Regreso a La isla y los demonios de Carmen Laforet

Regreso a La isla y los demonios de Carmen Laforet Francisco J. Quevedo ADVANA VIEJA Regreso a La isla y los demonios de Carmen Laforet © Francisco

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Regreso a La isla y los demonios de Carmen Laforet Francisco J. Quevedo

ADVANA VIEJA

Regreso a La isla y los demonios de Carmen Laforet © Francisco J. Quevedo © Reservados todos los derechos de la presente edición a favor de: Aduana Vieja Editorial, Valencia, 2012. Primera edición: Febrero de 2012 ISBN: 978-84-96846-64-7 Depósito Legal: V 380-2012 Aduana Vieja Editorial Grupo Publiberia Apartado de Correos 380 46080, Valencia España www.aduanavieja.com [email protected] Tel.: (+34) 96 182 0815 Fax: (+34) 96 182 0816 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio, incluido el escaneo a soporte digital, salvo autorización por escrito de la editorial. Impreso en España por Publiberia Libros bajo demanda. Printed in Spain by Publiberia Books on Demand.

Introducción

El título de este estudio, Regreso a La isla y los demonios de Carmen Laforet, pretende aunar dos haces de luz que se proyectan sobre esta obra de manera muy intensa. Por una parte, la fuerte expectativa que sobre este texto se había originado tras el tremendo éxito que la autora había cosechado con Nada, su primera novela, hacía impensable que no hubiera una segunda entrega que ratificara, o no, la excelencia que había mostrado obteniendo el primer “Premio Nadal” en 1945. La exigencia fue tan grande que Carmen Laforet se vio externamente presionada a regresar a la novelística, y su regreso fue con La isla y los demonios, sobre la que la propia Carmen Laforet declara: La isla y los demonios es la segunda de mis novelas. Su tema principal, aquello que me impulsó a escribirla, fue un peso que estaba en mí hacía muchos años: el encanto pánico, especial, luminoso que yo vi en mi adolescencia en la tierra de la isla de Gran Canaria. Tierra seca, de ásperos riscos y suaves rincones llenos de flor y largos barrancos siempre batidos por el viento. El título de esta novela corresponde a las dos fuerzas que me hicieron escribirla. Una –la más poderosa– fue aquel recuerdo embellecido y mágico. Otra, la trama de pasiones humanas –siempre las mismas en todas las latitudes–, a las que yo llamo “los demonios”. Como en Nada, el

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hilo argumental de la novela está unido al despertar de una juventud. Aquí, sin embargo, se trata de la maduración de una adolescencia tratada como tema de observación por el novelista. Los ensueños, las cegueras, las intuiciones y los choques son una dura realidad en el transcurso de unos meses de vida de una adolescente… Una ronda de personajes vistos por sus ojos o ignorados por ellos, que descubren sus vidas reales en la última parte del libro.1 Por otra parte, La isla y los demonios no solo supuso un regreso literario, sino también un regreso personal a los escenarios donde vivió la novelista desde los dos años hasta un día antes de cumplir los dieciocho: la isla de Gran Canaria. Regreso a esos espacios físicos que van a ser descritos con minuciosidad, pero también regreso a sus recuerdos, a sus experiencias, que no siempre se condujeron bajo el signo de la inocencia y el entusiasmo juvenil. En la isla también sufrió el durísimo golpe de la muerte de su madre y la incorporación a la familia de una madrastra con la que no llega a congeniar nunca; al contrario, la presencia de ésta en su vida arrastra a la futura autora a una conflictiva convivencia. Pese a ello, la joven que se marcha de la isla hacia Barcelona en 1939 lleva, desde su partida, la determinación de realizar una novela ambientada en Gran Canaria. Sin embargo, no será la primera de sus obras, el impacto con la realidad sobrecogedora de la Posguerra la induce a reconsiderar su objetivo inicial a favor del contexto más próximo en esos momentos, y lleva a cabo esa novela extraordinaria que es Nada; pero en el segundo testimonio novelesco, quizás más arriesgado que el anterior porque se esperaba para medirlo con la altura que había alcanzado la historia de Andrea, decide por fin regresar, y lo hace con La isla y los demonios. Precisamente en nuestro primer capítulo, “Un libro obligado”, nos introduciremos en el significado que tuvo La isla y los demonios

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Carmen Laforet, Novelas, tomo I, Barcelona, Planeta, 1973, p. 347.

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tanto para Carmen Laforet como para el público –lectores y críticos– en los años anteriores a su publicación, y a partir de ésta. El título de este apartado trasluce el grado de exigencia que la autora se ha de imponer para poder escribir esa novela tan ansiada por el mundo literario. No en vano se había convertido con Nada en una reveladora sorpresa; una joven desconocida que sorprendió a propios y extraños, que se resistía a subirse a la cresta de la ola de la fama dilatando la edición de su próxima novela. Incidiremos en algunos de los aspectos que motivaron esta dilación, entre los que se halla el interesantísimo debate que se abre en la biografía de Carmen Laforet entre dedicación familiar, libertad personal y creación artística. Al respecto, veamos una brevísima incisión de Sandra J. Schumm sobre la relevancia de la libertad en la novelística de nuestra autora: “Nada and La isla y los demonios appear to demonstrate an advancement toward liberty”.2 En el segundo capítulo, “Adiós a la isla”, revisamos los datos más relevantes de la conexión existente entre el espacio donde se va a desarrollar su novela y la autora, antes y después de su marcha de Gran Canaria. Hacemos hincapié en los lazos afectivos que siempre manifestó la novelista por Canarias, a pesar de sus conflictos personales, y en qué manera la implicación con el entorno insular que germinó en aquella niña y adolescente se perfila como un argumento fundamental en su vida y en su creación literaria. Por fin, en 1952, Carmen Laforet regresa literariamente al panorama de las letras española con su segunda novela, La isla y los demonios. Por eso el tercer apartado lleva como rótulo “El regreso literario”. Es una vuelta al ruedo novelístico, que lleva implícita también un retorno a Gran Canaria, a todo lo que había dejado en la isla hacía años físicamente, no así en su memoria. Nos hemos centrado para hablar de ese regreso a dos bandas en

