REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA Misión Permanente ante las Naciones Unidas

INTERVENCIÓN DEL EMB. JORGE VALERO REPRESENTANTE PERMANENTE ANTE LAS NACIONES UNIDAS

“VENEZUELA EN LA PROMOCIÓN Y PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS, Y SU ELECCIÓN COMO MIEMBRO DEL CONSEJO DE DERECHOS HUMANOS (2013-2015)”

ASAMBLEA NACIONAL

Caracas, 13 de noviembre de 2012

I En el momento en que se produce el triunfo electoral de Hugo Chávez Frías en Venezuela, en diciembre de 1998, el panorama político y social a nivel internacional era sombrío. Los pueblos del mundo estaban sometidos a una nueva ofensiva imperial para angostar sus derechos fundamentales. El neoliberalismo reinaba por doquier. Después del colapso de la Unión Soviética, en el año 1991, los neoliberales proclamaron que el capitalismo era la única alternativa societaria a nivel mundial. Amainaban los movimientos de liberación nacional en Asia y África y las potencias coloniales europeas reconquistaban antiguos dominios. Francis Fukuyama en su libro “El Fin de la Historia y el Último Hombre”, pronosticaba que el capitalismo, la democracia liberal y la economía de mercado, eran el destino final de la humanidad, tras el fin de la Guerra Fría. En América Latina y el Caribe se concretaba la implementación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Los Jefes de Estado y de Gobierno, reunidos en la I Cumbre de las Américas realizada en la ciudad de Miami, en diciembre de 1994, habían resuelto – con el auspicio protagónico del gobierno de los Estados Unidos – que las negociaciones para el establecimiento del ALCA debían concluir “a más tardar en el año 2005”. Esa propuesta neocolonial delataba claramente los propósitos del imperio norteamericano: convertir a nuestra región en un protectorado económico y comercial de las multinacionales y de los Estados Unidos. Sin embargo, en noviembre de 2005, y gracias al liderazgo del Presidente Hugo Chávez Frías y otros líderes progresistas del continente, el ALCA sería derrotado en la Cumbre de las Américas, realizada en Mar de Plata, Argentina. Así moría la propuesta neocolonial de integración y nacía la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Nuevos tiempos de integración, basados en la solidaridad y la hermandad entre los pueblos, emergían en el horizonte. II A lo largo de la historia las tensiones entre libertad y opresión; democracia y dictadura; igualdad y discriminación, han estado al orden del día. En los tiempos de la IV República los derechos humanos eran violados de manera sistemática en Venezuela. Se suspendían las garantías constitucionales; se ilegalizaban partidos políticos; se violaba el principio de la inmunidad parlamentaria; se reprimían las protestas y manifestaciones populares, bajo el lema “disparar primero y averiguar después”. 2

Miles de personas fueron víctimas de la doctrina de Seguridad Nacional, inculcada por el gobierno de los Estados Unidos a efectivos militares y policiales venezolanos, en la “Escuela de las Américas”. Centenares de opositores políticos fueron asesinados. Durante “El Caracazo”, en febrero del año 1989, centenares de personas indefensas y desarmadas, que reclamaban mejores condiciones de vida, fueron asesinadas por fuerzas policiales y militares. Con la asesoría de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) se inauguró en Venezuela, en la década de los 60 del siglo pasado, la tenebrosa política de las “desapariciones políticas”, la cual fue posteriormente puesta en práctica por las oprobiosas dictaduras del Cono Sur. Las instituciones del Estado venezolano amparaban estas violaciones a los derechos humanos y eran las mejores aliadas de la impunidad. Todo cambiaría a partir de las elecciones presidenciales celebradas el 06 de diciembre de 1998, cuando el líder Bolivariano obtuvo un resonante triunfo. El mismo día en que inició su mandato, el 02 de febrero de 1999, el Presidente Hugo Chávez promulgó un decreto mediante el cual se convocó una Asamblea Nacional Constituyente, con el fin de elaborar una nueva Carta Magna. Desde el inicio de su gobierno, el Presidente Hugo Chávez llamó a construir una democracia participativa con justicia social, a defender la soberanía nacional, y a forjar un mundo pluripolar y multi-céntrico. III En la Constitución venezolana, aprobada en referéndum constitucional el 15 de diciembre de 1999, se consagran los principios humanistas, libertarios, igualitarios y democráticos más avanzados de nuestro tiempo histórico, y se reconoce la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos. La Carta Magna establece un vínculo indisoluble entre democracia y derechos humanos, pues ambas son dos caras de la misma moneda. En ese sentido, no puede prevalecer la libertad donde hay injusticia y desigualdad. De la misma manera que la justicia y la igualdad no tienen asidero si no imperan las libertades democráticas. Desde la promulgación de nuestra Carta Magna en Venezuela se garantizan, de la manera más amplia, los derechos humanos y las libertades y garantías fundamentales.

