S E R V I C I O J E S U I TA A R E F U G I A D O S
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Vida en el
DESIERTO A F G A N I S T Á N
Venezuela: Imágenes que curan Chad: Educación a África Oriental: Refugio en la ciudad Asia pesar de todo Pacífico: Mapeo del desplazamiento Europa: Conseguir asilo acompanar | servir | defender
SER V ICIO
FOTO D E P O R TA D A
R EFU GI A D OS
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N
O
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Editorial
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Afganistán Vida en el desierto La historia de Jumagul
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Venezuela Imágenes que curan
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Chad Educación a pesar de todo Curando heridas de guerra
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África Oriental Refugio en la ciudad
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acompañar
servir
(Peter Balleis SJ/JRS) Esta foto fue tomada en el asentamiento para retornados de Sohadat, en los alrededores de Herat, Afganistán.
D IR ECTO R
Peter Balleis SJ E D I TO R A
Danielle Vella
A
en esta edición
Servir es una publicación gratuita del Servicio Jesuita a Refugiados ( JRS - Jesuit Refugee Service) de la que se editan tres números al año en inglés, español, francés e italiano. S EPT IEM B R E 2 0 0 9
J E S U I TA
defender
D I S EÑ A D O R
Malcolm Bonello
Asia Pacífico Islas en peligro
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Europa El JRS es una organización católica internacional creada en 1980 por Pedro Arrupe SJ. Su misión es acompañar, servir y defender la causa de las personas desplazadas por la fuerza.
[email protected] www.jrs.net
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Una voz profunda resuena
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reflexión
Jesuit Refugee Service Borgo S. Spirito 4, 00193 Roma, Italia TEL: +39 06 6897 7386 FAX: +39 06 6897 7380
Buscando asilo en la UE
Participa en el JRS (contraportada) acrónimos Estos son los utilizados en este número ACNUR Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados ONG Organización No Gubernamental ONU Organización de las Naciones Unidas UE Unión Europea
editorial
la calidad del servicio Queridos amigos,
E
n mi reciente visita al campamento para desplazados de Goz Beida, al este del Chad, los niños nos recibieron gritando “¡Elise, Elise!”. Todos la conocen. Durante los dos últimos años, coordinó las escuelas de primaria del JRS en el área y formó a sus maestros. Al día siguiente, reunidos con los maestros, nos preguntaron si Elise continuaría allí. Este es el mejor testimonio de la calidad del servicio y de la atención que ha dado Elise como voluntaria. Las condiciones de trabajo no son fáciles: meses y meses a más de a 40° C, inseguridad por las acciones rebeldes, problemas logísticos. En estas condiciones, Elise y los demás han sido pioneros del trabajo del JRS en el Chad desde 2006. El P. Joaquín, jesuita que ya sirvió a los refugiados en la región de los Grandes Lagos, impartió la formación de cientos de maestros en Guéréda, también al este del Chad. Otros muchos merecen ser mencionados: por ejemplo, conductores y logistas como Bosco, Leon y Theophil en la República Centroafricana. A pesar de las carreteras intransitables, consiguieron llevar al equipo a remotos lugares. He escogido estos ejemplos para llamar la atención del gran servicio de los trabajadores del JRS, sean refugiados, personal local o internacional, voluntarios, jesuitas o religiosos. La falta de garantías de éxito hace más dura la misión. Ahí sigue la ausencia de voluntad política por alcanzar la paz, el sinsentido de la violencia rebelde y los intereses geopolíticos y económicos ocultos tras conflictos interminables. Otro lugar difícil es Afganistán, que, en 30 años no ha conocido más que guerra, y donde el conflicto se intensifica de nuevo. El JRS comenzó a trabajar allí en 2005. Como ONG internacional, el JRS ofrece la base legal para que los jesuitas de la India enseñen en la Universidad de Kabul y en Bamian, donde llevan un proyecto de riego; otro equipo apoya una escuela técnica en Herat y atiende a los refugiados que regresan desde Irán. El asentamiento para retornados está en el desierto pedregoso y estéril que rodea Herat; sin equipamientos, nadie quería vivir allí. Un transformador eléctrico, financiado por el JRS, comenzó a cambiar la vida en el lugar. Ahora ya somos los responsables de los servicios educativos y de salud. Sea en el Chad, Afganistán o cualquiera de los más de 50 países donde estamos, quiero expresar mi especial agradecimiento a todos los trabajadores del JRS por el compromiso, la compasión y la calidad del servicio.
Peter Balleis SJ Director Internacional del JRS
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acompañar
Afganistán
Peter Balleis SJ/JRS
vida en el
desierto
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El misterio de la Gracia brota en situaciones concretas – más concreto, más poderoso
Los retornados en el asentamiento de Sohadat escuchan con interés durante un encuentro comunitario con funcionarios locales y personal del JRS (Peter Balleis SJ/JRS)
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En Sohadat, un asentamiento para retornados en los arrabales de Herat, tenemos el privilegio de encontrarnos con el misterio de la Gracia, al acompañar a los refugiados afganos que han regresado a casa. Décadas de guerras, desastres naturales y una aguda pobreza llevaron a millones de afganos a buscar un lugar seguro lejos de casa; la caída del régimen Talibán creó un sentimiento de seguridad y avivó el deseo de regresar y de vivir dignamente en Afganistán. Mientras eran refugiados, albergaban sueños y esperanzas. Pero, a su retorno, muchos se han vuelto a sentir refugiados, aunque en su propio país. Para quienes vinieron a Sohadat, que al principio carecía de las instalaciones más básicas, la realidad era tan demoledora que los retornados sucumbían al desaliento. Para ellos, la ayuda humanitaria del gobierno y de las ONG no bastaba para recomenzar sus vidas. Unos prefirieron alquilar una choza más cercana a Herat, otros decidieron abandonar el país.
