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Revisada y actualizada en septiembre de 2004
“Y mirad, Señora,
quiero que de hoy más, corra por vuestra cuenta mi vida” Cosme Muñoz
novena a nuestra señora de la piedad
NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD (posible desarrollo del acto de la novena cada día)
1. Terminado el rezo del santo Rosario, que dirigen las religiosas, entonan un cántico y el sacerdote se dirige hacia el ambón vestido de alba. 2. Oración preparatoria para todos los días: “Virgen y Madre de Dios...” 3. Consideración para cada día. 4. Momentos de silencio meditativo. 5. Respuesta con el rezo de tres "Ave Maria" 6. Oración final para todos los días: "Te damos gracias..." 7. Cántico y...comienzo de la Eucaristía (con una breve homilía)
NOTA: Se añade una "Oración a nuestra Señora de la Piedad" por si interesa rezarla algún día como respuesta (n°5), o como oración final. ¡¡AD MAJOREM DEI GLORIAM ET BEATISSIMAE VIRGINIS MARIAE!!
novena a nuestra señora de la piedad
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Virgen Madre de Dios y Madre nuestra que, impulsada por el Espíritu anunciaste que todos los pueblos te proclamarían bienaventurada por las maravillas de gracia que Dios realizó en ti. Queremos unirnos a tu cántico de alabanza a Dios saludándote con el hermoso título de Virgen-Madre de la Piedad, porque, unida íntimamente a Jesús, te sentiste siempre jubilosamente hija del Padre y dispensadora de la piedad y ternura de Dios para todos sus hijos e hijas que en ti celebramos la bondad de Quien nos amó hasta entregarnos como salvador a su Hijo y nos dio a ti como madre. Señor, concédenos que, cuanto en estos días oigamos, meditemos y cantemos, unidos a nuestra Madre de la Piedad lo vivamos sinceramente para tu mayor gloria y para el generoso servicio a nuestros hermanos. Te lo pedimos en el Espíritu, por Jesucristo tu Hijo.
novena a nuestra señora de la piedad
día primero FELIZ LA QUE HA CREÍDO
Cuando Dios revela, hay que prestarle la "obediencia de la fe", por la que el hombre se confía libre y totalmente a Dios". Esta descripción encontró una realización perfecta en María. El momento "decisivo" fue la Anunciación en que María se abandona a Dios completamente, manifestando la obediencia de la fe a aquel que le habla. Ha respondido con todo su "yo" humano-femenino. Y en esta respuesta de fe quedan incluidas una cooperación perfecta con la gracia de Dios y una disponibilidad total a la acción del Espíritu Santo que perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones. Las palabras de Isabel: "feliz la que ha creído" no se aplican únicamente al acontecimiento sublime de la Anunciación, que representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo. Es, además, el punto de partida desde donde inicia todo su "camino hacia Dios", todo su camino de fe. Con razón, pues, en la expresión "feliz la que ha que ha creído" podemos encontrar como una clave que nos abre a la intimidad de María a la que el ángel ha saludado como "llena de gracia".Si como "llena de gracia ha estado presente eternamente en el misterio de Cristo, por la fe se convertiría en partícipe de su itinerario terreno: avanzó en el itinerario de la fe y, al mismo tiempo, de modo discreto, pero directo y eficaz, hacía presente a los hombres el "misterio de Cristo”. Y sigue haciéndolo todavía. Y por el misterio de Cristo, María, nuestra Señora de la Piedad, está presente entre nosotros. (Cfr. JUAN PABLO II, Redemptoris Mater, núms. 13,14,19)
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día segundo MARÍA. MADRE DE LA ESPERANZA
