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ÍNDICE
INTRODUCCION
EL PROBLEMA AGRARIO EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACION I. Los cambios económicos a nivel mundial que están repercutiendo sobre la agricultura.
II. Cuáles son las tendencias actuales de la agricultura en América Latina.
III. Las Políticas Agrícolas y el rol de la Agricultura.
CONCLUSION
INTRODUCCIÓN
La agricultura y la ganadería deben ser sectores económicos fundamentales en una política económica progresista, que tienda a un equilibrio global y a una ordenación del territorio, que haga posible el mantenimiento de núcleos poblados en todo el territorio, evitando de esta manera el despoblamiento y la existencia de desiertos demográficos. Por otra parte, es necesario tener en cuenta el papel que juegan las actividades agrarias en el mantenimiento del medio ambiente a través de la conservación de la cubierta vegetal y las masas forestales. Un tercer aspecto que se debe destacar en la importancia del sector agrario, es el de ser un sector económico del que dependen una parte importante de la población asentada en los núcleos rurales.
I. Cambios económicos a nivel mundial que están repercutiendo sobre la agricultura 1) Hoy día los debates sobre la agricultura, uno de los sectores que suscitó 1
en el pasado numerosas medidas de regulación internacional, están dominados por una perspectiva neo−liberal. Aún si la CEE señala la necesidad de defender su espacio rural, si Japón resiste en nombre de su seguridad alimentaria a abrir sus mercados, especialmente para el arroz, no se presenta ninguna alternativa global frente a las supuestas virtudes de un mercado puro y perfecto. En resumen el mercado está en el centro de todas las soluciones, aún cuando se señala, a veces, la necesidad de ciertas medidas compensatorias de acompañamiento que están poco definidas en favor de los países, de las regiones y de las poblaciones que presentan situaciones de fragilidad frente al mercado. Sin embargo, esta jerarquía de prioridades puede y debe ser impugnada. Tanto las negociaciones comerciales que se han llevado a efecto en el contexto del Gatt como los programas de ajuste estructural impuestos por el FMI a numerosos países en desarrollo, privilegian fundamentalmente los equilibrios macro−económicos a corto plazo (equilibrio del presupuesto, del balance de comercio exterior, de la inflación) y promoción de las exportaciones. Son relegados por estas negociaciones o programas de ajuste estructural a un plano muy secundario, cuando no francamente olvidados, otros objetivos que conciernen de un modo fundamental la reformulación de las políticas agrícolas como por ejemplo el acceso de todos a las necesidades alimenticias, el mantenimiento de un tejido rural indispensable para la vida de numerosas regiones, la protección del medio ambiente amenazado en todas partes, etc. La apertura indiscriminada de las fronteras para importar y tratar de exportar los productos agrícolas ha aumentado la competencia en los mercados internacionales, pero también ha contribuido a hacer aún más frágil y a destructurar las agriculturas campesinas en numerosos países de todos los continentes. Durante los años 1986−1994 se desarrollaron las negociaciones del Gatt (Ronda Uruguay) transformado ahora en OIC (Organización Internacional del Comercio). Por primera vez el intercambio de productos agrícolas se integró como un objetivo de negociación entre los países signatarios del acuerdo. 2) Es durante este período que el problema del medio ambiente tomó también un lugar destacado en la conciencia mundial. Esto ha conducido, a una mayor preocupación a nivel nacional e internacional por estos problemas, pero ello no se ha traducido todavía por su inserción central en las políticas agrícolas o de desarrollo y de gestión de los territorios.
II. Tendencias de agricultura en América Latina a) En los últimos 15 años (1979−94) el mercado internacional de productos agrícolas se caracterizó por el paso desde una situación de escasez relativa de productos agrícolas a nivel mundial hacia otra de sobreproducción y sobreoferta relativa, con impacto negativo en los precios internacionales de estos productos. Además de precios internacionales poco estimulantes para los países en desarrollo exportadores tradicionales de productos agrícolas, el proteccionismo de los países desarrollados aumentó los precios internos de tales productos para los consumidores.