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Jerome Sequeira SJ, Director de programa del JRS en Herat
Gary Smith SJ
Conectar corazones no es fácil. Pero con Jumagul desde el principio no hubo barreras, me abrazó cálidamente acogiéndome como a un familiar. Un día, tomando el té, dijo: “No sé qué compartir, y, sin embargo, puedo hacerte partícipe de todo sobre mi vida. Eres mi amigo y confío en ti.” “Me siento feliz de estar de nuevo en casa. Aunque mi país y este lugar que me han dado no son nada especiales, no hay nada como estar en casa.” Pero soportar estas difíciles condiciones no es fácil ni para Jumagul ni para sus hijos. Los mira con una sonrisa contagiosa y pregunta: “¿Parecen refugiados? En Sohadat, tenemos que recomenzar nuestras vidas desde cero. ¿Qué tengo hoy? Aparte de mi posición en la comunidad ¡nada! Cuando les digo a mis hijos que tenemos nuestra propia casa en nuestra patria, me recriminan: ‘¡Tenemos una choza!’” Le escucho atentamente y dudo si debo animarle a seguir o no. No es necesario; Jumagul se pone a reflexionar sobre sus 20 años de vida como refugiado en Irán y su regreso a Afganistán...
Afganistán
acompañar
Asentamiento de Sohadat (Peter Balleis SJ/JRS)
la
historia
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de
Hui de Afganistán antes del régimen talibán. Cuando era joven me pidieron que tomase las armas contra los comunistas para proteger a nuestras familias. Me sentía genial. Pero días después supe que 24.000 personas habían sido asesinadas y que los líderes habían huido. Me di cuenta de que nuestras armas no eran más fuertes que las de los comunistas y que no estábamos a salvo. Con un grupo, huimos de nuestra patria y entramos en Irán. Al principio éramos sospechosos de pertenecer a un grupo guerrillero. Si hubiera recibido educación, jamás habría empuñado un arma. Ahora lamento más las condiciones en que vivimos aquí que las que teníamos siendo refugiados. En Irán, contaba con unos ingresos diarios y unas instalaciones decentes. Era bastante autosuficiente. Nunca toqué mis ahorros y teníamos
lo suficiente para disfrutar de una vida familiar feliz. Y aunque fuera refugiado, era una persona reconocida. Soy un artista y mis pinturas tenían salida en el mercado iraní. Aquí nadie tiene
interés por la pintura, ¡ni siquiera por los seres humanos! Más que dinero, tenía reconocimiento. Hoy paso la vida sin saber qué soy y dónde estoy. No quiero que esto les ocurra a mis cinco hijos e hijas.
Jumagul (izda.) con el P. Jerome (Edris Sharifi/JRS)
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Afganistán
Miembros de la comunidad retornada de Sohadat. El anciano es una de las decenas de miles de víctimas de minas antipersona en Afganistán, uno de los países más duramente minados del mundo. (Peter Balleis SJ/JRS)
No quiero que vivan en una casa alquilada, que pasen por lo que yo he pasado. Quiero darles la identidad de tener una casa propia. Estoy feliz de haber regresado y sueño que Afganistán avanzará y se desarrollará. Al regresar a mi país, durante año y medio, tenía que ir por las calles empujando carretas para alimentar a mi familia. Cuando mis hijos comenzaron a cuestionar mi decisión de regresar a Afganistán, me planteé abandonar y vivir como un refugiado para siempre. Pero temía tres cosas. Primera, nadie nos garantiza nuestra seguridad al tratar de cruzar la frontera. Segunda, si la cruzamos tengo miedo de que mis hijos pierdan su nacionalidad. Tercera, me da miedo que mis jóvenes hijos se unan a grupos extremistas y yo no pueda impedirlo. He estado en Herat los últimos cinco años. Llegué como un hombre feliz y me convertí en un peón y en un padre desamparado. Claro que el gobierno y las ONG nos ayudaron. Pero los retornados habíamos perdido la confianza en poder reconstruir nuestras vidas. Algunos abandonaron el asentamiento de Sohadat después de ver como sus casas recién construidas se desmoronaban. Pero, de repente, hubo un cambio en el asentamiento. Sin haber puesto ningún cartel, vuestra presencia se hizo patente por
...
EL P. JEROME AÑADE
Cuando llegamos, vimos que ninguna familia retornada querría instalarse en Sohadat sin los servicios básicos, ya que su vida sería aún más miserable que en las sombras de la ciudad de Herat. Aprovechando las capacidades de la comunidad retornada, y junto a los departamentos del gobierno local y otras agencias, el JRS se involucró en 06
un símbolo vivificante: luz en el pueblo y entre nuestras familias. Nadie más nos había respondido. No podíamos creer que vosotros, una organización que nos visitó sin publicidad ni fanfarrias, cuyos miembros llegaban desde la ciudad en taxi, nos traerían la luz. El JRS nos ha traído un símbolo de esperanza invisible, pero real, a todos nuestros hogares. No sólo porqué nos disteis la electricidad que ilumina nuestras casas, también habéis traído la luz de la educación que todos los padres quieren para sus hijos. Nuestros hijos están ocupados y sin tiempo para maldades. Soy musulmán y vivo por la esperanza. ¿Quién soy para que me consideres tu amigo? Si no tuviera esperanza no hubiera tenido la oportunidad de sentarme contigo y compartir mi vida. Creo que el Reino de Dios nos ha puesto juntos en el mundo. No creo en el apoyo de las ONG, pero creo en sus corazones. La religión del corazón es en la que creo. El JRS ha cambiado el rostro de nuestro asentamiento. Vuestra presencia nos anima, y ha alentado a otras organizaciones a trabajar más rápido. Estamos remozando nuestras deterioradas casas y la cifra de familias en el asentamiento ha pasado de 32 a 58 en siete meses. Así que reafirmo que creo en el corazón: esta es la religión en la que creo.