Sandra J. Schumm, Reflection in sequence: novels by Spanish women, 19441988, London, Associated University Presses, 1999, p. 43. 2

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las líneas que vienen marcadas por el título de la novela: la isla, por un lado; y los demonios, por otro. Estos demonios remiten a los conflictos personales y familiares que se vertebran en torno a la figura de la protagonista, Marta Camino, aunque todos los personajes principales de la obra poseen sus particulares demonios. En un principio, pensamos que podríamos tratarlos por separado, haciendo un análisis diferenciado; pero enseguida nos percatamos de que en la novela estaban hilvanados de tal modo los componentes espaciales y culturales con la caracterización de los personajes, que optamos por observarlos conjuntamente. Fue, digamos, el propio texto el que nos empujó a tomar esta decisión; más aún, el que nos indicó que el mejor modo de llegar a los personajes y sus demonios era a través de la isla. Así, con este enfoque, hemos establecido siete puntos en este tercer capítulo. En el primero de ellos, “Presentación de la isla”, observaremos las técnicas utilizadas por Carmen Laforer para solventar un problema que no se le había presentado con Nada. Esta primera novela tenía a Barcelona como espacio protagónico, una gran ciudad, un ámbito mundialmente conocido, si no en primera persona, sí a través de imágenes, documentos escritos o referencias de otros visitantes. Pertenece Barcelona a las grandes capitales del mundo que forman parte del sustrato cultural español y, por supuesto, universal. La autora contaba con ello a la hora de realizar su trabajo en Nada, a los lectores debía describirles la ciudad catalana, además con detalle para dar a conocer la devastadora acción que la Guerra Civil había ejecutado sobre ella; pero no tenía que ubicarlos ni explicarles, por ejemplo, dónde y qué son Las Ramblas. Por el contrario, el espacio de Gran Canaria es, en general, desconocido para el lector tipo de 1952, al que va dirigida la obra de forma mayoritaria. Más aún, lo que sabe o le suena de Canarias son tópicos desacertados. La autora es consciente de esto y despliega una serie de hábiles estratagemas narrativas para que ese lector tipo subsane su desinformación con respecto a la isla.

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En los tres puntos siguientes –“El mar constante: retención y fuga”, “Otra perspectiva del agua” y “La implicación telúrica de Carmen Laforet”– abarcamos la relevancia que posee en la obra la concepción de la naturaleza, que, por otra parte, también es determinante en la personalidad de Carmen Laforet. La isla y los demonios demuestra una clara raigambre telúrica, que va más allá de una exaltación a la tierra donde se crió y creció la autora; en la novela los paisajes entroncan con los protagonistas, produciéndose una simbiosis que no se puede entender si no se contempla la novela bajo el conjunto de estas dos fuerzas: la de la naturaleza y la del ser humano que la habita. Marta Camino lo va a ejemplificar de modo certero, pero también el resto de los personajes de relieve en la novela se van a ver entrelazados con el espacio de un modo u otro. En los apartados 3. 5. “Elementos mágicos y aislamiento en La isla y los demonios”, 3. 6. “Los escritos de Marta: entre demonios y dioses”, y 3. 7. “Sobre el habla y otros componentes culturales”, seguiremos insistiendo en elementos ya comentados con anterioridad; pero ahora ahondando en ellos por medio de ejemplos significativos. En el primer caso, veremos la referencia a la relación entre aislamiento y el mundo mágico a través de una figura excepcional: Vicenta, la majorera, que es la cuidadora de Teresa, la madre de Marta. En el segundo caso, observaremos la importancia simbólica de los escritos de la joven Marta, que se mueven entre los conflictos –los demonios– y una conexión redentora con la isla y su ámbito mítico –los dioses–. En el tercer caso descubriremos algunas escenas en las que se pone de manifiesto cómo el conocimiento de la isla por parte de Carmen Laforet es muy directo y pasa por el estudio y por la observación, incluso de lo más mundano, como el habla popular, la música o la gastronomía canaria. Carmen Laforet regresó a la literatura y a Gran Canaria con La isla y los demonios, en la que pone de manifiesto con rotunda obviedad que la novelista lleva inserta la esencia insular. Cualquier

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regreso es una toma de contacto con un pasado, más o menos lejano, más o menos recordado. Carmen Laforet demuestra con La isla y los demonios que su regreso literario a la novelística se forja con el regreso a unas vivencias y a un espacio que le son muy próximos y que, bien lejos de flotar en el olvido, guarda muy presentes en sus recuerdos.

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