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b) Al mismo tiempo, algunos de los principales países desarrollados se transformaban de importadores en exportadores. Por otro lado disminuyó la participación de los productos agrícolas en el total mundial del comercio, aumentaron mucho los intercambios de los mismos entre países desarrollados, principalmente al interior de la CEE, y se estancó el volumen del comercio agrícola entre países en desarrollo. Además, la acumulación de excedentes agrícolas en los países desarrollados contrastó con una situación alimentaría y nutricional sumamente precaria para amplios segmentos de la población en los países en desarrollo. c) En este contexto se generaron los fuertes condicionamientos externos (crisis de la deuda), que debieron enfrentar los países latinoamericanos para impulsar una estrategia de crecimiento, en la cual el aumento y la diversificación de sus exportaciones constituyeron uno de sus principales fundamentos, buscando incrementar el saldo comercial agrícola y sostener y potenciar su crecimiento sectorial. Las dificultades para aumentar el saldo comercial ocurrieron, de una parte, por el alto grado de proteccionismo de las economías desarrolladas, y por otra, por el rápido y elevado grado de apertura unilateral ejecutada por la mayoría de las economías de América Latina. d) A los aspectos anteriores, se agrega el hecho de que los mercados internacionales de importantes productos agrícolas son a la vez oligopolios y oligopsonios, porque están fuertemente influenciados por un limitado número de empresas trasnacionales que actúan a través de las cadenas agroalimentarias y, preferentemente, en las áreas de acopio, procesamiento, comercialización, financiamiento, transporte y seguros. El control de esas empresas se encuentra en los países desarrollados, así como también se encuentra en ellos el de las principales empresas que se dedican a la provisión de insumos, máquinas e implementos agrícolas, servicios, investigación y tecnología agrícola. e) Las razones mencionadas han conducido a una tendencia decreciente de la participación de América Latina y El Caribe en el comercio mundial de productos agrícolas. Esta participación que era del 20% al comienzo de los años 1960, bajó en forma permanente, a 15% en 1970, 13,5% en 1980 y 10,7% en 1990. Esta pérdida de la importancia relativa de la región como exportadora de productos agrícolas contrasta con el enorme esfuerzo interno realizado por la mayoría de los países para aumentar y diversificar sus exportaciones. La caída de los precios internacionales y el consecuente deterioro de los términos de intercambio asociados a una demanda relativamente inelástica, forzaron la búsqueda del mayor volumen posible de exportaciones y aún así, disminuyó la participación regional en el valor total del comercio mundial de esos productos. f) Por otro lado la prioridad dada a los productos agrícolas para exportación, generalmente producidos por el sector de agricultura más modernizado representado por agricultores grandes y medianos, ha disminuido la prioridad y apoyo a la producción de alimentos básicos de consumo masivo, usualmente producidos por campesinos y algunos medianos productores. En la región durante la década pasada, estimaciones sobre el grado de dependencia 3
externa de la oferta de alimentos indican que esta se incrementó en 14 de los 26 países considerados y solamente 6 países experimentaron disminuciones de su grado de dependencia. g) La disminución, de la prioridad y apoyo a los productores de alimentos básicos tuvo además repercusiones sociales en las áreas rurales y urbanas de los países, porque contribuyó a bajar el nivel de vida de los campesinos y fortalecer la tendencia de sus migraciones a las ciudades. Por esa razón, en muchos países de la región, aumentó el proceso de migración desde el campo hacia las ciudades, causando en las últimas los conocidos problemas del aumento de las barriadas, callampas o villas miserias y las dificultades crecientes para la oferta de servicios básicos y generación de empleos productivos. El aumento de la marginalidad socioeconómica en las ciudades representa un caldo de cultivo para incrementar la violencia urbana. h) Una marcada tendencia en los intercambios mundiales, directamente relacionada con la agricultura de los países latinoamericanos debido a la alta protección de los países desarrollados, es la pérdida de importancia relativa de las ventajas comparativas de productos basados en recursos naturales y en mano de obra barata. Los dos factores de producción mencionados son aquellos en que la región históricamente había tenido ventajas. Por eso es necesario buscar otro tipo de ventajas competitivas. Ellas se han buscado en las exportaciones de productos no tradicionales (floricultura en Colombia, frutos frescos en Chile, soja y producción avícola en Argentina y Brasil, hortalizas de contra−estación en Centro América y México). En esta nueva estrategia, donde el motor han sido exportaciones de alta elasticidad−ingreso pero de mercados pequeños, la ventaja la tuvieron los pioneros, los que iniciaron estas actividades en pleno período de crisis de la deuda