Queremos dar las gracias a todas las personas raras (mayores y pequeñas) que han leído, releído, aportado, sugerido, corregido... estos cuentos y que

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Queremos dar las gracias a todas las personas raras (mayores y pequeñas) que han leído, releído, aportado, sugerido, corregido... estos cuentos y que han hecho posible su publicación.

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JENNY Juan Antonio Carballo Carballo ................................................................................ 7 RAMÓN Clara Sayabera Roncero ........................................................................................ 17 NARCISA, LA PAYA INSUMISA Miguel Ángel Esquembre González .......................................................................... 27 MAROTO, EL ROTO Carlos Cuervo Mújica .......................................................................................... 39

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Edita: Colectivo CALA Asociación Taller de Educación en Valores Alternativos Financiado por: JUNTA DE EXTREMADURA Consejería de Educación

Ilustraciones: Leticia Sanjuán Sanz de Ballobar Impresión:Tecnigraf, S.A. Badajoz, 2010 Depósito Legal: BA-708/2010

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NOTA PARA PADRES/MADRES/EDUCADORES/EDUCADORAS ¿Quién dijo raro? Ésta fue la pregunta que se nos ocurrió cuando aparecieron estos personajes que os vamos a presentar. Este libro está pensado para que los niños y las niñas puedan leerlo solos/as e incluso hacer las actividades que en él aparecen, pero en nuestra filosofía de grupo siempre está el acompañamiento adulto para reflexionar conjuntamente, ya sea en clase, en grupos de ocio y tiempo libre o en casa. En este cuento aparecen temas como el miedo a la diferencia, la empatía con la gente que migra, los estereotipos de otras culturas, la diferencia como valor positivo y lo diferente como posibilidad, no como un handicap. Todos estos temas aparecen mezclados en las historias de Jenny, Ramón, Narcisa y Maroto. Unos personajes que son raros y raras, pero ¿quién no es raro? O mejor dicho, ¿quién puede asegurar qué es normal? Hemos tenido en cuenta el lenguaje no sexista. Por eso las actividades de Jenny y Narcisa están escritas en femenino y las de Ramón y Maroto, en masculino. Esperamos que disfrutéis leyéndolo tanto como nosotras y nosotros lo hicimos escribiéndolo.

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JENNY

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Cuando comenzaron las clases, Jenny acababa de llegar al pueblo con su familia. Se habían instalado en el castillo. No era muy cómodo, pero a ella le gustaba perseguir fantasmas para interrogarlos, retirar telarañas de los pasillos y conversar con los ratones antes de irse a dormir. El primer día de clase llegó tarde. Había salido hacia el colegio con tiempo suficiente para llegar, pero a medio camino se había tropezado con el Gorrión Preguntón, que la había entretenido y luego se había reído. – ¿Te crees muy gracioso? –dijo la niña mientras se alejaba. Por eso tuvo que entrar en clase por la ventana. ¡Vaya susto que se llevó todo el mundo! Arturillo tiró una silla. Simón gritó un montón. Rosa preguntó una cosa y María se quedó fría. Hubo ruido de sillas y todo el mundo corrió hacia la maestra. Todo el mundo menos Maroto, que miraba a Jenny desde el fondo de la clase y no pareció asustarse. – Y tú, niña, ¿quién eres? –le preguntó la maestra, puede que también algo asustada. – Me llamo Jennifer Carmilla –respondió ella mientras buscaba un lugar en el que sentarse–, pero en realidad soy sólo “La Jenny”. – ¿Y por qué has entrado por la ventana? 8

– Porque la puerta estaba cerrada. Jenny era morena, pequeña y delgada. Siempre llevaba un vestido de comunión negro, botas con plataformas y un sombrero de copa como los que usan los magos para hacer aparecer conejos, leones, tiburones y otros animalitos del bosque. Además, llevaba coletas, usaba gafas de sol negras y su mochila de los libros era un pequeño ataúd con bisagras en vez de cremallera. Siempre la acompañaba un loro llamado López que silbaba canciones de Shakira, tenía un viejo libro parlanchín que contaba cuentos de fantasmas, hacía magia con el sombrero y, además, sabía volar. Jenny era diferente... un poco niña... otro poco vampira. Al día siguiente, Jenny y el loro pasaron de largo por el nido del Gorrión Preguntón. No se detuvo ni cuando el pájaro dijo: “¿Qué hace un canguro bailando en un camión?” Aunque le hubiera gustado mucho saber la respuesta. Entró en el colegio por la puerta. Estaba abierta y no había necesidad de que se colara por la ventana. Ella no trataba de llamar la atención. No decidía ser diferente. Sólo lo era. Los primeros días de clase se sentó sola al fondo, en la mesa que estaba detrás de la que compartían Ramón y Maroto. Nadie se atrevía a acercarse mucho

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a ella. Arturillo, al que todos llamaban “El Listillo” y que de mayor quería ser detective, les dijo a los demás que descubriría quién era esa niña extraña y dónde vivía. Durante los días siguientes Jenny lo veía esconderse cada vez que salía del castillo y pensó que era un niño tímido.

– Es medio niña y medio murciélago –les dijo un día asombrando a todo el mundo. – Come niños y bebe sangre –fue su noticia durante otro recreo.

