo» que pasaría por una progresión de los salarios más en sintonía con la actividad económica y, por tanto, por una recentralización orientada a la demanda interna y a la satisfacción de las necesidades sociales domésticas. Eso sería un verdadero modelo de «salida de la crisis» que enfocaría el problema de raíz cerrando los dos grifos de la financiarización, que son la regresión salarial y los desequilibrios internacionales. Este esquema podría aplicarse tanto en Estados Unidos como en Europa o China. Pero la tasa de beneficio asociada a ese modo de crecimiento sería globalmente menos elevada y la parte que correspondería a los rentistas se vería considerablemente reducida. Tal esquema no es incompatible con el capitalismo, ya que, en general, es el que prevaleció durante la posguerra. Pero no puede nacer de una

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Lo que está en juego en la crisis conversión espontánea de las clases dirigentes. Se encuentra ahí una proposición esencial que explica, en el fondo, la incapacidad de la socialdemocracia para controlar la situación. Normalmente, ella debería beneficiarse de la crísis, ya que el tema de la regulación del capitalismo es el que la distingue en principio del neoliberalismo. Pero al mismo tiempo, la socialdemocracia se niega a imponer tal regulación porque sigue postulando la posibilidad de un compromiso que está fuera de su alcance. En realidad, en el fondo solo hay dos trayectorias coherentes. La primera es la de una «refundación del capitalismo», para retomar el título pomposo del partido de Sarkozy. Pero sólo se trataría de arreglos cosméticos que conservan lo esencial, y en ese terreno los socioliberales están pillados a contrapié. La segunda vía es la de una transformación de la resistencia a los efectos de la crisis con un cuestionamiento global de la propiedad privada. En el primer escenario, se irá de nuevo del crack a la recesión, y las tendencias más regresivas del capital continuarán causando estragos. En el segundo, se pondría en marcha un proceso de contenido forzosamente anticapitalista. Esos dos escenarios se diferencian también por la forma de afrontar los desafíos ambientales: respuestas mercantiles, parciales y discriminatorias en un caso, planificación en el otro.

Objetivos sociales y vías alternativas Una gran incertidumbre recae sobre la trayectoria de la economía mundial. Pero hay algo cierto: las clases dominantes van a hacer todo lo posible para proyectar los efectos de la crisis sobre los asalariados y sobre la mayoría de la población: despidos, congelación de salarios y de los presupuestos sociales, ruina de los jubilados debido a las pérdidas registradas por los fondos de pensión. Pero para impedir que los capitalistas restablezcan sus ganancias en detrimento del bienestar social existen tres ejes principales de respuesta. El primero es la nacionalización integral de los bancos y las aseguradoras. No se trata aquí de hacer una promesa ilusoria sino simplemente de dar una respuesta coherente a la crisis financiera. Una nacionalización que no fuese parcial y que no se limitara a tomar participaciones provisionales con fondos públicos sería verdaderamente la única vía que permitiría «abrir los libros de cuentas», consolidar los créditos cruzados, salvar a las víctimas de la estafa de las subprimes en vez de preservar los dividendos bancarios. Pero es también el único medio de «regular» verdaderamente las finanzas y de hacer del crédito y del seguro verdaderos servicios públicos, extensible, por cierto, a escala europea. Esa nacionalización debería desembocar en la creación de un polo financiero público, reconociendo así que el crédito y el seguro atañen al servicio público. La crisis actual ha demostrado que las finanzas privadas conducen a la catástrofe social. Falta, en suma, rehabilitar la idea de un crédito duraderamente nacionalizado, lo cual sólo es posible instaurando una gestión democrática que ponga el crédito al servicio de las prioridades sociales. El segundo eje se refiere a la distribución de la riqueza y se basa en una idea sencilla. Si hay recesión sería intolerable que los asalariados vieran degradada aún más su situación únicamente para que las empresas puedan continuar pagando dividendos. El medio más asequible de garantizar esa exigencia es proponer un plan

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de transferencia de los dividendos hacia un fondo para el empleo y los salarios, administrado por los trabajadores. Al mismo tiempo -y aquí se trata de una medida de urgencia mínima-, el mantenimiento del poder adquisitivo debería ser garantizado por la escala móvil de los salarios, en otras palabras, por su indiciación en relación con los precios. El tercer eje es la reducción del tiempo de trabajo como medio de evitar una nueva ola de despidos y de crear un puente hacia un proyecto de sociedad donde el tiempo libre sería una utilización prioritaria de las mejoras de productividad. Resulta impresionante constatar que en los años 1930 ese fue uno de los dispositivos que de hecho impidió en los Estados Unidos una regresión aún mayor del empleo(14). Es la vieja idea de la escala móvil de las horas de trabajo que Trotsky definía como sigue: «El trabajo existente es repartido entre todas las manos obreras existentes y es así como se determina la duración de la semana de trabajo. El salario de cada trabajador debe ser el mismo que con la jornada antigua. Los salarios, una vez garantizado estrictamente un salario mínimo, deben seguir el movimiento de los precios. No es posible aceptar ningún otro programa para el actual período de transición»(15). En los tres casos, hay un principio esencial que debe defenderse, el del control democrático. Corresponde a la idea perfectamente legítima según la cual los asalariados no deben pagar los gastos del salvamento del capitalismo y que, por tanto, deben tener el derecho de conocer las medidas tomadas, así como al reparto de la riqueza. La crisis del capitalismo no implica mecánicamente una mejor correlación de fuerzas a favor de los trabajadores; por el contrario, tiene todas las posibilidades de ser el pretexto para nuevos retrocesos sociales. Pero el descalabro del sistema abre al mismo tiempo un espacio nuevo a las luchas sociales que serán más victoriosas y portadoras de futuro en la medida en que asuman una declarada dimensión anticapitalista. Estas perspectivas no son en sí anticapitalistas, pero pueden contribuir a la brusca oscilación que hace pasar de la lucha contra los efectos de la crisis a la alternativa social. El capitalismo ha sufrido una derrota ideológica y su retórica ya no engaña a nadie: es un sistema inicuo, ineficaz y peligroso. He ahí un primer punto de apoyo. El segundo es la desconfianza masiva que se ha instaurado: cada cual comprende perfectamente que se hará todo lo posible para que la mayoría de la población pague los platos rotos por una minoría de delincuentes. Por ello la idea de un control democrático es hoy fundamental: los ciudadanos tienen el derecho de controlar a dónde va su dinero, los asalariados tienen el derecho de controlar la distribución del valor añadido. Por consiguiente, hay que encontrar reivindicaciones portadoras de esa exigencia: por ejemplo, las ayudas públicas deberían suprimirse en las empresas donde los asalariados constatan que su poder adquisitivo no se ha mantenido. La crisis coloca en el orden del día el cuestionamiento del sistema capitalista. Hay que insistir en su dimensión sistémica, muy bien ilustrada por los acontecimientos recientes. El capitalismo hoy se opone claramente a la satisfacción de derechos: derecho a la alimentación, al empleo, a ingresos decorosos, a una distribución equitativa de éstos. Es también el capitalismo el que obstaculiza un control coordinado del cambio climático a nivel planetario. Asimismo, debe rechazarse la línea de defensa actual que consiste en refugiarsde detrás de una oposición ilusoria entre un capitalismo productivo «bueno» y un capitalismo financiero «malo»: son las dos caras de la misma moneda. Después de haber desbrozado así el terreno

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Lo que está en juego en la crisis ideológico, falta por organizar las formas de movilización que permitan pasar de la autodefensa contra los efectos de la crisis a la ofensiva anticapitalista. *Michel Husson es economista y miembro del Consejo Científico de ATTAC Traducción de Julia Calzadilla

NOTAS 1.Este artículo es una versión ligeramente enmendada de: Michel Husson, «Les enjeux de la crisis», La Brèche n°4, 2008 2.«We have to pay for the sins of the past», enero 2008, http:// tinyurl.com/6qvz5v 3.Michel Husson, «La subida tendencial de la tasa de explotación», VientoSur, junio 2008, http://www.vientosur.info/docu-mentos/Husson.pdf. Este documento es el primer capítulo del libro Un pur capitalisme, reproducido con la amable autorización de las Editions Page Deux. 4.FMI, World Economic Outlook Update, November 6, 2008, http://tinyurl.com/weoupdate 5.Michel Husson, «Etats-Unis: la fin d’un modèle», La Brèche n° 3, 2008, http://hussonet.free.fr/usbrech3.pdf 6.Frédéric Lordon, Quatre principes et neuf propositions pour en finir avec les crisis financières, Les blogs du Diplo, abril 2008, http://tinyurl.com/lordon 7.Discours de M. le Président de la République, Zénith de Tou-lon, jueves 25 septiembre 2008, http://gesd.free.fr/sarkotoulon.pdf 8.Patrick Artus, Le but ultime du plan de sauvetage des banques aux Etats-Unis, septiembre 2008, http://gesd.free.fr/ but700. pdf 9.Incluso si no está exento de errores de pronóstico bastante espectaculares: «No es con un monto semejante que se destruyen las finanzas internacionales», asegura él al inicio de la crisis de las subprimes, Les Echos, 13 août 2007, http: //gesd. free.fr/artus807.pdf ; y más recientemente: «El affaire de las subprimes está tranquilamente en el espejo retrovisor (...) No hay crisis bursátil, no estamos en 1929, ni siquiera en 2001, los inversionistas van a regresar», Challenges,28 agosto 2008, http://tinyurl.com/artus8 10.Patrick Artus, «Quels sont les facteurs qui rendent possibles le modèle "japonais" ou "anti-fordiste"?», octubre 2008, http: //gesd.free.fr/flas8456.pdf 11.Patrick Artus, «La concurrence pour les exportations», sep¬tiembre 2008, http://gesd.free.fr/flas8411.pdf 12.Paul Krugman, «Let's Get Fiscal», The New York Times, 17 octubre 2008, http://www.truthout.org/101708B 13.Bernard Guetta, «La réinvention de l’Europe», Libération, 15 octubre 2008, http://gesd.free.fr/euroguetta.pdf 14.Es interesante observar que ese es uno de los principales reproches que Ben Bernanke, el actual presidente de la Fed, hacía a la política de Roosevelt; véase Robert A. Margo, «Review of Bernanke, Ben S., Essays on the Great Depression», http:// tinyurl.com/59exbe 15.Leon Trotsky, Programa de transición, 1938, http://tinyurl. com/trans38e

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Las multinacionales y la Responsabilidad Social Corporativa: De la ética a la rentabilidad Por Pedro Ramiro*

Les propongo que ustedes, los líderes empresariales reunidos en Davos, y nosotros, las Naciones Unidas, iniciemos un pacto mundial de principios y valores compartidos, que darán una cara humana al mercado global. KOFI ANNAN (1999) Secretario general de Naciones Unidas

El 31 de enero de 1999, Kofi Annan se presentaba en el Foro Económico Mundial de Davos y, con estas palabras, anunciaba el lanzamiento de una nueva iniciativa internacional: el Global Compact (o Pacto Mundial). Según el entonces secretario general de la ONU, la propuesta nacía con el objetivo de tejer una «alianza creativa entre Naciones Unidas y el sector privado» que permitiera superar la disyuntiva de «elegir entre un mercado global en el que prime el cálculo de los beneficios a corto plazo y otro que tenga un rostro humano».1 Al mismo tiempo, muchas plataformas y organizaciones sociales de todo el planeta estaban poniendo en tela de juicio las bondades de la globalización económica. No en vano, ése fue el año en que, meses más tarde, miles de manifestantes bloquearon las calles de Seattle en protesta por la celebración en aquella ciudad de una reunión de la OMC. Pero, mientras se alzaban voces que reclamaban la adopción de normas internacionales que delimitasen las responsabilidades de las empresas transnacionales por los efectos de sus actividades, Kofi Annan afirmaba que «poner restricciones a inversiones y al comercio no son medidas adecuadas»: «Debernos encontrar una forma de alcanzar estos principios por otras vías. Y eso es precisamente lo que el pacto que les estoy proponiendo pretende lograr». Un año y medio después, el 26 de julio de 2000, el Global Compact fue adoptado oficialmente en la sede general de la ONU en Nueva York, con la participación de 44 empresas transnacionales como BP, Nike, Shell y Novartis, entre otras y algunas ONG.2 Como se asegura en su página web, el Pacto Mundial se constituía como «un marco de acción encaminado a la construcción de la legitimación social de los negocios y mercados». Desde entonces, la Responsabilidad Social Corporativa ha pasado a convertirse en el nuevo paradigma de comportamiento de las empresas multinacionales en la era de la globalización. Pero, ¿por qué todas las grandes corporaciones han decidido apelar a la ética y se esfuerzan por aparecer como responsables ante la sociedad? ¿Se trata de algo más que de una estrategia de comunicación empresarial? ¿Qué réditos obtienen las compañías multinacionales de su inversión en la RSC? A partir de estas preguntas, en el presente capítulo se analizarán los orígenes, los objetivos y las características fundamentales de la Responsabilidad Social Corporativa, así como los intereses que tienen las empresas transnacionales para apostar por ella.

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El nacimiento de la empresa responsable A pesar de que, en la última década, la Responsabilidad Social Corporativa ha servido para generar una extensa bibliografía en los círculos empresariales y académicos, en torno a este término sigue habiendo un desorden conceptual y terminológico que resulta preocupante. Y es que la RSC se ha convertido, de hecho, en una especie de cajón de sastre en el que tienen cabida desde el marketing solidario hasta las adscripciones a acuerdos internacionales, pasando por los códigos de conducta y los acuerdos marco globales, los informes de sostenibilidad y buen gobierno, los fondos de inversiones éticas, la realización de actividades sociales y culturales, la puesta en marcha de proyectos educativos, de investigación y de cooperación al desarrollo en países empobrecidos. En todo caso, la Responsabilidad Social Corporativa se define desde ópticas diferentes según se encarguen de hacerlo las empresas multinacionales, las escuelas de negocios, las instituciones, los sindicatos, las ONG o los colectivos sociales. Tanto es así que ni siquiera hay acuerdo sobre el propio nombre: mientras hay quienes prefieren hablar de Responsabilidad Social Corporativa, porque entienden que ésta es una cuestión que atañe fundamentalmente a las grandes corporaciones —como es nuestro caso—,3 otros autores prefieren utilizar el término Responsabilidad Social Empresarial (RSE), ya que consideran que es aplicable a empresas de cualquier tamaño. Algunos, más recientemente, están proponiendo, incluso, eliminar el adjetivo de «social» con el que nació este concepto, para hacer más hincapié en que se trata asi mismo de una cuestión económica: en este sentido, se habla ya de Responsabilidad Corporativa, y hasta se llegan a apropiar de la idea de «sostenibilidad», «porque elimina los términos de social o de responsabilidad, que en algunos aspectos pueden llegar a preocupar a las empresas», dice el director de un centro de estudios dedicado a la RSC.4 Ahora bien, más allá de la cuestión terminológica y de las diversas teorizaciones que van asociadas a la RSC, todas las partes coinciden en que es un nuevo paradigma de comportamiento de las grandes corporaciones, resultado de una adaptación empresarial a los cambios sociales surgidos en el marco de la globalización económica. Como aseguran los miembros del grupo Alternativa Responsable, «no es un movimiento coyuntural», ya que «hay poderosas razones que la impulsan y que surgen de las profundas transformaciones que están teniendo lugar en las relaciones entre las empresas y la sociedad» (Alternativa Responsable, 2008b). Y, en la misma línea, académicos de la Universidad Antonio de Nebrija afirman que, «de igual forma que hace medio siglo las empresas desarrollaban su actividad sin tener en cuenta el marketing o que hace tres décadas la calidad no formaba parte de las orientaciones principales de la actuación empresarial, hoy en día las empresas son cada vez más conscientes de la necesidad de incorporar las preocupaciones sociales, laborales, medioambientales y de derechos humanos como parte de su estrategia de negocio». Por lo tanto, estando de acuerdo en que lo importante es reflexionar sobre lo que representa la RSC en el contexto de una nueva etapa de expansión de las corporaciones transnacionales en la era de la globalización neoliberal, lo que se

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad pretende en este capítulo es analizar las bases ideológicas y las consecuencias que puede tener lo que ya se conoce como «un nuevo pacto global con el capitalismo».4 Porque la RSC no deja de ser sino un salto adelante en el modelo de relaciones entre las empresas y la sociedad, con el que, mostrando esa «cara humana del mercado global» de la que hablaba Kofi Annan, poder convencer a todo el mundo de las bondades del proceso de globalización económica.

De la filantropía al Global Compact Que los grandes empresarios quieran ser bien considerados por la sociedad en la que desarrollan sus negocios es algo que viene de lejos. Ya en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se estaba empezando a cuestionar su papel en el desarrollo industrial del capitalismo, algunos empresarios británicos incorporaron ciertas mejoras en las condiciones laborales en sus fábricas, así como la prohibición del trabajo infantil (Fauchére, 2006). Más tarde, a principios del siglo pasado, patronos como Rockefeller y Carnegie magnates del petróleo y del acero, respectivamente, y poseedores de las dos mayores fortunas de la época popularizaron las buenas obras y la filantropía. Eran los años en que los grandes empresarios creaban sus propias fundaciones, como la que, por ejemplo, montó Kellogg en 1930 —aún hoy sigue activa— «en beneficio de la salud, felicidad y bienestar de los niños» y con el lema de «ayudar a las personas a ayudarse a sí mismas». La caridad, el asistencialismo y el paternalismo de aquella época son los antecedentes de lo que hoy es la Responsabilidad Social Corporativa. Y es que, precisamente, en las escuelas de negocios que habían sido financiadas con las inversiones filantrópicas del empresariado es donde se encuentran las primeras referencias al concepto de responsabilidad empresarial.5 Pero el concepto como tal no fue propuesto hasta los años cincuenta por Bowen, que definió la RSC como «las obligaciones de los empresarios en la persecución de aquellas políticas, en la toma de aquellas decisiones o en el seguimiento de aquellas líneas de acción, que son deseables en términos de objetivos y valores de nuestra sociedad».6 A partir de aquella idea, se produjo un intenso debate académico acerca de si debería existir una responsabilidad social empresarial y sobre cuál tendría que ser el papel de los gobiernos al respecto. En los años setenta, algunos economistas veían la necesidad de que la RSC fuera asumida de forma voluntaria por las corporaciones, mientras otros opinaban que el bienestar social es un asunto que no compete a las empresas sino a los gobiernos.7 «¿Qué quiere decir que los negocios tienen responsabilidades?», se preguntaba Milton Friedman: «Solamente las personas pueden tener responsabilidades. Una empresa es una persona artificial y en este sentido podría tener responsabilidades artificiales, pero los negocios en su conjunto no se puede afirmar que tengan responsabilidades, incluso en un sentido difuso». En su libro Capitalismo y libertad, el economista más influyente del pensamiento neoliberal llegaba a decir que, «en una sociedad libre», la RSC es «una doctrina fundamentalmente subversiva» (Friedman, 1970). En aquellos momentos, precisamente estaba teniendo lugar la discusión sobre la firma de unas normas internacionales que regulasen las operaciones de las empresas transnacionales. Y es que, entonces, ya empezaban a hacerse muy notorias las críticas a las grandes empresas: otro Rockefeller, el nieto del magnate petrolero y presidente del Chase Manhattan Bank, afirmó a principios de los setenta que «el empresariado americano está enfrentando la más severa oposición desde la década de 1930. Estamos siendo atacados por humillar a los trabajadores, engañar a los consumidores, destruir el medio ambiente y desilusionar a las generaciones jóvenes»,8 Y, a finales de 1972, ante la Asamblea General de la ONU, Salvador Allende pronunció un discurso que hoy, cuatro décadas después, conserva toda su vigencia: «Estamos ante un conflicto frontal entre las grandes corporaciones transnacionales y los estados. Éstos aparecen interferidos en sus decisiones

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políticas, económicas y militares por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado y que no están fiscalizadas por ningún parlamento». A partir de entonces, las dinámicas de resistencia contra las empresas transnacionales fueron ganando en intensidad y en visibilidad. En este sentido, el primer gran hito fue la campaña de boicot que se llevó a cabo a finales de la década de los setenta contra Nestlé: la empresa suiza, que estaba vendiendo su leche en polvo como un sustituto de la leche materna con el pretexto de que se trataba de una alternativa segura para la alimentación de los países empobrecidos, inició un pleito contra varios militantes que habían denunciado estos hechos, pero eso sólo sirvió para darle mayor notoriedad a la campaña (Klein, 2001). Posteriormente, en los ochenta, se realizó una campaña de boicot a las multinacionales que mantenían relaciones comerciales con el régimen sudafricano en tiempos del apartheid. Además, en esos años se produjeron varios accidentes muy graves con una responsabilidad directa de compañías multinacionales: en 1984, en una fábrica de pesticidas de la empresa Union Carbide —hoy Dow Chemical— en Bhopal (India) tuvo lugar una fuga masiva de gases tóxicos, que provocó 20.000 muertos y medio millón de afectados; en 1989, se produjo un vertido de crudo del buque petrolero Exxon Valdez, que afectó a 1.900 Km. de las costas de Alaska.

Cuadro 1 Cronología de los antecedentes y orígenes de la Responsabilidad Social Corporativa 1850-1920. Eliminación del trabajo infantil en Europa. 1920-1940. Creación de fundaciones y proyectos de filantropía empresarial. 1953. H. Bowen publica el primer libro en el que se desarrolla la idea de la Responsabilidad Social Corporativa. 1958. T. Levitt alerta de los «peligros» de implantar la RSC. 1970. M. Friedman: «La única responsabilidad social de la empresa es in¬crementar sus beneficios ». 1974. Creación de la Comisión y el Centro de Empresas Transnacionales en Naciones Unidas. 1976. Publicación de las Directrices de la OCDE para Empresas Multina¬cionales. 1977. Declaración Tripartita de Principios sobre Empresas Multinacionales y Política Social de la OIT. 1984. E. Freeman propone la teoría de los stakeholders o grupos de interés. 1987. Informe Brundtland y nacimiento del «desarrollo sostenible». 1992. Cumbre de la Tierra en Río y alerta sobre el cambio climático. 1994. Desmantelamiento de la Comisión y del Centro de Empresas Transna¬cionales en la ONU. 1995. Shell es denunciada por sus impactos en Nigeria y en el Reino Unido. 1999. Lanzamiento del Global Compact de Naciones Unidas. 2000. Firma dé los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU. 2001. Quiebra de la empresa Enron y crisis de confianza empresarial. 2001. La Comisión Europea publica el Libro Verde sobre la responsabilidad social de las empresas. 2003. Normas sobre la Responsabilidad de las Empresas Transnacionales y otras Empresas Comerciales de Naciones Unidas. Fuente: Elaboración propia.

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad En la década de los noventa, conocidas compañías multinacionales fueron el blanco de las críticas. Como Nike, acusada de fomentar la explotación laboral y el trabajo infantil en sus fábricas del sudeste asiático, y McDonald's, que, al denunciar a dos ecologistas por difundir octavillas en las que afirmaban que la compañía explotaba a sus empleados, colaboraba con el maltrato a los animales y era la máxima representante de la «comida basura», se vio envuelta en un proceso judicial que duró siete años y puso de manifiesto la existencia de una censura corporativa (Klein, 2001). Posiblemente, el caso más famoso fue el de Shell, que resultó doblemente denunciada en 1995 (Perdiguero, 2003): por los impactos ambientales generados al querer hundir una plataforma petrolífera en el Océano Atlántico, y por permanecer impasible ante la condena a muerte y posterior ejecución del escritor Ken SaroWiwa, quien había encabezado un movimiento de protesta pacífica contra las actividades de esta petrolera en Nigeria.9 Y la lista incluye otras marcas como CocaCola, acusada por sus nexos con el asesinato de sindicalistas en Colombia y por la contaminación de las fuentes de agua de numerosas comunidades en la India (Zacune, 2006); The Gap, Wal-Mart, Disney y Mattel, señaladas con diferentes acciones en Estados Unidos y en los países donde se ubicaban sus fábricas, para poner freno a la explotación infantil; Pepsi, Chevron y Total, que fueron denunciadas por mantener relaciones comerciales con el gobierno de Birmania. Pero, mientras ganaba enteros la conciencia crítica sobre las actividades de estas grandes corporaciones, a lo largo de los años ochenta y, sobre todo, de los noventa, se iba desactivando la posibilidad de exigir unas normas internacionales vinculantes al respecto en el seno de Naciones Unidas. Y es que, a la vez que se impedía la aprobación de un código externo obligatorio para estas compañías, iba ganando peso, impulsado por las escuelas de negocios y las propias multinacionales, el discurso de la Responsabilidad Social Corporativa. Porque la RSC es, entre otras cosas, el resultado de que las grandes corporaciones hayan aprendido cómo deben afrontar las críticas que se les hacen desde la sociedad civil por los efectos de sus actividades. Por eso, cuando las organizaciones y movimientos sociales de todo el planeta comenzaron a desarrollar estrategias y nuevas formas de acción colectiva frente al poder corporativo, que se fueron plasmando en la realización de campañas para cuestionar a las grandes compañías y sirvieron para poner de manifiesto las consecuencias sociales, económicas y ambientales del modelo neoliberal, las multinacionales apostaron por cambiar de estrategia y contribuyeron a la generalización del debate sobre la RSC. En esto también tuvo mucho que ver el hecho de que, en medio de la crisis del Estado del Bienestar originada por las políticas neoliberales, las grandes compañías estaban viendo cuestionado su papel de generadoras de riqueza, así como los escándalos financieros de algunas empresas como Enron, Parmalat, Xerox y WorldCom. Finalmente, la creación del Global Compact supuso dar por buena toda esta evolución desde la lógica de la obligatoriedad hacia la filosofía de la voluntariedad, y fue el aldabonazo definitivo para impulsar a nivel mundial el paradigma de la RSC y para vender la idea de que las empresas transnacionales son parte de la solución y no del problema.

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Del interés de los accionistas a los grupos de interés Aunque todavía sigue habiendo una división entre quienes argumentan que la empresa debe asumir un rol indirecto en la creación del bienestar social ya que dicen que correspondería al Estado, al mercado o a otras instituciones jugar esa función y quienes opinan que la empresa ha de desempeñar un papel activo para responder a los intereses de la sociedad lo que se concretaría en defender la RSC como modelo de gestión integral (Araque y Montero, 2006), esta última tendencia se ha ido haciendo predominante con el paso de los años y, a día de hoy, la mayoría de las grandes corporaciones asumen que ser una empresa responsable es bueno para sus intereses. En el ámbito del management y la dirección de empresas ya apenas se cuestiona que, para favorecer su propio interés, una empresa debe interactuar con el resto de actores presentes en las sociedades en las que opera. Por eso, como dice el Observatorio de la RSC en su página web, «la Responsabilidad Social Corporativa es la forma de conducir los negocios de las empresas que se caracteriza por tener en cuenta los impactos que todos los aspectos de sus actividades generan sobre sus clientes, empleados, accionistas, comunidades locales, medio ambiente y sobre la sociedad en general». Es el modelo de los grupos de interés (o stakeholders), que son definidos como «cualquier grupo o individuo que puede afectar o ser afectado por la consecución de los objetivos de la empresa» (Freeman, 1984). Así, a aquellos colectivos que ya formaban parte del núcleo de gestión empresarial —empleados, accionistas y propietarios— se les van sumando otros actores que, desde el punto de vista de las compañías privadas, también han de ser tenidos en cuenta (véase la figura 1). Con esta perspectiva, se quiere superar e! esquema de negocio orientado exclusivamente hacia la maximización del valor de la empresa a corto plazo y dirigido únicamente a los accionistas (shareholders), para dar paso a un modelo en el que otras partes de la sociedad también reciban una parte del beneficio de la actividad empresarial. Es un hecho que, en todo este tiempo, a la par que ha ido cambiando la posición de las empresas en la economía global, se han venido modificando las formas de relación de la sociedad con las compañías multinacionales. El movimiento obrero y las organizaciones sindicales, que históricamente han jugado un rol decisivo en la consecución de toda una serie de derechos sociales, han ido perdiendo parte de su papel central en las reivindicaciones frente a las corporaciones transnacionales (Hernández, 2006a). Y es que con las deslocalizaciones, la división internacional del trabajo, las privatizaciones, las subcontrataciones, la flexibilización, la desregulación y, en definitiva, con las transformaciones derivadas de los procesos de globalización económica, las compañías multinacionales ya no sólo son el centro de trabajo: ahora intervienen en casi todos los aspectos de la vida de las personas. Producen, distribuyen y comercializan los coches en los que nos movemos, las redes de teléfono que utilizamos, los alimentos que comemos, la ropa que vestimos, y

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad controlan en gran medida lo que tradicionalmente se ha dado en llamar servicios públicos, es decir, el agua, la sanidad, la educación y la energía. Y, justamente, dado que la interacción de las corporaciones con la sociedad ya no se limita sólo al plano laboral —aunque éste por supuesto sigue resultando muy importante—, en las últimas décadas también han cobrado relevancia las relaciones con las personas afectadas por los efectos ambientales, culturales y socioeconómicos de las actividades de estas empresas: usuarios, consumidores, trabajadoras, indígenas, activistas y, especialmente, todas aquellas poblaciones más directamente relacionadas con estos problemas, que son quienes están sintiendo más de cerca la indefensión y la violación de sus derechos por parte de las compañías trasnacionales. De ahí que, en el marco de la RSC, se les considere a todos ellos como «grupos de interés» y se argumente que hay que darles su lugar dentro de la visión empresarial.