externa, y por tanto, donde el alto valor de la divisa generaba altas rentabilidades. Quienes les siguen, sin embargo, deben entrar a competir con los pioneros ya establecidos y en mercados en vías de saturación y por tanto de precios decrecientes. Por otro lado estos cambios han sido más favorables para aquellos productores con capital suficiente como para financiar sus modernizaciones, capacidad empresarial para llevarla a cabo y buena inserción en los circuitos de comercialización modernos. Por el contrario las grandes masas de pequeños productores y campesinos pobres han sido en general marginadas de estos nuevos procesos productivos. Entre 1976 y 1987 se estimó por ejemplo que los sectores de agricultura campesina sólo lograron asegurar el 10% del crecimiento global exportado por el sector agrícola en Chile. Por otro lado en el período 1990−1994 mientras las exportaciones agropecuarias de la región crecieron a una tasa media anual de 3,6% las importaciones lo hicieron a una tasa de 11,8%. i) Otro aspecto importante en la relación entre la agricultura regional y el proteccionismo son las posibles repercusiones en el medio ambiente. Siendo incuestionable la importancia de las exportaciones de productos agropecuarios para la región, ese esfuerzo tiene que ser sostenible a largo plazo para que tenga validez, de lo contrario se trataría de una estrategia sin futuro. En este contexto la protección, sustentación y fortalecimiento de la base de recursos naturales asume una importancia fundamental. 4
La apertura comercial de los mercados internacionales y la creciente integración a los mismos implica una mayor competencia que en nuestros casos, está generando una presión adicional sobre el uso de los recursos naturales. j) El nuevo curso que tomó la economía latinoamericana desde mediados de los años 1980 se caracterizó por un creciente proceso de apertura externa, privatización, desregulación, económica, reducción de la presencia estatal, disciplina fiscal, liberalización financiera e integración regional. En este nuevo contexto las políticas agrícolas han quedado subordinadas a las necesidades de las políticas macro−económicas y a menudo han sido interpretadas como una práctica del programa global de desmontaje de distorsiones surgidas en el pasado, no constituyendo políticas específicas que se enmarcan en una nueva estrategia de desarrollo para el sector agropecuario. El resultado, ha sido un proceso de modernización en algunos rubros con incorporación de nuevas tecnologías. Sin embargo, este proceso ha estado muy focalizado hacia ciertos rubros nuevos de exportación o de mercado interno dejando al resto estancado, especialmente a la agricultura campesina. La pobreza rural subsiste y en muchos casos se ha agravado nutriendo la fuerte migración rural−urbana que ha continuado siendo creciente. En estas últimas, "ghettización" de la sociedad crece. Cada vez más los sectores acaudalados viven aislados en barrios protegidos. El deterioro de los sistemas públicos (educación, salud, otros) y la concentración de los mejores recursos en los servicios privados van deteriorando, lenta pero decididamente el tejido y la interrelación social. Se puede hablar de la globalización de la pobreza como contrapartida de las otras globalizaciones. La aplicación de los problemas de ajuste estructural no ha resuelto los graves problemas que afectan a los países de la región, y a las tasas de pobreza, destrucción de los recursos naturales y deterioro del entorno de vida en las grandes urbes. III. Las Políticas Agrícolas y el rol de la agricultura a) Las políticas agrícolas expresan y organizan las relaciones que mantiene la agricultura con el resto de la sociedad. Ellas constituyen compromisos institucionalizados, es decir, son los productos de los conflictos y de las relaciones entre los diversos grupos sociales: agricultores, consumidores industriales, comerciantes y administración. Pero ellas expresan también relaciones económicas. En efecto los agricultores cumplen una función económica que no se limita a la producción de alimentos: constituyen una fuente de ahorro, un mercado para la industria, contribuyen el equilibrio de la balanza comercial. Es también en relación con estas funciones que las políticas agrícolas deben ser analizadas. b) Las dos formas de relación entre la agricultura y la economía en la post−guerra. 5
Dos grandes formas de relaciones agricultura/ economía dominan el período de la post−guerra: relaciones de arrastre en los países de la OCDE, relaciones de extracción en los países en desarrollo. La intensificación y la modernización de los agricultores en los países de la OCDE hicieron de sus agricultores y de toda la cadena agro−alimentaría, sectores de arrastre para la industria: ellos consumen cada vez más equipos, maquinarias, materiales e insumos y permiten desarrollar por ejemplo la fabricación de tractores y la petroquímica. El crecimiento del consumo es favorecido por la transferencia de poder de compra de los agricultores hacia los consumidores: con el aumento y evolución del consumo, las industrias agro−alimentarías participan de un movimiento de arrastre hacia el resto de la economía.
