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Las Saladas de Chiprana. Museo vivo de la evolución de las primeras formas de vida del planeta ALFREDO LEGAZ LABARI Remontándonos al pasado
aunque sin oxígeno.
En tiempos remotos, mucho antes de la aparición de los dinosaurios, la Tierra todavía en formación, daba paso desde el interior de sus «aguas primitivas» a las primeras formas de vida, poblándolas de seres microscópicos que las teñían de vivos colores. El aire en aquellas primeras etapas de nuestro planeta no tenía oxígeno y la actividad volcánica entre otras causas, impregnaba las aguas donde se estaban desarrollando los primeros seres vivos de otros compuestos, entre ellos el gas sulfhídrico. Así, estos microorganismos aprendieron a crecer con luz, con sulfhídrico,
La vida siguió su curso y con el tiempo las cianobacterias primero, luego las algas verdes y rojas y después las plantas superiores aprendieron a utilizar, además de la luz, otros compuestos distintos del sulfhídrico y el propio agua que les rodeaba. Al hacerlo, comenzaron a liberar grandes cantidades de oxígeno, consiguieron respirarlo y así, dominar la Tierra. Las bacterias rojas y verdes del azufre tuvieron entonces que refugiarse en aquellos ambientes que aún conservaban las condiciones originales del planeta. Y esas condiciones son las que podemos encontrar en las aguas profundas de la Salada de Chiprana. Descendientes de organismos que poblaron la Tierra hace más de 3.500 millones de años siguen aún aquí, mostrándonos como era su ambiente, su vida, sus relaciones. No por pequeñas menos valiosas; constituyen ejemplares excepcionales en grave peligro de extinción. Son como piezas únicas que la naturaleza ha conservado y protegido como si de un museo viviente se tratara. Destruirlas sería como borrar una página de nuestro paso por la Tierra, cerrar una ventana abierta a los orígenes de la vida, la posibilidad quizá única de contestar en parte a la sempiterna pregunta ¿de dónde venimos?
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Una alfombra verde casi tan antigua como la vida sobre la Tierra
En los fondos de la Salada millones de seres vivos microscópicos se aúnan y entrelazan, agrupados con sedimentos de los fondos, para constituir una suave alfombra verde conocida como tapetes microbianos que se extiende desde las orillas hasta profundidades de entre 1 a 1,5 metros. Si observamos al microscopio una muestra de este suave tapiz es sorprendente comprobar que no se trata de un único ser vivo sino que una increíble variedad de organismos, inapreciables a simple vista (microorganismos), se ha unido para construirlo. Alargados como hilos verdes de múltiples formas y tamaños (denominados por los biólogos cianobacterias) se entrelazan y envuelven los pequeños fragmentos minerales de los fondos creando una autentica red verde sumamente resistente. Entre sus huecos se mueven multitud de organismos, sólo visibles al microscopio, cada uno de los cuales cumple su propia función en el tapete. Al igual que las plantas verdes, liberan durante su crecimiento oxigeno, elemento imprescindible para la respiración de la mayor parte de los seres vivos. Así, las aguas se cargan de oxígeno y permiten el crecimiento de algunos animales propios de ambientes salinos que se alimentan de las minúsculas algas flotantes.
Fauna bacteriana. ¿Qué sucede en las zonas más profundas adonde apenas llega la luz?