Como fruto de la vida de fe, brota en el corazón la esperanza.. Es un verdadero acto de adoración por el que reconocemos el dominio de Dios sobre todas las cosas: La Providencia de Dios que todo lo gobierna amorosamente, 1a bondad y misericordia de Dios que tan solo desea nuestro bien... Prácticamente viene a confundirse con la vida de fe que nos lleva a abandonarnos y confiarnos activamente en las manos de Dios. La vida de Nuestra Señora de la Piedad fue una segura esperanza llena de deseos de la manifestación amorosa de Dios en el Mesías. En ella confluía toda la esperanza de Israel. Y en esa esperanza, cada vez más viva, alimentada por la fe y el amor, vivía María todos los acontecimientos de la vida de Jesús, su Hijo, el Salvador, y especialmente los acontecimientos-clave de la Encarnación, Pasión-Muerte-Resurrección de Cristo. Arraigada en la esperanza, alienta la fe y la espera de los apóstoles, de la Iglesia naciente y de cada uno de nosotros en nuestro caminar al Padre. Quiso Dios hacernos más cercano el fundamento de nuestra esperanza, que no es otro que el encuentro de nuestra pobreza y debilidad con su bondad y misericordia, manifestadas en Cristo, el Hijo de Dios y de María. Por ello, Nuestra Señora de la Piedad viene en ayuda de cada uno de nosotros. Y cuanto más necesitados y desvalidos nos veamos, mayores títulos tenemos para fortificar nuestra esperanza en el amor pleno de Dios mirando a María y orando desde el corazón., Madre de la Piedad: “Mirad, Señora mía, que quiero que de hoy más, corra por vuestra cuenta mi vida”.
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día tercero MARÍA, MADRE DEL AMOR
Dios es amor, dice San Juan. Donde hay amor, allí está Dios, canta la liturgia. María, agraciada y Madre de Dios, es Madre del amor por serlo de Jesús, el Dios-hombre, y es maestra del amor porque toda ella fue entrega total de alabanza a Dios y corazón humano que latía al unísono de Dios por ser "Madre de la Piedad" para todos. El amor-caridad de María fortificaba su fe y esperanza y al mismo tiempo es fruto exquisito de aquellas. El amor de María es un don de Dios que recibió y cultivó con fidelidad; un amor constante, al abrigo de veleidades y sentimentalismos; un amor integro y generoso. por encima de toda ambición personal y de cualquier forma de egoísmo; es un amor universal que abarca a todos los hijos de Dios, pues de todos es Redentor Jesús, su hijo, al que fue María asociada como Madre Corredentora. Con todos ejerce, pues, María su título de Madre de la Piedad y especialmente con los que más necesitan la cercanía y los signos de amor de la madre. Con razón el P. Cosme Muñoz, que vibraba estremecido al hablar de la Señora de la Piedad, ponía en primera fila, junto a la Madre con Jesús en brazos, a sus "angelitos" que se habían convertido en la razón de sus desvelos apostólicos. Pidamos hoy al Señor que haga sentirnos amados por El en el amor maternal de nuestra Señora de la Piedad y que, como ella, sepamos transmitir ese amor a todos.
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día cuarto MARÍA, FRUTO DEL AMOR DE DIOS
María representa para nosotros el ejemplar de la dignidad de la vida recibida desde el principio como un don y expresada en desarrollo como obediencia. Esta dignidad es fruto del amor de Dios. Como dice el evangelio, María está llena de gracia, agraciada, que puede traducirse como "María inmensamente amada desde siempre. Es de ahí de donde arranca la dignidad de María. Y porque es desde siempre "inmensamente amada por Dios",María derrama ese amor para todos nosotros, para quienes necesitamos experimentar que somos amados de Dios a pesar de nuestro pecado. Por ello es hermoso el título con el que saludamos a María, aludiendo a su función maternal para con nosotros: MARÍA, MADRE DE LA PIEDAD. Contemplando a María, amada por Dios y constituida para nosotros en madre de la Piedad, contemplamos la dignidad de todo ser humano, de cada uno de nosotros, de cualquier niño que nace... porque para todos y cada uno valen, como para la Madre de la Piedad, las palabras: "El nos ha elegido en Jesús...y nos ha bendecido desde siempre"(Cfr.Ef.1, 3-4). La dignidad de cada persona. mirada en su misterioso y último fundamento, es gracia, es don, es ser amado. La fuente es la mirada amorosa de Dios que nos llega maternal a través de la mirada y el corazón de nuestra Señora de la Piedad. Ella, nos dice con su mirada que ser amado es también dejarse amar y, por lo tanto, acoger la Palabra y el proyecto de Dios en nosotros. Como en Ella: "¡Hágase!". La dignidad de cada persona es un don que se vive dinámicamente sintiéndose amados. Que la Madre de la Piedad, que es fruto gozoso del amor de Dios, sea acogida en nuestra vida como expresión luminosa y tierna del amor de Dios a cada uno de nosotros.