Para garantizar las inversiones en la agricultura y su capacidad de acumulación, se requieren varias condiciones: a) Una transferencia masiva de recursos hacia la agricultura. Todos los países desarrollados modernizaron sus agriculturas organizando la transferencia de recursos que representaron a menudo 30%, 40% o más del ingreso agrícola neto. b) Una regulación de los mercados que permita, a la vez, compensar la desigual confrontación entre millones de productores individuales y un poder de compra fuertemente concentrado que podía, en caso contrario, apropiarse en su provecho de todas las ganancias de productividad del sector agrícola, y por otra parte garantizar la estabilidad del contorno económico de la producción, y c) De un crecimiento de los mercados en la medida del desarrollo de la producción. En sentido inverso de las políticas señaladas de los países de la OCDE, la gran mayoría de los países en desarrollo adoptan en la post−guerra políticas de extracción, es decir la imposición al sector agrícola. El problema de los países en desarrollo era de encontrar entonces en el marco de estrategias de substitución de importaciones, fuentes de financiamiento para la industrialización. La agricultura desempeñaba en esto un papel primordial. La imposición a la agricultura puede ser directa u obtenerla por la vía de impuestos a las exportaciones de productos agrícolas. El café y el cacao constituyen dos de los mejores ejemplos de productos de exportación puestos al servicio de las estrategias de substitución de importaciones. Esta división entre países desarrollados que arrastran su industria mediante su agricultura y países en desarrollo que financian su industria imponiendo tributos a su agricultura, no siempre es tan nítida. Así varios países en desarrollo adoptaron, al menos parcialmente, políticas de apoyo a sus agricultores en el marco de la Revolución Verde. Otros siguieron un modelo intermedio adaptando al menos para ciertas producciones, las normas técnicas y de gestión de los países desarrollados y movilizando fondos públicos para apoyar ciertas producciones agrícolas (caso de la soja en Brasil). Finalmente, otros favorecieron al crecimiento rápido de una agricultura de exportación limitando al máximo las imposiciones tributarias. Hacia nuevas relaciones agricultura−economía. 6
Hoy día, estas dos formas de relación agricultura−economía que dominaron la post−guerra y las políticas que las impulsaron, están siendo cuestionadas en el marco del GATT y de los programas de ajuste estructural. Desde comienzos de los años 70 se observan límites que hipotecan la viabilidad de estas políticas. En los países de la OCDE las funciones de arrastre de la agricultura hacia el sector industrial se encuentran con una doble limitación: − el agotamiento del mercado interno ha conducido a hacer del crecimiento de las exportaciones una condición indispensable de la continuidad de su función. − el agotamiento del modelo técnico que se traduce por una considerable disminución de la compra de insumos y de inversiones en el sector agrícola, es decir un cuestionamiento de la capacidad de la agricultura de arrastrar al sector industrial, al mismo tiempo que hacen explosión los gastos de apoyo a dicha agricultura. En los países en desarrollo la tributación a la agricultura, al mismo tiempo que los países desarrollados subvencionaban la suya, se tradujo por una considerable marginalización en los mercados internacionales de sus productos agrícolas junto con la aparición de déficit crecientes del balance alimentario. Finalmente, las políticas impositivas se vieron confrontadas a importantes bloqueos del crecimiento de la producción, cuando el agotamiento del crecimiento extensivo hizo necesaria la modernización y la intensificación de dichas agriculturas. Además las formas de relación agricultura−economía se han visto confrontadas desde comienzos los años 1970 a un problema de coherencia con respecto a los nuevos modelos de desarrollo que están siendo adoptados. Los años 1970 significaron el fin de los modelos de desarrollo Keynesianos en los países desarrollados y de las modalidades de substitución de importaciones en los países en desarrollo y poco a poco se ha ido imponiendo el imperativo de la competitividad y de la limitante externa. Así los modelos de desarrollo y las políticas económicas de los países de la OCDE y de los países en desarrollo tienden a unificarse en lo que puede denominarse una estrategia de promoción de las exportaciones. En el marco de este nuevo modelo, la contribución de la agricultura al crecimiento de las exportaciones y al equilibrio de la balanza comercial se transforma en su función primordial. Para cumplir esta función los agricultores deben estar en condiciones de enfrentar la inestabilidad