La Salada de Chiprana se caracteriza por ser la única laguna salina permanente de interior con aguas profundas de la Península Ibérica. En algunas zonas la profundidad llega a alcanzar los 5,6 m y es en esas aguas donde se esconden pequeños organismos, verdaderas reliquias del pasado. El agua del fondo de estas cubetas se caracteriza por su total carencia de oxígeno y por la presencia, en cambio, de grandes cantidades de otro gas disuelto, el sulfhídrico. Este compuesto gaseoso, uno de los componentes más abundantes en las emisiones volcánicas y que sólo se puede acumular en ausencia de oxigeno, impide normalmente el desarrollo de la mayor parte de los seres vivos. Sin embargo, los análisis de muestras de agua extraídas a profundidades crecientes, desde la superficie al fondo de la laguna, nos permite comprobar que a la profundidad a la que desaparece el oxígeno y aparece el gas sulfhídrico tiene lugar un extraordinario crecimiento de organismos que tiñen el agua de las botellas de color verde. Al microscopio el contenido de estas muestras, nos descubre un mundo densamente poblado. Nuevamente millones de microscópicos seres desarrollan su existencia en este ambiente tan poco común. Se trata de bacterias con forma de coma o ligeramente arqueadas, cargadas de pigmentos verdes capaces de captar la mínima cantidad de luz que llega a las profundidades y que prestan su color a las aguas al crecer en grandes cantida72
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des. Junto a ellas, numerosas bacterias alargadas cargadas en su interior de brillantes puntos de azufre se mueven rápidamente de un sitio a otro. Al igual que las plantas verdes, estos organismos crecen utilizando la luz del sol y los minerales disueltos en el agua. Pero hay una importante diferencia: mientras que las plantas verdes y las cianobacterias desprenden en su crecimiento oxígeno, estos organismos denominados bacterias rojas y verdes del azufre, utilizan el gas sulfhídrico disuelto en las aguas y liberan en su lugar azufre. Sus minúsculos cuerpos sirven de alimento a pequeños animales que «bucean» en las aguas del fondo para consumirlos, volviendo rápidamente a las aguas más superficiales, cargadas de oxígeno, para respirar. Además al crecer en enormes cantidades atrapan el gas sulfhídrico que se produce en el fondo de la laguna. Allí van acumulándose los cuerpos sin vida de todos los habitantes y de la multitud de microorganismos capaces de crecer sin necesidad de oxígeno, aprovechando sus restos para desarrollarse. Algunos de estos organismos, conocidos globalmente como descomponedores, liberan en su crecimiento el sulfhídrico que es atrapado por las bacterias rojas y verdes de azufre, impidiendo de esta forma su llegada a las capas más superficiales donde podrían ser fatales para los seres vivos que las pueblan. Así este
Estromatolitos
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gas, que por otra parte no presenta ningún riesgo por contacto, no sale nunca de las zonas más profundas de la laguna, donde es rápidamente producido y consumido por diversos grupos de bacterias. Investigaciones sobre el pasado del planeta, estudiando al microscopio unas formaciones rocosas muy antiguas, detectaron la presencia de pequeños organismos filamentosos fósiles que se entrelazaban formando redes, con formas similares a las cianobacterias que construyen actualmente los tapetes microbianos. Con el paso del tiempo, y por procesos de precipitación de minerales y evaporación de agua, aquellos antiguos tapetes se convirtieron en piedra, llamadas «estromatolítos». Conservados de esta forma han llegado hasta nuestros días. La antigüedad de estas formaciones se remonta nada menos que a 3.500 millones de años atrás. Y uno de sus descendientes vive hoy en día en la Salada de Chiprana.
Microfauna acuática
Llama la atención al acercarnos a las orillas de la laguna la concentración, en ciertas épocas del año, de un gran número de puntitos rojos flotantes, debidos al crecimiento masivo de dos tipos de pequeños crustáceos. Los de menor tamaño corresponden a los denominados copépodos y los más grandes, a un curioso crustáceo llamado Artemia salina (comercialmente se vende para alimento de los peces y se denomina vulgarmente Artemia salina sirenitas por su aspecto). La presencia de este pequeño animal en la Salada confiere a la laguna un valor muy singular ya que la Artemia salina vive habitualmente en las salinas costeras.