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acompañar
la educación, la salud y los programas de medios de vida para promover la autodependencia en la comunidad. El 1 de abril de 2009 se inauguró una escuela, que a finales de julio contaba con 117 alumnos, algunos de ellos procedentes de aldeas vecinas. Otros 29 estudiantes del asentamiento acuden al vecino instituto de Shakiban.
Venezuela
acompañar
imágenes que
curan
El JRS Venezuela ha descubierto una manera para que las mujeres refugiadas colombianas compartan y recuperen la esperanza a partir de sus historias. Yovanny Bermúdez SJ, asistente del Director del JRS América Latina, escribe sobre los talleres realizados en dos estados fronterizos con Colombia en abril y junio de 2009.
La experiencia del desarraigo por el conflicto armado en Colombia deja a muchas familias desintegradas, con heridas profundas y cargadas de dolor. Las mujeres no escapan de esa experiencia desgarradora. Sin embargo, ellas ayudan a reconstruir sus experiencias vividas. El acompañamiento cercano y afectivo hace que las mujeres se encuentren con la alegría y la esperanza de tener una historia que
contar. Una refugiada nos dijo: “mi vida es como un vasito que alguien partió en muchos pedacitos y estoy levantándolo pegando pedacito por pedacito.” La misión de acompañar a las mujeres como grupo vulnerable de sus derechos surge por la necesidad de transformar la violencia, la tristeza, la desesperanza, en color, en movimiento… en Vida. El JRS Venezuela, en el trabajo de
Aprendiendo cosas nuevas (Federico Zaá/JRS)
acompañamiento ha desarrollado microcréditos, talleres de derechos humanos y de la mujer, jornadas de salud con mujeres refugiadas. Una vía significativa de encuentro y cercanía con las mujeres fue utilizar la fotografía, la pintura y la literatura como modos de expresión de sus sentimientos, frustraciones, miedos y temores, realizando dos talleres de estos temas. Los talleres se titularon Expresión plástica y literaria como
Participantes del taller de fotografía, en la zona de Ureña, Estado de Táchira, en abril (Irene Herrera/JRS)
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acompañar
Venezuela
Imágenes que reflejan la realidad: dos talleres de arte y escritura en junio, en la zona de Nula, Estado de Apure, y en la zona de Ureña, Estado de Táchira. (Ingrid Bournat/JRS)
herramienta de recuperación psicosocial y La fotografía como herramienta de empoderamiento para mujeres refugiadas, talleres que ayudaron a las participantes a transformar la tristeza en un motivo de esperanza. Por primera vez en sus vidas, las mujeres tocaron una cámara fotográfica. Fue una experiencia cargada de muchas emociones. “Antes no me sentía capaz de tocar una cámara, ahora después de este taller puedo hacerlo”, dijo una de las participantes. “Fue una experiencia muy placentera”. Entre sus dedos tomaron la cámara y con sonrisas, sus ojos reflejaban su corazón. Querían guardar ese momento de felicidad con sus hijos, con la naturaleza, con la tierra que les ha dado protección. Con el color que iban capturando, hicieron un recorrido donde sus gestos y emociones quedaron registrados en el lente fotográfico y en los lienzos. Con las fotografías y las pinturas se sintieron libres, construyeron su historia con elementos hechos por ellas mismas. El dolor se hizo imagen. Y la imagen expresó el deseo de transformar una realidad.
Personal del JRS Venezuela durante la elaboración del documental Al Otro lado del Lente. Como parte del taller de fotografía, el documental tiene dos objetivos: llamar la atención sobre cómo viven las mujeres refugiadas y mostrar cómo pueden empoderarse mediante el proceso de aprendizaje de la fotografía. (Valentina Pacheco/JRS)
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Los colores se desplegaron en papel para reflejar lo que estaban sintiendo. Fueron dibujos cargados de tristeza, de dolor. Otros dibujos daban espacio a la ilusión y a la superación de la tristeza. En la discusión de la experiencia dejaron el temor y se atrevieron a comunicar lo que sentían. Una de ellas, con ojos grandes y espléndidos de emoción contó: “Me siento como un paisaje por dentro… estoy feliz. No había hecho esto nunca. Mi obra me caracteriza: es alegría, paz y armonía.” Fue un canto a la libertad de sus corazones, se hicieron sentir y escuchar. Fueron protagonistas de su propia historia. El acompañamiento en el JRS nos introduce en la experiencia de hacernos familia de refugiados. El acompañamiento es abrirnos a la experiencia de participar juntos en encontrar esperanzas a sus vidas marcadas. Quienes trabajamos en JRS nos introducimos en un viaje con los refugiados en busca de una mejor oportunidad para reconstruir la vida. Una refugiada lo dice con estas palabras: “¡¡¡La vida es hermosa!!! Quiero vivir todo lo que me arrebataron…” Ese viaje sólo podemos hacerlo desde la fe que nos mueve, esa es la distinción de nuestro trabajo. Hacer frecuentemente ese viaje nos aproxima al rostro de Dios. Los refugiados no sólo pasan por nuestras vidas sino que se quedan con nosotros hasta hacernos parte de su historia. Es el mejor regalo que tenemos en nuestras manos. Sus nombres son el canto de JRS. Otra refugiada dijo: “Cada experiencia que una pasa en la vida es una semilla más de aprendizaje… Vemos cómo otros tratan de construir”. Esta mujer colombiana hacía referencia al trabajo del JRS. Acompañar es tomar el riesgo de dejarse hacer persona con otros.
