Revista de Estudios Marítimos de! País Vasco

Revista de Estudios Marítimos de! País Vasco BENiTO, Ana M^: "La arqueo!ogía subacuática en e! País Vasco: una disciplina emergente", /isas Memor/a.
Author:  Rosario Toro Mora

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Revista de Estudios Marítimos de! País Vasco

BENiTO, Ana M^: "La arqueo!ogía subacuática en e! País Vasco: una disciplina emergente", /isas Memor/a. Rev/sia de EsfMd/os Mar/i/mos de/ Pa/s vasco, 1, Untzi Museoa-Museo Nava!, Donostia-San Sebastián, 1996, pp. 277-309.

La arqueotogía subacuática en e! País Vasco: una discipiina emergente Ana Mar/a Ben/to 5oc/edad de Gandas Aranzad/

1. INTRODUCCIÓN existido, ni quizás pueda decirse que exista actualmente una firme planlficaclón ni una estructura administrativa y científica consistente que apoye la ^ y idea de una «Arqueología submarina» y menos «subacuática» en el País Vasco. Pese a ello se va a tratar de presentar el estado de la cuestión de este tema referido lógicamente al ámbito geográfico que abarca ¡a fachada atlántica del País Vasco con referencia especial al territorio histórico gipuzkoano, ya que es en éste donde están inmersas nues­ tras actuaciones arqueológicas y por tanto conocemos más detallada y ampliamente su realidad. A lo largo de estas páginas se plasma la actividad desarrollada en aguas marinas dado que los trabajos arqueológicos en agua dulce prácticamente no se han iniciado con tecnología propia­ mente subacuática, si bien se han producido diversas actuaciones en ambiente terrestre húmedo y junto a cursos de agua efectuadas con las habituales técnicas arqueológicas de los yacimientos terrestres sin requerir los equipos y medios de la arqueología subacuática'. El conocimiento de la Historia del País Vasco en general y en especial la referida a los aspectos relacionados con la actividad marítima como son la pesca, el comercio marítimo, la construcción naval, el desarrollo portuario, etc., ha de complementarse con el aporte de la arqueología suba­ cuática más si se tiene en cuenta la amplia fachada marítima y la importancia que la navegación ha tenido en estas costas. La arqueología subacuática debe llenar el vacío existente en determinados periodos históricos dada la ausencia de testimonios escritos o bien apoyar y corroborar lo que nos aportan estos tex­ tos, principalmente cuando nos referimos a época antigua y altomedieval, dada la escasez de éstos. En épocas posteriores, bajomedievales y modernas son estas mismas fuentes documentales la base para iniciar el rastreo subacuático en busca de evidencias tales como: viejos fondeaderos, anti­ guas estructuras portuarias, naufragios de embarcaciones, etc.

2. CONDICIONANTES GEOGRÁFICOS Y MEDIOAMBIENTALES La actividad arqueológica subacuática se ve fuertemente condicionada por el medio donde se desarrolla y más si, comparativamente con el ámbito mediterráneo de gran tradición en estos

