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S’ALBUFERA DE ALCÚDIA (Imágenes extraídas del Google Earth)
1. Pont de ferro 2. Canal d’en Ferragut 3. Canal loco 4. Punta des Vent 5. Sa Ciurana 6. Gran Canal 7. Canal des Sol 8. Pont de sa Roca 9. Lliser Gran 10. Pont de Sta Margalida 11. Canal de s’Ullastrar 12. Camí de ses Puntes 13. Turó de ses Eres 14. Pont dels Anglesos
Plano extraído de la Guía de Paseo editada en 1987 por el Govern Balear
S’ALBUFERA DE ALCÚDIA PUNTOS IMPORTANTES -
S’Albufera ha sido el primer parque natural de las Illes Balears des de el 28 de enero de 1988. Es un lugar privilegiado para la observación ornitológica Define su ecosistema el hecho de ser una zona húmeda con aportes de agua tanto dulce como salada. Actualmente es un centro de investigación, especialmente en lo que se refiere a biodiversidad y taxonomía.
VISITA -
El parque de s’Albufera está abierto todos los días del año No se puede entrar ni transitar en él en ningún tipo de vehículo motorizado Se admite el paseo en bicicleta por algunos caminos determinados Hay observatorios adaptados para la gente con algún tipo de limitación motora En sa Roca se encuentra el centro de recepción e interpretación del parque
RECOMENDACIONES -
Llevar calzado cómodo para paseos por el campo. Es muy recomendable llevar prismáticos En verano, son imprescindibles la gorra y las gafas de sol. En invierno, la ropa de abrigo y alguna prenda impermeable. Hay que ser extremadamente respetuoso con el medio ambiente para contribuir a su conservación. Se deben seguir en todo momento las instrucciones del personal de parque y mantenerse siempre en los senderos marcados por los itinerarios. Debe evitarse, especialmente, cualquier clase de ruidos, chillidos o barullos que pudieran molestar a la fauna. En ciertas temporadas, sobre todo al atardecer de los días calmos, los mosquitos pueden molestar por lo que una crema o colonia repelente puede resultar muy útil.
S’ALBUFERA DE ALCÚDIA (Textos: de la Guía de paseo y de Biel Perelló y Aina Llauger, Fotos: Josep Lluís Pol)
El Parque Natural de s’Albufera de Mallorca está situado en los términos municipales de Muro y sa Pobla. Tiene una extensión de 1.688 hectáreas, casi el 80% de propiedad pública. El resto son fincas de la periferia del Parque. El Parque Natural de s’Albufera de Mallorca es agua, vida y cultura, un conjunto de valores que deben preservarse. Pero también es mucho más que esto. Las zonas húmedas son fundamentales para la conservación de la biodiversidad de todo el planeta. Y en nuestras islas, el Parque Natural es una pieza clave para adelantar hacia la sostenibilidad. S’Albufera, la Al-buhayra de los árabes, la laguna, un oasis húmedo en una isla mediterránea dónde el agua es escasa. Aquí abunda y hace posible la diversidad de la vida y de los paisajes. Las lluvias caídas en la sierra de Tramuntana llegan a s’Albufera por diferentes caminos: los manantiales, por donde afloran las aguas subterráneas y los torrentes de Muro y de St. Miquel, por donde corren las aguas superficiales. Cuando las lluvias son muy intensas revientan las Fuentes Artesianas y el agua brota también hacia s’Albufera. La barra de bajura impide la salida directa a la mar del agua dulce, que queda retenida formando amplias zonas inundadas. En algunos puntos, como s’Oberta, el agua encuentra una salida. También se producen filtraciones en sentido inverso, y el agua salada del mar entra en s’Albufera. Esta combinación de agua dulce y salubre es la que configura los diversos ambientes de la zona húmeda, en función de la salinidad, la profundidad y el tipo de terreno. Allá dónde predomina el agua dulce hay grandes extensiones de cañota (Sorghum sp.), enea (Typha sp.) y juncos; las alacraneras (Salicornia sp.) son propias de las aguas salubres. En los márgenes de los canales encontramos un ecosistema peculiar, el bosque de ribera. En la barra arenosa que separa s’Albufera del mar está presente la vegetación dunar. En cada uno de estos ambientes hay una flora y una fauna propia, que conforman el conjunto de mayor biodiversidad de las islas Balears, es decir, s’Albufera es el lugar con una mayor concentración de especies diferentes, gracias precisamente a la presencia del agua. Hay ranas, serpientes, tortugas de agua, 26 especies de pescados, 8 de murciélagos, una enorme diversidad de insectos como libélulas, mariposas, arañas y hasta 300 especies conocidas sólo de mariposas nocturnas... Destacan a bulto de todo, las 268 especies de pájaros presentes en s’Albufera: más