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Nuestro ordenamiento jurídico está a la vanguardia de los sistemas garantistas en el mundo. Además de los derechos humanos reconocidos internacionalmente, se reconocen los derechos de las comunidades indígenas y el derecho a un ambiente sano. En Venezuela se asume de manera práctica y concreta la concepción indivisible y universal de los derechos humanos. Partiendo del empoderamiento constitucional del Poder Popular, las instituciones del Estado garantizan el goce, disfrute y realización de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Se han creado instituciones para su verdadero ejercicio. Los tratados, pactos y convenios que ha suscrito y ratificado Venezuela, en materia de derechos humanos, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno. Los derechos humanos son universales, interdependientes e injerarquizables, y no deben privilegiarse unos en desmedro de los otros. Los derechos políticos y civiles hacen referencia a la libertad, mientras que los derechos económicos, sociales y culturales hacen referencia a la justicia social y a la igualdad. La libertad solo florece cuando son realidad la justicia social y la igualdad, y éstas, a su vez, son la garantía para el ejercicio verdadero de la libertad. La universalización de los Derechos Humanos en sociedades históricamente sometidas a la injusticia, a la opresión y al dominio extranjero, es un objetivo imprescindible y urgente. IV Cuando hablamos sobre la promoción y protección de los derechos humanos en el mundo, debemos reivindicar los valores del humanismo que nos ha legado el acerbo civilizatorio, y que tienen en el pensamiento y obra de nuestro Libertador Simón Bolívar una fuente luminosa. En los albores de un nuevo siglo estamos convocados por un nuevo humanismo, que permita al hombre vivir reconciliado con el hombre y con la madre tierra. El Socialismo Bolivariano del Siglo XXI es ámbito expedito y fértil para que florezcan los derechos humanos. El Libertador Simón Bolívar estuvo dotado de una claridad conceptual y de una visión política trascendentales en materia de derechos humanos. Sus ideas coinciden integralmente con los principios reconocidos universalmente hoy, como derechos fundamentales del ser humano.

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Bolívar, a la sazón de 37 años de edad, afirma en carta dirigida al Comandante Don Francisco Doña, en el Cuartel General de Turbaco, el 27 de agosto de 1820: “el hombre de honor no tiene más patria que aquella en que se protegen los derechos de los ciudadanos y se respeta el carácter sagrado de la humanidad: la nuestra es la madre de todos los hombres libres y justos, sin distinción de origen y condición”. La igualdad es la base de la doctrina social y política de El Libertador Simón Bolívar. En el Discurso de Angostura expresó: “…el principio fundamental de nuestro sistema depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está sancionado por la pluralidad de los sabios; como también lo está, que no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos y todos no lo son; todos deben poseer talentos y todos no los poseen... La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerza y caracteres. Las leyes corrigen estas diferencias porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social”. Estos ejemplos, tomados al azar de la extensísima producción bolivariana, demuestran que El Libertador tenía una concepción avanzada de los derechos del hombre. A los tantos méritos de Bolívar como guerrero, estadista, legislador, orador y escritor, debe añadirse otro: el de promotor incansable de los derechos humanos. El credo bolivariano continúa hoy vigente. Sus ideas son la mejor demostración de que la observancia de los derechos humanos es una búsqueda, aún no concluida, para el establecimiento de una sociedad igualitaria, libre y democrática. Y es esto, precisamente, lo que nos proponemos en Venezuela en tiempos del Socialismo del Siglo del XXI. Venezuela aspira en este tiempo histórico cumplir la obra inconclusa de El Libertador Simón Bolívar. La Revolución Bolivariana que hoy se desarrolla en Venezuela, en un marco de plenas libertades democráticas y con ejercicio verdadero de los derechos humanos, asume integralmente su legado humanístico. V Actualmente observamos con alarma como – incluso en países desarrollados – se reducen los derechos humanos y las libertades fundamentales. En países europeos desaparecen las garantías sociales, la protección social y el estado del bienestar. Se esfuman los derechos conquistados en las luchas históricas por esos pueblos, que resisten día a día y en forma creciente la reducción y amputación de sus derechos.