En los recreos Arturillo informaba a la clase de lo que había descubierto.

– ¡Halaaaa! –fue lo que dijeron todos. Excepto María, que preguntó: – ¿Y tú cómo lo sabes? – Se lo he preguntado a mi hermana –respondió. 9

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María, sospechando que la investigación de Arturillo no estaba avanzando mucho, se ofreció a acompañarlo esa tarde en sus labores de observación. Se escondieron detrás de un matorral junto a la puerta del castillo y compartieron algunas golosinas que Arturillo había comprado con lo que le quedaba de la paga del domingo.

– Hola –dijo la pequeña vampira.

La madre de Jenny salió a media tarde con una pila de libros y voló hasta la biblioteca. El padre sacó a pasear la mascota de la familia, que era una tortuga enorme con un parche en el ojo derecho y un tatuaje en el cuello. Arturillo y María aún no lo sabían, pero Jenny tenía también un hermano que tocaba en un grupo de rock y una hermana que vivía en Barcelona y era bailarina, patinadora, actriz y electricista. Eran una familia rara. Pero la abuela de María siempre le decía que todos éramos un poco raros. Esa noche, sin haber visto nada que pudiera ser “misterioso”, María volvió a casa dispuesta a resolver el misterio al día siguiente.

– No mucho –respondió ella enseñándoles los colmillos largos de niña-vampira–, no están muy buenos ¡Puag!

Al día siguiente, Arturillo y María se acercaron a Jenny durante el recreo. 10

– Hola –respondieron ellos no sin algo de miedo. Arturillo incluso miró atrás para comprobar que el resto de la clase los contemplaba desde el otro lado del patio. – ¿Es verdad que comes niños? –le preguntó María.

María y Arturillo se asustaron un poco pero sonrieron. – Estoy bromeando –dijo Jenny–, no como niños nunca. En realidad no como carne. Soy casi vegetariana. – ¿Pero les bebes la sangre? –dijo Arturillo esperanzado en encontrar confirmada una de sus informaciones. – ¡Qué pesadilla! ¿Por qué todo el mundo pregunta lo mismo? ¿Y por qué iba a beber sangre de niño? ¡No! Sólo bebo sangre embotellada “Vampisol”, la mejor para el colesterol –dijo ella sonriendo– ¿No habéis visto el anuncio en la TEVI? – ¿Qué es la TEVI?

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– Tele Vampira Internacional.

– ¡Miedica! –dijo el loro López con su voz de flauta.

– ¿Pero eres medio murciélago? –preguntó Arturillo sin muchas ideas nuevas.

Jenny utilizó todos sus recursos para convencerlo, le acarició las pastas como si fuera un gato, lo abrillantó con la manga de su vestido, le prometió un disco entero de música clásica, sollozó mirándolo de reojo e incluso lo amenazó con olvidarlo en un banco.

– ¿Eres tú medio ratón? –le respondió Jenny. – No. – Yo tampoco. Al día siguiente María y Narcisa, que era su mejor amiga, se sentaron en el recreo junto a Jenny. Ella sacó su libro parlanchín de la mochila ataúd y le pidió que les contara un cuento. – No –respondió el libro con voz asustada. – ¡Cómo que no! ¿Por qué? – Me da vergüenza –confesó el libro.

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Al final el cuento mereció la pena. Trataba de unos señores que sólo veían el mundo a través de las sombras, sin atreverse a mirar por la ventana, y de una niña-vampira que les enseña a ver los colores con ojos infantiles. Todos los colores. Para cuando el libro carraspeó y se cerró con revoloteo de páginas, el resto de la clase había formado un corro alrededor de Jenny, María y Narcisa.

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– La niña del cuento se parece a ti –dijo Arturillo que aún no estaba del todo tranquilo. – Soy yo –respondió Jenny. – Pero ese cuento es muy viejo, ¿verdad? –dijo María mirando las arrugas en las pastas del libro. – Sí. Pero yo soy niña desde hace mucho tiempo –respondió Jenny sonriendo.

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Un día Jenny y el loro López aterrizaron en el patio junto a Rosa, dándole un buen susto. – ¿Por qué no te trae tu padre en coche? –le preguntó la niña. – Antes teníamos un coche. Era negro, grande y viejo. A mí me gustaba. Mi padre trabajaba con él. Pero con lo de la crisis y eso, se quedó sin trabajo y decidimos que era el momento de jubilarlo. No hay que malgastar los recursos familiares ni los del planeta. ¿Has oído hablar del cambio climático? La gasolina además de cara es un veneno para la tierra. La contamina. Y al fin y al cabo si sabemos volar será por algo, ¿no te parece? – Sí. Ese día Rosa se sentó junto a ella en clase. Cuchichearon un poco, aprendieron mucho y se lo pasaron muy bien.