Entre la voluntariedad y el plus normativo El Libro Verde de la Comisión Europea recoge la que es, por el momento, la definición más aceptada de la RSC: «es la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores» (Comisión Europea, 2001). Sirva esta primera idea, pues, para poner sobre la mesa el elemento central en todas las visiones sobre la RSC: el principio de voluntariedad. Y es que, como explica el presidente de la sección española del Pacto Mundial, «la RSC tiene un carácter de decisión no legalmente vinculante y, en el caso de que llegara a regularse, se haría obligatoria. Sencillamente, éste no es el espíritu con el que nació la idea de Responsabilidad Social Corporativa».10 En todas las reuniones empresariales y foros académicos que abordan este tema, se asegura que ya está superado el debate sobre la existencia de unas normas de obligado cumplimiento para las multinacionales. «La discusión entre obligatoriedad y voluntariedad es trivial», sostiene el presidente de la patronal española de la economía social.11 Esto es, se acepta que cualquier propuesta en esta materia debe partir de la estricta voluntariedad, porque se dice que, si no fuera así, se estaría frenando la iniciativa empresarial. Al final y en la práctica, esta dicotomía se traduce en que, en vez de reclamar modificaciones legislativas, convenios internacionales o negociación colectiva, se defienden los códigos de conducta, el etiquetado social, las certificaciones privadas u otras medidas voluntarias. Tratando de buscar un —falso— término medio, la Fundación de Estudios Financieros ha publicado un informe en el que afirma que: «ante la eterna disyuntiva entre autorregulación y regulación de esta compleja materia, varios autores se manifiestan claramente por una «autorregulación responsable» (Olcese, 2006). No es de extrañar que, en un contexto ideológico como el de las tres últimas décadas, con el triunfo global del neoliberalismo, se recurra una vez más al mito de la autorregulación para justificar la RSC. Siguiendo la línea trazada tres siglos atrás por Adam Smith —«al buscar su propio interés, el hombre a menudo favorece el de la sociedad mejor que cuando realmente desea hacerlo»— (Smith, 1776), se aplica de nuevo la doctrina neoliberal para repetir que «la mayor contribución que la empresa puede aportar a Ia sociedad llegará a través de su propia actividad de negocio», como dice el secretario general del Foro de Reputación Corporativa'2 y corrobora Ban Kimoon: «El interés propio bien entendido es la esencia de la responsabilidad empresarial y la clave para un mundo mejor».13 Así, la relación de los estados con las empresas se basa en una paradoja: se supone que las administraciones públicas han de apoyar al máximo la implementación de la Responsabilidad Social Corporativa, cuando ésta, a su vez, lo que hace es restringir el papel de los estados en la actividad económica y otorgar aún más peso a las decisiones unilaterales que toman las corporaciones transnacionales (Fauchére, 2006). Es una situación que se ha venido acentuando en el último tercio del siglo

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XX, con la reducción de la intervención estatal en la actividad económica hasta llegar al extremo de pensar que, como dice Pedro Solbes, «el cometido del Estado debe ser vigilar los fallos del mercado».14 En este sentido, se produce una inversión de la democracia y las empresas van ocupando el lugar de los poderes públicos, que ni siquiera son capaces de instaurar algunos mecanismos estatales para velar por el cumplimiento de los acuerdos voluntarios. En España, sin ir más lejos, no ha sido posible sacar adelante una ley que regulase la Responsabilidad Social Corporativa: a lo máximo que se ha llegado es a la creación del llamado Consejo Estatal de RSE, de carácter estrictamente consultivo, y compuesto por empresas, sindicatos, administraciones, ONG y expertos en este tema. Por otra parte, en la definición del citado Libro Verde también se dice que «ser socialmente responsable no significa solamente cumplir plenamente las obligaciones jurídicas, sino también ir más allá de su cumplimiento». Esto es, se asume que la RSC es una especie de plus normativo respecto a las obligaciones legales, ya que se afirma estar cumpliendo escrupulosamente la legalidad nacional e internacional. Sin embargo, esa idea de sobrecumplimiento que acompaña a la RSC no encuentra reflejo en la legislación societaria, donde debería indicarse la negativa a participar y financiar proyectos con impactos medioambientales o sobre los derechos humanos, por ejemplo. Y no existe ninguna empresa transnacional que lo haya regulado: atentaría contra el principio capitalista de la acumulación ilimitada de ganancias. Hasta el propio Parlamento Europeo ha tenido que poner en cuestión este punto al

mantener, en una reciente resolución, que «el concepto de «ir más allá del cumplimiento» permite a algunas empresas afirmar que dan pruebas de responsabilidad social a la vez que violan la legislación local o internacional».l5 Y es que lo que realmente deberían hacer las compañías multinacionales es respetar las legislaciones nacionales de los países receptores y las normas internacionales que les afectan directamente y que los estados, en muchas ocasiones, no les obligan a cumplir. Por su parte, los estados donde tienen su sede las empresas matrices tendrían que garantizar que las multinacionales no cometieran abusos ni dentro ni fuera de su territorio. De no hacerse así, al final, la RSC acabará siendo utilizada por las empresas como una alternativa a la reglamentación e intervención de los gobiernos con respecto a sus responsabilidades y actividades.

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad Además, en la RSC no se incluye un verdadero mecanismo de supervisión y evaluación de los cumplimientos de sus contenidos. Volviendo de nuevo al caso del Global Compact, la única obligación de las empresas que se adhieren a él es tener al día el denominado informe de progreso, con el que se considera que rinden cuentas a la sociedad. Sin embargo, el Pacto Mundial se caracteriza por la notable indefinición de sus contenidos —apenas diez principios genéricos sobre derechos humanos, medio ambiente, derechos laborales y corrupción— y la ausencia de cualquier mecanismo mínimo de supervisión: la información que se comunica es voluntaria, unilateral y sin controles de ninguna clase; pero, eso sí, permite disponer del aval de la ONU para definirse como una compañía responsable, «Tal vez, dentro de los informes de progreso de una empresa no todo lo que se cuenta es cierto», reconoce Jeff Senne, miembro de la oficina del Pacto Mundial, pero «no tenemos ninguna manera de verificar esto, y tampoco es nuestra intención hacerlo».16 A pesar de que los ejecutivos del Global Compact insisten en que esta iniciativa se basa en la «regulación social», ya que «posibilita el escrutinio de la sociedad civil a las empresas y el veto social a los que no practican lo que dicen defender»,17 es difícil que las organizaciones no gubernamentales y los colectivos sociales puedan ejercer un control efectivo sobre las actividades de las grandes compañías, ya que hay una falta de control sobre el contenido, los mecanismos y los procedimientos para la evaluación de las políticas de RSC: son las propias empresas trasnacionales las que propone los códigos de conducta que van a firmar, cuándo los van a cumplir y cómo se va a evaluar todo ello. Como no se quiere instaurar otro tipo de mecanismos, para contrastar la información sobre RSC que presentan las compañías se recurre a auditorías externas formalmente independientes —que ofrecen la información en bases de datos o en forma de índices éticos—, muchas de ellas pagadas por la misma empresa que es objeto del seguimiento, con lo que su fiabilidad queda seriamente cuestionada. Así pues, se incide en una suerte de privatización de la justicia, ya que se externalizan y subcontratan a empresas privadas las auditorías y los mecanismos de seguimiento de las operaciones de las compañías multinacionales. De hecho, ya hay múltiples mecanismos privados para evaluar la RSC de las grandes corporaciones: sistemas de certificación, como las normas ISO; métodos para comunicar la información, como el GRI; sistemas de auditoría, como las normas AA1000; índices de sostenibilidad, como el Dow Jones Sustainability Index y el FTSE-4Good...18 Ahora bien, como reconocen las instituciones promotoras de estos indicadores, todos estos rankings e indicadores se basan únicamente en las respuestas a unos cuestionarios y en la consulta de las páginas web y de las memorias anuales de las empresas.

De la ética a la rentabilidad Las diferentes motivaciones que se alegan a la hora de justificar la RSC dependen de dónde se ponga el acento en los objetivos. Diferentes expertos en esta materia mantienen que hay cuatro tipos de teorías sobre la RSC, según estén relacionadas con los beneficios, la actuación política, las demandas sociales y los valores éticos. Así, las teorías instrumentales parten de considerar a la RSC como una ventaja competitiva en el mercado global y mantienen que es una vía para el incremento de los beneficios económicos; las políticas hacen referencia a un ejercicio responsable

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del poder que tienen las empresas en la sociedad; las integradoras se basan en responder a las demandas sociales para ganar legitimación social y prestigio; y, por último, las teorías éticas están fundamentadas en la idea del desarrollo sostenible y del bien común (Garriga y Melé, 2004). Después de asistir a una década de desarrollo de la RSC, podríamos afirmar que ha existido una primera fase en la que han predominado las teorías políticas y éticas, con un uso recurrente de las buenas palabras y de la retórica que, más allá de su utilización en las estrategias de comunicación y marketing, ha tenido una escasa aplicación práctica en la gestión empresarial. Y más recientemente, en una segunda etapa de la RSC, se ha trasladado el grueso de la justificación de ésta desde la ética a la rentabilidad. «Hay que abandonar eso que algunos llaman el 'buenísimo', y que se traduce en esa frase de 'hay que devolver a la sociedad lo que la sociedad nos ha dado'», asegura el director de Reputación Corporativa de Telefónica, que añade: «Parece que la empresa tenga que justificarse por ganar dinero... ¿O es que acaso tiene que pedir perdón?» (Andreu, 2009).

La (cosm)ética de los negocios «En el liberalismo clásico, la ética constituía una barrera para la eficacia económica. Hoy, sin embargo, no se concibe el éxito empresarial de manera sostenible sin una dimensión ética importante», mantiene el catedrático universitario Justo Villafañe. Y es que, desde sus inicios, la ética ha ocupado un lugar primordial en la justificación del modelo de empresa responsable. Así, se ha apelado a un conjunto de valores y principios morales como la base fundamental de la actividad empresarial moderna, y parecería que ya no tiene sentido hacer negocios sin esta suerte de ética empresarial: «ahora una empresa para ser reputada no sólo necesita obtener un excelente retorno económico sino hacerlo de manera sostenible» (Villafañe, 2008). Pero «¿cuándo un negocio es ético?», se pregunta el director de Reputación e Identidad Corporativa de Telefónica, y él mismo nos proporciona la respuesta: «Para no caer en moralina, admitamos que el objetivo lógico y común de todo negocio es el lucro. Es decir: nadie da duros a peseta; las empresas son empresas, no ONG; y esto va de ganar dinero» (Andreu, 2008b). Es decir, que hablar de ética no deja de ser una coartada para continuar apuntalando el gran poder económico de las empresas transnacionales. Y es que las «buenas prácticas» que ahora dicen desarrollar las empresas tienen lugar siempre que las tasas de ganancia no se cuestionen lo más mínimo y no se introduzcan modificaciones en el modelo político y económico. Por lo tanto, la realidad de la ética de la empresa es que no sirve de mucho desarrollar operaciones amparadas en la buena conciencia empresarial si el contexto socioeconómico sobre el que actúan es opuesto al interés general. En cualquier caso, mas allá de que las apelaciones a la ética resulten formalmente vistosas en las primeras páginas de los informes anuales y en los solemnes discursos de los presidentes de las grandes corporaciones, el hecho es que en los últimos años se han producido muy pocos cambios en las prácticas realmente existentes de las multinacionales. «Vamos a dejar atrás las ideas abstractas y vayamos a cómo se van a implantar las políticas», dice el director de una plataforma empresarial para impulsar la RSC, porque «hasta que no dejemos de hablar desde el punto de vista abstracto de la ética no tendremos resultados».19 Pues bien, si seguimos su consejo, podremos observar que se produce una contradicción entre la imagen responsable que quieren transmitir estas empresas y la realidad de sus operaciones sobre el terreno. De ello hay una abundante documentación, ya que muchas redes y plataformas sociales de todo el planeta han venido trabajando para desvelar el curriculum oculto de las transnacionales.20 De hecho, estas acciones y campañas siguen dando quebraderos de cabeza a las multinacionales y se hacen sentir en el valor intangible de las empresas: por ejemplo, mientras que entre las diez mayores

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad empresas transnacionales del planeta hay seis empresas petroleras, entre las veinte compañías más admiradas no hay ninguna.21 Por ello, como se verá más detalladamente en el siguiente capítulo, las transnacionales han apostado por incluir la RSC en sus técnicas de comunicación empresarial, con el fin de reducir la brecha entre el éxito de los negocios empresariales y el fracaso de su imagen pública. Los departamentos de RSC, que nacieron como parte de las áreas de marketing o de comunicación y que hoy, en muchos casos, siguen estando dirigidos por expertos en publicidad y relaciones públicas, son los que ponen en marcha este mecanismo de lavado de cara empresarial. Según Carroll y Buchholtz, lejos de partir de una autocrítica por los efectos de sus operaciones, la empresa busca la legitimidad de sus actuaciones reaccionando ante las expectativas sociales.22 Así, no se trata tanto de cambiar las prácticas empresariales como de modificar la forma en que éstas son percibidas por la sociedad. «En el fondo, buena parte de lo que se oye [en RSC] tiene su raíz en ese propósito cosmético que siempre nos acompaña en la empresa», reconoce el director de comunicación de Mapfre, ya que «a las empresas también les gusta alardear de aquello que no hacen».23 Por eso, como reconocen algunos académicos, las memorias de RSC tienen un «tono excesivamente positivo y carente de autocrítica que genera desconfianza»,24 y, según la Fundación Alternativas, la gran mayoría de los expertos en RSC entiende que los informes no tratan los asuntos importantes con el nivel de detalle adecuado, omiten información relevante y parecen tener un interés más bien cosmético (2008: 61). Como sostiene Naomi Klein, «nada cambiará mientras las grandes empresas no se den cuenta de que no tienen un problema de comunicación. El suyo es un problema con la realidad» (Klein, 2002). En palabras de un consultor especializado, «la confianza social es un requisito imprescindible para aquellas compañías que quieran prosperar y tener éxito en los mercados en los que están operando». Por eso, la RSC ha cobrado importancia como un mecanismo para mitigar la falta de legitimación social de las grandes corporaciones, y se ha convertido en una «inversión que las compañías realizan en activos que les ayudan a generar confianza social».25 Las grandes corporaciones han visto que no les conviene desarrollar una estrategia de confrontación frente a la críticas recibidas y que, por el contrario, resulta mucho más eficaz forjar una imagen corporativa que trascienda las limitaciones del sector en el que operan. En este sentido, la adopción de la Responsabilidad Social Corporativa es una forma de crear valor para la compañía, pues sirve para proyectar una imagen positiva de sus productos y servicios ante los grupos de interés, especialmente los clientes y consumidores. Así, no resulta sorprendente que muchas compañías que en el pasado han sido duramente criticadas por sus actividades tengan ahora programas de RSC precisamente en las áreas en que tuvieron problemas: Nike ha puesto en marcha una fundación para evitar la discriminación laboral con las mujeres,26 Shell tienen un programa de Energía Responsable, Wal-Mart ha creado una fundación para devolver parte de sus ingresos a la comunidad27 y McDonald's está desarrollando campañas para concienciar sobre la alimentación sana. Y, en la misma línea, otras empresas con denuncias sobre su modelo de producción, como Adidas, Indítex y H&M, han logrado ser incluidas entre las empresas más sostenibles del mundo en el

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año 2008.28 Por consiguiente, se puede concluir que las empresas transnacionales han abrazado definitivamente la Responsabilidad Social Corporativa porque ésta es muy útil para potenciar, simultáneamente, el valor de la marca, la fidelización de los clientes y, por lo tanto, los beneficios de la empresa. Y no sólo eso: para las multinacionales, la responsabilidad social supone una ventaja competitiva que, como sostiene el exdirector de Intermón-Oxfam, «mejora su posicionamiento en el mercado y permite el acceso a otros clientes o mercados»,29 «Las empresas socialmente responsables son más productivas, incrementan su valor y se hacen así más capaces de competir en el mercado global», concluyen los integrantes de Alternativa Responsable para defender la apuesta por este nuevo paradigma (Alternativa Responsable, 2008a).

Responsable porque es rentable Hace cuatro décadas, Milton Friedman afirmó que «la única responsabilidad social de las empresas consiste en incrementar sus beneficios» (Friedman, 1970). Era la época en que los ideólogos más duros del neoliberalismo cuestionaban las bases del Estado del Bienestar y sólo concebían actuaciones empresariales en el marco del aumento de las ganancias y de la búsqueda de competitividad. Pero, con el paso de los años, las multinacionales vieron que la apuesta por incluir de lleno la vieja idea de filantropía en la gestión empresarial no estaba reñida, ni mucho menos, con la obtención de mayores ingresos. En realidad, como escribe la profesora Adela Cortina, «la fórmula de Friedman no ha sido arrumbada, sino más bien subsumida en una nueva, más inteligente» (Cortina, 2005). De este modo, a la máxima del aumento del beneficio a corto plazo ahora se le añade una variable ética, pero queda claro que la buena conciencia empresarial no sería nada si no sirviera para contribuir al lucro de las corporaciones. En lo que es toda una declaración de intenciones, Francisco González, presidente del BBVA, resume así la filosofía de la RSC: «Creo muchísimo en la Responsabilidad Corporativa, porque es justa y rentable».30 Según un estudio de Forética, el 68% de las empresas españolas entiende que la RSC aporta grandes ventajas, como la mejora de la reputación, el buen clima de trabajo, la credibilidad, la competitividad y productividad, la fidelidad a la marca y, cómo no, los beneficios económicos (Forética, 2006). Por ello, sus dirigentes afirman: «No tenemos ningún miedo de hablar de mercado y de demostrar cómo las acciones de RSE van vinculadas al negocio y son rentables para la compañía».31 Hasta The Economist, uno de los pocos medios influyentes que aún era escéptico sobre la rentabilidad del paradigma de la RSC —recordemos que esta revista afirmaba en 2005 que «el negocio de las empresas es hacer negocios y no hace falta pedir disculpas»—, no ha tenido más remedio que reconocer que la responsabilidad empresarial es «sencillamente un buen negocio», va que «prestarle atención a la RSE puede ser un egoísmo ilustrado, algo que en el tiempo ayudará a mantener los beneficios para los accionistas» (Vives, 2008b). Para terminar de callar las pocas voces escépticas que quedan a este respecto, en los últimos años se ha tratado de demostrar por todos los medios la relación causal entre la RSC y la rentabilidad empresarial. Por ejemplo, una reciente investigación de una organización londinense ha comprobado que las compañías que gestionaban

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad los impactos sociales y medioambientales de su actividad obtuvieron, en el período 2002-2007, unos beneficios totales por accionista entre el 3,3% y el 7,7% superiores a los de las empresas que no lo hacían.32 Asimismo, un estudio del banco de inversión Goldman Sachs afirma que, en determinados sectores como la energía, minería y alimentación, las empresas líderes en buenas prácticas medioambientales y sociales que forman parte del Global Compact han incrementado su valor bursátil un 25% desde agosto de 2005. 33 En las nuevas teorías empresariales, la cuestión central es buscar la armonía entre el corto y el medio plazo, o sea, entre el retorno económico inmediato y la creación de valor. En este sentido, la RSC juega un papel decisivo puesto que, como se recogía en el Libro Verde de la Comisión Europea, se trata de una «inversión estratégica», ya que «el hecho de que una empresa sea catalogada como responsable en el ámbito social, por ejemplo mediante su inclusión en un índice de valores éticos, puede favorecer su cotización y aportarle beneficios financieros» (Araque y Montero, 2006). De hecho, en España ya se ha puesto en marcha un índice bursátil de sostenibilidad (el FTSE4 Good-Ibex), que, como señala la directora de FTSE para Europa, no «se trata de un ejercicio de caridad, sino de proveer al mercado de vehículos para invertir».34 Llegados a este punto, se difuminan las menciones al desarrollo sostenible, la buena conciencia y la filantropía. «La ética es preocuparse por la cuenta de resultados a medio y largo plazo», dice el vice¬presidente de la escuela de negocios ESADE.35 Hay quien propone, incluso, que la RSC incorpore en su propia definición la idea de rentabilidad: «Una definición purista de la RSC tendría en cuenta que las actividades que se lleven a cabo deben producir algún beneficio para la empresa, tangible o intangible, a corto o a largo plazo. De lo «contrario, preferimos llamarlo filantropía o altruismo», sostiene el ex gerente de Desarrollo Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo.36 Con todo ello, al final, la traducción de la RSC en medidas concretas no podrá sonarnos demasiado extraña: «Si no somos capaces de vincular la RSC a la fidelización de los clientes, a la maximización de los ingresos y a la reducción de los costes, creo que no seremos una figura central ni nuclear en la gestión de las compañías», dice Alberto Andreu, director de Reputación Corporativa de Telefónica, «seremos un apósito, una especie de postizo, algo que nace de las direcciones de comunicación, sigue en las direcciones de comunicación y es una buena herramienta de relación pública o de relación institucional» (Andreu, 2008a).

Haciendo negocios en el capitalismo inclusivo Las empresas transnacionales tienen muy claro que, para concretar este salto adelante que puede suponer la RSC, ya no es suficiente con emplear la filantropía y el asistencialismo: ahora, además, entran en juego todo lo que el presidente del BBVA denomina «oportunidades sociales de negocio, es decir, productos, servicios y actividades con beneficio social o medioambiental relevante y de alto valor para el cliente».37 Por eso, el director de Reputación Corporativa de Telefónica plantea que

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«hay que pasar de acciones de patrocinio con ONG y asociaciones del tercer sector a buscar nuevos modelos de negocio junto con estas asociaciones», buscando «nuevas fórmulas de negocio inclusivas que ayuden a convertir en verdaderos clientes a colectivos en riesgo de exclusión (mayores, discapacitados, personas de bajos recursos, menores, etc.)».38 Y es que, en esta segunda etapa del desarrollo de la RSC lo que algunos ya han denominado la RSC 2.0, las multinacionales quieren cambiar la estrategia: en vez de emplear una solo defensiva, sustentada en la comunicación y el marketing, están tratando de pasar a una estrategia mucho más ofensiva, con la que se combine el papel de la RSC como generadora de confianza y como instrumento para el lavado de cara empresarial con el de servir para la extensión de las operaciones de las compañías a nuevos mercados y clientes. Es el capitalismo inclusivo, «un modelo de negocio rentable, que sirve a las comunidades más pobres» (Prahalad, 2005), con el que se pretende llegar a un enorme mercado potencial compuesto por los más de 4.000 millones de personas que viven con menos de dos dólares al día. «Los pobres no quieren caridad. Quieren ser jugadores activos en la economía de mercado», se asegura en un folleto de las empresas agrupadas en el WBCSD.39 Y ésta es la idea: convertir a los pobres en clientes para «ayudarles a mejorar sus vidas mediante la producción y distribución de productos y servicios que sean sensibles a las diferencias culturales, sostenibles ambientalmente v económicamente rentables».40 Para llegar a este «mercado invisible» compuesto por las dos terceras partes de la población del planeta, las empresas transnacionales y las facultades de administración de empresas han ideado un nuevo esquema de negocio: el modelo de la base de la pirámide (BOP, bottom of pyramid). Este modelo se dirige a las capas más desfavorecidas de la población mundial, para las que se promete el progreso y el bienestar siempre que vengan de la mano de las gran-des corporaciones. «La base de la pirámide, corno mercado, proporciona una nueva oportunidad de crecimiento para el sector privado y un foro para la innovación», apunta Prahalad, uno de los gurús de esta nueva teoría del business: «Los mercados de la base de la pirámide deben convertirse en parte integral del trabajo del sector privado», ya que «no pueden relegarse simplemente al reino de las iniciativas corporativas de responsabilidad social». Por tanto, la tan deseada concreción de la RSC acaba por materializarse en un enorme abanico de posibilidades para los negocios corporativos. Un reciente seminario organizado por la Fundación Codespa se iniciaba con la pregunta siguiente: « ¿Cómo convertir los riesgos ocasionados por la pobreza y la desigualdad en oportunidades?».41 No en vano, aprovechar las crisis y los desastres ha venido siendo, desde mediados del siglo pasado, la tónica para ir implantando las políticas neoliberales por todo el globo (Klein, 2007). En este caso se trata de empezar a tener en cuenta como potenciales consumidores a los sectores empobrecidos, para incorporarlos a la clase consumidora mundial. Francisco Luzón, vicepresidente para América Latina del Banco Santander, sostiene que, gracias a este esquema de negocio, se acerca «la «revolución de las clases medias emergentes», Y estamos convencidos de que esa revolución va a ser muy buena para los ciudadanos, algunos de los cuales ya son o van a convertirse en nuestros clientes (Luzón, 2008). Y es que las empresas transnacionales usan, de esta manera, el reclamo de la ética y la responsabilidad como una palanca para acceder a amplias capas de la sociedad que

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad hasta ahora estaban al margen de su negocio. Las transnacionales financieras, por ejemplo, son conscientes de que tienen ante sus ojos un enorme potencial de mercado con toda la población mundial que no está bancarizada, esto es, no domicilia los pagos, no cobra la nómina a través del banco y no pide créditos a las entidades financieras. Por poner un ejemplo: en América Latina, donde se estima que un 60% de la población no tiene trato alguno con los bancos, las entidades financieras están desarrollando una ambiciosa estrategia para captar clientes en ese inmenso nicho de mercado. Para ello, qué mejor que poner en marcha microcréditos, fundaciones y convenios con universidades, y todo con el argumento de contribuir a la lucha contra pobreza: «La forma más determinante de contribuir al progreso y a la mejora del futuro de la población de América Latina por parte del BBVA —sostiene el consejero delegado del banco—, y en general del sector financiero, es precisamente contribuyendo a su bancarización» (Goirigolzarri, 2008). Siguiendo la senda marcada por Muhammad Yunus y el Grameen Bank de Bangladesh, que obtuvieron el Premio Nobel de la Paz en 2006 por el desarrollo de los microcréditos, las entidades financieras desean extenderse a este mercado tan prometedor para ellas. «El microcrédito, en esencia, activa la capacidad de generar riqueza que está latente en cada persona sin importar cuán pobre sea. ¡El micro crédito permite al pobre llegar a ser productivo!», dice uno de los ideólogos de estos mecanismos en el informe anual del BBVA.42 Pero la cosa no se queda ahí: hay muchos otros nichos de mercado en los que las compañías transnacionales quieren hacerse fuertes. Entre ellos, los llamados servicios ambientales, con el que las grandes empresas constructoras, sobre todo, son las que sé reparten los trozos de un enorme pastel formado por las redes de alcantarillado, residuos, limpieza y servicios urbanos: «La apuesta por la ecología no tiene nada de marketing», dice el presidente del Club de Excelencia en Sostenibilidad, porque «el medio ambiente va a ser un negocio de futuro».43 Y qué decir del sector de las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías, con un gran potencial para el crecimiento teniendo en cuenta que, hasta ahora, apenas una cuarta parte de la población mundial tiene acceso a Internet.44 Y, por supuesto, también los servicios públicos: electricidad, sanidad, agua, educación, transporte... que antes estaban en manos del Estado y que hoy, poco a poco, van pasando a ser propiedad de un puñado de empresas transnacionales. Eso sí, para completar esta estrategia, las empresas multinacionales necesitan ganar más peso en legitimación social. Y, para ello, nada mejor que recabar el apoyo tanto de las instituciones multilaterales como de las ONG. Además, las corporaciones transnacionales han comprendido que no se puede emprender la privatización de los servicios públicos que todavía pertenecen al Estado —sobre todo, en los países donde han hecho estragos las reformas neoliberales de los años ochenta y noventa— sin construir un entendimiento previo con las administraciones y las organizaciones no gubernamentales. Como dice Ignasi Carreras, ex-director de Intermón-Oxfam, «las ONG son un actor fundamental para que la responsabilidad social empresarial

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avance».45 Por eso, las compañías transnacionales han promovido un consenso internacional que las considere como un actor fundamental dentro de las estrategias de cooperación al desarrollo, especialmente mediante las alianzas público-privadas, «un instrumento de cooperación voluntaria entre el sector público, el privado empresarial y el privado no lucrativo» (Casado, 2007), que se analizará en detalle posteriormente (en el capítulo 7). Esta nueva estrategia es justificada por sus defensores como una forma de llevar el «desarrollo» a los países del Sur: «No se trata de una privatización temporal en la provisión de bienes y servicios, una opción para procurar servicios públicos más rápido, mejor y más barato», dice el profesor Domínguez Martín (2008), Como vemos, se utilizan los mismos argumentos que se emplearon para justificar las reformas neoliberales en los años noventa: que las compañías privadas son más eficaces que las estatales, que la libre competencia entre las empresas repercute de forma positiva en los consumidores, que la extensión de la cobertura de los servicios; ofrecidos aumentará con el know-how de las transnacionales, Pero el hecho es que este nuevo modelo de negocio pretende, básicamente, volver a la carga de nuevo para incorporar en la esfera de Le privado todos esos sectores que todavía no lo están. Naturalmente, para favorecer la implantación de las alianzas público-privadas se recurre a la excusa de luchar contra la pobreza. Una vez más, se parte de un imperativo ético para terminar aclarando que, después de todo, lo importante es asegurar la rentabilidad del negocio. La filosofía del capitalismo inclusivo se resume en la siguientes palabras que Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, pronunció a finales del año pasado en el Foro del Sector Privado para lo Objetivos de Desarrollo del Milenio, organizado Naciones Unidas: Nos hemos centrado en tratar de crear una globalización inclusiva y sostenible. No podemos permitirnos dar la espalda a esos miles de millones de personas que están más abajo [en la base de la pirámide. Es una cuestión moral, y también es por nuestro propio interés.46

