PRESENTACION DEL LIBRO: OBESIDAD

PRESENTACION DEL LIBRO: OBESIDAD 14 de marzo de 2008 La obesidad ha sido motivo de preocupación a lo largo de la historia, su imagen ha generado postu

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PRESENTACION DEL LIBRO: OBESIDAD 14 de marzo de 2008 La obesidad ha sido motivo de preocupación a lo largo de la historia, su imagen ha generado posturas apasionantes que van desde la adoración hasta el rechazo franco. A momentos se ha constituido en símbolo de belleza y en otros en demostración palpable del ridículo. Su presencia está vigente en infinidad de representaciones artísticas: formas de la pintura, tendencias de la escultura, personajes de la literatura, arquetipos de caricatura y de la moda. La figura del obeso aparece y reaparece a través de los tiempos. En los albores de la humanidad la vida de los seres humanos sobre la Tierra era muy corta; la representación de lo más importante, la necesidad primera, de lo que simbolizaba la vida y la supervivencia, era justamente la fertilidad, la perpetuación del hombre, sintetizado todo ello en la mujer embarazada. Por eso, las más antiguas y rudimentarias expresiones artísticas son figuras maternales, obesas, con adiposidad mórbida. Obesidad como una representación clara, más que simbólica, de una necesidad: que la vida de la especie no se extinga sobre la faz de la Tierra. Es posible que en las grutas donde los habitantes del paleolítico se juntaban para protegerse de las inclemencias de la naturaleza, de los fríos invernales, se adorasen estas imágenes, como un culto a la vida y a lo cotidiano: al fin y al cabo, la mujer era como la madre tierra, ella guardaba el sobrante de la cosecha y de la caza, disponía de todos los bienes, y encendía o apagaba la hoguera según lo creyera necesario. Pero los hombres requerían idealizar a la figura bienhechora, precisaban una divinidad. Los artistas encargados de inmortalizarla la hicieron mujer: así aparece Astarté, la diosa de la fertilidad, de carnes opulentas, generosas en los muslos, de talle estrecho, de apariencia erótica, cabal reproducción de la obesidad femoroglútea. Es la obesidad como

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idea de lo divino, de lo importante, es la paradigma de grandeza.

obesidad como

Aquí, en nuestro territorio, en lo que ahora es el Ecuador, nuestros más remotos antepasados también veneraron a la figura femenina como símbolo de la fertilidad y como razón de la vida. Las denominadas Venus de Valdivia son la mejor evidencia, son figuras de mujeres obesas, particularmente a nivel del vientre, de contornos redondeados y pobladas cabelleras. Más tarde de ser deidad la obesidad pasó a simbolizar el pecado. Los monjes cristianos no desmayaban en su empeño de oponer la abundancia, contra el ascetismo. La vida libidinosa, contra la castidad. El ayuno como pasaporte a la santidad frente a la gula como pecado capital. El Jardín de las Delicias de Bosco, nos presenta sugestivas muchachitas, asténicas, alargadas, de siluetas breves pero encantadoras, todo ello para no incitar a las mentes honestas a los excesos de la mesa. La obesidad era pecado y se le asocia con la gula y la glotonería. En la Divina Comedia, Dante Alighieri ubica a estos pecadores en el sexto círculo del Purgatorio obligados a pararse entre dos árboles con apetitosas manzanas, incapaces de alcanzarlas y consecuentemente desesperados por el hambre. Los caprichos de la moda han caminado siempre junto a lo deseable como prototipo de la figura femenina. La obesidad paso de ser pecado a ser deseable como moda y como representación transitoria de lo bello. Renoir, Rubens, Rembrandt pintan figuras obesas no por capricho sino como expresión estética de lo cotidiano, de lo que veían. Hermosas mujeres reales son la fuente de su inspiración, sus modelos hacen gala de exuberantes acúmulos adiposos, atractivos, desbordantes, llenos de gracia, siempre sugestivos. Con sus pinturas rinden homenaje a carnes pletóricas, sonrosadas, plenas de vida. ¡Quién sería tan insensato para negar cuan hermosa aparece la obesidad en las Tres Gracias de Rubens! Igualmente es voluptuosa y merecedora de admiración la Andrómeda. La obesidad aparece es estas obras maestras como imagen de belleza; así son exactamente todas las 2