Durante los días siguientes, Jenny tuvo que explicar muchas cosas. Eso no le molestó, porque ya estaba acostumbrada. Sabía que la curiosidad era la madre de las preguntas y que las respuestas eran hermanas de la amistad. Así que poco a poco, de respuesta en respuesta, fue haciendo nuevas amistades y dejó de ser “la nueva rara” para ser sólo Jenny. Jenny es ahora una niña muy popular en el pueblo. Y el castillo se ha llenado de risas y juegos. Aunque eso a los viejos fantasmas no les hace mucha gracia porque les distrae y no les deja concentrarse en las cosas serias en las que piensan todo el rato. Así que Jenny ha tenido que negociar con ellos y prometerles sábanas nuevas y cadenas brillantes para sus fantasmales cumpleaños. Y el loro López ha aprendido una nueva canción.

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ACTIVIDADES CON JENNY 1. ¿QUÉ TE GUSTA DE...? Aunque tú no seas vampira ¿En qué te pareces a ella? ¿Y en qué te gustaría parecerte?

2. EN EL CUENTO... Hay un Gorrión Preguntón que dice: ¿Qué hace un canguro bailando en un camión? Atrévete a responderla, invéntate otras preguntas graciosas y hazlas a tus amigos y amigas.

3. ¿SABÍAS QUÉ? La alimentación cambia según las culturas: en algunos pueblos africanos se alimentan de sangre, pero en pueblos de sudamérica comen hormigas o en pueblos asiáticos comen perros. Ahora pensamos ¡qué asco!, pero si nosotras les decimos a ellas que aquí

comemos gambas, pipas o caracoles también dirían lo mismo de nosotras. Piensa qué es lo más raro que has comido. Hay mucha gente que va en coche a la escuela, no sólo porque esté lejos, sino porque también somos un poco “comodonas” ¿Cuántos compañeros y compañeras de clase vienen en coche al colegio?¿Sabes por qué?

4. SI FUERA YO... Jenny y la gente tuviera miedo de mí, ¿Qué haría yo para que se les quitara el miedo?

5. OTRA AVENTURA DE... Imagínate otra aventura de Jenny. Imagínate el día que Jenny fue a la feria: ¿Qué pasaría en la noria?¿Qué pasaría cuando se montase en el túnel del terror?

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RAMÓN

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Como todos los viernes, antes que llegara la maestra, había mucho jaleo en clase. Jenny volaba y todo el mundo intentaba atraparla como si fuera una mariposa. A Simón le escondieron el cuaderno y Rosa le imitaba diciendo con voz chillona “¿Dónde está? ¡Devolvédmelo!”. El loro López, desde la mesa de Jenny practicaba su nueva canción de Estopa, mientras María y Narcisa le acompañaban con palmas. El resto gritaba y Maroto estaba sentado en su rincón intentando no moverse mucho.

Ese viernes traía noticias nuevas. Se subió a la mesa de la maestra y gritó:

Ramón entró en clase con su gorra verde de “Jamones Sánchez: lo mejor en cualquier parte”.

– ¡Buenos días!, parece que hoy pasa algo, ¿no?

– ¡Callaos! ¡Mañana me voy a China! Todo el mundo se detuvo y la clase quedó en silencio. Un momento después aplaudieron y gritaron a la vez: – ¡Bien! Cuando entró la maestra, les mandó callar y dijo: – ¡Ramón se va a China! –gritaron a la vez. – Me alegro mucho Ramón, ¿y por qué te vas a China? – Porque mi padre va a vender jamones allí. La maestra Tere se quedó con la boca abierta. Quería seguir preguntando pero, de repente, Lola se levantó y dijo en voz muy alta: – ¡Hagamos una gran fiesta de despedida!

Ramón es el más alto de clase. Tiene el pelo negro y lleno de tirabuzones. Dice que no le gusta la televisión ni los camiones de juguete, tiene una colección de juegos de mesa y como mejor se lo pasa es jugando con gente. 18

Toda la clase salió corriendo al patio a jugar. Menos Jenny que salió por la ventana. En clase se quedó sola la maestra, que dijo: – ¿Dónde vais? Esperad un momento. Se lo contaré a la directora. Pero ya nadie la escuchó.

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Cuando Ramón llegó a China, se puso la gorra verde para su primer día de escuela. La clase, no parecía muy diferente a la de su pueblo: unos corrían, otros gritaban, mientras un niño les asustaba disfrazado de fantasma con una cortina amarilla. Tragó saliva, se subió a la mesa de la maestra y dijo en voz alta: – Me llamo Ramón, soy de un pueblo de Badajoz, mi padre trabaja en una tienda de jamones y tengo ocho años. Y con eso, levantó ocho dedos para que todo el mundo lo viera. Las niñas y los niños se quedaron mirándole, cuchicheaban, se reían... y Ramón seguía con sus ocho dedos levantados, hasta que lo comprendieron y todo el mundo levantó dedos al aire, algunos 8, otros 7 y hasta 9. Su maestra china entró en clase. Ramón se asustó y la miró paralizado. Ninguno de los dos dijo nada, porque sabían que no se entenderían. El silencio lo rompió un niño que entró en ese momento y se encontró de golpe con la escena. La maestra empezó a reñirle, el niño le contestaba y al final 20

cogió a cada uno de un brazo y los sentó en un pupitre vacío al fondo de la clase. Ramón miró a su nuevo compañero y empezaron a reírse bajito. La maestra comenzó la clase, Ramón sacó su cuaderno para copiar de la pizarra. Entonces se dio cuenta de que no podía copiar ni una letra. Decidió dibujarlas aunque no las entendiera, parecía entretenido, un montón de trazos con diferentes formas y de arriba a abajo. Pensó que luego le preguntaría a su compañero, pero cuando lo miró comprendió que tampoco le podía decir nada. – Zhenli –le dijo su compañero. – Ramón –dijo él. Zhenli le pasó una hoja de su cuaderno donde había dibujado un jamón y un signo de interrogación. Ramón no sabía cómo explicarle qué era un jamón, pata de cerdo curada con sal... imposible de explicar, así que señaló su gorra y le sacó una tarjeta de la tienda donde trabajaba su padre. Zhenli hizo un gesto de afirmación con la cabeza y le sonrió.