Chad
educación a pesar de
todo
servir
Aula típica en Habile 1, en Koukou, para desplazados
Todas las fotos de los artículos sobre Chad son de Don Doll SJ
Desde finales de 2005, la frontera sudanesa del este de Chad ha sido testigo de sangrientos conflictos: guerra civil entre el ejército chadiano y los rebeldes, violencia étnica intercomunitaria, tensiones entre Chad y Sudán, y extensión del conflicto de Darfur. Hay 180.000 chadianos desplazados en esta región, que ya alberga los campamentos para 250.000 refugiados sudaneses. El JRS ofrece servicios educativos al este de Chad. Unos 30.000 niños de primaria y 600 maestros se benefician de la mejora en la calidad de la
educación en cuatro campamentos de refugiados. Se han formado más de 1.500 refugiados como maestros y ya hay 191 niños en secundaria en los campamentos de Mile y Kounoungou, en Guéréda. Asimismo, 26 escuelas de primaria se hacen cargo de más de 18.600 niños chadianos en la región de Sila, mientras que otros 1.700 están en preescolar; Entre los alumnos hay tanto desplazados como locales. La comunidad está involucrada en la educación con más de 700 maestros, directores de escuela y miembros de las asociaciones de padres y maestros.
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servir
Chad
Healing the wounds of war
curando heridas de
Los padres de los ex niños soldados se reúnen en un encuentro de cuatro días con el personal del JRS para hablar de sus hijos.
guerra Tidjani Abderaman
Niño soldado, qué contradicción ¿verdad? ¿Cómo puede un soldado – que lleva armas, pertenece a un ejército, que se entrena para luchar y, si es necesario, para matar – ser un niño? En todo el mundo, grupos políticos armados reclutan a miles de niños y jóvenes, por la fuerza o voluntariamente. Una vez liberados, los ex niños soldados suelen encontrarse solos, sin educación ni empleo; corren el peligro de volver a ser reclutados o de sumergirse en el mundo del crimen. En Chad, el 10
JRS tiene un proyecto de apoyo y de formación profesional para ex niños soldado. Una de las claves es hacerles un seguimiento, y trabajar preparando a sus familias para ayudarles a reintegrarse en sus comunidades. Recomenzar sus vidas en paz es el reto que tienen delante los muchachos. Su mundo ha cambiado; sus familias y la mayoría de ellos también. Ser testigos de la guerra les ha convertido en adultos cuando, en realidad, siguen siendo niños.
Chad
servir
De izquierda a derecha, los trabajadores sociales del JRS Christian Djerobe, Tchitchaou Tahir y Flavien Kamdar, se encuentran con el antiguo niño soldado Tidjani Abderaman, de 17 años, de la tribu Tama, que se ha reencontrado con su familia tras dos meses de reorientación del JRS.
APUNTANDO ALTO
Joaquín Ciervide SJ enseñando inglés a los refugiados sudaneses en el campamento de Kounoungou. Hasta hace poco, el P. Joaquín formaba parte del JRS en Chad. Preparó los manuales para la formación de maestros, que fueron traducidos al árabe y explicados a los instructores, quienes a su vez los transmitirán a cientos de docentes. El misionero español trabajó también en la educación secundaria en dos campamentos de refugiados.
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servir
África Oriental
refugio en la ciudad
Angelika Mendes, responsable de comunicación del JRS en África Oriental, escribe sobre los proyectos del JRS en Kenya, Uganda y Etiopía.
Addis Abeba: clase de inglés en el centro comunitario (Angela Hellmuth/JRS)
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Kampala: Centro para refugiados Agape (Angela Hellmuth/JRS)
La inseguridad hizo que, por segunda vez, Claire, junto a su marido y sus dos hijos, huyera de Ruanda y regresara a Nairobi en mayo de 2008. Trataba de ganarse la vida “haciendo bolsas y abalorios que vendía en la ciudad. Pero ganaba tan poco que comíamos sólo una vez al día, los niños se peleaban por la comida y de noche no dormía porque ya no sabía qué hacer.” El lamento de Claire es similar al de los más de 35.000 solicitantes de asilo y refugiados que viven en Nairobi. El gobierno de Kenya espera que, negándoles el permiso de trabajo, los refugiados reconocidos se trasladen a los campamentos asignados. Los que permanecen en asentamientos urbanos viven sin asistencia material ni protección legal, vulnerables al arresto, la detención y la deportación, y, a menudo enfrentándose a actitudes hostiles de la población local. El JRS comenzó a ayudar a los refugiados en Nairobi en 1991. También cuenta con proyectos en Addis Abeba y Kampala, donde