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día quinto MARÍA, LA MUJER NUEVA
La lectura de los pasajes “mariamos” del evangelio, nos llevará a descubrir la verdadera figura de María como la mujer nueva que responde al proyecto de Dios en Cristo. Y podemos reconocer en María la mujer que, sintiéndose maravilla del amor de Dios, toma parte muy activa y responsable en el plan redentor de Dios en Cristo. Contemplamos con íntima alegría a María que, puesta en diálogo con Dios, da su consentimiento activo y responsable a la “obra de los siglos” como se ha llamado justamente la encarnación del Verbo. Podemos conocer, desde el relato evangélico, que la opción de la virginidad por parte de María ( respondiendo al don de Dios que la preparaba para el misterio de la maternidad divina ) constituyó una opción valiente para consagrarse al amor de Dios. No se fundamentaría en el evangelio quien viera en María a una mujer acobardada y meramente pasiva, sino que ( una vez más la imagen de la Virgen de la Piedad aparece a nuestra consideración ) proclamó valientemente que Dios es enaltecedor de los humildes y oprimidos frente a los poderosos del mundo. María fue una mujer fuerte que conoció la pobreza y el destierro, el sufrimiento y la humillación; pero que no la cerraron celosamente sobre su propio Hijo divino, sino que, al contrario, esa experiencia dilató su función maternal que, sobre el Calvario, asumió dimensiones universales. Terminemos esta consideración mirando con los ojos y el corazón la imagen de Ntra Señora de la Piedad, madre de familia numerosa como la miraba su apóstol el P.Cosme Muñoz: con su Hijo divino en su regazo, pero acogiendo, Madre y Hijo la mirada confiada de las “pobres y huérfanas del colegio de la Piedad” en las que se realiza el gozo de María, la mujer nueva, “el poderoso enaltece a los humildes y humilla a los soberbios”. Ella quiere ser madre de todos porque de todos el Padre Dios y por todos murió y resucitó su Hijo. ( Cfr. Pablo VI, Marialis Cultus, 37 )
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día sexto MARÍA, MADRE DE LA ALEGRÍA
“Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado"(Jn.15,ll). A veces, cuando hablamos de las exigencias del seguimiento de Jesús puede dar la impresión de que no guardamos las debidas proporciones, puesto que el evangelio es ante todo alegría, apertura, certeza de ser amados mucho más de lo que podemos esperar. Y es también esperanza de hacer de nuestra vida algo bueno para los demás. El misterio de María, anticipado en la visita a Isabel es un misterio de exultación. María sabe saltar de gozo, sabe alegrarse y dejarse invadir por la plena consolación del Espíritu Santo. María e Isabel se sienten invadidas por el amor de Dios y entonces brota el grito de alegría que es el Magníficat. Y su alegría contagia su entorno y todo se envuelve en un clima de gozo, de presencia de Dios y con un impulso irreprimible de comunicar alegría porque "la misericordia del Señor llega... de generación en generación". La primitiva comunidad cristiana rezumaba alegría. También nosotros tenemos derecho a la alegría, al gozo del Espíritu, y somos llamados a comunicar, a sembrar semillas de alegría. Mirar a la Madre de la Piedad ¿no os llena de paz, de gozo en el corazón?.¿Será posible que María, que siendo la mirada humana de piedad y amor para todos los hijos del Padre y que ha dado a luz la fuente de toda alegría, nos deje encerrados en nuestra tristeza que carcome nuestro ser?.Somos llamados a sintonizar cordialmente con María, la Madre de la Piedad, para saltar de gozo en nuestro interior y, como mensajeros de piedad nosotros mismos, despertar esperanza y alegría en nuestro entorno, especialmente, como la Madre de la Piedad, entre los más necesitados de alegría.