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Pasaron los días y Ramón se aburría un montón. No entendía ni una palabra de lo que le decían sus compis, ni las

letras de la pizarra, ni las señales, ni los carteles de la calle, ni los periódicos, ni sus libros de clase, y la televisión... ni se molestó en mirarla. En su casa todo empezaba a ser como antes, su hermana pasaba horas frente a la televisión aunque no entendiera nada, disfrutaba con los dibujos y decía que no tenía ganas de jugar.

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Su abuela estaba empezando a llenar la casa de macetas. – ¡Qué macetas más bonitas! ¿Dónde las has comprado? –le preguntó Ramón. – No las he comprado hijo, me las han dado las vecinas que son muy amables.

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Ramón pasaba el tiempo pensando cómo podría comunicarse en China, quería tener amigas y amigos con quienes jugar en el parque, invitarles a su casa, enseñarles a jugar a la petanca, a “burro” con las cartas, incluso al parchís, pero no se lo podía decir y lo peor es que Ramón tampoco entendía los juegos que le querían enseñar cuando salían a los recreos.

Una niña le quitó la tiza y pintó en la pizarra:

Así que un día, con mucha nostalgia, escribió a su colegio del pueblo de Badajoz una postal que decía: ”¿Sabéis a qué juegan las niñas y los niños de China? Yo todavía no lo sé, pero lo averiguaré. Os echo mucho de menos”. Un día llegó a clase y pintó en la pizarra: luego dijo: – Juˇan fà. Toda la clase empezó a reírse cuando entró la maestra. Ella cogió del brazo a la niña y a Ramón y les sentó juntos al fondo de la clase. Ramón, ya tenía otra nueva compañera, se miraron y empezaron a reírse. La letra china la copió de una tienda de animales que había enfrente de su casa y con el corazón quería decir que le gustaban los animales. Luego puso un signo de interrogación para saber si a los demás también.

– Liying –le dijo la niña señalándose a sí misma. Ramón entendió que ese era su nombre. La maestra les mandó callar y empezó la clase. 23

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En los días siguientes Ramón se paseó por todo el barrio con su cuaderno y copió letras chinas que veía en los carteles de las tiendas, los kioscos, el cine. Hasta que consiguió más de 20 y al lado escribía lo que creía que significaban. Las llevó a clase y se las enseñó a Liying. Algunas con corazones, otras con caras sonrientes, otras con un rayo.

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Pero un día, Liying le pasó un papelito que decía: – “No entiendo nada”.

Aquella noche se acordó de sus compis del pueblo y les escribió otra postal que ponía: –

– ¡Sabes español! –gritó Ramón sorprendido. Como de costumbre, la maestra le mandó callar. Liying sacó de su mochila un pequeño aparato, parecido a una PSP, dibujó unas letras en la pantalla, le dio a un botón y se pudo leer: – “En el recreo hablamos”.

Liying

– – –

Ramón sonrió y escribió en el aparato: – “Quiero jugar” –y se lo pasó a su nueva amiga. Liying escribió de nuevo en un papelito: – “Vale”. Ramón le sonrió y durante toda la clase fue escribiendo papelitos deseando impaciente que llegara el recreo. Cuando salieron buscaron un rincón soleado, Liying sacó su PSP traductora y empezaron: Ramón: “Me gusta el jamón ( Liying: “

)”.

(a mí no)”.

Ramón: “En mi colegio había una niña vampira ( )”. Liying: “ vienes?)”.

(¡qué raro!)

(¿de dónde

“Ya sé qué quiero ser de mayor: TRADUCTOR. Es muy divertido”. 25

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ACTIVIDADES CON RAMÓN 1. ¿QUÉ TE GUSTA DE...? Aunque tal vez tú no hayas ido nunca a China ¿En qué te pareces a Ramón? ¿En qué te gustaría parecerte?

2. EN EL CUENTO... El primer amigo de Ramón en China le dibuja un jamón y un signo de interrogación y Ramón entendió que quería saber qué era un jamón. Intenta preguntar con dibujos: ¿Te gusta más ir en bicicleta o ir en patines? ¿Te gusta subirte a los árboles? ¿Qué tiene dentro un rollito de primavera?

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3. ¿SABÍAS QUÉ...? Hay algo más de cien mil chinos que viven y trabajan en España. La mayoría de ellos provienen de la provincia de Zhejiang del sureste del país. En China hay algo más de mil españoles. ¿Cuál es el número de personas de otros países que viven en tu pueblo o que van a tu colegio?

