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DESCARTES Duda racional o metódica Russel “Los huesos de Descartes”, que muere en 1650 en Suecia, donde era embajador de Fr, siendo enviado un año después sus restos a Fr. Chanutes, ferviente convencido de que Descartes estaba transformando el mundo con su pensamiento revolucionario y ciertamente estaba en lo cierto porque en el XVII se produjo un cambio en el que la gente empezaba a cuestionarse sus creencias más básicas; en ciertos aspectos fue un cambio más importante que la independencia americana, que la revolución francesa, siendo uno de los fundamentos de todas ellas y afectando al modo en que cada uno.... (pág.22). Dio lugar a un nuevo paradigma (modo de ser y entender la realidad) dejando atrás el del Renacimiento para entrar en el moderno, en el que estamos actualmente, en descomposición y sin verse alguna salida razonable para poder cambiarlo.

Según Turró; las dos obras más importantes de Descartes son: “El tratado del mundo” 1630-1633, que comprende el tratado del mundo y las “Discurso del método” 1637 (su obra más representativa) “Meditaciones metafísicas”, 1641; si hoy tuviéramos que escoger es el primero, hipotético deductivo, que visto desde hoy es un tratado científico y la llamada duda metódica pertenecería a las meditaciones metafísicas. Pero hay otras obras antes, una de transición desde el renacimiento a lo moderno, en su época de juventud “Reglas para la dirección del espíritu”

La duda metódica está en las Meditaciones metafísicas, persigue el saber universal y desde la regla I ya está anunciado. Además se caracteriza porque se abre a un nuevo paradigma, el mecanicista, dejando atrás el paradigma renacentista, y ve el mundo, al hombre, como una máquina. Abre el mecanicismo y la física hipotética, deductiva; todos los saberes particulares tienen sentido. Texto Regla II, dice: “conviene ocuparse tan sólo de aquellos objetos sobre los que nuestros espíritus...”

La certeza, el gran tema de D, que hace de la duda un método para demostrar que se consigue. Al final del párrafo de esta regla I dice que “... que sólo se han de aprehender la aritmética y la geometría...” para llegar a la certeza a la que éstas te llevan. Descartes lo concibe desde las matemáticas y las nociones que desarrolla de inducción, deducción, enumeración suficiente y ordenada y claridad y distinción, todos estos elementos son los modelos que propugna en su obra. Es digno de estudio pues, todo aquello que pueda ser reducido a número. “El mundo está reducido a números”, Galileo.

¿Cómo se puede aplicar la matemática, una ciencia numérica, a la física, que es cualitativa?.. Deja esto sin terminar. Se da cuenta que no es posible un saber sin método y que los descubrimientos casuales no son válidos. Dice Turró: astrólogos, alquimistas, magos, brujos y cabalistas, aunque ciertamente discurrían por los caminos de la contingencia histórica y andaban desprovistos de toda metodología en nombre de una supuesta experiencia directa de la realidad, tendían a desvelar el arcano mistérico que les proporcionaría el saber de la totalidad, un saber teórico que abarcaría todo lo existente, pero a la vez fuera útil y práctico como para transformar la realidad, y tal es también el objetivo del propio Descartes (pero no en la forma).

En el tratado del mundo, 1630, que termina en 1633, aunque no llega a publicar, debido al juicio que por la época se llevaba a cabo contra Galileo que defendía las mismas ideas. En él aparece por primera vez la fórmula física mecanicista y también el método hipotético deductivo, en el tratado del hombre el cuerpo es como máquina, hay que considerar que Descartes se cuestiona la correspondencia entre imagen y consecuentemente en sí en el tratado del mundo porque el hombre no es pasivo cuando conoce y le cabe hacer, es un hombre activo.

Dice Turró sobre esto, pag. 304, “en el contexto histórico del cartesianismo, es decir en el paradigma renacentista, insinuar una diferencia, entre lo percibido y la realidad percibida, es tanto como quedar fuera del paradigma. Descartes nos dice, al igual que Galileo, “no es que la naturaleza esté escrita en caracteres matemáticos, sin más sino que suponemos que lo está, es una hipótesis fecunda que la naturaleza está escrita en lenguaje matemático, procedemos como si lo estuviera, con lo que da salida al tratado de las reglas”

En ellas, las reglas, avanza el “mecanicismo” y lo desarrolla en “El tratado del mundo” considerando lo natural como mecánico así como al hombre. Las cualidades que se consideran por ser sólo las que tienen certezas son las primarias: figura, extensión y movimiento pues son susceptibles de tratamiento matemático y obtener certeza. Turró en las pgss 316/7, dice: “El mecanicismo supone pues la formulación de una hipótesis que abarca y unifica dos ámbitos diferenciados hasta entonces: el sistema del mundo y la ingeniería mecánica”. Se consuma así la tesis renacentista de identificar los naturalia y los artificialia del aristotelismo, pero en lugar de hacer de lo artificial algo mágico y sometido al animismo general de la naturaleza, Descartes invierte la operación: se hace de lo natural pura y simplemente algo mecánico, puesto que es la mecánica el paraiso de las matemáticas (al decir de Leonardo) y es el modelo matemático el que Descartes pretende aplicar a lo físico desde las Reglas. Con este paso el mecanicismo se encamina a hacer realidad un saber aplicado que transforme la realidad y convierta al ser humano en su amo y señor. La hipótesis de que lo natural es mecánico, permite fácilmente deducir mecanismos concretos que dominen y actúen sobre los fenómenos Quedan pues excluidos del sistema del mundo, todos los milagros de las ciencias sobrenaturales incluidas las fuerzas ocultas del Renacimiento: …que Dios no hará nunca ningún milagro y que las inteligencias o almas razonables, que podamos suponer después, no turbarán de ninguna manera el curso ordinario de la naturaleza.