Hacia una ciudadanía corporativa El 29 de enero de 2009, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llegó al Foro Económico Mundial de Davos y recordó a los presentes que, justo diez años antes, su predecesor en el cargo había presentado ahí mismo el Global Compact. «Entonces, como ahora, el mundo enfrentaba una crisis de confianza. Ciertamente, la globalización había sacado a mucha gente de la pobreza. Sin embargo, la expansión de los mercados libres y el capital no alcanzó a todos. De hecho, perjudicó a muchas de las personas más pobres del mundo. El Pacto Mundial fue nuestra respuesta clarividente». A continuación, pidió pasar a una segunda fase del Global Compact. «Ahora, una nueva oleada de crisis exige un sentido renovado de la misión por cumplir. [...] Estamos viviendo en una nueva era. Las dificultades que plantea pueden resolverse todas con la cooperación [...] Nuestro tiempo exige una nueva constelación en la cooperación internacional: gobiernos, sociedad civil y sector privado trabajando juntos en pro de un bien colectivo mundial».47 En el marco de la actual crisis financiera global, hemos pasado de evidenciar la necesidad de regular las actividades de la empresas multinacionales «está absolutamente claro que la supervisión nacional que existe es inadecuada y necesitamos un acuerdo global», afirmó el primer ministro británico a finales de 2008, mientras el presidente de Francia llegaba amdecir que «la autorregulación para resolver los problemas se acabó; le laissez faire, c'est fini»48 a dar por bueno un sistema basado en la voluntariedad y en el que las mismas empresas multinacionales que nos han traído hasta aquí tienen un papel protagonista. En lugar

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad de reconocer que el discurso de la responsabilidad ha quedado seriamente en entredicho con la crisis, se insiste en que esto es cuestión solamente de «unas cuantas manzanas podridas» —así fue cómo George W. Bush definió la causa de la quiebra de Enron y de otras compañías en 2001—49 y se reafirma aún con más fuerza el paradigma de la Responsabilidad Social Corporativa: «Una empresa 'limpia, ecológica, sostenible, con una vitola de responsabilidad social emerge de la crisis con un plus de competitividad frente a la empresa 'tóxica e irresponsable», mantiene el diputado Ramón Jáuregui (2009). Sin embargo, otros autores barruntan un horizonte complicado para la RSC con la crisis económica: La RSC acabará siendo lo que ya es en muchas empresas: un medio para mejorar la reputación ante la sociedad, una vía para canalizar la acción social, un apéndice de la memoria financiera, contando lo buena que es la empresa, cómo cuida el medio ambiente, cómo se preocupa de la sociedad y de los empleados y de los clientes y de los proveedores... (Argandoña, 2008). Esta crisis puede volver a poner de manifiesto una contradicción: cuando aparezcan los expedientes de regulación y los despidos, la inversión en acción social se puede quedar en nada. Y es que, si ven peligrar la tasa de beneficios, las compañías transnacionales se tendrán que reestructurar y entonces los objetivos de calidad empresarial quedarán bajo mínimos. En cualquier caso, más allá de que sólo el tiempo confirmará hasta dónde llega el desarrollo de la Responsabilidad Social Corporativa, lo que sí parece claro es que ésta no será la estrategia definitiva ni la más perfeccionada, pero constituye un paradigma que sirve para consolidar la expansión de las corporaciones transnacionales en el momento actual del capitalismo global. Y es que sólo dentro de ese marco cobra sentido la transformación que las grandes empresas han llevado a cabo en sus formas de relacionarse con las sociedades en las que operan. «El paradigma de la economía de la empresa ha cambiado. Estamos ante una reformulación del modelo capitalista liberal o de la economía de mercado», sostiene Aldo Olcese, miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, «no creo que se trate de una moda pasajera, sino que se asentará definitivamente».50 De esta manera, se está consiguiendo instaurar una corporativización de la política. Con la RSC, los intereses corporativos mediatizan los conflictos sociales, que van siendo despojados de su carácter político para ir consolidando el mito del consenso como la única forma posible de solucionar los conflictos: a través del diálogo entre todos los actores en igualdad —sin tener en cuenta que existen unas relaciones de poder— es como se pretende llegar a desarrollar buenas prácticas empresariales. Se difumina la responsabilidad de las transnacionales, y se pone en un mismo plano a los consumidores, las ONG, los gobiernos y las empresas. Así, las multinacionales han pasado de emplear estrategias agresivas a desarrollar políticas de RSC, de la imposición al diálogo con los grupos de interés, de la corrupción a la transparencia, de la negociación colectiva a los códigos de conducta, de la desregulación a la autorregulación. En el marco de la RSC, el buen ciudadano corporativo ya no ha de buscar formas de acción política que combatan las causas de las desigualdades: puede poner su granito de arena a través del voluntariado corporativo. Y es que, según un estudio

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del Observatorio de la Fundación Empresas y Sociedad, en tres años se ha multiplicado por dos veces y media el número de trabajadores y trabajadoras españolas que participan de estos programas.51 «En España el voluntariado corporativo está en plena expansión», afirma un ejecutivo de Unión Fenosa, mientras un alto cargo de Repsol YPF, sostiene que «el voluntariado aumenta la autoestima y la productividad».52 Múltiples actividades y jornadas sirven para que, como dice uno de los organizadores del Día Solidario de las Empresas, «las personas que tienen inquietudes sociales, pero no saben qué hacer para ponerlas en práctica, descubran formas de ayudar a los demás».53 Finalmente, en lugar de la vieja res publica, la democracia se vuelve una res corporativa, en la que todos los asuntos se dirimen dentro de la lógica empresarial. Por supuesto, ya sabíamos que los servicios públicos, la banca, los bienes de consumo, la alimentación, el agua, el transporte y la energía se habrían de subordinar a la filosofía del libre mercado; pero es que ahora se le da una vuelta de tuerca más al modelo de relación entre las empresas multinacionales y la sociedad. La creación de una ciudadanía corporativa se basa en que los individuos asuman una coparticipación y una corresponsabilidad en las actividades empresariales. Así, los consumidores ya no sólo consumen, sino que todas sus decisiones y acciones están incorporadas en la dinámica corporativa. Mientras tanto, el Estado sigue reduciendo su actividad en la economía, el capital transnacional consolida su poder y, así, nuestra vida se va haciendo más y más dependiente de las grandes corporaciones. En definitiva, resulta imprescindible concretar que, con la Responsabilidad Social Corporativa, las compañías transnacionales disponen de una herramienta que, además de evitar la erosión de su imagen corporativa y funcionar para el marketing y el lavado de cara empresarial, es muy rentable económica y socialmente y, gracias a la asunción de los principios de unilateralidad y voluntariedad, no es sino un freno para la exigencia de códigos vinculantes y obligatorios que delimiten su responsabilidad por los efectos de sus operaciones. Por ello, en lugar de validar la RSC, la ciudadanía tendría que ser capaz de encontrar vías para ejercer un control efectivo sobre las operaciones de estas compañías, que permitieran entrar a valorar de forma real, con todos los elementos en la mano, si todo ese discurso de las buenas prácticas y de la ética empresarial se está traduciendo en mejoras significativas para las poblaciones más desfavorecidas del planeta o, por el contrario, sólo está contribuyendo a que se agranden las cuentas de resultados de las multinacionales con el negocio de la responsabilidad.

* Investigador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) - Paz con Dignidad. Capítulo del libro "EL NEGOCIO DE LA RESPONSABILIDAD"

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Las multinacionales y la RSC:de la ética a la rentabilidad

NOTAS 1.Nota de prensa de Naciones Unidas, 1 de febrero de 1999. 2.Entre las ONG inicialmente firmantes del Global Compact se encontraban WWF, Amnistía Internacional y Human Rights Watch. 3.Este libro se dedica al análisis de las grandes corporaciones transnacionales, que fueron las que impulsaron este novedoso paradigma de comportamiento empresarial. Por este motivo, a lo largo de todo el trabajo se utilizará el término Responsabilidad Social Corporativa. 4.Entrevista a Joaquín Garralda, director del Centro PwC-IE de Respon-sabilidad Corporativa, Cinco Días, 10 de noviembre de 2008. Así lo definía Manuel Escudero, directivo del Pacto Mundial, en las Jornadas Responsabilidad social de las empresas: Alianzas Público-Privadas para el desarrollo, Madrid, 20 de septiembre de 2007. 5.Ya en 1916, J.M. Clark afirmaba: «Necesitamos una economía de la responsabilidad, desarrollada e incorporada en nuestra ética de funcionamiento de las empresas». Citado en Rafael Domínguez Martín, «La Responsabilidad Social Global Empresarial (RSGE): el sector privado y la lucha contra la pobreza», Revista del Ministerio de Trabajo e Inmigración, n. 76, 2008. 6.Howard R. Bowen, Social Responsability of Businessmen, Nueva York, Harper and Row, 1953. [Citado en Rafael Domínguez Martín, art. cit.j 7.Entre estos últimos, críticos con la idea de responsabilidad social de las empresas, estaba Theodore Levitt («The Dangers of Corporate Social Responsibility», Harvard Business Review, 1958). 8.David Rockefeller (1971), citado en Rafael Domínguez Martín, art. cit. 9.Ken Saro-Wiwa fue ejecutado el 10 de noviembre de 1995. 10.Entrevista a Salvador García-Atance, presidente de la Asociación Española del Pacto Mundial (ASEPAM), El País Negocios, 24 de abril de 2005. 11.Entrevista a Marcos de Castro, presidente de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES), Corresponsables, n. 7, septiembre de 2007, p. 19. 12.Jaume Giró, secretario general del Foro de Reputación Corporativa en 2007, en «El valor de la reputación», Empresa responsable y sostenible 2007-2008, Media Responsable, 2008. 13.El 29 de enero de 2009, Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas, finalizaba con estas palabras su discurso en el Foro Económico Mundial de Davos. 14.Discurso de Pedro Solbes, vicepresidente del gobierno español y ministro de Economía y Hacienda, en la apertura de las Jornadas Responsabilidad social de las empresas: Alianzas Público-Privadas para el desarrollo, Madrid, 20 de septiembre de 2007. 15.«La Eurocámara critica que aún no se haya definido qué es la RSC», Cinco Días, 26 de marzo de 2007. 16.Corresponsables, n. 11, noviembre de 2008, p. 42. 17.Manuel Escudero, director de Proyectos Especiales del Global Compact de Naciones Unidas, carta al director publicada en El País, 23 de mayo de 2008. 18.En el Dow Jones Sustainability Index figuraron veinte empresas españolas en 2008. [El País Negocios, Extra sobre Responsabilidad Social Corporativa, 23 de noviembre de 2008, p. 6.] 19.Declaraciones de Stephen Young, director de la Caux Round Table, citado en Gaceta de los Negocios, 19 de junio de 2007. 20.Sin ir más lejos, en el Estado español se han llevado a cabo campañas contra las multinacionales Repsol YPF (www.repsolmata.info), Unión Fenosa (www.unionpenosa.org), BBVA (www.bbvasinarmas.org), Endesa (www. patagoniasinrepresas.cl) y ENCE. 21.Comparación entre las listas «Global 500» (julio de 2008) y «World's most admired companies» (marzo de 2008), ambas publicadas por la revista Fortune. [Citado en: Fundación Alternativas, Los nuevos desafíos de la RSC, Madrid, 2007.] 22.A.B. Carroll y A.K. Buchholtz (2000), citados en Rafael A. Araque Padilla y Ma José Montero Simó, op. cit. 23.Intervención de Juan José Almagro, director general de Comunicación y Responsabilidad Social de Mapfre, en la presentación de las jornadas La ges-tión de la RSE y la creación de valor sostenible, El Nuevo Lunes - Mapfre, Madrid, i 6 de junio de 2008. 24.Declaraciones de José Luis Fernández y Anna Bajo (Univ. Comillas), Juan Benavides y Nuria Villagra (UCM), miembros de la Cátedra Javier Benjumea, en «Los informes de RSC de las empresas, a examen»,

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Corresponsables, n. 7, septiembre de 2007, p. 26. 25.Intervención de Ramón Pueyo, senior manager de sostenibilidad de KPMG, en las Jornadas La gestión de la RSE y la creación de valor sostenible, El Nuevo Lunes - Mapfre, Madrid, 16 de junio de 2008. 26.Su eslogan es «Invirtiendo en el «efecto chica»: la fuerza más potente para el cambio». Página web de la Fundación Nike (www.nikefoundation.org). 27.Página web de la Fundación Wal-Mart (www.walmartstores.com). 28.Informe The Global 100 Most Sustainable Corporations in the World, presentado en el Foro Económico Mundial de Davos 2009. 29.«"Responsabilidad Social, filantropía empresarial o simple marketing estratégico», ABC, 27 de abril de 2008. 30.Entrevista a Francisco González en Corresponsables, n. 9, abril de 2008. 31.Entrevista a Germán Granda, Juan Jorge Gil y Santiago Cervera, director general, secretario general y vicepresidente de Forética, respectivamente, en Corresponsables, n. 6, junio de 2007. 32.«Una nueva investigación confirma que las políticas de responsabilidad corporativa mejoran los resultados financieros», Servimedia, 6 de noviembre de 2008. 33.Global Compact, «Investigación de Goldman Sachs», 2007. 34.«Lanzan el primer índice español de responsabilidad social en Bolsa», Cinco Días, 10 de abril de 2008. 35.Pedro Navarro, vicepresidente de ESADE, citado en «Las empresas descubren los beneficios de la ética», Expansión, 4 de junio de 2007. 36.Corresponsables, n. 10, 2008, p. 79. 37.Entrevista a Francisco González, presidente del BBVA, Corresponsables, n. 9, abril de 2008. 38.Entrevista a Alberto Andreu, director de Reputación Corporativa de Telefónica, «Hay que pasar de comunicar la RSE a gestionar la RSE», Diario Responsable, 14 de julio de 2008. 39.World Busíness Council for Sustainable Development (WBCSD), Business for Development. Business solutions in support of the Millenium Development Goals, Ginebra, 2005. 40.C.K. Prahalad y S.L. Han, citados en Rafael Domínguez Martín, art. cit. 41.Conferencia Empresa y desarrollo: La contribución empresarial a la lucha contra la pobreza, organizada por la Fundación Codespa, Madrid, 27 de noviembre de 2008. 42.Damián von Stauffenberg, fundador de MicroRate, citado en el informe anual de RSC del BBVA, 2008. 43.Declaraciones de Eduardo Montes, presidente del Club de Excelencia en Sosetenibilidad y vicepresidente mundial de Siemens, en la , El Pais Negocios, 25 de noviembre de 2007. 44.Según Internet World Stats, el 23% de la población mundial utiliza, de alguna u otra manera, Internet. 45.Entrevista a Ignasi Carreras, actual director del Instituto de innovación Social de ESADE, Responsables.biz, n. 187, 22 de enero de 2008. 46.Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, dirigiéndose a los participantes en el Foro del Sector Privado para los Objetivos de Desarrollo de) Milenio, Naciones Unidas, Nueva York, 24 de septiembre de 2008. 47.Ban Ki-moon, discurso plenario «El Pacto Mundial y la creación de mercados sostenibles», Foro Económico Mundial, Davos (Suiza), 29 de enero de 2009. 48.«Sarkozy propone refundar sobre bases éticas el capitalismo», El País, 26 de septiembre de 2008. 49.Con estas declaraciones de George Bush comienza el documental The Corporation (Joel Eakan, Mark Achbar y Jennifer Abbott; Canadá, 2003). 50.Entrevista a Aldo Ocese, miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras, Corresponsables, n. 9, abril de 2008, p. 12. 51.El 5% de la plantilla de las 40 empresas analizadas se movilizó en alguna acción de voluntariado: un aumento del 150% respecto a 2005. [«Historias de voluntarios», El País Negocios, Extra Responsabilidad Social Corporativa, 25 de noviembre de 2007.] 52.Corresponsables, n. 10, 2008, pp. 42-44. 53.Declaraciones de Alfonso Sánchez, director de RSC de la ONG Cooperación Internacional, organizador del 77 Día Solidario de las Empresas (www.diasolidario.com), Corresponsables, n. 12, 2008, p. 33

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Políticas de conciliación, externalización del trabajo doméstico y de cuidados y migraciones transnacionales.

Por Carmen Gregorio Gil*

Con este trabajo me propongo compartir algunas reflexiones e interrogantes desde la crítica feminista en antropología social acerca de las relaciones que establezco entre migraciones transnacionales, la externalización del trabajo doméstico y de cuidados y la formulación de las llamadas 'Políticas de conciliación de la vida familiar y laboral' en el marco Europeo. Este texto es parte de un trabajo más amplio que lleva por título "Revisitando la categoría género en el análisis de las migraciones transnacionales: Propuestas desde la teoría antropológica y la etnografía" elaborado en el marco del proyecto de investigación financiado por la Secretaria de Estado de Universidades e Investigación del Plan Nacional de Investigación científica, Desarrollo e Innovación tecnológica, SEJ2005- 06393 "Desigualdades en el contexto de la globalización: Cuidados, afectos y sexualidad'

Como hemos planteado diferentes autoras, si la proporción de mujeres que emigran es ahora mayor que años o siglos atrás es un asunto que no podemos afirmarlo sin tomar en cuenta las representaciones androcéntricas y etnocéntricas de las mujeres viajeras o emigrantes en consistencia con los modelos de feminidad definidos desde occidente1. El demógrafo Ravenstein en sus conocidas leyes de inmigración de 1889 2 nos indica que siglos atrás las mujeres de todos los continentes han participado en mayor medida en las migraciones de distancia corta que en las de distancia larga, ¿pero qué nos aportan estas leyes en el momento actual donde las distancias, al tiempo que se acortan se hacen insalvables para algunas ciudadanas y ciudadanos del mundo?; ¿Al tiempo que el desarrollo de los medios de transporte y comunicación ha hecho posible llegar a cualquier rincón del planeta, y sin embargo, distancias muy próximas que se harían a nado o a pié se hacen infranqueables en los lugares frontera entre el 'Norte' y el 'Sur' entre 'Oriente' y 'Occidente'? Me gustaría por tanto enfatizar en el asunto de la feminización de las migraciones, más allá de cifras y de la búsqueda de las motivaciones que mueven a las mujeres a emigrar3 , para observarlo desde el alcance teórico y político de sus movimientos, en tanto suponen la visibilización de un fenómeno, que sí sería nuevo en la vieja Europa: la llamada "crisis de los cuidados"4 . La creciente sociedad de consumo, la flexibilización del mercado de trabajo con la consiguiente pérdida de derechos sociales, la conformación de un sistema de bienestar familista en los países del sur de Europa, junto con la creciente incorporación de las mujeres españolas al mercado de trabajo, ha sacado a la luz el trabajo no pagado y fuertemente naturalizado que venían realizando las mujeres como madres, esposas, hijas o vecinas, haciéndose visible en los circuitos del mercado. Trabajo de cuidado, en todas sus dimensiones afectivas, materiales y sociales, y porque no decirlo sexuales, pasando esta última dimensión a ser objeto de lucro del mercado capitalista5.

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Mi definición de cuidado desborda su localización desde delimitaciones familiares y de parentesco, para entenderlo como responsabilidad social 'social care' (Daly & Lewis 1999, Letablier 2007) y ética (Gilligan 1982) y como un continuo que incluye dimensiones materiales, emocionales, afectivas, corporales, sociales y éticas difícilmente separables (Carrasco 2003, del Valle 2003, Pérez Orozco 2006). La naturalización de este trabajo, así como la asunción del mismo dentro de las relaciones familiares y de parentesco, fundamento del 'contrato sexual' (Pateman 1995), como es bien sabido, constituye un eje demarcador de género fundamental. Las mujeres salen del hogar para incorporarse a la vida considerada 'productiva, al mercado de trabajo, y el equilibrio mantenido mediante la diferenciación y jerarquización genérica se rompe, dejando al descubierto la provisión de cuidados. Ante esta circunstancia la lógica del mercado capitalista neoliberal actuará produciendo sujetos consumidores -menos el tiempo todo parece ser comprable: El apoyo emocional y psicológico6, el sexo, la protección, la atención a las necesidades de la vida diaria, el descanso, la comunicación, etc.- y cuerpos generadores de plusvalía, en tanto nuestro lugar de expresión, realización y reconocimiento social y político serán las actividades insertas en relaciones de mercado. Paralelamente los estados, aparentemente debilitados en el control del mercado, concentran sus fuerzas en el reforzamiento de sus fronteras, convirtiendo la inmigración en una amenaza para el bienestar, precisamente del mismo que se exime en proveer, y, estableciendo alianzas supranacionales para controlar que la mano de obra inmigrante sea sólo eso, mano de obra ajena a los beneficios sociales del estado de derecho y excluida del ejercicio de la ciudadanía. En el nuevo contexto global las fronteras de género establecidas mediante la separación de la esfera reproductiva, entendida como doméstica7 , y la esfera productiva8 ,entendida como laboral, fruto del 'contrato sexual' del modelo capitalista, se desdibujan mediante la injerencia del mercado en la 'esfera doméstica' —la llamada externalización del trabajo domésticoy la producción de nuevas lógicas de dominación étnicas y de género basadas en la producción de cuerpos-máquinas (des)generizados9, útiles en las relaciones de mercado, y cuerpos feminizados, etnizados y proletarizados que transitan entre el hogar y el mercado, útiles para el cuidado. La crisis de los cuidados emergerá con la desterritorialización de la vida productiva y la reproductiva especialmente en los cuerpos de mujeres en su más amplio sentido subjetivo y material. La feminidad seguirá puesta a beneficio del mercado tanto dentro como fuera del hogar mediante la desvalorización de los trabajos considerados como tales, dentro de éstos, el trabajo de cuidado será situado en un espacio liminar en las relaciones de mercado al incorporar los significados del 'hogar', de 'la casa'10, en la naturalización que entraña su cualidad de 'afecto o amor feminizado'. ¿No nos debería llamar la atención que las políticas que se están planteando desde los poderes públicos para atenuar esta crisis de cuidados tengan su traducción en medidas, llamadas de conciliación?, que, en definitiva, se proponen que sujetos que reproducen el modelo de familia heterosexual, procreadora y monógama y trabajan en las grandes empresas y en la administración sean a la larga más productivos y consumidores. ¿O qué la ley recientemente aprobada y presentada como el IV Pilar del estado de bienestar en el Estado español, la "Ley de dependencia", formalice un nuevo sector de trabajo percanzado, el 'cuidador familiar' o el 'cuidador de dependientes'? que como bien sabemos será cuidadora o quizás suponga una reapropiación del trabajo de las ahora llamadas 'cuidadoras informales11' sin mejoras

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Políticas de conciliación,externalización del trabajo doméstico y de cuidados y migraciones transnacionales sustanciales en sus derechos y reconocimiento como trabajadoras y ciudadanas12. Las cuidadoras, eso sí pasaran de esta forma de la invisibilidad a la hipervisibilidad, pero una vez ¿lo harán como objetos de discurso de las políticas públicas más que como sujetos de derechos? El capital internacional y los estados requieren cuerpos disponibles para maximizar sus beneficios en industrias como la del sexo, la construcción, la agricultura intensiva, el sector servicios o la naciente industria de los llamados 'servicios de proximidad, ahorrándose los costes sociales que implicaría atender el cuidado que las personas necesitamos para nuestra existencia dentro de un proyecto sostenible de humanidad a nivel planetario. La política sobre los cuerpos, el biopoder (Foucault 1979) actuará desde la hiper-sexualización, hiper-etnicización y hiper-racialización en la industria del sexo y en la 'industria étnica13', a la asexuación y desetnicización o des-racialización14 en el mercado de los cuidados domésticos. Si marcas sexuales y raciales son realzadas como valor en el campo de la sexualidad no reproductiva de la industria del sexo, en el ámbito del servicio doméstico los deseos sexuales de las trabajadoras constituyen una amenaza y deben por tanto carecer de ellos, ser dulces y cariñosas, reafirmando su cualidades maternales de servicio o sometimiento al otro, pero en definitiva no ser demasiado 'diferentes culturalmente15 ' al imaginario de la 'buena madre y esposa'. De esta forma el modelo de feminidad a partir del que construimos las diferencias étnicas de las 'otras' bascula entre la polaridad putamadre, calle-casa, mala-buena mujer. Las relaciones laborales que tienen lugar dentro de la 'casa' —servicio doméstico y por extensión ciertos trabajos en la agricultura que suponen una extensión de la 'casa' de quién emplea16-, se producen en un marco de relaciones (ma)paternalistas, de 'intimidad o privacidad' y de preservación moral17 en las que se imbrican representaciones étnicas y de género en la reproducción de 'buenas mujeres, sustituías de las buenas 'madresposas'(Lagarde 1990). Pero además el mercado sexual y de cuidados en el que se emplea la mano de obra extranjera requiere cuerpos desterritorializados, disponibles a tiempo completo para sustituir a las mujeres que han venido cuidando a sus parientes, para que a su vez ellas también puedan emplearse a tiempo completo. Locutorios, agencias de remesas, billetes de ida y vuelta, obsequios en forma de recuerdos... conformarán un mercado de expresión de cuidado hacia parientes y amigos para unas, mientras que la contratación a bajo coste de trabajadoras domésticas y la contratación de servicios sexuales será el camino que tengan que seguir 'las otras, para garantizar el cuidado y el auto-cuidado. En definitiva, el capital continúa reafirmando las diferencias de género al perder la 'plusvalía de dignidad genérica18 ' mediante tres procesos simultáneos: La desterritorialización de los cuerpos de las mujeres, la mercantilización del trabajo de cuidados y la precarización, generización y etnificación del mismo. La imbricación de las diferencias —género, etnicidad, extranjería- en las que se apoyan la lógica capitalista nos obliga por ello a repensar las construcciones genéricas desde la dicotomía doméstico-público, hogar-fábrica, en la medida en que el ámbito productivo coloniza el reproductivo. Como ha señalado Álvarez en su trabajo sobre mujeres migrantes procedentes de Rusia y Ucrania, "En el capitalismo informacional y cognitivo, la producción radica en los flujos simbólicos

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(Marazzi, 2003), donde se produce una apropiación y explotación de los saberes, deseos y subjetividades que generan beneficios no reconocidos. Se puede afirmar que en el presente, la vida social está puesta a producir, algo que observamos en la externalización del trabajo doméstico, donde la línea divisoria entre trabajo y notrabajo es prácticamente inexistente, y las dimensiones comunicacionales son estratégicamente negadas y explotadas. Más aún, la coporización, permanece negada, dada la cotidiana esencialización de los roles adscritos a las mujeres (madres cuidadoras) que mantienen el 'equilibrio' del universo sexuado" (Álvarez 2008:201) Sin duda, la organización del trabajo doméstico y de cuidados en su relación con las desigualdades de género, es uno de los asuntos que concita mayores acuerdos entre las diferentes posiciones feministas, como sabemos no ocurre lo mismo con el trabajo sexual, que desde posiciones abolicionistas ante la prostitución se niega como tal. Es un hecho indiscutible el que su invisibilización, naturalización como tarea 'femenina' y su espacio de definición -doméstico frente a público, ha privado de derechos y de falta de reconocimiento social y económico a quiénes se han dedicado a éste en mayor o menor exclusividad desde las prescripciones del parentesco. Sin embargo, aunque este análisis ha do calando en los diferentes acercamientos disciplinares —economía, sociología, antropología, historia- y es un hecho reconocido en la comprensión de la desigualdad estructural de género y en las formulaciones políticas para enfrentarla, llevar a cabo un giro de 180 grados para situarlo en el centro de nuestros análisis sociales sigue siendo un ejercicio de subversión que mueve demasiados cimientos. Como plantea Marilyn Strathern en relación a las resistencias observadas hacia las propuestas de las antropólogas feministas desafiarían creencias sagradas, intereses ocultos y arrancarían perspectivas que son familiares y por ello confortables (1987:280). Y es en esta dirección desde donde trato de trazar una genealogía del conocimiento19 en el campo de la teoría de las migraciones en relación al lugar otorgado a la categoría 'reproducción social, entendida como útil analítico cuestionador de la oposición 'producción/reproducción. Y categoría política necesaria para visibilizar el trabajo doméstico y de cuidados, en tanto trabajo marginado de los circuitos del mercado capitalista aunque producido por éstos, y con ello, las aportaciones de las mujeres definidas a partir del mismo como esposas y madres. Mi interés por trazar una genealogía deriva por tanto de la necesidad de interrogarnos sobre el lugar otorgado en la literatura sobre migraciones a las aportaciones feministas realizadas en la dirección de disolver la dicotomía producción/reproducción y en definitiva por desvelar las representaciones de género mediante las que opera. Aunque es una obviedad considero necesario recordar aquí que no todo trabajo que opera desde la categoría género o mujer es necesariamente crítico con las desigualdades de género, dícese feminista, o lo que es lo mismo, tal como yo lo entiendo se enfoca desde la intencionalidad de contribuir a desvelar los procesos de producción de diferencia y desigualdad con la intención de contribuir a su cambio o transformación. En el estado español las relaciones entre la categoría género, reproducción social y migraciones arrancan con los trabajos de Gregorio (1996, 1997, 1998) desde su