de sesenta crían, otras descansan en su largo viaje migratorio, y otras permanecen durante todo el invierno. Pero s’Albufera no es sólo territorio de animales y plantas; también tiene una larga historia de convivencia con los humanos, una historia que combina las relaciones armoniosas con las actuaciones más transformadoras. Los pueblos vecinos obtenían de s’Albufera alimentos, mediante la caza y la pesca; sal; pastos para el rebaño; arroz; cañas, cañizo y enea para elaborar una gran variedad de productos. Estas actividades, compatibles con la vida salvaje en s’Albufera, se han codeado con otras más impactantes, que redujeron la extensión de la zona húmeda en mitad de la superficie original. En el siglo XIX se hizo un proyecto de desecación, justificado por razones sanitarias y agrícolas, que supuso un cambio profundo en el paisaje: los caminos, canales, puentes... presentes todavía hoy en día, son fruto de esta actuación. Las obras de la central térmica del Murterar, afectaron también la zona húmeda. Pero las transformaciones más importantes llegaron con los proyectos urbanísticos y turísticos; a partir de los años 60, hoteles, apartamentos, casas, calles y carreteras... ocuparon este lugar, especialmente la barra de bajura y el extremo norte. Para parar la urbanización de s’Albufera, multitud de científicos, entidades conservacionistas de por todas partes de Europa y el GOB (Grup Balear d’Ornitologia i defensa de la Naturalesa) pidieron su protección. Finalmente, durante los años 80, se realizaron una serie de estudios ecológicos y jurídicos que culminarían día 28 de enero de 1988 con la declaración del Parc Natural de s’Albufera, el primer parque natural de las Illes Balears. También los organismos internacionales han reconocido la importancia ecológica de esta zona húmeda con varias declaraciones (entre ellos, el convenio de RAMSAR). Una vez protegida, empieza una nueva historia: la historia de la conservación y la recuperación de s’Albufera.
La geología La consolidación de Mallorca como tierra emergida es relativamente reciente en términos geológicos. Data de unos 18 millones de años, en plena era Terciaria. Desde entonces, el nivel del mar ha sufrido variaciones importantes y s’Albufera hubiera desaparecido ya si no fuese porque durante el Mioceno y el Pleistoceno el llano adyacente de sa Pobla-Inca se fue hundiendo por el peso de sedimentos depositados ahí cuando era un conjunto de lagunas salobres.
Durante el Cuaternario, en el último millón de años, se producen las glaciaciones que provocan fuertes variaciones del nivel del mar y muchas zonas de Mallorca, al igual que s’Albufera, se ven inundadas y desecadas sucesivamente. Parece que fue en el periodo glacial del Riss cuando se formó el cordón litoral arenoso como primera evidencia moderna de la formación de s’Albufera, hará unos 100.000 años. Los sedimentos de s’Albufera han permitido a los geólogos constatar que existían épocas en las que predominaba el agua muy salada, debido a fuertes penetraciones del mar, mientras que en otros períodos el agua era más dulce o incluso completamente dulce. De esos momentos son los sedimentos de turbas. El clima y el agua S’Albufera de Alcudia se halla al noreste de una isla mediterránea. Al ser una zona llana y costera, se halla expuesta a todo tipo de viento, excepto del norte, del que se halla un poco resguardada por las montañas de la sierra de Tramontana. Dentro de ese clima temperado mediterráneo, s’Albufera goza de un microclima algo más suave que el resto, con una media de 16º C y, evidentemente, más húmedo. Sus niveles de precipitación directa son más bien pobres, situándose entorno de los 500-600mm anuales. El aporte de agua de s’Albufera tiene un origen triple. Por una parte, recibe el agua de escorrentía de los torrentes de Muro i de Sant Miquel de Campanet. Este último, tiene la peculiaridad de ser alimentado en épocas de fuertes lluvias por unas importantes fuentes vauclusianas denominadas ses fonts ufanes que brotan del suelo de un encinar en la sierra de forma casi mágica. Esta agua suponen un total de aproximadamente 20-24 hm3 anuales. El otro aporte de agua dulce proviene de la capa freática, sobre todo en su parte meridional, que a través de una serie de fuentes vierten a la marisma unos 25-30 hm3 anuales. Evidentemente, el aporte de agua salada viene del mar y se produce a través de las crecidas de éste. En la actualidad, la obra de ingeniería realizada en la segunda mitad del s. XIX y que pretendía su desecación a través de canales y segmentaciones del terreno, es utilizada para regular el nivel de agua de manera que cuando hay un aporte excesivo de agua dulce ésta se evacua directamente al mar mientras que en épocas de sequía se evita la salida excesiva del agua hacia el mar.