1. Se puede considerar como la primera actuación de este tipo la realizada en la presa de Yarza (Beasain) Con motivo de las obras de encauzamiento del rfo Oria, se localiza la estructura de una presa de madera que formaba parte del conjunto de molino y terrería de Yarza. Los trabajos se llevaron a cabo en 1985, en medio fangoso, precediéndose a la limpieza y extracción de toda la estructura de la presa. A esta intervención siguieron otras en diversas terrerías como la de Agorregi en Aia y la de Olaberria en Oiartzun que consistían básicamente en la rehabilitación de estos conjuntos industriales (URTEAGA ARTIGAS, M.M.: «Arqueología medieval en Guipúzcoa Estado actual y perspectivas de futuro-., Mun/be, 42, 1990, p. 394). En 1988 con ocasión de la construcción del embalse de Nuarbe sobre el no Ibai-Eder en Azpeitia, se realiza una intervención arqueológica de urgencia que puso de manifiesto la existencia de los restos de tres presas, una de piedra y dos de madera pertenecientes a ta antigua terrería de Errasti (ár/reo/Xívs^a, 1988, pp. 109-112) En otro ámbito temporal se puede considerar la excavación de urgencia de Herriko Barra (Zarautz), en lá que se detectó un nivel arqueológico del periodo Neolítico bajo una ciénaga en contacto con un nivel de playa (/Sníreo/ih^a, 1988 pp 100-103) En Portuondo (Pedernales-Mundaka) colgado prácticamente sobre el acantilado en pleno estuario de lá ría de Gernika se locali­ za en 1986 un interesante asentamiento romano que es excavado por vía de urgencia en 1988 (/VÁreo/Art^a, 1988 pp 74-78) En 1992, se realiza una intervención arqueológica y la subsiguiente excavación en la calle Santiago de Irú'n, donde se descubre una antigua estructura portuaria en la que se trabaja en un ambiente de lodazal, siendo afectado el yacimiento por la inundación periódica de las mareas dada la cercanía al curso actual de la ría del Bidasoa (URTEAGA ARTIGAS, M.M.; LOPEZ COLOM M M «Los descubrimientos arqueológicos de la calle Santiago de Irún: primera aproximación a las estructuras portuarias- So/ef/n de fsfud/os de/6/dasoa, 1994, 11, pp. 7-23). La necrópolis tardoantigua de Aldaieta (Nanclares de Gamboa) se localiza en el pantano de Gamboa, en un momento de amplia sequía en una zona habitualmente cubierta por las aguas del pantano. Se inician los trabajos arqueológicos con una primera cam­ paña de urgencia en 1987 a la que seguirán otras en los años siguientes (/MeoAusAía, 1988, p.31).

aspectos, se consideran características de ta costa y mar Cantábrico, que van a justificar en parte, unidos a factores humanos, la menor intensidad del tráfico marítimo y por tanto como conse­ cuencia la corta vida de la arqueología subacuática en estas latitudes.

2.1. Características físicas 1. El golfo de Bizkaia presenta un fondo con una disimetría clara, teniendo una plataforma continental amplia junto a la costa francesa, las conocidas plataformas armoricana y aquitana, y una estrecha franja en la costa peninsular donde se halla la plataforma continental vasca. En ella se alcanzan a escasas millas de la costa los 200 m. de profundidad, a partir de los cuales el relieve cae en picado constituyendo un talud que llega hasta los 3000 m. en la fosa de Cap Bretón. La existencia de esta reducida plataforma continental acarrea negativas repercusiones para la actividad pesquera, que se nutre principalmente de las especies que tienen su habitat en ella. Este mismo motivo incide negativamente en la localización de pecios que puedan hallarse ale­ jados de la costa y por tanto a grandes profundidades fuera del alcance de los medios técnicos habitualmente empleados en la actividad subacuática. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la mayoría de los naufragios, tanto por causas natu­ rales como humanas, se producen junto a la costa, a la entrada de las rías, en tas barras, al ser gol­ peados por las olas contra tos acantilados, abiertos por los bajos, etc., o en las contiendas bélicas que se desarrollan preferentemente en estuarios y bahías y sólo excepcionalmente en alta mar. Además la navegación de cabotaje se inició mucho antes y fue más intensa que la de ultramar, por lo tanto hay un porcentaje mayor de posibilidades de hallazgos costeros frente a los producidos mar adentro. 2. La fuerza e intensidad de las mareas principalmente en los periodos equinocciales coincidiendo con las mareas vivas ^ que caracterizan al Cantábrico apenas se manifestan en el area mediterránea. Las corrientes costeras superficiales, así como tos fuertes vientos del NO que con frecuencia azotan esta costa, y la acción de las galernas, hacen que tanto los restos de naufragios, como las viejas estructuras portuarias se erosionen rápidamente, alterándose y fragmentándose, pudiendo en ocasiones, ser desplazados merced a las corrientes costeras y depositados a varias millas de su lugar de procedencia. Tras el paso de los temporales, en las situaciones de calma que les siguen se dan las circuns­ tancias más idóneas para efectuar prospecciones con resultados positivos. 3. Los fondos costeros no son estables estando sometidos a grandes movimientos de arena según los periodos, que cubren y descubren extensas zonas, formando dunas submarinas, que difi­ cultan la situación de los hallazgos. Aunque se tomen las debidas referencias al localizar un resto, éste al cabo de unos meses, puede hallarse bajo una gruesa capa de arena que obstaculiza su investigación y hace más costoso y largo el trabajo arqueológico. Si los materiales arqueológicos están al descubierto se hallan concrecionados, ya que son utili­ zados como elementos de fijación de pequeños animales marinos como caracolillos, lapas, balanos, etc., así como pueden ser cubiertos por algas, gorgonias, etc., que unidas a ¡a arena llegan a formar un grueso caparazón que impide en ocasiones el reconocimiento de los objetos. En zonas más alejadas de la costa y por tanto más profundas, donde el fondo es más estable y no sufre grandes alteraciones, los posibles pecios se pueden conservar perfectamente, tanto que en ocasiones sorprende la calidad y buen estado de conservación de piezas que han pasado casi dos mil años en el mar 3. 4. La turbulencia y escasa visibilidad de las aguas, principalmente en las proximidades de la costa, debida a partículas de origen terrestre arrastradas por los ríos o desprendidas de los acanti-