El Discurso del método, 1637, el primero que publica Descartes es, como su nombre indica, una obra menor; es un preámbulo a tres pequeños tratados de tipo científico llamados “Dióptrica”, “Meteoros” y “Geometría”. Se lee esta parte del texto, en el que D pone al mismo nivel el del sueño que el de la vigilia. Consta el DdelM, de seis discursos y en el primero se refiere a su biografía intelectual; en el segundo aparece el primer precepto: no admitir nada dudoso, pero también dividir lo complejo hasta llegar de lo más simple a lo más complejo y en tercer hacer revisiones para que nada se omita. Otra parte del DdelM, es el sentido de la ciencia pues siempre tuvo presente la metafísica como estamento al que hoy denominamos ciencia. Sintetiza lo que ya había expuesto en “El tratado del mundo”. También hace una apología, defensa, del saber aplicado: significa la primera exposición explícita de la vista de la moderna idea de progreso y la acción del sujeto activo. Expone el programa mecanicista y los ideales de la nueva ciencia.

Dice Turró que cuando Descartes afirma que deberíamos al menos una vez en la vida criticar el saber recibido e intentar su revisión a partir de nosotros mismos. Con esta idea que se halla en la base del tema clásico de la duda metódica, resume Descartes todo su periplo intelectual en un patrón modelo que, en realidad nunca acaeció así todo su periplo intelectual en su pensamiento. En efecto, no hubo ningún momento en que D se propusiera deshacerse de sus antiguas opiniones, aunque así lo exprese en el Discurso y se dedicara a aplicar constantemente la llamada duda metódica. Es D, quien en 1637, ve su itinerario espiritual como un desprenderse del saber recibido y tematiza este proceso en una recomendación práctica para todo aquel que pretenda encaminarse hacia la verdad. Llegamos así a la primera regla del método: desarraigar del espíritu todas las falsas opiniones; regla en la que se sintetiza el pensamiento cartesiano (de Cartesio, nombre de Descartes latinizado) desde La Flèche (su colegio jesuita) hasta el Tratado del mundo desvalorizándose a la vez todo saber que se apoye en la historia, es decir, en la tradición heredada.

El centro de esta obra es la reflexión sobre el valor de la ciencia, su conexión con la vida humana y, en este sentido, no defiende D ni sólo una teoría (al modo aristotélico) ni la pura praxis técnica a la que apuntaban los renacentistas pues D atiende al cultivo integral del hombre mismo. Meditaciones metafísicas, En 1641, cuatro años después de la publicación del Discurso del método, y los tres tratados de ciencia, las publica en París en latín, siguiendo así la tradición académica renacentista de publicar en lengua culta, e iba dirigida al decano y doctores de la Sorbona.

De 1637 a 1649, Descartes se ocupa de distintos cometidos: del estudio del sujeto o papel que tiene en la racionalidad y en la ciencia, también en los saberes y en su aplicación en la medicina en concreto; estudia las máquinas y el trabajo científico con la reflexión teórica hasta 1641 en que publica Las Meditaciones que constituyen junto con el Tratado del mundo el eje del pensamiento cartesiano. En la Metafísica el sujeto es la ciencia que estructura el mundo de una determinada manera; concebida como un ejercicio espiritual su finalidad es desvelar los fundamentos del conocimiento y establece distintos niveles de duda hasta llegar a la duda hiperbólica.

Leemos y se comenta el texto “Primera meditación”“de las cosas que pueden ponerse en duda metódicamente y establece un orden: 1º la duda sencilla, de los sentidos o ventanas al mundo; 2º la duda media, el sueño y el 3º, al que llama genio maligno, paradigma hiperbólico de la duda superior. Posteriores son Principios de filosofía y Pasiones del alma.

Descartes tiene una visión, en PrincipiosdeF, de la unidad de todo el conocimiento, como se hace evidente en la imagen que presenta, según la cual la metafísica es la raíz del árbol del conocimiento, cuyo tronco lo constituye la física y cuyas ramas son las otras ciencias, la medicina, la mecánica y la ética. No la terminó por su prematura muerte en Suecia en 1650 por pulmonía.