La historia Desde que las personas habitan Mallorca, se tienen referencias de la presencia de s’Albufera. En efecto, en algunos poblados prehistóricos cercanos, se han encontrado huesos de aves de marisma como garzas, grullas, fochas, cigüeñas, etc. Ya en el siglo I Plinio el Viejo nos dejó constancia de la existencia en las islas de especies como la grulla, los cormoranes y el calamón común (Porphyrio porphyrio), reintroducido recientemente. Parece ser que en esta época romana, s’Albufera debía ser un puerto navegable y que tenía una estrecha relación con la conocida ciudad romana de Pollentia, muy próxima en la ciudad de Alcudia. En tiempo de la dominación árabe, s’Albufera debía ser un lugar especialmente importante por la relación de esta cultura con toda la ciencia hidráulica. En este sentido, se debe recordar que tanto el término “albufera” (pequeño mar) como “marjal” (marisma o terreno pantanoso) provienen del árabe. Al-Idrisi, en un breve comentario sobre la Mallorca anterior a la conquista catalana, hace referencia a S’Albufera como uno de los elementos que proporcionaron riqueza a la isla. Con la conquista catalana s’Albufera fue repartida entre el Rey, el Conde de Ampurias, el Obispo de Girona y los Templarios. En un espacio rural esta circunstancia sólo se repetirá, años a venir, en las Salinas de Eivissa, lo cual es indicio del gran interés y rentabilidad del lugar. Las crónicas nos hablan fundamentalmente del arrendamiento de la explotación pesquera y de la acción administrativa contra el furtivismo. Durante el siglo XVII la marjal cultivada ya ocupaba todo el espacio privado, profusamente parcelado, y sólo conservaba sus características iniciales una gran porción central del término de sa Pobla, de unas mil quarterades entre las lagunas y los torrentes de Sant Miquel y de Muro, de propiedad real y de uso comunal que, como el resto de la Albufera, se mantuvo poco alterado hasta el s. XIX. En el XIX, por motivos sanitarios (las fiebres eran frecuentes a la comarca), empiezan los ambiciosos proyectos de desecación de s’Albufera. Una real orden de 1851 manda estas obras y establece las condiciones. El primer proyecto fue redactado por el ingeniero Antonio López, a 1853, y se ejecutó soles en parte, con la excavación de los canales de’n Ferragut, de s’Ullastrar, de’n Molines y de’n Conrado. Diez años más tarde queda abierto el Gran Canal, que permitió la salida directa al mar de las grandes avenidas de los torrentes de Muro y S. Miquel, atravesando s’Albufera, pero sin derramar las aguas internas. (Fotografia en b/n del archivo Andreu Muntaner)
A finales del año 1863, tras varias iniciativas, proyectos y expedientes, se hace una nueva concesión, a una compañía inglesa, la "New Majorca Land Co.", fundada por J. F. Bateman y W. Hope. Los proyectos ingleses suponen el alargamiento mar adentro de los malecones del Gran Canal por evitar obstrucciones, la apertura de dos importantes canales laterales (el des Sol y Sa Siurana), y la efectiva desecación de la zona inundada con bombas hidráulicas movidas por máquinas de vapor. Un auténtico ejército de 1500 hombres procedentes de toda Mallorca y de fuera, trabaja en las órdenes de los ingenieros ingleses, transformando radicalmente el prado. Siguiendo este plan, el año 1871 se habían conseguido desecar 2.146 Ha. pero solamente 400 fueron, finalmente, útiles para el cultivo, por la salinización o nuevas surgencias de agua en el resto. La mayoría serían abandonadas y volvieron a su estado natural. A finales del siglo XIX los ingleses, arruinados, venden la finca a Joaquim Gual de Torrella, que inicia la explotación arrocera con una compañía, "Agrícola-Industrial Balear" donde tenían parte expertos valencianos. La baja de los precios del arroz y una catastrófica inundación el año 1906 que destruyó la cosecha, provocaron el abandono de la explotación industrial, y el cultivo arrocero fue alquilado a pequeños arrendatarios, que