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Es irónico que países desarrollados se presenten como paradigmas y portaestandartes de los derechos humanos, cuando socavan y desconocen los derechos de sus propios pueblos, utilizando políticas económicas y financieras genocidas. Cuando discriminan y desprecian a las minorías étnicas, a los migrantes, y cuando sofocan – de manera represiva y autoritaria – las pacificas protestas de sus pueblos. Se reducen, en nombre de una obsesiva búsqueda de la seguridad, los derechos políticos y civiles. La lucha contra el terrorismo se utiliza para fomentar el miedo, y para abolir los derechos políticos y civiles. Drones asesinos traspasan el espacio aéreo de países soberanos y masacran inocentes impunemente; 8 de cada 10 asesinados por estos aviones no tripulados son civiles. Se practican crímenes de guerra y el terrorismo de Estado en países en desarrollo. Se realizan ejecuciones extrajudiciales, violando el derecho al debido proceso. Se justifica la tortura. Se asesina, y más aún se celebra, el asesinato de prisioneros de guerra. Se mundializan la pobreza y la desigualdad en el mundo. Cada cinco segundos un niño de menos de diez años muere de hambre. Cincuenta y siete mil personas mueren de hambre cada día, y al menos mil millones de personas son gravemente inválidas o sufren secuelas graves por la desnutrición. Todas estas calamitosas situaciones vulneran masivamente los derechos humanos. No es muy alentador, por lo tanto, el panorama de los derechos humanos en el mundo. Es por esto que, en las condiciones históricas de hoy, cuando el capitalismo en su fase neoliberal socava los derechos de los pueblos, en particular, de los pueblos del Sur, el derecho al desarrollo se convierte en una prioridad para el disfrute y ejercicio de los derechos humanos. Y el derecho a la independencia y a la soberanía son derechos fundamentales de los pueblos sometidos y dominados. VI En tiempos de la Revolución Bolivariana las libertades civiles y políticas del pueblo venezolano se amplían y fortalecen, como nunca antes en la historia nacional. Estamos hablando, entre otros, del derecho a la vida, la libertad de pensamiento y expresión y el derecho al voto y a la participación política.

La democracia participativa y protagónica desmonta el estado autoritario y represivo heredado de la IV República. Y es que la Revolución Bolivariana es, en esencia, democrática y anti-autoritaria.

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En Venezuela se garantiza plenamente la libertad de expresión. Durante los gobiernos del Presidente Hugo Chávez ningún medio de comunicación ha sido objeto de censura ni de cierre arbitrario. Y quien ejerce esta libertad debe asumir la plena responsabilidad por lo expresado. Se reconoce en Venezuela el derecho a una información veraz, oportuna, imparcial y sin censura. En Venezuela repudiamos cualquier acción que cercene los derechos humanos y las libertades fundamentales. En materia de derechos civiles, el Estado venezolano garantiza la inviolabilidad del derecho a la vida, fundamento para el disfrute y ejercicio de los demás derechos. Hoy no existe la pena de muerte, ni se practica la tortura. No hay presos, ni perseguidos políticos. No hay cárceles secretas donde se tortura y se realizan ejecuciones extrajudiciales. No se detiene ni reprime a quienes realizan protestas públicas. La oposición política ejerce planamente sus derechos. Ningún militante de la oposición ha sido torturado o asesinado. La disidencia y el pluralismo han adquirido carta de ciudadanía. Impera en Venezuela, por lo tanto, el más estricto respeto a los derechos humanos y a las libertades democráticas. La crítica y la protesta constituyen derechos inalienables del pueblo venezolano, establecidos en la Constitución Bolivariana, que el Gobierno socialista respeta escrupulosamente. El pluralismo ideológico es un rasgo característico del modelo político venezolano. Todas las venezolanas y venezolanos tienen garantizado el derecho a manifestar públicamente, el derecho de libre asociación y de reunión, el derecho a formar parte de organizaciones políticas, sindicales, sociales, y a promover y defender libremente sus ideales y creencias.

