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Semana 9: 2 Samuel 7 Versículo para memorizar “Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”. 2 Samuel 7:29
Vista panorámica del capítulo 7 David quería construir un templo para el arca de Dios. Natán profetiza a David que su hijo construiría el templo y no él. Dios le prometió el perpetuar su dinastía davídica para siempre.
2 Samuel 7 (VRV-1960): 1 Aconteció que cuando ya el rey habitaba en su casa, después que Jehová le había dado reposo de todos sus enemigos en derredor, 2 dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo hábito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas. 3 Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo. 4 Aconteció aquella noche, que vino palabra de Jehová a Natán, diciendo: 5 Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more? 6 Ciertamente no he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo. 7 Y en todo cuanto he andado con todo los hijos de Israel, ¿He hablado yo palabra alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar mi pueblo de Israel, diciendo: ¿Por qué no me habéis edificado casa de cedro 8 Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; 9 y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra.
10 Además, yo fijaré lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca jamás sea removido, ni lo inicuos le aflijan mas, como al principio. 11 desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa. 12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. 14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; 15 pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quite de delante de ti. 16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. 17 Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David. 18 Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿Quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? 19 Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová? 20 ¿Y qué más puede añadir David hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor Jehová. 21 Todas estas grandezas has hecho por tu palabra y conforme a tu corazón, haciéndolas saber a tu siervo. 22 Por tanto, tú te has engrandecido, Jehová Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos. 23 ¿Y quién como tu pueblo, como Israel, nación singular en la tierra? Porque fue Dios para rescatarlo por pueblo suyo, y para ponerle nombre, y para hacer grandezas en su favor, y obras terribles a tu tierra, por amor de tu pueblo que rescataste para ti de Egipto, de las naciones y de sus dioses. 24 Porque tú estableciste a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre; y tú, oh Jehová, fuiste a ellos por Dios. 25 Ahora pues, Jehová Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz conforme a lo que has dicho.
26 Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se diga: Jehová de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti. 27 Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al oído de tu siervo diciendo: Yo te edificaré casa. Por esto tu siervo ha hallado en su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica. 28 Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo. 29 Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre.
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Páginas Extras de Estudio 2 Samuel Capítulo 7
Día 1 – Nuestros planes vs los planes de Dios Versículos 1-3 David quería construir un templo para que fuera la casa del arca de Dios. No había nada incorrecto en su intención (1 Reyes 8:17-18). Esto era una expresión del amor y del respeto de David hacia Dios. David pensó que era inapropiado que el viviera en una casa hermosa cuando el arca de Dios estaba entre cortinas. También el profeta Natán pensó que esto esto era bueno, y le dijo a David que Dios estaba con él. Sin embargo, Dios no le autorizó a David el hacerlo. Parecería como si Dios estuviera de acuerdo con nuestros planes, pero él ve todo el panorama completo. Debemos siempre revisar nuestros planes respecto a la voluntad de Dios (Santiago 4:13-15). Puede ser que nuestro motivo sea correcto, y bien puede serlo. Las buenas intenciones no siempre equivalen a la voluntad de Dios. Una verdadera prueba de nuestra sumisión a Dios y a nuestra madurez espiritual será el cómo respondamos cuando Dios nos dice no. Si El no puede decirnos NO, El no puede ser nuestro Dios. La pregunta más grande de nuestras vidas es ¿quién está en control, Dios o nosotros? Si confiamos en que Él nos ama, Él sabe que sus planes son mejor que los nuestros, entonces, si recibimos un NO lo haremos comprendiendolo. No podemos confiar en lo que aparenta estar bien (Proverbios 3:5-7, Isaías 58:13-14, Jeremías 17:5-10). Ese fue el problema en el Jardín del Edén (Génesis 3:1-5), y es también el problema en este tiempo.
Día 2 – Dios no necesita nuestra “casa”
Versículos 4-7 Dios le dijo a Natán que volviera y que dijera a David que Él estaba contento con que su arca estuviera entre cortinas. Después de todo, fue su idea. Dios dijo que él nunca había pedido a nadie en los aproximadamente 500 años desde que Dios sacó a Israel fuera de Egipto que le construyera una casa. No era Dios quien necesitaba que le construyeran una casa. Era algo que un hombre quería hacer. Dios no puede ser confinado en un edificio (1 Reyes 8:27, Salmos 139:7-10. Isaías 66:1). El hombre siempre busca alguna forma tangible (que pueda tocar) para que pueda tener comunión con Dios. En Deuteronomio capítulo 4, Moisés le recordó a Israel de cuando ellos tuvieron un encuentro con Dios en el Monte Sinaí, y cómo no hubo una forma tangible en la cual ellos se comunicaron con Dios sino solo su voz. El es invisible (1 Timoteo 1:17, Hebreos 11:27). El es un Espíritu (S Juan 4:24). El no necesita nada de nosotros (1Crónicas 29:14-16, Salmos 50:7-14). Todo lo que él nos ordena es para nuestro bien. El no necesita nuestros esfuerzos religiosos para “construirle una casa”. El quiere nuestra fe y nuestra obediencia porque Él nos ama (Deuteronomio 10:12, 1Samuel 15:22, Oseas 6:6, Miqueas 6:8, Mateo 9:13, Mateo 12:7).