mantuvieron esta actividad de manera tradicional hasta los años 60 del siglo XX. Hoy, sólo en muy pocas velas marginales se mantiene esta actividad agrícola, con métodos arcaicos, compensados por la escasa oferta, una calidad cierta y mitificada, que permite unos precios de venta inéditos, casi absurdos! Como ya dijimos en la introducción, el 28 de enero de 1988 con la declaración del Parc Natural de s’Albufera, se consiguió el primer parque natural de las Illes Balears. Las dunas y la playa La barra litoral de s’Albufera es arenosa, y está formada por una playa muy ancha y una serie de dunas. La arena es, en principio, un sustrato móvil, muy árido (el agua se infiltra rápidamente), en general pobre en nutrientes para las plantas y muy salinizado por su proximidad con el mar. La primera planta que encontramos en la playa es la que en Mallorca se conoce como alga, erróneamente, puesto que es una planta fanerógama, la Posidonia oceánica. Es una especie que forma praderas submarinas y sus hojas se acumulan sobre la playa cuando mueren. Muy fibrosa, sus restos forman unas bolas de color marrón, intrigantes y divertidas para los niños.
Posidonia oceanica
Eryngium maritimum
Pancratium maritimum
Sobre la playa propiamente dicha no crece demasiada cosa: llegan las oleadas y la vida vegetal resulta imposible. Más atrás, a algunos metros de la ribera se hace el borró, de hojas muy largas y amarillentas, con otras gramíneas como el Agropyrum junceum y el Sporobolus arenarius. Entre ellas tenemos un césped discreto, de tallos agachados y hojitas compuestas que a comienzos de la primavera da una floración amarilla espectacular: la forman dos especies, Medicago marina y Lotus creticus. La flor más bella de la playa es estival: los Lirios de playa (Pancratium maritimum) son espectaculares, blancos, olorosos, grandes... Pero la planta más conocida por los bañistas (sobre todo si van descalzos) es el Cardo marino (Eryngium maritimum), una umbelífera de tamaño discreto y púas poderosas; las hojas inmediatas de una flora se vuelven azules, y muchos insectos las visitan. También se hace por aquí el Rábano de mar y una casta de violeta, la Matthiola sinuata, de flores púrpuras bastante grandes.
Estas son las plantas que resisten bien los embates marinos, sobre la primera cresta de dunas. Más adentro ya se hacen plantas leñosas, que retienen la arena con sus raíces, muy extendidas para captar el agua que necesitan. Esta red subterránea es bien visible donde la erosión o la mano del hombre han echado a perder la duna. Una vegetación muy importante ésta puesto que evita que los cerros de arena, las dunas, se desplacen con el viento. La planta local más importante es el Enebro de fruto grande, que no se encuentra en cabeza en otra localidad balear. Detrás de la primera
Barlia robertiana
Pistacia lentiscus
Smilax aspera
faja de enebros encontramos el pinar, con pinos (Pinus halepensis) inclinados por el viento, el lentisco (Pistacea lentiscus), el romero (Rosmarinus officinalis) el aroma mediterráneo por antonomasia, el brezo (Erica multiflora) de espectacular floración otoñal con sus racimos de campanillas rosadas, el labiérnago blanco (Phyllirea angustifolia), las esparragueras (Asparagus sp),... No faltan, entre los arbustos, las lianas: las masas de zarzaparrilla (Smilax aspera) son espectaculares y presentan una formación impenetrable inédita en Mallorca. También tenemos la madreselva (Lonicera implexa) y la discreta rubia brava (Rubia peregrina), de hojas muy ásperas y las raíces de la cual se utilizaban antiguamente para teñir algodón de rojo. De ahí su nombre en catalán: rotgeta. Estas dunas son también notables por un endemismo gimnésico (es decir exclusivo de Mallorca y Menorca) denominado peu de milà (Thymelaea hirsuta), cuya tradcción sería pie de milano. La vegetación de la marisma Detrás las dunas, sobre un sustrato arcilloso o de limos, inundado de manera temporal o permanente, encontraremos las