4. SI FUERA YO... Ramón... y me tuviera que ir a China ¿Cómo conseguiría relacionarme con mis compañeros de clase?

5. OTRA AVENTURA DE... Imagínate otra aventura de Ramón. Imagínate el día que Ramón se perdió por las calles de Pekín ¿Cómo se comunicaría con la gente? ¿Qué haría para encontrar a sus padres?

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NARCISA, LA PAYA INSUMISA

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Una vez que la maestra Tere leyó la postal de Ramón preguntó en clase: – ¿Qué queréis ser de mayores?

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Arturillo dijo: “Yo, detective”; Rosa dijo: “Yo, contadora de chistes”; Simón dijo: “Yo, astronauta”; Lola dijo: “Yo, periodista espacial para hacer entrevistas a extraterrestres”; María dijo: “Yo, abogada”.

– ¿Cómo? –dijo Simón.

Y Narcisa dijo: “Yo, gitana”.

– Sí, gitana, como María.

– ¿Cómo? –dijo la maestra.

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Casi toda la clase se rió. Casi toda la clase... porque María, una niña gitana, solamente la miraba asombrada. Nunca había escuchado a nadie que quisiera ser gitana como ella y menos una chica tan larguirucha, con una cara tan pálida y con un cabello rubio tan corto.

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– Pero, pero... ¡eso no puede ser! ¡Tú no puedes ser gitana! –dijo la maestra Tere.

– Me ha dicho la profe Tere que quieres ser gitana –dijo la directora.

– ¿Por qué no? –preguntó Simón.

–Sí –dijo Narcisa.

– ¿Por qué no? –dijo Narcisa.

–Sí –dijo María.

– Porque no, porque nadie puede ser gitana sin nacer gitana. María es gitana, pero tú no –sentencia Arturillo, el listillo.

– Narcisa, me parece que eso será imposible, tú no puedes ser gitana.

Narcisa se enfada muchísimo: – Pues yo quiero ser gitana. – Pero, ¿por qué? –pregunta la maestra Tere. – Porque quiero tener tantos primos como María, porque la música gitana me da mucha alegría. – Mañana se lo dices a la directora –contestó la maestra Tere. Al día siguiente, allí estaban: la maestra Tere, la directora Eleonora, Narcisa y su amiga, María. 30

– Pues yo quiero ser gitana. –¿Por qué? –preguntó Eleonora. – Porque quiero tener tantos primos como María, porque la música gitana me da mucha alegría, porque me gusta jugar más en la calle y no estar tanto tiempo encerrada en casa, porque no me gusta ser tan blanca como un huevo y quiero estar tostadita como una pasa.

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La directora la miraba extrañada: – Esto es un caso raro. – ¿Por qué no vamos a ver mañana al Tío Pitoño? –dijo María–. Es un gitano muy sabio.

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Al día siguiente allí estaban la maestra Tere, la directora Eleonora, Juan, Luz, Candela, Amara, la tía Aurora, el perro Tommy, Pedro, la gata Piriñuela, Narcisa y su amiga María, pendientes de lo que pudiera decir el Tío Pitoño. – Sastipen ta li, chavala, estoy sorprendido con lo que me ha dicho María. – Sí, Tío Pitoño, estamos aquí para saber tu opinión sobre si Narcisa puede ser gitana en vez de paya; porque me dio canguelo que nadie tuviera respuesta y se me ocurrió pensar en ti.

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razones. ¡Ajá! Es la primera vez en toda mi vida que he escuchado que una paya quiera ser gitana. Pero no sé, no sé... tendría que pensar una respuesta. Era la primera vez que el Tío Pitoño no tenía una respuesta inmediata, o al menos eso pensó la Tía Aurora. – Pues, Tío Pitoño, si te lo tienes que pensar ¿qué te parece que mañana vayas al colegio y nos des allí la respuesta? –propuso María. – A mí me parece bien –dijo la directora Eleonora.

– Entonces, Narcisa, ¿por qué quieres ser gitana?

– A mí me parece bien –dijo la maestra Tere.

– Porque quiero tener tantos primos como María, porque la música gitana me da mucha alegría, porque me gusta jugar más en la calle y no estar tanto tiempo encerrada en casa, porque no me gusta ser tan blanca como un huevo y quiero estar tostadita como una pasa, porque cuando hacen fiestas desde los pequeños hasta los mayores salen siempre a bailar, porque cuando una se pone enferma todos están alrededor hasta que te puedas curar.

El Tío Pitoño movía la cabeza de un lado para otro y dudaba.

El Tío Pitoño se quedó en silencio un ratito, miró a su alrededor donde estaban todas las personas que esperaban su respuesta, cogió aire y dijo:

– ¡Qué bien! –dijo María.

– Me está camelando a mí esta muchacha, o sea, Narcisa. Tú lo que has hecho es diñar un golpe a la mesa y dar tus

– ¡Qué bien! –dijo Juan–. ¡Qué bien! –dijo la gata Piriñuela. ¡Ay! Disculpad, que las gatas no hablan.