hay inscritos, respectivamente, 1.600 y 20.000 solicitantes de asilo y refugiados oficiales. Muchos más viven allí sin estar registrados. En la primera mitad de 2009, el JRS ofreció asistencia de emergencia a más de 7.300 personas en las tres capitales. La mayoría de los solicitantes de asilo llegan a las ciudades sin medios, sin sus redes sociales o sin conocer el idioma; suelen vivir precariamente, durmiendo al raso o compartiendo habitaciones en vecindarios sobrepoblados y pobres. El JRS es una de las pocas organizaciones que ayudan a los solicitantes de asilo mientras aguardan, durante meses, la determinación de su estatuto de refugiado. También ayuda a los refugiados en situación de vulnerabilidad. Ofrece ayuda alimentaria, médica, educativa, psicosocial, pastoral y financiera. “Les damos un respiro temporal a las personas para que puedan recuperar sus habilidades; les damos tiempo y algo de seguridad para encarar el futuro”, dice la Hna. Nora Mc Carthy OSF, quien dirige el
África Oriental
programa del JRS en Kampala, que ha apoyado a más de 18.000 refugiados y solicitantes de asilo desde su puesta en marcha en 1998. En Nairobi, de 15 a 25 personas llaman a la puerta del JRS cada día pidiendo comida o ayuda para pagar el alquiler. Tras acercarse al JRS, Claire recibió regularmente lo que, según sus palabras, fue “una ayuda inesperada sin la que no sé cómo me las hubiera arreglado.” La ayuda alimentaria se distribuye normalmente a través de alguna de las cinco parroquias. Si es posible, se registra inmediatamente a los refugiados; si no, sus nombres entran en lista de espera. Entre enero y junio de 2009, se distribuyeron 70 toneladas de alimentos en Nairobi. Pero es imposible prever un presupuesto para atender a todos. Con la llegada de más de 1.700 refugiados congoleños a principios de 2009, la cifra de hogares atendidos se ha duplicado respecto a los 250 previstos. En Addis Abeba, aparte de la ayuda de emergencia y de la extensión parroquial, el JRS lleva el único centro comunitario para refugiados, atendiendo a unas 500 personas. Allí los niños pueden jugar y los adultos socializarse, aprender
el idioma y algo de ordenadores, participar en talleres de formación profesional y usar la biblioteca e Internet. También los locales pueden usar la biblioteca, con la esperanza de favorecer la integración social. Otra gran herramienta de integración son las clases de idiomas. En Kampala, Joe Stevens Mande enseña inglés a refugiados francófonos en clases que el JRS ofrece diariamente. “Veo un cambio real en los refugiados, desde su inscripción hasta que completan el curso un año después”, dice. “Al principio hay temor y suspicacias, pero aprender el idioma les cambia la vida: hacen nuevos amigos, continúan su educación, encuentran trabajo.” Cuenta Joe que, pasados los años, sus alumnos le recuerdan cómo les cambió la vida. Esto le anima a mejorar: “Cuando comencé a trabajar para el JRS sólo quería ganarme la vida, pero pronto vi que se trataba de mucho más. En mis clases, tengo 50 personas por las que puedo hacer algo, lo que aumenta mi sentido de la responsabilidad y el deseo de mejorar.” El objetivo final del JRS es la autosuficiencia económica. Por ello, la ayuda de emergencia va junto con actividades educativas, de
servir
generación de ingresos, de formación profesional, y pequeños préstamos. “Vemos reavivar su esperanza y restaurarse su dignidad”, dice Irene Waweru, directora del programa del JRS en Nairobi. “Son tantos los que vuelven sólo para darnos las gracias; esto, y su perseverancia, nos dan fuerzas para continuar.”
ENLACES EN INTERNET La tienda de artesanías de Mikono (‘manos’ en swahili) se creó en 1993 para ofrecer un mercado a las artesanías elaboradas por los refugiados que viven en Nairobi. Para ver y comprar sus productos, visite: www.jrs.net/jrs/mikono/
PUNTO INFORMATIVO
La faz cambiante del mundo de los refugiados En África subsahariana, siete de cada diez refugiados viven en campamentos. Sin embargo, según el ACNUR, la mitad de los refugiados del mundo reside en áreas urbanas y un tercio en campamentos (basado en los datos disponibles de 8,8 millones de refugiados). Esto se explica por la urbanización global de la población, la falta de espacio en los campamentos, el endurecimiento de las políticas de asilo y la prolongación de las situaciones de refugio debidas a conflictos. Nairobi: Distribución de alimentos en la parroquia de Ruiru (Angela Hellmuth/JRS)
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defender
Asia Pacífico
Kiribati: Marea baja en la laguna. (Jane McAdam)
Islas en peligro:
cambio
climático en el
“
Pacífico
Vivimos con el temor constante de las consecuencias adversas del cambio climático. Para una nación que se encuentra en un atolón de coral, la elevación del nivel del mar y acontecimientos climáticos más severos se ciernen como una amenaza creciente sobre nuestra población completa. La amenaza es real y grave, y nosotros la asemejamos a una forma insidiosa y lenta de terrorismo en contra nuestra.