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Políticas de conciliación,externalización del trabajo doméstico y de cuidados y migraciones transnacionales propuesta de un marco analítico que incorpore la diferenciación de género como un principio estructural en el análisis de las causas y del impacto de las migraciones. Como señala la autora en la introducción a su tesis doctoral "La literatura sobre inmigración cada vez es más numerosa en España, sin embargo, los modelos teóricos adoptados para explicar los procesos migratorios en pocas ocasiones han contemplado los aspectos de género implicados en ellos. Y esto, a pesar de que en los últimos años se vienen hablando a nivel internacional de la presencia cada vez mayor de mujeres procedentes de países en desarrollo en las migraciones internacionales (Instraw 1994) y de que, en España la población inmigrante represente una proporción similar a la masculina" (1996:2). A partir de la revisión que la autora lleva a cabo de la literatura sobre migraciones producida fundamentalmente en el contexto anglosajón y en América Latina y las relecturas desde la crítica de género plantea la necesidad de comprender las migraciones como 'procesos generizados' (Gregorio 1996:6), tratando de poner en el centro mediante su acercamiento etnográfico las relaciones de poder y los trabajos de las mujeres, negados y denostados en su naturalización y consideración de reproductivos y con ello restituir la cualidad de la mujeres de sujetos agentes. Como señala en un trabajo posterior, "La prioridad dada desde enfoques histórico estructurales a la categoría clase y la comprensión de las migraciones laborales en tanto formas de transferencia de mano de obra al sector capitalista de los países desarrollados (receptores), ha hecho que la categoría género haya estado relegada en los análisis de las migraciones. Con ello, no sólo se ha restado importancia a la participación de las mujeres en las migraciones en tanto que trabajadoras con sus proyectos propios20 , más allá de meras seguidoras de los hombres "productores", sino que también se ha invisibilizado la trascendencia social y económica del trabajo "reproductivo" y dejado al margen del análisis los significados y diferenciaciones de género y parentesco que se muestran centrales en la división del trabajo y la composición de las migraciones" (Gregorio 2007:700). Mediante su acercamiento etnográfico la autora dará cuenta de los trabajos de mujeres de carne y hueso en sus diferentes localizaciones, evidenciando las implicaciones que ello tiene para las teorías de las migraciones internacionales: Su protagonismo en la reproducción social como trabajadoras en su sentido más amplio y su agencia como constructoras de redes migratorias, de parentesco y comunitarias, en definitiva como agentes sociales. Tratará con ello de superar la subalternidad en la que son colocadas las mujeres desde los acercamientos que se resisten a incorporar las críticas feministas asumiendo categorías que fragmentan la vida social en dimensiones económicas, sociales y políticas21. Desde otra línea de trabajo identificada como 'perspectiva transnacional' y tratando de superar el nacionalismo metodológico22 diferentes autoras abordan las relaciones de género y migraciones y plantean siguiendo a Arlie Russel Hochschild la existencia de "cadenas mundiales de afecto y asistencia" entendidas como "una serie de vínculos personales entre gente de todo el mundo, basadas en una labor remunerada o no remunerada de asistencia' (2001:188). Sin embargo, el potencial de este concepto se ha dirigido a desvelar las desigualdades entre mujeres cuidadoras partiendo de la descripción que lleva a cabo Hochschild, inspirada en el trabajo de Pierrete Hondagneu-Sotelo y Ernestine Avila (1997): "Estas cadenas, muchas veces conectan tres series de

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cuidadoras: una se encarga de los hijos de la emigrantes en el país de origen, otra cuida de los hijos de la mujer que cuida de los hijos de la emigrante, y una tercera, la madre, inmigrante, cuida de los hijos de las profesionales en el Primer Mundo. Las mujeres más pobres crían a los hijos de las mujeres más acomodadas mientras mujeres todavía más pobres —o más viejas, o más rurales- cuidan de sus hijos" (2001: 195). Presentándose esta cuestión de las jerarquías entre las mujeres como un asunto característico de la globalización de finales del siglo XX y principios del XXI, cuando ya sabemos, como nos muestra Badinter (1981) que desde el siglo XVII las mujeres más pobres se han dedicado a la crianza de la prole de las clases más pudientes23. Si bien, las jerarquías en la organización de los cuidados desde una mirada transnacional es un asunto que no pasó desapercibido en mi trabajo etnográfico24. La oportunidad para teorizar sobre la interseccionalidad de la categoría género con otras categorías de diferenciación, a mi juicio, debería permitirnos en términos políticos ir más allá de la afirmación de la opresión ejercida por "mujeres profesionales del Primer Mundo" hacia otras mujeres "las inmigrantes". Desde una perspectiva etnográfica y feminista propondría enfatizar en la comprensión de la organización social de los cuidados en todas sus dimensiones emocionales, sociales, económicas, políticas y éticas como eje de nuestra existencia en el sentido de 'sostenibilidad de la vida' planteado por Carrasco (1991) tratando de comprender situacionalmente sus propias lógicas de jerarquización y tramas de significación. La naturalización de los cuidados a partir del supuesto sentimiento de 'amor de la cuidadora', como parece subsumir Hochschüd cuando plantea que "sea lo larga que sea la cadena, dondequiera que empiece y acabe, muchos de nosotros, si nos fijamos en un eslabón y otro, vemos el amor de la cuidadora por el niño como una cosa privada, individual e independiente del contexto" (2001:189), implicaría poner en el mismo plano todos los cuidados y en relación con ello a las mujeres, opacando las múltiples significaciones del cuidado y el marco de las relaciones en el que tendrían lugar éstos: A quién se cuide, por qué, a cambio de qué, si es un trabajo pagado y/o reconocido, si es a mis parientes o no, expectativas y demandas a quién cuida, exigencia a quién se cuida, etc. Al mismo tiempo que sigue circunscribiendo los cuidados al estrecho marco de los principios de descendencia y afinidad (matrimonio y familia) ratificados en las prácticas políticas y el derecho25. La transferencia de amor al hijo ausente que ha quedado en el país de origen de la mujer inmigrante, en caso de darse, no tiene porqué hacerse con el hijo de la empleadora, o porqué no, empleador, a quién cuidará la empleada de hogar como asume Hochschild (2001) cuando insiste en la 'plusvalía del afecto' de la que se beneficiaría el hijo ajeno y su madre en tanto empleadora de una mujer inmigrante. Tras la revisión de la literatura realizada concluyo que no hay una línea de continuidad teórica-política que ponga en el centro la categoría reproducción social, sino múltiples bifurcaciones que dan cuenta del debate desde el feminismo en relación a la dicotomía producción/reproducción, pero que en sus acercamientos teóricos y metodológicos terminan de alguna forma u otra afirmándola. Así, el discurrir de las aportaciones científicas parece deslizarse entre la visibilización de las mujeres inmigrantes trabajadoras en los circuitos del mercado -servicio doméstico, industrial sexual y en menor medida agricultura, en algunos casos destacando su rol como únicas 'jefas de hogar' y su posición como 'madres transnacionales'.

*Departamento de [email protected]

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Antropología

social

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Granada

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Políticas de conciliación,externalización del trabajo doméstico y de cuidados y migraciones transnacionales NOTAS 1-Véase el apartado del libro "las que saben" de Dolores Juliano dedicado a este asunto (1998:99-102). Por lo que se refiere a la critica de cómo la teoría antropológica ha transferido modelos de feminidad occidentales a la hora de llevar a cabo interpretaciones de las 'otras sociedades, de las 'otras' mujeres, existen multitud de trabajos, véase por ejemplo los compilados en Harris & Young (1979) en la década de la naciente antropología feminista, entonces 'antropología de la mujer' 2- Citado en Gregorio Gil (1992) 3-Me estoy refiriendo específicamente a los trabajos, que se guían por la presunción de que las motivaciones que mueven a unos y a otras a emigrar son diferentes. En estos trabajos la migración 'autónoma' de ellas suele presentarse como la prueba infalible de ruptura con el 'sistema de opresión de género de sus sociedades de origen. Para una crítica feminista a la noción de género y de sujeto inmigrante que entraña esta mirada ver Gregorio Gil (1997). Desde otros enfoques estructurales se ha vinculado la emigración de las mujeres con la 'feminización de la pobreza' (Cobo 2005 Gregorio 1996, Oso 1998) o la 'feminización de la supervivencia' Sassen-Koob (2003) 4-Ver el apartado especial "la crisis de los cuidados" del Periódico Diagonal, 3 al 16 de marzo de 2005, pp:12-13 y los trabajos de precarias a la deriva en la web de eskalera karakola http://www.sindominio.net/karakola/ Estaría de acuerdo en plantear la crisis de 'sostenibilidad de la vida' en el sentido de Carrasco (1993) desde una política global feminista crítica con el modelo económico neoliberal y con esta intencionalidad hablar de la 'crisis del cuidado o de los cuidados, pero considero necesario precisar el uso que hacemos del concepto cuidado(s) en cada contexto específico. Conviene no olvidar que será en el contexto cultural y político de 'Europa' donde emergerá el discurso de la 'crisis de los cuidados, contexto, donde la demanda al otro lado de las fronteras nacionales de mano de obra de trabajadoras para el 'mercado de los cuidados' se produce a la par que el déficit de reemplazo generacional y las nuevas divisiones de género. 5-Como es bien sabido la industria del sexo es el segundo negocio más lucrativo a nivel internacional. 6-Cuestiones que ya comienzan a ser objeto de ensayos filosóficos, véase por ejemplo "Amor líquido" de Zygmunt Bauman. 7- Esfera de la reproducción de relaciones centradas en la provisión del bienestar material, social, afectivo, sexual dentro del 'hogar' y espacio femenino por excelencia. 8-Esfera de la reproducción de las relaciones insertas en la lógica del mercado fuera del 'hogar', centro de la vida política y masculina por excelencia. 9-Hablo de (des)generización para llamar la atención acerca de la producción de cuerpos que son requeridos para ser productivos en el mercado en exclusividad. Cuerpos sexuados impelidos a dedicar más tiempo al empleo y menos al personal y relacional, en definitiva al cuidado y al auto-cuidado. 10-Para ver los significados de la "casa" como manifestación del universo sexuado ver Alvarez Veinguer (2007) 11-Las mujeres que en el marco de las obligaciones y deberes prescritos por el parentesco dedican gran parte de su tiempo al cuidado de sus familiares. 12-Para una crítica a la Ley ver CGT (2006) 13-Con este término me refiero a la producción de cuerpos racializados y sexualizados en relación con la compra-venta de productos o servicios 'étnicos': restaurantes, centros de masajes, ropa, comida, etc. Producción simbólica por antonomasia de nuestras sociedades multiculturales postmodernas. Identifico un gran vacío en la investigación antropológica en este terreno en el contexto español salvo algunas excepciones como el trabajo de Danielle Provansal y Cecille Miquel (2005) en el que las autoras sacan a la luz a partir de las estrategias de mujeres inmigrantes para emprender diferentes tipos de negocios, el valor que toma la representación étnica en el éxito o no de sus proyectos. 14-Me refiero al proceso de asignación y reasignación de características consideras valiosas para el desempeño del trabajo que se hacen derivar de un supuesto origen 'etnonacional' o 'etnoracial', pero en este caso buscando la proximidad con características de la "cultura de la sociedad de acogida", de un 'nosotros' creado y recreado desde la relación de poder hacia el "otro". Lo que no quiere decir que no exista estratificación étnica, efectivamente, esta es consecuencia entre otras cosas de las clasificaciones y jerarquizaciones que comporta la asignación y reasignación de características culturales diferenciales. 15-Véase entre otros los trabajos etnográficos que muestran estas construcciones culturales: Gregorio, Alcázar & Huete (2003), Martín Díaz y Sabuco (2006), Reigada (2007). 16-Me refiero al empleo en la agricultura generalmente de temporada (fresa, aceituna..) cuyo contrato incluye la provisión de vivienda y manutención por parte del empleador y en ese sentido vivir dentro de

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17-Para el análisis de los significados que toma el trabajo en el hogar 'en casa de familia' como garante de la moral sexual del las mujeres véase Gregorio (2002) 18-Utilizo este termino de Anna Jónasdótir, propuesto por la autora para referirse a las raíces profundas del 'impuesto reproductivo' que han de pagar las mujeres como cuidadoras y domésticas, aunque me parece interesante la idea del 'impuesto reproductivo sin embargo no estaría de acuerdo con la autora cuando plantea que los varones en las relaciones familiares se apropian de los poderes de cuidado y amor de las mujeres sin devolver equitativamente aquello que han recibido, explotación que lesdejaría incapacitadas para reconstruir sus reservas emocionales y sus posibilidades de autoestima y autoridad (Jónasdóttir 1993:128 en Cobo 2005:288) 19-Comparto lo señalado acerca de la necesidad de construir genealogías por Teresa del Valle (2006/07, 2008). Tratando de despojarme de cualquier clase de narcisismo, la genealogía que trazo me obliga a hacer un ejercicio autorreferencial. 20-Exceptuando diferentes trabajos como los de Annie Phizacklea & Robert Miles: Labour and Racism. London, Routledge & Kegan Paul, 1980 y Annie Phizacklea: One Way Tiket. Migraion and Female Labour, London, Routledge & Kegan Paul, 1983, que desde perspectivas marxistas feministas han resaltado no sólo los beneficios que reporta al sistema capitalista internacional la mano de obra femenina extranjera, sino identificado los mecanismos de "producción" de trabajos específicos para ser ocupados por mujeres inmigrantes racializadas. 21-Una buena compilación de las aportaciones desde la crítica feminista a los conceptos de cultura, economía, parentesco y política en Brettell & Sargent (1993) diLeonardo (1979) Gregorio Gil (2002a) Moore (1988) y Narotzky (1995) 22-Implica configurar el objeto y contexto de estudio a partir de las demarcaciones del territorio nacional, bien de forma unitaria, el contexto de llegada de la población migrante (nación o país destino) o de forma binaria (nación de origen y destino), problema epistemológico que la perspectiva transnacional' ha convertido en una de sus señas de identidad. Si bien desde los años 1980 la antropología social ha venido encarando el problema de la des-territorialización de los sujetos y con ello la necesidad de plantear marcos conceptuales, metodologías y técnicas de investigación que posibiliten aprehender, representar e interpretar estas realidades. 23-Debo a mi colega Txemí Apaolaza de la Universidad del País Vasco el que traiga aquí el trabajo de Badinter. 24-Madres, suegras, hermanas, otras parientes y mujeres pobres (denominadas despectivamente 'chopas') a las que se remuneran sus trabajos domésticos o se intercambian por otros servicios conformarían eslabones de la cadena de asistencia de las migrantes trabajadoras en el servicio doméstico en hogares de clase media en Madrid (Gregorio Gil 1996, 1998). 25-Para una crítica acerca de cómo el conocimiento antropológico ha reducido el estudio de las formas de cuidar y ser cuidado véase Bonerman (1997). BIBLIOGRAFIA Alvarez Veinguer (2007): "El universo sexuado: Cuerpos invisibles pero imprescindibles. Una aproximación a experiencias de mujeres de la Europa del este que realizan trabajos domésticos". En Muñoz Muñoz, Ana María; Gregorio Gil, Carmen & Sánchez Espinosa, Adelina (2007) Cuerpos de mujeres: Miradas, representaciones e identidades. Feminae, Granada,pp. 245-264. Alvarez (2008): "Habitando espacios de frontera. Más allá de la victimización y la idealización de las mujeres migrantes". En Imaz, Elixabete (ed.) La materialidad de la identidad. Hariadna Editonala, Donostia, pp. 199-218. Badmter Elisabeth (1981): ¿Existe el amor maternal? Historia del amor maternal Siglos XVII al XX. Barcelona. Paidós. Bauman, Zygmunt (1995): Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Barcelona. Fondo de Cultura económica. Borneman, John (1997): "Cuidar y ser cuidado: El desplazamiento del matrimonio, el parentesco, el género y la sexualidad. ILevista Internacional de Ciencias Sociales N° 154. Accesible en URL: http://www.unesco.org/issj/ncsl54/bornemanspa.html. Consultado en abril de 2002. Brettell, Caroline B. & Sargent, Carolyn F. (1993) (eds.): Gender in Cross-Cultural Perspective. New Jersey. Prentice-Hall. Carrasco, Cristina, (ed.) (2001): Tiempos, trabajos y género. Barcelona, Universitat de Barcelona.

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La economía social: ¿Una respuesta al capitalismo financiero? por Yan De Derorguen

Reconciliar la economía y la sociedad”… Este principio, grabado desde hace años en el frontón de la economía social, se está poniendo de moda. En un contexto de visible fracaso del capitalismo bancarizado, así como de las políticas que proponen un individualismo a corto plazo, el espíritu cooperativo, mutual o asociativo empieza a ser solicitado. Un banco social, el Shore Bank, que quiere cambiar el mundo abriendo a las poblaciones desfavorecidas de los barrios de Chicago, Detroit o Cleveland el acceso al crédito; una sociedad cooperativa, Autocool, que propone un servicio de autos compartidos, accesible las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana, gracias a una red de estaciones urbanas de proximidad. Una colectividad local que pone en marcha una cooperativa para acompañar proyectos de creación de almacenes solidarios en tres comunas del área metropolitana de La Périgourdine… No cabe duda. Las empresas sociales y solidarias despiertan vocaciones. Los representantes políticos que por largo tiempo ignoraron, despreciaron o minimizaron su papel, relegándolas al rubro de “accidente histórico”, hoy les piden auxilio, especialmente en el área de desarrollo duradero y la solidaridad. Una señal: la inauguración, el 12 de marzo, de una Escuela de la empresa de economía social, en Marsella, primera en su género en Francia. Aunque las cifras todavía sean modestas, la evolución del número de empresas cooperativas obreras de producción (SCOP) señala, en Francia, una tendencia: éste se triplicó en ocho años (1950 SCOP en 2009). En otra escala, el plan de acción del presidente estadounidense Barack Obama, presentado el 9 de febrero, prevé importantes inversiones para favorecer la creación de empresas de este tipo. El 19 de febrero, el Parlamento Europeo (PE) adoptó, por 580 votos a favor (27 en contra y 44 abstenciones), una resolución que pone en evidencia el importante papel de la economía social frente a la crisis. Allí se constata que “es necesario el reconocimiento de los estatutos europeos para las asociaciones, las mutuales y las fundaciones, para garantizar un tratamiento igualitario para las empresas de la economía social dentro de las reglas del mercado interno”. ¿Pero qué es exactamente la economía social? La Comisión Europea habla de “tercer sistema”. Algunos utilizan el término “sector sin fines de lucro”. Como sea, éste abarca multiplicidad de actores: asociaciones, fundaciones, mutuales, cooperativas… Apartándose teóricamente de la lógica capitalista, dentro de la cual el que financia es quien decide, el proyecto colectivo no convoca a la acumulación del capital. “Esto quiere decir que la ganancia no es el objetivo de estas entidades, –explica Antonella Noya, analista de políticas en el marco del programa OCDE-LEED 1 –. Lo cual no significa que éstas no deban generar ganancias, esenciales para asegurar la

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estabilidad financiera, y por ende, la perpetuación de la estructura.” Según Thierry Jeantet, director general de Euresa, red europea que agrupa a mutuales y cooperativas de seguros, “la economía social siempre estuvo en el mercado, pero no en el monetario. Los que pretenden descuartizarla entre lo mercantil y lo no mercantil no han comprendido su naturaleza”. Jeantet sostiene que ya sea en las “charities” –instituciones de beneficencia a la inglesa, en las organizaciones autogestionadas alemanas (Netz), en las “comunidades” de Brasil, o en las Scop a la francesa 2, la economía social se inspira en unos principios democráticos que constituyen una línea de ruptura con el capitalismo. “Esas reglas implican el florecimiento de la persona, la adhesión libre, la distribución justa de la riqueza generada, la independencia respecto a los Estados, los valores colectivos de solidaridad, la gestión equitativa”. Aquí, cada persona equivale a un voto, a diferencia de las sociedades, donde cada acción equivale a un voto. En las Scop, los empleados son dueños de, como mínimo, el 51% del capital y representan, como mínimo, un 65% de los derechos de voto, “mutualizando” así los riesgos y las grandes decisiones. Dos tendencias atraviesan la economía social. Por un lado, la “europea”, que desarrolla una visión del empresariado colectivo. Por otro lado, la “estadounidense”, más vinculada a los servicios y a una metodología individual. “Las fundaciones, las organizaciones de caridad y los consorcios están en la mayoría de los casos localizados en Estados Unidos, el Reino Unido y Australia –confirman Ermanno Tortia y Carlo Boragaza, de la Universidad de Trento–, mientras que las cooperativas, organizaciones y sociedades mutualistas tienen una tradición más fuerte en los países de Europa Continental.” Pueden encontrarse más cooperativas de consumidores y de vivienda en Gran Bretaña que en Suecia, donde las estructuras familiares y de trabajadores cumplen un papel importante –que asciende a un 12%– en el sistema de guardería infantil. En Alemania, el tercer sector está bien representado por las mutuales de seguros. Lo mismo sucede en Francia. La oficialización del proyecto de unión de las tres aseguradoras Macif, Maif y Matmut, el 24 de marzo, lo atestigua. “Queremos crear un gran grupo mutualista solidario, conservando una gran independencia, una gran libertad”, declaró en esa ocasión Roger Iseli, director general de Macif. Las cooperativas, de tamaño reducido, y en muchos casos territoriales y especializadas, encontraron terreno fértil en España y en la península italiana. El mutualismo de la salud es particularmente dinámico en Bélgica, Irlanda y Holanda, así como en Francia, donde también el sector agrícola es muy cooperativo (nueve de cada diez explotaciones); el 60% de los depósitos de los franceses se hacen en establecimientos de este tipo –Banques Populaires, Caisse d’Epargne, Crédit Agricole, Crédit Mutuel…–, que dan empleo a quinientas mil personas. Pero encontramos también cooperativas en el sector agroalimentario (Yoplait), el de la gran distribución (Système U, Centros Leclerc) e incluso en las ópticas (Krys y Óptica 2000). Se trata de denominaciones conocidas, que llevan al asombro, y a hacerse una pregunta: ¿qué diferencia hay, para el cliente ocasional, entre una marca cooperativa y una clásica? En el caso de Crédit Agricole, por ejemplo, ésta no salta a la vista… Un ex titular de una franquicia de Lissac, que declaró su adhesión a la cooperativa Atol al comprar parte de su capital social, constata mencionando el ejemplo de dos ópticas: “Ambas se parecen; nos ofrecen la ventaja de una red nacional. Pero en las cooperativas, encontramos flexibilidad, y además democracia. Uno tiene derecho a observar su funcionamiento”. Cada adherente, cualquiera sea la importancia de su

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La economía social:¿una respuesta al capitalismo financiero? empresa, participa en la elección del consejo administrativo, lo cual le permite tener voto, por ejemplo, en el capítulo referente a la decisión… de las campañas de promoción. Estas empresas “pertenecen colectivamente a sus asociados, y no son ‘opeables’ ni transferibles, puesto que sus fondos propios son incompartibles, –subraya la Federación Nacional de Cooperativas de Consumidores (FNCC) –. Esta independencia les permite participar a largo plazo, como actores de un desarrollo perpetuo”. El cliente de una de estas marcas que desee participar en la definición de los productos propuestos, o colaborar con su funcionamiento, puede hacerlo – ¿pero lo sabe?–, pagando una cuota social. Su voto será igual al de los demás cooperativistas en la asamblea general. En otro registro, el debilitamiento programado del Estado benefactor produce un desplazamiento hacia la economía social de ciertas funciones poco o nada asumidas. Por ejemplo, Quebec implementó, a partir de 2004, una política de promoción de los grupos de mujeres, las asociaciones de defensa del medio ambiente y las cooperativas de la salud. En Estados Unidos, las Community Development Financial Institutions (CDFI) juegan un papel importante en la revitalización de los barrios. En Francia y en los países mediterráneos, el tejido asociativo viene a paliar, en la emergencia, los vacíos de los servicios públicos, en particular frente al agravamiento de la crisis del desempleo. “La incapacidad de la economía formal para crear suficiente cantidad de empleos abrió la puerta a determinadas organizaciones dedicadas a la creación de empleos de inserción, contratos de corto plazo habitualmente financiados por el Estado”, subraya Peter Lloyd, director del gabinete de estudios británico Ecotec Research and Consulting. El ejemplo de Noncello, la mayor cooperativa social de Italia, con mil empleados, aparece como particularmente interesante. Ésta fue creada, hace más de veinte años, por el centro de salud mental de la provincia de Pordenone, ante la iniciativa de tres psiquiatras y seis pacientes que acababan de dejar el hospital, tras el cierre, decidido por la ley, de este tipo de establecimientos 3. La institución forma a sus empleados –desocupados de larga data, enfermos psiquiátricos, ex toxicómanos…– en la reparación de electrodomésticos. Asimismo, les permite especializarse en el cuidado de personas mayores, niños, enfermos de Alzheimer, etc. Gracias a la compra de un láser de última generación, la cooperativa se dedica también a la separación de componentes (es proveedora del fabricante de electrodomésticos Zanussi). Y por último, participó en la restauración del teatro La Fenice, en Venecia, y del piso del Kremlin, en Moscú. Cuatrocientos mil empleados para dieciocho mil seiscientas cooperativas: éste es uno de los sectores que más empleos crea en Italia. Muchas de sus cooperativas invierten con éxito en el ámbito de la “economía verde”. En Europa, el movimiento cooperativo definió unos estatutos específicos que permiten la asociación entre usuarios, voluntarios y empleados, como también entre colectividades y empresas. El movimiento español de las empresas de trabajadores asociados (empresas laborales) pudo desarrollarse vigorosamente gracias a la creación de un sistema legislativo ad hoc y al apoyo de las fuerzas políticas y los poderes públicos. Éste permitió crear más de diecisiete mil sociedades y cien mil empleos en pocos años. En este tipo de empresas, ningún accionista, a excepción de los organismos públicos, puede poseer más de un tercio del capital social, en tanto los trabajadores son mayoritarios. En Francia, las Sociedades Cooperativas de Interés Colectivo (SCIC), que permiten asociar en torno a un mismo proyecto a múltiples actores –empleados, voluntarios,

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usuarios, colectividades públicas, empresas, asociaciones, particulares… (suele llamárselas multi-stakeholders 4)– constituye un símbolo de esta apertura. Actualmente suman ciento treinta y cuatro las SCIC de Francia, como Artisans du monde o Enercoop. Éstas responden a demandas anteriormente insatisfechas y actualmente rentables. Enercoop, por ejemplo, se esfuerza por hacer confluir a los productores de electricidad, consumidores y actores del sector de las energías renovables. “Las ganancias de las cooperativas se reinvertirán en el manejo de la energía y los nuevos medios de producción de electricidad renovable”, explican los directivos de la empresa 5. Cualquiera puede hacerse socio, suscribiendo como mínimo una parte de capital, que da derecho a una reducción de impuestos del 25% del monto suscrito. Las nuevas legislaciones estimulan la inclusión del sector cooperativista en un conjunto más amplio, aunque menos diferenciado, del modelo económico imperante: el de las “empresas sociales”. Noya señala que: “La diferencia es que estas últimas tienen fines de lucro, aunque estén inspiradas en los mismos valores. En algunos países gozan de ese estatuto siempre y cuando persigan objetivos de interés general y un mayor bienestar individual y colectivo”. Éste es el caso de las Community Interest Companies (CIC) del Reino Unido, cuyo propósito es satisfacer ciertas necesidades a nivel local. El capital está bloqueado y los dividendos tienen un techo. En muchos casos, el proyecto de estas empresas es descentralizar el poder, inventar nuevas formas de trabajo y privilegiar el capital social antes que el capital financiero. Una muestra de ello es la estadounidense Better World Telecom (BWT), proveedora de acceso a internet. Esta empresa destina un millón de dólares al año al financiamiento de su fundación hasta el año 2010, y el 3% de sus ganancias se vierte en la ayuda a la infancia, la educación y el medio ambiente bajo la forma de donaciones 6. Si bien sus servidores informáticos utilizan energía de origen eólico, la empresa pretende ofrecer a sus clientes tarifas mucho menos elevadas que las de los gigantes de las telecomunicaciones. En este mismo ámbito, la red Ashoka, asociación neo-filantrópica internacional surgida en India en 1980, selecciona y financia a innovadores cuya actividad puede cambiar la vida de la gente en diversas áreas. Ashoka cuenta hoy con más de dos mil empresarios en todo el mundo, que intercambian ideas, experiencias y “buenas prácticas”. Si bien para algunos estas empresas “innovadoras” forman parte de la evolución natural de la economía social, para otros su funcionamiento no tiene nada de democrático, ya que el capital sigue siendo esencial. “Ese sistema intermedio de ‘capitalismo social’ permite que el capitalismo parezca más ético”, estima Jeantet. glotonería por los productos financieros “tóxicos” 7. Otro ejemplo de esas tentaciones: no todo es azúcar ni color café bajo el cielo del comercio equitativo. Su postulado inicial, que apunta a estructurar una relación equilibrada entre consumidores y productores, basada en una remuneración justa del trabajo de los campesinos de los países en desarrollo, ha sido un poco vapuleado, al menos si se cree a Frédéric Karpyta. En un libro de reciente publicación, este periodista se pregunta: ¿puede seguir siendo virtuoso el comercio equitativo, si para asegurar mercados a los pequeños productores de café, arroz o algodón, se decide negociar con los mastodontes de la distribución 8? A modo de respuesta, los responsables de Max Havelaar justifican su estrategia con la democratización de los productos éticos. Las ventas del comercio equitativo crecieron al menos 20% por año desde el 2000. Este tipo de productos pueden encontrarse en más de cincuenta mil supermercados y más de dos mil ochocientas

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La economía social:¿una respuesta al capitalismo financiero? tiendas especializadas. “El riesgo es entregar el alma a cambio y generar una dependencia de los pequeños productores, so pretexto de abrirles mercados más grandes”, sostiene Karpyta. Algunos actores como Artisans du Monde prefieren abstenerse. En su libro Repenser la solidarité (Repensar la solidaridad), el sociólogo Serge Paugam invita a revisar esta noción. Varias redes ilustran esta voluntad de poner en valor los sistemas de ayuda mutua. Entre ellas, la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social Solidaria (RIPESS). Sus fundadores coordinan estructuras nacionales, entre ellas el Grupo Red de Economía Solidaria de Perú, el Grupo de economía solidaria de Quebec y el Grupo senegalés de economía social y solidaria. Según Noya, existe “un margen enorme para la creatividad en el campo de la innovación financiera. En Canadá, el fondo de inversión Fiduciaria de obras de economía social (Québec) ofrece préstamos de capital sin reembolso antes de los quince años”. Finanzas solidarias, becas sociales, capital paciente, social banking, banca p2p en la web: en todos los casos, se trata de nuevas modas de colocación en las que los inversores no esperan un retorno financiero rápido. Gracias a internet, estas redes apuestan a la multiplicación de las posibilidades de intercambio. ¿Seguirá marginada la economía social, o tiene vocación de llegar a ser el soporte de una economía duradera? Según las Organizaciones de solidaridad internacional surgidas de la migración (OSIM), en los próximos años los flujos migratorios transformarán la situación, favoreciendo el co-desarrollo. Los países emergentes, por su parte, no esperan. En Brasil, buena parte de la reforma agraria, insuficiente, pasa por la economía social, que alberga a veinte mil cooperativas muy activas. La elección del ex sindicalista Luis Inácio Lula da Silva para conducir el país, pero sobre todo la actividad del Movimiento de los Sin Tierra (MST), tienen que ver con eso. La organización de los campesinos a través del MST permitió gestionar mejor la producción, la transformación y la comercialización de los productos. También facilitó la difusión de los servicios básicos en el medio rural (salud, educación, etc.), la revalorización cultural de las zonas rurales, amenazada por la “urbanización total”, la agricultura biológica, la protección de las semillas y variedades locales. Por no hablar de la mayor participación en las decisiones de los campesinos y pobladores rurales. En los países de Europa Oriental, donde el período de transición ha dado a la economía social un carácter de “sociedad civil”, la transformación del sector no ha sido simple, dado que la idea de cooperativa es rechazada a raíz de su utilización durante la era comunista. No obstante, algunas mutuales de salud siguen en vías de creación en Polonia y Eslovenia. En los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el proceso de re-equilibrio entre lo social y lo económico constituye otra cuestión fundamental. El “ecodesarrollo”, teorizado por el economista Ignacy Sachs, ya es aquí un asunto indiscutible. Pero habrá que ganar credibilidad sin perder de vista la finalidad del modelo. Esta economía tiene “una constante necesidad de autoevaluarse para proyectarse mejor hacia el futuro y reafirmar claramente su papel de alternativa global –insiste Jeantet–. Su verdadera libertad es la de ser un proyecto político. No se trata tan sólo de una miríada de empresas en todo el mundo, sino de un modelo estructurador de la sociedad”. Para permitirle ganar reconocimiento político, se organizan algunos diálogos entre actores internacionales. En la última cumbre de los Encuentros de Mont-Blanc, en 2007, los dirigentes reunidos hicieron referencia a un “new deal planetario”, y

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llamaron a un verdadero diálogo social en el seno de las grandes instancias de regulación mundial (9). Ya existen decenas de proyectos horizontales y de hermanamiento entre, por ejemplo, mujeres guineanas y nepalesas, para encontrar nuevas formas de energía. Algunas asociaciones de América del Sur y Sudáfrica trabajan juntas. En Colombia surgen cooperaciones dinámicas, financiadas por el Consorcio CGM de las cooperativas sociales italianas. La economía social no está desocupada. ¿Constituye una alternativa al capitalismo? Como sobreentiende Jeantet, “no va a solucionar la carga de la deuda de los Estados. No va a resolver las reiteradas crisis de las reservas internacionales… Sería ridículo pensar que va a ser un operador mundial milagroso”. Queda en ella demostrar que puede desempeñar un papel original.