La filosofía de Descartes es un intento de fundamentar la ciencia y la filosofía sobre unas bases firmes. Unas bases que permitan separar lo cierto e indudable de lo que es solamente probable y esto último de lo que es falso. Con la aplicación de sus ideas y sobre todo de su método, Descartes pretendía reemplazar la ciencia de carácter escolástico de su tiempo por una ciencia genuina, cambiando las bases metafísicas sobre las que se sustentaba y con ello transformar completamente la faz de la filosofía misma. Con ello la encarriló por una vía esencialmente aristotélica que la ciencia había iniciado, una vía que acababa con prejuicios que se arrastraban desde la Antigüedad proporcionando un marco filosófico que sustituía al antiguo marco escolástico.

Es necesario señalar qué entiende Descartes por dudar, para pasar a explicar después las posibles motivaciones que tiene este proceder aparentemente escéptico. Señala que hay que tener razones para dudar y reflexionar sobre ellas pues no se trata de dudar por dudar sobre todo; no es una duda genuina como la de un escéptico sino que es una duda estratégica. En mi opinión de una manera muy jugosa, al principio de su meditación segunda, condensa todas sus teorías sobre la duda diciendo: “ Pero ¿qué sé yo si no habrá otra cosa diferente de las que acabo de juzgar inciertas y de la que no pueda caber duda alguna? ¿No habrá algún dios o alguna otra potencia, que ponga estos pensamientos en mi espíritu? No es necesario; pues quizá soy yo capaz de producirlos por mí mismo. Y yo, al menos, ¿no soy algo? Pero ya he negado que tenga yo sentidos ni cuerpo alguno; vacilo sin embargo; pues, ¿qué se sigue de aquí? ¿Soy yo tan dependiente del cuerpo y de los sentidos que, sin ellos, no pueda ser? Pero ya estoy persuadido de que no hay nada en el mundo: ni cielos, ni tierra, ni espíritus, ni cuerpos; ¿estaré, pues, persuadido también de que yo no soy? Ni mucho menos ; si he llegado a persuadirme de algo o solamente si he pensado alguna cosa, es sin duda porque yo existía. Pero hay cierto burlador muy poderoso y astuto que dedica toda su industria a engañarme siempre. No cabe duda alguna, pues, de que yo soy puesto que me engaña; y, por mucho que me engañe, nunca conseguirá hacer que yo no sea nada, mientras yo esté pensando que soy algo. De suerte que, habiéndolo pensado bien y habiendo examinado cuidadosamente todo, hay que concluir por último y tener por constante que la proposición siguiente: “yo soy, yo existo”, es necesariamente verdadera, mientras la estoy pronunciando o concibiendo en mi espíritu”…

Es decir, aquí la certeza que conlleva el pensamiento hace decir a Descartes: “Cogito ergo sum” Pienso, luego existo, y es que solamente se puede afirmar su certeza “mientras lo estoy pronunciando o concibiendo en mi espíritu” Sobre los dos Paradigmas: Desde Filón de Alejandría, el concepto helénico de procedencia pitagórico-platónica se pone al servicio de una labor hermenéutica: la adecuada interpretación de la tradición judaica y en las relaciones entre el universo creado y su creador. Este pensamiento helénico va a dar un giro hacia el pensamiento cristiano medieval durante los siglos VIII al XII, San Agustín, Gregorio el Magno, Sto Tomás, en que para los estudiosos no había más libros que la biblia. Así pues la traducción por los árabes en la Escuela de Traductores de Toledo de las obras de Aristóteles, sin el consentimiento de las autoridades eclesiásticas, provocará la consolidación en el occidente cristiano de un paradigma científico de explicación natural, el aristotélico, puesto que Aristóteles era un gran naturalista. Este paradigma extenderá la noción de finalidad a la totalidad de la naturaleza como hay con los conceptos de materia, forma, potencia y acto. De este modo la configuración en que se presenta un ente (el agua equivaldrá a lo que por naturaleza le corresponde); alterar este ente, (hervirla y convertir en vapor), será un movimiento violento o contra natura. Así la física aristotélica convierte el modelo biológico en paradigma de explicación científica. Basta señalar las cualidades esenciales que se presenta en todo objeto para establecer un puesto en la categorización general del cosmos. En la Tierra, observamos nacimiento, crecimiento y muerte, luego son parcelas distintas del mundo de los astros y planetas en los que no se observa tal evolución, se generan así las categorías máximas del mundo sublunar corruptible y del mundo supralunar incorruptible. En el primero ningún movimiento local es perpetuo, luego en él todo cuerpo tiene por estado natural el reposo; en el mundo supralunar los planetas se mueven de manera cíclica y constante, luego el movimiento circular uniforme es el estado propio de la región celeste.

Hasta los siglos XV y XVI esta doctrina, base el pensamiento científico y filosófico predomina en Europa, destacándose la estricta separación entre lo natural y lo artificial, separación que llevaría a una condena del trabajo artesanal y a una negativa previa a cualquier realización mecánica pero los artesanos medievales seguirían trabajando y durante los siglos XIII al XVI, ingenieros y artesanos (que se movían fuera de este paradigma, -es la época de construcción de las catedrales y mejoras en las urbes con pavimentación, alcantarillado y conducciones de agua-) dan de esta manera paso a las fuentes de la nueva ciencia y mecanicismo cartesiano y al cambio al paradigma renacentista.

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