diosas que con delicadas pinceladas dibujó Rubens, en el "Juicio de París", el primer concurso de belleza conocido en el mundo. La triunfadora fue Afrodita, la más obesa de las concursantes. Rembrandt hace obesa a Artemisa, Reina de Caria y a Betsabé, madre de Salomón. La obesidad era lo deseable, era la mejor expresión de la belleza femenina. Tintoretto hace del del Baño de Susana una admirable exaltación a la inmensa y adiposa figura femenina. Todo el prodigio de obesidad y belleza esta sintetizada en la Toilette de Venus, de cabello dorado, carnes luminosas, armoniosas y erotizadas, llenas de esplendor y generosas en adipocitos, células que parecen entrenadas para conformar contornos delicadamente redondeados y estéticamente inobjetables. Convendría medir los diámetros de la Venus de Milo, las cinturas de la Venus de Urbino y de Tiziano, y todas las Afroditas. Todas sin lugar a dudas, tienen diámetros de sus cinturas y sus caderas, que superan los criterios actuales de lo deseable Y sin embargo son símbolos incuestionables de belleza. Parece que los artistas clásicos y del renacimiento, descubrieron que las células adiposas son células redondas que se dejan moldear. De esa época deviene ese viejo y ahora descartado aforismo. “la gordura es hermosura” y el eterno desatino: confundir la obesidad con la robustez. No olvidemos que en muchas épocas la obesidad era un claro sinónimo de opulencia y de poder. Simplemente fijémonos en la mayoría de representaciones de reyes, papas y cardenales y no dudaremos en calificarlos como obesos y podríamos pensar que en aquellos tiempos la fama y el poder eran así, ostentosos en cuanto a la anatomía. Funk Brentano cuenta que Luis XVI, ejemplo típico de obesidad, a las diez en punto de la mañana, solía llamar preguntando por lo que le habían preparado para desayunar. De ordinario su desayuno consistía en cuatro filetes, un pollo cebado, media docena de huevos en salsa y una lonja de 3

jamón. Todo ello regado con botella y media de champaña. A medio día se hacía servir ocho principios, cuatro asados y ocho fiambres; en la cena dos principios, tres asados y cinco fiambres solamente. Por supuesto que el rey, mofletudo, solemne, desproporcionado, acabaría atormentado por la gota, porque del brazo de ese padecimiento solían desfilar hacia el sepulcro todos estos grandes obesos de la historia. De la Colombia profunda, de la Colombia del pueblo hermano, no de la Colombia del arrinconado, pálido, nervioso y servil Uribe, sino de la Colombia de Gaytan y García Márquez nos viene ahora la obesidad como expresión de incertidumbre a través de las pinturas de Fernando Botero. ¿Exaltación o reproche; belleza o ridículo, qué mismo expresan los obesos y las obesas de Botero? Lo cierto es que con imágenes desproporcionadas nos hace conocer todo el horror y la tragedia de la violencia desatada por el mayor terrorista del mundo actual: Bush, en la invasión a Irak y en los campos de concentración de Guantánamo. El arte nos ha presentado a la obesidad como símbolo de fertilidad, como deidad, como pecado, como belleza, como moda, como ostentación del poder y como incertidumbre. Paralela al arte ha estado la ciencia y con la fría objetividad de sus observaciones nos señala que la obesidad es una enfermedad, es un proceso patológico que se debe enfrentar. En esa línea de pensamiento se inscribe la obra que ahora tengo el honor y la satisfacción de presentar. Posiblemente el primero en identificar a la obesidad como un riesgo para la salud fue Hipócrates, quien afirmó que la muerte súbita era más frecuente en el obeso que en el delgado, y recomendó algunas medidas terapéuticas. Desde entonces diversos son los autores que de una u otra forma han estudiado las distintas facetas de esta enfermedad. A mediados del siglo pasado, en los países desarrollados se genera una marcada inquietud por el rápido crecimiento de las 4