plantas propias de la zona húmeda. Las zonas más próximas al mar, en principio, son más saladas y permite que se hagan las plantas que se denominan halófilas (textualmente, amigas de la sal). La más importante es el Limonium sp., de hojas articuladas, muy carnosas y, a veces, de un vistoso color rojo. Lo acompaña Obiones portulacoides, de hojas oblongas, grisáceas. En los lugares inundados de manera más prolongada y dónde la salinidad no resulta tan extrema, tenemos los juncos de diferentes especies, siempre de tallos lineales y puntiagudos. Las hojas del junco casi no se ven: son sólo unas pequeñas láminas en la base, que tienen una función curiosa y vital: acumulan las sales que, inevitablemente, absorbe la planta al crecer y desprendiéndose después de ellas. En los cerros (dunas antiguas, restos de una *restinga anterior) se encuentra una vegetación peculiar: fajas sucesivas de Junco negro, Plantago sp. y pinares más o menos bien formados. Aquí también se espectacular la floración de Orquídeas, como la Ophrys vernixia y otras especies. Durante algunas semanas, centenares y centenares de estos requiebros tapizan de belleza estas dunas. Bien cerca, en terrenos inundados, se puede disfrutar de la orquídea más grande y espectacular: la rarísima Orquídea de Prat (Orchis robusta) que tiene en s’Albufera una de las dos únicas poblaciones europeas. No estará de más decir que las orquídeas, y otras plantas raras, están protegidas, y es ilegal, además de inmoral, descuajarlas o cortarlas.
Ophrys vernixia
Orchis robusta
Serapias lingua
Las zonas inundadas de manera permanente por las aguas dulces están ocupadas por una densa demasiada de Cañizo (Phragmites australis) y de Pesquera, planta de hojas en cinta muy tajantes. Estas dos plantas dominan absolutamente el paisaje de s’Albufera, y cubren centenares de has. Son la base del ecosistema más extenso, e incluso resultan excesivamente abundantes por favorecer la diversidad y cantidad de la fauna, de forma que resulta necesario gestionar el inmenso espacio que ocupan muy a menudo, especialmente a los bordes de los caminos. Estas plantas llevan asociada una campanilla grande, blanca y de hojas sagitadas (Calystegia sepium).
Canal con el típico paisaje de cañizo (Phragmites australis)
En las aguas más dulces y encalmadas, la superficie queda cubierta por una densa sopa de lentejas de agua (Lemna sp). En los bordes de los canales, la enea (Typha sp.) todavía es recolectada para usos artesanales. Sobre los terraplenes y a los bordes de los caminos que atraviesan s’Albufera fueron sembrados Olmos y Piojos blancos, que forman unos bosquecillos caducifolios de ribera, de tipo galería, muy curiosos. Con ellos crecen el Cerezo de pastor (Crataegus monogyna), la zarza (Rubus ulmifolius), de fruto delicioso tanto para el paseante como por los pájaros, la vinca (Vinca difformis), de flores lilas, como molinillos, o el Pie de Cristo (Potentilla reptans), de hojas
palmadas y flores amarillas. Aquí y allá, donde los incendios los han dejado sobrevivir, crecen algunos tamarindos (Tamarix sp.).
Lemna minor
Calystegia sepium
Ulmus minor
La fauna de s’Albufera Sin duda alguna, el mayor atractivo de s’Albufera lo constituye su riqueza ornitológica. Miles de visitantes extranjeros, especialmente ingleses, llegan a Mallorca pertrechados con sus trajes de camuflaje y sus potentes prismáticos y cámaras fotográficas para pasar unos días provechosos en el parque. Es muy difícil describir, porque debe vivirse, el vuelo poderoso de las anátidas, el grito de la cigüeñuela o el planeo pirata del aguilucho lagunero, el rayo azul del martín pescador, o la explosión de colores del abejaruco. Imposible. Se han contabilizado una treintena de aves sedentarias, que pasan todo el año, y que nidifican la mayoría en s’Albufera. Son abundantes y fáciles de ver a simple vista el ánade real (Anas platyrhynchos), las fochas (Fulica atra) y las pollas de agua (Gallinula chloropus).