Día 3 – Ni ojo no ha visto (Isaías 64:4, 1 Corintios 2:9) Verses 8-11 Dios le recordó a David que él es quien le había sacado de la obscuridad para ser rey, dándole a su pueblo una tierra permanente, los libro de sus enemigos, y les dio descanso. Dios dijo que El le haría a David una casa. Nunca podríamos igualar a Dios. Cuando estamos dispuestos a dar voluntariamente a Dios, El siempre nos bendice en grandes proporciones. Cuando diezmamos, Dios nos abre las ventanas de los cielos (Malaquías 3:8-10). Cuando soltamos y damos, abrimos nuestras manos para recibir mucho mas (Lucas 6:38, Marcos 10:39-41, S Juan 12:25), no solo en esta vida, sino también en la eternidad. Un billete de un dólar es literalmente solo un pedazo de papel. No tiene un valor real, y no tiene respaldo de ninguna sustancia como el oro. Cuando lo damos a Dios, lo ponemos en el banco del cielo donde se convierte en algo de valor eterno que nunca podría ser arrancado (Mateo 6:19-21). No podemos siquiera imaginar la apariencia de la casa espiritual y eterna que Dios nos está construyendo (S Juan 14:1-3). Solo podemos comprenderlo por el don del Espíritu Santo, que es nuestro pago inicial o anticipo (1Corintios 2:9-10, 2 Corintios 1:22, 2 Corintios 5:5, Efesios 1:14, Hebreos 6:5).
Día 4 – una posteridad y legado bendecidos Versículos 12-16 Dios prometió a David que levantaría a su hijo quien reinaría y su reino permanecería para siempre. Su hijo construiría la casa de Dios. El sería hijo de Dios. Dios nunca quitaría su misericordia de él. Cuando Dios visitó a Abraham con dos ángeles para hablar de su pacto, El dijo que el sabia que Abraham enseñaría a su familia a obedecer el camino de Dios, y así poder cumplir su promesa (Génesis 18:17-19). Hay poder en los padres que crían a sus hijos a obedecer los mandamientos de Dios. Ellos no solo son bendecidos, sino que ellos establecen que su posteridad sea bendecida. Dios no solo estaba prometiendo a David y a Salomón su hijo que serian benditos. Su promesa no solo tenía claramente consecuencias a lo largo del futuro. Sino que también tenía una implicación profética a cerca de Cristo, el Hijo de David (Mateo 1:1, Mateo 9:27, Mateo 12:23, Mateo 15:22, Mateo 20:30-31, Mateo 21:9 & 15, Mateo 22:42, Romanos 1:3-4). Sin embargo, el solo era el Hijo de David de acuerdo a la carne. Su identidad principal es El Hijo de Dios (Mateo 22:41-46, Romanos 1:3-4). Suyo es el reino eterno (Daniel 7:27). Dios no solo prometió el bendecir a los descendientes de David, sino también le prometió a David un legado permanente. La casa de David no era una residencia. Era el legado de David (1Samuel 20:16, 2 Samuel 3:1 & 6, 1 Reyes 12:19-20 & 26, 1 Reyes 13:2, 1 Reyes 14:8, 2 Reyes 17:21 & 24, 2 Crónicas 8:11, 2 Crónicas 10:19, 2 Crónicas 21:7, Salmos 122:5, Isaías 7:2 & 13, Isaías 22:22, Jeremías 21:12, Zacarías 12:7-8 & 10 & 12, Zacarías 13:1, Lucas 1:27). No terminaría con Cristo mismo, pero este continuaría a través del reino de Dios del Nuevo testamento– La iglesia.
Día 5 – Ora las promesas Verses 18-29 Después de que Natán le profetizó a David, fue al tabernáculo y oró. El repitió a Dios todo lo que él le había prometido. No hay necesidad de recordarle a Dios. El no se olvida de sus promesas. Sin embargo, repetir las promesas de Dios es una herramienta poderosa. Esto establece la base sobre la cual oramos grandes cosas. Se fortalece nuestra fe cuando escuchamos la palabra de Dios nuevamente (Romanos 10:17). Esto deja saber a Dios que recordamos lo que él nos ha dicho. Esto nos da dirección en la oración. Puedes estar seguro o convencido que al orar su palabra estas orando la voluntad de Dios. Dios quiere que nos sostengamos en su palabra (Isaías 45:11, Malaquías 3:10, Hebreos 4:16). Cuán fácil es tener importunidad por simplemente pedirle a Dios hacer lo que él dijo que haría (Lucas 11:8). Podemos tomar el reino con el
poder de la espada del Espíritu (Mateo 11:13, Hebreos 4:12). Muchas oraciones poderosas en la Biblia la usaron (Éxodo 32-33, Daniel 9, Nehemías 1). También nosotros podemos usarla.