– Bueno, mañana podría ir al colegio pero con dos condiciones: primero, no quiero hablar en una clase donde las sillas no se puedan mover y estar allí encerrado; segundo, llevaremos algo de jalar para todos. – Por mí no hay problema –dijo la directora Eleonora. – Por mí no hay problema –dijo la maestra Tere. – ¡Qué bien! –dijo Narcisa.

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Al día siguiente allí estaban la maestra Tere, la directora Eleonora, el Tío Pitoño, Juan, Luz, Candela, Amara, la Tía Aurora, el perro Tommy, Pedro, la gata Piriñuela, Rosa, la graciosa, Simón, el preguntón, Jenny, la vampira, Arturillo, el listillo, Lola, cómo mola, Maroto, Narcisa y su amiga María. Habían salido al patio del colegio. Además, la Tía Aurora había preparado rosquillas de anís para toda la gente. ¡Qué intriga! Narcisa, la paya insumisa, ¿podría ser gitana? El Tío Pitoño se dirigió a la gente de la clase: – Sastipen tan li. ¿Sabéis como llegamos los gitanos aquí? – En pateras –dijo Jenny. – Volando –dijo Rosa. – De la India –dijo Arturillo. – ¿Cómo? –preguntó Simón. – Llegamos aquí hace más de quinientos años y vinimos de muchas partes del mundo, porque los gitanos somos un pueblo nómada. – ¿Qué quiere decir nómada? –preguntó Simón. – Nómada significa que no teníamos la casa en ningún sitio, sino que íbamos viajando continuamente y allí donde parábamos teníamos la casa. – Como un caracol –dijo Lola. 34

– Eso es, como un caracol, pero el mundo comenzó a cambiar y a nosotros los caracoles nos rechazaban en todos los sitios. Nos veían raros, nos perseguían. – ¿Os tuvísteis que pirar a otra parte? –preguntó Arturillo. – Sí, nos tuvimos que pirar –contestó el Tío Pitoño–. ¿Sabes además que “pirar” es un palabra gitana? –Arturillo negó con la cabeza–. Pues sí, como tú dices nos tuvimos que pirar con los pinreles desnudos sin tiempo de coger nuestras cosas porque las quemaban. No entendían cómo no teníamos una casa fija y comenzaron a echarnos de todos los sitios y a perseguirnos. Ahora hay muy pocos gitanos nómadas. Pero, cambiando de tema, que no venía yo aquí a contar penas ¿sabéis en qué trabajan los gitanos? – Mi vecino dice que no trabajan, que solo roban –dijo Rosa. – Trabajan cantando y bailando –dijo Lola. – Trabajan recogiendo chatarra –dijo Arturillo. – De pasteleros –dijo Lola– haciendo brazos gitanos. – Ja, ja... tenéis un poco de razón: hay gitanos que bailan y cantan porque somos una

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gente que nos gusta mucho la jarana, hay gente que recoge chatarra, hay pasteleros también, hay gitanos que roban, pero también hay gitanos abogados, futbolistas, actores, jardineros y gitanos que arreglan piños, o sea dentistas... – ¡Y gitanas! –exclamó María. – Y gitanas, y gitanas –asintió el Tío Pitoño–. Pero bueno, hoy he venido aquí a intentar dar una respuesta a la pregunta de Narcisa –hizo una pausa–. Es cierto que gitano se nace, pero tú también puedes hacer cosas que hacen los gitanos. Puedes jugar con todos tus primos, pero si no tienes suficientes puedes jugar con tu clase entera, que son muchos. Si te gusta la música gitana, Amara te puede enseñar a bailar flamenco. Puedes jugar en la calle, hay miles de juegos divertidos que seguro que conoces. Si quieres ser más morena, un poquito de sol todos los días. Además puedes preguntar a tus padres si podéis tener animales en casa y por supuesto si alguna vez te resfrías o te enfermas de otra cosa, no te preocupes porque todos irán a verte. Nosotros también, por supuesto. Narcisa se quedó pensando. Realmente esa no era la respuesta que esperaba.

– Pero, yo quiero ser gitana –repitió Narcisa. – A mí se me ha ocurrido una idea para que Narcisa pueda ser gitana –interrumpió María. Todas las personas se volvieron para mirarla. – En la obra de teatro de fin de curso podríamos representar la historia del pueblo gitano y Narcisa, como es tan buena actriz, podría hacer de gitana. En ese momento todo el mundo se quedó callado. – ¿De verdad? –preguntó Narcisa–. Esa idea sí que me encanta. – Por mí no hay problema –dijo la maestra Tere. – Por mí no hay problema –dijo la directora Eleonora.

– Si es así –dijo Arturillo–, yo también quiero ser gitano.

– ¡Bravo! –dijo Jenny.

– Y yo –dijo Rosa.

– ¡Bravo! –dijo Lola.

– Y yo, un caracol –dijo Lola...

– ¡Bravo! –dijo Arturillo. 35

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– ¡Bravo! –dijo el perro Tommy... Ya sé, ya sé, los perros tampoco hablan, pero es que estaba tan alegre. – ¡Bravo! –dijo el Tío Pitoño–, Yo, si queréis, puedo ser el narrador, que yo el papel me lo sé de memoria y no me hace falta estudiar. Narcisa, la paya insumisa, fue rápidamente a abrazar al Tío Pitoño, pero sobre todo abrazó fuertemente a María que había tenido la idea para que ella cumpliera su sueño de ser gitana, aunque sólo fuera por un día.