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día séptimo MARÍA, MADRE DE LA LUZ Título bellísimo éste, que ha encontrado eco en la literatura, en las artes plásticas, en la devoción popular y en la liturgia de la Iglesia. María es Madre de la luz ante todo porque ha engendrado por obra del Espíritu Santo al que es anunciado como luz de las naciones, la luz que disipa las tinieblas del pecado y que va a ser luz y guía de todos los que buscan la verdad. María, madre de la luz, porque lo es de Cristo. Y la luz, al vencer las tinieblas y reorientar al peregrino, es alegría, esperanza, visión ilusionada de lo que está a nuestro alrededor, cercanía con los demás. ¿No vemos en lo que antecede la similitud entre el título de Madre de la Luz y Madre de la Piedad?. Esos ojos de nuestra Señora de la Piedad, entre llorosos e irradiantes de ternura, conforman el semblante de María porque en ella se hace más verdad aquellas palabras de su Hijo Jesús, dirigidas a sus seguidores “vosotros sois luz “. La luz que María recibe, que la hace luz fecunda e iluminadora, la posibilita conocernos como somos: con nuestras carencias, nuestras posibilidades, nuestros desmayos y nuestras ilusiones. Y, ante nuestra realidad, ejerce su oficio de Madre de la Piedad: lava, purifica, ennoblece, mima la obra de Dios en nosotros y nos hace sentirnos gozosamente hermanados con Jesús y, por ello, hijos de nuestra Madre de la Piedad. Ella ilumina el rostro de Cristo desfigurado en tantos hermanos nuestros con los que nos encontramos en nuestras calles, en nuestro trabajo, quizás en nuestras familias... para que, contemplándolo, descubramos su ser de Madre de la Piedad, cercana a nosotros y que, en frase de los santos Padres, como la luna respecto al sol, refleja la luz amorosa de Dios sobre nosotros, sobre todos nosotros, sobre cada uno de nosotros... sobre mí.
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día octavo MARÍA, MADRE SENCILLA
En el corazón del hombre se esconde muy frecuentemente afán de grandeza, ambición de poder y de ser enaltecido por los demás. Son las actitudes que Jesús tan fuertemente fustiga en el evangelio. El reverso de ese cuadro es María, porque ella está conformada por la voluntad de Dios y los caminos y criterios de Dios no son ciertamente como los nuestros. María, en el momento más solemne y decisivo de la Historia de la Salvación, se presenta como la servidora fiel y transparente del Señor; su vida corre al ritmo de la sencillez y de la irrelevancia humana. Nada sensacionalista en su vida: es la madre en el hogar sencillo de Nazaret, es la madre de Jesús el incomprendido, perseguido y ajusticiado. Es la madre que goza silenciosa en la intimidad la resurrección de su Hijo y el nacimiento en pequeñez de la Iglesia. Pero es madre, profunda y constitutivamente madre. Y, por ello, lo es también en los detalles de atención doméstica a Jesús, madre de prolongadas y fecundas meditaciones de la Palabra en el corazón, madre de atención delicada a aquellos jóvenes esposos que resuelve ( mirando a su Hijo ) con un "haced lo que El os diga". Madre en su cordial y agradecida aceptación de la hospitalidad en casa de Juan, el otro "hijo" que represente a todos, cuando su Hijo se le ausentó físicamente. María, la de la vida sencilla y la de la grandeza de los detalles: esa es la Madre de la Piedad que, por ello, tiene la sensibilidad a flor de corazón y no es posible que le pase desapercibido el amor o la apatía, la preocupación o el gozo, la esperanza o el dolor de cada uno de nosotros. María, Madre de la Piedad, danos esa sensibilidad para que cada uno de nosotros sintamos a nuestros hermanos como alguien que nos pertenece y ante quien no podemos jamás pasar de largo ni acorazar nuestra sensibilidad. Danos, mirar a todos con piedad, con ojos de esperanza, con amor, como tú.