2. Según IBAÑEZ, M.: «Oceanografía del golfo de Vizcaya (en especial referida a la costa vasca)". Cuadernos de Msfona Geografía, fusÁro //ras/runfza, 5, 1985, p. 195, la amplitud máxima es de 4,4 m. en las mareas vivas equinocciales y la mínima de 2,2 m. 3. Como ejemplo de la buena conservación de los materiales puede mencionarse los apliques de bronce así como la cerámica de paredes finas y la térra sigillata recuperadas del fondeadero de Asturiaga, aunque la profundidad media donde se hallaron no supere los 20 m.

lados así como a los microorganismos que viven en estas aguas, es más manifiesta en verano, alcanzando mayor diafanidad en otoño y primavera. Esta característica dificulta las labores de limpieza de los materiales excavados, que se vuelven a enarenar, impidiendo el correcto etiquetado, el registro de datos así como la toma de fotografí­ as dada la escasa nitidez y abundancia de partículas en suspensión. La arena puede penetrar en los equipos de trabajo como regulares, cámaras fotográficas, obturándolos, produciendo numerosas averías y costosas reparaciones dada la sensibilidad de estos instrumentos. Las frecuentes mareas de fondo y la variabilidad de las condiciones marinas incide negativamente a la hora de la planificación de las labores arqueológicas así como en la realización de largas campa­ ñas. 5. La existencia de la cadena costera litoral, aunque con alturas inferiores a los 800 m .", se pre­ senta como una barrera continua que cae en picado hacia el mar haciendo el Interior inaccesible, salvo por las aberturas practicadas por las rías que la atraviesan perpendicularmente. Esta muralla costera ha sido excavada transversalmente en sus puntos débiles por cortos y abrup­ tos ríos que se abren paso hacia el mar formando las únicas vías de comunicación con el exterior. En las rías formadas en sus desembocaduras se van a instalar los enclaves portuarios, muy localiza­ dos y concretos a diferencia de las múltiples calas, bahías, fondeaderos y puertos que se suceden continuamente en la Costa Brava catalana o de las grandes playas abiertas en el litoral levantino.