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ACTIVIDADES CON NARCISA 1. ¿QUÉ TE GUSTA DE...? Aunque no sabemos que quieres ser tú de mayor ¿En qué te pareces a ella? ¿Y en qué te gustaría parecerte?

2. EN EL CUENTO... Todas las personas dicen que quieren ser de mayor, Lola dice que quiere ser periodista espacial para entrevistar extraterrestres. Imagínate que llega un extraterrestre a tu clase y te dejan hacerle tres preguntas ¿Cuáles harías?

3. ¿SABÍAS QUÉ? El romaní es una lengua. Al igual que cogemos palabras del inglés para nuestro vocabulario, también cogemos palabras del romaní. En el cuento aparecen palabras como canguelo que es romaní. O el saludo Satispen ta li (que significa Salud y Libertad).

Señala con una flecha de dónde vienen estas palabras: ALCACHOFA

ALEMÁN

BIGOTE

ÁRABE

PIRAR

INGLÉS

FÚTBOL MERMELADA

PORTUGUÉS ROMANÍ

4. SI FUERA YO... Narcisa... Y consiguieras ser gitana ¿Qué es lo que más te gustaría?

5. OTRA AVENTURA DE... Imagínate otra aventura de Narcisa. Imagínate el día que Narcisa dijo que quería ser árbitro de fútbol ¿Qué le dirían su padre y su madre? ¿Qué haría para conseguirlo? 37

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MAROTO, EL ROTO

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No se sabe muy bien por qué, pero a algunos niños (con niñas pasa menos) todo el mundo les llama por su apellido, hasta el punto en que de algunos, a veces, se nos olvida su nombre de pila. El caso de Maroto es un buen ejemplo de esto. Tal vez sea porque Maroto es un niño tímido y callado. La única persona de la clase con quien Maroto hablaba era Ramón, pero desde que se marchó a China Maroto está más triste y callado que nunca. Siempre es el primero en llegar a clase y el último en marcharse y siempre se sienta en la parte de atrás. Así que hay días que si no miras hacia atrás y le ves, parece que ni ha venido. Además, físicamente es un niño que no llama casi nada la atención. No es ni alto ni bajo. No es ni gordo ni flaco. Tiene el pelo claro y no lo tiene ni largo ni corto. Por lo único que se le puede reconocer es porque siempre usa jerseys muy largos que le llegan casi hasta las rodillas. Pero sí que hay algo que llama la atención de Maroto y es que cuando alguien dice alguna expresión que tenga la palabra “partir” o algún sinónimo 40

como romper, trocear, dividir... Maroto se pone roooojo como un tomate y nadie sabe por qué. Hace unos meses, por ejemplo, estaba toda la clase jugando en el patio y la maestra les pidió que se dividieran en dos grupos para jugar al pañuelito. Y en cuanto lo dijo, Maroto se puso roooojo como un tomate. Habrá quien piense que sería porque no sabía jugar al pañuelito o porque corría poco, pero no. No era por eso. Otro día, Lola llevó una tarta para celebrar su cumpleaños y cuando la maestra dijo que la iba a trocear en diez partes Maroto también se puso roooojo como un tomate y no quiso comer tarta... ¡y eso que era de chocolate! Y la semana pasada, cuando la maestra dijo que iba a repartir los papeles para la obra de teatro, Maroto se volvió a poner roooojo como un tomate y la maestra tuvo que hablar con él durante mucho rato para convencerle de que participara en la obra.

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Pero esta semana, todo el mundo se enteró por fin por qué Maroto se ponía roooojo como un tomate. Y es que el martes, Maroto tenía que ponerse un disfraz en el ensayo de la obra de teatro y cuando se estaba quitando su enorme jersey, Simón le vio una gran cremallera que le rodeaba toda la cintura y le preguntó: – ¿Por qué tienes esa cremallera tan grande en la cintura? Pero Maroto no contestó.

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Arturillo se acercó y empezó a hacer suposiciones: – Yo creo que la lleva porque nació en dos días diferentes, un trozo cada día y le tuvieron que unir después. – ¿Es por eso, Maroto? –preguntó Simón. – No –respondió Maroto, que para entonces ya estaba roooojo como un tomate. – Pues entonces –siguió Arturillo–... es porque le cayó un rayo en una tormenta y le partió en dos. – ¿Es por eso, Maroto? –volvió a preguntar Simón. – Tampoco –respondió Maroto. – ¡Ya sé, ya sé! –gritaba Arturillo– ¡Maroto está roto porque sus padres se separaron y se llevaron la mitad cada uno,

pero luego se juntaron otra vez y lo tuvieron que unir con esa cremallera! Rosa, que estaba por allí, escuchó la conversación y empezó a gritar: – ¡Maroto está roto! ¡Maroto está roto! –y se le empezaron a ocurrir un montón de juegos de palabras: – ”Maroto, ¿qué pasa tronco?”, ”Jo, estoy medio aburrida” y “Tú, no les hagas caso, divide y vencerás”. “Ja,ja,ja”. Maroto estaba cada vez más roooooojo y se iba a marchar del ensayo cuando apareció el Tío Pitoño que también venía al ensayo, se acercó a él y le dijo: – Maroto, no te pongas triste. En este mundo “habemos” mucha gente distinta y eso no es malo. Todo lo contrario. ¿Te imaginas lo aburrido que sería el mundo si todas las personas fuéramos iguales?