Dr Maryanne Loughry RSM, Directora adjunta, JRS Australia
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“
Saufatu Sopoanga, Primer Ministro de Tuvalu, en la 58ª Sesión de la Asamblea General de la ONU, Nueva York, 24 de septiembre de 2003
En la última década, un nuevo concepto ha entrado en el léxico de políticos y prensa: ‘los refugiados del cambio climático’. Los movimientos humanos provocados por factores medioambientales – sequía, degradación del suelo o graves acontecimientos climatológicos (como ciclones) – no son nuevos; lo nuevo es la cifra de personas vulnerables a esta presión y la atención que están recibiendo. Día a día, el JRS se encuentra con personas desplazadas por múltiples factores, incluido el clima. En algunos lugares, ésta es la primera causa de desplazamiento, por ejemplo en Aceh, mientras que en otros, como Darfur y Chad, el cambio climático es sólo uno de los muchos factores. En un informe reciente, “Anatomía de una crisis silenciosa”, Kofi Anan
hablaba de millones de personas que sufrían por el cambio climático y de millones de desarraigados o permanentemente en movimiento por culpa de estos cambios. Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Antonio Guterres, la amalgama de conflicto, medio ambiente y economía hace difícil clasificar a los desplazados. Mapas del desplazamiento
El JRS Asia Pacífico está en condiciones de implicarse en el tema del desplazamiento forzoso por el cambio climático. En esta región del JRS están, por una parte, los vastos deltas de los ríos Irrawaddy, Mekong y Amarillo, donde cada año millones de personas deben desplazarse por las inundaciones, y, por otra, la mayoría de los estados
Asia Pacífico
insulares en desarrollo del mundo, particularmente vulnerables a la elevación del nivel del mar. En los últimos años, el JRS Australia ha estado haciendo el mapa del desplazamiento en Timor Leste y en el Pacífico, tratando de entender y prever futuros desplazamientos en los países vecinos. Ello nos ha llevado a profundizar nuestra implicación con Nueva Zelanda y otras naciones del Pacífico y ha hecho cambiar el enfoque del JRS, hasta ahora dirigido a los solicitantes de asilo y a los refugiados según la Convención de 1951. En mayo de 2009, el JRS visitó Kiribati y Tuvalu con la jurista internacional y profesora asociada de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Jane McAdam. Tras haber trabajado durante años en el área de la migración forzosa, quisimos explorar el impacto del clima en los movimientos poblacionales en el Pacífico y ver cómo la gente explicaba su situación y cómo veía su futuro. Islas que naufragan
Las pequeñas naciones insulares de Tuvalu y Kiribati se encuentran en el Pacífico y, a menudo, se las cita como las dos naciones con mayor riesgo de desaparecer si, tal
como se predice, en las próximas décadas sube el nivel del mar. Estas ex colonias británicas, junto al ecuador, eran, antes, conocidas como las islas Gilbert y Ellice. Apenas hace 30 años que son independientes y ya se las conoce como las “islas que naufragan” y que a mediados de este siglo serán inhabitables. Los medios hablan de sus habitantes como los primeros ‘refugiados climáticos’. Kiribati (que se pronuncia Kiribass) tiene una población de 100.000 personas mientras que Tuvalu sólo cuenta con 10.000, siendo el estado más pequeño del mundo (aparte del Vaticano).
El sentimiento de vulnerabilidad al medio ambiente era palpable Sin duda, el cambio climático está teniendo un impacto en estas naciones asentadas sobre atolones cuya altitud máxima no llega a los dos metros. Al recorrer la principal carretera de Tarawa, el atolón central de Kiribati, podíamos ver a un lado la laguna y al otro el océano. El sentido de vulnerabilidad al medio ambiente se multiplica cuando tiene lugar un ciclón o una marea alta.
Tuvalu: Mujeres esperan que comience el festín de una boda (Maryanne Loughry RSM/JRS)
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Interés que desaparece
Mientras que en Kiribati y Tuvalu nos habría sorprendido hace 10 años el gran interés de la gente sobre el cambio climático, hoy el interés se ha desvanecido. Todo el mundo habla con cierta familiaridad del calentamiento global y del cambio climático, aunque hay dudas sobre el impacto que ambos tendrán en su futuro. Muchos apenas saben en qué consiste el cambio climático y, como a tantos, les desconciertan las predicciones cambiantes de los ‘expertos’. Los mayores nos dicen que los mejor educados están más preocupados que los demás, mientras que quienes viven en los atolones más alejados, los menos expuestos a la prensa o a la educación comunitaria, no lo están tanto; la gente depende del mar y de la tierra para sobrevivir, saben del clima cambiante y de cómo manejarlo. La gente nos describía los cambios que había ido viendo en su vida: la reducción de las playas, la salinización del agua potable, la caída de los cocoteros. Cada vez es más difícil mantener a sus ancianos y a sus amplias familias por lo difícil que es depender solamente de la tierra y del mar. Muchos, acogiéndose a su fe,
Tuvalu: Carretera principal del atolón de Funafuti (Maryanne Loughry RSM/JRS)
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Asia Pacífico
recuerdan que Dios prometió a Noé que no habría más diluvios y no dudan que mantendrá su promesa. Dejando su nivel de concienciación al margen, muchos ciudadanos de ambos países dicen estar haciendo planes de contingencia de cara al futuro. Estos planes se enfocan pensando en la juventud. Muchos saben que los jóvenes deberán trasladarse a Fiji, Nueva Zelanda o Australia para educarse y para trabajar. Tradicionalmente, los tuvaluanos y los kiribatinos se han dedicado a la marinería, lo que consideran una ocupación honorable y culturalmente apropiada que les ha permitido salir al exterior. Hoy reconocen que la necesidad de sanitarios, asistentes y cocineros en Australia y Nueva Zelanda les da opciones para emigrar y asegurarse un salario que les permita mantener a las familias que han dejado en las islas.
No a la etiqueta de refugiado
Si bien los problemas son parecidos, Tuvalu y Kiribati tienen distintos enfoques en su lucha contra el cambio climático. Sin embargo, en ambos países descubrimos un total rechazo a la etiqueta de refugiado, tanto en el ámbito político como en el comunitario. Para ellos, el término ‘refugiado’ es insultante, les suena a desamparo y a falta de dignidad, lo que contradice su fuerte orgullo. Algunos sienten también que ser un refugiado da una visión negativa del propio gobierno, y eso es algo que tampoco quieren. Éramos conscientes de que el concepto ‘refugiado’ era legalmente inadecuado ya que estas personas no se enfrentaban a fundados temores de persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, opinión política o pertenencia a un grupo social en particular, ni estaban fuera de su país de origen, ni su gobierno no quería o no podía protegerles.