2.2. Localización de los enclaves portuarios y estructura costera Geológica y estructuralmente se pueden diferenciar cinco tramos de. costa s que presentan características específicas: 1. El primero se extiende desde la desembocadura del Atturri (Adour) hasta Miarritze (Biarritz), éste es el único tramo de la costa vasca que no se cierra con la cadena costera, formando una costa totalmente diferente al resto, rectilínea y baja, constituida por largas playas con dunas, que confi­ guran una zona de mar abierto, difícil para la navegación y sin accesos hacia el Interior, con la excep­ ción del Atturri. En la confluencia entre éste y la Nive se instala el Importante puerto de Baiona. 2. El segundo tramo llega desde Biarritz hasta el Cabo de Hlger, en éste se inician los acantilados rocosos donde afloran los materiales del final de la Era Secundarla y del principio de la Terciaria, domi­ nados por pequeñas alturas modeladas en el Cuaternario. Se caracteriza por una gran variedad litológica que sufre la erosión diferencial generando pequeños islotes y salientes como los de Miarritze, donde existe un pequeño puerto de pescadores. Prácticamente en el centro de este sector se forma la bahía más importante y resguardada donde se ubican los puertos de Sokoa (Socoa), Ziburu (Ciboure) y el de Donibane Lohitzun (Saint Jean de Luz) junto a la desembocadura de la Nlvelle. 3. El siguiente tramo comienza en la bahía de Hondarribia, la más amplia de esta zona, protegi­ da por el contrafuerte del Cabo de Higer. Desde este promontorio hasta Zumaia el sector costero se eleva considerablemente respecto a la zona anterior, definiendo la Cadena Costera Guipuzcoana constituida por materiales detríticos depositados en medio marino en el inicio de la Era Terciaria, que posteriormente fueron elevados y plegados con la orogenia alpina, generando el denominado «flysch paleoceno de Gipuzkoa», que presenta alternancia de margas, areniscas y limos 6. Esta cadena se inicia con la formación Jaizkibel, muy abrupta, que no permite otro acceso al mar hasta Pasaia, donde el río Oiartzun en su desembocadura ha excavado una angosta brecha dando origen al puerto de Pasala, el más abrigado de este sector. La barrera costera continúa por Ulía hasta llegar a la bahía de Donostia, constituida originaria­ mente con el abrigo de dos islas, Urgull y Santa Clara, en la desembocadura del Urumea, que se ha ido colmatando hasta formar el istmo donde se asienta la población.

4. Los puntos culminantes de este a oeste son los siguientes: San Enrique en Jaizkibel, 548 m.; Ulia, 234 m.; Mendizorrotz, 419 m.; Talay, 360 m.; Amezti, 194 m.; Indamendi, 476 m.; Gárate, 278 m.; Aranza, 269 m.; Andutz, 612 m.; Amo, 618 m.; Navarniz, 723 m.; Sollube, 684 m.; Jata, 392 m.; Urzurri, 271 m. y Umbe, 301 m. Debido a la diversidad de cotas que presentan los distintos mapas se han tomado las gipuzkoanas del Mapa de Guipúzcoa, Diputación Provincial, San Sebastián, 1974 y las bizkainas del Mapa de/ fa/s S/asco, CINSA, Bilbao. 5. En esta división se sigue el interesante artículo de ARESO, P.: «Variaciones del litoral marino: descripción geomorfológica de la costa vasca-, /tsasoa, t. IV (1987), pp. 11-27, t. V (1987), pp. 13-24 y t. VI (1989), pp. 13-18. 6. Para estos aspectos vease CAMPOS, J.: «Estudio geológico del Pirineo Vasco al W del río Bidasoao, Mun/be, 31, 1979, 1-2, pp. 40-41 y VIERA AUSEJO, L.I.: «Geología y litología de la costa vascas, /tsasoa, I, Etor, Donostia-San Sebastián, 1986, pp. 17-40, entre otros.