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Lola se acercó y le dijo:

Y Lola le respondió:

– Además piensa en todas las ventajas que tiene que te puedas partir.

– Por ejemplo, puedes ir al servicio sin tener que esperar al recreo.

Maroto, que nunca había pensado que estar partido tuviera ventajas, le preguntó sorprendido:

– O puedes sacar un córner y rematarlo de cabeza –dijo María.

– ¿Ventajas, qué ventajas?

– ¡Y puedes tocar la guitarra y zapatear flamenco a la vez! –dijo Narcisa. Maroto sonrió por primera vez en mucho tiempo y comprendió que no tenía que avergonzarse de ser diferente. Y aprovechando que tenía a toda la clase allí reunida hizo un esfuerzo terrible por vencer su timidez y les contó lo que hasta ahora sólo le había contado a Ramón por ser su mejor amigo (y seguramente el único que sabía cuál era su nombre). – Pues... –empezó a decir Maroto. – ¡Sigue, sigue! –pidió el resto. Y Maroto, por fin, se lo contó: – Cuando tenía seis años, mi mamá me llevó a ver el espectáculo de magia de “Alfonso, el Fantástico”. El mago me eligió para su número estrella. Yo estaba muy contento, pero un poco nervioso. Él me subió al escenario y me metió dentro de una caja azul y dorada que dijo que era mágica. Cerró la caja mientras sonaba un redoble de tambores y la luz pasaba a ser más tenue. Entonces, sacó una enorme

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sierra con la que me atravesó por la cintura. Una vez hecho esto, el mago separó la caja en dos pedazos y todo el mundo empezó a aplaudir. Pero algo debió de salir mal porque el mago nunca pudo volver a unir los dos pedazos. Desde entonces, llevo esta gran cremallera en la cintura para unir las dos partes en las que me dejó el mago roto, bueno, dividido.

– Es muy fácil. Es un truco que aprendí en la escuela de magia de Traconia.

Todo el mundo se quedó con la boca abierta y sin saber qué decir.

Y empezó el caos. Piernas por un lado, troncos por otro. Empezaron a mezclarse, piernas de niña con troncos de niños, piernas largas y troncos cortos. Así, todo el mundo se partió… de risa.

El día en que estrenaron la obra de teatro, tuvieron una visita inesperada. Ramón había vuelto de China con una amiga llamada Liying. Así que les dieron papeles para que participaran y cuando el salón de actos del colegio estuvo lleno, comenzó la representación.

– ¡Venga, vamos a partirnos! –dijo Ramón. –¡

! –dijo Liying.

–¡

! –dijeron todos.

Todo salió muy bien. Se lo pasaron en grande y Narcisa fue gitana por un rato. Más tarde, en la fiesta, Jenny les tenía preparada otra sorpresa. Sacó de su sombrero una sierra gigante, una caja azul con ruedas, una túnica rosa brillante y dos espejos. – ¿Quién quiere partirse? –dijo poniéndose la túnica. – Yo –dijo Arturillo. – ¿Nos puedes partir? –preguntó Simón. 45

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ACTIVIDADES CON MAROTO 1. ¿QUÉ TE GUSTA DE...? Aunque tú no estés roto ¿En qué te pareces a él? ¿Y en qué te gustaría parecerte?

2. EN EL CUENTO... El mago “Alfonso el fantástico” parte a Maroto por la mitad, aunque a él no le gustaba, sus compañeros de clase descubrieron muchas ventajas. Hasta parecía que poder partirse por la mitad y hacer dos cosas a la vez era como tener superpoderes. Si le pudieras pedir al mago “Alfonso el fantástico” tres superpoderes ¿Cuáles serían?

3. ¿SABÍAS QUÉ? Podríamos decir que Maroto tiene una discapacidad, aunque eso no le limita para hacer su vida. Hay 650 millones de personas con discapacidad en todo el mundo.

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De todas formas todos tenemos capacidad para hacer unas cosas muy bien y otras menos bien: unos saben escribir igual con las dos manos, otros tocar algún instrumento, algunos juegan muy bien a algún deporte... Haz una lista con las cosas que no sabéis hacer muy bien tú y tus compañeros de clase. Ahora haz una lista con las cosas que sois capaces de hacer.

4. SI FUERA YO... Maroto… y estuvieras roto ¿Qué ventaja aprovecharías más?

5. OTRA AVENTURA DE... Imagínate otra aventura de Maroto. Imagínate el día que Maroto se fue de excursión al monte y se olvidó de sus piernas ¿Qué les pasarían a las piernas? ¿Se habrían montado en otro autobús?

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ACTIVIDAD FINAL ¿QUIÉN DIJO RARO? Ya has leído todos los cuentos y ahora te preguntamos ¿Qué tienen de raro Jenny, Ramón, Narcisa y Maroto? Y tú ¿qué tienes de raro, o de rara?

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