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día noveno MARÍA, CORAZÓN DE PIEDAD
En este último día de la Novena a Ntra. Sra. de La Piedad, queremos concentrar cuanto hemos venido meditando, recurriendo al símbolo del corazón. En la Revelación y en gran parte de la literatura y demás expresiones del pensar, corazón es mucho más que su esencial función fisiológica: significa la intimidad y el centro de la persona. San Lucas, el evangelista de la infancia de Jesús, nos transmite por dos veces la necesidad que María sentía de llevar sus emociones, incertidumbres, gozos y esperanzas a su ser más íntimo conservándolo todo amorosamente en el corazón. Y el corazón de María es corazón de madre. Y Madre de Jesús. Por ello, el corazón de María es necesariamente corazón todo él piedad, ternura, delicadeza, amor intenso, universal, valiente; un corazón que, desde la experiencia gozosa e incomparablemente intensa del Dios que es amor, se manifiesta como Madre de la Piedad. Con solo mirarla, y gozar en su contemplación, el P. Cosme fue transformando su "adustez" castellana en cariño, entrega y corazón para las personas (especialmente las "niñas huérfanas", sus angelitos del colegio) que la Señora de la Piedad le ponía en su camino para que les mostrara eficazmente la piedad de Dios. Nos llama a todos nosotros a mirar contemplativamente la imagen de la Madre de Nuestra Señora de la Piedad y a que bebamos también en ese manantial, alimentado con el amor y la piedad de Dios, y a que tengamos también nosotros corazón de piedad.
novena a nuestra señora de la piedad
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Te damos gracias, Padre, porque has hecho en María grandes maravillas. Ella es una criatura como nosotros, pero Tú la hiciste Madre tuya. Estamos orgullosos de María, porque ella forma parte de nuestro pueblo. Nosotros la llamamos bienaventurada, pues Tú te fijaste en su humildad. Por ella, Jesús se hizo uno de nosotros para que llegáramos a ser hijos tuyos. A través de María nos llegó tu misericordia, tu piedad. Estamos seguros de que tu ayuda no nos faltará. Tu gracia nos protegerá siempre si te aceptamos como ella en nuestras vidas. Has hecho de nosotros tu familia y a tu Madre la hiciste Madre nuestra. Ella nos invita a escuchar tu palabra y unidos a nuestra Madre de la Piedad te cantamos: ¡Gracias, Padre nuestro!.
“Mi Señora de la Piedad a quien yo sirvo, y deseo servir y morir por Ella y por sus huérfanas” Cosme Muñoz
novena a nuestra señora de la piedad
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD (Como alternativa a las tres “Ave, María” del punto 5 o a la oración final)
Te damos gracias, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque elegiste a María para ser santa e inmaculada ante Ti por el amor, en previsión de los méritos de Cristo. ¡BENDITO SEAS POR SIEMPRE, SEÑOR! En ti, María, la llena de gracia y Madre de la Piedad. se refleja la bondad y ternura de Dios, que nos ha amado en Cristo para la alabanza de la gloria de su gracia. ¡BENDITO SEAS POR SIEMPRE, SEÑOR! María, Madre de la Piedad, bajo tu patrocinio nos acogemos y a tu intercesión maternal nos confiamos y confiamos a todos los hombres .y mujeres, hermanos nuestros. Especialmente te pedimos que presentes ante tu Hijo y Redentor Jesús, a todos los niños huérfanos de padres, de paz. de esperanza, de amor. Muestra que eres Madre de la Piedad porque Dios ha querido mostrar en ti su amor y cercanía. ¡BENDITO SEAS POR SIEMPRE, SEÑOR! Madre de la Piedad y Madre de la Iglesia, inspira y fortifica la fidelidad a Cristo tu Hijo en todos los sacerdotes, personas consagradas y madres y padres de familia para que sea anunciado con la palabra y con la vida el Reino de Dios, reino de paz y amor en el Dios que te ha elegido para sigas siendo la sonrisa misericordiosa de Dios, la Madre de la Piedad. Amen.