Tras Igeldo y Mendizorrotz se abre paso e! Oria, que forma una difícil barra, que va a condi­ cionar a lo largo de su historia la actividad del puerto y la navegación a través de su ría. A la altura de Zarautz la barrera montañosa desaparece dando origen a la única zona deprimi­ da de la costa gipuzkoana, ésta se ha colmatado con arenas y aluviones formando una abierta y lineal playa, la más extensa de Gipuzkoa y un reducido puerto artificial. El único enclave portuario que no aprovecha zonas de fractura para su instalación es el de Getaria, ya que se constituye naturalmente al abrigo del monte San Antón, prácticamente en el centro del arco que va desde el cabo de Higer al cabo Ogoño. Es por tanto un puerto refugio por excelencia, situado a equidistancia de las dos zonas marismeñas más amplias e importantes de la costa vasca, la del Bidasoa y la del Urdaibai. 4. El cuarto sector discurre entre Zumaia y el cabo Matxitxako. Se trata de una formación más antigua que la anterior que, originada en la era secundaria, está constituida por un potente flysch cretácico que alterna calizas, margas y areniscas. El mar ha ido desgastando el acantilado, donde los estratos son muy verticales, generando la formación de una rasa mareal de importancia que dificulta el acceso por mar en este tramo de la costa. En la desembocadura del Urola se instala el puerto de Zumaia con problemas similares a los que se producen en Orio, debido la movilidad de su barra. En este tramo el valle más importante es el del Deba, viejo puerto fluvial a la altura de Astigarribia y activo centro comercial en épocas anteriores. Aislado hacia el interior por el monte Amo, se abre sin embargo hacia el mar el puerto de Mutriku que constituye el último abrigo natural de la costa gipuzkoana. El importante puerto pesquero de Ondarroa se instala en la desembocadura del Artibai y en la del río Lea se abre la bahía de Lekeitio, protegida por la isla de San Nicolás. Junto al impresionante cabo Ogoño se halla el refugio natural del puerto de Elantxobe y tras él, en la margen izquierda de la ría de Gernika, se halla el pintoresco puerto de Mundaka frente a la isla de Izaro que cierra el estuario. Bermeo es el puerto más importante y floreciente de este tramo de costa ya que cuenta con un sector comercial y una próspera actividad pesquera. 5. El último segmento de costa se extiende desde el cabo Matxitxako a la punta del Covarón, está formado por relieves de tipo estructural que generan promontorios o ensenadas y bahías. Desde Matxitxako va descendiendo en latitud hasta formar el vértice de la ría de Bilbo en la desem­ bocadura del Ibaizabal, donde se instala el superpuerto de Bilbo que ha servido tradicionalmente de nexo de Castilla con el mar. En este sector se halla el pequeño puerto de Armintza, el histórico puerto de Plentzia en la desembocadura del Butrón y pasada la ría de Bilbo, el de Somorrostro utilizado secularmente como cargadero de mineral.

3. CONDICIONANTES INHERENTES A LA TÉCNICA ARQUEOLÓGICA SUBACUÁTICA Los postulados científicos en los que se basa la arqueología subacuática ? son los mismqs que los de la arqueología terrestre, pero se diferencian poderosamente en cuanto a las técnicas emple­ adas debido lógicamente a la diferencia de medio en el que se desarrollan las actividades. El trabajo subacuático va a requirir una tecnología específica y unos medios en general, más costosos así como más complejos que los empleados en tierra. El trabajo de prospección se efectúa con un equipamiento básico, consistente principalmente en el equipo de inmersión, botellas de aire comprimido e instrumentos como profundímetro, manómetro y brújula, éstos cada vez son más sofisticados, pasando de los convencionales a los electrónicos de lectura digital. En las revisiones de amplias zonas es aconsejable el uso de cámaras fotográficas así como la utilización de sonares, planeadores y torpedos de autopropulsión que faci­ litan el rastreo de grandes extensiones.

7. Sobre la técnica arqueológica véanse entre otros CNIAS: í.a arqueo/og/a subacuática en fspaña. Ministerio de Cultura, Madrid, 1988; BLOT, J.: árc/iéo/og/e sous-manne, Arthaud, París, 1988 y GREEN, J.: Mar/f/me arc/iaeo/ogy. fechn/ca/ bandbooÁr, Academic Press, London, 1990.