Himantopus himantopus
Fulica atra
Fulica cristata
En verano, procedentes del sur y llegados con las migraciones primaverales, encontramos con facilidad el avetorillo común, una de las aves más grandes de s’Albufera. Tenemos también la cigüeñuela de patas rojas (Himantopus himantopus), los vencejos, los aviones, golondrinas y el muy celebrado halcón de Eleonor. En cuanto a las aves de invierno que llegan con las migraciones otoñales para escapar del frío nórdico, tenemos que citar al petirrojo (Erithacus rubecula) que auque sea una ave que está presente en toda la isla es destacable por su pecho carmesí. De gran tamaño, podemos destacar los cormoranes grandes (Phalacrocorax Carbo), las elegantes garzas reales, los patos cuchara, el avefría, etc. No resulta fácil, en cambio, ver mamíferos en estado salvaje. De madrugada o al anochecer, se pueden sorprender algunos conejos transitando por los malecones. También abundan las ratas y ratones de diversas especies. Este hecho explica a su vez la presencia de la comadreja. Algunas especies de murciélagos buscan su alimento estival en s’Albufera y, desgraciadamente, el gato asilvestrado también es frecuente a pesar de los controles que impone el parque.
En cuanto a los anfibios y reptiles se puede decir que, aunque es un número reducido, se trata de un grupo zoológico que merece especial atención. El reptil más vistoso es el galápago europeo. Es fácil verlos tomando el sol sobre la hierba de los márgenes o nadando en los canales, auque en invierno permanece en estado de letargo. La culebra viperina puede cruzar en cualquier momento el camino y en las paredes de cualquier edificio, especialmente por la noche e ir a la luz de algún farol. También es fácil ver la salamanquesa común. Desgraciadamente, la introducción insensata de ejemplares de tortuga de Florida puede llegar a ser preocupante. Por lo que a peces se refiere, la ictiofauna de s’Albufera cuenta con una veintena de especies conocidas, tres de las cuales (la gambusia, el espinoso y el gobio) tienen su ciclo biológico completo en este lugar. Pero el pez más importante de s’Albufera es la anguila. Esta original especie, que entra en las marisma en forma de angula, casi como una larva, tiene un ciclo muy largo, con cambios espectaculares. En su octavo o décimo invierno se lanza al mar para ir a criar al centro del Atlántico. Desgraciadamente, la introducción artificial de la carpa ha llegado a convertirse en un verdadero quebradero de cabeza para los gestores del parque que han de velar para que no se rompa el frágil equilibrio natural.
DOCUMENTACIÓN Bibliografía básica - BIEL PERELLÓ et altri (2005): Parc Natural de s’Albufera de Mallorca. Guia de passeig. Conselleria de Medi Ambient del Govern Balear, Palma. (DL: 2788-2005, 104 páginas, Idiomas: catalán, castellano, inglés). - JOAN MAYOL et altri (1987): S’Albufera. Guia de passeig. Edita Conselleria de Turisme, realiza Conselleria d’Agricultura i Pesca, Gràfiques Miramar, Palma. (DL: 516/1987, 78 páginas, Idiomas: catalán, castellano, inglés) Guia precedente de la anterior, ahora descatalogada. - MIQUEL RAYÓ i SEBASTIÀ TORRENS (2001): Les aus de s’Albufera: la nostàlgia del fang. di7 Edicions, Binissalem. (ISBN: 84-89754-80-2, 84 páginas, Idioma: catalán) - TONI MUÑOZ et altri (1997): Atles dels aucells nidificants de Mallorca i Cabrera. GOB Grup Balear d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa, Palma. (ISBN: 84-921579-5-X, 328 páginas, Idioma: catalán) - ROGER PETERSON et altri (1991): Guia dels ocells dels Països Catalans i d’Europa. Ediciones Omega, Barcelona. (ISBN : 84-282-0765-8, 370 páginas, Idiomas : catalán, castellano, inglés) - RAMON CORONADO et altri (1973) : Guía de las anátidas en España. Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza, Madrid. (ISBN: 84-7479-222-3, 260 páginas, Idioma: castellano)
DVDs. - BIEL PERELLÓ et altri (2003): S’Albufera de Mallorca, gestió per a la conservació. Conselleria de Medi Ambient del Govern de les Illes Balears, Palma. (DL: PM-26-16-2005, Producción: miraprim, Durada: 23 min) Webs - Página no oficial creada por Biel Perelló http://www.mallorcaweb.net/salbufera/