y las incertidumbres de los mercados internacionales. Esto afecta negativamente toda política de imposición al sector agrícola. d) Las nuevas funciones sociales de la agricultura En forma paralela a la consolidación de segmentos de la agricultura orientados hacia la exportación, se observa desde hace algunos años una afirmación creciente de las funciones no económicas o no agrícolas de los agricultores y de las agriculturas. Cultivadores del paisaje y del medio ambiente, guardianes de la naturaleza, animadores del medio rural y del desarrollo local, esas son las funciones sociales en vías de emergencia. Los países más sensibles a estas funciones no económicas de la agricultura son los más ricos y a la vez lo que tiene menos necesidad de la agricultura para equilibrar sus balanzas comerciales (Suiza, Japón, Alemania). En otros como Francia y los USA por ejemplo, es posible imaginar agriculturas duales en el seno de las cuales cohabitarían agriculturas 7
competitivas y agriculturas con función social. Estas últimas implicarían otros instrumentos de políticas agrícolas (control de la oferta, apoyo directo al ingreso, condicionalidad de las ayudas en función de los modelos técnicos adoptados y de los modelos de gestión de los territorios, etc. e) El acceso a la alimentación Políticas que buscan la satisfacción de las necesidades alimentarias han movilizado a los estados desde comienzos de los años 1950. Ellas han tomado formas diversas con una gama de medios y modalidades muy distintas. En los decenios de 1960 y 1970 aparecieron así los conceptos de autosuficiencia alimentaría y de seguridad alimentaría. Sin embargo, a pesar del mejoramiento de la situación alimentaría de un cierto número de poblaciones, particularmente en Asia, la inseguridad alimentaría permanente o coyuntural sigue siendo, un problema de la mayor importancia (especialmente en África y en América Latina). En el transcurso de los años 1980 las orientaciones de las políticas alimentarías, muy ligadas entonces a la aplicación de los programas de ajuste estructural, han dado una dimensión mayor a la inseguridad alimentaría en numerosos países, inclusive en los industrializados. Hoy día la problemática del acceso a la alimentación se plantea más que en términos de disponibilidades físicas en términos de ingresos aún si en ciertas regiones, por razones de deuda externa o de austeridad financiera, puede expresarse en términos de disponibilidades. Las políticas de ajuste estructural se han traducido a menudo por la disminución de la tasa de crecimiento de la economía, reducción de la demanda global, de los gastos del Estado y del empleo. La deflación ha favorecido una caída de los ingresos sin precedente en nuestros países para grandes sectores de la población. Una proporción creciente de las poblaciones en los países en desarrollo tiene hoy dificultades para alimentarse: caída de los ingresos que puede ser hasta un 50% o más inferiores a los que se tenían antes, supresión de los subsidios al consumo, liberación de los precios internos, aumento del costo de los alimentos importados a causa de las devaluaciones. El empobrecimiento se ve agravado por una desigualdad creciente en la distribución de los ingresos. Todas las capas de la población no se ven afectadas de igual modo por las disminuciones del poder de compra. Los pobres se empobrecen y ciertos grupos vulnerables se ven cada vez más marginalizados en diversos países. A esto se agregan grupos de nuevos pobres, directamente afectados por las medidas de saneamiento financiero. En África, al sur del Sahara, el 25% de la población total está considerada en situación de inseguridad alimentaría de manera permanente o coyuntural (Banco Mundial). En muchos países las clases medias han sido particularmente afectadas habiendo perdido situación económica con respecto a lo que habían progresado anteriormente (Nigeria, Costa de Marfil, Brasil, Argentina). El aumento de la proporción de la alimentación comercializada en las áreas rurales coloca también a la población rural en situación similar a la de la población urbana. f) La Agricultura Campesina y el Empleo Las políticas agrícolas conllevan consigo siempre un aspecto que concierne al empleo agrícola: En ciertos casos ellas favorecen el éxodo rural para facilitar la modernización, aumentan el tamaño de las unidades de producción o extraen del campo la mano de obra rural necesaria para el desarrollo del sector 8