En las excavaciones este material alcanza una mayor complejidad no sólo en equipo técnico sino también humano. En cuanto al primero se puede resumir esencialmente en la utilización de una embarcación que se fondea junto al yacimiento, equipada con un compresor encargado de suministrar aire a través de equipos de respiración semiautónoma o «narguilé» a los buceadores. En las labores de apoyo se recurre a los equipos de buceo autónomos con botella, que facilitan las labores de revisión. Para el levantamiento de los materiales se utilizan preferentemente globos ascenslonales y en ocasiones, grúas, trácteles, etc. Es de gran utilidad, casi imprescindible cuando se trata de una excavación, el uso de una manga de succión por agua que accionada mediante una motobomba ayuda al proceso de limpieza del fondo marino. Conviene Instalar en su extremo una criba que permita salvar los pequeños framentos que hayan podido ser arrastrados por la fuerza del agua. Este equipamiento puede completarse con diversos aparatos como planeadores, magnetómetro de protones, detectores de metales, sonares de barrido lateral, torpedos de autopropulslón, G.P.S., vídeos subacuáticos, etc., que encarecen los ya de por sí limitados presupuestos de exca­ vación y que no siempre están al alcance de los arqueólogos s. Al alto coste de estos equipos hay que unir la complejidad de su uso, requiriendo personal espe­ cializado o entrenamiento previo. Por otra parte, hay que comentar la escasa tradición del buceo en esta costa, muy lejos de ¡a fecunda actividad que se produce en otras zonas, como el litoral mediterráneo y sobre todo si lo comparamos con lugares «meca» del buceo deportivo, como las Islas Medas (Girona), aunque en los últimos años han proliferado los clubs de buceos así como los cursillos de preparación para obtener las diversas titulaciones requeridas para la práctica de esta actividad. En lo que se refiere a la preparación del personal técnico, se echan de menos cursillos, tanto teóricos como prácticos, sobre el trabajo arqueológico submarino, a modo de los que se han efec­ tuado en el CNIAS o en los Cursos de Verano de la Universidad de Oviedo. Otro hand/'cap que se presenta es la falta de infraestructura para la actividad subacuática, exis­ ten pocas embarcaciones equipadas con el material necesario para una actuación arqueológica, siendo propiedad en la mayoría de los casos, de los contados buzos profesionales que trabajan en estos puertos. Igualmente son Insuficientes los compresores disponibles para efectuar la carga de aire en las botellas, sólo algunos clubs de buceo los poseen, así como la Cruz Roja, contados par­ ticulares y algunos clubs náuticos. Un problema de gran calibre es la ausencia en la zona de cámara de descompresión, teniendo que recurrir en caso de accidente a las existentes en la Península, muy alejadas de estos puertos, como son la que posee el ejército en Zaragoza o la del Hospital de Valdecillas de Santander. Recientemente se ha instalado una cámara hiperbárlca en la Escuela de Náutica de Pasala, pero desgraciadamente no está en funcionamiento.

4. PROBLEMÁTICA DE LA CONSERVACIÓN DE LOS MATERIALES ARQUEOLÓGICOS SUBACUÁTICOS Los materiales procedentes de un medio marino han estado sometidos a unas condiciones medioambientales diferentes a las terrestres, hallándose saturados de agua y por tanto de las sales que ésta contiene. Una vez extraídos han de recibir Inmediatamente un tratamiento específico de preconservación según la materia de la que estén compuestos. Salvo el material lítico y el plomo que se conservan en seco tras su limpieza en agua dulce, los demás han de permaner inmersos en diversas soluciones que facilitan el desprendimiento de los cloruros. Según los autores, como Pearson y Hamilton^ estos pueden variar sensiblemente, pero colndlcen en la necesidad del man­ tenimiento en baños hasta su completa desalación.

8. En este sentido, refiriéndose a tas técnicas más avanzadas en e! mundo de la navegación y exploración marina, MARTINBUENO, M.: ta nave de CavoAy/aárqueo/og/a subacuaf/caen Cerdeña, Universidad de Zaragoza, 1993, p. 51, dice: «Venimos cono­ ciendo hasta la saciedad en el corto periodo de su aplicación a la arqueología, casos en los que ese empleo da ralos(sic) resultados, en ningún modo decisivos, con costos que a menudo no pueden ser sufragados con las magnitudes presupuestarias en que se mueve nuestra investigación en patrimonio arqueológico sumergido". 9. PEARSON, C.: Conservaf/on o^manf/me arc/iaeo/og/ca/obyecfs, Butterworths, 1987 y HAMILTON, D.L.: Conservaf/on otmefa/ ob/ects from underwafer/fes.

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