Costa de Kiribati (Maryanne Loughry RSM/JRS)
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Nos sorprendió la contundencia con que la gente de Kiribati y Tuvalu rechazaba la etiqueta de ‘refugiado’. No reconocían la fuerza y la resiliencia que el JRS ha visto en los refugiados: temían ser etiquetados como una carga, personas sobrantes a punto de ser confinadas en campamentos. Así es como frecuentemente los presentan los medios de comunicación y así ha llegado a estas lejanas costas. No es sólo el cambio climático
No debemos desestimar el impacto del cambio climático en estos atolones. Estos países se enfrentan a enormes retos de cara al futuro. Sin embargo, durante nuestra visita, vimos que reducirlo todo al cambio climático oculta otros retos sociales, que juntos nos dan una impresión más real de por qué la gente actúa como lo hace, si decide quedarse en sus atolones o emigrar a otra parte. Este enfoque permite ver la seriedad del cambio climático como detonante de las presiones ya existentes en lo social, lo económico y lo medioambiental. Cómo concretar de la mejor manera estos temas y ayudar a la población a encontrar una salida razonable en el contexto internacional, sigue siendo un gran reto. Refugiados o no, hay que poner en práctica los mecanismos de protección para garantizar que no se abandonará a estas personas en sus menguantes asentamientos mientras el mundo sigue debatiendo las realidades del cambio climático.
Esta artículo está basado en una publicación previa de Jane McAdam y Maryanne Loughry titulada ‘We Aren’t Refugees’ (No éramos refugiados) publicado en Inside Story el 30 de junio de 2009: http://inside.org.au/we-arent-refugees/
Europa
defender
buscando
asilo en la UE
Bassam tiene suerte: es uno de los pocos que ha conseguido el estatuto de refugiado en Alemania tras haber sido arrestado en el aeropuerto de Munich para ser deportado. Ya no tiene que vivir en albergues comunitarios; puede trabajar y tiene derecho a cursos de alemán. Según la Regulación de Dublín II de la UE, de 2003, Bassam podría haber sido deportado a Grecia ya que la Regulación dice que el primer país al que llega un solicitante de asilo debe hacerse cargo de su solicitud. Como tantos de sus compatriotas, Bassam viajó con la ayuda de una red de contrabandistas de personas a través de Turquía, Grecia y, finalmente, Alemania. Al llegar, fue arrestado por entrada ilegal y trasladado a la Prisión Central de Munich. En la sección de deportación le conocimos y escuchamos su historia. Como miembro de la comunidad católica caldea de la Archidiócesis
de Mosul, Bassam sufrió el rápido deterioro de la situación de Iraq en los últimos años. Al ser un traductor cualificado de inglés, era sospechoso de colaborar con los americanos. El asesinato del arzobispo caldeo de Mosul, Paulus Faraj Raho, en marzo de 2008, fue la gota que colmó el vaso. Bassam abandonó su país. Estuvo en Grecia durante unos pocos días; ya había oído que los solicitantes de asilo allí lo tenían mal. Numerosos informes, entre ellos el de la organización alemana para los refugiados Pro Asyl, Human Rights Watch y ACNUR confirman la precariedad de las condiciones en Grecia, con mecanismos inadecuados para la adjudicación de las solicitudes de asilo y sin apenas alojamientos. Muchos solicitantes de asilo duermen en parques, edificios abandonados e incluso al aire libre. Hasta tres familias pueden llegar a compartir una sola habitación. Con la llegada
Miles de solicitantes de asilo Iraquíes tratan de saltar los muros de la fortaleza europea, pero las regulaciones de la UE de Dublín II les ponen difícil conseguir una vista justa de su solicitud, tal y como informa Dieter Müller SJ, del JRS Alemania.
(Arriba) La capilla del centro de detención en Berlín. El JRS ha sido una de las primeras agencias en Alemania en ofrecer asistencia pastoral, social y legal a los detenidos antes de su deportación (KNA-Bild)
PUNTO INFORMATIVO Los iraquíes conforman uno de los mayores grupos de refugiados del mundo. Son unos 1,9 millones, la mayoría en los países vecinos. En 2008, 29.000 iraquíes pidieron asilo en la UE; la cifra más alta de solicitantes de cualquier país.
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defender
Europa
desde aquí
Cientos de solicitantes de asilo hacen cola fuera del Departamento Central de Asilo de Atenas para cumplimentar su solicitud de asilo.
hasta allí
La Prisión Central de Munich, donde Bassam pasó siete semanas en la sección de deportación.