Macrofauna
La elevada salinidad de Las Saladas no permite la existencia de comunidades de peces en la Salada Grande, Prado del Farol y Campo de Saladas. Sin embargo, en la Salada de Roces y San Blasé procedentes de los ríos Guadalope y Regallo, a través de las acequias de las que toman el agua para riego, encontramos carpín (Carassius auratus), carpa (Cyprinus carpió) y gambusia (Gambusia affinis), compartiendo hábitat con grupos de galápago leproso (Mauremys caspica). 74
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Culebra de herradura
Los anfibios frecuentan también las zonas con aportes de agua dulce de lluvia o riego, la rana común (Rana perezi) y los sapos, corredor (Bufo calamita) y común (Bufo bufo) conviven con las culebras de agua, viperina (Natrix maura) y de collar (Natrix natrix), descartando por el carácter hipersalino de sus aguas la Salada Grande y sus zonas de influencia. La lagartija ibérica (Podarcis hispánica) es la más abundante y ampliamente distribuida entre los reptiles hallados en la zona. Los terrenos cubiertos de matorral son ocupados por la lagartija colilarga (Psammodromus álgirus), la lagartija coliroja (Acanthodáctylus erythrurus), la salamanquesa (Tarentola mauritánica) y el lagarto ocelado (Lacerta lépida) entre los saurios. La culebra de escalera (Elaphe escalaris) y la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), son comunes asociadas a las zonas de cultivo junto con la culebra de herradura (Coluber hippocrepis) más escasa. Las aves acuáticas son el grupo más importante, vistoso y representado. Las aguas de las lagunas, sus carrizales, tamarices y playas, sirven de lugar de reposo a numerosas especies en el transcurso de sus migraciones. En periodo invernal el asentamiento de las aves se ve condicionado por la salinidad de las aguas y las condiciones climáticas. Los contingentes son muy moderados, destacando como especies mas frecuentes y numerosas, el ánade real (Anas platyrhynchos), la cerceta común (Anas crecca), el porrón común (Aythya ferina), el ánade silbón (Anas penélope), el ánade rabudo (Anas acuta), el pato colorado y el cuchara, el cormorán grande (Phalacrocórax Carbo) y los zampullines chico (Tachybaptus ruficollis) y cuellinegro (Podiceps nigrícollis). De forma regular nidifican el zampullín chico, el ánade real, la polla de agua (Gallinula chloropus), el rascón (Rallus acquáticus), la focha común (Fulica atra), las gaviotas reidora (Larus ridibundus) y patiamarilla (L. cachinnans), el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) y la cigüeñuela (Himantopus himantopus). En las lagunas dulces del entorno, (Laguna de la Estanca, Roces y San Blasé), nidifican superando los doscientos ejemplares varias clases de garzas, la real (Ardea cinerea), la imperial (Ardea purpurea) la garceta común (Egretta garzetta) la garcilla bueyera (Bubulcus ibis) y el martinete (Nycticorax nycticorax). A mediados de los ochenta iniciaron la nidificación varias parejas de tarro blanco (Tardona tardona) superando las últimas campañas entre adultos y pollos los De la Naturaleza
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Colonia de gaviota patiamarilla
cien ejemplares, siendo La Salada una de las pocas localidades de cría de esta especie en la península ibérica. Esporádicamente nidifican el zampullín cuellinegro, el ánade friso (Anas strepera), el archibebe común (Tringa totanus), la avoceta (Recurvirostra avocetta), los andarrios chico (Actitis hypoleucos) y el chorlitejo chico (Charadrius dubius). Este último y el resto de limícolas desprovistos de otros métodos de defensa, basan la supervivencia de sus crías en el mimetismo de sus nidos, pollos y huevos, que instalan únicamente protegidos por su camuflaje, en las playas por las que en época de nidificación es especialmente recomendable no pasar. Varias parejas de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) y numerosas de carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus) y carricero común (Acrocephalus scirpaceus) nidifican en los carrizales y juncales que en invierno son utilizados como dormideros por miles de escribanos palustres (Emberiza schoeniclus), bisbitas (Anthus spinoletta y A. canmpestris), trigueros (Miliaria calandra) y estorninos pintos y negros (Sturnus vulgaris y S. unicolor). Respecto a los mamíferos, junto con todos aquellos propios del área biogeográfica donde se adscriben Las Saladas, son frecuentes la rata de agua (Arvicola sapidus), el topillo común (Microtus duodecimcostatus), el ratón de campo (Apodemus sylváticus), el ratón moruno (Mus spretus), el erizo común (Erinaceus europaeus), la liebre (Lepus granatensis), el conejo (Oryctolagus cunículus), el zorro (Vulpes vulpes) tejón (Meles meles) y el jabalí (Sus scrofa). Página siguiente: Vista de Las Saladas de Chiprana 76
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Bibliografía
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Flamencos
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