NOTAS (1) Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos –Desarrollo económico y creación de empleos a nivel local. (2) Véase Cécile Raimbeau, “Des travailleurs récupèrent leur entreprise”, Le Monde diplomatique, 12-07. (3) Una ley marco, votada en 1991, otorga a las cooperativas un mandato que las habilita a dedicarse a la inserción. (4) En el vocabulario gerencial, shareholders (accionistas) se opone a stakeholders (literalmente, depositarios de participaciones, o partes interesadas). Estos últimos son empleados, clientes, autoridades locales, asociaciones, etc., involucrados en la marcha de una empresa. (5) www.enercoop.fr (6) Agregaremos que BWT participa en la plantación de mil árboles por mes “para salvar el planeta”, pero especificaremos que este tipo de operación se ha convertido en el lugar común de la “concientización ecológica”; actores tan diversos como Yves Rocher, la Municipalidad de París, Le Figaro Magazine (10-409), por no citar más, la utilizan como estrategia de marketing. (7) Natixis fue el establecimiento francés más afectado por la crisis de las “subprime” en Estados Unidos. La empresa denunció una pérdida neta de 2.800 millones de euros en 2008 y una nueva pérdida de 1.800 millones de euros en el primer trimestre de 2009. Pequeños accionistas que se consideran damnificados por la entrada en bolsa del banco, a fines de 2006, presentaron una denuncia. (8) Véase Christian Jacquiau, “Max Havelaar o las ambigüedades del comercio equitativo”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Informe dipló, 20 de setiembre de 2007. (9) Los 4os Encuentros del Mont Blanc tendrán lugar los días 9 y 10 de noviembre, en Chamonix-Mont Blanc, para tratar el tema: “¿Cómo alimentar el planeta? ¿Cuál es el papel de la economía social?”. Autor: Yan de Kerorguen, cofundador de Place-Publique, autor de la la MEr, Le Prochain Défi, Editor

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El medio ambiente es un desafio industrial

por Comité Invisible

La ecología es el descubrimiento del siglo. Hace treinta años, esto quedaba para los Verdes, igual que se reía groseramente los domingos para tomar aire para el lunes. Y ahora nos alcanza. Invade las ondas como una canción del verano porque tenemos veinte grados en diciembre. Una cuarta parte de las especies de peces ha desaparecido de los océanos. El resto no durará mucho tiempo. Alerta de gripe aviar: se promete acabar rápidamente con las aves migratorias, por centenares de miles. La tasa de mercurio existente en la leche maternal es diez veces superior a la autorizada en la de vaca. Y estos labios que se hinchan cuando muerdo la manzana – que venía sin embargo del mercado. Los gestos más simples se han convertido en tóxicos. Se muere a los treinta y cinco años “de una larga enfermedad” que se gestionará igual que se gestiona lo demás. Hubiera sido necesario sacar conclusiones antes que ella nos llevase allí, al pabellon B del centro de cuidados paliativos. Es preciso reconocerlo: toda esta “catástrofe”, que nos entretiene tan ruidosamente, no nos afecta. Al menos no antes de que nos golpee una de sus previsibles consecuencias. Puede que nos concierna, pero no nos afecta. Y la catástrofe, ahí, está bien. No hay “catástrofe medioambiental”. Existe esta catástrofe que es el medio ambiente. El medio ambiente, es lo que le queda al hombre cuando lo ha perdido todo. Los que habitan en un barrio, una calle, un valle, una guerra, un taller no tienen “medio ambiente”, se desenvuelven en un mundo poblado por presencias, por peligros, por amigos, por enemigos, por puntos de vida y puntos de muerte, por toda clase de seres. Este mundo tiene su consistencia, que varía en la intensidad y en la calidad de los vínculos que nos unen a los otros seres, a todos estos lugares. No existimos sino nosotros, hijos de la desposesión final, exiliados de última hora – que llegan al mundo en cubos de hormigón, toman los frutos de los supermercados y acechan los ecos del mundo en la tele – para tener un medio ambiente. No hay nadie, sino nosotros, para asistir a nuestro aniquilamiento como si se tratase de un simple cambio de tiempo. Para indignarse ante los últimos avances del desastre y levantar pacientemente la enciclopedia. Lo que está comprendido en un medio ambiente, es una exposición sobre el mundo basada en la gestión, es decir, en la extrañeza. Un informe sobre el mundo por el que no estamos hechos del mismo modo que el murmullo de los árboles, los olores

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de las frituras de un edificio, el chorreo del agua, el ruido de los patios de la escuela o el sudor de las tardes de verano, un relato del mundo por el que existo yo y mi medio ambiente, que me envuelve sin llegar a constituirme. Nos hemos convertido en vecinos de una reunión de copropiedad planetaria. Ningún medio material ha merecido jamas el nombre de “medio ambiente”, salvo, puede ser, que hasta ahora en la metrópolis. La voz computerizada de la publicidad verbal, tranvía al sonido tan del siglo XXI, luz azulada que reverbera como una cerilla gigante, peatones convertidos en frustrados maniquíes, rotación silenciosa de una cámara de videovigilancia, lucido tañido de los bornes del metro, de las cajas del supermercado, de las carteras de la oficina, ambiente electrónico de cybercafé, derroche de pantallas de plasma, de vías rápidas y de látex. El decorado nunca se adelanto tanto a las almas que lo atraviesan. El medio nunca fue mas automático. El contexto nunca fue indiferente ni exigió a cambio, para sobrevivir, una tan igualitaria indiferencia. El medio ambiente, no es finalmente más que esto: el relato del mundo propio de la metrópolis que se proyecta sobre todo lo que se le escapa. La situación es la siguiente: se ha empleado a nuestros padres en destruir el mundo, ahora se quisiera hacernos trabajar en su reconstrucción y que esta sea, para colmo, rentable. La mórbida excitación que anima actualmente a periodistas y publicistas ante cada noticia que demuestre el calentamiento climático desvela la sonrisa de acero del nuevo capitalismo verde, el que se pronosticaba desde los anos 70, que aguardaba a la vuelta del camino y que no llegaba. Pues bien, !aqui está! La ecologia, !es esto! Las soluciones alternativas, !también son esto! La salud del planeta, !siempre es esto! Sin ninguna duda: el fondo del aire es verde; el medio ambiente será el eje de la economía política del siglo XXI. A cada episodio de catastrofismo corresponde desde ahora una ráfaga de “soluciones industriales”. El inventor de la bomba H, Edward Teller, recomienda la pulverización de millones de toneladas de polvo metálico en la estratosfera para detener el calentamiento climático. La NASA, frustrada por tener que haber guardado su gran idea del escudo antimisiles en el museo de fantasmagorias de la Guerra fría, promete colocar, más allá de la órbita, un espejo gigante para protegernos de los, desde ahora, funestos rayos del sol. Otra visión del porvenir: una humanidad motorizada rodando con bioetanol desde Sao Paulo a Estocolmo; el sueño de un cerealista de Beauce, que despues de todo no implica mas que la reconversión de todas las tierras cultivables del planeta en campos de soja y de remolacha azucarera. Automóviles ecológicos, energías renovables, consulting medioambiental coexistiendo sin problemas con la última publicidad de Chanel a lo largo de las heladas páginas de las revistas de opinión. Es porque el medio ambiente posee este incomparable mérito de ser, decimos, el primer problema global que se presenta a la humanidad. Un problema global, es decir, un problema al que sólo pueden dar solución los que están globalmente organizados. Y a éstos se les conoce. Son los grupos que, tras casi un siglo, están a la vanguardia del desastre y cuentan con seguir ahí, al mínimo precio de un cambio

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El medio ambiente es un desafío industrial como nueva solución a la crisis energética mundial dice bastante acerca de cuánto se parecen las nuevas soluciones a los viejos problemas. Desde las secretarias de Estado hasta los reservados de los cafés alternativos, las preocupaciones se dicen desde ahora con las mismas palabras, que son, por lo demás, las mismas de siempre. Se trata de movilizarse. No para la reconstrucción, como en la postguerra, no por los etíopes, como en los años 80, no por el empleo, como en los años 90. No, esta vez, es por el medio ambiente. El os da las gracias. Al Gore, la ecología a lo Hulot y el decrecimiento se colocan a los lados de las eternas grandes conciencias de la República para representar su papel reanimador de la pequeña comunidad de izquierdas y del consabido idealismo de la juventud. Enarbolando la austeridad voluntaria, trabajan benéficamente para volvernos conformes al “estado de urgencia ecológica que se aproxima”. La masa redonda y pegajosa de su culpabilidad se abate sobre nuestras fatigadas espaldas y quisiera empujarnos a cuidar nuestro jardin, a seleccionar nuestras basuras, a fabricar bioabono con los restos del macabro festín en el que y por el cual hemos sido infantilizados. Gestionar el abandono de la energía nuclear, los excedentes de CO2 en la atmósfera, el deshielo de los polos, los huracanes, las epidemias, la superpoblación mundial, la erosión de los suelos, la desaparición masiva de las especies vivas…esta sera nuestra tarea. “Es a cada cual a quien corresponde cambiar sus comportamientos”, dicen, si queremos salvar nuestro hermoso modelo civilizatorio. Es necesario consumir poco para poder consumir todavía. Producir bio para poder producir aún. Es necesario aguantarse para poder aguantar todavía. He aquí cómo la lógica de un mundo espera sobrevivir dándose aires de ruptura histórica. He aquí cómo se nos querría convencer para participar en los grandes desafíos industriales del siglo que comienza. Como estúpidos que somos, estaríamos dispuestos a echarnos en los brazos de los mismos que han presidido el saqueo, para que nos saquen de esto. La ecología no sólo es la lógica de la economía total, es también la nueva moral del Capital. El estado de crisis interna del sistema y el rigor de la selección en curso son tales que se necesita un nuevo criterio en cuyo nombre tomar decisiones parecidas. La idea de la virtud nunca fue, en cada época, más que un invento del vicio. No sería posible, sin la ecología, la existencia actual de dos redes de alimentación, una “sana y biológica” para los ricos y sus hijos, otra notablemente tóxica para la plebe y sus retoños, destinados a la obesidad. La hiperburguesía planetaria no sabría hacer pasar por respetable su tren de vida si sus últimos caprichos no fuesen escrupulosamente “respetuosos con el medio ambiente”. Sin la ecología, nada tendría la suficiente autoridad para silenciar las objeciones a los exorbitantes progresos del control. Trazabilidad, transparencia, certificación, ecotasas, excelencia medioambiental, vigilancia del agua permiten augurar el estado de excepción ecológica que se anuncia. Todo le está permitido a un poder que se legitima en la Naturaleza, la salud y el bienestar.

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“Una vez que la nueva cultura económica y ética se incorpore a las costumbres, las medidas coercitivas decaeran sin duda por sí mismas.” Es necesario todo el ridículo aplomo de un aventurero de plato televisivo para mantener una perspectiva tan gélida y llamarnos, al mismo tiempo, a tener la suficiente conciencia del “abandono del planeta” para movilizarnos y dejarnos suficientemente anestesiados para asistir a todo ello con educación y contención. El nuevo ascetismo bio es el control de si que es requerido por todos para negociar la operación de salvamento a la que el sistema se ha conducido por sí solo. En el nombre de la ecología necesitaremos apretarnos el cinturón en adelante, como ayer se hacía en el nombre de la economía. La carretera seguramente se podría transformar en circuitos ciclistas, puede que incluso nosotros pudieramos, segun nuestras capacidades, ser gratificados un día con una renta garantizada, pero sólo al precio de una existencia terapéutica. Los que pretenden que el autocontrol generalizado nos ahorrará tener que soportar una dictadura medioambiental mienten: uno preparará el terreno de la otra y nosotros tendremos los dos. Mientras existan el Hombre y el Medio Ambiente habrá policía entre ellos. Los discursos ecológicos siempre dan la vuelta a las cosas. Donde hablan de “catástrofes” para designar los patinazos del actual régimen de gestión de los seres y las cosas nosotros no vemos sino la catástrofe de su funcionamiento tan perfecto. La mayor hambruna conocida hasta entonces en la zona tropical (1876-1879) coincide con una sequía mundial, pero sobre todo con el apogeo de la colonización. La destrucción de los mundos autóctonos y de sus prácticas alimenticias hizo desaparecer los medios para hacer frente a la pobreza. Más que la falta de agua, son los efectos de la economía colonial en plena expansión los que han cubierto de millones de cadáveres descarnados toda la superficie tropical. Lo que se presenta por doquier como una catástrofe ecológica nunca ha dejado de ser, en primer lugar, la manifestación de un desastroso papel en el mundo. No habitar en nada nos hace vulnerables al menor bache del sistema, al menor imprevisto climático. Mientras se aproximaba el último tsunami los turistas seguían jugueteando con las olas, mientras los cazadoresrecolectores de las islas se apresuraban a huir de las costas siguiendo a los pájaros. La presente paradoja de la ecología es que, bajo el pretexto de salvar la Tierra, no salva más que el fundamento de lo que ha dejado asolado este planeta. La regularidad del funcionamiento mundial oculta entretanto nuestro estado de desposesión propiamente catastrófico. Lo que se llama “catástrofe” no es más que la suspensión formal de este estado, uno de esos raros momentos en los que recuperamos alguna presencia en el mundo. !Que se alcance antes de lo previsto el final de las reservas de petroleo, que se interrumpan los flujos internacionales que mantienen el tempo de la metropolis, que se camine hacia grandes desórdenes sociales, que suceda el “salvajismo de las poblaciones”, la “amenaza planetaria”, el “fin de la civilización”! No importa que la pérdida de control sea preferible a cualquier escenario de gestión de la crisis. Los mejores consejos, entonces, no consisten en buscar los consejos de los especialistas en desarrollo sostenible. Es en las disfunciones, en los cortocircuitos del sistema donde aparecen los elementos de respuesta lógica a lo que podría dejar de ser un problema. Entre los firmantes del protocolo de Kyoto, los únicos paises que actualmente cumplen sus compromisos

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El medio ambiente es un desafío industrial son Ucrania y Rumania. Adivinad por qué. La experimentación más avanzada hecha a escala mundial en agricultura “biológica” se hace desde 1989 en la isla de Cuba. Adivinad por qué. Es la extensión de las carreteras africanas, y no otra cosa, lo que ha elevado la mecánica automovilística a la categoría de arte popular. Adivinad cómo. Lo que hace deseable la crisis es que en ella el medio ambiente deja de ser el medio ambiente. Somos conducidos a reanudar un contacto, aunque sea fatal, con lo que esta ahí, a reencontrar los ritmos de la realidad. Lo que nos rodea no sólo es paisaje, panorama, teatro sino eso que nos es dado para vivir, con lo que nos debemos integrar y en lo que podemos aprender. No nos dejemos robar por quienes han causado los posibles argumentos de la “catástrofe”. Allí donde los gestores se preguntan platónicamente cómo cambiar radicalmente “sin romper la baraja”, nosotros no vemos otra opción realista que la de “romper la baraja” lo antes posible, y tomar partido, entonces, en cada derrumbe del sistema para ganar en fuerza. Nueva Orleans días antes del paso del huracán Katrina. En esta atmósfera de apocalipsis, una vida, aqui y alla, se reorganiza. Ante la pasividad de los poderes publicos, más ocupados en limpiar las zonas turísticos del “Barrio francés” y en proteger los almacenes que en acudir en ayuda de los habitantes pobres de la ciudad, renacen las formas olvidadas. Pese a las tentativas, en ocasiones autoritarias, de obligar a abandonar la zona, pese a las partidas de “caza al negro” constituidas para la ocasión por las milicias suprematistas, muchos no han querido abandonar su tierra. Para ellos, que renunciaron a ser deportados como “refugiados medioambientales” por las cuatro esquinas del pais y para los que, un poco en todas partes, han decidido unirse a ellos en solidaridad con la llamada de un antiguo Pantera Negra, resurgió la evidencia de la autoorganización. En el espacio de algunas semanas se puso en pie la Common Ground Clinic. Este venerable hospital de campaña dispensa desde los primeros días cuidados gratuitos y siempre competentes gracias a la incesante llegada de voluntarios. Desde hace un año hasta ahora, la clínica es el origen de una resistencia cotidiana a la operación de hacer tabla rasa ejecutada por los bulldozers del gobierno para convertir esta parte de la ciudad en pasto de los promotores. Cocinas populares, abastecimiento, medicina de calle, movilizaciones ilegales, construcción de viviendas de urgencia: todo un saber práctico acumulado por unos y otros a lo largo de la vida ha encontrado el espacio para desplegarse. Lejos de los uniformes y de las sirenas. Quien conoció la despojada alegría de los barrios de Nueva Orleans antes de la catástrofe, la desconfianza frente al Estado que reinaba y la práctica masiva de arreglárselas que existía no se habrá sorprendido de que todo esto haya sucedido. Quien, por oposición, se encuentra atrapado en la anemia cotidiana y atomizada de nuestros desiertos residenciales podrá dudar que se encuentre tanta determinación. Restablecerla con estos gestos sepultados por años de vida normalizada es por tanto el único camino practicable para no hundirse con este mundo. Y que llegue un tiempo en que esto se desee.

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Inmigrantes: de la precariedad a la exclusión

por Toni Carrasco

Estamos al principio de una profunda crisis. Todavía no hemos visto el final de la caída del empleo y tampoco finalizará aquí la culpabilización del inmigrante como 'ladrón' de puestos de trabajo. Durante el periodo de bonanza económica (aunque alguien tendría que relativizar el término y ajustarlo sólo a los verdaderos beneficiarios) la población inmigrante aumentó para seguir alimentando las necesidades de nuestro crecimiento económico. Los sectores que cobijaron esta mano de obra inmigrante fueron, fundamentalmente, los que abandonaron las personas autóctonas porque sus salarios eran escasos o sus condiciones laborales deplorables. En la construcción, el servicio doméstico, la hostelería o la agricultura, se concentraba, ya antes de su llegada, la mayor tasa de precariedad, con fuerte presencia de la economía sumergida. Con la crisis, quienes se van al paro son aquellas personas que tienen contrato temporal. Apenas ha variado el número de contratos indefinidos durante el año 2008, mientras que ha bajado ostensiblemente el de contratos temporales. Quienes tienen empleo temporal, y la inmensa mayoría de las personas trabajadoras inmigrantes lo tienen son, pues, las que están sufriendo, en primer lugar, los embates de la crisis. El despido libre existe, basta con no renovar (coste cero) la contratación temporal. Frente al desempleo, no todos los colectivos sociales tienen las mismas posibilidades de re spuesta. La legislación española obliga, en la práctica, a quienes vienen desde fuera a trabajar, a que lo hagan ilegalmente. Los procedimientos para regularizar su situación, con los procesos de arraigo social o laboral, obligan a estas personas a estar dos o tres años, respectivamente, en la economía sumergida. A la importante bolsa de personas inmigrantes sin permiso de residencia, y por lo tanto vulnerables, se les van a unir las personas que, teniéndolo ahora, no van a poder realizar su renovación anual, por no poder justificar los 180 días cotizados necesarios.

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Eso significa que va a pasar a una situación de 'ilegalidad' un buen número de personas que serán presa de la economía sumergida, carecerán de derechos sociales y laborales, sumándosele además, la amenaza constante de la expulsión. Coincidiendo con esta etapa de crisis económica, el Gobierno se ha propuesto la modificación de la Ley de Extranjería, que estaba obligado a cambiar desde que inició su mandato, hace cinco años. Por una parte, el Ejecutivo tenía que cumplir sus propias propuestas electorales; por otra, tenía que adaptar la legislación a las directivas europeas y a las resoluciones del Tribunal Constitucional. La realidad es que se vincula la reforma legal de la Ley de Extranjería a las necesidades del mercado de trabajo. No se tiene en cuenta, o se deja en un plano muy secundario, que las personas inmigrantes tienen vida fuera del horario laboral: tienen cultura, familia, son víctimas en sus países de origen, son consumidores, son sujetos de derechos sociales... Con la reforma se dificultará el derecho a la reagrupación familiar, se alargará el tiempo de estancia en los Centros de Internamiento de Extranjeros hasta los sesenta días (en línea con la 'Directiva de la Vergüenza'), se castigará a las personas que ayuden a inmigrantes (sin distinguir a quienes lo hagan por motivos humanitarios de quienes lo hagan por interese s económicos)... Como describe la Asociación Convivir Sin Racismo en un reciente informe sobre la reforma de la Ley de Extranjería, el Gobierno apuesta más por la amenaza que por dar una oportunidad de integración para las personas extranjeras que hayan decidido vivir aquí. Una Ley que no pone el acento en la integración, la convivencia y la igualdad, sino que se centra en regular aspectos relativos a las condiciones de acceso y estancia. El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, hace declaraciones afirmando que en estos tiempos no hay trabajo para todos, que hay que facilitar el retorno... Al mismo tiempo, desde el ministerio del Interior, se establece como prioritaria la 'caza' de inmigrantes sin papeles. Toda una batería de actuaciones con un sospechoso aroma a rancia xenofobia. Se está generando y alimentando un discurso que, falsamente, hace culpables de la crisis económica a las personas inmigrantes o que, en cualquier caso, les condena a ser las 'paganas' de la misma, sin otra justificación que la de no ser de aquí. Por desgracia, no somos el único sitio donde se está reforzando este tipo de discurso. En Gran Bretaña hemos asistido a movilizaciones con el lema 'empleos británicos para trabajadores británicos'. En Italia, Berlusconi autoriza la formación de bandas parapoliciales y criminaliza a las personas inmigrantes sin papeles. Estamos al principio de una profunda crisis, que sin duda será aprovechada por las organizaciones abiertamente fascistas para consolidar su presencia. Todavía no

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Inmigrantes:de la precariedad a la exclusión hemos visto el final de la caída del empleo y tampoco finalizará aquí la culpabilización del inmigrante como 'ladrón' de puestos de trabajo. La crisis amenaza también con un aumento acelerado de las demandas de ayuda social, ampliadas por quienes lleguen al paro y por sus familias. Las personas inmigrantes, que ya están sufriendo el desempleo con especial contundencia, serán in teresadamente vistas como competidoras en la consecución de ayudas públicas y como culpables de la escasez y mala calidad de los servicios públicos de protección social. Las personas inmigrantes fueron solución a la necesidad de mano de obra en los tiempos de expansión económica, realizaron los trabajos que la población autóctona dejó por sus malas condiciones y su escaso reconocimiento social, dinamizaron la producción y el mercado local como consumidores de bienes y servicios. Ahora son las primeras víctimas de la crisis económica, se les quiere más vulnerables con las nuevas modificaciones legales y convertirlas en diana de las iras populares. Así se desvía la atención de quienes son los culpables de la actual situación económica y social.

*TONI CARRASCO Colaborador del Foro Ciudadano de la Región de Murcia / De STERM / La Intersindical

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El decrecimiento, una idea que abre camino con la recesión

Por Eric Dupin

La crisis ecológica impuso poco a poco la necesidad de definir el progreso humano de un modo distinto al que imponen al productivísimo y la confianza ciega en el avance de las ciencias y las técnicas. En Francia, crecen los adeptos al decrecimiento, tanto cerca de los partidos de la derecha antiliberal como entre el gran público. Representan sin embargo sensibilidades políticas y filosóficas muy diversas. Había que ver el aire desconcertado de Francois Fillon. Ese 14 de octubre de 2008, Yves Cochet defendía la tesis del decrecimiento desde lo alto de la tribuna de la Asamblea Nacional. Al diagnosticar una "crisis antropológica", el diputado Verde de París afirmaba, en medio de las exclamaciones de la derecha, que "ahora la búsqueda del crecimiento resulta antieconómica, antisocial y antiecológica". Su llamamiento a una "sociedad morigerada" no tenía ninguna posibilidad de ganar la adhesión del hemiciclo. Sin embargo, la provocadora idea de "decrecimiento" logró abrir las puertas del debate público. La recesión también pasó por ese debate. Seguramente, el decrecimiento "no tiene nada que ver con su inversa aritmética del crecimiento", como lo señala Cochet (1), el único político francés de envergadura que defiende esta idea. De todas maneras, el cuestionamiento del crecimiento aparece como una consecuencia lógica de la doble crisis económica y ecológica que sacude al planeta. De pronto, se escucha a los pensadores del decrecimiento de manera más atenta. "Estoy mucho más solicitado" -se regocija Serge Latouche, uno de ellos-. "Las salas están llenas en nuestros debates", dice también Paul Aries, otro intelectual de referencia de esta corriente de pensamiento. La propia palabra "decrecimiento" es cada vez más utilizada, incluso fuera de los restringidos círculos de la ecología radical. "En un momento en que los adeptos del decrecimiento ven que sus argumentos son apoyados por la realidad, ¿existe acaso una alternativa entre el decrecimiento súbito o no expresado, como es la recesión actual, y el decrecimiento dirigido?" se interrogaba durante la campaña europea Nicolás Hulot, que, sin embargo, es regularmente calificado de "ecotartufo" por los objetores del crecimiento (2). En su carácter de puntal de Europe Ecologíe, declaraba dudar del "crecimiento verde" y pensaba más bien en un "crecimiento selectivo acompañado de un decrecimiento elegido". "Sólo el decrecimiento salvará al planeta", expresó el fotógrafo Yann Arthus-Betrand, cuya película Home, que fue ampliamente financiada por el grupo empresarial de productos de lujo Pinault Printemps Redoute (PPR), parece haber contribuido al éxito electoral de los ecologistas (3). Algunos partidarios del decrecimiento están convencidos de que la crisis actual

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constituye una formidable oportunidad para su causa. "¡Que la crisis se agrave!", exclamó Latouche, retomando el título de una obra del banquero arrepentido Francois Partant. "Es una buena noticia: la crisis finalmente ha llegado y es una ocasión para la humanidad de recuperarse", explicaba ese sostenedor de la "pedagogía de las catástrofes", en otro tiempo desarrollada por el escritor Denis de Rougemont (4). Sin llegar tan lejos, Cochet también piensa que sólo chocan do con los límites de la biosfera la humanidad se verá obligada a volverse razonable. "Ya no habrá más crecimiento por razones objetivas. El decrecimiento es nuestro destino obligado", previene el diputado ecologista, "geólogo político y un profundo materialista". Entonces no queda más que esperar que la crisis acelere la toma de conciencia y "preparar el decrecimiento con el fin de que sea democrático y equitativo". Pero este punto de vista optimista está lejos de ser compartido por todos. "No estamos en absoluto de acuerdo con esta pedagogía de las catástrofes", se desmarca Vincent Cheynet. El jefe de redacción del diario La Décroissance piensa que, "aunque la crisis ofrece una oportunidad de interrogarse y de cuestionarse, también se corre el riesgo de que engendre crispaciones y fenómenos de miedo". "Una crisis importante sería la peor de las situaciones", piensa Cheynet. "La crisis es una ocasión para recordar que el crecimiento ya no es posible, pero en esos periodos las personas tienen tendencia a replegarse sobre sus intereses particulares", observa Jean-Luc Pasquines, animador del Movimiento de los Objetores del Crecimiento (MOC). Aries señala además la ambivalencia de la crisis: "Por un lado, lleva cada vez más lejos el sentimiento de urgencia ecológica, ya que el momento se presta para la defensa del poder de compra y de los empleos. (...) Pero también muestra que hemos vivido sobre mentiras desde hace décadas" (5). La inquietud le disputa un lugar a la esperanza entre aquellos que dudan de que la recesión pavimente el camino hacia el decrecimiento.