VII Los ideólogos del neoliberalismo justifican la injusticia y la desigualdad. Ignoran o minimizan la importancia de los derechos económicos, sociales y culturales, elevando los derechos individuales al sitial de lo absoluto. La lucha en contra de la pobreza y la desigualdad no está en su horizonte. El desconocimiento de los derechos económicos, sociales y culturales ha traído consecuencias deplorables para los pueblos. La pobreza y la desigualdad, el hambre y las enfermedades, entre otros males congénitos del capitalismo, privan a la especie humana de las condiciones mínimas indispensables para su sobrevivencia. En tiempos de la Revolución Bolivariana, en cambio, derechos humanos para todos y todas – y no solo para una exigua minoría – es la máxima que guía las políticas del Estado venezolano.

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VIII Tomando como base los ingresos fiscales percibidos por el Estado venezolano en el período 1988-1998, la inversión social fue de 36.6%. En cambio, en el período 1999-2009, que corresponde al gobierno del Presidente Chávez, la inversión social ha bordeado el 60.6%. La inversión social efectuada por el Gobierno Bolivariano se ha incrementado, a pesar del impacto de la crisis mundial del capitalismo en nuestro país. En el año 2011, la inversión social alcanzó un 62%.

Gracias a las políticas de inclusión social que implementa el Gobierno Bolivariano, Venezuela posee hoy la mejor distribución de ingresos en toda América Latina. Nuestro país tiene el índice de Gini más bajo de toda la región, el cual se ubica en 0,389. Por otra parte, en Venezuela se reduce la pobreza y se supera la desigualdad, a niveles sin precedentes en la historia patria, como lo reconocen entes de la ONU como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Venezuela ha alcanzado la mayoría de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, antes de la fecha prevista por Naciones Unidas, el año 2015, lo cual demuestra que en Venezuela se ejercen y disfrutan plenamente los derechos humanos. IX Ayer, la Asamblea General de las Naciones Unidas, eligió a la República Bolivariana Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos, para el período 2013-2015. Venezuela obtuvo 154 votos, superando ampliamente la mayoría de 97 votos requeridos para ser electo; apoyo que constituye el reconocimiento de más del 81 por ciento de los Estados Miembros de la ONU a los logros alcanzados por nuestro país en materia de derechos humanos. El Estado venezolano se ha comprometido a fortalecer el Consejo de Derechos Humanos, particularmente, sus procedimientos y mecanismos para la promoción y protección de los derechos humanos en el mundo. Venezuela está lista para compartir y cooperar con la comunidad internacional sus exitosas experiencias en el logro de los “Derechos Humanos para el Buen Vivir”. Es preciso recordar que en el mes de octubre del año pasado, Venezuela presentó, de manera exitosa, en el marco del Consejo de Derechos Humanos, su Examen Periódico Universal (EPU). Este mecanismo es una valiosa herramienta que utiliza las Naciones Unidas para hacer un escrutinio imparcial, objetivo y sin 8

selectividad, de la situación de los derechos humanos en cualquier parte del mundo. Los logros de Venezuela fueron entonces reconocidos por una mayoría abrumadora de los Estados que integran ese órgano. Nos congratula que Argentina y Brasil, miembros de UNASUR, MERCOSUR y la CELAC, también hayan sido electos para integrar el Consejo de Derechos Humanos. Desde ese Consejo, nuestro país mantendrá su firme rechazo ante la indeseable práctica de condenar individual y selectivamente a países en desarrollo, recurriendo al pretexto de la defensa de los derechos humanos. Esta es una práctica ilegitima utilizada para promover intereses políticos neocoloniales e imperialistas, y para avanzar deleznables intereses en el juego estratégico por el dominio del mundo. Venezuela está comprometida en profundizar la cooperación con el Consejo de Derechos Humanos, y con los Comités que examinan los Informes de las distintas Convenciones ratificadas por Venezuela. Aspira que este Sistema se consolide como un ámbito apropiado para impulsar una verdadera promoción y protección de los derechos humanos, sin tutelajes injerencistas, y con pleno respeto a la soberanía, las instituciones democráticas y los sistemas jurídicos de los Estados.

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