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Pro Asyl, Alemania
de personas de Iraq, Afganistán e Irán, Grecia no puede controlar la situación. Algunos iraquíes podrían ser deportados a Turquía, que los expulsaría a Iraq. Una investigación de Pro Asyl ofrece una visión de la amplitud de la crisis humanitaria: el 26 de octubre de 2008, unas 3.000 personas esperaban fuera del Departamento Central de Asilo de Atenas para registrar su solicitud de asilo. Estalló el pánico, hubo peleas con la policía, que usó sus porras hiriendo a diez personas. Normalmente, el departamento sólo acepta las solicitudes de asilo un día a la semana, pero por causas desconocidas hacía más de un mes que no admitía ninguna. Aun así, quienes conseguían presentarla tenían pocas posibilidades de ser reconocidos como refugiados. Sólo
JRS Alemania
el 2,45% recibió el estatuto. De las 10.165 solicitudes registradas durante la primera mitad de 2008, un total de 8.387 fueron rechazadas sin una justificación clara. Y de 2.886 casos apelados, sólo 71 recibieron una respuesta positiva. Dado que Grecia es acusada de violar la Convención de Ginebra para los Refugiados de 1951, se desaconsejan las deportaciones a ese país a pesar de la Regulación de Dublín II. El ACNUR pidió a los gobiernos europeos no retornar a los solicitantes de asilo y examinar ellos mismos los casos. Algunos tribunales en Alemania – ninguno en Munich – han fallado contra las deportaciones a Grecia. Nuestro fondo de ayuda legal contrató un abogado para Bassam y otros iraquíes del centro de detención. La mayoría salieron
libres. En el caso de Bassam, la Oficina Federal para las Migraciones y los Refugiados tramitó el asilo. Los otros, absurdamente, salieron sólo después de que el abogado retirara sus solicitudes de asilo; sin esta solicitud, la Regulación de Dublín II deja de ser válida. Dado que Alemania no deporta a Iraq, los detenidos pueden permanecer en el país, aunque sin estatuto de residencia; se trata de una suspensión temporal de la deportación, sin muchas perspectivas de futuro. Aunque para los refugiados que hacen cola en Atenas, el futuro parece aún peor.
que les obligan a hacer su solicitud en países con procedimientos precarios.” El documento del JRS pide la suspensión de las transferencias a aquellos países de entrada con sistemas de asilo inadecuados, la reubicación de los trámites de asilo para aliviar la carga de algunos países de primera entrada, y una cláusula humanitaria que prevea las necesidades de protección individual. Conclusión: “La preocupación
general del JRS es que el acceso al asilo y a la protección estén siempre garantizados por las leyes de la UE y de los estados miembros… Como demuestran las experiencias del JRS, el actual sistema de Dublín no se ajusta a este criterio.” Para bajar el documento completo del JRS en PDF, por favor, vaya a:
Este artículo fue publicado por primera vez en el número de Primavera 2009 de la revista jesuita alemana Weltweit.
ENLACE INTERNET En Octubre de 2008, el JRS publicó el documento Dublín II: resumen de la experiencia del JRS en Bélgica, Alemania, Italia, Rumanía, Eslovenia y Suecia. “La impresión general del JRS sobre el sistema de Dublín es que no funciona porque los sistemas de asilo de los países de la UE son demasiado diferentes… Muchos de los solicitantes de asilo en Europa se enfrentan a sistemas injustos
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http://www.with.jrs.net/files/ Dublin%20II.pdf
reflexión
voz
profunda resuena
“
El eco de tus cascadas resuena en los abismos de tus torrentes
“
una
Salmo 42:8
Gary Smith SJ, proyecto del JRS en Limpopo, Makhado, Sudáfrica
Es un frío amanecer en el norte de Sudáfrica. Estoy sentado. Escuchando. A lo lejos, en la oscura distancia, sumido en las últimas horas de la noche, escucho la invitación musulmana a la oración. Me llama abriéndose paso a través de la oscuridad y de mi espíritu, recordándome la invitación divina a estar con Dios en la calma de este nuevo día. Así que rezo. ¿Acaso no es esto lo que nos aconsejó el P. Pedro Arrupe en los primeros días de la empresa del JRS? Recen. Recen mucho. Problemas como estos no se resolverán sólo con esfuerzos humanos. Así, el día comienza con una plegaria. Si rezar no forma parte de la visión del JRS, no hay visión. La invitación de Dios me da esperanza. La profundidad de Dios llega a mi interior, un acto de amor que me abraza, me centra, y dirige, poniéndome en contacto con lo mejor y más valiente de
mi corazón. Pido a Dios que este momento de plegaria despierte en mí la inquebrantable compasión de una madre y el sabio juicio de un anciano – ambos, al fin y al cabo, reflejos del corazón de Dios. Tendré la compasión y la sabiduría de Dios con los refugiados zimbabuenses que llamarán a nuestra puerta al salir el sol. Me convertiré en la llamada de Dios en la oscuridad de la noche de los refugiados. Seré una mano, una cabeza y un corazón en el Cuerpo de Cristo. Vemos a muchos refugiados zimbabuenses, cientos cada semana. Llegan desde aldeas y ciudades de su país. Son madres y padres, maestros y estudiantes, personas que trabajan con sus cabezas, personas que trabajan con sus manos, adolescentes, mujeres embarazadas, discapacitados, familias que, de alguna manera, han conseguido llegar juntas. Todos son extraños en una tierra extraña.
Muchos tienen el corazón partido. La vida feliz que buscan – que todos buscamos – ha sido presa de los lobos de la oscuridad: hambre, expolio, familias rotas, bienes perdidos, opresión política y una incertidumbre permanente. Hoy quiero que mi interior hable a su interior, comunicando a sus almas cansadas el mejor regalo del corazón del JRS: Os acompañaremos. Os serviremos. Os defenderemos. Que este don, como la llamada de esta mañana a la oración o como los primeros rayos del sol, rompa su oscuridad. Quizás podamos ayudar a alguien a encontrarse con un pariente o hallar otro alojamiento, o recibir asistencia médica, o dar alimento al hambriento. O quizás escuchemos el dolor del otro y le podamos ayudar a ser fuerte mediante nuestra afirmación. Llega el Sol. El día irrumpe. La llamada de Dios ilumina la jornada del JRS en Sudáfrica.
El día comienza con la plegaria: Gary Smith SJ celebra misa cada mañana con su personal (izquierda) antes de dar la bienvenida a los refugiados zimbabuenses que se acercan al JRS buscando ayuda tras cruzar la frontera de Sudáfrica. (Peter Balleis SJ/JRS)
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