De asociación a partido político El impacto nuevo del tema contrasta con la gran debilidad de las fuerzas políticas que lo invocan. El Partido por el Decrecimiento (PPLD) fue creado por Cheynet (antiguo publicista y fundador de la Asociación "Cazadores de 'pub' luso coloquial de la palabra publicidad en Francia]") en 2006, para quien "la urgencia es la conquista de las instituciones". Sin embargo, los conflictos entre las personas le impidieron existir realmente. "Crear un partido político es muy difícil en ambientes bastante anárquicos", suspira Cheynet, que no se entiende demasiado bien con todos los "partidarios del decrecimiento". Nuevos equipos intentaron recientemente relanzar el PPLD. Al mismo tiempo que afirma que atrae "a personas más jóvenes, que vienen del mundo asociativo", su portavoz, Vincent Liégey, reconoce que "estamos tanteando un poco". El PPLD se niega a reivindicar el número de militantes. "No queremos convertirnos en un partido masivo, no buscamos ni afiliados ni electores", dice curiosamente Rémy Cardinal, otro portavoz de este micropartido. El Movimiento de los Objetores del Crecimiento se lanzó en 2007. Reúne a unas doscientas personas y a una de cena de representantes electos locales, en una red muy descentralizada. Como agrupa a militantes experimentados, como Pasquines, que fue portavoz del PPLD, o Christian Stunt, ex miembro de los Amigos de la Tierra y de los Verdes, se felicita, según dice este último, de ver llegar a sus filas a "muchas mujeres y jóvenes". El MOC y el PPLD han emprendido un proceso de acercamiento, al crear juntos la Asociación de Objetores del Crecimiento (ADOC). Ambos movimientos se

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El decrecimiento, una idea que abre camino con la recesión presentaron en las últimas elecciones europeas bajo el lema Euro-pe Décroissance ("Por el decrecimiento de Europa"). Por el hecho de no disponer de "ningún recurso" y queriendo "hacer política de otra manera", no presentaron papeletas para la votación sino que les pidieron a sus electores imprimirlas ellos mismos, a partir de su sitio Internet. El resultado era previsible: Pasquines, cabeza de lista en la región parisina, obtuvo el 0,04% de los votos computados. Las ideas del decrecimiento tienen un eco sin parangón con estas cifras. "Estoy contra la creación de un partido, en cualquier caso es prematuro", afirma Latouche. La cantidad de lectores del mensual La Décroissance, fundado por Cheynet en 2004, es un hecho revelador del impacto de esta corriente. Se difunden 20 000 ejemplares 13 000 de ellos en kioscos, y hace uso de un tono polémico cuyas víctimas principales son los "ecotartufos" de un "capitalismo verde" y de un "desarrollo sostenible" sometidos a fuertes burlas. Cheynet lo asume: "Estamos en uní lógica de disenso que participa en la vivificación de la democracia". La revista ecologista Silente, que difunde 6 000 ejemplares desde 1982, publicó en 1993, sin ningún éxito, un primer dossier sobre el decrecimiento, que contenía extractos del libro base del inventor del concepto, Nicholas Georgescu-Roegen. Las cosas fueron distintas en el segundo intento, en 2002. cuando un coloquio realizado en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) por la asociación Línea de Horizonte-Los amigos de François Partant, en el que participaron 700 personas, entre las cuales estuvieron José Bové, Ivan Illitch y Latouche, hizo surgir el concepto. El coloquio tuvo un gran éxito: Silente dedicó luego varias entregas a los distintos aspectos de ese proyecto: "El decrecimiento es, tal vez, el tema del siglo XXI, pero no sé nada sobre eso", atempera Michel Bernard, uno de los animadores de la revista, que tiene su base en Lyon, al igual que La Décroissance. Desde 2008, esta corriente de pensamiento dispone también de una publicación intelectual bien elaborada: Entropía, "revista teórica y política del decrecimiento", dirigida por Jean-Claude Besson-Girard, que explora con una loable apertura de espíritu los numerosos problemas que plantea la perspectiva del decrecimiento (6). Este grupo mantiene vínculos, más o menos informales, con toda una serie de organizaciones, como las redes antinucleares o anti-OGM (Organismos Genéticamente Modificados), el movimiento internacional "Slow Food" (7) o "Slow Cities" y, por cierto, con todas las asociaciones antipublicitarias: los militantes del decrecimiento prefieren con frecuencia la acción asociativa concreta. La revista Silente privilegia el relato de experiencias que prefiguran la sociedad a construir. "Las ganas de cambiar las cosas pasan por la realización de alternativas", señala Guillaume Gamblin, uno de sus animadores. Stunt encarna bien esa militancia anclada en lo concreto. Viejo caminante de la ecología política, hoy afiliado al MOC. Pero este guarda forestal jubilado, cuyos hijos producen "cereales a la antigua usanza", sigue trabajando sobre el tema del "bosque campesino de proximidad". Practicando el decrecimiento, vive en una casa que él mismo ha construido con materiales locales, no conectada a la red eléctrica, pero que funciona con energía solar. Stunt se siente como en casa en la región de las Cévennes (parque nacional en el sur de Francia), "donde centenares de personas viven de esa misma manera". Miembro de la asociación de Habitantes de Viviendas Efímeras o Móviles (Halem), relata cómo, en abril pasado, una manifestación bloqueó la alcaldía de Saint-Jean-du-Gard que había desmontado una tienda tipo

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mogol instalada sin autorización. "Así nos hacemos cargo de la defensa de personas que viven en casas rodantes después de haber sido expulsadas, que con frecuencia son jóvenes de la región parisina", agrega. La asociación Derecho a la Vivienda (DAL) le ha propuesto a su asociación integrar el Consejo de Administración... Las ideas sobre el decrecimiento no son de ayer. Incluso estuvieron más extendidas en los años 1970 que hoy. Podemos recordar el cómic alegremente antiproductivista de Gébé L'An 01 (El año 01), publicado en Politique Hebdo (8). Y de su consigna un tanto subversiva: "Paremos todo". El mensual La Gueule Ouverte (La boca abierta) (1972-1980), que anunciaba muy simplemente "el fin del mundo", destilaba durante esa década una reflexión anticipada de decrecimiento. Hace unos treinta años, el cuestionamiento al productivismo estaba limitado a un espacio ideológico cerrado. No penetraba en la izquierda, dominada todavía por el Partido Comunista (PC) y por un marxismo ingenuamente, "progresista". Aunque hoy esta comente es más marginal, también dialoga con facilidad con una izquierda que ha perdido sus certidumbres. Con la crisis medioambiental y el cuestionamiento del "valor trabajo", avanza la idea de un casamiento entre anticapitalismo y antiproductivisino. "El decrecimiento expresa, con un vocabulario nuevo, viejas cuestiones planteadas al movimiento obrero sostiene Paul Aries, que fue comunista en su juventud. Yo mismo he llegado aquí por la crítica de la alienación. 'El derecho a la pereza", 'vivir y trabajar en la misma región'...: ¡la izquierda no siempre tomó el camino del productivismo!" La evolución de Jean-Luc Mélenchon es sintomática de la influencia que adquirieron las ideas del decrecimiento en el seno de la izquierda. El fundador del Partido de Izquierda (PG), proveniente de una estricta tradición marxista, que fue en primer lugar militante trotskista lambertista, y después socialista, saluda hoy "la capacidad de cuestionamiento" de los partidarios del decrecimiento. "Hay que pensar de otra manera nuestro modo de vida y preguntarse, por ejemplo, si debemos ir cada vez más rápido", afirma, antes de criticar "el productivismo que insinúa la idea de que todo lo que es deseable debe volverse necesario". A él se unió Franck Pupunat, el activista del pequeño grupo Utopía, cercano a algunas tesis del decrecimiento, y que agrupa afiliados de varios partidos de izquierda. El Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) también dialoga con los "partidarios del decrecimiento". Algunas negociaciones, que finalmente fracasaron, habían estudiado la hipótesis de confiar a un militante del decrecimiento el primer lugar en la lista presentada por el NPA y el PG en las elecciones europeas, en la región sudeste, donde esta corriente está mejor implantada. Representantes de ambos partidos participaron en la "Contre-Grenelle de l"environnement" (Contra-consulta sobre el medioambiente) (9), que tuvo lugar en Lyon en mayo, para denunciar las ilusiones del "desarrollo sostenible". Paradójicamente, las ideas sobre decrecimiento ya no se encuentran entre los Verdes. Cochet se siente muy aislado dentro de su partido. Sin embargo, algunas de sus posiciones no ayudan a que sea escuchado. El diputado ecologista de París sorprendió, en abril de 2009, al proponer una disminución del conjunto de las prestaciones familiares a partir del tercer niño, a causa de que un nuevo recién nacido tendría "un coste ecológico comparable a 620 trayectos París-Nueva York". Él se considera un "neo-malthusiano", aun cuando admite que su razonamiento es "tal vez demasiado científico". La sed de respetabilidad de los Verdes y el peso de sus representantes electos los han alejado de tesis que puedan asustar a los electores. Dominique Voynet habría incluso pensado en cambiar el nombre de su partido por el de "Partido del desarrollo

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El decrecimiento, una idea que abre camino con la recesión sostenible". En diciembre de 2008, por primera vez, la moción del congreso del partido hizo referencia al "decrecimiento", pero limitándolo al de la "huella ecológica". El programa de las listas de Europa Ecología retomó la misma fórmula, pero agregándole la disminución "del consumo cuantitativo de carne". En cuanto al Partido Socialista francés (PS), la ausencia de curiosidad intelectual de sus diligentes parece protegerlo de cualquier contacto con estas ideas. ¿Es el decrecimiento algo más que un eslogan? Aries habla de "palabra-obús" destinada a quebrantar el productivismo, y Cheynet alaba la capacidad de ese vocablo para "interpelar" a la sociedad. Pero la gran debilidad de este estandarte consiste en no decirnos' nada sobre el futuro deseado. Ningún "objetor del crecimiento" preconiza una simple disminución de la producción en una sociedad con equilibrios que no han cambiado, lo que podría agravar la pobreza. Latouche concede que los menos favorecidos, especialmente en África, necesitan elevar su nivel de vida material, aun cuando no deberían imitar el modo de vida occidental. Antes que nada, este espacio se debate entre profundas divergencias filosóficas. Cheynet se ubica en posiciones republicanas y universalistas, mientras que el africanista Latouche es un declarado "relativista cultural". "Mi perspectiva es claramente republicana, democrática y humanista", declara el patrón de La Décroissance, que estuvo comprometido con el centro en su juventud. "El Estadonación está superado y tampoco es deseable", replica Latouche, a quien "no le gusta la palabra universal". Aries se sitúa al lado de las posiciones republicanas, al mismo tiempo que trabaja con los católicos de izquierda de la revista Golias. Pierre Rabhi, una figura del decrecimiento que intentó ser candidato en la elección presidencial de 2002, representa, por su parte, una corriente espiritualista. Aunque este espacio está mayoritariamente anclado hacia la izquierda, su crítica radical al productivismo puede alimentar interpretaciones de inspiraciones muy diferentes. Políticamente, como lo reconoce Cheynet, van "desde la extrema derecha a la extrema izquierda". Así, el pensador de la "Nueva Derecha", Alain de Benoist, publicó en 2007 una obra titulada Demain, la décroissance (Mañana, el decrecimiento) (E-Dites. París). La relación con la democracia también lo divide. Todo opone a quienes quieren dedicarse a las instituciones y presentarse a elecciones, como Cheynet, y a quienes privilegian la democracia directa o el mandato imperativo. "La desconfianza con relación a la democracia representativa es muy fuerte en estos ambientes", observa el investigador Fabrice Flipo. "Se requiere un refuerzo de la democracia directa, pero también de la democracia representativa", matiza Aries. Latouche expresa de otra manera esta ambigüedad: "Creo ser profundamente democrático" afirma, antes de agregar inmediatamente: "Pero no sé muy bien qué es la democracia".

Desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda Pocos partidarios del decrecimiento se arriesgan a precisar a qué se parecería la sociedad a la que aspiran. Sin embargo, en 2002 Cheynet intentó ese ejercicio (10). Esa sociedad tendría una "economía sana", "el transporte aéreo y los vehículos con motor de explosión estarían condenados a desaparecer", "reemplazados por barcos de vela, la bicicleta, el tren y la tracción animal". Se iría también hacia "el final de los grandes super-mercados, en beneficio de los comercios de proximidad y de los mercados, hacia el final de los productos manufacturados poco caros, en beneficio de objetos producidos localmente". Aunque la relocalización de las producciones es una idea compartida por todas las corrientes del decrecimiento, muchas de las cuales incluso presentan la idea de instituir "monedas locales", no todo el mundo está de acuerdo en llegar tan lejos. Por otra parte, resulta difícil ver cómo semejante programa podría convencer a una mayoría de electores. Latouche prefiere insistir con el método de elaboración de una "sociedad autónoma" donde rijan las ocho "R": "Revaluar, Reconceptualizar, Rees-

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tructurar. Redistribuir, Relocalizar, Reducir, Reutilizar, Reciclar" (11). Al mismo tiempo que sueña con una sociedad de pequeñas ciudades federadas, aboga a favor de arbitrajes: "El compromiso que debe encontrarse entre la autonomía, casi total pero muy frugal, entre el cazador-recolector y la tecno-alienación, también casi total de nuestros contemporáneos, es un problema político". Algunos objetores del crecimiento evitan estas delicadas cuestiones refugiándose en acciones individuales de "morigeración voluntaria". Otros creen en las virtudes ejemplares de las iniciativas locales, como la de las "Ciudades en transición", que agrupa a cerca de ciento treinta municipios -mayoritariamente en Gran Bretañacomprometidos con el decrecimiento energético y la relocalización (12). Pero al decrecimiento le sigue faltando una definición política positiva tan movilizadora como lo fue el socialismo en su tiempo. "Tenemos dificultades para inventar un nuevo relato para el imaginario colectivo", deplora Cochet. "¿Qué utopía movilizadora?" se interroga, para responder a la pregunta "¿cómo vivir mejor con menos?" La fórmula "menos bienes, más vínculos", sin duda no basta. "Ampliar la gratuidad de los bienes de los cuales hacemos un buen uso y prohibir aquellos de los que se hace un mal uso", preconiza Aries, precisando que la de-finición de esos usos será producto de una deliberación política. Y agrega: "El objetivo es reducir las desigualdades sociales". En realidad, el decrecimiento afectará primero, inevitablemente, a los más ricos, tanto a nivel planetario como en cada país. Finalmente, es la cuestión filosófica de la "buena vida" lo que en estos debates se transparenta como una filigrana. El desarrollo económico dictado por la dinámica propia del progreso técnico, debería ser sustituido por una lógica de arbitraje democrático. El filósofo Patrick Viveret, que se interesa en los cuestionamientos fundadores del decrecimiento, aunque sin adherirse a sus respuestas, rechaza "la prohibición de plantear la felicidad como una cuestión política", con el pretexto de que los totalitarismos es lo que se arriesgaron a hacer: "Si rechazamos plantear democráticamente la cuestión de un mejor bienestar, ¿en nombre de qué fundar un pensamiento crítico del modo de desarrollo actual?". Liberales o socialistas, los progresistas tienen en común la búsqueda del aumento de las riquezas materiales, reduciendo la cuestión de la felicidad a un asunto privado. Si la finalidad de la organización de las sociedades humanas, confrontadas a los límites físicos de la naturaleza, escapara a ese presupuesto materialista, se abriría un vertiginoso espacio de indeterminación política.

NOTAS (1)Las citas que no tienen referencia provienen de entrevistas con el autor. (2)Nicolás Hulot, "L'enjeu crucial des élections européennes", Le Monde, 15 de mayo de 2009. (3) Michel Guerrin y Nathaniel Herzberg, "Arthus-Bertrand, l'image de marque", Le Monde, 4 de junio de 2009. (4)Serge Latouche, "Que la crise s'aggrave!", Pe-litis, París, 13 de noviembre de 2008. (5)Laure Nouhalat, "Rendre la décroissance désirable", entrevista de Paul Aries, Liberation, 2 de mayo de 2009. (6)Para una crítica radical de esta corriente de pensamiento, véase especialmente los Cahiers marxistes, Bruselas, n° 235, mayo-junio de 2007, o "La décroissance, un point de vue parfaitement réactionnaire", Lutte de classe, París, n° 121, julio de 2009. (7)Véase "Por una gastronomía militante", por Cario Petrini, Le Monde diplomatique en español, (8)Gébé, L'An 01, cómic reeditado por la Association, París, 2004, y film epónimo (con Jacques Doillon), MK2, 2006. (9)Greneile es el nombre de la calle donde está el Ministerio de Trabajo en París. En mayo de 1968 se llevaron a cabo una serie de acuerdos sindicales con el nombre de Acuerdos de Greneile. Y en 2007 se retomó el nombre de Greneile para referirse a las Consultas sobre Medio Ambiente realizadas por iniciativa del presidente Sarkozy.

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El decrecimiento, una idea que abre camino con la recesión (10)Bruno Clémentin y Vincent Cheynet, "La décrois¬sance soutenable", Silence, Lyon, febrero de 2002. (11)Serge Latouche, "Pour une société autonome", entropía n° 5, Malaucéne, otoño de 2008. (12)Véase Agnés Sinai, "Milagros verdes y sobriedad californiana", Le Monde diplomatique en español, agosto de 2009.

¿Hacia una internacional? Valentín Morel Es difícil cartografiar el movimiento de decrecimiento a escala mundial: no sólo, como en Francia, se reivindica el lema por corrientes de pensamiento muy diversas, sino que también las prácticas que le corresponden en los hechos pueden disimularse con otras denominaciones. Para Paul Aries, el decrecimiento pasaría por la conjunción de tres dimensiones, cada una de las cuales es necesaria pero que, por sí solas, resultan insuficientes: la adopción en el plano individual, de un "arte de vivir" al margen de la sociedad de consumo, la experimentación colectiva y la acción política. Aunque en España, en Italia, en Bélgica y en Hungría algunos grandes grupos han terminado en la creación de partidos políticos, se mantienen numerosas redes a través del mundo, por el momento en los dos primeros aspectos: porque ésta es, sobre todo, la hora de la información y de la sensibilización del público. Así, la Red de Objeción al Crecimiento (ROC) suiza, mediante "cafés-decrecimiento", encuentros y debates, o mediante la organización de una "Jornada Sin Compras" en Ginebra, reúne las ideas del decrecimiento en la Suiza francófona y alerta al público sobre el peligro del consumo excesivo. De la misma manera, la Asociación de Objetores al Crecimiento (AdOC) belga organizó en febrero de 2009 en Bruselas una jornada de reflexión que reunió a más de 800 personas. Al otro lado del Atlántico predomina el aspecto individual, a través de la morigeración voluntaria. El movimiento, nacido en 1981 con la publicación de un libro de Duan Elgin (1), se desarrolló, sobre todo en Estados Unidos, en los años 1980. Un think tank (laboratorio de ideas) bautizado Simplicity Forum organiza encuentros regulares y promueve, todos los 24 de octubre, un "Take Back Your Time Day" ("Jornada para recuperar tu tiempo"). En Québec, esta corriente está representada por la Red Quebequense para la Simplicidad (Morigeración) Voluntaria (RQSV). En 2008, el padre del concepto en la provincia, Serge Mongeau, que dirigió recientemente el libro colectivo Objecteurs de croissance - Pour surtir de ¡'impasse: la décroissance (Objetores del crecimiento Para salir del atolladero: el decrecimiento) (2), franqueó el paso de entrada a la política al postularse como candidato para las elecciones legislativas, bajo la bandera del partido alter-mundialista Québec Solidario. Sin haberlo teorizado ni formalizado, muchos movimientos indígenas de América Latina, por su defensa de la "madre tierra" y sus luchas para preservar la biodiversidad frente a la voracidad de las multinacionales y de la "economía moderna", se inscriben implícitamente en este espacio. También han aparecido instituciones transnacionales. Recherche et Décroissance (Investigación y Decrecimiento), un círculo de investigación científico, se reúne regularmente a partir de una primera conferencia realizada en abril de 2008. La organización Transition (Transición), nacida en el Reino Unido, se fue desarrollando hasta alcanzar hoy dimensión mundial. Está dirigida a la creación de una cultura de "transición" de nuestro mundo hacia un modelo más ecológico. En una decena de países, "comunidades de resistencia" preparan a unas ciento treinta ciudades para afrontar el pico del petróleo, el cambio climático y la crisis económica, con el fin de que puedan resistir mejor.

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Inspirado en una filosofía análoga, el Global Eco-village Network (GEN) se ha implantado en más de cuarenta países del mundo. Los habitantes de estos pueblos practican la morigeración voluntaria, y llevan a la práctica un modelo de vida que tiene en cuenta el impacto ecológico: una economía social y solidaria, energías renovables, construcción ecológica, etc. La existencia de estas redes no basta, sin embargo, para constituir una verdadera internacional. Fuera del mensual francés La Décroissance (difundido en Bélgica, Canadá, Suiza y Alemania) y del semanario italiano Carta, que ofrece artículos sobre el tema, la corriente sigue sin contar con medios de comunicación comunes. Las divergencias políticas y filosóficas de los sostenedores del decrecimiento, ya problemáticas a nivel nacional, no permiten la emergencia de un movimiento internacional. Se necesita tiempo para federar a nivel mundial a militantes que se niegan a tomar el avión...

(1)Duan Elgin, Votuntary simplicity: toward a way of life that is outwardly simple and inwardly rich, Quill, Nueva York, 1981. (2)Ecosociété, Montreal, 2007.

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Garapen jasangarria: gaurko garapenaren azaleko ikutu berdea ala sakoneko eraldaketa? Iñaki Antigüedad Auzmendi*

Atarikoa Garapen jasangarria modan dago. 1987 urtean agertu zen terminologia hori estreinakoz dokumento ofizial batean (“Gure Etorkizun Komuna” izeneko Brundtland txostenean) baina plaza handirako jauzia Rio de Janeiron 1992 urtean burutu Lurraren Gailurrean gertatu zen. Harrezkero zabalduz joan zen, sakonduz baino gehiago, eta aurten burutu berria den Johannesburgeko Gailurraren inguruan berriro agertu da ahotik ahora. Hiztun guztiek, ezkerretik eskubira zentrotik pasatuz, dute hori hizkeraren komodina, gehienetan inguruneaz ari direla, ez ekonomiaz; diskurtsoaren leloa. Baina modan dagoena hitzak berak dira (garapena, jasangarria) eta ez, inondik inora ere, kontzeptua, edukina, hots, hitzok duten esannahia. Gauzak beren lekuan ipintze aldera doa oraingo gogoeta, esanak eta eginak aletzera, sindikalgintzatik bertatik ere horren inguruko eztabaida piztu eta aberastu behar delakoan. Gogoeta hau bertatik bertara egiteko asmoz Eusko Jaurlaritzak berriki kaleratu duen “Garapen Jasangarriaren Euskal Ingurumen-Estrategia (2002-2020)” deritzona hartu dut abiapuntu eta nire kritikaren erreferentzia, nonbait programa horrek biltzen baititu Euskal Autonomia Erkidegoa (EAE) garapen jasangarrirantz hurbiltze aldera emango diren urratsak. Hitzez hitz hartu dut hortik zenbait gauza, eta letra etzanean idatzi, dokumentu hori ezagutzen ez dutenentzat argigarri

Garapen Jasangarria Hona Ingurugiro Hiztegi Entziklopedikoan (Eusko Jasangarriaz ematen den definizio eta azalpena.

Jaurlaritza,

1998)

Garapen

Hurrengo belaunaldien beharrak asetzeko aukerak arriskuan jarri gabe oraingo belaunaldien beharrak asetzen dituen garapen ekonomikoa eta soziala Definizio hori Nazio Batuen Elkartearen Ingurugiro eta Garapenari buruzko Mundu Batzordeak “Brundtland Txostena” delakoan eman zuen 1987an, eta hori garapen jasangarriaren definiziorik hedatuena dela esan liteke, kontzeptuaren inguruan sortu den hamaika definiziotatik bat besterik ez bada ere. Garapena gizakien ongizatea baldintzatzen duten kalteak arinduz gauzatzen den

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aurrerapena dela esan liteke. Beraz, garapenaren lehen helburua giza populazioaren beharrak asetzea izan behar luke. Zenbait egoeratan (Hirugarren Munduko herrialdeen kasuan, adibidez) giza populazioaren beharrak asetzeko ondasun eta zerbitzu gehiago produzitzea nahitaezkoa da, hau da, hazkunde ekonomikoa eta garapena bat datoz. Hala ere, garapena eta hazkundea ez dira sinonimotzat jo behar. Hazkunde ekonomikoa gizakien ongizatearen aurka jokatzen duten zenbait kalte arintzeko beharrezkoa izan badaiteke ere, honek ez du esan nahi hazkunde ekonomiko hutsa nahikoa denik. Aurretik emandako definizioaren arabera, herrialde baten garapenean hazkunde ekonomikoaz gain populazioaren askatasunak, osasunak, jakintzak eta errentaren banaketaren bidezkotasunak ere zerikusi handia izan beharko lukete. Honaino Ingurugiro Hiztegi Entziklopediko horretan besteak beste ageri dena. Funtsezkoa da, hor esan legez, garapena eta hazkundea ez nahastea, baina ez bakarrik kontzeptu diferenteak direlako, askotan kontrajarriak ere badirelako baizik. Egungo globalizazio esparruan begibistakoa da banaketa hori egin beharra are gehiago sindikalgintzatik, honek gizartean eragiteko eta okerrak zuzentzeko duen ustezko indar eraldatzailea kontuan izanik. Baina bada ere aurreko azalpen horretan zer aletu eta zer argitu, izan ere ongizatea, asetzeko beharrak eta konturatu gabe hain errez esaten ditugun holakoak nahiko kontzeptu hutsalak suertatzen dira, hizkeraren komodinak berauek ere, edukinez betetzen ditugun arte. Zer da XXI mendean giza ongizatea? Zeintzuk asetu beharreko beharrak? Egungo globalizazioak ezartzen dituen bideak gure egin behar ditugu ala sakoneko eraldaketa sustatu giza balore berriak gauzatze aldera? Zelan uztartu gaurko munduan ongizatea, asetzeko beharrak eta holakoak elkartasun, berdintasun eta askatasunean oinarritutako gizarte berri baterako bidean? Zelan hori guztia gaurko sistema ekonomizistan? Zelan gizarte bat modu jasangarrian garatu bera bizi den inguru fisikoaren jasateahalmena kontuan izan gabe?. Izan ere garapena ez dagokio bakarrik eskubidedun gizabanakoz osatutako giza-multzoari, hau da, gizarteari, garapena gizartea dagoen lurraldeari berari ere dagokio, eta funtsezko moduan gainera, lurralde barik ez delako gizarterik. Hortaz, garapena jasangarri egin nahi izateak lurraldearen zentzu fisikoa geureganatzera garamatza, lurraldearen jasate-ahalmena kontuan izatera: lurralde batek bere produktibitatea eta moldagarritasuna, hitz batez, bere ezaugarri fisikoak, aldatu eta galdu gabe jasan dezakeen gehienezko erabilera-maila (Ingurugiro Hiztegi Entziklopedikoa). Argigarri izan daiteke “Por una Nueva Cultura del Agua” fundazioaren hasierako Adierazpeneko “El reto del Desarrollo Sostenible” atalean adierazia: Vivimos momentos históricos de transición en los que se cuestiona el modelo vigente de desarrollo. La conceptualización de la ciencia y la técnica como claves de “dominación” de la naturaleza, para promover un desarrollo basado en el crecimiento ilimitado en un Mundo limitado, está dando paso a un enfoque más humilde y sabio, que busca conocer la complejidad del medio natural para integrar nuestro desarrollo en una perspectiva de sostenibilidad. Por otro lado, la acelerada destrucción de referentes de identidad colectiva y la devastación cultural que vienen imponiendo este modelo desarrollista y el imperio

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Garapen jasangarria:gaurko garapenaren azaleko ikutu berdea ala sakoneko eraldaketa? del llamado “pensamiento único”, exige la profundización del concepto de sostenibilidad, incorporando la vertiente de los valores y patrimonios socioculturales en lo que se denominaría sostenibilidad ecosocial. Se trata en definitiva de auspiciar un nuevo modelo de desarrollo basado en una ética intergeneracional desde la que el patrimonio natural, social y cultural de los pueblos debería considerarse como un préstamo de las generaciones futuras más que como una herencia de nuestros antepasados. Jasangarritasuna zehazteak gizartea-ekologia-ekonomia katebidea zehaztea dakar. Honen harira gogoan daukat orain Rioko Gailurraren atarian ginela gailurraren idazkari nagusia izan zenari egindako elkarrizketa bat. Galdera bat honelakoa zen gutxi gorabehera: zer espero duzu gailurretik ateratzea, inportanteena? eta erantzuna: nahikoa litzateke ekonomiaren kontzeptua aldatuko balitz. Bai zera! Hainbat aldarrikapen idatzi ziren han baina funtsean gomendioak baino ez, ez zegoen han funtsean gobernu eta lobby ekonomikoentzat loteslea zen ezer. Hamar urte pasa dira Riotik Johannesburgera eta ekonomiaren kontzeptuak betiko bera izaten segitzen du: ekonomia ekonomizismoa da, helburu eta helbide, eta puntu. Hortaz ez da batere harritzekoa Johannesburg horretan multinazionalek aurrea hartu izana, gobernuen gainetik. Ekonomizistek apropos nahasten dute garapena (bizi kalitateari dagokio) eta hazkundea (bizi-mailari dagokio, batzuenari behintzat), eta ondorioz sarri askotan dute hazkunde jasangarria hizpide (sindikatuek ere erabiltzen dute hori batzuetan, baina kasu honetan oharkabean egiten dutela pentsatu behar da). Hazkunde jasangarria diskurtso neoliberalaren ikutu berdea egin dute, 1995 urtean Marrakexen lehengo GATT hura Munduko Komertzio Erakunde bihurtu zutenetik aurrera behinik behin. 1992 urteko Rio de Janeiroko hartan Lurraren arazoen aurrean estatuen aitzindaritasuna edo onetsi bazen ere, Marrakexez geroztik multinazionalek hartu dute planeta jasangarri egiteko ardura, eta hori nabari gertatu da Johannesburgekoan. Halako bidaidekin nora joan?. Bidaide gogaide behar dugu bide jatorretik abiatzeko, ez horiekin. Zein da benetako egoera hitz goxo idatzien gainera?. Europako Batasunak 180 graduko bira izango zela esan zuen bere Ingurumen Ekintzako V Programa (19922000) aurkeztu zuenean. Ezin dugu itxaron .... eta ezin dugu hutsik egin. Dena dela, eta hitzez hitz nago orain kopiatzen horren gainera Garapen Jasangarriaren Euskal Ingurumen-Estrategia dokumentuak dakarrena, Programa (Europakoaz ari da) berraztertzerakoan hainbat arlotan aurrerapenak egin diren arren garapen jasangarria lortzeko bidean aurrera egin nahi bada oraindik zeregin asko dagoela onartu da. Gaur egungo ekonomia-sistemak, berriz, hondakinak asimilatzeko ahalmena eta baliabideak mugagabeak izango balira bezala jokatzen du. V Programa horren emaitzak ebaluatu dituztenean kezka handia sortu du arlo askotan aurreikusitako joerak (besteak beste, hondakinen ekoizpena etengabe gehituz joatea, geroz eta natur baliabide gehiago kontsumitzea, lurrak degradatzea, biodibertsitate galtzea). Are gehiago, ebaluazioan aitortu egiten dute hurrengo hamarkadan ingurumen-arazo asko desagertu ez ezik areagotu egingo direla. Europako Kontseilua kezkaturik omen dago kontsumoaren eta ekoizpenaren ildoen joera kezkagarria delako baldin eta joera horien eragin negatiboak indargabetzeko

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neurri berriak hartzen ez badira. Horregatik ingurumena babesteko baldintzak lehenbailehen integratu behar dira beste politiketan (nekazaritza, garraioa, energia, barne-merkatua, garapena, industria eta arrantza aipatzen dira). Eragin negatiboak indargabetu? Ala joerak berak? Zer indargabetu? Diferentea da oso. Posible al da eragin negatiboak indargabetzea horiek ezinbestean sortzen dituzten joerak areagotzen utzita?. Kezka, bai, Europako agintariengan. Kezka aurreikusitako hobekuntzak ez direlako gertatu, eta kezka gehiago etorkizuneko joerak okerrera egingo duelako ondoriotan. Baina kezka horien atzean bada zeozer argigarri: gaurko eredu sozio-ekonomikoa, eredua bera azken batez, da auzian jarri behar dena berak sortzen dituen arazoak, ingurumenean eta gizartean, konponbidean sartze aldera; ezin ondorioak desagertu kausak desagertu gabe, eta hori arazo guztietan gertatzen da. Hau honela, normala da Programok helburuak lortu ez izana, ez eta bihar-etziko joerak aldatzeko baliorik ez izatea ere, gaurko eredutik bertatik bideratuak direlako. Kezka azaldu bai eta neurri berriak hartu beharra aipatu ere, baina orain arteko bidearen gaineko kritikarik bat ere ez, zeintzu neurrik orain artekoan porrot egin eta zergatik izan den ardura ez diela; oraingo buruak lehengo lepoan!. Eta hau da sindikalgintzatik egin behar den gogoetaren funtsa: zentzuzkoa al da gaurko ereduak sortzen dituen era askotako eragin negatiboak bazter uztea eredutik bertatik atera gabe?.