tasas de obesidad en hombres y mujeres y sobretodo en niños y adolescentes. Y se llegó a señalar con ribetes de alarma: ¡La obesidad es una enfermedad, es la epidemia del siglo. La padece el 30% de la población "occidental"! Ha transcurrido el tiempo y la obesidad ya no es un mal exclusivo de los países ricos, paradójicamente, es un problema también de los países del tercer mundo, es un problema de salud pública en el Ecuador, y ese es el mensaje de alerta que los autores nos hacen en el libro. Los datos hablan por si mismo, 14 de cada cien niños y 22 de cada cien adolescentes tienen exceso de peso. Rodrigo Yépez, Manuel Baldeón y Pablo López, sustentan sus aseveraciones en dos investigaciones efectuadas por los autores y los egresados de la Maestría de Alimentación y Nutrición Humana de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central del Ecuador. El primer estudio realizado en escolares el año 2001, encontró que el exceso de peso está presente en el 14%, correspondiendo el 8.7% a sobrepeso y 5.3% a obesidad; este problema incide especialmente en los alumnos de escuelas privadas con 20.6%, pero está también presente en las escuelas públicas con 10.4%, es más alto en la costa en relación a la sierra; el exceso de peso alcanzó prácticamente la misma magnitud que el bajo peso El segundo estudio se centró en adolescentes durante el año 2006 y determinó la prevalencia de sobrepeso y obesidad en 21.2%, siendo mayor en los varones, más frecuente en la costa y en los colegios privados, y un dato para reflexionar: el exceso de peso superó al peso bajo. Los dos estudios nos ponen frente a una nueva realidad sanitaria en el país, el sobrepeso y la obesidad se suman a los males que agobian a la población, el Ecuador contemporáneo soporta esta doble carga social: desnutrición y obesidad. El libro escrito en un lenguaje claro, sencillo, sin dejar a un lado la rigurosidad de los conceptos científicos, revisa a profundidad los diferentes factores que inciden en esta patología; señala los 5

más actualizados procedimientos diagnósticos; explica el comportamiento tanto nutricional como de estilos de vida de los niños y adolescentes ecuatorianos que podrían estar implicados en el surgimiento de este nuevo problema y lo que es más importante da orientaciones tanto para los profesionales de la salud como para el público en general de que hacer, ya sea a nivel individual como a nivel colectivo para evitar que esta nueva epidemia siga creciendo y se torne incontrolable. Nos advierte que para reducir el sobrepeso no es cuestión de dejar de comer, sino de alimentarse bien, con propiedad, alimentarse saludablemente. No es cuestión de exigir a gritos siluetas escuetas y tener como nueva diosa a la delgadez. No hay que dejarse seducir por los incesantes mensajes televisivos y de cierta prensa escrita que venden durante 24 horas diarias mensajes nutricionalmente falsos para inducir a los niños a consumir la nefasta comida "chatarra" y a los adolescentes a someterse a ejercicios y dietas exageradas, idealizando "la figura ultradelgada”, "ultralight" de la modelo de moda, dando lugar a un nuevo y grave problema, tal vez una nueva epidemia: la anorexia nerviosa. Con mucho acierto los autores señalan que si bien la obesidad es una enfermedad, no se deben utilizar métodos drásticos para combatirla ya que puede ser peor el remedio que la enfermedad. Al paciente obeso hay que tratarle con respeto, debemos todos romper una y mil lanzas contra los mercaderes de la obesidad, contra las dietas comerciales absurdas, contra los "centros comerciales” que sin ningún sustento científico ofrecen tratamiento rápido de este mal. No creo equivocarme al asegurar que la mejor estrategia para enfrentar el sobrepeso y la obesidad es recoger el mensaje de Rodrigo Yépez. Manuel Baldeón y Pablo López, divulgarlo a los cuatro vientos, para prevenir nuevos obesos, para evitar nuevas anoréxicas.

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Para ninguno de los presentes es desconocido que en asuntos relacionados con la salud la prevención ha tomado una importante dimensión que se traduce en vida más larga y de mejor calidad, ahorro de sufrimientos humanos de costos económicos y mayor productividad. En el tema de la obesidad, no hay duda que la promoción de hábitos de vida saludables, la incorporación del ejercicio y la actividad física en la vida cotidiana y el adecuado, suficiente y equilibrado aporte calórico con la alimentación, evitará, no solo el sobrepeso y la obesidad sino también la aparición de múltiples enfermedades asociadas con la excesiva acumulación de grasa tales como: diabetes, hipertensión arterial, dislipidemia, osteoartritis, apnea del sueño, cáncer de colon, mama o endometrio, por citar algunas. Pensemos en nuestros hijos: evitemos que se engorden y con esto les prevendremos muchos males futuros. No es nada nuevo el que Rodrigo Yépez nos alerte sobre un problema de salud pública y nos proponga alternativas de solución. Hace veinte años, luego de un riguroso estudio científico a lo largo y ancho del país, demostró que la anemia por deficiencia de hierro afectaba a importantes sectores de la población, especialmente a los niños y las mujeres en edad fértil y que sus secuelas eran lamentables. Con su equipo de trabajo, integrado por jóvenes estudiantes de pre y postgrado de la Facultad de Ciencias Médicas y otras Facultades de la Universidad Central, dedicó intensas jornadas de trabajo junto a los campesinos, para demostrar que con una visión integral, multidisciplinaria y multiprofesional se podían enfrentar y superar varios problemas de alimentación y de salud. Fruto de estos esfuerzos, de esta dedicación surgieron al menos tres grandes propuestas, que ahora son realizaciones efectivas. Corresponde a Rodrigo Yépez y su equipo de trabajo el planteamiento de la fortificación de la harina de trigo con hierro como uno de los mecanismos más baratos y eficaces para enfrentar la anemia. Esta propuesta es ahora ley de la república en plena vigencia. La otra se refiere a la formación de especialistas en Alimentación y 7