industrial. En otros casos por el contrario, ellos buscan privilegiar el mantenimiento del empleo rural para evitar la desertificación económica de ciertas regiones, combatir una cesantía creciente o evitar la sobrepoblación urbana. A veces se transforman en políticas de seguridad interna, de prevención de tensiones sociales y de crisis políticas. Estas dos alternativas a priori contradictorias, a menudo son realizadas al mismo tiempo, dado el hecho de que las políticas agrícolas son múltiples y difícilmente conciliables. La dinámica de la modernización agrícola ha expulsado una parte del campesinado a los márgenes de los circuitos económicos. Ha favorecido la aparición de empresarios productores de materias primas para la comercialización, la industrialización y ha marginalizado a numerosos campesinos que se han mantenido como han podido en las actividades de producción a las que a menudo agregan actividades anexas (transformación, comercialización de productos, servicios). Estas dinámicas divergentes señalan los límites de las políticas agrícolas que se han mostrado incapaces de transformar al conjunto de los campesinos en campesinos modernos. Bajo la presión del mercado internacional y de la crisis de la demanda tanto interna como externa, las políticas agrícolas han buscado sobre todo la competitividad. En los países del Norte esta inflexión de las políticas agrícolas ha significado el reconocimiento del funcionamiento de una agricultura con dos velocidades. La agricultura de los empresarios reconocida como la agricultura productiva y competitiva y ayudada consecuentemente. En el otro extremo la agricultura campesina que se ve cada vez más reducida al rol de servicios, de conservación de los recursos naturales y de ordenamiento del espacio rural, totalmente separada del estatuto del productor agrícola. En los países del Sur la liberalización del sector agrícola ha acentuado el dualismo clásico. A la agricultura empresarial empujada a exportar se opone un campesinado volcado al autoconsumo que las políticas públicas no esperan por falta de recursos financieros integrar al mercado. Esta última constituye con todo un elemento importante de la economía nacional, desde luego como considerable reserva de mano de obra. g) La Agricultura y el Medio Ambiente La explotación irracional y sin limites de los recursos naturales es particularmente importante en los países en desarrollo. El crecimiento de la producción se hace esencialmente de manera extensiva sin tener en cuenta el agotamiento y la degradación de los recursos naturales que hasta hace algunos años estaban integrados a un proceso de explotación y regeneración equilibrados. Este desequilibrio se comprueba por presiones sobre los bosques, los suelos y el agua. En el caso de los bosques los países latinoamericanos y del Caribe concentran los mayores índices de deforestación del mundo. Según cifras del BID de los 10 países del mundo con mayores índices de deforestación 7 se concentran en Latinoamérica y El Caribe, con casos tan preocupantes como el de Jamaica con una pérdida anual de sus escasos bosques del 7,2%. Según las cifras publicadas por el BID después de Jamaica y Haití, los países con los mayor índice de deforestación anual en la región son Costa Rica (2,9%), Paraguay (2,7%), Ecuador (1,8%), Guatemala (1,7%) y México (1,3%).
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CONCLUSION La Campaña Global por la Reforma Agraria debe incentivar y apoyar en la promoción de los movimientos nacionales y sus luchas por la Reforma Agraria que están ya en marcha, y también podrá promover nuevos impulsos por Reformas Agrarias, basadas en el derecho humano a la alimentación y el derecho campesino a producir. La Campaña Global debe brindar información y dar resonancia internacional a las iniciativas por la Reforma Agraria al nivel nacional, y debe promover la comunicación y coordinación internacional de las iniciativas por la Reforma Agraria, en particular con respecto al trabajo de cabildeo y las acciones internacionales de solidaridad. La meta del trabajo internacional de cabildeo, es la de ganar el apoyo de un público mayor para las iniciativas por la Reforma Agraria, con el objetivo de poner estas posiciones en la agenda internacional de las políticas agrarias, de derechos humanos y de la cooperación para el desarrollo. En este contexto, la Campaña Global debe promover el diálogo con las organizaciones intergubernamentales, incluyendo las instituciones financieras internacionales, sobre las Reformas Agrarias basadas en los derechos humanos, e invocar de esta manera la implementación de las disposiciones de la Cumbre Mundial de Alimentación de Roma, en lo que se refiere a la Reforma Agraria. Una prioridad importante de la acción internacional es la de intervenir conjuntamente en solidaridad contra las violaciones de derechos humanos, en particular cuando grupos campesinos sufren violaciones del Derecho a Alimentarse, como también contra la persecución de activistas de derechos humanos que trabajan en la promoción de la Reforma Agraria.
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