Garapen jasangarriaren euskal ingurumen-estrategia “Garapen Jasangarriaren Euskal Ingurumen-Estrategia (2002-2020)” izenekoa 2002 urtean atera du Eusko Jaurlaritzak euskal gizarteak lortu beharko dituen ingurumenhelburuak eta hortarako konpromisoak finkatzeko, gure bizi-kalitatea jasangarritasunaren zimentarrien gainean eraiki nahi dugulako. Estrategiak prozesu gisa hartzen du jasangarritasuna, eredu jasangarriagorantz joateko prozesua hain zuzen, eta abiapuntuan argi dio garapenak hiru alderdi hauek izan behar dituela kontuan ezinbestean: ekonomia, gizartea eta ingurumena. Zutabe horiek dira sustatu behar dugun etorkizuneko garapen-ereduaren zutarri saihestezinak. Hau berau da Europako Programetan, besteak beste, ageri dena eta badirudi inork ez duela trilogia hori, testuan behintzat, auzian jartzen. Zalantza bakarra, honaino helduta, zera da: ba al da trilogia horren barruan baldintzaturik eta baldintzailerik?. Izan ere, ez testutik baizik kaletik ikusita ekonomia jaun eta jabe ageri zaigu, ereduaren zutabe funtsezkoa, eta gizartea-ingurumena menpeko. Ulertzekoa da gero lortu nahi diren emaitzak lortu ez izana. Kezka?. Euskal Estrategiak bere egiten ditu Europako Estrategiaren epe luzerako helburuak eta helmugak. Hona hemen horiek, laburbilduta. 1- Politika-alor askotan aritu beharra garapen jasangarritasunerako bidean. 2- Klima-aldaketa mugatzea eta energia garbien erabilera areagotzea. Berotegi-efektua eragiten duten gasen emisioak murriztea, 2020 arte urtero gutxienez % 1. 3- Osasun publikoaren aurkako mehatxuei aurre egitea. 4- Baliabide naturalak erantzukizun handiagoz kudeatzea. Hazkunde ekonomikoa, baliabideen erabilera eta hondakinen sorrera bereiztea (desvincular). 5- Garraio-sistema eta lurraldearen antolamendua hobetzea. Garraioaren hazkundea BPGaren hazkundetik bereiztea (desvincular). Garraioaren erabileran 2010eko errepide-garraioaren kuota 1998koa baino

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Garapen jasangarria:gaurko garapenaren azaleko ikutu berdea ala sakoneko eraldaketa? handiagoa ez izatea. Eskualdeen garapen orekatuagoa bultzatzea, ekonomia-jardueran dauden aldeak gutxituz eta landa- eta hiri- komunitateen bideragarritasunari eutsiz. Euskal Autonomia Erkidegoko (EAE) ingurumen diagnostikoa ageri da dokumentuan, gaur egungo egoeraren abiapuntua. Asko aurreratu dela onartu behar bada ere, diagnostikoak egoera hobe daitekeela erakusten du. Gaur egun presio handienak eragiten dituzten agente nagusiak honakoak dira: garraioa, industria eta kontsumitzailea bera. Presiook areagotu ere egingo direla aurreikusten da, Europako Estrategian egin legez, garraioari eta kontsumoari dagozkionak batez ere, nonbait industria beste agenteekin alderatuz ingurugiro-integrazioan gehien aurreratu duena baita, enpresetan ingurumena kudeatzeko sistemen ezarpenaren bidez. Honen inguruan ere badute sindikatuek zer kontrolatu eta zer ondorioztatu. Industrializazio ondorengo gizarteetan ingurumenaren gainean presioa egiteko moduak aldatuz doazela nabaria da, eta ikusi egiten zen poluziotik nagusiki kontsumoko ereduan oinarritutako ingurumen-narriadurara pasatu da. Zuzenagoa da ingurumen gaineko presioerak denborarekin aldatuz joan direla esatea, hor esan moduan, gaur egunean presiorik ez delako, edo kontrolpean direlako, ikuspegi faltsua ematea baino. Izan ere, askotan egun dugun ingurumen narriadura joandako eredu industrialaren emaitza moduan aurkezten zaigu, gaur indarrean den ereduak erasorik sortuko ez balu bezala. Eta bai, sortzen du, inoiz baino handiagoa, gogorragoa, larriagoa, da gaur gertatzen ari den presioa, naturaren eta bere baliabide guztien gainean. Johannesburgeko Gailurrean berriz azaldu den kezka, etengabeko joera hazkorren kezka, horren isla da. Eta paradoxa dirudien arren narriadura handiena garapen jasangarriaz inoiz baino gehiago hitz egiten den unean bertan ari da gertatzen. Esanguratsua oso. Hitzak erabiltzean askoz ere serioago izan behar dugu. Ingurumenean eragina duten agenteei dagokienez hauxe nabarmentzen Estrategiak, industria sektoreaz lehentxoago esandakoaz gainera:

du

-Hurrengo urteetan ahalegin handienak garraioan egin beharko dira. -Energiaren sektoreak erronkatzat hartu du ekonomia/ingurumena integrazioa eta, produkziounitateko energia-kontsumoak murriztean, elkarrengandik zerbait bereiztea (desacoplamiento relativo) lortu du. Bereizketa hori gertatu arren, eta agenteen presioa dela eta, EAEn energia-kontsumo osoa igotzen ari da (nik neuk azpimarratua, oso esanguratsua delako). Behin eta berriz errepikatzen da testuan zehar zeintzuk diren presio eragile nagusiak: garraioa, industria eta kontsumoa, eta behin eta berriz ere gorako joerari eutsiko zaiola. Ez da, ez, abiapuntu egokia onartutako ezintasunean oinarri duena. Horregatik, beharrezkoa da sektore horietan aurreikusitako hazkundea eta sortzen dituzten ingurumen-eragin negatiboak erabat bereizteko tresnak bilatzea. Hau da, sortzen diren ingurumen-presio negatiboak murriztuz, hazten jarrai daitekeela frogatu behar da (En general no se observan a futuro cambios relevantes en las tendencias de crecimiento en los principales agentes causantes de las presiones ambientales, manteniendose la tendencia al alza en el transporte, la industria y el consumo. Es por tanto necesario buscar herramientas que puedan propiciar un desacoplamiento absoluto entre el crecimiento esperado en esos agentes y los

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impactos ambientales que generan. Es decir, demostrar que se puede seguir creciendo pero reduciendo a su vez los impactos ambientales que se generan). Askoz ere ekarpen txikiagoengatik eman dira Nobel Sariak!. Edozein dokumentutan, mardula izanda ere, bada paragrafo edo esaldiren bat besteak gainditzen dituena. Eta Estrategia honetan, Europakoan ere berdin da, oraingo hau da, nire gustorako behintzat argigarriena. Eta hona lehentxoago egindako galdera bera: Posible al da eragin negatiboak indargabetzea horiek ezinbestean sortzen dituzten joerak areagotzen utzita?. Posiblea al da ondorioak ezabatu kausak beren horretan mantenduta, are gehiago kausok, joerak, areagotuta?. Desacoplamiento absoluto entre el crecimiento esperado y los impactos ambientales que generan?. Badu honetan ere sindikalgintzak, beste eragile eraldatzaile guztiekin batera, zer hausnartu. Kasurako, posiblea al da helmugen artean lehen aipatutako hori, berotegi-efektua eragiten duten gasen emisioak murriztea, 2020 arte urteko gutxienez % 1, gauzatzea Euskal Herrian gaur anabasan diren energi egitasmo asko eta askotarikoak ikusita? Energi kontsumoa, neurri benetan zuzentzailerik ezean, etengabe gora doala, eta joango dela, jakinda?. Aurtengo uztailean prentsan irakurria: La demanda de energía eléctrica en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se incrementó en el 2001 un 4,34 % con respecto al año anterior. El crecimiento de la demanda es continuo, hasta llegar a un 25 % en los últimos diez años; esta tendencia se mantiene en el primer semestre del 2002. Hiru herrialdeotako Barne Produktu Gordina % 3 igon omen zen 2001 urtean. Hau da, energia elektrikoaren demanda BPG baino arinago doa gehituz. Hori al da desacoplamiento?. Energiaren merkatuaren liberalizazioak kontsumoa handitzea du helburu, ekonomia ekonomizista jaun eta jabe, interesak interes, eta ez dute energi trafikatzaileek ezelango asmorik inongo desacoplerik egiteko, jakin badakitelako, ondo jakin ere, kontsumoaren joera mantentzeko eskaintza-oferta ere handitu egin behar dela, egitasmoak egitasmo, han-hemenka, gas jaurtipen kontuak ardura ez diela (Kioto non den ere askok ez dakite); eurek izan dute Johannesburgen kontrol eraginkorra. Baina administrazio publikoari berari ere ez al die horrek ardura?. Desacoplar. Desvincular ere izan da lehen aipatua, helburuen arteko beste batean: garraioaren hazkundea BPGaren hazkundetik bereiztea (desvincular). Eta berriro ere jo dut prentsara, jakinminez, esanetatik haratago. Aurtengo ekaineko albistea, Bizkaiko Diputazioak herrialdeko mugikortasunaren gaineko datuak eskeini zituenekoa. La movilidad por carretera en Bizkaia creció una media del 4,3 %, camino de la congestión de la red. Igoeraren ehuneko hori energia elektrikoarena bertsua da, beti ere BPGaren igoeraren gainetikoa. Agintariek azaldu moduan el aumento del tráfico rodado refleja el crecimiento económico del territorio de Bizkaia, cuyo Producto Interior Bruto se fijó en un 3 %. Bada honetan ere zer hausnartu. Zelan desakoplatu kausak eta ondorioak reflejo horren aurrean ihesbideak baino ez badira aurreikusten?. Izan ere, agintariek preservarán en su política de construcción de nuevas infraestructuras, como la Supersur entre Arrigorriaga y Trapagaran, y llevarán a cabo campañas de concienciación ciudadana para que se dé un uso más racional al coche.

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Garapen jasangarria:gaurko garapenaren azaleko ikutu berdea ala sakoneko eraldaketa? Kontzientziazio kanpainarik ez bedi falta! Baina sosak zementuari!. Desacoplar. Desvincular. Albistearen beste gauza batzuen artean bada bat deigarri suertatzen dena, oso, merkatalguneen gainekoa, izan ere. Los técnicos estiman, a fines comparativos, que la intensidad media diaria en estas superficies, de 133.458 vehículos en ambos sentidos, es casi equivalente al 40 % de la circulación que sale y entra por las diez vías de acceso a la capital vizcaina. Beste modura esanda, horrelako merkatalguneak arazo bihurtzen dira, baina ez bakarrik errepideko garraioari begira merkataritza sarean sorten duen desakopleari begira ere; izan ere, auzo eta herri askotako merkataritza gune txikiak ikutuak geratzen dira merkatalgune handiak inguruan kokatuta. Are gehiago, gune horiek bizimodua bera ere aldrebesten dute, guneok lurreko paradisuak bailiren, giza-harremanak eta giza-baloreak desbinkulatuz. Euskal Ingurumen-Estrategiaren lerroen artean honakoa da idatzia: Mugikortasunaren beharrak murriztea; horretarako ez dira babestu behar motorizatuen eskaria areagotzea eragingo duten hirigintzako jarduerak eta erabilerak. Ez direla babestu behar? Baina ez al dira, eginetan, jarduera eta erabilera horiek modu ohartuan babesten? Ez al dira jarduera eta erabilera horiek gaurko progresuaren seinale?. Badugu honetaz ere zer hausnartu. Mugitzeko beharrak murriztu, esan bai baina lerroen azpitik mugitzeko eskubidea ere da aipatzen, autoaren jauntajabetasuna ontzat eman nahian. Ezin da denari amen-amen esan. Apustuak sailkatu egin behar dira, beharra eta nahia, eta norberarena eta kolektiboarena ondo desberdinduz, orain bai desakoplatuz. Mugikortasuna-Garraioa Lurraldearen Antolamenduarekin dago lotuta, berez. Lurralde Oreka eta Mugikortasuna: ikuspegi komuna da, hain zuzen, Euskal Ingurumen-Estrategiaren beste helmuga. Helmuga honen eta helmuga honekin lotutako helburuen xedea hauxe da: lurralde orekatuagoa eta hurbilerrazagoa finkatzea; lurralde horrek interes orokorreko gizartearen eta ekonomiaren arloko jardueren bideragarritasuna ahalbidetu behar du eta, aldi berean, nekazaritzako, hiriko eta itsasertzeko guneen ondarea, aniztasuna, aberastasuna eta natur eta kultur erakargarritasuna gordeko duen lurraldea finkatu nahi da.

Interes orokorra aipatzen da hor, eta nago ni gaurko ereduan sarritan gertatzen dela orokor horren azpian batzuen interesak ezkutatzea. Hortaz, ekonomiarentzat bideragarri den guztia ez da zertan horrela izan gizartearentzat. Interesen arteko gatazka, berriz ere. Lurralde orekatuagoa esaten da, baina gaur eguneko ekinbideak, eginetan, ez doaz lurraldea orekatzera lurraldea desakoplatzera baizik, uztargabetzera, hiriguneak gero eta hiriago eta landa eremuak gero eta bazterrago, hurrunago, neguko astegunetan batez ere, zerbitzu nagusiak gune haietara biltzen direla. Gaur egitasmo diren garraio-azpiegiturak nolakoak diren kontuan izanik argi dago, nire ustetan, lurraldea desorekatzera doazela, haundienak behinik behin. Horien

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artean paradigmatikoena, zalantzarik gabe, Abiadura Handiko Trenaren proiektua da, hiriburuak denbora motzean lotzeko helburuz tarteko eskualdeak, landa eremuak nagusi, modu larrian ikututa. Non geratzen da landa eremuon eguneroko biztanleen bizi-kalitatea? Zeren truke galdu euren egunerokotasun esparrua? Ze bide, ze aukera, izan dute biztanle horiek euren ingurua total aldatuko duen proiektuaren gaineko erabakietan parte hartzeko?. Lurralde fisikoan eragina duten proiektuen erabakietan ezin euskaldun batek botu bat esan, aurretik ez bada erabaki esparrua zehazten, bestela beti nagusituko zaio hirigunea landa eremuari. Hori jasanezina da, are gehiago lurralde orekatua helburu bada. Gainera, jakina da, garraioaren joera etengabe hazkorra izanda, AHT horrek ez duela, inondik inora ere, errepide-garraioa gutxituko, horren lekuko kapazitate handiko errepide gehiago egiten egotea da, anabasan. Sinestuta nago ni lurralde antolaketak izan beharko lukeen garrantziaz, gaur ematen zaiona baino askoz ere zabalago, sakonago, serioago eta esku hartzaileagoa. Lurraldea zutabe funtsezkoa da, sozio-ekonomia eta sozio-politikarekin batera trilogia uztargarria, garapen jasangarrirako izan edo nazio eraikuntzarako izan, azken finean eraikuntza horrek jasangarri behar du izan, geroan ere mantendu dadin, hurrengo belaunaldiek gorpuztu eta gozatu dezaten. Hortaz, gaurko eredu neoliberalak lehenesten duen lurraldearen ikuspegi fokuzalearen aurrean, (la importancia de la concentración territorial como elemento central de la nueva productividad y competitividad, Europar Batasunaren esanetan) benetako lurralde orekaren alde egin beharko genuke sektore produktiboak eta zerbitzuak orekatasun hortara bideratuz, eskualdeak biziberritu eta bertoko garapen endogenoa sustatuz. Baina, jakina, ez doa hortara Europako gune-foku ekonomiko indartsuen sare poteretsua. Horra hor, kasuko, Euskal Hiria konurbazio entzutetsua, basamorturako bidean den Zuberotik gertu, oso gertu. Zer da jasangarriagoa, zer garapenagoa, zer nazio eraikuntzagoa, konurbazio horren hazkundearen aldeko apustua ala Zuberoaren garapenaren aldekoa? Bien alde ezin egin, merkatuak esleitzen dituelako errekurtsoak eta merkatuak izan badu lehentasuna. Sindikatuek, eta besteok berdin, zer esanik ez, badute zer hausnartu eta zer barneratu diskurtso sindikalean: lurralde orekaren aldeko apustu eraginkorra, horrek dakarren guztiarekin (PTP, PTS, azpiegiturak eta holako plangintzen eztabaidetan benetako eragile eraldatzaile bihurtu).

Azkenekoa Esanetan den-dena dago asmatuta, eta idatzita. Eginetan dugu asmatu beharra, eta erreferentziak sortu. Esana da garapena eta hazkundea ez direla kontzeptu bera, esana da garapen jasangarriaren funtsa dela gizartea-ingurumena-ekonomia uztarria, esana ere kontsumoaren eta ekoizpenaren ildoen joerak kezkagarriak direla. Esana da, hori eta gehiago ere. Idatziak dira helburuak, helmugak, lerro estrategikoak eta konpromisoak. Paperak dena hartzen du. Baina guztiok azaltzen dute kezka geroari begira. 2001eko urtarrilaren 22an Euskal Autonomia Erkidegoaren lehendakariak “Jasangarritasunaren Aldeko Konpromisoa” izenpetu zuen, Europan hortaz esaten ari dena Erkidegoratuz. Garapen-eredu berri hori ondorio guztiekin onartzeak oraingo ereduan aldaketa sakona eragiten saiatu beharra esan nahi du. Produkzioan eta kontsumoan portaera berriak sartu behar direla esan nahi du. Poluzioaren eta baliabide-kontsumoaren, hondakinen ekoizpenaren, lurzoruak kaltetzearen eta biodibertsitatearen galeraren inguruan konpromiso pertsonala eta soziala hartu

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Garapen jasangarria:gaurko garapenaren azaleko ikutu berdea ala sakoneko eraldaketa? beharra esan nahi du. Edonola ere, aldaketa hori ez sustatzeak gure planetaren etorkizuna arriskuan jartzea eta etorkizunean hor biziko direnen ongizatea hipotekatzea eragingo luke. Oraintxe berton sinatzen dut hori, baina ez dut uste funtsean, hitzetatik haratago, biok gauza bera esaten ari garenik. Garapen-eredu berrirako aldaketa sakona eragin? Primeran! Baina zertan egin du huts orain artekoak eredu berri baten beharra izateko? Non da oker eginaren gaineko kritika? Zaharraren okerra zein den jakin gabe zelan eredu berria sortu?. Produkzioan eta kontsumoan portaera berriak sartu? Primeran hau ere! Ulertzen dut aldaketa sakona horietan egin behar izatea, horietan eragiteak berez dakar eragina garraioan, baina zelan egin hori? Prest al dago gaurko merkatu jaun eta jabea bere oinarri dena eraldatzeko portaera berri jatorrekin?. Prest al dago gaurko administrazio publikoa merkatua baldintzatzeko?. Eta konpromiso pertsonala eta soziala hartzearena, fenomeno! Galdetu dezatela Boroako Zornotzan, Itoizeko Itoizen, AHTko Antzuolan, baserriko baserrian, kasurako, ez al da jende horrena konpromiso sendoa?. Dokumentu honek jasangarritasunean oinarritutako eredu berria lortzeko konpromiso sendoaren adierazpena izan nahi du dio lehendakariak. Ingurumenaldagaia sektore-politika guztietan eta, batez ere, industria, garraio, energia, nekazaritza eta kontsumoaren arloko politiketan txertatu beharra dago. Gizarte sektore guztiek dute zeregina jasangarritasunerako bidean; hiritarrak mugiaraztea eskatzen du. Gizarte-eragile guztiek politikak zehazten eta erabakiak hartzen parte hartzen badute, elkartasun-balioak eta ingurugiroarekiko errespetua barneratzen lagunduko du. Gure pentsatzeko era, gure balioak, gure bizimoldeak eta gure kontsumo-ohiturak aldatu beharra dago. Zirraragarria, benetan. Bat nator, mugiarazi, pentsatzeko era aldatu, ohiturak ere .... hau iraultza da! Eta ereduan oso gustura direnek ereduz eginak.

uste dut. Erabakietan parte hartu, jendea balioak aldatu, bizimoldeak eta kontsumobat nator, uste dut. Baina ez dut uste gaurko aldatzeko apustua egina dutenik. Esanak eta

Jasangarritasun kontzeptuaz gogoeta serioa egin beharra dugu, zer den eta zer ez den. Eta benetan eredu berriaren hautua egiten dugunok gaur eta hemen lanean hasi, elkarrekin, kontraesanak kontraesan, erreferentziak sortuz, gizartea, eta lurraldea, beste modu batean ulertu eta gauzak beste modu batean egin daitezkeelako erreferente. Ikuspegi horrekin egin dut gogoeta hau. On egin. *Euskal Herriko Unibertsitatea

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Jasangarritasuna: izana ez duen izena (II)

Iñaki Antigüedad*

Aurreko artikuluan azaldutako pentsabideari eutsita azken asteotan Lakuako Gobernuko sailburu bik, Lurralde Antolamendu eta Ingurumen Sailekoa bata, eta Herri Lan eta Garraioen Sailekoa bestea, prentsaren bidez botatako iritzien gaineko gogoeta nahi dut honetan egin. Izan ere, biek zein biek, dute jasangarritasuna hizpide eta lagun, elkarren kontrako jarrerak defenditzen badituzte ere. Intxaurragak “garapenaren izenean” Pasaiako kanpoko portua eta Super Sur saihesbidea zalantzan jarri ditu eta “beharrezkotzat” jo du gizartean “eztabaida serioa zabaltzea”, “desarrollismo-kontzeptu zaharkituak albo batera” utzita “ekoizteko, kontsumitzeko eta, batez ere, garraiatzeko moduak” aldatu behar ditugulako eta “gure garapena zuzentzeko aukera historikoa” delako oraingo erabakiena. Total bat nator ni horretan. Hala ere, kontu bi datozkit burura honen harira. Bata, zergatik ez ditu sailburuak lurra okupatzen duten azpiegitura handi guztiak erabakien “aukera historikoaren” zaku berean sartu? Zergatik Abiadura Handiko Trenaz kezkatzen duen gehiena, itxuraz, Nafarroarekiko lotura da? Akaso, datuak datu eta protestak protesta, AHTk arrazionaltasun gehiago du berak aipatu beste azpiegiturek baino? Zergatik ez zabaldu “eztabaida serioa” azpiegitura handien multzora?. Eta bigarrena, mingarriena niretzat, Intxaurragak bere iritziak botatzen dituenean jakin badaki berak ez duela azpiegitura horien gaineko erabakietan parte hartze zuzenik, bere eskupean diren “lurralde antolamendu eta ingurumenean” eragin negatibo ukaezina izan arren, horrelako erabakiak, benetakoak, Lakuako Gobernuko beste sail batzuetan hartzen direlako, Amann sailburu duenekoan, batez ere. Beno, benetako erabakiak beste bulego batzuetan hartzen dituztela esango nuke nik. Hortaz, kuriosoa iruditu zait Intxaurragak bere artikulu batean, Pasaiako portuaz, egin galdera: “Edo Iberdrolaren interesek erabaki behar dute Pasaiaren garapena etorkizunean?”. Ez dakit hori den kasua, baina bai sinestuta nago Erkidego honetako energia-politikaren diseinuan, kasurako, askoz ere esku gehiago hartzen duela enpresa horrek, eta enparauek, Ingurumen Sailak baino. Are gehiago, Lehendakariak AHTrekin errepidean ia kamioirik ez dela geratuko esan dezake lasaian, baina, barkatu jauna, gehiago sinestu behar dut garraiozale handien buruek esana: kamioiak gero eta gehiago, handik, hortik eta hemendik ere, merkantziak batetik bestera mugitzea itzelezko negozio bihurtu dutelako batzuek. Eta hortaz, “demandak”, abstraktuan, agintzen duela esateak ez du balio, batek zioen moduan “demandas y necesidades no tienen por qué coincidir” eta gainera “las previsiones se cumplen porque así lo quieren los planificadores”. Eta Amann sailburua planifikatzailea denez sutsu ari da garraio-ofertaren etengabeko gehitzeari azpiegiturez bidea ematen, horrela demanda handiarazteko.

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Beste modura esanda, egiteen egunerokotasunean Obra Publikoa (Herri Lana esateak gehiegizkoa dirudi) da jaun eta jabe, eta Ingurumena eta Lurralde Antolamendua noiz edo noizeko komenentziazko bikotekidea, itsasoan den hainbat ontzitzarren bandera bezala. Ezkertzekoa da Ingurumen Sailetik egiten diren hainbat saiakera baina ona ezezik beharrezkoa ere litzateke behingoz argi esatea Erkidego honetan ingurumena, zentzurik zabalenean hartuta, eta nire iritziz garapen jasangarri serio batek holaxe hartu beharko luke, “desarrollismo-kontzeptu zaharkituak albo batera” uzteko ezelango asmorik ez duen Obra Publikoaren aginduetara dagoela. Eta Jaurlaritzaren jarduera, Garapen Jasangarriaren Euskal Ingurumen-Estrategiatik haratago, Obra Publikotik dago gertuen Ingurumenetik baino. Hortaz, ez da gauza bera iritzi-testu bat kaleko pertsona arrunt batena izan edo Ingurumen Sailburu batena. Ezina islatzen da testuotan. Guztiz bestelakoa da Amannena. Azpiegitura guztien alde egiten du sutsu, nonahitik etorrita ere, erabakia, neurri handi batean, bere esku duela jakinda, edo hobeto esanda, erabakia Ingurumen Sailaren esku ez dela jakinda. Antza, ez ditu zifrak maite bere iritzi publikoak gorpuzteko. Erretorika du nahiago: “Es como si se nos hubiese adjudicado el papel de los controladores de los flujos transpirenaicos”. Gauzak inpertsonalean esateko modu horren atzean Ardatz Atlantikora era guztietako fluxuak, demandak, gero eta gehiago, etengabe, erakartzeko, eta plataforma logistiko ugari eraikitzeko, buruz eta bihotzez pluraleko lehenengo pertsonan egindako apustu sakona dago. “Las previsiones se cumplen porque así lo quieren los planificadores” Amann Jauna!. Bestea, datorren udazkeneko eguraldia, kasurako, hori bai, hori planifikatzaileen eskutik kanpo dago, zorionez, baina ez demandaren aurrikuspena!. Amannek “la sostenibilidad del sistema global” aipatzen duenean dardarka hasten zaizkit barrenak, are gehiago “prudencia en los pronunciamientos” eskatzean. Buruan dut AHTren aldeko azken iragarkia EITBn, “Esan Bay” zer horrena. Galdetu demontre? eta behin galdetuta aukera izango da “Ez” ere esateko, ezta?. Ala “prudencia” bakarrik ote da egitasmo horren alde agertu duten hainbat erakundek egina? Nire ustez ez da batere zuhur, ez serio, jokatzea erakundean gaia ukitu ez eta gero txandako burua argazkian sinatzaile agertzea. Eta hori gertatu da, besteak beste, nire erakundea den EHUn. Iraingarria!. Sinadura hutsalak nahiz eta oihartzun handikoak nahi izan. Esanak eta eginak bat ez datozenean eginari erreparatu behar zaio hitz guztien gainetik. Lakuako Gobernuan, euskal administrazioa osotasunean hartuta, eginek eta egitasmoek adierazten dute ondoen aukeratutako bidea, Estrategia eta Konpromiso guztien gainetik: Ingurumena baldintzatua dute, ez baldintzailea; erabakien ondorio edo, ez kausa. Hainbeste “jasangarritasuna” gora eta behera oraindik orain galdera bat ez da herri honetan egin: Zer eta Zelan nahi dugu jasan edo iraunarazi?. Bat nator Amannekin “el análisis individualizado de infraestructuras siempre traslada una visión limitada del debate” esaten duenean, baina ni benetan saiatzen naiz azpiegitura guztiak “sistema globalaren” ikuspegitik aztertzen eta behin horrela eginda argi daukat ahotik ahora darabilten “garapen jasangarri” hau ez dela, inondik inora, nirea. Badirudi orain “jasangarria” esan baino egokiago iritzi behar zaiola “iraungarria” esateari. Ba, benetan diot, nire ustez batzuen garapen iraungarria iraingarria gertatzen zait. Horrela pentsatzen dut eta horrela bota ere, bere ozentasun osoan. Tira! bota dut, bota nahi nuenaren parte bat, behinik behin.