Nutrición Humana con un enfoque de salud pública, curso que ha sido el semillero para importantes trabajos de investigación y para que sus egresados sean conductores de significativos programas de nivel nacional y local. Precisamente los estudios sobre obesidad que sirven de insumo al libro, fueron desarrollados como tesis de grado por un grupo de egresados bajo la dirección de Rodrigo. La tercera propuesta tiene que ver con la estructuración de la Sociedad Ecuatoriana de Ciencias de la Alimentación y Nutrición, de la cual su primer presidente fue Rodrigo Yépez, su actual presidente Pablo López, coautores, junto a Manuel Baldeón de la Obra Obesidad. Ahora Rodrigo Yépez, es el principal protagonista del Observatorio del Régimen Alimentario y la Actividad Física de los Niños y Adolescentes Ecuatorianos, organización empeñada en “la defensa de los derechos de los niños y adolescentes pertinentes a su alimentación, nutrición y actividad física, deporte y recreación”. Apoyar esos esfuerzos debe ser compromiso de todos. La movilización para luchar contra la obesidad, no sólo debe implicar a los profesionales de la salud, sino también a los gobiernos central y seccionales, a los organismos internacionales, a la industria alimentaria, a los medios de comunicación, a los educadores, a los técnicos en urbanismo y espacios públicos, a los dirigentes deportivos, a las organizaciones populares y al público en general. Dos o tal vez tres generaciones de médicos se han unido para entregarnos en esta noche esta obra magnífica de divulgación científica. Junto a la recia figura de Rodrigo,- que ya está dando sus primeros pasos en los caminos de la tercera edad y que a pasos agigantados ya mismo le alcanzo- ; junto a él, decía, está Manuel Baldeón, quien desde estudiante de nuestra querida Facultad de Medicina dio muestras de vibrante inquietud, de seriedad para el estudio, de vocación por la investigación y que en base a su constancia ha logrado respetabilidad para su nombre y más de un reconocimiento para su esfuerzo. Pablo López, a quien tuvo la satisfacción de conocer como alumno de la Maestría de Alimentación y Nutrición , en donde demostró solvencia, entrega 8

al trabajo e infinidad de inquietudes, las que le han permitido vincularse con acierto a diversos procesos de investigación – acción y asumir el reto de conducir la Sociedad Ecuatoriana de Ciencias de la Alimentación y Nutrición. Gracias Rodrigo, Manuel y Pablo, ustedes nos han recordado que en nuestra patria existen ciudadanos que juntos, con vocación y coraje y sobretodo con un compromiso irrenunciable con el futuro, se puede aportar con ideas y acciones concretas a la superación de viejos y nuevos problemas. Sería injusto si no haga extensivo este agradecimiento a las familias de los tres autores. Sus esposas y sus hijos, a momentos con su silencio, en otros con sus comentarios e incluso con sus reclamos han hecho posible el trabajo de sus cónyuges. Esos silencios, esas soledades, esos malgenios, - me refiero al de ellostienen su recompensa en esta noche con un libro bueno. Permítanme una especial referencia a Martha García de Yépez, heredera legítima de la paciencia de Job, ella cumple con creces aquella juicios precepto que dice: “junto a un hombre de bien, está siempre una extraordinaria mujer”. Señoras y señores. El mundo sigue cubierto de asperezas, las contradicciones se profundizan, los contrarios son más beligerantes, todas las tendencias buscan privilegiar sus espacios, y la vida continúa, por eso, todos los rincones de la tierra se seguirán poblando con hombres obesos con mentalidad de Sancho Panza, tranquilos y socarrones; preocupados del buen comer y del buen vivir y con hombres idealistas como don Quijote, delgados, casi fantasmales, luchadores permanentes, soñadores a tiempo completo. Con los unos y con los otros estamos obligados a buscar la acción posible que de paso a las virtualidades de la vida. Al leer el libro que esta noche ponemos a consideración de ustedes, he podido ratificar el optimismo, lo que me permite anunciarles que pese a todos los avatares de nuestros días, aun nos queda un espacio para la esperanza.

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Gracias.

Quito, 14 de marzo de 2008

Dimitri Barreto Vaquero

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