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Primum vivere / lo primero vivir por Lia Cigarini

He hablado varias veces en Barcelona de trabajo. Hoy, sin embargo, hablamos de ello mientras arrecia la crisis económica mundial. Haciendo un inciso, quiero destacar que los economistas y los comentaristas la llaman crisis financiera, atribuyéndosela a las locuras de los banqueros, de los agentes de bolsa, de los créditos tóxicos, los famosos derivados esparcidos por el mundo. A mí no me parece verdadero: se trata, en realidad, de una crisis de la economía real y social. De hecho empezó cuando los norteamericanos propietarios de casas se quedaron sin dinero con que pagar la hipoteca; en Italia los salarios no se habían movido desde 1993 y los jóvenes, incluso licenciados universitarios, son contratados con sueldos de 600 a 800 euros mensuales. Por tanto, la caída de la demanda efectiva de bienes de consumo se habría dado también sin la crisis financiera. Es verdad, sin embargo, que el gusto de los hombres por el riesgo y el azar ha intervenido mucho en esta crisis, tanto que entre nosotras, en la Librería, decíamos que es mejor que los hombres jueguen en el casino que en la economía.

Pero volvamos al punto interesante de esta crisis: por primera vez en la historia, tanto en los Estados Unidos como en Italia, el empleo femenino disminuye pero menos que el masculino. Yo pienso que la mayor resistencia del empleo femenino confirma una reflexión hecha muchas veces por las feministas y poco escuchada por las mujeres de la igualdad de oportunidades, que es que en una sociedad menos industrial, en la que se producen más bienes inmateriales que manufacturados y más servicios tanto a las personas como a las empresas, las mujeres son las habitantes naturales del post-fordismo. Por muchos motivos: en competencias y conocimientos son más cultas y están más escolarizadas que los hombres, pero también porque escogen el trabajo autónomo más que los hombres, ya que ahí es posible un control personal de los tiempos y están, por tanto, menos sujetas al despido. Algunos datos numéricos pueden clarificar esta realidad: entre los trabajadores autónomos de segunda generación, el 57% de los colaboradores y el 40% de los profesionales sin colegiar está formado por mujeres. Ellas además están abarrotando los Colegios profesionales de abogados, médicos, arquitectos, etc. Y, siempre las jóvenes, están presentes en los trabajos a los que se accede por oposición y no por cohecho (58,6% en la sanidad, 40,8% en la universidad, 43% en la judicatura, etc.). Esto demuestra, en mi opinión, que la presencia creciente y más significativa de mujeres en el trabajo no es solo consecuencia de las transformaciones de los circuitos productivos sino también del deseo de independencia y mayor libertad que las mujeres han manifestado en las últimas décadas en todas las partes del mundo. Se ha dicho ya que poquísimos hombres han entendido este enorme ímpetu

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deseante de las mujeres y el significado político y teórico que tiene, por lo que son pocos los nombres que se pueden citar: Christian Marazzi, Sergio Bologna, Alain Touraine y, un detalle curioso, los redactores de la revista inglesa The Economist, por lo demás liberal. Tampoco el hecho evidente de que el trabajo femenino no es un segmento del mercado del trabajo sino que es trabajo sin más, es tenido en cuenta por los especialistas en trabajo, por los juristas, por los y las sindicalistas, por la política oficial, según un fenómeno de desatención hacia las mujeres que requiere ser indagado. Esto no es solo un despilfarro de recursos para la economía sino también un despilfarro para la política, que tendría muchísimo que ganar del dinamismo del mundo femenino. Desafortunadamente, la centralidad del trabajo femenino no es tenida en cuenta ni siquiera por esa parte del movimiento de las mujeres que se detiene en la denuncia de las discriminaciones y lucha por la igualdad con los hombres, confirmándoles como única medida del mundo, con la consecuencia de que se corre el riesgo de perder la ganancia en subjetividad política que las mujeres han conquistado en estos años. Ahora algo está cambiando entre las mujeres: Susanna Camusso, que forma parte de la Secretaría General de la CGIL (Confederazione Generale per il Lavoro), el principal sindicato italiano, en un encuentro de presentación del último Cuaderno de la Librería de mujeres de Milán, El doble sí al trabajo y a la maternidad, dijo: “podemos volver a poner en el centro el trabajo quitando de en medio cosas que caracterizaron la temporada anterior. La primera es que las políticas de conciliación tal y como las pensamos no nos ayudan; estas políticas presuponen la suma de dos obligaciones que se intenta conciliar. Sería necesario proponer que se plantee como punto de partida la libertad de las mujeres, no la conciliación de dos obligaciones. La segunda es la idea de la igualdad de oportunidades, o sea la idea de que existe un mercado del trabajo fuerte y un mercado del trabajo débil, la reserva india que hay que proteger”. ¡Perfecto! Parece que hable una de nosotras. Veremos a ver si dirá lo mismo en el sindicato y actuará en consecuencia. A mí me interesa destacar aquí que el protagonismo femenino en el modo de producción actual tiene un precedente importante en el hecho de que las mujeres no entraron en el fordismo y no se formaron ni se politizaron con los paradigmas cognitivos y políticos del fordismo, sino a partir de la toma de conciencia y de la acción del movimiento feminista. Las feministas en sentido estricto han sido una minoría pero el movimiento irradió a todo el cuerpo social y así modificó el sentido de sí tanto en las mujeres como en las relaciones entre los sexos. Quien me ha oído hablar antes sabe de la importancia que le doy a la práctica de la narración de la experiencia, también de la más íntima, porque contando unas a otras, en los grupos de autoconciencia, la propia experiencia, de la que la cultura sabía demasiado poco, y buscando las palabras para poderla comunicar, las mujeres aparecieron finalmente en el espacio público. No hay duda de que el trabajo es una articulación fundamental del espacio público. En la entrevista que me hizo Milagros Rivera, publicada en “Duoda” 36, dije que empecé muy pronto a hacer actividad política por motivos familiares y por la que puedo precisamente llamar mi pasión. Soy mayor y, por tanto, se trata de finales de los años cincuenta. Estando en la

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Primum vivere/lo primero vivir Asociación de las Juventudes Comunistas, estuve cerca de la explotación terrible de aquellos años. Pero puedo testimoniar que tampoco entonces los obreros y las obreras eran mercancía. Vi que el trabajo era mucho más. Sobre todo las mujeres saben que el trabajo necesario para vivir no es solo el que se compra y se vende en el mercado, sino que es mucho, mucho más. De todos modos, aunque las mujeres eran pocas en aquella asociación en aquellos años, al tratarse de jóvenes, la subjetividad estaba en juego: no se trataba en absoluto de relaciones entre mercancías. Me mantuve fiel a esta reflexión también cuando, con unas pocas más, a finales de los años sesenta, me dediqué al feminismo, y luego, con naturalidad, empezamos a narrar el trabajo. Se puede, pues, decir que el proceso de toma de la palabra por las mujeres no se ha cerrado; más bien ha recomenzado en los pequeños grupos esparcidos por toda Italia, que están reflexionando sobre el sentido del trabajo, sobre el deseo, las necesidades y los intereses que ellas llevan al trabajo. La presencia de las mujeres en el trabajo, mujeres a las que la toma de conciencia vuelve protagonistas, es, pues, el elemento rompedor en el mercado y abre conflictos nuevos en el plano político y simbólico, el plano en el que cuenta la representación de lo que se vive y de lo que se desea, más que la delegación en representantes. Tal vez valga la pena decir que, cuando se trata de lo humano, hay siempre algo más, algo imprevisto con respecto al mero cálculo económico, algo que también la economía debe tener en cuenta, desde su propio punto de vista. Y, digámoslo, también el marxismo olvidó lo simbólico. Dije en la entrevista de la revista “Duoda” que en mis años de juventud la experiencia de lectura de las grandes autoras mujeres fue para mí la única experiencia de actuar simbólicamente, y no mecánicamente. Y –añado, pensando en esos años lejanos en un partido–, de actuar de modo no voluntarista. No sé si hoy existe la autonomía simbólica de las mujeres; pienso, no obstante, que en muchas mujeres y algunos hombres está hoy el deseo de un simbólico vivo, o sea, el deseo de que el sentido de la propia vida en común con las y los demás esté siempre vinculado con la experiencia de la relación. Después he pensado que para quien no tiene simbólico o, más exactamente, para quien quiere un simbólico vivo –es decir, que el sentido de su propia vida en común con las otras y con algún otro esté siempre vinculado con la experiencia de la relación–, son necesarias, más que organizaciones, lugares de encuentro o momentos de encuentro como este hoy aquí. Me parece que, en el presente, el deseo de libertad se expresa solo desde las mujeres, porque el deseo femenino no se objetiva: o está vivo o desaparece de la historia. No crea instituciones, jerarquías, poder, conceptos de libertad y de democracia, representativa o no, que valgan durante siglos. Por eso, no estoy de acuerdo con los análisis que ven en la feminización del trabajo nada mas que una mercantilización más de la actividad humana (la vida, las relaciones privadas que se convierten en mercancía). No estoy de acuerdo, porque el hecho de que las mujeres lo lleven “todo al mercado” hace visible lo que excede al beneficio y, así, hace posible el inicio de un cambio de la organización del trabajo. Yo insisto desde hace años en el punto de la práctica de la relación en la vida pública. El trabajo, que es espacio público por excelencia, debería ser el lugar

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principal de estas relaciones a expansionar, precisamente para transformar relaciones subordinadas a hombres, amos, dirigentes, ideologías, organizaciones partidistas, etc., en relaciones libres las cuales son el criterio de orientación. Añado que precisamente en el trabajo las mujeres han obtenido autoridad porque son las más cultas y competentes y trabajan mejor. Y se trata de autoridad enraizada en la diferencia femenina porque, según se dice, las mujeres tienen una competencia más, la capacidad relacional que deriva del hecho de que el trabajo femenino es más básicamente trabajo porque mantiene unidas la producción y la reproducción de la existencia humana. Aun así, me doy cuenta –y con esto vuelvo a la crisis que estamos viviendo– de que es verdad que ante los acontecimientos mundiales, como guerras y crisis económicas, se tiene en un primer momento una sensación de desproporción entre lo que haces día a día para mantener vivos tus deseos y el contexto de relaciones que los hace posibles, y la enormidad de lo que deberías hacer, hoy por ejemplo, sin saber con quién, para superar la crisis o parar las guerras. Es verdad, sin embargo, que tampoco las grandes cifras ni las manifestaciones más espectaculares en la calle tienen eficacia alguna. Recuerdo por ejemplo que el desaliento y la desconfianza con la política italiana empezó precisamente después de la gran manifestación por la paz, la más grande del mundo (tres millones en Roma). No sirvió de nada: la guerra de Irak se hizo y un poco después el gobierno italiano mandó una fuerza expedicionaria llamada solo formalmente de paz. Hemos hablado y discutido mucho sobre esto en la Librería y en el grupo trabajo, y hemos llegado a la conclusión de que la transformación del trabajo y del mundo parte, si va a partir de alguna parte, de dentro de la vida de cada una o cada uno, más que de la ciencia económica. El descubrimiento de que una puede abandonar a su suerte a los economistas de todas las tendencias, transforma la sensación de desproporción en la intrepidez de quien tiene una idea y una larga experiencia de reflexión sobre su vida cotidiana y la de las personas que tiene a su alrededor, a partir de los deseos y de los intereses de mujeres y hombres de carne y hueso. Por eso hemos procedido por un camino completamente distinto, encontrando enseguida para nuestra reflexión un título: primum vivere / lo primero vivir. El PIB (Producto interior bruto), los parámetros de Maastricht, las estimaciones de crecimiento económico y cómo obtenerlo (la propuesta corriente es, como siempre, aumentar el consumo) no dan respuestas útiles para corregir los errores del pasado y para proyectar el futuro. Nunca como hoy los llamados saberes de los expertos han desvelado su parcialidad y su impotencia. Ha sido posible entrever otro camino porque en el mercado del trabajo ha cambiado algo imprevisto: hay muchísimas mujeres, más escolarizadas que los hombres y con otras necesidades, deseos e intereses. Entre ellos, el más agudo es la necesidad de relaciones, porque las mujeres saben que se nace en dependencia y se muere en dependencia. Es decir, ellas, nosotras, sabemos por experiencia que existe el abuso, incluido el que se hace con frecuencia incluso dentro de nuestro cuerpo. Las mujeres saben que no somos independientes las unas de las otras, los unos de los otros, ni del ambiente que nos rodea; que en cualquier sitio y en cualquier edad de la vida

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Primum vivere/lo primero vivir necesitamos hacer algo con otros, crear y mantener relaciones de intercambio y de conflicto, pero también de cuidado, de ayuda y de reconocimiento mutuo. Trabajando dentro de la vida es posible para las mujeres pretender que cambie el concepto de trabajo y de tiempo de trabajo. Y, a partir de aquí, a partir del trabajo entendido como unidad de trabajo productivo y de relación, se puede pretender redefinir la economía: las prioridades, que no pienso en absoluto que tengan que ser las que llevan a equilibrar los presupuestos, o por ejemplo a la centralidad de la producción de más y más automóviles, al aumento indiscriminado del consumo, etc. En mi opinión, un estado puede incluso rozar la quiebra pero hacer la vida más vivible e inteligente para su ciudadanía. (Por otro lado, el amor de los hombres al riesgo a toda costa ha llevado de hecho al mundo y a la naturaleza al borde de la catástrofe). Primum vivere. Mi propuesta es, pues, decir públicamente lo que sabemos sobre cómo queremos vivir, y sobre el trabajo necesario para vivir, a partir de la crítica, de la evidente unilateralidad de la economía masculina, tanto la dominante como la de la oposición, con la conciencia de que lo que se dice tiene valor universal: no es solo de las mujeres. En una reunión reciente, dijo una: no conseguiremos cambiar en trabajo y la economía, y ni siquiera aplacar la violencia de los hombres sobre las mujeres, si no les imponemos a ellos un compromiso constante en la vida cotidiana, en el trabajo de reproducción. Estoy de acuerdo. Pues a mí me parece que de la crisis se podrá salir, en el modo del que hablaba antes, solo si también los hombres están finalmente dispuestos a hacerse cargo de la responsabilidad de sus vidas, y no siguen pidiendo a las mujeres cuidado y protección en el espacio doméstico. En cambio, nosotras las mujeres, en el espacio público del trabajo, nos estamos defendiendo solas. Se trata ahora de cambiarlo. (Traducido del italiano por María-Milagros Rivera Garretas)

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Menos bienes, mas vínculos

por Comité Invisible

Treinta años de paro masivo, de “crisis”, de crecimiento engañoso y todavía se nos quiere hacer creer en la economía. Treinta años subrayados, bien es cierto, por algunos entreactos ilusionantes: el entreacto 1981-83, ilusión porque un gobierno de izquierda pudiese traer la felicidad al pueblo; el entreacto de los años fric (1986-89), en el que todos nos íbamos a hacer ricos, hombres de negocios y corredores de bolsa; el entreacto Internet (1998-2001), donde todos encontraríamos un empleo virtual a fuerza de estar conectados, donde la Francia multicolor y una, multicultural y cultivada, ganaría todas las copas del mundo. Pero, en eso, se han gastado todas nuestras reservas de ilusión, se ha tocado fondo, estamos secos si no al descubierto. A la fuerza se ha comprendido esto: no es la economía la que esta en crisis, es la economía quien es la crisis; no es el trabajo lo que falta, es el trabajo lo que está de más; bien pensado, no es la crisis sino el crecimiento lo que nos deprime. Es preciso reconocerlo: la letanía de las cotizaciones bursátiles no nos es más cercana que una misa en latín. Felizmente para nosotros, somos una cierta cantidad los que hemos llegado a esta conclusión. No hablamos de todos los que viven de estafas diversas, de tráficos de cualquier género o están en el RMI desde hace diez años. De todos los que no alcanzan a identificarse más con su curro y se reservan para sus diversiones. De todos los colocados, todos los enchufados, los que hacen el mínimo, pero son un máximo. De todos a los que hiere esta extraña indiferencia masiva, que viene a acentuar más todavía el ejemplo de los jubilados y la cínica sobreexplotación de una mano de obra flexibilizada. No hablamos de ellos porque, de una u otra manera, debemos alcanzar una conclusión parecida. Aquello de lo que hablamos es de todos los países, de continentes enteros que han perdido la fe económica tras haber visto pasar con pérdidas y fracasos los Boeing del FMI, por haber probado un poco del Banco mundial. Nada, allí, de esta crisis de vocaciones que sufre indolentemente, en Occidente, la economía. Aquello de lo que se trata en Guinea, en Rusia, en Argentina, en Bolivia es de un duradero y violento descrédito de esta religión y de su clero. “.¿Qué hacen mil economistas del FMI viviendo en el fondo del mar? - Un buen principio”, se bromea en el Banco mundial. Un chiste ruso: “Dos economistas se encuentran. Uno pregunta al otro: “¿Sabes que pasa?” y el otro responde: “Escucha, te lo voy a explicar.” “No, no, contesta el primero, explicarlo no es difícil, yo también soy economista. No, lo que te pregunto es: ¿es esto lo que comprendes?”. El propio clero finge entrar en disidencia y criticar el dogma. La última corriente un poco vital de la pretendida “ciencia económica” – corriente que se llama sin humor la “economía no autista” – se propone, en adelante, demostrar las usurpaciones, las jugarretas, los índices adulterados de una ciencia cuyo único papel tangible es agitar

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el ostensorio en torno a las elucubraciones dominantes, rodear de liturgia sus llamadas a la sumisión y, en fin, como siempre han hecho las religiones, proporcionar las explicaciones. Pues la desgracia general deja de ser soportable desde que se muestra como lo que es: sin causa ni razón. El dinero no es respetado en ninguna parte, ni por los que lo tienen ni por los que carecen de él. El veinte por ciento de los jóvenes alemanes, cuando se les pregunta qué quieren hacer en el futuro, responden “artista”. El trabajo no se soporta como un don de la condición humana. La contabilidad de las empresas confiesa que desconoce de dónde surge el valor. La mala fama del mercado habria sido la razón tras un buen decenio, sin la pasión y los amplios medios de sus apólogos. El progreso llegado a todas partes, según el sentido común, es sinónimo de desastre. Todo huye en el mundo de la economía, como todo huía en la URSS durante la época de Andropov. El que esté un poco interesado sobre los últimos años de la URSS percibirá sin esfuerzo en todas las llamadas al voluntarismo de nuestros dirigentes, en todas las intuiciones sobre un futuro del que se ha perdido la pista, en todas las profesiones de fe en “la reforma” de todo, no importa de que, los primeros crujidos en la estructura del Muro. El hundimiento del bloque socialista no consagró el triunfo del capitalismo sino que solamente demostró la quiebra de una de sus formas. Por otra parte, la muerte de la URSS no fue la consecuencia de una revuelta popular sino de una nomenklatura en reconversión. Proclamando el fin del socialismo, una parte de la clase dirigente se ha emancipado de todas las tareas anacrónicas que la unían a su pueblo. Ha tomado el control privado de lo que ya controlaba, pero en nombre de todos. “Puesto que ponen cara de pagarnos, pongamos cara de trabajar”, se decía en las fábricas. “Si esto no se sostuviese, ¡dejamos de fingir!”, respondió la oligarquía. Para unos, las materias primas, las infraestructuras industriales, el complejo militarindustrial, los bancos, las salas de fiesta y para los otros, la miseria o la emigración. Como no se creía más en la URSS bajo Andropov, hoy en día no se cree más en Francia en las reuniones, en los talleres, en las oficinas. “Si esto no se sostuviese”, responden patronos y gobernantes, que no se toman la molestia de aducir “las duras leyes de la economía”, trasladan una fábrica de noche para anunciar su cierre al personal a la mañana siguiente y no vacilan en enviar el GIGN para detener una huelga – como se hizo en la de SNCM o durante la ocupación, el año anterior, en un centro de clasificación en Rennes. La mortífera actividad del presente poder consiste en dirigir esta ruina desde un lado y plantar las bases de una “nueva economía” desde el otro. Estamos hartos, por lo tanto, de la economía. Tras generaciones en las que se nos ha disciplinado, se nos ha pacificado, en que se había hecho de nosotros los sujetos, naturalmente productivos, satisfechos de consumir. Y he aquí que se revela aquello que estábamos tratando de olvidar: que la economía es una politica. Y que esta política, hoy, es una política de selección en el seno de una humanidad convertida, masivamente, en superflua. De Colbert a De Gaulle pasando por Napoleon III, el Estado siempre ha concebido la economía como política, no menos que la burguesía, que obtiene beneficios, y los proletarios que la padecen. No existe más que este extraño estrato intermedio de la población, este curioso agregado sin fuerza de los que no toman partido, la pequeña burguesía, que siempre ha simulado creer en la

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Menos bienes, más vínculos economía como en una realidad – porque asi su neutralidad quedaba preservada. Pequeños comerciantes, pequeños patronos, pequeños funcionarios, cuadros, profesores, periodistas, intermediarios de todas las clases forman en Francia esta noclase, esta gelatina social compuesta por la masa de los que simplemente quisieran pasar su pequeña vida privada a cubierto de la Historia y sus tumultos. Este pantano está predispuesto a ser el campeón de la mala conciencia, preparado para tener, en su somnolencia, los ojos cerrados a la guerra que causa dolor a su alrededor. Cada establecimiento del frente está señalado en Francia por la invención de un nuevo capricho. Durante los últimos diez años, este fue ATTAC y su inverosimil tasa Tobin – cuya instauración habría requerido nada menos que la creación de un gobierno mundial -, su apología de la “economía real” contra los mercados financieros y su conmovedora nostalgia del Estado. La comedia duró lo que duró, y acabó en una insipida mascarada. De una extravagancia a otra, llega el decrecimiento. Si ATTAC con sus cursos de educación popular ha intentado salvar a la economía como ciencia, el decrecimiento pretende salvarla como moral. Sólo hay una alternativa al apocalipsis en marcha, decrecer. Consumir y producir menos. Convertirnos en alegremente frugales. Comer bio, ir en bici, dejar de fumar y supervisar seriamente los productos que se compran. Contentarse con lo estrictamente necesario. Sencillez voluntaria. “Redescubrir la verdadera riqueza en la felicidad de unas relaciones sociales distendidas en un mundo sano.” “No abusar de nuestro capital natural.” Avanzar hacia una “economía sana”. “Evitar la regulación por el caos.” “No generar una crisis social poniendo en duda la democracia y el humanismo”. Resumiendo: convertirte en ahorrador. Volver a la economía de Papa, a la edad de oro de la pequeña burguesía: los años 50. “Cuando el individuo se convierte en un buen ahorrador, su propiedad cumple por completo su misión, que es la de permitirle disfrutar de su propia vida al abrigo de la existencia pública o en la reclusión privada.” Un grafista vestido con un jersey artesanal bebe un cóctel de frutas, entre amigos, en la terraza de un café étnico. Somos cultos, cordiales, nos tomamos el pelo moderadamente, no hacemos mucho ruido ni estamos en silencio, nos miramos sonriendo, un poco beats: somos tan civilizados. Mas tarde unos iran a cuidar un trozo de jardin mientras otros irán a hacer cerámica, zen o una película de animación. Se comparte el sentimiento de formar parte de una humanidad nueva, la más sabia, la más refinada, la última. Y se tiene razón. Apple y el decrecimiento se comprenden curiosamente en la civilización futura. La idea de algunos de retornar a la economía de antaño es la oportuna confusión tras la que avanza la idea del gran salto de la gente al frente tecnológico. Porque los retornos no existen en la Historia. La exhortación a volver al pasado no expresa más que una de las formas de conciencia de su tiempo y raramente la menos moderna. El decrecimiento, no por casualidad, es la bandera de los publicitarios disidentes de la revista Casseurs de pub (macarras de pub). Los inventores del crecimiento cero –el Club de Roma en 1972- eran un grupo de industriales y de funcionarios que se basaban en un informe de los cibernéticos del MIT. Esta convergencia no es fortuita. Se inscribe en el obligado proceso para encontrar un relevo a la economía. El capitalismo, que ha destruido en su beneficio todo lo que subsistía en las relaciones sociales, se lanza ahora a su reconstrucción sobre sus propios fundamentos. La sociabilidad metropolitana actual es la incubadora.

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Del mismo modo, ha destruido los espacios naturales y ahora se lanza a la loca idea de reconstruirles como entornos ambientales controlados, dotados de los adecuados paneles solares. A esta nueva humanidad corresponde una nueva economía, que quisiera no ser una esfera separada de la existencia sino su propio tejido, que quisiera ser la materia de las relaciones humanas; una nueva definición del trabajo como trabajo sobre uno mismo, y del Capital como capital humano; una nueva idea de la producción como producción de bienes para las relaciones y el consumo como consume de situaciones; y sobre todo una nueva idea del valor que recogería las cualidades de los seres. Esta “bioeconomía” en gestación concibe el planeta como un sistema cerrado que hay que administrar e intenta sentar las bases de una ciencia que integraría la totalidad de los parámetros vitales. Una ciencia asi podria hacernos regresar algun día a los buenos tiempos de los indicadores engañosos en los que se pretendía medir la felicidad del pueblo mediante el crecimiento del PIB, pero en los que nadie creía. “Revalorizar los aspectos no económicos de la vida” es una consigna del decrecimiento al tiempo que un programa de reforma del Capital. Eco-ciudades, cámaras de videovigilancia, espiritualidad, biotecnologías y convivencia pertenecen al mismo “paradigma civilizatorio” en formación, el de la economía total engendrada desde la base. Su matriz intelectual no es otra que la cibernética, la ciencia de los sistemas, es decir de su control. Para imponer definitivamente la economía, su ética del trabajo y la avaricia, había necesitado durante el transcurso del siglo XVII encerrar y eliminar a todos los ociosos, los mendigos, los brujos, los locos, los hedonistas y al resto de los desposeídos, a toda una humanidad que desmentía con su sola presencia el orden del interés y la continencia. La nueva economía no se impondrá sin una selección parecida de los sujetos y de las zonas aptas para la mutación. El tan anunciado caos será la ocasión para esta selección o para nuestra victoria sobre este detestable proyecto.

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Lecturas recomendadas por LA HORMIGA ATÓMICA

• Astarita, R., Monopolio, imperialismo e intercambio desigual, Maia ediciones, 2009. • Astarita, R., El capitalismo roto. Anatomía de la crisis económica, ed. la linterna sorda, 2009. • Blackburn, R., La crisis de las hipotecas subprime, en New Left Review nº 50 (ed. española), 2009. • Boltanski, L.; Chiapello, E., El nuevo espíritu del capitalismo, akal, 2002. • Brenner, R., La economía de la turbulencia global, akal, 2009. • Comité Invisible, La insurrección que viene, melusina, 2009. • Duménil, G.; Levy, D., Crisis y salida de la crisis. Orden y desorden neoliberales, FCE, 2007. • Fernández Durán, R., El crepúsculo de la era trágica del petróleo, virus, 2008. • Fernández Durán, R., El tsunami urbanizador español y mundial, virus, 2006. • Gombeaud, J-L.; Décaillot, M., El regreso de la gran depresión, viejo topo, 2000. • Gregorio Gil, C., Mujeres de un solo mundo: globalización y multiculturalismo, Univ. de Granada, 2002. • Harvey, D., El nuevo imperialismo, akal, 2004. • Hernández Zubizarreta, J., El negocio de la responsabilidad, icaria, 2009. • Husson, M., Capitalismo puro, Maia ediciones, 2009. • Lapavitsas, C., El capitalismo financiarizado. Expansión y crisis, Maia ediciones, 2009. • López Petit, S., La movilización global. Breve tratado para atacar la realidad, traficantes de sueños, 2009. • Lordon, F., El porqué de las crisis financieras y cómo evitarlas, libros de la catarata, 2009. • Ramonet, I., La crisis del siglo, icaria, 2009. • Roth, K. H., El estado del mundo, traficantes de sueños, 2007. • VVAA, Llamamiento y otros fogonazos, acuarela, 2009. • Wallerstein, I., Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo, akal, 2004.

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